El chavismo no es un hombre, es una doctrina - Por Diego González

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revista turba Por Diego González

arisco que supone una alianza cívico-militar. En síntesis, su desafío es administrar al chavismo sin Chávez. Conseguir la hegemonía interna, reemplazar aquel liderazgo titánico.

El chavismo no es un hombre, es una doctrina La máxima peronista también aplica a la situación de Venezuela, donde la muerte de Hugo Chávez no disolvió al movimiento y su legado hoy se debate en las calles. Desde el Ejecutivo, Nicolás Maduro tratará de cumplir el último mandato del líder para perpetuar el chavismo y no disolverlo en una democracia formal. ¿Cómo es la experiencia del PSUV y cuál es el rol de las comunas en el futuro de la República Bolivariana?

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diciembre en las que vuelve a imperar la lógica plebiscitaria de lo nacional por sobre lo local. Así fue siempre con Chávez, así va a ser ahora con Nicolás Maduro. “Maduro no es Chávez” y “Chávez somos todos”, dicen los unos y los otros. A ese debate se le suma ese cortito punto y medio con que Maduro venció a Henrique Capriles Radonsky en abril. Por todo esto, el escenario para el chavismo no es sencillo. Maduro, un hombre de pasado sindical, es hoy el presidente que tiene por tarea domar a ese sujeto político peculiar que es el chavismo, ese sujeto

Una de las variables para analizar al chavismo sin Chávez es seguir el devenir de su partido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Lanzado en 2007 por iniciativa del propio presidente, el PSUV encarna -como Chávez mismola contradicción. Esa que supone previsibilidad y subversión al mismo tiempo. Esa dualidad que tolera la figura intachable del Jefe de Estado y la trasgresión en un mismo movimiento. En rigor, la intención original fue la de ordenar. Después de las presidenciales de diciembre de

imágenes: www.guerrillacomunicacional.blogspot.com.ar

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n los últimos 15 años el escenario político venezolano nunca tuvo la armonía como norma. Pero el análisis de la coyuntura actual, sin el bestial liderazgo de Hugo Chávez, se vuelve todavía más complejo. Es que desde fines del año pasado, la democracia venezolana se encuentra en estado de shock. Son momentos en los que se debate todo, momentos en los que arde todo. Y los venezolanos, otra vez, a las urnas: presidenciales en octubre de 2012, gobernadores en diciembre, la muerte de Chávez en marzo de 2013 y nuevamente presidenciales en abril. Para concluir, otras municipales en

Tironeados El debate ahora está tironeado entre la urgencia de permanecer, de sobrevivir, y la inercia natural del chavismo a radicalizar, a fugarse hacia adelante. En esa tensión, Maduro, el que fuera chofer de colectivos, jugó un rol determinante. Porque ahora cada cual tiene licencias para inventar su propio Chávez: el socialista, el conciliador, el nacionalista, el militar, el que ponía la otra mejilla, el que no perdonaba. Como Perones tenemos en Argentina, habrá Chávez en Venezuela.

2006, Chávez tuvo más fuerza que nunca. Ya habían pasado los tiempos de los golpes de Estado, de los lockouts patronales, de los revocatorios, del ausentismo opositor en las legislativas de 2005. La oposición, finalmente, decidió resignarse a las reglas del juego y presentó un candidato común -Manuel Rosales, ex gobernador del Zulia- que no tuvo más salida que aceptar la paliza de las urnas. El

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