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Testamento Aldo Barucq

Testamento

Aldo Barucq

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Mi madre me heredó una casa un cuerpo entero solo para mí me heredó estos muros de carne de su carne que crujen con el frío que tiritan por el presagio del temblor

me heredó el acné y el don de soportar el hambre comiéndome las uñas

mi padre me heredó las goteras de la casa las grietas que se bifurcan por el techo como fuegos de articio como ramas en donde yacen los nidos para los pájaros de cal que revolotean cuando la casa estornuda

me heredaron una casa enferma reumática, onicófaga, hipocondriaca me heredaron un incendio y yo soy la ceniza soy un árbol con cuerpo de viento soy las maldiciones entramadas en la espiral del adn debacle sin n: leña y ama mordiéndose la cola que el río me conteste yo quiero que me cuente

qué don sirvió al antepasado y qué maldición legó al descendiente

soy un ángel de mármol postrado al borde del precipicio destinado a nunca saltar pero siempre a estar al borde del precipicio

y así quise santicar tu cuerpo en mi cuerpo levantando un templo sobre el escombro que llevo por nombre aquel que levanta una casa sobre leños quemados es quien [ nunca supo la calidez del hogar no quemado

hay escaleras que conducen al derrumbe no te quede duda hay maneras de ascender que no llevan sino a la semilla de vuelta a las piernas abiertas de una madre esperando como una catedral

a que entren los peregrinos blancos que ofrendan el secreto de la vida y erigen un hombre de madera y hueso

como mi padre, le enseñaré a mi hijo a defenderse de los bravucones de la escuela pero no de la sombra heredada no pudo, no podré soy el hombre que es la casa de sus manías un cuerpo una casa rea de los fantasmas de quienes estuvieron antes heredé un árbol torcido de ramas torcidas un esqueleto a la vez jaula y prisionero

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