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PEDRO INFANTE:

EL ÍDOLO INMORTAL TESOROS FÍLMICOS:

LOS OLVIDADOS LA MENTE MAESTRA:

GUILLERMO ARRIAGA

EN EL HABÍA UNA VEZ: MEXICANOS, CHARROS Y MACHOS

CINE MEXICANO



Editorial P

edro Infante, Jorge Negrete, Ismael Rodríguez, Agustín Lara y otros cientos de nombres, por demás conocidos, son los que por muchos años llevaron el estandarte de estrellas en las producciones del cine en México. Prolíficas épocas en las que se realizaban tantas películas como bolillos en las panaderías. Sin embargo, no por realizarse muchas menoscababan la calidad de éstas. Por el contrario, cada detalle, cada encuadre e incluso cada melodía atendía a una línea narrativa bien estructurada. Las emociones plasmadas por los guiones, tantas veces repetidos y adornados desde diferentes perspectivas, transmitían emociones al público, lograban que éste se sintiera identificado y de esta manera prefiriera las producciones nacionales por encima de las extranjeras. El cine en México estaba en su apogeo y era un ejemplo a nivel mundial. Hoy en día, aquellas fructífera industria no es más que un bonito recuerdo, como el de la foto de graduación colgada en la sala de estar de un egresado que jamás se graduó. México está acostumbrado, como todos los países, a vivir en el pasado de mejores épocas, mejores oportunidades, siempre en retrospectiva. Esta añoranza por el pasado mitificado impide el avance y crecimiento en cualquier vertiente, mucho más en cuanto al arte se refiere. Las expresiones artísticas sucumben ante sus antecesoras que ciegan por completo las virtudes de las nuevas inclinaciones. En la actualidad, las tendencias del cine, o de lo que conocemos como “nuevo cine mexicano”, se han enfocado en crear retratos naturalistas de las más sórdidas formas de actuar de la sociedad nacional. Ocurre con frecuencia que ingresar en una sala de cine para ver una película mexicana termine siendo como sentarse a ver las noticias de cualquier canal amarillista, nos presentan muertes, secuestros, corrupción… y en múltiples ocasiones las imágenes superan por mucho a los guiones… Continuará...

Contenido El cine también se escucha: Del flaco de oro a los tacvbos

En portada: Pedro Infante

2 La mente maestra: Guillermo Arriaga

Tesoros Fílmicos: Los olvidados

Para conocer: Pedro Infante: el ídolo inmortal de la mexicanidad

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Super 8 Número 18 Editor: Azucena Mecalco Redactores: Evelin Montiel, @AMAURY1984, Jorge Alonso Espíritu, REDRUM Arte y Diseño: Evelin Montiel, Azucena Mecalco México Distrito Federal 1 de septiembre de 2013

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La malas también entretienen: El esqueleto de la señora Morales

Además

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25 Había una vez: De charros y machos en el cine 28 Top Five: Prominencias del cine mexicano 34 En cartelera 37 Maestros del terror: El libro de piedra


El cine también

se escucha

De El flaco de oro a

Los Tacvbos Por Evelin Montiel

E

n el cine nos queda muy claro que uno de los elementos que juega un papel muy importante para construir una buena película, es la música. En números anteriores hemos hablado respecto a la música y las bandas sonoras de grandes producciones cinematográficas de Hollywood, así como de otras industrias extranjeras. Aquí en México, la música dentro de las películas, hoy día, no tiene tanta relevancia, uno podría ver la película despreocupado del tema musical que esté sonando de fondo, o bien, no son temas musicales que trasciendan más allá de una sala de cine. Sin embargo, no siempre fue así. Basta hacer un recorrido por las páginas de la historia del cine mexicano para darse cuenta que el acervo musical es muy rico y ha sido llevado a todo el mundo gracias a la genialidad de sus compositores.

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La Època de oro del cine mexicano también resultó fructífera para las diferentes expresiones artísticas, entre ellas la música, donde destacaron diferentes compositores, cuyo talento los llevó a posicionarse como los favoritos para musicalizar cientos de películas. El favorito de la época (y aún del nuevo siglo) es Agustín Lara, mejor conocido como el “flaco de oro”. La primera cinta que marcó un hito en la carrera de Lara fue Santa (1931), de Antonio Moreno, considerada primera cinta sonora que se realizó en México; a través de la técnica del sonido directo y perfectamente sincrónico con la imagen. El logró fue celebrado y pronto todos los directores de cine comenzaron a emplear esa técnica. Después de la edición de la cinta, el director y el editor sincrónico entregaban al compositor los tiempos


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Gout (1946); así como Revancha (1948) y Aventurera (1949); para terminar con Solamente una vez, de Carlos Véjar (1953). Por otro lado, algunos directores pidieron a Lara que compusiera temas para que fueran interpretados por los protagonistas de sus filmes, y fue entonces como La diosa arrodillada, de Roberto Gavaldón (1947) y Víctimas del pecado, de Emilio “El Indio” Fernández (1950) lograron grandes temas con la música del maestro Lara. Es de destacar que sólo en una ocasión, en 1944, Lara compuso además de las canciones para los protagonistas, la música de fondo del filme, y eso fue para la cinta Amok de Antonio Momplet, donde participaron María Felix y Julián Soler.

precisos para la música de fondo, luego ésta era grabada contra pantalla, es decir, sincrónica con la imagen por una orquesta sinfónica. Así es como los compositores trabajaban en la Época de oro del cine mexicano, así era como Agustín trabajaba en el cine. La fama y el talento de este hombre se extendieron a través de América Latina y Europa, donde recibió grandes reconocimientos por su obra musical, incluyendo una casa en España que le fue entregada como obsequio por parte de Francisco Franco, debido a las canciones que homenajeaban a algunas ciudades del país. Sus boleros enamoraban a cualquiera, en ellos vertía todo el sentimiento que sentía por la vida, por las mujeres y por el

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mismo amor. Muchas de sus canciones se convirtieron en película como Noche de ronda, de Ernesto Cortázar (1942); Palabras de mujer y Pervertida, ambas de José Díaz Morales; Humo en tus ojos, de Alberto

En la época actual, la música de Agustín Lara representa un tesoro nacional y aún pueden oírse sus composiciones en boca de grandes intérpretes. En el cine, hace un par de años se estrenó la cinta Arráncame la Vida, basada en la obra del mismo nombre de Ángeles Mastreta. Dentro del filme destaca el tan melancólico tema Arráncame la vida interpretado magistralmente por Eugenia León.


En la meca del cine mexicano se realizaban hasta unas 200 películas al año, por lo que los compositores comenzaron a especializarse en esta rama. Aquí surgieron grandes nombres. Además de Lara se encontraba Raúl Lavista, quien musicalizó cerca de 360 películas.

mismo director en la tan célebre cinta Ahí está el detalle. Otra de las grandes participaciones que tuvo fue en dos cintas del director Luis Buñuel: El ángel exterminador (1962) y El río y la muerte (1955), obteniendo por esta última un premio Ariel en 1956 por Mejor banda sonora.

Su travesía inició en 1934, cuando realizó la música de fondo para la cinta Dos monjes, de Juan Bustillo Oro. Luego de algunos años, Lavista volvió a trabajar con este

rror, donde se destacan musicalizaciones en las cintas El látigo contra Satanás (1979), Retorno a la juventud (1954), El libro de piedra (1969), La muñeca perversa (1969) y Macario (1959). Gracias a esta participación en el género en 2011 se le realizó un homenaje en el Mórbido Fest de cine fantástico y de terror. Sin embargo, Raúl no rompe el

Su trabajo también estuvo inmiscuido en el género de te-

récord de más películas musicalizadas; no, ese se lo lleva Manuel Esperón, quien tiene en su haber un aproximado de 500 películas en las que participó como director musical. Sus primeros trabajos profesionales en el mundo del cine fueron en La mujer del Puerto (1933), del director Arcady Boytler, donde compuso el fondo musical y la

canción principal. Sin embargo, algunos de sus trabajos más recordados serían Allá en el rancho grande, Ay Jalisco no te rajes, Serenata Tapatía, Cocula, Traigo un amor, Noche Plateada, A la orilla del mar, No volveré, Un tequila con limón, Amorcito corazón, Mi cariñito, Flor de Azalea, Maldita sea mi suerte, Yo soy Mexicano entre otras, que fueron compuestas exclusivamente para

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ser interpretadas en las películas donde fueron expuestas.

Durante este periodo, y hasta los años 80, surgieron otros nombres en la escena musical del cine, como Sergio Guerrero, Antonio Díaz Conde, Gustavo César Carrión, Enrico Cabiati, Luis Hernández Bretón, Jorge Pérez Fernández, cuyas obras también resultaron pieza clave de la cinematografía.

Seguro usted reconoció alguno que otro título en este pequeño listado, pues eso se debe a que Manuel Esperón fue director musical, y compositor de cabecera, de los dos astros más grandes de la canción mexicana: Jorge Negrete y Pedro Infante.

Hoy día, la mayoría de las piezas originales de estos compositores se encuentra protegida en la Fonoteca Nacional, pues se consideran patrimonio cultural de la nación.

Este título de compositor de cabecera de Pedro y Jorge, sólo pudo compartirlo con otro hombre, que también jugó un papel especial en la música de mariachi en el cine: Rubén Fuentes. Los aportes de Rubén al género del bolero ranchero, bolero moruno y las canciones románticas, así como a la creación de un mariachi sinfónico, significaron la internacionalización de la música mexicana. Con Pedro Infante grabó 44 canciones, entre ellas Cartas a Ufemia, Copa tras copa, Cien años, Ni por favor y El muñeco de cuerda. Así mismo, otras personalidades del mundo del cine y la música se ocuparon de interpretar sus temas, como lo fueron Libertad

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Lamarque, José José, José Alfredo Jiménez, Lucha Villa, Pepe Jara, Luis Miguel, entre otros. No cabe duda que la importancia de este par de compositores fue trascendental, inclusive algunos llegaron a considerarlos como los pilares de la música popular para el cine en la Época de oro, compartiendo crédito con sus contemporáneos como Emilio “El Indio” Fernández y los hermanos Ismael y Joselito Rodríguez.

Luego de la década de los 70, con el boom juvenil, los movimientos sociales y el surgimiento de nuevos géneros musicales en la escena y la aparición del “nuevo cine mexicano”, la musicalización de las cintas evolucionó. Tanto la técnica de grabación como las composiciones comenzaron a responder a otro público totalmente diferente al que le gustaba de escuchar a Pedro Infante entonar Amorcito corazón. Pero esa parte la podrá disfrutar en el siguiente número de Super 8.



LA MENTE MAESTRA

GUILLERMO ARRI

El “amor” de los “perr Por @AMAURY1984

Y

o sigo a Guillermo Arriaga en Twitter, como muchos de ustedes. Lo detesto por su afición a la caza “deportiva” y sus constantes pensamientos doblados al inglés. Lo sigo en sus montones de viajes a lo largo y ancho del mundo. De ahí me he enterado que últimamente se dedica a dar cátedra temporal y talleres de escritura. Siento que le hace falta dedicarse por completo a un nuevo proyecto tan importante como lo fue Fuego. Vaya, soy su troll-fanático. Mi primer contacto con su trabajo fue con Amores Perros, o con la visión que tuvo Alejandro Gonzáles Iñárritu del guión al que se apegó rigurosamente. Considerada una de la grandes piezas del “nuevo cine mexicano”, esta película nos transmitió sentimientos más que una historia. Amor, furia, desesperación... Yo no creo que haya mostrado la realidad del México de aquellos

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TESOROS FÍLMICOS

LOS OLVIDA Por Azucena Mecalco

E l cine retrata la realidad. El tipo de realidad está determinado por la visión del director, pero sin importar que género cinematográfico veamos, no cabe duda que es una forma de realidad. Quizá sea la realidad metamorfoseada en la cabeza del guionista o el director, pero no por ello resulta menos contundente.

Ya sea bajo representaciones f icc ios a s , a través de monstruos imaginarios, por medio de cuentos fantásticos, etcétera, en las pantallas siempre se verán reflejadas las convenciones sociales, los miedos y las preocupaciones de toda una época. Sin embargo, y dejando de lado los niveles

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de profundidad de la interpretación cinematográfica, en donde cada elemento de un filme nos habla de la realidad de la época y la mente detrás de éste, existen películas que al

más puro estilo del naturalismo literario se enfocan en plasmar la realidad sin metáforas y sin adornos. Si hablamos de la realidad del contexto actual de México, basta con

remitirnos a los últimos estrenos del cine nacional, en donde cintas como Heli de Amat Escalante, han sido galardonadas e incluso, en el caso de ésta, ha superado las expectativas de taquilla en su primer fin de semana de exhibición en cines mexicanos. Este fenómeno ya se había visto 13 años atrás, cuando una cinta mexicana cobró tal fuerza que incluso derrocó a sus competidoras en taquilla durante su estreno en México: Amores perros de Alejandro González Iñárritu. Aunque la cinta de Iñárritu contó con una inversión en marketing que explica el resultado en taquillas durante sus primeros días de exhibición, también es cierto que comparte grandes similitudes con el filme de Escalante: ambas producciones comenzaron su carrera a la popularidad al ser premiadas durante el


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LAS MALAS TAMBIÉN ENTRETIENEN

EL ESQUELETO DE

LA SEÑORA MORALES O cómo la moralidad destruyó el crimen perfecto Por Redrum

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a literatura policiaca siempre ha ofrecido a su lector la emoción de ir resolviendo un crimen inexplicable. El personaje central de la obra va desvelando los rastros confusos y someros del criminal, hasta que armado el rompecabezas, dilucida al profano individuo y lo somete a la justicia, de esta manera acaece en su mayoría la estructura narrativa, donde el ingenio y la habilidad intelectual del investigador sobrepasan a los del asesino. Caso similar acontece en cine con la película El esqueleto de la Señora Morales (1959), mas el sujeto en dar justicia y fin al asesino no es el personaje de la obra, sino su mismo creador… Rogelio A. González el director del filme.

El humo negro y un crimen aparentemente perfecto engloban la cinta, que se desarrolla en el seno del matrimonio, donde Pablo Mo-

rales (Arturo de Córdoba) esposo de Gloria (Amparo Rivelles) beata de cristo y acomplejada por una desfiguración física, que encuentra

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Pedro Infante:

el héroe inm

Por Jorge Alonso Espíritu

El viaje del héroe Un hombre moreno, de bigote, frente amplia y ampliada por dos entradas que con los años se profundizaron. Piel grasa, morena, quizá demasiado. Uno setenta y siete de estatura y una sonrisa generosa que se muestra siempre, menos cuando debe fingir que llora. Una voz que pasó por española antes de volverse la más mexicana. Imágenes retóricas inocentes, cargadas de fe en los altares del Barrio, mismo que lo volvería “El Inmortal”. El que no muere. El que se repite una y otra vez hasta hacerse parte del lenguaje, del imaginario, de la idiosincrasia aprendida, heredada. Pedro. Pedrito. Infante.

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Sus años, cuenta el boxeador Raúl “el Ratón” Macías, fueron los de una Ciudad de México que despertaba a la modernidad traducida en edificios y avenidas. “La torre Latinoamericana, por ejemplo, estaba recién inaugurada y no pocos creían que aquel armastrote de cuarenta pisos se vendría por tierra al pri-

mer temblor.” La población nacional oscilaba cerca de los veinte millones de personas y las “épocas de oro” surgían como los ejemplos de la construcción del yo mexicano. El box, la lucha libre, el cine nacional, aportaban nombres irrepetibles. Esas condiciones harían posible el ascenso de un hombre venido de provincia, en busca del sueño capitalino. En 1939, junto a Maria Luisa León, su esposa, un chambeador Pedro Infante decide trasladarse a México (así, el nombre en genérico que designa a la capital) para intentar dar con la suerte. “En provincia algunos tienen suerte, pero la fortuna es un fenómeno avecindado en la capital”, escribe Monsiváis. Dueña de una voz melodramática, que usara para recordar la vida jun-


mortal de la mexicanidad

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MAESTROS DEL TERROR

EL LIBRO DE PIEDRA Por Azucena Mecalco

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o es lo mismo Los tres mosqueteros que Veinte años después”, es un viejo dicho, que en el tema que abordaremos en este número tiene mucha razón. Si no es lo mismo 20 años después mucho menos 40. En 1969, todavía bajo los vestigios de la época dorada del cine en México, el director mexicano Carlos Enrique Taboada

creo una historia que nada tenía que ver con los géneros generalmente abordados por el cine nacional, y lo mejor de todo, su historia fue un éxito. Taboada escribió un guión que le pondría los pelos de punta a miles de mexicanos y que cuarenta años después (con la crisis del guionismo y con el título de “homenaje” como justificación) sería llevada nueva-

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Había

una vez

Mexicanos, charros y machos Por Evelin Montiel

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uién no recuerda a Jorge Negrete cantar aquella canción titulada Yo soy mexicano, en cuyas estrofas dice: “Yo soy mexicano. Mi tierra es bravía, palabra de macho, que no hay tierra más linda y brava que la tierra mía”. Aquella canción, además de pertenecer a una época en la que el cine en México prosperó enormemente, también es una prueba evidente de la cultura machista que ha caracterizado a México desde hace décadas.

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Es claro que en aquella época, llamada Época de oro del cine mexicano, ya se usaba la palabra “macho”, y era la indicada para referirse a los hombres con ciertas características; sin embargo ¿de dónde surge esta palabra que ha acompañado a la cultura mexicana? Antes de los años treinta, según el historiador Salvador Paredes, la palabra “macho” no tenía ningún registro; mas la hombría o el “hom-

brismo” contaba con gran importancia para la población revolucionaria. No sería hasta la década de los cuarenta cuando la figura masculina adquiriría un símbolo nacionalista, debido a su acentuación y características, surgiendo así el México machista que todos conocimos y conocemos actualmente. Este nacionalismo y sentimiento puramente mexicano, sin duda se enfatizó con la llegada del cine a



nuestro país, y con las historias y personajes que en éste se mostraban. Así fue como nacieron las más grandes figuras cinematográficas masculinas como Pedro Infante, Jorge Negrete, Luis Aguilar, Pedro Armendáriz, Emilio Fernández, entre otros que consagraron el género ranchero.

Época del cine de oro en México

Altos, fuertes, con miradas penetrantes, rostros inmutables, bien parecidos, enfundados en su traje de charro, con espuelas y un sarape para aguantar el frío mientras desbocaban el caballo; a esta caracterización se añadía el comportamiento temperamental en el cual no podía faltar el “yo no me rajo”, en señal de no rendirse ante nada ni nadie (excepto ante los encantos de una bella mujer); así fueron los machos mexicanos que el cine nos presentó. Uno de los primeros que figuró portando este estereotipo fue Jorge Negre-

te, quien también fue pieza para el desarrollo de la comedia ranchera y para el reconocimiento de nuestros orígenes nacionales. Con sus actuaciones logró consolidarse como un símbolo nacional gracias a sus canciones y sus hermosos trajes de charro. Pero sin duda, el factor definitivo para convertirse en uno de los personajes más icónicos de la Época de oro del cine mexicano, fue su valentía, seguridad, rebeldía y su naturaleza contradictoria, que hicieron del personaje de Negrete, el héroe predilecto de la pantalla mexicana. “El charro cantor” como se le apodó, quedó consagrado en el cine luego del triunfo de la cinta ¡Ay Jalisco no te rajes!, de 1941, en la cual se delimitó su claro estilo mujeriego, parrandero, borracho, bohemio, enamoradizo… ¡todo lo tenía este hombre!, incluida una voz privilegiada que había sido educada a través de la ópera. Con sus interpretaciones potentes y primorosas, pronto la música ranchera mexicana se dio a conocer por todo el mundo, convirtiéndose así en el cantante más popular de América Latina. Su filmografía se conforma por más de cuarenta cintas, en las que dio vida a personajes del mismo corte ya descrito, con las que encantó a todo el público femenino que, además de su carácter de “macho”, veían en él a un atractivo y viril hombre. Así que cuando se anunció su boda con una de las actrices más hermosas de la época, y que bien podría ser su némesis debido a su carácter fuerte, hostil y altanero como lo fue el de María Félix, se convirtió en el evento del año. Tanto así que la entonces naciente televisión decidió transmitir el enlace matrimonial, y aunque no lo haya logrado exitosamente, el acontecimiento quedó registrado en los archivos de mayor valor para el mundo cultural y del espectáculo. En una de las tantas cintas protagonizadas por Negrete, le tocó compartir créditos con otra figura imprescindible del cine, cuya fama y carisma bien podría equipararse a


la de Jorge; nos referimos a Pedro Infante. Dos tipos de cuidado marcó un hito en el cine de los años cincuenta. Sólo Ismael Rodríguez –con quien Infante filmó sus trabajos más icónicos- pudo lograr juntar a este par en una producción que se convertiría en un clásico de la comedia charra. La historia de Jorge Bueno y Pedro Malo, quienes compartían la parranda, el juego y las mujeres, quedó registrada entre los primeros 30 mejores filmes de la historia de México, además de que dio pie a cientos de referencias tanto en el cine como en la TV, donde se hacían parodias o remembranzas alusivas a los personajes. Por su parte, Pedro Infante, mejor conocido como el Ídolo de Guamúchil, logró forjar una carrera prometedora en el cine luego de su protagónico en Nosotros los pobres, de 1947, donde gracias a su interpretación de Pepe el Toro, se ganó el reconocimiento y el respeto de todos en el mundo del cine. Y es que la historia de un hombre de barrio pobre, que tiene que atravesar por cientos de infortunios con su familia, y que además se ve víctima de la pobreza que azotaba a la miles de mexicanos de la época resultaba desgarradora, más aún aquella escena donde encuentra a su pequeño hijo muerto en un incendio; sería precisamente esta escena y actuación las que lo inmortalizarían en el mundo del cine, y que le abrirían paso para forjar una prometedora carrera dentro de la industria. Pronto el carisma, la sencillez, sus canciones y su valentía transmitidos en pantalla, llevarían al público a adoptarlo rápidamente como uno de sus actores favoritos, en quien veían a una figura humana, amable y cercana. En sus cintas, el macho mexicano que se había creado, cambió de manera repentina. En lugar de mostrar un carácter frío, fuerte o violento, Pedro se creó a sí mismo como un pícaro, simpá-


tico, un “mil amores”, impulsivo y muchas veces inconsciente de sus actos, pero eso sí, con un gran corazón. Este actor, que participó en buena parte de las cintas del prospero periodo del cine en México, se convirtió en el ídolo de todos y en el deseo de muchas. Y aunque en algunas ocasiones llegó a ponerse en tela de juicio su sexualidad, hasta hoy día, es considerado uno de los machos mexicanos más idolatrado en el mundo del cine. Luego del trágico accidente, en el que perdiera la vida, Pedro se convirtió en un mito popular y se consolidó como un gran astro de la cinematografía, alrededor del que giran cientos de historias y rumores, entre los que destacó el de su posible supervivencia al accidente, pero que por voluntad propia decidió ocultarse del ojo público; aún hoy día, en cada aniversario de su muerte, cientos de fanáticos y seguidores acuden a visitar su tumba, algunos con el fin de rendirle tributo, y otros tantos con la esperanza

de verlo por los alrededores para confirmar aquel rumor. Pedro Infante también compartió crédito con otra de las grandes figuras del cine, representativas del charro mexicano, como lo es Luis Aguilar. A toda máquina, de 1950, resultó una de las películas más taquilleras, donde Pedro y Luis interpretaron a una pareja de policías motociclistas que competían uno contra el otro. Este film dio lugar a otro titulado ¿Qué te ha dado esa mujer?, que fue la continuación de la historia de Pedro y Luis, donde los triángulos amorosos e imposibles se hacen más presentes. Cabe señalar que en esas dos cintas se realizaron maniobras de alto riesgo en las que Luis se negó a usar un doble. A la par del éxito de Luis en el cine, apareció otro Aguilar, pero este llamado Antonio, que comenzó su carrera en los años cincuenta. Los papeles que interpretó al inicio no fueron tan relevantes; sin em-

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bargo, su presencia en escena y su capacidad actoral pronto llamaron la atención de Ismael Rodríguez, quien lo invitó a protagonizar su primer estelar en 1956. Tierra de hombres fue el título, y a partir de ese momento, grandes oportunidades llegaron a su vida, logrando interpretar algunos personajes históricos entre los que se destacaron Gabino Barrera, Lucio Vázquez y Emiliano Zapata. Además, como ya era característico de las películas rancheras, las canciones no podían faltar, y su voz comenzó a agradar al público impulsando así su gran carrera musical. Años más tarde, se inició en el guionismo y la producción, en las que también participaría como actor. Fuera del ámbito cinematográfico se dedicó a realizar espectáculos ecuestres, donde además presentaba números musicales, portando su sarape, sus espuelas, su sombrero de charro y presumiendo su gran dominio en el caballo, por lo que pronto su fama recorrería todo el continente americano como una de las figuras más representativas del charro mexicano. Así la Época del cine de oro mexicano llegó a su fin, dejando un gran legado cultural, y sobre todo, regalándonos a las figuras cinematográficas más importantes que pondrían a México en el ojo de muchos cineastas.

ahí que surgiera el mito de que en alguna ocasión posó desnudo para el artista que diseño la estatuilla de los premios Oscar.

zaron al cine mexicano como: Dolores del Río, Pedro Armendáriz, Columba Domínguez, María Félix… una lista interminable que ayudaría a “El indio” a crear una imagen de un México bravío, fuerte, con los cielos y nubes más hermosas, que se conjugaban en un ambiente lleno de magueyes, haciendas y terrenos agrestes que fueron escenario del periodo revolucionario. Emilio se involucró en este quehacer de manera especial y logró compartirlo con muchos mexicanos que trabajaban en Estados Unidos, de

Su carrera como director abarcó más de 60 producciones como: Los de abajo, María Candelaria, La noche de la iguana, Bugambilia, La perla, Salón México, La malquerida, Acapulco, Paloma querida, Un dorado Pancho Villa, La red, entre muchas otras. En tanto que su carrera actoral también fue prolífica al participar en algunos de los filmes que él mismo dirigió. En ellos se presentó como una figura masculina fornida, impetuosa, inmutable y al mismo tiempo, el mismo Emilio fomentó un personaje profundamente mexicano, un macho más producto de la Revolución, como bien nos mostró en la también icónica Rebelión de los colgados. Estos machos mexicanos no durarían por siempre, las generaciones cambiaron así como el contexto en el que se realizaban las producciones cinematográficas. Pronto un nuevo estilo de macho llegaría a reemplazar a estos “mil amores” y “charros cantores”, para dar paso al macho producto de la indiferencia social, la pobreza, la violencia y la injusticia, inmersos en un mundo de excesos, libertinaje y sí, de ficheras. Pero eso lo veremos en la segunda parte de este artículo.

Pero sin duda, una de las figuras que más contribuyó al mundo del cine en esta prospera época fue Emilio “El indio” Fernández. En su faceta como director, debutó con el filme La isla de la pasión. Su trabajo se vio influenciado por otras figuras del ámbito cultural y cinematográfico como fueron Sergéi Eisenstein, John Ford, y los muralistas Diego Rivera y José Clemente Orozco. Con Emilio trabajaron las figuras más grandes que internacionali-

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PROMINENCIAS de Por @AMAURY1984

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los largo de la historia del cine las hemos visto de todos los colores, formas, tamaños. El celuloide ha preservado la imagen de los pechos de las más grandes actrices que el siglo XX pudo dar. En su mejor momento, en escenas de pasión desenfrenada y en la profunda calma del hogar. Las escenas en las que los senos de una actriz son expuestos solían ser consideradas dentro de su carrera como acto de gran profesionalismo y seguridad. Y digo que solían ser, porque en la actualidad los pequeños trajes de baño, los teléfonos celulares y las fiestas alocadas llenas de cerveza hacen de la exposición del busto femenino algo cotidiano. Pero antes de que empiece con mi sermón sobre cómo eran las cosas en mis tiempos, les presento este top 5 sobre las mejores tetas que ha expuesto el cine mexicano. Ahora el tema se presta para ser demasiado subjetivo; ¿qué podemos considerar un pecho optimo?. La mujer promedio no suele hablar bien de su busto, ni de el de otras, a menos que lo encuentren directamente proporcional al cuerpo, o algún otro atributo lo haga lucir bien, como por ejemplo las caderas. El caballero promedio suele decir que entre más grande mejor. Pero para este listado optaré por un serio criterio de análisis estético... sí.

5.

¡¿P

MartHa Higareda

ues qué esperaban!? Tetas, cine mexicano... La joven actriz de películas como Amarte duele, Niñas mal, Hasta el viento tiene miedo, Mariachi Gringo, etc., nos deslumbró por primera vez en su papel de la niña Renata de clase acomodada, que se enamora de un joven pobre. La escena en que ella se observa desnuda frente al espejo es lo más memorable de aquella producción mexicana. Y a partir del 2002 nuestra querida Marta ha mostrado el busto a la menor provocación. Ya es parte de la cultura popular mexicana en internet relacionar a la señorita Higareda con la exhibición de senos. Además es la única actriz mexicana de la que podríamos hacer un comparativo del paso de los años.

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En cartelera Por Evelin Montiel

El niño que huele a pescado La ópera prima de la mexicana Analaine Cal y Mayor, que tuvo su debut en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, llega al fin a las salas de cine mexicano. La cinta narra la historia de Mica, un joven que vive con sus padres en Canadá, en una casa convertida en un museo que hace honor al cantante mexicano Guillermo Garibai; lo inusual de su hogar no es lo único que hace especial la vida de este joven; sino que a lo largo de su infancia se ha tenido que enfrentar a grandes burlas debido a un padecimiento médico que hace que despida un olor a…pescado. Así es, existe en el mundo un extrañísimo padecimiento que modifica el olor de las personas, haciendo que éste sea muy similar al que tiene un pescado. Y de ahí es donde surge toda esta historia melodramática, que sumerge al espectador en la reflexión sobre la aceptación de sí mismo y la necesidad de crear lazos cercanos con las personas que lo rodean. Toda esta dramatización se conjuga en una atmósfera distinta, al estilo independiente que bien pudiera equipararse a la de Juno, Little Miss Sunshine o Moonrise Kingdoom, que aunque por momentos parecieran ser predecibles, resultan entretenidas de principio a fin. El niño que huele a pescado seguro resultará una buena opción para ir al cine, y más cuando resulta una coproducción México-Canadiense, que marca el debut en el cine del primer actor mexicano Gonzalo Vega, quien a pesar de no tener una gran participación en el filme, vale la pena ver.

Quién son los Miller Continuando con el género cómico, llega la historia de David Clark, un traficante de drogas de poca monta que, luego de perder todos los ahorros de su vida, así como la mercancía que le había entregado su proveedor, decide viajar a México para intentar recuperarse de su situación. Para lograrlo, recluta a una stripper, una adolescente que huyó de casa y a un joven que poco le importa la situación, con el fin de hacerlos pasar por su familia para realizar el viaje a lo largo de la frontera. Si por algo llamó la atención esta cinta, fue sin duda por la participación de Jennifer Anniston en el papel de la bailarina exótica, pues a pesar de sus más de cuarenta aún conserva su espectacular figura y vaya que la hace lucir exquisita. Por lo demás, habrá que decir que el filme resulta divertido aunque predecible como suele ser este género.

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Aprendices fuera de línea Aquí llega otra cinta de corte cómico que causó mucha expectativa y sorpresa en la prensa, y no, no fue por las grandes actuaciones, el guión, la dirección o los efectos especiales; sino porque esta cinta pareciera ser una estrategia publicitaria más, de uno de los buscadores más famosos de internet: Google. Así es, esta cinta deja en vergüenza a otras como El Naufrago con su product placement de Fedex, ya que a lo largo de la cinta todo gira en torno a la transnacional de Google. Aprendices fuera de línea, protagonizada por Owen Wilson y Vince Vaughn, nos narra la historia de dos vendedores que, luego de quedarse sin empleo, deciden realizar una pasantía para aspirar a un trabajo en Google, por lo que tendrán que competir contra un ejército de jóvenes deseosos de formar parte del programa del famoso buscador de internet. Toda la cinta se convierte en un recorrido virtual de las labores que los empleados de Google realizan, que sin duda saciará la curiosidad de muchos, y aburrirá a otros tantos; sin embargo habrá que notar que hablamos de dos actores que actualmente se perfilan como grandes figuras de la comedia estadounidense y que ya han trabajado juntos anteriormente, por lo que seguro unas cuantas carcajadas valdrán la pena para pagar la boleta del cine.

Armados y peligrosos Rompiendo con la comicidad, llega a las carteleras un filme de acción, acción y más acción, protagonizado por el ganador del Óscar, Denzel Washington y por Mark Wahlberg. Armados y peligrosos, historia basada en la novela gráfica de Steven Grant, nos narra la infiltración que realizan dos agentes de diferentes agencias para descubrir a una organización de traficantes de drogas. Ninguno de los dos sabe que el otro es agente federal infiltrado, por lo que cada uno desconfía de su compañero. Sin embargo, luego de que ambos queden desacreditados por sus superiores, las cosas dan un giro inesperado en el que sólo les quedará confiar él uno con el otro. Así que esta puede ser una buena opción que nos trae Baltasar Kormákur, responsable de cintas como Verdades ocultas y Contraband, donde la adrenalina y la acción se derraman al por mayor.

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Super 8




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