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Contenido El cine es poesía God’s own Country 2
Editorial –Si mi hija estuviese viva tal vez te hubiera conocido, ¿verdad? –dijo Kiriko y los ojos se le llenaron de dolor al mirar a Junji. –No alcanzó a enamorarse. Con todo, creo que su felicidad fue haber muerto cuando comenzaba a
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abrirse como el botón de una flor... Tal vez esto es lo que llamamos felicidad, ¿no es así? La mente maestra Blanc 10
–Cuando uno muere ya no hay cómo saber si fue feliz o desgraciado. Los que se quedan piensan lo que quieren y deciden si el muerto fue feliz o no. –Hablas con una lógica desconsiderada, ¿no te parece?
La caja de Pandora La insoportable levedad del ser 15 Esperamos tus críticas y comentarios en Facebook
En el lapso de tiempo que va del final del invierno a la llegada de la primavera mi hija se despertaba por la mañana y decía, “¡Ah! ¡Qué bien me siento!”, mientras se acariciaba los brazos. En una sola noche su piel se había tornado tersa como la seda. Murió a esa edad.
En portada: Tom à la ferme (2013)
Al regresar de la sesión siguiente la señora Kiriko, en vez de irse directamente a la estación de Shinbashi, invitó a Junji a un gran almacén. ... Las palabras que Kiriko le dijo aún después de encerrase juntos en una habitación no sonaron muy afectuosas: –Te ruego que me excuses, pero es que tú tienes la edad justa para haberte casado con mi hija. Junji, sin embargo, en el placer de ella experimentó el placer de ser hombre. Experimentó una energía desbordante.
Super 8 Número 125 Editor: Azucena Mecalco Redactores: Amaury Hernández, Manuel Pineda, Libertad Pineda. Arte y Diseño: Azucena Mecalco Ciudad de México Julio 2020
Lo que su esposo no hacía Yasunari Kawabata
Todas las imágenes que aparecen aquí pertenecen a sus respectivos autores, y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro.
God’s own Country La toxicidad son los papás Por @AMAURY1984
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as relaciones con miembros de nuestra familia son nuestros primeros vínculos y, probablemente, las que a más de uno llevarán al diván de algún psicólogo o psiquiatra. Son relaciones por las que se produce una toxicidad para la cual, a lo largo de los años y con algo de suerte, creamos cierta inmunidad. La toxicidad de los padres hacia los hijos empieza con el idealismo que nace de imaginar el
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futuro que podemos construir “en ellos”, no “para ellos”. A más de uno nos hunde en nuestros recuerdos algún deporte por el que padre o madre sentían cierta pasión. La práctica inicial pronto puede dejar ver cierto talento que no debe ser desperdiciado. Y así nacen relaciones tóxicas como la de la multicampeona del tenis Serena Williams y su padre Richard Williams.
EL CINE ES POESÍA
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en este número de Super 8, es muy introvertido y reservado. La juventud que frecuenta el bar lo ubica de vista, pero saben que no hay mucho que conversar con el hijo del viejo Saxby; un terco ganadero que ahuyentó a cuanto apoyo pudo tener y que ahora depende de su hijo para que su granja siga manteniéndolos a él y a su mujer. Johnny no pudo escoger qué hacer de su vida como infinidad de jóvenes en el mundo entero. Es claro desde los primeros minutos de la película que no le encanta
En God’s own Country, del realizador británico Francis Lee, conocemos Johnny Saxby, un muchacho de la Escocia rural que de tener que lidiar con un padre que lo tacha de inútil, pasa a lidiar con un padre que lo considera un inútil pero que tras sufrir una embolia, ahora depende enteramente de él. John, a diferencia de otro muchacho campirano del que puedan leer
la idea de vivir de una granja, pero es lo que se le enseñó, es lo que el padre quería que hiciera y ahora de eso tiene que vivir. A esos posibles sueños de infancia de trabajar en algún lugar o hacer algo en específico los acompaña el amor. Johnny es homosexual, y más allá de revolcarse un rato con el aprendiz de rematador de ganado no aspira a una relación con alguien.
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Este panorama gris para el protagonista de la obra de Lee es acompañado por una paleta de color en la fotografía que forma parte del mensaje a comunicar. Y es importante el trabajo de Joshua James Richards detrás de cámaras porque la historia de Johnny Saxby cambia cuando llega un trabajador temporal a ayudarlos en la granja. Gheorghe es un joven rumano que tuvo que dejar su país tras cerrar lo que quedaba de la granja familiar. En el Reino Unido busca trabajo y termina apoyando a la familia Saxby con las labores propias de la ganadería. Aunque fue contratado por el señor Martin Saxby es claro que estará trabajando codo a codo con el hijo. Un muchacho que de primera impresión se muestra hostil ante el extranjero.
Si bien Gheorghe tiene toda la intención de trabajar, para nada va a permitir que lo ninguneen. Y el conflicto rápidamente se presenta con Johnny, quien no está muy adiestrado para eso de los golpes. La tensión permanece hasta que los dos parten a atender al ganado ovino lejos de la granja. Gheorghe intenta una nueva aproximación con el joven granjero, pero es totalmente ignorado. Durante la noche una nueva disputa por la comida se da entre los jóvenes. Pero esta vez la aproximación física enciende en los muchachos una atracción que no habían sentido. Entre confusión y silencio transcurre un día más hasta que ambos bajan las defensas para enseñarse el uno al otro formas muy distintas de amar. Los días aislados en aquella campiña escocesa pintan de un
color distinto la realidad. Ahora todo se ven vivo en el tradicional clima de las islas británicas, y esa nueva visión del mundo le servirá de apoyo a Johnny que verá un futuro más claro en la vida de granjero impuesta. Ahora Gheorghe ve en Johnny el futuro que ya no fue en la tierra que lo vio nacer. FICHA TÉCNICA Título: God’s own Country (2017) Escribe y dirige: Francis Lee Fotografía: Joshua James Richards Edita: Chris Wyatt Musicaliza: “A winged victory for the sullen” Protagonizan: Josh O’Connor, Alec Secareanu, Gemma Jones, Ian Hart y más.
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TESOROS FÍLMICOS
¡Pégame! Por @AMAURY1984 No eres ni profundo, ni complejo. Eres el tipo más 2-D que he conocido en toda mi vida. Seguro que (Hayao) Miyazaki te dibujó y te tiró directo a la basura porque, simplemente, eras demasiado “Anime”.
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ues respecto de las relaciones tóxicas permítanme decirles que, al igual que todo lo que consumimos, cada una cuenta con su dosis de veneno. La manzana puede hacer mucho bien en una dieta que siempre recuerde no comer las semillas. Richard Rider, La quesadilla de champiñones Stockholm Syndrome no será más que una tortilla con hongos hervidos, si éstos no han
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sido guisados con su buena y tóxica ramita de epazote. ¿En qué momento pasa a ser algo demasiado tóxico?
empresa de publicidad en la ciudad de Montreal, Canadá. Lleva ya algunos meses de relación con Guillaume del que en realidad poco sabe. Cuando GuillauAhondemos en la vida del me muere en un trágico accidenbuen Tom, personaje concebido te automovilístico su cuerpo es por el chico favorito de Cannes: llevado a su pueblo natal y Tom Xavier Dolan. Tom es un joven que es uno de los pocos conocimuchacho de veintitantos años dos de Guillaume decide ir a su dedicado a “la talacha” en una sepelio.
A primera impresión Tom da la apariencia de ser un tipo bastante despreocupado de las formas sociales tanto en su hábitat citadino como en el rural. Es un muchacho sin mucha voluntad, cuyas acciones responden a un impulso externo. Por eso llega a la casa de su suegra a obedecer. Sarah vive en una enorme granja casi en total soledad; es una mujer de carácter fuerte, viuda y que perdió a uno de sus hijos cuando este partió para construir su propia vida en la ciudad de Montreal. El otro, es Francis, un joven que hace honores del carácter de su madre llevándose mal con absolutamente todos los habitantes de esa zona rural. El día de su llegada, Tom es informado de que dormirá en la casa de los Longchamp. En la mañana se arreglará y dirá unas palabras en la ceremonia luctuosa. Ya en la noche recibe la visita de Francis que sin tapujos somete en la cama el joven y le aclara que dirá algo
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bonito durante la ceremonia y que nunca tratará de hablar de su relación con Guillaume o de su homosexualidad. En la mañana un pastor de un sermón bastante mediocre y cuando el momento llega, Tom no pasa a hablar. Simplemente se escucha la canción que más recuerda de su relación con Guillaume. Su falta le cuesta otra visita de Francis, esta vez lo aborda antes de salir del baño. A ojos de Francis, Tom entristeció a Agathe y ahora debe enmendar su error haciéndoles compañía. De regreso a la granja, mientras Francis y Agathe siguen su camino, Tom tiene la oportunidad de dejarlos sin más palabras de por medio, y aunque en un principio lo hace, decide regresar con el
inverosímil pretexto de recuperar su maleta. La interacción posterior deja ver qué tipo de relación existía en aquella granja hace algunos ayeres. Claramente Agathe se siente herida porque su hijo menor y predilecto haya decidido dejarla sola. La mujer además deja ver un nada sutil resentimiento hacia Francis, que a sus ojos bien podría ser la causa que motivó a Guillaume a huir de casa. Francis por su parte no tarda en revelar su verdadera naturaleza homosexual y cómo ésta debe ser contenida hasta su madre muera. Es así que Francis no ve a nadie porque refleja su resentimiento contra todo mundo.
Pero el muchacho de gran altura, físico atlético y ojos azules sabe que Tom busca algo más que acompañe al amor. Y él quiere dárselo así que se lo propone, sin amenazas, sin sometimientos. Francis quiere conservar al chico citadino a su lado para llenar el brutal espacio que dejó su hermano y tener más compañía que la brindada por sus vacas. Y el chico citadino acepta sin pensarlo demasiado; probablemente, buscando exactamente lo mismo que tenía con Guillaume, quien oculta mucho de su pasado para Tom y mucho de su presente para su familia.
FICHA TÉCNICA Título: Tom à la ferme (2013) Dirige, produce, edita, adapta, viste y protagoniza: Xavier Dolan. Historia original de Michael Marc Bouchard Fotografía: André Turpin Musicaliza: Gabriel Yared Protagonizan: Xavier Dolan, Pierre-Ives Cardinal, Lise Roy y más.
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Trois couleurs
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Como cuando eres polaco y sabes cómo hablar de las relaciones de pareja Por Manuel Pineda
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l ser humano es un ente colectivo, no puede vivir fuera de la sociedad sin relacionarse con el otro, generalmente el acto más pequeño tiene conexión con alguien externo y si existiera fuera de la “red”, aun así, tendría contacto con los elementos que lo rodean, creando una relación a través de sus actos. Esta unión puede ser pacífica pero también es violenta, dependiendo de qué tan dispuesto estés a escucharte y escuchar al otro. Si no tienes la disposición, se irán generando relaciones tormentosas, violentas, que crearán más daño a ti y al ser amado.
para representar en el cine, lo encontramos mezclado en diferentes géneros, no importa si es bélico, fantástico, de ciencia ficción, drama o comedia, ahí está presente. Por ejemplo, en The Lord of the Rings, existe una relación tormentosa entre Frodo y el anillo único, no importa que el anillo esté constituido de maldad pura, no quiere destruirlo. En American Sniper el protagonista quiere estar con su familia, pero no se puede separar de la guerra. En Marriage Story, los protagonistas se aman, pero no se escuchan; y en Cold War el amor está guiado por la locura y el caos, se desean pero la violencia entre Las relaciones tormentosas ellos es una constante. son uno de los temas favoritos
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Así que cuando la editora de la Revista Super 8 me dictó “relaciones tormentosas” como tema para el próximo número, me fue muy difícil elegir una película producida dentro de los 124 años de existencia dentro del cine. Por lo tanto, me fui por lo seguro, el año pasado al ver Cold War (Pawel Pawlikowski, 2019) fue inevitable acordarse de la obra cinematográfica Trois couleurs: Blanc del cineasta polaco Krzysztof Kieslowski. Trois couleurs: Blanc (1994) pertenece a la trilogía de colores de Kieslowski, es una de esas triadas que suelen aparecer en las listas de “las 100 películas que debes de mirar antes de
LA MENTE MAESTRA
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morir”, así que no te vas a llevar decepción alguna. Trata sobre Karol Karol y Dominique, una pareja franco-polaca residente en París, quienes se divorcian debido a la impotencia sexual de Karol, que en este proceso legal, queda completamente en la ruina. Así que a través de la ayuda de otro connacional que conoce en el metro parisino, regresa a su país para poder reiniciar su vida. Kieslowski nos cuenta una historia que puede pasarle a cualquiera, donde la falta de comunicación y la impaciencia dictan la desgracia. Cumpliendo completamente con el contexto social e histórico de la época en donde está ubicado el argumento. En la actualidad, quiero creer, el tema de la impotencia sexual se habla libremente entre parejas buscando una solución médica o psicológica. Pero en esta historia ubicada a principios de la década de los 90, donde ha caído el muro de Berlín y muchos países en Europa están atravesando
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múltiples cambios económicos y culturales, la impotencia en el matrimonio tiene una solución más práctica: el divorcio. Ella desquita esta insatisfacción sexual a través de las herramientas legales, se queda con las propiedades, con las cuentas corrientes del banco e incluso acusa a Karol de un crimen que no cometió. Además, satisface su cuerpo a través de actos sexuales, mientras que él sólo está lamentándose el no poder estar con ella; sin embargo, empieza a idear un plan para vengarse a pesar de que jura en distintos momentos el amor inconmensurable que siente por ella. Ambos protagonistas cumplen con actuaciones magistrales, a Julie Delpy (Dominique) le crees la indiferencia y odio hacia su exesposo. Mientras que Zbigniew Zamachowski (Karol) te convence con su papel de perdedor, de amor incondicional que profesa por ella, de personaje
ridículo que sufre por la desgracia y que poco a poco empieza a buscar la forma de recuperarse material y emocionalmente para su fin vengativo. Blanc, sin duda alguna es una de esas ventanas donde puedes mirar al pasado, pensar en los detalles específicos de la historia como una posibilidad que en el mundo actual es imposible, conseguir un pasaporte falso ahora no es tan sencillo como hacer sellos apócrifos, viajar escondido en una maleta menos, o hacerte de unos miles de dólares trabajando de guardaespaldas, bueno, eso es más viable. Sin embargo, se nota cómo ha cambiado el mundo en tecnologías, pero no en sentimientos. La música es otra gran aportación de la película, la banda sonora fue compuesta por el polaco Zbigniew Preisner, quien sigue activo hasta la fecha y nos ha entregado grandes bandas sonoras como La doble vida de Ve-
rónica, El jardín secreto, Europa Europa, y El decálogo (serial televisivo) de Kieslowski. Su música transmite los sentimientos que van experimentando los personajes, como la tristeza, la nostalgia por la persona y los lugares, además que el leitmotiv de la relación de Karol y Dominique está muy presente, perfectamente acomodado en el filme. Esta obra junto a las otras dos, se han listado como una trilogía única dentro de la historia del cine porque a pesar de que son tres historias diferentes, en algún momento se conectan por lugares o circunstancias, además que toca diferentes temas emblemáticos para la sociedad europea. Toda la triada recolectó 6 millones de dólares y fueron las últimas películas del cineasta Krzysztof Kieslowski, ya que después de la premier de Rojo, él anunció su retiro y aunque estaba trabajando en otra trilogía, falleció en 1996 en una cirugía a corazón abierto. Su trabajo ha influenciado a muchos cineastas o aspirantes al mundo del cine, esta trilogía es de las más mencionadas dentro de las escuelas de enseñanza y crítica cinematográfica. Es inevitable la apertura emocional e intelectual que sufres como espectador cuando miras por primera vez al cine de Kieslowski. Trois couleurs: Blanc sin duda alguna es el ejemplo de cómo contar una historia dramática con tonos humorísticos, en la actualidad no hay ninguna película que con su fotografía impecable y actores bien preparados se nivele al lenguaje cinematográfico propuesto por Krzysztof Kieslowski. Desde la música, las actuaciones y la ambientación, te transportas a un mundo pasado donde los sentimientos humanos son exactamente iguales a los del presente y los serán en el futuro.
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LA CAJA DE PANDORA
Por Azucena Mecalco
«Y
vivieron felices para siempre» es uno de los finales más socorridos de cuentos o películas de fantasía. Pero, ¿cuánto dura el «para siempre»? ¿Qué ocurre después del beso final que en teoría es el primero? A lo largo de los anales de la historia, tanto literatura como cine han creado un sinfín de historias en las que las pruebas y el trayecto difícil de dos personas se concentran en lograr estar juntas. Príncipes que vencen dragones, brujas o monstruos; o parejas que se enfrentan a sus propios
egos y personalidades para al final transformarse por el bien del otro, nos muestran que la parte difícil de una relación amorosa es el inicio, ¿y el después?
«la singularidad de las mujeres». Así se lo hace saber a su amante de mayor recurrencia: Sabina, una artista lejana a las convenciones sociales, quien acepta con naturalidad la personalidad de Praga, 1968. Tomás es un Tomás, sus costumbres, delirios joven neurocirujano, exitoso, y desapego. atractivo, inteligente, económicamente próspero y deseado Un buen día, Tomás es enviapor el sexo femenino. Su vida do a un pequeño poblado para transcurre entre operaciones, efectuar una operación. Es allí consultas y amoríos tan desen- donde encuentra por primera frenados como efímeros; en los vez a Tereza: una joven que desque su único propósito, además taca de la cotidianidad del puedel deleite sexual, es encontrar blo por su amor a la lectura. Pero
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más que encontrarla a ella, por primera vez Tomás se encuentra a sí mismo sin darse cuenta aún. Tras intercambiar unas cuentas palabras, el médico vuelve a Praga dejando tras de sí a Tereza. Sin embargo, ella decide hacer a un lado todo e ir en busca suya. Se introduce en su vida y cambia todos sus patrones sin que Tomás pueda o quiera evitarlo. A partir de ese momento, Tomás, Sabina y Tereza oscilarán entre la amistad y la toxicidad de sus propias personalidades, sus deseos, ambiciones, pero, sobre todo, sus temores, materializados en la figura del otro, que al mismo tiempo que los complementa los enfrenta consigo mismos, en medio de una Praga que se convulsiona entre el deseo de liberación y la Guerra fría. En el año 1984, Milan Kundera escribió lo que yo considero uno de los libros más sobrevalorados de la literatura contemporánea: La insoportable levedad del ser. En donde, a
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través de supuestas reflexiones, conocemos el triángulo amoroso codependiente entre Tomás, Tereza y Sabina, las repercusiones emocionales de la construcción social del amor, y las consecuencias políticas de la posguerra.
cación del libro, Philip Kaufman llevó a las pantallas la historia de Tomás, que al final es más la historia de las mujeres que se encuentran en su camino, y cómo él mismo, carente de ideales y basado en su filosofía individual, se transfigura mediante las preKundera se encargó de retra- sencias femeninas que se ciertar el «después» omitido infi- nen en su universo. nidad de veces en las historias, y mostrar que el beso final, el La película se encargó de acercamiento íntimo y el matri- crear, por medio del juego de monio, no son sino el inicio de reflejos en full shots bien inuna nueva batalla por estable- tencionados, la materialidad y cernos como un nuevo yo en corporeidad de los personajes; convivencia con un nuevo otro. al mismo tiempo que se valió Cuatro años después de la publi- de long shot y close up para
sumergirlos en el mundo de la guerra, la cual, si bien es parte de su mundo externo, entra en sincronía con sus propios fantasmas mentales. La obra de Kaufman rescató la mejor parte de la historia de Kundera: la intromisión extranjera en tierras vulnerables, y hacerla resonar con la interioridad de los personajes que se transforman a la par del ambiente político en el que se mueven, en tanto libran las batallas más duras con su mente. En el que es quizá el mejor encuadre de la película vemos a Lena Olin en el papel de Sabina, frente al espejo preguntándose cuál es su singularidad, mientras Daniel Day-Lewis como Tomás le pone el sombrero que lleva tras de sí la historia completa de una vida. Asimismo, se nos presenta a una muy joven Juliette Binoche en diversas tomas que nos comunican su estado mental, mirando estupefacta los tanques que se acercan, cubriéndose la cara en un orgasmo casi involuntario con un extraño, o sumergida en el agua, ahogada más por su propia inseguridad que por el líquido mismo.
na el himno extranjero mientras una pareja da rienda suelta a sus pasiones, la película cuenta con un buen número de fallas. El deseo de llevar al pie de la letra la estructura impuesta por Kundera en el libro, incrustada al inicio con intertítulos, le confiere un aire arcaico y poco creíble en los primeros minutos y después, simplemente se pierde. Asimismo, una parte rescatable de la obra literaria, el punto en que Tereza se alegra de la vejez de su esposo porque ahora tendrán el mismo ritmo, fue intercambiada por un final que se acerca nuevamente a ese «y vivieron felices para siempre», sólo que en esta ocasión el director decidió poner un límite tangible para evitar que nos preguntásemos cuanto duraría ese estadio.
Kaufman y Jean-Claude Carrière, quien comparte con él los créditos del guión, nos introducen en dos tipos distintos de relaciones enfermizas: las políticas y las amorosas. Pese a ello, y su capacidad de utilizar metáforas visuales, como los hielos chocando en las paredes de un vaso La insoportable levedad del de coñac o la escena memorable ser, tanto en su versión literaria en la que la banda en el bar ento- como cinematográfica, ofrece un
acercamiento a aspectos interesantes de una sociedad marcada por los conflictos sociopolíticos, en vías de transformación, un punto en que se reestructuraban las formas de pensamiento para dar paso a una nueva forma de concebir la política, el trabajo, el futuro e, incluso, el amor. Mientras esperamos para saber cuánto dura el «para siempre», vale la pena dedicarle un poco de tiempo tanto al libro como a la película puesto que, aunque desde mi perspectiva, ni una ni otra son obras maestras del cine o la literatura, como todo producto artístico contienen el alma y tradición de una época y nos dicen más de nosotros mismos que de la propia obra.
FICHA TÉCNICA Título: The Unbearable Lightness of Being Dirección: Philip Kaufman Guión: Jean-Claude Carrière y Philip Kaufman Fotografía: Sven Nykvist Música: Mark Adler Elenco: Daniel Day-Lewis, Juliette Binoche, Lena Olin, Derek de Lint, Erland Josephson Año: 1988 País: E.U.A. Duración: 171 min.
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