Paula bermudez

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Diseñado, maquetado y editado por: Paula Bermúdez de la Puente Diéguez

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Cuenta la leyenda que D. Ramón cogía todos los días el mismo tren,a la misma hora y que siempre estaba allí 10 minutos antes que llegara. Se diceque siempre llevaba un periódico bajo el brazo y que tanto en verano como en invierno llevaba un traje de chaqueta. Siempre se ponía en el mismo lado, justo en la misma columna y miraba algunas veces su reloj para ver que el tren llegaba a su hora puntual. La estación se cerró y D. Ramón se dice, que desapareció el mismo día. Algunos que pasan en el nuevo metro cuentanque lo han visto en la olvidada estación, justo al lado de la misma columna, quizás D. Ramón aun este esperando ese tren que nunca volvió a pasar por la estación de Chamberí.

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Esta es una de las leyendas, aunque hay de todo inclusofantasmas que esperan el tren que nunca más volvió. ANDÉN 0 es un Centro de Interpretación de Metro de Madrid, que acerca su historia y su patrimonio a los ciudadanos y visitantes. De martes a viernes: De 11 a 19 horas. Sábado, domingo y festivos: De 11 a 15 horas Lunes cerrado. Visita gratuita: Acceso libre hasta completar el aforo. Andén 0 cuenta con dos sedes: una, en Nave de Motores en la calle Valderrribas, 49 y otra en la antigua estación de Chamberí con acceso desde la Plaza de Chamberí.


La antigua estación de Chamberí pertenece a la primera Línea de Metro inaugurada en Madrid en 1919, que contaba con ocho estaciones: Cuatro Caminos, Ríos Rosas, Martínez Campos, (glorieta de Iglesia), Chamberí, Glorieta de Bilbao, Hospicio (Tribunal), Red de San Luis (Gran Vía) y Puerta del Sol. A principios de los 60, la Compañía Metropolitana decidió aumentar la longitud de los trenes y ante la imposibilidad de alargar esta estación, la clausuró. El cierre definitivo tuvo lugar el 22 de mayo de 1966. El diseño, también de Antonio Palacios, optó por una solución funcional muy simple en cuanto a recorridos y organización, y por unos acabados sencillos. Incorporó la luz natural mediante un lucernario en el vestíbulo. Para el interior eligió un recubrimiento cerámico con juegos ornamentales. La bóveda de la estación va recubierta de azulejo blanco biselado y sus estribos estaban decorados

por grandes recuadros de azulejos sevillanos que limitan el contorno de los carteles anunciadores, también de cerámica, enencintado ocre y azul. Estos carteles publicitarios son uno de los grandes atractivos de la estación, ya que se conservan prácticamente tal y como fueron creados en la década de los 20. Durante más de cuarenta años, este mítico lugar del metro madrileño ha permanecido paralizado. Durante cuatro décadas, los ojos más perspicaces entreveían de forma fugaz los antiguos andenes alicatados con azulejos blancos y grandes anuncios publicitarios de tiendas que hace mucho que dejaron de existir, y de productos que tan solo los más viejos conocen. En 2006, Metro y ayuntamiento de Madrid, ponen en marcha el proyecto Andén 0, para rehabilitar esta vieja estación junto con la

Nave de motores de Pacífico, que fue una estación eléctrica que dio servicio al Metro de Madrid durante muchos años y que fue clausurada en 1972. Ambos lugares lucen hoy con el esplendor de sus mejores tiempos y, a modo de museo, (ningún metro hace parada allí) se pueden visitar de forma gratuita sus pasadizos, taquillas y andenes, para dar un salto temporal, y poder contemplar la belleza de esta estación, obra del arquitecto Antonio Palacios, que se inspiró en las estaciones parisinas para su construcción. Se han cuidado todos los detalles en la restauración, las cúpulas, el mobiliario y todos los carteles antiguos se han mantenido al máximo, e incluso unas luces amarillentas, parpadean al paso de los trenes. Como no, las características del lugar han dado pie a muchas y variadas leyendas en los últimos años. No son pocos los que aseguran haber visto, a través de las ventanas y al paso veloz del metro por aquel lugar, a antiguos pasajeros apostados en los oscuros andenes, a la espera de un tren que nunca llegará. Misterios de Madrid

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¿En el Palacio de Linares hay fantasmas?. En mayo de 1990, Televisión Española daba a conocer unas estremecedoras psicofonías captadas en el Palacio de Linares de Madrid por una desconocida doctora llamada Carmen Sánchez de Castro. El hecho de que la Policía desenmascarara a la supuesta doctora y psicóloga – una delincuente sobre la que pendía una orden de búsqueda y captura desde hacía diez años – no frenó la avalancha de parapsicólogos, investigadores y curiosos que invadieron el edificio en busca de la respuesta al misterio.. Esta leyenda ha captado la atención de una gran cantidad de investigadores, que acuden a la Plaza de las Cibeles, en Madrid, que es donde se encuentra el Palacio, hoy convertido en la “Casa de América”. Un par de años después y en otra investigación realizada por otro investigador, en la mismísima mansión del “Palacio de Linares”, se logro captar esta espeluznante psicofonía…“Mi hija Raimunda… nunca, nunca oí decir Mama”. Según cuenta la leyenda, el marqués José de Murga y Reolid Michelena y Gómez, nacido en Madrid, el 13 de febrero de 1833, se había casado sin saberlo con su propia hermana, Raimunda Osorio y Ortega. Raimunda era hija de una cigarrera hacia la que había sentido una especial atracción el padre del Marqués, un riquísimo financiero de la época que amasó una inmensa fortuna en Cuba. El padre del Marqués, un hombre de talante liberal, había inculcado a su hijo, un sentido práctico de la vida. Al parecer, el rechazo que el acaudalado industrial, Mateo de Murga Michelena, sentía por las bodas de conveniencia, tantas veces celebradas para mantener y engrandecer, las grandes fortunas de la época, propició que el joven José de Murga, conociera a la que sería su esposa, en un ambiente poco cercano, a los más propios de su condición social. Así fue como el que fuera primer Marqués de Linares, entablaría relaciones con Raimunda, la hija de una cigarrera que trabajaba en la fábrica de Tabacos de Madrid.

Cuando el padre del protagonista de esta turbulenta historia, supo de las relaciones sentimentales que su hijo mantenía, con la mujer que era fruto de los tempetuosos amores que mantuvo hacia 1830 con la cigarrera, envió repentinamente a su heredero a estudiar a Londres, con el propósito de que el joven Murga, olvidara aquel amor que sin saberlo, se encarnaba en la persona de su propia hermana. Al cabo de un tiempo, José de Murga regresó de Londres y llevó a cabo su firme propósito de contraer matrimonio con su enamorada Raimunda. Ya había fallecido su padre y el matrimonio se celebró, sin que los cónyuges supieran su relación de parentesco. Se dice que José de Murga, además de noble, senador del Reino por la provincia de Segovia y poseedor de una inmensa fortuna heredada de su padre y hermanos, encontró una carta que su padre en vida, no llegó a enviarle, en la que relataba la incestuosa relación de consanguinidad con su esposa. Pero ya era tarde, anteriormente, y fruto del amor que se profesaban, concibieron una niña, a la que la ilustre familia decidió apartar de su entorno para salvaguardar el buen nombre de la casa. Entonces, la madre de la pequeña, Raimunda Osorio, aceptaría llena de amargura, que su propia hija fuera llevada a un hospicio de Madrid y le puso el nombre supuesto de María Rosales. En el testamento José de Murga y su esposa, declararon no tener hijos ni probabilidad de tenerlos, en lo sucesivo fallecen. En mayo de 1990, diferentes medios informativos, difundían por todo el país, las presuntas psicofonías que afirmaba haber conseguido registrar en el edificio, Carmen Sánchez de Castro, quien se presentaba como doctora, psicóloga o psiquiatra. Estas fueron algunas de las psicofonías que obtuvo:”Mamá, mamá!…¡Nunca oí decir mamá!”. “¡Yo también estoy aquí!”. “Mi hija Raimunda, nunca oyó decir mamá”. “¡Asesinos, asesinos!”. “Estamos aquí para la eternidad”.

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Voces y gritos en salas vacías, puertas que se abren y se cierran solas, alarmas que saltan sin que se encuentre la causa técnica de este fallo. Son algunos ejemplos de los hechos denunciados a lo largo de los años por funcionarios y vigilantes del Museo Reina Sofía. Unas circunstancias que han dado lugar a la formación de una siniestra leyenda alrededor de este centro, un espacio que se ha convertido en un clásico de las investigaciones paranormales en España.

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Madrid. El número de cadáveres era tan elevado que muchos de ellos tuvieron que ser enterrados en el subsuelo del propio centro hospitalario. Este hecho hizo que durante el siglo XIX surgiesen historias sobre duendes y fantasmas que subían por las noches a las habitaciones de algunos enfermos para anunciarles que su muerte estaba próxima.

La historia del edificio se remonta a la segunda mitad del siglo XVI. En esta fecha se construyó, en el solar que actualmente ocupa el Museo, un albergue donde mendigos y personas sin recursos acudían a morir. En el subsuelo de este lugar podrían haber sido enterrados muchos de ellos. Este albergue se convirtió posteriormente en el Hospital General, inaugurado en 1787 por Carlos III.

El Hospital General cerró sus puertas y dejó de funcionar en 1965. Durante 20 años permaneció abandonado e invadido por cientos de gatos. Se llegó a plantear su demolición, pero la Academia de San Fernando y la Dirección General de Bellas Artes pidieron al Gobierno su conservación y consiguieron que en 1977 fuese declarado edificio histórico—artístico. Cinco años después se decidió convertir el viejo edificio del Hospital General en un centro de arte moderno: el Museo Reina Sofía.

En sus primeros años de funcionamiento murieron miles de personas en el hospital, en una época en la que distintas pestes y epidemias asolaron

Durante las obras de acondicionamiento se produjo toda una serie de macabros hallazgos, entre los que se encontraban restos de esqueletos,

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calaveras o cadáveres de niños. En 1990, mientras se llevaba a cabo una segunda remodelación, aparecieron tres monjas momificadas enterradas en la antigua capilla del hospital, una zona que hoy día se utiliza como sótano y en la que algunos trabajadores del museo aseguran que se producen la mayor parte de actividades paranormales. De hecho, las tres momias permanecen enterradas bajo la puerta principal del Museo tras el permiso de la Archidiócesis. El Grupo Hepta, acudió por primera vez al Museo en 1992, cuando María de Corral era la directora del Reina Sofía, y fueron testigos de fenómenos inexplicables como que los ascensores se pusiesen en marcha por sí solos durante las noches. Los hechos empezaron a sucederse meses después del traslado del Guernica ese mismo año. Por este motivo, hay investigadores que aseguran que los hechos paranormales están protagonizados por el fantasma de Pablo Picasso, enfadado por el traslado de su cuadro a un hospital convertido en museo.


Las teorías no acaban ahí. Una médium afirmó que el espíritu existía y que se trataba de un sacerdote que murió torturado durante la Guerra Civil en una zona del hospital que habría sido utilizada en esta época como cárcel y centro de tortura. Algunos vigilantes nocturnos se tomaron a broma la cuestión del fantasma en el museo y decidieron llamarle a través de una ouija. Apareció un espíritu al que atribuyeron el nombre de Ataúlfo, quien hizo una trágica previsión a uno de los trabajadores presentes: «Dentro de unos días vas a tener una gran desgracia. Prepárate». Días después un familiar muy cercano del vigilante fallecía en un accidente de tráfico, tal y como documenta el libro. Para algunos no fue más que una cruel coincidencia, pero otros llegaron a sentir miedo y pidieron el traslado de puesto de trabajo. Un antiguo vigilante del Reina Sofía denunció estos sucesos paranormales ante la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y reclamó que realizase un exorcismo

en la pinacoteca para acabar con el espíritu. El director del Reina Sofía en esa fecha, José Guirao, simplemente indicó que «lo de Ataúlfo es una vieja broma que alguien se ha tomado en serio». Por su parte, Medio Ambiente cerraba su particular expediente X con un breve mensaje: «En virtud del Estatuto de Autonomía, la Consejería carece de competencias en fenómenos paranormales». En los últimos años no se ha vuelto a saber nada sobre estos extraños sucesos, no se sabe si porque los espíritus nunca existieron, porque ya descansan en paz o porque a los miembros del Museo no les interesa sacarlos a la luz. Unos se ríen ante la posibilidad de que un fantasma ronde el edificio, otros simplemente niegan saber nada al respecto. En cualquier caso, si visitas el Reina Sofía presta atención, es posible que alguna aparición vigile tus pasos.

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a leyeda del soldado

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niendo para siempre las vidas de las Calles de las Infantas y Augusto Figueroa, en el ‘barrio’ de Chueca anida la delgada Calle de Barbieri, llamada así en honor al compositor madrileño. No obstante, hoy toca recordar que anteriormente, esta vía recibió el nombre de la Calle del Soldado por un trágico y sangriento suceso. Retrocedemos hasta el Siglo XVII para dar buena cuenta de otra de las leyendas que flotan en el callejero de Madrid. En este caso protagonizada por Almudena Goutili, una adolescente de buena familia y primorosa belleza con una aspiración clara en su vida, ordenarse monja.

La joven, cuya bondad y buenas maneras eran muy comentadas y admiradas en todo el barrio, vivía en esta calle y acudía a diario a rezar al Oratorio del Caballero de Gracia para, además, hablar e ir conociendo a sus futuras compañeras de convento. Su devoción y sueño estaban claros pero un día tropezó en su camino con un testarudo soldado. Aquel accidental encuentro cambió su vida para siempre. Al parecer, tan pronto como éste se cruzó con Almudena en la calle quedó absolutamente embriagado por sus encantos. Desde entonces, su obsesión por ella no hizo más que ir en aumento. La esperaba a la puerta de su casa, le seguía en sus paseos, e incluso le abordaba de malas maneras, siempre recibiendo la misma y negativa respuesta por parte de la joven. Almudena siempre se mantenía firme a la hora de rehusar las proposiciones del tenaz soldado. Finalmente, la situación se hizo tan insostenible que ella, agobiada, habló, con las monjas para pactar y adelantar su entrada al convento pero el soldado , al tanto de los planes de la chica, no tardó en urdir su última venganza, un plan que sirviera de escarmiento tanto a Almudena, por rechazarle, como al convento, al que consideraba su verdadero enemigo por arrebatarle a su amor.

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El día anterior del ingreso de la joven en el convento, el soldado la siguió, una vez más, por las calles de Madrid y aprovechó un momento en el que ambos estaban solos en la calle para asesinar sin piedad a la chica. No contento con esto, le cercenó la cabeza y la metió en un saco. Acto seguido caminó hasta el Oratorio del Caballero de Gracia y le entregó a la madre superiora el sangriento y macabro regalo mientras pronunciaba las siguientes palabras: “Madre, aquí tiene a Almudena”. El soldado fue apresado y tras unos días en los calabozos terminó siendo ahorcado en la Plaza Mayor. A continuación le cortaron la mano y la clavaron en un palo, dejándola a la puerta de la casa de Almudena en la calle que, desde ese momento, todos conocerían como la Calle del Soldado.


IGLESIA de san josé E

stamos remontándonos al año 1853 aproximadamente, Madrid siempre ha sido lugar de fiestas nocturnas. En una de las muchas fiestas que había en carnavales de 1838, había una fiesta en la que se encontraban gente de la nobleza de Madrid, había un joven extranjero llamado John, que estaba apunto de irse sobre las 20:00, desde lejos observo a una bella mujer, con pelo negro liso largo, un vestido blanco y la piel clara, pero de una belleza abrumadora. El nada mas verla se quedó prendado. Esta se llamaba Elena, parecía estar igual que el joven, sola y medio aburrida, como por arte del destino el resbaladizo Cupido, hizo que la flecha cayera en ellos, por señas comenzaron a charlar, y se fueron comunicando mejor, pasaron la noche de maravilla, bailando charlando, y hasta algunas pruebas de amor, y miradas de complicidad hubo entre ellos, ya cuando comenzó a ser tarde y termino la fiesta. John y Elena continuaron charlando hasta que ella le dijo que se tenía que

ir hacia la Iglesia de San José, que si hacía el favor de acompañarla, entraron en la Iglesia Elena estaba rara, muy nerviosa, la mirada se la había quedado como helada, la tez la había lividecido, y la voz se la entrecortaba. Elena desapareció entre los oscuros pasillos de la iglesia dándole un beso en la mejilla a John al que le entro como un escalofrío por todo el cuerpo. A la mañana siguiente con ansias de ver a Elena se fue corriendo a primera hora de la mañana a la Iglesia de San José a hablar con el párroco, que seguro que la conocia, cuando llegó se encontró con que había un funeral de cuerpo presente, el féretro presidía la iglesia entro como pudo y se quito el sombrero, vio como mucha gente iba acercándose al ataúd e iban dejando flores, encendiendo velas y llantos de familiares y amigos. Una joven pasó por el lado de nuestro protagonista llorando desconsolada, la pregunto que a que venía tanta pena, que había mucha gente joven que quien se había muerto. Ella muy triste dijo mi prima Elena, Elena de

Mendoza, mi mejor amiga. John en esos momentos se le puso un sudor frío, el pulso empezó a subir, el corazón palpitaba cada vez mas fuerte y recordó “Nunca me volverás a ver mañana es mi funeral”, el joven aun pensando que sería alguna casualidad alguna broma de mal gusto, se acerco hacia el féretro para comprobar que en el se encontraba esa bella mujer morena, con un largo liso pelo, esa tez clara y con una belleza divina, su amada Elena. El joven enmudeció, le dieron como unos vahídos, le temblaron las piernas y tubo que ser ayudado para salir a la calle. Al estar fuera tomando el aire, vio a la chica que salía tan melancólica, y esta le preguntó que como es que había venido que cuando había conocido a su prima, que ellas le conocían de verle y a su prima le gustaba mucho, que la había sorprendido, el joven respondió que esa misma noche, ella con cara de pánico dijo imposible mi prima murió a las 20:00 h el impresionado dijo a esa hora fue cuando la vi yo por primera vez en la fiesta. Misterios de Madrid

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Palacio de cañete E

l llamado Palacio de Cañete se encuentra ubicado en el número 69 de la Calle Mayor, es un edificio de ladrillo muy próximo

a la Plaza de la Villa y cuya existencia

siempre ha estado ligada a la presencia de sucesos paranormales, imposibles de comprender para la razón humana. Todo se remonta a 1654 cuando el Marqués propietario del palacio aparece atravesado por una espada tras una reunión con el clérigo de la capital, Antonio Amada. El religioso fue condenado a muerte y su mano amputada, se colgó a la puerta del inmueble, como era costumbre en la época, para servir de escarmiento. Es en ese momento cuando empiezan a sucederse los hechos paranormales en todo el palacio, velas que se encendían y apagaban solas, alaridos que procedían de habitaciones, supuestamente, vacías o el ruido de muebles arrastrándose por las estancias durante las noches, junto a gritos angustiosos y desgarradores. También surgen las primeras apariciones, por un lado la del clérigo que se aparece a los suyos para decirles que solo había permanecido un breve lapso de tiempo en el purgatorio y por otro lado las del Marqués de Cañete, vagando por las dependencias del palacio, buscando un descanso que sólo le llegaría con la detención de su verdadero asesino. Hasta que no fuera así, no dejaría de atemorizar a los futuros inquilinos del palacio. Años más tarde, uno de antiguos criados del marqués, confesó en el lecho de muerte, la autoría del asesinato, ya que su amo trataba de seducir a su mujer.

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Las chimeneas N

o hay casa más misteriosa en Madrid que la llamada Casa de las Siete Chimeneas, ya que bajo su techo rondan dos leyendas en las que el único protagonista es el amor.

Este edificio, levantado en 1577 se cree que por Juan Herrera, sirvió como nido de amor al capitán Zapata y a su esposa Elena, hija de un caballero a las órdenes del rey. Su felicidad fue fugaz: al poco tiempo de contraer matrimonio, Zapata cae en la guerra de Flandes. Después, Elena aparece muerta en su dormitorio (jamás se esclarecieron las causas de su muerte) y su cadáver se esfuma. En los mentideros de la Corte no se habla de otra cosa y todo el pueblo asegura haber visto el fantasma de una mujer caminando entre las siete chimeneas que coronan el tejado de este palacete. Después de recorrer todo el alero se arrodilla, se da golpes en el pecho y desaparece. Pasados los años, esta casa sería el hogar de un viejo acaudalado y su joven esposa de conveniencia, pero la relación se truncó cuando la misma noche de bodas la joven se quitó la vida. A partir de entonces, se dice que todas las noches su fantasma pasea por el sótano de la casa, tintineando unas monedas que el propio rey le regaló como arras para su desposorio; y es que esta mujer también fue amante de Felipe II. Indagando por la red y en algunos libros de Madrid recogí que esta casa fue vivienda de D. Leopoldo de Gregorio, Marques de Esquilache, era la persona mas influyente en épocas de Carlos III, era el que llevaba la hacienda y participaba en todo tipo de decisiones siendo las de este las mas tajantes, los impuestos eran cada vez mas elevados y encima, hace que los madrileños tengan que vestir como el quiera, ya que prohibió la capa y el sombrero de ala ancha muy de moda por esas épocas, su escusa fue decir que bajo la capa se podían esconder armas y el sombrero de ala ancha por ocultar el rostro. En 1766 el pueblo salía crispado a la calle para que cesaran ya los continuos abusos del Marqués de Esquilache y se a uno de los primeros sitios donde fueron fue a su casa, siendo esta la situada en la Plaza del Rey, con fachada en la Calle de las Infantas, llamada por las siete chimeneas que la presiden “La casa de las siete chimeneas”. Uno de los mayordomos que vigilaban la casa, impuso gran resistencia al pueblo exaltado, pero esto siendo más consiguió tirar la puerta, este al intentar atacar a la furia humana fue muerto tanto por disparos como por diversos profundos cortes. El resto de servicio no dudo en obedecer al pueblo y no sucedió nada más ya que Esquilache no se encontraba allí. Este al final se tuvo que ir al exilio obligado. También hay quien cuenta que ha visto a un mayordomo paseando por los pasillos que se encuentran cerca de la puerta de entrada. Misterios de Madrid

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plaza del humilladero

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n la Edad Media, más o menos situada en lo que es hoy la Plaza del Humilladero y la

plaza de los Carros, junto a la iglesia de San Andrés, se hallaba la Puerta de Moros, una de las puertas de acceso a Madrid por la que solo podían pasar los musulmanes y los judíos para dirigirse a sus barrios, y es en esta zona del Madrid más antiguo, donde tiene lugar la primera de las historias de hoy. Cuenta la leyenda que, un buen día en los alrededores de esta puerta, se comenzaron a escuchar tras caer la noche sobre Madrid, llantos, lamentos, gritos desgarradores y extraños ruidos para los que no se hallaba explicación alguna. Los cristianos, temerosos de que todo fuera un acto de las fuerzas del maligno, atribuyeron estos sonidos inexplicables a las almas en pena muertas sin bautizar, hasta el punto de que los mas temerosos pusieron una cruz sobre la puerta y sobre las puertas de sus casas de sus casas, con el fin de liberar a las almas que vagaban en pena profiriendo desgarradores lamentos. Todo fue inútil, no solo no consiguieron que los llantos cesaran sino que estos día a día crecieron en intensidad y

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frecuencia. Y entonces, un buen día los vecinos de la zona vieron aterrados como tres espectros atravesaban la puerta cerrada susurrando entre los llantos y lamentos de costumbre un nombre casi ininteligible. La leyenda termina cuando los vecinos, tras innumerables noches de insomnio y terror, consiguieron averiguar el nombre para descubrir que se trataba de un vecino del barrio que, acosado y amenazado por los vecinos y aterrado los tres espectros acabo por confesar que el hambre le había llevado a matar y devorar a tres de sus cinco hijos.


uenta la superstición que, antiguamente, los terrenos situados entre la cuesta de San Vicente y San Francisco El Grande, estaban habitados por brujas, duendes y fantasmas.

retirar todas las estatuas de las balaustradas y colocarlas en la plaza de Oriente. Quiso así poner a salvo su vida de una premonición en la que moría aplastada por una gran estatua.

El suceso más importante ocurrió el día de Nochebuena de 1734. Mientras Felipe V pasaba las fiestas en el Palacio del Buen Retiro, misteriosamente el fuego devoraba el Alcázar y las llamas destruían para siempre pinturas y objetos de gran valor, cuenta la leyenda que el incendio fue provocado por la venganza de las ánimas que habitaban el lugar y que vieron perturbada su paz.

Al finalizar las obras, y para que el arquitecto no pudiese construir otro palacio igual, Felipe V ordenó que le sacaran los ojos y le cortaran los brazos y la lengua. Cuenta también la leyenda que una de las cabezas que adorna el frontispicio del Palacio representa a uno de los arquitectos y que algunas noches se oyen voces y ruidos y se mueven muebles en salas cerradas, provocados por él.

Entonces, Felipe V encargó en 1735 erigir el palacio “más grandioso del mundo”, según sus propias palabras, sobre las cenizas del Alcázar. Por temor a nuevos incendios, la entera construcción fue realizada en piedra.

Antes, otro rey, Carlos II el Hechizado, fue sometido a un exorcismo en Palacio en 1698. Se llegó a asegurar que el monarca fue embrujado, cuando tenía 14 años, con un chocolate en el que se diluyeron los sesos de un muerto. Se atribuyó el hecho a su madre, que habría sido ayudada por su valido Valenzuela, el duende.

También hubo “accidentes laborales” achacados a espíritus malévolos que empujaban al vacío a los trabajadores. Ante estas manifestaciones maléficas, Felipe V decidió realizar un exorcismo. Su esposa, Isabel de Farnesio, una mujer con fama de supersticiosa, también liga sus sueños a esta construcción. Cuenta la leyenda que tras una espantosa pesadilla en la que veía cómo un terremoto asolaba Madrid, ordenó


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