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Leodan Morales

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Gael Montiel

Gael Montiel

Leodan moraLes

iLamatLÁn, Veracruz, 1990

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Ha publicado su obra literaria en distintas revistas y libros físicos y virtuales. Actualmente, pertenece al grupo denominado “Artistas distinguidos de Naucalpan”. Es parte de los seleccionados para ser parte del “2do Encuentro Nacional de Arte Indígena y Artesanía Contemporánea”, así como del “XLI Encuentro Nacional de Arte Joven”.

Pandemia

El espacio colectivo (comunitario) ha desaparecido. Sintomatología de un sistema poco humano, desgastado, inexistente para la sobrevivencia de cada hora y cada día.

El ambiente se tiñe de febrícula.

Corrientes ventosas se CORONAn de minúsculas criaturas que no viven hasta invadir el interior de las pieles humanas.

El virus se confina entre el alma y la existencia. Nos ahoga hasta la extinción tantas veces profetizada. (No somos)

Pavimento vacío de pisadas ausentes.

Hipócrita reunión clandestina, me contagias, te contagio.

El cristal líquido de las pantallas, se disfraza de la caricia y el abrazo pos-pos-moderno que la pandemia arrebata a la necesidad humana.

Orgasmos codificados en sistema binario. Gemidos sintetizados, semen virtual que no engendra, mas derrama un poco de la dopamina necesaria. Tu carne sabe a internet y teléfono inteligente.

(Oxímetro Termómetro) Medidas métricas que definen la dimensión humana de habitarse pandémico y temeroso.

La vida se ha puesto en línea. La familia sangra ante el encierro, mientras el mundo se desmorona.

Dios confesó su impotencia ante la muerte y desamparo de su creación.

Camillas saturadas, morgues infestadas de cadáveres producidos en serie. El nombre no importa cuando la estadística se impone.

La incineración se ha vuelto remedio, la despedida se transforma en privilegio.

Tras el último respiro que escapa a la intubación, se ocultan las palabras que nunca se dijeron y jamás se escucharon.

Me reinvento ante el lenguaje que recién se descubre. Palabras médicas carentes de sentido, se niegan a reconfortar el alma.

La mascarilla protege y oculta. Censura los gestos, anula la sonrisa, protege del caos que desata la amenaza microscópica.

Me pierdo a 1.5 metros de distancia. Me oculto en el verso, para negar el diagnóstico. Si no es hoy, será mañana. Nos viralizamos.

Estrecho tu mano, me contagio. Abrazas mi cuerpo, te contagias.

Más allá del desencanto, más allá del miedo de perecer hospitalizado, en algún momento, el mundo nuevo e incierto que nos espera, hará su entrada triunfal. bienvenido

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