Feliz Navidad Ita B
R E V I S T A
P OETÓMANOS |No. 2 Año 2
Entré lentamente a la habitación del hotel, había sido un día muy largo, estaba cansada, el mismo asunto por meses y
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sin aparente salida, todos en la estación estábamos nerviosos y cansados. Ese día igual que en otras ocasiones entré a la habitación y ahí estaba, exactamente lo mismo, joven, rubia, hermosa y completamente destrozada, igual que las siete anteriores e igual que con las otras sentí tanta pena por ellas. Recuerdo bien el día que me ascendieron, fue un logro grandioso en mi vida, pero, también fue como una maldición que acompaño a la felicidad de dejar un escritorio repleto de papeles y por n usar una placa y un arma, al n podría poner entre rejas a malparidos como éste. Le escena, cuál película de terror, como siempre, limpia, sin indicios, sin huellas, otro crimen perfecto, otra vida arrebatada, una mujer, una niña, ahí, tendida en la cama, desnuda, sin rastros de violación, solo tendida boca arriba con las manos y pies atadas a las extremidades de la cama, sin duda la posición me recordaba siempre al afamado hombre de Vitrubio, después del primer caso descolgué la imitación de la pintura davinciana de mi estudio no podía verla sin ver mi cabeza a la chica, y el patrón seguía siendo el mismo, los cortes igual de grotescos que los anteriores, eso había eliminado a cualquier doctor de la lista de sospechosos, eran muy imprecisos para ser efectuados por alguien con conocimiento en el cuerpo humano, las carnes desgarradas, no sabíamos con precisión de que arma se trataba, parecía como si hubieran sido hechos por un cuchillo de pan y mucha fuerza física, era como ver a un caimán dar la vuelta de la muerte y arrancar la extremidad de su víctima, sin embargo esto de nitivamente no era un caimán. Piernas brazos y cabeza arrancados del tronco que yacía en el centro del colchón, al menos tendría veinticuatro horas de haber muerto, estaba lívida, fría y rígida como una tabla, sigo sin acostumbrarme, aun siento los malestares en mi estomagado y la lenta circulación en mi cuerpo cuando los peritos comenzaron a levantar el rompecabezas humano. Pienso en otra madre destrozada y en mi hija, que haría yo si fuera mi hija la siguiente, revisamos toda la habitación sin encontrar nada, en de nitiva el condado ya no era seguro. Llegué a casa de madrugada, Alice ya dormía, últimamente no nos veíamos mucho, casi no hablábamos, esa conexión madre e hija se perdió desde el día que este hijo de puta apareció, no era nada sencillo ser madre y detective, había que lidiar con mucho, y aún no sabía cuánto. Después de una semana nos informaron que alguien había entrado a la habitación clausurada del hotel, mi compañero y yo nos dirigimos al lugar, efectivamente, sobre la cama y con una nota de regalo se encontraba un mapa, la nota dirigida a mí, sabía quién era yo, y estaba retándome la pregunta era ¿porque?. Después de horas de buscar, pensar y maldecir sobre el mismo tema. Solo pudimos concluir que el mapa tenía ciertas marcas en las calles y hoteles donde se perpetrarían nueve crímenes; ocho de los nueve hoteles ya habían sido visitados por nuestro psicópata, el cabrón nos retaba a detenerlo antes del noveno, entonces clavé mi mirada en la dirección del hotel me sentí helada, se encontraba cerca de mi casa, ahora entendía, él iba por mi hija, joven, rubia y hermosa, igual que las demás, ahora era personal.