Diario de Lola

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LOLA

De la huida y el impulso Diarios de brujerĂ­a

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Diario de Lola

LOLA

De la huida y el impulso *

Lorena, o lola, se levantaba temprano cuando yo la despertaba para que fuéramos a jugar al parque feo lleno de maleza que quedaba afuera de la casa de la abuela y a ella nunca le gustó. Lorena, o lola, la que comenzó a levantarse temprano para llenar de leche caliente el tetero de Juanjo que a penas y cabía en una pequeña almohada de lentejas, con dibujos en punto de cruz, en la cama de mi mamá. Lola, o Lorena, la que se levantaba a la hora en la que yo quisiera porque robaba sus muñecas y salía corriendo por los pasillos altos, mientras mi abuela le gritaba, deje al niño, pero cuide que no se vaya a rodar por las escaleras o a enredar en las cortinas. Lola, la que se levanta temprano, quien sabe en qué lugar, con el llanto de Juanjo, porque dejó de perseguir muñecas con sus piernas a andar en buses, de aquí para allá, buscando un lugar en el cual estar. Lola, la que me enseñó a pasar horas sentado al frente de un pequeño televisor de culo gordo esperando a que pasaran las canciones de Britney y Christina que comenza5


Diario de Lola ron a gustarme, o a peinar muñecas sin arrancarles la cabeza, en una tina pequeña que entraba en el baño de cerámicas florales de la abuela. Lola, la que después de montarse conmigo en los gusanitos de la catorce, frunciendo el ceño y atacada a fotografías, pasó a montarse con su pequeño hijo en un avión persiguiendo a sus padres, que nunca nadie sabía dónde estaban. Lola, de la cual no puedo decir con certeza cuanto tiempo vivió junto a mí, porque siempre andaba de aquí, para allá, dejándome solo y llorando con una rana verde de peluche y un play station dañado. Lola que migra, lola que corre, lola que parece huyéndole a algo, con una maleta siempre armada llena de los juguetes de niña que aún le quedaban, pañales y regalos que las tías apenas y le alcanzaban a dar. Lola, la que imaginó como su mayor miedo una hoguera que se armaba en el patio de la casa de la abuela cuando joven quedó embarazada. Lola que migra, lola que corre, lola que nunca se sabe si va a estar en la casa, si se va ir, si se va para Pereira, para Armenia, o para otro planeta porque en éste ya no cabe. Lola que corre, lola que se va y me deja esperando a saber cuándo va a ser el día en el que me va a regalar el poster de las Spice Girls que con recelo guardaba y con el que no sé qué sucedió. Lola, la que me leía cuentos de conejos y a la que le prendí lucecitas de colores contra la piel cuando le dolía mucho la panza. Lola que me enseñaba a que podía jugar con un carro rosa en el parque mientras trepábamos en el palo de mandarinas. Lola que alza la ceja, como si estuviera sumergida en una lucha constante de la que solo puede salir con un tiquete a alguna otra tierra. Lola que corre, lola que se va y me deja esperando el momento en el que podamos volver a despelucar muñecas en la quebrada de afuera de la casa.

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Diario de Lola

Lola guarda en su armario unos pasajes rasgados de buses que de pronto no alcanzó a coger, junto a una loción de fresa que se compró en alguna terminal y unos paquetes de bombones y papas de esos que venden en mitad de un viaje largo por tierra, de cruzar Pereira, llegar a Armenia, pasar por Cundinamarca y llegar a Boyacá para coger hacia alguna otra parte. Lola guarda pañales y peluches viejos con los que crecimos, junto a unas muñecas y alguna blusa grande que mi mamá le hacía colocar a la fuerza mientras estuvo embarazada. Lola que corre tiene una maleta rosada en el baño de atrás y de vez en cuando deja cosas por ahí, que se vuelven mías o que se vuelven de mi mamá y que supuestamente se perdieron cuando ella vuelve a buscarlas. Lola es de azul pálido de sabanas y cobertores con un verde chillón de todas las cosas que la mamá le regala cuando se la lleva a voltear por san Victorino o por Tunja, o por Pasto o por quién sabe dónde. .

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Diario de Lola Lola es bruja porque ella corre hacia nuevos mundos, tal vez porque le toca, tal vez porque no sabe a dónde ir o a donde llegar, pero descubre. Lola es bruja porque me enseñó a escuchar todo lo que no podía y sin importar cuantas cabezas cortara me pasó todas las muñecas para salir a jugar con ellas en el parque. Lola es bruja porque a veces hay que salir volando de un lugar para pisar otro, porque no siempre hay que afrontar el fuego de la hoguera si ya está quemando, porque también hay que tener los pies duros para huir. Lola es bruja de decisiones rápidas y libres, de saltos agigantados y velocidades increíbles, de buses, aviones e impulsos infantiles.

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Diario de Lola

Lola es luz picante de las 12pm, picante como el mango biche con el que llega a la casa y el chicle que sale de su boca mientras hace una bomba que se explota duro y alza la ceja como quien dice nada me importa. Lola es luz picante de las 12pm, luz viva de movimiento constante, de correr, se salir, de descubrir y de irse. Lola es luz picante de las 12pm que hace que todo parezca azul e infantil, como los cobertores de Juanjo y la baĂąera de plĂĄstico que se llena de agua caliente que se torna verdosa, mientras le caen gotas de shampoo rosa y crema de un helado de mandarina que se derrite bajo la luz del sol. 11


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Diario de Lola

Los materiales de Lola Lola es dacron de las blusas que se colocaba cuando salía a buscar trabajo vendiendo revistas de puerta en puerta, de las que se colocaba cuando terminaba cansada para ir a estudiar por las noches y refundía rápido en la maleta antes de salir corriendo hasta Tunja o Santa rosa. Lola es dacron porque se lleva fácil, porque se dobla delgado y se empaca sin peso. Lola es una tela lisa que parece impermeable como los pañales de Juanjo, o como el cobertor de patitos sobre la cama para que el tetero no se riegue. Lola es dacron casi de plástico del chicle rosa que mastica, del play station viejo que guardábamos y de los posters que colgábamos en su cuarto, soñando con una blusa blanca y una corbata para poder bailar a “Hit me baby one more time”. Lola es ni cálida ni fría, liviana para poder correr, para poder andar al ritmo que ella marca.

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Diario de Lola Los colores de Lola

ef6192 C0 M83 Y19 K0 Tintura Colorantes reactivos 0,5% Magenta: 100

A Lola la vestían con una blusa de tiras de color chicle mientras esperábamos impacientes a que pasaran alguna canción de Britney Spears en el televisor ese malo al que si no se le daba un golpe todo se veía magenta

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f3896b C0 M65 Y55 K0 Tintura Colorantes reactivos 0,5% Magenta: 60 Amarillo: 40

d0dbb1 C27 M8 Y40 K0 Tintura Colorantes reactivos 0,5% Azul: 80 Amarillo: 20

Lola corre por todas partes, con un olor a fresa y a tetero, a solteritas naranjas, a algodón de azúcar, a Tamagotchi y a CD de rebelde combinado con gorritos y pequeñas medias de crochet salmón.

O de pronto de yo tanto llorar con ellos cuando Lola salía corriendo quien sabe para dónde en mi mente se tiñen de un blanco al que solo unos parches de ese verde limón le quedan


Diario de Lola

99b27e C53 M16 Y64 K0 Tintura Colorantes reactivos 2% Azul: 80 Amarillo: 20

eef5f0 C11 M1 Y9 K0 Tintura Colorantes reactivos 0,2% Azul: 90 Amarillo: 10

7db1a1 C69 M11 Y45 K0 Tintura Colorantes directos 0,3% Magenta: 5 Azul: 54 Amarilo: 40

En la casa había una rana verdosa y rara y algunos peluches viejos que seguro después de tanto andar y lavarse en las chivas abiertas fueron quedando descoloridos y pálidos

Cuando llego Juanjo el cuarto de Lola se volvió de un blanco medio azulado y verde pañal, todo con olor a agua hervida, a plástico de cobertor y agüitas verdosas que Claudia le daba todos los días

Cuando éramos pequeños lola bañaba unos muñecos de cabello largo y parado de un azul electrizante en el baño de baldosas amarillentas de la casa de la abuela. Cuando crecimos un poquito ese azul estuvo en forma de una pañalera que cargaba de ciudad en ciudad 15


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Diario de Lola Relatos de una

BRUJA

Lola qué horas son, dónde está, por dónde está. La historia de Lola se cuenta con frases cortas, porque corren y van rápido. Cuando éramos pequeños por el patio corría, con muñecas en las manos, frunciendo el ceño y alzando una ceja. Cuando éramos pequeños llegaba con mangos biches a la puerta, entre las baldosas de terracota y los regaños de la abuela. Pequeña Lola se fue muy rápido, muy rápido de todos, Lola, ¿De quién corría? Un día a la casa llegó cuando no la veía desde hace mucho, parcera está muy gorda, le habría dicho ahora. Cuando llegó muy gorda a la casa, confundida e inacabada ya ninguna podía hacer nada. Cuando cuentan la historia de Lola, parecen hablando de la historia de una desilusión, un bache en el estuco viejo que une las paredes de la casa familiar. De retazos se arma la historia de Lola, de mundos frágiles y huidas catastróficas. La historia de Lola es una perdida, con grandes huecos en la trama y frases sin conectores, sin puentes, porque va a grandes saltos, que se desconectan y se hacen borrosos. Como el día en el que llamó porque cuando vendía en la plaza tuvo que salir corriendo. Esos policías si no, a Lola la dejaron sin una sola de las cerámicas que tenía que vender. ¿Lola, por qué tenía que estar siempre corriendo? Lola, desaparecida, perdida, en un radio viejo que ponemos al lado de las ventanas con sol de las dos pm que canta “me dicen el desaparecido, que cuando llega ya no está”. Como la celebración de baby shower que para hacerle honor debía ser en un pueblo perdido tras las nubes, con señoras grandotas que gritaban y maletas grandes con las que después saldría corriendo. ¿Lola, de qué corría? Como el día en el que, preparado con todos los paquetes, un pijama de verde, la radio vieja y el PlayStarion llamó a decir que se había ido. Que que dolor de día, porque no entendía de que corría y por no saber por qué me dejaba. Cómo el día en el que la esperamos en la casa y llegó

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Diario de Lola con grandes ojeras y dolor en las gotas debajo de los ojos, porque Juanjo había nacido. La historia de Lola va rápida y sin sentido, pero no enredada, como quién cuando cuenta se quiere olvidar. Lola que tal vez no estaba corriendo, porque a veces parece más bien un naufragio solo, que anda buscando arena para poner sus pies. Lola del impulso y las decisiones que no se saben, de esas que dicen que no, de tierras desconocidas que nadie quiere conocer, o que nadie quiere conocer en el momento en el que ella las conoció. Lola que corre, que corre mucho, que corre tanto que rápido se convirtió en una mujer grandota que pasa por tía, pero con una falda de por siempre 21. Como el día en el que por fin pensamos que le habían puesto el tate quieto, porque con una herida en el estómago quién camina, teniendo que cargar pañales y teteros quien camina, pero las piernas más pueden y habiendo pasado 40 días desde el esperado acontecimiento, corriendo se fue otra vez. Lola que nadie entiende, que muchas veces juzgan, porque por qué se va si aquí está bien, si aquí le damos todo. Cuando cuentan la historia de Lola es como escuchar la historia de una persecución de pistas, de Rosa usted ya habló con tales, y con el amigo de esté o con el esposo de la prima de fueque, para preguntarle ¿Lorenita que está haciendo? Contar la historia de Lola es imaginarse como habrán sido esas tierras altas sembradas de papá que conoció. Lola que nadie entiende, es como recogiendo pistas, porque aay mami, que le rogaba Ruby que no se fuera, que mire que flaco está el niño y yo aquí lo tengo bien gordito a punta de compota de mango y de guayabas. La historia de lola es incompleta, como las razones que dan para una huida, pero ¿Quién explica de qué huye? La historia de Lola es una historia llena de lugares que nadie conoce, casas desbaratadas y candelabros viejos en los que se revuelven las hojas, la historia de Lola es la historia de un descubrimiento y es una que no se cuenta, porque aún nadie sabe que más va a pasar, porque siempre está incompleta y porque corre, corre como las palabras y como los ojos de un lector que intenta buscar sentido, porque sentido a veces no hay y porque esta historia solo quiere avanzar.

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El fin

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Brujas textiles Pereira

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