Diario de Ruby

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RUBY

Del cuidado y la fragilidad

Diarios de brujería

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Diarios de brujería


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Diario de Ruby

RUBY

Del cuidado y la fragilidad *

Ruby se despierta temprano, muy temprano, al ritmo de los primeros pájaros que suenan en la ventana. Ruby despierta temprano, muy temprano, para ver con sus diminutos ojos los mangos que en el parque cayeron por la noche, para ver si puede ir a recogerlos y luego hacerme un dulce que supuestamente, no debería darme. Ruby se despierta temprano, muy temprano, con ese reloj que se aprende en el cuerpo, resultado de una larga vida de finca donde el sonido de un gallo marca la hora de ir a coger café. Ruby se levanta temprano, muy temprano cuando el cielo aún es oscuro con apenas unos tintes de rojo mientras los demás dormimos en la casa. Ruby se levanta temprano, muy temprano con la delicadeza que su robusto pero cortico cuerpo le exige, se posa lenta contra un tendido de flores y uno a uno coloca sus piececitos sobre las chanclas amarillas que guarda bajo la cama, lento, coloca ambas manos sobre los muslos, suspira hacia arriba y reza un ave maría o un padre nuestro antes de comenzar a 5


Diario de Ruby trabajar. Ruby cuida la casa de un destino que pareciera ser el de todas aquellas que se asientan en el medio de un paraíso tropical, la cuida del polvo constante y las hormigas que caminan por las esquinas, la cuida de la maleza que crece entre las losas rojas de la cocina y con violencia, con un trapito que ondea cual látigo, saca las moscas que atentan en contra de su cocina. El sudor corre por la frente de Ruby mientras ella lo limpia con una franela blanca que guarda entre su busto y el delantal de flores (que le habrá regalado un hijo, un nieto, o alguno de sus muchos sobrinos para que no le subiera la rabia por mancharse la falda). Ruby corta y cocina cebollas todos los días mientras llora y ríe escuchando una canción que le recuerda a su pueblo. A veces pareciera que Ruby cuida la casa para olvidar o para olvidarse, a veces pareciera que cuida para cuidar unas heridas que guarda muy adentro, para que no se le exploten y se le rieguen por todo el piso de la cocina, que acaba de trapear con agua de citronela. Tal vez Ruby hace el mejor tinto de la familia porque aprendió a echarle unas gotitas de sus lágrimas, o tal vez, para que las otras se queden durante horas escuchando las historias interminables de cuando rodaba por los campos de plátano para conseguir comida, de cuando “era muy linda” y el mismo diablo la sacaba a bailar en el rejo que delimita la finca, o de como prende una velita a la virgen cuando hay vendavales porque cree que se le va a levantar la casa en Riosucio. Ruby se sienta en la tarde a ventanear, mientras mira a las vecinas por encima del hombro, y cuenta un cuento, como si todo lo que pasara en su mente lo viera retratado en el guadual de abajo, o como si algo se le curara mientras me da un bocadillo de panadería que no debería darme.

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Diario de Ruby

Ruby guarda en el cajón una caja de bombones y chocolates que se come mientras se ríe, tirada en la cama con los pequeños pies volando, diciendo coma uno papito que más gordo que yo no va a quedar. Ruby se guarda en el pecho una camándula plateada que brilla bajo el chal de color lila que se pone cuando ordeña vacas en la finca, ese que es parecido al que tenía cuando le toco correr de la llorona en un campo de café. Ruby tiene las lágrimas azules que llora en cualquier momento, que pasa de cantar a derramarlas por el piso que acabó de trapear y brava se va al patio a terminar de hacerlo, tranquila, sobre la poceta. Ruby guarda en sus grandes manos un montón de consejos y risas que hacen pensar que todo está bien, aunque en su mente, mil preocupaciones tiene. Ella guarda, en su pelito corto la receta para preparar el café con leche perfecto para Claudia, que deja toda la casa oliendo a un marrón bañado por crema de la piel de Ruby.

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Diario de Ruby Ruby es bruja porque nos cuida a todos, es una curandera que sin necesidad de pociones ni hechizos saca los males de la gente con una cucharadita de azúcar y una tasa de leche caliente. Ruby es bruja porque se sana cuidando, se sana llorando en las madrugadas mirándose los pies y vuelve a llorar, en la tarde, sentada recordando a sus hijos. Ruby es bruja por frágil, pero también porque fue dura y grito y corrió y caminó, los pastos de su casa, los ríos del barrio, porque bailó con el diablo en carnaval y robó plátanos con naranjas, de un don del que mucho después sería novia. Ruby es bruja porque se quiebra y remienda sus heridas viejas todos los días. Ruby es bruja porque todos se reúnen alrededor de ella para transformar lo malo en bueno, para llorar un rato, remendar y cuidarse con un tinto y un dulce de guayaba.

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Las luces de Ruby son las luces de las seis de la mañana, una luz pálida que la baña y la lava toda como si fuera una tasa de leche o un postre de natas recién sacadas. Ruby es la luz pálida y blanca de las seis de la mañana, de la hora en la que se despierta a cuidar, una luz suave y delicada, porque hasta las tareas más burdas pareciera realizarlas bajo esa suavidad de la luz medio alilada bajo la neblina de las 6 de la mañana. 11


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Los materiales de Ruby Ruby es paño delgado acogedor y abrigador, pero apenas lo suficiente para que a la señora no se le despierten los calores que dan después de los cincuenta y tanto de años. Ruby es paño que cuelga sobre sus hombros cuando se para a ventanear, mirando de reojo y hablando entre dientes lo suficientemente grande para cubrirle las puchecas porque se muere de vergüenza. Ruby es paño cálido de ese calor necesario en las fincas cafeteras cuando se levanta a las seis de la mañana a preparar café y a montar la olla para el chocolate.

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Diario de Ruby Los colores de Ruby

775f88 C61 M74 Y28 K0 Tintura Colorantes directos 0,1% Negro:70 Magenta:15 Azul:5 Amarillo:5

495286 C85 M78 Y26 K0 Tintura natural Repollo morado sin colar fibra Mordiente Sal y alumbre

La alcahueta y cuidadosa Ruby que a cuando le da la llorona y se pone como una magdalena y lloraY llora lagrimas azules en el cielo claro que amanece a las 6 de la ma単ana

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Ruby es una se単ora muy ase単orada, que se pone un chal violeta, se lo cuelga en la garganta, se pone con las mu単ecas perfume, hace un jmm, mira a la vecina y se va para la iglesia a las seis de la tarde

45202c C64 M95 Y70 K46 Tintura natural Uva concentrada Mordiente Sal

Ruby guarda siempre un rosario con olor a rosas secas y con ese mismo color de violeta rojizo, medio quemado por el tiempo, por las manos, por los bolsillos y de tanto sacarlo a chicanear


Diario de Ruby

a87779 C33 M64 Y46 K0 Tintura natural Uva concentrada Mordiente sal Posmordiente Cobre y alumbre

e0adb3 C12 M43 Y24 K0 Tintura natural Uva diluida Mordiente Sal

fde006 C3 M15 Y96 K0 Tintura natural Raíz de cúrcuma Mordiente Sal

Ruby es una señora muy aseñorada que parece salida a veces de una revista Cromos de los años 20s, que se pone un delantal rosa con un collarcito de perlitas mientras calienta la leche, tan dulce que parece rosa, que ordeñó en la finca del hijo, el nieto o el sobrino

En las noches cuando huele a jazmín ella se para a verlos y a olerlos, porque seguro le recuerda esos campos en los que se revolcaba corriendo montaña abajo después de que salía de recoger el café, con las luces palidas de un atardecer en las fincas de su juventud

Ruby sale a dar unos paseos corticos, bien temprano, porque el sol después de las diez ya le quema la piel y el sol de las ocho es el que le calienta suavesito la cara

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Diario de Ruby Relatos de una

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Es un día lluvioso y Ruby se para lentamente de la cama en la que seguramente se está comiendo unas orejas dulces para hacer un tinto y buscar rapidito la velita que me dieron en la primera comunión y está lavada con agua bendita y también para buscar un frasquito de cristal en el que debe tener un aceite que compró en la iglesia de la virgen de no sé qué en Buga para ponérselo en el cabito porque así la lluvia va a parar, porque la lluvia tiene que parar porque de pronto se le va a levantar el techo que quedó mal puesto en la casa de Rio Sucio y allá que si llueve bien duro. Es un día lluvioso y Ruby se sienta en una de las poltronas grandes de la sala al lado de la ventana y pasándose los dedos por los labios dice Dios Mío bendito, Claudita ya está el tintico. Cuando Ruby se sienta con mi mamá le cuenta alguna de las miles de historias que se guarda debajo del delantal que carga, en lentas palabras, tapando las partes más dolorosas tras una risita que no le dura mucho antes de romperse en llanto, pero ya que, si es que hay que llorar al menos tres veces al día porque con esa agua es que se trapea el piso de la casa y es con esas mismas que se hace el café de las tres de la tarde, ese que le da a Claudia para que se le quiten los micos que trae del trabajo y ese que se toma ella para llorar con cada una de las palabras que va diciendo. Lento, cuando para un poco la lluvia, comienza a decir “así llovía cuando me tocaba coger café” así se veía el cielo de color lila a las seis de la mañana en la finca en la que tenía que llegar todos los días, colocarse una canasta de mimbre grande para cargar kilos y kilos, hasta la casa del patrón que le caía y que ella juraba la iba a perseguir por el campo, dice con cara de seria, muy brava, porque donde lo hubiera hecho de un tirón lo devolvía o porque como no lo hizo no entiende por qué. De lila se ponía el cielo, un poco más oscuro a las cinco de la mañana cuando tenía que ir a robar plá-

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Diario de Ruby tanos porque el papá la mandaba, ay papi, y es que un día me pillaron y yo no sabía qué hacer, yo salí corriendo y el hermano del dueño de la finca me persiguió por todo ese pastal, por todas esas flores Ruby corría, usted dirá, como esta gorda iba a correr más bien rodaba, pues no papi, es que yo estaba tan linda que más de una vez fui reina de algo en las fiestas del diablo, pero bueno, la cosa es que yo corría hasta que me cogió y me dijo, pues si se deja tocar, no le hago nada. Que ja, que ni boba se fuera, yo le dije tome sus plátanos y me fui para la casa. Pa’ saber pues, las cosas del cielo, que después yo iba a empezar a charlar con ese muchacho y ahí sí que plátanos no me faltaron, mientras suelta una carcajada grande porque Ruby picarona le dice Claudia, con sus piernitas al aire se le salen más lagrimitas, de tanto reírse con los dos muequitos que tiene en la boca se le siguen saliendo más lagrimitas y más lagrimitas y más lagrimitas, de pronto porque ya dejó de llover del todo, porque se le fue el aliento de tanto reírse, o porque se acordó de algo muy bueno que le pasó, o de algo muy malo que le pasó, o de todo lo que le pasó y no la deja parar de llorar, pero que así como llora, así mismo se ríe. Ruby que con cada uno de los ingredientes que hecha a la olla cuando hace arroz con leche pareciera echándole azúcar a todas las heridas que la hacen llorar todas las mañanas, porque está lejos, por los hijos que tiene, los que ya no tiene y por los que no tuvo. Que quién diría que con unos zapatos de talla 34 se pudieron recorrer mil hectáreas de selva tras las neblinas grises de las montañas por las que corría. Ruby llora, escondida en el baño de atrás para que nadie la vea despeinarse y cuando sale se pasa una peinilla, pone los ojos de punta y dice uish, ya salió para misa la creída de arriba, pa qué será que es que se va tan temprano, más bien debería demorarse otra media hora y vestirse mejor, porque es que hoy si va medio feíta. Ruby tan aseñorada, que crío niños de media circunvalar e hizo trabajo de parto en una bañera de cerámica con manijas de plata, escondida de la patrona y del papá por ocho meses con ruanas grandes que al final ya de nada le iban a servir, se para de la silla en la que se tira todas las tardes y se va

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a misa, para seguir llorando con algún salmo que le parece muy lindo, para venir a reírse de la vecina que se fue feíta y para hacer un chocolate dulce que nos cure a todos las heridas, a las ocho de la noche, para volver a empezar al otro día.

El fin

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Brujas textiles Pereira

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