EDITORIAL Si te preguntaran cuál es el sentimiento más universal, seguro que dirías que el amor. Sin embargo, hay algo mucho más oscuro y profundo que nos une a todos sin excepción. A él se han dedicado numerosas teorías, libros y obras de arte en general. Por su causa, sufrimos a veces y otras nos motivamos, pero siempre volvemos en su busca. Nada nos hace sentir más vivos. Es el miedo el que nos mueve en muchas de nuestras decisiones, para mal y a veces incluso para bien. Si estás aquí, es porque también tú compartes la curiosidad de mirarle a la cara. Siente el terror en tu corazón. Camina con paso lento y adéntrate en los lugares más aterradores que hayas conocido jamás. Da vida a todos los cuentos que te han contado desde pequeño y siente en tus carnes el miedo y la desesperación que dominaba a sus personajes. Te invitamos a acompañarnos en este viaje a lo desconocido. Vigila bien tu espalda. Recuerda que tu peor pesadilla te puede estar acechando donde menos te lo esperes. V. Cervilla Alex J. Román
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WEB: https://revistatartarus.wordpress.com ISSN-2444-9652 LUGAR DE EDICIÓN: Linares, Jaén. España Tártarus Número 4 - Noviembre 2016, España. Contacto: revistatartarus@gmail.com
´ VIVIENDO LA FANTASIA Despierta Noche Cerrada ´ DE LA PANTALLA A TRAVES La muerte solo es el principio ´ FANFICTION: CRONICAS DEL PERSONAJE Campo Santo CONOCE AL AUTOR Nathalia Tórtora LA SAGA Recuerdos entre llamas. Capítulo Final
´ ALLA: ´ ILUSTRACION ´ MIRANDO MAS Felipe Escobar NAVEGANDO ENTRE LIBROS: RESENAEl Guardián de Mario Buenaventura El legado de Thalios de Sandra Adrián
´ LOS MUROS TRAS La Muñeca de Pablo Stanisci ´ PAGINAS AMIGAS
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QUIENES SOMOS
Alex J. Román Dirección
Sara Esturillo Reseñas
Verónica Cervilla Dirección
Bárbara Antón
Javier Cervilla Maquetación
Corrección y entrevistas
VIVIENDO LA FANTASÍA
DESPIERTA
Un, dos, tres. Abre los ojos. Noah abrió los ojos inmediatamente, obedeciendo la orden del mago y deseando no haber hecho alguna estupidez mientras había durado aquel número. El público aplaudió durante un buen rato; estaban totalmente entregados. Noah solo alcanzó a esbozar media sonrisa de compromiso y otear la multitud en busca de su novia, que acompañaba al resto en los aplausos. —Bueno, ¿qué? —le dijo ella tan pronto como hubieron salido del teatro—. ¿No vas a contarme qué se siente? —Pero si solo fueron segundos. Apenas había cerrado los ojos cuando me pidió que los abriera. —Pero, ¿qué dices? —casi le gritó ella con una sorpresa sincera—. Has estado hipnotizado más de veinte minutos. Mira —Sacó su móvil—, lo tengo todo grabado. ¡A tus amigos les va a encantar! —¿Veinte minutos? —Hizo una pausa—. Dame eso —dijo mientras estiraba el brazo para quitarle el teléfono donde se reproducía su actuación. —Noah, el escéptico, obedeciendo órdenes de un mago charlatán. Es lo mejor que habrán visto en años —decía su novia sin parar de reírse a carcajadas. —Me alegro de que la velada haya sido divertida para uno de los dos, al menos. —Ah, no seas así. —Es tarde —Noah hizo un gesto con la mano para parar un taxi—. Hablamos mañana. Cerró la puerta antes de que la chica pudiera siquiera apelar a su sentido del humor para olvidar el asunto. No la había enviado a casa porque estuviera molesto. Era por aquel zumbido en su cabeza. Necesitaba salir de allí, del ruido de coches y gente gritando de aquel sábado por la noche en la ciudad. Caminó hacia una callejón alejado de todo, pero aquel zumbido le perseguía anclado a sus oídos. Se frotó las orejas como cuando le entraba agua en la ducha, pero no cesaba. Por mucho empeño que le ponía, frotaba con los ojos cerrados, concentrado en eliminar aquel odioso ruido de la profundidad de su mente, pero no se detenía.
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VIVIENDO LA FANTASÍA Miró a un lado y a otro; solo la oscuridad le acompañaba. El murmullo de la gente había quedado atrás, mientras Noah continuaba sumergiéndose en el callejón. Se pasó las manos por la cara con desesperación. Entonces empezó a sacudir la cabeza a un lado y a otro, como si quisiera que aquello que producía ese siniestro zumbido saliera disparado por uno de sus oídos. El sudor le caía por la nuca y se mezclaba con la brisa de la madrugada, helándole el cuello. Se apoyó en la pared, cansado, y sin querer se dejó caer hasta el suelo. Respiró hondo, intentando calmarse. —Un médico —se dijo en voz alta—. Tengo que ir al hospital. Hizo un intento de levantarse, pero el zumbido se volvió más agudo y penetrante. No sabía lo que se sentía si te taladrasen el cerebro, pero estaba seguro de que la sensación no debía ser muy distinta a aquella. Emitió un grito de dolor que hubiera hecho a todos los que aún estaban en la calle principal volverse para ver qué sucedía en el callejón. Nadie se inmutó. Seguía solo, acompañado por los tenues rayos de la luna de noviembre. El ruido comenzó a aumentar, como si se sujetara a su cabeza con sus garras. Metió los dedos en el oído derecho queriendo atrapar lo que le estaba atormentando, escarbando con fuerza. El dolor físico ya no le importaba. Tenía que sacar aquel zumbido de su cabeza como fuera. Miró a su alrededor con los ojos rojos de ira. Tenía que encontrar algo para sacarlo; tenía que parar ese ruido. Se tambaleaba como un loco. Cualquiera a esas horas hubiera sentido compasión por el pobre chico que había bebido demasiado y quizás flirteado con algo un poco más fuerte y no se tenía en pie. No le importaba lo que pudieran pensar. —Tengo que sacarlo de ahí —repetía una y otra vez en voz alta. Palpó en el suelo con las dos manos a la vez que sacudía la cabeza, aullando de dolor. Parecía que aquello era el lugar de encuentro de vagabundos; había botellas de cerveza en las esquinas. Entonces se paró de pie y miró una de las botellas con los ojos perdidos. Se lanzó sobre ella, la cogió por la boca y la rompió en varios trozos. Uno de ellos era lo suficientemente largo y estrecho como para caber por el orificio de su oreja y acabar con aquella pesadilla. No lo pensó dos veces. Apretó el trozo de cristal, permitiendo que unas gotas de sangre resbalaran por su mano y lo aproximó a su oreja. El zumbido seguía ahí, devorándolo por dentro. Un golpe seco era todo lo que necesitaba. Respiró hondo y se dispuso a incrustar la punta afilada del cristal. Un, dos, tres. Despierta. V. Cervilla http://www.vcervilla.com
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TÁRTARUS
NOCHE CERRADA Avancé con dificultad tras las pisadas de Adam, mi amigo. Era noche cerrada y el viento que aullaba entre los árboles traspasaba la ropa y helaba los huesos. —¿Tenemos que cruzar el bosque para llegar a tu casa? —le pregunté. —Vivo en las profundidades, Dean. No se puede acceder de otro modo —respondió este sin girarse. Chasqueé la lengua malhumorado. Llevábamos caminando varias horas por páramos y, ahora que la noche había caído sobre nosotros, nos veíamos obligados a atravesar un bosque oscuro. Pero no era uno cualquiera, sino aquel al que nadie de la ciudad osaba acercarse, mucho menos de noche. —Creo que voy a regresar. Ya veré tu casa otro día. —¡No! —gritó mi amigo al instante, saltando como un resorte. Me detuve, sorprendido por la brusquedad de su reacción. Él me observaba ahora con fijeza. Por primera vez desde que lo conocía hace meses reparé en el brillo azulado que despedían sus ojos. Eran como dos puñales que amenazaban con atravesarte con facilidad, provocando una sensación inquietante. Me obligué a apartar la mirada, reparando en que su cuerpo y su rostro estaban tensos, como si estuviera a punto de saltar sobre mí de un momento a otro. —¿Qué te pasa? —murmuré.
Aquella pregunta pareció hacerlo reaccionar. Su cuerpo se relajó y su semblante volvió a mostrarse amigable.
—¿Qué es eso? —pregunté alarmado mientras me ponía en tensión, preparado para lo que fuera a suceder.
—No, nada. Es solo que ya estamos muy dentro del bosque y no es buena idea regresar tan entrada la noche. Asentí, sabiendo que no tenía escapatoria. El presentimiento de que estaba cayendo en una trampa en la que yo mismo había entrado creció rápidamente. ¿Qué acababa de pasarle a Adam? Mi corazón latía cada vez con más fuerza, provocando una fuerte tensión en mi pecho.
—No te preocupes. Seguramente solo sea un perro o algo similar —susurró Adam con suavidad.
Le había conocido hacía tan solo tres meses, cuando él había entrado a trabajar en la panadería donde yo estaba. Nos hicimos amigos al poco tiempo y habíamos quedado ya en varias ocasiones fuera del comercio, pero nunca había visitado a su casa. Nadie había ido allí, así que debía sentirme un privilegiado al ser el primero. Un ruido de pisadas y ramas rompiéndose nos alertó. Procedían de un lateral entre la espesura del bosque.
El ruido creció rápidamente hasta que de entre los matorrales surgieron cuatro lobos marrones. Mi corazón dio un vuelco y empezó a latir tan fuerte que parecía querer salir de mi pecho. Los animales se acercaron lentamente mientras nos rodeaban. No nos quitaban el ojo de encima y mostraban los dientes en señal de advertencia. —¿No decías que no sería nada? —grité a mi amigo, sin dejar de mirar a los lobos. —No tengo ni idea de donde han salido. Yo cruzo todos los días este camino y nunca me ha sucedido nada.
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VIVIENDO LA FANTASÍA Giré por un instante la cabeza para mirarlo. Algo en su respuesta me hacía dudar de que estuviera diciendo la verdad, pero al observarle comprobé que parecía tan desconcertado y asustado como yo.
La sensación de que de un momento a otro saltarían sobre mí bloqueaba todas mis articulaciones y me agotaba mentalmente. Solo deseaba que sucediese cuanto antes y lo más rápido posible.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —murmuré mientras temblaba de miedo.
De nuevo los matorrales se movieron avisando de que algo estaba a punto de surgir de entre ellos. Un nuevo lobo apareció. Sentí una punzada en el corazón mientras lo estudiaba para ver si se trataba del mismo que se había llevado a Adam, pero no. Su pelaje tenía varios tonos grisáceos a diferencia del resto.
—Lo único que podemos hacer es esperar a ver si van. Pero, nada más terminar esa frase, uno de los lobos se abalanzó sobre Adam y cerró sus fauces sobre un brazo. Solté un alarido con la máxima fuerza de la que fui capaz; mi cuerpo era ya presa total del pánico. Me limité a quedarme inmóvil, incapaz de mover un solo músculo mientras veía como el animal arrastraba a mi amigo y se lo llevaba al interior del bosque, perdiéndose en las profundidades. Mi cuerpo se aceleró con la velocidad del tembleque. Mis piernas flojearon, obligándome a sentándome en la tierra, justo delante de los tres lobos que me observaban inmóviles. Me sentía derrotado, impactado por lo que acababa de presenciar. El silencio y la tensión crecían con el avance de cada segundo. Los animales se limitaban a estudiarme como si supieran que no tenía nada que hacer y quisieran jugar conmigo. Entonces se acercaron y se abrieron formando un semicírculo para rodearme. Mi fin había llegado.
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El recién llegado gruñó a los demás mientras su cuerpo temblaba y su pelo se erizaba. Estos se apartaron abriendo un camino entre ellos. Se acercó hasta mí y se limitó a mirarme. Al observarlo, sentí un golpe en el pecho. Reconocía el brillo azulado que despedían sus ojos, como dos puñales que amenazaban con atravesarte con facilidad. Lo comprendí todo demasiado tarde. Entonces el miedo alcanzó límites insospechables en mi cuerpo y mente. Sin previo aviso, el lobo gris se abalanzó sobre mí y sus fauces se cerraron alrededor de mi garganta. Alex J. Román www.caminanteenlasombra.com
A TRAVES DE LA PANTALLA
La muerte solo es el principio La muerte es el punto común de las películas que proponemos en esta ocasión. Al contrario de lo que estamos acostumbrados, esta vez la muerte no supone el final de una historia sino el comienzo de la misma e incluso una protagonista más dentro de ella, actuando a la vez como verdugo y agente liberador.
Comenzamos con el antihéroe por excelencia, producto de la locura de su creador, de la obsesión por la medicina y el misterio de la vida: Frankenstein. Este personaje es de sobra conocido por todos, pero hagamos una pequeña presentación. Frankenstein es la famosa novela de la escritora inglesa Mary Shelley, publicada en 1818. La historia gira en torno al Doctor Víctor Frankenstein, un joven suizo estudiante de medicina obsesionado por descifrar los misterios de la vida y la muerte. Es esta obstinación por conocer los secretos de la creación quien lo lleva a su experimento más ambicioso. Así, sirviéndose de los miembros de distintos cadáveres, construye al ser deformado y tosco que todos conocemos hoy como Frankenstein. La novela fue la precursora del género de ciencia ficción, llevándonos en un viaje por la mente humana y su obsesión con el poder, hasta el punto de controlar aquello que siempre se ha reservado a Dios: la creación de la vida. Se han hecho varias versiones de esta sobrecogedora historia, destacando El Doctor Frankenstein de James Whale y Remando al viento de Gonzalo Suárez, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en el Frankenstein de Mary Shelley de Kenneth Brannagh. El director inglés tenía un reto bastante potente en la adaptación al cine de un clásico que ya había tenido grandes versiones como las mencionadas anteriormente. Sin embargo, Brannagh hizo un trabajo magnífico tomando como referencia la otra película que comparte este artículo con él (vamos a dejar un poco de emoción y os cuento cuál es más adelante). Brannagh nos regala una versión mucho más artística y compleja, donde cada plano tiene un papel más dentro de la historia; quizás a veces demasiado intenso. Por encima de todo, lo que nos hace querer ver esta cinta una y otra vez es la soberbia interpretación del elenco de actores. Si ya Brannagh nos seduce para sumergirnos en la obsesión del protagonista con su interpretación del doctor Víctor Frankenstein, Robert De Niro nos mantiene en nuestro asiento con una de las más desgarradoras actuaciones de su carrera, metiéndose en la piel del monstruo creado por el doctor. Mención aparte merece la gran Helena Bonham Carter en el papel del gran amor del doctor, Elizabeth. No sabemos si las casualidades existen, pero son varias las que conectan esta película con la siguiente que os vamos a proponer: Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola.
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TÁRTARUS A pesar de la presión del gigantesco proyecto, Coppola hizo una de las versiones más completas, tanto en su fidelidad a la obra de Stoker como en el plano narrativo audiovisual. Con la utilización de varios recursos innovadores para la época que ya forman parte de su firma, consiguió aunar varios géneros en una misma cinta. Así, podemos observar elementos propios del terror, la ciencia ficción, el género romántico y la fantasía. El proyecto supuso el reconocimiento del género de terror en el cine y el resurgimiento de Coppola, que no pasaba por su mejor momento profesional.
Comencemos por las novelas. Como casi todas las buenas historias, los orígenes siempre suelen proceder de un golpe de suerte o un juego que se fue de las manos. En este caso, todo tiene su comienzo en un reto que el poeta Lord Byron propuso a Mary Shelley en uno de los viajes en los que esta y su marido, médico de profesión, visitaron a su amigo en Suiza. El reto consistió en escribir un relato de terror. Mary Shelley no consiguió terminar el suyo, pero de ahí surgió la idea que más tarde daría lugar a una de las novelas más leídas de todos los tiempos. Por su parte, Lord Byron escribió un relato titulado El vampiro, que sirvió más tarde de inspiración al escritor irlandés Bram Stoker para crear su Drácula. Así que, ambos Frankenstein y Drácula son, podríamos decir, una especie de parientes literarios. Pero nuestras “casualidades” no se quedan aquí. En 1992, el realizador americano Francis Ford Coppola tomó las riendas de dirigir una cinta que de nuevo contaba la historia del vampiro más famoso de la historia universal. Drácula ha sido llevado al cine nada más y nada menos que en 273 ocasiones, por lo que no iba a ser una tarea fácil.
La película recibió una gran acogida tanto por el público como por la crítica, con un poco menos de entusiasmo por la interpretación de Jonathan HarKer por parte de Keanu Reeves. En el ámbito interpretativo, es obligado destacar el trabajo de Gary Oldman, dando vida a un Drácula que nos asusta y a la vez nos hace empatizar con la causa que mueve la historia (sin olvidar al gran Christopher Lee). Tampoco podemos dejar fuera al camaleónico Anthony Hopkins como el Doctor Van Helsing. Otros departamentos de la producción a destacar son el trabajo de vestuario, maquillaje y sonido, los cuales lograron un Oscar cada uno. Hay tantos matices en estas versiones que os proponemos que podríamos dedicarles un número entero, pero quizás sea mejor que lo dejemos aquí para que podáis correr a sentaros frente a la pantalla y disfrutar de estas joyas cinematográficas. Después de todo, estamos en una época misteriosa por excelencia, llena de sombras, frío, noche e historias por contar.
¡Que tengáis felices sueños! Verónica Cervilla
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A TRAVES DE LA PANTALLA
Fotograma de Frankenstein de Mary Shelley, de Kenneth Brannagh
Fotograma de Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola
CURIOSIDADES - La imagen popular del monstruo de Frankenstein que todos tenemos en la cabeza, de cuerpo verde con dos electrodos en el cuello, pertenece a la caracterización de Boris Karloff para la película La novia de Frankenstein de 1935. - La primera versión de Frankenstein data de 1910 y fue producida por la compañía de Thomas Edison. - En la versión de Brannagh, Gerard Depardieu y Andy García fueron propuestos para interpretar al monstruo. - La versión más tierna ha sido la realizada por Tim Burton con su Frankenwennie. - Gary Oldman necesitaba cinco horas de maquillaje para conseguir la caracterización de Drácula. - Johnny Depp fue el actor inicialmente propuesto para el papel de Jonathan Harker. - Tres de los actores principales interpretan a dos personajes dentro de la película: Gary Oldman con Drácula y el cochero siniestro que los conduce al castillo, Winona Ryder con Elizabeta y Mina, y Anthony Hopkins con Van Helsing y el sacerdote que condena a la amada de Drácula. - Otros directores fueron propuestos para dirigir la cinta, entre ellos William Friedkin y John Carpenter, debido a los fracasos de taquilla de Coppola con El padrino III y Apocalypse Now. - La frase con la que Mina describe el país natal de Drácula y Elisabeta durante su trance con la absenta, “una tierra más allá del bosque“, es de hecho la traducción literal de la palabra “Transilvania“.
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CONOCE AL AUTOR
´ NATHALIA TORTORA Escritora
Escritora, lectora y Licenciada en Museología y Gestión del Patrimonio Cultural; además, trabaja como free lancer para Ediciones De La Grieta, cumpliendo el rol de correctora de textos, maquetadora ocasional y diagramadora de tapas. Nació en Buenos Aires en 1991. A lo largo de la vida ha participado en clubes de lectura y talleres literarios. También ganó algún que otro concurso con sus cuentos cortos; varios de estos textos han sido publicados en antologías, revistas literarias y cosas por el estilo. Tiene varios libros publicados en papel y es muy activa en Wattpad. REDES SOCIALES Blog de reseñas: http://pardonmispanglish.blogspot.com.es Web: http://www.uutopicaa.com Facebook: tortora.nathalia Twitter: @tortora_natalia) Wattpad: @uutopicaa
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ELLOS ME ELIGIERON A MÍ
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¿Cómo dirías que te iniciaste en el mundo de la literatura? Jane Eyre, de Charlotte Bronte, fue el primer libro que me atrapó y me arrastró al universo literario. Lo tomé prestado de la biblioteca de mis abuelos —cuando nadie me veía— algún verano de esos con cuarenta grados, cien por ciento de humedad y nada que hacer más que sentarse frente al ventilador. A este título le siguieron muy pronto El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde (recomendación de mi abuelo para evitar temerle a los fantasmas) y Harry Potter (regalo de mi madre), que me transportó por primera vez a la literatura fantástica. Admito que mi familia ha estado muy presente en mis inicios literarios, ya que todos son grandes lectores, escritores independientes o editores. Nombra un par de novelas sin las que no puedas vivir. Mi novela #1 es El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Los motivos son numerosos y creo que podría redactar un libro entero al respecto, así que no voy a detenerme a dar muchas explicaciones. La saga de Harry Potter también ha sido importante a lo largo de mi vida, porque fue lo que me llevó a convertirme en la escritora que soy hoy en día. Crecí con Harry año a año casi simultáneamente. Por último, creo que no puedo dejar mencionar El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que me llevó a comprender que el límite entre lo cotidiano y lo fantástico es tan delgado como un papel y solo es cuestión de ver las cosas desde otro ángulo.
TÁRTARUS ¿Cómo compaginas tu carrera profesional con la escritura? Mi Licenciatura en Museología y Gestión del Patrimonio Cultural va de la mano de mis novelas. De hecho, una de las características propias de mis historias es que llevan elementos mágicos a un escenario tan cotidiano como lo es caminar por las calles de Buenos Aires. Mi estilo se define al combinar los conocimientos sobre mi país con mi fascinación por la fantasía. Las causalidades de la vida quisieron que decidiera escribir Jaque Mate (mi primera novela publicada) poco después de empezar a estudiar en la universidad. Al principio, no sabía muy bien para dónde ir, pero a medida que las clases avanzaban, el panorama se aclaró. A lo largo de mis estudios, la mayoría de las materias trataban temáticas relacionadas a la historia y la cultura argentina; pasando por sus más antiguas costumbres y tradiciones hasta los estilos arquitectónicos, particularidades del lenguaje, sucesos importantes, la relación entre el arte y las influencias externas, etc. La lista es larga y no vale la pena detenerme en detalles; lo importante es que mis ojos se abrieron a la maravillosa idiosincrasia de mi país, que es lo que siempre intento plasmar en las novelas como una forma de transmitir la cultura de la que formo parte. Mis libros cuentan historias que transcurren en Argentina con protagonistas que hablan de «vos», putean, toman mate y bailan tango —entre tantas otras cosas—. La carrera que estudié ha inspirado mi meta utópica de que algún día sea tan común leer un libro que transcurra en
Buenos Aires como en Nueva York. He tenido varios debates con otros escritores independientes de habla hispana que tienen por costumbre ambientar todas sus novelas en Londres y Estados Unidos. Dejemos que los anglosajones hablen de su cultura (que la conocen mejor) y nosotros dediquémonos a la nuestra. Háblanos un poco de tus comienzos, ¿qué te motivó a comenzar a escribir la saga 3421, tanto Jaque Mate como BlackJack? La saga nació de un sueño un tanto extraño que se repitió por varias semanas. Lo anoté apenas pude y luego fui completando los detalles hasta darle forma a la trama central. Es por este motivo que la protagonista de la saga posee varias actitudes que me son propias, especialmente en los primeros capítulos que son los que surgieron desde el mundo onírico. ¿Por qué elegiste a los dragones como tópico en tus novelas? No los elegí. Ellos me eligieron a mí cuando dormía.
En El último latido de un sueño, unque mantienes la temática fantástica, también se introducen elementos de comedia romántica, ¿qué es más sencillo escribir para ti? No me gusta escribir romance. El último latido de un sueño fue escrito originalmente como un regalo privado para mi hermana en ánimos de enseñarle que su pueblo no era tan aburrido como parecía y que la magia se encontraba a la vuelta de la esquina. Sin embargo, antes de regalarle la novela, se la pasé a un par de colegas y amigos
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CONOCE AL AUTOR para que le dieran una mirada/revisión y fueron ellos quienes me convencieron de publicarla con el título y la portada que todos conocen. Originalmente iba a llamarse El despertar de una despedida y su tapa mostraba un diente de león desparramándose en el viento (foto que tomé hace años). Dudo volver a escribir una historia romántica o con temática TAN juvenil como lo es El último latido de un sueño. Me divertí con los personajes, pero me costó ponerme en sus zapatos. ¿Tienes algún proyecto más en mente en la actualidad? Estoy trabajando en tres proyectos que voy alternando dependiendo de mi inspiración. Por un lado, Mercenarios del Serval Negro, que es una novela fantástica llena de magia y acción; en un tono más adulto de lo que están acostumbrados a leer en mis textos. Está narrada en primera persona desde la perspectiva de un contador llamado Jenaro que tiene treinta y pico de años. Memorias de un apocalipsis es otro de mis proyectos que ya está por alcanzar el 50% de la trama. Se trata de un libro de cuentos cortos independientes que van contando en su sucesión el final de cinco mundos mágicos. Por último, estoy trabajando en una novela de la que mucho no quiero hablar porque sé que tardaré años en terminar. Por ahora, se llama Las cartas de Mercurio, y puedo adelantarles que tendrá magia y algo de romance en una distopía medieval con narración casi completamente epistolar.
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Por último, ¿qué nos puedes adelantar de Purgatorio, tu nueva novela? No hay mucho que decir porque todo está a la vista. El manuscrito de la novela se puede leer completo en Wattpad, si bien la versión comercial presentará pequeños cambios. Estoy realmente orgullosa de Purgatorio y de sus personajes. Se trata de una novela intermedia que marca el cambio entre mis libros anteriores que están pensados para un público adolescente y mis próximas historias que apelan a un grupo lector adulto. La trama habla sobre una joven profesora de inglés que muere en medio de un robo en Buenos Aires y despierta en el purgatorio. Allí se verá obligada a transitar tres instancias antes de que su alma pueda tomar un rumbo. Durante la estadía, conoce a personajes de distintas épocas y estilos que la enredan en una red de odios, traiciones, venganzas y, por qué no, tango. La historia se centra en el choque cultural de las distintas épocas argentinas, los afectos de la protagonista y su influencia sobre los habitantes del purgatorio. Bárbara Antón.
LA ESCUELA DE CALÍOPE
¿De que hablamos cuando hablamos de literatura fantastica? Todos tenemos en mente una idea más o menos clara de lo que, al menos a título personal, llamaríamos “literatura fantástica”. Al entrar a una librería, todos sabemos lo que vamos a encontrar en los estantes marcados con esa etiqueta, y quién más quién menos, sabe al menos lo que no es novela de fantasía. Entonces, ¿cómo es posible que, cuando tratamos de estudiar el género fantástico en profundidad, nos topemos con toda clase de incoherencias y problemáticas para, como mínimo, tener claro cuál va a ser nuestro objeto de estudio? ¿Tienen los lectores “de a pie” más claro que los profesionales de la literatura comparada lo que es la novela fantástica? Veamos, el problema de la fantasía, más concretamente de la fantasía española, viene de largo, y necesita de una explicación, por somera que sea. Lo primero que uno constata al tratar de conocer los posibles estudios sobre la novela fantástica, es que apenas existen. Comprobado eso, rápidamente nos damos cuenta de que, además, los pocos estudios que hay se centran de forma exclusiva en obras que, si bien se consideran fantásticas, dejan fuera muchos otros ejemplos del género. La historia comienza con dos posicionamientos enfrentados en torno a qué es literatura fantástica: a un lado, la idea de que lo fantástico se basa en un elemento extraño o misterioso que rompe las leyes del mundo racional, algo que se introduce en nuestro mundo de normalidad, y viene a enfrentarnos a algo que no comprendemos; al otro, quienes opinan que la fantasía, en realidad, es deudora de los cuentos de hadas tradicionales, y que debe conformar una literatura de escapismo, un medio por el cual plantear una realidad alternativa, llena de nuevas leyes y nuevas posibilidades. La diferencia principal entre las obras del primer grupo y las del segundo es que aquellas han sido tenidas en cuenta por los estudios de literatura comparada y han sido contempladas por el canon literario, mientras que las segundas, a menudo consideradas literatura “menor”, apenas han encontrado un hueco en él. Ente las primeras, las obras de Edgar A. Poe, Julio Cortázar o, más recientemente, Haruki Murakami; su particularidad, que no las encontraremos etiquetadas como literatura fantástica, no sea que eso les reste mérito. En el segundo grupo, Tolkien y todos sus deudores, que no son pocos. Llegados a este punto, es evidente que ambas ideas tienen el mismo problema: son demasiado restrictivas, y dejan fuera tanto a las de la corriente opuesta, como a muchas otras obras que podríamos considerar fantásticas en caso de optar por una definición más abierta. Tal vez la aportación más importante a la hora de tratar de unificar criterios sea la de Farah Mendleshon y su obra, Rethorics of fantasy. En ella, desestima la necesidad de delimitar una concepción fija del concepto de fantasía. Se trata aquí de aproximarnos a las características propias de la literatura fantástica para tratar de entender las formas en que funciona, en toda su diversidad.
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En base a esto, podríamos diferenciar: •
Fantasía de portales, en la que el/los protagonista/s se introducen en el mundo fantástico desde su mundo normal. Así, encontramos que tienen que descubrir este nuevo mundo, en el que tendrán que llevar a cabo alguna misión.
•
Fantasía inmersiva, en la que el mundo fantástico forma parte de la normalidad de el/los protagonista/s, lo que requiere de una retórica diferente. El mundo no ha de ser explicado como algo extraño, sino que ha de ir siendo desvelado poco a poco al lector.
•
Fantasía intrusiva, en la que los elementos fantásticos irrumpen en la vida de el/los protagonista/s, y el conflicto se sirve de la necesidad de vencer o resolver al elemento extraño.
•
Fantasía liminar, aquella que se serviría de la semejanza a un realismo en el que aparecen elementos misteriosos o extraños, pero que se mantienen en el límite de la narración, sin ser explicados o comprendidos del todo.
Al margen de estas categorías estarían, por supuesto, las formas híbridas, que en su amplia gama de posibilidades nos hacen tomar consciencia de la riqueza de un género como el fantástico, que se sirve, cómo no, de trascender fronteras. A fin de cuentas, a la hora de entender los distintos géneros, no se trata tanto de establecer límites que los encasillen, como de asumir y comprender a qué parcelas de la literatura nos estamos refiriendo en cada momento. Sólo por medio de una mayor comprensión podemos alcanzar una mejor exploración de lo que se nos ofrece, y en el caso de la literatura, no iba a ser distinto. A partir de ahí, empieza el juego. ¿Conoces ejemplos de todas estas categorías? ¿Cuál es tu favorita? ¿Cómo las combinarías? Imagina. La imaginación no tiene límites, así que lánzate a la fantasía. Sara Esturillo
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FANFICTION: CRÓNICAS DEL PERSONAJE
campo santo
Nadie me mira con la intención de mirarme. Aquí soy una sombra y eso me complace. No tengo que esconder ninguna de mis cicatrices aun cuando la luna las rebela todas con su luz brillante. Mis días dentro de esta pequeña iglesia aislada pueden parecer una rutina, pero este cerebro prestado necesita estímulos. No hubiera aprendido a hablar ni a leer si no fuera porque quien lo haya tenido antes era una persona bastante curiosa. Así, me paso los días intentando adquirir habilidades nuevas, porque mentiría si dijera que una parte muy profunda de mi alma no tiene esperanzas de transformarse en alguien normal, si es que consigo definir tal concepto. A veces esta especie de rutina se ve interrumpida por la muerte. Lo que a todos les parece el fin, para mi significa el principio. Es así como he decidido esconder mi existencia. Hoy es una de esas veces. Los parientes y conocidos entraron en el campo santo acompañando al fallecido, cada uno con su ritual. Las mujeres se enjuagaban los ojos con sus pañuelos blancos y los hombres cargaban el ataúd, cubriendo de hielo cualquier emoción que amenazase con manchar su virilidad. El silencio y sobriedad de la tierra negra eran los únicos testigos que observaban a mi lado. Mientras el párroco recitaba el mismo sermón que oigo cada vez que alguien pasa al otro mundo, yo desgarraba la tierra de las entrañas del campo santo, haciendo sitio para el nuevo inquilino. Normalmente no presto atención. Todo es sobre la tristeza de vivir en este mundo y la alegría de aquellos que viajan al otro limpios de pecado o de cómo allí pagarán por los cometidos en vida. Poco saben que la vida es energía y la energía no puede vivir ni morir, solo viajar por la materia. Si no fuera así, yo no estaría aquí. De repente, entre las frases repetidas, escuché un nombre. Víctor Frankestein. La pala se resbaló entre mis dedos y cayó en el fondo de la tumba, haciendo que por primera vez todos los presentes giraran sus miradas hacia mi. La tristeza me invadió y me llevó de rodillas frente al féretro. Expulsé sonidos sordos de dolor que hacían eco en la húmeda tarde gris. Ya no me importaba que vieran mis cicatrices, las incisiones que uníann mis miembros, la creación de mi padre. Supongo que solo podemos esconder quiénes somos por un tiempo limitado. El mío había llegado a su fin. V. Cervilla
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Recuerdos entre llamas
TÁRTARUS Tres días después, caminaba con tranquilidad en dirección al huerto. Era muy temprano, y me disponía de nuevo a empezar una larga jornada a las órdenes de Rio. No había vuelto al trabajo desde el día de la reunión con el resto de dragones. Hien había decidido que lo mejor era no mostrarme en público mientras el sol de Khaos estuviera en lo más alto. Todos menos Rio habían estado de acuerdo. Me recomendaron pasar esos días oculto en la caverna para evitar el riesgo de transformarme de forma involuntaria, ya que todavía no lo controlaba a mi antojo. Y así había sucedido, me había transformado una vez cada día, pero me limité a volar cruzando las montañas siempre lejos de la aldea. Ya tenía el control casi total del modo dragón. Practicar sin presión, sabiendo que nadie intentaba atacarme, me benefició. Era capaz de volar de forma ágil a mi antojo, dejarme llevar por las ventiscas cuando me convenía, comunicarme con mis compañeros dragones sabiendo a quién le mandaba el mensaje y, sobre todo, controlar cuándo quería o no ser humano o dragón. Al doblar una esquina, el huerto apareció ante mis ojos. Seguía igual que siempre, con todas las zanjas y frutas a medio camino por toda el área. Sonreí, echaba de menos a Dick. Sabía por mis padres que había venido varias veces a visitarme, pero Zhina siempre le había dado excusas de que no quería recibir visitas debido a un terrible malestar. Me sabía muy mal tener que ocultarle mi otra vida a mi mejor amigo, pero me habían dejado bastante claro que no podía confiarle el secreto a nadie. Ni siquiera a mi padre. —¡Pero mira a quién tenemos aquí! —escuché a mi espalda. Me giré, justo para ver la amplia sonrisa de Dick. Él se abalanzó sobre mí y se fundió en un caluroso abrazo. Cuando nos separamos, me fijé en que su cuerpo, ya musculoso de por sí, parecía haber aumentado todavía más. —¿Ya te has recuperado de tu enfermedad? —me preguntó. —Sí, ya estoy bien, gracias. Una gran figura apareció junto a nosotros, ocultando el sol y dejándonos en semipenumbra. Era Rio. —¿Es que siempre tengo que llamaros la atención a vosotros dos? ¡A trabajar! Dick asintió con una sonrisa y empezó a caminar hacia el interior del huerto. Yo me dispuse a seguirle, pero la manaza de Rio me agarró del hombro. —¿Todo bien? —me preguntó con una sonrisa que parecía sincera. —Estupendamente, señor —respondí agradecido por la pregunta. Me alejé de él y me coloqué cerca de Dick. Ahora que el sol de Khaos se había ido, el aturdimiento había desaparecido por completo. Me alegraba de ello, pues resultaba bastante molesto. Horas más tarde, mi amigo y yo caminábamos de regreso a casa para comer. Él iba en silencio. Lo miré. No era del tipo de gente que se callaba en ningún momento, así que intuí que algo le estaba rondando por la cabeza. Pero no hizo falta preguntarle, pues él habló primero. —Sabes tío, he estado recordando estos días a aquel dragón rojo que apareció dos veces. —¿Si? ¿Y eso? —pregunté de la forma más indiferente de la que fui capaz. —Pues... he estado recordando cómo era, y me he dado cuenta de una cosa. Tenía unos rasgos muy parecidos a los tuyos. Se daba un aire a ti, ¡qué tontería!, ¿verdad? ¡Como si tú pudieses transformarte en dragón!
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LA SAGA. Y soltó una carcajada con todas sus fuerzas. Me quedé mirándolo estupefacto. obligándome a reír junto a él. Sin saberlo, había dado justo en el clavo. Entonces vi la figura de un hombre sentado en un rincón de la calle. Parecía ajeno a todo, absorto en sus pensamientos. —Sí, es Zarst, el viejo. Desde que apareció ese dragón está en shock. Camina por la aldea como si fuera un espíritu y a veces se sienta durante horas y no reacciona ante nada. Dick me miró, la sonrisa se había borrado de su rostro. —Creo que la visión de ese dragón le afectó mentalmente. Le ha hecho recordar todo el dolor que sintió con lo de su familia. Miré al viejo con atención. Realmente parecía abstraído del mundo. La pena y la culpabilidad me conmovieron, pero me obligué a caminar al frente y alejarme de allí. Al llegar ante mi casa, me alegré al ver que alguien me estaba esperando. Era Nalha. Aceleré el paso para llegar lo antes posible junto a ella. No la había visto desde el primer día que me transformé. —¡Nalha! ¿Ya estás mejor? ¡Cuánto me alegro! Sus ojos de color miel se iluminaron al verme, lo cual me emocionó. —¡Sí! Ya hace días que regresé a la normalidad. Menos mal que el dragón no ha vuelto —suspiró al decir aquello— ¿Y tú, qué? Te he estado buscando durante días sin suerte. Tu madre me dijo que estabas enfermo, y tuve miedo de que aquella bestia te hubiera hecho daño. Sin previo aviso, me abrazó. Sorprendido, le devolví el abrazo y me limité a disfrutar del calor que desprendía su cuerpo. —No te preocupes. Él no me hizo nada. Nalha levantó la cabeza y me miró. Al hacerlo su rostro quedó a escasos centímetros del mío. —Me alegro mucho. Si a ti te pasara algo, yo… Mi corazón aceleró sus pulsaciones al máximo mientras el rubor cubría mis mejillas, dejándolas al rojo vivo. Nunca había estado tan cerca de ella. Era una sensación maravillosa. Sus labios parecían provocar una sensación atrayente que no podía ignorar. Era el momento perfecto para decirle lo que sentía por ella. No, tenía que besarla y acabar con esta tontería de una vez. Había llegado la hora. Estaba decidido. Pero una mano golpeó mi espalda, sacándome de mis pensamientos y de la situación. Di un traspié y Nalha se vio obligada a apartarse para no caer al suelo. Me giré enojado, para ver quien había echado por tierra mi gran ocasión. Era Lledo, mi padre, que justo pasaba por nuestro lado y nos sonreía amablemente. Mi ira desapareció al verlo. Conociéndole, sabía que no lo había hecho a malas, más bien no se habría dado cuenta del tipo de situación en la que me encontraba. Esa tarde, ya en el huerto, me acerqué hasta Gadhi. Era la primera vez que lo volvía a ver después de la reunión en la caverna. Pero ahora era muy distinto a todo lo anterior. Por fin conocía su vida y los motivos que le llevaban a tener esa personalidad. Cada vez que pensaba en él, me había sentido idiota y estúpido. Estaba decidido a acabar con esto. Cuando estuve cerca, él levantó la cabeza para mirarme con su habitual expresión fría y desafiante. Su gran cabeza cuadrada dejaba al descubierto varias venas marcadas. —¿Qué quieres tú? —me espetó.
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TÁRTARUS Me quedé observándolo sin saber cómo empezar. Él me fulminó con la mirada, empezando a perder la paciencia. —Quería decirte que siento todo lo que ha pasado entre nosotros. —¡Ja! Veo que ya te han contado lo de mi padre. Y crees que ahora que pertenecemos al grupo, vamos a ser grandes amigos. Se dio la vuelta y chasqueó la lengua. —Yo no sabía nada. Lo siento —supliqué. —Es muy fácil venir a pedir perdón ahora —cortó Gadhi sin volverse para mirarme. Decepcionado, decidí regresar junto a Dick. Cuando llegue junto a él, me miró extrañado. —¿De qué iba eso? —Nada. No es importante —le respondí mientras me agachaba para coger unas hortalizas. Horas más tarde, el sol ya había caído y toda la aldea reposaba en calma. Yo intentaba dormir echado sobre la cama, tratando de reponer energías para el día siguiente. «¡Venid todos! ¡Rápido!» Abrí los ojos de golpe. Aquello era un mensaje de Hien, que nos estaba reclamando desde algún lugar. Me levanté de un salto y salí al pasillo. Allí estaba mi madre, que me miró con gesto de preocupación. —No hagas ruido. Vámonos, ¡deprisa! Parece muy urgente. Nos escapamos al exterior a hurtadillas y nos transformamos en dragones, surcando el aire y con la máxima velocidad hacia la caverna. Por el camino, nos encontramos con varios dragones más. Aproveché la ocasión para analizar cómo eran, pues no había podido ver a ninguno transformado. Cada uno era de un color diferente. Pronto descendimos y adoptamos la forma humana. Hien nos esperaba sentado en la entrada de la caverna. Pero no estaba solo, Rio discutía airadamente con él. Cuando nos vieron aparecer, ambos guardaron silencio. —¿Qué pasa? —preguntó Zhina mientras se sentaba. —Aquello para lo que nos otorgaron este poder ha llegado al fin. El destino al que debemos enfrentar. —¿De qué se trata? —preguntó un hombre situado a mi izquierda. Hien junto las manos y resopló. —Khaos me otorgó este conocimiento por ser el primero al que convirtió en dragón, y me dejó muy claro que no debía contaros nada hasta llegado el momento. Pero el momento es este, así que os lo contaré. »Cuando los dioses crearon el mundo, nació de forma involuntaria algo que no fueron capaces de eliminar. Se trata de un cúmulo de energía negativa que hay en el núcleo del planeta. Una energía que va creciendo con el paso de los años y dando forma a una feroz criatura. Intentaron destruirla nada más saberlo, pero la única manera era destruir el planeta y a todos sus habitantes con ella. Así que Khaos tuvo la idea de otorgar el poder de convertirse en dragones a un grupo determinado de personas para que acabasen con esta criatura cuando viera la luz.
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LA SAGA. —Pero —dije, interrumpiendo el relato de Hien— ¿Por qué solo a nosotros, los de esta aldea? Con toda la gente que debe haber en el mundo. El acalde asintió con la cabeza. —Buena pregunta. La razón es porque la criatura viaja por el subsuelo cruzando todo el planeta, y el lugar en el que los dioses sabían que surgiría era este. Nuestra aldea. Así que, nos toca a nosotros acabar con ella. Si hubieran otorgado estos poderes a gente que está a millas de distancia, habrían podido tardar meses o incluso años en enterarse de que la criatura ha surgido y podría haber destruido ya gran parte del planeta. —¿Y cómo te has enterado tú? —le preguntó una mujer. —Yo sé cómo actúa. Conozco las señales que indican que está a punto de emerger. Se trata de pequeñas fisuras a lo largo del terreno que rodea a la aldea. He estado vigilándola durante años, y esta noche ha llegado el momento. Se levantó y los miró muy seriamente. —Preparaos para luchar. Nos enfrentamos a una especie de monstruo tan grande como la aldea que tiene múltiples tentáculos y una enorme boca llena de dientes capaz de tragar cualquier cosa. Es temible, así que tened mucho cuidado. Todos asintieron en silencio. La tensión se podía palpar en el ambiente. Estaba aterrado, hacía pocos días que recién conocía la forma de dragón y ahora tenía que verme envuelto en una batalla a muerte. Mi madre se acercó a mí y me estrujó el hombro con suavidad. —No te preocupes. Sé que has tenido poco tiempo para prepararte, pero vamos a protegerte entre todos. —Ni lo dudes, Allen. Mientras yo viva, no dejaré que te pase nada —afirmó Hien apareciendo a mi lado. Les sonreí, agradecido por sus palabras, que me hicieron sentir un poco mejor. Entonces todos echaron a correr hacia el borde del acantilado y se transformaron, saltando hacia el vacío. Cavilé durante unos instantes, y los imité. Un fuerte estruendo resonó por todo el perímetro y el suelo vibró de forma violenta como nunca antes lo había hecho. A continuación, un rugido que helaba los huesos resonó proveniente de la aldea. Podía ver cómo una gran mole de color marrón surgía desde las entrañas de la tierra y se cernía sobre la población. Aceleré el vuelo, colocándome a la misma altura que mis compañeros. La criatura era tal y como la había descrito Hien hacía tan solo unos minutos. Tenía un gran cuerpo que surgía del suelo, que era casi como toda la superficie de la aldea. Culminaba en una gran boca llena de dientes puntiagudos y innumerables tentáculos que bailaban a toda velocidad. No parecía tener ojos, pero intuía que no le hacían ninguna falta. El monstruo se impulsaba sobre los tentáculos que tenía más cerca al suelo y se iba arrastrando mientras con su gran boca abierta iba tragándose todo lo que encontraba a su paso, incluida la Tierra. Entonces comprendí el gran miedo de los dioses y la importancia de acabar con ella. Si se la dejaba campar a sus anchas, acabaría tragándose toda la superficie de la Tierra, acabando con ella. Varios dragones habían empezado ya la embestida, expulsando fuego hacia sus tentáculos para tratar de dañarlos. Resultaba difícil, pues parecían pequeños ratones peleando contra un gran león. La gente de la aldea había salido ya de sus casas y corría hacia todos lados, intentando huir de la bestia. Habían comprendido que en esta ocasión era inútil esconderse dentro de las viviendas. Como ya había pasado cuando me transformé en dragón, la mayor parte de los hombres sacó sus arcos y apuntó hacia la criatura. Aunque noté una diferencia, en esta ocasión habían sacado sus espadas. Era lógico, pues podían necesitar en cualquier momento defenderse cuerpo a cuerpo.
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TÁRTARUS Todos los dragones sobrevolaron al monstruo y le atacaron desde varios puntos, pero yo seguía inmóvil, observando la situación desde la retaguardia. No sabía cómo ni por dónde atacar. Entonces divisé una figura que corría a toda velocidad hacia uno de los tentáculos. Era Dick, que se estaba lanzando con su espada en alto. El tentáculo pareció predecir el ataque y empezó a moverse en dirección a él para barrerlo con un golpe. Si le acertaba, Dick saldría despedido y podría morir. No debía permitirlo. Descendí en picado lo más rápido que pude y lo sujeté con las garras justo antes de que el tentáculo le acertara. Ascendí con él y lo llevé hasta el exterior de la aldea, lejos del alcance de la criatura. Dick me miró asombrado, con los ojos como platos. Sentí como me estudiaba rápidamente. —¿A... Allen…? Aquello me pilló por sorpresa. Me había reconocido. Decidí dejar mi promesa a un lado y asentí con la cabeza. Él quedó boquiabierto al comprender mi respuesta. Entonces, estiré las alas y regresé a la batalla. Para mi alegría, mis compañeros dragones estaban consiguiendo inutilizar varios de los tentáculos. Comprendí entonces la estrategia de Hien, bloquearlos todos y después atacar el cuerpo central para acabar con su vida. Me decidí a lanzarme sobre un tentáculo que se movía sin parar, golpeando varias casas repetidamente. Me impulsé con las garras por delante y las fauces abiertas y enganché su carne con fiereza. Hundí los colmillos y garras y presioné mientras expulsaba fuego sin cesar. El tentáculo cedió y se partió en dos. La bestia soltó un rugido que estalló por todos los rincones. «¿Acabas de arrancarle uno de cuajo?» me dijo mi madre en la mente. «¿Cómo lo has hecho? Ninguno ha sido capaz, y ya llevamos rato luchando». Sentí el desconcierto en su voz, lo cual me extrañó. «Allen, eso ha sido fabuloso. Sigue atacando que te vamos a cubrir». Aquella había sido la voz de Hien. Asentí y me lancé hacia otro tentáculo. De nuevo me sentía genial en el modo dragón. La sensación de que estaba recordando regresó y de pronto me sentí como si hubiera volado durante toda mi vida. Continué atacando sin cesar hasta lograr arrancar tres más. Los gritos de la criatura resultaban cada vez más terribles y podía notar cómo su fuerza y brutalidad estaban disminuyendo por momentos. «¡Vamos! ¡Ya solo le quedan cinco tentáculos más y lo tendremos!» me animó Hien. Confiado, realicé una pirueta en el aire para lanzarme a por el siguiente tentáculo. Le había cogido el gusto a pelear, sacando a la luz todos mis instintos de dragón. «¡Cuidado!» Me giré al escuchar el aviso justo a tiempo para ver cómo un tentáculo venía directo a mí a toda velocidad. Me aparté lo más rápido que pude, pero el tentáculo realizó un giro y acortó distancias. «¡Aparta, Allen! ¡No dejes que eso te golpee!» Pero era inútil, el tentáculo había cambiado su dirección demasiado rápido y yo no tenía tiempo de reaccionar. Me quedé observando, petrificado, cómo volaba directo hacia mí, sin remedio. Imaginé cómo sería la dureza del impacto. Sin duda me lanzaría a varios kilómetros de distancia y tal vez podría romperme varios huesos o incluso matarme. Me maldije a mí mismo por haberme confiado, por haber creído que sería tan fácil. Entonces, cuando ya casi podía sentir el impacto, un dragón me apartó de un golpe, poniéndose delante. Estiré el cuello para ver cómo me observaba con dureza. «Aparta». Al segundo siguiente, el tentáculo golpeó a mi salvador y lo mandó contra una montaña. Quedé conmocionado, aquel golpe había sido brutal, y lo había recibido por culpa mía. Había reconocido aquellos ojos: era Gadhi. Él me había salvado. La tristeza y culpabilidad que sentía era tan fuerte que casi no podía soportarla.
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LA SAGA. Abrí las fauces y rugí en dirección al cielo, mientras soltaba la llamarada más grande que jamás había logrado. Los bramidos de la bestia quedaron eclipsados por mi rugido. Estaba furioso, e iba a acabar con todo esto antes de que nadie más pudiera salir herido. Me abalancé sobre el siguiente tentáculo y lo calciné por completo con mi fuego, que gracias a la rabia era más poderoso que nunca. Acto seguido, salté sobre el siguiente, y lo arranqué como había hecho con el primero de la noche. Me percaté de que una figura corría por las calles y un tentáculo estaba a punto de aplastarla. La sangre hirvió en mi interior al comprobar que se trataba de Nalha. Volé en dirección al tentáculo y lo embestí con toda mi fuerza, logrando apartarlo del camino de la chica. Ella tropezó y se giró para mirarme. Sus ojos estaban llenos de miedo y no dejaba de temblar. Aterricé junto a ella e incliné mi hocico para que pudiera acercarse y tocarlo. Nalha pareció comprenderlo. Lentamente, y sin dejar de mirarme con desconfianza, se levantó y acarició mi hocico. Una sonrisa se dibujo en su rostro provocando una oleada de felicidad en mi interior. Había conseguido que ella venciera su miedo a los dragones para tocar uno. Aunque no sabía si, como Dick, ella también sabría que era yo. Me giré hacia la bestia para observar su estado. Ya solo le quedaban dos tentáculos que los compañeros estaban abatiendo en ese momento. Había llegado la hora de atacar el cuerpo central y terminar con su vida. Me lancé a toda velocidad contra él, mientras abría las fauces lo más rápido que podía y lanzaba una llamarada con el máximo empeño del que era capaz. El fuego cubrió la superficie del cuerpo de la criatura, provocándole serias quemaduras. Repetí el ataque varias veces, sin descanso. El resto de dragones se unió a mi y entre todos logramos terminar con la vida de la bestia, que se desplomó en el suelo, inerte. Todo había terminado. Descendimos al suelo entre jadeos. Observé los restos de la aldea. Había quedado destrozada casi por completo. Varios cuerpos sin vida se agolpaban por distintas zonas entre las ruinas. Era una visión terrorífica. Hien regresó a su forma humana y nos miró al resto. —Está bien, ya no importa que nos descubran. Podéis regresar a vuestra forma humana. Todos obedecimos. El dolor y cansancio me castigó con dureza, obligándome a inclinarme en el suelo. Mientras jadeaba, levanté la cabeza en busca de noticias de la gente que no había podido ver durante la batalla. —¿Donde está mi padre? —murmuré. —Aquí —dijo una voz a mi espalda. Me giré para ver cómo mi padre me miraba con seriedad mientras la sujetaba. Ella parecía inconsciente. —¿Qué le ha pasado? No me digas que está... —No tranquilo, parece que ha sufrido varias heridas, pero se recuperará —me tranquilizó Hien apareciendo a mi lado. Suspiré aliviado. Me fije en mi padre, que seguía mirándome sin quitarme el ojo de encima mientras acariciaba el rostro de mi madre. Se hizo un tenso silencio entre ambos, acababa de descubrir que su mujer y su hijo eran dragones. No sabía cómo se tomaría la noticia. —Así que dragones, ¿eh? Debí haberme dado cuenta —resopló el al fin. Y me sonrió con franqueza, tan afable como siempre. Me dirigí a Hien, preocupado.
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TÁRTARUS —¿Ha habido alguna baja? El asintió con la cabeza y me miró con gesto grave. —Gadhi y Rio han muerto. De los aldeanos que me he podido enterar, Zarst el viejo también ha muerto. Lo sentía por Rio, pero la noticia de la muerte de Gadhi me hacía muy responsable. Había muerto por mi culpa, por mi estupidez cuando me confié y el decidió ponerse en medio para recibir aquel ataque mortal. El alcalde me apretó el hombro con suavidad. —No te preocupes por Gadhi. Sé que estás sintiéndote mal porque se sacrificó por ti. Piensa que ahora podrá descansar en paz. Al igual que Zarst, que vivía atormentado por la pérdida de toda su familia. Una lágrima rodó mi mejilla, incapaz de contener la tristeza que me había dado siempre su situación. —¿Significa esto que ya se ha acabado el tiempo de ser dragones? —pregunté en un susurro. —Para nosotros, sí. Ya no nos podemos transformar. Pero tu parece que sí. Estoy seguro de que por fin entiendes todo respecto a tu naturaleza. Lo miré con desconcierto. Y algo en mi interior se abrió y lo comprendí. Yo era la reencarnación en humano de un dragón puro. Los cuales existieron sobre la Tierra en sus primeros años de existencia. Por eso podía controlar mejor las habilidades y tenía más fuerza que los demás. Por eso cuando volaba, tenía la sensación de que recordaba, porque estaba regresando a mi esencia natural. Y debido a eso, ahora era el único de ellos que podía seguir siendo un dragón para el resto de la vida. El dios Khaos consideraba para superar nuestro destino otorgarme el poder a mí también, por eso lo hizo a pesar de que su sol ya no estaba en lo alto cuando nací. —¿Tú lo sabías desde el principio? ¿Por qué solo yo era un dragón puro? El alcalde suspiró y paseó la mirada por las ruinas. —Sí, yo lo sabía todo desde el principio. Al parecer Khaos solo era capaz de aplicar esa reencarnación una vez. Y la utilizó contigo. Me sonrió, y yo le devolví la sonrisa, contento de que todo hubiera terminado. En ese momento, un gran número de aldeanos se arremolinó frente a nosotros, mirándonos boquiabiertos. Todos mantenían silencio y nos miraban con gravedad. —Así que vosotros erais los dragones a los que hemos temido tanto tiempo —dijo una mujer El murmullo se intensificó. Hien dio un paso y extendió los brazos. —Sé que nos os odiáis y teméis. Pero no quisimos haceros daño. Podéis confiar en mí. —¡Destruisteis la aldea y matasteis a nuestras familias! —No sabíamos lo que hacíamos. Disculpadnos. Un hombre mayor salió de entre el grupo y se giró hacia los aldeanos. —Pero, ¿no os dais cuenta? Sino fuera por ellos ahora estaríamos muertos. ¡Son nuestros salvadores! Los gritos cesaron sustituidos por un suave murmullo. —¡Tiene razón! ¡Son nuestros salvadores! —dijo alguien entre el gentío.
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LA SAGA. Varias voces se unieron a ese grito y pronto todos los aldeanos nos estaban aclamando. Nalha apareció entre el gentío y salió corriendo hacia mi. —¿Eras tú, ¿verdad? ¡Aquél dragón rojo que me salvó! Sonreí, orgulloso de que lo hubiera comprendido sin tener que explicárselo. —Sí. Era yo. Ella soltó una carcajada y saltó sobre mi. Y, esta vez sí, la besé. Fue un beso largo, lleno de pasión y alegría contenida. Sentí que era algo que ambos llevábamos deseando durante años, pero ninguno se había atrevido a dar el paso definitivo. Nos separamos y la agarré por la cintura mientras me reía sin casi quererlo. Estaba feliz, todo había salido bien y los aldeanos ya no temían a los dragones. Lancé a Nalha hacia arriba y me transformé en dragón, haciendo que cayera sobre mi lomo. Ascendí rápidamente hacia el cielo, sobrevolando el gran grupo de aldeanos que nos miraban con admiración. Entonces vi a Dick. Sentado sobre un muro derruido. Nuestras miradas se cruzaron y me sonrió, mientras levantaba el pulgar hacia arriba. Volé a toda velocidad sin rumbo, mientras soltaba una llamarada de esperanza y felicidad. Alex J. Román
FIN Nuestra saga “Recuerdos entre llamas” termina, pero volveremos en enero con una nueva aventura y nuevos personajes. ¡NO TE LO PUEDES PERDER!
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MIRANDO MÁS ALLÁ. ILUSTRACIÓN
Felipe Escobar (Fesbra)
Ilustrador y artista de concepto chileno con más de 3 años de experiencia en el ámbito freelance profesional. Específicamente dirigido a la industria del entretenimiento en el área de videojuegos y table top. Ha trabajado para empresas como Movimiento Épico, Niebla Games, Cryptozoic, Paizo y otros. Encuéntralo en: Portafolio online: https://fesbra.carbonmade.com/ Artstation: https://fesbra.artstation.com/ DeviantArt: http://fesbraa.deviantart.com/ Facebook: https://www.facebook.com/Fesbrart
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NAVEGANDO ENTRE LIBROS. RESEÑA
´ El Guardian
de Mario Buenaventura Si sólo pudiera decir una cosa sobre El Guardián, no me quedaría más remedio que centrarme en lo más sobresaliente: ha sido una grata sorpresa. Éste es uno de esos libros en los que, todo hay que decirlo, no había puesto demasiadas esperanzas, y sin embargo, heme aquí, contenta de haberme equivocado. Me explico. La recomendación de El Guardián me llegó en un momento de saturación: después de leer –o intentar leer– varios libros de autores incapaces de comprender que una novela necesita ser revisada –he tenido que contenerme para no escribirlo en mayúsculas–, no me sentía capaz de enfrentarme a una novela como ésta. ¿Y cómo es? Pues una novela escrita por un muchacho de quince años. Mario Buenaventura acaba de terminar el bachiller en el Liceo Luis Buñuel de París, pero concluyó su novela hace más de dos años. Todos nos inclinamos a pensar lo mismo cuando leemos algo así en la contraportada, y yo también soy humana. En todo caso, allá que voy. Con una amabilidad que este mundo no es tan frecuente como uno podría desear, Mario se ofrece a darme él mismo un ejemplar, y si de algo soy incapaz de es de decir que no a un libro nuevo. Quedo con él en la estación de metro de Champerret, que nos pilla a medio camino a los dos, y le invito a un café, pero tiene prisa por marcharse y declina, amable y algo tímido. Claro que tiene prisa, por Dios, estamos –estábamos– en junio: este chico tiene que estudiar para selectividad y ya ha publicado un libro. Y yo con una carrera y un máster, y aquí sigo. En fin, dejémoslo ahí, ¿no? En el metro de vuelta a casa, abro el libro y empiezo a leer, porque ¿qué más se puede hacer en el metro? Leo el primer párrafo y cierro el libro del golpe. Miro al frente. «Tócate los… –¡perdón, perdón!– Si encima será bueno, el tío». Esa es, más o menos, la cronología de los acontecimientos. Y ahora, a lo que vamos, que me enrollo como una persiana. El Guardián es primero, y ante todo, una novela de aprendizaje. Es la primera novela de este autor, y se nota. Pero se nota de una forma positiva, y eso es, creedme, más difícil de encontrar de lo que a mí me gustaría. Lo esencial es que Mario Buenaventura sabe escribir. Hay materia prima. Todo lo demás, es pulimento. Mejorar el ritmo, el argumento, la tensión, los personajes… sí. Todo se puede mejorar. Pero eso es lo bueno: que hay un punto de partida. A menudo no tenemos ni eso cuando nos enfrentamos a un autor novel, y lo único que deseas es tirar el libro por la ventana.
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A mí El Guardián me ganó desde el momento en que corroboré que las erratas se reducían casi a cero, y que las incoherencias sintácticas o las redacciones farragosas eran prácticamente inexistentes. ¿Os parece que no pido mucho? Este chico merece un monumento, visto lo visto. Es una novela de autor novel en la que la forma de escribir te hace olvidar este hecho. Una vez que pasamos las páginas, estamos ante la historia de Félix Loweda, un joven campesino del reino de Guizuí en el que gobierna el Cuarto Brakma. Nada de largas introducciones, la narración nos mete en la acción desde el minuto uno: Félix huye, le va la vida en ello, y tendremos que averiguar qué es esa criatura que le persigue y por qué va tras él. A partir de ahí, a su viaje de crecimiento y descubrimiento de sí mismo se apuntarán dos jóvenes buscavidas: Juan, el melancólico muchacho que encierra un misterioso pasado, y Sharab, que suele poner la nota alegre del trío. Pronto se encontrarán también con alguna que otra muchacha, de entre las cuales Sara será la que ocupe todos los pensamientos de Félix –sí, tengo que decir que con lo del nombre me ganó un poquito más, juas, juas–. Si tengo que buscar alguna nota negativa, hay que decir que una vez que superamos un inicio muy trepidante, la acción se ralentiza mucho hasta la mitad de la novela, y a menudo los problemas que surgen parecen resolverse más rápido de lo que han llegado, pero hay un hilo conductor que nos acompaña desde la primera línea hasta que concluimos la lectura, y eso le da cohesión a la narración. El único “pero” auténtico que puedo resaltar es el de que los personajes femeninos aparecen siempre como complemento de algún personaje masculino. Las chicas en esta novela parecen venir perfectamente contadas para complementar a cada uno de los tres protagonistas, y su intervención en la trama es casi nula, salvo para lo que concierne a los asuntos románticos. Hay mucha dulzura y madurez en la forma en que se trata este tema, pero tal vez ese es el verdadero campo en el que éste autor debe dar un paso más. Un personaje femenino que tiene fuerza por sí mismo siempre es muuuuucho mejor. Se lo perdono, porque es muy joven y porque todo el que tiene algo que mejorar, tiene un campo maravilloso por explorar. Yo, por mi parte, pienso seguir de cerca las futuras publicaciones de éste autor, y os animo a que hagáis lo mismo. Elijáis lo que elijáis: ¡Felices lecturas! Sara Esturillo
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NAVEGANDO ENTRE LIBROS. RESEÑA
El Legado de Thalios de Sandra Adrián
Vamos con una fantasía de corte épico, algo un poco más tradicional y ajustado a los tópicos del género que el resto de obras que venimos reseñando en los últimos números. ¡Aquí todo tiene su hueco! Nos vamos con una obra ambientada en el Reino de Galeden, pero antes de meterme en materia, voy a aprovechar este espacio para hacer referencia a algunos de los problemas que más lastran a los autores debutantes y que, tal vez por desconocimiento, siguen estando presentes obra tras obra. Una humilde aportación para la cual Thalios puede servir de ejemplo, aunque no es en absoluto un caso aislado. Empezaré fuerte, pero seguid leyendo, porque os prometo que hablaré del libro. Tengo que decir que, en un primer momento, me presté a abrirlo por su primera página con algunas reticencias. Entendedme: Galeden, Galemith, Gámelon, Gálora y, aunque un poco más alejados, Gruhmnion y Guizuí, son algunos de los últimos títulos con los que me he topado. A veces, supongo, es inevitable mirar la nueva oferta con un ojo suspicaz, porque si ya es decepcionante que nos vendan la misma moto con otro nombre, tanto más cuando ni siquiera se esfuerzan mucho en cambiar ese nombre. Así que comprenderéis que cuando abrí este nuevo libro no lo hice con las expectativas muy altas. Necesitamos poner en valor la originalidad de lo que se nos ofrece; en caso contrario, será muy difícil hacer remontar un género que ya de por sí lo tiene difícil en España. Por otra parte, hay un aspecto al que a menudo no se le presta toda la atención que merece: el diseño de portada. No se trata sólo del envoltorio de la obra. La cubierta es lo primero que el lector se encuentra, la primera ventana al nuevo mundo que está a punto de abrirse, y ya se sabe que las primeras impresiones son cruciales en esto del conocerse. El problema de Thalios es que se ha elegido una foto que hace una alusión clarísima a El Señor de los Anillos, cosa que no ayuda a convertirla en una obra apetecible. Y os preguntaréis, ¿por qué? ¿No es El Señor de los Anillos el mejor ejemplo de novela fantástica? Precisamente. Uno de los mayores lastres con los que carga la fantasía es el de la falta de originalidad. ¿Cuántas veces hemos oído que “la fantasía es siempre lo mismo”? No podemos caer en el error de cumplir con aquello que más se critica, y si ya desde su portada una obra anuncia no ser más que una copia de algo que fue mejor, las expectativas del lector se reducirán a cero.
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TÁRTARUS
Así que a priori, El legado de Thalios comete algunos errores que, por desgracia, no le ayudan nada. En realidad, aún no hemos empezado a leer, y ya vamos mal predispuestos a su lectura. Si fuéramos un potencial comprador del libro, ya lo habríamos desechado. Autores, tenedlo en cuenta. Pero démosle a la obra la oportunidad que merece. Nos adentramos en Galeden y el panorama no parece falto de promesas. Nos encontramos ante el dilema de un rey, que después de perder a su esposa en el parto de sus dos hijos gemelos, Duimen y Dainen, profetiza ya el problema de un futuro enfrentamiento entre los dos hermanos por el trono. No es un tema nuevo, pero pronto nos queda claro que éste no será el único punto de interés en la novela. Nada más pasar al primer capítulo se nos presenta un nuevo personaje, Balion, que nos traslada a un punto diferente de la acción. Asumiremos por un momento que él es nuestro protagonista, pero no es así. El legado de Thalios no tiene un protagonista claro, sino que más bien nos ofrece los distintos engranajes de una historia por medio de los diferentes personajes que integran el mecanismo, y sólo uniéndolos a todos podemos entender el transcurso de la historia. Una amenaza externa en forma de traición personal se cierne sobre el Reino de Galeden, y tal vez Esthelio, el antagonista y la mente pensante de esta venganza sea uno de los personajes más interesantes de la novela. La guerra es cuestión de tiempo, y la división por culpa de los rencores personales entre Duimen y Dainen no hace más que servir el reino en bandeja de plata a quienes quieren verlo derrumbarse como un castillo de naipes. En medio de todo esto, los elfos tendrán también su lugar y su papel. En definitiva, una historia plagada de personajes con unas preocupaciones muy humanas. Tal vez el único “pero” en este caso sea que algunas de las actitudes, especialmente las que tienen que ver con el romance, ocurren con tanta rapidez que uno no tiene tiempo de llegar a empatizar con el personaje, pero eso no desluce una psicología que la autora ha tratado con bastante mimo. Como siempre, habrá que tener paciencia con algunos de los fallos ortográficos o gramaticales que se puedan presentar, pero a pesar de ello, la novela de Sandra Adrián merece una muy honrosa oportunidad. Animaos a conocer Galeden: la opinión que importa es la vuestra. Felices lecturas, y hasta el próximo número. Sara Esturillo
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LA MUNECA
TRÁS LOS MUROS
Recuerdo como si fuera ayer el día en que mi padre me obsequió la muñeca. No era mi cumpleaños ni había obtenido una buena nota en la escuela; el solo llegó de su trabajo, sonriente como siempre, y me entregó una caja bellamente envuelta. La sorpresa al observar tan hermosa muñeca ha quedado grabada en mis retinas. Porque no se trató solo de la típica emoción de una niña al recibir un juguete, sino, más bien, del éxtasis que el adicto vive al observar su dosis. Sin comprender de manera certera la razón, sabía que todo mi mundo cambiaría a partir de ese momento. Los ojos. Esos profundos ojos color esmeralda que atravesaron mi infante alma hasta estremecerla en lo más íntimo. Mi padre quedó satisfecho con mi reacción y prosiguió con la rutina de saludar a mi madre, lo que me dio la oportunidad de correr a mi habitación. Reitero que cada escena de ese día la revivo como si hubiera transcurrido ayer, aunque unos años hayan transcurrido. Sentada en el piso de mi cuarto, me dediqué a peinar y arreglar el vestido de mi nuevo tesoro. Su cabello negro azabache brillaba con una intensidad anormal y al tacto de mis suaves dedos se sentían fríos, muy fríos. Quizás por error o porque el destino dispuso que así sucediera, golpee la caja que había contenido a la muñeca y de ella cayó una caja más pequeña. En ella no encontré el típico peine y sombrero de plástico; dentro se encontraban cuatro pares de ojos, cada par de un color distinto. Su visión no me asustó, pero recordándolo hoy es inevitable no aceptar que una leve alarma se encendió dentro de mí. Solo rozar su acristalada superficie fue suficiente para que un escalofrío recorriera todo mi delicado cuerpo. Pero lo aclaro, nunca tuve miedo. Esa mirada me confortaba, enviaba una seguridad a mi mente que nublaba toda sospecha o temor. Los hechos que transcurrieron entre ese primer encuentro y el momento de acostarme son fugaces destellos. Trozos de fotografías familiares, cenando, mirando televisión y lavándonos los dientes. Pero en cada fragmento una constante se repetía: la muñeca estaba a mi lado. Rearmé las escenas como un rompecabezas en numerosas ocasiones y la conclusión se repite. El único segmento que recuerdo vivamente es cuando cambié los ojos de la muñeca. Nunca comprendí el motivo de mi elección, o quizás ya no era yo quien dominaba mis decisiones, pero le quité los verdes y, a presión, inserté los rojos. Una niebla ahogó mi mente desde ese instante y todo se volvió fuera de control.
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TÁRTARUS No me mal interpreten, no sucedió de manera instantánea. Pero el tiempo comenzó a desfigurarse y cada suceso tomó un tono surrealista. La película en mi memoria retorna a su velocidad cotidiana cuando un grito me despertó en medio de la noche. Sobresaltada me senté en la cama e instantáneamente noté que la muñeca no se encontraba a mi lado. Desde la habitación de mis padres llegaban ruidos extraños, algo similar a las garras de un gato rascando la madera. En contra de cualquier instinto obvio, bajé de mi cama y me dirigí al pasillo que comunicaba nuestras habitaciones. Al colocar un pie sobre el alfombrado piso, el enrarecido aire golpeó mi rostro. Los ruidos continuaban y se volvían más frenéticos al acercarme a la puerta. Solo cuando llegué al portal noté la rojiza luz que envolvía el interior del cuarto. Miré hacia la cama donde deberían encontrarse mis padres, pero estaba revuelta y vacía. Un quejido llamó mi atención y observé petrificada los cuerpos de mi padre y madre tendidos en el piso, boca abajo y completamente rígidos. Mi madre no emitía sonido alguno y mi padre haciendo un esfuerzo atroz articulaba unas pocas palabras: —Ayúdanos por favor… —Con cada sílaba su rostro se deformaba en horribles muecas de dolor—. Isabela, por favor, ayúdanos. Mi cuerpo se mantenía paralizado, pero nunca sentí temor. Sé que parece irreal mi historia, pero no encontraba una razón para espantarme. Ni siquiera cuando veía las pantorrillas descubiertas de mi padre que se contraían en intensos espasmos o cuando oía estallar los huesos en el interior de su cuerpo. Todo mi ser se dedicaba a contemplar a la pequeña muñeca sentada en la silla frente a la cama y sus brillantes ojos rojos que lo iluminaban todo. Mi padre intentó articular alguna palabra más, pero su esfuerzo se frustró cuando sus globos oculares estallaron y de su boca brotó una cascada de oscura sangre. Una viscosa marea carmesí avanzó por el piso hasta tocar mis desnudos pies. En ese instante los ojos de mi pequeña se apagaron y el aire retomó su normalidad. Mañana abandonaré la habitación que se convirtió en mi hogar estos últimos años. Los médicos aseveran que estoy curada, que todos los vestigios de ver a mis padres morir se han curado. Mañana me buscarán mis queridos tíos para llevarme. Anhelo recuperar mi libertad, sentir la brisa que solo genera la falta absoluta de ataduras. Pero mi mayor deseo es saber que sucederá cuando tome a mi hermosa muñeca y vuelva a cambiar sus ojos. Pablo Stanisci
Pablo Stanisci Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1981. Es estudiante avanzado del Profesorado en Historia. Ha publicado artículos, cuentos, poesías, reseñas literarias y entrevistas en numerosas revistas digitales, entre ellas Lafarium, Dínamo Cultural, Kundra y Crack Magazine. Dos cuentos de su autoría han participado en sendas antologías colectivas organizadas por la Editorial Dunken. Y también realizó los guiones de algunos comics y manga. Facebook: https://www.facebook.com/pablo.stanisci
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Próximo cierre de edición: 15 de diciembre de 2016.
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