En el análisis que realiza de la cultura occidental, Emmanuel Berl opta por negar igualmente autoridad a pesimistas y optimistas. Desde su perspectiva, las experiencias que hemos acumulado hasta el momento estarían en condiciones de motivar ambas posiciones. En efecto, así como, con facilidad, podemos encontrar más de una razón para subrayar la perversidad e infamia de los hombres, es también posible conmoverse frente a las acciones del prójimo. No negamos que hubo esa monstruosidad mayúscula de Auschwitz ni, menos todavía, las hambrunas o los abusos originados en el ejercicio arbitrario del poder. Cualquier época, incluyendo la de los Antoninos, tan apreciada por Gibbon y Octavio Paz, sirve para notar injusticias. Con todo, la mirada puesta en el pasado no conduce siempre a la decepción. Porque es asimismo factible que recordemos la celebración de armisticios, los derechos humanos, incluso las obras maestras, cuya existencia demuestra cuán valiosa puede resultar nuestra especie.