Año 5 Nº 38
Foto de Kai Fagerström
Spes Unica
Escriben y colaboran en este número:
Horacio Otheguy Riveira; Mariano Liebana; Elisa Pérez; Gisela Courtois; Guillem de Rubenhor; Chabela Ximénez; José Luis García Ortego; Oscar Ramentev; Roberto Langella DICIEMBRE 2013
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Sumario Editorial
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¿Así que quieres ser escritor?, por Charles Bukowski
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Doble vida, por Gisela Courtois
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Al doblar una esquina, por Roberto Langella
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Los novios, por María de la Paz Reyes Peña
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Personas sin sentimientos, por José Luis García Ortego
14
La mujer en llamas (capitulo 2), por Horacio Otheguy Riveira
18
Canelita o el paso de azúcar amarga (12º entrega), por Chabela Ximénez
21
Se me cayeron las alas
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Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013, por Guillem de Rubenhor
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Textuales
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Coquetería fingida, por Elisa Pérez
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¿Quimicontás?, por Mariano Liébana
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Los signos del horóscopo chino (Jabalí)
38
Batman desencadenado (última parte), por Oscar Ramentev
43
Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
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El arte de Kai Fagerström
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Horóscopo
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Sumario de números anteriores
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Murió Ricardo Fort (q. e. p. d.)
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l día 25 del mes pasado falleció, a los 45 años de edad, Ricardo Fort, heredero de una de las empresas fabricantes de chocolates más importantes y tradicionales de Argentina, quien en los últimos años había intentado imponer infructuosa, desesperada y por todos los medios su figura pública en los medios masivos, mayormente en la televisión, con alguna veleidad de talento artístico. Era un millonario ostentoso que había arruinado su cuerpo y su alma, probablemente el producto más acabado como paradigma de lo que fueron en este país los negros años del capitalismo salvaje, la década menemista de los ‗90. En su muro de Facebook el escritor Jorge Garayoa publicó la siguiente reflexión al respecto: UN DISPARADOR (por Jorge Garayoa)
Y confirmo que debe ser tristísimo armar una imagen pública de una identidad diferente a la real. En pleno siglo 21 el tipo empezó simulando que no era homosexual. Necesitó crearse un corpachón de macho, y muy tatuado. Compró novias mediáticas. Compró talento artístico. Compró a sus hijos, con espermatozoides propios y ovarios contratados (en EE. UU., donde es habitual).
Me entero de que murió Ricardo Fort.
Me parece que, además de ―un pobre tipo con mucha plata‖, fue ―un pobre tipo con un hambre voraz de amor y de identidad‖.
Inmediatamente me aparecen pensamientos o emociones opuestas.
Me pregunto, ¿esto mismo no le pasará a mucha gente, sin tanta fama?
Leo ―se murió un pobre tipo con mucha plata‖.
De eso voy a charlar con conocedores esta noche en el programa de radio.
Leo ―fue muy generoso‖. Me relajo y pongo la tele. Para escuchar. Para informarme.
Y me digo: ¡carajo, qué feliz que soy!
Confirmo lo que ya sabía. Que fue arrogante. Que fue exhibicionista. Que fue superficial. Confirmo que se creía inmortal. Que al final no aguantaba los dolores. Que le tenía terror a la soledad, pero que su cuerpo quedó absolutamente solo en el velatorio. También confirmo que algunos lo quisieron, pero que a él no le alcanzaba. Que tapaba su enorme sed de afecto intentando comprarlo.
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s rara la sensación, un sentimiento mezclado de lo felices que somos, como dice Jorge, a la vez que de lo miserable, lo patético de la condición humana. Por fin Ricardo Fort ya puede descasar en paz, lástima el desperdicio. Roberto Langella, diciembre, 2013.
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¿Así que quieres ser escritor? escritor?, por Charles Bukowski
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n otra cama, frente a de mi madre, yace todavía viva una señora cuyo nombre desconozco. Todo lo que sé de ella es que es obesa, que nunca se mueve ni cambia de posición, que pese a este descuido y milagrosamente no sufre de escaras, que posee un carácter algo antipático y que puede hacer con su cuerpo mucho más de lo que realmente hace, pero jamás se olvida de disimularlo. Ocurre que le resulta más atractivo solicitar a otras personas que vengan a hacer por ella las tareas propias de la intimidad de cada ser humano. Entonces siempre se la escucha diciendo cosas como ―Por favor, señor, ¿me acerca la taza de té?‖; ―Por favor, señorita, ¿me podría guardar el cepillo del pelo en el cajón?‖; ―Señora, ¿no me abre el paquete de galletitas?‖; o ―Señorita, ¿me puede alcanzar la gasa que tengo en la cabecera de la cama?‖ Este asunto de la gasa, tiene que ver con que alguna vez las enfermeras, gentilmente, le colocaron una gasa anudada para que ella misma pueda sujetarse y acercar su cuerpo hacia la cabecera. Supongo que con este método intentaban lograr que empiece a moverse por sus propios medios, pero no resultó el invento. ―La paciente se niega a valerse por sí misma‖, dirá la Historia Clínica archivada en la sala de médicos dentro de una carpeta en cuya tapa puede leerse, bien grandote, el número 312. Todo aquel que entra en la habitación para visitar a alguna de las otras pacientes termina asistiendo, tarde o temprano a esta señora que, un poco balbuceante, comienza solicitando tímidamente alguna de sus seu-
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do-necesidades y termina por formar parte esencial del paisaje mental de las visitas quienes, al principio solícitas, no tardan en sentirse algo contrariadas por desatender a sus allegados para ofrecer ayuda a una desconocida que, para colmo, tiene en la mirada un brillo malvado, muy tenue, que lo deja a uno sin saber qué pensar. Y como nadie, jamás, viene a visitarla a ella, nunca las demás pacientes podrán desquitarse y jugarle con la misma moneda. Como todos la conocemos, muchas veces contestamos con un ―no‖ a sus pedidos. Entonces empieza la extorsión: llama a las enfermeras a los gritos… incansablemente. Un minuto, cinco minutos, diez, quince… Hasta que otra paciente se arrebata y la amenaza con tirarle un balde de agua fría. Entonces vuelve a silencio, pero murmura: -―La puta que te parió… vieja pelotuda.‖
contró, pero que hace ya mucho tiempo desaparecieron todas. Se las tragó la tierra…, a las cinco. Digamos que se trata de un caso de abandono, bastante frecuente en los hospitales públicos. A veces pienso que quizás estas cinco hijas tenían sus motivos para abandonarla. Es más, a veces tengo ganas de abandonarla yo misma…, en el jardín en pleno invierno. Todo esto es la versión oficial, la verdad generalizada, por así decir. La primera vida. Pero pasaron los días, mamá no mejoraba, y fue necesario que me quede con ella algunas noches en el hospital. En una ocasión, eran las cuatro de mañana, alrededor todo era silencio; milagrosamente ninguna vieja estaba gritando ni había hecho rebote ningún comprimido de Lexotanil. De manera que la porción de noche que queda encerrada en el sector Geriatría había encontrado unas horas de
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tranquilidad. Fue en ese momento que la Gorda advierte que estoy despierta y, en medio de la penumbra solicita: -―Por favor, señorita. ¿Puede ir a la cocina y fijarse si dejé el fuego encendido que creo que me ol-
n el hospital, comentan que esta señora, a quien de ahora en adelante llamaré ―la Gorda‖, tiene cinco hijas. Dicen que, en su momento, el Hospital las buscó y las en-
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vidé?‖ -―Sí, cómo no‖, contesté. Y me dirigí al baño de la habitación a hacer mis necesidades. Al salir, me pregunta, insistente: -―Y dígame… ¿estaba el fuego de la olla encendido?‖ -―Sí, pero lo apagué.‖ -―¿Y se quemó la olla?‖ -―No, para nada.‖ -―Ah… Muchas gracias, señorita‖. -―De nada.‖ Pasó una hora, o quizás un poco más. La Gorda vuelve a su embestida y esta vez me despierta pidiéndome lo siguiente: -―Señorita, si es tan amable… Ahí en la cocina, al lado de la olla, va a ver que hay un señor. ¿Le puede decir que me venga a buscar que me quiero ir?‖ -―¿Mmmmm…?‖ -―Sí, al lado de la olla. Un señor que me va a venir a buscar. Dígale que venga, así pago y me voy, que tengo que hacer cosas. Si puede venir a buscarme así pago y me voy… que me quiero ir.‖ -―Bueno, ahora lo busco.‖ Dado que la gorda ya me despertó definitivamente, emprendo camino hacia la cocina del piso a prepararme un café. Estando en la cocina y mientras esperaba que hierva el agua, observaba la taza rodeada de las cucarachas vitalicias del Hospital Durand. Cucarachas bien educadas, hay que admitirlo. Jamás se acercan a los objetos que puedan entrar en contacto con la mucosa humana como tazas o cubiertos. Andan en las paredes o sobre la larga mesa de mármol, sin otra intención que la de transitar libremente por sus dominios. Entonces pensé que si el señor de marras se encontraba al lado de la olla, se trataba de un señor de un tamaño semejante al de una olla o semejante al de la enorme pava que tienen aquí, en el Hospital. Sería un señor de unos cincuenta centímetros de altura, que
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vagaba por la mesada, por las hornallas y sobre el piletón. Convivía con las cucarachas, a la espera de vaya uno a saber qué, pero la Gorda estaba convencida de que era él quien debería rescatarla del encierro de Geriatría. Es más, un poco aturdida por este extraño despertar, recuerdo que llegué a pensar que si cae la bomba atómica, quizás sólo se salven las cucarachas, el señor de cincuenta centímetros y la Gorda. Mientras volvía a la habitación con mi café en la mano, pensaba en algún invento para dejar tranquila a la Gorda y que se quede callada por un buen rato. A esta altura yo ya estaba advertida de que ella jamás olvidaba en qué punto había dejado su fantasía tras la última conversación. Entré en la habitación, y dicho y hecho. -―Señorita. ¿Encontró al señor que le dije?‖ -―No, porque es muy temprano y todavía no se puede abrir la puerta del hospital. Hasta que no llegue el portero nadie puede entrar ni salir.‖ -―¿Y a qué hora llega el portero?‖ (Pienso… pienso… tiene que ser después del desayuno, que ya se despabila la Gorda). -―A las diez.‖ -―¿De la mañana o de la noche?‖ -―De la mañana‖ -―¿Y qué hora es?‖ -―Las cinco y media… de la mañana.‖ -―Ah…‖ Nos quedamos en silencio. Yo bebí mi café y ella dormía o algo parecido. Ya eran las seis y empezaba el movimiento hospitalario típico de las mañanas. El movimiento de enfermeras que cambian pañales, de empleados que limpian los pisos, de médicos que vienen a medir los signos vitales, de camareros con bandejas con el
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desayuno, de voluntarias que vienen a ayudar a los desposeídos… Y cuando te querés acordar, ya casi es mediodía.
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Al doblar una esquina esquina, por Roberto Langella I
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a despertó la claridad del nuevo día, que trasponía la tela opaca y celeste del cortinado. Despertó lentamente, como quien no quiere regresar de un sitio confortable, aunque no se le reconozca o recuerde más que por la sensación. Pero al contemplar el cielo raso y abrir bien los ojos, y luego al ver el placard más allá de sus pies, y al tantear la suavidad de las sábanas y lo mullido del colchón, súbitamente supo que ese lugar no era el suyo, simplemente, esa no era su habitación. Cuando se volteó y vio al hombre de espaldas, durmiendo a su lado, literalmente el terror la arrancó de la cama. Presa del pánico, su espalda chocó contra la pared de enfrente y su trasero contra el suelo. Cuando notó que pese al ruido provocado el hombre seguía durmiendo plácidamente, intentó mermar su agitación, para no despertarlo. Entonces miró a uno y otro lado, y vio que lo único reconocible era la remera y la braga que llevaba puesta, y el resto de la ropa que había vestido el día anterior, ahora doblada prolijamente sobre un pequeño sillón, ubicado en un rincón del cuarto; sus zapatillas en el suelo, debajo del mismo. Sobre la mesa de luz de su lado había un paquete de cigarrillos de la marca que ella fumaba, Marlboro, abierto pero sin empezar, un cenicero y un encendedor. Tomó nerviosamente el paquete, intentando no hacer ruido, y encendió uno, creyendo que eso la ayudaría a
despejarse; fumar siempre la ayudaba a pensar. Lo primero que intentó fue recuperar el último recuerdo del día anterior. Nada, una noche como tantas. Cena de comida china frente al televisor, repantigada en el sofá, con Tufi, su gata, en el regazo. Vio Eterno resplandor de una mente sin recuerdos por cable, por enésima vez, y lloró con el melodrama como todas las otras veces. Luego de eso se tomó un café, sentada en la cocina, siempre acompañada por su gata, y como todas las noches se lamentó de su soledad. Le dio una calada larga al cigarrillo y volvió la mirada a la espalda desnuda y la nuca de aquel hombre dormido. Debió secuestrarla. Debió estar merodeándola, debió violar la entrada a su departamento y debió secuestrarla, sí, y traerla a ésta, su guarida de delincuente. Pero su último recuerdo era el de haberse acostado en su cama y dormirse, ¿cómo entonces pudo secuestrarla sin despertarle? Bueno, quizás la hubiera drogado, se dijo. Drogar a una mujer dormida sin que ella se dé cuenta, ¿es esto posible? Quizá con un pañuelo embebido en formol, pero, ―desmayar a una persona dormida, qué patético‖, se dijo. Se quemó los dedos con la colilla del cigarrillo y eso la previno de que estaba perdiendo el tiempo. El hombre despertaría de un momento a otro y para entonces ella ya no debería estar allí. En el mayor silencio posible se puso de pie, tomó su ropa y sus zapatillas y salió de aquella habitación. Se guió hacia una luz fuerte que había al fondo de un pasillo corto, llegó a un comedor, a decir verdad, bastante bonito en su decoración, y limpio. Se sor-
prendió de ver que Tufi le salía al paso de debajo de algún mueble, posiblemente, maullándole. El tipo había secuestrado también a la gata, parecía. Se apuró en vestirse y en calzarse. Luego tomó a la gata en brazos y se dirigió a lo que tenía que ser la puerta de entrada. Estaba cerrada con llave. Ya harta de lo que se dijo era una situación muy idiota miró al amplio ventanal que daba al jardín delantero de la casa, y luego al sillón que había a un costado.
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o despertó el estruendo. Pero creyó haberlo soñado luego de darse cuenta que no estaba soñando, al advertir que no sabía dónde estaba. Notó que estaba en una cama de dos plazas, y que las sábanas del sitio al lado suyo estaban arrugadas. Dedujo que la mujer estaría en el baño, sin duda dándose una ducha, solo que… ¿qué mujer? Se sentó en la cama y volvió a mirar hacia todos lados. No había caso, no había forma de reconocer el lugar, no sabía dónde estaba ni a quién pertenecía esa habitación. ―Lo obvio –se dijo– es que anoche salí de juerga, debo haber tomado unas copas, unas cuantas… Bueno, muchas, demasiadas, debo haber tomado como una cuba. Luego me enredé con alguna tipa, vinimos a su casa e hicimos el amor como lobos toda la noche, hasta que me desmayé…‖. Pero enseguida reconoció que no recordaba nada de eso. Que hacía años que no
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bebía y que se encontraba completamente despejado y descansado, que todavía olía al perfume del jabón –se había dado una ducha antes de acostarse– y que, lo más importante de todo, no era la clase de hombre ―que sale de juergas‖, no había forma de que no se acordara. Tomó un cigarrillo del paquete de la mesa de luz, y vio que en la otra mesa había otro paquete, uno de Marlboro, él no fumaba de esa marca, vio que a ese paquete le faltaba un cigarrillo.
―Bueno, hay alguien más en esta casa, cuando la vea ella me lo explicará todo, o mejor, recordaré todo al verla‖. Notó que la cama era muy cómoda, se hallaba en un ambiente muy cálido y limpio, abrigado, había dormido como un lirón, se sentía de muy buen ánimo, casi se diría, divertido. Hacía años no se sentía así, divertido. Se levantó de la cama y salió de la habitación, al pasillo corto. Vio dos puertas. Apoyó la oreja en una y en otra, en ambas, silencio. Golpeó tímidamente a la de la derecha, la que le pareció era la del baño, pero no hubo respuesta. ―Hola, ¿hay alguien aquí?‖, preguntó, pero nadie le respondió.
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Por fin se decidió por la puerta de la izquierda y vio que se trataba de una cocina. La mesa tenía un mantel cuadriculado, y la ventana pequeña cortinas amarillas. Todo se veía muy pulcro y decente. Salió de allí y fue a la puerta de enfrente, era el baño, estaba también vacío. ―La mujer… debe haber salido –se dijo– quizás fue a comprar algo para el desayuno‖. Regresó a la cocina y fue a abrir la heladera. Encontró que estaba llena de alimentos, todos los paquetes y botellas sin abrir, había algo de artificial en todo eso. Sintió hambre. Tomó un cartón de leche y lo abrió con el filo de un cuchillo que encontró en un cajón –cada cosa estaba en su lugar, no habían restos ni platos ni utensilios en el secador, el cesto de residuos estaba vacío y limpio, parecía que jamás le hubieran dado uso – en una alacena encontró más alimentos, también todos paquetes sin abrir. Tomó un paquete de bizcochos. Se sentó a la mesa y acabó con medio cartón de leche y con medio paquete de bizcochos, viendo el reguero de migas que iba formando en la mesa. Entonces cayó en la cuenta de que esa casa no tenía uso. No había una sola mota de polvo en el suelo, ni una mancha, ninguna cosa fuera de lugar. Entonces se dio cuenta que nunca antes más que él había estado en esa casa, que estaba solo y que no había a quien esperar. Eso le despertó más aversión que la posibilidad de haber salido de juerga por la noche y no recordarlo. Es que realmente era una situación peor. No sabía dónde estaba, ni cómo había llegado allí, tampoco sabía cómo volver a su casa. Miró la comida y se preguntó si
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no estaría envenenada. Salió de allí completamente intranquilo, hacia el otro lado del pasillo, y llegó al comedor y vio el amplio ventanal que daba el jardín de entrada, destrozado, con la madera de los marcos astillada y los trozos de vidrio dispersos por el suelo. Los cortinados rasgados. Se acercó lentamente hacia allí y vio el sillón caído al otro lado, sobre el césped del jardín. Entonces recordó el estruendo que le había despertado, eso no había sido un sueño.
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egresó ya nervioso al dormitorio. Vio su ropa prolijamente doblada sobre un pequeño sillón, gemelo a otro que había en la otra punta del cuarto. Tomó la ropa y se vistió. Fue por el paquete de cigarrillos sobre la mesa de luz, entonces vio el cajón, lo abrió, allí estaba su documento de identidad. Entonces miró a la otra mesa de luz, al otro paquete de cigarrillos. Fue hasta allí y también abrió ese cajón, también allí había un documento de identidad, el de una mujer, Susana Villalba, decía. Miró la fecha de nacimiento, tenía un año menos que él. Miró la fotografía, sin darse cuenta la acarició con la yema del dedo. Miró al placard. Fue hasta allí y lo abrió, y lo encontró lleno de ropa de mujer, del centro a la derecha, y de hombre, del centro a la izquierda, prolijamente acomodada y colgando de perchas. No era su ropa, era toda ropa nueva, pero era de su talle la que a él correspondía. Volvió al comedor a grandes zancadas, con las sienes latiéndole. Se dirigió a la puerta de entrada, estaba cerrada con llave. Entonces miró al ventanal
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roto, al sillón caído en el césped del jardín. Fue hasta el sofá y se dejó caer, completamente abatido. ―Ella debió despertarse antes que yo –se dijo– se aterrorizó y se marchó‖.
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l caer la tarde se hallaba aún sentado en el sofá, en la misma posición. Había estado moviéndose por la casa, de cualquier modo, incluso había encontrado la llave de la puerta de calle en la cocina, colgando de un adorno de madera adosado a la pared, un pequeño cartelito, que rezaba: ―Aquí están las putas llaves‖. Por eso ella no necesitó llamar al regresar. Simplemente abrió la puerta y dejó a la gata en el suelo. Eduardo y Susana quedaron mirándose un momento. - No hay adonde ir-. Dijo entonces ella, rompiendo el silencio. -Susana… Está tu documento en tu mesa de luz. -Esto es un delirio, ¿verdad?, me volví completamente loca-. Y los ojos se le llenaron de lágrimas. -Esta casa… La mitad es tuya. Dijo el hombre y se puso de pie, dirigiéndose al dormitorio. Ella lo siguió. -Me desperté después que vos, por el estruendo que hiciste al romper la ventana… Imagino la desesperación que te habrá dado despertarte aquí y al lado mío. En ese placard hay un maletín, y en ese maletín está la escritura de la casa, a tu nombre y del mío, y el talonario de una cuenta bancaria, también a nuestros nombres. No somos ricos pero tenemos suficiente para empezar con comodidad…
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Ella fue hasta su mesa de luz, a buscar su documento, lo observó detenidamente. -¿Notaste esto? -¿Qué?-. Preguntó él. -El lugar. Eduardo tomó el documento de su mano y miró. Sobre la firma y el nombre, y sobre la fecha de nacimiento y la foto y la huella dactilar, decía: ―República de Buenos Aires‖. Se miraron un momento. Luego le devolvió el documento a ella y fue a cotejar el suyo propio, en el cajón de su mesa de luz. Igual, decía lo mismo. Eduardo dejó caer su documento sobre la cama. -Siempre fui de la idea de que uno encuentra al amor de su vida al doblar una esquina-. Dijo. -Pero para producir el milagro, el universo debe suspender todas sus leyes, aunque sea por una infinitesimal fracción de segundo. -¿Comiste algo en todo el día?, la cocina está llena de comida. -No, no comí nada. -Date una ducha, si querés, ponete cómoda. Mientras yo cocino algo. ¿Cómo se llama tu gata?-. Pregunto saliendo. -Tufi. Tenemos que arreglar la ventana del comedor. -Ah, en el patio hay un depósito lleno de herramientas. Mañana sacamos dinero del Banco y compramos madera y cristales nuevos-. Le dijo él desde la cocina. Ella se quedó pensando si él habría visto aquella película… Pero no pudo recordar el título.
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No importaba, en el comedor había un televisor y un reproductor de DVD. Nada más debían buscar un videoclub en aquel barrio, al cual poder asociarse.
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Informe de vidas pasadas: Nuevo servicio de Spesunica
Los eclipses solares y lunares prenatales nos brindan información acerca del karma de un individuo, las características en conjunto de sus vidas pasadas y el correlato que de ello puede deducirse respecto de su vida actual. Esquemáticamente, podemos decir que por el signo zodiacal de su eclipse solar es que se indica las lecciones que ha venido el individuo a impartir a sus semejantes, mientras que el signo de su eclipse lunar es la guía de lecciones que necesita aprender para una ulterior evolución del karma. Un resumen de esto se agrega en el informe convencional de carta natal que nosotros brindamos desde nuestros inicios. Ahora ofrecemos una versión extendida, con una información realmente profunda, detallada, y lo más importante, de uso práctico, complementaria a la de la carta natal, por lo que, podemos agregar, ni siquiera es necesario para el consultante creer en la reencarnación ni en la teoría del karma. El informe se divide en dos partes: la referida al eclipse solar y la respectiva al eclipse lunar, ambos según el signo en que hubieran ocurrido. Por cada parte se detallan las expresiones consciente, inconscientes y transpersonales de sus influencias, y una valorable información acerca de la integración física, que brinda un pormenorizado detalle de la forma que tenemos de somatizar nuestras cuestiones kármicas, es decir, una valorable información acerca de las causas de nuestros problemas de salud, física y psicológica. Para la adquisición de este servicio no es necesaria la realización de la carta natal, pero insistimos que en absoluto esta información reemplaza a la de la carta astral, sino que la complementa y profundiza. Se trata de un informe de entre 15 y 20 páginas en formato A4, tipo de letra tamaño 11. Para ver un modelo de este informe, hacer click aquí. Para mayor información acerca de este servicio, por favor comunicarse a robertolangella@spesunicastrologia.com.ar.
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iempre fui una niña muy impertinente, recuerdo que eso me ganaba la antipatía de algunas personas allegadas a mi, por ejemplo mi tía Natividad. Ella tenía unos quince años y vivía en mi casa porque la enviaron a estudiar, ayudaba a las tareas de la casa y mi bisa Mary la regañaba mucho pues era muy rebelde. Ella era originaria del pueblo de mi padre y mi madre le daba permiso de salir a ver a las amigas por las tardes, con la condición de que la acompañara mi hermana Rebeca o yo. Claro, ella prefería a Rebeca por su carácter dócil y tímido, yo era terrible. Cuando no tenía otro remedio que llevarme, me resultaba que la amiga Caro era el vecino del departamento cuatro, Arturo. Y que en vez de ir a la casa de la amiga entrábamos al cine. Ellos me compraban palomitas acarameladas y refresco para que no le dijera a mi madre, me lo pedían de diferentes maneras y me hacían prometer con mil argumentos. Pero yo era un desastre de chismosa, en cuanto me preguntaba mi mamá y mi tía estaba en la azotea, en el patio o en la cocina, yo le contaba:‖No fuimos a la casa de Caro a estudiar. Fuimos a ver a Arturo, el del cuatro, entramos al cine a ver la película tal. Y qué crees, mamá, que cuando apagaron las luces Arturo abrazó a mi tía Naty, y luego la beso en la boca y le metió la lengua adentro. Yo los vi‖. Mi madre regañaba a mi tía y ella me echaba miradas de quererme matar mientras yo comía la merienda como si la fresca mañana. El problema era que cuando me quedaba a solas con ella se me iba encima a reclamos y pellizcos. A mi me gusta-
ba un niño de mi salón, en la primaria, se llamaba Benjamín y era muy educado y aplicado. Yo lo veía con cara de borrego a medio morir todo el tiempo. Pero él se preocupaba más por otras cosas, como juntar estampitas de luchadores o jugar al futbol en el recreo. También me encantaba el hijo de mi maestra de tercer grado, Rolando, que se sentó conmigo un tiempo porque la maestra nos acomodaba por calificaciones. Éramos de los aplicados, pero en los exámenes de matemáticas, lo descubrí copiando por encima de mi mochila, la cual nos pedía la maestra poner como división entre los dos para evitar eso. Yo era buena en los problemas y cuando lo ví espiando mi hoja de examen, no me aguanté y aunque me gustaba mucho, le di un tremendo pellizco. Y no conforme con eso, le di un mochilazo en la cabeza. La maestra me preguntó muy molesta por qué le pegué a Rolando, y yo le contesté delante de toda la clase, ―porque me está copiando por encima de la mochila‖. Ella furiosa le dijo que cuando llegaran a la casa hablarían y no me dijo nada. Pero desde ahí yo no le caía bien. Pero yo ni me preocupé porque era una despistada y tenía buenas calificaciones. En la secundaría me enamoraba de los maestros con características conmovedoras. El de música, que nos dijo era viudo; era joven y siempre llevaba la ropa arrugada, los ojos irritados y un aire trágico. Era como atormentado, y bastante feo, pero yo lo veía maravilloso porque lo colocaba en un romántico papel de sufrido solitario. El de matemáticas, de origen chino y con secuelas de polio, usaba muletas y se acomodaba las piernas sobre el escritorio. Era de una inteligencia bri-
llante, eso bastaba para que yo me lo imaginara como extraordinario tipo incomprendido. Era tal el enamoramiento que yo babeaba contemplándolo y una vez, qué horror, él me descubrió en ese arrobamiento de verlo con cara de ensoñación. Yo tardé en reaccionar, y cuando reparé en su divertida mirada clavada en mí, me sonrojé hasta la punta de los cabellos. También había un chico que era más grande y que siempre estaba afuera de la secundaria a la hora de la salida, era guapo pero tenía estrabismo, le decían ―Columbo‖, por el personaje de la serie de televisión. Siempre platicaba con mi grupo de amigas y conmigo, pero cuando me pidió que fuera su novia le dije que no, me asusté. El colmo fue cuando me hice novia de un chico que también era más grande, estudiaba leyes y vivía cerca de mi casa. Me estuvo persiguiendo un tiempo y cuando me convenció de ser su novia me di cuenta (juro que no lo había notado) de que no tenía la mano derecha. No me importó, pero sí me sorprendí de no haber reparado en eso. Fue debut y despedida porque en cuanto nos quedamos solos se me abalanzó encima y quería tocarme. Jamás le volví a dirigir la palabra. Y en cuanto a los siguientes años, no sé cómo explicarte que no tuve novios normales. Se atravesó la experiencia horrible que te conté antes, y eso me marcó, durante un año entero no quise salir a la calle, y no hubo poder humano, ni los golpes, ni los regaños, ni las amenazas de mi padre que me hicieran poner un pie fuera de ese departamento. Cuando lo hice por fin, era otra, insegura, miedosa, torpe y siempre me pasaba algo, me caía, me asalta-
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ban, me perdía. Los muchachos que se atrevían a acercarse eran más grandes y siempre querían aprovecharse de mí. Así que opté por ser agresiva y fría, y me enfoqué en mi trabajo, en la lectura y en mis aficiones esotéricas. Ingresé a la AMORC (los Rosacruces), iba a meditar y a aprender mantras con un gurú, eso era maravilloso, mi amigo Roberto siempre me llevaba en su carro y luego me regresaba a mi casa. El siempre fue muy paciente conmigo, porque quería besarme y tocarme todo el tiempo y yo me la pasaba evadiéndolo, y él siempre regresaba. Hasta que se cansó, un día se enfureció y me puso un ultimátum, o me acostaba con él o adiós para siempre; yo saqué mi pañuelo blanco y me despedí. Jamás lo volví a ver. Eso sí, tenía mis ídolos, mis amores imposibles: ¡Sandro de América! Era el único cantante que me hacía temblar de emoción y jalarme los cabellos en furor de atracción sexual. Yo lo veía tan seductor, tan sexy; mis hermanas se burlaban y me decían que estaba loca. También me encantaba Miguel Gallardo, lo escuchaba arrobada cantar eso de ―Hoy tengo ganas de ti‖, compré sus discos y besaba la fotografía de la portada. También le rompí el corazón a chicos buenos y que me querían de verdad. Eso es triste, me arrepiento de haber sido tan tonta como para no apreciar sus bellos sentimientos. Uno de ellos era Irving. Un gordo maravilloso, inteligente, caballeroso, espléndido y con gran sentido del humor. Pero yo era una traumada y no soportaba que me quisiera bajar cargando del carro, por ejemplo, y que la gente nos mirara. El se fue con una gran tristeza por mis desplantes y te confieso que ningún muchacho fue tan lindo conmigo después. Otro que sufrió las
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consecuencias de mis traumas fue Abraham, que estudiaba en el politécnico y practicaba box tailandés. El era divertido, me hacia reír y me llevaba a ver películas de artes marciales, era muy respetuoso y no sé por qué me asustó tanto la idea de que me presentara a su familia. Creo que no me sentía merecedora, sentía que se darían cuenta de lo que me había pasado y no quise ni pensarlo. Así que preferí terminarlo. Tenía tanto miedo de que me echaran en cara lo que me ocurrió…
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ntre todas las miserias que le habían ocurrido a Simón en toda su vida, ninguna como aquella vez que fue a hablar con el comisario Gutiérrez. Simón pudo haber sido millonario si no llega a ser por un auténtico golpe de mala fortuna (una deuda familiar que se llevó su herencia), así que ahora apenas tenía para llegar a fin de mes. Simón, en su adolescencia, como cantante pudo haber sido famoso sino llega a ser por un representante envidioso que le envió al ostracismo. Simón pudo haberse casado con la chica más guapa de la facultad, pero al final una chica feúcha lo llevó al altar (un misterio). Simón al final opositó, fracasó, volvió a opositar, un enchufado le pisó una plaza buenísima y al final terminó en el Cuerpo de Policía. El comisario Gutiérrez era experto en exagerar lo falto que andaba de tiempo y la importancia de los asuntos que le acuciaban. Eso hizo que se sintiera especialmente incómodo durante el tiempo que duró la entrevista con Simón, ya que éste era una persona que con su tranquilidad sacaba de quicio a los nerviosos sin remedio. Los prolegómenos fueron bastante humillantes para Simón ya que había desarrollado un trabajo, arduo, largo en el tiempo, extraño como ninguno y sin embargo Gutiérrez quería dejar claro lo poco que podían interesarle sus investigaciones. Al cabo de los primeros minutos, después de volver Simón sobre diversos puntos para recalcarlos, el comisario le interrumpió: -Perdona, Simón, creo… Creo que no te he entendido bien –
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Gutiérrez se pasó la mano por la cara, resoplando como un toro-. Mira Simón… A ver si puedes… Simón comprendió que sus explicaciones eran de difícil asimilación pero el comisario debía escucharlo ya que como jefe era su cometido, su labor, y estaba obligado a atenderlo. El teléfono sobre la mesa de despacho del comisario timbró con fuerza. Gutiérrez en plan seco ordenó que no le molestaran; se levantó y cerró con llave la puerta de su despacho amortiguándose un poco el jaleo de las oficinas. Luego se sentó y se plantó ante Simón que seguía sentado al otro lado de la mesa con un sobre naranja en sus manos. -Empieza otra vez. -Mire, señor comisario, esto viene por el asunto del moro ese que apareció muerto en el puerto el año pasado. Un tío sacó esta fotografía antes que llegáramos. Como ve al fondo está el ferry dispuesto a partir… -Sí, el ferry que se hundió con casi cuatrocientas personas a bordo… Un accidente. -Eh… Eso parece –Simón hizo una larga pausa-. Eso es lo que fue… –repitió entornando los ojos. -Déjese de misterios, Simón, por favor, que tengo muchas cosas que hacer… Joder… -El cadáver estaba detrás de la caseta, fuera de la vista de la gente y el individuo lo descubrió de casualidad porque se estaba meando. Hizo esta foto con el móvil después de llamarnos. La foto apareció en un periódico local. El tío de la foto no tiene nada que ver, le investigué, no tiene importancia… Pero la foto, sí. La foto es de vital importancia… Es algo realmente asombroso… E inexplicable en teoría…
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Simón estaba tranquilo y el comisario daba la impresión de estar perdiendo el tiempo a espuertas, y todo el valor de ese tiempo en oro. -Resulta extraño, no lo dudo, comprendo que se esté impacientando, señor comisario, por eso es que le pedí que tuviera paciencia y que me concediera una larga entrevista. Le parecerá algo inverosímil, pero le ruego preste la máxima atención. Creo que podrá percatarse de lo quiero que vea… -Simón, me cabrea usted. Siempre con esos aires de misterio… Siempre a su bola, pasando de todos… Con esa calma…, es usted el policía más atípico que he conocido… Sinceramente pienso que debía usted dedicarse a otra cosa… -Escuche, comisario… -Venga, continúe. Ya le he dicho que le escucharé, pues le escucharé… Y Simón volvió a mostrarle la fotografía tamaño DIN A4. Una foto no muy buena con un hombre muerto ante una pared beis, un grupo de gente y una mancha negra de fondo que era el ferry. -Fíjese usted en esa mujer que mira a la cámara en el grupo que está frente al ferry. Esa de ahí… -y señaló con el dedo al tiempo que Gutiérrez le arrebataba la foto. -¡Qué mujer! ¿Cuál? ¡Quién! -Esa de ahí. La de negro, esa con el pañuelo en la cabeza. Fíjese. -¿Esa? ¿Esa de ahí? -Sí, sí. Esa, esa. -Menudas napias tiene. Bien esa mujer… Ya la veo. Continúe… Esa es la que tiene usted en otra fotografía, según dice… -Exacto. Pero, espere… Fíjese
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usted ahora en ese viejo de la barbas. Perdone… En ese, ese de ahí –y apuntó de nuevo con el dedo índice de la mano derecha sobre el grupo de una veintena de personas algo diseminados frente al ferry. -Sí, sí… Lo veo. -Pues ahora ese de atrás de la gabardina blanca, el de la gorra con visera… -Ya pero a ese no se le ve nada la cara. -Está más lejos y no se aprecia. Al viejo tampoco se le aprecia mucho… En realidad a la mujer tampoco… -En realidad la fotografía es una mierda –concluyó el comisario-. Al moro no se le ve la cara, del grupo no se aprecia nada, no se aprecia ni el ferry… Y en fin, que la foto es una mierda… -De acuerdo. Pero llegados a este punto tenemos una mujer de negro con pañuelo, un viejo con barbas y un hombre con gorra y gabardina. Gutiérrez no hizo nada por disimular un largo gesto de impaciencia, pero Simón, aún advirtiéndolo, pareció no importarle… Sacó del sobre naranja otra fotografía en blanco y negro del mismo tamaño y la puso sobre la mesa. -Ahora tenemos aquí otra foto más antigua. Esta foto está hecha en una estación. La hizo un hombre a su hija antes de subir al tren. Gente a su alrededor en el andén despidiéndose y el tren detrás presto a salir. En total son trece personas las que se ven. Está un poco borrosa por el aumento. Gutiérrez agarró la foto y la estudió seriamente durante un minuto. -¿No me querrá usted decir, Simplón…? Perdone… Quiero decir: Simón. Lo siento, se me ha escapado. Algunas veces inconscientemente me viene a la cabeza llamarle Simplón. Es culpa mía… No piense que tengo nada
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contra usted, al contrario… Usted me cae bien… -Deje esas cosas ahora, comisario –sonrío Simplón, perdón, Simón-. Y sí. Ese que se ve ahí, detrás de la muchacha no me cabe duda que es el hombre de la gorra de la otra foto. Fíjese, la misma gorra, la misma gabardina. Detrás… Ahí, la mujer, con el pañuelo y sus napias, de perfil… Y aquí, como ve, el viejo con las barbas… Es él. Se aprecia la misma barba, su silueta, la chaqueta… Es él, no cabe duda. Los tres separados, mirando al tren; no se puede decir que se conozcan entre ellos… -Pues sí. Podrían ser. Es curioso… ¿Y entonces? -Pues que ese tren se salió de la vía en 1985, en el trayecto hacia Barcelona y murieron 85 personas. Un accidente… El comisario se rascó la cabeza haciendo caer un poco de caspa sobre la foto, que sacudió rápidamente. -Imposible, lógicamente. No son las mismas personas, una casualidad… Mire Simón, tengo una reunión esta tarde y… Comprenderá que tengo cosas que hacer. Usted me cae bien, Simón… Pero yo no le he encargado que se ponga a mirar fotos, creo que tiene usted trabajo y si no, vaya al inspector Marco y póngase a su disposición. Bueno, mire, si quiere perder el tiempo, hágalo, pero no me lo haga perder a mí… -No se altere, jefe. Usted está viendo que son las mismas personas –Simón sonrió con más calma que nunca-. No se engañe a sí mismo. Ahora, pregúntese: ¿Cómo doy con estas dos fotografías? Gutiérrez, inmóvil, quedó con la boca abierta. -Sí. ¿Cómo junta usted esas dos fotografías? ¿Qué pasa, qué se pasa el tiempo mirando la cara de la gente de todas las fotografías del mundo? -¿Conoce al periodista Vélez de
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Ramiro? Lleva ya publicadas dos obras sobre crímenes sin explicación y ahora trabaja en otro libro sobre grandes siniestros habidos en la Historia de España. Habla de accidentes y su repercusión mediática. Si puede, anexa fotos de los hechos… Pues bien, Vélez de Ramiro es amigo mío. Se casó con una antigua novia mía, somos amigos desde la infancia y el otro día me explicó lo que estoy ahora explicándole a usted. Él sí que se pasa la vida estudiando fotografías y no se le pasó por alto esta casualidad; me lo contó y después de estudiar detenidamente las fotos me quedé alucinado. La verdad, es que es algo asombroso si tenemos en cuenta que hay casi 30 años entre una foto y la otra. Así pues decidí contárselo a usted, creo que es la persona más apropiada para estudiar una posible conclusión. Gutiérrez lo contempló como si esperara que de un momento a otro sucediera algo que cambiara la situación absurda en la que Simón trataba de inmiscuirle. Como no existieron indicios de una liberación decidió ordenar sus ideas con armonía y estudió las fotografías mientras no dejaba de mirar a Simón. -Mire Simón… No es más que una casualidad. Son personas diferentes, está claro. Es verdad que parece que en las dos fotos estén a la misma distancia aunque hayan alternado la posición; que tienen la misma expresión… Incluso el pañuelo de la mujer es el mismo… Pero la gorra de este tío es algo que no debe tenerse en cuenta, es una gorra clásica, muy común…; y el viejo con barbas evidentemente es otro… Muy parecidos… pues sí, como tanta gente se parece a otra, de mí dicen que me parezco a Walter Mathau, pero no soy Water Mathau, se lo puedo asegurar… Claro, la casualidad es mayor cuando se dan los tres parecidos juntos en dos fotografías tan
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dispares… Es raro, desde luego. Supongo que por eso le llamaría la atención a su amigo, no puedo decirle más… -Comisario: son las mismas personas… Y usted lo está viendo. -No, no son las mismas personas –replicó el comisario ya alterado-. No son las mismas personas porque no pueden ser las mismas personas, y ya está. No le de más vueltas al asunto, Simón. Por favor, váyase, salga de mi despacho… Recoja estas fotografías y lárguese. Preséntese al inspector Marco o vaya al pueblo ese donde ayer apareció la mujer descuartizada…, mire, déjeme en paz, por favor… -Un momento, comisario. Ahora viene lo bueno –Simón parecía estar poniendo a prueba la paciencia del comisario y sacó otra fotografía. Gutiérrez se quedó de una pieza. -Agárrese al sillón, comisario. Mire: Una foto de mayo de 1952. Accidente de tranvía en el Puente de Toledo, Madrid. Siendo alcalde el conde de Mayalde, quien dimitió por ese hecho. Una foto hecha una hora después del accidente en el lugar del suceso. Un par de guardias y curiosos por todos los sitios… Observe. La foto es propiedad del periódico pero mi amigo tiene autorización para publicarla. Observe bien… Gutiérrez estaba blanco como la harina con la foto entre sus manos. Simón sabía que estaba viendo al viejo de las barbas, a la del pañuelo y al hombre de la gorra. Este último estaba ahora más cerca. A la mujer se la veía detrás de otras figuras borrosas pero con su pañuelo y sus largas narices de perfil. Y el viejo de las barbas miraba con indiferencia hacia el objetivo al lado de un guardia; los tres no parecían estar viviendo los hechos como los demás. Se notaba la excitación, tensión en los movi-
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mientos que habían quedado fijos en la fotografía, nerviosismo en los rostros plasmados, pero aquellos tres personajes parecían aburridos, ausentes de la tragedia. -Simón, le creo a usted una persona seria. ¿Esto es una broma? ¿No estarán manipuladas estas fotos? ¿No estará usted burlándose de mí? ¿Esto es una broma que me están haciendo todos ustedes? –El comisario ya perdía los papeles-. Salga por la puerta inmediatamente y no diga una sola palabra o me lo calzo a usted sin ningún miramiento. -Haga usted lo que crea conveniente, comisario. Sabe que no me sumaría a ninguna broma. Sabe usted que no me ando con tonterías. Sabe usted que no engaño a nadie. Soy transparente, tal y como se me ve, así soy. Sé que me tiene usted relegado en la plantilla y cobro menos que nadie, pero no protesto ni molesto, y no le molestaría nunca si no hubiera sido por algo tan importante como estas casualidades. Usted decide. -¿Relegado? ¿Qué insinúa? Yo no le he relegado de ningún sitio. Es usted el que se relega. Mire a sus compañeros… Todos en acción… ¿Acaso ve a alguno que pierda el tiempo mirando fotografías del año de maricastaña, ve a algún compañero suyo qué esté estudiando las caras de gente que murió hace medio siglo? ¿Qué complemento quiere usted cobrar por estar estudiando las gorras de la gente? Salga de aquí y déjeme tranquilo. Por Dios… -Sabe que tengo razón. Evita encargarme investigaciones sobre el terreno… Sólo trabajos de archivo… Ni siquiera… -¡Fuera de aquí! ° ° ° ° °
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los seis meses el comisario encargó a Simón ir a Barcelona a custodiar un preso reclamado por la interpol. El avión se estrelló al poco de despegar y fallecieron todos los
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ocupantes menos un bebé de seis meses. El accidente fue terrible porque arrasó a medio pueblo de las cercanías. El comisario atendió personalmente a la familia de Simón y aún le pesaba cierto complejo de culpa por la muerte de su subordinado. No podía evitar reprocharse el trato discriminatorio que de vez en cuando le hubiera aplicado. Terminaba echando pestes del mundo en general y de su trabajo en particular; se quejaba de los inmigrantes, de la cantidad de droga que se movía por su barrio pero sobre todo de lo extraño y raro que había sido siempre el inspector Simón a quien culpaba de cosas incongruentes… Estaba hasta las narices. Cada vez sentía más el peso de su edad. Decidió ordenar un poco su mesa y deshacerse de antiguos periódicos. Casualmente al dejarlos sobre su mesa un periódico atrasado mostró una gran instantánea del famoso accidente de avión en el que pereció Simón. Se sentó y contempló la fotografía distraído; no recordó haberse fijado en ella nunca pero de golpe sintió que no le llegaba el aire a los pulmones. Los ojos se le abrieron como platos. Veía la calle a lo largo, estaba llena de pequeños brotes de fuego, el rastro de la catástrofe. Parte de la población, diseminada, corría o contemplaba aterrorizada la tragedia. Entre ellos destacaban tres extraños personajes que parecían indiferentes ante lo sucedido. Gutiérrez emitió un pequeño quejido gutural al ver entre ellos al inspector Simón. Sí, sí, era Simón, y más que mirar hacia el objetivo, lo miraba a él.
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En el número de noviembre se publicó el cuento La mujer en llamas, especialmente escrito para la revista como relato en sí mismo concluyente. Al releerlo publicado sentí la imperiosa necesidad de continuar con estos personajes, de tal manera que ya estoy implicado en la elaboración de una novela por entregas que se irá escribiendo mes a mes; una historia cuyo desarrollo y final lo iré descubriendo a la par que los lectores. H. O. R.
T
res meses después de
una ansiedad desconocida en al-
ciertas horas se deja llevar y
vivir juntos se casaron
guien famoso por su frialdad ante
espera su respuesta; le aumen-
por lo civil con dos
cualquier acontecimiento. Condu-
tan las palpitaciones al oír su
testigos: el abogado que admi-
ce el coche con el sistema auto-
voz al mediodía y a las cinco y
nistra los bienes de Marcial, y
mático, y por momentos cierra los
media de la tarde. Horas fijas.
una actriz a la que le pagaron
ojos para abandonarse a las me-
No más. Impulsa la medición
por interpretar el papel de una
lodías que comparte con Eloísa en
exacta pero no le sale bien, no
amiga íntima de la novia.
un disco especial donde se han
logra desprenderse del concate-
Desde la boda, cuanto rodea al
combinado diversos estilos de
nado de emociones que pueden
célebre médico es un espacio
música étnica. Marca su número
perderle. Se repite la palabra:
mágico que oscila entre el éxta-
de móvil varias veces, pero detie-
―concatenado‖ y le suena a pri-
sis y el tormento. Apenas duer-
ne la comunicación con un infre-
sión, a cadenas, a fortificación
me porque ya no considera que
cuente golpeteo en las sienes y las
de la que es imposible salir, y
haya días con sus noches; su
manos temblorosas. Opta por
todo vuelve a empezar. Sin em-
vitalidad es cada vez mayor, con
enviarle mensajes escritos, y a
bargo, nada le atemoriza, más bien le atrae de un modo cada vez más envolvente. Se exige a sí mismo compostura para armonizar demasiados impulsos: ―A ver si te comportas, déjalo ya, ocúpate de tus muchos asuntos, no la agobies, no des la nota de imbécil desesperado‖. Lo pasa mal. Le falta el aire. Le sobra energía para recomenzar. Lo pasa mal. Lo pasa bien. Es una sensación de angustia que le complace. Un
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doble flagelo del que no quiere
directamente sobre las sábanas
al verla regresar de la pequeña
separarse: por un lado añorar a la
sin almohada con las manos
muerte del sueño, abrir sus ojos,
mujer que idolatra y por otro
sobre el pecho, como una bella
beber las pócimas, alimentarse
sufrir la desolación de su ausen-
durmiente a la que sabrá inducir
adecuadamente, y le fascina el
cia.
en un refulgente paraíso, beso a
modo tan elegante con que ella
Dos o tres tazas de té con toque
beso, caricia a caricia.
besa sus manos al despedirse.
de whisky es todo el alcohol que
A veces la desnuda con mucho
Un ritual muy formal que nada
se permite para suavizar este
cuidado para recrearse en la
tiene que ver con la joven desin-
estado calamitoso que le traba
transformación, la belleza de sus
hibida en que se convierte cuan-
para el desempeño del trabajo
ondulaciones, el nuevo sabor de
do la libera de las prendas y la
cotidiano. A tal punto que a ve-
su piel, ya sin rémoras de medi-
hace suya.
ces se siente un completo desco-
cinas, y la ama con la suavidad
nocido con el traje verde, la mas-
del buen salvaje, a manera de
carilla puesta, el instrumental en
rapaz repentinamente tierno, y
las manos, rodeado de auxiliares,
ella que responde al menor con-
el paciente esperando, y él dese-
tacto abandonada a un vertigi-
amorosos encuentros en los que
ando huir para concentrarse en
noso viaje sin llegar a despertar,
su piel se regocijaba como ven-
las curvas de su formidable cria-
muñeca deliciosa con un saber y
daval adolescente. Juntos bebie-
tura.
un sabor absolutamente únicos
ron, hablaron, amaron, rieron,
Una sensación de profundo do-
e insustituibles. Al despertar
pensaron en silencio. Y cuando
lor y de felicidad constante; emo-
siempre está presente su amado
el doctor decidió que era el mo-
ciones superpuestas: feliz al ver
galán que le hace sonreír y se
mento apropiado le comentó su
la sanación de su esposa y triste
ocupa de cuidarla y alimentarla
plan: una nueva sucesión de
como si estuviera en su propia
sin que recuerde lo más mínimo
operaciones que alternarían la
piel el dolor del cambio que ella
sus travesías nocturnas, mien-
reconstitución de zonas aún
padecerá a través de las nuevas
tras su cuerpo se ve lanzado en
maltrechas con cirugías estéticas
operaciones y sus difíciles poso-
un andar firme, soberbio; más
que le devolverían la belleza per-
peratorios.
altiva su mirada, más satisfecha
dida, la juventud distante, la es-
su prestancia.
peranza que había intentado
Nunca duermen juntos. Marcial
calcinar en su arrebato autodes-
se conforma con algunas cabe-
tructivo. Y siempre mantenien-
zadas en el sillón desde donde la
do la fidelidad al pacto de su
observa. No necesita más. Le
amor, un pacto implícito, nunca
basta con presenciar su fortaleza
mencionado: jamás le preguntará
y capacidad de superación. Se
por qué intentó suicidarse pren-
siente mucho más joven que en
diéndose fuego.
É
l mismo le inyecta elaboradas drogas que adormecen sus pesadillas, y la
observa dormir plácidamente. La cambia de posición sobre amplios almohadones desde donde su sonrisa parece iluminar las zonas más recónditas, o la coloca
plena juventud, con un vigor y una esperanza que se renuevan
A
lo largo del último año
compartieron
muchas noches de
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loísa Benamejí le es-
lizados por un artista sobre el
a medida que éstas se iban pro-
cuchó en silencio, y a
proyecto general y parcial de los
duciendo y también cuando se
medida que iba com-
cirujanos que la atenderían hasta
desarrollaban las recuperaciones.
prendiendo lo que le estaba pro-
componer a la Eloísa definitiva.
Sólo evitó filmar su más íntima
poniendo fue palideciendo, en-
Y ella sucumbió ante el fasci-
voracidad sobre la dama de en-
vejeciendo, curvando la espal-
nante cambio prometido. Esa
sueño, cuando hacía suya por
da… hasta transformarse por
hermosa dama que se le pre-
completo a Eloísa Benamejí,
completo. Calló durante dos días
sentó como un personaje ajeno
EBE, que es como más le gusta-
en los que probó los alimentos
la sedujo tal y como Legaré
ba nombrarla, su bella criatura
justos para no desfallecer, tomó
pensó que sucedería. En cuanto
desnuda y casi siempre durmien-
las medicinas recetadas y se com-
vislumbró su sonrisa bañada en
te, forjándose un ser sin pasado
portó con fría cordialidad. En la
lágrimas le brindó sus manos a
conocido.
espera, su marido se vistió con
las que se aferró para no desma-
Presenció todas las operaciones,
los aditamentos de la consulta
yarse, y juntos creyeron escu-
siguió palmo a palmo la recons-
médica: camisa azul, corbata mo-
char los cascos de los caballos
trucción de las zonas más daña-
rada, traje negro, estetoscopio
sobre el empedrado, acercándo-
das e intervino en la selección de
pendiendo del cuello. Y esperó
les el carruaje que esperaría en el
los novedosos aportes sin que
pacientemente, seguro de que no
portal de su casona llena de can-
ella supiera exactamente lo que
tardaría en ceder, porque al final
delabros de plata con candelas
le estaban haciendo. Los moder-
de la segunda noche de silencio
encendidas, como si lo que viv-
nos instrumentos se fueron des-
le brindó la gran ocasión de ver-
ían no pudiera suceder en no-
lizando sobre un cuerpo aban-
se nuevamente atraída por la
viembre del año 2012, a 60 kiló-
donado a la suerte de cirujanos
revolución de su propio cuerpo.
metros de Madrid, en Cercedilla,
que se encontraron por primera
El sabio médico le tenía reserva-
muy cerca del río, 240 metros
vez en su larga carrera con una
da una proyección del futuro que
cuadrados, donde la fría y pode-
libertad asombrosa, cada uno
prometía algo irresistible.
rosa sierra conforma un paisaje
capaz de atesorar alternativas
Encendió la chimenea del salón
callado y majestuoso que les
excepcionales mientras se em-
de cine. La vistió de largo en
permite enriquecer la extraña
bolsaba cuantiosas sumas de
tonos azulados, los hombros
pasión entre el célebre médico
dinero.
desnudos, y la acomodó en una
especialista y su esposa-paciente
de las confortables butacas de
15 años mayor que él, junto a las
piel con una venda en los ojos
llamaradas ficticias de una chi-
que le desanudó después de
menea eléctrica.
hacer sonar los primeros compases de Brahms con que comenzaba la proyección de un notable desfile de eloísas; una película creada a partir de bosquejos rea-
L
as intervenciones se sucedieron según un calendario previamen-
te cerrado. Marcial lo filmó todo
Continuará
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Canelita o el paso de azúcar amarga Pensando pasa el pasado.
M
ecánicamente, Canelita entró en el baño para peinarse. El espejo le devolvió su imagen pálida y agotada. Sentía la necesidad de dormir durante dos días seguidos y sin embargo sabía que seguiría haciendo dulces hasta la madrugada. Sólo se permitiría el pequeño descanso de la cena, que compartiría en silencio con su madre, justo antes de administrar en el mismo silencio la medicina a su padre. A veces pensaba que la soledad no era más que un silencio que se prolongaba un poco más de lo normal y que en realidad, ella vivía esa soledad junto a tres personas que no tenían nada que decirse ni que decirle, en una casa que jamás tuvo la categoría de hogar. Ahora tenía la certeza de que algo terrible había provocado aquella situación, algo que todos callaban y todos sabían, como en las historias de María Antonia, algo definitivo, que había llevado a sus padres a ése estado de abandono y apatía. De otra forma no entendía con qué derecho alguien había decidido crear una familia para des-
pués enroscarse sobre su propio desamparo, dejando al resultado de su elección, abandonado a su suerte. Pero también podía no haber habido elección. Entonces todo era aún más complicado. Tenía que dejar de pensar. Tanta intromisión en las vidas ajenas la estaba llevando al delirio. Sus padres estaban enfermos, sólo era eso. No había ningún misterio por resolver ni ninguna historia de final trágico en su vida. Abrió el grifo y llenó el hueco de sus manos de agua. Las acercó a la cara y dejó que el líquido le resbalara por el cuello. Volvía a la realidad. El lavabo estaba lleno de pelos rubios de Daniela y sobre el cristal del espejo descansaban, desordenadamente, sus pinturillas y maquillajes de todo a un euro. Sin pedir permiso a nadie comenzó a untarse unos polvos demasiado claros para su tono de piel y remató con una barrita de labios tal vez de un rojo demasiado oscuro del necesario, pero el resultado no estaba del todo mal. Se soltó el cabello de la eterna gomilla que lo estrangulaba y lo cepilló con rapidez. Unas ondas oscuras se curvaron sobre sus hombros, enmarcándole un rostro algo más alegre ahora. Sonrió y unos dientes blan-
cos y cuidados le devolvieron la sonrisa. Salió entonces del baño, rogando a Dios que nadie se cruzara en su camino a la salida. Pero Dios debía estar atendiendo un asunto más importante en ése momento, porque apenas salió de la cocina, Canelita se encontró de frente con Rufino y Doña Pilar. Afortunadamente, ambos estaban enfrascados en una acalorada discusión y no repararon en su presencia. Ni siquiera respondieron a su tímida despedida, cosa que ella agradeció al Altísimo, como si hubiera atendido a su primera petición. Fugazmente pensó en algo referente a los renglones torcidos y los caminos misteriosos del Señor. Canturreando se dirigió a los aparcamientos de la venta donde solía dejar su motocicleta. Iba tan abstraída que no se percató de la presencia del chico de los botines negros hasta que él le habló. Su voz sonó nerviosa, insegura y lo que pareció un hola se perdió en un corte inoportuno del aire en su garganta. - Hola –le respondió secamente y, al recordar su incursión en el mundo del maquillaje, bajó de inmediato la cabeza.
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- Nunca te había visto así. Pintada, me refiero. Estás muy guapa. - Pues ya me llevas ventaja –contestó agria, mientras soltaba el candado de la moto-. Yo nunca te había visto. A secas. - Tú nunca miras. Pero yo te veo cada día, desde que comenzó el verano. - Bueno, mirar es gratis. ¿Quieres algo más? –dijo tapándose la cara con el casco. - Quería invitarte a salir el sábado, como es la fiesta. Pero ahora creo que no es una buena idea. - Pues te equivocas. Es una buena idea. Salgo a las siete.- Y arrancó la moto sin esperar respuesta. Un par de kilómetros más tarde soltó el aire que tenía retenido en los pulmones. No podía creer lo que había hecho: Había aceptado una cita con un desconocido sin pensarlo dos veces y, lo peor, se sentía estupendamente. De forma mecánica enumeró las cosas que debía hacer el sábado siguiente y entre ellas, olvidó ahora sí inconscientemente, el próximo enlace de su única hermana.
-
Pues yo creo que el niño tiene derecho a conocer a su padre. Rufino intentaba hacer entrar en razón a su suegra. Desde que María Antonia había subido a descansar al piso de arriba, no le había dado un respi-
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ro. Primero lo asaltó en la barra, mientras colocaba en la vitrina las tapas
frías, pero Daniela tardaba en irse y lo esperó en la cocina, sentada junto al fogón, retorciéndose las manos de impotencia. - Tú lo sabías, -le había escupido como un insulto. Al principio no sabía qué quería decirle pero tardó décimas de segundo en comprender que se refería al niño. Qué cierto que cuando la culpa ocupa la mente, todo parece referirse al pecado. - Algún día tenía que ser el primero, suegra. Es una cosa que ya sabíamos que iba a pasar. - Parece mentira –dijo entre dientes-, su propio marido incitando al niño a verse y tratarse con el hombre que los abandonó. - El chico tiene curiosidad –intentó explicarse-, si se lo prohibimos será peor. Deje usted que lo trate. Cuando se le pase la no-
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vedad ni siquiera le prestará atención. - Si su madre ha evitado ése contacto, no eres tú quién para provocarlo. ¿Qué va a decir ella cuando se entere? - Si María Antonia hubiera querido evitar el encuentro no hubiera comprado esta venta, justo a su lado. Ella quería que lo viera cada día y me apostaría la vida a que cada noche le pide a Dios que Margarita no pueda darle hijos. - Él los abandonó y merece ése castigo. - Señora por favor, que lleva castigándolo doce años. A mí me da igual lo que ellos se deban, pero nadie va a jugar con los sentimientos de niño, mientras yo esté aquí. - Dime qué has hecho – exigió en un susurro la mujer-. - Nada que no hubiera hecho un padre. Déjelo estar, suegra. Que lo que tenga que ser, será. - Tú verás, pero no me parece bien que actuéis a espaldas de su madre. Creo que te estás equivocando. - Pues yo creo que el niño tiene derecho a conocer a su padre –dijo obcecadamente-. Doña Pilar bajó los ojos y murmuró algo ininteligible. Recogió su bolso de la despensa y salió sin despedirse. Allí abajo, justo detrás del corral, donde los antiguos dueños de la venta tenían su casa, reformado en un precioso
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chalecito, estaba desde hacía doce años su hogar y el de Bienvenido. Rufino la vio alejarse encorvada. Parecía mayor así, agarrada al bolso como si en medio del campo fuera a sufrir algún tirón y rumiando temores que no le pertenecían. Lamentó haber discutido con ella, pero no hubiera podido evitarlo. La veía tan frágil, caminando aprisa y sorteando rastrojos, que hubiera dado cualquier cosa por haberle evitado aquel disgusto. Ya no había remedio. El domingo próximo volvería a limpiar aquel camino e intentaría sembrar grama en aquella tierra arenosa que no retenía nada. No se le ocurría mejor forma de reparar el agravio. Cerró la puerta de la cocina y fue a relevar a Bienvenido en la barra. Quedaba poco que hacer esa tarde y todas las siguientes tardes, mientras duraban las fiestas del pueblo. Le daría la tarde libre a su cuñado a ver si se buscaba una novia y la encontraba a su medida, Odiaba ver vivir a la gente sin ilusión, como haciéndole un favor al resto del cuerpo. Claro que para el cuerpo de Bienvenido tenía que ser una ilusión muy grande o un favor fuera de lo común, pero no terminaba de ser un dejarse llevar por la vida sin metas
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y sin conciencia de existir. ¿Qué habría ocurrido? ¿Cómo había podido cambiar aquel carácter aventurero por el conformismo que movía cansinamente con su cuerpo? Nunca habían hablado de ello pero, al volver de Suramérica ya no era el mismo. Algo o alguien habían acabado con el hombre que presumía de haberle dado dos vueltas al mundo antes de cumplir los treinta años. Y ahora qué edad tendría. Parecía rondar los cincuenta y apenas tenía unos dos años menos que María Antonia. Ni siquiera llegaba a los treinta y ocho. Se lavó las manos. Tenía que dejar descansar la mente. Eran demasiados los misterios que habían a su alrededor y casi prefería seguir viviendo en la felicidad de la ignorancia. Era preciso obviar algunas evidencias para alcanzar la tranquilidad de espíritu que debía ser lo más parecido a la felicidad que el hombre se podía permitir. Con ése razonamiento había vivido siempre y con él continuaría viviendo, si el tiempo no le demostraba, como al parecer pretendía, lo contrario. (CONTINÚA EN EL PRÓXIMO NÚMERO) También pueden leer esta historia en el blog de la autora.
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Se me cayeron las alas (parte 23) A la memoria de Eduardo Daniel Melgar
#419 02-dic-2010 20:05 Antonio del Olmo Ojalá lleguemos a ser considerados eclécticos algún día. Lamentablemente, maestro Poh, el maravilloso adjetivo "ecléctico" solamente lo emplean a día de hoy en España los meteorólogos cuando tratan de disculparse por no saber si va a llover o no. Lo hacen con frecuencia, y resulta curioso imaginar a los niños en sus casas diciéndoles a sus madres: "Mamá, un señor en la tele ha dicho „ecléctico‟"... Los críticos españoles son más dados a utilizar el término "irregular", básicamente porque sirve para todo. Algunos otros se lucen acusando de "inconsistencias de estilo" a quienes escribimos, opinión gramaticalmente confusa, pero ciertamente humillante. Y los más agrios simplemente argumentan "este tipo es capaz de lo mejor y de lo peor", enfatizando con brío eso de "lo peor". Vamos, que sin duda escribes bien, pero seguramente maltratas a tus mascotas. #420 02-dic-2010 22:15 Roberto Langella ...Enfatizando con brío eso de "lo peor". Vamos, que sin duda escribes bien, pero seguramente maltratas a tus mascotas. ¡Sí!, es un axioma en mi vida, pateo al
perro por debajo de la mesa mientras escribo, para que el texto salga mejor! Ah, aquí, palabras como "eclectismo" y sus derivados ya ni los meteorólogos la utilizan; creo que ya nadie sabe qué quiere decir. A mí me encantan los arcaísmos, es lo que pasa. Por ejemplo decir "¡qué predicamento!", cuando ando preocupado. Condeciría mejor mi verba si me vistiese de traje de tweed verde con moño al tono, me parece, y si usara anteojos con montura de nácar, sin patillas. Hay palabras que no se debieron de haber perdido nunca, como la palabra "alfeizar", por ejemplo, donde iban a comer los gorriones las migajas que uno les dejaba. Claro, ya no hay prácticamente gorriones (esos ratones con alas) por lo que los alfeizares cayeron en desuso, máxime cuando para suicidarse ya es preciso una cornisa, quién se va a romper la cucuzza desde un alfeizar. Mis respetos, maese del Olmo, será hasta más luego.
barbaridad tan tremenda, y ella me dijo "vos mejor callate, pelado bigotón". Un horror todo lo que pasó en su ausencia, vea.
#421 02-dic-2010 22:22 Eduardo Daniel Melgar Hola.
#428 02-dic-2010 22:37 Eduardo Daniel Melgar Ahora tengo problemas con el ratón, no le funciona la pata derecha, cojea un poco de la cola.
#422 02-dic-2010 22:29 Roberto Langella ¡Maestro!, Alma andaba diciendo por ahí que usted había muerto!; yo le dije que cómo podía ser que dijera una
#423 02-dic-2010 22:30 Eduardo Daniel Melgar Hola. #424 02-dic-2010 22:33 Roberto Langella Aquí Whisky-Romeo-Zulu, ¿me copia? #425 02-dic-2010 22:34 Roberto Langella Es que nuestras máquinas son un poco viejas. #426 02-dic-2010 22:34 Eduardo Daniel Melgar Holalá. #427 02-dic-2010 22:36 Eduardo Daniel Melgar Hohola. Bué, el técnico me dijo que ahorre espacio.
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#429 02-dic-2010 22:40 Eduardo Daniel Melgar Bué, querido Beto, capitán ¿no lo ascendieron a general? He notado diversos cambios para ser siempre iguales a nosotros mismos. Usté va a ser votado por este servidor, voto cantado. A Alma, Madame Butterfly, a Simón el gran Houdini y a Antonio el gran Hannibal. #430 02-dic-2010 22:41 Roberto Langella ¿No le dijo al técnico que por lo menos necesita escribir 600 palabras por artículo?; son como los médicos, le prohíben todo y le dejan comiendo lechuga. Se le extrañó, maese "Sueñero". #431 02-dic-2010 22:48 Roberto Langella Yo ya lo voté a usté, maese, así que voto cantado x 2 = Somos un fraude, ya podemos iniciar nuestra carreras políticas. Y sí, hubieron muchos cambios en su ausencia. Salvador Hernáez hizo un viaje relámpago Madrid-Lomas de Zamora-Madrid, sin escalas, y con lágrimas en los ojos de la emoción me nombró colaborador experturiento en estas lides, y bueno, fue una ceremonia íntima y encantadora. Bailamos Brasiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiillll, como hasta las cinco de la mañana; lástima que se la perdió.
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#432 02-dic-2010 22:51 Eduardo Daniel Melgar Ya no pertenezco a la dimensión antropomorfa, veo los patios llenos de paraísos y Evas mordiendo manzanas. Ya sabía de antemano que iba a ser CE, le voy a mandar la espada de Igor (con la que se operó la joroba), así puede desjorobar tranquilo. Por acá corre un vientito celeste que acaricia los concursos y la brillante mente de Seijas y de todos los entusiastas de suite, a los cuales les auguro corazones alegres. #433 02-dic-2010 22:59 Roberto Langella Usté pertenece a la dimensión de los Sueñeros, y sabe que hablo con conocimiento de la cuestión. Páseme la espada, sí, que ando necesitando desmalezar un par de jorobas. Eso, auguremos corazones alegres. #434 02-dic-2010 23:30 Eduardo Daniel Melgar Veo que la onda guiquiliks lo ha tocado y le voló tres pelos más. La jilari le va a pedir disculpas. Necesita bolas de cristal y sabe, en Argentina se fabrican, los bolitateros cuando no les sale una ojito le agregan saliva y hacen unas bolas enormes, como toro de Ecuador. Con una de esas, usté gana un concurso, seguro, y se abuena con la azteca que tiene en casa, dígale que afloje con la pimienta y que aprenda a cebar
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mate sin revolear la bombilla. #435 02-dic-2010 23:38 Eduardo Daniel Melgar Al furioso lo vi en la otra dimensión (yo voy y vengo) tratando de ponerle un sutian a una holandesa argentina. De vez en cuando, tomaba resuello, se frotaba las manos y decía por lo bajo, babeando: "soy el mejor, soy el mejor". ¿Sabe? La Pampa no es La Pampa, es Apmap, la tierra gringa donde dos mil trescientas sesenta y cinco almas buscan furiosos furibundos y españolas que se llamen Psiquis o Alma para sumarlas al coro de los vientos. #436 02-dic-2010 23:40 Roberto Langella No hable así de los bolitateros tan sueltamente, que lo van a acusar de ofender a la comunidad boliviana. Y ni le digo con Ecuador y sus toros. A mí ya me declararon "personalidá no grata" en el D F, y me quitaron las llaves de la ciudá; esta noche duermo afuera. Y con el mate y los aztecas no hay caso, son irreconciliables.
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Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013 por Guillem de Rubenhor Emocionantes obras escritas con eterna sonrisa
París y se forjó en México como
do se trata de defender sus espu-
madre de familia, viuda desde
rios intereses:
E
1988, periodista combativa y spaña se viste de gloria
escritora admirable de pequeñas
iberoamericana. En
y grandes batallas, del amor y la
medio del desastre con
lucha social, de la grandeza de las
nombre de crisis, de la miseria
humanas relaciones, incluidas las
que ronda a tantas familias, de la
pequeñas mezquindades de las
desvergüenza de los dirigentes:
que se alimenta la vida cotidiana.
los que gobiernan desde la derecha más cutre y fascista, y los de la oposición de izquierdas embadurnada de incompetencia, resplandece el riquísimo bagaje literario de Latinoamérica llena de justo orgullo, y es que entre sobresalientes colegas, ha ganado el gran premio, y con sólo 80 años, una portadora de entrañable sonrisa que parece edificarse con incomparable talento.
Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. Bajaron por Melchor Ocampo, la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y muchachas estudiantes que van del brazo en la manifestación con la misma alegría con que hace
La sonrisa de Poni se expande en
apenas unos días iban a la feria; jóve-
cualquiera de sus libros, incluso
nes despreocupados que no saben que
cuando firmó el primer gran tes-
mañana, dentro de dos días, dentro de
timonio de la tragedia política del
cuatro estarán allí hinchándose bajo la
68, cuando sectores del gobierno
lluvia, después de una feria en donde
decidieron disparar contra estu-
el centro del tiro al blanco lo serán
diantes y multitud de sectores
ellos.
que se manifestaban en una versión mexicana del 68 francés: La
noche de Tlatelolco. Testimonios de historia oral. Aquella fue una joya que dio la vuelta al
Aquí y allá distribuye su sonrisa
mundo por su intensa emoción y
con infinita generosidad. De ori-
su objetivo campo de batalla: la
gen aristocrático polaco, nació en
ruindad de la clase política cuan-
P
oniatowska es una perla excepcional en la literatura de cualquier
idioma, pues funde numerosos estilos en uno muy personal, matizado de una gran pasión por comprender a los hombres, ―tan pobres, tan pendientes del sube y baja de su órgano principal‖, y de amar a las mujeres que se abren camino a solas con su inmensa humanidad, desprotegidas y sin embargo tan valientes; desoladas en su avidez de conocimiento, y sin embargo siempre
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listas para iniciar nuevas y peligrosas aventuras. Ha obtenido premios, ha enviudado y se ha ido construyendo a sí misma en un bien nutrido repertorio de testimonios literarios. Conocer a Elena Poniatowska a través de sus libros es siempre una experiencia enriquecedora. Lo mismo en plena actividad pública contra la derecha recalci-
amor y abandono entre el mura-
ha olvidado por completo”. Las últi-
trante de su país, como en el brío
lista mexicano Diego Rivera y la
mas palabras están trazadas con vio-
fascinante de sus relatos con vo-
pintora rusa Angelina Beloff.
lencia, casi rompen el papel y lloro
cación de panfletos movilizado-
Juntos tuvieron un hijo que mue-
ante la puerilidad de mi desahogo.
res.
re en París de pulmonía. Rivera
…
Mucha obra, apasionantes textos,
marcha a México con la promesa
Me baño con agua fría para espantar
indagaciones, melodramas, retra-
de regresar, algo que nunca suce-
las aves de mal agüero que rondan
tos de familia, canciones y re-
dió. Angelina escribe a Diego
dentro de mí, salgo a caminar a la
vueltas, y por todas partes, y an-
cartas sin respuesta. Angelina es
calle, siento frío, trato de mantenerme
tes de cualquier otra cosa, un
Quiela en este relato-carta magis-
activa, aunque en realidad deliro. Y
enamoramiento de palabras que
tral que se puede leer completo
me refugio en el pasado, rememoro
se buscan a sí mismas, que rep-
en Internet con mucha facilidad.
nuestros primeros encuentros en que te
tan por mundos opuestos, siem-
aguardaba enferma de tensión y de
pre con un principio inalterable
En los papeles que están sobre la me-
júbilo. Pensaba: en medio de esta
que consiste en robarle al tiempo
sa, en vez de los bocetos habituales he
multitud, en pleno día entre toda esta
y a las injusticias senderos de
escrito con una letra que no reconozco:
gente, del Boulevard Raspail, no, de
noble estirpe, de solidaridad ple-
“Son las seis de la mañana y Diego no
Montparnasse, entre estos hombres y
na entre el lector y su escritora
está aquí”.
mujeres que surgen de la salida del
predilecta. Entre muchas maravillas, un relato de estilo epistolar basado en hechos reales, algo que también hizo con la fascinante Tina Modotti (Tinísima) en un voluminoso texto. Pero lo que aquí traigo son algunos párrafos de Que-
rido Diego, te abraza Quiela, inspirada en la trágica historia de
… “No tengo en qué ocuparme, no me salen los grabados, hoy no quiero ser dulce, tranquila, decente, sumisa, comprensiva, resignada, las cualidades que
metro y van subiendo la escalera, él va a aparecer, no, no aparecerá jamás porque es sólo un producto de mi imaginación… …
siempre ponderan los amigos. Tampoco
¿Qué harás en México, Diego, qué
quiero ser maternal; Diego no es un
estarás pintando? Muchos de nuestros
niño grande, Diego sólo es un hombre
amigos se han dispersado. Marie
que no escribe porque no quiere y me
Blanchard se fue de nuevo a Brujas a
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pintar y me escribió que trató de alqui-
cojos, como salieran, el chiste era que
grande, se hacía chiquito‘. Pues
lar una pieza en la misma casa en que
todos se levantaran en armas. Echa-
bueno, así pienso yo que es el
fuimos tan felices y nos divertimos tan-
ban mano de lo primero que encontra-
éxito‖.
to, cuando te levantabas al alba a
ban, y los mandaban al combate como
adorar al sol y las mujeres que iban al
manada de caballos brutos nomás a
mercado soltaban sus canastas de jito-
que los mataran porque mientras se
mates, alzaban los brazos al cielo y se
enseñaban a cargar su rifle ya los hab-
persignaban al verte parado en el pretil
ían matado. Los chiquitos, los jovenci-
de la ventana totalmente desnudo…
tos, como no comprendían, se metían
E
adelante, total, allí se quedaban tiralena Poniatowska es esa amiga leal que tiene todo buen lector,
dos y ya. Los agarraban como puerquitos y vámonos al matadero. A Pedro mi marido lo mandaron a
que la siente llegar de madrugada
caballería, y a mí también, aunque soy
con una botellita de tequila en el
del tamaño de un perro.
bolso o a las 7 de la tarde con el
buen ramillete de bromas y des-
Q
consuelos, de rabias políticas y
ples ocurrencias y desde luego
afanes todo-corazón. Es la mis-
con tus libros que poblarán li-
ma que, por ejemplo, escribió
brerías y bibliotecas. Ese es tu
asumiendo la voz de Jesusa, una
mejor legado con premio o sin
lúcida analfabeta, en una de las
premio, minar de riqueza litera-
novelas más extraordinarias de la
ria, de complicidad y valientes
literatura hispanoamericana, re-
testimonios el mundo que nos
trato histórico de México, revo-
quede, porque de las vanidades
lución incluida: Hasta no verte
tú ya estás de vuelta hace mucho
Jesús mío (escrita en 1969 y con
tiempo. ¿O acaso no fuiste tú
una dedicatoria significativa, ―A
quien dijo? —cuando te premia-
Jan, mi hermano; a todos los
ron por la novela La piel del
muchachos que murieron en
cielo— aquello de: ―El éxito es
1968, Año de Tlatelolco”):
un ratito. Uno nunca consigue
mejor café con exquisitos pasteles, y en todo caso portando un
uerida Poni: España se vestirá de fiesta con tu presencia, tus múlti-
absolutamente nada en esta vida. … Antes nomás agarraban a gente de
Como decía mi madre, aquí hab-
a montón sin emparejarla y los manda-
ía un cantante que se llamaba Cri
ban a campaña, jóvenes viejos, mancos,
-Cri que cantaba ‗Allá en la fuente había un chorrito, se hacía
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Textuales ―El tiempo me enseñó que con los años / se aprende menos de lo que se ignora. / El tiempo me enseñó que los amigos / se cuentan con los dedos de una mano. / Por eso debe ser que no los cuento, / para pensar que tengo mil hermanos. / Porque no tengo nada que me sobre, /por eso es que yo digo que soy rico. / Porque prefiero ser un tipo pobre, / a ser alguna vez un pobre tipo. / El tiempo me enseñó que las banderas / son palos con jirones que flamean / y el mapa es un papel que se reparten / los reyes mientras los hombres pelean. / El tiempo me enseñó que la miseria / es culpa de los hombres miserables. /El tiempo me enseñó que desconfiara / de lo que el tiempo mismo me ha enseñado. / Por eso, a veces, tengo la esperanza / que el tiempo pueda estar equivocado…‖. Tabaré Cardozo. ―Métale a este poema tan prosaico, que unos comprenderán y otros tu abuela‖. Julio Cortázar. ―Abre tus ojos, mira adentro, ¿estás satisfecho con la vida que estás viviendo?‖. Bob Marley. ―Uno siempre es lo que es y anda solo con lo puesto‖. Joan Manuel Serrat. ―El mundo es tan sagrado y basto que no puede ser dominado. Quien lo domina lo empeora, quien lo tiene lo pierde‖. Lao-Tsé. ―El secreto de la salud mental y corporal está en el no lamentarse por el pasado, en no preocuparse por el futuro, sino en vivir sabia y seriamente el ahora‖. Buda. ―Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo; unos se duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros se duermen por el pánico de perder las cosas que tienen‖. Eduardo Galeano. ―Y a veces es difícil ser y lo que hay no siempre es lo que es, y lo que es no es siempre lo que ves‖. Pedro Guerra. ―Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan ahí, ni el recuerdo las puede salvar…‖. Silvio Rodríguez. ―La tolerancia es la mejor religión‖. León Tolstoi. ―Probablemente se ha hecho más daño a la tierra en el siglo XX que en toda la historia anterior de la humanidad‖. Jacques Costeau. ―No esperes que lleguen las circunstancias ideales ni la mejor ocasión para actuar, porque tal vez no lleguen nunca‖. José Ingenieros. ―A menudo los labios urgentes no tienen prisa dos besos después‖. Joaquín Sabina. ―El lujo es vulgaridad, dijo y me conquistó‖. Patricio Rey y los Redonditos de Ricota.
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a coquetería de esa chica no pasaba desapercibida. Con su melena rizada y sus ojos vivos, miraba con desdén por la ventana del autobús. Era tarde, demasiado tarde para que una mujer viajara sola en el autobús que la devolvía al extrarradio. Ese autobús hacía su recorrido de forma repetida muchas veces al día. Sólo a las seis y cuarenta y cinco de la mañana, en la parada de la calle Remedios subían unos ocho pasajeros a sus respectivos destinos. Entre ellos, la joven de melena rizada y, mirándola de reojo, disimuladamente, David, un joven mecánico, aprendiz de todo, en un taller de coches de una famosa marca que desde su casa hasta la parada del bus recorría diariamente un largo camino. No era una situación buscada, tampoco apetecida, pero sí necesaria. Los ojos verdes del joven tocaban con la mirada los de aquella joven rubia. Era preciosa, se decía cada minuto de cada día desde que la vio por primera vez. En sus escasos veinte años veía a las jóvenes pasar delante de él sin poder controlar los deseos innatos y las miradas tentadoras que saltaban si la mujer que veía era hermosa o apetecible. Cada día se sentaba en el mismo asiento, al fin y al cabo podía escoger, estaba en la primera parada. En el
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asiento junto a la ventanilla de la última fila depositaba su cuerpo con la desgana propia de la hora, tan joven y ya empezaba a notar la monotonía y la rutina en su vida. Ese asiento le permitía contemplar la entrada de la mujer, la elección del asiento y el diseño aprendido de memoria de su espalda perfecta La primera vez que la vio con el vestido de flores, muy corto, que insinuaba el final de su entrepierna, la convulsión interior le hizo vivir el trayecto del autobús con gran inquietud. Deseo, enamoramiento, juventud... todo se mezclaba en David. Una erupción interior le empujaba a no parar de mirarla, a no desviar sus ojos verdes de la melena rizada de la joven, de sus hombros bien formados. Era un vestido ceñido que dejaba poco espacio a la imaginación. Para David significaba el colmo de la perfección, la Venus personificada. No retrocedía en su ansiedad hasta que la joven bajaba del autobús. Era curioso, cuando la veía descender en su parada, un halo de soledad inicial dejaba paso a una serena calma. El día completo transcurría para él esperando con emoción que llegara el siguiente. Significaba volver a verla, volver a olerla. Porque su olor era otro de los rasgos que le atraían de Celia. Incluso antes de que la viera, sentía su olor. Un aroma fresco, mezcla de flores de vainilla y azucena, dejaba un rastro imborrable, una
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marca que sólo había que seguir para encontrarla. Ahora cada día, en el punto del encuentro habitual, esperaba a que llegara, mintiendo con un libro entre las manos, que simulaba leer para que nadie notara su impaciencia y, al sentir su fragancia, levantaba la vista. No podía ser nadie más que ella.
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iríase que el ritual diario del autobús no transcurría de la misma forma para Celia. Su trabajo en un laboratorio del extrarradio la obligaba a salir muy pronto cada día. Se aseaba como siempre dando un último toque de colonia fresca de vainilla alrededor de su cuerpo y cabello; ordenaba su habitación y caminaba hasta la parada de autobús con tiempo para coger el de las seis y cuarenta y ocho. Hacía pocos meses que le habían ofrecido ese trabajo que no dudó en aceptar. Le hacía falta el dinero, ya no era tan joven y debía salir de esa casa cuanto antes. No dudó un instante, a pesar de que las condiciones no eran muy favorables. Estaba lejos, tenía un horario muy extenso y el sueldo era muy ajustado. Pero no le importaba todo aquello si al fin podría ser independiente. Desde el principio observó con desgana que se repetían las personas en la parada: una pareja de ancianos demasiado mayores para viajar a esas horas hacía no sabía donde; una mujer de
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origen sudamericano; un chico de ojos verdes; dos jóvenes estudiantes con carpetas azules en sus brazos y un par de hombres en edad de trabajar. La sucesión de figuras era siempre la misma. Algún intruso, transformado en viajero ocasional, irrumpía en ese grupo perfectamente alineado. No era ajena a las miradas del joven de ojos verdes. Normal, pensaba ella, soy la única mujer del grupo y él está en edad de mirar a cualquiera. No tenía ninguna intención de dedicar más de cinco segundos a las miradas del chico; pero sí todo el tiempo posible, en provocarle con sus armas femeninas. Era divertido, aún no estaban lejos los tiempos en que despertaba provocación, en que jugaba con su cuerpo hasta enloquecer a unos de los muchos chicos que la deseaban bajo el encanto de la juventud. Le gustaba ese juego que comenzaría a usar con ese joven cualquier día de estos. Se pondría aquel vestido de flores tan provocativo.
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quella noche había sido inquieta para David. No pudo conciliar el sueño durante largo rato. Se despertaba con estremecimientos de frío que al momento, tornaban a oleadas de calor. No eran pesadillas pero en su mente la imagen de la joven de melena rubia, se diluía con otras figuras irreales, sin color, y desconocidas para él. Por eso cuando sonó el despertador aquella mañana su cuerpo no le respondía. La frente le ardía, la bo-
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ca estaba reseca y un ligero temblor le recorría la espalda. Sin tener en cuenta el cansancio inicial, trataba de recordar el sueño que le había mantenido tan ajetreado. Sombras borrosas, luces intermitentes era todo lo que podía recordar de él.
Alguien le había contado en una ocasión que recordar los sueños a la mañana siguiente era una señal de que se iban a cumplir. Sin embargo, no creía para nada en esos comentarios. Jamás se le dio bien estudiar filosofía o lo que fuera que estudiara los sueños y sus significados, se dijo limpiando la frente del sudor frío que la cubría. Se metió en la ducha, llegaba tarde a su cita imaginaria. La noche anterior se había entretenido en preparar con más esmero del habitual la ropa que iba a ponerse: los pantalones vaqueros viejos dieron paso a unos nuevos que había comprado en la tienda junto al trabajo; la camiseta blanca, cedió su sitio a una azul y las zapatillas de-
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portivas se habían roto, con lo que se calzó otras que usaría desde hoy. La imagen no estaba mal se decía al otro lado de sí mismo cuando el espejo le devolvía el resultado. Había trazado un plan antes de dormir. Cuando su nariz notara el aroma embriagador cedería el paso a los ancianos, o a los estudiantes, o a quien estuviera detrás... hasta llegar al lado de ella. Después le cedería el paso para que subiera delante, incluso le diría alguna palabra... “Buenas, ¿qué tal?” O algo similar. La fiebre aumentaba por momentos, no desayunó, no podría. Salió con sigilo, el resto de la casa dormía ajena a la vida de David. Cuando notó la brisa fresca de la mañana recordó que no llevaba nada encima de la camiseta nueva. Aceleró el paso, no sabía si era tarde pero debía llegar antes que ella. La parada permanecía solitaria como cada día. Observó con desdén que una sombra se acercaba desde el otro lado de la calle. Seguía expectante. De una cosa estaba convencido, se había enamorado. No recordaba estar así desde los doce años. Casi nunca salía con chicas, casi nunca salía con nadie. Su vida se centraba en el trabajo diario de lunes a sábados, y los domingos, en dormir hasta mediodía. Mientras pensaba sobre ello, la sombra se había aproximado tanto que podía olerla. No era olor conoci-
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do. Da igual, los estudiantes no se suelen duchar por la mañana; parecía uno de los llamados intrusos. No estaba prestando atención cuando alguien le dijo: -¿Sabes si aquí se toma el autobús que va a El Corredor? En ese momento alzó la cabeza y su mente febril hasta ese momento se fijó en los ojos grandes y vidriosos que le estaban preguntando. -Creo que tiene una parada cerca. Llegará en poco tiempo, puedes preguntar al conductor. Le había tuteado, sin conocerle, era joven también. Le pareció un poco fatigado, diríase que había corrido.... David dejó de prestarle atención. Solo había transcurrido un minuto desde que llegó a la parada pero ya echaba de menos a algún compañero. Otros días repudiaba tener que compartir con ellos ese momento. Hubiera dado su vida porque no hubiera nadie más allí que ella. Sin embargo hoy, ninguno de los habituales aparecía. Pasó a sentir cierta desconfianza del extraño que, además, se había situado justo delante de él, de frente, mirándole con descaro, esperando que le diera alguna explicación más sobre el destino del autobús que esperaban. -Ya, pero yo necesito saber ahora si va a El Corredor. ¿Es que no lo sabes seguro? ¿No eres de por aquí? Su cazadora de cuero estaba gastada, sucia, unas motas blancas se desliza-
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ban caprichosas por la pechera hasta llegar a un manchurrón de forma irregular al principio del bolsillo derecho. Este detalle fue lo primero que llamó la atención de David, que ahora no tuvo más remedio que detenerse en aquel extraño. -Soy del barrio y tomo siempre el bus pero no me he fijado en las paradas posteriores a la mía. Yo me bajo en El Espinar.
La respuesta pareció no gustarle porque insistió una vez y otra más. Incluso notó como la mano del extraño, áspera y dura, se posaba sobre su brazo derecho. Estaba claro que necesitaba tomar el bus. Desconocía la razón, tampoco le importaba. Sólo quería que todo fuera como cualquier otro día. Que su plan se pudiera llevar a cabo ahora que se había decidido. El olor agrio del aliento del hombre, se mezclaba con el sudor que desprendía de su ropa. Era un desconocido para él, comenzaba a notar que podría correr. Pero sintió un gran alivio cuando vio que
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por fin no estaría solo, que alguien más se acercaba. Seguro que los ancianos... solían llegar justo tras él. Tampoco el autobús era puntual. Intentó mirar el reloj pero el extraño se acercó hacia él de nuevo con más violencia, tomando la mano de David para ver la hora. -Mierda, tengo que irme. Y el autobús sin venir. David se sintió aliviado cuando la pareja de ancianos se acercó. A continuación empezaron a llegar el resto de personas habituales. David se tranquilizaba cada vez que alguno más entraba en escena. Sin embargo enseguida se abría paso la impaciencia porque Celia llegaría en breve. Siempre era la última. Mientras, el extraño revoloteaba preguntando a los demás si aquel autobús le llevaría a El Corredor. Alguien le contestó afirmativamente aunque la respuesta no le satisfizo, siguió nervioso. Era un hombre de mediana edad, moreno, muy delgado, con mirada amenazante. Sin que apenas se dieran cuenta, el extraño había cruzado la calle donde se amontonaban unos edificios industriales en una especie de descampado pequeño, al lado de otros con viviendas. Se paró esperando no se sabía qué o a quién. Intentaba atisbar algo, diríase que intentaba empujar al autobús para que llegara con más rapidez. Miró varias veces en la dirección esperada, volvió a la parada y se sentó en el borde de la acera con la cabeza entre sus manos.
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Las luces del autobús comenzaron a vislumbrarse entre la oscuridad del amanecer. Y Celia sin llegar. Siguiendo su plan, David dejó subir primero a los pasajeros habituales, hasta el último que no era la mujer deseada precisamente, sino el extraño tipo de la cazadora de cuero. Dudó si subir o no, si quedarse a esperar u olvidarse para siempre de ella. Quizás estaba enferma, a lo mejor la habían echado del trabajo, elucubró. En una ocasión oyó que comentaba al conductor que era una situación temporal. ¡Dios, qué voz más hermosa tiene!, pensó ese día. ¡Las palabras salían por su boca de forma tan melodiosa y envolvente! Se sentó en el lugar de costumbre con gran desazón, mientras miraba incansablemente por la ventanilla. El extraño, por fin, iba a obtener la respuesta a su pregunta. Así le dejaría en paz. Ahora su cabeza no podía pensar más que en la razón que había llevado a que su Venus no hubiera acudido a la cita diaria. Cada pasajero se situó de forma ritual en el lugar de siempre, todos menos el hombre extraño, que se quedó de pie en el centro del mismo, mirando ansioso por las ventanillas, mientras el autobús iniciaba su marcha. Apenas comenzado el trayecto establecido, David sentía que se ahogaba por la desilusión producida. No contaba con este desenlace; inocente se había imaginado un final feliz, casi se veía de la mano con ella, contándole sus sueños.
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-Oye chico, perdona lo de antes. No sabía dónde estaba, a lo mejor te he asustado. ¿Tienes edad para fumar? No le había notado sentarse a su lado. El hombre de la cazadora de cuero se había situado en el asiento junto a David. Esto era lo último que necesitaba ahora. -Está prohibido hacerlo en el autobús- Fue lo único que se le ocurrió decirle. Hubiera querido empujarle fuera de su círculo vital que ahora había invadido de olor repugnante y cansino. -No te preocupes, nunca pasa nada. Somos pocos y la mayoría están dormidos a estas horas. Este autobús me llevará a El Corredor y debo estar preparado. Estoy nervioso, así se me pasará un poco. David no deseaba conversar con aquel tipo, no quería escuchar nada más. Pero, como tantas veces antes, no sabía decir que no y no sabía cuándo decir sí. El otro siguió hablando. No se callaba aunque no obtuviera respuesta alguna del chico que seguía absorto en sus pensamientos, tristes pensamientos. Pero ¡qué iluso había sido! El asiento de Celia permanecía vacío. -Es verdad, esto está muy lejos, es la primera vez que vengo pero cuando Celia me dijo que debía tomar el autobús no pensé que estuviera tan alejado…- Siguió hablando el hombre. Pero qué sabía David de la mujer, ¿estaría casada, tendría hijos, cuántos años tendrá? Ninguna de estas preguntas se había hecho hasta ahora.
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-Mira, esta es mi novia- Le dijo el hombre mostrando la foto de una mujer rubia de pelo rizado, que mostraba una hermosa sonrisa mientras su pareja le daba un beso en la mejilla. David no tuvo más remedio que mirar; entonces sintió el impacto de la verdad sobre su cabeza, una punzada recorrió su estómago de arriba a abajo. Aquel tipo extraño y maloliente conocía... no, es más, era el novio de su amada. Pero ¿cómo era posible? -Ahora no sé dónde está, hace más de dos semanas que no la veo. Por eso he ido a buscarla, pero no estaba. Se enfadó conmigo y me dejó pero estoy seguro de que si la encuentro volverá. ¡Menuda zorra está hecha! Dentro de la sorpresa inicial, algo le decía a David que aquello tenía solución: no estaban juntos ahora, ella le había dejado, aquel tipo no podía gustarle a la dulce y perfecta Celia. Aún no estaba todo perdido. La parada de David estaba cerca. Había sido un comienzo de día muy convulso e inusual; su fiebre matutina sufría caídas y subidas en función de los acontecimientos vividos. La confusión inicial había dejado pasado a cierto alivio que ya buscaría cómo resolver. No deseó despedirse del extraño que tan valiosa información le había dado de Celia, pero tenía que hacerlo. En un estado semiinconsciente sintió que un mareo instantáneo le recorría la mente.
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o era tarde cuando terminó en el trabajo ese día. Deseaba volver a casa para descansar, meter la cabeza debajo de la almohada y olvidarse de todo. Mientras se cambiaba el mono grasiento, oía dar gritos a alguien fuera. No le preocupaba. Algún cliente insatisfecho. Ahora no tenía tiempo de eso. No sabía cómo había conseguido terminar su jornada laboral, lo que ocurriera a partir de este momento, no era asunto suyo. Caminó hacía el autobús pero, con parsimonia, retrocedió hasta la cafetería Orlando, frecuentada siempre por muchos parroquianos y que él iba a pisar por primera vez. Hoy rompería la norma, al fin y al cabo los demás lo hacían constantemente. No le gustaba el ruido, tampoco la multitud, pero eso le daba igual. En ese momento decidió hacer algo diferente. Tras el cristal de la cafetería vio pasar su autobús varias veces, en su ida y vuelta constante. La noche se acercaba con una cerveza en la mano para invitarle a compartirla velada. Ese autobús debía regresarle con la mujer de rubia melena rizada. Se situó en la parada de costumbre, mareado, casi tambaleante. Había entendido el mensaje: no tenía que huir, cuando la viera de nuevo retomaría su plan. Pero si no lo hacía, seguiría con su vida de siempre. Con su melena rizada y sus ojos vivos, miraba con desdén por la ventana del autobús. Era tarde, demasiado tarde para que una
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mujer viajara sola en el autobús que la devolvía al extrarradio. -Vaya, ¡ahí está el chico de ojos verdes! Menuda pinta que trae- pensó Celia con una media sonrisa cuando vio que David subía al autobús, en estado semiebrio. El vestido de flores, el aroma de la mañana había dejado paso a un olor a amoniaco característico... De forma instantánea se subió un poco el vestido hasta que los muslos bien formados se mostraron esplendorosos. Se incorporó en el asiento mirando de reojo hacía el pasillo central y se humedeció los labios. No tardó en notar la mirada insidiosa de David que todavía era capaz de reconocerla. La sorpresa inicial dejó paso a la turbación. Decidió sentarse junto a ella y tragar saliva para recuperar fuerzas. -Esta mañana no has tomado el autobús de todos los días¡Qué bien olía aún a estas horas!, pensó. -Vaya, no sabía que contabilizaras mi vida– dijo con descaro ante el rubor del chico. –Pero es cierto, no he pasado la noche en casa. -Alguien que te buscaba sí tomó el autobús por ti– se atrevió a decir el chico, algo contrariado por la contestación de la mujer, que comenzaba a jugar con él. -Supongo que el par de ancianos... o los de cada día, rió con ganas. -No te rías. Era un hombre, no, era tu novio- siguió en un atrevimiento desconocido en él. -Mi novio, pero si yo no tengo novio, ¿de dónde sacas eso? -Él me lo dijo. Incluso me enseñó una foto tuya- la con-
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versación infantil comenzaba a gustar cada vez más a la mujer y molestar al joven. -Lo siento... eh ¿cómo te llamas?... ah, David, lo siento, pero, repito, yo no tengo novio. Si lo tuviera ¿crees que volvería sola a mi casa?, ¿que estaría cada día pendiente de esta mierda de autobús? ¿Que vendría oliendo a amoniaco? -¿A amoniaco? A mí me gusta tu olor- (me gusta todo de ti, pensó para sí mismo). En un alarde inusitado de valentía, David siguió hablando con ella. No era su forma habitual de ser. Quizás las cervezas le habían ayudado. Pero ¿y ella? Le estaba hablando mirándole directamente a los ojos, sin rubor. La conclusión era fácil en su mente: ella no tenía novio, el hombre de la cazadora negra no había existido, y ahora volvía al lado de la mujer más maravillosa del mundo charlando con ella. No quería saber nada más, con eso se conformaba. Cual efímera nube de verano, el mareo se había esfumado de David y conseguía articular frases completas y con sentido. El trayecto se le hizo más corto que de costumbre. La insinuación y la provocación de Celia le gustaban, le estaban produciendo sensaciones nuevas.
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la mañana siguiente no fue necesario caminar hasta la parada del autobús, David volaba ansioso porque su plan estaba en marcha. Esperó, saludó a los demás, volvió la mirada ante cualquier ruido y escuchó por primera
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vez los últimos grillos del amanecer. Antes que el autobús hiciera su presencia, unas sombras comenzaron a dibujarse por el horizonte. Ahí estaba, el vestido de flores ajustado venía hacía él, envuelto en el aroma embriagador de la vainilla. De pronto se detuvo, hizo un pequeño gesto hacía atrás y se paró para esperar que una silueta delgada llegara a su altura. La cazadora negra ya no tenía el manchurrón blanco sobre el bolsillo blanco. Los dos saludaron a David antes de subir al autobús. El juego había terminado, ahora no sabía si subir, si esperar o directamente, si volverse hacía atrás. El asiento habitual le esperaba y le acogió con la hospitalidad habitual. Desde allí pudo ver cómo unos hombros perfectos se cubrían por dos brazos raquíticos y malolientes que iban a terminar por aniquilar el aroma de ese momento. Un beso fue lo último que David pudo ver antes de que el bus reiniciara su marcha.
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¿ RECAPITULANDO Y FILOSOFANDO UN POCO
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iempre es bueno recapitular. Hacer un alto en el camino y mirar para atrás. Veo veo. ¿Qué ves? Te diré lo que veo yo. Primero arrancamos con Torrichelli, que tomaba mate en el techo y terminó descubriendo cómo medir la presión de un gas. Luego pasamos a don Celsius, ―Cacho‖, que modificando el mate de Torrichelli- se inventó un termómetro, para objetivar el grado de bolomki interior de un cuerpo, gaseoso o no. Y luego terminamos con Lord Kelvin, quien, en su afán por levantarse minas, descubrió cuál es el verdadero cero de la temperatura, que
simplifica los cálculos y da el hilo conductor para inquietantes preguntas. Pero también, en otro plano de análisis, vamos descubriendo OTRO hilo conductor: el que nos va guiando como un sonámbulo para cumplir el objetivo último de la Ciencia: poder prever, poder ver antes de ver. Adivinar el futuro. En serio, no como la gorda esa adivina. (Sí, la rubia esa). Como hicimos cuando CALCULAMOS, IMAGINAMOS, sin haber hecho experiencia alguna, sólo jugando con piedritas mentales, qué pasaría con la temperatura cuando el volumen llegara al límite de 10 mililitros del casquete. Y es que ESE es el último objetivo de la Ciencia. Pensar, en vez de laburar. ¿Pensar qué? Pensar qué VA a pasar. O, al menos, qué PUEDE pasar. Y decidir si nos conviene hacer algo o no sin haber tenido que sufrir las consecuencias adversas en carne propia. Como cuando usaste el manómetro que inventó otro. Pero, OJO, que al final siempre hay que terminar laburando… Otra cosa: ¿Viste qué útil es tener una escala para medir algo? ¿Una ESCALERA para saber en qué peldaño estás parado, en qué grada, en qué grado, entre la nada y el mucho? Si no tenés una escala siempre ter-
minás hablando macanas. Como cuando vas al médico porque te duele ahí y el muy facultativo te pregunta: ¿Le duele mucho? –Sí, Doctor, mucho. –¿Pero mucho mucho o más bien mucho poquito? –Y, mucho bastante. Dígame, Doctor, ¿por qué no me pone el dolorómetro y se fija a ver si tengo 40 grados de dolor y nos dejamos de….acertijos? –Hijo mío, porque todavía no ha aparecido el Doctor Celsius que lo haya inventado. Pero no te preocupes. Cuando inventen el dolorómetro, el cansadómetro, el molarímetro y quién sabe cuántos aparatos más, se te acaba el curro de las enfermedades inventadas. Para concluir —se me agota la licencia por lumbalgia— te diré que dos escaleras perpendiculares pueden mostrar la función, la RELACIÓN de su tránsito CONJUNTO. VOLVIENDO AL TEMA QUE NOS CONVOCA
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sea, ¿qué cosas podemos VARIAR de un gas? Toma tu jeringa que a esta altura de la soirée ya debes haber comprado - e interrógate a ti mismo. Lo primero que puedes VARIAR es la masa de gas que le metas. No es lo mismo si chupas hasta el 4 que si chupas hasta el 5…………………………… Lo segundo que puedes VARIAR es la presión que soporta. No tienes más que hacer fuerza para afuera o para adentro con el émbolo, cuidando antes de tapar el pico con un tapón bien encastrado. Porque si no lo tapas se te escapa el gas y siempre seguirás a la
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misma presión, la presión atmosférica. (¿Ya te lo había dicho?). También puedes VARIAR la temperatura, modificando el desorden relativo del ambiente que lo rodea. Que, como ya dijimos, se contagia al interior del gas de tu jeringa. (Tienes que esperar un cierto tiempo para que se contagie bien, porque el aire exterior tiene que contagiar al plástico de la jeringa— que es bastante aislante—y éste al gas que está adentro). De todas esas modificaciones te saldrá como resultado un volumen final determinado, que no puede ser más que uno. No sé cuál es, pero es seguro que no puede dar dos valores distintos. Es decir, el volumen es una variable dependiente de todas las demás. En realidad, cada una de las variables es dependiente de todas las demás. De manera que, si sé tres de ellas, la cuarta queda fijada automáticamente. Es como si te dijera: tienes cien pesos, ¿cuántos dólares tienes? Si obtienes dos respuestas distintas es… porque estás en el mercado negro, ILEGAL. Y en ciencia la trampa está mal vista.
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olvamos. Hasta ahora hemos visto: 1º): P · V = K (constante). Ley de BoyleMariotte. (Cuando T y M son constantes). 2º): V / T = K’ (otra constante). Ley de Gay Lussac. (Cuando P y M son constantes). Sí, lo descubrió Gay Lussac, alias ―Gay‖. Lord Kelvin sólo dijo que, para que tenga ese formato, T tenía que estar en º Kelvin, que simplifica la fórmula. LO QUE NOS FALTA
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s paciencia. Falta (¡todavía!) estudiar la relación entre P y T, a volumen y masa constantes.
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Yo ya no doy más. Me fui a hacer otro matienzo. Voy a terminar verde de tanto darle a los gases. Metafóricamente hablando. (Te dije que iba a utilizar metáforas). Bueno, a lo nuestro. El gas. Si hubiera sabido le hubiese puesto de título al libro ―Todos los gases el gas‖, a lo Cortázar. Queremos ahora encontrar la relación que nos falta. La que vincula a la presión con la temperatura, a volumen y masa constante. ¿Cómo harías? Dímelo tú. Bueno, voy anotando. ¿Dices que compre yo la jeringa, porque tampoco la tengo? Bien, te ―embromé‖, porque SÍ la tengo, aunque es de 20 ml. Pero, para el caso, me sirve igual. Chupo aire, dices. No se escucha, Padre. ¿Hasta la marca 4? Dale, hacémela fácil vos también. ¿Tapo? ¿Para que la masa de gas quede invariable? ¿Y ahora? Lo que no se tiene que mover más es el volumen ¿no? Tiene que quedar clavado en el 4. El gas que está adentro ¿a qué presión está? ¿Una atmósfera? Y la temperatura ¿de cuánto es? La de tu casa no sé, pero en la mía en este momento hace, exactamente, 27 º C. Que en º K serían, a ver… ¿300 ºK, justitos? Bien, partimos entonces del gas encerrado a atmósfera y 300º K. ¿Qué hechurías le podríamos hacer para saber cómo se relacionan la temperatura y la presión? Recuerda que la temperatura (su AUMENTO) dilata el gas, mientras que la presión (Su AUMENTO, también) lo comprime. O sea que si caliento el gas, para que el volumen quede clavado en los 4 mililitros iniciales tengo que hacer más presión, para que compense el incremento de volumen que le produce el aumento de temperatura.
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PARA COMUNICARSE CON EL AUTOR ESCRIBIR A maria-
noliebanabiog@hotmail.com.
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ó í ( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a . F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .
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os mitólogos de todos los tiempos, afirman en todas sus investigaciones relativas a la zoolatría, el Jabalí es un animal representativo de la dualidad; por un lado sería el emblema del arrojo y el valor, mientras que por otra parte encarnaría el desenfreno y la desmesura. Desde muy antiguo, los distintos pueblos y culturas tratan en sus simbologías a este animal y, por ejemplo en la India, es visto como una de las encarnaciones del Vishnú. También el Jabalí era uno de los animales considerado con valor totémico por las ancestrales sociedades babilónicas y, también, según algunas leyendas de origen galo y celta, era un animal sagrado. En esencia, representaba el poder que ejercían los sacerdotes sobre su grey; por tanto, era sinónimo de poder religioso: el poder civil parece ser que era asociado al Oso. Por todo ello, el Jabalí aparece entre galos, britanos y celtas como el símbolo de que existe un poder trascendente, superior a lo inmanente y a lo terreno, y del que son fidedignos intérpretes sus druidas. En China, además tiene el privilegio de ser uno de los animales que acudió a la llamada del Maestro Buda Siddhartha, el Gautama, lo cual le valió la consagración de un año en el horóscopo basado en los ciclos anuales de la Luna; también se le consideraba como detentador de un orden cuya periodicidad evidenciaba los cambios, metamorfosis y transmutaciones de la naturaleza. La figura del Jabalí aparece también representada como emblema militar entre los galos y, según testimonios gráficos hallados en el Reino Unido, también los romanos llevaban aquel pictograma en sus estandartes. Los antiguos cristianos, sin embargo, lo consideraban
como portador del mayor daño que imaginarse pueda y lo asociaban, con relativa frecuencia, al espíritu maligno de Belcebú.
ferencias nunca serán cuestionadas por los Jabalí/Fuego y tienen prioridad sobre otras consideraciones de tipo pragmático.
Los años del Jabalí y los cinco elementos
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(Cada uno de estos tipos se repiten cada doce años). JABALÍ-TIERRA Las personas que hubieran nacido bajo el signo emblemático representado por el Jabalí, siempre que ello haya tenido lugar en 1935 y 1995, sentirán por antonomasia a la Tierra como elemento de influencia. Semejante situación hace a estos Jabalí, personas realistas y preocupadas por sacar provecho en torno a sus proyectos y, en general, nunca se marcarán objetivos que no tengan posibilidad de conseguir. A veces se les tacha de interesados, pero lo que realmente sucede es que su temor a pasar necesidades les obliga a no desperdiciar ocasión alguna de la que puedan extraer valoraciones que equivalen a ganancias materiales. JABALÍ -FUEGO Los Jabalí que hubieren nacido en el año 1947 tendrán por elemento al Fuego. Se trata de una tendencia Yang que proviene de este elemento, sobre una tendencia Yin lo que comporta cierta preocupación por no permanecer al margen. Aquí, al nativo del signo Jabalí, le interesa la acción y rechazará todo signo de pasividad. Sin embargo, no por esto ha de entenderse que cualquier causa contará con su adhesión, sino que son necesarios ciertos supuestos, pues en su escala ética de valores priman el amor a la igualdad y la justicia. Estas pre-
Las personas nativas del signo emblemático Jabalí, siempre que su nacimiento hubiere acaecido en los años 1923 y 1983, tendrán por elemento a la Madera. Esto significará el dominio de las pasiones y la superioridad de la razón. La tendencia Madera incide en los nativos de Jabalí para producirles cierto equilibrio anímico de gran mérito. Otra característica propia de esta influencia es su sentido por lo estético y lo artístico, siempre buscarán la belleza y las connotaciones que de ella proceden. JABALÍ -AGUA Los Jabalí nacidos en 1911 y 1971 tienen por elemento al Agua y, ello, en primer término significa una doble tendencia Yin. Esta dualidad aporta cierto grado de necesidad de poseer, de acumular, por parte de las personas nacidas bajo este signo emblemático representado por el Jabalí. No obstante, la presencia del Agua calmará el afán de lucro y fastuosidad que constituyen el patrimonio del animal emblemático Jabalí. Todas las demostraciones de grandeza a las cuales es dado el nativo de este signo, cuando se encuentra en la presente situación, devienen y se transforman en huida hacia lo más recóndito y escondido. JABALÍ-METAL Los nativos del signo emblemático Jabalí, siempre que hubieran nacido en el año 1959, tendrán al Metal por elemento, lo cual endure-
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cerá su carácter suave por naturaleza. Ya no será tan fácil creer a los demás, y es probable que hasta sus más íntimos colaboradores critiquen su inflexibilidad a la hora de negociar sobre determinados supuestos. Algunos estudiosos de la Astrología oriental apuntan que la influencia del elemento Metal en el Jabalí aleja a éste de críticas malsanas, al tiempo que lo preserva de ser engañados por algunos oportunistas. El signo Jabalí y el amor
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os Jabalí son una gente muy sencilla que aman lo mejor de la vida y desprecian, absolutamente, todo lo demás. En el amor no quieren complicaciones como en la vida profesional y no van a estar pendientes de los caprichos de la pareja por mucho más tiempo del que ordenan las reglas de la sensatez. Sea esto dicho con el propósito de ofrecer un resumen de urgencia a una cuestión también muy sencilla: los Jabalí son razonablemente pacientes, pero no son necios ni tolerantes hasta el infinito. Salud
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os Jabalí son muy buenas personas, las más honestas de las doce especies emblemáticas chinas y bastante tranquilas. Su único peligro, desde el punto de vista de la salud, es el de la indolencia, la falta de ejercicio, la apatía y el desorden, por pura pereza, que puede convertirles en seres más débiles de lo necesario. Pero no se van a volver locos por la ansiedad o la ambición ni van a coger enfermedades extrañas por su promiscuidad o por sus excesos porque no cometen exageraciones ni se disparan en cualquier dirección. Son gente a las que les puede fallar y muy pronto, el sistema cardiovascular, por falta de ejercicio y por estar metidos en ambientes cargados, por no salir al aire y no andar regularmente. Su dieta es un desastre y comen lo que tienen a mano, mucho si hay mucho y poco
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si hay poco; no por hambre, sino por una especie de instinto. Pero no son glotones: son de un tipo bastante común de personas, de las que reciben con la misma expresión un manjar delicioso que una comida de serie y se comen y beben lo que se les echen en el plato y en el vaso, como si quisieran demostrar al anfitrión su agradecimiento y su respeto. Trabajo
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os Jabalí se esforzarán en trabajar bien y a conciencia, en cumplir lo estipulado y en tener todo en orden y listo para la tarea a la que se han comprometido, pero no dejarán que la ambición les adormezca los sentidos ni que el sueño del triunfo definitivo les impulse a una equivocada actitud de combate a muerte con la vida. Además, suelen tener en su haber una buena muestra de fracasos profesionales en sus primeros pasos, más por una mala elección que por incapacidad. Han ido trasteando con los trabajos y han visto, de primera mano, cuáles son los indicados y para cuáles no han sido llamados. Ante una posible elección, empiezan por probar y después piensan; prefieren la práctica a la teoría y sobre ella establecen sus límites. Algunos Jabalí, más lentos o menos inquietos, no son muy exigentes en este aspecto y se dejan llevar por la corriente; pero la mayoría se mueven inquietos hasta que encuentran el lugar que les va mejor. Es una forma muy primitiva de actuar, pero está de acuerdo con el cuadro general de aptitudes. Aventura
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ástima que sean tan perezosos, porque los Jabalí podrían convertirse en los mayores aventureros del mundo. Esta relación del Jabalí con las hazañas y lo desconocido no sería de una gran calidad, pero en el momento en el que le tomaran cariño, no habría quien les parase. Quizá les costaría lanzarse, pero no dudarían en vivir apasionadamente
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(dentro de sus posibilidades) hasta la más nimia de las andanzas, sin ponerse barreras ni limitarse en ningún aspecto. Compañeros del camino del signo Jabalí JABALÍ/RATA Todos los nativos del signo emblemático Jabalí que hubieren nacido entre las once de la noche y la una de la madrugada, tendrán por compañero de camino a la Rata. Esto implica, en una primera apreciación, cierta dificultad para superar determinados obstáculos, muy especialmente los derivados del propio carácter y de la relación con los demás. Algunas corrientes astrológicas mantienen la tesis de que los nacidos bajo el Jabalí, cuando se hallan en la presente circunstancia, permanecen alejados de toda relación social y de cualquier contacto con sus semejantes debido a la amargura que les produce su impotencia al topar con problemas de difícil solución. El mundo de las personas nacidas bajo esta influencia simbólica es relativamente simplista y su mayor preocupación estará en lo referido al aspecto económico. JABALÍ/BÚFALO Todos los nativos del signo emblemático representado por el Jabalí, siempre que hayan nacido entre la una y las tres de la madrugada, tendrán por compañero de camino al Búfalo. Esto supone, en primer lugar, que mirarán a través de un velo construido por un carácter egoísta. Todos los estudios astrológicos coinciden en calificar esta influencia de compleja, pues se trataría de la unión de la soledad del Jabalí con la del Búfalo. Pero, todas las contradicciones que puedan existir, no se verán reflejadas en su actitud externa y, aunque no se identifique consigo mismo, el nativo perteneciente a esta fusión, mantiene una expresión serena y apacible.
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JABALÍ/TIGRE Las personas nacidas entre las tres y las cinco que pertenezcan al signo emblemático representado por el Jabalí, tienen por compañero de camino al Tigre. Se trata de una simbiosis plena de energía y en la que se mezclan elementos tan dispares como materia y espíritu; idealismo y realismo; amor y odio; riqueza y pobreza. Este extremismo en su naturaleza, también se refleja en su vida y los Jabalí/ Tigre no conocen el término medio. Esto no significa que sean extremistas sino que sienten cada instante, cada hecho, de una forma más bien cualitativa en vez de cuantitativa. Sin embargo, a veces se les acusa de extravagantes, esquivos y reservados; pero lo cierto es que la influencia del Tigre aleja a los Jabalí del miedo a cualquier clase de escrúpulos y de toda incertidumbre. JABALÍ/GATO Las personas nacidas bajo el signo del animal emblemático Jabalí tienen asignados, en los escritos de los astrólogos orientales, al Gato por compañero de camino. Esto indica, principalmente, una vivacidad en los gestos y en los ademanes que ninguna otra simbiosis posee; al menos, no con tal intensidad. Suele decirse que, además, tal unión e influencia, resulta desconcertante y se afirma que las personas nacidas junto al Gato, siempre que pertenezcan al signo emblemático representado por el Jabalí, son atraídas por todo lo secreto y misterioso, aunque no por ello pierden la racionalidad al tratar asuntos materiales por los que se sienten muy atraídos. JABALÍ/DRAGÓN Aquellos nativos del signo emblemático representado por el Jabalí, siempre que hubieren nacido entre las siete y las nueve, tendrán por compañero de camino al Dragón, lo cual, desde la perspectiva que toma como criterio a
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la historia significa rigurosidad en la búsqueda. Se dice, no obstante, que la presente simbiosis encierra en su simbolismo interno cierto afán por integrar significados contrarios. Así, las personas nacidas bajo el signo emblemático Jabalí, cuando se hallan en la presente circunstancia, confundirán lo material con lo espiritual, lo necesario con lo superfluo. Además, siempre terminan admitiendo su incapacidad para resolver totalmente cualquier asunto. La influencia del Dragón en el Jabalí es, en general, positiva y obliga a las personas que se encuentran en la situación descrita a replantearse de continuo muchas de sus acciones, las cuales siempre considerarán inacabadas e inconclusas; merced a ello, nunca podrá tachárseles de satisfechos. JABALÍ/SERPIENTE A los nativos del signo emblemático Jabalí que hayan nacido entre las nueve y las once les corresponde, según la Astrología oriental, a la Serpiente por compañero de camino. Todas las interpretaciones que se han dado sobre esta simbiosis coinciden en afirmar que la desconfianza es el primer aspecto que caracteriza a las personas pertenecientes ella. También es comúnmente aceptada la teoría de que, en muchas ocasiones, permanece inactivo, pues prefiere no tomar iniciativa alguna por temor al fracaso; resulta difícil lograr que se comprometa en determinadas empresas pues, a menudo, se manifiesta carente de entusiasmo. Los nativos del signo emblemático Jabalí, resultan aquí partidarios de las corrientes deterministas cuando establecen que todo lo acontecido, todo lo pasado y todo lo que sucede está ya fijado de antemano, establecido y condicionado. JABALÍ/CABALLO Aquellos nativos del signo emblemático Jabalí que hubieren nacido entre las once de la mañana y la una de la tarde, tendrán al Caballo
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por compañero de camino. Se afirma que la presente simbiosis es portadora de inteligencia y conocimiento cierto de la realidad, de los hechos, de las causas, de los efectos. Semejantes cualidades producen en estas personas una actitud de serenidad y seguridad que no tendrían de otro modo. Además, todo ello conduce a las personas nativas de la simbiosis Jabalí/ Caballo a plantearse determinados proyectos a muy largo plazo, de este modo, ciertas energías serán consumidas en cuestiones personales lo que pondrá freno a su fogosidad y su interés por otros asuntos más generales y más sociales. JABALÍ/CABRA Aquellos nativos del signo emblemático Jabalí que hubieren nacido entre las una y las tres de la tarde tienen como compañero de camino a la Cabra lo que, en primer término, se interpreta por las diversas corrientes y escuelas astrológicas como una simbiosis de rechazo de lo convencional y de lo establecido. Así, los individuos pertenecientes al signo emblemático representado por el Jabalí siempre que se hallen en las presentes circunstancias, se mostrarán con relativa facilidad, ariscos y hasta desconcertantes con sus colaboradores y amigos. JABALÍ/MONO Las personas cuyo nacimiento haya tenido lugar entre las tres y las cinco de la tarde, siempre que pertenezcan al signo emblemático representado por el Jabalí, tendrán como compañero de camino al Mono. Se dice que la presente simbiosis es detentadora de efectos que producen en el Jabalí un ansia de soledad y de apartamiento que no se detectan en ninguna otra unión. La explicación de este comportamiento hay que buscarla en la tendencia privativa del Jabalí/Mono a cuestionar todo lo que se le ponga por delante, venga de donde venga, proceda de donde proceda. Su extraordinaria y reconocida inteli-
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gencia, hace de ellos personas capacitadas para averiguar todo asunto. Suelen, por ello, tener pocos amigos, pero muy selectos, desde el punto de vista de la lucidez. JABALÍ/GALLO Las personas nacidas entre las cinco y las siete de la tarde, siempre que pertenezcan al signo emblemático representado por el Jabalí, tendrán por compañero de camino al Gallo. Esto las convierte en personas tremendamente activas y vigilantes. El Jabalí/Gallo se halla continuamente viajando con su cuerpo astral pues necesita el alejamiento para superar sus crisis internas existenciales y vitales. Sus propias convicciones lo apartan del bullicio y de las reuniones fastuosas y, a menudo, se comporta como una especie de explorador o buscador que necesita el riesgo para seguir adelante. Tal vez por ello siempre elige los caminos más tortuosos y difíciles a la hora de intentar solucionar determinados asuntos.
JABALÍ/PERRO Aquellos Jabalí cuyo nacimiento haya tenido lugar entre las siete y las nueve de la noche tendrán por compañero de camino al Perro. Esta simbiosis es portadora de efectos tales como el alejamiento del Jabalí/Perro de todo aquello que pueda desarmonizar su rico mundo interior. Nunca se manifiesta tal como en realidad es y, ello le hace aparecer ante los ojos de los demás como un ser desconcertante. Sin embargo, las personas nativas del signo Jabalí, mantienen una actitud reservada a causa de la fascinación que sobre ellas ejerce el mundo de lo psíquico y
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del espíritu. JABALÍ/ JABALÍ Quienes pertenezcan al animal emblemático Jabalí, y hubieren nacido entre las veintiuna y las veintitrés horas, tendrán por compañero de camino al propio Jabalí. Esto significa, en una primera apreciación, que las tendencias atribuidas a esta simbiosis, se acentúan. De este modo, la soledad del Jabalí/Jabalí es calificada por las diversas corrientes astrológicas como de falta de educación y los más extremistas la califican de salvajismo. Esta radical huida de los grupos organizados, de drástico rechazo de todo ofrecimiento que conlleve el abandonar su soledad y su mundo interior para tomar contacto con el resto de la sociedad. Las convenciones sociales, lo establecido y lo cotidiano, no limitarán su naturaleza y siempre tienen la suficiente audacia para menospreciar la gloria, el prestigio y el poder.
Victoria Abril, Jabalí de 1959
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Batman desencadenado novela por entregas, última parte por Oscar Ramentev
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ientras tanto, en la Mansión Wayne... -¡Grack!-. Graznaba el Pingüino. -¡Aquí, yo, un criminal de primera generación, haciendo el trabajo de principiantes!, ¡ya no se me respeta!; el Guasón está muy nervioso últimamente, pero ya hablaremos cuando todo esto termine... El Pingüino, el Acertijo y Dos Caras se hallaban en las almenas del edificio, esperando poder contrarrestar a Batman en su regreso. -¡Miren aquello que viene allí!, ¿qué es?-. Preguntó Dos Caras. Todos se quedaron viendo el punto negro que se agrandaba desde el horizonte. -¡Es el avión de Batman, ya viene!-. Exclamó el Acertijo. Ni bien subir al batiplano, Batman supo por los controles de seguridad que su hogar había sido violado. Y de regreso allí, no dudaría en bombardearlo... -¿Qué es eso?-. Preguntó el Pingüino, viendo que algo se desprendía de la nave y la sobrepasaba en velocidad. -¡Un misil!-. Gritó el Acertijo. El estruendo hizo desprender parte del revoque y caer la araña de iluminación, en el despacho donde se hallaban el Guasón, Alfred, Brad y Gatúbela. La puerta se abrió y entró Hiedra Venenosa. -Batman ya está aquí-. Anunció la mujer. -¡Pero va a hacernos añicos!-. Gritó el Guasón. – Ustedes vigilen al viejo, iré a ver qué están haciendo aquellos inútiles. Cuando llegó a las terrazas del edificio, encontró que el primer impacto había herido seriamente a el Pingüino. El batiplano se había perdido a lo lejos, y ahora estaba cerrando el viraje.
-¡Cuidado!, ¡ahí viene de nuevo!-. Gritó Dos Caras. El batiplano se puso esta vez aún más a nivel de aquella terraza, sobrevolando más rasamente, y al pasar, efectuó su segundo disparo, que destrozó un borde del edificio; todos fueron arrastrados por la onda expansiva; pero el Guasón nunca soltó la bazooka que había tomado, y reponiéndose rápidamente, desde atrás, disparó a uno de los motores del avión. -¡Bingo!-. Exclamó al darle. Batman sintió el impacto, y al comprender que de cualquier manera se estrellaría, hizo un viraje hacia arriba y tomó altura lo más que pudo, hasta que el motor se apago. Entonces se dejó caer, violentamente en picada, en trayecto vertical, apuntando directamente a la mansión. -¡Cuidado!, ¡va a estrellarse contra nosotros!-. Gritó el Acertijo, y saltó hacia un balcón. El batiplano se estrelló contra el techo de la mansión, y atravesó así los cuatro pisos del edificio, que se resquebrajó por todos lados; los ventanales estallaron, algunas escaleras y columnas cayeron y una lluvia de mampostería era esparcida por todos lados. Brad se vio caído y envuelto en una nube de polvo, pero pronto descubrió que aún estaba vivo. Miró a su alrededor. Alfred y Gatúbela también lo estaban; Hiedra Venenosa ya no estaba allí. Por la puerta del despachó, abierta, desvencijada, se veía la trompa del batiplano, que había reventado el techo. Brad vio que la escalera al piso superior había quedado intacta. -Rápido, por aquí-. Les dijo, y los tres corrieron escaleras arriba. Allí estaba, en el piso superior, la parte de la cabina de la nave, que de pronto se abrió, y Batman emergió de las sombras y entre la polvareda.
-Señor Batman... Mi nombre es Brad Stowell... Y creo que debemos hablar. Pero el Caballero de la Noche llevó la mano hacia su cinturón y extrajo un arma de él. Era una pistola 45, común y corriente. -Al suelo-. Le dijo Batman. Brad adivinó que el Guasón estaba detrás de él, y en un segundo estaba acostado en el suelo. Pero Gatúbela fue más rápida, y de un latigazo desarmó al encapotado. -El chico tiene razón, Batman, debemos hablar-. Dijo la mujer. El encapotado le dio un bofetazo, y luego se arrojó sobre el Guasón, tomándolo de las ropas. -Bien, Batman, ya me tienes-. Le dijo el Guasón. –Pero yo también insisto, déjale al chico contar su chiste; luego de eso, podrás matarme. Pero antes deja al muchacho contar su historia, se lo merece. Después de todo, como a ti, a él también le asesinaron a sus padres; y tú le debes algo, no estuviste allí para impedirlo, probablemente porque estabas ocupado, persiguiéndome a mí. Batman se detuvo un momento, miró a Brad. -Es así-. Respondió Brad. –Pero usted, ¿cómo lo supo?-. Le preguntó a El Guasón. -Yo también he hecho mis investigaciones-. Respondió el criminal. -Bien, habla-. Dijo Batman, aún sin soltar a el Guasón. -En realidad, yo no tengo mucho que decir... Sino... Alfred. Que le diga él quién contrató a Jack Napier, hace cincuenta años, para asesinar a sus padres. -¿Alfred?-. Preguntó Batman, sorprendido. -Yo... Señor... -Sí, Batman-. Continuó Brad. –El descubrimiento que hizo Vicky Vale antes de irse definiti-
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vamente de Ciudad Gótica, fue cierto, aunque entonces usted no le quiso creer. Pero aquí están ahora Alfred y el Guasón para corroborarlo. Diga entonces, Alfred, diga entonces si no es cierto, delante de todos, que usted mandó a Jack Napier a matar a los padres de Bruce, porque de ese modo quedaría como apoderado de su fortuna, y que debió impedir por todos los medios que Batman muriera, incluso sugestionándolo para que fuera a quedarse a Europa, porque de Batman morir, su
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inmenso patrimonio pasaría al fisco, y usted terminaría como un vulgar pensionado. Batman, entonces, sorpresivamente soltó a el Guasón, y tomó a Alfred por las ropas. -¡Alfred!, ¡cómo pudiste!, ¡tú fuiste un verdadero padre para mí!. -Ni más ni menos que lo que él se había propuesto desde el principio, Batman-. Dijo el Guasón. –Aunque para lograrlo nos halla tenido que crear, a tú, y a mí.
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Batman dio un grito bestial, de inmenso dolor, y por un momento pareció que iba a destrozar a Alfred con sus propias manos. Luego tomó la batisoga, la disparó por el agujero del techo, y se marchó por allí, llevándose al viejo mayordomo con él. Brad miró a Gatúbela, y vio que por la comisura de su boca corría un hilillo de sangre. Le preguntó si estaba bien. -Y yo... ¿Qué voy a hacer ahora?-. Dijo el Guasón.
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-¡Cómprate un circo!-. Le respondió el Acertijo. –Por primera vez, todos somos libres. Brad se miró en los trozos de espejo que aún colgaban de la pared. Las psicologías se deforman a partir de las obsesiones, volvió a decirse, y es de manera irreversible; no hay manera de volver atrás, no hay modo de resucitar a los muertos, ni de regresar a su simiente lo que ha nacido.
Epílogo Crónicas de Ciudad Gótica
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l Pingüino y Harvey Dos Caras habían muerto, cuando el bombardeo de Batman contra su propia casa. El Acertijo volvió a ser el doctor en ciencias Edward Nygma, y regresó a trabajar a los laboratorios de la Fundación Wayne. Gatúbela se transformó en una heroína justiciera, y comenzó a combatir al crimen común. Finalmente, Brad Stowell renunció a su trabajo en la Universidad, y por entonces planeaba escribir un libro, las Crónicas de Ciudad Gótica. Viajó a Los Ángeles, una vez, para relatarle a Vicky el desenlace de la historia, pero se encontró con que la mujer ya también había abandonado esa ciudad. También visitó una que otra vez a Bárbara y Selena, que seguían manteniendo sus estériles y absurdas disputas, cosa que lo cansó, y terminó por dejar de verlas. Hiedra Venenosa fue a recluirse al bosque lindante a la ciudad, para terminar sus días haciendo vida de ermitaña. Bruce Wayne mantuvo su trabajo con la Fundación, pero ahora pasaba más tiempo en Europa, desde donde manejaba sus negocios (aunque se dice que Batman fue visto alguna vez, haciendo de las suyas en Escocia, y hasta en el Tíbet). De el Guasón, o de Jack Napier, nunca se volvió a saber. Ahora su celda en el Asilo Arkham es ocupada por un anciano, de rostro demacrado, de sonrisa sádica, de mirada asesina,
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que hace chistes del tipo: “Al final, el asesino era el mayordomo”. Su nombre es Alfred. FIN
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, Por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
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ste asunto me ha suscitado bastantes cosas, a partir de un profundo desagrado: 1. El corto me parece muy bien realizado e interpretado, ya que el playback se resuelve bien, parece que es su voz... pero terriblemente aburrido. Los ocho minutos me parecieron eternos. Y nunca despertó mi interés esta mujer tan impecablemente vestida y peinada. Ridículo. 2. Detesto el concepto de la realidad mejor que la ficción. 3. En 1927, Jean Cocteau estrenó el primer monólogo del siglo XX: una mujer hablando por teléfono, "La voz humana". Entonces transcurría en un ambiente tan burgués como en este corto, sólo que infinitamente más interesante: la mujer habla por teléfono y eso en aquel año, en París, no era algo que pudiera hacerlo cualquiera, pero además lo hace en la cama donde se sintió en la gloria muchas veces; espera la llamada del amado que llegará con la carga insoportable de la ruptura. 4. Esta obra que como mucho dura media hora se ha representado muchísimas veces (en España vi una versión impactante de Amparo Rivelles; en Argentina: Inda Ledesma, Amelia Bence, China Zorrilla...), se ha llevado al cine por Ana Magnani e Ingrid Bergman, por Roberto Rossellini. Se ha hecho en ópera, incluso en Madrid se hizo doblete: una soprano protagonizó la ópera. Y tras un descanso, Cecilia Roth se ocupó de la versión teatral. http://www.youtube.com/watch? v=afm_n3q73AA
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sta es la versión Magnani, desbordada y casi insoportable por la angustia que transmite el abandono. 4. Con este recuerdo el corto y la absurda "noticia" me parece una estupidez bestial, y la crónica de
Clarín y el éxito de Youtube algo terrorífico por banal y falto de poesía, de creatividad. Una situación por la que pasan múltiples parejas a lo largo de la vida, carentes de interés artístico: para eso está el arte para dar trascendencia a todo lo que hacemos: tirarse un pedo divierte a los niños y a veces a los adultos, pero un monólogo dedicado a los pedos según las clases sociales y las circunstancias lo convierte en obra de arte. 5. Grosso modo estoy de acuerdo con tu nota, pero me parece demasiado tibia respecto del asunto en sí. Y demasiado agresiva con un tema que te atrae mucho: "El derecho a la vida es inalienable, por eso intentaremos detener a quien trate de suicidarse, porque nadie tiene derecho a desprenderse del derecho de permanecer vivo. Nadie puede renunciar a su identidad, carecer de identidad, ni siquiera voluntariamente". 6. Contra el ateísmo y el suicidio eres todo púlpito, sermón de la montaña, azote sin piedad. 7. Mi púlpito es el contrario, aliento el ateísmo, siendo yo creyente, y desde luego impediría cualquier intento cercano de suicidio, aunque debería estimularlo como hice aquella vez que te conté. En realidad creo que el ateísmo y el suicidio son maravillosas formas de enfrentarse a una civilización plagada de lugares comunes que sentencian la conducta humana. Desafiar todo lo relacionado con la mística y lo considerado natural me parece espléndido, aunque le salga mal al protagonista. Son decisiones que de verdad nos hacen humanos. Yo no soy capaz ni de uno de otro, soy un ser dependiente de muchos estigmas y aunque lo he intentado no he sido capaz de ateizarme ni de suicidarme, aunque, insisto, ambas acciones me parecen formidables. 8. Como de costumbre, de púlpito a púlpito y de pálpito a pálpito: el Langella Show siempre es estimulante, hace pensar... y justo cuando estaba pensando en tirarme del segundo piso unas cuatro o cinco veces... H. O. R.
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. Sí, totalmente de acuerdo. En mi nota no quise detenerme a considerar el solo hecho del video, de las motivaciones y del oportunismo del realizador. Oportunismo, digo, por el hecho de que la grabación de audio es un testimonio real. Pienso, un director de cine no va por la vida comprando contestadoras telefónicas usadas, a ver si alguien se dejó un casete dentro, que usar luego en un cortometraje. Fuera de la anécdota, al realizador jamás se le hubiera ocurrido escribir un guión ficticio semejante a eso que encontró. Y si lo hubiera hecho lo más probable es que el video no hubiera tenido ninguna trascendencia. Lo que concita el video es el morbo de los que vamos a escuchar la voz íntima de una persona que jamás pensó que iba a ser escuchada. Esto me recuerda también algo que se dijo alguna vez, de que cuando el hombre llegó a la luna los astronautas captaron ondas de radio de la Tierra, pero de hacía muchos años, pudieron escuchar supuestamente retazos de conversaciones radiales de la época de la Segunda guerra. Posiblemente se trate de un mito, pero recuerdo que cuando leí acerca de eso, imaginé la posibilidad de que todas las conversaciones de la humanidad se hallen flotando en forma de ondas en alguna parte del espacio, y que alguna vez pueda ser compilado todo ese material y ser escuchado. 2. "Detesto el concepto de la realidad mejor que la ficción", decís. También lo oí decir, pero nunca me detuve a pensar demasiado en eso. ¿Es mejor un paisaje real que uno pintado? Si lo damos vuelta, ¿es mejor la ficción que la realidad?, no, no creo que necesariamente eso sea lo que hayas querido decir. No sé, yo prefiero todavía los paisajes reales a los pintados, pero en alguna parte me parece que son incomparables. Que realidad y ficción son
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incomparables, que llegado el caso no tienen por qué tener que ver mucho una cosa con la otra. 3 y 4. Una genialidad esto que me mandás de Ana Magnani. Bueno, me desdigo entonces de lo que dije más arriba de que nadie le prestaría atención si se tratara de un caso puramente de ficción. Bueno, claro, necesitás de enormes talentos como los de Cocteau y Magnani para hacer de este fragmento una verdadera obra de arte. Claro, desde este punto de vista realidad no es mejor que ficción, y hasta convendría que todo lo contrario (lucidísimo, oportunísima, un hallazgo esta cita tuya, que no conocía para nada). 5 y 6. Acá te equivocás en un punto. No estoy en contra del ateísmo. 7. Tampoco lo aliento, como tampoco aliento la religiosidad. No soy militante absolutamente de nada, no predico, no hago catecismo ni anticatecismo. Te cito: "En realidad creo que el ateísmo y el suicidio son maravillosas formas de enfrentarse a una civilización plagada de lugares comunes que sentencian la conducta humana. Desafiar todo lo relacionado con la mística y lo considerado natural me parece espléndido, aunque le salga mal al protagonista. Son decisiones que de verdad nos hacen humanos. Yo no soy capaz ni de uno de otro, soy un ser dependiente de muchos estigmas y aunque lo he intentado no he sido capaz de ateizarme ni de suicidarme, aunque, insisto, ambas acciones me parecen formidables". Bueno, son confesiones muy íntimas. Comprendo pero no comparto. He visto gente suicidarse de un modo u otro a lo largo de la vida, desde el tipo que se encierra en el baño de un bar para descerrajarse un tiro, hasta mi propio caso, que me mato día a día cigarrillo a cigarrillo, y no encuentro que nada de eso sea maravilloso. "Son decisiones que nos hacen humanos", decís, como decir "el ser humano es un animal que se suicida". 8. Me gusta mucho todo lo que te suscitó este intercambio, el paralelo que encontraste con el video de Magnani. Me gustaría que escribieras algo de eso, incluso que lo cruzaras con mi nota y de paso que la critiques también. Podría ser la primera de esas "confrontaciones" que se te ocurrieron entre Rubenhor-Langella o entre Otheguy-
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Langella. Si no lo hacés, tal vez me gustaría alargar algo más mi nota usando este material de la película con Magnani, pero es tuyo, yo no sabía que existía, y aún, no cambiaría en nada lo que escribí en esa nota, al margen de la tibieza que encontrás en mi tratamiento, que creo se trata más por mis consideraciones acerca del suicidio, que vienen como de adjunte, más que por el tema central de la nota. R. L. ` í, sí, aquí hay mucha tela, jajaja. Pero, bueno, lo primero y principal es que en este caso lo mejor es que amplíes tú solo la nota o discutas contigo en público pilles a la Magnani o te montes un número mayor. Lo que quieras. Sobre todo porque es muy interesante tu experiencia. Despotricamos los dos por el uso de la vida "llamada" real en los medios, pero tú has vivido este fenómeno en Argentina, y yo no tengo nada que ver en eso: hablo desde fuera, como si viera esa película. No sé, te lo dejaría todo para ti. Y por supuesto utiliza lo que digo en la carta como quieras. El caso de Cocteau y el teléfono de La Voz Humana merecerían una crónica larga desde los orígenes hasta ahora donde en muchos países no paran de hacerse versiones. Ha escrito bastante, pero ese monólogo no para de funcionar. Se corre la voz que la Loren con más de 70 años reaparecería en una nueva interpretación. Un muy buen actor español ha hecho recientemente su propia versión asumiendo el papel femenino, pero no como travesti, sino como un hombre que sufre esa decepción. Y más reciente aún, un actor desconocido ha hecho la versión homosexual. No he visto ninguna de las dos, pero te quiero decir la vigencia extraordinaria de una pieza de 1927 con el tema del desengaño amoroso, de la desesperación amorosa en sus horas bajas, uno de los más tratados en la literatura, el cine, el teatro... Y claro esta gilipollez de una cinta grabada montada en cine con una actriz que nunca se despeina, siempre recién salida de la pelu-
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quería, y que tenga éxito "porque es verdad", me parece deplorable... Otras veces hemos discutido sobre la realidad y la ficción. La verdad es que mi adicción a la ficción está muy arraigada: por eso empiezo a escribir. La belleza de una pradera asturiana con vacas cerca del mar, o una luna llena, o un cielo estrellado en noche de verano, o una calle bajo la lluvia... todo eso me parece hermoso porque me recuerda a una obra de arte de cualquier tipo. El mar es espléndido e incomparable con la ficción cuando hago el amor con la mujer que amo o juego con niños felices: ahí ni se me ocurre. Pero fuera de ocasiones tan excepcionales, todo lo demás creo que existe porque un artista ha tenido a bien ocuparse de ello. Respecto del suicidio, bueno, yo estoy demasiado influido por el miedo místico generado por los espiritistas y parapsicólogos en cuanto a que el suicida propiamente dicho desafía el orden divino y sufre mucho más en la muerte que lo que sufrió en vida. Por eso me parece hermoso que alguien lo desafíe sin miedo, jajaja. Es una risa grotesca. Vamos a dejarlo ahí porque se me acabó la cuerda. No creo que tú seas un suicida ahumado por el exquisito aroma del tabaco. Yo añoro aquellos gestos, aunque si estoy muy cerca de un fumador antes de que termine el pitillo ya me estoy ahogando. Creo que amas el teatro del fumador y cuando disfrutas de ello te piensas un ser superior, capaz de superar tanta mierda que dicen del tabaco, tanta persecución, y que saldrás ileso, porque por otra parte se dan muchos casos. No eres un suicida tabaquil, sino un feliz luchador envuelto en el humor de las películas en blanco y negro. Que, de paso, teniendo datos científicos, puede que colabores para un final dramático, bueno, forma parte de tu ficción, de tu manera de tratar la angustia. Lo que yo hago con el vino, y el subtexto es "a ver si reviento de una puta vez", pero esas son boludeces, pequeños sainetes del día a día mientras seguimos pedaleando hacia ninguna parte. No sé, qué sé yo, vaya a saberse… H. O. R.
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El arte de Kai Fagerstr Fagerstrรถm รถm
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Consultorio Astrológico Spesunica Curso Práctico de Tarot a distancia Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como tarotista. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella. Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir). Mazo de cartas Zenner (para imprimir). Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas. www.spesunicastrologia.com.ar
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Horóscopo de Diciembre Diciembre, por Roberto Langella
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Aries El eje está puesto en la mentalidad abstracta, la ciencia y el arte superior, los viajes y todo lo concerniente al extranjero. También el tema de la pareja cobra vigencia, con algunas dificultades y asperezas en el plano emocional.
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Tauro El eje puesto en el psiquismo y la sexualidad. Regalos provenientes del extranjero, o exóticos. Cuidado con los accidentes en el lugar de trabajo. Posibles migrañas.
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Géminis El tema de pareja cobra mayor relevancia durante este mes. La sexualidad se tiñe de emociones, mucho más marcadamente que de costumbre. Se aconseja realizar deportes.
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Cáncer La atención puesta mayormente en lo que refiere al lugar de trabajo. Respecto de la salud, cuiden el hígado. Habrá también una corriente emocional muy fuerte respecto de la pareja. Cuidado con los accidentes domésticos.
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Leo Placeres a través del arte elevado, refinado o por viajes al extranjero o contacto con otras culturas. Ambiente laboral agradable. Buen momento también para la instrucción básica o técnica.
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Virgo Cuestiones lejanas influyen el ambiente del hogar, algunos de ustedes podrían mudarse al extranjero. También podría tratarse de un largo viaje de placer, hay gozo también por creatividad de tipo artística. También podría haber ganancias a través de la pareja o asociaciones, o aún, por contratos legales.
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Libra Buena comunicación con el entorno inmediato, hermanos, parientes y vecinos, sin embargo puede haber alguna discordia en asuntos de hogar. Se recomienda hacer deportes, canalizar energías, de otro modo pueden hallarse algo irritables.
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Escorpio La atención estará puesta en las ganancias, al menos en la idea de éstas. Buena ―vibra‖ con el entorno inmediato, hermanos, parientes y vecinos. Practiquen deportes, hay una energía reprimida que necesita ser canalizada.
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Sagitario Mes de cumpleaños para la mayoría de los de este signo. Las emociones se vuelcan a todo lo relacionado con dar y recibir. Mucha actividad con amigos, también posibles peleas con estos.
Capricornio
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Mes de cumpleaños para los del primer decanato. Se encuentran muy emocionales, algo inhibidos, introspectivos. Problemas con todo aquello que represente autoridad. Cuidado con involucrarse en episodios de violencia social.
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La atención puesta en las amistades y los proyectos. Se sientes un tanto ―fríos‖ emocionalmente, apáticos. Mucha actividad y movimiento que involucra cuestiones extranjeras.
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Problemas con todo aquello que represente autoridad. Muy buena ―vibra‖ con los amigos. Sexualidad muy activa.
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Sumario de los números anteriores (La lista completa de números anteriores la hallarán aquí). Revista Spes Unica nº 14 - Diciembre 2011 (Comprar versión impresa) Contenido: Feliz 2012 para todos (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El mito de Lilith y el conflicto primordial de la humanidad (Roberto Langella); Aforismos (Raúl Gustavo Aguirre); Fue simplemente un viernes (Luis Adolfo Duarte Reina); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Los signos del zodiaco y la aventura; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Como ser un escritor de derechas con sentido del humor (Roberto Langella); Misceláneas interrumpidas (Otheguy RiveiraLangella); Todo mi desayuno / Se vuelca la sopa (Facundo Aguirre); Onomancia; Horóscopo; Historia de animales (Domingos Pellegrini). Revista Spes Unica nº 15 - Enero 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Feliz 2012 para todos (2) (Reyes Peña-Langella); Crónica de una presentación anunciada (Mary Paz Reyes Peña); Valerie Solanas, una mujer anatemizada (Roberto Langella); Sé tú mismo (Yoselem Divincenzo); El Astrólogo y la Tarotista al banquillo; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Los signos del zodiaco en la historia (Aries); Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Renata Schussheim; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 16 - Febrero 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: La hoguera de las vanidades (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; Cartas Zenner: Una forma de medir la pes (Roberto Langella); O Crux Ave, Spes Unica (G. F. de Palestrina); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Facebook como sucedáneo… ¡de todo! (Roberto Langella); Los signos del zodiaco en la historia: Tauro; Nuestro presente (Yoselem Divincenzo); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Tu léxico (Yoselem Divincenzo); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 17 - Marzo 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: La inercia (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; La adolescencia (Yoselem Divincenzo); El sacerdote (William Faulkner); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Adhiera a una nueva corriente literaria y que no se note que ud. escribe para el orto (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Los signos del zodiaco en la historia: Géminis; Rock: Música dura. La suicidada por la sociedad (Luis Alberto Spinetta); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Norman Rockwell; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 18 - Abril 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: 29 de febrero, perdón y después (Roberto Langella); Noticias del mundillo literario; La juventud (Yoselem Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Las acólitas de Carrie Bradshaw (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Los signos del zodiaco en la historia: Cáncer; De la musa al poeta / Pecado / Desterrada / La muerte le sienta bien (María Ester Rinaldi); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Pilar Giménez Bret; Onomancia; Horóscopo.
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Revista Spes Unica nº 19 . Mayo 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: De atenuantes y agravantes (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; La madurez (Yoselem Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Malvinas en Madrid (Guillem de Rubenhor); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Los poetas malditos (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Grandes poemas muy breves en español del siglo XX (Jorge David Alonso Curiel); Los signos del zodiaco en la historia: Leo; Compumanía (Mary Paz Reyes Peña); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Eva Besnyö; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 20 - Junio 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Las flechas del tiempo, la aljaba de la edad (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (3º parte), por Bram Stoker; Norman Cousins, la risa es cosa seria, por Guillem de Rubenhor; El suicida, por Enrique Anderson Imbert; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (8º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Acerca de las naturalizaciones, por Roberto Langella; La poesía de Charles Bukowski, por Jorge David Alonso Curiel; Admirable, por Fabiana Villafañe; El Astrólogo y la Tarotista; Los signos del Zodíaco en la Historia (Virgo); Golpes bajos, por María de la Paz Reyes Peña; Garganta de sombras, por María Ester Rinaldi; Tom Traubert’s Blues, por Tom Waits; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Edward Hooper; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 21 - Julio 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Noche de horror (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (última parte), por Bram Stoker; Margarita Landi, señora del crimen, por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (9º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Escuchame, por Horacio Otheguy Riveira; Tres poetas españoles que apuestan por la claridad, por Jorge David Alonso Curiel; El Astrólogo y la Tarotista; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Princesitas muertas, por Thomas Czarnecki; Los signos del zodiaco en la historia (Libra); Los viejos de mierda, por Roberto Langella; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 22 - Agosto 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Cortinas de humo (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El marciano (1º parte), por Ray Bradbury; No está escrito en ninguna parte, por Horacio Otheguy Riveira; La voz de un pueblo dormido, por Fabián Gutiérrez Reyes; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Damas del crimen en primera línea de fuego, por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (10º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; El Astrólogo y la Tarotista; Recordando “Nueve Reinas”, de Fabián Bielinsky, por Jorge Alonso Curiel; Los signos del zodiaco en la historia (Escorpio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Pablo Scalise, de Llavallol para el mundo; Lo mejor (y lo peor) de Facebook; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 23 - Septiembre 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Vamos por todo, por Mary Paz Reyes Peña; Noticias del mundillo literario; El marciano (2º parte), por Ray Bradbury; Suzanne Leperrier, la trapèziste, por Horacio Otheguy Riveira; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (11º parte), por Armando Rey; La pareja perfecta del siglo XXI (1º parte), por Simón Domínguez Barahona; Se me cayeron las alas; Poesía (El descubrimiento / De Dios / Él (Yo) / Resurgir primario / Miserando), por Daniel Grustán Isabela; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El astrólogo y la tarotista, por Ñapi; Súbitos (El último suspiro de Narciso Ibáñez Menta), por Guillem de Rubenhor; Los signos del zodiaco en la historia (Sagitario); Tumbas de la gloria, por Fito Páez; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; La escultura hiperrealista de Ron Mueck; Lo mejor de Facebook; Lo peor de Facebook ; Onomancia; Horóscopo
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Revista Spes Unica nº 24 - Octubre 2012 (Comprar versión impresa) Editorial, por María de la Paz Reyes Peña; Dos años, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; El marciano (última parte), por Ray Bradbury; Súbitos (Cuando ellas se desnudan), por Guillem de Rubenhor; La pareja perfecta del siglo XXI (última parte), por Simón Domínguez Barahona; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (última parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; La Pastora / Florencio: el maquis hermafrodita, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía, por Daniel Grustán Isabela (El ayeante primigenio, En menos de un millón de años, Tú que me lees); Lesiones del buen escribir, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir 2, por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Divagaciones pelotudas 2, por Roberto Langella; El Tarot de la Tarotista, por Ñapi; Los signos del zodiaco en la historia (Capricornio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Scott Davidson; Lo Mejor de Facebook; Lo peor de Facebook; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 25 - Noviembre 2012 (Comprar versión impresa) Editorial, por Roberto Langella; Calaverita para mi flaco, por María de la Paz Reyes Peña; Introducción a Gritos desde el Hades, por María de la Paz Reyes Peña; Semillas, por Jorge Dossi; Aventuras de una tarotista alocada (Los trabajos negros de Gina), por María de la Paz Reyes Peña; María de la Paz en Veracruz, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía (Qué dirías / Vivir / Descubrimiento / Lo gris / Los villanos / Una promesa), por María de la Paz Reyes Peña; Poesía (Canción de amor para Mary Paz / A Mary Paz / Ouroboros consumada / Inventario / Escribir tu nombre con sangre), por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; La galería de arte del Astrólogo y la Tarotista, por Ñapi; El Facebook de Mary Paz; Lo efímero y lo perdurable, por Roberto Langella y María de la Paz Reyes Peña; Los signos del zodiaco en la historia (Acuario); Onomancia ; Horóscopo ; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 26 - Diciembre 2012 (Comprar versión impresa) Seguir viviendo sin tu amor, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; Los amantes, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (1º parte), por Jorge Luis Borges; El fantasma de la tía Guillermina, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amargo (1º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas (parte 11); Sobre la astrología predictiva, por Eloy R. Dumond; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El Elegido, por María de la Paz Reyes Peña (1962-2012), por Guillem de Rubenhor; Esperando a Godot, por Ñapi; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Bruno Torfs; Lo mejor de Facebook; Los signos del zodiaco en la historia (Piscis); Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 27 - Enero 2013 (Comprar versión impresa) Editorial; La soledad, por Bersuit Vergarabat; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (2º parte), por Jorge Luis Borges; Tres cervezas, dos tintos y un vermouth con ginebra, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (2º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Valientes mujeres con pene, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino (Rata); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Winsor McCay; Escritoras; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 28 - Febrero 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Hic et Nunc, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (3º parte), por Jorge Luis Borges; Deja que te enseñe, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (3º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; El silencio de Lorna, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino (Búfalo); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Cristian Kocak; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores.
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Revista Spes Unica nº 29 - Marzo 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Se apaga la vista, por Arseni Tarkovski; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (4º parte), por Jorge Luis Borges; Laureano y Eleonora, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (4º entrega), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones de astrología, por Roberto Langella; Médicos, enfermos y payasos, por Guillem de Rubenhor; El arte como ansia de lo ideal (1º parte), por Andrei Tarkovski; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Tigre); Batman desencadenado (1º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Erwin Olaf; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 30 - Abril 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Soneto 126, por Lope de Vega; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (última parte), por Jorge Luis Borges; La visitante, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (5º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Magníficos borrachos con su placentera amargura, por Guillem de Rubenhor; El arte como ansia de lo ideal (2º parte), por Andrei Tarkovski; Las Horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Gato); Batman desencadenado (2º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Sven Fennema; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 31 - Mayo 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Parad los relojes, por W. H. Auden; Seco estudio de caballos, por Clarice Lispector; No escaparás de ésta, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (6º entrega), por Chabela Ximénez; Marie Mollins, funámbula, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; El arte como ansia de lo ideal (3º parte), por Andrei Tarkovski; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Dragón); Batman desencadenado (3º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Dan Mountford; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 32 - Junio 2013 Contenido: Editorial; El murciélago rubio, por Spencer Holst; Serafín y sus mujeres, por Horacio Otheguy Riveira; La euforia, por Roberto Langella; Canelita o el paso de azúcar amargo (7º entrega), por Chabela Ximénez; Una historia de amor que viaja en tren, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; El arte como ansia de lo ideal (última parte), por Andrei Tarkovski; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Serpiente); Batman desencadenado (4º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Maya Kulenovic; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 33 - Julio 2013 Contenido: Editorial; No es fácil enamorarse de una mujer que tiene freezer, por Juan Sasturain; La noche de los feos, por Mario Benedetti; El hombre del traje gris, por Horacio Otheguy Riveira; ―Tom Waits. Conversaciones, entrevistas y opiniones‖, de Mac Montandon, por Roberto Langella; Canelita o el paso de azúcar amargo (8º entrega), por Chabela Ximénez; Por qué no soy vegetariano (1º parte), por William T. Jarvis; Se me cayeron las alas; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Caballo); El otro lado (1º parte), por José Luis García Ortego; Batman desencadenado (4º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Antonio Berni; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 34 - Agosto 2013 Contenido: Editorial; La mala, por María de la Paz Reyes Peña; Aroma, sabor y sonrisa, por Horacio Otheguy Riveira; Facepopular, la nueva red social latinoamericana, por Roberto Langella; El alacrán, por Elisa Pérez; Por qué no soy
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vegetariano (2º parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (9º parte), por Chabela Ximénez; Una mujer fatal, por Guillem de Rubenhor; Amaría viajar en tren, por Roberto Langella; Traición inesperada, por Ana Riera; La ceremonia de los peces, por Ana Riera; Se me cayeron las alas; El elegido, de María de la Paz Reyes Peña (19622012), por Horacio Otheguy Riveira; El otro lado (2º parte), por José Luis García Ortego; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Cabra); Batman desencadenado (6º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Paolo Roversi; Horóscopo; Sumario de los números anteriores Revista Spes Unica nº 35 - Septiembre 2013 Editorial; La decadencia de la amistad, por Alejandro Dolina; Una visión extraordinaria, por Horacio Otheguy Riveira; Sobre el feminismo y otras militancias, por Roberto Langella; Por qué no soy vegetariano (3º parte), por William T. Jarvis; Mancha de vino rojo, por Chabela Ximénez; Tom Ripley, el gran amor de Patricia Highsmith, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; El otro lado (última parte), por José Luis García Ortego; Apareció María Teresa, la protagonista (real) de un corto de ficción, por Roberto Langella; Textuales; Prohibido fumar, por Chabela Ximénez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (mono); Batman desencadenado (6º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Otto Dix; Horóscopo; Sumario de números anteriores Revista Spes Unica nº 36 - Octubre 2013 Editorial; Llorar a lágrima viva, por Oliverio Girondo; El misterio de Guadalupe Cisneros, por Horacio Otheguy Riveira; El duelo, por Roberto Langella; Viscosa realidad, por Elisa Pérez; Por qué no soy vegetariano (4º parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (10º entrega), por Chabela Ximénez; Una Málaga entre velas, por Paula Alfonso; Se me cayeron las alas; Francisco González Ledesma: novela negra en las calles de Barcelona, por Guillem de Rubenhor; El hombre evidente, por José Luis García Ortego; Los libros, por María de la Paz Reyes Peña; Bienvenidos al paisaje de mar con olivos, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Gallo); Batman desencadenado (7º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Alexander Bolotov; Horóscopo ; Sumario de números anteriores Revista Spes Unica nº 37 - Noviembre 2013 Editorial; La hormiga, por Marco Denevi; Paciencia limitada, por Guillem de Rubenhor; La cabina número cuatro, por Ana Riera; 3 breves, por Roberto Langella; Viaje en autobús, por Paula Alfonso; Por qué no soy vegetariano (última parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (11º entrega), por Chabela Ximénez; La mujer en llamas, por Horacio Otheguy Riveira; Se me cayeron las alas; La religión, por María de la Paz Reyes Peña; La prueba, por Elisa Pérez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Perro); Batman desencadenado (8º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Juha Helminet; Horóscopo; Sumario de números anteriores. El Astrólogo y la Tarotista (edición única y definitiva) (Comprar versión impresa)
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Consultorio Astrológico Spesunica Curso Integral de Astrología a distancia Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI Tablas de Casas Otras diferentes tablas Plantilla para la confección de mapas astrales Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas de astrología para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía email. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de Astrología. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.
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A la memoria de María de la Paz Reyes Peña (1962-2012) co-fundadora de esta revista y del consultorio astrológico Spesunica. Por siempre.
Spes Unica. Año 5 nº 38. Diciembre de 2013 Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica Dirección: Roberto Langella Registro de Propiedad Intelectual: En trámite. Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Netherlands Colaboran en este número: Horacio Otheguy Riveira; Gisela Courtois; Elisa Pérez; Mariano Liébana; Chabela Ximénez; Guillem de Rubenhor; José Luis García Ortego; Oscar Ramentev; Ñapi.
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