Parece que la iglesia primitiva, con el transcurso del tiempo, fue desestimando este consejo del Señor, y fue cayendo en el error de llamar pastor a los hombres, teniendo como consecuencia una proliferación de “líderes” que hasta llegaron a adjudicarse otros nombres, incluso el de apóstol. Pablo en su carta a los Corintios, se vio en la necesidad de desenmascarar a falsos apóstoles de su tiempo: