Rota Punctatis
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Rota Punctatis
Historias ciclistas
Bienvenidos
SUMARIO
Editorial | pág. 8 Barra libre | Ciclodesplazamiento interurbano | pág. 10 Puertos en blanco y negro | Passage du Gois | pág. 12 Siguiendo la pista | La hora imputual | pág. 16 Rutas bizarras | Quebrantacerros astudillana | pág. 26 Mármol por esculpir | El legendario Kaiku | pág. 32 Enfants terribles | Armand de las Cuevas | pág. 38 Farolillo rojo | Ciclismo disidente | pág. 44
EDITORIAL No hay nada como adentrarse en un mundo nuevo para darse cuenta de que las ideas preconcebidas, normalmente, no valen de nada. Algo de eso nos ha pasado con el nacimiento de la revista. De creer que íbamos a dar la campanada a darnos cuenta de que había que coger ticket y esperar en la cola, dado el boom que se está viviendo en torno a las publicaciones digitales relacionadas con el ciclismo. Un saludo a todas ellas. Sin embargo, en lugar de venirnos abajo nos hemos motivado más, si cabe. Tenemos la convicción de que con nuestra filosofía aportamos algo diferente, bien por la forma de enfocar los temas escogidos, bien por la estructura de Rota Punctatis. Lo que sí tenemos claro es que una de nuestras principales bazas es la independencia. Si en el primer número dimos rienda suelta a nuestra imaginación creando una serie de secciones, en este segundo volumen hemos incluído alguna más y hemos sustituido otras. Pretendemos que Rota Punctatis sea dinámica y tenga fluidez, sin anclarnos necesariamente en ciertas categorías e incluso dándole un giro a alguna
de ellas, tal y como hemos hecho esta vez con Puertos en blanco y negro. El lector fiel de la revista lo percibirá perfectamente, el nuevo seguidor se extrañará. Queremos engancharlo a él también. Pero haciéndolo a nuestra manera, aunque no negaremos que tenemos alguna que otra sección fetiche. Os daréis cuenta. Queremos seguir contando historias ciclistas. Queremos seguir progresando y para ello los lectores sois imprescindibles. Las críticas, sugerencias y colaboraciones son bienvenidas. Las puertas de Rota Punctatis están abiertas y nos encantan las visitas. Doble guiño a ilustradores. Disfrutad. Rota Punctatis
CICLODESPLAZAMIENTO INTERURBANO
Barra libre
E n este texto no voy a comentar sobre ciclistas pro-
el enfoque de este tema que estoy tratando: De cada día intento hacer un pequeño viaje.
Se trata de ir en bici a los sitios por falta de tiempo, por afición al ciclismo desde pequeño y porque me fui a vivir a veinte kilómetros del centro de trabajo y de la familia y amigos.
Según uno va hacia el destino, acoplado en su bicicleta y disfrutando del rodar, se puede sentir como si campease siendo una especie de hidalgo asceta que avanza concentrado en el pedaleo atravesando bien accidentes geográficos o bien municipios, con el objetivo de disfrutar y de llegar a sus compromisos.
No defiendo el uso de la bicicleta sólo como medio de transporte urbano, sino que va más allá, y nunca mejor dicho, ya que se trata de desplazarse en bici de un municipio a otro sustituyendo ésta al coche o el transporte público.
Opino que el hecho de presentarse en los diferentes lugares en bicicleta tiene una especie de toque minimalista y de sencillez que me encanta. La bici es una mezcla de vehículo ligero, juguete y artículo deportivo que no ocupa demasiado espacio y que no emite ruido.
Es una combinación de deporte y movilidad, una especie de pedaleo pragmático, algo así como maximizar nuestra afición a este deporte aplicándola al desplazamiento o a la logística al igual que ocurre en tantos deportes, como por ejemplo en el montañismo. He de añadir que es muy gratificante la sensación que da el hecho de avanzar impulsados por nuestras propias fuerzas para llegar al destino.
Hay que tener en cuenta que el cicloturismo intercity casi siempre conlleva el porteo de mochila para transportar la ropa para cambiarnos, el almuerzo, los recados realizados, algo de lectura o el candado de seguridad.
fesionales, ni de duros puertos, ni de grandes hazañas. Voy a hablar de una decisión que tomé y que pongo en práctica.
El fin de este práctica queda muy lejos de la competición o del entrenamiento específico es, más bien, disfrutar del viaje. Me acabo de acordar de una frase que suelo comentar a mis amistades y/o familia la cual podría resumir
Animo a poner en práctica esta idea, aunque sea de vez en cuando, ya que entiendo que en muchas ocasiones no es sencillo, no es factible o, simplemente, nos da pereza. Se puede ir en bici al trabajo, a visitar lugares, al cine o también a una taberna de la provincia a disfrutar de una gran alubiada con la cuadrilla. ¡Feliz pedaleo!
Puertos en blanco y negro
PASSAGE DU GOIS
Puertos en blanco y negro
P uertos en blanco y negro busca relatos de lugares ciclistas con historia más allá de porcentajes, longitudes o categorías de montaña. Esto nos ha llevado hasta un departamento francés con gran arraigo ciclista como es el de la Vendée. Conectando la isla de Noirmoutier perteneciente a la comuna de Barbâtre y la la comuna de Beauvoir-Sur-Mer, tenemos el puente de Noirmoutier y el Passage du Gois.
El Passage du Gois, o de Goa, es un camino artificial de cuatro kilómetros y medio construido sobre una zona poco profunda en la bahía de Bourgneuf. Esto es fruto del choque de dos corrientes marinas la del norte y la del sur. Del enfrentamiento entre ellas surgió un banco arenoso poco profundo que ha acabado por estabilizarse en lo que hoy denominamos Passage du Gois. Cuentan que en el año 843 los normandos tenían cautiva a una burguesa de Nantes en la isla de Noirmoutier y que ésta huyó al continente valiéndose de esta zona poco profunda. Su primera referencia cartográfica data de 1701. Por aquel entonces los lugareños cruzaban entre bancos de arena, con el peligro que conllevaba ello, ante la posibilidad de quedar aislado con el cambio de marea. En 1780 se tiene conocimiento de una primera colocación de maderos y travesaños sobre los bancos de arena. Pocos años después, durante la guerra de la Vendée en plena Revolución Francesa, quedó registrado el uso de dicho paso habilitado. En el siguiente siglo, concretamente en 1840, se tiene constancia de una línea regular tirada por un carro que cruzaba el paso sobre un piso de madera fijo. Pero 1924 fue el año en que se marcó con hitos cada cien metros y se pavimentó definitivamente. Esto hizo que pasara a formar parte de la red de carreteras francesa de manera oficial, concretamente de la carretera nacional 148. Y desde el 11 de junio de 1942 está declarado monumento histórico.
Puertos en blanco y negro
Autor: RaphaĂŤl Toussaint
Foto :Thomas Bresson
Puertos en blanco y negro
“El pelotón entró enfilado y en cuanto un corredor patinó el desastre se hizo patente” Aprovechando el paso de la Grande Boucle de 1999 por la región de la Vendée el entonces director del Tour de Francia, Jean-Marie Leblanc junto a su equipo, decidió meter al pelotón por el Passage du Gois en el transcurso de la segunda etapa entre Montaiugu y Challans. El resultado fue fatídico. El pelotón entró enfilado y alta velocidad y en cuanto un corredor patinó, ya que el piso, dadas las circunstancias, siempre se encuentra húmedo, el desastre se hizo patente. Ciclistas por el suelo, incluso cayendo a ambos lados del dique del paso y en cabeza un grupo de supervivientes que no esperaba a nadie y con un Lance Armstrong que comenzaría su idilio particular con la gran carrera francesa. La etapa la acabaría ganando el estonio del Casino-Ag2r, pero esto era algo anecdótico. La imagen del día la protagonizaba un Alex Zulle, que defendía los colores del Banesto, cortado fruto de una caída que se dejaba una minutada en la meta de de aquella etapa. Lo que posteriormente le lastró sobremanera pero que no le impediría reeditar, en el pódium final de París, la segunda plaza de 1995 tras Indurain. Nueve años después, en el año 2005, la ronda gala tocaría este lugar teniendo una crono individual entre Noirmoutier-en-I´ile y Fromentine, en la que se impondría David Zabriskie.
En el año 2010, durante la retransmisión de la segunda etapa de la Grande Boucle, tuvo lugar una anécdota que atañe a este paso. Sylvain Chavanel marchaba escapado en solitario en la jornada que unía Bruselas con Spa, en terreno belga. Cuando parecía que el pelotón lo tenía controlado y que su aventura estaba abocada al fracaso, se sucedieron una serie de caídas en el pelotón. Andy Schleck y alguna que otra figura fueron los mayores damnificados. Fabian Cancellara que portaba el maillot amarillo, se autoerigió en líder del pelotón e hizo que se esperara a que los afectados empalmaran con el grupeto. Esto benefició a un Chavanel que consiguió llegar victorioso a meta y de paso vestir el maillot jaune. En el transcurso de la prueba, Carlos de Andrés y Perico Delgado empezaron a debatir sobre lo ético, moral, deportivo y demás. Hasta que al señor Delgado le llegó un mensaje telefónico de José Miguel Echavarri que decía de manera textual: “hace once años pasó lo mismo en el Passage du Gois y ni Dios esperó a Alex Zulle” (entonces el ciclista hélvetico corría en Banesto para el director navarro). En 2011 el Tour de Francia comenzaría con un paso neutralizado por el Passage du Gois. La lección estaba aprendida y los gerifaltes sabían de sobra que si querían enseñar al mundo esta maravilla francesa, no podía ser con los ciclistas metidos en faena en plena etapa.
Siguiendo la pista
La hora impuntual
Siguiendo la pista
E l Record de la Hora es una historia de gloria es-
crita en pizarras que marcan distancias hasta entontes inalcanzables. Ramos de flores, euforia y ciclistas degustando las mieles del triunfo en escenarios únicos como el Vigorelli de Milán, el stadium vélodrome du Bourdeux, el olímpico de Ciudad de México e incluso otros mucho menos conocidos como el Vikingskipet de Hamar, en Noruega. Éste es el camino de rosas. Es la cara de la moneda. Son días en que los protagonistas disfrutan de honores dignos del César. Y como toda cara, esta leyenda también tiene su cruz. Intentos fallidos, hombres reculando según se acercaba la fecha en cuestión e incluso respuestas evasivas a los periodistas, de tan solo mentar “el temido asalto a la hora del dolor”. Recordar que todo un Eddy Merckx, al finalizar con éxito su ofensiva de 1972, dijo que nunca más se sometería a semejante tortura. El actual poseedor “del cetro horario”, Bradley Wiggins”, fue muy explícito: “ha sido una tortura, esto es lo más próximo que he estado de sentir cómo tiene que ser parir”. Podríamos hablar largo y tendido de todos los campeones que sucesivamente fueron rompiendo las diferentes barreras establecidas. Una historia que comenzaría con los 35,325 kilómetros recorridos en París en un ya lejano 11 de mayo de 1893, por el cofundador del diario L´Auto, y creador del Tour de Francia, Henri Desgrande. Pero me temo que de esto se ha escrito mucho y bien. Vamos a ocuparnos de la otra vertiente, la de los ciclistas que atacaron los sesenta minutos de agonía llevados por diferentes motivaciones, situaciones, contextos e incluso medios, no logrando superar la anterior mejor marca en el anillo. Estos son los intentos fallidos (e inexistentes) al Récord de la Hora.
El 7 de noviembre de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, Fausto Coppi, uno de los grandes ciclistas que nos ha dado la historia, era llevado por su esfuerzo hasta unos por entonces estratosféricos 45,848 kilómetros. Una distancia aguantaría catorce años imbatida. No fue la primera marca, ni mucho menos, la que más tiempo duraría sin mejora. Sin embargo, Coppi sí que fue, tras Lucien Petit Bretón, de los primeros vencedores en grandes vueltas en apostar por este récord (Fausto ya tenía un Giro d´Italia en su haber). El logro de Coppino le daría caché a la carrera y el hecho de que fuera una figura emergente en Europa hizo el récord empezara a verse de otro modo. El récord más duradero los ostentaría durante casi veinte años el helvético Oscar Egg, que en 1914, tras superar por tercera vez el reto en cuestión, ostentó el trono hasta 1933, año en el que se lo arrebatara el neerlandés Jan Van Haout. En el periodo comprendido entre 1945 y 1955 se tiene constancia de dos grandes figuras que asaltaron sin éxito la marca de Fausto Coppi. Esto haría que el mito del record de la figura azurra creciera, así como el miedo al momento de afrontarlo. Uno de estos valientes fue el diez veces campeón de Holanda en la modalidad de
“Esto es lo más próximo que he estado de sentir cómo tiene que ser parir”
Siguiendo la pista persecución Gerrit Schulte, toda una leyenda en la nación de los tulipanes. De hecho, la federación neerlandesa otorga cada año el trofeo que lleva su al mejor ciclista profesional de los Países Bajos. Otro titán sería el galo tres veces vencedor de La Grande Boucle, campeón del mundo en ruta y todo un héroe nacional, Louison Bobet. Éste, en pleno apogeo de su carrera, atacó sin éxito el record de marras con parecido resultado al del anterior protagonista. Llegaría 1955 y tras una orden, un tanto extraña, emitida por el 406 regimiento de Richepanse adscrito al cuartel de Rouen-Francia, se le ordenaba al soldado-artillero Jaques Anquetil lo siguiente: “Usted debe batir el Récord de la Hora de Fausto Coppi”. El que acabaría siendo conocido como Monsieur Chrono no tuvo éxito en su primera intentona. Con unos paupérrimos 41,326 kilómetros, Jaques acababa hundido y cabizbajo en un rincón del velódromo milanés de Vigorelli. Era el 23 de noviembre de 1955. En junio del año siguiente, concretamente el día 29 y en el mismo escenario, lograría cumplir con creces la orden de sus superiores, siendo el primer hombre que sobrepasaba los 46 kilómetros (46,159). Años más tarde, cuando el transalpino Ercole Baldini y Roger Le Roi du Vigorelli Rivière (por dos veces) habían superado su marca, Anquetil volvió a la carga. El 27 de septiembre de 1967 se presentó en el mismo escenario que los anteriores, el velódromo de Vigorelli-Milan. Los 47,493 kilómetros que recorrió nunca fueron homologados ya que Monsieur Chrono se negó a pasar el control antidopaje en el lugar de la prueba, alegando que quería hacerlo en el hotel donde se encontraba alojado. Al año siguiente el belga Ferdinad Bracke dejaría su huella en la historia ciclista, seguido otro año más tarde del danés Ole Ritter.
“Con toda su parafernlia científica empujó el récord más allá de los 51 km”
En 1970, dos años antes de la exhibición de Eddy Merckx en el velódromo de Ciudad de México y en este mismo escenario, el colombiano Martín Emilio Cochise Rodríguez recorrería una distancia de 47,566 kilómetros. Esto no le valió para superar los 48,653 que acreditaba Ole Ritter, pero sí le proporcionó el poco conocido Récord de la Hora amateur. Un año más tarde este atípico ciclista colombiano sería campeón del mundo de 4 kilómetros persecución individual en Varesse-Italia. En 1973, formando pareja con Felice Gimondi, vencería en el por entonces prestigioso Trofeo Baracchi (contrarreloj por parejas). Pasados dos años de la actuación de Eddy El Canibal Merckx en 1972, Ole Ritter se vio en la tesitura de intentar recuperar su corona. El velódromo de Ciudad de México volvería a ser protagonista del evento y todo ello quedó inmortalizado en el documental “La Hora Imposible”. Ritter tuvo a su disposición la mejor tecnología de la época, un cuadro de acero cromolio y componentes de aluminio ergal, pero ni con ello consiguió superar al mejor ciclista de la historia. Su esfuerzo le llevaría hasta
Siguiendo la pista unos 48,739 kilómetros que de nada le valdrían. Doce años tuvieron que pasar desde la paliza que se metiera el astro belga en 1972 para que algún valiente asaltara una marca que se acercaba peligrosamente a los 50 kilómetros. Éste sería el potente ciclista, proveniente del norte de Italia, del Trentino concretamente, Francesco Moser. Corría 1984 cuando Checco, acompañado de toda su parafernalia científica y en un plazo de apenas tres días, empujó el record, por dos veces, más allá de los 51 kilómetros. Esta modalidad parecía avocada al olvido y más cuando grandes estrellas de los 80 como Greg Lemond, Laurent Fignon o Bernard Hinault no parecían tener la menor intención de atacarlo. De hecho, Bernard el Tejón Hinault llegó a decir que nunca participaría en una carrera en la que no pudiera quedar delante de nadie, dejando claro que verle a él solo metido en un velódromo dando vueltas era una quimera. Otro galo que tampoco lo intentó, pese a ser un gran rodador y especialista en la lucha contra el crono, fue Thierry Marie. De las islas británicas llegaría aire fresco. Graeme Obre, un ciclista amateur, escocés de adopción, montado en una estrafalaria bicicleta llamada The Old Faithul y con escasos medios, tanto económicos como logísticos, a su alcance se lanzó a por todas un 16 de julio de 1993. El lugar elegido para tal efecto sería el velódromo noruego de Hamar. El resultado no fue el esperado y Obree paró antes de cumplir los sesenta minutos de rigor. Al día siguiente, sin haber conseguido dormir lo previsto y tras desayunar bien de emparedados de mermelada de fresa (lo cual era costumbre según decía), volvió a intentarlo y esta vez mandó el récord a los 51,596 km. A los seis días, el entonces campeón olímpico de persecución en Barcelona 92, Chris Boardman le arrebataría el número uno. 1994 sería el año de moda en cuanto al record de la hora se refiere. El 15 de enero, en Ciudad de Méjico, un cuarentón retirado hacía tiempo volvió para intentar romper la barrera de los 52 kilómetros. Su nombre, Francesco Moser. Utilizando la postura de Obree consiguió completar la hora con 51, 840 kilómetros. Esto no le
daría el record, pero si levantaría muchas dudas respecto a su rendimiento con 42 años, y más cuando llevaba retirado desde hacía nueve. Se daba una situación tan poco frecuente como difícil de explicar, ya que logró superar de manera amplia su propio record que databa de 1984 cuando era profesional y estaba en plena forma. Ese mismo 1984 había ganado la Milán-san remo, el Giro d´Italia y dos etapas en la Vuelta España, por ejemplo. Cuanto menos curioso. Mientras tanto, en este 1994 se hablaba muy tímidamente de un posible intento por parte del entonces pupilo de Manolo Saiz en la ONCE Alex Zulle, o del impredecible Armand de las Cuevas. El que sí volvió al ruedo fue Graeme Obre. A lo que seguiría una historia por todos conocida: la de Miguel Indurain con sus 53,040 y los dos posteriores golpes de mano de un Tony Rominger totalmente inexperto en la pista. Lo cual no impidió a este suizo, nacido en Dinamarca, apretar las tuercas hasta unos sobrenaturales 55,291 kilómetros. Para la prensa española fue un trago duro, tanto que nun-
Siguiendo la pista ca lo llegó a asimilar y hasta que el 15 de octubre de 1995 Miguel Indurain volviera a Colombia con el objetivo de recuperar el ansiado Récord, muchos no durmieron tranquilos. No fueron las mejores condiciones para batir nada y Miguel paró. Al retornar a España, hubo un discreto ensayo en el velódromo de Bourdeux, pero se desestimó. Miguel descansaría para afrontar la que nadie pensaría que fuera su última temporada como profesional, la de 1996. Posteriormente Chris Boardman, el Señor de la Hora, daría un puñetazo en la mesa. Montado sobre su bicicleta prototipo de la marca Eddy Merckx (curioso) y ayudado de su postura superman (que también utilizara unos meses antes el pistard Andrea Collinelli para ser campeón olímpico en Atlanta´96), logró algo tan difícil como ilógico. Se dio la circunstancia de que Mr. Boardman lograría recorrer 56,375 kilómetros, algo que nadie ha conseguido superar jamás. Pese a ser el hombre que más distancia ha recorrido sobre una bicicleta durante una hora en un velódromo, la UCI, que todo lo sabe, no le tiene otorgado a día de hoy el record de la hora. Incongruente. Un año más tarde, concretamente el 19 de octubre de 1997, el entonces miembro del Batik (secuela de la Gewis) Evgeni Berzin se tiraba al barro. El estado de forma en que se había presentado un mes antes en el mundial de ciclismo de Donostia-San Sebastián hacía presagiar lo que acabaría ocurriendo. A los diecisiete minutos el ruso acumulaba un retraso de 42 segundos respecto al inglés y esto le hizo parar. Sus pasos apuntaban a una distancia final de 51,958 kilómetros. Evgeni declaró que ante la prohibición por parte de la UCI, de la postura superman de Boardman, el récord era inalcanzable. En años venideros se habló tímidamente de Abraham Olano, el ucraniano Serhi Honchar y Melcior Mauri como serios aspirantes, pero nunca llegaron a materializarse ninguno de los proyectos. Los rodadores germanos Uwe Peschel, Michael Rich y Bert Grabsch, así como el citado Andrea Collinelli, fueron mencionados de pasada en algunos círculos, pero el registro de Chris Boardman se presentaba complicado de superar.
Al citar la UCI me viene a la mente aquello de con la Iglesia hemos topado. En una de sus múltiples y arbitrarias decisiones, este estamento repleto de gente muy sabia certificó en el año 2000 que todas las marcas realizadas con bicicletas no convencionales quedaban anuladas como Récord de la Hora. O lo que es lo mismo, que los 49,431 kilómetros de Eddy Merckx en 1972, volvían a estar vigentes. Chris Boardman, que se retiraba ese mismo año, cogió una bicicleta convencional y el 27 de octubre en el velódromo de Manchester se daba un merecido homenaje ante su afición. A punto estuvo de acabar en tragedia la fiesta, pero un último esfuerzo le valió para superar, por unos exiguos 110 metros, el registro de El Caníbal. Se abría una nueva era, o eso pensaba la UCI. Estos especularon que con esta decisión un montón de figuras se embarcarían en la aventura del récord. Pero no fue así. Graeme Obree, tras dos años sumidos en uno de sus comunes estados depresivos, intentaría retornar a su senda pero no consiguió recuperar su mejor golpe de pedal y ni tan siquiera llegó a haber fecha señalada. Otro que se enfrentaría hasta en dos ocasiones a los 3600 segundos de agonía, fue el helvético que militaba en el equipo francés Team Oktos-Saint Quentin, Jean Nuttli. Este suizo tiene una historia particular. Con 21 años pesaba 120 kilos, tras una espartana dieta y meter unas brutales sesiones de rodillo a diario, logró bajar hasta 68 kilos. Fue durante seis años profesional y debutó con Phonak, destacando siempre como notable contrarrelojista. Esto le llevaría a enfrentarse el 16 de noviembre de
“Con 21 años pesaba 120 kg, tras una espartana dieta logró bajar hasta 68 y debutó con Phonak”
Siguiendo la pista
“Un mes antes le hubieran otorgado el récord y posiblemente un contrato profesional”
se apresuraron a aprovechar una oportunidad única de poder escribir su nombre en la historia del ciclismo.
2002 a la marca de Boardman, pero sus 47,093 cayeron en el olvido, como también lo harían los 46,642 recorridos en su segundo intento el 14 de diciembre de 2004 en Viena.
Rohan Dennis era otro que espabilaba a tiempo con 52,491 kilómetros el 8 de febrero de 2015 en Grenchen. Lo contrario de Thomas Dekker, que diecisiete días más tarde en Aguascalientes-México llegó a los 52,221 kilómetros. Un mes antes le hubieran otorgado el récord y posiblemente un contrato profesional que le hubiera permitido seguir siendo ciclista.
Jan Ullrich nos abandonaría como ciclista debiéndonos un record de la hora, al igual que el húngaro nacionalizado francés Laszlo Bodriogi, el norteamericano David Zabriskie o el todavía profesional y tres veces campeón del mundo contrarreloj Michael Rogers. Siguiendo con la historia, el especialista checo Ondrej Sosenka se echaría la manta a la cabeza y batiría el descafeinado récord. Lo hizo el 19 de julio de 2005 en Moscú, alcanzando los 49,700 kilómetros. En 2008 daría positivo con metanfetamina, lo que le haría cumplir la sanción correspondiente. Esto no le echó atrás y puso fecha de cara a un nuevo intento del Récord, el 19 de julio de 2015, que acabaría no teniendo lugar. El 17 de mayo de 2014 Fabian Cancellara, una de la últimas esperanzas del aficionado de a pie, se retiraba definitivamente de la lucha por el cetro de la hora. La nueva decisión de admitir bicicletas de contrarreloj por parte de la UCI no le gustó según parece. Y a partir de ahí comenzaría la era, hasta ahora definitiva y que sinceramente no sé cómo denominar, en la que se permite el uso de bicicletas convencionales de contrarreloj. El 18 de septiembre de 2014, Jens Voight organizó una fiesta de retirada ciclista y de pasó batió este camaleónico Récord de la Hora. 51,115 kilómetros. Esto sí que fue un impulso y ante el aviso de ofensiva por parte de Sir Bradley Wiggins, varios fueron los que
Mathias Brandel, el 30 de octubre de 2014, en Aigle llegaba a los 51,852 kilómetros. Jack Bobridge (actual campeón de ruta australiano) se la pegaba el 31 de enero de 2015 en el velódromo de Melbourne con unos insuficientes 51,300 que tan sólo cuatro meses antes le hubieran abierto las puertas del Olimpo ciclista.
La carrera por el récord estaba lanzada y más ante la inminente noticia de Wggins: la fecha prevista para el record es junio de 2015. Antes lo intentaría el sueco Gustav Larsson, el 14 de marzo del mismo año, pero de sus 50,016 kilómetros recorridos en el velódromo de Manchester no se hizo eco mucha gente. Alex Dowsett, el rodador del Movistar dirigido por Eusebio Unzue, a punto estuvo de no llegar a tiempo. Una rotura de clavícula poco antes del ataque previsto para principios de año casi hizo que se le escapara el tren y si no llega a intentarlo antes que el coco Wiggins, adiós muy buenas. 52,937 kilómetros sobre la bocina. Me hubiera gustado que en su día esta formación hubiera cuidado tanto al excelente rodador Sergi Escobar. El final ha sido el que tenía que ser. Ante el rechazo de Fabian Cancellara, Sir Bradley Wiggins ostenta un récord oficial con sus 54,526 kilómetros recorridos el 7 de junio de 2015 en Londres. Lejos de los 56,375 de su compatriota Boardman. O, ¿acaso Boardman en 1996 tuvo a su alcance mayores avances tecnológicos, que Wiggins en 2015? Tony Martin y Taylor Phinney, si recupera su mejor versión, pueden ser nuestras esperanzas.
Siguiendo la pista
quebrantacerros astudillana
Desde hace cinco años a esta parte viene teniendo lugar en tierras castellanoleonesas una cita ciclista a la que únicamente se puede acudir previa invitación. Esta no es otra que la “Quebrantacerros astudillana”. La creación de esta prueba lúdico-ciclista nació ante la imposibilidad de poder tomar parte, por varios de los ciclistas astudillanos, en la marcha ciclista que tiene lugar en Sabiñánigo justo antes de verano. Bajo el lema “¡No pasa nada, la hacemos aquí!” nuestros cicerones “Che”, Luis Ángel y Javi “el Parches” dejan claro que cuando hay ganas casi todo se puede. Circulando en todo momento en grupo, se completa un itinerario mucho más corto y notablemente menos duro que la cita oscense en la que está inspirada. “Adusta, fina y guerrera Castilla, de largos ríos, tiene un puñado de sierras entre Soria y Burgos como reductos de fortaleza”
Recorremos las comarcas del Cerrato palentino y el Odra-Pisuerga burgalés, completando una ruta circular de ciento veinte kilómetros y en la que nos enfrentaremos a un perfil de continuos toboganes. Partiendo de una cota de 740 metros de altura sobre el nivel del mar no superaremos los 930 en ningún momento, lo que da motivo a engaño ya que al no haber grandes puertos en el perfil de la jornada puede hacer dudar a más de uno sobre la dureza de la ruta. Opinión que seguramente cambie tras superar los veinticinco repechos, pequeños puertecillos, lomas o como gusten de ser llamados.
Comenzaremos en Astudillo, localidad de mil habitantes cercana tanto al camino de Sant iago como al Canal de Castilla. Remontaremos el rio Pisuerga para poco después entrar en la provincia de Burgos, cruzar la localidad de Pedrosa del Prínc ipe y seguir a la vega del Odra u Odrilla. Éste nos hará pasar por Castrojeriz, conocida villa por ser parada del Camino de Santiago así como por las ruinas de su castillo que dominan desd e lo alto todas las rutas de comunicación.
Poco antes de llegar al kilómetro veinticinco de la jornada tendremos ocasión de disfrutar de las ruinas del convento de San Antón, de estilo gótico y con una arcada imponente donde se conservan dos alacenas. Como anécdota podemos citar que el complejo conocido como ruinas de San Antón ha estado en manos privadas desde la desamortización de Mendizabal en 1836. En el año 2001, su entonces propietario Elicer Diez Temiño, firmaba un contrato de arrendamiento con Ovidio Campo por una duración de treinta y cinco años, con el fin de crear un albergue de peregrinos a la vieja usanza. Seguiremos ascendiendo poco a poco por la carretera que lleva a Hontanas y Castellanos de Castro, para coger la BU-4041 sentido Iglesias. En el tramo comprendido entre Iglesias y Vilviestre del Muño tocaremos techo en el itinerario con una ascensión que nos llevará hasta los 926 metros. Llegados a Estepar saldrá a nuestro paso la Autovía de Castilla, que une Burgos con Palencia, la cual sortearemos en nuestro camino hacia Villamieja de Muño, Quintanilla de Somuño, Arenillas de Muño, Presencio, Mazuela u Olmillos de Muño.
La ruta nos llevará a Pampliega, localidad anteriormente denominada Ambisna o Pamplica, y en la que el noble godo Chindasvinto fue coronado como rey por los visigodos en el año 642. Dejando la iglesia renacentista de San Pedro atrás y saliendo de la villa por la muralla de Presencio circularemos con el río Alarzón a nuestra derecha en su curso hacia Palazuelos del Muño.
“Allá en Castilla, mística y guerrera; Castilla la gentil, humilde y brava; Castilla del desdén y de la fuerza”
Antes de cruzar definitivamente y dejar atrás el citado Alarzón atravesaremos Barrio del Muño, Belmimbre y Villaverde Mogina. La vía BU-4011 nos llevará a Los Balbases, localidad en la que tras girar a mano izquierda, y tomar una ruta más estrecha, enfrentaremos un tramo de treinta y cinco kilómetros en los que se concentra la mayor dureza del itinerario del día.
Vallajera, Valbonilla y Pedrosa del Príncipe forman parte del último plato del menú, enclavados en el sector que aglutina mayor dureza. Esto nos llevará a pedalear una vez más por la vega de los ríos Odre primero y Pisuerga después, mientras rodamos de vuelta a Astudillo. Y es en este momento, mientras se divisa el castillo de la Mota en el horizonte, cuando a uno se le viene a la cabeza aquello de: por Astudillo sale el sol.
Cerca nos queda, como ya hemos citado en un principio, el Can al de Castilla. Construcción faraónica comenzada a mediados del siglo XVIII, siendo una de las obras de ingeniería hidráulica más importantes de su era, destinada al transp orte del trigo producido en estas tierras, y que quedaría obsoleta con la llegada del ferrocarril. A día de hoy es un destin o cicloturista recomendado . Destacar la prueba ret ro Gran Premio Canal de Castilla que tiene lugar en Medina de Rioseco cada mes de Julio, tam bién conocido como “la Roubaix castellana”.
FIN
“Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta —no fue por estos campos el bíblico jardín—; son tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín.” “Y cuando llegue el día del último viaje y esté a partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.”
Rutas bizarras
Mรกrmol por esculpir
El legendario
Kaiku
Mármol por esculpir
En otros tiempos los tratos se cerraban con un apre-
“Juanikorena fue cocinero antes que fraile. Compitió hasta amateur con buenos resultados”
Podría poner mil y un adjetivos a lo que representó esta escuadra, con raíces en la localidad guipuzcoana de Hernani y que sembraría toda la península de victorias. Pero, ¿qué mejor que hablar con su capo y alma mater? Gracias a la disposición de Juan Ramón Cendrero quedamos con Iñaki Juanikorena y, simplemente, escuchamos. Si un día hubo un equipo en el que todo ciclista quería correr para tener ocasión de poder ser profesional ése fue el Gurelesa-G.A.C., que es como se llamó en su origen, seguido de la retahíla de denominaciones (Gurelesa-Cegasa, Frinat-Cegasa, Kaiku-Cegasa, Kaiku-Laiz, Kaiku-Fast Rock) que lo llevarían a ser simplemente: el temido Kaiku.
Defendió primeramente los colores del Dicoproga, donde sería su director el polifacético Almanzor (descubridor pugilístico de Urtain). Seguido, vistió los maillots de La Casera y OLSA, donde sería dirigido por Miguel Madariaga o Super Ser. Con estos últimos, tuvo ocasión de participar en varias carreras Open, a las cuales los equipos profesionales acudían con sus formaciones apuntaladas por ciclistas amateur de sus escuadras filiales. Como anécdota de esto último queda que coincidiría con un tal Luis Ocaña.
tón de manos. El paso a profesionales se fraguaba en las metas de muchas carreras amateur, entre la amalgama que formaban los diferentes coches de equipo y ciclistas que se cambiaban a la intemperie. Sin teléfonos móviles, con mucho carácter y aprendiendo a sobrevivir. Así fue como Iñaki Juanikorena se hizo un hueco y cimentó El legendario Kaiku.
El proyecto fue iniciado en 1983 con el apoyo de Agustín Lasarte, por entonces director comercial de Gurelesa, la aportación de bicicletas G.A.C. por parte de José Luis Miner y dirigido por nuestro protagonista, con la ayuda de Felix Ugalde. Iñaki nos dejó claro que la liebre la levantaría Periko Matxain, pero los que se acabarían mojando serían los anteriormente citados. Hasta aquí un adelanto, pero echemos un vistazo a los orígenes de “Juano” y de donde le venía el interés por querer dirigir un equipo ciclista. Iñaki Juanikorena fue, como suelen decir, cocinero antes que fraile. Compitió hasta amateur con buenos resultados y formando parte de excelentes equipos. Corredor correoso, rápido e igual de espabilado que como director. Cualidades que, dichas sean de paso, bien pasado el tiempo heredó su primogénito Alexander, con el cual tuve la suerte de correr.
Aunque no era su especialidad formó parte de la selección guipuzcoana junto a Nazabal, Andiano y Nico Santesteban (padre de Ane la actual profesional) que lograría medalla de bronce en un campeonato de España contrarreloj por equipos disputado en Andoain. Con la mili de por medio y la encrucijada marcada por unos estudios de ingeniero industrial bien encaminados el paso al ciclismo profesional quedó relegado al olvido. Antes de colgar le daría tiempo a competir con el C.C. Vigués (actualmente patrocinado por Super Froiz) en su periplo pontevedrés, cumpliendo el servicio obligatorio militar. En 1979 comenzaría su andadura tomando las riendas de un equipo ciclista. Concretamente lo haría con el Transportes Uriarte que a mediados de temporada los dejaría colgados. Teka, a modo de favor, los esponsorizaría hasta finalizar el año en curso. En 1981 formaría parte del Transportes la Guipuzcoana, para después pasar 1982 en blanco mientras se cocinaba el equipo que marcaría la juventud de muchos corredores.
Mármol por esculpir Llegaría 1983 y con él arrancaría la escuadra lechera, formación que desde un principio mantuvo unas miras elevadas y un buen presupuesto, llegando a completar una lista de en torno a cien nombres que lograrían dar el ansiado “salto”. Iñaki Juanikorena los va citando según le van pasando por la cabeza a lo largo de nuestra charla. Desde el inicio el grupo aunó corredores de todo Euskadi, de otras provincias, más alguna aportación puntual extranjera. En la primera temporada contaron con dos suecos, Gustaffson y Backmann, a los que Iñaki les tenía echado el ojo de carreras francesas. En la segunda llegaría Rolando Obando, del que ya he oído hablar en más de una ocasión a Luis Mari Urizar (otro ilustre ex Kaiku).
año, su hermano Herminio haría lo propio con la Bira bizkaina. Y ya en la tercera, consiguieron tomar parte en alguna prueba open, en la que pudieron medirse a equipos profesionales, como la Volta Galicia. La Vuelta a La Rioja sería otra de esas rondas en la que, a lo largo de diecisiete temporadas, los corredores de Juanikorena podrían enseñar los dientes a los “pros”. En 1985 decidieron crear otro equipo denominado Gurea y que pasaría a dirigir Felix Ugalde. Gurea estaba destinado a los corredores que el potente equipo que Iñaki ya tenía entre manos quedaba demasiado grande. La idea era la formación. Ese mismo año pasaría a ser su mano derecha José María Goñi, ciclista de la casa hasta la temporada anterior y, por tanto, hombre de total confianza de Iñaki. Lo fue hasta el trágico accidente que segaría su vida al finalizar una etapa del Circuito Montañés de 1992. Tras esto, como es normal, el proyecto se tambaleó. Entraron a escena los hermanos Jon y Eugenio Goikoetxea (este último actual director de Caja Rural Profesional) y el equipo se modernizó.
La progresiva llegada de extranjeros a lo largo de la dilatada carrera de este equipo (los hubo de todos los tipos como Eric Pascal, Kenneth Weltz, Gabrilov, Peter Meinert, Gustavo Toledo, Rob Acciavatti, Chaumontet, Thierry Elissalde, Frederic Guedon, Jacques Otegui, Werner Nijboer, Castañeda, Eric Lasserre o Bruno de Santi entre otros) estaba marcada en casi todos los casos por la misma obsesión: andar más y llegar a profesionales. A esto se debía añaComo lo define Oscar Gogorza dir el alto rendimiento que daban en una entrevista realizada al dialos nacionales, lo cual hizo que a rio El País en 1998, la formación esta formación se le abrieran las hernaniarra, “era un rodillo de puertas de carreras, al alcance de triunfos, con más de 500 “. Iñaki De izq. a der. y de arriba abajo: Agustin Sagasti,Thierry Elissalde, muy pocos, en países como Italia, Juanikorena va más allá y cita las Txente García Acosta e Iñigo Chaurreau Bélgica o Francia. Como muestra 25 carreras ganadas en su peor de ello tenemos la invitación a la París-Roubaix amateur temporada y el logro de todo un record apabullante de en 1984. 70 victorias en 1989, casi nada. Entre tanto número y dato preguntamos a nuestro protagonista sobre cómo El engranaje del equipo funcionaba, en la primera temse realizaban los fichajes de gente ya no de fuera de Esporada en activo se venció en una vuelta del prestigio paña sino también de fuera del círculo de carreras vasde Bidasoa por medio de Pedro Díaz Zabala. El segundo co-navarras. En un mundo sin teléfonos móviles y en el
Mármol por esculpir vistiendo el maillot de Kaiku Miguel Ángel Martín Perdiguero. “El Perdi” corría en el Seguros Solís de Federico Martín Bahamontes. Pelo largo, uñas pintadas, todo un rara avis en un mundillo por entonces tan ortodoxo como el ciclista. Miguel Ángel tuvo alguna desavenencia con el “Águila de Toledo” y, por medio de un periodista que contactó con Juanikorena, acabó corriendo en el País Vasco. Una vez aterrizó en Kaiku dejó claro que su fichaje había sido todo un acierto, logrando 15 victorias en su mejor temporada. Junto a Juan Carlos Domínguez, dos de los ciclistas que más impresionaron al dirigente donostiarra.
De izq. a der. y de arriba abajo: Imanol Ayestaran, un servidor, Richi Serrano y Joan Antoni Flecha
que internet era poco más o menos ciencia ficción, el correo postal y los consejos de algunos allegados eran el mercado del que se surtía el equipo. Cartas con algún palmarés difícil de creer, así como algún corredor que se volvió a casa al de poco de aterrizar en la base sita en Lauhaizeta, son los capítulos menos conocidos de la historia del Kaiku. En este apartado no se olvida de la fortaleza, tanto física como mental, del menudo murciano Jesús Montoya. También recuerda a modo de anécdota como acabó
En una larga lista de corredores y victorias, no olvida la Clásica de Primavera vencida por Ignacio García Camacho (más tarde campeón de España en ruta con Kelme) bajo una fuerte lluvia y tras toda una exhibición en solitario. Las vueltas casi seguidas como, la Bizkaiko Bira y Vuelta Álava que Juan Carlos Domínguez se metió al zurrón, la Clásica Lasarte de Eric Pascal o la del recalificado Javier Palacín. La clase de Mikel Zarrabeitia al que ya se le veía que sería muy bueno, Ramontxu González Arrieta, Peio Arreitunandia, Enrique Alonso en la Bira de 1987, Roberto Sierra, Barrigón, el malogrado Agustín Sagasti, “Chente” García… Saca la cara por los ciclistas que tuvieron una segunda oportunidad en Kaiku, tras un primer paso no del todo alentador en el profesionalismo. Según Juanikorena daban seriedad y saber estar al equipo en carrera, como fueron los casos de Luis Vicente Otín, alias “El cartero de Leiza”, o Abraham Olano. Además ambos consiguieron volver a la máxima categoría. De su relación con los diferentes directores profesionales destaca el trato recibido por Manuel Saiz, al que
“Una vez aterrizó en Kaiku dejó claro que su fichaje había sido todo un acierto”
Mármol por esculpir ya conocía antes de ser seleccionador. El sheriff de la ONCE le cedía material a fondo perdido, cabras, ruedas de bastones, lenticulares, manillares y todo a cambio de nada, sin ningún favor especial a cambio, ni ningún tipo de privilegio especial.Y con el que compartía la predilección por la innovación. Kaiku fue el primer equipo amateur con una furgoneta preparada expresamente para las carreras, con compartimentos específicos para lavadora, bicis, corredores, etc. Como todo director Juano tiene recuerdo especial de varios ciclistas. Uno en concreto, del que ya tenía conocimiento de su predilección, es Xabier Lazpiur, al que he leído que Iñaki lo definía como un Eddy Merckx del campo amateur; y otro el tafallés Javier Araiz. Respecto a corredores que no llegó a dirigir y que le hubiera gustado hacerlo no lo duda, Iñaki Gastón, y tras recapacitar un rato añade el bizkaino que se le escapó tras haberse hecho la foto de equipo pero que por temas federativos tuvo que correr en su provincia, Iñaki Balboa. En 1991 el salto al profesionalismo casi pasó a ser un hecho. Con Gurelesa y Cegasa como patrocinadores el dichoso salto se paralizó en el último momento. La idea era dar paso al bloque duro de la escuadra y hacerse con los servicios de cinco o seis profesionales con experiencia que ya hubieran pasado por la formación amateur. Iñaki nos reconoce que eran otros tiempos, había muchos equipos y que a día de hoy, existiendo la categoría Continental (BH-Buergos y Murias-Euskadi, la cosa pintaría de otro modo y seguramente hubieran sacado el tema adelante. Ocho años más tarde, en 1999, echaría a andar su última temporada bajo el nombre de Kaiku uno de los equipos con más solera del panorama ciclista. Richi Serrano, Antonio “el Pispajo” Martín, Jokin Ormaetxea, Asier Maeztu, Mikel Astarloza, Cristian Sorreluz, Dioni Galpasoro, Imanol Ayestaran, Jose Angel Gómez Marchante, Iñigo Iparragirre, Iñaki González, Angel Arrieta, José Luis Fernández, Eric Pascal, Unai Yus, Gustavo Toledo, su propio hijo Alexander Juanikorena o mi amigo Edu De Miguel, eran integrantes de ese grupo del club JOCC de Hernani.
G.P. Tarbes-Sauveterre 2003 - Selección de Euskadi Equipo: Urberuaga, Gaztañaga, Ormaetxea, Del Rio (vencedor), Aitor Perez Arrieta, Otxotorena, Julen Urbano y David Perez.
Iñaki Juanikorena se mantuvo cinco temporadas más como seleccionador de aficionados en la federación vasca.Tras una más que breve estancia en el hispano-colombiano ATOM de Elguezabal, Gaztañaga,Vázquez o Tamayo, pasaría a Caja Rural amateur para en 2009-2010 dar el salto junto a Eugenio Goikoetxea al Caja Rural Continental. Allí llevaría a los Victor de la Parte, Guillermo Lana, hermanos Herrada o Gari Bravo. En este último equipo hicieron un hueco a un polaco que venía avalado por Eusebio Unzue, un tal Michael Kwiatkowski. En 2011 Iñaki ya no fue de la partida de Caja Rural, dando por finalizada una larga trayectoria como director, compaginada siempre con su actividad laboral de ingeniero. Esto da más valor a una afición de la que no dependía económicamente, la cual llevada al límite, proporcionó la posibilidad de ser ciclista profesional a no pocos jóvenes de aquí y de allá.
(Fotografía de portada: Kaiku 1993. Entre otros :Txente, Rassmusen, Martinez Heredia, Sagasti, Palacin, Gabrilov, Elissalde, Arraitunandia, Huelamo, Chaurre, Eugenio Goiko, Beloki, Barrigón... Entre auxiliares: Jon Goiko, Ainhoa Etxegoien y Joseba Arizaga)
Armand de las Cuevas Hoy nos atañe la historia de un hijo de la Francia
enriquecida por la emigración, algo a lo que nos está costando demasiado acostumbrarnos por aquí. Un ciclista digamos que diferente, según la prensa gala “excesivamente franco” y que se dio cuenta tarde que decir siempre la verdad (a cañonazos) no es lo mejor. Aunque también es cierto que uno de los pocos periodistas que le pudo hacer una entrevista, si no fue la última, mientras paseaban en enero de 2010 por la Gironda francesa, lo definió como “exquisitamente amable”. Jean Francois Bernard, una de las grandes figuras galas que ademásde nacionalidad, llegó a compartir equipo con este enfant terrible, llegó a decir de él: Un día llegó un OVNI a la tierra, se bajó Armand y el OVNI se marchó. En cierto foro pude leer una frase, cuando menos de un modo original, que describe a nuestro protagonista: “Armand de las Cuevas estaba como un rebaño de cien cabras.” Su padre, de origen español (cántabro exiliado del régimen franquista), fue muy reticente a que su hijo corriera en España pese a que ya no había dictadura. Armand desobedeció y tuvo sus más y sus menos con su progenitor. Para entender su personalidad, o al menos intentarlo, hay que comenza por el principio. Nuestro protagonista no debía destacar como un estudiante brillante, amén de ser un tanto bala desde chaval, por lo que su padre, sin siquiera tener en cuenta su opinión, le apuntó a la escuela ciclista ASPTT de su Troyes natal. El ciclismo no era santo de su devoción, o al menos su mayor prioridad, hasta que
siendo cadete se dio cuenta del potencial que albergaba en su interior. En 1983 aterrizó en Bourdeux, todavía en periodo de formación, y se desató una bestia que únicamente sabía ganar. En tan solo dos temporadas como amateur consiguió victorias destacadas como el Circuit des Vins du Blayais, el G.P. de la Tomate o el Ruban Granitier Breton, amén de llamar la atención de los directores de toda Francia y parte de Europa. Había surgido la enésima esperanza gala. Tanto es así que su director en aficionados comentó: “Es el ciclista con mayor potencial que he tenido, uno de esos deportistas que te aparecen una vez en la vida. Sin duda puede llegar a ganar el Tour de Francia, únicamente no hay que estropearlo.” Este último año 1988 como amateur, formando parte de la preselección gala para los Juegos Olímpicos de Seul, acabó por ser uno de los descartados pese a marcar mejores tiempos del que fuera su sustituto, según declaraciones del propio Armand. El joven prometedor De las Cuevas daría el salto al profesionalismo de la mano de José Miguel Echavarri y Eusebio Unzúe en 1989 formando parte del Reynolds. La historia tiene su miga. Armand debía de firmar por el equipo Z de Roger Legeay. El director del equipo, que contara con Greg Lemond, Eric Boyer, Ronan Pensec, Robert Millar, Jerôme Simon Thierry Gouvenou, Bruno Cornillet, Eddy Seigneur o el vetarano Gilbert Duclos-Lassalle, pretendía mantener un año más a su diamante en bruto en el cam-
Enfants terribles po amateur. Sin embargo, el ansia de nuestro protagonista no le permitía esperar esa temporada extra y, gracias a la mediación del ciclista de Reynolds Dominique Arnaud, el paso a profesionales fue un hecho en aquel 1989. La prensa francesa lo tomó poco menos que como una alta traición, ya que uno de sus futuros baluartes marchaba al extranjero. Pero Armand volaba libre y poco más le importaba.
“Arrebatos, momentos de locura deportiva, pinceladas propias de un artista”
Los dos primeros años en la formación navarra no fueron especialmente convulsos. En su primera temporada corrió poco, al igual que el resto de jóvenes del equipo, y esto le dio que pensar. Pero el paternalismo de José Miguel Echavarri hizo efecto balsámico de manera temporal. Poco reseñable pero ocurrido entonces fue que mientras nuestro protagonista encontraba su hueco en la élite Perico Delgado, el líder del equipo, se perdía por la calles de Luxemburgo dando lugar a una historia por todos conocida.
son Viacheslav Ekimov (la mano que mece la cuna del Katusha), seguido del espigado y eternamente sonriente Francis Moreau .
Nuestro enfant terrible creció rápido a la sombra de otro gigante en ciernes, Miguel Indurain. Con apenas veintiún años, en su segundo año como profesional y ya enfundado en el maillot banquero auspiciado por el capital de Mario Conde, conseguiría su primera victoria. Concretamente en una etapa de la Vuelta Asturias de 1990, en la que se subía Leitariegos y Somiedo con meta en Cangas de Narcea. Cabe destacar que ese día se impuso a hombres consagrados de la época como Peio Ruiz Cabestany o Raúl Alcalá. Respecto a esta victoria queda una anécdota que deja patente como se las gastaba Monsieur De las Cuevas. La víspera llegó muy rezagado a meta. Él comentaba que marchaba parado. Al finalizar la etapa se le acercó un mecánico del equipo y observó que, en efecto, la llanta rozaba con la zapata de freno. Medio de cachondeo le comentó a Armand que si aquel día en ese estado había conseguido acabar, al día siguiente con la bici bien podría ganar.Y así fue. Durante ese mismo año, 1990, también le daría tiempo a cosechar una medalla de bronce en la modalidad de persecución del Mundial de Pista que tuvo lugar en Maebashi, Japón. Las dos medallas precedentes se las colgarían dos viejos conocidos del gran público como
En 1991, estando centrado en la preparación de los mundiales de pista y, según se deduce de sus encriptadas declaraciones, tocando más bien poco la bici de carretera, se presentó en el campeonato de Francia de fondo en carretera con tan solo dos compañeros de equipo, Jean Francois Bernard y Dominique Arnaud. Armand no quería acabar la carrera, decía que tenía calambres y sus compañeros le instaron a que finalizara la competición ya que le vendría bien para la pista. Esos alientos debieron surgir efecto ya que no solo acabó si no que se presentó a pie del repecho final en el grupo cabecero, donde fue pasando uno a uno a todos los supervivientes de la carrera. Hasta que a cincuenta metros de meta sobrepasó a un Thierry Claveyrolat que, sentado en el sillín derrotado por el esfuerzo, era testigo de lujo de una victoria por todos inesperada. En esta misma temporada, previo al campeonato francés anteriormente citado, otro cortocircuito delascuevista tuvo lugar en tierras transalpinas. Participando por primera vez en el Giro de Italia fue expulsado del mismo por enzarzarse en una pelea en plena carrera con el colombiano Arias Acosta, del equipo Pony Malta. A finales de 1991 quedaría claro que Armand de las Cuevas no era un ciclista cualquiera. Demasiado genio. El clásico deportista de naturaleza rebelde. Excéntrico y a la vez muy reservado. Dueño de una energía la cual parecía en ocasiones no poder controlar y que acababa por desbordarlo. Arrebatos, momentos de locura deportiva, pinceladas propias de un artista, que hacían que sus
Enfants terribles directores mordieran el volante de los coches de equipo y se rebanaran la sesera pensando en como meter en vereda a este ciclista. Formando parte de la selección francesa del mundial de ruta de Stuttgart, donde se acabaría imponiendo Gianni Bugno, nuestro calvo greñudo hizo de las suyas. Laurent Jalabert, que era el líder del equipo señalado por Bernard Hinault, que a su vez era el seleccionador, pinchó. Armand marchaba en un buen corte y se le ordenó parar, con su consecuente cabreo. Por la noche en el hotel donde se hospedaban los franceses hubo de todo menos bromas. De las Cuevas con apenas veintitrés añitos, y sin haber hecho aún nada como ciclista, se encaró a Bernard Hinault, que lo había ganado absolutamente todo y que precisamente no se distinguía por su tacto y falta de carácter, y se montó el Belén. 1992 nos mostraría otro brote de esquizofrenia deportiva. En la memoria de todos queda como se exprimió en la contrarreloj individual de Luxemburgo durante el Tour de Francia en la que acabaría en segunda posición a tres minutos de su jefe de filas Miguel Indurain. Como guinda al pastel el dúo Echavarri-Unzúe echando espuma por la boca ya que las órdenes de equipo de aquel día eran claras, “únicamente Miguel y Perico deben disputar la crono”. Sesenta y seis kilómetros de esfuerzo extenuado que no le valdrían de nada, ni a él personalmente y mucho menos a su equipo de cara a etapas venideras. Hizo lo que hoy llamaríamos un Richie Porte. En la Corsa Rosa de 1993 Monsieur De las Cuevas volvió a exprimirse sobradamente en una crono. Tan solo fue aventajado por Miguel Indurain por 52 segundos.Tras el consecuente mosqueo de sus dirigentes acordaron que su comportamiento debía cambiar. Días después volvió por sus derroteros colándose con Moreno Argentin en una fuga y colaborando con Il Furbo (apodo con el que se conocía en Italia a Argentin), que era a su vez compañero de equipo del más directo rival de Indurain, el letón Piotr Ugrumov. Aquel Giro acabó como el rosario de la Aurora con Miguel aguantando el tipo camino de Oropa, y Armand echando el higadillo por carreteras transalpinas.
Foto: Cyclisme International. Cedida por @urtekaria.
Bueno, joven e incapaz de entender que debía rendir pleitesía al semidiós que lideraba la escuadra en la que él corría, fueron los ingredientes perfectos para una bomba que más pronto que tarde acabaría por estallar. En el equipo navarro, se vivió una revolución silenciosa de cara al público tras las discrepancias surgidas en el Giro de Italia. José Miguel Echavarrí le diría que si encontraba un equipo que le quisiera era libre de marcharse. Todo esto haría que a mediados de 1993 el indomable galo fuera acogido por el Castorama, del no menos controvertido Cyrille Guimard. En relación con este último os recomiendo dos libros de la editorial Cultura Ciclista, “Metido en carrera” y “Éramos jóvenes e inconscientes”.
Enfants terribles Ya en manos del que fuera director de grandes corredores como Lucien Van Impe, Bernard Hinault, Laurent Fignon, Greg Lemond, Charly Mottet, Marc Madiot o de manera testimonial años más tarde en Cofidís, de Lance Armstrong , Armand se desató. A finales de 1993, ya enfundado en el mono del Castorama galo, reapareció como el Guadiana para arrasar en la cita contrarreloj del Gran premio de las Naciones. Un año después, en 1994, vivió la que fuera su mejor temporada ciclista.Venció el segundo sector de la primera etapa del Giro de Italia, lo que le hizo vestir la preciada maglia rosa. Acabó noveno en la clasificación final y según dijo en su día un golpe en las costillas fue el que le apartó del pódium final. Ahí queda eso para el que lo quiera creer. Cierto es que fue el último en quedarse de la rueda de un tal Marco Pantani ascendiendo el Mortirolo. Al acabar dicha etapa Armand le dijo a un periodista galo: “He tenido una granada en las manos y me ha estallado”. El prólogo del Tour de Romandía, la París-Camembert, dos etapas más la general de la Vuelta a Burgos y una victoria con ataque a pie de Jaizkibel con galopada de cuarenta kilómetros inclusive en la Clásica San Sebastián, que entonces formaba parte de la extinta Copa del Mundo. De esta última victoria, queda como delicatesen lo primero que dijo en cuanto le pusieron un micro ante la boca: “Dedico este triunfo a la luz”. Las compañías eléctricas dejaron escapar un buen eslogan y los amantes del ciclismo se deleitaron con una exhibición digna de grandes campeones.
Tras unos más que discretos 1995 en Castorama (se impuso en la Copa de Francia) y 1996 con Casino (de donde surgirían elementos del tallaje de Vino4ever), en 1997 para sorpresa de propios y extraños, nuestro protagonista volvería al redil, al Banesto de sus desamores. Con veintinueve años Armand estaba de vuelta de todo y por un momento pareció encontrar el equilibrio que tanto necesitaba. En el año del retorno con los navarros ganó la extinta Clásica Sabiñanigo. Ya en 1998 vencía en dos prestigiosas carreras previas al Tour de Francia, la Route du Sud y el Critérium du Dauphiné Libéré. Pero no fue de la partida en la ronda gala. De hecho, la Dauphiné, según órdenes de equipo, la debía haber ganado su compañero Miguel Angel Peña. Órdenes a las que, huelga decir, hizo caso omiso. Si que fue de la partida en la Vuelta a España de ese mismo año, que venciera su compañero Abraham Olano. Aunque Armand sería el único ciclista de Banesto que no conseguiría completar dicha ronda hispana. Y así en 1999 corría su última temporada como ciclista profesional en el Amica-Chips con más pena que gloria. Contando con tan solo treinta y un años echaba la persiana a su carrera deportiva. Un ciclista al que no se le sacó partido ni tan siquiera a la mitad de su potencial. Un diamante en bruto víctima de su propia brutalidad interior. Una vez retirado, no dejó de soltar perlas. En 2002 concedió la que él mismo dijo sería su última entrevista. Hay respuestas que no tienen desperdicio:
“Con veintinueve años Armand estaba de vuelta de todo y pareció encontrar el equilibrio”
Enfants terribles - Periodista: ¿Añora su vida ciclista? - Armand de las Cuevas: No tuve en ningún momento pasión por la bici y si no hubiera sido por la elección de mi padre, jamás hubiera sido corredor. Para mí fue simplemente un oficio, el cual me esforcé por llevarlo a cabo de la mejor manera posible. - Periodista: ¿A qué se debe su distanciamiento con la prensa y los aficionados? - Armand de las Cuevas: Mi inspiración era Laurent Fignon, y si en los días de competición la prensa no ha querido acercarse a mí que los periodistas no esperaran que los reciba en mi tiempo libre en casa. No aguanto que un seguidor se me siente sin mi consentimiento en la mesa de un restaurante en el que estoy comiendo con mi mujer, por ahí no paso.
Respecto a su tiempo libre, dijo que lo estaba dedicando a su gran pasión, el boxeo,en el que ya había disputado tres combates, ganando dos a los puntos. El otro suponemos lo perdió, pero de las derrotas nunca fue amigo de hablar demasiado. Debe constar que ha sido cabeza visible del ciclismo en el territorio de ultramar francés de Reunión, donde volvió años después de su retirada a competir e incluso ganar una carrera. Se dice que intentó de manera sigilosa reaparecer en la escena profesional, pero que el hecho de no pasar un control de salud reglamentari, se lo impidió. Ce fut le cycliste Armand de las Cuevas.
Armand haciendo de las suyas.Tour de Francia 1992.
Enfants terribles
VICTORIAS DESTACADAS Bronce Mundial Persecución (1990) Campeón de Francia en ruta (1991) G:P. Plouay (1991) Ètoile de Bessèges (1993) G.P. de las Naciones (1993) Prólogo Giro de Italia (1994) Vuelta a Burgos (1994) Clásica San Sebastián (1994) Copa de Francia (1995) Route du Sud (1998) Criterium Daulphine Libere (1998)
CICLISMO DISIDENTE En todos los órdenes de la vida hay quien prefiere seguir la senda oficial y a quien le apetece disentir. En el mundo ciclista que conocemos esto último no es posible, pues solamente un camino conduce a practicar este deporte en competición o como cicloturista: acudir a la Federación más cercana y pedir una licencia. Una sola Federación y una única posibilidad. Pero eso no es igual en todas partes. En otros países sí se puede disentir. En Italia, Bélgica, Francia y otros países se puede obtener una licencia en la federación, llamémosla oficial, la equivalente a la Real Federación Española de Ciclismo (lo de Real para que no se nos olvide que somos súbditos de un monarca), pero también se puede ser ciclista, y una es-
trella por qué no, en otras asociaciones u organizaciones diferentes que cuentan con sus estatutos y reglamentos propios y que permiten la práctica de la bicicleta en casi todas sus modalidades. En Italia, por ejemplo, podemos encontrar a los denominados Entes de Promoción Deportiva, asociaciones multideporte que incluyen también la sección de ciclismo. Una de ellas es la UISP-(Unione Italiana Sport per Tutti), Lega Nazionale Ciclismo que se define a sí misma como “la asociación de los derechos, el medio ambiente, la solidaridad y la organización de deporte para todos los ciudadanos de todas las edades y sexo, riqueza o color de la piel.” Su filosofía es garantizar a todas las personas
Farolillo Rojo la oportunidad de practicar deportes de acuerdo a sus necesidades y posibilidades. En ciclismo tienen más de 46.000 licencias. Hay muchas otras entidades de este tipo, como la ENDAS (Ente Nazionale Democratico de Azione Soziale) LIBERTAS (surgida con la Liberación de Italia tras la Segunda Guerra Mundial), la AICS (Associazione Italiana Cultura Sport) o la ACSI (Associazione Centri Sportivi Italiani). En esta última agrupación se puede tomar parte en pruebas de carretera, pista, mountain bike, ciclocross y BMX. En carretera las modalidades son línea, montaña, carreras en circuito, contrarrelojes (individuales, por parejas y por escuadras), por etapas, fondo, gran fondo y medio fondo (lo que aquí llamaríamos pruebas de cicloturismo). Vamos a detenernos en una agrupación italiana, ya desaparecida, la UDACE (Unione Degli Amatori Ciclismo Europeo), pues era una asociación muy potente, que organizaba hasta campeonatos mundiales, incluida la entrega de maillots arco iris, aunque la participación era mayoritariamente italiana. A esa federación se afiliaban corredores profesionales en declive o indeseables en la federación oficial. Como ejemplo, Raimondas Rumsas fue una de las estrellas del ciclismo UDACE, donde también corrieron ciclistas célebres de los años 90 o 2000 como Francesco Secchiari, Samuele Schiavina o Giampaolo Mondini. Actualmente, una federación como la ACSI impone limitaciones para que los expros no invadan de forma masiva y dejen sin premios a la pobre gente que pedalea en esa asociación. Según sus reglamentos deben pasar 4 años desde que tuvieron la última licencia profesional para poderse afiliar a la ACSI. La ACSI no tiene Campeonatos del Mundo, como tenía UDACE, pero sí Copa del Mundo y Challenge Europea. En Francia nos encontramos con cuatro federaciones diferentes: la FFC, la FFCT, la FSGT y la UFOLEP. Tras esta sopa de letras vamos a intentar descifrar qué significa cada una de ellas. La FFC es la oficial, la Federación Francesa de Ciclismo, conocida durante la década pasada
“Ahí se afiliaban corredores en declive o indeseables de la federación oficial” por estar a la greña con la UCI, un año sí y otro también, debido a su apoyo a ASO, empresa organizadora del Tour de Francia, entre otros negocios. En segundo término tenemos la FFCT o Federación Francesa de Cicloturismo. Aunque pueda sorprender por estos lares, donde no es fácil distinguir a un ciclista de competición de un cicloturista especializado en marchas, en Francia se distingue entre el ciclismo y el cicloturismo. En el primero entran todas aquellas pruebas en las que se compite, mientras que el segundo sector se centra en el excursionismo y la práctica de la bicicleta de tiempo libre. Pero la FFCT no se limita solamente al ciclismo en carretera, sino que engloba también a la bici de montaña. En su página web la citada entidad se define como la federación más importante del mundo de las que gestiona la práctica de la bicicleta de ocio con exclusión de toda forma y todo espíritu de competición. Esta federación cuenta con 1.300 clubes y 120.000 afiliados. Más original todavía que la FFCT es la FSGT (Federación Deportiva y Gimnástica del Trabajo). Se puede considerar que es la federación del movimiento obrero. Se creó en 1934 de la fusión de organizaciones deportivas del mundo del trabajo, “para hacer frente al ascenso del fascismo en Francia y preparar a sus adheridos a un papel de ciudadano al servicio de una República Laica y Democrática” según rezaba en el art 1 de sus estatutos. Después de la Segunda Guerra Mundial la FSGT tuvo estrechas relaciones con los países comunistas, pero a partir de los años 80 se emancipó progresivamente de sus dependencias ideológicas para dar a la asociación una aproximación socio-cultural. Se concentró en la educación popular por el deporte “sin olvidar sus principios de solidaridad y antifascismo”.
Farolillo Rojo La FSGT es también una federación multidisciplinar que agrupa a una veintena de deportes. El ciclismo es uno de los más importantes, pero es interesante subrayar que en la FSGT es posible obtener una licencia llamada “omnisport” que permite competir en cualquier deporte de la federación. Otra curiosidad es que se puede pedir una licencia familiar, con un precio muy interesante, en el caso de que practiquen el deporte padres e hijos u otros familiares. En la sección de ciclismo esta federación obrera tiene cicloturismo, ciclocross, ruta, mountain bike y pista. En esta última disciplina cuentan con un cuadro de récords homologados, incluido el record de la hora, que actualmente está en poder de Alain Deslandes con 42,815 desde el año 1989. Una marca muy terrestre y lejos, claro está, de monstruos como Sir Bradley Wiggins, que son capaces de recorrer 12 kilómetros más. Se han dado casos de ciclistas célebres que comenzaron con una licencia FSGT y que se pasaron a la FFC. De hecho, los dirigentes de la federación obrera indican que si ven a un joven portento en sus competiciones le aconsejan que se pase a la federación oficial. Por otra parte, cabe añadir que la FSGT tiene un acuerdo con la FFC para que los clubes se puedan afiliar a las dos entidades al mismo tiempo, lo que permite a los ciclistas tomar parte en competiciones de una y otra federación. Por último, en Francia nos encontramos también con la UFOLEP (Unión Francesa de Obras Laicas de Educación Física). Es quizás la federación más singular de todas y se trata también de una asociación que agrupa a muchos deportes, que van desde los de conjunto (fútbol, rugby, baloncesto…) a las disciplinas de motor (como el moto-
“Hay quién la definía como la federación de los ciclistas con pelo en las patas”
cross o el karting) pasando por especialidades de puro ocio (como el vuelo de cometas o la marcha nórdica). En lo que respecta al ciclismo, hay quien definía a UFOLEP como la federación de los ciclistas con pelo en las patas, para dar a entender que era una asociación de lo que aquí llamaríamos “globeros”. También se decía que la diferencia entre la UFOLEP y la FFC estaba en que en lugar de recibir un premio en metálico, generalmente se recompensaba al ganador con un apretón de manos de un prócer local y, con algo de suerte, con un salchichón. Es decir, poco menos que una banda de amigos que iban en bici mirando a las mariposas por el camino y que resolvían la carrera en un sprint de colegas. Esta visión de un ciclismo para corredores un poco despreocupados ha ido cambiando, pues hoy en día los participantes se presentan con buen material, bien equipados y… con las extremidades inferiores rasuradas. Actualmente a un espectador común le sería difícil diferenciar una carrera FFC de una UFOLEP, aunque esta última agrupación no deje de tener muchas peculiaridades.Vamos con ellas. La UFOLEP fue creada en 1928 en el seno de la Liga de la Enseñanza, un movimiento de educación popular que pretendía responder a las expectativas de sus afiliados con una oferta de diversas actividades. La organización de pruebas ciclistas es muy antigua dentro de la asociación. Según los propios reglamentos de UFOLEP, sus pruebas “aunque son semejantes a las carreras ciclistas por su organización, difieren de éstas por el estado de espíritu de los participantes y de los organizadores, así como por la filosofía que los anima” El texto añade que “el objetivo primordial que se persigue es el esfuerzo deportivo y la superación de uno mismo” A efectos de conservar este espíritu desinteresado con respecto al deporte, el corredor no se debe limitar a participar en las carreras sino que ha de esforzarse en colaborar en la organización de pruebas propuestas por el club al que pertenece o por la comisión del departamento en el que reside.
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“Se descarta la tentación de los abusones para convertirse en el caníbal del pelotón” Las modalidades ciclistas en las que se puede tomar parte en esta federación son el ciclismo en ruta, el cicloturismo, la bici de montaña, el ciclocross, el bike trial, la dirt bike y la bici reclinada. En total, sumadas todas las modalidades, cuentan con 44.000 practicantes. Casi la mitad de ellos, unos 20.000 aproximadamente, tienen licencia para correr en ciclismo en ruta. Las pruebas competitivas de esta federación, llamadas “ciclodeportivas” están abiertas solamente a los que poseen una licencia UFOLEP y que sean, a su vez, titulares de una tarjeta ciclodeportiva, si bien se organizan también las carreras denominadas “abiertas” que son accesibles a corredores con licencia de otras federaciones ciclistas. Según la reglamentación de esta federación, tanto los ciclodeportistas como los dirigentes de UFOLEP deben mantener una conducta “decente y apropiada” y se recuerda que por el comportamiento y actitudes de los corredores se juzga el deporte que practican y la federación a la que pertenecen. Impactante, sin duda, esta declaración, aunque ello no quita para que en el UFOLEP existan los controles antidopaje. Otro detalle que distingue a UFOLEP es el de las categorías. Sorprenden la distribución de las categorías de edad, pues solamente hay dos: los menores de 17 años (los cadetes) y los mayores de esa edad, llamados senior. En lo que respecta a estos últimos, la asociación persigue, como se indicaba anteriormente, disponer de carreras para todos los niveles competitivos. Por ello, se establecen categorías en función del rendimiento de los corredores. En concreto, hay tres y existen ascensos y descensos. El que se apunta por primera vez a UFOLEP se integra directamente en la tercera categoría, pero
puede ir escalando con una suma de puntos. Cuando se obtienen 30 se sube obligatoriamente de categoría. Por ejemplo, si un corredor de tercera gana tres carreras de más de 30 participantes (el número de participantes es un factor que también cuenta) debe subir inmediatamente a segunda. De esa manera se descarta la tentación de los abusones que se apuntan a una categoría baja para convertirse en el caníbal del pelotón. Por otra parte, si un corredor de una categoría superior no suma ningún punto puede pedir voluntariamente descender a la inferior. Se trata de una distribución muy original y permite a cada uno competir con los suyos. Los dirigentes de UFOLEP explican que esta federación es la adecuada para aquellos ciclistas que no se pueden dedicar de lleno a entrenar y que pedalean como actividad de ocio, aunque al mismo tiempo quieren competiciones reguladas y reglamentadas. Lo que más llama la atención es el ambiente familiar de estas pruebas, en las que se junta toda la familia para competir y en las que se organizan tómbolas o se sortean embutidos entre el público. Con el repaso de estas federaciones disidentes se puede apreciar que hay distintas maneras de organizar el ciclismo. Como expresa el dicho popular, en la variedad está el gusto. Aquí no tenemos opciones diferentes y debemos someternos a lo que hay. No hay posibilidad de elegir, lo que lleva a que se vean corredores desorientados que practican ciclismo en un mundo que no es verdaderamente el suyo. Les vendría muy bien una federación que se adaptara a sus circunstancias. Habría que ayudar a todos estos individuos ¿Quién se animará a crear una federación disidente?
Equipo
Imanol González: Redactor jefe. Josu González: Diseño, maquetacíón y fotografía. Manuel González: Ilustraciones. Juan Ramón Cendrero: Farolillo rojo.
Agradecimientos
Josema Cestero Ezenarro por sus textos en Barra libre. Iñaki Juanikorena por su colaboración y fotografías en Mármol por esculpir. Javier Sandino Vallejo por sus fotografías en Rutas bizarras. Antonio Machado por los versos, extraídos de su obra “Campos de Castilla”, en Rutas bizarras. Ion Grijalba por posar en el afiche para su marca Fix’n’chill.
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Febrero 2016