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UN FUTURO A BASE DE PLANTAS

Todo indica que llegó el momento de asumir que necesitamos alimentarnos a base de plantas.

Tiempos en que las redes explotan de información, nos encontramos cada vez más con personas opinando sobre diversas cuestiones relacionadas con la salud. El tema de la alimentación es algo que nos compete a todos, esto probablemente se deba que todas las personas nos alimentamos y, por ende, vamos adquiriendo cierto grado de información y percepción sobre aquello que vamos considerando como saludable o no. Aquellos que trabajamos como profesionales de la salud debemos enfatizar en que la nutrición es una ciencia y que las opiniones personas en ocasiones es importante dejarlas de lado. Cada vez somos más los profesionales de la salud que decidimos posicionarnos a partir de la evidencia científica responsable: responsable con la salud de las personas, con la salud pública y también con el medioambiente.

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Tenemos evidencia de sobra que demuestra que una alimentación basada en plantas (cereales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos y semillas), genera enormes beneficios para nuestra salud. Tal como señala la Academia de Nutrición y Dietética (and) en su último posicionamiento sobre dietas vegetarianas y veganas del año 2016, destaca que las personas que adoptan una alimentación vegetariana o vegana tienen menor riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en nuestro país. La and es el organismo más grande del mundo, nuclea más de 75.000 profesionales de la nutrición. En base a revisiones exhaustivas de evidencia científica, la and ya emitió posicionamientos respecto de la alimentación vegetariana y vegana, siendo el más reciente en el año 2016. En el mismo destaca que una alimentación vegana y vegetariana puede ser llevado a cabo en cualquier momento de nuestras vidas, incluyendo la niñez, el embarazo, la lactancia, adolescencia, la vida adulta así como también en atletas. Pero alimentarnos a base de plantas no solo es posible, sino que también produce muchos otros beneficios, entre ellos menos riesgos de diabetes, valores de presión arterial menores, así como también menos riesgos de ciertos tipos de cáncer.

Otro de los beneficios de este tipo de alimentación tiene que ver con nuestro medioambiente: la alimentación vegana se traduce en un menor consumo de agua para la producción de nuestros alimentos al igual que una disminución en la producción de gases de efecto invernadero. En este punto no puedo dejar de recordar la primera vez que leí un estudio respaldado por la Organización de la Naciones Unidas (onu) que aseguraba que: “El consumo de carne es una de las formas más destructivas en las que dejamos una huella en el planeta, para hacerse una idea de su alcance basta imaginar que, si las vacas formaran un país, sería el tercero en emisiones de gases de efecto invernadero”. La explotación animal no solo se limita a un práctica anti compasiva: el consumo de animales es parte de un sistema responsable del envenenamiento de nuestros pueblos rurales con agrotóxicos, de la degradación de nuestros suelos, de la deforestación sin precedente de nuestros bosques y selvas y sin olvidarme de la pandemia de origen zoonótico que estamos atravesando. Desde hace algunos pocos años se viene gestando una r-Evolución masiva y sin precedentes.

Cada vez somos más y más personas que entendimos que nuestro planeta nos necesita, que lastimar a los otros animales, tarde o temprano nos termina doliendo, que adoptar una alimentación basada ya no es una posibilidad sino una necesidad y que hoy tenemos el poder en nuestras manos construir un mundo más justo, limpio y consciente.

Lic, Hernán Maroni

Nutricionista MN 7846. Especialista en alimentación basada en plantas.

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