REC TO RÍA
El Señor te bendiga y te protega
Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza,
a todo el que se las pida. (Cfr 1 Pe 3,15).
En la primera lectura de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios (1 Enero), con la que concluye la Octava de Navidad encontramos la siguiente frase: «El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su gracia. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Hemos terminado un año, que al empezarlo, no imaginabamos el cambio que se verificaría en nuestra vida y en la de todos los seres humanos que habitamos esta «casa común» llamada Tierra. No obstante las incertidumbres, ahora nos encontramos iniciando un nuevo año civil, el 2021; hecho que siempre despierta una variedad de eventos y celebraciones, muchas de ellas caracterizadas por el exceso y el dispendio. Para nosotros, al contrario, el inicio del año 2021 es primero una invitación a recordar que ‘una bendición acompaña nuestra vida’, porque eso es «la fe», la conciencia de que vivimos bajo la bendición de Dios. Que no obstante los momentos de crisis y dificultad, como lo es esta pandemia, somos bendecidos; más aún, que situaciones como las que estamos viviendo son precisamente el momento y el lugar para afirmar la bendición de Dios. Si afirmaramos que somos «bendecidos por Dios» sólo cuando “nos va bien”, ¿qué mérito tendríamos? (cf. Lc 6,32). ¿Acaso es esto la fe? Afirmar que «nos acompaña una bendición», incluso en las crisis, es afirmar el amor providente de Dios que nunca nos abandona; que no nos libra de nuestra condición frágil y vulnerable. Sino que nos brinda la gracia para prevalecer, para perseverar en paz. Y esa gracia está en su Hijo, esa Gracia es su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Unidos a Él vivimos el 2020, y de la misma manera nos disponemos a vivir el 2021. Nuestra carne humana ha sido bendecida en Él, eso es lo que nos recordó la Navidad: en la presencia del niño que nos ha nacido resplandece el amor benevolente de Dios, que entra en nuestra historia como Salvador. Queridos hermanos y hermanas, alumnos, colaboradores y bienhechores del Seminario de Monterrey, queremos agradecerles el haber sido una «bendición», protección benevolente y generosa, para nuestro Seminario Arquidiocesano. Gracias por acompañarnos con su oración y apoyo. Veamos ahora hacia adelante con esperanza y ánimo firme, pues Dios nos bendice y protege en Jesucristo nuestro Señor.
Pbro. Carlos Alberto Santos García Rector
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