Fragmentos para una (micro) sociología del metro

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P r e s e n t a c i ó n. Carlos Monsiváis, atento observador de la cultura urbana de esta ciudad monstruo, llegó a afirmar que el metro podría ser la “imagen del mundo felizmente suspendido entre la estación Génesis y la estación Apocalipsis”. De alguna forma esta descabellada imagen es cierta pues el metro es mucho más que un medio de transporte, se trata de un espacio de posibilidad, un denso entramado de producción de territorialidades en las que la potencia creadora se encuentra con la tentación destructora. En su interior se experimentan las emociones más disímbolas; desde la serenidad del plácido ensueño matutino hasta la sensación de encontrarse al borde del fin de los tiempos o al menos del propio tiempo, entre los vapores y los cuerpos apretujados. Desde esta perspectiva el metro es un escenario fundamental del “mundo de vida” de miles de habitantes de la ciudad, se puede pensar incluso (por los trabajos, los trayectos, las violencias, las relaciones de género o la cultura que ahí se generan) como una megalópolis que vive y parasita en las entrañas de otra, en una relación tan simbiótica que una no podría ya vivir sin la otra. Estas percepciones e inquietudes nos llevaron a emprender una serie de estudios exploratorios sobre el metro desde un enfoque cultural y micro sociológico. La presente compilación de estudios y ensayos es un resultado del trabajo colectivo realizado por estudiantes de Sociología Aplicada de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y tiene la intensión de compartir, más allá del espacio universitario, algo de lo que hacemos las y los sociólogos, es decir: observar, interpretar e intentar comprender críticamente las maneras en las que nos relacionamos socialmente en distintos entornos. Rigoberto Reyes (UAM-I / ESCUE) Imagen de portada Joaquín Eustacio Vázquez Anaya (Facebook: Joaquín Eustacio Vázquez) Fotografías interiores Tirano (2018) Ilustraciones Interiores Judith I. Granados S Diseño y maquetación RRS

“Fragmentos para una (micro)sociología del metro” (2018) circula bajo la licencia de Producción entre Pares/Copyfarleft, por lo que se puede copiar, distribuir y modificar bajo los principios de Atribución, Compartir bajo la misma licencia y Sin fines de lucro.

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CONTENIDO Lo que menos esperas sucede. Rumores de violencia e inseguridad en el metro de la Ciudad de México. 5 Estigmatización y cuerpos abyectos en el metro. 13 Rumores sobre la violencia en el metro de la ciudad de México: la inseguridad como sentimiento. 19 El ruido del metro. Un acercamiento cuantitativo a los sonidos irritantes y los sonidos abyectos. 26 Malos humores. La abyección olfativa en el metro. 30 La persistencia de la Memoria. Un ejercicio de sociología de la cultura en el metro, perspectivas sobre el lugar concebido y el lugar practicado. 36 Entre “vagoneros” y “toritos”. Un relato sobre el comercio informal en la línea A. 45 En la horma de otros zapatos. los trabajadores precarizados de limpieza del metro de la ciudad de México. 49 Usuarios y usuarias frente a los problemas de infraestructura en el metro. Un estudio en la línea A. 56 “Imaginándote” (minificción). 62

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Estigmas, miedos y abyecciones

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Lo que menos esperas, sucede. Rumores de violencia e inseguridad en el metro de la Ciudad de México. ALMA LILIA TORRES GALICIA MARTÍN RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ

En el presente trabajo se aborda la relación que existe entre rumor y experiencia, y cómo la conjunción de ambos elementos genera significados, acciones y emociones tanto individuales como sociales, ante diversas situaciones de violencia e inseguridad en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. El rumor es un fenómeno social que se transmite de boca en boca y sin un origen ni final definido, al respecto Mario Rufer señala: El rumor es siempre un discurso que viaja, y sólo en el trayecto significa, con un sentido que no es acumulativo ni homogeneizante: va recolectando algunos fragmentos y desechando otros, y recompone los órdenes del acontecimiento y del tiempo en cada estación de paso (2009:41).

En este sentido, se entiende el rumor como algo en constante transformación, misma que refleja cambios sociales y cambios en los significados que dan los individuos a su entorno: “El hecho es uno. La explicación jamás […] Ello implica ligar el discurso con la producción de sentido” (2009: 21). Francisco Cortazar, refiere que el rumor está cargado del imaginario social, entendido “como parte del capital cultural de un grupo social en un momento dado” (2008: s/p). El imaginario social se constituye subjetivamente, fusionando la realidad con lo simbólico, creando “imágenes dentro del orden de la cultura y el lenguaje (lo simbólico) y que encuentra su continuidad dentro del orden social (lo real)” (Cortazar, 2008: s/p).

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De tal forma, el imaginario social da sentido a formas de pensamiento, normas o acciones de los individuos mediante la creación de formas e imágenes que son racionalizadas e interiorizadas. Por otro lado, en su definición de sujeto Michel Wieviorka (2001) destaca la capacidad que tiene la persona de actuar creativamente, de hacer elección y la habilidad para no ser prisionero del grupo. Podemos admitir que los sujetos interiorizan el imaginario cultural, sin embargo, los significados que cada sujeto produce lo pueden llevar a crear mecanismos de defensa, adaptación o confrontación ante un entorno inseguro y violento. La experiencia se mezcla con el rumor, reafirma o no su veracidad, además de que lo carga de significados. Es así como experiencia y rumor se entrelazan para formar parte del imaginario social. El grupo que alimentó el rumor Para la realización de este trabajo, se usaron tres técnicas de investigación: entrevista semiestructurada, grupo focal y mapeo colectivo. La entrevista sirvió para elegir a los participantes del grupo focal. En este caso se eligió a los entrevistados que hubieran escuchado un rumor acerca del metro y, que además lo hayan creído, ya que la veracidad del rumor termina cuando alguien se muestra incrédulo ante él. En el grupo focal participaron siete personas cuyos nombres han sido modificados para este trabajo: Roberto de aproximadamente 25 años, Mariana de 23 años, estudiante universitaria; Rubén de aproximadamente 28 años, estudiante universitario; Emilio de aproximadamente 23 años, trabajador en la central de abastos; Enrique de aproximadamente 21 años, estudiante universitario; Adriana de 40 años, ama de casa y Antonieta de aproximadamente 47 años, empleada. Al inicio de la investigación, se pretendía que los participantes contaran los rumores que habían escuchado en/sobre el metro para saber de qué manera estos habían impactado en sus actuar y sentir. Sin embargo, mientras se trabajaba con el grupo focal, los participantes dieron mucha importancia a sus propias experiencias en este transporte, por lo que la experiencia se convirtió en un factor más de análisis en la investigación. 6


El mapeo colectivo fue de gran ayuda como herramienta gráfica. Los participantes pegaron calcomanías con diferentes imágenes sobre un mapa que marcaba cada línea y estación del metro, cada imagen representaba un tipo de violencia. El objetivo era buscaba que el mapa marcará los rumores sobre violencia e inseguridad, finalmente quedaron plasmados en el mapa rumores y experiencias. Viviendo el metro. Todos los integrantes del grupo focal refirieron haber vivido o presenciado un hecho violento en el metro. Dos de los participantes contaron: La situación más fuerte que he visto en el metro, fue cuando varios chavos 1 quisieron agandallar2 a un chavo más joven, pero en este caso utilizaron una navaja, entonces la gente no se iba a meter” (Emilio, 23 años). Sí me ha tocado ver igual que las señoras… se pelean. Una vez llegando a Pantitlán una señora se quedó dormida, entonces todos abordaron el vagón y la señora se quería bajar y ya no podía bajar, eran las ocho de la mañana, entonces la señora... quería que todo mundo se volviera a bajar para que ella pudiera salir... todo mundo la empezó a empujar y la empezaron a desgreñar3” [ríe] (Adriana, 40 años).

Las experiencias vividas han generado que el metro se conciba como un lugar inseguro donde es común que sucedan hechos violentos. Ante esta situación, no es difícil creer un rumor, por lo que al escuchar alguno los receptores raramente lo cuestionan. Rumor: Una construcción social de significados El rumor puede dar cuenta de la gran variedad de significados sobre violencia e inseguridad de los participantes del grupo focal. Si bien todos los integrantes se mostraron de acuerdo ante el panorama de violencia e inseguridad que se vive actualmente en el país, esta violencia e inseguridad es concebida y entendida de formas diferentes.

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En México la palabra chavo se refiere a una persona joven Palabra usada para referir un abuso que una persona(s) cometen contra otra(s) 3 Pelearse, tirándose de los cabellos. 2

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Los siguientes fragmentos son opiniones que tuvieron dos de los participantes, respecto a un rumor que se les contó acerca de un asalto en un vagón del metro: Más que inseguridad o más que falta de seguridad, corresponde a una falta tanto cultural y tanto económica, una precarización económica del contexto en que vivimos, que ha venido desatando o ha ido desatando la violencia a niveles cada vez más altos...” (Rubén, 28 años aproximadamente). Yo veo como algo cultural… en el metro no hay un orden, no se respetan, ni los vagones, ni las señales que se ponen para entrar y para salir; en las escaleras se hace un “despapaye”4 y mucha gente vive en un constante estrés…” (Enrique, 21 años aproximadamente).

El grupo coincidió en su perspectiva de entender y percibir la violencia e inseguridad. Como se muestra en los fragmentos anteriores no hay opiniones contradictorias, sino concordancias y puntos en común que permitieron integrar elementos del rumor escuchado a su concepción de violencia e inseguridad. Rubén percibe estos elementos como efectos de problemáticas económicas y culturales, poniendo mayor énfasis en las primeras. Mientras, Enrique está de acuerdo con que violencia e inseguridad son generadas por un problema cultural, pero liga la problemática cultural con la falta de orden. La diversidad de significados que se presentaron en el grupo focal, generó nuevos significados en cada uno de los participantes, de tal forma que al finalizar la sesión los participantes comentaron que el grupo había sido fructífero e informativo para poder tomar nuevas medidas de seguridad, pero también para conocer más del tema y con base en ello buscar un cambio. Esto sirvió más como para concientizar… es parte del cambio, primero concientizarte y ver lo que realmente está pasando y de ahí ver o buscar una solución” (Roberto, 25 años). …no es que siempre te tengas que estar cuidando, es que debe de haber un cambio… (Mariana, 23 años, estudiante universitaria).

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Se refiere a una situación donde hay falta de orden.

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Es así como los rumores no solo formaron una concepción individual de la violencia e inseguridad, sino también colectiva, un sentimiento de protección colectiva ante estas problemáticas, como lo expresa Cortazar para hablar de una de las múltiples funciones que tienen el rumor: …encontramos que son informaciones que la gente comparte gustosamente y que sirven para el mantenimiento de las redes sociales y los grupos de pares, pues al intercambiar información que consideramos valiosa (aunque sea falsa o cuestionable), contribuimos al refuerzo de los lazos sociales y al sentimiento de comunidad.” (2008, s/p).

Reacciones ante la violencia e inseguridad. Se puede decir que las y los informantes ejercen su capacidad como sujeto durante sus traslados en el metro de la Ciudad de México. Actúan ante la presión de las condiciones de inseguridad y de los hechos que los violentan de manera física y simbólica. Construyen sus formas de resistencia. Mariana, por ejemplo, actúa de forma creativa ante la violencia y busca verse lo menos afectada posible: “…te tienes que hacer de cosas como para sentirte, pues, de alguna manera bien o no sufrir algo” (Mariana, 23 años). Se crean estrategias para no ser víctimas de la delincuencia o para escapar de ella, Antonieta destaca la manera en que porta sus pertenencias y los cuidados que tiene al viajar “… pues siempre cargo mis cosas, mi bolsita, siempre enfrente, siempre enfrente… siempre la traigo así viendo a ver quién nos sigue” (Antonieta, 47 años). Existe un rechazo a la masa, al grupo. El rechazo como una reacción ante la violencia, se evita la relación con los otros durante el viaje para no ser violentado: “…queriéndome pegar a la ventana, porque así me volteo, ya no tengo que ver a nadie” e incluso se evita usar el transporte “… si me puedo ahorrar el hecho de meterme al metro, pues mejor” (Enrique, 21 años). Sin embargo, las y los informantes acordaron que se recurre a el metro ante la necesidad de un transporte económico y rápido, una necesidad que deriva de su condición de clase y de su “pobreza de tiempo” (Damián, 2014). Pero siempre viajan creando estrategias de 9


resistencia, utilizando su cuerpo y construyendo subjetivamente para no ser víctimas de un hecho violento y/o sentirse seguros. Observaciones finales En esta pequeña investigación se encontró una relación entre la experiencia y el rumor. Las y los informantes al escuchar un rumor sobre una situación de violencia o inseguridad en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México lo relacionan con algunas de las experiencias propias en dicho transporte. La credibilidad del rumor está condicionada por las experiencias, y aunque en algunos casos no han sido experiencias del mismo tipo, siempre las relacionan con experiencias similares. Las reacciones y comentarios que tuvieron los participantes hacia los rumores contados en el grupo focal, develan una gran variedad de significados, la violencia e inseguridad es percibida de diferentes maneras, sin embargo, coincidieron en haber escuchado un rumor o en haber tenido alguna experiencia relacionada con violencia e inseguridad que les provocó una emoción negativa. Acordaron que dentro del metro se está expuesto en todo momento a la violencia y que existe una inseguridad constante. Actúan y resisten cotidianamente contra esas fuerzas que los violentan y los hacen sentir inseguros. El escuchar rumores y tener experiencias negativas los ha hecho construir formas de resistencia y reaccionar ante la violencia e inseguridad en el metro de la Ciudad de México. Se normaliza la violencia, pero no se acepta por completo. Hay un total rechazo a las situaciones de violencia e inseguridad en las que se encuentran involucrados infantes. Existe una resistencia que les permite sobrevivir, evitar el peligro y sentirse lo más cómodos posible durante su viaje. Se expresaron problemáticas con la policía del metro. En ninguno de los casos se expresó un comentario favorable con respecto a dichos servidores públicos. Es necesario cuestionar si los sistemas de seguridad 10


del metro son funcionales realmente. En este caso se puede afirmar que no lo son.

Bibliografía Cortázar, F. (2008). “Esperando a los bárbaros: leyendas urbanas, rumores e imaginarios sobre la violencia en las ciudades”. En Comunicación y Sociedad No. 9. Pp. 59-93. Damián, A. (2014). El tiempo, la dimensión olvidada en los estudios de pobreza. Ciudad de México: El Colegio de México. Rufer, M. (2009). “Huellas errantes. Rumor, verdad e historia desde una crítica postcolonial de la razón”. En Versión No. 23. Pp. 17-50. Wieviorka, M. (2001). “La violencia: Destrucción y constitución del sujeto”. En Espacio Abierto, Vol. 10, No. 3. Pp. 339-347.

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Estigmatización y cuerpos abyectos en el metro. ANDRÉS HERNÁNDEZ MORA MAYRA ANAID GONZÁLEZ MEJÍA MANUEL GALINDO HERNÁNDEZ

El metro; lugar de interacciones y confrontaciones.

A pesar de sus dimensiones y funciones, el metro de la ciudad de México es lo opuesto a lo que el antropólogo Marc Augé denominó un “no-lugar” (2010). Para Augé un no-lugar era aquél tipo de espacio en el que era imposible generar experiencias significativas, memorias situadas e identidades, ejemplos de este tipo de espacios serían las autopistas, las habitaciones de hotel, aeropuertos o supermercados, así como otros espacios producidos en serie y carentes de relación con sus entornos. En apariencia el metro podría parecer un no-lugar, sin embargo, en este caso el metro se ha configurado como un lugar en el que se producen múltiples actividades que van de lo lúdico a lo laboral. En el metro se crean comunidades, memorias e incluso sentidos de pertenencia, pero también en su interior se producen espacios de desprecio, repugnancia y temor. A veces incluso se puede hablar de que en el metro se producen procesos de abyección, tal como los definió Julia Kristeva, es decir, como procesos por medio de los cuales “algo” es expulsado del orden simbólico por ser considerado repulsivo, bajo o terrorífico. Según Kristeva son considerados abyectos los traidores, un estafador, un criminal, un violador desvergonzado (2010:11). En clave social se suele expresar como repugnancia o indignación ante determinados cuerpos o conductas inadmisibles. El metro al ser un lugar de interacción masiva también se convierte en un espacio de encuentro con “el otro” considerado indeseable o abyecto para ciertos grupos de personas. En este trabajo nos interesa 13


conocer qué sujetos son considerados abyectos y cómo es la respuesta social ante ellos. Para exponer nuestros hallazgos, recopilamos pequeñas estampas y fragmentos narrativos de diferentes entrevistas realizadas a usuarios y usuarias del metro. En primer momento dejaremos fluir la narrativa propia de los sujetos, posteriormente analizaremos cada caso. Las experiencias recogidas son producto de charlas realizadas con usuarios dentro y fuera del metro. Las personas entrevistadas fueron dos vendedores informales dentro del metro, así como algunos estudiantes universitarios. En sus entrevistas nos muestran de manera clara y cruda cómo se produce la abyección sobre determinadas personas. Estampas de un día en el metro: Recuerdos de lo abyecto. -Heridas“…Se subió un señor al metro en la estación Gómez Farías, dio los buenos días y contó a los pasajeros que era un padre de familia desempleado, además añadió ‘…y tengo una herida que me impide trabajar’, y en eso se sube el pantalón del lado de una pierna derecha, y veo que tiene unas gasas sujetas por cinta que le tapan la espinilla. Cuando despegó la cinta, su pierna tenía la textura de la cara de Freddy Krueger, en carne viva, hasta se manchó los dedos de sangre y se los limpió en el pantalón, en ese momento dijo, si alguien quisiera ayudarme, extendió la mano y se puso a caminar por el vagón pidiendo dinero, cojeando, con la venda despegada, las personas que estaban cerca de él, no querían ni mirar, en mi caso no lo miré porque siento que verlo sería como morbo, solo le dieron un par de monedas y creo que durante los 30 segundos que tardó en dar una vuelta por el vagón y abandonarlo nadie respiró”. Hombre,28 años de edad. -Inhalaciones“Se abrieron las puertas del metro, se veía el nombre de la estación que decía Pino Suarez, me pareció ver por lo menos a 10 personas que esperaban subir, no sabía su destino, lo que sí sabía es que serían mis compañeros de viaje, al subir se notó que cada uno iba perdido en su 14


mundo, en sus problemas, pues parecía que no había nada a su alrededor, solo bastó percatarse de un joven como de 23 años para llamar la atención de todos, pues en su mano llevaba un inhalante conocido como “mona”, hecho desagradable para las personas que se encontraban cerca de él. El joven reía, aun no logro entender por qué, lo que pude captar en distintas personas fueron emociones acumuladas, y no lo puedo negar, por un momento a mí también me dio miedo, pues la sociedad dice que un drogadicto pierde la razón y puede ser peligroso. Una señora lo miraba con repulsión e incomodidad pues el olor a PVC era muy fuerte, una niña como de 5 años le preguntaba a su madre “mamá ¿Qué es lo que trae el ese señor en la mano, a qué huele?”, la señora le dijo cállate, no lo veas, me dio ternura su inocencia y fue evidente que la señora no quiso que la niña mantuviera ningún tipo de relación con aquel joven”. Mujer, Estudiante Universitaria, 21 años. -Abusos“…también no me ha pasado, pero sí he tenido amigas que me han contado que incluso las han eyaculado o sea en la ropa, en la mano. De verdad yo no sé cómo lo hacen, cómo nadie dice nada, cómo pasa, cómo estas chicas ni siquiera saben cómo reaccionar, o sea ni siquiera saben qué hacer o qué decir, o si decir algo, o no decir nada de lo que pasó. Pero neta o sea ¿cómo un hombre, independientemente del aspecto físico que tenga, te puede eyacular en la mano, en el transporte público en la ropa?; debe ser la cosa más asquerosa, tráumate y horrible, no sé de verdad…sí es un lugar para mi demasiado, ah, no sé, demasiado horrible”. Mujer, 27 años de edad. -Muertes-Mujer: Hay emociones fuertes, tanto como conductores como nosotros, porque cuando se avienta la gente (a las vías), pues es un impacto para todos nosotros.

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-Hombre: Estábamos en la estación UAM… igual sentados, pero en medio y de repente el chavo se avienta, y ahí ya venía el tren…El tren pus, intentó frenar, pero ya no… -Mujer: Eso sí es impacto tanto como para los conductores como para nosotros. -Hombre: No pus venía una chava, una conductora ese día. No pus salió bien pálido, salió mal la chava. El chavo lo tuvieron que sacar de abajo. Es lo que nos tocó presenciar a nosotros. Diálogo entre comerciantes informales, una mujer de 50 años y un hombre de 55. Comentarios finales. Las estampas arriba relatadas fueron contadas directamente por usuarios o vendedores del metro para quienes lo visto u oído les ha dejado una honda impresión. En el primer caso, la irrupción de un cuerpo sufriente, herido y sangrante parece producir sensaciones ambivalentes pues aunada a la sensación de repulsión, su presencia causa lástima debido a su vulneraria y precariedad, tal como lo señalan Escribano y Figari (2009), la repugnancia suele ir aparejada a la indignación y el desprecio. En este caso, a pesar del asco, las miradas se contenían expresando cierto respeto ante el cuerpo doliente; para evitar incomodar al hombre herido la persona entrevistada prefirió fingir ignorarlo como estrategia para no violentar. A veces borrar simbólicamente una presencia incómoda puede ser una forma de no confrontarse con ella. En el segundo caso se trata de un cuerpo estigmatizado por inhalar solventes. El consumo de estas sustancias suele asociarse a estereotipos clasistas por lo que las y los jóvenes que inhalan suelen ser aislados en espacios como los vagones de metro. Las personas que inhalan pueden generar miedo, desprecio o incomodidad ya que para algunos usuarios ellos representan el trastrocamiento de los límites y las normas sociales. Por otra parte, en la estampa tres se alude a comportamientos que directamente violentan los cuerpos de las personas como es el caso de hombres que perpetran abusos sexuales en el metro al eyacular sobre 16


mujeres sin su consentimiento. En este caso el acosador se abyecta a sí mismo al despreciar la subjetividad de sus víctimas reduciéndolas a objetos. Se trata de sucesos que pueden llegar a ser traumáticos para la víctima. Se trata de uno de los extremos de la abyección pues, tal como lo afirma la propia Julia Kristeva, una de las figuras arquetípicas del sujeto abyecto ese el criminal con la conciencia limpia y el “violador desvergonzado” (2010: 11). No consideramos que lo abyecto solo sea lo relacionado con suciedad, repulsión, sino aquello que rompe con las normas, interiorizadas dentro de nosotros. Así como lo que nos cuentan los comerciantes. El joven que se arrojó a las vías del metro, rompiendo cualquier esquema de comportamiento social, perturbando el ambiente de manera extrema. El colmo de la abyección, tal como lo dice Kristeva. No es por lo tanto la ausencia de limpieza o de salud lo que vuelve abyecto, sino aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que no respeta los límites, los lugares, las reglas. La complicidad, lo ambiguo, lo mixto. Nos percatamos de aquello que denota el rompimiento de lo establecido, aquello que no es común, y del cual no nos podemos separar. Finalmente nos encontramos con el caso de la muerte violenta. Un diálogo entre comerciantes muestra lo perturbador que puede llegar a ser presenciar un suicidio en el metro. El cadáver que irrumpe y rasga el espacio público es el grado extremo de la abyección, para Julia Kristeva la presencia del cadáver desquebraja el orden simbólico de la vida cotidiana: “Es la muerte infestando la vida. Abyecto. Es algo rechazado del que uno no se separa” (2010:11). Estas estampas muestran la diversidad de formas en las que irrumpe lo abyecto en la cotidianeidad del metro. Muestran además los distintos procesos de violencia que activan ciertos sujetos en un juego complejo entre estigmatización, violencia y abuso que se teje cada día al interior del metro. Esperamos finalmente que la lectura de este estudio mueva al lector(a) a reflexionar sobre los procesos de abyección o estigmatización de los que ha sido víctima o cómplice.

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Bibliografía. Augé, M. (2000). Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona: Gedisa. Escribano, A. y Figari, C. (2009). Cuerpos, Subjetividades y conflictos. Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones en América Latina. Buenos Aires: CLACSO-CICCUS. Pp. 131-139. Kristeva, J. (2010). Poderes de la perversión. Ciudad de México: Siglo XXI.

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Rumores sobre la violencia en el metro de la ciudad de México: la inseguridad como sentimiento. CESAR JIMÉNEZ SILVA ANA LAURA MARTÍNEZ SÁNCHEZ JACQUELINE REYES DOMÍNGUEZ SORIANO OJEDA ZAIRA BELÉN El metro, espacio de rumores. La violencia e inseguridad han existido a lo largo de los años en diversos espacios que han conformado nuestra sociedad. El uso del metro nos ha facilitado el acceso de transportarnos a grandes distancias, es un espacio que puede ser tanto grande por sus diferentes líneas que transita o ser un espacio cerrado ya que se encuentra mayormente en el subterráneo o por la limitación del espacio en un vagón. Muchas personas lo utilizan ya sea por costos o por tiempo, pero lo que lo hace interesante es que un viaje puede convertirse en una suerte de medio de comunicación que se transmite de boca a boca, las charlas en su interior parecen entremezclarse. Ya sea que empiecen con un “vi en internet” “me contó un amigo” “dicen que” completado con la emoción y la interpretación del receptor. El metro es un espacio privilegiado para el rumor, el cual, en palabras de Centeno Matías: Es lanzado y continúa su trayectoria en un medio social homogéneo, en virtud de activos intereses de los individuos que intervienen en su transmisión. La poderosa influencia de estos intereses exige que el rumor sirva ampliamente como elemento de racionalización: esto es, explicar, justificar y atribuir significado al interés emocional actuante. A veces, el vínculo interés – rumor es tan íntimo, que nos permite describir el rumor como la proyección de un estado emocional completamente subjetivo. (Centeno Matías, 2006: en línea).

Las experiencias, así como los rumores que de ellas surgen, provocan el nacimiento de un conjunto de emociones, las cuales llevan a tomar actitudes, o al surgimiento de creencias sobre el mundo. Estas 19


experiencias suelen influir en la toma de decisiones y en la percepción. En este sentido, los rumores que se producen respecto a experiencias extraordinarias en el metro pueden producir, si son creíbles, experiencias, emociones y creencias sobre este transporte. Tomando esto como punto de partida decidimos indagar en el estudio de los rumores y la violencia que se producen en o sobre el metro de la ciudad. Herramientas metodológicas. Para investigar los rumores recurrimos a tres estrategias metodológicas. La primera consistió en entrevistas semiestructuradas realizadas a catorce personas que usan cotidianamente el metro (sin tomar en cuenta edad, sexo, ocupación, etc.). La segunda herramienta fue un grupo focal en el que participaron siete personas (seleccionadas de entre las y los entrevistados) con el propósito de crear un ambiente de diálogo que nos permitiera conocer las interpretaciones colectivas sobre estos rumores, miedos y efectos de la violencia. Finalmente realizamos un mapeo colectivo en el que los participantes del grupo focal pudieron señalar algunos espacios en donde han sabido de hechos violentos, con el fin de realizar una reflexión colectiva. Las emociones de inseguridad. El sentimiento de inseguridad es el resultado de un entramado de discursos, representaciones y afectaciones y aparece como parte de la vida diaria de todas las personas. Este sentimiento nace de la propia subjetividad o percepción, es el miedo que sentimos de convertirnos en víctimas de un delito o desgracia con independencia de las posibilidades reales de serlo que se apoya de la cantidad de delitos que ocurren en un lugar, en un determinado periodo de tiempo, como los robos, violaciones. En el caso del metro, suele expresarse en forma de miedo, miedo al despojo de pertenencias, miedo a todo lo que puede estar expuesto un cuerpo, ya sea por situaciones “inevitables” como un asalto, fallas mecánicas con el metro, ser acosadas (os), inclusive encontrar escenarios estigmatizados como “lo que se dice del último vagón”. En este caso no se trata de encontrar una explicación al fenómeno, en su lugar se analizan las representaciones, discursos, emociones y acciones a partir de rumores que producen sensaciones de inseguridad. 20


Los resultados obtenidos en la investigación permitieron ubicar algunos rumores comunes, así como ciertos espacios en los que el temor se intensifica debido a las experiencias relatadas por otros. Las líneas que mayormente están saturadas son: la línea uno con los destinos de Pantitlán a Observatorio, la línea tres que va de indios verdes a Universidad. Lo que comparten estas líneas, a parte de la demanda de usuarios, es la sensación de inseguridad. Para varios de nuestros informantes la multitud y el metro “lleno” por las mañanas se encuentra relacionado con los hechos de violencia e inseguridad. Usar el metro en esas líneas y a esas horas es estar expuesto a riesgos que van de los robos hasta el acoso. Así lo refiere Antonieta, una de nuestras entrevistadas: Robos, Acoso sexual. (…) a mi yerno le pasó que iba subiendo al metro, a las seis, siete de la mañana está así5, en Pantitlán, de Pantitlán para ir a Chabacano, nada más sintió como le hicieron la mano así y le arrebataron su celular” (Antonieta).

A pesar del temor que les inspiraban este tipo de relatos, los participantes en el grupo focal coincidieron en que no dejarían de usar este medio de transporte debido, sobre todo, a cuestiones de dinero o tiempo. Con lo cual se puede suponer que el metro configura parte medular de la experiencia urbana que adopta la forma "de un relato sobre trayectorias y usos del espacio" (Segura Ramiro, 2010: en línea). Para este autor, estos relatos atemorizantes suelen hacer que las personas eviten transitar por esos espacios, como una estrategia de subsistencia. Sin embargo, en el metro no siempre sucede eso, las personas continúan su día a día a pesar de la inseguridad de la que se tiene conocimiento; la necesidad de ahorrar, los escases de tiempo parecen más poderosas que los temores, tal como lo refiere Mariana, otra de nuestras entrevistadas: Pues yo creo que ahí hay diversos aspectos, puede ser desde lo cultural y otra cosa que yo creo también que el mal manejo del orden o las estructuras, porque somos personas que viajamos cotidianamente y (…) Todos llegan cansados, o todos van cansados, nos volvemos tan individuales en esos aspectos y a cada quien no le importa. Llega un momento en que ya te empujaron y ya es normal para ti (Mariana).

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Al hacer esa expresión, se refiere a que está lleno.

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Comportamientos: acciones como un adjunto de las experiencias y un factor del rumor El medio de transporte afecta las emociones, provocando una percepción de negatividad y un cambio en el comportamiento de las personas, por ejemplo, nuestro informante Rubén, menciona lo siguiente: He tomado precauciones en cuidar mis pertenencias en zonas con gran flujo de usuarios, evitar viajar en vagones demasiado solitarios por la noche y todo esto ha provocado que sea más perceptible en mis viajes y ubicando estaciones de policías al interior del metro. La saturación en el metro produce sensaciones negativas y desesperación. (Rubén).

Las experiencias vividas dentro del metro, pueden crear una experiencia colectiva desgastante, esto suele ocurrir por diferentes criterios, por ejemplo, el tiempo que se toma del comienzo a la finalización del viaje, al igual que se puede considerar el carácter fragmentado o interrumpido de los viajes. En este medio de transporte, nace una experiencia individualizada, una experiencia provocada de manera intencional o por casualidad. Los participantes mencionaron algunas de las acciones que llevan a cabo como formas de prevención y no pasar por ciertas situaciones de violencia o inseguridad, como lo menciona nuestra informante Antonieta: “tener más cuidado, ser cuidadoso, estar observando si alguien los sigue, cambiar de ruta si hay la posibilidad de hacerlo, medidas para sentirse seguro”. Si las experiencias vividas tienen estas características es claro que involucrar la experiencia es parte importante ya que el “fenómeno delictivo siempre ha estado presente en la sociedad. Lo encontramos presente desde las antiguas formas de sociedad, e incluso en las más evolucionadas sociedades actuales, con sus dinámicas e interacciones de intercambio social, cultural y tecnológico”. (Tapia, 2013: 104). La participante Mariana durante el grupo focal, contó la siguiente situación que sucedió en la línea 1: “iba una pareja, una señora y un señor, llevaban dos niñas; una de las niñas el señor la llevaba en sus piernas, cuando de repente la misma niña gritó, el metro estaba lleno, su grito de la niña se manifestaba como si se estuviera quejando puesto 22


que el señor la iba violando, como tenia vestidito, la niña estaba expresando el dolor que sentía, de esto las señoras se fueron encima del señor, su pareja empezó a llorar, llegaron los de seguridad agarraron al señor, lo separaron de las señoras que se le fueron encima y se lo llevaron”. El fragmento de esta experiencia muestra el nivel que puede alcanzar la violencia en el metro. Si bien es cierto que el abuso sexual de menores no es algo nuevo, lo que impacta de dicho suceso, es el espacio donde se sitúa y las circunstancias donde esto ocurrió. Se puede afirmar que los rumores forman parte de una acción colectiva en el sentido de que se encuentran los individuos en contacto, en el cual actúan de manera conjunta y construyen acciones. No se trata de compartir una experiencia vivida, pero sí se crean una suerte de nosotros colectivo. Un estar juntos, en términos intelectuales, afectivos y relacionales, en una pluralidad y construcción constante. La situación ante esto se manifiesta en las rutinas que llevan día a día dentro del metro, los lleva a adquirir diferentes experiencias, las cuales muchas de ellas, llegan a incidir sobre otras personas, creando un rumor bajo la influencia de la experiencia. Mapeo colectivo. Resultados y análisis Al final del grupo focal se elaboró un mapeo colectivo, siguiendo la estrategia desarrollada por el colectivo argentino Iconoclasistas. El mapa constó de un diagrama de las estaciones del metro que los participantes podían intervenir con las siguientes pegatinas, según las experiencias violentas de las que tuvieran conocimiento por relatos de otros. Cada pegatina representa diferentes situaciones del metro: Imagen

Descripción

Significado

Punto rojo

Inseguridad

Ladrón con bolso

Robo

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Pistola

Asalto o incidente con arma de fuego

Chica siendo acosada por un hombre

Acoso

Dos hombres enfrentándose

Peleas

Sombrero de policía

Incidentes policías

Prohibido

Incidentes fuera de lo común

con

Se encontró que los hechos más relatados habían sido las riñas y los robos. Contrario a lo que se esperaba hubo muy pocos casos referidos de acoso sexual, o asaltos a mano armada. Solo se relató un incidente con policías y uno de inseguridad general Pantitlán es una de las estaciones donde más se relataron hechos violentos. De ahí le sigue la estación Pino Suárez con registro de 2 incidentes fuera de lo común, uno de robo y otro de acoso. Estaciones donde se dieron los hechos según los relatos o rumores. Inseguridad: Observatorio Robo: Pantitlán, Peñón Viejo, Impulsor , San Lázaro , Pino Suárez , San Antonio Abad , San Cosme y El Rosario Pistola: San Antonio, Balderas y Cuatro Caminos Acoso: Pantitlán , Mexicaltzingo , Pino Suárez y Centro Médico

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Peleas: Pantitlán, Puebla , La Paz , Universidad , Eugenia , Tacubaya , Chilpancingo y Tlatelolco Incidentes de policías: Santa Marta Incidentes fuera de lo común: Pino Suárez y Constitución de 1917

Link del Mapa: https://plus.google.com/photos/100704425359763600112/album/6579 027093464811409?authkey=COndkM2OzvOdnAE Observaciones finales. La información recabada nos muestra que los rumores de violencia son muy comunes y que generan respuestas muy diferenciadas entre las que destaca la llana aceptación fatalista de la violencia, aunque por otro lado también parecen generar consciencia de la situación de inseguridad por la que atraviesa la ciudad. Los rumores, en síntesis, no suelen ser cuestionados pues se toman como hechos reales cuya veracidad no se pone en cuestión. Por otro lado, el mapeo colectivo mostró que este tipo de relatos no crean miedos difusos, sino que a veces pueden ubicarse con precisión configurando un relato detallado de la violencia y los temores.

Bibliografía Tapia Pérez, J. (2013). “La inseguridad pública: causas y consecuencias”. En El cotidiano No. 180. Pp. 103-112. Centeno, M. (2006). El rumor como fuente de información periodística: una propuesta para investigar su significación en los medios masivos de comunicación. Capítulo 1. El rumor como fuente de información en la prensa escrita. Tesis, Universidad Nacional de San Luis: México. Segura, R. (2010). “El sentimiento de inseguridad: Sociología del temor al delito”. En Cuadernos de antropología social, (32). Pp. 223-227 25


El ruido del metro. Un acercamiento cuantitativo a los sonidos irritantes y los sonidos abyectos.

KARLA JAZMÍN ALONSO CORONA BRENDA NAYELI MÉNDEZ CRUZ

La presente indagación se realizó con el propósito de conocer y analizar los diferentes sonidos percibidos por los usuarios del metro que causan sensaciones negativas, tomando como referencia el concepto de lo “abyecto” propuesto por Julia Kristeva para quien lo abyecto hace referencia a un objeto o sujeto excluido por ser repugnante, indignante o perturbador y suele motivar una violencia material o simbólica. En este caso consideramos que también existen “sonidos abyectos”, es decir, sonoridades que producen las emociones y respuestas descritas por Kristeva. Las ciudades producen una gran cantidad de sonidos indeseables, que afectan diferenciadamente a quienes las habitan. En este sentido cabe señalar que esto se debe a que los sonidos son interpretados con base en el contexto cultural en el que son percibidos. Los sonidos provienen del exterior, pero resuenan al interior del cuerpo, tal como apunta David Le Breton: “el oído es un sentido de interioridad, lleva al mundo al corazón de uno, cuando la vista lo lleva hacia fuera del mismo” (2002). En este caso estudiamos sociológicamente los sonidos desagradables o incluso abyectos que se generan al interior del metro, nos interesa no sólo conocerlos sino saber por qué motivo resultan intolerables. Para lograrlo recurrimos a la metodología cuantitativa; aplicamos 50 cuestionarios a usuarios del metro que cotidianamente utilizan la Línea 1 (Pantitlán-Observatorio), tomando como parámetro distintas emociones negativas vinculadas a sonidos percibidos en este sistema de transporte colectivo.

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Los resultados arrojaron fueron los siguientes:

SONIDOS ABYECTOS 35 30 25 20 15 10 5 0

20.6 10.34 8.96

12.41

19.31 11.72

4.13

4.13

4.13

4.13

Grafica de sonidos abyectos percibidos en el metro de la CDMX, línea 1. Fuente: Elaboración propia.

En cuanto a los sonidos abyectos, los usuarios del metro mostraron mayor desagrado por los gritos de vendedores con un 20.6% y los gritos al empujar con un 19.31%, posteriormente, personas cantando en los vagones 11.72%, murmullos de gente cerca y lejos de los usuarios 10.34% y la música que se reproduce en los andenes con 8.96%. De acuerdo con los resultados arrojados, los sonidos menos molestos fueron los siguientes; 4.13% fue el sonido al abrir y cerrar las puertas del vagón, escuchar platicas cercana y el sonido que produce el tren al llegar e irse, entre otros.

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EMOCIONES DE LO ABYECTO

ENFADO

IRA

FURIA

ASOMBRO

DISTRACCIÓN

TEMAS

SORPRESA

MIEDO

TERROR

ODIO

TEDIO

AVERSIÓN

MELANCOLIA

PENA

TRISTEZA

DESPRECIO

SUSTO

DECEPCIÓN

REMORDIMIENTO

18.33 20 15.83 18 16 14 10.83 12 9.16 10 7.5 5.83 8 5 6 3.3 3.3 2.5 3.3 2.5 3.3 2.5 3.3 1.66 4 0.830.83 0 2 0

Grafica de emociones de los sonidos percibidos como abyecto en la CDMX, línea Fuente: Elaboración propia.

De acuerdo con la encuesta realizada, las emociones negativas con mayor impacto causadas al escuchar los sonidos ya antes señalados como abyectos, son: enfado con un 18.33%, tedio con un 15.83% y distracción con un 10.83 %. Con base en los resultados obtenidos elaboramos un paisaje sonoro el cual recoge sonidos referidos como abyectos o negativos en la Línea 1 del metro (para acceder a éste sólo es necesario activar el código QR con un teléfono celular).

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Conclusión La investigación se realizó con el objetivo de identificar aquellos sonidos que con más frecuencia provocaban rechazo entre las y los usuarios de la línea 1 del metro. Se trata de un estudio en el que exploramos la compleja relación existente entre los distintos sentidos y los procesos de abyección simbólica. En especial nos interesó el sentido del oído, el cual es un mecanismo fisiológico que permite la interpretación propia de los que nos rodea y los sonidos como la reproducción sonora de una realidad social. Tras el análisis de los resultados de la encuesta se demostró que la mayoría de los encuestados abyectan sonidos que en su mayoría tienen que ver con la presencia de ciertos grupos de personas cuyas acciones afectan el ya reducido espacio personal que se preserva en el metro. Esta situación permite reflexionar sobre el papel de los sonidos en la construcción social del otro, así como en la evaluación positiva o negativa de ciertas prácticas en el espacio público.

Bibliografía Escribano, A. y Figari, C. (2009). Cuerpos, Subjetividades y conflictos. Hacia una sociología de los cuerpos y las emociones en América Latina. Buenos Aires: CLACSO-CICCUS. Kristeva, J. (1988). “Poderes del Horror”. Sobre la abyección. Madrid: Siglo XXI. Le Breton, D. (2002). Antropología del cuerpo y modernidad. Buenos Aires: Nueva visión.

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Malos humores. La abyección olfativa en el metro. AARÓN REYES CARBAJAL MARÍA ISABEL PÉREZ TREJO

Según la enciclopedia cubana EcuRed (2018), “El olor, es la sensación resultante de la recepción de un estímulo por el sistema sensorial olfativo.” A su vez Anthony Sinnott (2003) distingue tres tipos de olores: los olores naturales, es decir olores que despedimos a través del cuerpo; los manufacturados o fabricados, por ejemplo, los perfumes o la contaminación; y olores simbólicos, que son metáforas olfatorias. La producción de estos tres tipos de olores en el metro de la Ciudad de México a partir de la apropiación social del espacio, será el objeto de análisis de este trabajo. La presente etnografía se realizó en la Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC), también conocida como la línea rosa (color que la identifica entre las demás líneas de la red). El propósito de la investigación es rescatar la opinión de algunos usuarios acerca de la percepción de efluvios que se volatizan y ambientan estos lugares. Este fragmento de la red-metro es característico por la diversidad de olores que se pueden distinguir a lo largo de su recorrido. Allí se pueden apreciar desde olores asociados al comercio, como en la estación Merced, hasta olores pútridos que provienen de las coladeras por el precario mantenimiento que hay en las instalaciones. La abyección odorífica Retomamos el concepto abyección de la filósofa Julia Kristeva, para definir la categoría de olores que las personas entrevistadas señalaron con más desprecio, es decir, el efluvio más repulsivo. De acuerdo con la autora, lo abyecto es “…aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que no respeta los limites, los lugares, las reglas.” Kristeva (2010:11) Así, por ejemplo, el asco que producen ciertos olores los convierten en olores abyectos, por alterar el estado físico y mental 30


de una persona. De acuerdo con el grupo de sujetos entrevistados los olores pútridos son los que más molestia les genera. Para esta investigación cualitativa realizamos entrevistas a 5 personas sobre qué olores perciben en el metro. Las dos primeras personas a las que entrevistamos fueron dos jóvenes, un hombre y una mujer, curiosamente la joven era egresada de la carrera de biología en la UAM Iztapalapa, lo que seguramente facilitó entablar un ambiente de confianza, ésta entrevista fue realizada en la estación de San Lázaro. La primera pregunta fue, ¿Qué olor percibían en la estación San Lázaro?, a lo que el joven contó que él percibía una mezcla de olores y sudor adentro y afuera. La joven respondió que percibía un olor a llanta quemada o freno, el joven percibía un olor tipo corto circuito. El olor para el joven era indiferente, en cambio para ella el olor a llanta quemada le recordaba a su niñez. Refirió un recuerdo: un payaso de juguete que rodaba y se le quemaba la llanta, al percibir el olor a llanta de esta estación, le recordaba al payaso de juguete de su niñez. Contaron que en la estación Merced, los olores que más percibían ambos, era a cebolla, verdura, y un aroma de comida orgánica. Ese aroma era indiferente para el joven. Para la joven el olor de cebolla la remontaba a su niñez, una sensación agradable para ella ya que le recordaba un mercado. Sobre el resto de la línea rosa, mencionaron que la estación Isabel la Católica huele a drenaje o aguas negras debido a la temporada de lluvias. Y en Tacubaya percibían un olor a pancakes o paste por los comercios que por ahí se localizan. En Pantitlán los aromas que percibían eran de todo, destacando el de aceite quemado, comida “garnachas”, etc. En la última parte de la entrevista el joven mencionó que para él los olores en el metro varían, ya que la lluvia activa el olor en el metro, el olor de los tenis, la ropa, etc. Nos contó además que el mercado que está en la estación Merced se quemó hace un año, y perdió ese olor de cebolla verduras, como antes se percibía. Otro aroma que percibía la joven fue de mantequilla en la estación Chabacano donde cruzan las líneas 2, 8 y 9. 31


Experiencias olfativas de repulsión. A continuación, dejamos fluir dos los diálogos que tuvimos en los que los entrevistados muestran distintas maneras de lidiar con los olores indeseables que atraviesan su experiencia diaria en el metro:

P: ¿Qué olor en particular nota que huela mucho? R: Pues más el agua puerca cuando se encharca ahí. P: ¿Qué le causa ese olor? R: Molestia y no nada más para uno sino para la gente que pasa P: ¿Pero es nada más cuando llueve? R: Pues, ahora que remodelaron esto, ahí había una coladera, allí se iba el agua y ahora que remodelaron taparon y ya no destaparon y se encharca el agua cuando llueve. Vendedor de dulces de la estación Pino Suárez.

P: ¿Qué aroma percibe usted en esta estación? R: Siempre se descompone el drenaje de allá P: ¿Qué le produce? R: Pues, ya me acostumbré P: ¿Le provoca algún recuerdo ese olor? R: Pues, al metro P: ¿En especial esta estación? R: Pues todas, la mayoría, hay unas que también huelen lo mismo. Vendedora de churros de la estación Candelaria.

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A continuación, anexamos un código QR a través del que se pueden escuchar las entrevistas completas:

Anexo. Sociólogos que abyectan.

… ¿Has ido al metro La paz? huele horrible, huele como a puerco muerto a lodo, a popo, huele horrible. Hay estaciones del metro que huelen a pipi. A veces huelen a sudor. A vómito. Grupo de estudiantes de sociología. Los estudiantes de sociología no somos ajenos a la estigmatización de ciertos olores desagradables. Al cuestionarlos sobre su experiencia de los olores en el metro, un grupo de estudiantes refirió sentir asco o repulsión. Una joven dijo taparse la nariz al pasar por la hediondez de ese lugar (metro La Paz). Los estudiantes también hicieron referencia a algunos olores del cuerpo humano que consideran desagradables, como el olor a sobaco o el fétido olor de una flatulencia. El olor simbólico de estos efluvios se hace presente en sus palabras al equiparar ciertos olores con lo horrible, lo gacho, lo marginado, lo despreciado, lo sucio. En efecto, la abyección, en este caso la abyección olfativa, trastorna el estado armónico de los sujetos, los perturba, los hace salir huyendo, los enfada, los enferma; los ataca, los obliga a convivir con ellos, los escurre entre las paredes de lo que pudiera ser la sensación más desagradable.

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Conclusión De acuerdo con Anthony Synnott (2003), el sentido del olfato es uno de los sentidos más difíciles de estudiar por su complejidad fisiológica “Ni siquiera hay un sistema científico de clasificación relacionado con el sentido del olfato, como lo hay para otros sentidos” (2003). El olfato es diferente para todos. Para algunos, los olores evocan recuerdos, para otros un olor abyecto, desagradable que puede ser agradable para otros. Por ejemplo, el olor a drenaje en el metro, a alguien puede agradarle o no darle importancia, mientras otro no podrá tolerarlo. Los olores son un tema complejo de analizar, con esta investigación nos damos cuenta que realmente no todos percibimos olores de la misma forma, los olores los define cada uno de nosotros. Los olores nos proyectan automáticamente un recuerdo, la percepción será propia, así como el recuerdo. En esta investigación, observamos que para un joven el olor a llanta quemada no le podrá recordar nada, mientras que para una joven ese olor le proyectó inmediatamente a su niñez.

Bibliografía. EcuRed. (s.f.). Olor. Tomado de : https://www.ecured.cu/Olor (18 de julio de 2018). Kristeva, J. (2010). Poderes de la perversión. México: Siglo XXI. Synnott, A. (s.f.). “Sociología del olor”. En Revista Mexicana de Sociología, año 65, no. 2. Pp. 431-464.

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Lugares, trabajos y encuentros

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La persistencia de la Memoria. Un ejercicio de sociología de la cultura en el metro, perspectivas sobre el lugar concebido y el lugar practicado.

PAOLA AGUILAR PÉREZ DIANA AGUADO MORALES ABRAHAM DOROTEO TORIZ JUDITH IVONNE GRANADOS SOSA DANIELA LÓPEZ REYES RAÚL ANDRÉS RÍOS ESPINOSA

El metro es uno de los espacios más concurridos diariamente por los habitantes de la ciudad de México para llegar a nuestros destinos ya sean trabajos, escuelas, citas, o cualquier otra actividad. Esta “limosina naranja” que nos lleva de una estación a otra es, entre otras cosas, un espacio contradictorio, en palabras de Carlos Monsiváis “es el ámbito único del desfile de las clases sociales (…) de categorías laborales, de las escenas de romance, de las excursiones familiares, de los paseos de los solitarios, de los ligues” (Monsiváis, 2001:167) pero también es un lugar de descanso, de encuentro, creador de momentos y significados. El metro es el escenario del drama humano, como sostiene Marc Augé, en este transporte “cada día hay, es evidente, individuos que realizan su primer recorrido y otros que hacen su último viaje” (Augé, 1987: 45). El metro es parte de la ciudad, es parte de nosotros, es el lugar donde transitamos todos los días, es más que un transporte público, es parte de la cultura moderna de la ciudad de México. El metro es uno y plural. Dentro de esta diversidad, es un lugar donde las intervenciones artístico-culturales pueden manifestarse de diversas formas, desde los músicos vagoneros, los magos, raperos, hasta los conciertos y exposiciones de arte más institucionalizadas, todos y cada uno de ellos con una temática distinta pero que busca acercarse a los usuarios del metro y convertirlos en su público. Sobre la distinción de 36


estas intervenciones artístico-culturales, podemos dividirlas en dos: las institucionales y no institucionales. Las no institucionales son aquellas expresiones artísticas no autorizadas, como las realizadas por grafiteros o artistas ambulantes que llevan a cabo presentaciones en el viaje de una estación a otra sin el permiso o apoyo de las autoridades. Mientras que las institucionales son aquellas desarrolladas por el propio Sistema de Transporte o con su aprobación, tales como murales, exposiciones, conciertos o intervenciones artísticas. En este trabajo abordaremos algunas intervenciones artístico-culturales institucionales emplazadas en el metro. Nos interesa sobre todo conocer cómo se relacionan las y los usuarios con estas obras, sobre todo tomando en cuenta la prisa y la impaciencia que suelen apoderarse de quienes utilizan cotidianamente este medio de transporte. Las intervenciones culturales elegidas fueron los murales: “Un viaje por el rock and roll” (2012, Línea 7) de Jorge Flores Manjarrez y “Del códice al mural” (1987, Línea 1) de Guillermo Ceniceros, así como la “Bóveda Celeste” (1988) incluida en el Túnel de la ciencia que ocupa el transborde entre las líneas 3 y 5 del metro. Para realizar el análisis emplearemos los siguientes conceptos: “Espacio”, “Lugar concebido” y “Lugar practicado”. Con espacio nos referimos a un: “conjunto de posiciones distintas y coexistentes, exteriores las unas respecto de las otras, definidas las unas en relación con las otras, por vínculos de proximidad, de vecindad, o de alejamiento y también por relaciones de orden” (Bourdieu, 2011: 28). Con “lugar concebido” nos referimos a aquel lugar diseñado con una finalidad específica, como por ejemplo un teatro al aire libre, una cancha de fútbol, etcétera. Finalmente, el concepto de “lugar practicado” se refiere a las actividades, relaciones y emociones que se producen en un lugar determinado, independientemente de para qué fue concebido. Desde nuestro punto de vista, las intervenciones elegidas no sólo son representaciones, sino que configuran lugares y posibilitan ciertas prácticas específicas. En los siguientes apartados iremos describiendo los resultados de nuestro trabajo de campo en cada uno de los lugares elegidos.

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Estrellas… ¿fugaces? “La bóveda celeste”. La bóveda celeste forma parte del que se considera el primer museo científico en el mundo construido dentro de las instalaciones de un transporte colectivo. El Túnel de la Ciencia es un espacio destinado a la divulgación científica de temas vinculados a la astronomía y fue realizado en colaboración del STM (Sistema de Transporte Metro), Universum, Museo de las Ciencias, y la Compañía Universo. A partir de la etnografía, observaciones, fotografías y entrevistas semiestructuradas se recabó la información necesaria. En la planificación del museo, se buscaba “acercar a la población en general a estos temas y de manera especial, motivar el interés de los niños y los jóvenes que transitan en las instalaciones” (Metro, s/f: en línea). El museo cuenta con una bóveda celeste, exposiciones fotográficas y una sala de lectura, en donde se pueden consultar revistas, libros y cómics; hay áreas dedicadas a impartir talleres, conferencias y exposiciones temporales. En fin, parece ser un transborde equipado de muchas herramientas para el uso colectivo, pero ¿cómo se relacionan los usuarios con el lugar?

Para saberlo realizamos 5 entrevistas de las cuales solo 3 nos brindaron información abundante; Anahí, pasante de medicina de 25 años, Belem, estudiante de filosofía de 25 años y David, licenciado en psicología de 27 años. El resto de los entrevistados no se interesó en la entrevista por lo 38


que sus respuestas fueron breves y cortantes. Este resultado es también interesante pues muestra que para algunos usuarios en determinadas circunstancias este tipo de expresiones no parece tener ninguna relevancia. Por el contrario, Anahí, Belem y David mostraron interés en la exposición. Por ejemplo, David comentaba que “La evolución de las especies de Darwin”, era un complemento interesante e inesperado de la bóveda celeste. Por su parte, Anahí comentó que era interesante la intervención, sin embargo, le parecía que era demasiada información para ser asimilada en el trayecto. En todos estos casos los jóvenes disfrutaban de este tipo de intervenciones a pesar de no poder detenerse a contemplarlas y desearían que hubiera más pues aligeran sus trayectos. Cabe resaltar que el capital cultural6 de las personas es un factor importante aquí, ya que parece ser que quienes se interesan más en este espacio son quienes ya tienen cierto conocimiento y formación escolar vinculada a los temas de ciencia. ¿Otras estrellas? “Un viaje por el rock and roll”

“La idea es vivir en la metrópoli una historia urbana Rocanrolera, ¿no? Esa es la idea. Y un viaje dentro de varios viajes. Es como una analogía el publicar mi obra en una ciudad, ¿no? Y crear una historia urbana en la memoria colectiva de una ciudad. En el metro en este caso.” -Jorge Manjarrez

Jorge Manjarrez, autor del mural, decidió realizar esta obra para homenajear a “figuras de rocanroleros, porque no se ha tocado mucho ese tema para decorar un espacio como el Metro, que es muy rocanrolero. Todos los usuarios vemos y escuchamos a músicos que cantan rock en los vagones. Además, toda la banda que usa el Metro para ir a determinados lugares como un lugar de divertimento, el Auditorio Nacional o el teatro Metropólitan, Foro Sol o Palacio de los Deportes, coexiste con el rock” (La Jornada, 2014:8). 6Para

Pierre Bourdieu, el “Capital cultural” es la acumulación de conocimientos de la cultura a la que uno pertenece y que está vinculado a los entornos sociales en los que nos desarrollamos (Bourdieu, 2011: 29).

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Este mural incluye representaciones de afamados músicos como y grupos: Kurt Kobain, Courtney Love, Jimy Hendrix, Elvis Presley, The Beatles, Slash, Led Zepellin, Mick Jagger, Kiss, Bob Marley, Freddie Mercury, Bruce Springsteen, etc. El mural se encuentra justo a la derecha de las personas que acceden a la estación Auditorio por lo que inevitablemente la mirada se cruza con esta obra. A pesar de ello, es común que los usuarios no muestran interés alguno por el mural, más bien el mural se convierte en un punto de referencia ya no por su contenido sino por su ubicación. Es decir, se toma como un punto de encuentro común para la compraventa de ciertos productos, palideciendo ante el clásico capitalino/ chilango que se sintetiza en la frase: “te veo bajo el reloj o en los torniquetes”.

En este mural entrevistamos a seis personas de las cuales hemos retomado dos. El primero, es un “outsider7” (Becker, 2010), un guatemalteco llamado Aníbal Coronado quien tras entrar por los torniquetes contempló el mural, luego se detuvo a tomarse una foto junto a su familia. En la entrevista nos contó que, en su país, al no haber

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Entiéndase que un “outsider” (un foráneo) puede tener un punto de vista diferente sobre la ciudad puesto que para él es novedoso y ajeno aquello que para los locales es cotidiano.

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metro, este tipo de obras de arte son difíciles de observar puesto que los murales se encuentran en pocos lugares públicos. Otro caso es el de Gabriela una joven estudiante y trabajadora de medio tiempo. Ella lograba reconocer algunos personajes de dicho mural, a pesar de que nos confesó que no suele darle mucha importancia; también comentó que no sabía quién era el autor de la obra8. Gabriela argumentó que conocía muy pocos murales dentro del metro, pero que tampoco se había tomado el tiempo de observarlos y que conocía muy poco al respecto de las expresiones artísticas existentes en este transporte colectivo. Para Gabriela este tipo de intervenciones le dan sentido y color al metro, para ella “con los murales, el metro no es tan gris”, “el viaje ya no es tan x”. En última estancia, para Gabriela los murales permiten romper con la monotonía y abren el campo a modificaciones de diseño que permiten que las estaciones cuenten con rasgos característicos y diferenciadores, proporcionándoles una cierta densidad estética y simbólica a los lugares practicados. La huella del pasado, “Del Códice al Mural”. “la pintura mural puede ampliar el horizonte artístico y de comunicación de alguien que quiera experimentar más allá de lo que la obra de caballete ofrece (…) no me sorprende escuchar muy seguido que la gente se refiera a la pintura mural como el arte Monumental” -Guillermo Ceniceros

Este conjunto muralístico se encuentra en el transborde de la línea uno en la estación Tacubaya. En esta obra se muestra la historia del origen de los mexicas desde su salida de Aztlán, hasta unos años antes de la fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan. Lo primero que resalta en este monumental mural es un gran rostro azulado, que se puede observar justo al salir del transborde que cruza las tres líneas (1, 7 y 9). Al igual que el mural anterior, la gente toma este lugar como punto de 8

Nos percatamos que, en este mural, no hay una placa con información cómo se pueden encontrar en algunos otros murales, lo que nos habla que existe un grado de descuido con esta obra.

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referencia para tener encuentros románticos, descansar, comer o a veces incluso contemplar brevemente el mural mientras se espera a alguien. Cabe señalar además el espacio sonoro en el que se encuentra sumergido el mural, ya que está rodeado de comerciantes ambulantes que ofrecen sonoramente las más variadas mercancías: audífonos, chocolates, juguetes, comida, chicles, etcétera, lo cual genera una experiencia muy distinta a la que podría tenerse al interior de un museo. En este caso entrevistamos a cinco personas de las cuales dos mostraron interés en el tema. Una de las entrevistadas es una Ingeniera de 24 años, llamada Elia quien comentó que, a pesar de no relacionarse por completo con los murales, sí se había detenido a contemplar la obra ya que le agradaban las alegorías a la cultura prehispánica de México pues se siente identificada y representada con esa parte de la historia local.

Por su parte Abraham Ávila, un barnizador de 39 años, nos comentó que apreciaba el mural pues le recordaba pasajes de su infancia, cuando estudiaba la primaria, pero lamentaba el estado de descuido en el que se halla actualmente el mural. En efecto, a pesar de que el artista recurrió a materiales resistentes y fáciles de restaurar como la fibra de vidrio, el mural parece haber recibido poco mantenimiento en los últimos años, lo cual merma su fuerza para atraer la mirada a la contemplación; hay partes resquebrajadas, deslucidas o rayadas, además los paneles o carteles que explicaban el mural se encuentran incompletos. En este caso, a pesar de la monumentalidad del conjunto, el lugar practicado también parece funcionar más como punto de referencia y encuentro que como un espacio de contemplación, dicho de otro modo, se produce una enorme distancia entre el espacio concebido por el artista y el STC y el espacio realmente practicado por los usuarios y trabajadores. 42


A modo de cierre. Los lugares estudiados son relevantes para el estudio de índole sociológico, no solo por sus particularidades físicas que los diferencian de muchos otros espacios al interior del metro, sino por su relevancia simbólica pues representan un interés en la difusión de la ciencia y la cultura lo cual implica una propuesta para transformar la experiencia del usuario del metro de simple pasajero a espectador, aunque, como se ha insisto en este trabajo, dicho objetivo no siempre se logra. Desde nuestro punto de vista esta problemática obedece no sólo a carencias o fallas en el diseño o implementación de estos espacios culturales, sino también a la diversidad de usuarios que utilizan el metro pues apreciar las intervenciones culturales requiere de tiempo, disposición y un determinado capital cultural. Por otro lado, también es importante tomar en cuenta el “habitus” de los usuarios, entendido, en palabras de Bourdieu, como “ese principio unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posesión en un estilo de vida unitario” (Bourdieu, 2011: 31). Desde nuestra perspectiva la relación que se crea entre el capital cultural y el habitus determina la atención y el interés que las personas pondrán en las expresiones artísticas emplazadas en el metro, así como las experiencias e interpretaciones que éstas les generarán. De modo que podemos finalizar afirmando que el arte público no llega a todos los usuarios pues el espacio concebido se diferencia profundamente del espacio practicado debido a cuestiones vinculadas con el capital cultural y el habitus que se teje al interior de este sistema de transporte colectivo.

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Bibliografía Augé, M. (1987). El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro. Barcelona: Gedisa. Becker, H. (2010). Outsiders: Hacia una sociología de la desviación. Siglo XXI. Bourdieu, P. (2011). Capital cultural, escuela y espacio social. México: Siglo XXI. Caballero, J. (20 de noviembre de 2014). “En el Metro, para donde quiera que se vaya, uno ‘coexiste con el rock’”. En La Jornada pág. 8. Obtenido de: https://tinyurl.com/y7yae7pb (consultado en agosto de 2018). MacMasters, M. (23 de mayo de 2018). “Guillermo Ceniceros celebra el resurgimiento del muralismo”. En La Jornada pág. 3. Obtenido de: https://tinyurl.com/y8mh4mdl (consultado en agosto de 2018). Monsiváis, C. (2001). Los rituales del caos. México: Era. STM (09 de Julio de 2018). “Sistema De Transporte Colectivo”. Obtenido de http://www.metro.cdmx.gob.mx/mas-informacion/tunel-de-laciencia (consultado en agosto de 2018).

Video: Lo que dicen los usuarios de la bóveda celeste

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Entre “vagoneros” y “toritos”. Un relato sobre el comercio informal en la línea A.

ABRAHAM DOROTEO TORIZ

En todas las líneas del metro hay comercio informal, y es que no hay un mejor lugar para poder ofrecer mercancía barata que este transporte; es un sistema gigantesco y repleto de personas, en donde siempre hay potenciales compradores porque siempre habrá alguien que necesite algo. El comercio en el metro es tan amplio que ya se han hecho bastos estudios sociológicos sobre ello, enfocándose casi siempre en la parte laboral y las formas de organización, aunque también hay otros que captan con destreza la sensación de habitar el metro, como los trabajos de Carlos Monsiváis. A decir verdad, los estudios sobre trabajo en el metro siempre se me hicieron interesantes, pero a la vez tediosos. Por un lado, admiro el rigor metodológico y los resultados de los estudios sobre trabajo, pero me parece que para los lectores ocasionales la manera en que están escritos no les resultará atrapante o interesante, a diferencia de lo que ocurre con las observaciones de Monsiváis. Lo que pasa conmigo es que, más que los resultados, siempre me han atraído más las historias de cómo los autores lograron desarrollar sus investigaciones, desde cómo consiguieron las entrevistas hasta como lograron insertarse en la vida cotidiana de los grupos sociales que estudiaban. Son las historias más cotidianas, la descripción detallada, en fin, las narraciones, las más fascinantes, pero no por el morbo de escudriñar la vida del otro, sino porque en ellas se traslucen aspectos de la realidad social que de otro modo permanecen ocultos. En este breve ensayo quiero abonar a mostrar fragmentos de estas vidas cotidianas en el metro a partir de mi experiencia personal. La línea de metro que más utilizo es la morada (Pantitlán-La Paz), debo utilizarla sin importar a qué lugar deba ir, es más que una ruta, es mi punto de encuentro y de despedida. A veces la cantidad de 45


comerciantes informales que labora en ella es abrumadora, hay horarios que en estaciones como Pantitlán, Santa Marta y Los Reyes no se pueden dar dos pasos sin encontrarse con un vendedor ofreciendo su mercancía ya sea dentro del vagón o en los andenes. En esta línea los llamados “vagoneros” comparten clientela con los que podemos llamar “toritos”. Mientras los primeros son los clásicos comerciantes que abordan el vagón con una bolsa o mochila en mano, esperan el cierre de las puertas y comienzan a ofrecer sus mercancías: “sí mire damita, caballero, le venimos ofreciendo los mejores éxitos de reventón musical 2018 (es muy importante que el disco esté actualizado), viene calado, viene garantizado por solo 10 pesitos, o bien llévese la pastilla Halls para refrescar boca y garganta”. En cambio, los “toritos” son vendedores que, en el suelo, con unas cajas, una bolsa, o un pedazo de tela, arman un puesto en el que ofrecen sus productos. Estos comerciantes se reparten por toda la estación, el transborde, afuera de los vagones e incluso en las entradas. En las estaciones en las que enfoqué mi observación, las mercancías y las formas de ofrecerlas son de lo más variado. No sé si deba decir que de algún modo el tianguis se infiltró en el metro o si simplemente los vagoneros finalmente desbordaron los vagones para establecerse en las estaciones, tal vez es un poco de ambos. Tendencialmente, los productos de los “vagoneros” son baratos y de consumo rápido: pastillas, chicles, chocolates, paletas, audífonos. Pero también hay otros más variados como ungüentos, tarjeteros, discos compactos, micas para celular, cortaúñas, juguetes para niños, crucigramas, libros de autoayuda, recetarios, la Constitución o la Ley de tránsito o productos de moda o temporada como lo fue el spinner. Su modo de venta es muy similar en todos los casos, es casi una coreografía, una actuación, un performance (se habla siempre con ciertas muletillas y con un tono muy similar). La estrategia es la siguiente; los vagoneros suben cuidándose de los policías, esperan el cierre de puertas y con un tono de voz cantadito y fuerte comienzan su recitación; algunos inician saludando (“damita, caballero”, siempre de usted), mientras que otros directamente ofrecen la mercancía (“sí, mire se va a llevar…”). El estilo tiene obedecer a códigos a veces estrictos; una vez vi cómo un vendedor reprendía a otro más joven por hablarle de “tú” a un cliente, le dijo “no son tus amigos, él es el patrón. No vuelvas a hablarle así”. 46


Los vagoneros también han desarrollado sus propias estrategias de mercadeo; engrandecen su mercancía, la embellecen resaltando sus cualidades y bajo costo. Es común que recurran a resaltar la marca como sinónimo de calidad (“llévese el rico pastelito de la Nestlé”), destacan su frescura o funcionalidad (“no viene caducado, no viene maltratado” o “viene calado” en el caso de los discos compactos), si es posible lo prueban frente a los potenciales clientes (es común que pongan a alto volumen algunas canciones del disco) y, por último, resaltan en bajo costo que tienen comparándolo con el de las tiendas. Algunos rematan señalando que ya de por sí su mercancía es barata pero además ofrecen un combo irresistible (“no lo pague en su precio comercial, llévese uno en tres o bien, dos por cinco”). En caso de que más de dos vendedores se encuentren en el mismo vagón también hay protocolos establecidos; lo común es que uno venda primero y al finalizar inicie el segundo mientras que el primero se abre paso entre la multitud ofreciendo sus productos en silencio. ¿Quién no ha sido tentado por un chocolate a las 5 de la tarde cuando regresa de la escuela o el trabajo sin haber comido? ¿Quién no ha cedido ante unos audífonos económicos?, o mejor aún, ¿Quién no ha participado como intermediario en una transacción entre el vendedor y el cliente en un día en que el vagón va más que lleno?, nos guste o no, participamos, ya sea comprando, ya sea pasando o hablándole al vendedor porque no escuchó a su cliente. Pero no solo se ofrecen objetos materiales, también entretenimiento como música o incluso circo, además hay personas que piden limosna a conciencia de los usuarios. Muchos hemos sido víctimas de raperos o payasos que hacen chistes a costa de los desprevenidos pasajeros, o hemos visto al señor que fue golpeado brutalmente y ahora pide dinero pues no encuentra trabajo, así como invidentes o inclusive niños pequeños que se arrastran por el suelo del vagón intentando lustrar el calzado. La dinámica de los “toritos” es distinta; su estrategia de venta suele ser más sencilla, mientras que las mercancías que ofrecen son mucho más variadas. Usualmente sentados o parados frente a su puesto, ofrecen mercancías como botanas, “dorilocos”, chocolates, guantes, calcetines, audífonos, galletas, playeras deportivas, chamarras, cintas métricas, herramientas, chips para celular, cacahuates, capas para la lluvia, churros o paletas heladas, entre muchas otras. No hay espacio 47


desperdiciado, se acomodan un puesto junto a otro o a veces parcialmente mezclados. Lo que sí me parece extraño, y me percaté en un día muy caluroso, es que no ofrecen agua o refresco (por lo menos en esas estaciones) ¿será por lo difícil que es transportarlos?, no lo sé, pero es algo que llamó mi atención, pues de toda la amplia variedad, algo para tomar es lo único que falta. Tal vez sea un buen negocio para empezar a vender en el metro.

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En la horma de otros zapatos. los trabajadores precarizados de limpieza del metro de la ciudad de México.

ELIZABETH VICENTEÑO GARDUÑO

El sábado 29 de septiembre de 2012 la cámara de diputados aprobó la reforma a la Ley Federal de Trabajo. Sin embargo, no toda la propuesta se aprobó tal y como la había solicitado el presidente Felipe Calderón Hinojosa. La contratación de prueba versada en el artículo 39 A indica que, durante el tiempo de prueba, el trabajador disfrutará del salario y de las prestaciones del puesto que desempeñe, todo esto en función del articulo 13 y 15 de subcontratación, en la que se buscaba evidentemente un tercero como contratista para que de esta forma se evadieran las responsabilidades y obligaciones con los trabajadores que se contrataran de manera temporal. Esta mal llamada reforma laboral, solo benefició a los empresarios ya que en cuanto a lo que tiene que ver con los trabajadores propició más conflictos económicos para ellos y sus familias, este fue el caso de los trabajadores de limpieza del Sistema de Transporte Colectivo-Metro. Se les contrata por medio de una empresa outsourcing 9 que les paga salarios bajos y no cumple con lo propuesto en la nueva Ley de Reforma Laboral, ya que no se cuenta con las prestaciones que marca la ley y somete a los trabajadores en una situación precaria a la que no les queda de otra más que seguir bajo dicha condición, es mejor tener algo a nada dicen algunos de estos trabajadores. Si bien me resultó un reto, fue gratificante encontrarme con un microcosmos que sabía que existía, pero no ahondaba más en ello, saber 9

Otsourcing, es un término inglés, utilizado en la lengua española, que no pertenece a la RAE. Su vocablo equivalente es subcontratación, el contrato que una Empresa realiza a otra para que esta lleve determinadas tareas que, originalmente, estaba en manos de la primera.

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sobre las condiciones en las que trabajan esas personas, está a vista de todos y en interés de nadie, ellos mismos se saben en un callejón en el que no encuentran salida. Los objetivos de esta investigación parecían claros y a la vez difusos, mi intención era demostrar la precariedad laboral a la que se ven inmersos esas personas, pero sin tener un sesgo. En su momento fue complicado porque ya iba con la idea de que encontraría problemáticas graves en la forma en cómo se encontraban trabajando esos individuos, acercarme a los trabajadores del metro y ganarme su confianza realmente sería un reto. El acercamiento a una realidad paralela. Lo primero que hice fue plantarme en la línea 1 rosa del metro que corre del paradero Pantitlán a la estación del metro Observatorio, sin una estrategia clara, sin saber en dónde se reunían, si llegaban a un punto específico, o llegaban a una hora en particular, si había varios turnos, todo lo tenía que aplicar en función de A aplicaría B, llegué allá a las seis de la mañana, tal vez muy temprano, pero en ese momento creí que había ido demasiado tarde. Poco a poco empezó a llegar la gente chiflando y mentando madres al por mayor porque ya se les estaba haciendo tarde. De pronto para mí se hizo la luz, vi bajar de las escaleras a dos hombres, uno con dificultad para moverse, jalando su mochila verde fluorescente, se sentó en un bote de pintura vacío, platicaban y sonreían, enseguida se levantó el hombre y comenzó a jalar su enorme trapeador. Pasaba ese jalador de un lado para otro, recogiendo polvo y basura. Movía las manos señalando los andenes y de nuevo se regresaba al bote donde se sentó, sacó de su mochila, una camisola naranja fluorescente, con franja verde y el resto gris, se la puso y comenzó abotonarla mientras seguía dialogando con el otro hombre, en ese momento supe que eran empleados de intendencia del metro. Decidí quedarme sentada observando. Comenzaron a trabajar, iba entrando mucha gente de prisa, evadiendo al señor del trapeador pasando por encima de él, algunas personas hacían gestos de molestia o movían la cabeza en señal de desaprobación cuando veían que estaba 50


en plena escalera impidiendo su paso. Me acerqué a ellos y les comenté que es lo que estaba haciendo ahí, solicitándoles una entrevista. Con miradas temerosas volteaban a su alrededor, asentaron con la cabeza, uno de ellos dijo en que le puedo ayudar. – ¿Cómo se llama? – pregunté. – Marco Antonio, sólo que hágase para acá porque tengo miedo que me vean platicando, no quiero perder mi trabajo. – ¿Trabaja usted aquí de manera formal, tiene usted prestaciones? – No, nada de eso, nomás el puro sueldo y nos pagan hasta que ellos quieren, no nos pagan el mero día exacto. Y luego nos descuentan mucho. Si faltamos sábado y domingo nos descuentan doble y ya cuando queremos cobrar ya no sacamos nada, porque nos quitan todo el sueldo y en realidad aquí no tenemos seguro social. – ¿Firmó contrato? – le pregunté. – No, solo con la pura solicitud y ya es todo, son empresas piratas, vienen por un tiempo y después se van, como esta, solo estará hasta diciembre y llega otra empresa. – ¿Usted sabe cuántas empresas trabajan de la misma manera? – Pues ahorita por lo que yo sé son tres o cuatro empresas. Una está en la línea B, otra en la 9, en la 5 y en la 4; y una más en la 3 y en la 2, no todas son iguales, aunque nos ve con el mismo uniforme piensan que es la misma empresa, pero no, son diferentes empresarios, muchos de los compañeros para estar bien con la empresa dicen, aquí si te dan el seguro y te dan vacaciones, pero no es cierto no dan nada de eso. – Sigue diciendo – Y nunca me han dado seguro social, no me dan lo que es, no me han dado mi aguinaldo, yo no conozco vacaciones, ni un día festivo, y que nos digan es día festivo y te lo van a pagar, nosotros no conocemos nada de eso, para nosotros es un día normal. Si nosotros faltamos, nos quitan de 4 a 5 días y por eso es mejor venir a trabajar porque no nos conviene así. 51


– ¿Cree que lo que le pagan es lo justo para el trabajo que realiza? ¿De no ser así que le pediría usted a su patrón? – La verdad no es justo, pues que nos de seguro social, las prestaciones, lo que nos corresponde y marca la ley. Y el sueldo que cumplan con lo que es y que no nos descuenten tanto, nada más, ya vez que luego nos atrasan mucho el pago (diciéndole a su compañero), solo que cumplan con el día y nada más. Continúa diciendo –Muchos de nosotros le hemos hablado a los supervisores y les pedimos que nos paguen, que respeten nuestros días, la fecha que dicen ellos y nada más nos dicen que sí y nos ignoran y hasta a veces nos cambian o nos dan de baja o sea que no conviene, aunque uno diga le voy a levantar una demanda a la empresa, el mismo empresario dice, pues demándame, nada más pregúntame ¿Quién es tu patrón? ¿Cómo se llama? ¿Dónde vive? ¿Cómo es?, Quien sabe, puede ser usted misma nuestra empresaria y nosotros no sabemos y a veces hasta caemos y ya cuando menos nos damos cuenta nos dicen sabes que, ya estas dado de baja. – ¿Qué tipo de gente contratan en su empresa? –De todo tipo de gente nos contratan, aquí hasta hay gentes de la tercera edad, con papeles, sin papeles aquí los contratan, en fin, como dice la empresa cuando quiera yo pago, cuando no, no te pago y si te corro bien y si no también y no pasa nada. Porque hay compañeros que no les pagan, no les respetan lo que es y a veces los usuarios piensan que es nuestra culpa, pero si se pusieran tantito en nuestros zapatos lo que pasamos, lo que sufrimos, lo que vemos, se quedan de a seis. Si me pregunta ¿Qué he visto aquí?, mejor pregúnteme que no he visto aquí. –¿Cree que la gente valora su trabajo? –Pues luego la gente no nos valora el trabajo, porque limpiamos y ya cuando vemos otra vez está sucio. Que sabemos que es un área muy sucia aquí la verdad, porque no se mantiene limpio, allí se hacen del baño y ay que estar limpiando en todos lados es lo mismo y no nos dan guantes y ni material nos dan. 52


–Incluso hasta problemas nos trae. Por ejemplo, si nos pasa algo, por algo que tiran y nos caemos, la empresa dice es tu culpa por estar jugando. Una de dos o nos dan de baja o nos quitan el trabajo o luego dicen sabes que, tú tienes que pagar tus incapacidades y como no tenemos seguro social, no tenemos médico, nosotros tenemos que pagar todos nuestros medicamentos, todo eso y como yo que soy incapacitado, aquí hay mucha gente incapacitada y no podemos faltar porque de un día nos quitan dos si es sábado nos quitan tres si es domingo son cuatro, no nos conviene faltar a nuestro trabajo. En ese momento ve su reloj y me hace la seña de que su jefe se está acercando, así que comencé a caminar por el andén, para no buscarle algún problema, las miradas de los policías bancarios parecían acusatorias, les agradecí su participación a lo lejos y los perdí de visto al poco tiempo. Consideraciones finales Lo que encontré para mí fue muy significativo, fue imposible no sentir empatía con lo que había escuchado, en ese momento recordé cuando se nos dijo en una clase que no es imposible separar los sentimientos de la razón al momento de hacer un proyecto de investigación, que algunos teóricos de los más ortodoxos dicen que no se debe de mezclar las emociones al momento de hacer investigación, porque pueden estropear lo analizado. Sin embargo, fue inevitable pensar las condiciones en las que trabajan estas personas, prestan sus servicios en extrema precariedad laboral, se están violentando sus derechos constitucionales, sus derechos como trabajadores, y abusan de su deficiente lección académica, son conscientes de que la forma en cómo operan las empresas que los contratan están fuera de la ley, ellos dicen que son empresas fantasmas, pero por lo mismo no tienen a quien demandar por despido injustificado, o demandarles mejoras salariales, mecanismos de salubridad, Seguro Social, Vacaciones, Aguinaldo, e INFONAVIT(Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores).

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Ellos mismos identifican que se encuentran estigmatizados por la sociedad, se saben desprotegidos e identifican una clasificación y estratificación de clase a su manera. Como lo indica Julia Kristeva son los abyectos en el diagrama laboral del metro, de los mismos usuarios, e incluso de los vendedores ambulantes que se encuentran al lado de ellos. Me preguntaba si lo que he hecho hasta ahora podría servir para exponer las condiciones en las que trabajan estas personas, si pudiera generar concientización en los usuarios del metro, si puedo aportar algo para favorecer las condiciones en las que se encuentran, si valdrá de algo lo que he estado trabajando. Sin embargo si de algo considero que sÍ sirvió mi intervención en este tema, fue en escucharlos, en mostrar mi interés por su problemática, en que ellos se sintieran cómodos con lo que decían, en contarle a alguien externo lo que les hace sentir la forma en como los tratan y lo que tienen que aguantar, con la esperanza de que alguien llegue a mejorar sus condiciones de trabajo y les asegure una mejor vida, sus demandas son limitadas, solo esperan cumplimiento en sus días de pago, seguridad social, como sus máximas demandas.

BIBLIOGRAFIA Anguiano Orozco, A. Y Ortiz Magallón, R. (2013). “Reforma laboral en México: precarización generalizada del trabajo”. En: El Cotidiano [en línea] 2013, (Noviembre-Diciembre): [Fecha de consulta: 27 de julio de 2018] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32529942010> ISSN 0186-184.

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Usuarios y usuarias frente a los problemas de infraestructura en el metro. Un estudio en la línea A (Pantitlán-La Paz). RODRIGO JAIR AVENDAÑO PÉREZ CARLA JAQUELIN LÓPEZ LÓPEZ ANAHÍ FERNANDA MATURANO PALESTINO ANA GUADALUPE RODRÍGUEZ ATILANO

Introducción

Como sistema de transporte colectivo, el Metro es un lugar donde se establecen contactos efímeros. Se nos presenta como una enorme red de relaciones, de cruces y entrecruces por los cuales miles de personas nos transportamos diariamente. En el metro hallamos realidades sociales únicas que se transforman con el paso de las horas del día, en sus vagones y pasillos las personas comparten fragmentos de su vida diaria en un incesante cruce de caminos. Desde esta perspectiva, el metro es una de las experiencias sociales más constantes de la vida de muchas personas en la ciudad. A veces se trata de breves recorridos de unos cuantos minutos, otras, implica dilatados trayectos que pueden superar las dos horas. En el interior de este transporte las relaciones se relativizan, lo que parecía privado se vuelve público y viceversa puesto que siempre se está expuesto en escena frente a un auditorio de desconocidos. A veces el metro es un espacio donde los ciudadanos se exponen e incluso manifiestan distintas inconformidades. También es un entorno en donde se expresa lo que Pablo Fernández Christlieb denomina la “afectividad colectiva” (2000), que es entendida como el conjunto de emociones y sentimientos compartidos colectivamente, teniendo como referencia un grupo, situación, sociedad y contexto determinado, se manifiesta a partir de diversas expresiones de tipo oral, corporal, e incluso cierto tipo de acciones. Para Fernández, este conjunto de afectos es una construcción colectiva y en esa medida se encuentra vertebrado por significados culturales. 56


En otras ocasiones, los pasajeros buscan reducir al mínimo la comunicación con los demás y con el entorno. ¿Cuánto tiempo pasamos dentro del metro y no nos damos cuenta de la riqueza que cada viaje conlleva, de la historia que guarda de miles de personas que a diario transitan por sus andenes y de nosotros mismos? Su utilización resulta un ejercicio perfecto para darnos cuenta de la heterogeneidad de la metrópoli, de la urbe. Es finalmente el descubrimiento del otro cercano, como diría Augé, es “otro cercano a quien la rutina y su masividad hace invisibles” (1998). Teniendo esto como punto de partida, llegamos a la siguiente pregunta: ¿Qué impacto tiene la infraestructura del metro de la línea A en la experiencia del trayecto de los usuarios de la Línea A del Metro de la ciudad? Nos interesa debido a que esta línea férrea creada en 1991 es la más usada por quienes habitan en la zona oriente del Estado de México debido a sus diez estaciones y a que se encuentra conectada con las líneas 1, 5 y 9 del metro. A pesar de ser una línea fundamental para una gran cantidad de personas, esta línea ha sufrido en los últimos años de graves deterioros en su infraestructura que incluyen vagones viejos, deficiencias administrativas, problemas que generan inundaciones en temporada de lluvias y pocos trenes en comparación con la demanda. Ante estos y otros problemas de infraestructura, los usuarios ensayan distintas tácticas para responder a la adversidad y llegar a sus destinos. Para conocer las maneras en las que los usuarios se confrontan con estas problemáticas recabamos algunos testimonios en los que los protagonistas relatan las percepciones y emociones que tienen sobre la infraestructura del metro y también cuáles son las tácticas individuales y colectivas a las que recurren cuando se enfrentan a problemáticas en su recorrido. Resultados e Interpretaciones. En este trabajo de investigación utilizamos como instrumento el testimonio, el cual fue aplicado a 4 personas distintas. Los testimonios se aplicaron a una persona adulta cuya edad es de 44 años que en promedio utiliza el metro 6 veces al mes, una niña de 7 años quien hace uso de esta línea junto con su mamá desde los tres años de edad cada fin de semana, un joven de 22 años quien, casualmente, era la primera 57


vez que utilizaba este transporte público y por último un estudiante también de 22 años que utiliza el metro de lunes a sábado desde hace cuatro años para trasladarse a la escuela. Esto con la finalidad de tener percepciones distintas por parte de las personas. Con la información obtenida elaboramos el siguiente cuadro dividido en 1) Deficiencias estructurales percibidas por los usuarios, 2) Tácticas colectivas y 3) Emociones producidas por estos problemas. Deficiencias estructurales percibidas - Vagones antiguos - Lentitud del transporte - Inundaciones en las instalaciones por filtración del agua - Falta de limpieza dentro y fuera de los andenes - Instalaciones en mal estado - El poco espacio en los vagones del metro - Olores desagradables - Falta de carteles que brinden información y puedan guiarte a dónde quieres llegar. -Falta de cuerpos policiacos por si ocurre un robo. - Menor número de vagones que no alcanzan a cubrir la demanda de los usuarios.

Tácticas Colectivas. - Dar el paso y el lugar a adultos mayores - Ayudar a mujeres y niños. - En circunstancias de inundaciones, buscar vías alternas - Organización entre los mismos usuarios cuando hay demasiado flujo de personas permitiendo una entrada y salida ágil en los andenes.

Emociones - Angustia - Inseguridad - Tristeza - Enojo - Estrés - Frustración - Miedo - Incomodidad -Desesperación - Felicidad

Cuadro 1. Elaboración propia con base en testimonios recaudados.

Si observamos la información recaudada por nuestros testimonios en el cuadro 1, se puede analizar que en su mayoría las emociones que experimentan nuestros cuatro sujetos son fundamentalmente negativas, pues a ninguno de los testimoniantes le provoca satisfacción o felicidad utilizar este transporte público, esto a excepción de la niña para quien le produce felicidad llegar a su destino. Su manera de percibir el trayecto, ajena a las prisas y urgencias de la vida adulta, contrasta con la de los jóvenes y la mujer para quienes la única sensación de felicidad que 58


tienen en sus trayectos es la de salir librados tras tortuosos y prolongados trayectos. En contraste, para la niña la experiencia es placentera la experiencia pues es la ruta para ver a uno de sus familiares. Por otra parte, las deficiencias que perciben las personas se encuentran principalmente en los vagones del metro, los cuales fueron descritos como “muy antiguos”, “lentos” y “sucios”. Otra problemática central son las constantes inundaciones que dejan al metro inoperante. Los testimonios refieren que la mayor parte de los usuarios del metro tienen que recurrir a caminar para hallar vías alternas en las que a veces tienen que gastar más de lo presupuestado o pedir el famoso “aventón” (llevar a un pasajero gratuitamente en un vehículo, con tal de llegar a su destino). En estas situaciones las emociones se vuelven más intensas y ambivalentes. Por ejemplo, un testimoniante nos relató lo siguiente: Lo más deficiente pueden ser los vagones que a veces son algo viejos, cuando llueve por ejemplo como que el agua trasmina las paredes de las vías, o hay goteras, pero gigantescas que parecen cascadas, que hasta llegan a causar risa (ríe) y decepción que esté así de feo todo (David Ávila, 22 años).

Como podemos ver dentro de lo malo, también hay situaciones que generan incluso risa. Por otro lado, las emociones también cobran fuerza cuando las personas se encuentran dentro del vagón del metro y está muy lleno o va con demasiada lentitud, como lo relata la pequeña Fernanda: Creo que el metro no debería quedarse parado mucho tiempo, a veces por estar esperando la gente se pelea o se grita, se empuja y aplasta a los demás, no les importa si hay mujeres embarazadas o niños chiquitos como yo y hasta más bebés, la vez pasada le pegaron a un niño dos señores porque el niño estaba en medio de los dos (Ma. Fernanda Ruíz, 7 años).

Algo significativo que mencionar es que cuando los testimonios nos narran sus experiencias negativas en el metro sus expresiones corporales son de desagrado, es decir, al recordar lo sucedido vuelven a experimentar las emociones negativas que sufrieron. Por ejemplo, la señora M. Pérez mencionaba: 59


Me choca el metro por lo deficiente que es, muy lento, mucha gente. — Exclamó con un tono de desesperación y en la mayor parte de los testimonios eran muy notorias estas expresiones (M. Pérez, 44 años).

Obtener esta información por nuestros testimoniados es de gran utilidad para conocer el espacio en el que los sujetos de estudio se desenvuelven, interactúan con otros individuos y difunden el producto del quehacer ciudadano, es decir, lo que ocurre a diario en un viaje por este medio de transporte. Con dichos testimonios entendemos que los recorridos en este transporte implican también una explosión de emociones y tácticas de adaptación por parte de los pasajeros para poder llegar a su destino cotidiano por lo que podemos especular que también implica un desgaste constante antes y después de las jornadas diarias. Comentario Final Con base en la información obtenida de los testimonios podemos afirmar que los usuarios que usan con mayor frecuencia la línea A, comparten la percepción de que se trata de un transporte con infraestructura antigua y deteriorada, por el contrario la persona que utiliza el metro por primera vez, al igual que la niña entrevistada, lo perciben de forma diferente ¿se imaginan quizá un metro totalmente distinto, con un sistema eficiente? las diferencias de experiencia y edad parecen configurar imaginarios muy distintos a los que tienen los usuarios frecuentes. Para los usuarios frecuentes de esta línea el metro genera inseguridad, incertidumbre y en ocasiones confrontaciones con otras personas. La sensación de que el metro puede dejar de funcionar en cualquier momento atraviesa la experiencia cotidiana e impide el relajamiento, de modo que el viaje en metro se convierte en un espacio de aprendizaje y en un reto más a superar en la vida diaria de muchas personas. Por otro lado, fue notorio que la experiencia del viaje varía notablemente por cuestiones de género y edad; para las mujeres y las personas de la tercera edad el viaje puede resultar sumamente 60


estresante. Las personas de la tercera edad refieren haber tenido que aprender a sobrellevar los constantes empujones y agresiones que inevitablemente sufren en sus trayectos, mientras que las y los niños suelen quedar atrapados entre la multitud. Finalmente es pertinente destacar que el metro no sólo es un espacio de sufrimiento por la mala infraestructura; en nuestro estudio aparecieron pocas críticas al personal que labora en este sistema de transporte por lo que podemos suponer que en términos generales se considera que ofrecen un buen servicio, a pesar de las carencias. Por otro lado, el metro también se muestra en los testimonios como un espacio para la empatía, las memorias colectivas y las afinidades inesperadas. El metro, en suma, no es sólo un espacio de negatividad, sino también un territorio en el que se genera un mundo de significados.

Bibliografía Augé, M (1998). El viajero subterráneo: Un etnólogo en el metro. Barcelona: Gedisa. Fernández, Christlieb, P. (2000). La afectividad colectiva. Editorial Taurus: México. Testimonios Testimonio 1 (David Ávila, junio 28, 2018) Testimonio 2 (Ma. Fernanda Ruíz, junio 25, 2018) Testimonio 3 (M. Pérez, junio 30, 2018)

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“Imaginándote” (minificción) ALMA TORRES GALICIA

Todo empezó con un encuentro fugaz en el metro. Cuando, casi por azar, te miré. Todo sucedió de golpe, como una imagen. Estuvimos juntos poco tiempo, me gustaba observarte mientras dormías, desde que te conocí lo hice, nunca he visto nada que me guste más que tú durmiendo. Recuerdo todos los lugares que conocimos, caminamos en enero por varios cerros del Estado de México, nos gustaba caminar en época de frío, llegamos a las cumbres montañosas en las que hallamos nieve, tu cara se sonrojaba con las bajas temperaturas. Te vi dormir también en los cerros, cuando acampábamos, la luz de la fogata le daba otro aspecto a tu cara, igual seguía fascinándome. Te pedí que me enseñaras a tocar el saxofón, solo me diste unas cuantas clases; lo mismo pasó con las clases de manejo, tuviste miedo de que volviera a chocar el carro contra la banqueta. ¡Cuántas risas!, siempre supimos hacernos reír, tu sentido del humor intencionado y el que no lo era, pero que aun así me hacía reír. Aquella vez que fuimos a comer: tú comiendo como niño, chupándote los dedos, limpiándote con el mantel, esa naturalidad con la que comías siempre me provocó una sonrisa. Tuvimos también muchas peleas, recuerdo nuestros enojos fugaces por cualquier cosa; nos calmábamos; si las peleas sucedían en las noches, nos abrazábamos para hacernos entender que estábamos tranquilos, después terminábamos riendo, entonces ponías música, me quedaba dormida escuchando Blue y “Mientras dormías”. Los fines de semana comenzaban tarde. Te quedabas en la cama conmigo, aunque te doliera la espalda de estar acostado, también me veías dormir. A la una de la tarde me despertabas, te burlabas y me decías: “pensé que te había dado muerte de cuna”.Las conversaciones 62


en las madrugadas, realizábamos planes a las dos de la mañana: iremos aquí, allá; haremos esto, el otro. No pudimos hacer todo, el tiempo fue breve. La imagen se apagó. He llegado a la estación Copilco, tengo que bajar aquí, te he estado observando, afortunadamente estás dormido, no quiero incomodarte con mi mirada. Se abren las puertas, quiero que despiertes para ver tus ojos, los imagino, no despiertas. Al bajar volteo hacia la ventana donde estabas recargado, me miras, tus ojos son hermosos. Nunca te conocí, solo te tuve por nueve estaciones y con eso bastó para ser feliz, para no perderte.

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