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La María

obtener un poco más de espacio para sí mismos, y tenían unos dos metros por persona. Pero lo que ellos ganaban lo perdíamos los demás. P. ¿Había más extranjeros juntos? R. Está deliberadamente organizado para que nunca haya dos extranjeros juntos

la puerta de la celda para llamar la atención de los guardias. "Bromitas y juegos", fue su respuesta, "no le pasa nada", dijeron. Diez minutos más tarde, murió en mis brazos.

atención, que recibían más apoyo. Gente de Brasil y Polonia a quienes sus embajadores casi mimaban. Incluso recibían regalos de Navidad y ropa. ¡Increíble! Yo nunca recibí nada.

P. Tuvo que ser un golpe para ti. R. Fue una experiencia importante. Me

P. ¿No hicieron ningún intento de trasladarte a Holanda para cumplir allí el

Necesitabas ganarte una reputación de duro. No podías dejar que nadie te pisoteara. Si mostrabas alguna debilidad, tenías que empezar todo de nuevo. en una celda. A menos, claro está, que haya más extranjeros que celdas disponibles. Se supone que es parte de tu castigo que no te sientas relajado jamás, ni siquiera por el contacto con otros extranjeros. Eso es lo que quieren. P. ¿Tus compañeros de celda estaban en una situación parecida? R. No, en absoluto. Allí había una mezcla de todo. Asesinos, taxistas, violadores, traficantes, algunos con cadena perpetua y otros condenados a pocos años. También había unos cuantos chicos muy jóvenes. De ellos se abusaba sexualmente de las formas más horribles. Los reclusos los vendían entre ellos. Trece o catorce años, no tenían mucho más. Siempre que llegaba uno nuevo, no se trataba de un chaval callejero, sino de un muchacho sano y limpio. Pero la primera noche, se lo llevaba el "chef du chambre", el preso más antiguo de la celda. Los guardias lo consideraban el líder. Después, el muchacho era vendido al segundo, y después de unos días, revendido a otros. Pero al cabo de un tiempo, aquel jovencito estaba realmente sucio. Se llenaba de llagas y costras. Su ano se infectaba. Después ya no valía nada y se le dejaba a su suerte, con el resto de la celda. P. ¿Qué les pasaba a los extranjeros allí? R. A mí también intentaron violarme. Pero fracasaron. No se atreven del todo a tratarte como tratan a sus paisanos marroquíes. Siempre tienen la sospecha de que puedes tener dinero de reserva escondido en alguna parte, y de que pueden obtener algo de ti. Así que me las arreglé para mantenerme virgen, uff. P. ¿Tenías que tumbarte en el suelo desnudo? R. Así es, lo único que te daban era una vieja manta de pelo de caballo -cubierta de sangre y pus, de vómitos, de todo. Aparte, había una regla muy estricta que prohibía recibir o mandar correo. Ni juegos, ni libros, ni radio o tv. ¡Nada! P. ¿Eras el único extranjero en tu celda? R. No, al principio de mi llegada había overbooking de extranjeros. Había un tipo alemán en mi celda. Tenía alrededor de cincuenta años y estaba allí porque querían coger a su hijo. Así es como funcionan allí las cosas. Si buscan a tu hijo y no lo encuentran, te meten a ti hasta que aparece. Y si no lo hace, bueno, pues ahí te quedas. En serio, es así como funciona, es oficial. Los que protestan o se oponen, no sólo se tienen que preocupar por ellos mismos, sino por sus familias al completo. Después de unas tres semanas, Wolfgang se encontraba muy mal, y yo golpee en

quedó claro como el agua desde ese momento que el mundo no sólo parece duro, sino que es realmente muy duro. Tenía la misma falta de fe que el resto de mis compañeros de celda. Tenía que valerme por mí mismo si quería sobrevivir en aquel lugar. Al mismo tiempo, pensaba "aunque salga hecho una ruina, no les daré el placer de destruirme. No les haré ese favor". Pasados sólo dos meses, ya estaba bastante desnutrido. Allí no te daban nada que tuviera vitaminas, así que se te

resto de tu condena? R. Al contrario. Tan pronto como tocaba el tema, me salían con "lo siento, pero no se nos permite involucrarnos en cuestiones judiciales". Más tarde cambió a "lo siento, la opinión pública está en tu contra y no podemos hacer nada por ti". Incluso cuando me puse realmente enfermo, siguieron sin hacer nada. Me las había arreglado para mantener correspondencia con mi médico de la espalda en Holanda. Le describía mis síntomas con la esperanza de que podría hacer un diagnóstico por carta, como así fue. Envió la medicación necesaria a mis padres, que la pasaron a la embajada holandesa. ¿Adivinas lo que hicieron? Se limitaron a dejarla en el mostrador central de la prisión. Lo robaron todo, y sólo me dejaron unos cuantos frascos con los que los guardias no sabían qué hacer. El resto, sencillamente lo robaron. P. Supongo que esas cosas pasarían más de una vez... R. Puedes estar seguro. En Inezgane, escribía cartas en francés elemental y las dirigía a Holanda, pero nunca llegaban porque los guardias habían robado los sellos. Incluso tienen un dicho allí, "si un marroquí te estrecha la mano, más vale que te cuentes los dedos".

empezaba a caer el pelo, y te llenabas de llagas, por las picaduras de pulgas. Estas se infectaban, dando lugar a lo que allí llamaban "zerpa". Se iban haciendo más profundas y se llenaban de pus, y cada vez estaban peor. Es terrible...Ya no podía tumbarme porque mi cuerpo entero estaba cubierto de estas profundas

P. ¿Y qué hacíais allí todos los días? R. Absolutamente nada. Tumbarnos o sentarnos. La gente se vuelve loca, claro, desarrollan todo tipo de problemas psicológicos. También había todo tipo de caracteres inestables entre ellos, desde el principio. En serio, se podía saber cuándo había luna llena por el

metros cuadrados con otras 24 personas. Cada pocas semanas teníamos que trasladarnos a otra celda. No querían que te sintieras en casa en ninguna celda. Dos o tres veces por semana, las celdas eran registradas concienzudamente, todo patas arriba. Todo era parte del castigo. Hasta en mitad de la noche, podían despertarte y hacerte salir para cambiarte a otra celda. A veces te mantenían ocupado todo el día, sin darte un minuto para descansar. Eso no estaba permitido. Si te relajabas, entonces obviamente no estabas siendo suficientemente castigado. Sólamente muy al final de tu condena, las cosas se volvían un poco más fáciles, y te podías organizar un poco. P. En Rabat debía de haber más presos holandeses. R. Unos cincuenta, creo. La mayoría estaban por traficar aunque unos cuantos eran pedófilos. O gente que estaba allí por haber matado a alguien en un accidente. En un país como ese, si tienes la desgracia de matar a alguien en un accidente acabas en la cárcel hasta que se aclaren los hechos. Después se toman su tiempo para decidir qué hacer. Pero, sobre todo, para ver si pueden sacar algo más de dinero. P. ¿Formaste algún grupo con otros holandeses? R. Para nada. Es más, los evitaba a todos. En primer lugar, ellos no eran fumadores de droga. La mayoría eran conductores de camiones, y salían de barrios bajos. A uno lo habían tiroteado por robar a su jefe, otro había provocado demasiados accidentes. Siempre había algo raro a su alrededor. Ese tipo de caracteres resulta muy atractivo para las organizaciones criminales. Les interesan porque pueden atraerlos con la oferta de dinero fácil, por ejemplo, 10.000 euros, y pocos riesgos. Les prometen que si pasa algo se ocuparán de ellos. Pura mierda, por supuesto. Tan pronto como son arrestados, los dejan a su suerte. Y allí estaban ellos, deambulando, sin lavarse, sin afeitarse, incivilizados. Encontré imposible mantener una conversación normal con esos tipos. Sólo tenían tres temas de conversación: camiones, fútbol

También había unos cuantos chicos muy jóvenes entre nosotros. Se abusaba sexualmente de estos chavales de las formas más horribles. Los reclusos los vendían entre ellos. heridas abiertas. Todo el mundo las tenía allí dentro. En cierto momento, la cosa se puso tan mal, que decidieron oficialmente trasladar a todos los extranjeros fuera de allí, a una prisión cerca de Rabat llamada Salé. Allí las cosas funcionan basadas en la precisión militar. También era un régimen terriblemente estricto. Sin embargo, una vez allí, me di mi primera ducha en seis meses. P. ¿Te visitó alguna vez el cónsul holandés o alguien de la embajada? R. Eso estaba mejor en Inezgane. Allí el jefe del consulado me visitaba a menudo o mandaba a alguien . En Rabat, era otro, un auténtico hijo de puta. Alguien con quien espero no volver a cruzarme en mi vida. La verdad es que la Real Embajada de Holanda hace bien poco por ayudarte. Cosa rara, había presos de países de los que no esperarías mucha

comportamiento de algunos presos. Se volvían muy agresivos. Aprendes a darte cuenta de cosas así. P. ¿Había muchas peleas? R. A menudo. Yo tuve que pelearme unas cuantas veces. Una vez casi me rompo la mano pegando a uno. Necesitas ganarte una reputación de duro. No puedes permitir que nadie te pisotee. Si muestras alguna debilidad, tendrás que empezar todo de nuevo. Para mantener tu posición, debes pegarte de vez en cuando. Es como una norma, allí dentro. Yo incluso conseguí pegar a unos cuantos tipos más grandes que yo. Después pensaba ¿cómo he podido? P. ¿Cuál era el régimen penitenciario en Rabat? R. En Rabat nos dieron literas para dormir, y compartia una celda de 30

y tetas. No podía tener mucho en común. Había otra gente con la que me sentia mejor. Hablando en general, me llevaba mejor con los españoles que encontré dentro que con mis paisanos. P. Supón que tu aventura hubiera tenido éxito. ¿Habrías parado o lo hubieras seguido haciendo? R. Debo admitir que me lo he preguntado. Pero es algo que nunca sabré ¿no? P. ¿Marruecos es el pasado para ti? R. No, en absoluto. No tengo nada contra los marroquíes, lo que me pasó no tiene nada que ver con los ciudadanos de allí. He pasado un total de doce años de mi vida en Marruecos. No me cierro la posibilidad de volver. No soy un amargado, no miro atrás con rencor. Toda la experiencia me ha hecho más sabio y más fuerte.


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