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The Vikings House

Leopoldo Cobo

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Mi nombre es Leopoldo Cobo, más conocido como Polo.

Mi vida fitness comenzó desde muy pequeño, con el bicicross, y le siguieron las artes marciales, kickboxing, taekwondo, box, downhill, motocross y krav maga. En pocas palabras: mi vida era el deporte, la aventura y las experiencias que vienen de la mano de conocer lugares y personas maravillosas. Estudié gastronomía y gracias a eso emprendí en varias ocasiones, una de ellas fusionando mi gusto por la comida japonesa y la comida saludable. Paralelamente descubrí la calistenia, a lo que me he dedicado los últimos 6 años de mi vida. Sin tener muchas metas ni objetivos, encontré en este deporte algo que cambió mi vida para siempre.

Cuando hay algo que te llena de una forma inexplicable sientes la necesidad de contárselo a alguien. Eso es lo que siento en mis barras. Entrenar hasta el agotamiento, esa satisfacción de haber dejado todo en el campo de batalla, superando cada WOD (work of the day) y poder decir: yo soy más fuerte, soy invencible, soy imparable y luego…sigo. ¿Imposible? ¡Para mí no existe! Pero hay que ponerlo a prueba cada día.

Soy chef y manejo recetas, pero tengo claro que no existe una para la felicidad. Día a día, sintiéndome bien, saludable y fuerte, rodeado de amigos, pienso que estoy muy cerca de la mía.

Me encantaría poder transmitir de una u otra manera lo que yo siento cuando me cuelgo en las barras y dejo de tener los pies en la tierra, pero en vez de contarlo, prefiero inculcarlo. Por eso, con mis amigos, decidimos crear a los Vikings, un grupo de personas dispuestas a cambiar sus vidas superando cualquier tipo de adversidad que la vida nos ponga al frente.

Eso espero de la gente que pasa por nuestro gimnasio: que como buenos vikingos aprendan a sobrepasar cualquier difi cultad. Así como el WOD, lo afronten y sigan adelante y que sepan apreciar la sensación de cumplir con una meta o difi cultad, con actitud y determinación. Un buen vikingo no sabe lo que es rendirse.

José Francisco Aguirre

Este “nuevo estilo de vida” llegó a mí de manera coinciden cial, pues la verdad no lo buscaba. En muy poco tiempo dejó de ser una rutina de entrenamiento para convertirse en mi lugar de despeje, recarga de energía, desfogue; en donde empecé a demostrarme a mí mismo que siempre es posible ir, no uno, sino cien pasos más allá.

Descubrí una micro comu nidad en la que poco a poco mis compañeros de entrenamiento de jaron de serlo, convirtiéndose en el apoyo que me empujaba a buscar una mejor versión de mí.

Muchos buscamos en la práctica del deporte, sobre todo aquellos de alta exigencia, algo que va más allá de estar en forma. Qué mejor espacio para dejar el estrés, refrescar la mente, ayudarnos y dejarnos ayudar. El esfuerzo físico viene de la mano de la evolución mental y de actitud, esa que empieza a irradiar y motivar al resto. Así, sin darme cuenta mi fa milia empezó a involucrarse, luego llegaron los amigos cercanos y los amigos de los amigos. Esa micro comunidad se convirtió en una gran familia que hoy la conformamos más de un centenar de personas. Este cambio en mi vida se lo debo a mi entrenador que luego se convertiría en uno de mis socios.

Descubrí que los límites me los impongo yo mismo pero también me di cuenta que a veces necesitamos de alguien que nos guíe e impulse a superarlos. Aprendí que lo bueno en la vida debe compartirse en señal de gratitud, así nació en mí una vocación para transmitir los conocimientos técnicos pero sobre todo, el deseo de que los demás sientan el cambio de vida que yo viví. Además, ayudando a otras personas terminamos ayudándonos a nosotros mismos. Es importante promover el cuidado de la salud y obviamente la imagen personal, a la fi nal de eso viven los negocios del fitness, pero si hay algo aún más importante para quienes nos arriesgamos a emprender en servicios de este tipo es el poder convertirnos en instrumentos para transformar vidas, motivarlos a salir de su zona de confort y entender que la sonrisa más importante que podemos regalar es la que uno mismo se brinda luego de lograr sobrellevar un reto de la vida.

La vida es muy generosa y a unos cuantos nos ha dado la oportunidad de convertir una pasión en trabajo y progreso, lo importante está en saber identificar esa oportunidad.

Todos los que llegamos al gimnasio, traemos con nosotros una serie de carga mentales y psicológicas, estrés, problemas financieros, sentimentales, espirituales, pero educar al cuerpo a soportar dichas cargas, es la mejor manera de aprender a llevar esa mochila pesada que todos, de una manera u otra, llevamos en el interior.

Los entrenadores nos convertimos sin querer en consejeros y motivadores, lo que viene de la mano con una gratificante sensación al recibir sin esperarlo, ese “gracias, lo logré” ó “si pude”. La pasión que hace rato dejo de ser un reto personal, es ahora un compromiso con mi gente, mis amigos, los vikingos. Como le dije a un gran amigo hace poco, ven al Viking House, “vamos aponerte de vuelta en las canchas”.

Gustavo de la Vega

Esta aventura empezó cuando toqué fondo… rompía camisas no por musculatura, sino por barriga. “… si me aga chaba, se rompían…”.

Polo Cobo fue para mi, la mano amiga para empezar con en este deporte, ahora pasión; la calistenia.

Es cierto que no es para todos, pero definitivamente es la actividad física ideal para quienes buscan cambiar su estilo de vida y no solamente verse mejor.

Cada rutina de trabajo o WOD (Work of the Day) es un reto sorpresa. Empiezas a pensar en como vencerlo la noche anterior aún sin conocerlo, pero sabes que viene y que debes enfrentarlo.

Aunque en efecto toma unos días cambiar la manera de pensar, al poco tiempo, cada vikingo entiende que la competencia es con uno mismo. Los límites son propios al igual que los resultados y el beneficio, lo único que realmente es compartido es la gratifi cación del trabajo en equipo.

¿El dolor?... es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. La gloria solamente llega después de la perseverancia.

José es un emprendedor por excelencia y con una calidad humana inigualable. Totalmente enfocado en su familia y sus negocios a los que atiende por igual. Detalle a detalle, día a día. Por otro lado, Juan Carlos es simplemente bueno en todo lo que hace. En su profesión y en cada reto que se pone día a día.

¿Cómo no habernos lanzado, como locos, pero con los pies bien puestos en la tierra, en un emprendimiento que es para nosotros un hobby y que puede beneficiar a tanta gente? Esa fue nuestra pregunta inicial, luego hicimos números, corrimos escenarios y aunque muchas cosas han resultado diferentes a como las teníamos previstas, el verdadero empuje fue y sigue siendo, el empoderar a los vikingos para afrontar toda adversidad. A pesar del nombre rudo y fuerte, los Vikingos nos hemos posicionado como una propuesta muy familiar. Hemos construido una comunidad en donde se ejercita y disfruta. Padres y sus pequeños, en parejas y entre amigos. Somos una gran familia.

Compartimos valores de unión, camaradería y pasión por mejorar cada día.

Juan Carlos Corral

Después de llevar una vida totalmente alejada del deporte, sentía mi calidad de vida totalmente desmejorada. Llegó un momento crítico en que “decidí” hacer algo por mí, por mi salud y mi futuro. Entre otras decisiones, me sometí a una intervención quirúrgica que me brindó la oportunidad de bajar de peso y si bien logré recuperar un peso acorde a mi estatura y edad, también me di cuenta de que mi masa muscular había disminuido notable y preocupantemente. La recomendación evidente de mis doctores fue ejercitarme en un gimnasio y que me dedique a recuperar y desarrollar esa masa muscular perdida.

Busqué en los gimnasios más prestigiosos de la ciudad, pero ninguno me daba una solución personalizada, ya que por mi condición y nunca haber hecho ejercicio, necesitada una dirección especial. Fue ahí que me contacté con mi amigo José Francisco, quien alguna vez me comentó sobre la calistenia, ejercicio con el propio peso corporal. Me refirió a su entrenador personal y amigo, Polo. ¡Oh sorpresa!, en la clase de prueba el instructor era el mismo

José Francisco. Con ciertas dudas, nerviosismo y susto empecé. Ya no había paso atrás.

Me encantó darme cuenta, al poco tiempo, de que esos días largos y rutinarios, a los que me había acostumbrado a vivir, se iban convirtiendo, uno a uno, en un reto para mi mente y mi cuerpo. ¡Cero rutina!

Es difícil expresar la camaradería y el empuje que uno siente en nuestro Viking House. Una verdadera conexión viene solo cuando uno empieza, en este caso de manera casi inmediata “a ser parte de…”. Esa comunidad de personas que traen un bagaje, una historia, un peso en sus hombros y que, en ropa deportiva, logran poco a poco y día a día, migrar a su mejor yo.

Tiempo atrás, en una reunión de amigos del gimnasio, empezamos a conversar de productos, de historias de vida, de la gente, de mi vida. Ahí realmente me interesé en la

vida deportiva que ahora intento llevar y sentí la oportunidad de devolver a la vida lo recibido y, con mi experiencia, profesar la posibilidad de una vida mejor, en todo sentido: pasar de padecer una obesidad mórbida a ser un deportista sano y una mejor persona por dentro y por fuera.

Se concretó la oportunidad junto a mis nuevos y grandes amigos, ahora socios, y así nació el Vikings House, ese lugar en donde las personas son la esencia de nuestro servicio.

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