Una bandera que diga NO a Ganancias - Por Javier Lewkowicz

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revista turba foto: Cristian Delicia

Por Javier Lewkowicz

Una bandera que diga

NO a Ganancias El reclamo por el impuesto a las Ganancias pasó de “hay que actualizar por inflación” a “el Estado nos saca la plata”, y así se convirtió en un problema que nos afecta a todos. Esta operación exitosa se sustenta en una mala fama de lo público, bien ganada en algunos casos. El gobierno redujo finalmente el impacto del impuesto, pero nadie discute quién financia al Estado dinámico que necesitamos.

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o es sencillo encontrar una escena en la que petroleros, camioneros o metalúrgicos levanten las puntas de una bandera larga y estridente en la Plaza de Mayo, que es sostenida en todo su largo por las manos de tercerizados, laburantes en negro y desempleados. Que se escuchen, desde algo más atrás, cantitos de oficinistas, maestros, periodistas y motoqueros, y hasta taxistas, kioskeros y estatales acompañando con las palmas. Sucede que la unidad es tan fortalecedora como difícil de construir, en especial en una clase social atravesada por profundas diferencias. Quizás por eso la imagen es inventada, pero

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algo no tan distinto ocurrió meses atrás en el reclamo por el impuesto a las Ganancias. Las movilizaciones incluyeron consignas como “el salario no es ganancia” y “el Estado nos saca la plata”. ¿Por qué razón un reclamo sectorial, por el tamaño del grupo que afecta y por su posición en la escala de ingresos, logró imponerse en la agenda nacional y conseguir esa simpatía? De pronto, el impuesto a las ganancias era un problema de todos los argentinos. Sin embargo, las últimas medidas del gobierno dieron por clausurado el tema. Como ya sucedió en otros casos, la flaca dinámica política sesgó un necesario debate so-

bre un tributo que se parece a las retenciones en sus defectos y virtudes: tiene inconsistencias y debilidades, pero es de los pocos que le imprimen progresividad al sistema impositivo. El gobierno volvió a demostrar que su comunicación es opaca o directamente mala. Del otro lado, un acérrimo reclamo en clave liberal fue impulsado por el sindicalismo mejor organizado y hecho bandera por casi todo el arco político opositor. Los abonados Partamos de los datos: la población económicamente activa en la Argentina es de 17,3 millones de personas. Ese universo incluye a trabajadores del sector privado registrado y no registrado, del sector público, beneficiarios de planes de empleo, patrones, cuentapropistas, servicio doméstico y desempleados. Son todos los que

¿Por qué razón un reclamo sectorial, por el tamaño del grupo que afecta y por su posición en la escala de ingresos, logró imponerse en la agenda nacional y conseguir esa simpatía?

de alguna manera están ligados al mercado laboral. Antes de los últimos cambios, pagaban impuesto a las Ganancias 2,3 millones de trabajadores, el 13 por ciento del número anterior. Después de las modificaciones, esa proporción se redujo al 5,5 por ciento, alrededor de un millón de trabajadores. En relación al total de los asalariados (los que trabajan para un patrón), que suman más de 11 millones entre registrados y no registrados del sector privado y trabajadores del sector público, la proporción

alcanzada por Ganancias llegaba al 20 por ciento y luego bajó a la mitad. Según el INDEC, en el segundo trimestre del año el 80 por ciento de la población ocupada recibió por su empleo principal menos de 6 mil pesos, por debajo del piso de 8.360 pesos que rigió para Ganancias en ese período. En promedio, el ingreso de esa porción de los ocupados fue de 3.100 pesos. Es decir que la mayor parte de la clase trabajadora sufrió, más que el impuesto a las Ganancias, el problema de tener que escuchar en

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