Facundo Moyano: "Cristina destruyó la construcción política de Néstor"

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revista turba

foto: Esteban Collazo

Por Melina Ons y Jimena Valdez

“Cristina destruyó la construcción política de Néstor” Al costado de un movimiento político que se jacta de no dudar, Facundo Moyano hace de la contradicción virtud. No se apura, porque aun no cumplió 30. No sobreactúa lealtad, porque la lleva en la sangre. No es un soldado, es hijo del sindicalista más poderoso de la última década. Por él ingresó a la política, pero eligió el Congreso y el Frente para la Victoria como plataforma de despegue. Aquí levanta a Néstor, hunde a Cristina y critica a su padre.

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acundo habla mucho. Tiene tres celulares y lo primero que hace al llegar es mostrar los mensajes de la producción del programa de Jorge Rial y del de Dady Brieva pidiéndole entrevistas. Los lee y se ríe. Tiene 28 años y es el más chico de las cinco personas que estamos en la mesa. Nos reímos con él. A lo largo de la conversación intentará sacarnos una sonrisa con otras cosas: con lo que se dice de él, con los libros que leyó por la mitad, con los mensajes que intercambia con cierto personaje político cotizado. Se ríe porque no necesita demostrar su poder, todos sabemos que lo tiene. Es el Secretario General del Sindicato Único de Trabajadores de los Peajes y Afines (SUTPA) desde hace cuatro años. Desde allí promovió la creación de la Juventud Sindical (JS), un espacio que reúne a trabajadores jóvenes de los gremios alineados con la Confederación General del Trabajo (CGT) y que apareció con un mensaje de renovación de las estructuras sindicales. En 2011, con 26 años, llegó al Congreso como diputado por el Frente para la Victoria (FPV). Facundo logró todo eso con ayuda de su padre, el sindicalista que protestó en las calles en los noventa para pasar al Palacio en esta década, del que se fue hace poco de un portazo. Facundo parece haber aprendido de las virtudes de su padre, y también de sus errores: las virtudes son gremiales, los errores son políticos. Por eso del SUTPA pasó a la Juventud Sindical. Por eso cuando le preguntamos por el Impuesto a las Ganancias, hablará de justicia social. Por eso quiere tener un lugar en la reorganización del Partido Justicialista (PJ). Porque quiere hacer polítíca. Deja entonces pasar las críticas a la burocracia sindical y a los gordos. Sentado sobre todo lo bueno, lo malo y lo feo que el sindicalismo es, pretende ser el tema nuevo de una corporación que hace años vive de sus grandes éxitos. Pero ¿por qué eligió ese camino? “La respuesta es muy general, creo que la política es una herramienta de transformación social. Eso te va a decir el Cuervo Larroque”. ¿A quiénes representás cuando hacés política? Otra respuesta general: al Pueblo. Yo soy peronista, pero creo que el peronismo como movimiento colectivo no existe más. ¿Cómo que no? El peronismo fue una etapa histórica dónde confluían diferentes actores, con un tipo que conducía esa alianza policlasista, con una columna vertebral que era la clase trabajadora, con sus sindicatos, con participación de esas

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entidades obreras en el sistema de decisión nacional. Hoy eso ya no existe más. Y tampoco existe en términos de mística ni de doctrina. Todos los partidos están en crisis y en particular el partido peronista. Entonces creo que existen los peronistas y no el peronismo, aunque si el día de mañana se construye un proyecto, tiene que tener bases peronistas. Lo digo porque fue lo único posible y efectivo en la Argentina, pero Perón decía que la doctrina había que actualizarla. ¿No te parece que, en cierta medida, Néstor Kirchner pudo generar esa alianza poli-clasista que describías? Yo creo que sí, que estuvo la intención, y que por eso apoyamos tanto a Néstor. Pero después Cristina rompió todo, dividió al movimiento obrero, ninguneó al sector empresarial. Ella ordenaba con el 54 por ciento. No conducía, sino que mandaba, y planteó peleas innecesarias que llevaron a la división del campo nacional y popular. Quiso remplazar actores sociales, económicos y políticos reales por una corte disciplinada de aduladores y una orga en el Estado. Digo: la política se construye con actores sociales reales, con negociación, con consenso. Y ella planteaba un diálogo directamente con el pueblo y con todos los territorios sociales, negando la mediación institucional. Por eso se asegura de tener sindicalistas que carecen de representatividad y legitimidad: porque son los que le van a decir todo que sí. Creo que Cristina destruyó todo lo que hizo Néstor, porque en términos de conducción política, Cristina no conduce a nadie.

Sí, totalmente. Creo que hoy lo que se está discutiendo es la estructura del peronismo, más allá del PJ partidario, con los intendentes, con los sindicatos y demás. En estos dos años va a haber dificultades de liderazgo, no de gobernabilidad, porque la victoria de Sergio Massa significó que una parte importante de los intendentes y los sindicatos están en la vereda opuesta. Pero ese nuevo liderazgo se va a tener que afianzar, cosa que tampoco creo que resulte fácil porque el gobierno nacional va a seguir teniendo recursos y el poder de condicionamiento. Va a ser difícil que surja un liderazgo sólido. ¿Cuál creés que debe ser el lugar del sindicalismo en ese nuevo marco? Hay un libro interesante, que no leí completo, de Steven Levitsky. Habla de la transformación del peronismo: del partido sindical al partido clientelar. Yo comparto lo que él dice: el movimiento obrero en términos de estructura económica y política no puede tener el peso que tenía históricamente en el peronismo. La resistencia peronista giró en torno a la Unión Obrero Metalúrgica (UOM) en los ’60 porque era un monstruo, tenía 600 mil afiliados; pero eso ahora está un poco en crisis, más allá de que Néstor le haya devuelto un poco ese rol de actor social importan-

te. Por eso creo que la Juventud Sindical tiene que levantar banderas políticas y discutirlas de cara a la sociedad, hacer política, que es lo que la mayoría de las veces no hace el sindicalismo y por eso tiene la imagen que tiene. ¿Cómo ves el debate sobre el modelo sindical? Para mí discutir el modelo sindical es hablar de democratización. Creo que se tiene que dar naturalmente el recambio en las conducciones de los gremios y la Juventud Sindical está impulsando algo muy piola que tiene que ver con generar un sindicalismo diferente, que se plantee una autocrítica profunda y que no tenga miedo de dar las discusiones. Yo he impulsado proyectos que brindan beneficios a los sindicatos simplemente inscriptos para que la competencia sea en condiciones de igualdad, porque hoy las listas oficiales ganan con la estructura del sindicato. Así nos vamos a encontrar con Cavalieris, con Lescanos y por qué no, con Moyano, que hace 25 años que están en la organización. De todos modos, mi padre, que es el secretario general de una de las CGT, está de acuerdo con esta propuesta: cree necesario dar esta discusión porque es precisamente que estén atornillados a una silla hace 25, 30 ó 40 años lo que genera tan mala imagen de los sindicalistas.

foto: Natalia Somma

“Yo soy peronista, pero creo que el peronismo como movimiento colectivo no existe más. Pero si el día de mañana se construye un proyecto, tiene que tener bases peronistas”

Conduce a La Cámpora Sí, pero La Cámpora no puede remplazar a lo otro que es lo real. El sindicalismo, más allá de que perdió mucha potencia y mucha capacidad de incidencia en las decisiones políticas, no deja de ser un actor económico de peso. Hay una cosa que para mí muestra la poca habilidad de Cristina para la política y es que armaron la Ley de ART para (José Ignacio) De Mendiguren y después él se fue con (Sergio) Massa. Eso es torpeza política. ¿Crees que va a haber una reorganización del PJ ya pasadas las elecciones?

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“Hay una cosa que muestra la poca habilidad de Cristina para la política y es que armaron la Ley de ART para De Mendiguren y después él se fue con Massa. Eso es torpeza política” Pero la Juventud Sindical se plegó a algunos reclamos tildados de corporativos, como el de la suba del mínimo no imponible. Ese es un reclamo justo que tiene que ver con el tipo de país y el sistema tributario que nos imaginamos, que es uno que busca la justicia social. No creemos que el peso impositivo tenga que descansar sobre las espaldas de los trabajadores. Quizás es un reclamo corporativo en términos de que lo llevan adelante los sindicatos cuyos trabajadores están afectados por este impuesto, pero corporación no es mala palabra. Siempre dijimos que queremos que se actualice al mínimo no imponible, pero también que queremos discutir qué tipo de sistema tributario queremos tener. Si todavía hay rentas extraordinarias que no se han gravado, ¿por qué el trabajador tiene que tener semejante peso tributario? Ahí nosotros damos un paso más y damos la discusión política. Todos los proyectos que yo he presentado en el Congreso hablan de la renta financiera, la renta minera, de la compra y venta de acciones. Pero por otro lado tu papá habla de los “planes descansar”, en alusión al Programa Argentina Trabaja. No comparto lo de los “planes descansar”, pero sí hago una crítica profunda con respecto a cómo puede ser que haya tanto crecimiento económico y el gobierno siga utilizando políticas tan masivas de asistencialismo. Me parece que, por falta de planificación, por falta de decisión política, el gobierno se encerró y terminó haciendo que los trabajadores sostengan las cuentas fiscales del gobierno. El laburante de peajes no tiene que ser el que sostenga el empleo de esos jóvenes, por lo menos no ahora. ¿Por qué otros temas que afectan a más trabajadores, como el empleo no registrado, tuvieron menos protagonismo en la agenda de la CGT? Creo que muchas veces se confunde “la CGT no tiene discurso” para un tema, con “la CGT no tiene las herramientas legales y formales para contenerlo.” ¿Quién debe combatir el trabajo en negro? El Estado. ¿Quién tiene la responsabilidad de regular la tercerización para que no sea una herramienta de precarización laboral? El Estado. De hecho, como diputado presenté un proyecto para modificar el artículo 30, cambiado por la dictadu-

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ra militar, que es el que dice que la empresa madre, la que subcontrata, no es solidariamente responsable en el caso de incumplimiento de la tercerizada. El Estado no ha tenido la decisión política, entonces te tratan de meter la contradicción dentro de la CGT. ¿Estabas más cómodo en tu banca dentro del FPV o ahora que presentás proyectos solo? En realidad nunca estuve bien. Siempre presenté proyectos, pero nunca les prestaron demasiada atención. Asumí el 6 de diciembre de 2011 y el 15 de diciembre mi viejo hace el discurso en Huracán (ndr: en el que renuncia a sus cargos en el PJ y se distancia del Ejecutivo), entonces nunca tuve demasiado margen. Igualmente, eso no me molesta, nosotros ya veníamos con muchas diferencias, lo que te mata es que no se discute ninguna. Creo que eso empobreció mucho al espacio político, nunca hubo debate. Esa lógica de disciplinamiento llevó a que se encerraran en sí mismos hasta que la contundente derrota electoral termina haciéndoles ver que están equivocados. Y eso hasta cierto punto, porque el discurso de la Presidenta sugiere que la que está equivocada es la gente. ¿Dentro del kirchnerismo no se puede tener una agenda propia? No hay espacio para eso. Yo lo hago porque tengo una realidad bastante particular: soy el hijo del secretario general de la CGT que tiene peso propio; pero dentro del kirchnerismo ninguno me cuenta como propio.

¿Qué lugar te gustaría ocupar? Eso lo dirán las circunstancias. Si me preguntabas hace tres años si iba a ser diputado te decía ni idea. Lo que creo es que Massa es un tipo que entiende muy bien el poder porque lo está disputando, cosa que (Francisco) De Narváez en el 2009 no hizo. Y por eso fue un producto mediático de las circunstancias y de la bronca que había con el gobierno en ese momento. Si el kirchnerismo tuvo la capacidad de reacción que tuvo después de la derrota del 2009 fue porque Néstor tenía todo lo que Cristina destruyó: el gremialismo unido, el sector empresario y los banqueros. Tenía los planetas alineados y podía recomponer. Pasado y futuro Facundo sabe que la calle del gremialismo no desemboca en la transitada avenida de la política. Y por eso dirá que “no se puede hacer política con una agenda gremial” o, todavía más, que “ni loco paro una destilería”. Dice que los sindicalistas tienen que tener una agenda de la sociedad, esa sociedad que los mira con muy malos ojos, por errores propios y también por la “demonización de los medios de comunicación”. Esos mismos medios que a veces amagan con ponerlo en un lugar diferente: el Moyano bueno. Se queja de que lo vean distinto a su familia. Cuando Víctor Hugo, sorprendido, le dijo que manejaba muy bien el idioma, Facundo contestó que debía ser porque habla mucho con Hugo y Pablo. Lo dijo muy serio. Facundo es leal y no quiere marcar la diferencia, pero sabe que esas son las reglas de juego si quiere hacer política. Así ganan los dos: “Creo que mi papá pone fichas en que yo mañana pueda alcanzar los objetivos que a él le están costando”.

¿Por qué te quedas dentro del bloque del FPV? Porque no encuentro otro espacio político. Muchas veces me pasó que cuando se discutía determinada cuestión en el recinto, si bien coincidía con muchos discursos opositores, no me sentía identificado con el espacio del cual eran esos legisladores que sostenían esos discursos.

¿Por qué le cuesta tanto a tu padre el paso a la política electoral? Mi viejo tiene un proyecto político con una visión muy clara de poder, pero después no construye para alcanzar ese objetivo o construye mal. La contradicción se ve en que estás haciendo política, tenés un proyecto político de poder y en la inundación en La Plata parás una destilería. Más allá de que era legítimo porque había un reclamo, sabemos cuáles son las reglas del juego: si hacés eso te van a matar y después no te podés quejar.

Y en la nueva reconfiguración que se va a dar… Eso se verá. Yo tengo buena relación con Sergio Massa: es un tipo que entiende la política y hace política de modo parecido a Néstor; más allá de que después habrá que verlo caminar. Escuchamos muchas medidas que ellos querrían impulsar, pero no hemos tenido una conversación profunda acerca de los contenidos. Por ahora, sigo en el FPV.

¿Y vos? Estoy en otras circunstancias históricas. Tengo otra formación y no me refiero a la formación intelectual: vivo en otra época, soy diferente, me crié de otra manera, procedo de otra manera y voy para otro lado. A mí me gusta mucho la política, yo creo que le voy a poner mucho más énfasis a mi carrera política que a mi

carrera gremial. Yo tengo límites objetivos: por ejemplo, nunca voy a hacer un paro que perjudique a la gente. Puedo hacer algún quilombo como para que me den pelota, pero no voy a cortarle los 4 accesos a la gente para que no pueda entrar a la Ciudad de Buenos Aires. ¿Te sentís más cómodo discutiendo salarios con una empresa o en una sesión del Congreso? ¿Hoy? Discutiendo con las empresas. El Congreso es horrible, es una escribanía…. En el acto del Luna Park dijiste: “si nos dicen que le hacemos el juego a la derecha que me expliquen qué es la izquierda, a mi izquierda está la pared”. ¿Cómo sostenés eso? Estoy regalado a las chicanas, pero la verdad es que nuestro espacio ha tenido un discurso que es muy difícil de correr por izquierda. Estamos planteando que se regularice la tercerización, que se discuta el sistema impositivo para que sea más equitativo, que se avance sobre las rentas extraordinarias que no están gravadas, que se democratice el sistema sindical, que se modifique la Ley de Entidades Financieras de (José Alfredo) Martínez de Hoz. Nuestra agenda es de izquierda, es ultraprogresista. Lo que pasa es que después nos empaña que mi viejo termine cerrando con De Narváez. Facundo dice que le falta aprender mucho. Que tiene que caminar, entender mejor la lógica política,

“Hoy las listas oficiales de los sindicatos ganan con la estructura. Así nos vamos a encontrar con Cavalieris, con Lescanos y por qué no, con Moyano, que hace 25 años que están” saber economía. También planea estudiar, por él y por su padre, aunque cuando Hugo le reprocha que haya largado Derecho, él contesta que si hubiera terminado los estudios, no tendría todo lo que tiene: el SUTPA, la Juventud Sindical y una banca de diputado a los 28 años. Tiene mucho, pero quiere más, quiere lo que su papá no logró. Para eso, en el tiempo en que toda la juventud sobreactúa lealtad, Facundo necesita hacer el ejercicio contrario. Pero la lealtad viene de fábrica: no puede traicionar a su padre en sentido figurado, porque es su padre en sentido literal. O quizás sí.

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