Pedaladas que escriben historias
Febrero 2016 - NĂşmero 2
Road&Mud MAGAZINE
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Sumario El número dos de la revista de Road and Mud ya está aquí. Continuamos con este hobby. Una idea que concebimos en otoño, como una especie de pasatiempo cuando los routiers descansaban, pero que vamos a seguir manteniendo durante la temporada de carretera porque el ciclismo y sus historias nunca descansan. Las bicicletas tienen un papel protagonista en este deporte. Nuestra forma de homenajear ese maravilloso invento es indagar un poco sobre aquellos que se dedican a fabricarlas, como Cinelli. Una marca diferente, alternativa. Aunque su creador fue un típico exprofesional de la carretera, esta firma ha sabido evolucionar y ha recibido múltiples influencias. Ha entrado en el ciclismo de montaña, en el urbano… y se ha convertido, precisamente por beber de tantas fuentes, en una marca con muchísima personalidad. Homenajeamos y reconocemos lo que la Fundación Víctor Sastre ha hecho por el ciclismo. Un buen puñado de ciclistas de renombre crecieron vinculados a ella. Pero no solo eso. Por la Fundación han pasado multitud de personas que, aunque no han obtenido tantos éxitos ciclistas, han sido marcados para bien en su vida al haber pasado parte de su tiempo en esa institución. Treinta y seis años han pasado desde que el circuito de automovilismo de Spa-Francorchamps acogiese el final de una contrarreloj del Tour. Era un ciclismo muy distinto. Una época en la que a los ciclistas españoles les caían auténticas minutadas. Era un ciclismo de grandes pérdidas de tiempo. Pero, ojo, aquellas diferencias eran salvables porque un trazado adecuado por la montaña así lo permitía. Definitivamente, eran otros tiempos. En este número también hay espacio para uno de esos ciclistas que nos gustan por aquí. Aquellos que, sin haber sido grandes campeones, dejaron su huella a su paso por este deporte. Ciclistas que son recordados a pesar
del paso de los años. Un objetivo que, desafortunadamente, no todos pueden alcanzar. Uno que sí lo consiguió fue el italiano Fabio Roscioli. Las tensiones geopolíticas propias de la Guerra Fría también alcanzaron al mundo del deporte. Por eso hablamos sobre momentos y personajes que ayudan a explicar cómo fue la transición del amateurismo al profesionalismo de los ciclistas nacidos en los países comunistas. Una metamorfosis muy ligada a pasajes históricos por todos conocidos. Unas historias que a las generaciones jóvenes que no las vivieron les resultarán difíciles de entender. Persistimos en nuestro intento de dar a conocer a ciclistas “incunables”. Los pioneros de nuestro deporte en España. En esta ocasión toca hablar de Ángel Castro, asturiano que hubiera sido minero toda su vida si la bicicleta no le hubiese desviado de ese camino. La historia de Castro sirve también para conocer cómo eran las carreras españolas en las décadas de los años veinte y treinta del siglo XX, y entre ellas, cómo no, la Vuelta a Asturias. A la hora de hablar de los lugares míticos del ciclismo dirigimos nuestra mirada hacia el Koppenberg, en los alrededores de Oudenaarde. Una cota adoquinada muy vinculada a las clásicas flamencas que estuvo envuelta en gran una polémica durante la década de los ochenta. Y si pasamos por terrenos adoquinados es de obligado cumplimiento repasar el palmarés de Roger De Vlaeminck. La cantidad y la calidad de los triunfos que obtuvo asusta. Y más teniendo en cuenta el amplio abanico de figuras a las que debió enfrentarse, incluido Eddy Merckx. El Gitano fue un fuera de serie total. Es hora de hacer justicia con su clase ciclista y sus numerosos triunfos. Cojan aire. Toca sumergirse en la Historia de nuestro Ciclismo.
STAFF Dirección: Víctor Díaz Gavito Raúl Ansó Arrobarren Redacción: Alberto Díaz Caballero Ricardo de Miguel Ángel Olmedo Jiménez Borja Lázaro Diseño: Sergi Faja Corrección: Abdón Ramiro Vázquez
Contacto Web www.roadandmud.com Mail roadandmud@gmail.com Twitter @_RoadAndMud
“No se deja de pedalear cuando se envejece…. Se envejece cuando se deja de pedalear” Anónimo Ilustración de portada “Cycles Perfecta” Alphonse Mucha - 1902
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Contenido La transición en el ciclismo de los paises comunistas Raúl Ansó Arrobarren
Ilusión, respeto y sacrificio Borja Lázaro
Hinault, el hombre que voló en Spa-Francorchamps Ángel Olmedo Jiménez
Fabio Roscioli, pundonor y raza de un infatigable Victor Díaz Gavito
Tourmalet, 1937
Los años dorados del Gitano Alberto Díaz Caballero
Ángel Castro, el as del ciclismo asturiano Víctor Díaz Gavito
Koppenberg, el estrecho tesoro de Flandes Alberto Díaz Caballero
Cinelli, una marca diferente Ricardo de Miguel
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La transición del ciclismo en los paises comunistas
La transición del ciclismo en los paises comunistas Raúl Ansó Arrobarren
A
l acabar la última cena del Tour de l’Avenir de 1980 en Thonon-Les-Bains, el entonces director del equipo Renault-Gitane, Cyrille Guimard, se dirigió al todopoderoso patrón del Tour de Francia, Félix Lévitan: “Haz el año próximo la carrera open y Bernard Hinault vendrá a hacer una demostración delante de los soviéticos”. Sin embargo, la edición de aquel año no la había ganado ningún soviético. Se la había llevado a su palmarés el colombiano Alfonso Flórez Ortiz. Pero era tal la impronta que había marcado en esos últimos años el ciclismo de la URSS que, a pesar del triunfo del escarabajo, los enemigos a batir seguían siendo los soviéticos. Indudablemente había “pique” con la superioridad que los ciclistas de la URSS ejercían en determinadas carreras. Era tal la rivalidad, que incluso Cyrille Guimard ofreció, nada más y nada menos que, al número uno mundial de aquel tiempo, su pupilo Hinault, para dejar claro quién era quién en el panorama ciclista mundial. El telón de acero que separaba por aquel entonces las dos Europas, la Oriental y la Occidental, el bloque comunista y el bloque capitalista, también tenía su reflejo en nuestro deporte de las dos ruedas. Mucho más que en otros deportes como el fútbol o el baloncesto, donde los equipos participaban en las mismas competi-
ciones continentales. Hubo un tiempo en que las máximas figuras del ciclismo de los países comunistas no podían enfrentarse a las de los países capitalistas. Y viceversa. Las carreras que se disputaban en el bloque oriental no podían ser corridas por ciclistas considerados como “profesionales”. Sólo podían presentarse a esas carreras corredores “amateurs”. Así, solían acudir a esas competiciones selecciones nacionales de países “capitalistas” formadas por ciclistas que todavía no habían debutado en ningún equipo profesional del bloque occidental. Y es que, por supuesto, en los países europeos orientales no existían tales equipos profesionales. Los ciclistas que presentaban estos equipos nacionales “comunistas” tenían una consideración también de amateurs; aunque su dedicación fuera totalmente exclusiva al entrenamiento y a la vida ciclistas. Pero el apelativo de deportista profesional en aquellos años en la Europa comunista tenía una consideración peyorativa. Por eso, pese a esa dedicación exclusiva al deporte, los deportistas seguían siendo considerados amateurs. Los sueldos que recibían no eran nada extraordinario. Eso sí; tenían por supuesto otros tipos de beneficios: algo así como una remuneración en especie; lo importante era dar una imagen de que esos deportistas eran prácticamente iguales en cuanto a sueldos y consideración que el resto del proletariado del país; que no tenían privilegios. Y eso podía ser así, repetimos, en cuanto al sueldo recibido. Se partía de la base de que su
Sergei Soukhoroutchenkov · levmishkin.wordpress.com
sacrificio se pagaba con la gloria de poder representar a su país. Porque su trabajo, no representando a ninguna comercial reseñada en su maillot, era, ciertamente, un trabajo “improductivo”. En resumidas cuentas, aquellos ciclistas del Este europeo eran unos profesionales encubiertos. De hecho, arrollaban cuando se enfrentaban a los amateurs de los equipos comerciales aficionados europeos. El “Tour de Francia” particular del bloque oriental, la Carrera de la Paz, comenzó a disputarse en 1948. Su origen fue la conmemoración de la victoria de la URSS sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Y a pesar de que los países occidentales enviaban a esa carrera a ciclistas a punto de dar el paso al mundo profesional, era palpable la superioridad en el palmarés de los ciclistas orientales europeos. No solo eso. En muchas de las carreras organizadas ya en territorio capitalista en las que se enfrentaban los ciclistas amateurs venidos del Este y
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los amateurs del Oeste europeo, solían dominar esos corredores orientales, a veces de forma absolutamente abrumadora, como por ejemplo en la Vuelta a Navarra de 1983. En esa edición, incluso parejas o tríos de ciclistas vestidos de rojo rodaban en cabeza de carrera sin poder ser absorbidos por un pelotón que ponía todo su empeño en darles caza. Y es que la compartimentación estanca en aquellos años del ciclismo occidental hacía imposible que los ciclistas considerados como profesionales se pudiesen enfrentar a los amateurs. Con una excepción: las pruebas consideradas como open, abiertas a la participación tanto de unos como de otros. Durante el trienio de 1978 a 1980 se vivió en el Tour de l’Avenir francés, el hermano pequeño del gran Tour de Francia, un período de esplendor del ciclismo soviético. Dos victorias y un segundo puesto de Sergei Soukhoroutchenkov (en adelante Soukho). No solo eso. Porque las otras plazas del pódium fueron ocupadas por los Galetdinov, Morozov, Gouseinov, Kashirin… Además, unas semanas antes del segundo puesto de Soukho en el Tour de l’Avenir de 1980, este mismo ciclista se había hecho con la medalla de oro en la prueba de ruta de los Juegos Olímpicos de Moscú de ese año. Un hecho que no parecía que hubiera tenido un desenlace diferente aunque no se hubiera dado el boicot de los Estados Unidos y otros países
Uwe Ampler · pinterest.com
a esos Juegos Olímpicos a causa de la entrada de tropas soviéticas en Afganistán. Soukho puede considerarse, quizás, el último de los grandes ciclistas soviéticos que, demostrando méritos deportivos sobrados para competir con las grandes figuras del resto del ciclismo mundial, apenas pudo enfrentarse a ellas. El establishment, las autoridades deportivas y políticas de aquel tiempo en la URSS, parece que fueron las máximas responsables de que así fuera. Concluyendo así una serie de décadas en las que no se pudieron enfrentar en las grandes carreras las máximas estrellas del ciclismo de los países de libre mercado contra los corredores de los países comunistas. En 1978 Soukho se adjudicó la Vuelta a Cuba, donde sí podía correr. Disputó ese año la Milk Race en Gran Bretaña, país capitalista donde sólo podían competir ciclistas amateurs. Como ya hemos indicado, se adjudicó los Tours de l’Avenir de 1978 y 1979, siendo segundo en 1980 tras el ya mencionado Flórez, y en 1981 tras Pascal Simon. Dobló victoria tanto en la Carrera de la Paz como en el Giro de las Regiones italiano. Con 24 años batió en la carrera de ruta de los Juegos Olímpicos de Moscú a otros jóvenes como Marc Madiot, Roche, Van der Poel y Peter Winnen. Hubo varios equipos profesionales que se interesaron por él en aquellos años, pero las autoridades soviéticas nunca le
concedieron la oportunidad de salir de su país para correr en ellos. En 1983 la organización del Tour de Francia declaró el Tour grande como carrera open. Era la gran oportunidad para Soukho. Pero de nuevo las autoridades de la URSS impidieron que la selección soviética participara. Ocasión que sí aprovechó la selección cubana, bajo la dirección de Luis Ocaña, presentando a ciclistas como Patrocinio Jiménez y Edgar “Condorito” Corredor en la línea de salida. Por fin, en Valladolid, en la Vuelta a España, ya open, de 1985, la selección soviética tomaba la salida en una de las tres grandes. Sin embargo, Soukho no estaba en la lista de dorsales. Luego veremos el porqué. Hubo que esperar a la etapa final en Salamanca, el día siguiente de la histórica fuga de Recio y Pedro Delgado, para que Vladimir Malakhov consiguiera el primer triunfo de etapa para los ciclistas representantes de los sóviets. Soukho debutó en la Vuelta a España de 1986 pero, bordeando ya la treintena, estaba muy claro que sus mejores años habían pasado ya. En este sentido, es esclarecedora una entrevista publicada en el semanario Meta 2 Mil que recoge las impresiones de Soukho durante la disputa de la ronda nacional española. Daba la impresión, casi, de estar fuera del ciclismo de competición. Achacaba los malos resultados del equipo soviético a la falta de preparación. En concreto, él había acudido a la salida con 5000 kilómetros de entrenamiento y solo 700 de competición. Comentaba que la Vuelta a España “es una prueba difícil, sin ningún día de descanso y las etapas son muy largas”. Añadía que tanto él como sus compañeros estaban padeciendo dolores de rodilla y espalda. “Espero que los responsables de nuestro deporte saquen conclusiones de nuestros resultados”. Pero todavía hubo más declaraciones significativas. Como hemos escrito más arriba, Soukho no participó en la Vuelta de 1985; y ahora vamos a conocer las causas. Durante ese año había estado inactivo. Padre ya de dos hijos, el soviético había tenido dos nuevos vástagos gemelos durante ese año. Perplejo de-
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La transición del ciclismo en los paises comunistas
bió quedar el periodista José A. Díaz cuando Sergei afirmaba: “Al tener dos gemelos tuve que dejar el ciclismo, ya que, como no tenemos abuelos, ni tíos, ni nada, no tenía tiempo para dedicarme a la bicicleta”. Sobre el futuro del ciclismo de su país, y el volver a reeditar las hazañas de principios de aquella década, un escéptico Soukho declaraba: “A mi modo de ver se van a necesitar bastantes años para que esto pueda volver a suceder de nuevo. En carreras más cortas, sí que podemos resultar, pero en pruebas como la Vuelta, no. Además, los corredores buenos están en la Carrera de la Paz, mientras que aquí estamos los veteranos. Para alcanzar el nivel de esos profesionales deberán pasar algunos años para nosotros, los soviéticos. Para poder competir con los profesionales deberíamos crear alguna sociedad o club deportivo parecidos al de los profesionales para poder aplicar el mismo régimen de preparación y poder competir en iguales circunstancias”. Quedaba patente que la desmotivación había hecho mella en Sergei… Finalmente, la Perestroika impulsada en la URSS por Mijaíl Gorbachov permitió que Soukho debutara en profesionales con 33 años en el equipo Alfa-Lum, junto a los Ivan Ivanov, Dimitri Konishev, Vladimir Pulnikov, Andrei Tchmil, Piotr Ugrumov, Sergei Uslamine… pero sus resultados deportivos fueron totalmente anodinos. Corría ya el año 1989 y la escuadra de origen italiano no contó con sus servicios de cara a la temporada siguiente. Caso curioso fue el del tristemente fallecido ciclista de origen estonio Jaanus Kuum. En respuesta al boicot ejercido por USA y algunos de sus aliados a los JJOO de Moscú de 1980, la URSS respondió de la misma manera a los JJOO de Los Ángeles en 1984. Por aquel entonces Kuum ya corría en la selección soviética con el propio Soukho. Kuum decidió fugarse entonces de la URSS hasta Noruega y pedir allí un asilo político que las autoridades le concedieron. Kuum corrió en el potentísimo La Vie Claire de Hinault y Lemond. También acompañó al estadounidense en su victorioso Tour de 1989 en el ADR Ad Renting,
Selección URSS Tour Avenir 1981· levmishkin.wordpress.com
aunque no llegó a París. Además, corrió en Teka, TVM, Carrera Jeans… En los ámbitos políticos y deportivos de los países del Este europeo, Jaanus siempre tuvo la consideración de un “prófugo”, por lo menos hasta que la Perestroika quedó definitivamente instaurada. Esa Perestroika fue la que propició, por fin, que los ciclistas que empezaron a brillar en los últimos años de la década de los ochenta no tuvieran ningún problema para pasar a profesionales, casi en las mismas condiciones que los de los países de economía de mercado. La URSS se estaba convirtiendo en CEI, pero la sombra de los sóviets era todavía muy alargada. Incluso los propios ciclistas tomaban sus precauciones en sus declaraciones a los periodistas, por si acaso… Bien que hicieron, como se demostró tras el intento de golpe de estado en Moscú durante el mes de agosto de 1991. Pero los cambios no solo afectaron a la URSS. El resto de países del bloque comunista también experimentaron radicales cambios políticos, económicos, sociales… Paradigmática y anecdótica en este aspecto es la entrevista que Uwe Ampler y Uwe Raab, ambos originarios de la antigua República Democrática Alemana, concedieron también a Meta 2 Mil nada más pasar al campo profesional. Eran tiempos de transición. La Perestroika avanzaba pero en el Partido Comunista Soviético, el
PCUS, todavía restaban muchísimas fuerzas partidarias de regresar al orden anterior. La entrevista tuvo lugar en Peñíscola, durante la disputa de la Vuelta a la Comunidad Valenciana de 1990. Tanto Ampler como Raab habían debutado aquel mes de febrero en profesionales en el equipo PDM. De entrada, recordaban su última carrera disputada como amateurs en España durante el otoño de 1989, justamente pocos meses antes. Durante la disputa de aquel Critérium de Fuenlabrada, cuando a los corredores del bloque soviético se les preguntaba por el posible paso al profesionalismo, unos demostraban que era su máxima ilusión; otros sin embargo, más cautos, aseguraban ser indiferentes al tema. Al respecto Ampler contaba: “En aquel momento queríamos ser profesionales, pero no podíamos por la política. Ahora (refiriéndose a partir de la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989) todo ha cambiado y ya lo hemos conseguido. Ya no es un sueño, es una realidad. Antes no teníamos motivaciones, no teníamos ambición. Ahora es diferente. Estoy muy motivado y tengo muchas ganas de conseguir triunfos. Era un cambio necesario para seguir progresando”. La entrevista se desarrolló con algunas anécdotas. Raab intentó “huir” en algún momento de la entrevistadora Pepa Martínez. Y ambos dos intentaron encubrir en su falta de conocimiento del inglés las faltas de
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respuestas concretas a las preguntas comprometidas. Transcribiré un párrafo de la entrevista como ejemplo de que en aquellos momentos los ciclistas no se atrevían todavía a definirse claramente e incurrían en incongruencias. Todavía había temas tabú. Recordamos unas manifestaciones realizadas en un semanario en las que afirmaban que lo único que les diferenciaba antes de la Perestroika de los ciclistas profesionales de países capitalistas era que estos cobraban en dinero y ellos en mejoras sociales. Diferencia que Ampler no compartía, aunque en el razonamiento llega a la misma conclusión. Decía Ampler: “Eso no es exactamente así. Lo que me diferencia a mí de otros compatriotas es que yo gano dinero para pagarme mi apartamento o mi coche, mientras que otros pueden estar seis años trabajando para que les den un piso y ocho años para un coche. Yo trabajo por dinero, mientras que mis compatriotas lo hacen por otras cosas. Al final todos podremos tener más o menos lo mismo, con la diferencia que yo me lo he comprado y a ellos se lo han dado a cambio de un trabajo”. Quizás gracias a su insistencia, la en-
trevistadora consiguió por fin arrancarles el titular de la entrevista. Cuando le preguntó a Uwe Ampler si había cambiado mucho la mentalidad de los ciclistas de la RDA (la Alemania del Este) frente a los cambios, el excampeón mundial de aficionados en Colorado Springs en 1986 respondió con un contundente: “Sí, mucho. Ahora realizo este deporte por dinero”. Finalmente, ahora sí, los ciclistas tanto del bloque occidental como los de lo que quedaba del bloque comunista, habían quedado definitivamente equiparados.
como profesionales, con la excepción del triunfo, en 1983, del alemán de la RDA, Olaf Ludwig. Con el paso de los años, incluso las tres grandes rondas por etapas nacionales (Tour, Giro y Vuelta) se convirtieron en open. Sobra decir que, con todos los acontecimientos aquí narrados y muchísimos más, la consideración de open o no open de las pruebas ciclistas, finalmente, acabó por carecer de sentido.
Volviendo al inicio del artículo, respecto al Tour de l’Avenir y su fórmula open, durante el año 1981 se disputó, por fin, con ese carácter. Hinault no lo disputó. Pero sí Soukho. Acabó claudicando ante el francés Pascal Simon, que disputaba ya su tercera temporada como profesional en el Peugeot-Esso-Michelin. El Tour de l’Avenir se convirtió durante unos años en el centro de la polémica acerca de la licencia única (convertir todas las pruebas del calendario mundial en open). A partir de ese momento el Tour de l’Avenir pasó a estar dominado por ciclistas considerados
Carrera de la Paz, el maillot de España, parece ser Miguel Indurain · levmishkin.wordpress.com
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Ilusión, respeto y sacrificio
Ilusión, respeto y sacrificio Borja Lázaro
L
as tres palabras que ilustran el título son el lema de una escuela ciclista que lleva dadas muchas pedaladas en las carreteras nacionales y alguna que otra fuera de nuestras fronteras. La escuela ciclista de la que hablo se encuentra situada en la pequeña localidad abulense de El Barraco. La escuela se creó en el año 1982 bajo el nombre Peña-Escuela Ciclista Ángel Arroyo. En el año 2004 pasó a denominarse Fundación Provincial Deportiva Víctor Sastre. Los comienzos de la escuela fueron muy difíciles. Resultó complicado encontrar patrocinadores pero, con mucho esfuerzo, los responsables de la peña ciclista fueron haciéndose un hueco y poco a poco comenzaron a inculcar lo que desde un comienzo querían: fomentar el deporte como vínculo de convivencia y valoración personal para el enriquecimiento de los jóvenes. Víctor Sastre, padre del ganador del Tour de Francia, Carlos Sastre, es un apasionado del ciclismo. Desde hace muchos años lleva las riendas de la escuela ciclista de El Barraco. No solo se le puede ver al volante, también se encierra en el despacho para buscar patrocinios, cerrar convenios de colaboración y organizar conferencias. Por si fuera poco, aún saca tiempo para salir a correr por el monte con sus chicos en pretemporada, hacer rutas, o realizar juegos para los más
pequeños de la escuela. En la Fundación Víctor Sastre no todo es dar pedales. Víctor Sastre se preocupa por los estudios de sus pupilos. Busca ayudas en la Diputación de Ávila y la fundación cuenta con convenios con la UCAV (Universidad Cátolica de Ávila), donde los deportistas que cumplan con los requisitos que exige la universidad pueden realizar sus estudios superiores gracias a las becas que concede la propia universidad. Además, cuentan con un convenio con el Colegio Mayor Magistral Antonio de Honcada donde los socios de la Fundación pueden recibir charlas formativas sobre el deporte y la cultura. Una vez contado cómo trata la Fundación a sus socios, vamos a pasar a hablar de lo deportivo. La institución está enfocada, obviamente, al deporte de la bicicleta y cuenta, en la actualidad, con equipos de escuelas, cadetes y junior. En total, unos treinta chicos y chicas dan pedales sin parar. Anteriormente había equipo en las categorías Élite y Sub23 pero, desgraciadamente, ya no. Víctor Sastre ha tenido a sus órdenes a corredores de la talla de Jose María Jiménez “El Chava”, Francisco Mancebo, Pablo Lastras, Carlos Sastre, Óscar Pujol, David Navas o Curro García. De los corredores jóvenes que actualmente están en profesionales podemos contar, entre otros nombres a Juan Ignacio Pérez, Víctor Martín o Diego Rubio.
Victor Sastre
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Victor Martin, primera victoria equipo amateur · Deportes en Avila
Desde la Sierra de Gredos al Banesto amateur. Ese era el camino que solían hacer los ciclistas “pata negra” que tenía Victor Sastre en su equipo junior. Víctor solía llamar al entonces director del Banesto amateur, José Miguel Echávarri, para ofrecerle a corredores de mucha progresión. El primer fruto del equipo abulense fue, a finales de los ochenta, Francisco San Román. Posteriormente le tocaría el turno a “El Chava” y más tarde dio el paso el bloque formado por Pablo Lastras, David Navas, Curro García, Francisco Mancebo y Carlos Sastre. Todos ellos darían el salto desde el Banesto amateur al conjunto profesional del Banesto. Todos salvo Carlos Sastre que en 1997, en las vísperas el comienzo de la Vuelta a España, recibió la llamada de Manolo Saiz. El mánager de la ONCE se hacía así con los servicios de Carlos Sastre y daba la sorpresa, ya que se daba por hecho que Carlos subiría a profesionales con el conjunto Banesto. 2003 fue un año trágico para la fundación. Uno de sus ídolos, “El Chava” Jiménez, fallecía. El Chava fue un ciclista y un compañero muy querido.
Su victoria en 1992 en el Circuito Montañés fue el impulso que necesitaba para obtener su primer contrato profesional. Grabadas en la memoria de todos permanecen sus gestas en las jornadas montañosas. En profesionales obtuvo victorias en la Vuelta a España como, por ejemplo, su triunfo en los Lagos de Covadonga en 1997. Ese mismo año logró el Campeonato de España de ruta. En su palmarés también figuran victorias de etapa en Volta a Cataluña, Vuelta a Asturias y Dauphiné Libéré, entre otras. En el año 2002, el ciclista decidió abandonar el ciclismo debido a una fuerte depresión. Un año más tarde aparecía muerto a causa de un paro cardíaco. Su pueblo natal, El Barraco, no daba crédito al conocer la muerte de su ídolo local. Dejando atrás las penas, hasta la fecha, el mayor logro de la Fundación Victor Sastre es haber visto a Carlos Sastre en lo más alto de pódium de París en el Tour de Francia de 2008. Aún muchos de nosotros recorda-
mos aquel ataque a los pies de Alpe D’Huez que le valió para sacar una renta de 1’24” sobre sus máximos rivales: su compañero de equipo Fränk Schleck y el australiano Cadel Evans. Este último era el más peligroso debido a la contrarreloj que se disputaría en la penúltima etapa de aquella edición. En la crono, Evans recortó algo de tiempo pero no el suficiente como para desbancar al abulense del liderato de la ronda gala. Volvamos al equipo de categoría amateur que estuvo activo entre los años 2008 y 2012. En su primera temporada no consiguió victorias debido a que la plantilla estaba compuesta por corredores juveniles que debutaban en la categoría de plata. La primera victoria de la Fundación Sastre en el campo amateur llegó de la mano del hoy profesional del equipo Burgos-BH, Víctor Martín, quien alzó los brazos en el año 2009 en el Memorial José Luis Talamillo de Burgos. La última vez que se vio a un corredor del equipo alzar los brazos en la categoría amateur fue en el año 2012, cuando Miguel González, el hoy di-
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Ilusión, respeto y sacrificio
rector del equipo cadete, logró un triplete en la Vuelta a Carabanchel. En el pódium acompañaron a González, Jaime Rosón (profesional con Caja Rural-Seguros RGA) e Iván Rodríguez “Rayito”. En su último año de existencia, el equipo, a parte de realizar el calendario nacional, también realizó salidas al extranjero. El cuadro abulense tomó la salida en el Heydar Aliyev Anniversary Tour of Azerbaijan, donde la escuadra castellano leonesa dejó el pabellón muy alto y obtuvo una victoria de etapa a cargo de Diego Rubio, que actualmente corre en profesionales de la mano del Caja Rural-Seguros RGA.
Bidasoa’12 (Víctor Martin) y el Trofeo Ayuntamiento de Zamora’12 (Víctor Martín). Por el conjunto amateur han pasado corredores que a día de hoy son profesionales como Victor Martín, Juan Ignacio Pérez, Diego Rubio, Ángel de Julián y Jaime Rosón. Esperemos que estos ciclistas nos den muchas alegrías y que la Fundación Provincial Víctor Sastre siga creciendo y sacando más profesionales. Ojalá que El Barraco siga siendo la cuna de muchos corredores formados bajo un mismo lema: ILUSION, RESPETO Y SACRIFICIO.
El equipo amateur, en su corto paso por dicha categoría, dejó un balance de nueve victorias, siendo las más importantes la ya mencionada victoria de etapa del Heydar Aliyev Anniversary Tour of Azerbaijan, la tercera etapa de la Vuelta a Madrid’11 (Diego Rubio), el tercer parcial de la Vuelta al
Triplete último podium · Deportes en Avila
Ilusión, respeto y sacrifio Road&Mud Magazine 11 Primeros corredores Peña Ángel Arroyo · FPDVS
Corredores Fundación Victor Sastre 2015 · FPDVS
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Hinault, el hombre que voló en el circuito de Spa-Francorchamps
Hinault, el hombre que voló en el circuito de Spa-Francorchamps Ángel Olmedo Jiménez
E
l ciclismo de carretera siempre se ha encontrado emparentado, de un modo más que tradicional, con los velódromos. Esos bellos (y románticos) lugares en los que las estrellas de la ruta se concitaban para deleite de sus seguidores, quienes podían disfrutar de un modo más continuado del esfuerzo de los héroes de la bicicleta. No obstante, la relación del ciclismo con los circuitos de carreras, a los que podríamos considerar como unos hermanos mayores, con nivel de desarrollo y dificultad más acusado, no se ha prodigado de una manera tan profusa. Spa-Francorchamps es un circuito de velocidad que, en la actualidad, cuenta con una distancia de 7.004 metros. El original, creado en 1920 y obra de Langlois y de Their, duplicaba la extensión. Se halla enclavado en la provincia belga, de más que indiscutible raigambre ciclista, de Lieja.
El trazado cuenta con un total de veinte curvas y acoge pruebas como las 24 Horas, los 1000 Kilómetros y la Fórmula 1. En esta última disciplina, la vuelta rápida, con la actual configuración del circuito (que se mantiene desde 2007), es para el alemán Sebastian Vettel. No obstante, quien cuenta con el privilegio de ser el más veloz es el finlandés Kimi Räikkönen que, en 2004, situó el crono en 1:45.108. El último vencedor en Spa, en el Gran Premio de 2015, ha sido el, a la postre, campeón del mundo, británico Lewis Hamilton. Sus puntos más identificativos son la concatenación de variantes Eau Rouge y Raidillon, la horquilla de La Source y la chicane de la Parada del Autobús. Los monoplazas pueden alcanzar velocidades que rozan los 330 kilómetros por hora, una sensación muy próxima a la de volar. Sin embargo, quizá los hombres que vivieron lo más similar a ese vuelo rasante fueron los rivales de Bernard
Hinault frente los elementos, en Lieja 1980 · thebikecomesfirst.com
Hinault (Yffiniac, 1954) durante la disputa de la cuarta etapa de la edición de 1980 del Tour de Francia. Se trataba de una contrarreloj individual de 34,6 kilómetros, en la que el belga Rudy Pevenage se presentaba como líder habiendo arrebatado la preciada túnica amarilla al francés Yvon Bertin en la etapa del día anterior, con final en Lieja, y en la que se impuso el holandés Henk Lubberding. Hinault era, indudablemente, el máximo favorito para alzarse con la victoria en la cronometrada. El francés era el vigente campeón del Tour de Francia y se había alzado con el Giro de Italia esa misma temporada. Además, en el prólogo de la carrera, una jornada de 7,6 kilómetros en Frankfurt, el Caimán no permitió que nadie le arrebatara el prestigio de revalidar su maillot amarillo. Por otra parte, las Ardenas era un lugar que traía muy buenos recuerdos al Tejón. Este había cosechado ese mismo año un épico triunfo en la LiejaBastoña-Lieja, llegando escapado en solitario y haciendo frente a una inenarrable tormenta que arreció durante la jornada, jalonada con episodios de copiosa nevada. Aquel día glorioso, el francés levantó los brazos con una diferencia de casi diez minutos sobre el segundo de los clasificados, el neerlandés Kuiper. Era el segundo triunfo en la Decana para Hinault, que había inaugurado su palmarés en dicha competición en 1977 (el primero de sus cinco grandes monumentos). Aquel 30 de junio de 1980, el Tour de
Hinault, el hombre que voló en el circuito de Spa-Francorchamps Road&Mud Magazine 13
Zoetemelk, vencedor del Tour 1980, tras la retirada de Hinault por tendinitis · nos.nl
Francia vivió otra de esas exhibiciones de auténtico mito que convertían a Hinault en un hombre que devoraba los objetivos que se marcaba, arrasando a su paso con las aspiraciones de sus compañeros. El primer hombre en tomar la salida fue el español Pujol y pasarían casi siete horas hasta que el último de los competidores, el líder Pevenage, iniciara su andadura. No fue, no obstante, el mejor día para los españoles. Galdós se colocó penúltimo, Lejarreta perdió algo más de cinco minutos y medio y el mejor de los nuestros, Alfonsel, contó con un retraso de tres minutos y diecisiete segundos sobre Hinault. En el kilómetro veintidós, coincidiendo con el único puerto puntuable del recorrido, se encontraba el primer y último punto de referencia. Allí, De Muynck e Hinault empataban a tiempos. Pollentier se dejaba once segundos y Zoetemelk doce. A partir de ahí, el francés no perdonó a sus rivales. Las diferencias fueron indescripti-
bles. Baste referir que el segundo clasificado, el holandés Joop Zoetemelk, perdió 1´16”. Knetemann 1´25”, y Pollentier 1´54”. Con todo, el líder, Pevenage, salió del mítico circuito luciendo el maillot amarillo de primer clasificado. Hinault había rodado a más de cuarenta y dos kilómetros por hora y con su excepcional desempeño se situaba tercero en la general a 5´41” del belga, quien mantendría su distintivo amarillo hasta la siguiente crono individual, entre Damazan y Laplume. En esa ocasión el francés se vio superado por Zoetemelk, pero consiguió la prenda que le identificaba como líder del Tour. Su alegría, sin embargo, se vio truncada dos días más tarde durante el transcurso de la decimotercera etapa que transitaba entre Pau y Luchon. Ya en las jornadas previas la rodilla derecha venía molestando a Bernard y la tendinitis que sufría le obligó a bajarse de la bicicleta. El holandés Zoetemelk, del equipo TI-Raleigh, le
sustituyó en la posesión del liderazgo de la prueba. Un liderazgo que no abandonaría hasta ser triunfalmente alabado en París. Hinault, en todo caso, se resarció de ese abandono unos meses más tarde, en el Mundial disputado en suelo francés, en Sallanches, donde, gracias a una fuga en solitario, cosechó su único maillot arcoíris. A su lado, en el cajón, el italiano Baronchelli, plata, y el español Juan Fernández, que, con su bronce, cosechó la cuarta medalla para nuestro país en la historia de los mundiales hasta aquel entonces. En 1989, el Tour volvió a rendir visita al circuito y, en aquella ocasión, el mexicano de PDM, Raúl Alcalá, se impuso en la etapa que nacía en Luxemburgo y que obligaba al pelotón a dar dos vueltas al trazado de Spa. En una de ellas, aprovechando un mínimo repecho, el escalador centroamericano lanzó un demarraje que ninguno de los compañeros de aventura que aún aguantaban en cabeza (Jesper Skibby, Thierry Marie, Tolhoek
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Hinault, el hombre que voló en el circuito de Spa-Francorchamps
y Marc Madiot) pudo seguir. El velocista portugués Acacio da Silva vistió el maillot amarillo en el pódium de aquella etapa. Desde entonces, el asfalto del circuito no ha vuelto a concitar el interés de la mayor prueba ciclista del calendario internacional. Sus graderíos vitorean a los pilotos de automóviles que, gracias a los sofisticados motores, ruedan a velocidades de vértigo. En cualquier caso, muy pocos recordarán que, en un ya lejano mes de junio de 1980, un francés de la Bretaña apodado el Caimán, demostró que el concepto de velocidad era relativo y que rodar por encima de cuarenta y dos kilómetros por hora no estaba tan lejos de volar.
La última vez que el circuito ha acogido final de etapa, vió ganar a Raúl Alcalá · timeinuk.net
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El bret贸n se convierte en Campe贸n del Mundo en casa, en Sallanches Foto: The Guardian
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Fabio Roscioli, pundonor y raza de un infatigable
Fabio Roscioli, pundonor y raza de un infatigable Víctor Díaz Gavito
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esde sus inicios como profesional, Fabio Roscioli, nacido en Grottamare, Le Marche, en 1965, llamó la atención a los aficionados por múltiples motivos. El joven corredor, que debutaba a finales de los 80 en el Ceramiche Ariostea, destacaba por sus gafas redondas que recordaban a aquellas que hizo famoso el añorado beatle John Lennon. Su figura evolucionaría a la de un veterano ciclista de finales de los 90 que destacaba por su larga melena rubia recogida en una coleta al viento, ya sin las gafas de sus comienzos y con una expresión tan sonriente fuera de carrera como guerrera dentro de ella. Pero si por algo se ganó Rosco la admiración de los aficionados fue por su estilo de ataque, siempre buscando la machada casi de salida y poniendo en jaque, día sí, día también, a los equipos que querían controlar la carrera. Pese a tener una buena punta de velocidad, la mayoría de sus once victorias como profesional terminaron con el italiano cruzando la meta en solitario después de grandes cabalgadas individuales. Debutó en 1988 en las filas del Ariostea, equipo recordado por su original maglia rojigualda y en el que militaban ciclistas míticos como Rolf Sorensen o Bruno Cenghialta. Ese año ya mostró sus buenas cualidades al acabar cuarto en la Milán-San Remo en la que venció Laurent Fignon, con el que compartía cierto parecido físico debido a la forma de sus gafas. Empezó un periplo por algunos de los
equipos italianos más combativos y conocidos de la época; pasando por el Del Tongo de Franco Chioccioli, Maurizio Fondriest, Franco Ballerini o un debutante Mario Cipollini en los años 1990 y 1991, con los que su mejor resultado sería un segundo puesto en la actual E3 Harelbeke; para después saltar al inolvidable Carrera de Chiapucci, Stephen Roche o Marco Pantani. En el potente equipo de Davide Boifava llegaría la primera victoria profesional del bravo corredor transalpino de la mejor de las maneras. El Tour de Francia de 1993 afrontaba una etapa entre la estación de Isola 2000 y la ciudad de Marsella, dando por finalizada la batalla alpina de los días anteriores de la que Miguel Induráin saldría líder tras su duelo con Rominger. El navarro reforzaba su moral de cara a conseguir su tercer amarillo consecutivo en París. Aquel día Fabio Roscioli lanzó un ataque en solitario en el kilómetro setenta y cinco de una etapa de 287 kms. Por detrás se formó un grupo de persecución con grandes nombres como Jalabert, Ghirotto, Abdoujaparov, Ballerini, Tafi o Ludwig, que en ningún momento consiguió entenderse para alcanzar al loco que se había ido por delante. 200 kilómetros después, Roscioli entraba en Marsella con más de siete minutos sobre sus perseguidores, celebrando una victoria épica tras nada menos que siete horas y media de carrera. El bueno de Rosco entraba en la historia por la puerta grande. Fabio Roscioli · Wikiwand.com
En 1994 cambia de aires y recala en la Brescialat, escuadra en la que realiza una gran temporada en cuanto a resultados, anotándose victorias de prestigio como la general de los Tres Días de La Panne, una etapa de la Vuelta a Suiza, y otra de la extinta Settimana Siciliana. Un año después se va, junto al mánager de Brescialat, Primo Franchini, al nuevo equipo Refin-Cantina Tollo. Con ellos logra en 1996 un gran triunfo en la semiclásica italiana MilánVignola (actual GP Bruno Beghelli), llegando, cómo no, en solitario. Además, consigue su único triunfo en la especialidad de contrarreloj, haciendo pareja con Daniele Nardello en el Gran Premio de Europa. En 1997 vuelve a la estructura de Davide Boifava, bajo el nombre de Asics, donde vuelve a coincidir con antiguos compañeros como Claudio Chiapucci. Los resultados no le acompañan, pues en los dos años que corre en el equipo, solo logra la general de la Hofbrau Cup en Alemania en 1997, aunque ese mismo año, está a punto de lograr un triunfo en el Giro de Italia en Dalmine, al quedar segundo en una fuga de veinticinco corredores rematada por el veterano Fabiano Fontanelli. En 1999 llega un momento muy duro. Un problema cardíaco le obliga a pasar por el quirófano y pone en riesgo su continuidad en el ciclismo. A pesar de la preocupación inicial, todo sale bien y consigue un nuevo contrato en
Fabio Roscioli, pundonor y raza de un infatigable Road&Mud Magazine 17 Fabio Roscioli, Del Tongo · apmforos.mforos.com
de 100 kilómetros de meta. El pelotón se confió y dejó que el italiano fuera adquiriendo más y más ventaja hasta superar los doce minutos de renta. El italiano parecía encaminado a lograr una victoria increíble para el Jazztel-Costa de Almería en una cima que solo había sido conquistada anteriormente por el legendario “Chava” Jiménez. A pesar de sufrir una caída, con pinchazo en la rueda trasera, llegó a pie de puerto con siete minutos de ventaja. Parecía imposible que se le pudiera escapar el éxito. Pero entonces, cuando la carretera se empinaba, todos los espectadores se quedaron asombrados viendo a Roscioli completamente atrancado, dando chepazos y yendo literalmente de lado a lado de la carretera. En poco más de cuatro kilómetros, los siete minutos se esfumaron y Rosco veía como era superado por Eladio Jiménez, vencedor final de la etapa, y por varios corredores más, siendo, finalmente, decimotercero. Después se supo la razón del naufragio del italiano del equipo de Moreno. Tras la caída, al cambiar la rueda trasera, le pusieron un piñón de veintitrés dientes en lugar del que llevaba, de veintisiete, formando en unas rampas tan pronunciadas un desarrollo imposible de mover para el rodador transalpino. Fue una derrota dura y decepcionante que, en realidad, le convirtió en héroe y le permitió ganarse el cariño de muchísimos seguidores. Aún correría en 2001 con el JazztelCosta de Almería, aunque ya en claro declive y sin buenos resultados.
el Amica Chips – Costa de Almería, dirigido por su antiguo compañero en Ariostea, Bruno Cenghialta, y en el que también se encuentra el “Diablo” Chiapucci. El pundonor de Roscioli le lleva, tan solo un par de semanas después de la operación, a lograr una victoria que, sin ser la más grande, es recordada como la más emotiva de su carrera, al llegar en solitario a Oviedo en la última etapa de la 43ª edición de la Vuelta Ciclista a Asturias. Pero no acaban ahí sus éxitos en ese último año del siglo XX. En la Vuelta a España, vuelve a hacer gala de su combatividad y finaliza segundo en Zaragoza tras Serguei Outschakov. Unos días después consigue una victoria de prestigio en la ronda española tras llegar fugado junto a Massimiliano
Lelli a la meta situada en Barcelona. Fue una etapa polémica puesto que la peligrosidad del circuito urbano donde se desarrollaba la jornada, unida a la lluvia, provocaron un parón del pelotón, encabezado por los equipos españoles, que amagó con suspender la etapa. Costa de Almería se unió a Jazztel en el año 2000 para patrocinar un equipo dirigido por Miguel Moreno. Ya en el declive de su carrera, Fabio, todavía tenía alguna bala en la recámara para deleitar a los aficionados. Llegó un día que marcó su carrera profesional más incluso que sus victorias. Una etapa de la Vuelta con final en Xorret del Catí. Roscioli, fiel a su estilo, se había escapado a más
Tras su retirada se instaló en Pamplona, enamorado de la ciudad (y de una pamplonica) desde que empezó a correr en España. Durante su carrera profesional había conseguido sacarse los títulos de instructor de spinning, así que, colgada la bicicleta, decidió abrir su propio gimnasio en la capital navarra, lugar donde reside y trabaja a día de hoy.
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Tourmalet, 1937
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Los años dorados de el Gitano
Los años dorados de el Gitano Alberto Díaz Caballero Hablar de Roger de Vlaeminck es hacerlo de uno de los grandes ciclistas belgas de todos los tiempos. Es, junto a sus compatriotas Eddy Merckx y Rik Van Looy, miembro del selecto club de vencedores de los Cinco Monumentos del ciclismo. La década de los setenta fue proclive en la creación de leyendas y mitos en el mundo del ciclismo profesional. Ciclistas como Merckx, Fuente, Gimondi o Luis Ocaña, por citar a algunos, son difíciles de olvidar para el buen aficionado al deporte de la bicicleta. Sus hazañas ocupaban portadas en rotativos y sus grandes gestas deportivas comenzaban a verse en los televisores de medio mundo. Las espectaculares clásicas de primavera, o de otoño, como el Giro de Lombardía, tenían en Roger De Vlaeminck a una de esas inolvidables leyendas. El ciclismo es en el territorio belga una venerada religión con sus particulares dioses montados en bicicleta. Con la llegada de la primavera las carreteras de ese país se visten de gala para albergar las afamadas clásicas. El Tour de Flandes es su momento cumbre. También con la Paris-Roubaix y sus tramos adoquinados en el norte de Francia se viven algunos de los momentos más esperados de la temporada. En estas lides se manejaba como pez en el agua Roger de Vlaeminck, aunque también impuso su dominio en carreras de una semana como la Tirreno Adriático, prueba en la que venció en seis ediciones, consecutivas por si fuera poco, o en
la Vuelta a Suiza. Este ciclista belga apodado el Gitano, potente rodador y velocista, e inteligente en carrera como pocos, fue en la década de los setenta una referencia en esas pruebas de un día. Nacer en Kaprijke, Flandes Oriental, te obliga a amar la bicicleta. Vivir el ciclismo tan de cerca desde bien pequeño aumenta las ilusiones de cualquier niño de querer emular a sus ídolos. Por eso los De Vlaeminck lo tuvieron tan claro desde el principio. El mayor, Eric, fallecido el pasado mes de diciembre, fue una figura incuestionable en las campas de ciclocross. Nada menos que siete veces campeón del mundo de la especialidad, leyenda de este deporte. Dos años menor, Roger, también hizo sus pinitos en el barro, igualmente campeón mundial en el 75, pero fue la carretera la que le dio más tardes de gloria. Recordado con el emblemático maillot del Brooklyn coincidiendo con sus años dorados. Coetáneo del gran Caníbal, Eddy Merckx, algunos de sus duelos sobre los adoquines fueron apasionantes. Igual que los que mantuvo con el italiano Francesco Moser. La Paris-Roubaix fue, sin lugar a dudas, su carrera. Tal fue su idilio con el Infierno del Norte que fue bautizado como Mr. Paris-Roubaix. Y es que fueron cuatro las victorias logradas en esta prueba (72, 74, 75,77), un récord que comparte con su compatriota Tom Boonen. También obtuvo cuatro segundos puestos, además de un tercero en 1976. Como dato, des-
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tacar que en sus catorce participaciones nunca bajó del séptimo puesto y, como anécdota, citar que hasta su undécima participación no había sufrido jamás un pinchazo en la clásica francesa. Por otra parte, en el Tour de Flandes, la carrera de casa, nunca tuvo un brillo excesivo, algo que no le impidió vencer en la edición de 1977 cerrando así el círculo de victorias en los denominados Cinco Monumentos del ciclismo. Y no solo de adoquines vivía el Gitano. Clásicas tan dispares en características de recorrido como la Milán-San Remo y el Giro de Lombardía fueron conquistadas en tres
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y dos ocasiones respectivamente por De Vlaeminck, que hacía gala de una tremenda versatilidad, ya fuera como velocista puro o como corredor de clásicas con facilidad para pasar ascensiones de poca envergadura como bien demostró con su triunfo en la Lieja-Bastoña-Lieja de 1970. Para hablar de su mejor participación en grandes vueltas tenemos que referirnos al Giro de Italia de 1975 donde fue cuarto en la clasificación general después de apuntarse 7 etapas. Al final de su carrera ganó un total de veintidós parciales en sus participaciones en la Corsa Rosa. Aunque sin mucho protagonismo en ninguna de las dos, también cuenta con una etapa en el Tour de Francia y otra en la Vuelta Ciclista a España. A pesar de su exitosa carrera profesional, con cerca de 300 victorias, en el palmarés de Roger De Vlaeminck falta el Campeonato del Mundo en ruta. El arcoíris es la espina que siempre tendrá clavada el ciclista belga, y
no será porque no lo hubiese intentado conseguir. Su mejor posición en un Mundial fue en la edición de 1975 en Yvoir, Bélgica. En aquella ocasión partía como uno de los grandes favoritos al triunfo, con el plus añadido de correr en su país, pero poco antes de comenzar la última vuelta, el holandés Hennie Kuiper se fugó y cogió la suficiente ventaja como para llegar con 17 segundos sobre el grupo comandado por De Vlaeminck dejándole así sin el ansiado cetro mundialista. El Gitano tuvo que conformarse con una plata que le supo a poco.
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Los a単os dorados de el Gitano theudericus.free.fr
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San Remo 1973 路 Flickr/gertkat
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Ángel Castro, el as del ciclismo asturiano
Ángel Castro, el as del ciclismo asturiano Víctor Díaz Gavito
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l ciclismo español tardó más en convertirse en un deporte popular que en otros puntos de Europa. De los grupos velocipedistas de finales del s.XIX, el ciclismo en la Península iría evolucionando hasta convertirse en un auténtico deporte de masas. Aunque en Euskadi, y sobre todo en Cataluña, el salto de calidad, ligado al crecimiento de la industria de la bicicleta y la cercanía al territorio francés, llegaría ya en los años 10 (la Volta Catalunya se estrena en 1911), es sin duda en la década de los 20 cuando el ciclismo empieza a adquirir reconocimiento y cuando surgen las más importantes carreras de la época (en 1924 nace la Vuelta al País Vasco, y en 1925 carreras como la Vuelta a Cantabria, la Vuelta a Asturias o la Vuelta a Andalucía). Es en esa década cuando aparecen los primeros grandes campeones, como Mariano Cañardo o Luciano Montero, que empezaron a escribir las primeras letras de oro de la gran historia de nuestro deporte. En este contexto de impulso del ciclismo como deporte de competición, coincidente con los años de la dictadura de Miguel Ángel Primo de Rivera, en Asturias comienzan a gozar de gran popularidad las carreras provinciales, celebradas fundamentalmente con motivo de festividades y ferias locales. En una tierra marcada por el crecimiento industrial, la minería y con un cierto aislamiento con el resto de la península debido a sus características orográficas, empiezan a com-
petir los predecesores del Tarangu, Pedro Muñoz, Manuel Jorge Domínguez, Jesús Suárez Cueva, “Chechu” Rubiera o Samuel Sánchez. En los lejanos años 20, dos clubes destacaban en Asturias; el Club Ciclista de Turón, con raíz en una de las localidades más representativas de la cuenca minera del río Caudal; y el Club Ciclista Gijonés, gran dominador en las carreras provinciales y del que formaban parte la gran mayoría de los competidores de la región. Jesús Cuesta, Jesús Poveda, Manuel Diego, Julio Aduriz, José Menéndez “Pinzales”, Primitivo Fernández, Víctor Rojo o Faustino García, eran algunos de sus ciclistas más destacados. Pero si un nombre brilló con luz propia en aquella época, ese fue el de Ángel Castro. En el año 1923, Ángel Castro ya demostraba ser el ciclista más potente del pelotón asturiano, como queda patente en la crónica del diario asturiano La Prensa del día 14 de mayo, en la que se relata el éxito de una excursión ciclista desde Gijón hasta Arriondas, en la que participan más de cien ciclistas, con posterior carrera de setenta y cinco kilómetros recorriendo en una doble vuelta el trayecto entre la capital del concejo de Parres y Ribadesella. En esa carrera, Ángel Castro es sin duda el más fuerte, rompiendo el pelotón a base de ataques desde la salida. Desgraciadamente, cuando marcha escapado camino a la victoria, con ya más de dos minutos sobre sus perseguidores, sufre un pinchazo que termina
obligándole a abandonar. Meses después, en septiembre del mismo año, tiene lugar en Gijón un gran evento ciclista, una carrera nacional de 103 Kms con ocho vueltas a un circuito Gijón-Vega-Gijón, en el que participan grandes estrellas como el cántabro Victoriano Otero, el madrileño Miguel Serrano o el donostiarra Demetrio del Val. Ángel Castro, que, según relata el cronista, “por su inexperiencia aún no puede alternar debidamente con los demás colosos del ciclismo”, logra terminar en un meritorio cuarto puesto, pese a un pinchazo y una caída, siendo el mejor asturiano de la prueba vencida por el ya mencionado Miguel Serrano. El madrileño se impone al sprint a Victoriano Otero tras tres horas y trece minutos a una media cercana a los treinta y dos kilómetros por hora. En 1924 Ángel Castro ya está consolidado como el ciclista asturiano más fuerte, dominando la práctica totalidad de las carreras en las que se inscribe dentro del ámbito provincial. Destaca, por lo simbólico de la misma, la carrera Gijón-Oviedo-Gijón, con dos ediciones en esa temporada, ambas dominadas por Castro. La primera de ellas tuvo lugar el domingo 13 de julio en una jornada gris y lluviosa. Comparecen dieciocho ciclistas, lamentándose la ausencia de los corredores del Club Ciclista Turón debido a las huelgas mineras que tienen lugar en esas fechas. La victoria se decide al sprint entre Ángel Castro y Víctor Rojo, triunfando el primero de
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Ángel Castro vencedor de la carrera entre Oviedo y Gijón Fotografía del libro Constantino Suárez, fotógrafo (1920-1937) (Ayuntamiento de Gijón)
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Ángel Castro, el as del ciclismo asturiano
ellos después de una hora, cincuenta y seis minutos y cincuenta segundos, a una media de 30,7 kilómetros por hora. Su victoria le vale un premio de cincuenta y cinco pesetas, mientras que para Víctor Rojo la recompensa es un reloj de pulsera de la casa de alquiler Ciclismo Sport. El 21 de octubre se vuelve a disputar una prueba entre las dos grandes ciudades asturianas, en la que vuelve a vencer Castro, esta vez en solitario con más de un minuto de ventaja sobre Primitivo Fernández, y mejorando los registros del mes de julio con un tiempo de una hora y cuarenta y ocho minutos para una media superior a los treinta y tres kilómetros por hora. La gran aceptación de estas carreras la refleja el periódico El Mundo Deportivo de Barcelona: “La carrera había despertado gran interés y acudió a presenciar la salida y llegada de los corredores numeroso público, así como en Oviedo y en todos los pueblos del trayecto”. Más jugoso fue el premio obtenido por vencer la carrera provincial entre Infiesto y Soto de Dueñas, en la que Castro ganó 100 pesetas, mientras que Primitivo Fernández, de nuevo segundo clasificado, obtuvo cincuenta pesetas y una cámara de la casa Cuesta de Gijón. En esta época Castro ya es una figura en Asturias, como testimonia el diario La Prensa del 29 de octubre, que atestigua cómo Ángel Castro es el encargado de dar la salida oficial de la carrera de neófitos organizada en Avilés por el Club Ciclista Gijonés, en la que “la concurrencia del público era tan numerosa que costaba gran trabajo contenerle, principalmente enfrente de la meta”. 1925 es un año clave para el ciclismo asturiano y, de nuevo, Ángel Castro será su máximo exponente. El corredor del Club Ciclista Gijonés participa en el Campeonato de España en San Sebastián con una fantástica actuación que le sirve para lograr una meritoria duodécima posición, a poco más de un minuto del vencedor Ricardo Montero, y por delante de estrellas del momento como Barruetabeña, Marcelino Ruiz o Miguel Serrano. Es además el primer ciclista de tercera categoría en cruzar la meta en Tolosa.
Tras el éxito conseguido en el campeonato nacional, llega la segunda edición de la prestigiosa Vuelta al País Vasco, con gran participación internacional. August Verdyck se impuso en una general dominada por los belgas. El primer español fue Ricardo Montero, que concluyó en decimocuarto lugar. Ángel Castro terminó vigesimocuarto, un enorme éxito el conseguido por él. También Víctor Rojo dejó alto el pabellón del ciclismo asturiano, como celebraba una columna de La Prensa firmada por M. Monasterio que no nos resistimos a reproducir: “Ahí tienes, lector, dos valientes de la “bécane”. En efecto, Asturias se muestra hoy orgullosa de esos sus representantes en la II Vuelta Ciclista al País Vasco, de esos dos hombres muy hombres – como dice Excelsior – de ese par de bravos. Por las carreteras del País Vasco y por las “villegiatures” del país vecino, Castro y Rojo han tremolado triunfalmente el pabellón ciclista asturiano […] y han obtenido un resonante triunfo para Asturias, para Gijón, y para el Club Ciclista Gijonés cabalgando sus relucientes y aceradas jaquitas […]. Ahora solo esperamos que el elemento verdaderamente deportivo de Asturias sepa rendir el más brillante y merecido homenaje que corresponde a esos animosos muchachos que han sufrido más de 25 horas de agotador esfuerzo sobre el sillín de sus máquinas en titánica lucha con los “ases” por hacer elevar el prestigio que siempre el ciclismo astur tuvo”. Este es el año en el que surge también el germen de la ya nonagenaria Vuelta a Asturias, con la disputa de la Pequeña Vuelta a Asturias, el día 8 de noviembre, que recorre la zona central de la región en una jornada maratoniana de 231 kilómetros, con salida en Gijón y llegada en Avilés. El vencedor es el bilbaíno Segundo Barruetabeña, que completa el recorrido en más de nueve horas a lomos de una Helvetia. Víctor Rojo y Ángel Castro completan el pódium, tras una gran carrera conjunta de ambos. El 22 de julio de 1926 comienza la ya bautizada como I Vuelta a Asturias, un acontecimiento ciclista de primer
orden a nivel nacional, que servirá además para proclamar como Campeón de Asturias al primer ciclista de la provincia en la clasificación general. La vuelta se componía de tres etapas: la primera entre Gijón y Oviedo, recorriendo todo el oriente asturiano, hasta Llanes, para un total de 250 Kms; la segunda saldría de la capital asturiana rumbo al occidente, con meta en Cangas de Tineo tras 187 Kms; mientras que la definitiva partía de la localidad tinetense para finalizar de nuevo en Gijón después de 237 kilómetros. Los premios repartidos no eran baladí, pues el campeón de la Vuelta se haría con 1200 pesetas, por 1000 para el segundo y 800 pesetas y una bicicleta para el tercer clasificado, repartiendo un total de 7180 pesetas en premios. Curiosas eran también las recompensas al campeonato provincial; para el campeón, 500 pesetas, una copa del Club Gijonés de La Habana, otra copa de oro de dieciocho quilates y 100 gramos de peso, cincuenta pesetas donadas por el Real Sporting Gijonés y un par de zapatos de ciclista; para el segundo 400 pesetas, un neceser de viaje del Real Club Astur de Regatas y otro par de zapatos de ciclista. La gran estrella de la época, Ricardo Montero, venció en las tres etapas y en la general, dominando de cabo a rabo la carrera. En la primera jornada se impuso a Miquel Mució y a un joven Mariano Cañardo; el segundo día al ídolo local Ángel Castro y a Victoriano Otero; y en la última etapa volvió a quedar por delante de Ángel Castro y Miquel Mució. De esta forma consiguió Ángel Castro un memorable tercer puesto en el pódium, cimentado en sus grandes exhibiciones en los descensos de las complicadas carreteras asturianas, detrás de dos figuras rutilantes como Montero y Mució, lo que le sirvió además para proclamarse Campeón de Asturias. No fue un buen año en lo deportivo para Ángel Castro 1927, pues las lesiones le impidieron participar en la II Vuelta a Asturias y revalidar su título de campeón provincial. Pero su importancia en el ciclismo asturiano queda de manifiesto al lograr organizar una carrera con su nombre, con salida y meta en Gijón, en la que participaron los mejores ciclistas de la
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región y que consiguió donaciones de varias empresas y particulares de la zona.
defienden prestándose la ayuda indispensable en esta clase de manifestaciones deportivas”.
En 1928 Castro vuelve con fuerza a la competición, aunque no consigue lograr una ansiada victoria en la I Vuelta a Llanes, carrera en la que destaca siendo el corredor más combativo, pero que termina con el triunfo del cántabro Francisco Aja. Ángel Castro tiene que contentarse con un curioso segundo puesto compartido con otros siete corredores, entre los que los jueces declaran un polémico empate.
Las expectativas son altas pues para la III Vuelta a Asturias, en la que participan todos los grandes del ciclismo español. Disputada en cuatro etapas, que se reparten entre Ricardo Montero y Mariano Cañardo, primero y segundo de la general respectivamente, la edición no decepciona a la entregada afición asturiana, que vuelve a vivir una gran actuación de Ángel Castro. El ciclista del Club Ciclista Gijonés consigue llegar segundo en la tercera etapa, vencida por Cañardo, y terminar quinto en la general, siendo el primer asturiano y quedando por delante de estrellas como Segundo Barruetabeña, Francisco Cepeda o Federico Ezquerra, entre otros.
Recuperado su estado de forma, Castro recupera el título de campeón regional, en una carrera disputada ya fuera de la Vuelta a Asturias. El retorno del as del ciclismo asturiano se celebra con efusividad en la prensa provincial, como se puede leer en un emocionado artículo de La Prensa del 24 de julio de 1928 firmado por M.Monasterio: “Ángel Castro, el hombre que en Asturias disfruta de sin par popularidad, el que electriza a las masas que se asoman a la carretera para emocionarse y vibrar viéndole escalar y culminar los picos casi inaccesibles a estas pequeñas máquinas que se lazan veloces como el rayo, es el nuevo campeón ciclista asturiano. […] Sus condiciones son en verdad portentosas y esa primordialísima cualidad, vese ahora adornada con su manera fija y concienzuda de conducirse sobre la carretera; tira cuando el momento es propicio; demarres tanteadores que no prolonga inútilmente cuando advierte que el contrario sostiene la contestación; sabe retener el tren si de esperar a un compañero de equipo y de fatigas se trata, aunque sea su enemigo más peligroso en caso de que en los últimos kilómetros se vieran juntos, y se le advierte esta táctica al nuevo y formidable campeón porque su postura es fácil, no tiene nada de profunda, sube y baja pedaleando con frescura y sencillez. […] Este as asturiano levantará de nuevo a las masas cuando en la próxima Vuelta a Asturias se meta por los Mucios, los Monteros, los Cañardos, a los que posiblemente diezmará más aún si nuestros hombres se aúnan y
El gran año de 1928 no puede terminar con el gran colofón de volver a intentar brillar en el Campeonato de España, de 100 Kms de contrarreloj, puesto que, pese a haberse ganado la invitación como líder del ranking provincial, le resulta imposible participar en la prueba por inconvenientes de última hora. Asturias queda por tanto sin representación en la lucha por el entorchado nacional, ya que el otro corredor seleccionado, José Menéndez “Pinzales”, declina su asistencia al encontrarse en bajo estado de forma. Pero ese lustro de gloria del ciclismo asturiano, encabezado por el nacimiento de la Vuelta a Asturias y las hazañas de Ángel Castro y el Club Ciclista Gijonés, se diluye como un azucarillo en 1929. La carrera asturiana deja de disputarse y el club ciclista desaparece. Premonitoria de esta lamentable situación es la carta del propio Ángel Castro que publican los diarios asturianos el 23 de enero de ese año: “[…] Es el caso que, cuando hace poco tiempo circuló la noticia de la fusión del Club Ciclismo Sport con el Club Ciclista Gijonés, invadió el ánimo de los innumerables aficionados locales a este bello deporte del pedal, una gran satisfacción […] y se creía que una vez todos juntos, podíamos hacer algo grande. […] Pero a medida
que el tiempo transcurre, la satisfacción de entonces se va tornando en pesimismo al ver que el nuevo Club (producto de la fusión) no da señales de vida, pues a todo el mundo extraña que no se haya hablado nada aún de la celebración de carreras preparatorias para las de la próxima estación que se aproxima. [...] ¿Y de la Vuelta a Asturias? Según tengo entendido, no hay el menor indicio de organización, y es una verdadera pena que se deje desaparecer este famoso torneo que todos los veranos tenía pendientes de su resultado durante unos días, no solo a todos los asturianos, si no a gran parte de deportistas de toda nuestra península. […] Por lo cual, yo creo sería hora de ir pensando en algo para que no nos suceda como casi siempre a todos los asturianos, que no nos acordamos de Santa Bárbara hasta que truena”. Terminaron así, de golpe y porrazo y de la peor manera posible, unos años grandes para el ciclismo asturiano. Un lustro que llenó de color las carreteras, pistas y cunetas de la región. Ángel Castro colaboró para intentar sacar adelante carreras provinciales, donando premios, siendo uno de los impulsores de la creación de un comité para regir las sociedades ciclistas asturianas y formando parte, en Gijón, de la Fiesta del Pedal, en la que reapareció como competidor en 1932. La Vuelta a Asturias, por su parte, cayó en el olvido hasta ser recuperada, ya muchos años después, en 1947.
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Koppenberg: El estrecho tesoro de Flandes
Koppenberg: El estrecho tesoro de Flandes Alberto Díaz Caballero
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élgica, y en especial la región de Flandes, guarda algunos de los mayores tesoros referentes al mundo del ciclismo. En esta parte de Europa la bicicleta, ya sea como medio de transporte o a modo de competición, es una verdadera religión y tradicionalmente se disputan infinidad de carreras a lo largo de la temporada. De todas ellas, el Tour de Flandes y sus míticos adoquines son la cita más importante del año. Digno de visita es el museo dedicado a la carrera flamenca situado en Oudenaarde, actual meta de la prueba, con una exposición permanente de recuerdos, maillots y bicicletas de los momentos más significativos de De Ronde Precisamente dentro del municipio de Oudenaarde, en las Ardenas flamencas, concretamente en Melden, se ubica uno de los santuarios adoquinados que jalonan el durísimo recorrido del Tour de Flandes. Hablamos del legendario Koppenberg, que significa “montaña de las cabezas”. Con apenas setenta y siete metros de altitud sobre el nivel del mar, 600 metros de longitud, una pendiente media del 12% y una máxima de hasta el 22%, este empinado y estrecho camino se ha hecho un hueco indiscutible en la leyenda del ciclismo.
Koppenberg. Debido a su estrechez, la pendiente y el estado de los adoquines, cada año se vivían escenas rocambolescas. Los ciclistas debían poner el pie a tierra y los vehículos de los equipos y de la organización, en ocasiones, hacían peligrar la integridad física de unos corredores que trataban de subir como buenamente podían, buscando los laterales de la calzada que estaban en mejores condiciones. En la citada edición del 87 marchaba en solitario con algunos segundos de ventaja sobre el grupo principal el corredor danés del conjunto Roland, Jesper Skibby. El coche del comisario de carrera, en su intento de tomar posiciones más adelantadas, aceleró en plena ascensión al Koppenberg llevándose por delante a Skibby, que dio con sus huesos en el suelo. Afortunadamente el ciclista danés no sufrió daños de excesiva consideración, sin embargo, la organización tomó la decisión de, debido a este incidente, suprimir la subida a la colina del Koppenberg en los años
siguientes. Nada menos que quince años, hasta 2002, tuvieron que transcurrir para volver a ver en el recorrido del Tour de Flandes una ascensión al Koppenberg. La cota fue pavimentada y arreglada adecuadamente como medida de seguridad de los corredores que lo transitan durante De Ronde. Desde entonces y hasta la actualidad, con la única excepción de 2007, este tesoro ciclista de Flandes ha sido incluido en la carrera. No obstante, debido a su lejanía respecto a la línea de llegada, ni suele ser decisivo, ni parte de ningún movimiento entre los ciclistas que optan al triunfo, como sí ocurre en Oude Kwaremont o Paterberg, pero cada año nos brinda algunas de las imágenes más espectaculares de la temporada ciclista. Igualmente el Koppenberg es protagonista de una prueba de ciclocross, el Koppenbergcross, que pertenece al calendario de pruebas BPost Bank Trofee.
Fue novedad en el recorrido del Tour de Flandes en 1976 y desde entonces apareció en el mismo de forma ininterrumpida hasta 1987. Aquel año fue sin duda el punto de inflexión para el cronoramia.com
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Cinelli, una marca diferente
Cinelli. Una marca diferente Ricardo de Miguel
E
stilo, saber estar y clasicismo, son las palabras que mejor pueden definir a esta marca italiana. Un logo con historia, una firma que se sabe deudora de un pasado triunfador y consciente del tiempo que vivimos. Características estas que le han servido para posicionarse y buscarse un hueco en un sector tan competitivo y en auge como es el mercado de la bicicleta.
a 150000 a lo largo de 1978. Su producción era de un 80% de componentes frente a solo un 20% de bicicletas. No más de 700 unidades de cuadros eran fabricados al año en su factoría.
Repasemos primero su historia, para poder entender los orígenes, y el funcionamiento de esta marcahoy en día.
Siempre estuvieron muy comprometidos con la competición. En 1960 fueron los encargados de montar las bicicletas de la selección italiana de pista para los JJOO de Roma ́60. En esos mismos Juegos, subido en una Cinelli, ganó la medalla de oro de ciclismo en ruta Viktor Kapitanov. La selección japonesa de pista montó bicicletas Cinelli para los Juegos Olímpicos de Tokio ́64.
Esta compañía fue fundada en 1947 por Cino Cinelli, corredor profesional de 1937 a 1944. Nacido el 9 de febrero de 1916 en Montespertoli, provincia de Florencia, región de la Toscana, ganó la Milán-San Remo de 1943 y el Giro de Lombardia de 1938. Su hermano Giotto también estaba metido en la industria, pues trabajaba en Florencia construyendo tijas de acero y manillares. Cino Cinelli fue una mente privilegiada que contribuyó enormemente a la evolución del ciclismo moderno. A él se le atribuyen el primer manillar de pista de aluminio, el primer sillín recubierto de plástico, los primeros straps para pedales o los primeros pedales automáticos. Para entender su crecimiento: pasaron de construir 5000 tijas de aleación al año en los 50 a 7500 unidades a principios de los 60, llegando
Fueron de los más tardíos en incorporar el aluminio a su producción ya que estaban muy comprometidos con la fortaleza de sus cuadros de acero. Ese fue el motivo que retrasó su decisión de hacer el cambio de material.
En 1968 diseñaron la bicicleta con la que Ole Ritter batió su propio récord de la hora. En tiempos más recientes, grandes profesionales como Lemond, Fignon, Chiapucci, Hinault, Armstrong o Cipollini llevaron en algún momento de sus carreras estas bicicletas. En 1970 introdujeron el clipless pedal, precursores de los pedales automáticos. En el año 1978, entró en la compañía Antonio Colombo, amigo de Cino Cinelli y miembro de la familia dueña de la empresa Columbus, que les suministraba tubería de acero, aunque en
aquellos momentos se había separado de la empresa familiar. Eran años de intenso desarrollo y vieron la luz varios cuadros que se harían míticos con el paso de los años: Decals, fabricado por el constructor Italo Lupi, y Laser, ideado por Andrea Pesenti y hechopor Paul Erzegovesi. Grandes constructores pasaron por la factoría como; Luigi Valsassina quien llegó desde Bianchi en 1949 y que había hecho cuadros para Fausto Coppi; Serafino Tomi de 1975 a 1980; Claudio Chiricoen 1980; el nombrado anteriormente Andrea Pesenti, que empezó a introducir los cuadros de mountain bike; Mario Camilotto; y el constructor desde 1990 hasta 2008, Giovanni Losa. En 1983, Colombo, ante el retiro de Cino de la compañía, adquiere más poder dentro de ella, aunque el hijo de Cino, Andrea Cinelli, sigue siendo el presidente de la compañía durante unos años. Empiezan a explorar distintos campos como el mtb (mountain bike). En 1985 llevan a Italia el primer modelo de este tipo de bicicletas, el Rampichino. Pero, sobre todo, empiezan, poco a poco, su particular cruzada para llevar las bicicletas de pista a las calles. Los modelos de piñón fijo empezaron muy paulatinamente a moverse por las grandes ciudades. Todo ello haciendo hincapié en la preocupación
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de los Colombo por fomentar, todavía más, un gran concepto visual y de diseño en las manufacturas de Cinelli. Dicen de ellos mismos quehan sido la primera compañía en acercar el mundo del arte a las bicicletas con fértiles colaboraciones con artistas como Keith Haring, Italo Lupi, Barry McGee o Mike Giant, los cuales decoraron sillines, cintas de manillar, cuadros, etc. Modelos clave de su gama fueron Bootleg en 2000, Ram en 2002, Mystic Rats en 2009 y Gazzetta en 2010. Una colaboración que se forjó un poco por casualidad y es ahora inquebrantable es la formada con el colectivo-tienda de San Francisco
MASH, un grupo de gente con muy buenas ideas a la hora de grabar vídeos de piñón fijo, muy inquietos, que lo mismo compiten en criteriums, que en ciclocross,que en carretera. La amistad entre ambas comenzó más con roces que con halagos. El colectivo MASH hizo unas camisetas con la paloma de Columbus boca abajo, lo que no gustó mucho a Antonio Colombo. Tras conocerse mutuamente, ese “diseño” alternativo se ha seguido utilizando y ha sido aceptado por la propia Columbus. A raíz de esta colaboración, Cinelli saca cada año una versión del cuadro Mash Cinelli, todo un clásico de diseños novedosos. Por si todo esto fuera poco, en 2010
la empresa italiana comenzó a esponsorizar el circuito Red Hook de criteriums de piñón fijo y formaron un equipo junto a la marca Chrome Bags para competir en el mismo. Desde 2012 tienen su sede en Caleppio, al sur de Milán. Oficina de diseño y central de ventas. Sin lugar a dudas, Cinelli es una marca que ha sabido buscar su hueco y su fiel público en la industria de las bicicletas siguiendo un camino diferente y único. Se trata de una firma genuina, con pasado y un futuro brillantes y, sobre todo, un atractivo presente lleno de color, como sus diseños y su manera de ver el mundo de la bicicleta.
Pr贸ximo ejemplar Abril 2016