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"MUNDO MARINO" PERSISTENCIA DE LA IMPUNIDAD

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MUNDO MARINO

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El 6 de enero de 1979 abrió sus puertas Mundo Marino, el oceanario ubicado en San Clemente del Tuyú, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, que fue creciendo hasta contar con 40 ha donde tiene prisioneros a lobos marinos, peces y delfines.

Allí, desde el 19 de septiembre de 1992 no vive, muere Kshamenk (“orca” en la lengua de los onas), único animal de su especie cautivo en Sudamérica.

¿Cómo sucedió? Según sus captores, Kshamenk, junto con otras orcas quedó varado en la Bahía de San Borombón y al bajar la marea, el grupo no pudo regresar al océano y él fue el único sobreviviente.

Guardafauna Principal Roberto Bubas y la agrupación Planeta Consciente, en la Caleta Valdés de la Provincia de Chubut, pero no tuvieron éxito.

Por otra parte, son múltiples las peticiones realizadas en diversas plataformas por la rehabilitación y la liberación de Kshamenk, por el cierre del oceanario o por su conversión en un parque educativo que reemplace a los animales no humanos por proyecciones en 3 o 7 dimensiones.

Tampoco faltaron acciones realizadas in situ por activistas que se acercaron desde distintos puntos del país y que inclusive irrumpieron en el espectáculo en señal de protesta, y pese a la gran cantidad de agrupaciones veganas y animalistas que siguen interviniendo en defensa de los derechos que le asisten a Kshamenk, no se logra el efecto esperado, ni el más mínimo siquiera: la consideración por parte de Mundo Marino del derecho a una jubilación que le permita, luego de 29 años ininterrumpidos de explotación sistemática, ser retirado de la exhibición, del espectáculo.

Otra es la versión de la Fundación Tierra Salvaje (wef) y de la Fundación Free Willy-Keiko (fwke) según la cual las orcas estaban cazando en las costas de Buenos Aires mediante un varamiento intencional, una práctica habitual en su especie. En el caso de que las haya sorprendido la bajamar y hayan quedado en situación de riesgo, pudieron haber sido rescatadas con sólo ser educidas al océano, pero tanto la wef como la fwke creen que personal de Mundo Marino con grandes redes impidió que las orcas volvieran mar adentro. Lo único que no podemos dudar es de que Kshamenk permanece cautivo y en exhibición desde entonces.

No obstante, no faltaron intentos por rehabilitarlo y liberarlo. En 2005, la wef y la fwke propusieron hacerlo en la Caleta de los Loros a 100km de Viedma; y en 2013 el

lograr una sociedad civilizada que respete a todos los seres vivos y que los animales no puedan ser explotados para esparcimiento del hombre. Esta propuesta está en consonancia con los artículos 2 y 3 de la Declaración de Helsinki de los Derechos de los Cetáceos de 2010, con la declaración de Cambridge de 2012 que asume a todos los animales como seres conscientes y sintientes y con la Declaración de Toulon de 2019 que los considera personas jurídicas no humanas sujetos de derechos que les son propios según su especie, pero nada de esto parece importarle a Mundo Marino.

Quienes defendemos los derechos de los animales no humanos nos preguntamos hasta cuándo tendremos que tolerar que Kshamenk, siendo un animal social que naturalmente vive en comunidad y tiene un lenguaje propio, no tenga a quien amar ni con quién comunicarse.

Tampoco puede nadar. Perteneciendo a una especie de hábitos migratorios, debería poder transitar 150 km por día y sumergirse hasta 1 km y medio de profundidad, pero solamente gira o flota en una pileta diminuta para él, en un pequeño dedal, cuya profundidad es menor que su longitud de 6 metros de largo y apenas soporta sus 4 toneladas de peso.

De las 24 horas del día, Kshamenk pasa sólo 40 minutos en la piscina ‘grande’, que es lo que duran los dos espectáculos diarios que realiza. ¿Qué sentirá Kshamenk? ¿qué sentiríamos nosotros confinados en un recinto de un metro por un metro sin tener con quien hablar, sin tener con quién compartir nuestra vida, condenados a repetir el mismo trayecto y las mismas acciones día tras día? Sin duda, dar 500 vueltas por hora a un estanque es una conducta estereotipada que connota zoocosis, pero el público turista inocentemente paga una entrada de más de mil trescientos pesos, le saca fotos y aplaude su cautiverio y su locura haciéndose cómplice, además, de un espectáculo ilegal.

La legislación argentina dictamina que, por ser un animal silvestre nacido en libertad, Kshamenk no pertenece a Mundo Marino sino al Estado Nacional, pero esto no es acatado por Mundo Marino, quien además transgrede la ordenanza municipal 2904/06 que prohíbe el funcionamiento de circos y espectáculos circenses en los que intervengan animales- cualquiera sea su especie- en todo el Partido de la Costa.

Al decretar esta ordenanza, el Honorable Concejo Deliberante se expidió a favor de generar un cambio social necesario para

Un derecho natural de Kshamenk sería el de rehabilitarse en un santuario y volver progresivamente a su medio natural, porque en virtud de haber sido capturado cuando ya sabía cazar, podría ir adaptándose en un ámbito protegido y sobrevivir en una bahía artificial, pero los derechos de los anh no son un tema que desvele a quienes sólo quieren lucrar haciendo caso omiso del cambio social que promueve la ordenanza 2904/06.

¿Realmente entretiene ver a animales privados de su libertad?

Hay que destacar que, a diferencia de los objetivos que deberían perseguir zoos y oceanarios, el espectáculo de Mundo Marino tampoco tiene un propósito conservacionista, simplemente porque las orcas no están en peligro de extinción, pese a lo cual se ha inseminado con fluidos de Kshamenk a orcas de otros oceanarios porque es otra forma de explotarlo y de prolongar la esclavitud y el cautiverio redituable en sus hijos.

Tampoco el espectáculo Mundo Marino cumple con un objetivo educativo: las conductas que estos animales exhiben allí no son inherentes a su especie, sino aprendidas de entrenadores humanos que los obligan a hacer piruetas y ponerse panza arriba por comida.

¿Y entretiene? ¿Realmente entretiene ver a animales privados de su libertad, confinados a su soledad, locos, enfermos de zoocosis, sometidos a “trabajar” de 10 a 20 en medio de sonidos extremos justo ellos, que con su sonar se orientan en las profundidades del mar?

¿Qué sentido tiene ver a un animal enfermo, muerto en vida, que flota y gira en una pileta desde hace 29 años en un espectáculo que no sólo viola la ordenanza municipal 2904/06, también transgrede la ley provincial 12238 que prohíbe el contacto directo del público con los animales salvajes, sin contar el continuo avasallamiento de la ley 14346 en todos y cada uno de los animales que esclaviza, ni la vergüenza que impone a todos los pueblos sudamericanos el hecho de que en su territorio exista un circo que se precia de tener a una orca cautiva. Sinceramente no entendemos por qué siguen pasando los años y ninguna autoridad municipal, provincial o nacional puede hacer que Mundo Marino cumpla esas leyes, en particular, la ordenanza municipal que prohíbe los espectáculos circenses con animales en todo el Partido de la Costa.

Los animales no son payasos y en pleno siglo XXI no necesitamos de ellos para entretenernos. Los animales no son nuestros, no nos pertenecen para estar a merced de nuestras necesidades, deseos o caprichos. Es perentorio terminar con la cosificación, el sometimiento y la explotación que conduce al cautiverio, a la enfermedad, a la desnaturalización de animales fuera de sus hábitats, contraria a toda ley natural que preside el respeto por la naturaleza, la dignidad y la vida de todos los seres con quienes compartimos el planeta.

Marianela González Flores Barranquilla 12-3-2021

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