El El amor en la poes铆a Dpto. de Lengua Castellana y Literatura IES Laguna de Toll贸n de El Cuervo de Sevilla. XII Jornadas Culturales 15 de marzo de 2013
Romance del enamorado y la muerte Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis manos los tenía, Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. -¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante: La Muerte que Dios te envía. -¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! -Un día no puede ser, una hora tienes de vida. Muy de prisa se calzaba, más de prisa se vestía; ya se va para la calle, En donde su amor vivía. Romancero Viejo (s. XV)
Rima XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino; ella, por otro; Pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?
Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836-1870)
Amor eterno Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.
Gustavo Adolfo Bécquer
La tarde será como un sueño de colores…..
La tarde será un sueño de colores... Tu fantástica risa de oro y plata derramará en la gracia de las flores su leve y cristalina catarata. Tu cuerpo, ya sin mis amantes huellas, errará por los grises olivares, cuando la brisa mueva las estrellas allá sobre la calma de los mares... ¡Sí, tú, tú misma...! irás por los caminos y el naciente rosado de la luna te evocará, subiendo entre los pinos, mis tardes de pasión y de fortuna.
Y mirarás, en pálido embeleso, sombras en pena, ronda de martirios, allí donde el amor, beso tras beso, fue como un agua plácida entre lirios... ¡Agua, beso que no dejó una gota para el retorno de la primavera; música sin sentido, seca y rota; pájaro muerto en lírica pradera! ¡Te sentirás, tal vez, dulce, transida, y verás, al pasar, en un abismo al que pobló las frondas de tu vida de flores de ilusión y de lirismo! Juan Ramón Jiménez (Moguer 1881-Santource 1958)
Si me llamaras ¡Si me llamaras, sí, si me llamaras! Lo dejaría todo, todo lo tiraría: los precios, los catálogos, el azul del océano en los mapas, los días y sus noches, los telegramas viejos y un amor. Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz: telescopios abajo, desde la estrella, por espejos, por túneles, por los años bisiestos puede venir. No sé por dónde. Desde el prodigio, siempre. Porque si tú me llamas -¡si me llamaras, sí, si me llamaras!será desde un milagro, incógnito, sin verlo. Nunca desde los labios que te beso, nunca desde a voz que dice: "No te vayas.“
Pedro Salinas
(Madrid 1891-Boston 1951)
Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír, y de guardar silencio, y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos daño —de esto sí estoy seguro: pongo tanta atención cuando te beso—; entonces,
Me basta así si yo fuese Dios, podría repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jamás del juego idéntico, sin desdeñar tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no sé si me explico, pero quiero aclarar que si yo fuese Dios, haría
lo posible por ser Ángel González para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees tú misma cada día a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa el sueño de la vida, resucitándome con tu palabra, Lázaro alegre,
yo, mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando —luego— callas... (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta). Ángel González (Oviedo 1925-2008)
Te quiero Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos, te quiero porque tus manos trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada, te quiero por tu mirada, que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía, tu boca no se equivoca, te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo, porque sos pueblo te quiero y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso, es decir, que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso. Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.
Mario Benedetti
(Paso de los Toros 1920Montevideo 2009)
Hagamos un trato Compañera, usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte que la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos, no alerte sus fusiles ni piense ¡qué delirio! A pesar de la veta o tal vez porque existe usted puede contar conmigo. •
Si otras veces me encuentra huraño sin motivo, no piense: ¡qué flojera!, igual puede contar conmigo.
Pero, hagamos un trato. Yo quisiera contar con usted.
¡Es tan lindo saber que usted existe! Uno se siente vivo, y cuando digo esto, quiero decir contar, aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco, no ya para que acuda presurosa en mi auxilio, sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo. Mario Benedetti
Me gustas cuando callas
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía; Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. Pablo Neruda
(Parral 1904- Santiago de Chile 1973)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda
La hora Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora, que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora, que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora, que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa.
Después...¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés? Juana de Ibarborou (Melo 1892-Montevideo 1979)
La caricia perdida S e me va de los dedos la caricia sin causa. Se me va de los dedos...En el viento, al rodar la caricia que vaya sin destino ni objeto, la caricia perdida, ¿quién la recogerá? Pude amar esta noche con piedad infinita, pude amar al primero que acertara a llegar. Nadie llega. Están solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará...rodará...
Si en el viento te llaman esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va. Si no ves esa mano, ni la boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de llamar, ¡Oh! viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida ¿me reconocerás? Alfonsina Estorni (Sala Capriasca 1892-Mar de Plata 1938)
Te quiero
Te quiero. Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena o iracundo como órgano impetuoso; Te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes; Te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas;
Te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes que se cubren de rubor repentino; Te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido.
Luis Cernuda (Sevilla 1902-México 1963)
Todo esto es por amor Derriban gigantes de los bosques para hacer un durmiente, derriban los instintos como flores, deseos como estrellas para hacer sólo un hombre con su estigma de hombre. Que derriben también imperios de una noche, monarquías de un beso, no significa nada; que derriben los ojos, que derriben las manos como estatuas vacías.
Mas este amor cerrado por ver sólo su forma, su forma entre las brumas escarlata, quiere imponer la vida, como otoño ascendiendo tantas hojas hacia el último cielo, donde estrellas sus labios dan otras estrellas, donde mis ojos, estos ojos, se despiertan en otro. Luis Cernuda
Si el hombre pudiera decir lo que ama Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero. Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido. Luis Cernuda
Contigo
¿Mi tierra? Mi tierra eres tú. ¿Mi gente? Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte para mi están adonde no estés tú. ¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú? Luis Cernuda
Nuestros Recitadores
1º ESO E Iván Arriaza Ramos y Cynthia Ruiz Delgado: Romance del enamorado y la muerte Alba Pravia Rosa: Rima XXX de Gustavo Adolfo Bécquer Noemí Romero Nieto: Amor eterno de Gustavo Adolfo Bécquer
1º DE ESO A Quintín Parada Vargas: La tarde será como un sueño de colores de Juan Ramón Jiménez. Antonio Fernández Morodo: Si me llamara así de Pedro Salinas
2º ESO C Abel Sánchez Rodríguez y Francisco Jesús Herrera Suárez: Me basta así de Ángel González •
2º ESO D Ángela Ganfornina Alcón: Te quiero de Mario Benedetti 2º de BTO B Carlos Martínez Ruiz y Mª José Maestre Ramírez: Hagamos un trato de Mario Benedetti
2º ESO E Carlos Javier García de Atocha: Me gustas cuando callas de Pablo Neruda David Suárez Sánchez: Puedo escribir los versos más tristes esta noche de Pablo Neruda
4潞 de ESO D Carmen Gil Romero: La hora de Juana de Ibarborou. Jessica L贸pez Santos: La caricia perdida de Alfonsina Storni
4ยบ de ESO B Cinthia Pacheco: Te quiero de Luis Cernuda Conchi Sรกnchez: Todo esto por amor de Luis Cernuda Juan Antonio Caro: Si el hombre pudiera decir lo que ama de Luis Cernuda 1ยบ de BTO A Patricia Caro: Contigo de Luis Cernuda
Las profes de Literatura
Nuestro respetable pĂşblico
Nuestros besos • • • • • • • • • •
Love story (1970) Ivanhoe (1952) Madame Bovary (1949) Orgullo y prejuicio (2005) La dolce vita (1960) Love Actually (2003) Diario De Bridget Jones (2001) Vacaciones en Roma (1953) Desayuno con diamantes (1961) Cinema paradiso (1988)
• • • • • • • •
Descalzos por el parque (1967) Recuerda (1945) De aquí a la eternidad (1953) Espartaco (1960) Big Fish (2003) Anna Karenina (1935) Notting Hill (1999) Moulin Rouge (2001)
Muchas gracias a todos