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Del plato a la pandemia

Del plato a la pandemia - repensando nuestros hábitos de consumo

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Comer es un acto político. Por ende, lo que llevás al plato (y lo que no llevás) importa.

Considero necesario evaluar este suceso pandémico sustancialmente disruptivo de la vida cotidiana como evento social complejo y a la vez como un momento para dejar de escindirse vincularmente de los animales no humanos y del planeta que habitamos.

Según uno de los tantos informes de la fao (Cecchi & Slingenbergh, 2013) existen varios factores que aumentan la probabilidad de que suceda una zoonosis, es decir una enfermedad transmitida de animales a humanos. Entre ellos: deforestación y otros cambios de la tierra, resistencia antimicrobiana, agricultura y ganadería intensiva, cambio climático, tráfico de animales salvajes, entre otros. La aparición de enfermedades zoonóticas no es un fenómeno nuevo, pero parecen ir en aumento. El autor David Quammen explora algunas razones en su libro Spillover: Animal Infections And The Next Human Pandemic (Quammen, 2013) y sostiene que “una enorme población humana, sumada a una enorme población de ganado, a la destrucción de los hábitats y los ecosistemas alterados, resulta en un combo explosivo que podría convertirse fácilmente en una diatriba sobre la venganza de la naturaleza contra la humanidad”.

Vale aclarar que la preservación de los ecosistemas no es sólo un asunto de moralina ambientalista, sino que tiene que ver con nuestra supervivencia. Si la Tierra está enferma, nosotros también (Lake et al., 2012). Zambrana-Torrelio lo pone en estas palabras:

“Debemos dejar de pensar que los humanos somos algo separado del sistema porque sino, nos da la idea completamente errónea de que podemos cambiar, destruir y modificar el ambiente a lo que mejor nos parezca. Cualquier cambio que hagamos en el planeta va a tener un impacto en nuestra salud” (Zambrana –Torrelio, Carlos, 2020).

“Si la Tierra está enferma, nosotros también”

Al final, estamos todos juntos en el mismo barco, comencemos a activar esta idea como un poroto en remojo. Y es así como puedo decir que todo es políticamente tan complicado, que todo lo que hacemos tiene graves implicancias, es decir, que hasta que no comprendamos que lo que hacemos

afecta a la otredad (Smith, Andrew Lloyd, 2015), no vamos a comprender ni acercarnos a proponer un cambio paradigmático que nos beneficie a todxs. Pero a todxs de verdad. Comer animales desde lo particular, y seguir financiando explotación animal y de tierras desde lo general, nos va a traer otra pandemia.

Comer es un acto político (Alain Ducasse Christian Regouby, 2018) que nos ha atravesado a lo largo de nuestra historia evolutiva como especie. Sabemos que (aún) necesitamos nutrientes para poder sobrevivir y la búsqueda infinita por esta supervivencia, el contacto con otrxs, la necesidad de vincular y formar comunidades transformando a la naturaleza antropocéntricamente hablando, nos hizo ser quienes somos en la actualidad.

Reconocer ese antropocentrismo (Faria, Catia., 2014) implica comprender que atravesamos una nueva era: el antropoceno. Que vendría a ser la impresión caótica de nuestra huella como animales humanxs en la tierra.

Comprender la historicidad es comprender un poco donde estamos paradxs en la actualidad y hacia dónde vamos (o podemos ir) como sociedad, donde la agroindustrialización alimentaria compite ferozmente por ocupar nuestros platos, nuestros tiempos y nuestras tierras.

“Spoiler alert: comer carne no es necesario desde el aspecto nutricional”

Comemos lo que nos han dicho que podíamos y debíamos comer haciéndonos creer que elegimos libremente. Comemos también envueltos bajo la mirada moral (sesgadamente moral) de un sistema especista (Horta, Oscar., 2010), con un marco de creencias carnista (Joy, 2018), que normaliza, naturaliza, crea la necesidad y a la vez coloca como un acto nacional identitario (Navarro, 2016) al acto de comer carne. Spoiler alert: comer carne No es necesario desde el aspecto nutricional («Position of the Academy of Nutrition and Dietetics», 2016). Y no solo no es necesario, sino que debemos pensar otras formas de alimentarnos de manera urgente (etc group, 2017) (Shiva, Vandana., 2016) para crear entre todxs una dieta que sea justa y sostenible.

A la vez, y no menos importante, no vinculamos ni conectamos sustancialmente con esa vida (o lo que ha sido una vida de sintiencia antes de ser objeto de consumo) en nuestro plato, sino más bien lo consideramos como un alimento listo para comer (o apto para comer). Claro que con alguna transformación culinaria, porque por estos lados occidentales del planeta no se consume socioculturalmente “carne - cuerpos -cruda”. El concepto “carne”, nos hace alusión a un “referente ausente” (Adams, Carol J., 2019) donde los cuerpos son convertidos en ausentes como animales para existir como carne, como objeto. Unx no come carne sin la muerte de un animal, dicho de otra manera: unx no come “carne” come un “cuerpo”.

Se necesita mucha energía (por decirlo de una manera políticamente correcta, porque lo que se necesita es dinero, negociados, extractivismos, explotación de tierras y de animales no humanos, vulnerabilización de derechos humanos, destrucción de ecosistemas…) para conservar el staus quo, con una sociedad dormida que atiende y entiende incuestionablemente al sistema capitalista feroz como la norma, como la única alternativa capaz. Mientras muy en nuestro interior, en ese diálogo con nosotrxs mismos, sabemos qué es lo que más debemos transformar, y que es transformable. Necesitamos conquistar la esfera de lo público, agruparnos, para poder concretarlo.

Luego de este cuestionar nuestro propio plato y dejar de resumirlo todo a “pero a mi me gusta” (más aún si tenemos ese privilegio) podemos introducirnos en el concepto de soberanía alimentaria (fao, 2013), que pareciera ser un término sofisticado aleja-

do de nuestras vidas y nuestros días, donde su aparición sólo la vemos concretada pos guerra bélica anti colonialismo. Debemos traerla, acercarla, apropiarla a modo de aprehenderla, vivenciando todo ello de manera dialéctica entre lo individual y lo colectivo, y que nos atraviese en todas las esferas de la vida cotidiana. Soberanía alimentaria, territorial, corporal, de género y de especies.

Es injusta la indiferencia. Es injusto convivir con tanto especismo. Es injusta la zoonosis, la pandemia, la crisis económica… Es injusto que desde una lectura individual y personal, todo se reduzca al paladar (ese gusto cuasi ritualoide de comer asado).

¡Duele que no nos demos cuenta de una vez y por todas que este sistema de producción explotador de tierras y animales, en condiciones cruentas de hacinamiento y caos microbiológico...debe cambiar!

“Si tenemos el privilegio de decidir, tenemos mayor responsabilidad de actuar”

Si tenemos el privilegio de decidir, tenemos mayor responsabilidad de actuar y si llegaste en la lectura hasta acá y consideras que algo podés hacer como para comenzar a transformar la realidad, te recuerdo que: hoy el menú, lo elegis vos. Y esto es una invitación a hacerse cargo.

Rocío Hernández | Nutriloca Licenciada en nutricion (mp904/mn9648). Posgrado Alimentación Vegana y Vegetariana (uba). Psicóloga social. Docente unr fcm. Magister en salud publica en curso (unr)

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