Una mirada del peronismo clásico sobre el Comunismo

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Escrito por: Soto Bouhier, Rodrigo Javier

Una mirada del peronismo clásico sobre el Comunismo Introducción El peronismo clásico se entendió a sí mismo como un movimiento revolucionario que venía a transformar la Argentina y, debido a esto, un aspecto importante de este proceso fue su necesidad de concientización del pueblo. El movimiento, una vez en el gobierno, se propuso realizar una labor pedagógica y doctrinaria destinada a afirmar el ideario elaborado por Juan Domingo Perón y Eva Duarte a través de la educación formal y, principalmente, informal. Como ejemplo de las informalidades mencionadas traemos para nuestro análisis la revista Mundo Peronista (1951-1955). Esta revista apareció por vez primera el 15 de julio de 1951 como un órgano oficial de difusión de la Escuela Superior Peronista (ESP), poseía una periodicidad quincenal y un total de 52 páginas (como máximo). Su estilo de escritura simple y directo, impresa en color sepia, con abundantes fotografías e ilustraciones son algunas de las características más relevantes. Es importante apreciar que los artículos a tratar estaban destinados a dirigentes, militantes, afiliados y simpatizantes del movimiento y buscaban reafirmar en ellos el “peronismo de los peronistas” brindándoles argumentos para enfrentar las críticas opositoras. Es decir era una herramienta clara de formación de cuadros. Nuestro objetivo es recorrer el contenido de Mundo Peronista haciendo hincapié en su forma de ver, entender y describir al comunismo prestando atención en las críticas que le hace al mismo desde el punto de vista económico, social-ideológico y político. No está de más advertir que nos proponemos rastrear, en el proceso, las incongruencias, contradicciones o cambios de discurso presentes en la revista entre 1951 y 1954 (del tomo 1 al tomo 69). Sostenemos de antemano que los factores externos e internos al movimiento peronista, ya sea la situación argentina o la coyuntura de la Guerra Fría, darán cuenta, o eso creemos, de maniobras y estrategias por parte de Mundo Peronista que nos permitirá observar variables discursivas referentes al comunismo.

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¿Qué entienden por Comunismo? A lo largo de las múltiples entradas, imágenes comparativas y noticias relacionadas, el comunismo es presentado en la revista como desembozadamente internacionalista y nacido casi al unísono con el socialismo en la III Internacional. Tanto uno como el otro, sostiene Mundo Peronista, son hijos de una misma madre: el marxismo 1. El comunismo se nos presenta, principalmente en los primeros tomos, como emergente de un socialismo colectivista con el pretexto de la lucha de clases. Según se observa, esta confrontación clasista acabaría por auspiciar la dictadura del proletariado pero que en la auténtica realidad del Soviet, por ejemplo, no acabaría por ser más que la explotación de una inmensa masa humana por una minoría dueña del estado. En otras palabras, el comunismo es gestado mediante una filosofía básica: el colectivismo materialista, y se impulsa como una realidad social de consecuencias económicas y políticas nacionales e internacionales. Otro factor a tener en cuente es cuando se reemplaza la palabra comunismo por colectivismo o bien por colectivismo comunista. Es menester aclarar que cuando la revista habla de colectivismo comunista señala, en primer lugar, la doctrina básica o filosofía general de un sistema, y en segundo lugar una forma particular a aquella doctrina básica, filosofía o sistema filosófico. Si hubiera un solo colectivismo, el comunista, la revista no se molestaría en hablar más que de colectivismo o de comunismo, pues serían indistintos. Pero colectivismo, apunta el tomo 25, fue también el nacionalsocialismo y el fascismo. El colectivismo, entonces, es anterior al comunismo y éste es solamente una forma. Sin embargo, pese a aclararlo reiteradas veces, por momentos omite la palabra comunista y refiere solamente a colectivismo. Cosa que puede llevar a confusiones o bien, si se está formado bajo este tipo de adoctrinamiento, a obviarlo y tomar por sinónimos ambos conceptos puesto que al comentar sobre colectivismo siempre alude al de índole comunista. Un último punto a tener en cuenta sobre su percepción del comunismo se divide en dos: por un lado las causas de su origen; y por el otro qué es realmente. Frente a su génesis, especialmente entre los años 1951 y 1953, la revista trata el tema culpando de

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Mundo Peronista N°3, 1951, pág.41

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forma directa al capitalismo y los métodos del imperialismo. La acción comunista en los pueblos, dicen, es consecuencia de los abusos del capitalismo el cual, superado como sistema, solo consigue crear cada vez más comunistas en el mundo. Respecto a lo que es realmente, es importante observar que su concepción del comunismo es en cuanto a doctrina2. Dicho esto, plantean, la única solución posible para hacerle frente es otra doctrina. Es decir, el peronismo. El Comunismo en lo Económico Siguiendo los enunciados de Mundo Peronista entenderemos que los sistemas colectivistas (en este caso el comunismo) consideran la riqueza como un bien de la sociedad personificada en el Estado. Su ataque a dicha máxima radica en que éste se convierte también en un propietario absoluto con derechos que son asimismo inalienables e imprescriptibles en el espacio y en el tiempo. En dicho sistema, el trabajo es simplemente una obligación para el pueblo y solamente existen bienes sociales acaparados por el Estado. Un ataque frecuentado en los diversos tomos es precisamente la negación, por parte del sistema, de los bienes individuales. No sólo los niega sino que los únicos tipos de bienes que consideran existentes, los sociales, no son poseídos por el pueblo sino por el Estado. Esto lleva a que en el mundo comunista, la libertad, la propiedad y el capital son bienes adueñados por el Estado comunista sustituyendo así la explotación capitalista por la explotación estatal3. En cuanto a la planificación colectivista del comunismo, la abordan como un método equivocado. Ejemplificando con Rusia y países totalitarios4, remarcan que su planificación significa la absorción de todas las actividades por el Estado en beneficio de sus clases dirigentes logrado gracias a la supresión violenta de las libertades humanas y la reducción del pueblo a la esclavitud. A lo que nos surge la duda: ¿Pero acaso los dirigentes de los gobiernos comunistas, y por ende quienes llevan a la práctica un sistema colectivista, no son proletarios? ¿Por qué habrían de suprimir libertades humanas y someter a la esclavitud a los demás obreros? La respuesta que nos da Mundo Peronista, siempre desde su ojo justicialista,

refiere a la condición de burócrata

detentada por los dirigentes. Estos, por sus fines y modo de actuar, son entendidos como 2

Lo que lo vuelve un peligro porque las doctrinas no poseen fronteras. Es asunto tanto nacional como internacional. Otra característica de Mundo Peronista es la reiteración de conceptos y palabras, usando pocos sinónimos a la hora de adoctrinar y comparar modelos, sistemas, ideas, etc. Es decir, deja armado un discurso para que el lector pueda repetir frente a sus opositores. 4 No mencionados pero que han de ser indiscutiblemente comunistas (los regímenes nacionalsocialista y fascista ya habían pasado a mejor vida). 3

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una oligarquía comunista. Es ésta la que somete, esclaviza, concentra y se apropia de las riquezas. En la revista número 67 (del año 1954) da la siguiente descripción de lo que es un oligarca: “Es el que se sirve del Pueblo y lo explota en su propio beneficio”5 . Y, con anterioridad, en la revista 8 (del año 1951), define a la oligarquía como “una forma de sentir, de pensar y de actuar, que utiliza las fuerzas materiales, morales y aun espirituales (de no negarlas) como instrumento de explotación del pueblo”6. En el comunismo, siendo el Estado quien asume todos los derechos políticos del hombre (catalogado como dictadura política), todos los derechos económicos (en forma de intervencionismo, dirigismo o estatismo) y todos los derechos sociales explotando a los hombres como si fuesen animales, acabamos por encontrar el espíritu del hombre. Este espíritu, es el único derecho que no podían asumir y, como crítica de carácter ideológico-religioso, lo negó.

La causa final de este tipo de colectivismo es el

enriquecimiento del Estado, realizado con el pretexto del enriquecimiento de la colectividad, que termina por sacrificar todas las libertades y exigir la explotación de los trabajadores. Estando el comunismo, su modus operandi en forma de colectivismo y en su naturaleza el burocratizar y explotar al proletariado en favor del Estado, éste no tiene una orientación espiritual, es decir, rompe el equilibrio entre el cuerpo y el alma. De ahí que el colectivismo (como ocurre en el comunismo) desemboque en el más crudo estatismo y que el mismo Estado termine por imponerse al Gobierno. La implantación de una economía dirigida y una planificación totalitaria con prescindencia del interés individual acontecida en los sistemas comunistas es el foco más peligroso, que hemos podido percibir, relacionado a los aspectos económicos. Según comenta Mundo Peronista en cuantiosos artículos, la economía dirigida por el Estado beneficia sólo al Estado, que se compone de funcionarios anónimos (burócratas/oligarcas comunistas) y el Pueblo, compuesto por hombres libres que no son beneficiados. Rechazan así la posibilidad de libre empresa, porque su materialismo los lleva a descartar de sus cálculos el sentido de responsabilidad social que puede tener un hombre individual dentro de un pueblo solidario.

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MP N°67, 1954, pág. 4 MP N°8, 1951, pág. 4

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Contrariamente, para reforzar esa crítica, el peronismo rechaza la economía dirigida porque aspira a conducir con persuasión y no a mandar por obligación7. Siendo el justicialismo la salida no capitalista al problema del colectivismo y al extremo estatismo rojo. Para finalizar este apartado: Si bien creíamos que para 1952-1953, existiendo ya relaciones económicas con la URSS, los enunciados doctrinarios en contra del comunismo cesarían (al menos desde la perspectiva económico-comercial) hemos dado con que nada de esto ocurrió. Las recalcitrantes críticas al colectivismo comunista, a los bienes sociales acaparados por el monopolio estatal que alimenta y reproduce una clase explotadora de “proletarios” oligarcas,

siguieron vigentes. A modo de excusa, o

justificación, Mundo Peronista emitió en una de sus publicaciones lo siguiente: “existe una diferencia substancial entre acuerdo y entrega o entre convenio de caballeros y un pacto de bandidos (…) Hemos firmado acuerdos también con Rusia y con Hungría y Checoslovaquia. Y ninguno va a pensar que nos hemos entregado a la otra cortina. El hecho de comerciar con una nación cualquiera no involucra más transacción que una transacción comercial”8. En otras palabras, no se comercia con una ideología y una doctrina (el comunismo) sino con países. Dicho fragmento refiere a una crítica hecha al gobierno peronista por comenzar a negociar y comercializar con los Estados Unidos. La revista termina argumentado, con su guardia alta, que el proceder con Rusia y sus satélites, así como las relaciones con Norteamérica, no es una entrega de la patria al imperialismo (yanqui o soviético) sino un mero actuar económico. El Comunismo en lo Social-Ideológico Tengamos presente, en un primer momento el contexto internacional. Entre 1951 y 1955 el mundo se ve envuelto en las primeras décadas de la Guerra Fría, el proceso de bipolaridad del mundo en dos bloques antagónicos tanto económicos como políticos y, en especial, ideológicos. Lo interesante de ello es que el peronismo, como repite hasta el hartazgo la revista, no pertenece ni a una posición ni a la otra: es la denominada Tercer Posición.

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MP N° 68, 1954, pág. 4 MP N° 53, 1954, pág. 49 (el resaltado es mío)

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De todos modos, e intentando profundizar en la cuestión social-ideológica del peronismo respecto al comunismo, creemos que arriesgando con la siguiente premisa, podemos dar cuenta de algunos argumentos discursivos del justicialismo frente a la doctrina roja: si bien el macartismo (1950-1954), fenómeno norteamericano que implica la creación de quimeras, la persecución e identificación de enemigos comunistas, en especial en el ámbito interno, no se propagó ni se consolidó como un programa que trascendiera en el “mundo libre”, bien pudo haber llegado indirectamente, de alguna forma, parte de su discurso a la Argentina. En la segunda revista lanzada (1951), observamos cómo la discursiva manifiesta una inquietud frente al comunismo en el marco interno. El sectarismo político, el comunismo, regido por una “camarilla sangrientamente dictatorial” se empeña en introducir en los pueblos una felicidad que éstos no desean imponiendo al mundo su propia ideología para dominarlo. La penetración política, recurriendo a medios diversos, implica una lucha total frente al imperialismo soviético. Y, para reforzar nuestra sugerencia en relación al macartismo, en la revista 4 vemos este temor social y político de la infiltración, del enemigo interno: “El Partido Comunista (…) es dirigido y financiado desde el extranjero. Con doctrina foránea, su línea es la del imperialismo soviético, enfrentando a las fuerzas patriotas. La “Liga de los Derechos del Hombre”, “Asociación de Mujeres Argentinas”; “FUBA” (…) son colaterales de encubrimiento y centros de espionaje, información, provocación y sabotaje de este sector extranjero”. Podríamos decir que en los primeros años de la revista, 1951-1952, en los que desde múltiples ópticas hemos vislumbrado un discurso mucho más comparativo y confortativo que años posteriores, se presenta una sensación de amenaza interna a tener en cuenta. El comunismo es representado como un peligro para la humanidad encarnado por el partido comunista, agentes infiltrados en la dirección de todos partidos9 y algunos dirigentes sindicales. Los simpatizantes del comunismo en el país son esbozados bajo el rótulo de mercenarios y/o engañados que se plegaban al imperialismo. El incremento de “quintas columnas” que cooptaban bajo el espectro rojo a sectores importantes de los pueblos parecía adquirir connotaciones peligrosas cada vez más difíciles de ignorar. Y 9

Incluso ponen énfasis en el intento de los rojos de ingresar a las líneas del movimiento como se puede apreciar en la Revista Número 23, año 1952, página 50 cuando dicen: Los comunistas del lado de acá de la cortina de hierro que están en la Argentina quieren levantar la bandera del antiimperialismo anticapitalista. En esto dicen “somos peronistas”. A lo que decimos: ¡Ojo que para ser peronista hay que ser además anticomunista!

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como todo buen nacionalismo, el propugnado por Mundo Peronista, instaba a la defensa contra tales acciones antinacionales formando un frente nacional que, con objetivo propio, aniquilara a las bandas extrañas del “quintocolumnismo”. En el ámbito interno, el temor al comunismo se deja ver más tímidamente a medida que las ediciones avanzan. Si bien las relaciones establecidas con la URSS fueron meramente económicas, carentes de carnalidad ideológica, el discurso contra la doctrina roja no desaparece. Sin embargo, cuanto más caminamos en la trayectoria de Mundo Peronista vemos con menor frecuencia apartados o referencias al peligro soviético y al comunismo en general. ¿Será acaso que no era tan dañino como el discurso constante decía? ¿Era una verdadera amenaza para la Argentina? Aunque siguieran afirmando que la máxima aspiración del comunismo era servirse del Pueblo y someterlo a sus propios objetivos, ajenos por completo a la voluntad popular, damos cuenta de la poca amenaza y atención que le prestaban en el espacio nacional. A finales de 1952 hasta 1954, este ominoso cáncer internacionalista había comenzado a ser un mero objeto de burla a nivel interno, parece ser que este “macartismo argentino” estaba desapareciendo (y no por eso suponemos que eliminó todo efecto en el discurso justicialista): “Los “aspirantes” dirigentes comunistas que actúan hoy en nuestra Patria y que no tienen un movimiento popular que los respalde, porque el Pueblo es peronista (…) Afirmamos en los hechos que, para la Nueva Argentina, el comunismo ha dejado de ser un peligro para convertirse en un minúsculo partido político intrascendente, sin arraigo y sin posibilidades”10. Siendo el comunismo una doctrina, y tratando aquí el plano ideológico-social, percibimos también, por parte de Mundo Peronista, la perversión y hostilidad del comunismo en su forma de colectivismo atentando contra nociones como la libertad. Desde 1951 hasta 1954, al menos, sostiene que la libertad comunista nacida de una intención liberadora deriva de una masa explotada que, como reacción frente al capitalismo, intentan crear en el mundo la fuerza del proletariado, es decir, una fuerza colectiva. Pero contrario a lo esperado, en oposición a la teoría que decían proclamar, el gobierno del proletariado acabo por convertirse en una forma nueva de explotación. Esta interpretación de la libertad, de esa intención liberadora, acaba, para desgracia de la

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MP N°28, 1952, pág. 8 y MP N°67,1954, pág. 4

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postura justicialista, por suprimir la libertad individual dando como resultado una realidad de opresión. La revista considera una falsa libertad la que detenta el comunismo, una libertad llevada al extremo y corrompida por un Estado monopolizador y estatista que alimenta a un sector oligárquico. La libertad de los proletarios es negada individualmente por un grupo de ex proletarios devenidos en burócratas. Dicha forma de contemplar la libertad, que no por ello se alía a la libertad capitalista (igual de opresiva y explotadora), es algo que repudia y esquematiza varias veces Mundo Peronista11. Redondeando: hemos notado que el miedo y críticas al comunismo y todo lo relacionado a él se encuentra presente en las ediciones de Mundo Peronista desde 1951 a 1954. A su vez, pese a existir reiteradas advertencias y ataques a dicha doctrina, notamos que en el ámbito interno el comunismo empieza a perder influencia e importancia para el peronismo, al menos en las revistas, llegando incluso a mencionarlo poco u omitiéndolo en su totalidad. El comunismo interno se vuelve una molestia débil, que intenta infiltrarse y no lo logra. El comunismo externo, bajo la égida imperialista soviética o como doctrina sin fronteras, no deja de ser percibida como amenaza pero se la menciona con menor frecuencia conforme se lanzan las nuevas ediciones. El Comunismo en lo Político Regresamos al problema comunista desde la pata política observando una evolución similar a la ocurrida en lo social-ideológico. En un primer momento, en las revistas de 1951 a 1952, notamos tajantes críticas y énfasis puesto a la actitud amenazante que expresaba para la nación y el mundo. Era percibido como una doctrina que deseaba penetrar los países, políticamente, introduciendo y formando quintas columnas con el fin de dividir a las comunidades en bandos. Se decía que el comunismo buscaba adentrarse en el partido peronista, entre los trabajadores, tratando de anarquizarlos y provocando conflictos artificiales. La producción de miseria y caos e interviniendo mediante el sabotaje y bloqueos del comercio, eran otras herramientas, según Mundo Peronista, que empleaba el comunismo para desorientar a la masas, separarlas y dominarlas.

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Como se puede ver en el esquema de la página 3 del tomo 2 (1951)

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Podemos ver que una de las críticas más notorias es la reiteración sobre el carácter peyorativo de la dirigencia política bajo el fenómeno rojo, en otras palabras, la burocracia oligarca. El gobierno, sugiere la revista, queda en manos de una “elite” de “proletarios” y el pueblo no ejerce ninguna libertad política.

Cosa que, para el

justicialismo, es inadmisible. Damos cuenta de un relajamiento frente a dichas alusiones, que o bien desaparecen o bien merman en intensidad, más o menos al mismo tiempo en que a nivel social-ideológico ocurre lo anteriormente comentado. Para 1954, por ejemplo, el peronismo se jacta de tener todo bajo control advirtiendo que el comunismo es una molestia pero no una amenaza real, al menos en el país: “ El adversario “pelea” en el ángulo de ring que desea el peronismo. No conduce los acontecimientos. (…) el comunismo (que se mueve subrepticiamente en algunos sectores gremiales) no actúan en un tono propicio para la convivencia política”12. Los temas del proselitismo, las críticas que recuerda le hace el comunismo al movimiento peronista, dice la revista, son siempre los mismos. Este discurso rojo, los ataques a la ideología doctrinaria del justicialismo, arguye Mundo Peronista, son pocos y poco consistentes ya que Perón y su gobierno han solucionado o logrado superar cuanto ellos le critican. Entonces, siguiendo a la revista, el rebatir las injurias recibidas, tales como el estado de guerra interno, la carestía de la vida, la deslealtad del gobierno para con los trabajadores, la entrega del petróleo, la entrega económica del país, la hipoteca económico-financiera que representa la ley de inversión de capitales en el país, la escasez de vivienda, la inconducta de funcionarios públicos, etc. significaría repetir una vez más lo que todo el Pueblo conoce de memoria (y reproducir el discurso que Mundo Peronista viene armando e inculcando en sus cuadros desde 1951). Una última crítica destacada es la que recibe el Parido Comunista argentino por parte del peronismo. Éste para 1954 carga contra el comunismo, por notar que se declara “el más argentino de los partidos”, principalmente por dos razones. La primera porque proclaman, al menos en su discurso, Justicia Social, Independencia Económica y la Soberanía Política (idearios que el justicialismo se había adueñado; “ellos nos quieren roban el discurso progresista”).Y la segunda, porque los comunistas, planteando una unión proletaria fraternal e internacional, decían ser nacionalistas (contradicción que le 12

MP N°63,1954, pág. 4

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permite al peronismo tildar de funcionarios imperialistas de la URSS en su afán de dominio político). Conclusión Nuestro objetivo fue recorrer el contenido de Mundo Peronista haciendo hincapié en su forma de ver, entender y describir al comunismo prestando atención en las críticas que le hace al mismo desde el punto de vista económico, social-ideológico y político. Sostuvimos de antemano, además, que los factores externos e internos al movimiento peronista, ya sea la situación argentina o la coyuntura de la Guerra Fría, darían cuenta, o eso creíamos, de maniobras y estrategias por parte de Mundo Peronista que nos permitirá observar variables discursivas referentes al comunismo. Si bien hubo situaciones que nos sorprendieron, como el hecho de que el adoctrinamiento pedagógico frente al comunismo no varió en el tiempo, sí lo hizo su forma de percibir al comunismo dentro del país. En un principio fue una amenaza, luego se relajó la tensión y, sin dejar de criticarlo como siempre, se lo relegó a un segundo plano. Es decir, que si bien el discurso siempre fue el mismo, pudimos notar que su intensidad va mermando conforme avanzamos hacia 1954. ¿Tendrá esto que ver con las relaciones comerciales abiertas con la URSS en 1952? De algún modo es posible. ¿El temor al comunismo, como doctrina y partido en Argentina, fue realmente una amenaza en los inicios del peronismo clásico o solo fue parte del discurso de época? No creemos poder responder tal pregunta en tan breve trabajo. Desde ya, lo que si creemos es que este tema da para un trabajo mucho más profundo donde el imaginario peronista referente al comunismo pueda ser tratado.

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