RH+ (N°2)

Page 1

nº2 - año 1 - junio 2009

PUBLICACIÓ N BIMESTRAL. DISTRIBUCIÓN G RATUITA.

Conociendo tú residencia

Asocioación de profesionales en formación

Hospital Carlos G. Durand

Ideas y creatividad para ser la generación del cambio

Entrevistas

Felipe Pigna historiador

Gabriel Rabinovich científico

Javier Methol

sobreviviente de los andes


editorial

STAFF Dir. General: Dra. Mariana Filgueira Risso mfilgueira@revistarh.com.ar

Dr. Juan Pablo Oszurkiewicz josur@revistarh.com.ar

Dir. de Contenidos: Lic. Pablo Aragone

paragone@revistarh.com.ar

La mitad de año constituye un momento decisivo para los residentes… Muchos empiezan a serlo, algunos terminan su residencia, otros cambian de especialidad, pero, como sea, todos dan un paso más en el camino de su formación. Desde RH+ intentamos contribuir en una formación más integral y humana de los profesionales. Queremos fomentar en todos nosotros la necesidad de conocer, de enriquecernos y de constituirnos en la generación del cambio.

Dir. Comercial: Lic. Gonzalo Aragone

Decía el maestro Houssay que “la educación médica es la capacidad de observar e interpretar correctamente los fenómenos, investigar sus causas y consecuencias, y saber resolver la propia conducta ante conocimientos nuevos e inesperados”. Hablaba también de que esta educación “es lenta y debe ser gradual, conservando la iniciativa y la independencia, dentro de una lógica rigurosa. Sólo puede adquirirse bajo la dirección de profesores o auxiliares, de quienes se aprenden, además, el amor a la verdad, los ideales elevados, la ética y la conducta, el respeto a sus semejantes sanos o enfermos y la convicción de que toda situación o puesto impone trabajar al máximo para el bien de los semejantes”1.

Correcciones Mercedes Negro

Como lo refleja quien obtuviera el premio Nobel en 1947 por su trabajo sobre el metabolismo de azúcares, la residencia constituye un punto de inflexión en la formación médica. Representa un lugar de capacitación académica, pero, por sobre todo, un espacio que brinda al médico la posibilidad de comprenderse a sí mismo y comprender al hombre en su complejidad; al hombre en su contexto biológico, psicológico y social. De ahí la necesidad de que la residencia permita el desarrollo de un pensamiento crítico y un espíritu creativo en cada uno de nosotros. Nuestro enorme desafío y nuestra gran responsabilidad frente a nuestros pacientes, pero, por sobre todo, frente a nosotros mismos consiste en no dejarnos llevar por una práctica médica deshumanizada y tecnificada, que desconoce la subjetividad. El mundo está cambiando y con él la Medicina. No podemos quedar ajenos a este proceso de transformación, atrapados por la tiranía del presente conformada por las exigencias de lo urgente, lo útil o la necesidad de “ganarnos la vida”. El rol de la residencia no debe ser el de producir operarios, camilleros o repetidores de papers, sino el de formar personas creativas, con amplitud de miras, pensantes, que no quedan circunscritas a la experiencia cotidiana del aquí y ahora, sino que pueden comprender, en toda su amplitud y complejidad, el fenómeno de lo humano. La dirección de RH+

Houssay B. La Fundación de la Universidad. Revista del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina 1922; 252:1921-1929. 1

g a ra g o n e @ r e v i s t a r h . c o m . a r

Diseño: Mtbranding

Agradecimientos: Gabriel Rabinovich Javier Methol Felipe Pigna Verónica Runstein Julián Gonzalez Mercedes Basombrío Alfredo Olivera Alejandro Blumenfeel Juan Calvetti Ana Zubieta

reSideNteS hoSpitalarioS

Consultas e informes: 15 45 63 99 63 info@revistarh.com.ar Las opiniones vertidas en esta revista son de exclusiva responsabilidad de sus emisores y no representan necesariamente la opinión de RH+. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de la presente publicación, por cualquier medio, sin la expresa autorización de sus propietarios. Revista RH+ es propiedad de Mariana Filgueira Risso, Juan Pablo Oszurkiewicz, Gonzalo Aragone y Pablo Aragone.


ÍNDICE 4 6

CORREO DE LECTORES ciencia

Entrevista al científico GABRIEL RABINOVICH

12

Entrevista a JAVIER METHOL SONRISAS QUE AHOGAN TRISTEZAS

16

RH en vivo

20

26 30

“En los países más desarrollados que nosotros, los médicos son el pilar de la investigación en biomedicina.”

ciencia

Entrevista al historiador felipe pigna conociendo tu residencia historia

HOSPITAL durand

32

¡socorro tengo un hijo residente!

34

Entrevista a alfredo olivera los colifatos activaron mi deseo

38

congresos y jornadas

40

6

tercer sector

ASOCIACIÓN DE PROFESIONALES EN FORMACIÓN

“Me parece que hay en Argentina algo muy bueno, que uno advierte en los buenos médicos de este país, y es la voluntad hospitalaria. A todo médico bien nacido le gusta trabajar en el hospital público y eso no pasa mucho en el mundo. ”

34

20

“Me di cuenta de que, en general, tendemos a pensar que aquéllos que realizan acciones solidarias tienden a ser casi sacralizados por los demás, que los ponen en un lugar como inalcanzables, y no es así.”

“un paneo interesante del maravilloso mundo de la Terapia Intensiva Pediátrica.”

26


inbox info@revistarh.com.ar

En nombre de los residentes del Hospital Pirovano, queremos agradecer a quienes llevan adelante la revista RH. No solo se tomaron el trabajo de venir personalmente a entregarla al hospital, sino también por la buena predisposición y quedarse un buen rato charlando sobre las realidades de la medicina actual, y el ofrecimiento a realizar un informe sobre nuestro establecimiento. Quedamos a la espera del mismo.

Mariano Massone

Me emocionó y me interesó mucho la entrevista de Pacho O´Donnell. Fue una entrevista cálida y abierta, que nos puso en presencia de una persona de espíritu elevado, pero a la vez muy humano, con muchas inquietudes y una gran energía, a pesar de su delicado estado de salud. Gracias por brindarnos algo interesante para leer los días que nos quedamos de guardia!, (además de los libros de Medicina, por supuesto..). Francisco Maggio, R1 Clínica Médica Hospital Santojanni

Rta: Quedó agendado el informe, lo realizaremos en el transcurso de nuestros próximo tres números de este año.

Leí la entrevista que le realizaron a Diego Golombek. Quería felicitarlos por la misma, por buscar y destacar de entre nuestros jóvenes científicos la figura de Golombek, una bocanada de aire fresco entre tanta pálida de nuestro sistema de salud. Como estudiante me quedo con esta frase “Las ideas, los amigos, los profesores, todo conspira para que la época de estudiante en Exactas sea inolvidable.”

Conocí la revista RH a través de mi hermano que es residente en el Hospital de Vicente López. Aunque no tengo relación directa con la medicina, estoy terminando la carrera de comunicación en la UBA, me parecieron muy interesantes algunos de los artículos que publicaron y quería felicitarlos por este primer número.

Julio Fliess

Verónica Silmisky

Me gustó el formato de la revista, y las notas me parecieron dinámicas, cortas pero concisas, bien para residentes. Muchos éxitos en este emprendimiento, y quisiera sumarme a la iniciativa si es posible o lo necesitan. Pregunta: ¿hay forma de mandar la revista por mail, o subirla a alguna página?

Quería felicitarlos por la revista de residentes, me pareció muy buena. Me encantó la entrevista que le hicieron al biólogo. Si necesitan información o contactos para hacer notas en el Hospital Durand no duden en escribirme a mi mail. ¡Los felicito!

Romina Municoy R2 PEDIATRÍA, Hospital Durand

Soledad Rodríguez F., R3 Pediatría Hospital Garrahan. Rta: Estamos trabajando sobre el lanzamiento de nuestra página web la cuál tendrá una versión digital además de información actualizada a diario. En breve tendremos novedades.

La revista me parece muy interesante, a través de ella, conocí por primera vez el pensamiento del Decano de medicina. Creo que tendrían que agregar una sección de Salud pública o medicina social. Felicitaciones por el proyecto.

Andrés Oyarzum, Internado Anual Rotatorio


ciencia

Por Dr. Juan Pablo Oszurkiewicz josur@revistarh.com.ar

Entrevista al científico Gabriel Rabinovich “…no hay una ciencia básica disociada de una ciencia aplicada, la riqueza de un país depende de la investigación y de las ideas nuevas…” Gabriel Rabinovich

Gabriel Rabinovich tiene 40 años y es uno de los científicos más importantes de la Argentina. Cordobés, estudió Bioquímica en la Universidad Nacional de Córdoba y egresó con medalla de oro (tuvo el promedio más alto de su promoción 9,30). En esa misma provincia, comenzó su doctorado, que terminó en el Imperial College en Londres. En 1998, ganó el premio al Joven Talento de Latinoamérica; en el 2000, el premio León Cherny al mejor trabajo interdisciplinario; en el 2002, el premio César Milstein; y en el 2004, publicó uno de sus trabajos en la prestigiosa revista Cancer Cell. Fue cuando logró contestar una pregunta que durante décadas no había tenido respuesta: comprendió por qué el sistema inmune queda inerme frente al cáncer, verificó que los tumores producen una proteína, la galectina-1 (Gal-1), que aniquila justamente las células inmunológicas (linfocitos) encargadas de eliminarlos. La proteína en cuestión se relaciona directamente con el potencial agresivo del tumor: cuanta más Gal-1 produce, más agresivo es. Este descubrimiento le valió el premio Bernardo Houssay al Científico Jóven del Año y oportunidades laborales en las universidades más prestigiosas del mundo. Actualmente, realiza sus investigaciones en el IBYME (Instituto de Biología y Medicina Experimetal) como investigador principal del Conicet. Es, además, becario de la Fundación Guggenheim (USA), profesor de Inmunoquímica en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y profesor visitante de las universidades de Harvard y Maryland. ¿Por qué elegiste la carrera de Bioquímica? Cuando terminé el secundario en Córdoba me gustaba mucho la parte humanística, entonces no sabía si elegir Bioquímica o Psicología. Finalmente, empecé las dos carreras y, después, elegí Bioquímica y traté de darle un contenido humanístico a la profesión. Pensé también en Medicina, pero como médico no me veía trabajando con pacientes y sufría mucho por eso. Mi objetivo era trabajar en Biología Molecular en patologías, entonces me pareció que Bioquímica era un equilibrio, había mucho de Fisiología, de Patología y creo que no me equivoque, volvería a elegir esta carrera. Pero siempre pensé que me gustaría hacer Medicina, yo fui profesor ad honorem durante muchos años en la Facultad de Medicina de la UBA, en la materia Inmunología,

y lo que me gustaba mucho de los alumnos era la capacidad de ver el bosque y la aplicación del conocimiento. ¿Qué diferencias notás entre los alumnos de Exactas y Medicina, ya que has dado clases en ambas facultades? Lo que me gusta de los alumnos de Exactas es que cuestionan mucho y que son muy moleculares, están muy actualizados y son muy estudiosos. De los alumnos de Medicina me gusta que ven el bosque, la patología, la aplicación. Yo siempre doy por lo menos un teórico al año en Medicina, porque me invitan mis ex compañeros y me emociono mucho cuando veo eso, hay un feedback muy fuerte, porque el trabajo nuestro tiene que ver con dilucidar aspectos moleculares de las patologías, entonces hay un feedback, por un lado de las enfermedades en Medicina y por el lado de Biología, de la parte molecular. A mí me parece que un grupo ideal es un grupo interdisciplinario donde haya bioquímicos, biólogos y médicos, eso es lo que estoy tratando de armar. ¿Por qué crees que va en detrimento el número de Médicos que se dedican a investigar? ¿Qué responsabilidad tiene la facultad en esto? Yo creo que no está suficientemente difundida la actividad científica en la carrera de Medicina. Creo que en la Facultad de Medicina hay muchos científicos, pero que no se le transmite a un médico la tarea científica que se hace realmente. Y los MD en el mundo hacen una Medicina Molecular fantástica. Generalmente, cuando yo recibo emails de los que quieren entrar al laboratorio, la mayoría son de biólogos, biotecnólogos y bioquímicos. Sólo recibí dos emails de médicos interesados en formar parte del equipo. ¿Y esta falta de interés de los médicos en la investigación ocurre solamente en la Argentina o se está dando a nivel mundial? Me parece que de Argentina, yo en el mundo veo muchos MD que quieren su PHD, o sea, médicos que quieren hacer una ca-

rrera científica, un doctorado. Pero a la mayoría de la gente que estudia Medicina en el país pareciera que le gusta más la parte asistencial. ¿Cómo fue tu experiencia como estudiante en la Universidad de Córdoba? Fue fantástica, yo no cambiaría la universidad pública. A mí me tocó una linda época de la Facultad de Ciencias Químicas. La facultad es muy rigurosa y te da una formación integral, tenés desde materias exactas como Matemática o Física, las materias de Biología, Medicina, etc. Aún hoy sigo aplicado muchísimas cosas de las que aprendí en ese momento. Estoy muy contento con la carrera que elegí y con la facultad de Córdoba. ¿Por qué volviste de Londres al terminar parte de tus estudios? Desde el 93 al 97 estuve en Córdoba, después hice dos pasantías de casi un año en el Kennedy Institute of Rheumatology del Imperial College En ese momento surgió la posibilidad de quedarme en Londres o de ir a Estados Unidos, donde gané una beca PIU que me permitía trabajar en el Instituto Nacional de la Salud. Una de las cuestiones de peso para quedarme en el país fue que durante todo mi doctorado, trabajando con estas proteínas llamadas galectinas y su aplicación al escape tumoral y toda la idea del trabajo que finalmente salió en la revista Cancer Cell , podría no haberse llevado a cabo si me iba a otro

En los países más desarrollados que nosotros, los médicos son el pilar de la investigación en biomedicina.

laboratorio afuera. Sumado a eso, me gusta estar en Argentina porque estoy cerca de mis amigos. Digamos, no quiero ser hipócrita en el sentido de ponerme una camiseta de patriota, me gusta vivir en el mundo, pero lo que más me gusta, por sobre todas las cosas, es vivir la cultura argentina junto a mi familia y mis amigos. Finalmente surgió una posibilidad en el país, el doctor Leonardo Fainboim me ofreció un lugar en el Hospital de Clínicas, entré a la carrera del Conicet en el 2001 y, mientras tanto, fueron apareciendo mis becarios, chicos que querían trabajar conmigo y empezaron a salir resultados y ya no me fui. Me pareció que era interesante hacer la ciencia que me gustaba acá. ¿Fue difícil empezar tu carrera como investigador al culminar el doctorado?

Al principio fue un poco difícil, terminé el doctorado en el 99, en ese momento yo era un becario postdoctoral y, como no estaba la entrada a la carrera del Conicet, ganaba muy poco y no tenía acceso a los subsidios formales que son los de la Agencia de Promoción Científica. Me negaban todos los subsidios porque era muy chico y porque no tenía formalmente la entrada en la carrera. Hay subsidios en los que se me decía que era muy ambicioso mi proyecto para desarrollarse en Argentina y, finalmente, pudimos hacer todo lo que habíamos planeado. Hoy creo que los que nos lo negaron deben, quizás, estar arrepentidos. Después, con el tiempo, apareció la Fundación Sales, que nos empezó a ayudar de a poquito desde el año 2000 y la verdad es que todavía nos siguen apoyando bastante a través de becas para todos mis becarios y la posibilidad de tener equipos para el laboratorio. Luego la Fundación Antorchas me dio un subsidio de inicio de carrera, la Fundación Fiorini, el laboratorio Roemmers y la Fundación Bunge Born, y la cosa se fue


ciencia

entrevista a gabriel ravinovich

Yo no concibo un científico que no tenga relación con las universidades, o sea, que no haga docencia y no transmita conocimiento, porque me parece que la mejor persona que puede transmitir no es el docente que estudia de memoria de un libro, sino el docente que trabaja en el laboratorio. allanando. Pero esto pasó a partir del año 2004, después de que publicamos el trabajo en Cancer Cell. Además del apoyo de fundaciones y organismos privados, ¿tuviste apoyo del Estado? Del Estado el primer subsidio que recibí fue en el año 2003, el subsidio de la Agencia de Promoción Científica, al estar en la carrera de investigador del Conicet, podía pedirlo formalmente. Nehru (ex primer ministro de la India) decía “somos tan pobres que no podemos darnos el lujo de no invertir en Ciencia y Tecnología”. Sí (risas)… exacto, es crucial. Muchos de nuestros gobernantes hablan de la Ciencia en función de la sociedad, yo creo que eso tiene que ser verdad, hay que hacer cosas que le sirvan al país, pero también es importante desarrollar investigación básica, descubrir mecanismos nuevos que pueden conducir a estrategias terapéuticas a futuro, o sea, que una cosa no esta disociada de la otra. La idea mía es que no hay una ciencia básica disociada de una ciencia aplicada, la riqueza de un país depende de la investigación y de las ideas nuevas. Nosotros, de los proyectos de investigación, hemos presentado patentes y con esas patentes, si se licencian a empresas, vamos a tener un feedback. El conocimiento hay que usarlo correctamente. Desde hace unos años se observa cierto apoyo desde el Estado al desarrollo científico y tecnológico, o al menos ya no se escuchan frases de ministros diciendo a los científicos “que se vayan a lavar los platos”… Sí, yo creo que desde que ingresó Kirchner al gobierno se abrieron las puertas muchísimo, se generó más respeto por la investigación. Se han repatriado muchísimos investigadores que se habían exiliado, que creían que no iban a volver nunca más al país. No todo está perfecto, hay muchísimas cosas para trabajar, pero al menos no somos los ratones de laboratorio raros, sino que estamos más insertados en la sociedad. Yo creo que el científico juega un rol muy importante, porque el científico es el docente de las universidades y para mí eso tiene que ir de la mano. Yo no concibo un científico que no tenga relación con las universidades, o sea, que no haga docencia y no transmita co-

nocimiento, porque me parece que la mejor persona que puede transmitir no es el docente que estudia de memoria de un libro, sino el docente que trabaja en el laboratorio, en la disciplina que está impartiendo. ¿Desde el Ministerio de Ciencia los consultan? Hace poco estuve en el ministerio, me llamó el ministro para charlar conmigo. Creo que el hecho de la creación del ministerio ya es un paso adelante, porque eso significa que se le da importancia a la Ciencia y la Tecnología. Antes estaba todo en la esfera del Ministerio de Salud o Educación. El ministro tiene de plus haber sido científico, de aquí mismo (en referencia al IBYME), entonces entiende las necesidades, yo creo que están por el buen camino, todavía quedan muchas cosas por hacer. Muchas cosas dependen de los subsidios y del dinero que llega, pero la comunidad está bastante contenta y yo creo que el hecho de que se cree un ministerio es un paso enorme. ¿Cómo fue tu experiencia en el Laboratorio de Inmunogenética del Hospital de Clínicas? ¿Cómo fue el trato con los médicos? Fue un período de mi vida diferente, un período en el que yo estaba comenzando mi carrera científica. Tuve la suerte de que el doctor Fainboim me recibió y la relación con él siempre fue muy fluida, muy buena. Digamos que cuesta hacer el tipo de investigación que nosotros hacemos, que involucra animales, transgénicos y knock out en un hospital clínico. Nosotros teníamos los animales de experimentación en la Facultad de Exactas, en el bioterio, y viajábamos de Núñez a traer los animales, era terrible. Creo que un hospital está más preparado para hacer investigación clínica con muestras de pacientes. Por el tipo de investigación que nosotros hacemos, hubo un momento en el que se tornó muy difícil continuar allí y, cuando me ofrecieron trabajar en el IBYME, acepté. La relación con los médicos no fue tan estrecha, tuvimos trato con el servicio de Reumato, Gustavo Naswetter es un profesional muy macanudo, me ofreció muestras y siempre estuvo muy dispuesto. También con el doctor Poderoso, que es un científico brillante, y con Fainboim, que siempre nos dio una mano. En realidad, fue una época en la que estaba iniciando mi grupo y no conocía a nadie en Buenos Aires, pasaba muchísimo tiempo pidiendo subsidios internacionales y nacionales, pero la posibilidad de hacer ciencia en un

instituto de investigación me cambió la cabeza, porque tengo mi lugar para poder trabajar, para poder concentrarme en estudiar y donde puedo hacer los experimentos. Digamos que creo que se puede hacer buena investigación en los hospitales, pero más una investigación clínica. Estuviste durante muchas semanas en los medios de comunicación luego de tu publicación en la tapa de Cancer Cell, ¿te interesa la divulgación de la Ciencia como realizan, desde hace tiempo, Diego Golombek y Adrián Paenza? Sí, la imagen de Diego Golombek me ayudó mucho, porque es una persona que lo transmite de una forma muy natural. A mí me costó mucho al principio, cuando me lo pedían desde la Fundación Sales. Ellos tenían razón cuando decían que era necesario que la gente supiera qué estábamos haciendo con el dinero que los otorgantes dan a la fundación o los que con sus impuestos están pagando nuestro sueldo. Quizás por la timidez, cuando uno es más joven cuesta mucho más, ahora me parece que es algo justo, que es algo que hay que dar. Cuando uno se expone sufre críticas, entonces lo que tenés que ir construyendo con el tiempo es una armadura muy especial para no estar expuesto a las críticas o, al menos, que ya no te interesen más. No estamos exentos, estamos en un ambiente donde hay muchos celos. Justamente te iba a preguntar por la relación con tus pares… He conocido a grandes amigos en la profesión, tengo la suerte de que se ha acercado hasta a mí gente hermosa. En este instituto, algo que me fascina es la parte humana, uno viene acá con ganas de venir a laburar, porque las personas son realmente buenas, se trabaja en forma interdisciplinaria, aprendés un montón de distintas áreas que no son la tuya y, además, la gente tiene muy buena onda. Quizás por nuestra forma de ser también ha habido una relación muy linda, yo no he tenido grandes problemas con mis colegas. De cualquier modo siempre va a haber defensores y detractores, más al estar expuesto en los medios de comunicación. ¿Podrías contarnos qué es el IBYME? El IBYME es el Instituto de Biología y Medicina Experimental, fue fundado por Bernardo Houssay. Cada uno de los grupos de investigación trabaja en diferentes disciplinas como Endocrinología, Neurología, Inmunología –en nuestro caso–, reproducción, etc. Creo que están comprendidas casi todas las áreas de lo que llamamos Medicina Molecular y Celular. Se trabaja mucho con animales de experimentación y con muestras de pacientes, a los fines de contestar preguntas biológicas como por qué una madre no rechaza a un feto, por qué crecen los tumores, cómo se pueden frenar las metástasis o cómo se regula la respuesta inmunológica innata o adaptativa, por decir preguntas simples… y lo que

creo que está muy pero muy bueno del IBYME es esta interacción donde se pueden hacer trabajos interdisciplinarios, porque alguien que trabaja en Neuro contacta con alguien que trabaja en Inmuno y estamos en el mismo lugar, hacemos seminarios juntos y, por lo menos nosotros, en los casi dos años que estamos acá, hemos iniciado proyectos de colaboración con la mayoría de los grupos. Es un ambiente donde hay mucha actividad y donde prima lo humano. Uno se siente muy a gusto, porque hay excelencia académica, pero además te sentís muy cómodo en la vida cotidiana. Es un instituto de investigación del Conicet, cada grupo tiene sus subsidios propios y funciona independientemente, cada equipo tiene sus propios objetivos, o sea, hay mucha libertad para generar el tipo de investigación que vos querés hacer y, bueno, la verdad es que nosotros estamos muy contentos de que nos abrieran las puertas. Para poder construir nuestro laboratorio, se destruyó de alguna manera la biblioteca tradicional del IBYME, la Biblioteca Houssay. La fundación Sales ahora está construyendo una biblioteca nueva para todos, mucho más moderna que la anterior. La verdad es que estamos muy agradecidos, porque es un espacio bastante grande y tenemos los equipos que precisamos para hacer nuestras investigaciones. Un inmunólogo necesita, por ejemplo, un citómetro de flujo para poder medir marcadores de superficie celular, para poder medir funciones como apoptosis, entrada de calcio, morfología celular. Este citómetro de flujo permite aislar células; vos tenés un conjunto de neuronas con células de la glía y podés aislar la célula y estudiar el tipo celular o, dentro de un conjunto de linfocitos, vos podés aislar linfocitos regulatorios, separarlos de los citotóxicos, es muy interesante y para nosotros es una herramienta cotidiana. ¿Qué líneas de investigación están trabajando ahora? Nuestro objetivo central es estudiar cómo la interacción de proteínas con azúcares que están en la superficie de las células puede regular la respuesta inmunológica, tanto durante el cáncer, durante el crecimiento tumoral, en el contacto linfocito-célula tumoral o célula del estroma, o célula dendrítica con célula tumoral-célula del estroma o durante la respuesta inflamatoria. Con respecto a modelos de inflamación, estamos trabajando con modelos de esclerosis múltiple, fundamentalmente la encefalomielitis autoinmune experimental, viendo mediadores que tienen que ver con esta interacción proteína glicano, que se expresan diferencialmente durante el desarrollo o resolución. Vos sabés que la esclerosis múltiple tiene momentos de exacerbación y de remisión, y esto se ve muy bien en los modelos. Estamos trabajando en contacto directo con Jorge Correal en FLENI, de donde podemos obtener muestras de pacientes fácilmente, y la verdad es que está siendo muy interesante, tomamos esos modelos para estudiar lo que se llama glicómica de la respuesta inmune, cómo los distintos azúcares codifican para una determinada información y esa información redunda en inflamación o en tolerancia. Durante muchos años se focalizó mucho en lo que es la genómica y la proteómica, durante la última década han revolucionado todo, sin embargo, muy poco se hizo sobre la glicómica, porque las técnicas químicas para poder


ciencia 10 estudiar los azúcares son mucho más complejas. Nuestro objetivo futuro es tratar de estudiar en su conjunto la glicómica de diferentes tipos celulares y cómo esa información puede redundar en diferentes fenómenos biológicos y cómo, interfiriendo con anticuerpos o con inhibidores de la glicosilación o con inhibidores de esa interacción proteína glicano, yo puedo modular decisiones como la inflamación o la tolerancia, en el caso de autoinmunidad, o el crecimiento tumoral, la metástasis versus la regresión con distintas estrategias terapéuticas; modulando del lado de las proteínas que interaccionan con glicanos, que son lectinas, o del lado de los glicanos o las glicosil transferasas, que son las enzimas que generan esos azúcares o glicanos. ¿Pensás que has perdido oportunidades por quedarte en el país en lo que respecta a la investigación? Es una pregunta que me hace la gente cuando viajo. Tengo muchos amigos afuera y hemos tenido la suerte de que nuestro trabajo sea muy respetado en el exterior. Cuando viajo a los congresos, recibo muchos ofrecimientos para ser profesor en distintas universidades y, bueno, creo que cuando uno hace el balance y mira la vida personal más la vida profesional, te das cuenta que no habría otro lugar mejor que éste para poder estar. Uno piensa que ganaría más, podría publicar más rápido o tendría acceso a… Últimamente las publicaciones fuertes requieren trabajar con animales transgénicos, con animales knock out… Nosotros, gracias a los subsidios, a la Fundación SALES y a la AGENCIA, podemos traer esos animales acá, pero tardamos mucho más tiempo, si yo estuviera en el exterior, el laboratorio de al lado tendría los animales y los pediría prestados. Acá tenemos que esperar dos o tres meses para que lleguen. Pero bueno, teniendo en cuenta que hay otras cosas positivas como estar cerca de mi pareja, de mi familia y de mis amigos, está todo encausado como para continuar mi vida acá. ¿La actividad científica te deja tiempo para la lectura? Cada vez puedo leer menos, porque la investigación te absorbe, pero me gusta mucho la literatura latinoamericana, Isabel Allende me encanta, también Gabriel García Márquez, además, leo algo de Metafísica que mis amigos me pasan, cada vez menos… Me interesa estar actualizado, saber qué pasa en el mundo, me gusta la música y el teatro, eso es lo que más me gusta de las ciudades grandes. Si tuviera que elegir una ciudad para vivir sería Londres, donde ya estuve, o Nueva York, donde uno sabe que puede tener una oferta cultural muy importante. También me divierte mucho lo lúdico y el trabajo del laboratorio, es decir, me gusta mucho todo el tema creativo y estar con mis becarios. Tuve la suerte de tener muy linda gente que se acercó

a laburar conmigo, como Marta Toscano, Juan Ilarregui, Diego Crocci, Mariana Salatino, Germán Bianco, Juan Carlos Tupirsky y Sebastián Darandino, algunos son bioquímicos, otros biólogos, no tengo ningún médico y, en realidad, estaría bueno tener médicos en un futuro, pero lo lindo es que se armó un grupo en el que cada uno tiene una experiencia diferente. Yo aprendo mucho de ellos, algunos tienen más experiencia en cáncer que yo, por ejemplo Mariana Salatino, otros son muy intelectuales, muy creativos, otros son muy buenos con las manos para hacer experimentos, es un grupo muy lindo. Todo conduce a que estemos en una muy buena situación, yo podría decir que es la mejor que hemos vivido desde hace muchos años. ¿Cuáles son tus proyectos futuros en lo laboral o en lo personal? Hay muchísimas preguntas para hacerse respecto a inflamación, tumores o distintas patologías inmunológicas. Queremos empezar a trabajar con nuestras patentes para poder diseñar productos biotecnológicos, empezar a charlar más fluidamente con las empresas que se interesen por estos productos. Cuando terminé el trabajo de Cancer Cell, caminaba diferentes empresas y me decían “no, es demasiado embrionario lo que tenés, todavía no tenés ningún producto” y bueno, empresas del extranjero estuvieron más interesadas quizás en ese momento. También quiero tratar de formar más recursos humanos y que mis recursos humanos formen otros. Y ver cómo se puede hacer para crecer, para extender esta filosofía de trabajo, esta interfase entre la Medicina y la Biología. Tenés algún mensaje para los médicos residentes, para la gente que se inicia en la carrera… Bueno, que necesitamos una cabeza distinta, es lo que yo siempre les digo cuando doy clases, que necesitamos que el médico nos acompañe fuertemente y que aprendamos juntos, en paralelo, que nos enseñen toda la parte clínica mientras nosotros le transmitimos la parte molecular, y que se interesen más en la ciencia. Porque necesitamos ese médico que sabe claramente que quiere curar una determinada enfermedad, que quiere aliviar la vida de los pacientes. Esa es la cabeza que nos hace falta a nosotros para incentivarnos a hacer nuestro trabajo. Decirles que son bienvenidos para poder interaccionar como colaboradores o formar parte de nuestros equipos. En los países desarrollados –o más desarrollados que nosotros– los médicos son el pilar de la investigación de biomedicina, no le dejen el nicho totalmente libre a los bioquímicos y a los biólogos (risas), participen más. ¡Muchas gracias Gabriel!


entrevista a javier methol

Por Lic. Pablo Aragone, paragone@revistarh.com.ar

12

13 13

Sonrisas que ahogan tristezas

TITULAR TITULAR

Para mantener la fe en todo momento, a pesar de los revolcones que nos daban, teníamos que ser alquimistas. Transformar la tragedia en milagro, la depresión en esperanza. Si fuera a definir lo que nos produjo la montaña, no tengo dudas de que nos transformo en alquimistas… Javier Methol

Mares de tinta se han gastado contando una y otra vez la misma historia, desmenuzando hasta los secretos más recónditos para intentar, en vano, transmitirnos una verdadera idea de lo que vivió aquel grupo de rugbiers hace casi cuatro décadas. No obstante, cada vez que aparece algo sobre aquella tragedia –o milagro, según como se lo mire–. muchas cosas se mueven en la gente que despiertan, una vez más, el interés. ¿Por qué la historia sigue causando tanto impacto? “Por qué hace 36 años que los 16 sobrevivientes estamos vivos” responden los sobrevivientes casi al unísono en cada conferencia. Me atrevo a pensar que el hecho de saber que alguien pasó por las situaciones más extremas y que, aun así, la vida se abrió camino, es consuelo e iluminación para muchos que necesitan saber que “a pesar de todo” siempre se puede salir adelante.

En 1972 Javier Methol tenía 36 años y, junto a Liliana, su mujer, había aceptado la invitación de su primo, jugador del Old Christians Rugby Club de Uruguay, para acompañarlo a una gira de cinco días que haría el equipo por Chile. Propuesta aceptada, consiguieron quien cuide de sus cuatro hijos y se embarcaron junto a otras 43 personas rumbo al país vecino.

“Javier, ¿saldremos de esta?”, le preguntó Liliana minutos después del accidente. Entonces éste, luego de ver la huella en forma de serpiente dejada por el fuselaje que parecía llegar hasta el infinito le contestó: “Liliana, fijate donde estamos, es imposible, y estamos vivos. Si Dios nos permitió permanecer con vida, es porque tenemos una misión que cumplir”.

Un error humano provocó que la tarde del 13 de octubre de 1972 se transformara en el comienzo de una pesadilla que duraría 72 días. El Fairchild 571, un avión de dos motores alquilado a la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló en el centro de la Cordillera de los Andes. Tras diez días de intensas búsquedas, se dio a sus pasajeros por muertos y se suspendieron los rescates. Nunca supieron que, en un fuselaje destruido, a 3.600 metros de altura y con temperaturas que llegaban a los 40 bajo cero, quedaban 29 personas vivas. Luego, un alud se llevaría a otras 10, incluyendo a la esposa de Javier y, finalmente, 16 serían los sobrevivientes.

Esa no era la única vez que Javier Methol se encontraba frente a la muerte, a los quince años, tras un accidente con una bicimoto, recibió la extrema unción porque, según los médicos, no sobreviviría; a los 21 se enfermó de tuberculosis y, luego de cinco meses de lucha, venció a la enfermedad y, como si fuera poco, de adulto tuvo un cáncer maligno que también superó. “Soy optimista por naturaleza, tengo mucha fe y amo la vida, le sonrío a la vida. He pasado muchos momentos difíciles y siempre me he sobrepuesto viendo las cosas buenas que tienen las cosas malas y aferrándome a esto para poder transformar lo malo en bueno.” Responde con firmeza y serenidad envidiable, cuando


entrevista a javier methol 14

sonrisas que ahogan tristezas Fuente Fotos: www.megustaleer.com, www.mdzol.com, webpages.ull.es

además, suponíamos que, hacia el oeste, del otro lado de una montaña inmensa y blanca de nieve, estaban los valles verdes chilenos. Yo estaba muy débil, sabía que me apunaba (mal de altura) cuando estaba muy alto, pero a esa altura, no. Entonces, llegué a pensar que tenía una o dos costillas rotas que podían haberme causado una lesión interna con derrame y, de ahí, mi debilidad. Pero estábamos a 3.600 metros y sí tenía mal de altura, algo así como si te pusieran una bolsa de 100 kilos sobre los hombros y te obligaran a correr: das dos pasos y te caés. Eso me ocurría en la nieve blanda y profunda; caminaba, me caía y los muchachos se reían: otra ocasión para descargar alguna alegría y no pensar en lo que nos rodeaba, porque si lo hubiéramos hecho, no hubiéramos resistido el dolor y la tristeza. le pregunto cómo hace para estar siempre sonriente y superar semejantes obstáculos de la vida. No obstante, este luchador incansable, remarca un episodio de su vida que lo transformó para siempre. Ocurrió en la montaña, una noche en que el silencio se vio interrumpido por vibraciones y ruido exterior. Era una avalancha que, en un instante, inundó casi por completo la cavidad del fuselaje, creando una tumba de nieve. Los pocos que pudieron asomar sus cuerpos en la oscuridad se dedicaron a socorrer al resto, pero cuando llegaron a Liliana, ya era tarde. En el libro La Sociedad de la nieve describís el episodio de la avalancha como el más transformador de tu vida. ¿Qué fue lo que cambió en vos desde ese momento? Liliana y yo éramos una unidad y compartíamos siempre nuestras alegrías y pesares. En los primeros momentos la extrañé mucho, pero enseguida me di cuenta de que permanecía viva en mi corazón y que las personas que amamos mueren recién el día que las olvidamos. Aprendí que la capacidad de amar del ser humano es infinita y que podemos amar con la misma intensidad a varias personas al mismo tiempo, por eso llené mi corazón con su amor y lo compartí luego con mis hijos que nos esperaban. Por cinco años fui padre y madre; luego me volví a casar con Ana María, mi actual esposa, a la que amo con todas mis fuerzas sin dejar de amar a Liliana, a mis hijos y a todos los que amo. Soy inmensamente feliz por todo el amor que comparto. También, en el relato, explicás que las bromas traían alegría, lo cual era un síntoma de vida y un desahogo. ¿Qué cosas hacían para olvidarse de la realidad y poder sonreír? Nunca hay que dejar de sonreír, pues estamos vivos y debemos ser felices por eso. Las sonrisas ahogan las tristezas, sobre todo, cuando se comparten. Estando allá siempre existió algún momento en el que alguien hacía una broma o algo alegre. Por ejemplo, cuando se cerraba la salida al exterior para evitar el frío de la noche, alguno decía cosas como: “Por favor, ponele una nota al lechero (o al diariero) para que mañana no me deje nada que salgo temprano” y todos nos reíamos. Si alguno estaba triste porque en su cumpleaños no tenía fiesta, le hacíamos una torta

de nieve con un cigarrillo encendido en el medio y le cantábamos el “Feliz Cumpleaños” y “Happy Birthday, para que estuviera contento. Yo perdí la visión del ojo derecho a los 15 años y oía poco de ese lado (hoy no oigo nada) y Gustavo Zerbino, que era muy bromista, se paraba detrás de mí, me hablaba muy bajito y sacudía su dedo frente a mi ojo derecho. Todos se reían y era un momento de alegría, pero un día Gustavo se equivocó y me hizo las morisquetas del lado izquierdo y yo le dije: “¡No boludo, es del otro lado!”. Todos se rieron a carcajadas y Gustavo dijo: “¡Ah, este siempre supo lo que le hacía!” y no me lo hizo más. Siempre pensé que hubiera sido mejor no decir nada, pero igual continuamente hubo situaciones para reír… ¿Cómo se dividían las tareas y de cuáles te ocupabas vos? Los que tenían buen estado físico realizaban las excursiones y los que por algún problema no podíamos realizábamos las tares en el avión: coser abrigos, crear agua, limpiar el avión, preparar y repartir la comida, fabricar lentes, gorros y guantes, etc… Otros fueron médicos e ingenieros sin haber cursado la facultad. Mi fe y esperanza me servían para transmitirla a otros. Hablábamos de cosas del futuro, porque hay que estar vivo para ver el futuro y, como yo nunca vi la muerte, hacía planes con alguno. Por ejemplo, con Moncho Sabella, con quien habíamos planeado ir a los frutales que tenía su padre y comer fruta directamente de ellos, un día me dijo amargado: “La quedamos, de esta no salimos” y yo le contesté enojado: “Escuchame, vos me prometiste que íbamos a ir a comer fruta de los frutales de tu padre y yo solo no voy a ir. Así que por favor, nunca más repitas eso, ¿oíste?” Nunca más lo volvió a decir y se salvó. Cada uno dio de sí todo lo que de sí podía dar. Funcionamos como un verdadero equipo, un equipo de vida cuyo lema fue el mandamiento que nos salvó: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Estabas en el grupo de los que no podían realizar tareas físicas. ¿Qué fue lo que te pasó? El piloto, antes de morir, nos dijo que estábamos en la precordillera chilena y era el único que sabía algo de montaña, por lo tanto, no podíamos estar a más de 1.000 metros de altura y,

En varios relatos contás que algunos de los chicos que eran apenas incipientes estudiantes de Medicina hicieron cosas que un médico profesional jamás se animaría a hacer. ¿A qué cosas te referís? Después del accidente hubo muchos muertos que fueron sacados del avión y muchos heridos graves y no graves que debían ser atendidos. El único médico que viajaba con nosotros, el doctor Incola, murió con su señora en el momento del accidente, entonces, Roberto Cannesa, que había hecho el primer año de Medicina, y Gustavo Zerbino, que estaba cursando primer año, con sus magros conocimientos tuvieron que enfrentar todo tipo de heridas y enfermedades: desde heridas leves como piernas rotas, hasta gangrenas y heridas graves y profundas. Todo lo hicieron sin ningún elemento de Cirugía, ni antisépticos ni antibióticos ni nada, algo que un médico recibido no sé si hubiera podido hacer, porque era todo lo contrario de lo que aprendieron en la Facultad de Medicina. Si el rescate hubiera llegado a tiempo, muchas vidas se hubieran salvado con un frasco de perfume como antiséptico y mucho amor para curarlos. Hoy Roberto es un excelente cardiólogo de niños y Gustavo, gerente de un laboratorio de medicamentos. ¿Cómo reaccionabas o reaccionás cuando una persona se les acerca y sabés que su intención es realizar preguntas que esconden morbo? Como no tengo el más mínimo remordimiento por nada de lo que hicimos en la montaña, porque obramos en un consenso total y por el bien común, nunca dejé de contestar con fe y amor a ninguna pregunta, ni las pocas que me han hecho con malicia. El rescate se tuvo que hacer en dos días y vos fuiste uno de los que quedó para el final. La última noche la pasó con ustedes el andinista chileno Sergio Díaz, el único que se animó a compartir el espacio donde vivían ustedes, porque el resto de ellos acamparon temerosos a varios metros del lugar. ¿Podrías describir cómo fue esa última noche que compartieron?

Sergio Díaz era un hombre maravilloso que se comportó como un verdadero amigo, aunque no nos conocía nos hizo pasar quizás la noche que más recuerdo de mi vida. Se tiró del helicóptero con otros pero él se quedó y hasta durmió con nosotros dentro del avión. Aunque traía un bolso con mucha comida, lo más importante estaba en su corazón: el amor, la simpatía, la alegría y la amistad, algo que quizás precisábamos más que la comida. Cantaba, hablaba, contaba chistes y anécdotas y nos ofrecía comida caliente. Yo comía lo que había, no pedía nada y entonces me dijo: “Javier, ¿tú qué quieres?” y yo le contesté: “Ocurre que lo que yo quiero, tú no lo tienes: un mate.” Tras oír esto se metió de cabeza en un bolso inmenso y sacó un vaso, una bombilla, un paquete de yerba, calentó nieve en su cocinilla y diciéndome: “¿Tú te crees que en Chile no tomamos mate?”, me sirvió el mejor mate que tomé en mi vida. Mucha gente que atraviesa situaciones difíciles no logra recuperarse y sentirse verdaderamente viva. Vos, en cambio, hablás de transformar las tragedias en milagros. ¿Cómo lo lograste y en qué consistió el milagro? Hay que entender que las tragedias, son tragedias y que, generalmente, las provocan los humanos. Los milagros son aquellas cosas buenas que ocurren y que no tienen una explicación humana. Por eso el accidente fue una tragedia provocada por los pilotos y un milagro fue el hecho de que medio avión, sin alas ni pilotos, aterrizara en medio de lo imposible. Estudios de los técnicos de las Fuerzas Aéreas Uruguayas que investigaron el caso expresaron que la posibilidad de que eso ocurriera era una en millones, ya que, si se hubiera partido chocando un metro antes o un metro después, el avión hubiera bajado dando tumbos y nadie se hubiera salvado. Otro milagro fue lo que hicieron Nando Parrado y Roberto Canessa, porque expertos chilenos de montaña de aquella época expresaron que ellos bien equipados, bien alimentados y con el conocimiento de montaña que poseían, no hubieran logrado lo que ellos hicieron sin nada. Estoy seguro de que, por momentos, Dios los llevó en brazos o les indicó el camino a seguir. ¿En qué está tu vida hoy? Tengo una familia hermosa, formada por mi esposa, ocho hijos, doce nietos y, contando las nueras, yernos y novias, cuando nos juntamos los domingos, somos 29 personas más Liliana, que vive en el corazón de todos. Y lo maravilloso es que reina el amor entre todos. Después de trabajar 42 años para la industria tabacalera, estoy jubilado y soy muy feliz, aunque con una magra jubilación. Ocupo mi tiempo como dirigente de la Fundación Viven y doy conferencias motivacionales con mucho éxito y disfruto enormemente de ambas cosas, porque con ambas me doy cuenta de que ayudo al prójimo. Sigo siendo muy optimista y a Dios le pido que me permita vivir joven hasta los cien años y, prepararme luego, para tener una vejez tranquila rodeado de bisnietos y tataranietos. Él dirá.

15


16

RH en vivo

¿cuánto tiene de arte la medicina?

“ Patricio (Jefe de Residentes y Médico de Planta del Hospital Regional “Ramón Carrillo”, San Martín de los Andes)

Matías (Residencia de Ginecología y Obstetricia, Hospital General de Agudos “Carlos G. Durand”)

Para mí es una ciencia, muchos dicen que es una arte, porque a veces se basan en la experiencia de otros y en la propia. Pero no hay que olvidarse de que es una ciencia y la base de toda la Medicina es seguir estudiando e investigando, donde eso se frena, ya se empieza a pasarse al arte, que es más improvisación, y deja de ser lo seria que debería. Al arte lo asocio a lo más espontáneo.

Creo que es las dos cosas. La ciencia es fundamental, porque sin conocimiento científico y, más teniendo en cuenta que cada día aumenta, no se podría ejercer bien la Medicina; y arte, porque sigue teniendo mucho de intuitivo, del conocimiento que da la práctica y no solamente la lectura. Además, si uno no tiene arte, solamente con conocimientos no llega lejos, uno puede saber muchísimo, pero necesita tener una buena relación con la gente, los demás profesionales y saber manejarse en este medio que, como cualquier lado, es absolutamente competitivo y caníbal. El arte con los pacientes se traduce en el trato, en saber qué es lo que necesita, cómo necesita que se lo digas y qué es lo que necesita escuchar.

Agustín (Residencia, Hospital Municipal de Oncología “Marie Curie”)

Es un poco las dos cosas. No se puede deslindar el conocimiento, la parte de la ciencia médica, del arte que es la relación médico-paciente. No se puede ser un buen científico si no se tiene el arte del contacto con el paciente.

Lorena (R4, Pediatría, Hospital General de Agudos “Dr. I. Pirovano”)

Esteban (Jefe de Residencia de Kinesiología, Hospital General de Agudos “Carlos G. Durand”)

Es mucho de arte, pero sobre una base científica, el conocimiento adaptado. En nuestro caso, con cada chico en particular no funciona todo de la misma manera, entonces tenemos que adaptarnos y hay mucho de artesanal en el tratamiento de esa adaptación, pero siempre sobre una base científica. En la pediatría tiene que ver mucho el entorno, nosotros trabajamos con el paciente y con la familia. Entonces, para una misma enfermedad, a un paciente se le puede dar un antibiótico y a otro, quizás, lo tenés que internar, porque sabemos que la familia no se adhiere al tratamiento y éste no funciona. Vamos tratando de aplicar los tratamientos de la mejor manera para que se los cumpla. Cuando uno termina la residencia está muy apegado a las normas y es más científico, pero a medida que uno va avanzando le va poniendo sus condimentos, pero sin apartarse de la base científica.

Es una ciencia porque uno hace los tratamientos y diagnósticos en base a fundamentos científicos, no de forma empírica y, por esto, no creo que tenga algo de arte.

17

Esteban (Residencia de Traumatología, Hospital General de Agudos “Carlos G. Durand”)

Muchas veces me hice esta pregunta. Para mí es un arte que, obviamente, se mezcla sobre todo con el conocimiento científico. En el ambiente hospitalario, como lo estamos viviendo, tenemos que manejarnos con poco, con las limitaciones, y tratar de hacer Medicina como se tiene que hacer, entonces creo que ahí hay mucho de arte y la gente de tráumato sabe porque lo digo. Esto se aprende con el correr del tiempo y las horas que uno pasa adentro del hospital.

Érica (Residencia de Kinesiología, Hospital General de Agudos “Carlos G. Durand”)

Es más una ciencia, porque nuestro objetivo es “cientifizar” la Medicina, sobre todo la Kinesiología, no hacer las cosas porque sí, sino con un sustento teórico que lo valide. En cambio, hacer algo como arte es, quizás, hacerlo en forma creativa y sin estudios previos sobre teorías que se puedan llegar a aplicar. Tiene un poco de las dos cosas, pero apuntamos a que sea más ciencia que arte.


RH EN VIVO

18

Anabela (Residencia de Kinesiología, Hospital General de Agudos “Carlos G. Durand”)

Ariel (Residencia de Pediatría, Hospital General de Agudos “Dr. I. Pirovano”)

Creo que es una ciencia, porque tiene que estar basada en fundamentos científicos y trabajos previos. Si bien, quizás cada uno pone parte de su historia en la atención a los pacientes, tendría que fundamentarse principalmente en lo científico. En la atención puede que entre un poco el arte y, quizás, nosotros tenemos un poco más de contacto al ser kinesiólogos. Estamos mucho tiempo con los pacientes y sí o sí tenemos una relación con ellos, por ahí en eso se mezcla el arte, pero tenemos que tratar de manejarnos en la parte científica.

Depende de las especialidades. Para nosotros, en Clínica Pediátrica, depende de cada paciente, pero por ejemplo Cirugía, que está más protocolizada, es más estructurada. En lo nuestro, como es más clínico, vemos mucho al paciente, a la familia y también otros aspectos.

Natalia (Residencia de Oncología, Hospital Municipal de Oncología “Marie Curie”) María Laura (Residencia de Pediatría, Hospital General de Agudos “Dr. I. Pirovano”)

En los hospitales públicos hay mucho de lo social y, por lo que dicen los jefes, es cada vez más artesanal. Es una combinación, sobre la base científica está todo lo artesanal que en el día a día se va aprendiendo y adquiriendo con la experiencia. Cuanta más experiencia, más se puede jugar con adaptarse a cada paciente.

Yo creo que, al principio, es una ciencia, pero pasando los años, aunque nosotros todavía tenemos muy pocos, se va volviendo algo más que una ciencia. No sé si llega a ser un arte en sí, pero sí implica un montón de cosas que no son solamente la ciencia, por ejemplo, muchas cosas humanas como sentimientos y relaciones interpersonales. Yo me di cuenta de que era mucho más que una ciencia a partir de mi llegada a este hospital que es un lugar especial, donde los pacientes y los familiares son especiales y creo que también el médico que trabaja acá es muy especial.


cultura

Por Dr. Juan Pablo Oszurkiewicz, Prof. Nicolás Pagura

20

21

Entrevista al historiador Felipe Pigna

Ya en su adolescencia, Felipe Pigna tenía numerosas aspiraciones que lo hicieron pensar en estudiar Arqueología, incursionar en la carrera de Sociología y hasta fantasear con la idea de formarse en Medicina para trabajar como médico rural. Finalmente, a fines de los convulsionados años 70, decidió estudiar el profesorado de Historia en el Instituto Superior del Profesorado, Joaquín V. González. Allí tuvo la oportunidad, a través de las prácticas docentes, de conectarse con la enseñanza de la Historia, a la que se dedicó durante más de 20 años en la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” de de la Universidad de Buenos Aires. “La verdad es que la del Pellegrini fue una muy linda experiencia, la más duradera de mi vida en términos educativos. Trabajando con alumnos y con docentes hicimos una colección de documentales, fue una muy linda experiencia que nos llevó diez años. Y el trabajo cotidiano en el aula siempre fue muy placentero. La pasaba bien, había muy buena onda con los chicos, pero eso lo pueden decir ustedes que fueron mis alumnos (risas…). Para mí siempre fue un placer dar clases. Con el tiempo uno crece y, ya con muchos años dedicados a la docencia, piensa que llega el momento de dejarle el paso a otros. Eso debería ser natural, creo que debería ser el ciclo vital de una persona, porque más de veinte años de docencia es mucho, particularmente en lugares de tanta demanda como es una escuela secundaria, quizás en la facultad uno puede estar más tiempo, pero la secundaria demanda tanto tiempo y lo que es tratar con adolescentes… yo creo que hay una vida útil de unos veinte años y después lo pude comprobar… pero la verdad es que hasta el último momento disfrute de dar clases.” Hay un poema de Eduardo Mignona que dice “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quién quiere oír que oiga…”, a propósito de eso: ¿es posible que la versión escrita de la historia sea neutral?, ¿qué sea objetiva? Parecería algo difícil… No, neutrales no hay. Hay una hermosa frase de Einstein en la que le decía a alguien: “¿Usted se declara neutral?, pero neutral

con respecto a cuál de los dos bandos”. A mí, particularmente, los neutrales no me gustan, no es gente que me caiga simpática, prefiero a los claramente definidos, en todos los aspectos de la vida (risas…). Yo creo que lo que uno puede advertir, como primera medida, es si la historia está escrita con seriedad o no, si el libro que uno está leyendo tiene citas, si tiene bibliografía, si es un libro que respeta al lector en ese sentido. Me parece que lo mejor que puede pasar es que sea un libro posicionado. Un libro en el que uno sepa que quién lo escribe tiene esta orientación ideológica y que otro autor tiene esta otra. Pongamos dos casos famosos, si uno lee un libro de Paul Johnson va a leer a un historiador conservador y si lee un libro de Hobsbawn va a leer un libro de un historiador marxista. Entonces, uno sabe qué está leyendo y eso está bárbaro, así que más que buscar la neutralidad, uno debe de buscar qué dice la derecha sobre este tema, qué dice la izquierda o qué dice un pensador nacional, por ejemplo.

uno no tiene por qué hablar en difícil y esto pasa en todos los ámbitos académicos. Pasa también cuando uno habla con un medico y no le entiende, a mí me parece que un médico tiene la obligación de hacerse entender.

¿Qué propósitos te planteaste como historiador al emprender el proyecto de trabajar en los medios de comunicación para un público más masivo? Mi propósito era el que ya tenía en la escuela: tratar de que la mayor cantidad de gente se interese por la Historia y hacer de la Historia una militancia, en el mejor sentido del término. Es que la gente comprenda su pasado para entender mejor el presente, que lo haga carne y que lo incorpore, que se encariñe con su pasado. Para mí no hay límites en ese sentido, creo que uno debe usar todos los métodos que están disponibles, es una batalla que vale la pena; es muy dura, porque el mundo académico no te perdona el estar presente en los medios, porque suponen que lo mediático inmediatamente devalúa el producto, lo cual es un error gravísimo. Creo que ahí se mezclan un montón de cosas… se mezcla la envidia, concepciones antiguas de lo que es la transmisión de saber, pero, bueno, uno asume que vale la pena y va para adelante con eso. Entonces, yo uso prácticamente todos los medios de difusión a mi alcance, Internet, radio y televisión; falta el cine, pero estamos con ganas de hacer algo. Estas experiencias con un público distinto al estudiantil, ¿te

requirieron mucho trabajo o fueron una continuidad? Es una continuidad, pero creo que muchas veces se critica la divulgación ignorando el trabajo enorme que implica, porque hacer fácil algo complejo es muy difícil, sobre todo si uno lo quiere hacer responsablemente. Uno no lo quiere simplificar, sino que quiere hacer accesibles conceptos complejos, porque la gracia está ahí. Cualquiera puede contar anécdotas, pero el tema no es ése, sino hacerle entender a una persona qué fue la crisis del 30 o qué pasó con el peronismo, en términos accesibles a cada nivel. Es un desafío importante y lleva mucho trabajo bajar, no los niveles, sino el lenguaje, hacerlo accesible. Yo creo que es un deber, porque uno no tiene por qué hablar en difícil y esto pasa en todos los ámbitos académicos. Pasa también cuando uno habla con un medico y no le entiende, a mí me parece que un médico tiene la obligación de hacerse entender. Esto del lenguaje que da un status de superioridad es horrible, porque la otra persona se siente disminuida, no pregunta, acepta sin

interrogantes, entonces creo que, del lugar del intelectual o del científico, uno debe, tiene la obligación, de hablarle a la gente con claridad, lo que no quiere decir abaratar nada, ni tornarlo como vulgar. Una cosa es la divulgación y otra es la vulgarización, son dos cosas completamente diferentes. A propósito de esto que decís y luego de haber trabajado con Mario Pergolini, que tiene un público juvenil masivo, ¿qué opinás de la idea de que los jóvenes no se interesan por la historia, que no les interesa aprender, que no les interesa tampoco la política? No, mi experiencia personal demuestra lo contrario. En la escuela había que luchar, por supuesto, porque, por más que el adolescente se interese por un tema, está en una edad en la que siempre hay una resistencia a vencer, pero generalmente mis alumnos terminaban interesándose por la materia. Después


cultura

entrevista a felipe pigna

22

pasó también en la radio, primero, y en el programa, después, pero creo que tiene que ver con como uno plantea las cosas, como uno se los cuenta y el respeto que uno le tiene al adolescente. Si se está dispuesto a escucharlo o simplemente se está dispuesto a imponer una idea… Creo que son dos cosas distintas y, por lo menos en el dialogo que tengo con los chicos en la firma de libros o en las charlas, me dicen eso, que se sienten escuchados, que cuando hablamos pueden preguntar. A mí me interesa mucho la opinión de los jóvenes, porque evidentemente es otra mirada a la de una generación tan contaminada de historia como la mía del 70, que tiene una mirada muy marcada sobre los hechos. Siempre es muy fresca la mirada de los jóvenes, porque no están con esa carga, la de aquel pasado tan violento, tan terrible que tuvimos. Entonces me enojo mucho con mis colegas que sólo saben enseñar y que no están dispuestos a aprender o a recibir de los jóvenes, creo que eso es un gravísimo error. ¿Es necesario que pasen cincuenta años para que un hecho sea considerado histórico, como dice la academia? Que tengan que pasar cincuenta años es un invento de los conservadores y, en realidad, de algunos conservadores, porque uno podría decir que la universidad de Oxford no es justamente una universidad progresista, pero en su historia de la humanidad, que son más de treinta tomos, la última edición es 2004, se refiere en el último tomo a los hechos del 2003. La contemporaneidad ellos la incorporan absolutamente, como es lógico y está pasando en todo el mundo. Evidentemente, lo que da la distancia, digamos cuatro o cinco años, es una posibilidad de análisis mayor, porque hay más documentación y más elementos de análisis, pero eso no quiere decir que, por ejemplo, que de un hecho como el de la dictadura no se pueda hablar cuando pasaron más de veinte, treinta años, con la trascendencia que tiene. Sería ridículo que los argentinos no pudiéramos hablar de la crisis del 2001, históricamente, no ya periodísticamente… Decir: ¿cómo llegamos ahí, qué conclusiones sacamos, qué es el neoliberalismo, fue la crisis del capitalismo del 2001 argentino la que adelantó la crisis del capitalismo global como lo vemos ahora? Entonces, fijate la importancia histórica de esa crisis. ¿Cómo no la vamos a analizar históricamente? Es absurdo, esto ya no tiene vigencia prácticamente en ningún lugar serio del mundo. Creo que acá se usa eso como un atajo para no hablar de lo contemporáneo, que compromete opiniones o conductas, pero no tiene asidero alguno.

¿Cuáles crees que fueron las repercusiones del golpe del 76 en la actualidad? Lamentablemente tenía razón Rodolfo Walsh; en la carta a la junta militar del 24 de marzo del 77 dice que es un plan de hambre a largo plazo. Un plan muy bien hecho, que era el plan que luego se conoció como el neoliberal y que en aquel momento llamaban monetarista, el plan que resultó en la destrucción de las industrias locales, la internacionalización de la economía, el privilegio de la renta financiera y la apertura de la economía salvaje. La destrucción de Argentina va a ser difícil de reparar, es decir, nos quedamos sin trenes, sin servicios, sin salud, sin educación, la destrucción fue prolija. El plan Menem-Caballo, que en realidad es el Consenso de Washington, es un plan lanzado por EEUU, justamente a principios del 89, que coincide con la llegada de Menem a la presidencia. Fue lanzado y adoptado por la mayoría de los países de América Latina, con Fujimori y Color de Melo, y también en Méjico. Los resultados son iguales, en algunos lados con algún beneficio colateral porque las burguesías nacionales tuvieron otras reacciones. En Brasil, el estado de desarrollo del capitalismo de la burguesía nacional impidió que se destrozara la industria nacional, porque ya tenía una vida propia y una conciencia histórica que no la tiene la argentina. La burguesía argentina es cambiante, tiene un enorme capital líquido, esto quiere decir que había mucha plata disponible y no invertida. Los grandes capitales argentinos cambian de rubro como de camiseta, con lo que, si había que importar, se importaba, si había que transformarse de productor en importador, no pasaba nada, cosa que, por supuesto, las Pymes no podían hacer y ahí fue la destrucción de la industria nacional, particularmente la que más empleo da, que son las pequeñas y medianas empresas. De manera tal que creo que la cuestión financiera, que tanto daño nos hizo y la multiplicación de la deuda, son cuestiones que tienen consecuencias perdurables. El gobierno de Kirchner intentó, en algún momento, cambiar el rumbo, pero luego hubo como un retroceso. Me parece que la política, evidentemente, debe ser industrialista, inclusiva. Hoy vemos ataques de industrialismo y luego aparece el poder económico y se frena, y asistimos a cosas absurdas como el debate campo o industria, una ridiculez en un país industrial y agropecuario… Digamos que cualquier país europeo daría lo que no tiene para tener las posibilidades con las que cuenta Argentina, ¿no?, de combinar perfectamente la industria con el campo y acá parece ser antagónico. Pero no es de ahora, aparece toda una literatura agropecuaria contraria a la industria y una literatura industrial contraria a lo agropecuario, cuando se pueden combinar perfectamente las dos actividades. El tema es que cada uno acepte dejar de ganar un poquito para que ganen los demás, el gran problema de la distribución de la renta.

Teniendo en cuenta esto de la implantación con la dictadura del modelo neoliberal y su consolidación en los 90 y en relación a la crisis socioeconómica actual, ¿pensás que habrá un cambio sustancial del capitalismo o sólo es otra de sus crisis cíclicas? Es difícil… Porque uno ve que el capitalismo está noqueado, pero difícilmente caiga. Yo creo que hay readaptaciones, estos señores tienen todo el poder y todo el know how como para poder readaptarse y lo más impresionante que está pasando es que ellos, que son los causantes del desastre, le están haciendo pagar al Estado norteamericano los costos de una crisis que ellos inventaron. Uno ve que hoy quebró la General Motors y si a vos te decían esto hace cinco años parece que estabas soñando, bueno quebró General Motors. ¿Qué hará el Estado norteamericano? No la dejara caer... Algo va a inventar para que no caiga del todo, ya paso con varios bancos, con varias empresas. En definitiva, lo que termina pasando es que no se incrementan los seguros de desempleo, es decir, la atención a los realmente perjudicados por la crisis y se sigue premiando a los causantes

Teniendo en cuenta los últimos libros que publicaste sobre el primer peronismo y sobre Evita, ¿cómo ves el peronismo hoy? La verdad es que cuando escribí Evita había una intencionalidad, además de que tenía muchas ganas de hacer un libro sobre un personaje tan “biografiable”, tan interesante históricamente hablando. Había una intencionalidad de recordar un poco la impresionante obra social que se hizo en un momento en Argentina, un momento parecido al que vivimos hoy o a la crisis del 2001, de terribles necesidades sociales, como las que se encontró el peronismo en el año 46. Entonces, era como plantear que hubo un momento en el que se necesitó y se hizo, con una eficiencia realmente extraordinaria, una acción social estatal y paraestatal, como fue la fundación y lo que se hizo desde el ámbito de la salud. Yo creo que ese fue el momento más extraordinario de la salud de la historia argentina, junto con el período del doctor Ilia, fueron dos momentos brillantes de la historia sanitarista argentina al punto tal que uno recorre los hospitales y la mayoría están construidos en aquella época. Lo que debería avergonzarnos como país, porque se supone que se tendría que haber seguido construyendo, pero

Se ha perdido un poco la conciencia que antes se tenía de que uno se recibía y le debía al país, por ejemplo, trabajar en un hospital público. Por supuesto, muchísima gente lo sigue haciendo, pero se ha perdido un poco eso, se está formando gente más individualista, más de “me arreglo yo, me salvo yo. de la crisis. Evidentemente, sería el momento para cambiar de paradigma, pero difícilmente se pueda, porque no hay un contrapoder en el mundo, el progresismo está muy debilitado, ha cometido muchos errores en las últimas décadas, le ha faltado el desarrollo de literatura e investigación sobre temas claves, descuidó temas importantes como la cuestión financiera, por denostarla no se ocuparon de tener una literatura interesante sobre el tema, entonces, quedó prevalece la producción científica y económica de los sectores conservadores. Así que creo que, difícilmente, esto cambie radicalmente, me parece que sí servirá como para que la gente comience a pensar un poco distinto, pero de ahí a que se modifique el patrón de acumulación y distribución, es más complicado. Igual me parece que es un gran momento para insistir y advertir sobre los peligros terribles de este sistema, que ya no sólo afecta a los seres humanos sino al mundo con la ecología, el recalentamiento global, etc. Nos está dejando sin planeta.

la mayoría han quedado ahí congelados en aquel entonces. En cuanto a lo que pasa hoy, creo que se ha ido devaluando mucho la ideología, pero es un fenómeno mundial. Digamos que la pérdida de valores ideológicos se dio muy fuerte en los años 80 y 90, y las identidades se fueron haciendo más laxas. Personas como De Narváez o Macri no podían estar en el peronismo en los años 70, ni siquiera en la derecha peronista, no había lugar para alguien así. Había lugar para empresarios, pero que estaban siempre en un segundo plano, eran en todo caso “aportantes” o tipos que acordaban, pero jamás iban a ser candidatos a gobernadores o diputados. Evidentemente esto habla de cómo el menemismo hizo su trabajo también, esta etapa del peronismo tan particular, en la que aparentemente no hay requisito para ser peronista, cualquiera puede ser peronista y no importa el pasado ni la historia de ese movimiento. Comparando a los dos, hay más peronismo en los Kirchner que del otro lado, pero probablemente porque del otro lado no hay nada de peronismo.

23


cultura

entrevista a felipe pigna

24

¿Qué papel deberían jugar los intelectuales en los gobiernos?

¿Qué intelectuales argentinos te hacen pensar?

Eso es muy interesante, yo creo que hay una deserción muy fuerte de los intelectuales. Creo que hubo algo saludable que fue el espacio Carta Abierta, que fue bueno para empezar a tratar de vincular el pensamiento con la acción, pero me parece que también ahí hay algunas fallas, porque cuando uno lee los documentos de Carta Abierta, son absolutamente crípticos, o sea, escritos en un lenguaje para la interna, me parece que esto es un error, lo hablaba el otro día con José Pablo Feinmann. Evidentemente esos documentos tienen que ser para lectura general, si justamente la crítica de la sociedad es que los intelectuales van por un lado y la sociedad por otro. Si hay una reunión de intelectuales con el objeto de acercar ideas, entonces que las ideas sean comprensibles para la mayor cantidad de la gente. Pero lo más grave pasa en torno a las facultades y a la distancia que hay entre las universidades y la sociedad. Me parece que se ha tomado una distancia peligrosa. Hay como un microclima que está muy alejado de la realidad, cosa que históricamente en Argentina no pasó. Viene pasando desde los 90, probablemente, pero en la historia argentina hay una proximidad absoluta entre universidad y sociedad. La universidad era el reflejo total de lo que pasaba en la sociedad, cosa que uno extraña y

Hay mucha gente que me parece interesante, uno es José Pablo Feinmann. Él hace un laburo muy interesante en torno a dos ámbitos, en el ámbito histórico, está trabajando mucho con su historia del peronismo, que es de gran audacia. Además, me gusta su trabajo relativo a la divulgación de la Filosofía. Otros son Ernesto Laclau y Guillermo O´Donnell, gente que uno lee y que aclaran cuestiones difíciles como las que tienen que ver con la Politología y la Sociología. Después, hay otra gente que a uno le da como pena que deserten y que caigan tan bajo, como Marcos Aguinis o Juan José Sebreli, que están realmente en el peldaño más bajo de su carrera intelectual. Sus productos son de tan mala calidad y tan panfletarios. Ellos que han criticado toda su vida al panfleto, están escribiendo panfletos de un nivel que uno dice: ¿qué le pasa a esta gente?, ¿por qué?, ¿ con que necesidad? O Beatriz Sarlo, que también está cayendo en la irracionalidad, en acompañar posturas de la derecha terrateniente… ¿Qué paso con ella que era maoísta en un momento, no digo que deba seguir síendolo de ninguna manera, sino digo que fue una intelectual interesante, que cada tanto escribe artículos de gran interés.

Me parece que hay en Argentina algo muy bueno, que uno advierte en los buenos médicos de este país, y es la voluntad hospitalaria. A todo médico bien nacido le gusta trabajar en el hospital público y eso no pasa mucho en el mundo. lamenta, porque egresan profesionales un poco descolgados de nuestra realidad. Se ha perdido un poco la conciencia que antes se tenía de que uno se recibía y le debía al país algo, por ejemplo, trabajar en un hospital público. Por supuesto muchísima gente lo sigue haciendo, pero se ha perdido un poco eso, se está formando gente más individualista, más de “me arreglo yo, me salvo yo”. Se perdió la universidad como proyecto de país… Exactamente, se perdió como proyecto de país. Imaginate todo lo que se podría hacer, utilizar toda la fuerza que tienen los alumnos aventajados de los últimos años de la facultad para trabajo social como se hacía en una época en Argentina. En la facultad de Arquitectura haciendo planes de vivienda, en la de Farmacia haciendo remedios como se hizo en la época del doctor Ilia, eso estaría buenísimo y no se hace, creo que tiene que ver con esta desconexión entre mundo académico y mundo real.

¿Y dentro de la literatura?, vemos que tenés una inmensa biblioteca… Cortázar es un gran preferido, también Borges, Marechal... Martínez Estrada es un escritor que me gusta mucho y es un gran olvidado, como Manuel Puig. Uno también va eligiendo cosas nuevas que van apareciendo como Kawabata, que lo leí y me pareció bastante original. Es buena la literatura, porque como uno lee mucho de su actividad específica, la literatura te termina salvando absolutamente. También me gustan mucho los autores latinoamericanos, ahora estoy leyendo a Laura Restrepo, Demasiados Héroes, que es una novela sobre su vida en Argentina. Es muy interesante porque habla de la resistencia no violenta a la dictadura, de grupos de izquierda, en los que ella militó, que no adherían a la lucha armada. Es toda una historia personal de ella con su hijo que recuerda con la mirada de una extranjera no tan extranjera, porque se siente muy argentina en ese sentido; está muy bien escrito y me resultó muy interesante.

¿ Hay algún personaje médico de la historia que te haya interesado? Un personaje médico muy desconocido es Juan Madera, que introdujo la vacuna antivariólica en el país y que fue muy cercano a Moreno y a la gente de la Primera Junta. Es el médico que acusa directamente a Saavedra y a Funes por el crimen de Mariano Moreno. Además, tuvo una larga trayectoria en la Medicina como impulsor de la medicina pública. Otro médico notable fue Juan B. Justo, que combinó la Medicina Social con la fundación del Partido Socialista. Introdujo la cocaína en la Argentina con fines médicos, recordemos que la cocaína era una medicina que se usaba en aquel momento como calmante y demás, fue un gran médico social. Después hay personajes realmente curiosos como Ramos Mejía, que fue como el padre de la Psiquiatría en Argentina. Hace poco publicamos una edición de su neurosis Historia de la neurosis de los hombres celebres en la Argentina, que es un libro muy de época, muy positivista. En el que analiza la Historia a partir de la neurosis. Un concepto de neurosis muy médico, muy clínico, muy psiquiátrico, a la manera de los franceses, que eran obviamente los que mandaban en aquel momento en la Psiquiatría. Es muy interesante, porque evidentemente el predominio de la Medicina como la gran Ciencia en el siglo XIX, hacía que eso pregnara las Ciencias Sociales, entonces, se hablaba en términos médicos de lo social: curar, erradicar, prevenir, todas esas cosas que se suponía que se podían hacer con las sociedades; el libro de Ramos Mejía es extraordinariamente interesante en ese sentido. Realiza un diagnóstico de la sociedad argentina a partir de personajes emblemáticos de la Historia. Para finalizar, ¿querés transmitir algún mensaje a los profesionales de la salud? Yo doy muchas charlas para médicos y noto que les interesa mucho la Historia. Hace poco estuve en el congreso de Cardiología dando una charla sobre el corazón de la Historia, haciendo una metáfora sobre la gente que le puso corazón a la Historia. Creo que está faltando una Historia de la Medicina en la Argentina. Hay algunos artículos, algún libro, pero creo que sería interesante contar cómo fue el proceso de la Medicina en Argentina, que tiene una historia muy rica en ese sentido. La primera transfusión de sangre, la ley del hospital público, que por supuesto lleva a su momento más importante el doctor Carrillo, la excelencia médica y cosas que me parecen sumamente interesantes de las que uno se entera cuando viaja afuera. El Garrahan como hospital de excelencia sudamericano, que te vas enterando cuando viajás que viene gente de Colombia, Ecuador, Venezuela o México a operarse acá y que Argentina, solidariamente, atiende a todo el mundo, lo que a algunos molesta. Yo creo que lo que habría que hacer, en todo

caso, es aumentar el presupuesto de las instalaciones, no restringir la llegada de gente, pero sí aplicar el convenio de que el país pague, si la gente no tiene dinero, que el país que trae a su gente aporte para el mantenimiento del hospital, como pasa en todo el mundo. Me parece que hay en Argentina algo muy bueno, que uno advierte en los buenos médicos de este país, y es la voluntad hospitalaria. A todo médico bien nacido le gusta trabajar en el hospital público y eso no pasa mucho en el mundo. Cuando hablás con médicos de otros países, les interesa más trabajar en una clínica privada, pero acá la gente que trabaja en las mejores clínicas tiene igualmente su práctica hospitalaria, lo que es muy saludable y elogiable, y es algo que no debería perderse. Cuando yo me vinculo con los médicos como paciente, me doy cuenta de que los mejores tienen práctica hospitalaria, sin duda. Ya sabemos el sacrificio de los médicos en los hospitales, porque les falta de todo, así que quisiera expresarles mi cordial saludo, mi solidaridad y la voluntad de luchar para que esto no pase, no tenemos por qué acostumbrarnos a que esto sea lógico cuando no lo es, a que sin cooperadora un hospital no exista. Esto no debe ser así.

25


Por Dr. Santiago Martín Dayenoff 26

27

conociendo tu residencia hospital durand

Dos personas hablan de amor, como si fuera una canción. Leopoldo Marechal y Díaz Vélez miran desde la esquina, mientras se pierden en una charla imposible. Y ahí, entre palmeras y jardines, se yergue un hospital, que poco se anuncia como tal. Y quien acierte a caminar por allí, ¿acaso confunda la institución con una ciudadela de antaño? ¿Habrá imaginado Jean André Cliares Durand, mientras actuaba en las campañas napoleónicas como cirujano mayor, que, un siglo más tarde, un hospital del barrio porteño de Caballito llevaría el nombre de su hijo? Jamás lo sabremos. Pero así fue, pues Carlos Gustavo Durand le da hoy nombre al hospital que le ofrecemos a nuestra curiosidad. Dividido en pabellones, alternando diseños antiguos, esculturas grecoromanas con buffets con las más renombradas marcas e, incluso, una capilla, el hospital se vuelve grande para el que carece de brújula.

En el sexto piso del Pabellón Romano, se encuentra uno de los servicios de Clínica Médica. Allí, nos encontramos con dos médicos que pertenecen a éste: Verónica Runstein, 27 años, concurrente de segundo año y egresada de la Universidad de Buenos Aires, y Julián González, 27 años, residente de primer año, egresado de la Universidad Nacional de La Plata. Estamos en el hall que divide los sectores de hombres y mujeres, y vamos para una sala de residentes y enfermeros. Nos cuentan que el servicio está dividido en tres sectores (tres pisos), cada cual con un jefe de planta y distintos residentes.

¿Cómo se organiza el servicio?

¿En qué consiste la formación académica?

VyJ: El pase comienza a las 7:30 puntual y la actividad es intensa hasta las 17, horario de salida. Cada profesional tiene a cargo tres pacientes. Todos los días hay supervisión con los jefes de residentes de los distintos sectores y los días martes se realiza un recorrido con los médicos de planta de cada sector. Como parte del horario obligatorio, cumplimos con una guardia cada cuatro días, lo que nos deja dos fines de semana libres por mes. Durante los primeros seis meses los residentes nuevos están acompañados por superiores. Desde diciembre, se quedan solos, con el médico interno.

VyJ: Los martes y jueves a las 12 tenemos clases que dictan los residentes superiores. Los miércoles asistimos al Ateneo Clínico e Interdisciplinario.

Nos cuenta Verónica que no hay diferencias entre residentes y concurrentes a la hora de la asignación del trabajo. Si un concurrente no quiere hacer régimen de residente, tiene un día libre a la semana.

V: los residentes de segundo año tenemos clases con el instructor de residentes, quien nos entrena, además, para enseñar. Por el momento, yo no estoy realizando la carrera de especialista. ¿Cómo llegaron al Hospital Durand ? V: Yo hice la UDH (Unidad Docente Hospitalaria) en este hospital, conocía a los médicos, me sentía cómoda y, además, vivo a pocas cuadras. En el 2008 adjudiqué en Clínica Médica en el Hospital Álvarez como residente, pero renuncié a las tres semanas y entré como concurrente acá.

Cuenta Verónica que ella quiere realizar la especialidad de Nutrición, desde antes de comenzar la carrera. En algún momento dudó en estudiar la licenciatura, pero finalmente se decidió por la Medicina y la subespecialización. V: La gente cree que la residencia es la única salida laboral, porque tenés laburo asegurado por cuatro años, pero hay otras posibilidades. Al ser concurrente puedo, al mismo tiempo, trabajar en otros lugares, conocer más gente y distintas experiencias, cosa que el residente no puede hacer por horarios. J: Yo conocí el hospital por un amigo que hizo la residencia acá. No tenía muchas otras referencias. Yo quiero hacer Gastroenterología cuando termine. Me gusta y, además, lo veo desde la perspectiva comercial. Tiene mucho intervencionismo, resuelve más. Pero clínica es muy importante, yo creo que todos los médicos deberían realizar un año antes de cualquier otra especialidad.


conociendo tu residencia

hospital durand

28

Unas últimas palabras...

La gente cree que la residencia es la única salida laboral, porque tenés laburo asegurado por cuatro años, pero hay otras posibilidades. Al ser concurrente puedo, al mismo tiempo, trabajar en otros lugares, conocer más gente y distintas experiencias, cosa que el residente no puede hacer por horarios.

¿Cuáles son los puntos positivos y negativos de esta residencia? J: El grupo humano es destacable y la posibilidad de formación. Creo que se podría reducir la cantidad de pases de sala y, quizás, debatir sobre casos difíciles para los que, a veces, no queda tiempo. V: Me gusta la buena onda que hay con los compañeros y el nivel académico. Y como negativo, el denominador común a la mayoría de los hospitales públicos. Ejemplos: necesitamos un electrocardiógrafo que funcione acorde a las necesidades, insumos generales y reactivos para estudios de laboratorio. ¿Trabajan afuera del hospital de forma paralela? V: Yo trabajo en una clínica geriátrica desde junio de 2008. Hago una guardia semanal fija ($ 550). Yo vivo con mis padres y, por ahora, me puedo manejar de esta manera.

J: yo ahora no tengo tiempo de trabajar afuera. Durante un año trabajé en Verónica (Punta Indio). Vivo con mi novia en La Plata, es profesora de Matemática, más inteligente (aclara que porque le pagan mejor y tiene menor carga horaria). Viajo todos los días dos horas y, si bien duermo durante el viaje, se vuelve duro de a momentos. ¿Hacen otras actividades aparte de la Medicina? J: En este momento no, pero jugué siete años en un equipo de básquet segunda división de La Plata. (Perspicaz, yo adivino su posición de pivot por la altura: ¡elemental!). Fue feo tener que dejar, porque jugaba con mis amigos y mi hermano. Es muy complicado entrenar, porque llego muy cansado a mi casa y me tengo que levantar a las 5:30 de la mañana. Ahora los voy a ver cuando puedo y me sigo viendo con ellos. V: Yo realicé el Instructorado en Técnica de Gimnasia, en el

2005, con Michi Ciaburri (nombre de profesor de gimnasia, si los hay). Me gustaba mucho y llegué a dar clases en un lugar al que tenía que viajar tres horas por una de clase. Ahora, voy al gimnasio siempre que puedo. ¿Qué música les gusta? ¿Qué libros les gustan? V: Me gusta mucho Alejandro Sanz y Coldplay. El rock nacional, especialmente Los Piojos (y sí, asistió a la despedida con olor a vuelta). Ahora no leo mucho fuera de la Medicina, pero de lo que leí y más me gustó, fue Lo que el viento se llevó. J: A mí también me gustan Los Piojos y, últimamente, escucho The Killers. Ahora estoy leyendo un libro de Adrián Paenza, Matemática... ¿Estás ahí?”, que me lo robó mi novia para sacar algunas ideas para dar clase. El último que leí y me gustó fue de Hemingway, El viejo y el mar.

Quizá un mensaje para los que están preparándose y temen por los rumores. La residencia asusta más de lo que es, uno se acostumbra al cansancio, se acostumbra al ritmo que, desde afuera, parece inabordable. Me despido de ellos y comienzo el descenso por la espiral que me llevará nuevamente al corazón de la ciudadela. En mi vuelta hacia la salida, pasaré por una capilla en la que la gente busca un apoyo adicional al del aporte médico. Recordé un chiste de Quino, en el que se veía un quirófano, con cirujanos operando y un cartel que decía “Aquí trabajamos para que después le den gracias a Dios”. Simplemente un chiste. Camino por Díaz Vélez y, de un último vistazo, diviso el verdor externo y aparente del jardín del hospital. Busco lugares posibles donde esconderme de los francotiradores de la salud, que amenazan con eternizar el problema de ésta. Pero lejos del derrotismo y del rótulo de pesimista, veo el espíritu joven que intenta afrontar esta difícil situación, provisto de esta extraña vocación de ayudar y curar.

29


Hospital General de Agudos Dr. Carlos G. Durand

Por Dra. Mariana Filgueira Risso, mfilgueira@revistarh.com.ar

30

31

HISTORIA DEL Hospital Durand

AYER

HOY

El pasado 20 de junio se cumplieron 100 años de la colocación de la piedra fundamental para la edificación de este emblemático Hospital en el barrio porteño de Caballito.

El Hospital General de Agudos Carlos G. Durand es un de los 12 establecimientos Generales de Agudos con que cuenta el Sistema de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Allá por 1909, en cumplimiento de la voluntad del prestigioso médico Carlos G. Durand, quien había donado su fortuna para la construcción de un hospital que fuera exclusivamente de hombres, el Dr. José Penna designó esta zona de quintas y deslumbrantes mansiones para que el Ingeniero Alfredo Buschiazzo comenzara a realizar la obra del nuevo hospital.

En esta institución que alberga más de 340 camas de internación, realizan su trabajo un total de 1.587 agentes entre médicos, enfermeros, técnicos, administrativos y personal de mantenimiento. Actualmente realizan allí la Residencia Médica más de 360 profesionales para distintas disciplinas, además del conocido y cuestionado sistema de Concurrencias que como en otros hospitales tiene lugar allí.

A pocos metros otra noble familia, los herederos de don Plácido Piñero, destinaron parte de sus tierras a lo que hoy es el Parque Centenario. Muy cerca de ahí se erigen también importantes instituciones como el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (el mayor en importancia de la ciudad de Buenos Aires), el Hospital Oncológico Marie Curie y la Fundación Instituto Leloir (de investigación científica). Como tantos otros por aquella época, el Dr. Carlos Durand no sólo se dedicó a la medicina, desempeñándose como destacado obstetra que atendía a las mujeres de alta alcurnia y pertenecía a la Academia de Medicina, sino que también ocupó importantes cargos en los gobiernos de Mitre y Sarmiento. Así, entre 1859 y 1870 fue diputado y senador por la provincia de Buenos Aires, “descollando como hombre de consulta especialmente en temas vinculados con la higiene y la salud publica”, según cuenta el Dr. Cubellum en su reseña histórica de este querido hospital.

El Hospital es asiento de diferentes universidades públicas y privadas que desarrollan sus actividades de pre y posgrado, como la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Maimónides y Kennedy.

Después de 2 años y tres meses de construcción, y una demora por cuestiones políticas de un año más, el 28 de abril de 1913 el hospital Carlos G. Durand recibió sus primeros pacientes, exclusivamente hombres.

Su padre, el médico francés Jean André Cliarles Durand había sido uno de los fundadores de la Universidad de Buenos Aires y el primer profesor titular de Obstetricia de esta institución. Previamente había actuado en las Campañas Napoleónicas como Cirujano Mayor, lo que lo hizo merecedor de la condecoración con la Flor de Lys por el emperador Luis XVIII, en 1814.

Durand se tornó más agresivo e irritable aún, lo cual causó el alejamiento de su esposa hacia el Uruguay. Muy descontento con esto, Carlos la ignoró en el testamento y dispuso que sus bienes se destinaran a la construcción de un hospital exclusivo para hombres.

Pero cuenta la historia que a pesar de sus nobles obras y ascendencia, el Dr. Durand era un médico de personalidad huraña y arrogante. Tenía 43 años de edad cuando se casó con Amalia Pelliza Pueyrredón, de 15 años de edad, quien fue afectada por una gravísima viruela que “arrasó con la belleza de su rostro”. Sumado esto a una larga convalecencia por neumonía, el Dr.

Después de 2 años y tres meses de construcción, y una demora por cuestiones políticas de un año más, el 28 de abril de 1913 el hospital Carlos G. Durand recibió sus primeros pacientes, exclusivamente hombres. Pese al expreso deseo de Durand, que soñaba con un hospital sólo para varones, poco después fue necesario ampliar la atención a las mujeres.

Posee varias modalidades de atención a los pacientes, que acuden en numerosa cantidad debido a la fácil accesibilidad por la ubicación en que se encuentra: ambulatoria, internación y emergencia. Finalmente, cuenta con dos Centros de Salud Comunitarios y Consultorios Periférios de Médicos de Cabecera (Médicos de familia, Clínicos, Pediatras, Tocoginecólogos).

BIBLIOGRAFÍA Visillac, D. Semblanzas. Asociación de Médicos Municipales. Disponible en URL: http://www.medicos-municipales.org.ar/filies1102.htm Francella JL, Cubellun, L. Reseña Histórica del Hospital Durand. Archivos del Hospital


carta de un residente

Por Mercedes Basombrío

32

¡SOCORRO, TENGO UN HIJO RESIDENTE! Fueron largos años de estudio hasta terminar la carrera de Medicina en la universidad. Me imagino a cualquiera que hoy es residente sentado en la mesa de su escritorio o del comedor de la casa, preparando exámenes y exámenes, que siempre, para los que no somos médicos, son sobre temas incomprensibles. Pero con dedicación, tiempo y esfuerzo se llega a la meta propuesta: el primer paso, conseguir el título de médico. Y después de tantos nervios: la última materia. Y a empezar de nuevo: hay que lograr un lugar en una residencia hospitalaria. Así es la historia de quien tiene esta vocación. Decidir cuál es la rama de la Medicina a elegir no es, tampoco, un tema fácil. Algunos ya la tendrán decidida, otros se jugarán por la que les resulta más afín… Toda una decisión. Cuando los padres observamos desde afuera el esfuerzo que significa ganar un lugar en la residencia de un hospital, siempre nos embarga una mezcla de sentimientos, entre la alegría de los logros alcanzados y algo de temor por esa exigencia tan fuerte que significa esta carrera demandante. ¡Padres al fin! Lo que más nos preocupa es que, dentro de todas las exigencias, estén resguardados, que alguien cuide de sus días y noches en esos hospitales que, a veces, resultan monstruos desconocidos que devoran sus días y sus noches, con prisas y sin pausas... Hay que verlos salir, cargados de todo tipo de equipaje real y mental: la mochila, el delantal, la comida que pudieran llevar y las expectativas, la ansiedad por lo que se pudiera presentar, la decisión de hacer las cosas bien y de a poco, y el cansancio que invade a los jóvenes residentes. A sus respuestas “estoy bien”, “no es para tanto”, se interpone nuestra preocupación, nuestra mirada de padres que quieren ver más allá de lo que nos dicen, que querríamos, si fuera posible, evitarles aquello que pudiera ser demasiado difícil, incluso, insoportable. Probablemente se nos mezcla el mejor sentimiento con el peor: el orgullo de ver cuánto hicieron y recorrieron por sus propios medios, con horas quitadas a la diversión y a las actividades propias de su edad, y la convicción de que ese mundo ya escapa a toda posibilidad de ayuda de nuestra parte. Cualquiera sabe que esto es bueno, pero, ¿cómo manejarlo? Sabemos que es parte de crecer, pero uno todavía los ve demasiado jóvenes, demasiado arremetedores, demasiado idealistas para un mundo que los “viejos” sabemos que muchas veces es cruel con estas características tan positivas de los jóvenes. Y así va pasando… El primer año: un cúmulo de días y noches de trabajo, de guardias interminables, esperando que lleguen, muchas veces con ganas de saberlo todo, otras veces chocando con su cansancio que es tanto que ni charlar se puede: lo mejor es tirarse en la cama un rato y dormir tan profundamente como

las noches de guardia no dieron posibilidad de hacerlo, como se duerme quien está agobiado por el cansancio. Así lo relato porque así lo viví yo, claro que puedo verlo “exagerado”, es que las mamás tenemos esa cosa de “exageradas” para ustedes, pero que es parte intrínseca de ser madre: nos alegramos de verlos despegar, crecer, jugarse por sus ideales y sus trabajos o carreras, pero quisiéramos evitarles ese cansancio y esos dolores que son, lo sabemos porque la vida misma nos lo enseñó, excesivos a nuestro modo de ver. Pero de a poco se van formando un grupo de amigos de la residencia y es tan bueno saber que están acompañados por compañeros que viven las mismas experiencias y que juntos se apuntalan y le meten para adelante. Entonces el segundo año: la costumbre nos va creando una especie de “coraza protectora” a los padres y nos preocupamos menos por lo que cualquiera de ustedes llamaría “pavadas, no es nada, está todo bien”, pero que para nosotros puede ser un mundo. Y así…el tercer año y el cuarto… Van desarrollando todo tipo de actividades, ejerciendo la dirección sobre algunos temas y personas, ayudando a los que llegan y están en las mismas condiciones en que habían estado, y proyectando su futuro una vez más, aunque esto signifique empezar de nuevo de cero. Es un gran orgullo ver que luchan por mejorar las cosas y tienen logros positivos en su entorno. En fin, por eso quería escribirles esto. Puedo, de alguna manera, dejarles algo, acompañarlos, ya que a veces resulta muy difícil porque no pertenezco, como probablemente muchos padres, a ese mundo de los hospitales y la Medicina. Agradezco a cada persona que se pone en sus caminos para ayudarlos, enseñarles y facilitarles alguna cosa que les permita crecer y no empantanarse. Acá termino esta “confidencia” de una mamá que creció mucho al lado de un residente, pero que está convencida de que el sistema tiene que cambiar en algunos aspectos para que ustedes, los residentes, tengan un lugar y un medio acordes con los estudios que realizaron con tanto esfuerzo y los servicios que tienen que prestar a otros seres humanos que recurren a ustedes en situaciones de necesidad y carencia. Una voz de aliento es lo que pretendo dejarles como madre. Aliento para que luchen por formarse, por saber más, por aprender de quienes les pueden transferir su conocimiento y sabiduría. Pero también para que estén juntos entre ustedes, luchen por mejorar sus condiciones de vida, se cuiden y se protejan para lograr la mejor atención para sus pacientes y no se dejen avasallar por ninguna situación, porque son la esperanza del futuro y, con la formación que logren, van a aportar a la construcción de una sociedad mejor, y el ámbito de la Medicina y la Salud es un lugar inigualable para esto.


Entrevista a Alfredo Olivera

Por Lic Pablo Aragone paragone@revistarh.com.ar

34

35

“Los colifatos activaron mi deseo” ¿Cómo llegás al Hospital Psiquiátrico Borda? Por la época que venía contando, integraba un grupo que se llamaba Por el ojo, con el que nos juntábamos a mirar películas o videos que alguno traía, y buscábamos expresar lo que pensábamos haciendo intervenciones urbanas con técnicas de caligrafía. Un día, alguien trajo un video sobre Coperanza, un grupo que trabajaba en el Borda haciendo talleres artísticos con los internados, que me conmovió de un modo muy profundo. Al tiempo, cuando comencé la carrera de Psicología, me enteré de que una compañera participaba del grupo, y me invitó por primera vez al Hospital Borda. Entonces, ése fue el primer contacto con los futuros colifatos que estarían en la radio. Sí. Al principio los grababa, y después escuchaba lo que decían una y otra vez. Ese material lo editaba y hasta le agregaba música con una doble casetera, y lo llevaba a una FM comunitaria. Me di cuenta de que, en general, tendemos a pensar que aquéllos que realizan acciones solidarias tienden a ser casi sacralizados por los demás, que los ponen en un lugar como inalcanzables, y no es así. Entonces descubrí que algo me había tocado y activado mi deseo.

“¡Tenemos derecho a ser felices!”, gritaba hace tres años uno de los internos del Hospital Psiquiátrico Borda al presentar al músico francés Manu Chao frente a miles de personas. Hace diecisiete años que los pacientes experimentan el derecho a ser felices, porque hubo alguien que capturó sus voces, pensamientos y deseos, para llevarlos más allá de las fronteras que significan las paredes cuando alguien está internado. Se trata de Alfredo Olivera, quien les abrió a los “colifatos” (“locos lindos”, en lunfardo) un camino entre los prejuicios, y les devolvió la dignidad creando Radio La Colifata, la primera en transmitir desde un hospital psiquiátrico. Los importantes resultados que produjo sobre la calidad de vida de los pacientes hicieron que dicho modelo fuera replicado con éxito en países de América y Europa. Ésta es la historia de Alfredo, que, según dicen los colifatos en broma, es el más loco de todos.

Arrancaste un proyecto, que se hizo muy grande, cuando tenías 24 años. ¿Las motivaciones de ese momento son las mismas que te sostienen hoy? Lo que me movió a fundar la radio, diecisiete años atrás, formaba parte de una búsqueda personal. Venía de haber trabajado para un Plan Nacional de Alfabetización, donde enseñaba a leer y escribir en las villas, teniendo como motor un mundo ligado a los ideales de una persona de 20 años. Dicha experiencia terminó cansándome mucho físicamente, ya que para vivir pintaba casas, enseñaba y, además, estudiaba Antropología. En cambio, cuando comencé con La Colifata, desde el primer momento fue todo más fácil, me gustaba mucho y me construía como persona. Lo que se conserva es la pasión, que ahora se hizo más madura, y al mismo tiempo, también mantenemos cierta cuota de irresponsabilidad ligada a la posibilidad de ser motor de cosas nuevas.

¿Al principio pensaste la radio como algo terapéutico o eso vino después? En los comienzos, lo que me resultaba interesante era la cualidad discursiva de un grupo que había sido deshabilitado socialmente, por lo incomprensible de su modo de estar en el lenguaje y del ser diferente a la norma. También había algo de la estética que me resultaba alucinante y maravillosa. Podíamos atravesar distintas texturas del lenguaje, creando un espacio donde toda producción del decir tenga un lugar de escucha. De este modo se comenzó a abrir una nueva dimensión también ligada a la estética que me resultaba alucinante y maravillosa. Si bien sos psicólogo, por como hablás, se ve que tenés influencias del Periodismo, la Sociología, la Antropología y hasta la Filosofía. ¿Cómo te considerás? Esto es algo interesante porque todas esas cualidades son li-

Me di cuenta de que, en general, tendemos a pensar que aquéllos que realizan acciones solidarias tienden a ser casi sacralizados por los demás, que los ponen en un lugar como inalcanzables, y no es así.


VOLANTA

entrevista a alfredo olivera

36

Hay algo de lo privado que, al hacerse público, nos representa y quedamos capturados por la violencia y la potencia de la imagen. En cambio, nosotros, mediante la cultura, intentamos generar un planteo de abordaje de medios, teniendo como límite la angustia.

” bertades que uno se permite para comunicar. Hace diez años, hubiera intentado explicar La Colifata con fundamentos del Psicoanálisis. Hoy tengo otra tranquilidad que me permite decir que soy psicólogo de profesión, pero me siento antropólogo. En una entrevista, leí una declaración tuya que me interesó. Decías: “No hacemos esto para crear conciencia, porque querría decir que somos dueños de alguna verdad”. Tiene que ver con mi historia personal. Nací en el 66. En la dictadura, tenía 5 u 8 años, momento en el cual las potencias de producción y motor social se condensaron, e hicieron de mí un niño muy consciente de lo que ocurría. Muchos de esos modos de pensar terminaron influyéndome, pero, al haberlos vivido tan tempranamente, también me permitieron desprenderme de algunos conceptos de esa época que me pareció mejor dejar ir. Uno de esos tiene que ver con la concepción de creerse dueños de cierta dimensión de la verdad y montarla a plataformas comunicacionales para influenciar a otros. Me encontré, entonces, con el hecho de que podríamos haber hecho de La Colifata un proyecto constituido sobre un discurso moral y normativo, pero nos hubiésemos perdido la formidable oportunidad de pensar los medios de comunicación como puentes de doble entrada. Privilegiamos esta posibilidad, decidiendo escuchar las razones o sinrazones de nuestros pensamientos, prácticas y conductas. Nuestro modo ético de estar en los medios, es tratar de trabajar sistemáticamente generando preguntas a partir de las respuestas de los oyentes que se presenten como certezas. Abonamos la posibilidad de entender la cultura como un motor permanente de significaciones y movimiento. Algo muy distinto a la moda actual de los medios de comunicación, que presentan lo marginal como un espectáculo casi morboso. Creo que ése es un riesgo que corremos todo el tiempo, que responde directamente a una lógica de mercado y consumo. Ésta usa la cultura de lo bizarro, aquéllo fuera de lo común tirando a lo marginal, a las complicaciones y sufrimiento, para presentarla como espectáculo, capturando al televidente en un

goce morbo. ¿Por qué se consume eso? Hay algo de lo privado que, al hacerse público, nos representa y quedamos capturados por la violencia y la potencia de la imagen. En cambio, nosotros, mediante la cultura, intentamos generar un planteo de abordaje de medios, teniendo como límite la angustia. Tratamos de no llevar a plataformas comunicacionales algo que capture al otro en una angustia tal que lo paralice o lo haga huir. Manu Chao, un amigo de La Colifata, dijo: “La resignación es un suicidio permanente”. Teniendo en cuenta la cantidad de dificultades que lograron superar, ¿podríamos decir que fueron “diecisiete años de vida permanente”? Sí. Y hoy, a pesar de que la coyuntura casi nunca ayuda, estamos en un buen momento. En tantos años, pasamos por muchas cosas. Por ejemplo, en 2005, se nos estaba terminando una ayuda financiera y, con el último dinero, compramos una computadora, que al poco tiempo nos robaron. Primero fueron días de bajón, pero después transformamos el mal momento en una carta abierta que circuló por mail con un resultado increíble. No sólo pudimos comprar otra computadora, sino que también nos donaron una cámara, y hoy, tres años después, siguen llegando respuestas. El año 2007 también fue muy complicado y raro; fue el peor año de financiamiento y, al mismo tiempo, en el que más reconocimiento recibimos: nos entregaron el premio Konex, el Papa nombró a La Colifata un ejemplo de lucha contra la exclusión y realizamos en la Argentina el primer encuentro de radios de este tipo. Paradójicamente, mientras éramos reconocidos, nos encontrábamos subsistiendo con una donación de Manu Chao, que se agotaría para fines de mayo. Después sobrevivíamos con dinero que nos pasaba la banda de rock Los Piojos, de lo que ganaban por merchandising. Llegó fin de año y nos ofrecieron hacer una publicidad para España. Analizamos mucho si debíamos o no hacerla, pero decidimos aceptar. Actualmente estamos viviendo con lo que ganamos de ese trabajo, e invirtiendo en profesionalizarnos para garantizar la autosustentabilidad.

37


julio / agosto 2009 38

39

congresos y jornadas

27 y 28 de agosto Congreso Internacional de Controversias en Obstetricia y Ginecología (ACOG) 2009 Salón El Mirador, Acoyte 754, CABA INFORMES

(ASAPPIA) y Asociación Argentina de Psiquiatría Infanto-Juvenil y Profesiones Afines (AAPI) Organización Bayfem 4951-8139 flapia@bayfem.com.ar

María Silvia Giuffre

Clínica Médica 25 al 27 de junio XIII Jornadas de Medicina Interna para el Litoral / III Congreso Internacional de Medicina Interna Centro Cultural Bernardino Rivadavia, Rosario, Santa Fe, Argentina

2 y 3 de julio

Bureau Congresos

VII Congreso Argentino de Cirugía y Rehabilitación de Hombro y Codo Salguero Plaza, Jerónimo Salguero 2686, CABA

info@bureaucongresos.com.ar

INFORMES info@hombroycodo.org.ar

INFORMES http://www.areaeventos.com/AMIRInscripcion.php

Cardiología 25 y 26 de junio V Jornadas FEPREVA de Riesgo Cardiometabólico. Orígenes y Consecuencias Palacio San Miguel, Mitre y Suipacha, CABA INFORMES Fundación para el Estudio, la Prevención y el Tratamiento de la Enfermedad Vascular Aterosclerótica (FEPREVA)

4 de julio VII Congreso Argentino de Cirugía y Rehabilitación de Hombro y Codo. Curso Cadavérico Facultad de Medicina UBA INFORMES info@hombroycodo.org.ar

Gastroenterología

4703-3513/4702-1755

INFORMES

info@fepreva.org

ENDIBA 4381-4011 secretariaeinformes@ciudad.com.ar

20 al 21 de agosto

VII Jornadas Neuropediátricas / Jornadas de Capacitación para Docentes “Los Aportes de la Neurología Infantil en el Ámbito de la Educación Primaria” Hospital Garrahan, CABA INFORMES Fundación Garrahan 4943-4446/4941-1333/1276

26 al 28 de agosto XI Congreso Argentino de Neuropsiquiatría y Neurociencia Cognitiva / VII Congreso Latinoamericano de Neuropsiquiatría / XII Jornadas de la Enfermedad de Alzheimer y otros Trastornos Cognitivos Hotel NH City, Bolivar 120, CABA INFORMES Asociación de Neuropsiquiatrica Argentina (ANA) Colombres 613, CABA 4957-4250/7071 congreso@neuropsiquiatria.org.ar

Traumatología y Reumatología 2 al 3 de julio

pgavilan@fhg.org.ar

Jornada de Actualización en Ortopedia y Traumatología Infantil “¿Cómo lo hago en Cadera y Rodilla Pediátrica?” Hospital Garrahan, CABA

8 de agosto

INFORMES

IV Jornada de Actualización de la Asociación de Psicofarmacología y Neurociencia Argentina “Trastornos de Ansiedad y sus Comorbilidades más Frecuentes” Centro Cultural Borges, Viamonte 525, CABA

Fundación Garrahan Combate de los Pozos 1881, 2° piso 4943-4446/4941-1333/1276 pgavilan@fhg.org.ar

INFORMES

Ginecología y Obstetricia

INFORMES

Cirugía

26 de junio

30 de junio y 1º de julio Workshop: Dr. Pablo Sakai Osde CABA

Sociedad de Cardiología de Córdoba y Distrito Regional Córdoba de la Sociedad Argentina de Cardiología.

Psiquiatría y Neurología

Combate de los Pozos 1881, 2° piso

Núñez 2602, 1° piso “A”, (1429), CABA

III Jornadas de Cardiología de Córdoba Hotel Sheraton Córdoba

0223-473-7704

Asociación de Psicofarmacología y Neurociencia Argentina (APNA) Patagonia Organización de Eventos 4761-8500

12 al 14 de julio XXVII Congreso Internacional de Obstetricia y Ginecología SOGIBA 2009 Hotel Sheraton Buenos Aires, CABA INFORMES Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA)

14 al 15 de agosto III Jornadas Iberoamericanas de Trastorno Bipolar Córdoba

7 y 8 de agosto XV Simposio Internacional de Reumatología Clínica “Visiting Professor” (PANLAR) Jockey Club Multiespacios, La Plata, Buenos Aires INFORMES Servicio de Reumatología del Hospital Interzonal General de Agudos de La Plata Calle 1 y 70, La Plata

INFORMES

26 al 27 de junio

Perú 345, 12º piso, “A”, CABA

I Simposio de Cirugía Plástica Reconstructiva / IV Curso Internacional de la Sociedad de Cirugía Plástica de La Plata Palacio Servente, La Plata

Asociación Argentina de Trastornos del Humor (ASATHU)

4345-5051 al 53

10 al 12 de agosto

Patagonia Organización de Eventos

Jornadas de Kinesiología Fundación Garrahan Hospital Garrahan, CABA

INFORMES Pilar Ponce de León Tinogasta 4151, C1417EIQ, CABA 4567-4481 pilarponcedeleon.ppl@gmail.com

4761-8500

INFORMES

27 al 29 de agosto V Jornada Argentina de Anticoncepción y Salud Reproductiva Hotel Panamericano Buenos Aires, CABA INFORMES Asociación Médica Argentina de Anticoncepción (AMADA)

19 al 21 de agosto XVII Congreso Latinoamericano de FLAPIA “Salud Mental Infanto-Juvenil: Construyendo una Apuesta al Futuro” Centro Cultural Borges, Viamonte 525, CABA INFORMES Asociación Argentina de Psiquiatría y Psicología de la Infancia y la Adolescencia

Fundación Garrahan Combate de los Pozos 1881, 2° piso 4943-4446/4941-1333/1276 pgavilan@fhg.org.ar


tercer sector

Paola Quaranta, Residencia de Psiquiatría Mariana Filgueira Risso, jefa de la Residencia Psiquiatría Hospital Francés

40

Comprometidos en la acción asociación de PROFESIONALES EN FORMACIÓN Alejandro Blumenfeld, Juan Calvetti y Ana Zubieta ¿Podemos los residentes estar ajenos a lo que pasa en la sociedad? ¿Cuál es nuestro rol en el sistema de salud? ¿Qué hacemos con las fallas que encontramos en él? Desde RH tuvimos la oportunidad de conversar con profesionales en formación que canalizan las reivindicaciones de la profesión de manera creativa, no solamente desde la protesta o la queja vacías, sino intentando darle contenido; que no aceptan con resignación o apatía lo que el sistema de salud les brinda, sino que buscan aportar ideas y constituirse en la generación del cambio. Residentes que han diagnosticado una necesidad en la comunidad, de la que se sienten parte, y nos la presentan hoy. Son Alejandro Blumenfeld, residente del último año de Pediatría del Hospital Gutiérrez; Juan Calvetti, que acaba de terminar su residencia de Medicina General en el Hospital Penna y Ana Zubieta, jefa de Residentes del Hospital Garrahan.

¿Qué fines persigue la asociación? ¿Cuáles han sido los logros? Ana: La verdad es que desde que se creó hasta ahora ha habido muchísimos cambios. Nosotros ya ingresamos a algo en lo que había un terreno previo transitado en la pelea por establecer y enmarcar los derechos de los residentes como trabajadores de la salud. Y eso es algo que, hasta hace unos años, no existía o se había perdido… Todos, con el afán de entrar a una residencia, dan absolutamente todo, sin importarles nada, aceptando cosas loquísimas que si uno las pensaría en otra situación, no las permitiría... Así que cuando entramos a la asociación continuamos con ese camino, marcando varias diferencias y cosas nuevas. Juan: Logros hubo bastantes, por ejemplo, la primera movilización en la que participaron los hospitales nacionales, que hasta ese momento no lo hacían, en mayo del 2006. Ahí es cuando se produce el aumento de sueldo más importante. Pero la verdad es que sólo hubo un año en el que logramos que se cobre a tiempo, justo antes del último cambio de autoridades del gobierno de la ciudad. Otro gran logro fue la lucha para que la docencia universitaria pública sea compatible con los cargos de residencia o las licencias por enfermedad prolongada, que entraron en una ley que se promulgó hace dos años aproximadamente. Ale: en el caso de las residencias hay una ley vigente, pero que en la práctica no se cumple. En ese sentido me parece que falta lo que podemos llamar educación cívica sobre los derechos que tenemos los residentes. Muchas veces los residentes no se ven como trabajadores, o se ven como trabajadores distintos, por toda esta cuestión de la Medicina como sacerdocio, u otras prácticas que se vienen haciendo así hace años, pero que deberían ser distintas. Por ejemplo, hace un tiempo la Dirección de Capacitación mandó circulares a todos los hospitales para hacer cumplir algunas de las leyes, exhortando a los comités de docencia e investigación a ejecutar o hacer cumplir estas leyes, pero no pasó nada… En los lugares en los que más o menos se respetan las leyes, se siguieron respetando y en los que no –la mayoría– siguió todo igual. En definitiva, estamos insertos dentro de una sociedad que, a grandes rasgos, no se caracteriza por

una participación militante activa que lucha por sus derechos… En realidad, pretender que tengamos un grupo consciente y militante por sus derechos cuando en la profesión, en general, no se observa eso, es como criticar el modelo de médicos que forma la facultad y en, realidad, la medicina y la salud funcionan de esa forma… Es lo que el sistema necesita… Ana: Nosotros, viendo que siempre quedábamos inmersos en la coyuntura de esto que es que la gente participa sólo cuando no cobra y después que cobra deja de participar, empezamos a pensar y a debatir mucho entre nosotros qué otras formas de cambio podíamos llegar a presentar y crear. A raíz de esto surgen las jornadas de residentes –en realidad jornadas abiertas a toda la sociedad– sobre salud y sociedad, que se hicieron el año pasado por primera vez. ¿En qué consisten las Jornadas de Residentes? ¿Cómo surgieron? Ana: Veinte años atrás los trabajadores de la salud estaban mucho más nucleados que ahora, seguramente porque el contexto sociopolítico era más propicio y lo fomentaba. Entonces, había grandes congresos nacionales de residentes en distintos puntos del país y se organizaban jornadas, principalmente, sobre lo que es la atención primaria de la salud, que en ese momento estaba en boga, era como la novedad que se planteaba. Por distintos motivos, en el noventa y pico dejaron de hacerse, y así fue que el año pasado nosotros queriendo reflotar eso las organizamos de nuevo, pero dándole una vuelta de tuerca que queda reflejada en el lema que elegimos: “De la atención primaria a la salud colectiva”. La verdad es que fue una experiencia muy enriquecedora de la que participaron no sólo profesionales en formación sino gente muy destacada en el campo de la salud colectiva, de la salud pública, gremios, investigadores del CONICET, etc. Se generaron muchísimas propuestas y este año estamos volviendo a armarlas y organizarlas, en la búsqueda de generar nuevas propuestas a esto que nos parece que no está bien, que es el sistema de salud argentino como está planteado o, por lo menos, cómo se lleva a la práctica, e intentando ir un poco más allá de los reclamos por el sueldo o el franco posguardia, que son genuinos y no se dejan de hacer.

Alejandro: Son, más que nada, exposiciones sobre distintos temas, algunos en forma de taller, otros en el aula magna; y contamos con el apoyo de instituciones como la OPS, el gobierno de la ciudad, varias ONG, etc. Juan: se plantea, sobre todo, como un espacio de discusión política, en el que diferentes actores, con miradas diferentes, proponen acciones diferentes frente a los problemas. La intencionalidad política queda demostrada claramente en el nombre que llevarán las próximas jornadas, en el mes de julio: “Decidir en salud, quién, cómo y por qué”. O sea, directamente el centro de la discusión es, si hay algo mal que vemos en el sistema, ¿quiénes deberían discutir sobre esto, cómo deberíamos actuar y por qué? Todo esto viene, en realidad, de un artículo de Mario Testa, del mismo nombre, e intenta ser un homenaje también a él, que tanto contribuyó a la Salud Pública. ¿Tiene algún marco legal la asociación? Juan: no hay ningún marco legal. Esa ha sido una de las grandes discusiones en la asociación, que no es una asociación formal, sino un grupo de gente que se junta porque tiene ganas… En los inicios se intentó realizar un estatuto o sacar una personería jurídica, pero a veces resultan formas de burocratizar el espacio, de concentrar el poder. En definitiva, tiene sus ventajas y desventajas. La ventaja es que funcionamos como un espacio libre en el que puede participar cualquiera y se acepta la voz de todos, más allá de cualquier ideología. Ale: En ese sentido, algo en que se insiste mucho es en que se incluya a todos los residentes: psicólogos, kinesiólogos, fonoaudiólogos, bioquímicos, nutricionistas, que también tienen residencias y concurrencias, e, inclusive, gente de las facultades de economía, sociales, etc. Hasta ahora los que más participan son los médicos –pediatras y médicos generalistas–, pero sólo por una cuestión de cantidad. La intención de los que participamos en este espacio ha sido la de preocuparnos por la salud colectiva, de tener una visión más amplia y, sobre todo a la hora de hacer reclamos, hacerlo no sólo por cada uno sino por lo que uno ve, evitando ser cómplices de un sistema con el que no estamos de acuerdo.

41


tercer sector 42 ¿Qué es la CoNaTraSaFo? Juan: Bueno, aunque no tenga un lindo nombre (risas), la Comisión Nacional de Trabajadores de la Salud en Formación, es un espacio para seguir discutiendo cómo nos organizamos a nivel nacional, unificando distintas luchas por condiciones dignas de trabajo, por la Salud Pública, etc. Por ejemplo, en las jornadas de residentes la idea es dejar un día para hacer una asamblea nacional de residentes. Este espacio surge, principalmente, a través del movimiento de los médicos generalistas y, al igual que la asociación, no tiene un marco jurídico establecido. ¿Qué los motivó a ustedes a formar parte de la asociación? ¿Es una inquietud que estuvo siempre o que surgió cuando entraron a la residencia y vieron cómo funcionaban las cosas? Ale: Personalmente no hice militancia en la facultad. De hecho, cuando ahora me topo con cierta apatía o desinterés de los alumnos por cuestiones relacionadas con la Salud Pública, debo entenderlo, porque yo estaba en un lugar parecido en su momento. Uno, a veces, va haciendo procesos por los cuales va reflexionando y pensando cosas, y cambiando; ese fue mi caso.

Ana: Sí tenía una militancia en la facultad. Una participación desde que estudiaba y, sinceramente, las falencias y los problemas de la residencia no me los imaginaba. Tenía algo de conocimiento, había escuchado de amigas, compañeras de participación que lo sabían, pero no lo había vivido en carne propia. En definitiva, continué con la misma línea de participación de cuando era estudiante. Juan: Lo mío fue similar a lo que comenta Ale; en la facultad ni me interesaba el tema de la política. ¡Me da vergüenza decirlo! (risas). Votaba a quien me parecía, en general, a las minorías, pero después tuve varios problemas en el primer año de la residencia (se abrieron residencias de Medicina General por una decisión política y estábamos totalmente sin nada, no cobrábamos, sacaron a la instructora por una cuestión también política, etc.). Así que la lucha empezó ahí, después de que nos quedamos solos, con una compañera de la residencia, y empezamos a participar en la asociación. Ana: me parece que, por más que uno no tenga una participación tan activa como lo es a través de la militancia, mantiene sus inquietudes y su participación, por lo menos en lo que es mirar, observar… No hace falta militar en ningún lado para realmente participar de las cosas, para darse cuenta de las cosas y decir que sí hacés algo. Cada uno hace algo. Cada uno aporta un grano de arena para lograr el cambio, y eso es lo que caracteriza a la gente de la asociación en general, haya militado o participado de diferentes formas. Creo que lo que nos une y nuclea es eso, que todos tenemos la inquietud de cambiar una realidad que no nos parece que está bien, que nos parece injusta para todos, no sólo para nosotros. ¿Un mensaje para los residentes que están empezando su formación? Juan: Sigan la lucha, que no se acaba, no le hagan caso a tanto pesimismo que se puede escuchar de algunas cosas. Yo creo que lo más valioso que se saca es la lucha y el encuentro con otra gente que, muchas veces, piensa diferente. Ana: No hay que acostumbrarse a lo que está mal; hay que hacer algo para cambiarlo.

Si querés contactarte con la asociación mandá un email a:

profesionalesenformacion_subscribe@gruposyahoo.com.ar conatrasafo-subscribe@gruposyahoo.com.ar profesionalesenformacion@gruposyahoo.com.ar



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.