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Pacto global educativo
La mirada apreciativa y el principio de recursividad institucional para encarar el futuro con optimismo
Actualmente, las instituciones educativas están siendo azotadas por factores externos impredecibles y que cambian de manera acelerada. La comunidad educativa salesiana, ante esta nueva realidad llegada de manera inesperada y dolorosa, está demostrando capacidad de adaptación y responsabilidad sabiendo sobreponerse a las dificultades gracias a la fe y al conocimiento que atesoran.
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Nuestras instituciones, que por sus características metodológicas de enseñanza basada en la persona, se han convertido en un referente nacional de educación, realizan un constante ejercicio de mejora continua sustentados en diseños apreciativos (positivos), permitiendo con ello ofrecer a la comunidad estudiantil un modelo de institución en permanente evolución. Esta mejora permanente, -sustentada en el diseño apreciativo-, se caracteriza por poner en valor sus recursos humanos, permitiendo que estos se sientan válidos, útiles y proactivos, generando con ello un principio de recursividad institucional. Como menciona el gran pensador francés Edgar Morin: “Un proceso recursivo es aquél en el cual los productos y los efectos son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello que les produce”. Instaurar un diseño recursivo que valora las aportaciones de las personas, institucionalmente permite retroalimentarse e introducir en el sistema de gestión resultados de desempeño positivo que transita de lo lineal - desempeñar actividades laborales mecánicamente para cumplir con una norma- hacia un proceso o modelo circular, donde las mejoras en los resultados del desempeño generadas por las propuestas de los trabajadores auguran nuevas propuestas mejorando los resultados anteriores.
Para lograr esta mejora continua, las instituciones educativas salesianas cuentan con personal proactivo que a lo largo de los años han desarrollado actitudes positivas capaces de predecir problemas, actuando antes de que puedan suceder. Asimismo, la posibilidad de mejorar institucionalmente a través de las aportaciones de sus trabajadores conlleva a que estos se sientan más apreciados y seguros en las funciones que desempeñan. Desde los inicios, Don Bosco confió en los jóvenes marginados y dedicó su vida a ofrecer posibilidades de crecimiento personal a aquellos en los que nadie más creía. Fue gracias al Oratorio y al Sistema Preventivo de Don Bosco que muchos de ellos salieron de la situación de pobreza en la que se encontraban pudiendo disfrutar de una vida digna para los cánones de la época. Hoy en día sabemos que confiar en las personas, tal y como lo hacen las instituciones salesianas, y tener pensamientos positivos como los que tuvo Don Bosco en su Italia natal que le permitieron
incluir en la sociedad a los más necesitados, pueden ayudar a cambiar el futuro.
Es sabido que nuestra memoria nos permite recordar nuestro pasado y con ello interpretar y dar sentido a la vida. De igual forma sabemos que recordar el pasado ayuda a orientarnos hacia el futuro. Lo sorprendente es que, de acuerdo con investigaciones realizadas por el neurobiólogo sueco David Ingvar, también nos permite diseñar y anticipar lo que será nuestro futuro. David Ingvar descubrió en 1985 que cuánto más experimentamos una situación, más activamos lo que decidió llamar la memoria del futuro. “Tenemos una -memoria de futuro-, que continuamente va siendo formada y optimizada en nuestra imaginación y revisada una y otra vez”. Creamos de forma instintiva en nuestro día a día planes de acción y programas para el futuro a través de la construcción de diferentes hipótesis. Estos planes son creados por los lóbulos prefrontales y guardados como si fueran secuencias lógicas ya que el cerebro busca continuamente interpretar el futuro.
Podemos aseverar que a través de las preguntas que nos hacemos o de las imágenes positivas podemos escenificar el futuro que se forma en nuestra imaginación. Al igual que personalmente podemos proyectar nuestro futuro hacia la positividad, con los diseños y métodos adecuados, se está logrando que las instituciones salesianas no abandonen su efectividad y autenticidad. Estos diseños de gestión apreciativos se sitúan en el marco de la solución frente al tradicional y caduco marco de problemas.
Por todo lo señalado, las instituciones que gestionan adecuadamente sus recursos humanos tomando el principio de recursividad y la indagación apreciativa como parte de su estrategia y método institucional, mantienen intactas las posibilidades de ser optimistas ante un futuro incierto que se presume llegará y cambiará los cánones de gestión que conocemos actualmente.
saLvador vega rueda -gaizkacoordinador de La carrera ciencias de La educación y educación ParvuLaria universidad saLesiana de BoLivia