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Cultivo en agua

Ya que en números anteriores hemos hablado de distintas posibilidades para cultivos de interior, esta vez iremos un poco más allá. Y como no quiero dejaros todo el invierno sin una buena historia de cultivos, este artículo tratará de lo que para la mayoría de cultivadores es aún una forma nueva de cultivo, el cultivo en (sólo) agua (con un elevado contenido en oxígeno) y nutrientes líquidos.

Los tiempos de acarrear pesados sacos de tierra y nutrientes, renovándolos cada vez, y de acabar hartos del viejo sustrato y la eterna perlita, para conseguir una buena base de cultivo, se declaran oficialmente terminados. Aunque esta nueva forma de cultivo necesita un poco de desarrollo antes de que se pueda considerar una alternativa sólida. Hay que tener en cuenta que no hay cultivador tan desconfiado como el cultivador de maría, aunque solo sea por lo que se puede ganar o perder. Puede que el hidro cultivador, curtido en mil batallas, esté en mejor situación para dar el salto, y puede también que sea el más interesado.

La mayor ventaja de este método de cultivo consiste en que no hay que cargar dentro y fuera del cuarto de cultivo ningún saco o paquete, ya que sólo hay que llenar de agua las macetas especiales en forma de cilindros. Lo que quiere decir que no sólo ahorraremos un montón de tiempo; para los que tienen vecinos engorrosos y persistentes significa que éstos no verán signos de actividad sospechosa.

Pero incluso para los que tienen un vecindario amistoso, el cultivo en agua tiene otra ventaja sobre el cultivo en tierra. El cultivador suele andar siempre preocupado por la calidad del sustrato, su precio, el coste de la perlita y los aditivos. También se escuchan frecuentes quejas sobre bolsas de la misma marca con diferentes valores de nutrientes, y de Ph en cada bolsa. Afortunadamente, yo nunca he tenido este último problema, ya que suelo comprar la marca más cara, y aún así, sigo la regla de comprobar cada vez el valor del Ph, para evitar sorpresas.

Si después de medir el Ph (nota: hay que dejar el medidor de Ph en el sustrato durante al menos dos minutos), todavía descubrís variaciones en los valores, existen formas de bajarlos (los problemas suelen ser de valores demasiado altos, por ejemplo, más de 7.5, rara vez nos encontramos con valores demasiado bajos, menores de 5.8). Yo suelo bajar el nivel de Ph de mi base de nutrientes utilizando yeso.

Volviendo a las ventajas de cultivar en agua, además del problema anterior, los problemas de infecciones e insectos se ralentizan mucho, ya que en los cultivos en tierra se introducen en forma de huevos o larvas escondidas en la tierra. El resultado suele ser una verdadera invasión de bichos que cuesta mucho eliminar. Pero con el cultivo en agua garantizamos la ausencia de intrusos, siempre que los clones que plantemos estén “limpios”, y la zona libre de insectos. Este nuevo sistema de cultivo funciona de un modo bastante sencillo. Las macetas cilíndricas se llenan de agua, los clones se plantan en pequeñas macetas de flores llenas de gránulos, que se cuelgan o se colocan en la tapa de los cilindros. Las macetas pequeñas se llenan de hidro-gránulos, ya que si las llenamos de tierra todo acabaría enfangado. Las raíces en las macetas se verían expuestas, y morirían al recibir luz.

Las plantas reciben nutrientes líquidos 12 veces al día durante todo el ciclo de crecimiento y floración, con la ventaja de que así las plantas pueden absorber los fertilizantes mezclados más deprisa. El sustrato tiene la propiedad de “tamizar” el líquido nutriente, de modo que la planta no absorbe todo, o toma una concentración menor de nutrientes de la requerida. El problema de la sobrefertilización ocurre con más rapidez cultivando en sustrato que cultivando en agua. Como podéis imaginar, cuando se acumulan una y otra vez pequeñas concentraciones de nutrientes al fondo del sustrato, pronto habrá una concentración letal de sales. Por eso casi todos los cultivadores siempre reemplazan el sustrato después de cada cultivo, ya que la concentración de sales lo inutiliza. También se puede solucionar mezclando una parte de sustrato usado con dos partes de sustrato nuevo, aunque sigue habiendo un pequeño riesgo de sobre-fertilización.

El número de veces que le damos nutrientes a las plantas es el que finalmente determina el número total de semanas ( o meses) que podemos utilizar un sustrato. Quiero decir que con variedades que se cosechan en siete u ocho semanas no hay problema con que el sustrato se vaya haciendo más tóxico, pero si se trata de variedades de floración larga, podemos encontrarnos en la octava semana con montones de hojas que amarillean y, una semana más tarde, con la cosecha entera perdida. Las plantas, obviamente, han muerto por el siempre creciente nivel de sales que se han ido acumulando durante todo el ciclo.

Estos problemas prácticamente desaparecen cuando se cultiva en agua, ya que un par de veces al día todo el agua (con los nutrientes restantes) de los cilindros se renueva por completo. De este modo los nutrientes no absorbidos por la planta no pueden acumularse hasta niveles peligrosos.

Puesto que una buena base de nutrición debe tener un nivel de oxigenación alto, hay que bombear aire al agua de los cilindros regularmente. Así se elevan considerablemente los niveles de oxígeno, lo que favorece mucho el desarrollo de las raíces y en consecuencia el de toda la planta. Personalmente, no creo que haya otra técnica de cultivo que proporcione tanta concentración de oxígeno a las raíces en desarrollo. Si alguna vez habéis tenido el problema de raíces sofocadas por un sustrato no suficientemente aireado, con este nuevo método os evitaréis todo disgusto.

Gracias al alto contenido de oxígeno y a nuestra capacidad para mantener una concentración de nutrientes ideal, las plantas alcanzarán el suficiente grado de desarrollo para ponerlas a florecer después de sólo cinco días de precrecimiento.

Por supuesto, como todo método de cultivo, este también tiene sus inconvenientes (ya hemos mencionado la mayoría de las ventajas). Puede ocurrir que una enfermedad ataque a las raíces (por ejemplo hongos pudre-raíces), y en ese caso hay un riesgo alto de que la planta infectada infecte a su vez a otras. Las raíces crecen como locas enredadas unas con otras, por lo que los trastornos se pasan muy fácilmente de unas a otras. Por fortuna existen cada vez más productos para prevenir estos problemas desde el primer momento, y los cultivadores tenemos en ellos la mayor confianza.

Sobre todo, el mayor problema es que hay que mantener una gran vigilancia sobre nuestro cultivo, teniendo especial cuidado en que siempre haya suficiente agua en los cilindros de cultivo, que tomen nota los cultivadores más perezosos. Cuando se cultiva en tierra, no pasa nada grave si algunas veces, esporádicamente, no se les riega, ya que el sustrato siempre conserva cierta cantidad de humedad, por lo que las plantas no se mueren inmediatamente. Ese no es el caso cuando se cultiva en agua; si no hay agua en los cilindros, eso significa siempre el fin de la plantación. Con este sistema de cultivo, las plantas se secan (si no reciben suficiente agua) bastante más deprisa (ya que las raíces no tienen a su alrededor nada de donde puedan obtener “humedad de emergencia”), por lo que hay que comprobar que las macetas están llenas todos los días.

El cultivo en agua obliga también a vigilar que no haya goteras o filtraciones. Muchas plantaciones clandestinas se han visto descubiertas por causar inundaciones a los vecinos. De modo que sed precavidos y construid una especie de estanque con plástico grueso alrededor y debajo de la plantación. En realidad, se trata de algo que deberían hacer todos los cultivadores, ya cultiven en sustrato, agua o lana de piedra, antes de llenar el cuarto de cultivo. Pero sobre todo cultivando en agua, es imprescindible construir este estanque. Así cualquier gotera caerá en él y no inundará a los vecinos. Es el ejemplo típico de cómo un poco más de trabajo puede evitar un gran desastre.

Para terminar, hay que decir que este método de cultivo es válido para todas las variedades e híbridos. Incluso para las variedades de floración larga, como explicábamos antes, resulta un método muy adecuado. Tampoco importa el tamaño de las plantas, ya que las macetas tienen el agua suficiente como para ser bastante pesadas, lo que dificulta que se vuelquen, (siempre que las mantengamos llenas constantemente).

Otra ventaja es que si alguna de las plantas está enferma, o crece pobremente, se puede eliminar fácilmente de la plantación, y reemplazarla por otra nueva y sana. Cultivando en suelo o lana de piedra, si quieres sacar una planta enferma es difícil hacerlo sin dañar seriamente las raíces de las demás plantas.

Y así llegamos al final de este artículo. Espero que os haya parecido una historia de cultivo entretenida para pasar el invierno, y espero también que a partir de ahora no subestiméis las ventajas del cultivo en agua.

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por Weckels

Las grandes macetas cilíndricas son ideales para que se desarrolle un buen sistema de raíces, sobre todo porque se puede bombear más oxígeno dentro del agua.

En especial, las variedades que suelen convertirse en plantas grandes y altas son perfectas para esta nueva forma de cultivo (en agua).

Con esta bomba especial se puede estar bombeando constantemente oxígeno al interior de los cilindros, el agua se renueva un par de veces al día.

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Cómo cocinar un pastel de cannabis

En este artículo, mostraremos cómo se hace un buen pastel de cáñamo. Para aquellos que prefieren los tóxicos por vía oral, en vez de fumados, este artículo garantiza resultados. Y, sobre todo, el pastel de maría tiene la gran ventaja de no colocar demasiado deprisa, aparte de no dañar los pulmones, claro. En general, el colocón dura más tiempo con un pastel que con porros. Esto ocurre porque el THC ingerido lo absorbe la corriente sanguínea, con lo que apenas se pierde nada, al contrario que con el THC fumado.

Primero pesamos cuidadosamente el material vegetal.

Llenamos una gran cacerola con agua y metemos la maría dentro. Lo sumergimos y mezclamos bien en el agua con ayuda de una cuchara de madera.

Seguimos removiendo durante toda la cocción. Pasadas dos horas y media o tres horas, la mezcla adquiere la consistencia de un fango verde.

Texto y fotos Weckels

Mucha gente sigue creyendo que comer pasteles de maría es peligroso, porque uno nunca sabe si el THC está bien repartido por toda la masa. Además, se tarda un buen rato en notar los efectos (normalmente entre 60 y 90 minutos), para encontrarse después con un colocón enorme. Más de uno ha tenido experiencias penosas por haberse atracado de pastel como si fuera una tarta de cumpleaños, acabando destrozados para el resto del día. Desde luego, existe un riesgo cierto para los más glotones: no comáis demasiada cantidad, sobre todo de un pastel de maría de buena calidad. El número de porciones que se puede comer depende de la potencia de la maría utilizada. En este artículo os daré unas cuantas recetas, estableciendo las dosis claramente. Si seguís las instrucciones al pie de la letra, tendréis garantizado un viaje agradable y seguro.

Recortes del manicurado

Antes de empezar a hacer la tarta, lo primero es comprobar que tenemos la suficiente cantidad de recortes y material sobrante del manicurado de cogollos. Son el ingrediente fundamental de nuestro pastel. En contra de lo que suelen indicar muchas recetas, yo nunca utilizo las hojas más grandes de las plantas para hacer pasteles. Prefiero las hojas más pequeñas, bien cubiertas de cristales de THC. Al tener mayor concentración de THC, se necesita menos cantidad. Dicho esto, existe una excepción a la regla. Algunas variedades de maría, sobre todo de interior, fabrican tanta cantidad de THC, que incluso las hojas más grandes están llenas. En ese caso, se pueden utilizar en las mismas cantidades y con los mismos resultados que usando hojas pequeñas.

En primer lugar, dejamos secar completamente el material. Esto es importante porque así sólo utilizaremos el 20% del peso original. En otras palabras: el 80% del volumen del material vegetal desaparece al evaporarse la humedad. Además, una vez seco se puede almacenar sin riesgo de mohos.

Una vez preparada la suficiente cantidad de recortes, ya podemos ponernos a trabajar. Ponemos al fuego una cacerola grande (de unos 10-12 litros) llena de agua. Se pesan unos 100 gramos de material y se añaden a la cazuela. Hay que sumergirlo bien para que se reparta por igual. Después de un rato, notaremos que el agua empieza a hacer burbujas. Eso indica que el agua empieza a hervir. Una vez alcanzado el punto de ebullición, hay que bajar un poco el fuego para que no se salga el agua.

Añadimos al agua un trozo de mantequilla. Para 100 gramos de maría, se añaden unos 400 gramos de mantequilla. Al derretirse y mezclarse con el agua, se forma una especie de fango verde. En este punto es importante remover

Luego colamos la mezcla para dejar sólo el líquido.

El líquido resultante tiene un color marrón oscuro. Está claro que la maría era de buena calidad. constantemente, para que todo se mezcle homogéneamente.

Mientras se cuece la mezcla, el olor es bastante fuerte, un olor que parece una mezcla de espinacas y yerba. No es especialmente agradable, y, además está el problema de los vecinos. Puede ser una buena idea no encender el extractor de humos, sobre todo si da al exterior, porque el vecindario entero podría percibir el inconfundible aroma de la marihuana. Por la misma razón, procurad no cocinar cerca de donde tengáis plantaciones de marihuana. Siempre es mejor minimizar los riesgos y sería una pena que os pillaran la plantación sólo por hacer un pastel.

Bombonas de gas

Por supuesto, podemos decidir no correr riesgo alguno, y cocinar nuestro pastel en el exterior, con un camping gas. Pero tampoco así podemos descuidarnos. Es mejor buscar una zona discreta, libre de viento, lluvia y/o vecinos curiosos. Después de todo, podría resultar un poco sospechoso que te pillen en pleno invierno cocinando en el jardín con un camping gas.

La cocción de la maría, la mantequilla y el agua lleva un buen rato, más o menos de dos a tres horas. De este modo nos aseguramos que la materia vegetal haya liberado todos los cristales de THC. Pasado este tiempo, colamos la mezcla resultante por un tamiz. Es importante colar toda la materia vegetal, dejando sólo la mezcla de agua y mantequilla. Con una cuchara de madera, presionamos la humedad restante de las hojas depositadas en el colador.

Enfriado

Ahora dejaremos que el contenido de la cacerola se enfríe tranquilamente. Es más fácil si dejamos la cacerola en un sitio fresco, como el sótano, el cobertizo o la nevera. Por supuesto, tapada. La mantequilla necesita casi toda la noche para enfriarse completamente. Al enfriarse, los cristales de THC se adhieren a la mantequilla, que una vez solidificada, tiene un color bien diferente, de verde a marrón. Ahora el secreto es extraer con cuidado la mantequilla del agua, utilizando un cuchillo afilado para raspar los bordes de la cacerola. Después se saca cuidadosamente con una cuchara grande, para que no se rompa o se caiga al suelo.

Para acelerar la solidificación de la mantequilla, metemos la cacerola en la nevera. El proceso de solidificación puede durar toda la noche.

Mantequilla cannábica

Después de terminado este proceso, a partir de 400 gramos de mantequilla y 100 gramos de maría, habremos obtenido unos 300 gramos de

Una vez sólida, se despega de los bordes de la cacerola con un cuchillo afilado.

mantequilla cannábica. Este producto es todo lo que necesitamos, la base para cualquier tipo de pastel, bombón, galleta, pan, etc, que coloque. En este artículo me dedico exclusivamente a las recetas de pastel, pero en números próximos cocinaremos otras delicias gastronómicas. La mantequilla cannábica se conserva fresca durante años, lo que resulta ideal para su óptimo almacenamiento, ocupando además poquísimo espacio, si lo comparamos con congelar un montón de pasteles ya hechos.

Desde luego, no es imprescindible cocinar complicadas recetas de repostería; hay listillos que se limitan a extender la mantequilla cannábica en una tostada, porque no les apetece complicarse la vida y/o porque les gusta así. Yo prefiero hacer el esfuerzo de hacer un buen pastel, y eso es lo que os transmito en este artículo.

Conservación de la mantequilla

Para hacer un pastel, suelo usar unos 50 gramos de mantequilla cannábica. En mi opinión, es la cantidad ideal, al menos para un pastel de tamaño normal, de un molde corriente, para unos 15 trozos. Añadir más mantequilla no me parece aconsejable. Si ya se tiene experiencia, se comen unas dos porciones por persona; es mejor eso que hacer un pastel más potente. También será más fácil para otros, menos experimentados, que podrán probar con un solo trozo, sin que les pegue un colocón brutal.

También hay que ser muy cuidadosos con el almacenamiento de la mantequilla cannábica. Hay que guardarla donde no puedan cogerla por error niños o gente “inocente”. También cuidado con los trozos que puedan caer al suelo, que no se los coma el perro, podría ser peligroso para el animal, ya que la concentración de THC es mucho mayor que en un pastel.

Antes de hacer el pastel debemos comprobar que todos los ingredientes están a temperatura ambiente. Además, hay que precalentar el horno a unos 140º C y colocar la rejilla algo por debajo de la mitad.

Luego engrasamos el interior del molde con mantequilla, y espolvoreamos un poco de harina. Lo hacemos para facilitar la extracción del pastel sin que se pegue a las paredes del molde. Después de estos pequeños preparativos, podemos empezar.

Podemos utilizar el mismo preparado para pasteles y bizcochos que para un pastel normal (mezcla de harina y levadura). Con un solo paquete de 500 gramos, se pueden preparar dos pasteles. A continuación añadimos tres huevos, 0’5 dl. de leche (cuatro cucharadas) y algo de mantequilla. Como vamos a añadir unos 100 gramos de mantequilla cannábica, reduciremos la cantidad de mantequilla normal en 100 gramos. Si no lo hiciéramos, el resultado sería asquerosamente grasiento. Así que pondremos 300 gr. de mantequilla (en lugar de 400) y 100 gramos de mantequilla cannábica (o sea, 200 gramos de mantequilla combinada por pastel, ya que vamos a hacer dos pasteles con una bolsa de preparado de 500 gramos)

Para mezclar utilizamos una batidora eléctrica. Lo recomiendo mucho más que batir la mezcla a mano. Además la batidora garantiza que la mantequilla se reparta por igual. Así nos aseguramos que todas las porciones tengan la misma potencia. Si batimos mal y cocemos al horno el resultado, cabe la posibilidad, por ejemplo, de que una parte del pastel no tenga nada de mantequilla y la otra parte tenga el doble de concentración. Puedo aseguraros que no tiene nada de agradable, un trozo no te hace ningún efecto, y el siguiente te pone enfermo. Para evitarlo, hay que batir muy bien la mezcla.

En el vaso de la batidora se ponen la mantequilla normal, la mantequilla cannábica, azúcar y vainilla en polvo. Para un sabor más fino, añadimos ralladura de naranja o de limón. Se baten los ingredientes hasta obtener una pasta cremosa. Después se añaden los huevos, uno a uno y se bate a velocidad máxima durante unos cinco minutos. A continuación, agregamos la mezcla de harina y levadura y la leche. Continuamos batiendo hasta que la mezcla esté muy suave. Entonces vertemos la masa en el molde, alisando la superficie con una espátula para igualarla. Así garantizamos que el pastel tenga una forma regular.

Metemos el pastel en el horno y horneamos durante una hora y 15 minutos hasta que adquiera un hermoso tono dorado oscuro. El pastel estará listo cuando pinchando en el centro con una aguja o punta de cuchillo, éste salga limpio. Si ya está hecho, lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar cinco minutos antes de de desmoldarlo.

Para hacer un pastel cannábico de chocolate, añadimos cacao en polvo al preparado para bizcochos y lo mezclamos bien. En ese caso, yo suelo prescindir de la ralladura de limón. La cantidad de cacao depende de los gustos.

Una vez desmoldado el pastel, veréis que parece exactamente igual que cualquier otro bizcocho, lo que aumenta el peligro inmediato de que alguien se equivoque y lo pruebe sin saber de qué se trata. Muchos lo han hecho por simple diversión, haciendo que profesores o compañeros de trabajo lo probaran . El resultado suele ser gente completamente desorientada, gente que cree que se va a morir, durante unas cuantas horas. No nos equivoquemos, para personas sin experiencia con la marihuana, cualquier colocón puede ser aterrador cuando no saben lo que se han tomado. Además está castigado por la ley, lo que nos puede costar dinero y hasta nuestra libertad. Así que, seguid mis consejos y tomaos este asunto en serio.

Los meses fríos del invierno nos ofrecen una gran ocasión de cocinar pasteles cannábicos. Cuando se aprende a hacerlos, no hay nada mejor que nuestros pasteles caseros.

Con una cuchara grande sacamos la mantequilla cannábica del agua.

Ahora podemos empezar a trabajar. Preparamos todas los utensilios.

Con la batidora en marcha, engrasamos el interior del molde. Esto ayudará a que no se pegue la masa al molde y sea fácil de desmoldar. He aquí el resultado: ¡mantequilla cannábica de primera calidad!

Ponemos la mezcla para bizcochos, 100 gr. de mantequilla cannábica (para dos pasteles) y el resto de ingredientes en la batidora.

Para un sabor más fresco, añadimos ralladura de naranja. También vale la de un limón.

Cuando la masa esté bien mezclada, se vierte en el molde. Aplanamos la superficie para igualarla.

Horneamos los pasteles.

La importancia del vegetativo

Autoabastecimiento integral

A lo largo de dos años, tuve la oportunidad de observar diariamente la atracción que suscitaba el cultivo de interior en todo tipo de consumidores y cultivadores de exterior. Por ello, cuando alguien pretende acercarse al autoabastecimiento desde el cultivo de interior, suelo hacerle la misma recomendación que entonces: “Ponte un vegetativo”.

David García // deivimar@hotmail.com

En este país, no debe de faltar el día en que un consumidor de Cannabis se interne en una tienda de cultivo a la búsqueda del soñado suministro constante y, de igual forma, tampoco debe de faltar el día en que una caja llena de material de cultivo quede arrinconada en algún trastero: toda una inversión, aún reluciente en muchos casos, que es condenada al olvido en un intento de echar tierra sobre una situación que se ha vuelto demasiado incómoda, vergonzosa. Habitualmente, se trata de un equipamiento caro que, aunque nada tenga de completo, suele designarse así pues contiene unos mínimos para obtener marihuana: luz de sodio, maceteros, algo de ventilación y extracción, productos para la nutrición y cuidado de las plantas.

¿Por qué, entonces, se desaniman tantos cultivadores de interior? La respuesta puede ser tan obvia como aplastante: no tienen plantas suficientes. Alguien montó un casino, lo equipó con lo último en juegos de azar pero pasó por alto las imprescindibles fichas. Si se empieza con semillas, hay que partir de cero cada vez que se recoge la irregular cosecha. O hay que hacerse con esquejes, lo cual resulta inviable en muchos casos; como mínimo, desde el punto de vista económico. Sea como fuere, la acusada desproporción entre inversión y resultado no suele sostener ninguna de estas opciones de forma continuada.

Otras veces, el impulso inicial queda malogrado por una asociación desafortunada entre personas. Este último caso es más común de lo que pudieran imaginar muchos de los lectores; sobre todo entre hombres. Como un viejo conocido me recordó en una ocasión, mientras charlábamos a las puertas de su nuevo negocio de informática: “Las medias, para las mujeres”.

Crecer para florecer

Exceptuando el caso de los privilegiados que cuentan con la posibilidad de practicar un cultivo de temporada lo suficientemente productivo como para suplir sus necesidades anuales, el acceso al pleno autoabastecimiento requiere tener plantas de forma más o menos continuada. Más aún, si bien hay momentos en que puede realizarse una parada, el disfrutar de una provisión variada y de máxima calidad demanda que podamos echar mano de nuestros recursos modernos para tener la producción bajo cierto control. Al fin y al cabo, ¿no hacemos lo mismo para evitar que los rigores de las estaciones controlen nuestro ritmo de vida?. legítimo de las economías de subsistencia agrícola, adolezca de cierto reduccionismo por el cual se ve despojado de elementos hasta quedar concentrado en la fase floral. Resulta paradójico que esto suceda en la actualidad, cuando el antiguo huerto familiar ha sido elevado desde la categoría de subsistencia hasta la de lujo, gracias a la valoración generalizada de la calidad de sus frutos. Y cualquiera que esté familiarizado con lo que significa “llevar un huerto” sabe que consiste en seguir un calendario previsto con suficiente antelación; que los tomates buenos salpican de rojo cada verano porque la temporada se empezó a preparar durante el otoño anterior.

La primera mitad de los estadios del ciclo vital del Cannabis (ver despiece) corresponden a la fase vegetativa, y aún habría que añadir a estos cuatro estadios sus equivalentes en el caso de que se trate de esquejes en vez de semillas. Mientras, los cuatro estadios de la fase de floración son únicos para todos los casos, ya tengan su origen en la reproducción sexual o en la asexual. Sin embargo, a diario entran clientes en las tiendas de cultivo para iniciarse en el cultivo de interior como vía para lograr una provisión constante, y salen con la idea de que lo que necesitan son potentes luces de sodio y extractores, así como abundantes nutrientes para floración. Es decir, se les deja creer que alcanzarán el pleno autoabastecimiento empezando la casa por el tejado. Por supuesto, nada más alejado de la realidad: así es como comienza la cuenta atrás de los muchos equipos de cultivo que se convierten en una molestia apenas estrenados. Junto a la fuerte inversión inicial, el cultivador que empieza con una selección de semillas necesitará un mínimo de tres meses (uno para el crecimiento vegetativo y dos para la floración) antes de poner a secar una cosecha que, probablemente, se esfumará antes siquiera de haber alcanzado el punto mínimo de curado. El hecho de que, a pesar de todo, la potencia sea muy superior a las calidades comerciales no sirve como compensación a la hora de afrontar el empezar de cero otra vez, ya que supondrán otros dos meses de abstinencia e incursiones en el mercado negro. De esta forma, muchos cultivadores potenciales acaban abandonando la idea de una provisión constante como una realidad a su alcance.

Otros, aún lo intentan por el camino de los esquejes. Siempre hay alguien cerca que, a costa de tener que escuchar las quejas por lo largo del plazo antes de cosechar las plantas de semilla, así como por la irregularidad de los resultados, sugiere eliminar ambos inconvenientes

El autocultivo total empieza por autoabastecerse de plantas.

Pequeñas plantas madre y otras, más jóvenes, en formación.

Ciclo vital del Cannabis

1.- Germinación > Elementos clave: humedad y temperatura Pueden usarse desde un simple vasito de agua hasta los sofisticados germinadores Jiffy, pasando por la plantación directa en el sustrato elegido. Se trata del despertar a la vida de la semilla. Cuando ésta se haya abierto, empezará a necesitar más espacio. Lo primero, un pequeño lugar a oscuras para lanzar la raíz primaria.

2.- Brote > Elemento clave: luz La parte aérea de la planta brotará del sustrato en un plazo de días desde que se comenzó la germinación: pueden ser cuatro y pueden ser diez, pero cualquier demora excesiva es un indicativo de problemas. En un par de semanas, la planta deberá haber desarrollado sus primeros pares de hojas reales.

3.- Plántula > Elemento clave: espacio para las raíces A medida que la planta muestra su desarrollo, el crecimiento se acelera. La planta gana tamaño y adquiere una morfología definida.

4.- Planta joven > Elemento clave: nutrición Pasado el primer mes de vida aérea de la planta, ya puede inducirse con éxito la floración. Sin embargo, la planta agradecerá cualquier día más de crecimiento que se le regale.

5.- Prefloración > Elemento clave: oscuridad La planta comienza a cambiar su ciclo metabólico al aumentar la concentración de hormonas floren durante las noches largas (a partir de este momento, se debe evitar cualquier interrupción del periodo de oscuridad). Transitoriamente, se observa un aparente estancamiento general del desarrollo, pero en pocos días el crecimiento continúa. Aparecen las primeras flores y, en el caso de las hembras, los tallos que habrán de soportar el peso de las inflorescencias comienzan a fortalecerse.

6.- Floración de la planta pistilífera > Elementos clave: nutrición y riego La energía de la planta se concentra en la producción floral, y el crecimiento va deteniéndose a medida que se acerca el clímax de la floración (momento de mayor concentración de pistilos frescos). Alrededor de un mes después de que se expone la planta al foto periodo de floración, este punto álgido es traspasado y comienzan a poder observarse los primeros pistilos secos.

7.- Maduración > Elementos clave: humedad y ventilación Durante el segundo mes de floración, la producción de flores va decreciendo a la vez que más y más pistilos alcanzan su tamaño máximo. Es en estos momentos cuando se concentra la mayor producción de resina, y la planta va deshaciéndose de las hojas más grandes a medida que agota sus reservas.

8.- Acabado > Elemento clave: limpieza Al final de la vida de la planta, la mejor opción consiste en regar sólo con agua (ph neutro) para eliminar los residuos que la planta produce, además de cualquier resto de sales acumuladas en el suelo. Un buen momento para dejar de abonar es cuando se observan las primeras glándulas de resina de color ámbar.

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