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¿Quién dijo que todo esta perdido?

Fotografía: César Farías

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¿Quién dijo que todo está perdido?

Yo vengo a ofrecer mi corazón… Esa canción potente y dulce cantada por Mercedes Sosa puede describir quizá solo una parte del vendaval de sensaciones y sentimientos que ha despertado la venida inesperada y esperada de nuestro hijo Pedro Amaru. Nuestro Pedro, piedra… Amaru, Guerrero. Ese corazón que ahora late por dos y al mismo tiempo son uno solo. No pensaba que el amor puede ser incansable, infinito, eterno.

Cuando crees que la vida te lo ha arrebatado todo, porque la vida a todos nos viene con nuestros pesares y pérdidas, cuando pensamos que poco queda o quizá casi nada, en ese preciso instante la vida te enseña que la luz siempre existe, siempre está, siempre es posible renacer. Y ese es Pedrito en nuestras vidas, y seguramente los hijos de cada uno en sus casas, un renacer de la esperanza, de la vida. En nuestro caso particular, cuando desaparecieron a mis hermanos Santiago y Andrés, nuestra casa quedó vacía de risas, de juegos, de sonidos infantiles a una edad muy temprana, y se convirtió en una casa de dolor, de frustración, pero también siempre de esperanza.

El crimen de mis hermanos fue el crimen total, porque no solo acabaron con dos niños inocentes sino con las futuras generaciones que de ellos vendrían. Dejaron una casa despoblada, con dos padres huérfanos de hijos y de nietos. Ya sin esperar nada de la vida vino este pequeño sol que ha hecho que su abuelo Pedro diga “ahora ya no me quiero morir”. Así son los hijos, los nietos, la extensión de nuestras células, de nuestros sueños, de una oportunidad más de vivir, de volver incluso a ser niño y olvidarnos de nuestras a veces mundanas quejas. La vida nos ha dado esta pequeña revancha, para darnos cuenta una vez más que “no todo está perdido” y que la felicidad siempre está ahí, y que todos nos la merecemos de lleno.

Definitivamente la muerte total no existe y nuestro sol es ya esa luz potente por la cual merece la pena todo esfuerzo, cansancio y lucha. Por nuestros niños: hasta la vida.

Yo vengo a ofrecer mi corazón… Esa canción potente y dulce cantada por Mercedes Sosa puede describir quizá solo una parte del vendaval de sensaciones y sentimientos que ha despertado la venida inesperada y esperada de nuestro hijo Pedro Amaru. Nuestro Pedro, piedra… Amaru, Guerrero. Ese corazón que ahora late por dos y al mismo tiempo son uno solo. No pensaba que el amor puede ser incansable, infinito, eterno.

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