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Feliz Navidad, Ita B

Entré lentamente a la habitación del hotel, había sido un día muy largo, estaba cansada, el mismo asunto por meses y sin aparente salida, todos en la estación estábamos nerviosos y cansados. Ese día igual que en otras ocasiones entré a la habitación y ahí estaba, exactamente lo mismo, joven, rubia, hermosa y completamente destrozada, igual que las siete anteriores e igual que con las otras sentí tanta pena por ellas. Recuerdo bien el día que me ascendieron, fue un logro grandioso en mi vida, pero, también fue como una maldición que acompaño a la felicidad de dejar un escritorio repleto de papeles y por n usar una placa y un arma, al n podría poner entre rejas a malparidos como éste. Le escena, cuál película de terror, como siempre, limpia, sin indicios, sin huellas, otro crimen perfecto, otra vida arrebatada, una mujer, una niña, ahí, tendida en la cama, desnuda, sin rastros de violación, solo tendida boca arriba con las manos y pies atadas a las extremidades de la cama, sin duda la posición me recordaba siempre al afamado hombre de Vitrubio, después del primer caso descolgué la imitación de la pintura davinciana de mi estudio no podía verla sin ver mi cabeza a la chica, y el patrón seguía siendo el mismo, los cortes igual de grotescos que los anteriores, eso había eliminado a cualquier doctor de la lista de sospechosos, eran muy imprecisos para ser efectuados por alguien con conocimiento en el cuerpo humano, las carnes desgarradas, no sabíamos con precisión de que arma se trataba, parecía como si hubieran sido hechos por un cuchillo de pan y mucha fuerza física, era como ver a un caimán dar la vuelta de la muerte y arrancar la extremidad de su víctima, sin embargo esto denitivamente no era un caimán. Piernas brazos y cabeza arrancados del tronco que yacía en el centro del colchón, al menos tendría veinticuatro horas de haber muerto, estaba lívida, fría y rígida como una tabla, sigo sin acostumbrarme, aun siento los malestares en mi estomagado y la lenta circulación en mi cuerpo cuando los peritos comenzaron a levantar el rompecabezas humano. Pienso en otra madre destrozada y en mi hija, que haría yo si fuera mi hija la siguiente, revisamos toda la habitación sin encontrar nada, en denitiva el condado ya no era seguro. Llegué a casa de madrugada, Alice ya dormía, últimamente no nos veíamos mucho, casi no hablábamos, esa conexión madre e hija se perdió desde el día que este hijo de puta apareció, no era nada sencillo ser madre y detective, había que lidiar con mucho, y aún no sabía cuánto. Después de una semana nos informaron que alguien había entrado a la habitación clausurada del hotel, mi compañero y yo nos dirigimos al lugar, efectivamente, sobre la cama y con una nota de regalo se encontraba un mapa, la nota dirigida a mí, sabía quién era yo, y estaba retándome la pregunta era ¿porque?. Después de horas de buscar, pensar y maldecir sobre el mismo tema. Solo pudimos concluir que el mapa tenía ciertas marcas en las calles y hoteles donde se perpetrarían nueve crímenes; ocho de los nueve hoteles ya habían sido visitados por nuestro psicópata, el cabrón nos retaba a detenerlo antes del noveno, entonces clavé mi mirada en la dirección del hotel me sentí helada, se encontraba cerca de mi casa, ahora entendía, él iba por mi hija, joven, rubia y hermosa, igual que las demás, ahora era personal.

Fui a casa más temprano para poder hablar con Alice, estaba fría y distante pero le conté todo, quería que se lo tomara en serio, prometió no salir tarde sola, coné en su prudencia al menos mientras lo atrapábamos, en mi adentro me pregunté cuando sería eso, nadie sabía cómo era, ni como lograba entrar a los hoteles sin ser visto y más aún con una mujer drogada, era astuto, siempre elegía hoteles baratos con sistema de seguridad deciente o carentes de uno. Desde el tercer homicidio todo el condado estaba aterrorizado, la brutalidad de los crímenes hacia que los padres, maestros y todos en general estuvieran paranoicos yo incluida. Tiempo atrás cuando Alice supo de mi ascenso se molestó mucho, siempre me culpó del abandono de su padre y ahora yo no tenía tiempo para ella, se refugiaba con sus amigas, siempre en la calle, si me hubiera dado ese tiempo, la historia sería muy diferente. Las siguientes semanas todo el departamento de policía nos enfocamos en dar con aquel maniático, se implementó toque de queda y se patrullaron las calles dia y noche, los siguientes dos meses pareció desaparecer pero yo sabía que seguía ahí esperando el momento justo de volver. Veintitrés de Diciembre, jamás lo olvidaré, yo dormía cuando recibí la llamada, en la jefatura habían recibido una llamada extraña del recepcionista de un hotel, nuestro noveno hotel, algo sobre gritos leves, eran las cuatro de la mañana, me levanté de prisa, antes de salir una corazonada me detuvo, revisé la habitación de Alice, y ella no estaba ahí, sentí un golpe seco en mi pecho, tomé mi arma y corrí al hotel que estaba cerca, no podía esperar refuerzos, el frio quemaba como fuego en mis mejillas, olvide cubrirme, era difícil respirar, los pulmones colapsaban con la baja temperatura, después de los primeros metros el cuerpo se calentó, al llegar al lugar, el recepcionista, un chiquillo asustado me comentó que escuchó ruidos extraños en la habitación del último piso, él no quiso entrar y llamó a policía, lentamente subí por las escaleras, no podía hacer ruido eso lo alertaría, solo le pedía a Dios que no fuera demasiado tarde, al llegar al último piso ahí estaba de pie dentro del elevador, vestía un pantalón de mezclilla y sudadera negra con una capucha que le ocultaba perfectamente el rostro, corrí los últimos peldaños pero las puertas del elevador se cerraron, sin embargo y para mi sorpresa el elevador subió a la azotea, corrí y de una patada abrí la puerta de madera que me separaba de mi objetivo, al n de frente, le pedí se arrodillara y pusiera sus manos en la cabeza, pero desobedeció, sacó un arma y mi instinto me hizo contestar el ataque, le disparé, aquel cuerpo cayó, no me moví por varios segundos, creí que se pondría de nuevo en pie, en ese instante los refuerzos llegaron al lugar, mi pareja se acercó al cuerpo lentamente, mientras yo retrocedí, tenía que volver a la habitación. Solo pensaba en Alice, rogaba para que no fuera ella, pero en mi corazón lo sabía, al llegar al pasillo, mi jefe se encontraba en la entrada del cuarto, se despidió de alguien por el radio, - está aquí- dijo, me apresuré a entrar y él se apresuró a detenerme, entonces me desplomé, mi Alice. Me sacaron a la fuerza y me retuvieron en la calle dentro de una patrulla hasta que me tranquilicé un poco, yo lo sabía, pero conrmarlo dolía como el inerno, vi a los camilleros sacar los cuerpo sin vida de dos personas, salí del coche y mi compañero intentó detenerme, le pedí que no lo hiciera, yo temblaba, no sé si era el frio, el miedo, la angustia o el dolor de madre, o tal vez todo revoloteaba en mi interior, aún así tenía que verla, él me miro me miró jo, había algo extraño en su mirada, nunca lo había hecho así, me entrego un pedazo de papel, diciéndome que lo encontraron en su mano, era la letra de mi hija, -feliz navidad madre- decía con letras ensangrentadas, y entonces la vi, rubia, joven y con un hermoso rostro que se escudaba detrás de aquella capucha negra.

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