Año 2 No. 2 Dic 2020
R E V I S T A
P OETÓMANOS
Cine La fijación secreta de Briseau Mariana Lebrija
Dossier
Erotismo: Sexo, letras y fe Sergio H. García
Mariana Lebrija, Erik Urias Romero, Yessika María Refugio, León Solanski, Ángel Moisés Rojas, Andrea Rey, Luis César Salazar, Valentín G Valedor, Ángel Acecam Cleoneocer, Citlalli Cajigas Bodegas, David Fernando Ortiz, Ivan Medina Castro, JR Spinoza, Ita B, Joel Peñuela Quintero, Jesús Armando Montaño
Revista Poetómanos Revista Bimensual de Difusión Literaria
Dirección Sergio H. García
Consejo Editorial Enrique Sequeyro Diana Hernández Gustavo Gutiérrez Lucía Deri Salvador Montediablo Corrección Diana Hernández
Portada:
Lizbeth Reina García Fotografía
Diseño de Arte Fernanda López
/Poetómanos
@Revista Poetomanos
Todos los textos en este número son propiedad de sus respectivos autores. Queda, por lo tanto, prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de esta publicación. Por otro lado, esta publicación no se responsabiliza de las opiniones o comentarios expresados por los autores en sus obras.
Ediciones Olvido D E L
Poesía Make tea boy dar, Eric Urias Romero 10 Unas tardes, Yessika María Refugio 11 Naufragio / Metamorfo poeticum, León Solanski 12 El perro, Ángel Moisés Rojas 13 Esta noche me embriago con mis lágrimas, Andrea Rey 15 Canción desesperada (o visión nocturna de un organismo lejana mente vívo), Luis César Salazar 16 Senryus In-Docentes, Valentín G Valledor 17 Bienvenida, Ángel Acecam Cleoneocer 18 Ensayo Mortuorio, Citlalli Cejigas Bodegas 21 Dossier Erotismo: sexo, letras y fe, Sergio H García 23 Naufragio, José Luis García Herrera 27 Toutes les heures, Getsemaní Otero 28 En la noche, H. L. J. Ángel 29 Pasión que se revela, Henry Farfán V 32 Te miré, Lupita Miranda 34 Salmos 51, Katherin Rojas Sánchez 36 Ella se enciende como un cigarrillo, Israel Montalvo 38 Una Crónica azul, León Solanski 39 Incendio, Jimena Martínez Peña 40 Labios, Esmeralda García 41 Desnuda, Victoria Morrison 42 Continente, Georgina Polo Vargas 43 Cruelty free, Víctor M Campos 45 El apartamento de enfrente, Federico Sauternes 47 Jugo de Durazno, Lorena del Carmen Gutiérrez Aviña 49 Entrevista Añoranza y recuerdo bajo el ojo de Lizbeth Reina García, Fernanda López 52 . Galería Lizbeth Reina García 54 Cuento Gertrudis, David Fernando Ortiz 62 El coco, Ivan Medina Castro 64 Guía para pasar desapercibido cuando se viaja en el tiempo, JR Spinoza 65 Mi letanía, Ita B 67 ¿Que tipo de escritor eres?, Joel Peñuela Quintero 68 Música Jerga Zombie: Gorillaz, Demon Days, Jesús Armando Montaño Lugo 70
Contenido
Cine La jación secreta de Brisseau exaltada a través de su cinematografía, Mariana Lebrija 5
Cine
La fijación secreta de Brisseau exaltada a través de su cinematografía
quien más tarde reconoceremos en el papel de Nathalie, a lo largo de un plano long shot, la actriz ejecuta un performance erótico que consiste en masturbarse frente a un grupo de espectadores en una cantina. La coreografía zigzaguea entre lo sexual y artístico, lo que caracteriza al número de la bailarina, quién se forjó dentro de la danza académica, de entre otras de las representaciones que se ejecutan en el cabaret. Hasta el culmino del orgasmo de Nathalie, en continuidad de un travelling shot, el director francés, Jean Claude Brisseau (1944-2019) introduce al personaje de Sandrine, que es interpretado por Sabrina Seyvecou, quien atiende a los clientes en la barra del lugar. Pese a que ambas comparten la jornada laboral no se relacionan entre sí. Sin embargo, Sandrine experimenta una fascinación silenciosa por la danzante:
“(…) Como verán estoy detrás de la barra. No me agrada, pero tengo que ganarme la vida. Así que justamente aprecio la función. Las chicas, sólo me intereso en Nathalie, es mi modelo de rol; es bella, puede ser mejor que todas”.
Cine|
En la primera escena de Choses Sécretes (2002), puede apreciarse a Coralie Revel, a
La jación de Brisseau exaltada a través de su cinematografía
Mariana Lebrija
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La primera vez que interactúan acontece cuando el propietario prescinde de sus servicios, pues se niegan a entablar relaciones sexuales con uno de los consumidores del local. Esa noche, Nathalie invita a Sandrine a pernoctar en su departamento, ya que la barista no puede regresar a la habitación que renta en Montmatre, una localidad ubicada en el distrito XVIII de Paris, por un retraso en el pago del alquiler.
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A lo largo de la noche, beben y entablan una conversación en torno a temas como la sexualidad, su formación académica y cómo sus frustraciones profesionales, en un tiempo en que Francia c o n t a b i l i z a b a a l m e n o s t re s m i l l o n e s d e desempleados, las orillaron a laborar en el bar.
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Posteriormente, la an triona introduce a Sandrine en las prácticas del autoerotismo femenino, ya que esta última demuestra un visible interés por conocer la sensación de ser observada durante la manipulación erógena. El adiestramiento consistirá en la práctica de la masturbación como un ejercicio reivindicativo ante los convencionalismos de los juegos sexuales. Estos se condensan principalmente en el coitocentrismo, tendencia en la que se jerarquizan dos tipos de prácticas: signi cativas (penetración genital) y vanas (estimulo de los órganos sexuales). En cambio, Brisseau otorga un lugar al magreo, donde las formas no coitales son validadas como una vía de obtención del placer. A partir de ese instante, la complicidad entre Nathalie y Sandrine se estrechará, luego que se adentren en una amistad pasional, como se le denominaba al lesbianismo en el siglo XIX, antes de que fuera señalado como una identidad, experimentarán un sinnúmero de vivencias sexuales.
En consonancia, se cuestionarán si el amor a los hombres es un acto de elección o una imposición asumida acríticamente. De esta forma vindicarán su concepción afectiva y de socialidad con otras mujeres a través de su concepción del placer. Hasta este punto, lo que en un principio de la trama parecía ser un intento por subvertir las relaciones entre mujeres y hombres, a menos de la mitad de la película, Brisseau socava el discurso de la lesbiandad y en cambio, rati ca los patrones de la institución básica de la heterosexualidad. Contrariamente a las aspiraciones de cineasta, quien se describía como “controversial, en torno a la desestigmatización de los convencionalismos sociales, su discurso se torna antitético respecto a la causa que a rma defender. Este hecho lo posiciona como objeto de escrutinio.
“Fuimos ambas contratadas (…) fui sólo una secretaria, una an triona, una criada”, asevera
Sandrine mientras se dirige a la o cina de recursos humanos para rmar su contrato. En lo sucesivo, Sandrine y Nathalie se introducen en un mundo en que el control masculino dicta quién puede destacarse y progresar. Primero Cadene, un alto mando de la empresa, que se encargará que Delacroiz, el vicepresidente, ascienda a Sandrine y con quién entablará una relación amorosa. Po s t e r i o r m e n t e , a p a r e c e r á Christophe, el heredero del consorcio y el responsable que la
complicidad entre los personajes principales se tense y termine por disolverse, luego de involucrarse en un triángulo amoroso. C h r i s t o p h e , personi cado por Fabrice Deville, retrata a la virilidad y dominación como características de una clase dominante, misma que depende de la subordinación de las mujeres para reforzar su poder. De acuerdo con la teórica feminista, Sheila Jeffreys, en su obra “La herejía lesbiana” (1993), este comportamiento proyecta “el papel de la violencia sexual como soporte crucial y funcional del sistema político de la supremacía masculina”. A escasos meses que Pasiones Secretas, como se dio a conocer en Latinoamérica, se estrenara en México, el 4 de febrero del 2004, se desencadenó una serie de señalamientos en
La jación de Brisseau exaltada a través de su cinematografía
Este intercambio “quid pro quo”, en el que ejecutarán una serie de favores sexuales para escalar jerárquicamente, re eja una interpretación reduccionista del género y las identidades que nos son designadas. A través de ellas, se reduce a la mujer como sólo un cuerpo, representado “como frágil, susceptible y apto para ser sometido a intrusiones”. Brisseau concibe al cuerpo femenino como la única herramienta de la mujer para
escalar, convirtiendo a Nathalie y Sandrine en proletarias del hombre.
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Durante la ampli cación de la historia, después de que Sandrine se muda al departamento de Nathalie, el cineasta francés colocará a ambos personajes en búsqueda de un nuevo objetivo. El propósito, sumado a la narrativa de Choses Sécretes, consistirá en obtener un puesto empresarial, al valerse de su capital erótico -el cuerpo- para conseguirlo.
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torno a Jean-Claude Brisseau. El cineasta vivió la doble identidad que su mentor, Eric Hommer le recomendó para sobrevivir a la usurera industria cinematográ ca. Sin embargo, la vivenció de una manera muy distinta, ya que mientras argumentaba su compromiso social, detrás del rodaje, durante las audiciones para conformar el elenco, legitimaba el subtexto de la película. En 2005 fue acusado por un tribunal de Paris, tras acosar sexualmente a dos actrices que se preparaban para ejecutar a los personajes de Sandrine y Nathalie entre 1999 a 2001. Brisseau fue condenado a prisión por un año -suspendida más tarde- y a pagar una multa de 15 mil euros, por instar a las víctimas a masturbarse durante las pruebas cinematográ cas. Las afectadas no fueron elegidas para participar en el lme.
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El cine de Brisseau es conocido por una serie de películas que exploran “la naturaleza de la sexualidad femenina”, a través de las que hace un uso recurrente del cuerpo desnudo; cosi cado hasta su máximo esplendor y ni un falo expuesto. La escritora francesa Monique Wittig explica que en casos como estos “las mujeres, aunque extremadamente visibles como seres sexuales, permanecen totalmente visibles como seres sociales”.
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El uso de escenas explícitamente eróticas fabrica otro trato burdo del lesbianismo, al proyectarlo como un mero espectáculo sexual. Este sistema simplista coloca a los intentos del director en lo contradictorio, ya que como bien acertó Jeffreys: “La liberación de las mujeres no será posible mientras se considere sexy su subordinación”. No es nueva esta relación problemática entre el artista y su obra, en la que el autor decide posicionar a la mujer como objeto de inspiración. A este respecto, Elvira Burgos Díaz en su ensayo “Hombres dentro del feminismo” (2007) se cuestiona: “¿Por qué en lugar de indagar en su masculinidad y sobre su sexualidad, un buen número de hombres
pre eren 'explicarnos' qué es una mujer y en qué consiste el placer y deseo lésbico?” Y es que “lo que no se percibe, ni se piensa, ni se siente, no puede abrirse a la interpretación transformadora”. En palabras de Monique Wittig, “no es más que un reforzamiento del discurso patriarcal, en el cual los hombres son los únicos que saben sobre las mujeres y que antes que modi carse a sí, eligen adaptar a las mujeres a sus nes”. Lo lamentable en el argumento del director francés es que proyecta a la mujer y su rol dentro de la afectividad lesbiana como una mera preferencia sexual, cuando en realidad se trata de una decisión política y un acto de resistencia. Este tipo de interpretación mal lograda asevera Jeffreys convirtió, en casos especí cos, “al lesbianismo en una práctica sexual vilipendiada”.
Poesía
Make tea not war Eric Urías Romero Eras mi té favorito sin embargo tú siempre querías pelear.
La calma se encuentra en el fondo de una botella lo creí por años, sólo bastó conocerte para reventar mil paradigmas. Las niñas bien portadas son siempre buenas, –qué blasfemia–
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nunca lo son… Me vertí entero pensando que eso querías; –maldito pusilánime– tú buscabas mi lado B donde sólo hay cinismo y nada de inhibición. 10
Unas tardes Yessika María Refugio
Unas tardes Al ver caer el sol radiante, cansado de recorrer el mundo para alegrar los corazones, quitando tristezas sobre hombres y mujeres; llorando penas en días de invierno. Unas tardes las rosas bondadosas de la primavera de abril, se construyen en recuerdos
¡Oh, tardes!; la vida vuelve a tener sentido entre estrellas y respira sueños de niños que serán himnos del arcoíris del mañana.
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que acompañan nuestra historia.
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Naufragio León Solanski En las noches oigo el rechinar de mi cuerpo cuyos huesos se van pudriendo como maderos a la deriva.
Metamorfo Poeticum León Solanski
Un poema puede ser como Una or O como una vena abierta
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Como la orilla del mar Que se desprende al roce de una ola Como una rosa marchita De la que siguen creciendo espinas Como un cuerpo ardiendo Y al mismo tiempo, muriéndose de pena. 12
El perro Ángel Moisés Rojas
Murió el perro con el hocico en clavos como mueren tantos otros sin noticia, ni esquela. ¿A ustedes no les rasga el silencio?
Nuestra vista está puesta en la domesticación, progreso en título, pasarela, entre más se parezca al dueño, mejor. Absténganse de presentar colis, mestizos. Humillación hecha distancia.
Murió de 100 mil ladridos de denuncia ¿Cómo un perro pudo decir tanto? Llevaba pulgas encima, días de olisqueo, mordidas de la camada entre semana, patadas de algún dueño de carnicería,
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¡Corrientes!
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con cuarto en trastienda donde ¡manosea perras! -Así les dice-. También hay las de perros oliéndose la cola por escaño, se multiplican, son de raza, entre más muerdan, más Perrrrrooooosssss wowowowwowow más Perrrrraaaaasssssss ladran, ladran, se la pasan en ladrar, se domestican, se acomodan, se echan.
Ese perro murió por no ser de la manada. Supo de olores. Concentró su tiempo en reconocer animales, no sabía de nombres, tampoco de ideas, era un animal de muchos.
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Aquella tarde abrió la puerta
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el carnicero mordía, sangraba su bisteck -Mujer añico¿A ustedes no les rasga el silencio? Murió el perro con el hocico en clavos.
Esta noche me embriago con mis lágrimas Andrea Rey
Esta noche me embriago con mis lágrimas al leer que no me querías que en tus lógicas mentales no se podía querer a tres personas a la vez
Que difícil fue soltarte esa tarde Soltarte como un ave que jamás regresará
Que difícil fue tratar de drenar ese sentimiento
donde hiciste promesas que ya no recuerdas donde mentías amor dónde me decías que me amabas pero no era así
No, no me querías desde un principio
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No puedo recordar esas semanas de septiembre a tu lado
entre tus confusiones y tú mente radical 15
Canción desesperada (o visión nocturna de un organismo lejanamente vivo) Luis César Salazar González Mago
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Estás / digamos/ en un cenáculo / con los intelectuales de tu generación que se retuercen / pajaritos
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desplumados / en la llaga viva de sus salarios mínimos y sus esfuerzos máximos / hermanitos tuyos / niñitos que has visto arrastrar el cielo entre la piedras / el solo centímetro de azul que les ha sido asignado / para no morir de hambre o calambres / estaqueados en el fondo de la verborrea lírica del siglo / tus contemporáneos / gritos anónimos y anacrónicos / vibrando en la telúrica obstinación de las masas humeantes / que los han echado al sumidero / Golondrinas del abismo / caminando un des ladero a medio ver de sus zapatos / la colisión universal / a medio oír de sus barrigas vacías / de sus almas taladradas / atravesadas en mi carne y la carne de los días / de sus risitas nerviosas medio masticadas / para no caer del todo junto al fósil secreto del silencio / tardíamente fatales / alunados ya sin luna ni astros solares / desprovistos / destrozados / de amores turgentes obnubilados / abombados en el cráter de sus iluminaciones inaceptables / ociosos y convencidos / encantadores y despreciables / en el centro del tumulto / a ras de la confusión / bajo el devenir de un deseo errático / una escena líquida insustancial / como relámpagos an bios congelados / horizontes de pictogramas fugitivos / que nada duran en el ojo y sin embargo en su sustancia duermen / que nada pesan en la tierra y sin embargo desde los sótanos ocultos al mundo entretejen / volándose / volviéndose de a uno pero en tantos / porque el horror nos alcanza también para componer el caos de las constelaciones interiores / las fulgentes maravillas que se cuecen en las uñas encarnadas a la noche / esa guerra celular y planetaria del que ha visto nacer al gusano en el centro del girasol de oro / que esperará el día / como una lluvia de aerolitos quietos / de sonrientes tristes muchachos / que se encuentran y se nombran / digamos / en esta melodía inconforme / que hace echar andar los cuerpos / poetas / en su cantar desesperado.
Senryus In-Docentes Valentín G Valledor
1
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El maestro tose.
Primer recreo.
La clase sigue en silencio.
Las papeleras del patio
Día de examen.
casi llenas.
2
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La maestra explica.
Cierra el cole.
Garabatos de tiza
Picotean los pájaros
en la pizarra.
en la basura.
3 Suena el timbre. Siempre sale primera
4 Reza el alumno. Pidió un voluntario el profesor.
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la misma chica.
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Bienvenida Angel Acecam Cleoneocer
Tienes frutos amargos en tus retales después de la siembra que ha convocado tu muerte, los ha comido el in erno y las almas en pena, ambos vomitan sus quejas y atormentados se alzan y atizan los fuegos fatuos de sus complacencias malditas.
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Inertes pedazos de tu corpórea inmundicia atraen pronto a iracundos gusanos que los devoran a prisa, pronto serás la nada atorada en el tiempo que apremia al apocalipsis venidero 18
que lapidara tu recuerdo,
y entre la eternidad harás reverencia para paliar tu sino hecho cenizas.
Sepulturera ¿Has visto su alma? Esa que se perdió de madrugada, Que escapo de la jaula donde moraba, ¿Quién la libero? Ahora préstame la aurora Con un poco de nostalgia y muerte, Quiero andar de su mano ese angosto camino que termina frente al espejo ahí donde me miro y el re ejo miente.
Te encargo noviembre, que llegue pronta a visitarme, le tendré puesta una mesa con los manjares que solía disfrutar, que beba de mis angustias y vida, que se sacie de tequila y embriagada olvide el camino de vuelta,
de mis quimeras y pueda comer yo también de sus frutos ahora tan dulces como duraznos.
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y así viva eternamente entre la huerta
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Ensayo:
Mortuorio Citlalli Cajigas Bodegas
Todos los días, desde que inició la pandemia, las personas publican una foto en Facebook, junto con un largo mensaje desconsolado, el cual es insu ciente para la empatía; todo esto después de perder a sus padres, hijos, hermanos, amigos, parejas (uno que otro ex), vecinos o compañeros de trabajo diagnosticados con el virus. A nuestro favor, hubo una mente creativa del equipo de dicha plataforma a la que se le ocurrió implementar «reacciones» en cada publicación, la más usada para tal escenario es una carita soltando lágrimas con el lema «me entristece». Estoy segura que Marck Zuckerberg (creador de Facebook) en ningún plano dimensionó en lo que ahora se ha convertido su proyecto, fundado desde un tormento íntimo para ayudar a otros a ser sociales; lanzando a cualquiera al agua sin saber nadar y estando dentro se acomodara a la corriente convirtiéndolo en pez.
Ensayo| Mortuorio
Facebook, de ser red social, pasó a ser funeraria social.
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La red social más usada en el mundo, comenzando a ser descargada por ocio luego por encajar y entender los chistes locales, ahora es manipulada por necesidad. Se leen avisos en las noti caciones recordando que en pocas horas o minutos comenzará la transmisión de la misa en memoria de «N» o que se hará el «Live» del funeral de cuerpo presente.
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En contraste, las funerarias han caído en banca rota; la nueva modalidad las obliga a no tener más de diez a igidos dentro de cada capilla (el muerto también cuenta), cabe resaltar que velar a los difuntos se considera como «suerte» en estos días. La mayoría de los familiares que han tenido una pérdida ni siquiera alcanza a despedir con un servicio póstumo a su ser amado. En el hospital sólo entregan cenizas y, por lo mismo nadie asegura que se le llorará a la
persona que se entregó. Resulta tajante como los tanatopractores ahora son tan valorados al igual que el personal de salud; siendo carne de cañón en esta batalla. ¿Cuándo habíamos pensado llegar a ver tras una pantalla la muerte en lugar de sentirla? Desde que se propuso mundialmente una cuarentena se incitó a la convivencia familiar. De forma lamentable, los m i e m b ro s d e c a d a f a m i l i a aumentaron el uso de redes sociales, dando a conocer otras menos populares ganándose público entre los aislados. Para muchos, este uso ha facilitado sobrellevar el encierro y algunas personas hasta famosas se han hecho. Las videollamadas se convirtieron en el único medio de proximidad, pero también trans guró el último adiós.
El tiempo avanza con o sin nosotros, no da tregua para una sonrisa nal, un abrazo o un beso. Las celebraciones, de ahora en adelante, serán amargas d e s b o rd a d a s d e a u s e n c i a s . Seguirán publicándose fotos quizá con una expresión distinta, faltando ese brillo que tienen los ojos y descubriendo con el tiempo que se ha perdido para siempre. Contemplaremos, dolientes, muchos per les sucumbidos por el contagio los cuales habrán marchado a otra extensión de vida y, en algún momento, cuando sea nuestro turno de partir, volveremos abrazarnos. Las redes sociales nos acercan a quienes queremos y tenemos lejos, pero, ¿no habrán rebasado su uso con esta pesadilla?
Doi
e f : o y m s i t s o a Esrexo, lr
ia c r a G H io g S
«Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente besara»
GONZALO ROJAS
«A torrentes tus ojos despedían rayos verdes y azules. A torrentes tu corazón salía hasta tus labios, latía largamente por tu cuerpo, por tus piernas hermosas y goteaba en el pozo de tu boca profunda.»
GONZALO ROJAS
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En 1999, un Gonzalo Rojas entrado en la octagenación, rechoncho y con su característica voz ronca
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provocada por las tos constante de su asma crónica, a naría ante Cristián Warnken (el presentador y entrevistador del programa televisivo La belleza de pensar) que la poesía erótica y la poesía mística atienden, a nal de cuentas a lo mismo. Rojas, después de leer su poema Perdí mi juventud en los burdeles, con esa: «Ahí está la germinación de un juego que se ha extendido a lo largo de 60 años –prácticamente-, en el que se da; se besan, estos dos portentos que Darío (Entiéndase Rubén Darío), nuestro padre mágico, y también Baudelaire antes, y, yo te diría, Salomón antes. ¿Y por qué no los místicos? Porque cuando la gente habla de poesía de amor, cree que la poesía de amor empieza en Becker, en Darío o en Neruda. No, señor, vayan a leer a San Juan de la Cruz, a Teresa de Jesús, que algo sabían del cuerpo. Y ellos había leído a los So es». Antes de esto, apenas unos siglos antes, el ya mencionado por Rojas, San Juan de la Cruz escribiría su, ahora reconocidísimo e increíble poema Cantico espiritual. En él, San Juan de la Cruz nos presenta la búsqueda intensa del ser amado por parte de la amada. La amada busca por el mundo, por las cosas físicas y desesperanzadas al amado y estas cosas físicas y desesperanzadas –que a bien se entiende como la naturaleza o lo tangible- le responden con la misma decadencia: el amado está ahí y no está. Es hasta que la amada, alcanzó este trance de iluminación espiritual, de acercamiento a nirvana o quizás del sentimiento oceánico de Freud, donde la persona ahí se asimila como un igual a todas las cosas del mundo y siente cómo el oleaje del mar es
parte de los latidos de su corazón. Es hasta ese momento, en el que la amada se deslinda de estas barreras invisibles. Ella se encuentra con el ser amado, y todo es abstracto, etéreo, irracional, sin tiempo; todo es goce, placer, ritmos que suben y bajan; los verbos desaparecen de los versos de San Juan de la Cruz y solo queda la amada y el amado siendo un mismo ser. Esto es para mí la literatura erótica: cuerpos, hedonismo, uidos que saltan, salen, emergen y entran; fe: una gran muestra de vehemencia, amor devoto, con anza religiosa, miradas que santi can y desastres, porque cuando Dante baja a los in ernos y llega al cielo, no es por conocer a Dios, todo este sacri cio es por Beatriz; Igual que Odiseo soportando todo las impericias del regreso a Ítaca impuestas por Poseidón, sólo para ver de nuevo a Penélope. Como lo dijo Virgilio en las Églogas Bucólicas «El amor vence todo». Los siguientes textos seleccionados por mí, responden a estas características espíritu-carnales que solo la literatura nos podrá dar. Disfruten, pues, a estos 15 autores y sus muestras de fe.
Dossier| Erotismo: Sexo, letras y fe
Sergio H. García
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Naufragios José Luis García Herrera
reposamos tras una batalla carnal,
Sin embargo, tu mano empuja mi cabeza
tras una feroz emboscada
para que sacie mi sed un poco más abajo.
donde hemos sido amos, vasallos, esclavos.
Entre tus piernas trepa, venturosa,
Alzas tu mano y la dejas caer sobre mi vientre
la humedad de mi lengua;
deslizándola, experta y embriagada,
y llego al triángulo de terciopelo
hasta tocar la base de mi mástil caído.
donde mi boca busca, sin tregua,
Con hábiles dedos enderezas su furia
la sonrisa vertical de tus secretos labios.
y enalteces su instinto.
Frente a la grieta de tus costas rotundas
Mi dedo índice repasa, lentamente,
me sé nuevamente perdido en tu naufragio.
la silueta sinuosa de tu cadera, la tersa cordillera de tus costillas hasta rozar el membrillo de tu pecho y sentir, apasionadamente, el despertar erizado de tus pezones rebeldes. Hundo mi cabeza en tu regazo y mi boca bebe el calor que emana
Dossier| Erotismo: Sexo, letras y fe
Removidas las ropas, las bocas y las sábanas,
del pozo de tu ombligo. 27
Toutes les heures Getsemaní Otero
Son mías las gotas de agua que escurren por el empedrado de la calle principal. Arturo, me deslavo a cada instante. No tengo remedio; mi instinto ocurre y la gota emerge. Me mojo de los líquidos permeables que primero me entibian el vientre e inmediatamente atraviesan la entrepierna para luego hacerse camino al
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río. Estoy lloviendo. Mis ojos son dos diminutas cascadas, mi lengua saliva cómo la de una erecilla hambrienta, mis tetas escurren el líquido del amor. Bebe de mí, Arturo, mira todo el cariño que va lavando las calles. Soy yo la lluvia que cae desde la montaña, querido, abre la boca. 28
En una noche I
V
Besos y besos
Muy misteriosa
ocultos como perro
la chica del kimono
el callejón
papel y besos
II
VI
Tengo en mis manos
El viento sopla
el juguete infantil
debajo de su falda
lo he soltado
sus calzoncitos
III
VII
Los padres duermen
Papel mojado
bajo el techo del sol
desnudo sobre el cuerpo
los niños juegan
el petricor
IV
VIII
Si yo me voy
Pechos desnudos
lo mejor es tu rostro
descansan en mi cuarto
morir de ganas
la rana salta
Dossier| Erotismo: Sexo, letras y fe
H. L. J. Ángel
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IX Si tú me bocas yo si te lengüetazos aunque me noches
X Estrellas caen sobre el techado viejo mi mujer duerme
XI Siempre repite la voz del animal cuando bosteza
XII Mujer dormida un extraño te mira siempre desnuda
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P OETÓMANOS |No. 3 Año 2
XIII
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Miro mi taza cuando el muchacho pasa me pongo roja
Pasión que se revela Henry Farfán V.
Las luces se encienden, hay público, pero no los vemos, solo el sonido de murmullos que vienen y van. Alguna respiración que empieza a inquietarse, tú y yo al centro a media luz, tus ojos y mis ojos, cruzando el espacio que separa nuestras miradas, nada importa y allí estamos.
Sentimos música a lo lejos, del viejo club, alguna trompeta, un saxo;
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P OETÓMANOS |No. 3 Año 2
es jazz
-importa poco-
La música se aparta y solo oímos murmullos y danzamos como dos estrellas gemelas. Somos uno solo, un solo cuerpo celeste ahora en el espacio in nito. Siento que nuestro vuelo fugaz desata deseos, no hay más que el movimiento y la sensación de placer, de locura.
Ahora nuestras vibraciones estelares se mezclan con la música, los murmullos. 32
Sientes las miradas y te distraes, pero veo que las miradas te estimulan, las buscas, sabes que quisieran tocarte el cuerpo mediterráneo, espalda de mármol de carrara, de diosas extintas, fulgor de erotismo y placer en tus pupilas. Te exhibes y disfrutas, es tu pintura soñada mi bella artista, mi estrella amante. Seguimos al compás, dibujando en el rmamento el amor más profundo, ese que se siente al ver y que eriza por completo, como el agua que ya no existirá, como el oxígeno ausente en el espacio, esa necesidad que provocamos a nuestro auditorio.
Todo termina, nos unimos más, nuestra luz explota hasta ser supernova. Estamos en trance.
¡ya está hecho! nos elevamos como polvo estelar a la inmensidad del cosmos. Contemplamos desde arriba a esas miradas que nos siguen, sus manos ahora están alzadas, nos despiden, saben que ahora somos una estela inmortal que cruza el cielo lejos de este mundo, de toda realidad.
Dossier| Erotismo: Sexo, letras y fe
No quiero apartarte ni tú dejarme
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Te miré Lupita Miranda Detenidamente con los rayos del sol sobre tu piel. Te miré y mi corazón latió a ritmo acelerado, quería que lo escucharas, quería que te dieras cuenta .
¡Te miré! tan atrevida, tan gustosa, deleitándome con tu cuerpo.
R E V I S T A
P OETÓMANOS |No. 3 Año 2
Te miré cínica y descarada, gozosa de ti, deseándote.
Te miré cómplice. Te miré mío.
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Salmos 51 Katherin Rojas Sánchez I Ten piedad de mí, oh Dios,
Para que seas reconocido justo en tu palabra
conforme a tu misericordia;
Y tenido por puro en tu juicio.
Conforme a la multitud de tus piedades
(Para postrarme ante ti,
borra mis rebeliones.
mientras con collar en cuello Me arrastras)
II Lávame más y más de mi maldad,
V
Y límpiame de mi pecado.
He aquí, en maldad he sido formado,
(Borra tu rastro lujurioso de mi piel)
Y en pecado me concibió mi madre. (He aquí, hija del pecado,
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P OETÓMANOS |No. 3 Año 2
III Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.
VI
(A veces yo estoy sobre él)
He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
IV
(Bajo tus garras, susurras en mi oído
Contra ti, contra ti solo he pecado,
blasfemias)
Y he hecho lo malo delante de tus ojos; 36
de la noche, del deseo)
VII
XII
Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Vuélveme el gozo de tu salvación,
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Y espíritu noble me sustente.
(Blanca piel para marcar)
(Vuélveme tu esclava, aunque no sea sumisa)
VIII Hazme oír gozo y alegría,
XIII
(Hazme gemir)
Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos
Y se recrearán los huesos que has abatido.
Y los pecadores se convertirán a ti. (Enseñaré mi camino:
IX
Blancas colinas vírgenes)
Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.
XIV
(Renueva mi himen
Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
para romperlo de nuevo)
Cantará mi lengua tu justicia. (Mi lengua será justa con tu
X
recto espíritu)
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
XV
(Renueva tu espíritu recto, una y otra vez)
Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza.
XI No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. (Vierte sobre mí tu bendita agua)
(¡Abre mis labios, señor!)
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Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
37
Ella se enciende como un cigarrillo Israel Montalvo
Ella se enciende como un cigarrillo or mi cabeza p se mueve por mi cuerpo como un escarabajo me describe sobre su piel reinventándome a cada palabra soy algo nuevo a cada momento y me arrastro por sus pesadillas como una sombra marchita
Se arrastra por mi carne me incinera con una mirada
R E V I S T A
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y me destruye con una bocanada de humo
ella es mi muerte mi deseo más profundo e inalcanzable aliento tan dulce como el olvido ella es deseo y n un escarabajo recorriendo mis entrañas trazando mí cuerpo con el lo del olvido una fría caricia que me embriaga.
38
Una crónica azul León Solanski
Los dedos escarbando en su interior
los dedos que centellean en la cavernosa
como si fuesen a tocar el in nito con las yemas. Su boca que se abre dispuesta a devorar la enormidad.
/profundidad del éter y los cielos que centellean afuera en la ciudad.
Acurrucada entre sus sábanas y sus ropas desperdigadas, ella hunde sus dedos
Del universo de su vientre y
y es como si hurgasen en el fondo de su corazón.
de su garganta emerge un prolongado
Afuera llueve y la ciudad se deshace como si fuera de papel,
y profundo gemido.
la ventana empañada
o como una pantalla superpuesta en el vacío.
Abre sus piernas como las ores se abren para recibir la lluvia para recibir el rocío.
La puerta cerrada con llave.
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se hace gris como una cámara de humo
Los tallos de las ores palpitando y humedeciéndose, 39
Incendio Jimena Martínez Peña
La ropa desvanece, me envuelven tus llamas: ansío el fuego en mi interior. Un lento vaivén comienza; brasas que abrazan acarician una incitante melodía. Tu calor complaciente enciende mis instintos. Quédate conmigo.
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Muévete furioso, que el vaivén me vuelva frenesí yo temblaré hasta deshacerme.
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Goza. Crepito tu concentración. Rápido, hondo. Incéndiame y ardamos juntos, gloriosos, soberbios, insaciables.
Labios Esmeralda García
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Unos labios virginales –tersostengo entre mis piernas. Gritan que han descubierto el principio y nal del universo: los tuyos.
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Desnuda
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Victoria Morrison
Apareces frente a mí
mi rostro jugaremos
la gura iluminada
Seré tu niña mal criada
de tu luna de tus plumas
me esconderé en tu jardín
revolotean en tu cuarto
desnuda
No puedo dejar de mirarte
recolectare hoja amarillas
mis ojos se agrandan
desnuda bailare bajo la lluvia
la mudez se come mi lengua
tragare agua me observaras
Mi señor de plumas negras
una hilera de mi
átame a ti elévame
quedará en tu patio
moja mi lengua
saldré por el umbral
desnúdame no tendré frio
me observaras desaparecer
voltéame moja tus dedos
bajo la bruma desnuda.
escarba en mi clítoris rózame tras la tela de tu pantalón una gota de leche caerá en mi girare mi mano bajare tu cremallera escarbare tus testículos tibios sonreirás intentaras besarme la boca
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Continente Georgina Polo Vargas
La tierra mojada huele a país
Gusto el mío, gusto el tuyo
a tarde y ríos de agua por la banqueta
esta masa de dos tierras
a barquitos navegantes
separada por los mares
de papel
incontrolables
y a un pecado capital.
surcables.
Huele a cuando empieza a llover y está la ropa ¡Ay, la ropa! La tierra húmeda huele
a esos puntos que se unen para encontrar en un trazo los lunares de tu cuerpo.
Como una mandala, como una hoja de mota; así, piel cobija, así, piel del na Y si unimos dos países
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a vapores fusionados
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Cruelty free Víctor M. Campos
Le digo que es bueno que el champú no tenga sal por si un día hay que comérselo. Ella se ríe y me jala el cabello. Dice que estoy hecho un cabronazo. Estamos sentados en el suelo de la bañera con el agua tibia hasta los hombros. Las puntas de sus dedos me regalan un masaje al ralentí en el cuero cabelludo. Esa etiqueta de letra pequeña en varios idiomas es difícil de leer.
—¿El que sea cruelty free ayuda a que sea más caro tu champú caro? —En parte, sí: es que no lo testean en animales. —Bueno, lo prueban en nosotros. ¿Esa crueldad no cuenta?
Dice que un largo tiempo tuvo que usar champús al gusto de los demás. También la ropa, los amigos, la vida; y todo lo que cupiera en esa miserable palabra de apenas cuatro letras porque eran los demás quienes sabían qué era y qué no era lo más conveniente para vivirla. Por eso, añade, escapó a la universidad, primero, y después, con la ayuda de alguna, se fue más lejos para ponerse a salvo del control y del amor estúpido de los que confunden la tutela con el amor. Me gusta el olor festivo de esas ores y de esas frutas que se dan en el clima tropical del baño. Su pierna izquierda sale del agua y se estira, perezosa, sobre el borde de la bañera. La rodilla virada al rojo evoluciona en un hueso largo y regular que se transforma en un pie con ese dedo gordo que en realidad es aco y largo, como los demás, respingados hacia el techo. Desde allá, condensados en el cielo de azulejos, llueven goterones de agua limpia que en su rodar hacia nosotros se enfrían y al contacto con esa pierna izquierda erizan su piel. Mi boca demanda esa piel, el hueso, ese dedo gordo que en realidad es aco y que apenas aguanta un par de
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Ella ríe y me aplica una llave deslizando el brazo izquierdo alrededor de mi cuello y empujando mi nuca con el otro. Me de endo haciéndole cosquillas en un pie. Por n me suelta y puedo respirar ese aire recargado de papaya, coco y extracto de plumería.
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mordiscos antes de sumergirse en el agua otra vez. Agarro aire, giro el cuerpo y me sumerjo en la bañera. Mis labios perpendiculares a los suyos empujan el aire contra la comisura superior. Emerjo para agarrar más aire, me sumerjo y va de nuevo. Sus piernas se abren en or y mientras salgo y entro, según sus propios deseos, mis dedos entran y salen de su cuerpo: el más largo lo hace por atrás, sin ir más allá de la punta, y el índice, por delante, traza algunos espirales con la yema sobre la piel brosa del interior. Adentro y afuera, más lento o más rápido; un poco más adentro. ¡Ahí! El acondicionador sin sal con aloe y glicerina revela otros usos igual, o más e caces. Adentro. Más. Venga. Más. Así. Así con esta oralidad que alterna velocidades con profundidades más alguna exageración; ritmos y compases con gemidos sordos, discontinuidad y, luego, espasmo. Así hasta que las burbujas más grandes y redondas se transforman en éstas más pequeñas y veloces que salen en tres tiempos atropellándose en su vertiginoso burbujear. Me lavo la cara en esa agua nueva y dorada que nace del perímetro de sus labios. Salgo a la super cie y nos besamos como si estuviéramos a punto de ahogarnos, uno en el mar del otro, que no es otro más que uno en el que las aguas han con uido hasta derramar la bañera. A veces los secretos mejor guardados están a la vista de todos. Basta con darle medio giro a las cosas y leerles la etiqueta. Si el primer ingrediente es el mismo que aparece con letras grandes al frente, llévatelo.
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—Llévatelo, tío, aunque sea más caro. Tu cabello te lo va a agradecer.
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El apartamento de enfrente Federico Sauternes
Te levantaste igual de tarde que todos los sábados. Con una resaca intratable, testamento de la noche anterior, y una de las camisas que escogiste al azar de mi guardarropa. Echaste un vistazo por la ventana, hiciste una mueca de hartazgo y te sentaste en el sillón más próximo con una mirada al vacío y esa expresión de alcohólica agonía que he visto más seguido de lo que desearía admitir.
Mirándote de reojo, sin soltar el periódico en el cual también aparecía tu imagen cabeceando una nota de mal aliento en la sección de chismes, ngí resistirme indiferente a la patente ausencia de bragas de la que hacías todo un arte cuando querías, los fragantes pezones asomándose entre el escote que tan ingeniosamente improvisaste a manera de nudo en lugar de usar los absurdos botones y la sugerente forma en que posaste en el sillón. Tu invitación era descarada y por eso un tanto más encantadora, me resistí pensando en lo divertido que sería hacerte sufrir un poco, cuando en de nitiva, el efecto era el contrario. Cedí con lentitud. Dejé de prestar atención a los tabloides para reparar en tus mejillas inyectadas de sangre; vi abrirse a tus esplendidas piernas, como si de las puertas del Edén se tratasen. Una sutil sonrisa se dibujó en mi boca al notar el provocativo jugueteo de tus dedos en tu clítoris urgido y casi se pudo apreciar un dejo de éxtasis en la discreta manera en que mordías tu labio inferior. Gateé a tu encuentro, presto como el niño curioso y sagaz que te gustaba despertar en mi interior. Me incitaste: abriste aún más la entrada a tu presumido paraíso y en respuesta no tuve otro instinto aparte del de complacerte con la aguzada retórica que solamente la labia puede permitirse.
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Últimamente habían sido días difíciles para ti: trascendió al ojo público tu indecorosa relación conmigo y, las pocas veces que nos veíamos, entrabas a hurtadillas en mi apartamento con la condición de irte al anochecer del día siguiente. Podías ser la persona más discreta cruzando la salida a la calle, rehuyendo la atención de las personas y rogando por no dar rienda suelta al rumor al igual que una absurda exhibicionista a mitad de mi sala de estar.
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Mostraste vehemencia. Tu arrebato se tornó en súplica y mi renuencia, en servilismo. Con tus suspiros se desvaneció la inocencia que te quedaba y en eso la recuperaste. Acariciaste mi cabello con gracia y algo muy parecido al cariño auténtico que terminaron por extraviarme. De súbito las cosas se volvieron por demás super uas: mi cinto, el pantalón y la irrelevante ropa interior que arrancaste impaciente con la oportunidad de una buena Circe. Hora y media pasó de las siete que nos quedaban juntos. Mi virilidad descansó en tu estrecho jardín, tibio y rebosante de rocío. Tiré de los cabellos de tu nuca, como el hombre enérgico e irreverente que preferías que fuese. Mi aliento turbado en calentura rozaba tu largo cuello, expuesto de la mejor manera, cuando nos percatamos de la lluvia que comenzaba a ser igual de intempestiva que nosotros. Insististe en que no nos detuviéramos, como si de una competencia se tratase. Remonté el ritmo de nuestra pequeña danza. Enérgicos e implacables éramos cuando nuestras miradas se cruzaron de soslayo y noté tu mascara arruinada por la inercia vuelta vorágine. En tus ojos electrizantes se denotaba tu buena disponibilidad y giraste ofreciéndome la espalda o, mejor dicho, lo que estaba un poco más abajo. Me despojaste de la fuerza que me quedaba, entre otras cosas, con tal de deshacerte de tu resaca incurable, testamento de la noche anterior. Nos abrazamos de forma que ya no pudimos intercambiar puntos de vista y alzaste la mirada hacia el techo. Acariciaste mi mejilla sin mucho ahínco y entonces abriste la boca.
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—¿Notaste al fotógrafo en el apartamento de enfrente?
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Jugo de durazno Estoy temblando. El viento nocturno me golpea en la cara mientras cierro la ventana. Me recuerdo, de nuevo, que debo meter una toalla extra para cubrirme del frío, luego de expiar mis culpas en un baño de agua hirviendo. Giro y me topo frente al espejo: mi cara luce pálida, límpido azulejo digno de un retrato en acuarela. No me detengo en ella, algo me está jalando para que lo observe. Es una gota de agua naciente desde mis muslos, está recorriendo mi epidermis y juega con mis lunares como en una carrera de obstáculos. La gota, fría, perfora mis poros calientes con su temperatura polar y me invita a despojarme de la toalla para observar a sus compañeras, quienes han tomado mis pechos, mi abdomen y la curvatura pronunciada de mi espalda baja. Veo lo que ellos ven: un cuerpo con montículos más grandes que otros, ordenados y simétricos, envueltos en un lienzo perlado inicialmente, pero moteado por el sol y los indicios de horas debajo en él. Distraída en mi contemplación, recojo cada gota con mi índice derecho mientras con la mano izquierda me seco el cabello. Lo exprimo, y múltiples gotas forman un cauce que comienza en mis clavículas, pasa por mis
pezones y termina en el piso. Siento el frío en mis omóplatos, alargo los brazos hacia el techo y noto el cambio en mis pechos: ahora son dos circunferencias, como roles de canela, que per lan mi cintura y me hacen pensar en el vaivén necesario del encuentro carnal. Los imagino saltando mientras la orquesta de gritos los guía en su danza, y entonces recuerdo a D, con sus lunares aglomerados en su costado izquierdo, justo en las costillas; lo reconstr uyo, además, mordiéndome los labios para retrasar el momento del éxtasis mientras aprieta fuertemente mi cintura. Quería el control, lo sé, pero el control es mío y yo manejo este pasaje con la fuerza de mis piernas. No puedo evitarlo, he comenzado a sentir un golpeteo en la parte baja de mi pubis, me obliga a recostarme y a despojarme del sueño. Hay algo que sale de mí y entra de nuevo, se transforma como agua que llueve a un agua que es vapor. Es mi saliva, saliendo de mis labios y entrando en ellos. Siempre dedicada al placer. Recuerdo las instrucciones: círculos, masajes suaves en forma de v, ligeros golpes al tiempo que muevo mi cadera como si tuviera encima a D, introducciones prolongadas y luego,
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Lorena del Carmen Gutiérrez Aviña
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otra vez los masajes. Acompaño a mi cuerpo con mi voz, pienso y replico todo lo dicho hace un par de días, pienso y replico el sudor, pienso y replico el placer. Mi mente y mi cuerpo están trabajando a la par, frenéticos, exhaustos también. En mi cabeza estoy proyectando el momento en que su lengua pasó por mi cuello y su semen se derramó en mi abdomen; en mi cuerpo, hay una pausa inherente a mi explosión lubrical, me obliga a cerrar los ojos, a rasguñarme y, nalmente, a exhalar profundo, liberada. Estoy tendida en mi cama, hecha un despilfarro de hormonas y pienso en mi propio sudor que cae desde mi espalda hasta parar en mis sábanas. ¿Cómo me veo en esta posición? Me recuerdo frente al espejo, de pie, y caigo en cuenta que debo poner uno en el techo.
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Añoranza y recuerdo bajo el ojo de Lizbeth Reina García Entrevista
por Fernanda López
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Lizbeth Guadalupe Reina García, es una
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joven estudiante, residente de San Luis Potosí que sus 22 años ha logrado crearse una voz visual a través de los lentes y focos de la cámara, dando como resultado fotografías de cualidades nostálgicas, como de un recuerdo soñado a través de los ojos de la abuela o quizás de los sentimientos despertados a través del gusto del platillo favorito de la infancia. Sus fotos son así -perdonen los lectores si abundo en imágenes largas- llenas del color del recuerdo, de las ores de algún patio o jardín bien cuidado y que su añoranza nos provoca cierto dolor. El trabajo de Lizbeth llegó a nosotros a través de una de las colaboradoras de esta revista y miembro del equipo editorial: Lucía. Ella y nos mostró una a una sus fotos y supimos que era lo que necesitábamos para este número, con este dossier, con este sentimiento, porque entre el amor, el sexo y la muerte solo nos queda esto, el recuerdo y a veces el olvido. Agradezco a Lizbeth por su amabilidad y con anza, a Lucía por presentárnosla y a Fernanda por hacerle tan reveladora entrevista. Sergio H. García
¿De dónde surge tu inspiración para dedicarte a la fotografía? En general todo es inspiración. Por ejemplo, de un desastre natural a una respuesta emocional, o una mala relación personal, un niño que nace, una pérdida, un viaje, quedarte sin poder entrar en casa y hasta el mismo cielo. En todo momento uno puede tomar fotografías. ¿Desde cuándo practicas este arte? Recién empecé a emocionarme muchísimo este año a partir de la cuarentena, tenía mucho tiempo y pues ahí. ¿Tienes otras a ciones además de la fotografía? Sí, me gusta escribir poemas, sobre todo. ¿Qué debe tener un objeto para llamar tu atención? Pues la verdad que desconozco todos los términos técnicos sobre la fotografía me gusta mucho las cosas antiguas, los retratos, las calles, el paisaje con efecto antiguo.
Yo noto un aire de añoranza en tus fotos, como si buscaras esperanza, como si esperaras algo, como si pensaras en alguien
La mayoría de tus fotos tienen tonos cálidos, y otras un estilo retro, podría decirse que, ¿esas son las técnicas que usas para plasmar lo que pretendes comunicar?
La mayoría de las veces quiero expresar lo que estoy sintiendo en el momento, tampoco soy una experta en el tema, pero me gusta mucho darle sentido de profundidad a la fotografía.
Si, sin lugar a duda, me gusta muchísimo, es un estilo que le tengo mucho cariño, siento que le da el toque a cualquier fotografía. ¿Hay algo que quieras decir y no te pregunté?
Es cierto que el dolor es arte, entonces, ¿podría decirse que inconscientemente esta a rmación aplica en el tuyo? Sí, la verdad que inconscientemente muchas veces me guio por lo que siento y la mayoría de esas veces son sentimientos negativos pero que se pueden convertir en algo mejor que un pensamiento negativo.
Muchas gracias por la oportunidad. La fotografía es un arte súper bonita, que admiro mucho y pues dar las gracias por darnos plataforma para exhibir un poquito de lo que nos gusta hacer.
Entrevista| Añoranza y Recuerdo Bajo el Ojo de Lizbeth
Instagram.com/pidosilencio.1
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Galería: Lizbeth Reina García
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Galería| Lizbeth Reina García
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Galería| Lizbeth Reina García
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Cuento
Gertrudis David Fernando Ortiz
Gertrudis entró a su departamento en el edi
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cio Curupaú y abrió la caja de cartón de zapatos en cuyo interior estaba el arma envuelta en una pañoleta negra. Sus ojos no dejaban de mirar la pistola que compró en el mercado negro. Olía a aceite de máquina. La apoyó contra su mejilla derecha, el frío del cañón de la Mágnum 44 se mantuvo unos momentos hasta que se calentó con el calor de su cara. La levantó para sentir el peso y la balanceó con ambas manos. Un arma pesada, adecuada para matar personas. Se puso en posición de disparo con las piernas separadas y ligeramente exionadas, la mano izquierda sosteniendo la derecha para darle más estabilidad. Tenía la pericia que con eren cinco años de entrenamiento cada n de semana en el polígono de la escuela militar, todo con el objetivo jo de matar al que lo merezca. Guardó el arma con dos vueltas de llave en el velador junto a su cama. Sacó una fotografía con los colores algo deslustrados donde se veían tres las de jóvenes con saco y corbata. Sus compañeros de curso. Sacó una lupa y amplió su visión para detenerse a observar a Sergio Bejarano. Lo contempló y tragó saliva. Su mirada se endureció y los labios se volvieron dos nas líneas al recordar los momentos de humillación sufridos en el último año de colegio. La risa sarcástica, el insulto siempre a or de labios. El grito humillante de «chica globo» seguido de una carcajada mientras trataba de escapar entre las miradas insultantes de sus compañeros de clase. Apretó el arma hasta que sus nudillos se pusieron de un color blanquecino. Solo Amalia, su mejor amiga la defendió. Sacó las uñas por ella. Hasta saltó a liarse a golpes con el imbécil que se reía. Pero fue inútil. El acoso se repetía todos los días ante la mirada cómplice de sus compañeros.
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Habían pasado más de cinco años y no podía olvidarlo. Los ojos se llenaron de lágrimas cuando recordó la noche de la esta de graduación cuando Sergio la llevó a su casa. Estaban borrachos. Él le pidió disculpas por las burlas y el daño causado. Dijo que quería remediarlo y se ofreció para llevarla a su casa en su auto. Media cuadra antes de llegar en un callejón oscuro paró el auto. A manotazos le desgarró la blusa y le quitó la ropa. El resto procuró eliminarlo de la memoria. En realidad, casi no lo recordaba. La invitación llegó como por arte de magia debajo de su puerta. Una tarjeta donde habría una esta el 8 de agosto, para rememorar los cinco años de la promoción 2015. ¿Se trataba de una broma de mal gusto? ¿Pretendían reírse de su gordura nuevamente? Se miró al espejo, las dietas nunca funcionaban. Al contrario, después de cinco años aparentaba más edad de la que en realidad tenía y el peso no ayudaba en la apariencia, el exceso de grasa sobresalía a los lados por encima del pantalón.
Comenzó a repetir como un mantra. «Con la venganza quedaremos a mano». Disfrutó palpar el frío del cañón del arma. Era fascinante el olor de la pólvora, podía sentir como le daba una extraña energía, era como tener el poder de cambiar la trayectoria de un destino marcado. Con movimientos rápidos cargó una a una las balas en la recámara. «Tendré a mi favor el elemento sorpresa y sé disparar demasiado bien. Puedo acertarle a un plato en el aire y también le puedo dar en la cabeza a ese idiota hijo de puta» cerró el tambor con un golpe metálico. «Hay gente que no merece vivir, este es uno de esos. Lástima que no tomé antes esta decisión. Tal vez muchas personas se hubieran salvado del acoso de este maldito». Amartilló y apuntó a la fotografía. «Con la venganza quedaremos a mano y tal vez muchas como yo quedaran agradecidas». Volvió a sacar las balas de la recámara. Acomodó la blusa dentro del pantalón y le dio un último toque a su cabello recogido hacia atrás.
La gata pasó junto a sus piernas rozándolas con su lomo, se detuvo un momento y se apoyó cariñosamente contra su pierna mientras maullaba pidiendo comida. Sacudió la cabeza y rápidamente guardó el arma en la cartera mientras repetía, “Esta noche. Con la venganza quedaremos a mano”. Sirvió en el plato de la gata una triple ración de comida. Por si no vuelvo le dijo, y le acarició el lomo. Llegó puntual. Entró al local que emitía una estridente música moderna con la mano dentro de la cartera, acariciaba su Magnum. Vio a Sergio abrazado de una mujer pelirroja. Se acercó con determinación. Reconoció a la pelirroja. Era Amalia, que abrió los ojos hasta el límite al ver el arma que apuntaba a Sergio. Gertrudis no lo esperaba. Miro alternadamente a Amalia y a Sergio, incrédula. Le tembló la mano. Recordó la mano de ella tocándole la cara, consolándola. La risa de él burlándose. Entornó los ojos como si fuera a llorar. Se metió el cañón a la boca y disparó. La música dejó de sonar, pero Gertrudis ya no se dio cuenta.
«Los seres humanos son crueles por naturaleza. Algunos nacen solo para realizar el mayor daño a sus semejantes, a los animales y a nuestro planeta. Otros como yo nacemos para hacer justicia con nuestras propias manos».
La pistola yacía de costado al lado de la taza. La tomó una vez más. La cargó con seis balas. La descargó y la cargó nuevamente. Sus movimientos eran seguros y rmes.
Selección Poetómanos| Cuento
Aún faltaban dos horas para la hora que marcaba la invitación. Se preparó un té verde. Podía ver sobre el brillo de la porcelana de la taza la cara de Bejarano riéndose de ella, gritándole apodos y las carcajadas de sus dos amigotes resonando en los oídos.
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El Coco Iván Medina Castro Duerme, duerme, niño lindo, que viene el Coco… Anton Chéjov
Entré entusiasmado para gozar de mi primer espectáculo circense como todos aquellos chavalos sonrientes y bulliciosos. Fascinado ante aquella novedad de exquisita luz, tenue y multicolor, entre animales salvajes y valientes trapecistas dando maromas mortales por los aires al verse seducidos ante la comparsa de aplausos. Impetuoso. Mis ojos especulativos se clavaron en el payaso cuando el telón principal se corrió tan despacio como sólo él sabe hacerlo. Quedé estupefacto, sin aliento, con el semblante completamente pálido, mis padres preocupados trataron de darme ánimo al explicarme las funciones graciosas e inofensivas de aquel artista. No quería escuchar o quizá simplemente no escuchaba. Al incrementarse mi conmoción, al sentir próxima la presencia de ese bufón con risa mezquina, comencé a tiritar hasta quebrar la frágil vara del algodón de azúcar que sostenía con rmeza por mi mano izquierda, al saber mis dedos libres, ceñí con fuerza la suave muñeca de mamá y me desvanecí sobre la butaca. Al llegar a casa, sin resistencia física, volví a aquel cuarto tapizado con cientos de rostros malé cos de arlequines desquiciados, a la sala obscura de mis pesadillas pueriles, a la
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habitación donde cada noche de función se me hacía morir con el preámbulo del tétrico rechinar de las
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bisagras del closet, un crujir cambiante toda vez que las pequeñas puertas opacas ceden hasta encontrarse abiertas, y el guiñol, salido de la penumbra avanza con una delicada morbosidad hacia mi pequeña cama infantil, grávida de suplicios, como otras tantas veces lo ha hecho.
Guía para pasar desapercibido cuando se viaja por el tiempo JR Spinoza
Desde el año 3026 los viajes en el tiempo son posibles. Posibles si…pero costosos. Un viaje al río Futaleufú en el verano de 1993 para navegar en kayak y beber de sus deliciosas aguas cristalinas cuesta aproximadamente setenta mil euros. Ir al festival Woodstock de 1969, para escuchar a Santana y Jimi Hendrix vale entre sesenta y sesenta y cinco mil euros. La agencia TimeExpress acaba de sacar un viaje a la Deutsche Nationalbibliothek de 1983, para escuchar de viva voz a Michael Ende leer su mayor obra: La historia Interminable. El paseo cuesta ochenta mil euros. Dinero que por supuesto no tengo. Afortunadamente siempre está la piratería. Ahora, existen reglas para viajar en el tiempo. La primera y más importante es no decir que vienes de otra época. La segunda es no revelar información del futuro. La tercera es evitar contacto directo con personajes históricos. No charlar con Cristóbal Colón, Sócrates o Jesucristo, por citar ejemplos. Hay un libro como de cincuenta o sesenta reglas, los artículos que puedes traer del pasado, las vacunas que debes tener para visitar tal o cual época, no se quiere causar una pandemia que cambie por completo la historia, por lo menos no desde el incidente con los ratones en Europa.
tiempo. Quiénes se encargan de mantener el orden cronológico. Ellos detectan las aberraciones de tiempo y dependiendo de la gravedad del crimen puedes ser multado, encarcelado, asesinado o desvanecido. Se creía que la peor manera de morir era ahogado, hasta que descubrieron que podían matar a alguien a los pocos días de nacido. La persona a quien le aplican este castigo se va difuminando mientras grita en agonía hasta que desaparece. ¿Han escuchado la frase: lo barato sale caro?, pues era precisamente lo que sucedió. Se suponía que estaría en la Alemania de 1983, pocos años antes de la caída del muro de Berlín. El turco que me vendió los boletos
Selección Poetómanos| Cuento
Si alguien llegase a romper una de las reglas anteriores los hombres de gris vendrían por él. La policía el
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me lo había jurado por su madre. ¡Qué poca madre debía de tener! Apenas escuché disparos me tiré al suelo. Rodé hasta una de las trincheras más cercanas. Al levantar la vista pude ver una bala grande y lenta. Comparadas con las armas del siglo XXXI las armas del siglo XX parecían tan arcaicas. Pero sabía bien que no debía con arme. Una bala de esas, en un punto vital podría causarme la muerte. Los soldados se acercaban a mí. Vestían con mascarilla en el rostro. Una delgada gabardina color verde oscuro. Botas militares. Cada uno portaba un largo fúsil con bayoneta en la punta. Saqué mis píldoras, repasé los colores, azul para inglés, rojo para español…la de alemán es de color amarillo. La meto a mi boca y trago. —¡Identifíquese! –me ordena uno de los o ciales. Tras la máscara su voz se escucha menos humana. —¡Soy alemán!, soy alemán.
El hombre se descubrió el rostro. Era caucásico, de ojos azules, mandíbula cuadrada y una cicatriz en la mejilla. Si podía hacer que con ara en mí y lograr llegar a algún lugar a descansar. Sólo debía mantenerme a salvo veinticuatro horas, el tiempo que tenía el cronómetro de mi cinturón. Después de ese tiempo regresaría automáticamente a mi época.
—¿Qué está haciendo aquí? —¿Dónde estamos? —En la frontera con Francia, estás en la guerra mundial chico.
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—¿La primera o la segunda?
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Vi a lo lejos a un par de hombres vestidos de gris. Y sentí como cada célula de mi cuerpo explotaba. Cerré los ojos y lancé un aullido con todas mis fuerzas. Pude escuchar disparos, pero no los sentí. Con la piel ardiendo y los ojos perforados por mil agujas, con la nariz en llamas. ¿Qué eran unos arcaicos disparos de fusiles? Pensé en mamá. En la única vez que fui a la playa. Una tarde lluviosa leyendo, con las orejas rojas y los brazos entumidos.
Mi letanía Ita B
Bienaventurados tus labios que me enseñaron a pecar de maneras diferentes, alabados tus ojos que me sumergieron en el abismo de tu in erno. Bendigo tus pechos que al toque de terciopelo me mostraron como la piel tiembla por al n tenerte mía, santi có el sabor de tu lengua en mi boca y me apego al veneno que embriaga mis entrañas. Bendita tu gura que extasió mis pensamientos, alabado sea mí ser que poseyó tu ser con sublime vehemencia. Yo pecadora con eso haber gozado cada rincón de tu cuerpo y que se pierda mi alma si no deseo caer de nuevo en la tentación de probar tus mieles, de tenerte mía, mujer, dedicada a tu placer me entrego.
Y que si he de vivir en el in erno, nada quemara más mi ser que recordar tu humedad en mis manos, en mis labios, en mi humedad. Dios me castigue por ti, porque ardo en el recuerdo, porque en la soledad de mi cama mientras la noche me acecha eres tú a quien dedico mi letanía, pidiendo llegues a calmar esta agonía de no tenerte más.
Selección Poetómanos| Cuento
Ruega por mí, cielo bendito, porque en sus garras he caído, porque la he besado y amado hasta ver el sol salir, porque su sabor y su gura no saco de mi cabeza, porque mi boca recorrió cada rincón de ella y mi cuerpo sucumbió a sus caricias, porque entrelazadas nuestras piernas encontraron la pasión in nita y sus pechos fueron mi reliquia. Si he de pecar al desearte te digo, que el in erno me espere porque el cielo conocí al saborear de ti
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¿Qué tipo de escritor es usted? Joel Peñuela Quintero
Un amigo me preguntó hace poco cuál era mi meta como escritor, aunque no me lo dijo, sé que estaba preocupado de que mi nuevo periplo, esta vez como escritor, resultara ser solo una prueba irrefutable de un precoz ataque de demencia senil. Le contesté: ¡El Nobel! ¡Por supuesto! Él se rio nervioso, pero se tranquilizó cuando hice lo mismo. Cuando se marchó de mi casa me puse a pensar en esto; comparto el resultado de mis elucubraciones (por favor no vayan a sugerir que mi amigo tenía razón en sus temores conmigo, y si no puedo evitar que piensen eso, les agradezco abstenerse siquiera de insinuármelo). Hasta donde mi convulsionado cerebro pudo recabar, solo hay cuatro tipos de escritores:
R E V I S T A
P OETÓMANOS |No. 3 Año 2
LOS GENIOS: Estos son los que ganan premios, incluidos los Nobel. Ellos nacen para eso y se dan cuenta de ello después que han leído cientos de libros y a todos les encuentran un “algo que les sobra”, o tal vez, “un algo que les falta”, pero no se desgastan en críticas ácidas sino más bien deciden ensayar nuevos caminos para llenar dicha falencia, cuando lo logran, entonces los demás concuerdan en que la literatura es mejor con ellos, y se ponen altruistas al admitir que la han llevado un paso más adelante. Aunque también puede suceder, tan cierto como lo anterior, que no encuentren tal eco entre sus contemporáneos y sean rechazados; pero al fallecer, sus letras reclaman hasta poner a su autor en el lugar correspondiente, entonces es cuando reciben el reconocimiento póstumo.
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LOS EXPLORADORES: No alcanzan a ser como los primeros, pero caminan cerca. Estos logran ponerse por encima de su generación, tienen la disciplina de los anteriores, pero no todo su talento, o más bien su talante; es poco lo que les falta, pero tal parece que la naturaleza o el destino se ha jurado que estos no van a formar parte del séquito anterior. Es como si su gen escritor hubiera tenido algún tropiezo con el resto de la cadena. Estos, son, por decirlo de alguna manera: genios sin la lámpara que les cumple los deseos. LOS GLADIADORES: Aquí está la mayoría. Son los que reconocen la importancia de escribir, conocen las reglas que dominan el arte: Gramática, Ortografía, reglas de redacción y estilo; son los tecnócratas del libro. Siempre tienen una recomendación para el colega. Entre todos forman cofradías de soñadores, ya
sea porque desean la gloria o la libertad de expresarse y ser oídos. Buscan tener una voz en medio de la cacofonía producida por la algarabía y los susurros insípidos que nadan en las aguas de la mera verborrea. Los gladiadores saben que nunca serán como los anteriores, por lo cual algunos se dedican a que nadie más lo sea, especializándose en ser agudos detractores del resto, que como ellos solo busca poner lindero a su feudo, aunque otros, solo se resignan y tratan de convertir el viaje en aventura. LOS DESPISTADOS: Estos cierran el círculo, son los que producen pena ajena. Sus mayores lecturas son las redes sociales, los memes y las caricaturas o dibujitos con un pie de página lleno de gazapos. Alguno de ellos ha llegado al clímax de su esfuerzo porque a vuelo de pájaro ha leído uno que otro clásico, algunas veces como tarea en la escuela básica, pero están convencidos que pueden hacer literatura al poner en letras lo que sienten, como si por el solo hecho de emocionarse tengan el derecho de hacerlo. Estos son los que cuando les dices que escribieron mal una palabra, dicen algo como: “Lo importante es espresarse (sic)”, “Búscale el sentimiento”, dice otro, igual de despistado que el primero.
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Mientas escribo esto no puedo dejar de pensar que, si usted es como yo, se estará preguntando en este momento: “Bueno, ¿y dónde pensará él que se puede ubicar?”. Creo que, de nitivamente, en ninguno de los extremos, y para evitar suspicacias molestas, voy a descartar los segundos, por lo cual creo, amigo de aventura, que estar con la mayoría es siempre más cómodo. Además, estoy casi seguro que un premio Nobel no se acercará por estos lares a gastar sus ojos en mis letras, tampoco creo que me encuentre con los últimos, para ellos, cualquier escritura que tenga más de veinte palabras es una pérdida de tiempo, pues solo se ocupan de sus desencuentros en las redes sociales, entonces, no nos toca otra más que decirnos mutuamente: ¡Bienvenido a la arena de este circo!.
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Música
Jerga Zombie: Gorillaz, Demon Days Jesús Armando Montaño Lugo
dos cosas. El entorno simbólico cohesionado en la sucesión predispuesta de piezas musicales en concreto. La hilaridad de sonidos compuestos en virtud del concepto, que en este caso trata el desasosiego mediático, los problemas posmodernos como el apego a la tecnología y el aumento de la contaminación. La peculiar banda británica consiguió el éxito internacional con su primer disco, logró dominar el exigente criterio americano. La agudeza experimental que los caracteriza, no fue motivo de rezago para su obra. No obstante, puede entreverse el contrastado panorama que diferencia este, de su primer trabajo. El tiempo que los catapultó, no fue en vano. En este segundo proyecto, puede observarse una línea de producción más seria. Tomando en cuenta las posturas ideológicas de sus creadores, que en su inventiva; tanto Jamie Hewlett como Damon Albarn han expresado se constante repudio hacia la guerra y el abuso. Lo que bien 2D, Murdoc, Noodle y Russel cimentaron en los albores del siglo XXI trajo consigo una empresa que apuntó por perniciosa, de manera que la di cultad o complejidad de la composición musical fue un verdadero reto para el cuarteto. El álbum, fue lanzado al mercado el 11 de mayo de 2005 en Japón y el 23 en el resto del mundo. Lograron un éxito mayor al anterior, vendiendo más de 8 millones de copias en el orbe.
Música| Jerga Zombie: Gorillaz, Demon Days
Del sombrío cabezal de cuestiones que puede marcar una obra conceptual, se deducen
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Ellos venían de trabajar una esencia extravagante, que ahora buscaba permear una alegoría fuera de la centralidad de sus líricas. En tanto que comenzaron una campaña de publicidad implícita por internet, foros y las calles principales del Reino Unido. «Reject False Icons», era una de esas frases que acompañó su argot publicitario. La totalidad de 15 piezas componen «Demon Days». Comienza con una breve introducción a base de un sample sonoro que toma un tema y frase de la película qué George Romero, «El amanecer de los muertos». Es un espacio surrealista dónde la banda sumerge a su oyente en la atmósfera surrealista del disco. Arribados detalles de simbolismo acercan su parte en cada pieza, uni cada en el trayecto predispuesto en la carátula. Cuenta con numerosas colaboraciones, múltiples artistas independientes y de índole conocida. En «Dirty Harry» la colaboración con Bootie Brown y
el coro de San Fernando Valley, tratan una mezcla de hip hop, con música pop cuyos coros asemejan a otra obra conceptual también inglesa de a nales de los 80. El sencillo más popular de la banda, se encuentran este disco. La canción «Feel Good Inc» se posiciono en las listas mundiales. Tanto el video como la canción, tratan con ironía el pesar histórico de la crisis post moderna. Retratando un materialismo, cuya fuente de placer inagotable crítica el mismo título de la pieza. Este hit cuenta con la participación de los raperos De la Soul. La idea del cadáver, Los muertos vivientes acechando por doquier los alrededores de los estudios Kong. Son la descripción tangible del ambiente donde se produjo esta obra. Los muertos subyugados a la voluntad de otros, de una ignota respuesta social se corrompen hasta los días más demoníacos. Las últimas dos canciones del disco, están íntimamente ligadas. Su semántica remite a la liberación
de aquél estado insulso y perecedero. El crescendo de la música, atrapa bien este concepto. «Demon Days», es un trabajo que cuesta digerir al oyente promedio. En tanto que la mezcolanza de géneros y ritmos solapados batallan por conseguir protagonismo en cada uno de los espacios. Para los audaces, se puede escudriñar el parecido que tiene su portada con otro álbum no menos famoso del cuarteto de Liverpool. La escucha paulatina y sin prejuicio, es una condición inherente para el disfrute desde compendio sonoro. Más allá de los hits cosechados, el disco mantiene su propia autonomía y originalidad. Entre lo bizarro y complejo, Gorillaz pone la marca y el reto a principios de siglo. Hoy en día, su esencia no ha decaído. En un promedio de cada tres años, publican trabajos que se renuevan a sí mismos. Dotando de una libertad creativa, que muchos artistas no poseen o que olvidan con el paso del tiempo lucrado.
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