EDITORIAL ¿Y si la magia tuviera tantas vidas como un alma? ¿Lo habías pensado? Hubo un tiempo en que por primera vez alguien como tú se quedó en silencio, miró a su alrededor y observó que la realidad debía esconder algún secreto misterioso y mágico que no habíamos descubierto. Entonces unió los hilos de lo que había ante sus ojos y de lo que no en una historia que poco a poco se extendió y contagió a otros a través del tiempo. Así, hoy los cuentos nos llegan de todas partes y de todos los tiempos que ha vivido este planeta. Por eso, en esta ocasión queremos mirar atrás y sentarnos a observar, como lo hizo aquella primera persona, y descubrir los relatos de fantasía ocultos en las etapas de la historia. Revive con nosotros la historia del mundo y las experiencias de nuestros antepasados a través de la fantasía. Recorre los sucesos que marcaron una época y nos trajeron hasta nuestro presente. Vive la magia de la fantasía mientras volvemos al pasado cogidos de la mano. Verónica y Alex
RevistaTártarus @revistatartarus WEB: https://revistatartarus.wordpress.com ISSN-2444-9652 LUGAR DE EDICIÓN: Linares, Jaén (España) CONTACTO: revistatartarus@gmail.com
VIVIENDO LA FANTASíA. Relatos Hasta el último suspiro, de Alex j. Román Tren nocturno a Moscú, de Enara López de la Peña
A TRAVÉS DE LA PANTALLA. Cine Homenaje al terror gótico
Conoce al autor. Entrevista Cristina Bermejo Rey y Juan González Mesa
La escuela de Calíope. Divulgación Historia y Fantasía: una convivencia...¿imposible?
La Saga. Novela El destello esmeralda. Capítulo Final
Taller del escribidor. Ortografía El monosílabo
Mirando más allá. Ilustración María Sol Benia Khabié y Juan Pablo Rodríguez Padilla
Navegando entre libros. Reseñas El secreto de los malditos, de Manuel Palacios
Tras los muros. Concurso Nieve sobre Breslau , de Ana Vigo
Páginas amigas. Colaboración Los artículos y anuncios publicitarios, así como las opiniones de los entrevistados y columnistas, no reflejan necesariamente la opinión del editor. Se prohíbe la reproducción parcial o total del contenido de esta revista sin previa autorización por escrito del editor. Todas las imágenes e ilustraciones así como los textos son publicados con permiso de su autor. La información es correcta en el momento de la publicación.
Quienes somos V. Cervilla
Dirección, edición y diseño
Alex J. Román
Dirección y edición
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Reseñas y divulgación
Corrección de textos V. Cervilla Sara Esturillo
Maribel Marín
Javier Cervilla
Maquetación y diseño
Colaboradores Nazaret Morris
Relaciones Públicas
Gustavo Sierra Consejos de estilo y ortografía
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´ Viviendo la fantasia
HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRO Ahí estaba de nuevo la muralla china que tan bien conocía, imponente y majestuosa, como de costumbre. Seguía deteniéndome a contemplarla un par de minutos cada día, fascinado, como si fuera la primera vez. Caminé hasta mi punto de trabajo, lugar que había logrado convertirse en mi segunda casa los últimos meses. Se trataba del paso de Shanaiguan, allí donde la muralla empezaba a sobrevolar el Océano. Éramos un buen número de constructores cuyas consignas eran rehabilitar varias zonas de la muralla, pero no se trataba de un trabajo cualquiera, sino de algo inesperado que a todos nos llenada de orgullo. Nuestra oportunidad de entrar en la historia de China. Por lo que había podido comprobar, yo debía ser uno de los más jóvenes de todo el equipo, con apenas treinta y cinco años. Llevaba en el oficio de la obra desde muy pequeño, pero nunca, ni por asomo, llegué a imaginar que se me presentaría tal oportunidad. —¡Buenos días! —me saludó uno de mis compañeros cuando ascendí hasta mi lugar habitual—. Hoy hace un día espléndido. Estoy seguro de que será fabuloso. Asentí con una amplia sonrisa y me giré para iniciar mi jornada, pero antes de que tuviera tiempo siquiera de tocar una herramienta, un potente estruendo lo envolvió todo. Descubrimos con horror como un numeroso grupo de hombres protegidos con armaduras se avecinaba a la carrera hasta los bordes de la muralla y comenzaba a escalar los muros.
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—¡Un asalto! ¡Aguantad! —gritó nuestro jefe tratando de hacerse notar por encima del bullicio. Agarré un martillo y me preparé para lo peor. Podía notar la tensión que nos envolvía sin necesidad de mirar a mis compañeros. Era una situación para la que no estábamos preparados. No cabía duda, se trataba de un nuevo ataque Manchú bajo las órdenes del general Yuan. Ya conocíamos la posibilidad, aunque escasa, de que aquello llegase a suceder. Habían protagonizado múltiples ataques a la dinastía Ming, que reinaba en China en la actualidad, pero el ejército nunca consideró que nuestro punto fuese uno de los objetivos de los enemigos y decidió centrar su atención en otras zonas de la muralla, según ellos, más vulnerables. Su error de cálculo nos había llevado a vernos frente a una amenaza a la que no veíamos claro poder sobrevivir. Pese a que todo estaba en nuestra contra, nos abalanzamos contra ellos dispuestos a dar la vida si era necesario. Sabía que tanto yo como mis compañeros éramos capaces de sacrificarnos por el bien de nuestro país. Sin casi darme cuenta, me vi envuelto en un mar crudo en el que solo era capaz de atisbar flechas, sangre y muerte. Mis oídos tampoco funcionaban, aplastados por el feroz sonido de la batalla. Solo nuestro coraje y físicos potenciados por el trabajo en la obra, nos hizo resistir el primer choque, pero, como era lógico, la escasa instrucción en el arte de la lucha terminó por convertirse en la mayor de nuestras debilidades. Sin embargo, había algo más: nuestros rivales parecían tener un escalofriante poder que debilitaba nuestras fuerzas y acrecentaba las suyas. Chasqueé la lengua y recordé la mala fama que el general Yuan tenía de practicar con artes oscuras. Cuando todo parecía ya perdido, el grueso del ejército real de China apareció por uno de los flancos para caer sobre nuestro rival. Extendí una sonrisa de alivio y me permití exhalar un suspiro. Alguno de mis compañeros debió ingeniárselas para avisarlos. Me refugié como pude en el interior de la muralla para esperar a la más que segura victoria de nuestro ejército. Pese a todas las artimañas que pudieran utilizar, los nuestros los superaban en número con creces. Estaba satisfecho. Mi pequeña aportación ya había sido completada. Alex J. Román
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TREN NOCTURNO A MOSCÚ «Respira, respira, vamos, respira, por favor…» Luka Rukovsky se despertó y cogió una gran bocanada de aire, como si el oxígeno a su alrededor fuera a extinguirse y solo tuviera una última oportunidad para llenar los pulmones. Se quitó los guantes y buscó en su garganta las marcas. Estaba convencido de que notaría las huellas de los dedos que hacía unos instantes trataban de asfixiarlo, pero no fue así. «Un sueño, no era más que un sueño», trató de calmarse. Con el corazón más sereno, volvió a acomodarse en el asiento y aspiró despacio. Enseguida se arrepintió. Apestaba como el interior de una caja de zapatos usados. En realidad, todo el vagón desprendía aquel olor que se adhería a las vestimentas de los pasajeros tras horas de trayecto. Sabía que después de llegar a la estación su piel y su cabello todavía conservarían el aroma a cuero gastado y sudor, un desagradable perfume del que no podría deshacerse hasta llegar a su casa, a las afueras de Moscú. Recordar el hogar de sus padres le animó, con sus techos altos, columnas blancas y suelos alfombrados. Las cortinas de terciopelo verde tras las que se ocultaba de niño y la enorme chimenea, ornamentada con cabezas de lobo de ónice que cabían en sus pequeñas manos. Su padre le contaba que las noches de luna llena adquirían vida y gruñían, chasqueaban la lengua y gemían en la oscuridad, en busca de una víctima que acudiera para hincarle el diente. Para él no era más que una broma que explicaba los ruidos de la leña y el metal enfriándose, pero a Luka
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le aterraba y durante gran parte de su juventud evitó bajar a la sala donde los lobos simulaban dormir como estatuas negras. Pic, pic, pic El sonido en el cristal sacó a Luka de sus ensoñaciones y por un momento pensó en las garras de las bestias arañando el suelo. Pic, pic, pic No provenía del cristal, sino del pasillo. Era como si un objeto afilado intentara agujerear una superficie. Con el sueño ahuyentado, Luka se incorporó, tal vez para acallar el hormigueo que recorría sus piernas, o puede que atraído por el inquietante ruido que cada vez se hacía más fuerte. Era el único pasajero en el compartimento privado, tal como correspondía a alguien de su posición. «Nuestro apellido lo es todo, llévalo siempre con orgullo», solía decir su padre, hasta que un día cogió su revólver y se descerrajó un tiro. Dejó una nota en la que se disculpaba, pero en ningún papel explicó cómo había desaparecido la herencia familiar, agotada entre deudas y apuestas. Solo quedó el título de conde y una casa con los joyeros vacíos. Según el médico, el pulso le tembló en el último instante, por lo que erró el disparo y se agujereó la nuca. Murió más despacio de lo deseado, desangrado. Según su madre, fue un cobarde hasta el final. Pic, pic, pic Repiqueteó en la puerta y Luka salió al pasillo vacío. El sonido metálico contra las vías era lo único que cortaba el silencio de la noche. Bajo la luz tenue de las lámparas de gas miró su reloj de cuerda, que marcaban las tres de la mañana. Sabía que lo apropiado era quedarse en el compartimento, intentar descansar; aún le quedaba un día entero de viaje y no era conveniente malgastar sus horas con falsas ensoñaciones. Sin embargo, la visión al final del pasillo detuvo su mano, antes de tocar el manillar. «No es posible». Era la figura de una mujer. Aunque desde su posición no se apreciaba bien la forma del rostro, los largos rizos que caían hasta la cintura como una cascada eran inconfundibles. —¿Karol? —dijo, acongojado, y, a pesar de estar abrigado hasta el mentón, no pudo evitar estremecerse. Al instante la imagen desapareció. «Debe ser una ilusión, un engaño de la mente», intentó convencerse, «es imposible que sea real». Sin embargo, la duda se cobijó en su pecho y lo que hasta entonces creía auténtico como el tacto del reloj en su bolsillo, le pareció frágil y vulnerable. Peligroso. Tenía que confirmarlo. «Si ella está aquí… no, no debo pensarlo, o nada tendrá sentido». Luka atravesó el pasillo, todos los compartimentos estaban cerrados y el eco de un par de ronquidos lejanos era la única prueba de que estaban habitados. Continuó recorriendo otro vagón de puertas bloqueadas, en un túnel de tonos ocres y azulados por la iluminación artificial, con el crujir de sus zapatos como solitaria compañía. Finalmente llegó al lugar de origen del misterio. Apretó el reloj y cruzó al otro lado. En la penumbra se distinguían los estantes llenos de maletas de diferentes tamaños. Su equipaje
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estaba colocado al fondo, tal como había indicado al sirviente. Se trataba de un baúl grande, forrado en cuero y con resistentes correas que llevaban grabado el emblema familiar. Titubeó un segundo, lo suficiente para que su cuerpo le exigiera regresar a su asiento y dudara de su decisión. Pic, pic, pic El vello de la nuca se le erizó. El golpeteo provenía claramente del interior. «Yo no soy como mi padre, no soy un cobarde». Luka, armado de valor, soltó los cierres. Al alzar la tapa, observó el contenido y suspiró, satisfecho. Sus pertenencias continuaban en la misma posición que las había dejado; la ropa, las botas de montar, los libros de poemas y el revólver de su padre. Luka se inclinó para aspirar despacio, embargado por el olor de los lirios. —Ya queda poco, querida —susurró mientras acariciaba los bucles castaños de su esposa—. Pronto estaremos en casa, Karol. Apartó la manga de una camisa que ocultaba sus ojos, ahora blanquecidos. Todavía los recordaba azules, como el fondo de los canales de San Petersburgo en invierno, antes de congelarse. Y rojos como el atardecer mientras retorcía su hermoso cuello entre las manos. Sin embargo, el color había desaparecido, a excepción de sus labios, púrpura como las petunias. Jamás volvería a llamarle pusilánime. Y cuando llegaran a su hogar se lo demostraría, el pulso del conde Luka Rukovsky no iba a vacilar. Porque él no era ningún cobarde. Enara L. De la Peña
http://www.palabradeamapola.com/ Enara L. de la Peña (San Sebastián, 1987) comenzó su andadura como escritora en la adolescencia y con quince años fue premiada en la XIVª Edición de Literatura Koldo Mitxelena, en la categoría de poesía. Desde entonces las letras han sido su vocación, impulsándola a cursar la carrera de Periodismo en la Universidad de Navarra. Tras su licenciatura ha trabajado en prensa escrita, como Diario Vasco o Diario Jaén, y en televisión; la EiTB (televisión pública vasca) y colaborando en diversas productoras. Logró la tercera posición en el concurso de Ciudad Eficiente con su cuento Ícarus, que ha sido publicado esta primavera en una antología, La Ciudad Soñada, con la editorial Babylon.
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HOMENAJE AL TERROR GÓTICO Haciendo honor al tema central de este número de la revista, la fantasía histórica, y a las fechas en las que estamos, os traigo una película y una serie que aúnan fantasía, historia y terror gótico. ¿Se puede tener un mejor plan para las largas noches lluviosas de otoño? La primera propuesta es un filme que se ha convertido en un clásico del terror por méritos propios. Entrevista con el vampiro es una película estrenada en 1994 y basada en la novela homónima de la reina de la literatura vampírica Anne Rice. La cinta recrea con maestría los escenarios y la ambientación que la escritora dibuja con sus minuciosas descripciones. Nos adentramos en la historia de Lestat de Lioncourt, encarnado por Tom Cruise, un vampiro que de vez en cuando decide conceder a alguna de sus víctimas el don de la inmortalidad. Así conocerá a Louis de Pointe, un joven del siglo XVIII que acaba de perder a su mujer e hijo, un pequeño cambio en cuanto a la novela, ya que en esta a quien pierde es a su hermano. Es este mismo, interpretado por un jovencísimo Brad Pitt, quien, doscientos años después, revelará la historia de cómo se convirtió en vampiro a Daniel Malloy, un periodista de California, interpretado por Christian Slater. Su relato nos llevará a través de distintos periodos
de la historia de Estados Unidos y Europa en los cuales los protagonistas se plantearán el dilema de la inmortalidad, la crueldad de ser un vampiro que se alimenta de almas inocentes, el poder y la ambición. Para los fans de los dos actores protagonistas, esta película será todo un acierto, pero no debemos olvidar la que fue la gran revelación del momento: el personaje de la niña Claudia, una actuación sublime de una Kirsten Dunst de tan solo doce años que le valió una nominación a los Globos de Oro. Además, veremos a un vampiro de sangre española y recién llegado a Hollywood: Antonio Banderas. Todo esto dirigido por el irlandés Neil Jordan, ganador de un Oscar al mejor guión por Juego de Lágrimas. Aunque con algunas diferencias con la novela, algunas por motivos de producción y adaptación del guión y otras por su carácter polémico —en la novela existen varias escenas sexuales entre Louis y la niña Claudia que se censuraron debido a la edad de la Dunst—, la cinta recoge con acierto la esencia de la novela, y no podía ser de otra manera, pues fue la propia Anne Rice quien adaptó el texto a la pantalla. La segunda opción que voy a proponeros para estos días de noches mágicas es una serie que ha conseguido reunir a grandes clásicos de la novela de terror y fantasía gótica de todos los tiempos: Penny Dreadful. Esta serie británico-americana, dirigida y escrita por John Logan —responsable de guiones como el de Gladiator y Sweeny Todd— y producida por el gran Sam
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11 Mendes, a quien recordaréis como director de American Beauty, nos sumerge en el Londres victoriano de finales del siglo XIX y los orígenes de personajes como Frankestein, Dorian Grey o Drácula, entre otros. Entre el elenco de actores, encontramos a pesos pesados como Eva Green, que interpreta de forma sublime a la vidente Vanessa Ives —en serio, solo por verla a ella merece la pena—; a Timothy Dalton en el papel de Sir Malcom Murray y a Josh Hartnett como Ethan Chandler. A ellos se unirán otros actores invitados que nos sorprenderán en cada capítulo.
La serie se estrenó en mayo de 2014 y cuenta con tres temporadas, lamentablemente para todos los fans que hemos disfrutado con cada capítulo. Es una producción coral, en la que cada personaje tiene un peso específico en la trama, con una ambientación sumamente realista que te sumerge de lleno en la época y con un aire gótico y sensual que mantendrá a más de uno despierto toda la noche. Así que ya sabéis. Dejad que los monstruos y los vampiros de los grandes clásicos invadan vuestro salón. No me responsabilizo del posible insomnio ni de los ruidos que la noche traiga a vuestra habitación. ¡Dulces sueños! Verónica Cervilla
CURIOSIDADES ENTREVISTA CON EL VAMPIRO - Una pequeña escena de un beso de Claudia a Louis causó críticas hacia una obra que reflejaba una supuesta “pedofilia” por parte de esos dos personajes. - En el libro se describe a Claudia como una niña de 5 a 6 años, pero esto fue cambiado en la película debido a que no se creyó que una niña de menor edad pudiera lidiar con líneas tan complejas. - El personaje de Louis estuvo a punto de cambiar de género y ser interpretado por Anjelica Houston o Cher. - Brad Pitt estuvo muy cerca de abandonar el proyecto porque no le gustaba usar lentillas ni el vestuario de su personaje. - Oprah Winfrey fue incapaz de ver la película completa en su estreno debido a la violencia y la sangre. - Los actores eran colgados boca abajo para poder dibujarles las venas que caracterizan el maquillaje tétrico de la película. PENNY DREADFUL - El nombre de la serie hace referencia a un tipo de publicación de terror que se publicaba en Inglaterra durante el siglo XIX y se conocía como “el terror del penique”, dado que ese era el precio de estas historietas por fascículos. - La serie tiene doble sello español: Los dos primeros episodios fueron dirigidos por J. A. Bayona (El Orfanato, Lo imposible), mientras que tercera temporada contó con el cineasta Paco Cabezas (Carne de neón, Tokarev). - El paisaje del salvaje Oeste de la tercera temporada fue rodado en Almería. - El personaje de la Doctora Seward está inspirado en John de la novela Drácula de Bram Stoker.
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CRISTINA BERMEJO Escritora
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Cristina Bermejo Rey . Nacida en Getafe en 1991, estudiante de Periodismo, actualmente no es nada más que una joven que sueña con abrirse camino entre los micrófonos y las palabras. Amante de la música, literatura y del terror (sobre todo del género vampírico), ha escrito varios relatos cortos de ésta temática como Alinna, Lisset, Dulce Venganza, La Vampiresa de Piedralaves, Mujer Fatal, y su primera novela publicada con Libros Mablaz, Dama de la Noche. ¿Por qué empezaste a escribir? Empecé con 16 o 17 años, por puro aburrimiento, la verdad. ¡Era más casera que las croquetas de mi abuela! No solía salir demasiado de casa y empecé a escribir relatos. Mencionas que lo primero que escribiste fueron relatos de amor con tintes vampíricos. ¿De dónde salió la inspiración? Principalmente de la película de Drácula Bram Stoker y, aunque me avergüence reconocerlo, de la saga Crepúsculo. Me encanta la figura del vampiro y, aunque los Cullen la han hecho bastante daño, no puedo negar que me leí la saga y me vi las dos primeras pelis. Por otra parte, la música, sobre todo rock y heavy, era mi fuente de inspiración más poderosa. Solo tenía que ponerme los cascos y dejar que las escenas inundaran mi mente.
¿Piensas que compartir relatos en tu blog benefició de alguna manera tu escritura? Pienso que, aunque no a gran escala, ayudó a que la gente me conociera y supiera qué clase de cosas escribo y cómo escribo, que eso siempre es importante. Sabemos que es difícil hacerse notar en Internet. ¿Estás satisfecha con la respuesta de los lectores al contenido de tu blog? Sinceramente, aunque solo tuviera cinco visitas, estaría satisfecha, porque significa que, aunque sean pocas, al menos cinco personas se interesan por lo que hago. El blog, eso sí, actualmente está un poco en desuso porque ando escasa de inspiración.
“Ver como crece tu criatura es increíble”
¿Encontraste muchas dificultades a la hora de afrontar tu primera novela? Cuéntanos cómo llevaste el proceso. La verdad es que no fue difícil. Durante un año estuve colaborando como locutora en Letras Encadenadas, un programa de radio de Getafe, y con ayuda de Miguel Ángel, el presentador, pude contactar con editoriales y autores. Le mandé el manuscrito a Libros Mablaz y me lo aceptó. El proceso en sí… la verdad es que estoy muy ilusionada. Ver como crece tu criatura es increíble; como te envían un PDF maquetado; como luego te llega la portada… y cuando te llega por correo el paquete con los ejemplares es algo indescriptible.
En Tártarus queremos promover la fantasía, ya que parece ser un género algo denostado en nuestro país. ¿Por qué elegiste este género? Porque la fantasía es el medio para escapar de la realidad, porque puedes ser quien tú quieras sin que nadie te diga lo contrario. ¿Editorial o auto publicación? ¿Con cuál te quedas? Prefiero editorial, porque la autopublicación significa que tú te lo guisas y te lo comes, pero también pienso que hay que hacer un gran desembolso de dinero. Eso sí, prefiero editorial siempre y cuando esta cuide y se preocupe de sus autores, los promocione y demás. Para terminar, háblanos de tus proyectos futuros. Volveré a escribir cuando las musas dispongan. Tengo que acabar Visita al Viejo Caserón 3 y alguna otra cosilla más. Alex Román
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El monosílabo, solo o con tilde?
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Las normas de acentuación de la gramática castellana son sumamente sencillas: las tildes no vienen a modificar el sonido de una letra o conjunto de ellas, como ocurre en otras lenguas, sino que indican dónde recae la mayor fuerza de su pronunciación en los casos que pudiera haber cierta confusión, y sólo contamos con dos signos de acentuación: la diéresis (que sí afecta al sonido de la letra que lo recibe) y una única clase de tilde (que indica dónde poner la fuerza en el golpe de voz, o bien para diferenciar dos palabras idénticas). La acentuación en castellano es más para diferenciar que para modificar. Por esta misma razón, existen algunas peculiaridades y excepciones que, si a lo mejor pueden parecer enrevesadas, dotan al idioma de cierta riqueza. Una de éstas son los casos en los que un monosílabo se tilda. No hace falta definir lo que es el formato más básico de palabra: una letra (vocal o semivocal, en el caso de “y”) o grupo de ellas que se pronuncian en un solo golpe de voz. Si acaso, sí distinguir en dos tipos: para entendernos aquí, entre el monosílabo básico y el complejo. El básico sería una vocal que puede ir seguida o rodeada de consonantes (generalmente, un máximo de tres). Ahí tendríamos desde lo más básico: la preposición “a”, la disyunción “o” y la conjunción “y” (vocales con entidad propia: significado), a las que tendrían consonantes: de, mas, el, tu… En este tipo entra en juego la llamada tilde diacrítica, la que sirve para distinguir una palabra de otra cuando coinciden sus letras y sonido básico. Por ejemplo, “mas/ más”, “tu/ tú”, “el/ él”, “si/ sí”, etc. Algo fascinante, en cuanto supone que un mero signo causa dos palabras que son idénticas entre sí y pueden tener distintos significados. Un caso particular es el de la disyunción “o”, que nunca se acentúa salvo en los casos en los que media entre cifras, para no confundirla con un cero: “1 ó 2”, “10 ó 100” (yo lo acentúo también cuando media entre siglas: “CNT ó CGT”).
Taller del Escribidor Por regla general, esta tilde no modificaría cómo los pronunciamos, pero eso no es del todo cierto: no existe diferencia entre decir “mas uno” (= “pero uno”) y “más uno”; pero es distinto en otro tipo de palabras, como los pronombres y los artículos: no pronunciamos igual una frase tal como “si quiero” (siQUIEro) que “sí quiero” (SÍquiero), ya que además son palabras que traen consigo la mayor fuerza de voz al pronunciar frases. El caso más complejo es el de los diptongos, la agrupación de dos o más vocales que se pronuncian en un solo golpe de voz, y pueden ser monosílabos desde este punto de vista si al menos una de las vocales es débil (i, u): fluir, huir, por ejemplo. No así el hiato, que consiste en la imposibilidad de pronunciar una agrupación vocálica en un solo golpe de voz; por ejemplo, las palabras grúa, ahí y caer ya no se consideran monosílabos, pues se precisan dos golpes de voz para pronunciarlas. Y aquí viene cierta polémica y confusión: Existen algunas de estas palabras que han llevado tilde tradicionalmente, obedeciendo a las normas básicas de acentuación (palabra aguda acabada en n, s o vocal), pero que desde la norma que rige para los monosílabos no deberían llevarlo: son palabras como “truhan”, “rio” (tercera persona del indicativo del verbo reír) o “guion” (que el Word te marcará en rojo e incluso te las corregirá): son diptongos que forman una única sílaba: dos vocales, al menos una de ellas débil, que no recibe fuerza; palabras como león, creó (que además se diferencia así de la primera persona en indicativo del verbo creer) se acentúan por una razón: no son monosílabos y pueden responder a las normas ortográficas de acentuación. No obstante, se sigue respetando la acentuación de esas palabras debido al uso tradicional, así que, como suele decirse, la decisión es siempre tuya. Gustavo Sierra
´ La escuela de Caliope
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Historia y fantasía: una convivencia… imposible?
problema principal es que Historia y Literatura se entienden por definición como mutuamente excluyentes.
La pregunta no da ni para un poquito de suspense. Ya os respondo yo: no. La convivencia entre Historia y fantasía, convergiendo en la literatura, no solo es posible, sino que es incluso deseable. Pero antes de meternos de lleno en la fantasía y las implicaciones que puede tener si la ponemos junto a la Historia, debemos precisar qué entendemos por literatura histórica, y más concretamente, novela histórica.
Sin embargo, después de muchos siglos de reflexión teórica, y tras unas cuantas decenas de posturas y corrientes en ambas disciplinas, sabemos que ni la Historia es el relato verdadero e incuestionable del pasado, ni la Literatura tiene que ceñirse –no lo hace en absoluto– a la mera imitación de los modelos reales del mundo sensible. Ambas ideas están superadas, ¿por qué no, entonces, los prejuicios que traen consigo?
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Eso de mirar con sospecha las posibles interferencias entre Historia y Literatura es algo que se viene haciendo desde la Antigüedad. Ya lo decía Aristóteles: lo histórico es el relato de lo verdadero, aquello que realmente ha ocurrido, frente a lo ficticio, lo literario (poético), que construye relatos no reales sobre la base de la imitación de los que sí lo son. Según esta idea, el
Hablamos de ficción y realidad. Sobre el conocimiento y la percepción de nuestra realidad construimos ficciones que nos llevan a experimentar con dicha realidad, para así conocerla desde fuera de sí misma y desde fuera de nosotros mismos. Esa ficción genera estados posibles de cosas, mundos posibles no realizados.
16 Esta función de inventar posibilidades acerca de nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea, inherente a la condición humana, es la base para el avance hacia nuevas posibilidades. Ahora bien, ¿qué papel puede jugar la Historia, si estamos hablando de ficción? Si asumimos que, sobre el conocimiento bien cimentado de la realidad histórica, podemos construir posibilidades –explorar los «y si…?» de la Historia desde un ámbito creativo–, las opciones que se abren son infinitas: sobre esta premisa se construye la novela histórica. Desde el momento en que admitimos las posibilidades de experimentación de la Historia a través de la construcción de ficciones, entendemos la riqueza y la utilidad de la novela en la exploración de los problemas y las posibilidades de nuestra propia conciencia histórica, de nuestra relación con el pasado y el presente, y de las dudas que plantea la distorsión, interesada o no, del discurso histórico que nos precede. Con la novela histórica hemos decidido pues, transgredir fronteras y adentrarnos en la idea de una Historia posible no realizada, una en la que Historia y Literatura no solo no son categorías opuestas, sino que encuentran la forma de complementarse, llevando la reflexión al terreno de lo creativo. Como definición genérica, podríamos decir que la novela histórica es aquella en la que la Historia es el objeto protagonista, la preocupación principal o el eje vertebrador que estructura el texto: en definitiva, una concepción sin la cual el relato contenido no puede ser entendido. Dicho todo esto, adentrarnos en el campo de la narrativa fantástica implica ir un paso más allá, dejar atrás el elemento histórico, no tanto porque los materiales de lo histórico no estén presentes –que lo están–, sino porque el pacto ficcional, esto es, la premisa sobre la que el autor construye la obra de ficción y, sobre todo,
´ La escuela de Caliope la forma en que se produce la recepción de la obra por parte del lector, son muy diferentes. Al adscribirse a uno u otro género, el autor se posiciona respecto a lo que va a ofrecer, y en base a eso, se regirá por determinadas pautas genéricas, que no son ni más ni menos que las que sus lectores esperan encontrar en la obra. Por todo ello, tenemos que dar por hecho que desde el momento en que las barreras de lo fantástico se superan en una novela, ésta estará –a priori– excluida de la etiqueta histórica. Es por eso que nadie se sorprende al leer que Canción de Hielo y Fuego no es una novela «histórica», y sin embargo, esto no excluye que ciertos elementos asociables a «lo histórico» se den a lo largo de la saga. Tomemos esta conocida saga como ejemplo de lo que puede significar que Historia y fantasía se den la mano. Salvando algunos precedentes, podemos asumir que la fantasía épica tuvo su eclosión tras la publicación de la obra de Tolkien, en la que la tradición de la épica, las sagas germánicas y la materia artúrica tienen una influencia evidente. Sin embargo, hacia finales del siglo pasado, muy especialmente desde los años 90, el género fantástico empezó a revertir un cierto cambio, producto del estancamiento de sus formas. Un síntoma clave de la renovación se observa en la parodia: la obra de Terry Pratchett sería un ejemplo claro. Toda obra es hija de su tiempo, y aunque a menudo la fantasía parezca estar alejada de él, basta con escarbar un poco para encontrar mucho más de lo que cabría esperar aguardando bajo la superficie. El final del siglo XX y el inicio del presente han marcado una nueva conciencia de la realidad en la que vivimos, que se expresa en la pluralidad, la fragmentación, la expansión de la información, etc. En el campo de la historiografía, esto se ha manifestado, entre otras muchas cosas, en la diversificación metodológica y la interdisciplinariedad como
17 elemento clave de la investigación. En este contexto, los grandes relatos de oposición Bien-Mal, como el conflicto que presentaba El Señor de los Anillos diez años después del final de la II Guerra Mundial, se han visto superados, o si se quiere, reemplazados por un relato de la realidad compleja, marcada por el devenir histórico –y consciente de dicha marca–, en la que la propia estructura del relato busca dar cuenta de la complejidad de lo que trata de transmitir. En este sentido, Canción de Hielo y Fuego es un ejemplo paradigmático. En la saga, la conciencia de lo complejo se expresa desde la propia interioridad de los personajes, que se percibe llena de matices: la idea del bueno «muy bueno», enfrentado al malo «muy malo», ha perdido su vigencia. Los personajes que pueblan el universo de Poniente son cambiantes, incluso incoherentes, pero no en el sentido de una incoherencia del relato, sino en la misma medida en que todas las personas lidiamos con nuestra propia incoherencia o la de los demás en según qué situaciones. Ser incoherentes es prerrogativa de los seres humanos: los personajes se humanizan; el perfil del héroe puro deja paso al de otro tipo de héroe, más cercano a nuestra propia realidad, y por tanto, con el que nos identificamos más. Más allá de ejemplos concretos de correlación entre ciertos episodios históricos y algunas de las tramas de la saga, lo histórico está presente en Canción de Hielo y Fuego como conciencia de lo histórico: toda la trama está condicionada por un pasado –que es histórico dentro del mundo secundario de la obra– que afecta a todos los personajes, en mayor o menor medida. Esta conciencia de la impronta del pasado propio –y ajeno– sobre el devenir de los acontecimientos, es uno de los ejes principales, es transversal a la obra, y es el que hace que todo cobre sentido. El tiempo de los héroes puros es pasado en el mundo de Poniente, al igual que es
´ La escuela de Caliope pasado para nosotros, y el presente que se vive es percibido como crudo, confuso y despiadado en comparación con dicho tiempo pasado –que siempre fue mejor–. Podemos decir que Canción de Hielo y Fuego escribe su presente, con una intensa conciencia de su pasado, y lo hace de tal forma que nos hace conscientes de la propia complejidad de nuestro presente en relación con nuestro pasado: escribe un presente de fantasía, pero es un presente muy real en nuestra sociedad actual. Todo ello, claro está, valiéndose además de los recursos que sólo la literatura de fantasía puede ofrecer: desdibuja los límites de la realidad –y sus propios límites como obra literaria–, no está constreñida por las exigencias de una literatura puramente histórica –que pueden llegar a ser bastante rígidos–, y ofrece nuevas alternativas para explorar una historia que no necesariamente será la nuestra, pero en cambio llega a tener tantos elementos de ella –se cuenta a sí misma de una forma tan nuestra–, que el impulso a mirarnos sobre la página como si de un espejo se tratase es inevitable. La novela histórica reflexiona sobre un pasado que el lector percibe como real y propio: conocido, en mayor o menor grado. Sobre esas realidades pasadas recrea, explora, supone o indaga, e incluso inventa. La novela fantástica, en cambio, crea sus propias premisas –su contexto histórico propio- sobre las que construir las reflexiones que busca, que quiere mostrar a sus lectores. La preocupación por la Historia es un tema muy presente en nuestra sociedad, así que no podemos sorprendernos al mirar una construcción de fantasía nacida en nuestro tiempo, y comprobar que las preguntas por el pasado y sus repercusiones en el futuro están presentes en cada una de sus páginas. Sara Esturillo
La Saga
19 Anteriormente:
El nuevo portador del colgante está provocando el caos. Violet inicia una persecución que le lleva de vuelta a una parte traumática de su pasado. Traicionada por Izan, se encuentra ante Hans, el nuevo dueño del colgante, que culpa a la detective de la muerte de sus padres y la asesina. ¿Conseguirán detener al medallón sin Violet?
CAPÍTULO 4 Asper se irguió sobre el sofá mientras se arreglaba el cuello de la camisa. Paseó la mirada sobre todos los presentes en el pequeño estudio: Cyr, Emil, Izan y Andrew. —Los últimos acontecimientos no son muy esperanzadores —dijo al fin—. La muerte de la señorita Violet es una tragedia. Andrew apretó los dientes, furioso. —Debisteis estar allí para protegerla. Todavía no comprendo como no fuisteis capaz de localizarla. —Veíamos sus movimientos gracias al rastreador mágico. Vimos que estaba en el cementerio, pero jamás imaginamos que el portador estaba allí también —explicó Emil—. Todavía no hemos podido localizar el punto exacto del colgante. Cyr apretó el hombro del joven. —No está todo perdido. Aún queda una esperanza —Este lo miró sin comprender—. Hay un detalle que aún desconocéis del colgante: también tiene el poder de devolver el alma a su cuerpo original, siempre que no hayan pasado más de tres días. Andrew arrugó la nariz y reflexionó. —Fue atacada hace un día y medio. Debemos apresurarnos —dijo al fin. —¿Podremos fiarnos de ti? Teniendo en cuenta que fuiste un portador y mataste a bastantes personas, incluso la atacaste a ella —inquirió Asper con dureza. El gesto del chico se volvió triste y sus ojos parecieron apagarse. —Sé que hice las cosas mal, y que el poder del colgante puede hacer mella sobre mi. Pero estoy dispuesto a arriesgarme por salvar a Violet. —Está bien, de acuerdo —aceptó el mago con un gesto conciliador—, pero ¿por qué tiene que estar ese chico aquí? —preguntó, señalando a Izan con la cabeza. Andrew endureció el gesto. —Él fue el idiota que la vendió. Creyó que el asesino le iba a regalar el colgante. Quiere enmendar lo ocurrido, y por su bien, más le vale que colabore. Las últimas palabras las escupió con un odio que se podía palpar con facilidad. Los tres
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magos intercambiaron una mirada y asintieron con la cabeza. —Está bien. Haremos equipo. Mañana se celebrará un gran evento importantísimo. Inauguran el edificio comercial más grande del mundo y a primera hora es la gran apertura. Va a acudir gente de todas las ciudades, incluidas grandes personalidades. Imaginaos lo abarrotado que estará, por lo que damos casi por hecho que nuestro amigo psicópata hará acto de presencia. Debemos organizarnos para atraparlo y acabar con esto de una vez por todas. . . . Al día siguiente, Asper, Cyr, Emil y Andrew se reunieron en el interior de uno de los pasillos del edificio. Todavía no se había procedido a iniciar la apertura oficial y todo estaba en silencio, solo alterado por el murmullo que el gentío hacía llegar desde el exterior. —Hemos conseguido entrar sin ser vistos —explicó Asper—. Las puertas se abrirán en tan solo diez minutos, debemos separarnos e intentar encontrar a Hans y neutralizarlo antes de que empiece todo. Seguro que ya anda por aquí. —¿Y el joven? —preguntó Cyr. —¿Izan? No se ha presentado —masculló Andrew apretando los dientes con rabia—. Ya tendré unas palabras con él más tarde. El mago asintió y explicó lo que iban a hacer. Se separarían en dos grupos, Cyr y Asper irían a los pisos superiores, y Andrew y Emil a los inferiores. Se mantendrían en contacto mediante mensajes telepáticos que los magos podían usar entre ellos. En cuanto Asper dejó de hablar, iniciaron el plan. Los primeros minutos ninguno encontró ni rastro de Hans. Al poco, el murmullo del gentío creció y las puertas se abrieron, iniciando el caos en el interior del edificio. —¡Tengo una idea! ¡Ya sé! —exclamó de pronto la maga, agarrando a su compañero de la mano para arrastrarlo con ella. Se colaron a través de una puerta de emergencia y descendieron por unas escaleras donde la iluminación era escasa. Andrew estaba confuso; no alcanzaba a adivinar que clase de idea habría podido tener, pero confiaba en ella. Era la que mejores vibraciones le transmitía de los tres. —¿A donde vamos? —se atrevió a preguntar al fin. —Al sótano —respondió ella con la respiración agitada. Empujaron una pequeña puerta de plástico que los llevó al interior de una sala cuadrada con apenas una bombilla y muchas cajas de cartón amontonadas. Se toparon de bruces con Hans, que se encontraba inmóvil en mitad de la habitación. Vestía ropas sencillas, con apenas una camiseta de manga corta y un pantalón vaquero. Al verlo, la mente de Andrew rememoró la escena del cementerio. Cerró los puños y la rabia em-
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pezó a arder en su interior a una gran velocidad. —¡Qué sorpresa! ¡No pensé que nadie entrara aquí! —se sorprendió al ver a Andrew—. A ti te conozco. Te vi en el cementerio. Este recordó la escena. Había encolerizado cuando vio como mataban a Violet, gritando que lo mataría, pero Hans salió corriendo, pasando entre él y Izan, ignorándolos, mientras ninguno de los dos se había atrevido a plantarle cara. Se había sentido miserable por ser tan cobarde, jurándose a si mismo que no volvería a suceder. Emil se soltó de su amigo y extendió ambos brazos hacia delante. El gesto angelical y dulce que le caracterizaba, había desaparecido para mostrar una expresión de máxima frialdad y dureza. —¡Dánoslo! —gritó mientras sus venas se marcaban en las sienes. El portador lo asió y empezó a recitar las palabras para provocar el brillo verdoso. La maga avanzó un paso y de sus manos pareció emanar una onda de aire directa hacia Hans, que este logró bloquear con el brillo que hacía las veces de escudo. Sin previo aviso, saltó hacia delante haciendo gala de una gran agilidad, y se colocó a solo un paso de ella. Sacó un cuchillo del interior del pantalón, y hundió la hoja en su estómago. Emil aulló de dolor y se dobló sobre el suelo, mientras el asesino sacaba el arma de su cuerpo con un rápido movimiento. Andrew observaba la escena boquiabierto, sintiendo que todo iba demasiado rápido para él. El asesino inició la carrera yendo directo hacia el joven, que se preparó para detenerle, mientras trataba de reunir todo el valor suficiente, pero este pasó a su lado, y de nuevo Andrew fue incapaz de moverse para atacarle. Apretó los dientes, furioso consigo mismo, y se volvió, justo para ver como Hans apartaba la puerta de una patada y se perdía escaleras arriba. El cuerpo del chico temblaba de pies a cabeza. Estaba completamente empapado por el sudor que le había causado la tensión del momento. Entonces pareció volver a activarse y se inclinó sobre Emil. —¡No debiste dejarlo escapar! —se quejó ella cuando se agachó a su lado. —Soy un cobarde. Lo siento —se excusó mientras la ayudaba a levantarse. —Está bien, no te preocupes. ¡Pero ve tras él! Yo puedo curarme con mi magia, pero tardaré varios minutos y no podemos permitir que se nos escape. Él la miró dubitativo, y entonces se giró para correr hacia la puerta. —Espero que te recuperes. Nos vemos más tarde —le dijo antes de desaparecer al otro lado. Los gritos y rayos de luz verdosa le dieron la bienvenida cuando llegó al piso superior. Había gente corriendo por todas partes, con rostros desencajados. Hans, al fondo del pasillo, emitía rayos sin ton ni son mientras una pila de cadáveres se amontonaba a su paso. Entonces se giró, justo para fijar su mirada en Andrew. Ambos se observaron durante varios segundos, hasta que finalmente el asesino amplió una sonrisa. —¿Por qué no vienes a detenerme? —le apremió— Arderás en deseos de vengar a tu novia. ¿O quizás eres demasiado cobarde?
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El chico sintió la rabia crecer cada vez más rápido en su interior. Asintió con la cabeza, armándose de valor, y empezó a caminar a grandes zancadas hasta él. Las personas que habían logrado salvarse desaparecieron del pasillo, perdiéndose por las esquinas. Estaban solos, rodeados de cuerpos inertes en todo el perímetro. Un tenso silencio nació entre ellos, acrecentando la presión del ambiente. Andrew se detuvo a pocos pasos de distancia, mientras lo observaba ceñudo, preparado para cualquier cosa. —¿Has venido para salvar a tu chica? Me temo que eso es imposible —le dijo el asesino con una sonrisa burlona. El chico sonrió al escuchar aquello. —Veo que no lo sabes todo sobre ese colgante. Me alegro. Ahora, ¡detén esto! Pero Hans se limitó a sonreír y extender sus brazos con parsimonia. La locura se podía leer fácilmente tanto en su expresión como en sus ojos. —¿Qué se siente al ser el novio de una asesina? —susurró con suavidad. Los puños de Andrew se cerraron con tanta fuerza que incluso le dolieron, mientras temblaba de rabia. Se obligó a no perder los nervios y esperar el momento adecuado para actuar. —Ella no es una asesina —se limitó a decir. El portador rió con amargura. —Por su culpa mis padres están muertos y yo tuve que ir a un orfanato. Eso es lo único que importa para mi. El joven cerró la boca y comprobó como el dolor se reflejaba en el rostro de Hans. Podía notarlo y, de algún modo, comprendió solo un poco como debía sentirse. Sacudió la cabeza, ahuyentando esos sentimientos. Había demostrado ser un asesino cruel y despiadado, y eso no tenía justificación alguna. —Violet cometió un error, pero jamás se lo ha perdonado. Ha luchado por compensarlo durante toda su vida —explicó con firmeza. Hans escupió al suelo, con un gesto de desprecio en la cara. Entonces Andrew se abalanzó sobre él, pillándolo desprevenido. Ambos cayeron al suelo y rodaron mientras forcejaban. Logró dejar inconsciente al asesino y se inclinó sobre el colgante, dispuesto a cogerlo. El brillo rosado hipnotizó sus ojos y la nostalgia por el poder que le hacía sentir en su ser el colgante renació en su interior. Creía haberlo superado, que ya no caería bajo sus efectos otra vez, pero ahora que volvía a estar a su alcance, su voluntad se desmoronaba a pasos agigantados. Fijó su mirada en las gemas, tan embelesadoras como siempre, y empezó a cerrar la mano alrededor del objeto. Su corazón palpitaba de alegría y la sonrisa crecía en su rostro de forma incontrolable. Una fuerte presión apartó su mano y le lanzó hacia atrás. Cayó de espaldas sobre el suelo. Sorprendido, se irguió levemente para ver de quién se trataba. Asper y Cyr lo miraban con frialdad de pie junto al cuerpo de Hans.
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—Finalmente volviste a flaquear ante sus efectos. Cyr se agachó sobre el cuerpo del asesino para mirar a su compañero horrorizado al instante. —¿Donde está? Andrew amplió una sonrisa malévola. —¿Buscas esto? —preguntó mientras mostraba el colgante sobre la palma de su mano— Logré arrancarlo antes de que me apartaras del cuerpo. Se incorporó, mientras los magos lo observaban con los ojos muy abiertos, desconcertados. —¿Qué piensas hacer? No hagas tonterías amigo. El chico los miró con frialdad y, sin previo aviso, estiró el brazo con el colgante justo para colocárselo a pocos centímetros del rostro de Cyr. Recitó el hechizo y la luz verdosa apareció para envolver al mago, que observaba la escena perplejo, pero justo en el último momento, Asper apartó a su amigo a un lado y fue absorbido en su lugar. Su cuerpo vacío cayó al suelo con gran estrépito. Andrew cerró los ojos, sintiendo como el poder y la satisfacción regresaban a su ser. Extendió los brazos y sus ojos se abrieron de golpe, tan redondos como platos. Cyr se plantó frente a él furioso. —No sé como has vuelto a caer de nuevo en sus redes, pero piensa que sino me lo das, Violet jamás regresará a la vida. Dámelo. —No puedo. El mago apretó los dientes, empezando a perder la paciencia. —¡Hazlo por ella! El dolor cruzó el gesto de Andrew por un segundo. Pareció dudar y de pronto la alegría y el poder que parecían emanar de él hacía tan solo unos instantes le habían abandonado. Su nueva situación le hacía verse mucho más frágil. —Quiero hacerlo, pero me es imposible alejarme de él. Es mío —masculló, mientras observaba el colgante entre sus manos con dolor. Cyr suspiró y levantó ambos brazos en dirección al joven. Asintió levemente y se preparó para atacar, pero una figura apareció detrás de Andrew y le arrebató el colgante de entre sus manos con un ágil movimiento. Este se volvió, justo para ver el rostro de Izan. —No es tuyo, sino mío —susurró mientras le miraba con ojos brillantes. El asombro iluminaba el rostro de Cyr al ver lo que acababa de suceder. —Pero Izan, ¿tanto deseas ese colgante? El joven lo miró y apretó los labios. —Llevo mucho tiempo tras él. Lo descubrí por casualidad un día en mitad de la calzada y sentí como algo en él me llamaba. No debió considerarme digno y decidió elegir a otro portador. ¡Fue muy injusto! Desde entonces, he estado buscándolo sin parar, por mi cuenta, sin contarle nada a la señorita Violet. Sabía que ella no aprobaría
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mi actitud, por eso tenía que actuar solo. Traté de pegarme lo más posible a la investigación para ver si descubría algún detalle importante, pero era muy escurridizo. Finalmente, mi recompensa ha llegado. Izan suspiró tras soltar el gran relato y lo asió mientras su rostro componía un gesto de felicidad, pero entonces Cyr abrió una mano y el colgante voló directamente hacia él. Lo atrapó al vuelo, cerrando los dedos a su alrededor con fuerza. —Ya está bien de tanta tontería. Esto va directo al hielo eterno. El joven aulló y se abalanzó sobre el mago, pero Andrew lo agarró de los hombros para retenerlo. —¡Detente! ¡Piensa en la gente que ha muerto! ¡Es mejor que lo destruyan! — le gritó. Izan seguía retorciéndose. —¡Por fin lo tenía! ¡Era mío! —sollozó. —¡Recuerda a Violet! ¡Cómo la vendiste! ¡Es tu momento de arreglarlo! Aquellas palabras lograron calmar al joven, que dejó de oponer resistencia y bajó los hombros. Cabizbajo, se volvió y empezó a alejarse de ambos. —Está bien. Haced lo que tengáis que hacer —murmuró sin volverse. Cyr y Andrew se miraron. Este se inclinó sobre Hans para observarlo. —Sigue inconsciente. Rápido. Pide a Emil que traiga el cuerpo de Violet del coche. El mago obedeció y cerró los ojos, poniéndose en contacto con ella de forma telepática. Los volvió a abrir a los pocos segundos. —Ya está. Me ha dicho que ya había salido a por él, ya que ha intuido que lo hemos atrapado al dejar de escuchar los gritos de la gente. Pocos minutos después, Emil corría hacia ellos cargando el cuerpo de la inspectora sobre su hombro. Entre ella y Andrew lo dejaron con suavidad sobre el suelo. Se apartaron y miraron al mago, que ya sostenía el colgante justo sobre su cuerpo inerte. Frunció el ceño y empezó a recitar unas extrañas palabras, distintas a las que estaban acostumbrados a escuchar cuando se utilizaba para atacar. La luz verdosa volvió a emanar de las gemas y envolvió el cuerpo de Violet. Segundos después, sus ojos se abrieron con lentitud y la chica se incorporó trabajosamente. Miró a ambos lados, totalmente desorientada. Las miradas de Andrew y Violet se encontraron y ambos se sonrieron con complicidad. El chico estaba con los ojos llenos de lágrimas, lleno de felicidad por verla de nuevo con vida, pero un grito alertó al grupo. Se giraron, justo para ver a Hans incorporarse y sacar el cuchillo manchado con la sangre de Emil del interior de su ropa. —¡Sabía que sería interesante hacerme el inconsciente un rato más! —exclamó con una amplia sonrisa. Y tan rápido como una centella, saltó sobre Violet y le clavó el cuchillo en el corazón. Todos quedaron paralizados, impactados por la sorpresa y la rápidez de la
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escena. La inspectora cayó al suelo, profiriendo un grito de muerte, mientras la herida emanaba sangre sin control. Hans sacó el cuchillo, justo para salir volando hacia atrás, despedido por un ataque de Emil, ardiendo en llamas al instante. —¡Esto es lo que deberíamos haber hecho contigo desde el principio! —rugió ella furiosa, mientras seguía con los brazos extendidos para continuar con las llamas de su cuerpo. Andrew se abalanzó sobre Violet y sintió su mundo desmoronarse al descubrir que ya había muerto. El ataque había sido tan certero, que había destrozado el corazón de forma letal. Había regresado a la vida tan solo unos segundos, y ahora, volvía a estar muerta, pero esta vez sin ningún tipo de retorno. Sus lágrimas inundaron sus ojos y se inclinó para llorar desconsoladamente sobre su cuerpo. . . . Asper, Cyr y Emil, caminaban trabajosamente cruzando el glaciar helado. Habían usado el colgante una última vez para revivir a las víctimas que todavía estaban dentro del plazo. Asper había sido uno de ellos. Le contaron el final de los acontecimientos, que escuchó con un gesto de incredulidad. —Ya queda poco, está ahí delante. —Por fin vamos a acabar con esto. Ya ha provocado suficiente sufrimiento. Se colocaron ante el pozo. El agua llegaba hasta arriba y no permitía ver a través, pues todo era negrura en su interior. —Este es el hielo eterno. Su agua está a infinidad de grados bajo cero e irá congelando el colgante poco a poco hasta inutilizarlo del todo. El mago abrió la mano y lo dejó caer, provocando un chapoteo. Se quedaron unos instantes mirándolo. El colgante permanecía en lo más alto del agua y descendía muy poco a poco. —Tardará un poco, pero acabará por hundirse hasta el fondo, donde nadie será capaz de sacarlo jamás. Las magos se dieron la vuelta y se marcharon del glaciar en silencio. Minutos después, una mano se zambulló en el agua del pozo y sacó el colgante. Se lo pasó por el cuello y se giró para marcharse. El gesto de Andrew, frío y carente de cualquier tipo de emoción, se reflejó en el brillo del hielo. Alex J. Román
FIN
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Conociendo al autor
JUAN GONZÁLEZ Escritor
Juan González Mesa nació en Cádiz en 1975. Cursó estudios de cine y guion en la Escuela de Cine de Puerto Real, pero el grueso de su producción artística es literaria. Siempre a caballo entre la edición convencional y la autoedición, tras haber ganado varios certámenes generalistas de relato, su salto al mundo de la literatura de género se dio en 2014, con las nominaciones a los Ignotus para su novela Gente Muerta, y su novela corta La montaña. También aquel año su relato Rubicón fue finalista del certamen Alberto Magno. Su relato Los rápidos azules ha sido nominado a los Ignotus 2016 y su novela De acero y escamas, a los premios Guillermo de Baskerville 2016. Es asiduo colaborador en publicaciones como SuperSonic y Ficción Científica, y mantiene como autoeditor las sagas La guardia de espino y Las crónicas sobrenaturales del Gabinete 1906.
Síguelo en: juan.gonzalezmesa.7 @JuanGMesa
Conociendo al autor
27 En Tártarus, muchos de nuestros lectores son escritores noveles. ¿Cuándo supiste que querías ser escritor? ¿Qué recuerdas de ese momento? Escribo prácticamente desde que leo novelas, más o menos desde los once años, pero del mismo modo que dibujaba y hacía otras cosas. Creo que a través de los prólogos que Stephen King escribía en sus novelas comenzó a molarme el mundo literario desde dentro. Luego, bueno, cuando quieres ser policía, arqueólogo, astronauta, investigador, etc, cuando quieres ser tantas cosas, supongo que lo que te dice el cuerpo es que quieres ser escritor.
cuyos beneficios íntegros irán a la Fundación Ana Bella; ellas sí que son heroínas. ¿Y sobre “Sombras”? Aquello fue una locura. Valerio Boserman me llamó para preguntarme si podía adaptar el guion de un largometraje en guion de webserie… en dos días. Y yo trabajando de teleoperador a turno partido. Le dije que sí, por supuesto; ya dormiré cuando me muera. Se trataba de la típica historia de terror que sucedía en un hospital abandonado. Lo más grande es que el día antes del rodaje, me llama Valerio y me dice que se les ha caído el hospital como escenario, que si puedo adaptar, durante esa noche, el guion que se desarrolla en entorno cerrado, en un guion que se desarrolle en los exteriores del pueblo. ¡Qué coño, Valerio, mándame eso, claro que sí! Por otra parte, no te puedo hablar ni bien ni mal de la serie. No te puedo decir cómo habrá quedado ni qué cambios han introducido, porque los productores no han tenido a bien permitirme ver el resultado final.
“Hay muy poca gente que lea y compre”
Como coordinador de argumento, ¿qué nos puedes contar sobre el proyecto literario en Internet “Tiempo de héroes”? ¿Cómo se la presentarías a un lector que no lo conoce? Es un ejemplo de compromiso y profesionalidad por parte de todos sus componentes (más de 20 entre escritores, ilustradores, correctores e incluso compositor de banda sonora), un milagro dentro del mundo creativo, donde el ego es algo que impulsa pero también estorba. Se trata de una saga de 3 libros ambientada en el mundo de héroes urbanos creado por Daniel Estorach, que comenzó con su novela Hoy me ha pasado algo muy bestia. Hay realidad sucia, terror, ciencia ficción y épica. Es un pepinazo de historia coral de aventuras que tiene que ver la luz sí o sí. En breve, por cierto, sacamos una antología benéfica vinculada a este proyecto,
¿Con qué te quedas de tu experiencia en el cine? Trabajar en un rodaje es como irte a recorrer la Patagonia ofreciéndote para trabajar en cada sitio donde quieres dormir y comer. Me encanta. La publicación de la primera novela es un momento único para todo escritor. ¿Qué sentiste cuando publicaste la
28 tuya? ¿Fue complicado que se fijaran en tu trabajo? No creo que la publicación de la primera novela haya sido para mí ese momento del que hablas, sinceramente. Creo que ganar el primer premio de relato supuso una confirmación necesaria de que yo servía para eso. Es que, no sé, creo que los escritores raramente tenemos ese momento catártico de victoria al que te refieres. Nosotros no levantamos la copa del mundo. Y siempre es jodidamente difícil que se fijen en tu trabajo, en el primero, el segundo, el tercero… ¿Cuál es tu favorita de todas las que has publicado? ¿Por qué? Esa pregunta es muy irresponsable soltársela a un escritor, jajaja. De todos modos, con Gente Muerta, Rubicón y La montaña llegaron mis primeros reconocimientos dentro de la literatura de género. ¿Cómo es el día a día de alguien tan versátil como tú? ¿Te resulta difícil compaginarlo todo? La clave de todo está en no procrastrinar. La mayoría de los escritores tienen en mente el ideal de ganarse la vida como escritor y llevar vida de escritor, y seguro que tienen pensado comprometerse cuando eso suceda. Pero eso no va a suceder si no te comportas como un escritor profesional antes que tus ingresos lo con-
Conociendo al autor firmen. Yo nunca he entregado nada fuera de plazo, por ejemplo, fuese remunerado o por compromiso entre autores. Háblanos de tus proyectos futuros a largo plazo. Quiero continuar por mi cuenta Las crónicas sobrenaturales del Gabinete 1906, mi proyecto más ambicioso. Si la próxima novela que publique con Dolmen va bien, creo que haremos secuela y quizá precuela, no sé. Y pretendo seguir sacando con Editorial Cerbero y Sportula todas las novelas cortas que me dejen. ¿Cómo ves el panorama editorial actual? Hay muy poca gente que lea y compre, los autores no salimos suficientemente rentables a las editoriales y estas son presas de los desmanes de las distribuidoras. Hay muy poca seguridad jurídica en todo esto, y muy poca unión sindical entre autores. Creo que es parecido a si viviéramos de las propinas; y no, no se puede vivir de las propinas. Hace falta profesionalización en el mundo editorial español, en todos los niveles. Y hay que trabajar en la educación de los jóvenes y de las futuras generaciones. Que se desapeguen de ciertos formatos, como el libro, lo puedo entender, pero que se desapeguen del arte y de la cultura en general es un fracaso de nuestro sistema que pagaremos caro.
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MARÍA SOL BENIA KHABIÉ Ilustradora
Buenos Aires (Argentina), 1992. Conocida como Mebekha, reside en las Islas Canarias. Estudió en la Escuela de Arte y Diseño de Lanzarote. Aunque ha comenzado a trabajar profesionalmente como ilustradora hace poco tiempo, su interés por el mundo del arte nace desde bien pequeña. Crea sus obras principalmente con grafito y luego les aplica líneas de distinto grosor de tinta negra mediante rotrings, y en algunas ocasiones, las finaliza dando algunos toques de grafito a determinadas zonas de sombreados. Todas sus obras se componen únicamente de color negro, figuras femeninas sin rostros y con objetos que hacen alusión al mundo de la naturaleza, su principal fuente de inspiración. Actualmente se encuentra sumergida en varias colaboraciones editoriales, y creando lo que será en un futuro próximo su tienda online.
Síguela en: Por qué dibujas Ilustro porque lo llevo en lo profundo, porque para mí ilustrar es respirar, y por una cuestión tan sencilla como lo es por puro placer, por amor al arte. También lo hago porque me ayuda a exteriorizar mis sentimientos, ilustrar ha sido en muchas ocasiones mi método de refugio, mi salvación en momentos caóticos. La tinta viene siendo, en mí, otra extensión de mi cuerpo.
Técnica preferida He probado varias técnicas a lo largo de mi vida, pero con los materiales que mejor conecto y me exteriorizo es con los rotrings de tinta negra sobre papeles con altos gramajes y texturas.
Consejo para principiantes Tanto para principiantes como para no principiantes mi consejo y mi lema es siempre: constancia, lucha y resistencia.
Mebekha Ilustración. @Mebekhailustracion
Qué te inspira Mis obras se componen mayormente de mujeres y de naturaleza, por lo que me inspiro continuamente en ellas, en la feminidad: seguramente por el hecho de ser mujer y porque creo que tenemos un papel fundamental en este mundo desde el primer momento en que lo pisamos; y me inspiro en la naturaleza, principalmente en la botánica, porque es una de las maravillas más preciadas que tenemos en el planeta y pienso que hago continuas alusiones a ella porque al fin y al cabo es lo que me rodea a diario esté donde esté.
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Licenciado en Bellas Artes UGR, ha trabajado de freelance como modelador 3d y ha comenzado en el mundo de la ilustración con Anheron de Jorge diéz Miguélez.
Síguelo en: Web: juanpablorod.artstation.com @rod2dartist
JUAN PABLO RODRIGUEZ Ilustrador
Por qué dibujas
Qué te inspira
Es lo que me llena, tópico pero asi de simple. Me encanta.
Cualquier artista, hay gente alucinante en el mundo, en tu ciudad , tu pueblo,ya sean músicos, escritores, dibujantes, aparte de Artstation, que es una pasada para ver los genios que hay suelLápiz de toda la vida y pintura digital tos por ahí. para todo lo demás
Técnica preferida
Consejo para principiantes Lo más importante es dibujar y pintar a diario y disfrutar con lo que haces, y la verdad yo soy también un principiante,me he reencontrado con la ilustración hace escasamente 3 años y ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. P.D:Si alguien os dice que es tarde para volver a empezar ni caso, no tienen ni idea de nada.
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El secreto de los malditos de Manuel Palacios Tal como mandan las leyes que rigen nuestras páginas, me toca proporcionaros ahora alguna lectura para vuestro viaje por el Tártaro, y hoy os traigo la reseña de El secreto de los malditos, de Manu Palacios, un graduado en turismo que ha convertido el «carretera y manta» en su forma de vida. Al igual que sus protagonistas, este autor se animó a la vida nómada en 2015 y aún no ha vuelto a España. Desde algún punto del sur de Asia, nos ha hecho llegar su novela, y aquí tenéis un breve análisis: ya sabéis, lo justo para no saber mucho, pero sí lo necesario. El secreto de los malditos nos sumerge en un nuevo mundo, el del reino de Ardashir, que apenas sobrevive gobernado por la mano inclemente del sultán El-Arad, después de que el Desastre acabara con la riqueza, las cosechas y todo lo que de próspero había en el reino. Nuestro maestro de ceremonias en el viaje es un narrador omnisciente en tercera persona que empieza por presentarnos al joven Ira, un pequeño miembro del pueblo de los duranor, jinetes de las arenas, que ha sido capturado por los hombres del sultán. El
Navegando entre libros propósito: sonsacarle al chico una valiosa información. Ira es el único que conoce la ubicación de las Puertas Doradas, el lugar donde se esconde la respuesta a todos los problemas del reino. Este es el punto de partida de la novela, no os cuento nada que no vayáis a descubrir en las primeras páginas, pero el meollo de la cuestión no llega hasta que no tomamos contacto con la figura de Cuervo, un mercenario contratado para intentar conseguir la colaboración de Ira. Con estas tres figuras –El-Arad, Ira y Cuervo– delineadas, tenemos a los tres ejes principales de la novela, aunque no precisamente su punto fuerte. La construcción de los personajes nos deja principalmente arquetipos, cada uno en su lugar. Se echa de menos, quizá, una mayor profundidad en su creación, porque si bien la forma de describir del autor es buena, en un principio, le falta ese punto que consigue algo vital a la hora de presentar unos personajes: alcanzar al lector con su empatía. Diría que el punto fuerte de la novela de Manu Palacios ha sido la creación de un universo muy rico y prometedor. La exploración de las culturas del mundo árabe (no es una cultura «árabe» como tal, por supuesto, pero la influencia es evidente), la vida en el desierto, y su forma de describirlas son muy acertadas. Sobre esta premisa, crear una trama teñida de intrigas políticas que se esconden detrás de supuestos intereses religiosos ya hace que El secreto de los malditos merezca una muy digna toma en consideración por vuestra parte. Como muchas de las novelas autopublicadas, adolece de ese cierto recargamiento… un estilo tal vez en ocasiones demasiado barroco: el del autor que necesita probar su
Navegando entre libros
43 valía. Es un pecado perdonable –muy perdonable– en una primera novela. Si bien es cierto que la reincidencia en descripciones recargadas puede llegar a ser un lastre para la acción a partir de los capítulos tres o cuatro, al menos da la impresión de ser una sobrecarga hasta cierto punto consciente: el autor ha querido dotar de ese espíritu metafórico y evocador a toda su narración. Puede parecernos más o menos acertado, pero es su elección. Y por supuesto –aquí vengo, con mi sable anti crímenes ortotipográficos–, una de las cosas que más se agradece a un autor que se autopublica es que invierta el dinero y el tiempo que suponen corregir una novela por medio de un profesional, es decir, ofrecer ese producto que pretendes vender con una calidad suficiente para que el que lo recibe no piense que lo has engañado. Pues bien, El secreto de los malditos cumple. Las erratas son muy pocas y apenas relevantes, casi las mismas que podrían esperarse en una publicación tradicional (no hay libro sin erratas). Lo que es indudable es que Manu Palacios se ha tomado en serio su trabajo, ha trabajado mucho en esta novela, y ha conseguido casi todo lo necesario para ofrecer una buena lectura: trama atrayente, descripciones ricas, personajes sencillos pero correctos y un mundo que, espero, podremos seguir explorando en nuevas historias. Ya tenéis un consejo. Tomadlo o no, pero en todo caso, leed. Felices lecturas!
Sara Esturillo
Tras los muros
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GANADORA concurso anterior AnaVigo
Nacida en Pontevedra en 1992, escribe desde que tiene memoria. Graduada en Comunicación Audiovisual, actualmente es redactora jefe y coordinadora de la sección de Cultura en el diario digital TimeJust. Ha publicado “La búsqueda de los dioses” (Luhu Editorial), además de varios relatos en diferentes antologías. Actualmente prepara su siguiente proyecto de novela.
Síguela en: @cabalinho
Nieve sobre Breslau
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Tras los muros 20 de enero de 1945 Breslau, Silesia, Alemania
E
stoy tan cansada que se me nubla la vista. O tal vez esta visión turbia del mundo se deba a la nieve que cae incesante. Me he separado del grupo de evacuados. No puedo verlos ni oírlos, ni siquiera el llanto de los niños. Solo me acompañan el viento, el frío y la soledad. Si Keith estuviese aquí, con solo un pensamiento podría llevarme a un lugar seguro, donde no hubiese temporales ni soldados. Una vez fui feliz en Breslau, durante mis primeros años de vida. Todo cambió poco a poco, tanto que hasta parecía normal que nos arrebatasen la casa, o que desapareciesen mi padre y mi hermano. A nosotras nos llevaron las últimas. Yo no entendía qué pasaba; aún hoy, a mis doce años, me cuesta entenderlo. Sé que de pronto estaba mal ser judío. Fue una suerte que Keith apare-ciese y una desgracia que no lo hiciese antes. Tropiezo y caigo sin apenas ruido sobre este manto blanco. Me duele el pie que me he gol-peado. Pero debo avanzar o la nieve me sepultará. Keith prometió que volvería, pero si no tengo cuidado, esta vez también será tarde. Cuando le conocí estaba solo, apoyado en la verja del campo de concentración, y me miraba. Aparentaba unos catorce años y no parecía asustado. Pensé que sería hijo o sobrino de algún soldado alemán, pero vestía un atuendo llamativo que me hizo dudar; des-carté por completo mi teoría cuando me habló para decirme a bocajarro que yo le gustaba. No tenía acento alemán. Tampoco hablaba el idioma y, sin embargo, yo entendía cada palabra que decía. En aquel momento no pensé mucho en ello, ya que mi reacción fue quedarme boquiabierta. Se rió, imagino, al notar mi expresión de pasmo. Me dijo entonces que me iba a salvar. —¿Cómo? —Con magia. Se acercó, tomó mi mano y se produjo un fogonazo. Sobresaltada, cerré los ojos. Cuando los abrí, vi que estábamos en Breslau, frente a la que había sido mi casa. Segura de que soñaba, me giré hacia el chico. Sonreía como un niño que muestra su primer garabato a un adulto; esperaba con expectación mi reacción. —¿Qué ha sido eso? —Te lo he dicho, magia. —Ya, claro. —No le creía—. Pues si puedes hacer magia, trae a mi madre también. —No puedo resucitarla. La magia tiene límites. Y eso que la mía es muy fuerte.—Afirmó con presunción. Debió notar mi expresión escéptica, porque con un nuevo fogonazo lo perdí de vista. Una luz titiló a mis pies. Me agaché, y vi que donde antes estaba el chico había una luciér-naga. Me miraba, y habría jurado que se reía. Revoloteó a mi alrededor hasta posarse en mi hom-bro. Oí su voz: —Casi nadie puede convertirse en insecto, solo los mejores tenemos este poder. Por eso en mi país me respetan tanto, allí soy como un príncipe. También puedo
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Tras los muros
volverme invisible, y hacer que otros lo sean. Un nuevo fogonazo provocó un chillido del que después me avergonzaría. Seguro que Keith pensó que era una niña tonta, pero decidme, ¿qué haríais vosotros si de repente hubiera un dragón de tres metros ante vuestras narices? Me encuentro bajo un árbol. La nevada comienza a amainar, pero hace más frío. Es noche cerrada, y mis sospechas se confirman; estoy sola y perdida. Debí desviar mi rumbo en algún punto del ca-mino. Lo más curioso es que ni siquiera tengo ánimos para asustarme. Solo echo de menos Breslau, el Breslau que conocí en mi infancia. Ojalá Keith hubiera podido llevarme a aquella época, pero su magia tampoco abarca los viajes en el tiempo. —Aquí estás. Esta vez no es tarde. La luciérnaga vuela hasta posarse en la punta de mi nariz. Le sonrío pese al entumecimiento. —¿Y tu dragón? —Está aquí, invisible. Como sé que le tienes miedo... —No seas tonto. Se eleva y recupera su forma humana. Está casi igual, quizá haya ganado altura. Yo he cam-biado. Incluso con los síntomas de congelamiento, mi aspecto es mucho más saludable que cuando nos conocimos. Ha sido muy fácil subsistir en Breslau. Cuando nadie te ve, puedes robar lo que ne-cesites, dormir donde quieras, e incluso pasear con tranquilidad por la calle sin temor a que te ata-quen. —¿Y bien? —pregunta Keith con impaciencia— Ya no puedes volver. ¿Vendrás conmigo es-ta vez? Mientras medito, su dragón reaparece igual que entonces, el día que me salvó y me hizo por primera vez la propuesta. Él sí que ha crecido, mide casi el doble. A un gesto de Keith, lanza una llamarada hacia el cielo. La cercanía del fuego me ayuda a entrar en calor. La idea de dejar todo y acompañar al chico en sus viajes a lomos del dragón es tentadora; ya en aquella ocasión lo era. Entonces mi vida tampoco era fácil, y mi decisión, la misma que tomo hoy. —Vete si quieres. Yo me quedo en mi casa. Keith no esperaba esa respuesta, leo la decepción en su mirada; también la incredulidad y la rabia. —¿No lo entiendes? Vas a morir. Aunque siga haciéndote invisible, ya no te servirá. No puedo parar al ejército rojo, ni sus bombas. Tomarán la ciudad y arrasarán con todo. —Eres tú el que no lo entiende. Es mi hogar, mis recuerdos, lo único que me queda de los míos. No te preocupes, sabré cuidarme. La guerra no puede durar mucho más. Me despido con un beso en su mejilla. El dragón apaga su llama, pero no importa. Ya no tengo tanto frío, y consigo moverme. Me arrastro de regreso a Breslau. A mi espalda, Keith monta en su dragón y alza el vuelo. No me arrepiento; se han acabado los días de huir.
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