La Huella
que crece
lentamente RubĂŠn Polanco AYUNTAMIENTO DE POTES
Marzo / Julio 2016 Torre del Infantado / Potes
La huella que crece lentamente Gabriel Rodríguez
El puente que se establece entre autor y receptor parece que sirve para hablar, o para susurrar, acerca de la necesidad de reproducir los misterios ocultos de la naturaleza. Hay un atractivo subyugante que nace del sentido oculto que adorna con su belleza los sucesos del bosque. Lo natural lejano, en el fondo incognoscible, es parte de lo real, de lo que es. A ese territorio abrupto y deslumbrante nos acercamos por medio de los reflejos, de la repetición que comienza a crear un orden, por medio de las operaciones propias del espacio imaginario, de los espejos o moldes que, como trampas de caza, le podemos tender, presentar, para ir atrapando imágenes espaciales secuenciales, multimodales, dinamizadas por movimientos generativos, fractales, grávidos de una fecundidad primitiva qué las hace pertenecer a espacios suplementarios, de dimensiones fraccionarias. Inscritas en un recorrido que, en un último movimiento, en un último paso que Rubén Polanco (Reinosa, 1965) prefiere no dar, llevarían a las fórmulas propias del dominio simbólico, estable, de una, dos o tres dimensiones, enteras, exactas, económicas, eficientes, y desarraigadas, alejadas del misterio de belleza aurática que nos seduce, que nos atrae deslumbrados por ese túnel que nos propone el autor para penetrar en el bosque con sus moldes y sus espejos. En “Invisibles” (2014), los pimientos seccionados a la mitad se han convertido en vasos de rocío, en puestas de huevos cristalinas, translúcidas, a la vez frágiles y llenas de energía. Son piezas que transmiten una sensación de transitoriedad y tiempo cíclico, de azar y orden oculto. Los “Bosques XXXIII” (2012), formados por teselaciones de hexágonos y triángulos, compuestos por formas de brécol romanesco, por inflorescencias fractales que crecen siguiendo la sucesión de Fibonacci, crean un fondo marino, una alfombra de coníferas fosilizadas, unos bosques petrificados, que nos hacen recordar a los teselados y fractales (avant la lettre) de un visionario tremendamente lúcido como M.C. Escher.
Bosques XXXIII, 2012 Polvo de bronce y resina patinada al ácido.
Almas gemelas, 2015 Madera y resina policromada.
Las hojas de palmera, triangulares, se han metamorfoseado en enjambres, floraciones, mariposas nocturnas que se agrupan en nubes, formando por iteración una red, telaraña pesada, como células que componen un ser colectivo gracias a la acumulación de individuos. Es la instalación “En la memoria de la nubes III” (2012), que se cierne sobre nuestras cabezas con una ambigua presencia, ya que parecen frágiles lamelas, láminas de setas, a la vez que pétalos fieros. En “Flor de agua I” y “Flor de agua II” (2010) aparece otro tema fundamental, el hielo, las rosas cristalográficas, las estructuras de los copos de nieve. Estamos ante el suelo helado de un estanque de nenúfares, formas vegetales transparentes, congeladas, hojas de cristal flotando sobre un espejo negro. “Najma saharauia IV” (2015) es una estructura tridimensional, estricta, un cristal de hielo, hexagonal, o el tetraedro regular de la molécula del agua. “Almas gemelas” (2015), una gran instalación de madera y resina policromada, tiene presencia de bosque de troncos verticales enriquecido por unas estructuras colonizadoras, puestas de huevos, colmenas, nidos mimetizados al lado de los líquenes naturales, formados por celdillas irregularmente hexagonales, de geometría blanda. Plaga, habitáculo adherido a las formas del tronco, ciudad colgante, tesoro de miel dorada.
Oasis XXIII, 2009 Polvo de bronce y resina patinada al ácido.
Flor de agua X, 2010 Fotografía sobre metacrilato.
¿Qué relación hay entre la forma que tiene la sección de un pimiento, una hoja de palma y un cristal de hielo? ¿Cuáles son las motivaciones que han determinado el crecimiento del tronco, la forma en que ha proliferado un enjambre? Hay una belleza romántica de lo misterioso y lejano en ese orden que sabemos que responde a solicitaciones relevantes y desconocidas. Rubén Polanco nos habla del “Elogio de la lentitud”, del movimiento que cuestiona la tiranía de la velocidad y el tiempo escaso, del amor al tiempo de las metamorfosis y del crecimiento, que está relacionado con una forma de conocer, de acercarse a lo real, reflejada también en “El descubrimiento de la lentitud”, la expedición del capitán Franklin al límite Norte, una mirada romántica a la naturaleza desconocida. Y lo hace por medio de una técnica fundamental: el moldeado, mecanismo analógico, simetría íntima, huella manchada de materia constituyente, espejo que nos da la mentira de una simetría para facilitarnos la fecundidad de la repetición. La naturaleza como molde especular del primer artificio, como lugar en el que reflejar nuestros sentimientos, las vivencias poéticas que quedan señaladas en los títulos de estas obras.