Visibilización de los Chemamülles en espacios públicos...

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VISIBILIZACIÓN DE LOS CHEMAMÜLLES EN ESPACIOS PÚBLICOS: MUSEO CHILENO DE ARTE PRECOLOMBINO EN EL SIGLO XXI Y SUS SILENCIOS EN LA HISTORIA1

Carolina Parra Santana2

Artículo elaborado para la Monografía “Recordar, registrar e historiar memorias indígenas”, impartido por la profesora del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, María Carolina Odone. 2 Estudiante de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. 1


El pueblo mapuche posee una rica cultura, la cual a través de los años ha sufrido importantes transformaciones y continuidades, siendo la llegada de los españoles uno de los quiebres más lamentables, que, hasta el día de hoy, se pueden observar sus consecuencias. Acompañado de la conquista, la ocupación, el saqueo de sus tierras, los mapuche sufrieron la extirpación y transformación de diversos ámbitos culturales, entre estos sus costumbres, especialmente mortuorias. De este modo, este artículo se enmarca en el estudio acerca de los Chemamülles3, como objetos indígenas, utilizados en los ritos fúnebres y cómo estos han adquirido nuevos usos y sido resignificados con el paso del tiempo. Algunos nuevos usos y resignificaciones que han ido adquiriendo estos objetos indígenas tienen relación con los lugares donde se encuentran y se exponen actualmente, dejando atrás los cementerios o lugares sagrados para ser parte de exposiciones de museos, cerros, plazas o incluso como adorno en casas particulares. Así, se utilizará el Museo Chileno de Arte Precolombino como ejemplo concreto de lugar público expositivo que alberga, hoy en día, estos objetos indígenas, historizando de qué modo estos Chemamülles llegaron a este museo y analizando, a su vez, cómo ello sería una ejemplificación de nuevos usos y resignificados que han ido adquiriendo estos objetos. De igual forma, a modo de contextualización, se busca distinguir la importancia de los Chemamülles en la religiosidad mapuche por su asociación a las costumbres fúnebres que éstos realizaban y cómo éstas han ido cambiando luego de la llegada de los españoles, dando cuenta de los cambios y continuidades a lo largo de su historia. Para la realización de este artículo la etnohistoria es fundamental, en cuanto es una disciplina que busca la “reconstrucción tanto de los caracteres originales como de los procesos de reproducción y transformación a lo largo del tiempo”4 de sociedades colonizadas. En este caso particular, del pueblo mapuche. Así, se buscará comprender y aproximarse al lugar de los Chemamülles como objetos rituales en la vida y en la muerte. Para luego, a través del relato oral del tallador mapuche, Alan Paillan Manquepillan, comprender cómo concebían y conciben los mapuche en la actualidad la muerte. Para esto, se indagó en las fichas museológicas de los siete Chemamülles que se encuentran en el Museo Chileno de

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Che: hombre; mamüll: madera. Existen diversas formas de referirse a estos objetos de indio, que se presentarán posteriormente. 4 Marco Curátola. “Los cinco sentidos de la etnohistoria”, Memoria Americana 20(1), 2012, pg. 72.

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Arte Precolombino y en el archivo fotográfico del Museo Histórico Nacional, con el fin de conocer e historiar cómo llegaron estas piezas al museo.

CONTEXTUALIZACIÓN DEL OBJETO En la mayoría de las culturas, la muerte siempre forma parte de una concepción general de la vida… Lo que supuestamente es una ventana que da a la eternidad se convierte en un espejo en el que nos vemos reflejados.5

Para poder conocer y comprender la cosmovisión mapuche sobre la muerte, debemos adentrarnos en su vida, y comprender su cultura a través un proceso semiótico, donde mediante tramas de significación que las personas han ido tejiendo, se busca explicar la cultura como un contexto.6 De esta forma, se busca comprender la cultura mapuche como una continuidad de significados conformados a lo largo de la historia por los diversos sujetos, permitiendo entender su pasado y presente, donde la llegada de los españoles y la ocupación de la Araucanía no sólo debe ser concebida como un proceso de ruptura, sino también como un proceso de recepción y respuesta por parte de la cultura mapuche a los procesos de dominación. Y donde también, tanto sus costumbres como su religiosidad están envueltas en procesos de cambios, pero igualmente de continuidades, las cuales -al igual que los sujetoshan sido heterogéneas. A partir de lo anterior es que la religiosidad mapuche y, dentro de ésta, los ritos y costumbres fúnebres tampoco pueden ser vistos como algo uniforme, ya que tanto el territorio como los sujetos no son homogéneos en la cultura. De este modo este artículo se centrará en aquellas comunidades mapuche que dentro de su religiosidad utilizan los Chemamülles como los encargados de guiar el alma del difunto al “lugar final”.7 Ya que su objetivo es hacer del muerto un antepasado, donde el alma debe ser guiada en su viaje hacia el otro mundo8, el Wenumapu, más allá del mar.9 Es a raíz de esto que los Chemamülles son objetos que se

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Nigel Barley. Bailando sobre la tumba. Editorial Anagrama, Barcelona, 2000, pg. 14. Cf. Clifford Geertz. La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa Editorial, 1992, pg. 20-24. 7 Patricia Alvarado. Inmortalidad y rituales de muerte en el mundo mapuche, 2013, pg. 21. 8 Rolf Foerster. Introducción a la religiosidad mapuche, Editorial Universitaria, Santiago, 1995, pg. 88. 9 Patricia Alvarado op. cit., pg. 12 / Tierra de arriba, donde viven los antepasados y los espíritus. 6

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levantan en los cementerios (eltuwe) o lugares sagrados, como los menokos.10 Un ejemplo son los Chemamülles que se encuentran en Tirúa mirando hacia isla Mocha, lo que evidencia el carácter sagrado que tiene ese lugar para la cultura mapuche. Y a su vez, dando a entender, por su emplazamiento, la importante labor que cumplen dentro de su cosmovisión al relacionarse directamente con el alma y permitiendo la conexión entre los dos mundos.11 Los Chemamülles serán entendidos entonces como aquellos postes o esculturas antropomorfas (ceño, nariz, boca, orejas, brazos y manos) de madera -generalmente pellíntallados y colocados a la cabecera de la tumba en los cementerios, con dirección hacia el Lafken Mapu12 -hacia la costa-, donde las almas se dirigen después de la muerte13, o hacia el “sol naciente”.14 El lonco Pascual Coña al relatar el entierro tradicional de un cacique, se refiere a las preparaciones de ellos: “Lo que llaman cruz, aunque no es cruz, sino solamente un palo con forma humana. Labran un grueso y duro tronco, esculpen la cara, la boca, las narices, los ojos, las orejas y los brazos. En un primer momento este palo tallado (ché-mamëll) era colocado fuera de la casa del difunto con una bandera blanca como símbolo de que dentro se encontraba un muerto, para luego trasladarlos al cementerio.”15

De igual forma, otra fuente que da cuenta acerca de la utilización de estos objetos indígenas es lo que refiere Ruiz Aldea, “Los huilliches, a más de las especies mencionadas, colocan en la sepultura el retrato del muerto. El busto es de madera trabajado con cuchillo (...) facciones de la cara y algunos miembros del cuerpo delineados toscamente. Esta figura horrible está con las dos manos en la cintura con unos ojazos (…) llamado chemamluyi.”16

A partir de las fotografías que se encuentran en el Archivo Fotográfico del Museo Histórico Nacional se pueden observar imágenes de estos objetos situados en cementerios mapuche, en el sur de nuestro país. Las fotografías dan cuenta de estos lugares entre finales

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Ojo de agua. Humedales donde confluyen vertientes. Lugar sagrado donde se encuentran plantas medicinales y descansan finalmente tanto los rehe como Chemamüles. 11 Cf. Comunicación Personal, Alan Paillan, 2017. 12 Lafken: mar; mapu: tierra. 13 Comunicación Personal, Alan Paillan, 2017. 14 Omar Castro. Escultura Mapuche, Imprenta Álvarez, Temuco, 1976, pg.16. 15 Lonco Pascual Coña, Testimonio de un cacique mapuche a Ernesto Wilhelm de Moesbach. Pehuén, 2000, pg. 428. 16 Ruiz Aldea en Ricardo Latcham. La organización social y las creencias religiosas de los antiguos araucanos. Publicaciones del Museo de Etnología y Antropología de Chile, 1924, pg. 765.

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del siglo XIX hasta 194017, donde con el paso del tiempo y las fotografías, el paisaje va variando, encontrando cada vez menos Chemamülles o cementerios con presencia de cruces, dando cuenta de los cambios que fueron dándose en estos lugares sagrados, producto de las transformaciones en las costumbres, desusos, desconocimiento y la llegada del catolicismo. Esto se puede ver reflejado en la disminución de la cantidad de días de duración de los ritos fúnebres o de la utilización y el tallado de Chemamülles. Esto se contrapone a lo que plantea Edmund Renel Smith, quien explica que la costumbre de plantar cruces y otros tipos de figuras en los cementerios es una costumbre relativamente moderna y comenzó en las regiones sur del territorio.18 Tomas Guevara, a su vez, se refiere a que “los indígenas aprendieron de los españoles la usanza de poner en ellos [cementerios] cruces católicas, figuras de hombre o mujer, toscamente labradas en madera y símbolos diversos”.19

LA MATERIALIDAD DEL CHEMAMÜLL La palabra Chemamüll (che: hombre y mamüll: madera) posee diversas formas lingüísticas. Alan Paillan se refiere a chelmamul, como una representación de un hombre: “aquel que tiene brazos”.20 A su vez, menciona la trascendencia de la madera para el pueblo mapuche, donde no es casualidad que estos objetos fueran tallados en roble (coyán, pellín) probablemente por la gran altura que logran alcanzar, la dureza de su madera, sus flores unisexuales, junto a su durabilidad y su capacidad de ser tallado con hachas y piedras. De esta forma, “las conversaciones entre los seres humanos y los árboles son parte de tradiciones de largo aliento”.21 Para el pueblo mapuche la madera se encuentra presente en diversos momentos de la vida: en los hogares, desde los primeros momentos en las cunas, la leña, los telares, y en la muerte y cementerios con los Chemamülles y wampos o canoas, estas especies de ataúdes que se utilizan en los funerales.

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Fichas museográficas Museo Chileno Arte Precolombino. Figuras 1701;1702;1881;1882;1883;3747;MAS 3247. Edmund Renel Smith. “Notas de un viaje entre las tribus de los indios en el sur de Chile” en Dillman Bullock, Cruces y figuras de madera en cementerios mapuches, Imprenta Alianza, Temuco, 1967. 19 Tomas Guevara. Historia de Chile: Chile Prehispano. Universidad de Chile tomo II, 1927, pg.48. 20 Comunicación Personal, Alan Paillan, 2017. 18

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Juan Skewes y Debbie Guerra. Sobre árboles y personas: la presencia del roble en la vida cordillerana mapuche de la cuenca del Río Valdivia, Atenea 512, II sem., 2015, pg. 191.

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Para los mapuche, el árbol se asocia a su pensamiento cíclico, considerándose un ser un vivo. La relación del árbol con la vida se comienza a unir en el momento en que la misma persona, según el relato de Paillán, escoge el árbol que será su Chemamüll, incluso en algunos casos los plantan22, dando a entender cómo la persona no sólo ve el árbol como un objeto, sino como un ser vivo, que más allá de su materialidad busca trascender la propia materialidad del ser humano.23 Existen también, datos acerca de un posible entierro o funeral para estos objetos indígenas producto de su transformación con el paso de los años, llevándolos a una zona sagrada o menoko, cercano al cementerio, para que terminen su proceso.24 Siendo así el árbol-madera-chemamüll no una materialidad pasiva, sino un agente activo, un actor en el proceso social dotado de agencia25, donde el ser humano lo dota de facultades extra -en este caso la de ser quien ayuda al alma a dirigirse al mundo de los difuntos.

RUPTURA: CAMBIOS Y CONTINUIDADES DEL OBJETO Como se mencionó anteriormente, no se debe hablar solamente acerca de las rupturas del Chemamüll, sino también de sus continuidades y adaptaciones, llevándolo a adquirir nuevos usos y resignificaciones. Sin embargo, el Chemamüll debe ser visto desde su función específica en la espiritualidad mapuche, siendo para estas situaciones en específico, su creación y participación. Con el paso de los años esta costumbre se fue perdiendo y hoy en día se puede observar una cantidad mínima de Chemamülles presentes en los cementerios mapuche, disminuyendo la costumbre de erigir postes tallados minuciosamente para dar cuenta del lugar de los antepasados. ¿Qué pasó con estos objetos? Una posibilidad tiene relación con la llegada de los españoles al territorio, donde estos objetos al ser “considerados parte de idolatrías paganas de los mapuche, fueron arrasadas y quemadas o vendidas como

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Comunicación personal, Alan Paillan, 2017. Daniel Miller. Materialidad: una introducción en Daniel Miller Materiality. Duke University Press, Durham, 2005, pg.10. 24 Cf, Zoia Neira, et al., “Espacios ecológico-culturales en un territorio mapuche de la región de la Araucanía en Chile”, Chungará Revista de Antropología vol. 44 n°2, 2012, pg. 318. 25 Ibid. 23

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madera”26, incluso como leña para panaderías.27 Otra hipótesis refiere a un proceso de desuso producto de los efectos de la nueva institucionalización de los cementerios por las autoridades republicanas28 y la utilización de las cruces católicas que comenzaron a tomar relevancia en el entierro de los muertos. La revisión de fuentes de la época que hasta el momento se ha realizado no menciona la quema explícita de estos objetos como parte del proceso de extirpación de idolatrías. Pero si pensamos bien el actuar que tuvieron los españoles, los colonos y más tarde el Estado chileno para con los mapuche a lo largo de la historia, estas suposiciones no parecen del todo erradas. En palabras del tallador mapuche: “si quemaban personas, ¿cómo no iban a quemar objetos?”.29

RESIGNIFICACIONES Y NUEVOS USOS A partir de estos cambios que se fueron produciendo, es que hoy en día estos objetos dejaron de tener los mismos usos y significados. Se encuentran en espacios públicos, distintos a los cementerios o lugares sagrados mapuche, ya no en el territorio araucano, sino que en nuestra capital e incluso fuera del continente, siendo un ejemplo claro de estos cambios, la exhibición de siete Chemamülles, datados del siglo XIX, como piezas de arte en el Museo Chileno de Arte Precolombino. Para referirse a estos nuevos usos y resignificaciones, es importante trabajar los objetos desde una perspectiva de su vida social, donde cambian con el tiempo, adquieren otras vidas, otro tipo de relaciones con la sociedad, pudiendo actualmente a su vez entrar a un estado mercantil, esto quiere decir, que estos objetos podrían ser parte de transacciones económicas y comerciales, convirtiéndose en mercancías. De este modo según los tipos de mercancía de Appadurai30, los Chemamülles serían una mercancía por metamorfosis, esto quiere decir que estaban destinados a otros usos pero que son colocados en el estado

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Patricia Alvarado, op. cit. pg.21. Francisco Gazitúa, “De Virgilio Arias a Lily Garafulic”, en Escultura contemporánea, Editorial Artespacio, 2005, pg. 50. 28 Comunicación personal, Margarita Alvarado, 2017. 29 Comunicación personal, Alan Paillan, 2017. 30 Cf. Arjun Appadurai (ed.), La vida social de las cosas, Grijalbo, México, 1986, pg. 29-32. 27

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mercantil. Lo que hoy en día permite entender estos objetos indígenas insertos en nuevos ámbitos, dejando atrás su vida social marcada por un contexto ritual e histórico en donde eran parte de una tradición ancestral, pasando a formar parte de piezas de museos, tráfico de coleccionistas, a tallarse exclusivamente para ser objetos mercantiles o bien adornos en espacios no mapuche ni sagrados, encontrándose expuestos en plazas, cerros de la capital, casas particulares, sin consideración con su origen, con su historia y con lo que significan para la cultura mapuche. Sus nuevas significaciones traen consigo paradojas en cuanto a su exposición y visibilidad. Hoy en día cualquiera puede adquirir un Chemamüll, mandarlo a tallar, comprarlo e instalarlo en cualquier espacio como símbolo de una estética originaria, cayendo el objeto en superficialidades de significados y usos totalmente distintos e inesperados. Como lo plantea Paillán, hoy en día se pueden encontrar talladores (incluso no mapuche) que, a través de herramientas tan alejadas de la tradición como la motosierra, pueden crear Chemamülles que sólo tienen su forma, pero que simplemente no lo son.31 El oficio de tallador de madera vincula de una manera especial al hombre con la materia, como dice Alan. Él no escogió ser tallador, lo hace porque tiene que ser así, porque su memoria y su herencia se manifestaron a través de sus sueños y lo escogieron para la labor de conectar la madera con el hombre a través de su tallado. Este trabajo está relacionado con las fuerzas, con la energía por lo que el objeto en sí debe estar conectado con el territorio en todo momento, con su espacio natural, con la intención y vínculo de ser un puente32, entre los dos mundos, entre la vida y la muerte, entre el cuerpo y el alma, lo material e inmaterial. El Chemamüll es fuerza, es ofrenda, trasciende dimensiones. De esta manera, producto del trabajo etnográfico realizado en lugares donde se encuentran estos objetos, el contacto con la organización mapuche “Historia Mapuche” y la profunda conversación y entendimiento, es que el comprender estos nuevos usos y resignificaciones en el siglo XXI es complejo. En un primer lugar, la cultura mapuche y sus objetos deben ser resguardados, deben seguir siendo de ellos y respetados, por lo que el despojo de éstos ha generado una distorsión cultural con un fin comercial y turístico. Este

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Comunicación personal, Alan Paillan, 2017. Ibid.

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despojo es lo que ha llevado a que hoy en día, se encuentren siendo usados como mercancías y como simples adornos ornamentales con la justificación de que son objetos indígenas. De este modo este tipo de uso se encuentra descontextualizado y desconectado de la realidad histórica y sociocultural.33 A su vez, intentando sacar un saldo positivo de estos cambios, son las continuidades las que han permitido sacar a la luz y dar cuenta de esta costumbre y de sus usos y significados originales. Así hoy en día, de a poco se ha ido retomando la costumbre de utilizarlos en la religiosidad mapuche, donde los talleres hacia estas comunidades que ha impartido Alan Paillan han permitido, por ejemplo, retomar esta tradición. Relata la historia cuando enseñó a un grupo de jóvenes mapuche el arte del tallado en madera, y que, al fallecer un hombre anciano de la comunidad se levantó la moción de realizarle un Chemamüll al difunto, siendo un alumno de Paillan el tallador del poste fúnebre. Volviendo así a la tradición y volviendo también al eltuwe. Otro punto positivo a rescatar es el resignificado por parte de las comunidades mapuche que desconocían la existencia de estos objetos. Al observarlos en espacios públicos, se va generando un imaginario de lo propio y del que se deben resguardar sus derechos de propiedad, para no caer en las distorsiones y para que la comunidad los conozca como algo ritual y no superficial.

COMO PIEZAS DE MUSEO Entonces, ¿qué serían los Chemamülles que se encuentran en el Museo Chileno de Arte Precolombino? ¿Sólo por el hecho de ser originarios del siglo XIX, encontrados en cementerios mapuche, siguen siendo Chemamülles propiamente tal? Los siete Chemamülles que se encuentran expuestos en la sala “Chile Antes de Chile”, según las fichas museológicas, tienen una asignación cronológica del siglo XIX, por lo que serían objetos indígenas originales -dos de ellos encontrados en un cementerio alrededor de San Pedro, Concepción.34 Las piezas llegaron a manos del museo por donaciones particulares. Entre los donantes se encuentran el Museo Tomas Stom de Concepción y el Museo Arqueológico de

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Comunicación personal, Organización Historia Mapuche, 2017. Ficha museográfica, op. cit.

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Santiago, como también los coleccionistas de arte Eduardo Uhart, Jacob Furman, Sergio Burger Matheus, surgiendo el debate de dónde estos museos y particulares obtuvieron estas piezas y porqué los donaron al museo y no a su comunidad originaria. Las respuestas a estas interrogantes quizás se responden con lo expuesto anteriormente: la ocupación de la Araucanía entre otros sucesos históricos que motivaron a particulares a apropiarse de elementos propios de culturas originarias, pasando así el objeto a ser considerado una mercancía coleccionable. Así, el valor que adquieren estos objetos en cuanto a su antigüedad35 y originalidad como objetos indígenas, ha llevado a que estas piezas adquirieran un valor excepcional más allá de lo monetario, otorgándoles a su vez, una característica de obras de arte. El museo, desde 1986 hasta el año 201336, adquirió Chemamülles que hoy en día se encuentran exhibidos dentro de la sala “Chile Antes de Chile”, considerándose como objetos indígenas y piezas fundamentales dentro de una museografía dedicada a la historia precolombina de nuestro país, y formando parte de una exposición que deja en claro la imponencia que tienen estos objetos en relación con su tamaño y materialidad, como la relevancia que tienen en la cultura y religiosidad mapuche. Varinia Varela37 se refiere a la visibilidad que el museo ha otorgado a las piezas, en cuanto a mantenerlas en una exposición permanente, otorgarles un espacio exclusivo y destacado dentro de la museografía, como a su vez, las constantes restauraciones con el fin de proteger los objetos.38 Cabe destacar que al ser piezas que se encuentran en un espacio público expositivo, también se debe buscar generar conciencia en la ciudadanía sobre su relevancia e importancia dentro de la cultura mapuche y especialmente su lugar en espacios sagrados y cementerios, dando a conocer su historia y procesos. Por lo que es necesaria una coordinación entre quienes exponen estos objetos, el Estado chileno y el pueblo mapuche, los que tienen que trabajar en conjunto con el fin de generar conciencia y respeto por la memoria, las costumbres y la historia mapuche. Considerando en todo momento que estos nuevos lugares expositivos o usos que han ido adquiriendo los Chemamülles han estado vinculados a un contexto de

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Cf. Appadurai, op. cit 244. Fichas museológicas, op. cit. 37 Encargada de Registro y Documentación de Colecciones Museo Chileno de Arte Precolombino. 38 Comunicación personal, Varinia Varela, 2017. 36

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masacre, invasión, apropiación, distorsión por parte del Estado chileno, pero al mismo tiempo al desconocimiento producto de la heterogeneidad de la memoria y transformaciones en las costumbres por parte del pueblo mapuche. Para que los nuevos usos y resignificados que han ido adquiriendo estos objetos rituales sean exhibidos y significados, valga la redundancia, en respeto y comprensión.

SILENCIOS Se puede concluir que existen lagunas sobre lo sucedido con los Chemamülles y sus cambios. ¿Por qué, según Millahueique, los significados de los emplazamientos fueron ocultos y secretos?39 La pérdida de estas esculturas fue silenciosa, tanto en el ámbito social, religioso, cultural como artístico. ¿Realmente fueron quemadas? ¿Qué sucedió con el resto de Chemamülles anteriores al siglo XIX? Se podría pensar, por ejemplo, que cumplieron su ciclo de vida y hoy yacen en los eluwun o menokos en contacto con la naturaleza y con las almas. Y que, pese a lo sucedido con la llegada de los españoles y la utilización de cruces católicas, los Chemamülles se han mantenido, en menor medida, en algunos lugares de la región producto de la vigencia y resurgimiento de esta costumbre. De igual forma, como ejemplo de espacios públicos expositivos, el Museo Chileno de Arte Precolombino, ha dado cuenta de estos objetos desde finales del siglo XX, generando interés por las costumbres mapuche, su religiosidad y arte. Donde ya no sólo desde sus espacios espirituales cotidianos los Chemamülles han podido ser exhibidos, sino que a través de estos nuevos usos se ha generado, a su vez, una motivación por entender y dar cuenta de la identidad mapuche y su pensamiento mágico religioso, permitiéndole a estos objetos ser conocidos. Finalmente se debe dejar en claro que estos nuevos usos y resignificaciones han estado marcados por situaciones donde, por buscar exponer la cultura mapuche, se ha pasado a llevar a talladores, artesanos y a las propias comunidades, al tomar en consideración lo estético y lo extravagante a costa de una cultura. El Chemamüll no es un simple poste tallado

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César Millahueique. Comentarios sobre patrimonio cultural. Una aproximación al patrimonio indígena, Monumentos, 2004, pg.8.

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con forma de hombre o mujer. Cada elemento, desde los brazos, genitales, hasta la cara tienen un significado. A modo de ejemplo, el tallado del ceño es de ese modo porque se busca dar cuenta acerca de una visión distinta a la de los hombres, a su vez el tocado que se talla muchas veces sobre la cabeza representa la estrella del amanecer o wuñelfe, que tiene una relación simbólica importante para los mapuche40 al ser un cuerpo celeste que tiene vinculación con las creencias y deidades.41 Todos estos elementos dan cuenta de que el Chemamüll es tallado de un modo particular, porque significa y materializa la conexión de los mundos y su presencia en los cementerios tiene una utilidad y significado más allá de lo estético. Los cementerios son más que un depósito, son un verdadero archivo local en cuyos simbolismos se expresan los valores que las comunidades han construido con el tiempo, por lo que entendiendo la cultura de la muerte podremos entender su propia vida.42 Es por esto por lo que los silencios en la propia cultura y en la historia acerca de lo que sucedió con estos elementos dentro de la religión mapuche pudo haber dado cabida a estos nuevos usos y resignificaciones tan distintos a su origen, donde con el desconocimiento tanto de la propia comunidad, como de su contexto cultural-religioso, los Chemamülles fueron mutando a lo que algunos son hoy: piezas de museo, mercancías y adornos, entre otros. El hecho de que se encuentren actualmente expuestos en esta diversidad de espacios ha generado variadas opiniones acerca de su posición, tanto positiva como negativamente, donde el espacio museográfico del Museo Chileno de Arte Precolombino ha permitido acercar a un público ajeno a la cultura indígena, sin embargo, estos objetos indígenas con fuerte carga en el ámbito de ritualidad deben ser comprendidos de una manera crítica en cuanto a cómo deben ser vistos, a reincorporarlos en la cultura fúnebre mapuche y a entenderlos desde sus usos y silencios, no olvidando que “la cultura (está situada) en el entendimiento y en el corazón de los hombres”.43

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Comunicación personal, Alan Paillan, 2017. El lucero del alba incluso se encuentra en la bandera del pueblo mapuche. 42 Cf. Millahueique, op. cit, pg.5-6 43 Geertz, op. cit. Pg. 25 41

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