“ Amados hermanos, yo he tenido un gran deseo de escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, pero ahora me encuentro en la necesidad de escribirles para rogarles que luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a Los Santos, pues por medio de engaños se han infiltrado entre ustedes algunos malvados. Éstos, que desde antes habían sido destinados a la condenación, convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor”. Judas 1:3-4 La carta de Judas a la Iglesia es parte de una colección de documentos ( II de Pedro; I,II,III de Juan ) que se dedican a la defensa de la pureza de la fe en su carácter doctrinal. Antes de avocarnos a analizar el texto base, Es menester citar las palabras de Pablo a los ancianos de la Iglesia de Efeso: “ Yo les ruego que piensen en ustedes mismos, y que velen por el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos, para que cuiden de la iglesia del Señor, que él ganó por su propia sangre. Yo sé bien que después de mi partida vendrán lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.Aun entre ustedes mismos, algunos se levantarán y con sus mentiras arrastrarán tras de sí a los discípulos. Por lo tanto, manténganse atentos y recuerden que noche y día, durante tres años, con lágrimas en los ojos siempre he aconsejado a cada uno de ustedes.” Hechos 20:29-31 -Los ancianos ( entiéndase presbíteros o pastores) eran aquellos creyentes maduros y ejemplares que presidían las asambleas de los cristianos, y que tenían la función y responsabilidad de velar por la transmisión pura de la doctrina cristiana, lo que a la postre equivale a velar por el rebaño de el Señor. A estos, Pablo alerta sobre su responsabilidad( velar por la grey de el Señor ), instándoles a estar alerta. Todo esto porque los eventos indicaban que la oposición que provenía de agentes externos a manera de persecución, tortura y martirio, habían hallado un aliado en la inserción personas ajenas a la verdad que se ocuparían introducir doctrinas de error. “ Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe y escucharán a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. 1 Timoteo 4:1
“ Te encargo delante de Dios y del Señor Jesucristo, quien juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que aun teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios malos deseos, y apartarán de la verdad sus oídos y se volverán a las fábulas” 2 Timoteo 4:1-4 Cuando Judas escribe su carta a mediados de el siglo primero, las iglesias eran azotadas por enseñanzas herejes , entre ellas que la segunda resurrección ya había tenido efecto; que Cristo no era una figura histórica, sino un fantasma que se aparecía en ciertos momentos, y la que es peor que Jesucristo era solamente un hombre. El llamado de Judas iguala al de Pablo y lo supera en urgencia: “pero ahora me encuentro en la necesidad de escribirles para rogarles que luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos “ Judas enfatiza, nosotros tenemos un excelso tema de que hablar, que es, lo que compete a la Gracia de Cristo y su Misericordia hacia nosotros, pero me veo en la imperiosa necesidad de rogarles que luchen por la Fe que nos fue dada a los elegidos. Es bueno aquí señalar que lo que conocemos por fe, tiene aplicaciones o dimensiones diferentes: 1-Está la fe de que nos habla Romanos 1:17 y Gálatas 3:11, y es esa capacidad de fe que recibimos por causa de la vida que Cristo nos dio. Es por medio de ella que entramos a salvación. Esta fe es alimentada por la obra redentora de Cristo, es inmutable e irrevocable. Dios cuando salva a alguien lo hace eternamente, no hay fuerza que pueda vencer la obra de Salvación hecha por Dios, a esto se refiere Pablo en su carta de Romanos 8:33-35 “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada?”
2- Luego está la fe que es común a todo ser humano, es la fe que mueve montañas, de la cual Jesucristo hablo. “De cierto les digo, que si tuvieran fe como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “Quítate de allí y vete a otro lugar”, y el monte les obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes!» Mateo 17:20 Esta fe se manifiesta en este mundo. La sanidad y los milagros provienen de esta fe. Es tan común al ser humano, que se puede medir . Jesucristo en referencia a varias personas y de acuerdo a la ocasión la calificó de : “fe grande” o “fe pequeña”. San Mateo 17:20 Jesús les dijo: «Porque ustedes tienen muy poca fe. San Mateo 8:10 Al oír esto Jesús, se quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «De cierto les digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. De esta fe se presenta incluso en personas que no vienen de parte de Dios : “ En aquel día, muchos me dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Pero yo les diré claramente: “Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, obreros de la maldad!” Mateo 7:22-23 3- De último deje la fe a la cual Judas hace referencia: “…por la fe que fue una vez dada a los santos…” Esta se refiere a la doctrina sana, que contiene las verdades de el Evangelio de Jesucristo. A la cual debemos no solamente obedecer, sino debemos cultivar un amor por ahondar en su estudio. “ Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y retengan la doctrina que personalmente y por carta les hemos enseñado.” 2 Tesalonicenses 2:15 “Cuando fui a Macedonia, te rogué que te quedaras en Éfeso para que mandaras a algunos que no enseñaran una doctrina diferente” 1Timoteo 1:3 “ Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello. Si haces esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen”. 1 Timoteo 4:16
En segunda de Timoteo 6:3, se nos anuncia que habrá personas que no soportarán la sana doctrina. “ también sabemos que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para todo lo que se oponga a la sana doctrina” 1 Timoteo 1:9-10 “ Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que aun teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios malos deseos” 2 Timoteo 4:3 Es impactante el hecho de que en estos tiempos que vivimos encontramos personas que son enemigas de la sana doctrina y reúnen las mismas características descritas en las Escrituras. Tal parece que desde el primer siglo la confusión de algunos que no tienen el Espíritu de Cristo,ha creado falsas enseñanzas y doctrinas de error, veamos cómo Pedro señala el asunto: “ Entre el pueblo hubo también falsos profetas, como también habrá entre ustedes falsos maestros que con disimulo introducirán herejías destructivas, y hasta llegarán a negar al Señor que los rescató, con lo que atraerán sobre sí mismos súbita destrucción. Muchos imitarán su conducta indecente, y por causa de ellos se hablará mal del camino de la verdad. Por su rapacidad, estos falsos maestros harán negocio con ustedes. Pero la condenación los espera desde hace mucho tiempo, y su perdición ya está en camino”. 2 Pedro 2:1-3 “ Tengan en cuenta que la paciencia de nuestro Señor es para salvación, tal y como nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, les ha escrito en casi todas sus cartas, donde habla de estas cosas, aun cuando entre ellas hay algunas que son difíciles de entender y que los ignorantes e inconstantes tuercen, como hacen también con las otras Escrituras, para su propia perdición”. 2 Pedro 3:15-16 Es vital dar importancia al hecho de que debemos de ocuparnos diligentemente en esta fe, para beneficio propio y de los que nos presten atención. Es parte fundamental de la vida cristiana.