GASTRONOMÍA
Una apuesta personal
para no desperdiciar alimentos
Cada 29 de setiembre la ONU nos recuerda que un tercio de la comida producida se pierde en el mundo. No encuentra comensal. En estos tiempos en que la pandemia evidenció las carencias y el cambio climático altera ciclos, somos llamados a la reflexión y a la acción. ¿Qué podemos hacer —desde donde estemos— para aportar a que esto se reduzca? Texto: Jazmín Gómez Fleitas @jazgomezf
Es inevitable estar ajenos a que la pandemia despertó una conciencia sobre la necesidad de reequilibrar la forma en la que se producen y consumen los alimentos. Una fruta o verdura es la suma: de tiempo, cuidado, agua, abono y entrega de los agricultores. Un plato de comida es la suma de todos los ingredientes (sus respectivos procesos) más el tiempo y recursos invertidos para prepararla. Según estadísticas mundiales: no sólo un tercio de la comida mundial se desperdicia, también un 45% de las frutas y verduras a nivel global no son aprovechadas. Ambas son cifras altísimas, si tenemos en cuenta que se estiman 13 litros de agua para obtener un tomate o 50 litros para una naranja. Detrás de cada cosecha, fruta o verdura, hay toda una historia. Por eso escuchamos cada vez más acerca de movimientos que buscan concienciar el valor real de la comida. En medio de tantas noticias sobre cómo prevalecen nuestras diferencias en las sociedades, la comida es un potente unificador, un puente para la conversación, para encontrar el punto en común que todos tenemos.
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