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Rafael Valera Pérez, Cristina Camacho Cruz

LA ARQUEOLOGÍA VIRTUAL, UNA HERRAMIENTA NECESARIA PARA LA DIFUSIÓN DE UN PATRIMONIO PERDIDO. EL CASO DE LOS ARRABALES OCCIDENTALES DE MADINAT QURTUBA.

Rafael Valera Pérez Arqueólogo y virtualizador del Patrimonio Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Córdoba arkeotexturas@gmail.com Cristina Camacho Cruz Arqueóloga Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Córdoba camachocruz@hotmail.com

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Resumen

El presente trabajo se basa en los resultados obtenidos en las Actividades Arqueológicas que se desarrollaron, entre los años 2000 y 2008, previos a la construcción de la actual Ronda Oeste de Córdoba. Esta obra, con más de 5 Km. lineales de trazado se sitúa a algo más de un kilómetro del recinto amurallado de la ciudad histórica, la de la urbe romana y la medina andalusí. Se trata de la mayor superficie excavada de arrabales califales, principalmente del siglo X. Estos arrabales eran entidades urbanas semiautónomas que contaban, por tanto, con todos los elementos y edificios necesarios para la vida y el desarrollo social de sus habitantes (viviendas, centros de trabajo, espacios comerciales, mezquitas, baños...).

Abstract

The present work is based on the results obtained in the Archaeological Activities that were developed, between 2000 and 2008, before the construction of the Ronda Oeste de Córdoba. This work, with more than 5 kilometers of layout, is just over a kilometer from the walled city of the historic city, the Roman city and the Andalusian medina. It is the largest excavated area of Caliphate suburbs, mainly of the tenth century. These suburbs were semi-autonomous urban entities that had, therefore, all the elements and buildings necessary for the life and social development of their inhabitants (homes, centers of work, commercial spaces, mosques, bathrooms ...). Palabras Clave: Siglo X, Córdoba califal, arqueología medieval, recreación virtual, arqueología de futuro. Keywords: Century X, caliphal Cordoba, medieval archeology, virtual recreation, archeology of the future.

Urbanismo

Los distintos sectores de estos arrabales de al-Yanib al-Garbi, se articulan respecto a los principales caminos de acceso a la ciudad, y por añadidura, respecto a los elementos asociados a los mismos. El parcelario documentado, de mayor o menor densidad, en el que se contienen elementos urbanos de excepción tres grandes residencias, tres áreas cementeriales, un baño, dos mezquitas de barrio, tres fanadiq y un alfar- está articulado por hasta 42 ejes viarios. Todos ellos presentan una ordenación ortogonal, alejados del que creemos característico urbanismo musulmán, de calles estrechas y tortuosas.

Ese urbanismo, en realidad, puede obedecer a dos procesos. Por un lado, la herencia de ciudades tardoantiguas que, como en el caso de la antigua Colonia Patricia Corduba, sufrieron una evolución en la que el espacio público perdió peso en relación a los usos privados. Por otro lado, en los espacios con dilatada ocupación de población islámica, el derecho de fina que permite la apropiación del espacio en torno a la vivienda que el propietario puede utilizar para disponer tiendas, pozos negros, poyos, balcones etc., siempre que ningún vecino se sintiera perjudicado. Sin embargo, estos arrabales tuvieron una existencia fugaz, por lo que no dio tiempo a evolucionar hacia esa fragmentación y reorganización del espacio urbano.

De este modo la imagen que nos ha quedado es un urbanismo planificado, con viales que se cruzan de forma perpendicular, anchos y dotados de infraestructuras hidráulicas para la conducción de agua. Esta planificación correspondería a la administración (local, estatal...) en relación a las calles principales, quedando en la órbita privada el resto.

La comentada infraestructura hidráulica contaba con dos sistemas fundamentales. Una serie de atarjeas subterráneas, situadas normalmente en el centro de la calle, recibían las aguas sucias de las viviendas, procedentes de las aguas de lluvia, las de riego, limpieza, etc. Por otro lado, las aguas fecales, procedentes de las letrinas vertían siempre en pozos negros, situados junto al a línea de fachada y que formaban parte de la planificación del parcelario. Estos pozos negros se alejaban, en altura y distancia de las fuentes de aprovisionamiento de agua potable que, en la inmensa mayoría de los casos, eran pozos situados en los patios de las viviendas.

Fig. 01. Planta casa.

Viviendas

La vivienda andalusí en general, y la de estos arrabales de época califal en particular, se organiza en torno al patio central, auténtico núcleo de la vida en la casa que aporta iluminación y ventilación al resto de las estancias. Esa es una de las razones de que las fachadas presentes escasos vanos salvo la puerta de acceso y, posiblemente, algún ventanuco de ventilación en la parte alta de los muros. Esta ubicación responde a la otra causa fundamental de la falta de aberturas en la vivienda andalusí: el deseo de preservar la intimidad de la familia que habitaba la casa. De ahí que nunca aparezcan vanos enfrentados; por ejemplo, la puerta de acceso nunca está alineada con la puerta del zaguán, de modo que desde la calle no se pudiera acceder visualmente al interior de la vivienda.

La vivienda típica de estos arrabales presenta dos, tres o cuatro crujías en torno al patio central, con el salón y la alcoba o alcobas, normalmente situadas en la crujía norte (orientadas, por tanto, al sur); por el contrario, las letrinas y la cocina (donde haya un espacio específico para preparar alimentos), se sitúan alejados de estos espacios principales; en el caso de la letrina suele aparecer apoyada en el muro de fachada, para verter las aguas al pozo negro.

Domina la poca especialización de usos de las estancias, que suelen ser polivalentes (trabajo, descanso, ocio...) y que parecen ganar en especialización cuanto mayor es la casa y, por tanto, dispone de más espacios diferenciados. Patios

Como decíamos, el patio es el núcleo fundamental de la casa

andalusí, es fuente de luz y ventilación, espacio de vida familiar cuando el clima lo permite, etc. Arquitectónicamente es el espacio que organiza y vertebra el resto de la edificación. En el patio está el pozo que surte de agua potable a la casa y, si el tiempo acompaña, es donde se cocina, se trabaja, donde juegan los niños o donde la familia disfruta de su tiempo de ocio.

En muchos casos presentan andén de piedra calcarenita en uno o varios de sus lados; estos andenes permitían cruzar el patio en días de lluvia cuando su suelo, normalmente de tierra batida, quedaría embarrado. También solía contar con uno o varios pórticos, principalmente en la crujía principal, en la que se situaban salón y alcoba. Estos pórticos servían para mantener el uso del patio, dando sombra o cobijo en caso de lluvia a los ocupantes de la casa.

Los espacios sin pavimentar se pudieron emplear para tener algún árbol que diera sombra y fruta, así como algunas hierbas aromáticas, para uso en la cocina familiar.

Fig. 02. Patio casa.

En la imagen, patio de una de las viviendas excavadas. El pórtico da sombra a las estancias principales de la casa, salón y alcoba y sus tejas vierten hacia un canal en el patio que recoge las aguas pluviales de la casa y las lleva al exterior, limpiando por el camino la letrina de la casa. Esta casa en concreto tenía parte del patio pavimentado, y parte en terrizo, probablemente para poder plantar algún pequeño frutal o hierbas aromáticas para el consumo familiar. El pozo, como en otros casos, presenta una plataforma – rebosadero, para evitar que, al sacar agua esta se vertiera por todo el patio. Estos pozos eran la forma mayoritaria de acceder al agua potable, puesto que el nivel freático

se encontraba a cinco o seis metros de profundidad, por lo que era relativamente sencillo llegar a él.

Zaguán

Este elemento es el que da paso de la calle (espacio público) a la casa (espacio privado); es por tanto un filtro que permite el paso, pero, al mismo tiempo, busca preservar la intimidad de la vida familiar. Con ese fin, como decíamos, la puerta de la calle y la puerta de acceso al patio nunca están enfrentadas, sino que fuerzan un ángulo que imposibilita o dificulta el acceso visual del interior de la vivienda desde el exterior.

A esta función se unía la de lugar de espera de clientes o huéspedes, antes de ser atendidos y, en las casas que no contaran con un espacio específico, pudo servir también para acoger las monturas de los dueños o visitantes.

Fig. 03. Zaguán.

El zaguán representado pertenece a una vivienda relativamente grande, con tres crujías en torno al patio central. La amplitud del propio zaguán posibilita el uso mixto, como acceso a la vivienda y como establo de la(s) montura(s) de la familia y de los visitantes.

Al fondo un banco para el reposo de los visitantes y una gran jarra para ofrecer agua, como señal de hospitalidad hacia los huéspedes de la casa.

Se aprecia que la puerta de acceso desde la calle no está frente a la puerta de acceso al patio, sino que hay un ángulo que impide ver el interior de la casa desde la calle, preservando así la intimidad familiar.

Letrina

Se localizaban en la crujía de fachada, de manera que la canalización que llevaba los residuos al pozo negro instalado en la calle no tuviera que recorrer una gran distancia. Solía ser una estancia pequeña, con un pequeño poyete realzado al que abría una abertura, a través de la cual se realizaban las evacuaciones. Bajo esta abertura discurría la canalización que llevaba el agua sucia al pozo negro del exterior.

Fig. 04. Letrina.

La letrina, espacio pequeño por lo general, pero siempre enlosado, para facilitar su limpieza, debió contar, aparte del sistema de evacuación al pozo negro del exterior, con otros elementos para la higiene, como barreños, bacines y, por supuesto, textiles.

Por lógica, aunque no han quedado muestras en el registro, estas estancias contarían con la ventilación de un vano; aunque, en aras de la intimidad, se situarían a una altura superior. En muchos casos no se han localizado quicialeras (las piedras que servían de anclaje del eje de la puerta) por lo que suponemos que se cerrarían con cortinajes más o menos pesados.

Cocina

En bastantes ocasiones la elaboración de alimentos se llevaba a cabo en el patio, mediante los anafes, piezas de cerámica que funcionaban como cocinas portátiles. En las ocasiones en que aparecen estancias específicas de cocina, éstas se ubican habitualmente en la crujía de fachada, para alejar humos y molestias de salones y alcobas; solían ser estancias más o menos amplias, para facilitar su uso funcional. En ambos casos han quedado marcas en los pavimentos y suelos de la acción del fuego, por la acción de las brasas que alimentaban estos anafes o por hogares directamente situados en el pavimento.

Fig. 05. Cocina.

El repertorio cerámico de cocina de esta época constaba de diferentes piezas en función de su funcionalidad. En la zona central de la imagen tenemos un anafe, un hornillo portátil muy característico del ajuar doméstico andalusí. Sobre él hay una olla, pieza que servía para la elaboración de platos caldosos (guisos, sopas y estofados); colgada de la pared hay una cazuela, en la que se elaboraban los fritos. Para el almacenamiento de productos de alimentación, había tinajas (ángulo inferior derecho) y grandes jarras (extremo izquierdo). La comida se servía sobre ataifores, platos para comer de forma comunitaria, que aquí aparecen en su forma más sencilla en vidriado de color melado. El alcadafe, abajo a la izquierda, era una vasija amplia y de varias funciones, como contenedor de líquidos o elemento para la limpieza.

Salón

Se trata de la sala principal de la casa, donde se reciben a familiares e invitados, lugar de trabajo y de descanso. Suelen ser las habitaciones de mayor tamaño y mejor decoradas de la vivienda y, generalmente, ocupan la crujía opuesta a letrinas y cocina, que se suele orientar al sur, para recibir una mayor insolación en invierno.

Fig. 06. Salón.

El salón se destacaba, habitualmente, mediante la decoración del zócalo de sus muros de color rojo almagra que, en este caso, también se aplica al pavimento. La decoración se completaría, como plasmamos en la imagen, a través de elementos textiles de los que, por su propio material, son muy escasos los restos que se pueden recuperar en el registro arqueológico. El carácter polivalente de esta, como el resto de las estancias que conformaban las viviendas de estos arrabales, se hace visible con una zona de trabajo (a la izquierda) y una zona de ocio con una mesa en la que aparece un ajedrez, introducido desde Oriente, y del que sí que han aparecido piezas (en hueso y marfil) en diferentes excavaciones de esta época. La iluminación de ésta y del resto de las habitaciones de la casa, se hacía a través de candiles de piquera, herederos de las lucernas romanas, y que representan auténticos fósiles guía en las intervenciones de este periodo.

Alcobas

Abiertas, habitualmente, en los extremos del salón o maylis, son unos pequeños espacios destinados al descanso nocturno que no tienen acceso desde el patio, si no únicamente desde el salón. La o las alcobas se separan del salón por un tabique en el que abre un vano de acceso, que puede tener puerta o contar con un cierre con cortinajes.

Fig. 07. Alcoba.

La alcoba era el espacio destinado al descanso nocturno aunque, como mostramos en la imagen, si la climatología era adversa, podía ser un espacio para labores domésticas como el tejido. En caso de buen tiempo,muchas de estas actividades se desarrollarían en el patio.

Las alcobas eran espacios no muy grandes, que podían ganar en amplitud cuando los jergones que servían para el descanso se recogían y enrollaban, liberando la estancia para otros usos.

Muy pocos restos de mobiliario han llegado a nosotros por vía arqueológica,pero las fuentes refieren, también en este caso, una pequeña cantidad de elementos y de carácter polivalente: arcas para guardar la ropa, que también podían servir de asiento, algunos bancos y elementos de cestería, completarían este ajuar de la casa andalusí.

Estancias auxiliares

Las vistas más arriba eran las estancias básicas documentadas en la práctica totalidad de las viviendas de los arrabales occidentales. Sin embargo, en las casas de mayor entidad, aquellas que disponían de tres o cuatro crujías en torno al patio, podían dar un uso más específico a los espacios edificados. De este modo encontramos establos (situados en la crujía de fachada), almacenes, espacios de trabajo o salones-alcoba secundarios.

Fig. 08. Establo.

Fig. 09. Almacén.

En la imagen superior se representa uno de los establos documentados en la intervención; presenta acceso independiente desde la calle, pavimento de piedra (resistente) y restos de lo que serían los pesebres.

En la imagen inferior una de las estancias que hemos interpretado como almacén, debido a sus dimensiones y ubicación dentro de la casa. Lo hemos dotado de piezas cerámicas que proceden del propio yacimiento, como las tinajas de almacenamiento o el jarro de borde biselado que hay sobre las cajas, muy característicos también de esta época.

Mezquitas

Durante la intervención arqueológica de la Ronda Oeste se pudieron identificar los restos de, al menos, dos mezquitas secundarias o mezquitas de barrio. Estos edificios religiosos permitían a los fieles musulmanes disponer de un lugar para la oración cerca de sus viviendas y/o trabajos. Se trata de un servicio que dotaba a estos arrabales de cierto grado de autonomía respecto a la Medina, a la que únicamente habría que acudir para la oración del viernes, que si se debía celebrar en la mezquita aljama.

Fig. 10. Mezquita cenital.

En lo constructivo, se trata de edificios de menor entidad, pero que mantienen la presencia de los espacios que caracterizan a toda mezquita. Cuentan, por tanto, de un patio para la reunión y preparación de los fieles para la oración. En este patio abrían los accesos desde la calle, normalmente en el centro de los dos lados mayores (nordeste y suroeste, según la orientación canónica). Para que el tránsito de entrada y salida fuera fluido, las mezquitas suelen ser edificios exentos, con un espacio urbano amplio en torno suyo. Este patio podía contar con fuentes para las abluciones menores o, lo que era más frecuente, podía haber un baño asociado a la mezquita para esta función. Uno o varios de sus laterales podían estar porticados puesto que, al uso religioso, se unían otros usos sociales para la comunidad (enseñanza, reuniones, impartición de justicia...).

En un ángulo del patio se levantaba el alminar, la torre desde la que el almuédano llamaba a la oración cinco veces al día. Apenas queda la cimentación de estas estructuras, por lo que para su reconstrucción virtual nos hemos basado en paralelos contemporáneos que aún se conservan en la ciudad (Alminar de San Juan, alminar de Santa Clara...).

Finalmente, la sala de oración era el espacio en el que los musulmanes podían realizar el rezo diario. Estas pequeñas mezquitas de arrabal cuentan con salas de oración de pequeñas dimensiones, separadas por tres naves o con un único espacio diáfano (como es el caso de la que presentaba un mejor grado de conservación). La sala de oración se define por el muro de qibla, el muro que orienta el rezo hacia la Meca, en el que se abre el mirhab. En estas mezquitas, que no estuvieron sujetas a un urbanismo previo, la orientación a la Meca es correcta, cosa que no ocurre con la mezquita aljama, inserta en un urbanismo de origen romano con calles orientadas, ortogonalmente norte – sur (cardines) y este – oeste (decumani).

Fig. 11. Mezquita vista general.

Aspecto general (sin las techumbres), de una de las mezquitas excavadas en Ronda Oeste. En primer término está la sala de oración que, debido a sus pequeñas dimensiones, no presenta compartimentación en naves. El acceso desde le patio se hacía por un arco de herradura, del cual se localizó parte del despiece de sillares, en el derrumbe del edificio. La zona central la ocupaba el patio, lugar de paso y de reunión, antes o después de cumplir con la oración. Al norte, para albergar otras actividades que se desarrollaban en las mezquitas (enseñanza, reuniones de carácter social o judicial...), había un espacio porticado, habitual en este tipo de mezquitas menores.

Baños

Como decíamos, en el caso de Ronda Oeste, los baños que se han documentado están asociados a una mezquita, por lo que pudieron tener un uso ritual para realizar las abluciones menores previas al rezo. Aparte de este uso ligado a la religión, los baños tenían, evidentemente una función higiénica y mantuvieron, en cierta medida, el carácter social, como lugar de reunión, que ya tuvieron las termas romanas.

Fig. 12. Baños, sala templada y sala caliente.

La estructura de estos baños mantiene la de los de época romana: con un espacio de vestuario – vestíbulo y una sucesión de salas que, en función de la temperatura (cercanía al horno) se ordenaban desde la sala caliente, la sala templada y la sala fría. Al no quedar restos de la estructura superior, no podemos saber si estos baños se realizaban por inmersión o por aspersión. Sin embargo, la potente cimentación del extremo norte de la sala caliente nos ha dado pie a plantear la presencia allí de una bañera de inmersión.

En la zona de servicio de estos baños (zona occidental) se documentaron un horno, una noria de sangre (para el abastecimiento continuo de agua) y varios espacios posiblemente para almacenar la leña que alimentara el horno.

Fig. 13. Baños. Patio de servicio.

Aspecto de la zona de servicio de los baños. Como es lógico era necesario contar con un aporte continuo de agua, que se lograba a través de un pozo noria movido por fuerza animal, por lo que también se conoce como noria de sangre. Habitualmente era un asno, el animal de monta y tiro más utilizado, el que movía este mecanismo. En esta zona se encontraba el horno para dar calor y vapor en la sala caliente del baño; la leña que alimentaría este horno se podría almacenar en los espacios cubiertos que rodeaban este patio.

El calor de este horno se distribuiría por canalizaciones en las paredes, así como por el suelo sobreelevado (tipo hypocaustum) de la sala caliente y, parcialmente, de la sala templada

Alfar

Uno de los espacios de trabajo que se documentaron durante la intervención de Ronda Oeste fue un conjunto de tres hornos en batería para la producción cerámica. Los tres eran similares contando con un pequeño corredor (praefurnium) por el que se accedía para la carga del combustible; una cámara de combustión, en la que este combustible se encendía; sobre esta, separada por una parrilla agujereada, estaba la cámara de cocción, en la que se situaban las piezas cerámicas previamente modeladas y/o torneadas. La parrilla podía sustentarse por arcos o pilar central y la cámara de cocción se cubriría con una bóveda, de ladrillo o adobes, que es el único elemento que no ha llegado a nosotros.

Los restos de vasijas que aparecieron en este espacio parece apuntar hacia una producción especializada en grandes jarros, discos de cocción (utilizados para cocer la masa de pan) y alcadafes (grandes vasos polifuncionales a modo de barreño).

Fig. 14. Hornos. Sección.

Fig. 15. Hornos. Vista general

Para la localización de estas instalaciones se debían tener en cuenta varios factores. Por un lado, la facilidad de disponer de la materia prima necesaria (arcilla y agua), que la cercanía de diferentes cursos de agua, procedentes de la Sierra de Córdoba, hacía muy accesible. Por otro lado, por la emisión de humos y demás molestias, no debían estar junto a viviendas. Sin embargo, al mismo tiempo, era conveniente no estar muy alejados de la población demandante de los productos que se elaboraban el alfar. Esto se cumplía en este caso porque, aunque inserto en el arrabal, estaba alejado de las viviendas por un espacio que aparece vacío, junto a otras edificaciones de carácter productivo (talleres, etc.), conformando un sector especializado dentro del entramado de estos arrabales occidentales.

El espacio de trabajo de este alfar era bastante amplio, necesario para el trasiego de los lotes de piezas para secar y luego para cocer. Aparte de los tres hornos propiamente dichos, contaba con espacios para el amasado y decantación de las arcillas, lugares para el moldeado y torneado de las piezas, zonas para el secado previo de éstas antes de introducirlas en los hornos, los espacios de cocción y almacenes para guardar las piezas hasta ponerlas a la venta.

El caso de este alfar, en cuyo basurero aparecen unos tipos cerámicos muy concretos, apunta a un cierto grado de especialización de estos talleres en unas formas cerámicas concretas, señal de que estamos ante una sociedad bastante avanzada y compleja.

Funduq / suq

La última tipología constructiva a la que nos vamos a referir es a la de edificios de carácter comercial. En este caso, como veíamos en los edificios productivos, hay una concentración de construcciones de una forma constructiva que parece indicar espacios dedicados a la compraventa de diferentes productos.

En nuestro caso encontramos, anexos, hasta tres edificios que se desarrollan en torno a un amplio espacio central, al que abren cuatro crujías con estancias de similares dimensiones. Nuestra hipótesis es que la venta se producía en tenderetes abiertos en el patio, mientras que las estancias se usarían como almacenes y, en el caso de mercaderes no locales, como lugar de habitación (funduq).

Fig. 16. Funduq cenital.

El conjunto contaba, además con un espacio de acceso, a modo de zaguán, así como con unas letrinas para los usuarios del edificio. En el patio se encuentra el pozo que, como en los espacios domésticos, es el que surte de agua potable al edificio. En el caso que hemos representado, el ala oriental lo ocupa un espacio singular, destacado con un acceso elevado sobre tres escalones, que pudo ser el ámbito de trabajo de la persona encargada de la administración y control del edificio. Aunque no nos han quedado restos materiales que nos indiquen

qué tipo de producto se vendía en estos espacios, las fuentes escritas nos informan de que se solía tratar de espacios especializados en la venta de un tipo de producto en concreto (por ejemplo, para Córdoba se refieren a un zoco de pergamineros, otro de drogueros, etc.). Los datos arqueológicos no han permitido confirmar esta hipótesis o si, por el contrario, se trataría de un espacio comercial que ofertaba diferentes productos a los habitantes de estos arrabales.

Fig. 17. Funduq tienda.

Recrear el pasado para difundir en el presente

Todo lo dicho anteriormente, que denota, no sólo una forma de construir, sino también, y sobre todo, una forma de vivir, se han conservado muy escasos restos materiales. Sin embargo, la minuciosa documentación realizada en la fase de investigación de estos arrabales nos permite acercarnos a ellos con datos ciertos para proponer reconstrucciones virtuales con alto grado de verosimilitud.

De este modo, una vez reconocidos los materiales y técnicas empleadas en los arrabales occidentales de Madinat Qurtuba nos propusimos la recreación virtual de estos espacios en su fase califal, a través de la Arqueología Virtual, que consiste en una serie de técnicas encaminadas a recrear los objetos y estructuras de origen arqueológico, de manera que puedan ser visualizadas en un estado de integridad morfológica y funcional a través de una serie de aplicaciones informáticas. En nuestro caso se trataba de recrear visualmente el conjunto de la arquitectura documentada mediante los restos recuperados directamente, paralelos asimilables y cualquier otro medio generado por la investigación científica histórica. A esto unimos la restitución de elementos muebles (cerámica, textiles, esteras o mobiliario) que completen la imagen realista de estos espacios en uso.

Todas las actuaciones en este campo deben regirse por una serie de normas, recogidas en los denominados Principios de Sevilla (principios internacionales para la Arqueología Virtual). En primer lugar, cada trabajo debe ser afrontado desde la interdisciplinariedad incluyendo: arqueología (estudio de los restos conservados), historia (fuentes documentales y representaciones), informática (para plasmar esos datos en un entorno virtual), de modo que todas estas aportaciones conformen un proceso cuyo resultado sea una interpretación de lo que fue un espacio de vivienda o de trabajo de personas reales.

En segundo lugar, hemos de tener presente cual es la finalidad de

la interpretación que hacemos. Por supuesto la recreación no puede ser un fin en sí mismo, hay que plantear unos objetivos de investigación, conservación y/o difusión que se deban alcanzar con las imágenes virtuales que se realicen. No se trata de sustituir el patrimonio real por una imagen virtual del mismo, si no de interpretarlo a través de estas imágenes. La Arqueología Virtual también permite hacer accesibles restos arqueológicos que no lo son como, en este caso, porque ya ha desaparecido, en gran parte. De este modo, la única vía de conocimiento es la recreación de estos espacios en base a la información generada durante su excavación.

Este proceso, la recreación virtual, se nutre de la observación, el análisis, la interpretación y de paralelos de estructuras similares y el conocimiento de la época a tratar. En caso de existir lagunas, se deben completar desde la lógica de cada espacio, excluyendo las opciones menos viables. El modelo siempre estará abierto a nuevos datos e interpretaciones aportadas por la investigación.

Nuestro modo de trabajo se iniciaría con el dibujo a mano de las estructuras, tanto en planta como, en el caso de contar con ellos, de alzados. En este caso el punto de partida fue la planimetría realizada durante la intervención por César Navarro. A partir de éstos nos decantamos por el empleo de programas de software libre, para la vectorización del dibujo que nos proporciona todas las herramientas necesarias para convertir el dibujo en mapa de bits, proveniente del escaneo del dibujo, a formato vectorial que permite generar geometrías que no se distorsionan ni pierden calidad al escalarlas. Estos dibujos en 2D son los que llevaremos a nuestro programa de trabajo en 3D en el cual crearemos los volúmenes, aplicaremos materiales y texturas, y realizaremos el trabajo de postproducción o retoque de la imagen.

Fig. 18. Planos de base.

Fig. 19. Volúmenes.

Así, tras escanear los planos y vectorizarlos iniciamos la labor de recreación de volúmenes partiendo de la observación directa o fotografía de calidad de los restos de muros. Una vez completado el esqueleto tridimensional de la estancia pasamos a introducir los materiales y texturas propios de cada estructura. Para ello, partiendo de fotografías de cada una, hemos procesado la información obtenida tras la consulta de la documentación existente. Esta información nos sirve de base para recuperar, donde ha sido posible, los Lamentablemente, de la gran superficie de arrabales excavada durante esta intervención, apenas se han conservado una gran residencia nobiliaria, una de las mezquitas (ambas soterradas) y un aljibe, trasladado como elemento decorativo a una rotonda. De este modo el tipo de representaciones que nosotros traemos, mejorables y abiertas a nuevos avances en la elementos que no se conservan actualmente.

En el caso concreto de la Ronda Oeste de Córdoba, el volumen de datos obtenidos en la excavación nos ha permitido acercarnos, de una forma bastante detallada, al modo de vida de la población de la capital del califato andalusí, de Madinat Qurtuba. Esto es lo que hemos intentado plasmar, junto a las técnicas constructivas que dieron forma a este modo de vida, en las recreaciones que acompañan a este artículo. investigación, son la única forma de visualizar esos espacios de vida, tal y como fueron conocidos y habitados por los qurtubíes del Yanib al-Garbi. Espacios de vida familiar, espacios de trabajo, espacios de oración y espacios en los que se desplegaría la vida en todas sus facetas.

Fig. 20. Resultado final.

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