Laberinto
David Toscana Condenados a la libertad página 2 Braulio Peralta Calderón: la vida es culpa página 3 Manuel António Pina Poesía página 3 Heriberto Yépez La crackificación página 12
N.o 585
sábado 30 de agosto de 2014
Escribir, ¿para qué?
Santiago Gamboa página 9 GERARDO SUTER
Fondo de Cultura Económica
Ocho décadas Sandra Licona Gerardo Ochoa Sandy Páginas 4 y 5
Testimonios de José Carreño Carlón Joaquín Díez–Canedo Consuelo Sáizar Gonzalo Celorio Enrique González Pedrero Páginas 6 a 8
MILENIO
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MILENIO
antesala DE CULTO
Marco Lagunas b marcglan@yahoo.de GEMÄLDE VON BEESE, 1820
Condenados a la libertad TOSCANADAS
David Toscana dtoscana@gmail.com
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n su Leviatán, Hobbes decía que el peor enemigo de la monarquía eran los libros que hablaban de la Grecia y Roma antigua. “De la lectura de dichos libros, a los hombres les viene gana de matar a sus reyes, porque los escritores griegos y latinos, en sus libros y discursos sobre política, lo convierten en algo lícito y encomiable para cualquier hombre, siempre y cuando antes de matarlo le llame tirano”. Hobbes era partidario del poder absoluto, por eso decía: “No puedo imaginar algo más perjudicial para la monarquía que permitir que esos libros los lea el público”, y sugería que algunos censores les quitaran el veneno, pues las ideas democráticas eran como la hidrofobia. El mismo Platón no estaba en buenos términos con buena parte de sus clásicos de la literatura ni con los poetas en general, pues en sus obras representaban personajes con debilidades e inclinaciones nocivas. Pintaban a los dioses como seres caprichosos o moralmente desviados. En las narraciones aparecían hombres injustos y felices. Las tragedias hacían que el público experimentara emociones superfluas. Por eso había que censurar a los escritores y obligarlos a enaltecer los buenos valores. Hobbes y Platón caían en una muy conocida trampa del ego. Ambos habían leído la literatura que criticaban, pero ellos eran lo suficientemente
inteligentes para no dejarse contaminar. La paradoja está en que ellos eran lo suficientemente inteligentes precisamente porque habían leído esos libros que deseaban erradicar. Lo mismo pasaba con el Index Librorum Prohibitorum. Los libros prohibidos formaban la parte más interesante de la biblioteca del Vaticano. Sin duda papas, cardenales y teólogos abrevaban en ellos, gozaban con ellos; pero el clero estaba vacunado contra su mala influencia. En cambio los desorientados lectores podían perder la fe, la vida eterna y las ganas de aportar el diezmo. Cada uno en su versión, a Hobbes, Platón y la Iglesia les gusta el totalitarismo. Por mucho que quisieran razonar sus ideas, sus conclusiones sobre lo moralmente bueno se ajustaban a lo que más les convenía, a un modo de organización social que tuviera privilegios arriba y obediencia abajo. Hizo falta una gran cantidad de libros censurables para mandar a esta gente al diablo. Un batallón de filósofos, poetas y novelistas enseñaron al hombre que debía ser libre. Y una gran cantidad de lectores inteligentes y con agallas llevaron a la práctica esta idea revolucionaria. Hoy, el antropoide promedio no sabe qué hay de grandioso en el “Pienso, por lo tanto existo” de Descartes. Ni se le ocurriría que para escribir la dicha frase había que huir de Francia y meterse en Holanda. Ni entiende que somos consecuencia de una reacción en cadena que surgió con esa chispa. Hoy, la cosa se ha vuelto extrañamente macabra. Quien desde el poder comparta las ideas platónicas, hobbesianas o clericales sobre el autoritarismo, sabe que debe predicar la libertad, la democracia, la igualdad. Sartre tenía razón al decir que el hombre está condenado a ser libre. Lo que no dijo es que esto incluye la libertad de adormecer el espíritu y comportarse exactamente igual que si no fuese libre. Así, sin necesidad de prohibiciones, censuras y persecuciones, se volvieron inofensivos los libros que incomodaban a Hobbes, a Platón y al Vaticano. L
August Klingemann
La identidad de la identidad
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uan Salchicha entra en escena seguido de malos músicos de pueblo, quienes tocan con buen ánimo a Mozart. Lleva el ritmo con los dedos y la cabeza pero no se escucha nada. Con cambiantes gestos de desagrado, anuncia que representará el papel del coro. Se da cuenta del desconcierto y para justificarse hace observaciones interesantes sobre el oído musical. Nos dice que las disonancias están ahí, y se enreda en un disparatado discurso sobre el ser y el no ser de la música, refiriéndose en específico a la afirmación de Münchhausen según la cual “los sonidos se congelan en el Polo Norte, y solo pueden descongelarse y ser audibles en las cálidas tierras del Sur”. Entre la audiencia, algunas gentes cultivadas se incomodan, opinan que todo son habladurías. Juan Salchicha recurre al viejo argumento de “la apariencia” y “la duda”. Con falsas lágrimas y tono de confidencia comienza a contar la vida del titiritero. Intenta desenmascararlo. El señor Bonaventura no es el verdadero autor de Las vigilias (1804). En realidad es un buen ciudadano soñado por su… Los hilos se tensan; todo está permitido, menos satirizar al autor. ¿Qué pasaría si la obra se desbordara? Pero Don Juan tiene un as bajo la manga: hablará del autor real como si fuera el ficticio y del ficticio como si fuera el real, y los mezclará hasta llegar al ser del autor… o de la nada. Así pues Kreuzganges, un niño extraño encontrado dentro de un cofrecillo de tesoro, un vigilante nocturno dantesco, un zapatero trascendentalista a lo Jakob Böhme, un Hamlet melancólico que prueba la fugacidad del amor en el manicomio… El autor ficticio (1777–1831), por su parte, ha hecho bien en renunciar a la autoría de la obra. ¿De qué otra manera habría podido defender su yoisidad de la censura y el escándalo? ¿Cómo hubiera podido evitar las acusaciones de idealismo, romanticismo, nihilismo, ateísmo, cinismo…? A los 16 años ya estaba arriba de un escenario, pero
EX LIBRIS
sus padres lo bajaron a palos para que estudiara Derecho. Se fue a Jena donde tomó clases con Fichte, Schelling, W. Schlegel, y se hizo amigo de Clemens Brentano. Reflexionó sobre el yo subjetivo y el objetivo. Participó en el primer número de la revista Memnón (1800). Dejó los estudios y regresó a Brunswick para escribir en el recién creado Periódico para el mundo elegante (1802). Se burló del mal gusto de A. Kotzebue, G. Merkel e Iffland. Desempeñó un puesto burocrático hasta que sus obras de teatro comenzaron a tener éxito, entre ellas una sobre Hernán Cortés y otra sobre Colón. También ahí su vena satírica se asomaba, pero de manera tan tímida que el tiempo la convirtió en silencio. Dos siglos después se descubrió que sí había alguien detrás de Bonaventura. Y si uno tuviera que describirlo diría que no solo el disfraz de sereno le sentaba de maravilla, sino también la peluca de Lessing, el gesto de terror de Laocoonte, las máscaras de W. Hogarth, los zapatos de Kant, la nariz de Goethe, la frente de J. Paul, la tos de Tieck, la barba postiza a lo Darwin (el viejo)… el humor de Klingemann. L Jacques Louis David bEKO
MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Coedición: Roberto Pliego, Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
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antesala
Explanada
Calderón: la vida es culpa
¿Qué fue de todo aquello que no parecía tocado por los valores consagrados? Se ha convertido en otro valor de intercambio POESÍA
A SALTO DE LÍNEA CONACULTA
Manuel António Pina
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n aquel tiempo hablabas mucho de perfección, de la prosa de versos irregulares donde cantamos sentimientos irregulares. Envejecemos todos, tú, yo y la discusión, ahora lees saramagos & cosas así y ya no me quedo a oírte como antaño mirando tus piernas que subían despacio hasta un sitio oscuro dentro de mí. El café ahora es un banco, tú, profesora de liceo; murió el Che y Bob Dylan se hartó de dinero. Ahora tus piernas son cosas útiles, andantes, y no caminos por andar como fue antes. (Nota y traducción: Marco Antonio Campos y Rodolfo Mata)
ESPECIAL
M
anuel António Pina (Sabugal, 1943–Oporto, 2012) fue periodista, dramaturgo, guionista, ensayista pero principalmente poeta y autor de obras infantiles. Se formó y ejerció como abogado, fue técnico en publicidad y finalmente se dedicó al periodismo en el Jornal de Notícias como redactor, editor y cronista. Recibió numerosos premios por las distintas facetas de su obra y en 2011 fue galardonado con el Premio Camões, el mayor premio de la lengua portuguesa otorgado a quienes han contribuido a su difusión. Entre sus obras destacan A guerra do tabuleiro de xadrez (1985, teatro), O Inventão (1988), O meu rio é de ouro (1995, literatura infantil); Nenhum sítio (1984), O caminho de casa (1988), Um sítio onde pousar a cabeça (1991), Cuidados intensivos (1994), Atropelamento e fuga (2002), Os livros (2005, poesía). Alguna vez dijo: “Lo que no es hecho con placer, raramente suscita placer”. El poema que publicamos pertenece al libro Onde pousar a cabeca (1991).
Escena del montaje de Valdés Kuri
Braulio Peralta juanamoza@gmail.com
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ntre más quiere entender menos comprende: porque un auto sacramental barroco es cualquier cosa, menos realidad. Los elementos de la naturaleza transitan en el escenario en aparente armonía, alrededor de ese hombre que dicen Dios encarnó para crear, caer y redimirse. La tempestad arranca. Calderón de la Barca escribió el drama La vida es sueño en 1636, y en 1673 —ya ordenado sacerdote— lo rehizo como un auto sacramental que el director Claudio Valdés Kuri escenifica por primera vez en México. Nadie trate de saber nada sobre la creación, caída y redención del ser humano si no conoce el lenguaje barroco, alegórico y metafórico, la religión o la teología: no basta con la fe. No. Pero puede asistir al teatro a observar la evolución de la conciencia del individuo, atrapado entre el Albedrío y el Entendimiento. Y su contraparte: la serpiente y el ángel caído, esas “fuerzas del mal”, y sacar sus conclusiones. Valdés Kuri apostó por un estilo actoral —hasta sus últimas consecuencias—, sí, pero razonado, respetando el verso, el canto, el baile y la música. Calderón describe en otra de sus obras —La segunda esposa— al auto sacramental: “Sermones puestos en verso, en idea representable, cuestiones de la sacra teología que no alcanzan mis razones a explicar ni comprender”. Más de año y medio de ensayos antes de estrenar, para abordar un texto barroco que gracias al montaje es agua cristalina, ahí donde el
hombre pierde sus sentidos y donde “el mal” hinca sus dientes para sacarlo de la órbita del “bien”: un espectáculo infinito. Trece hombres que se transforman en lo femenino y lo masculino. Seres humanos que se pierden entre lo aparente e ilusorio, entre la fe y la pérdida de creencias, entre el miedo y la culpa, entre la moral religiosa o la verdad de la ciencia. Con Calderón, Valdés Kuri nos deja atribulados en la elección personal: si Dios es el agraviado, la culpa humana es infinita. O no: satisfacción infinita, sin el temor de Dios. El público puede elegir, según su cultura. Se sabe que los autos sacramentales se hicieron por el amor a Dios, sin restricciones ni pensamientos en contra. No en balde el Estado los prohibió en 1765 por aquel imperativo de creer o creer: imposible cambiar a los temerosos de Dios. Pero la dirección escénica es una sorpresa más allá de lo religioso. Actores que son actrices, que son músicos, que son bailarines, que son cantantes, que son extraordinarios en la significación de la palabra, que son arte actoral sin restricciones de ningún prejuicio. El sacrilegio de actuar para lavar al hombre de la ofensa (Agua), ser materia del sacramento (Tierra), ser el verbo santificador (Aire) y símbolo de amor (Fuego). No sería difícil entender un texto complejo como La vida es sueño si fuera cierto que México es barroco. Si es cierto, como dice Nietzsche, que “el estilo barroco surge cada vez que muere un gran arte”, loas al gran arte de Valdés Kuri y su equipo. Este fin de semana, últimas cuatro funciones en El Galeón. L
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de portada
80 años de ideas y empeños El Fondo de Cultura Económica nació el 3 de septiembre de 1934 en un local ubicado en Madero 32, en el corazón de la Ciudad de México. Conviene celebrarlo pero también repensarlo. Su historia y su futuro como institución cultural, más que editorial, corre a lo largo de estos textos LECCIONES DE UNIVERSALIDAD LATINOAMERICANA Sandra Licona
T
odos los que en los últimos 80 años fuimos universitarios o amantes de los libros tenemos una genealogía de la lectura que invariablemente está vinculada al Fondo de Cultura Económica. El escritor y crítico literario Julio Ortega, profesor de Literatura Latinoamericana en Brown (Estados Unidos), narró muy bien —y emotivamente— su parentesco con esta casa editorial durante su participación en el Congreso Internacional del Mundo del Libro, con el que el Fondo celebró sus primeros 75 años en 2009: “Cuando al comienzo de los años sesenta empezábamos a ser lo que seríamos, en la Universidad Católica del Perú los jóvenes de mi generación tuvimos un primer término de referencias en la librería del Fondo de Cultura Económica, cuyo catálogo fue un curso completo de americanismo creativo y crítico, una verdadera lección de universalidad latinoamericana. El catálogo del Fondo era una novedad permanente y casi un currículo completo, que complementaba y a veces actualizaba los programas de la universidad”. En aquella sesión, Ortega recordó el asombro que les provocaba la lectura de los tratados de Auerbach, Linton y Jaeger que dictaba Onorio Ferrero, historiador italiano de la cultura, un renacentista que emigró a Perú, “de cuyo curso fuimos todos instructores imberbes, capaces de iniciar con la Ilíada, nada menos, nuestro lugar en el simpósium. Pero fuera de clases, en la librería del Fondo esas lecturas eran puestas a prueba por la deslumbrante memoria americana de su promesa”. A ocho décadas de que Daniel Cosío Villegas hiciera posible la aventura editorial del Fondo de Cultura Económica, a fin de ofrecer materiales bibliográficos a los estudiantes de la recién fundada Escuela Nacional de Economía, libros de formación y debate, principalmente traducciones, esta casa no solo sigue siendo un sello vinculado a la educación superior, con un genuino interés por el fomento cultural y fiel a su misión de publicar obras clásicas y del pensamiento contemporáneo; también se ha convertido en un faro de la industria editorial latinoamericana no solo por el número de títulos que conforman su catálogo —cerca de 10 mil, de los cuales más de 6 mil están vigentes, circulando, y que casi abarcan todas las ramas del saber, además de mil títulos en formato electrónico— sino
también por su cadena de librerías —24 en todo México y 10 filiales en el extranjero—, que la han consolidado como una institución que trasciende la historia y la cultura mexicanas. El significado y la importancia del Fondo está en sus libros y sus autores; juntos conforman una especie de mapa de la historia cultural de México y de otras naciones, una cartografía del pensamiento universal. De ahí que su catálogo siga ofreciendo libros que son imprescindibles en el campo de la economía y la filosofía como Leviatán de Thomas Hobbes (1940), La rama dorada de James George Frazer (1944), Economía y sociedad de Max Weber (1944) —que acaba de reeditarse con un nuevo prólogo— y La democracia en América de Alexis de Tocqueville (1957) —para la reimpresión de este volumen, que estará listo el próximo año, se ha partido de cero con traducción a cargo de Jesús Héctor Ruiz Rivas, quien en 2012 ya se ocupó de otro clásico: Las formas elementales de la vida religiosa de Émile Durkheim—. Esta nueva versión contará con un estudio introductorio de Jesús Silva-Herzog Márquez. Por otro lado, el Fondo ha recuperado recientemente la segunda versión en español que Wenceslao Roces hizo de El capital de Karl Marx. El nuevo texto tomó en cuenta las críticas que en su momento mereció la primera versión de Roces, a fin de lograr una lectura clara y gozosa del que tal vez sea el libro sobre asuntos económicos más importante de la historia. Otro ejemplo de un título imprescindible que el Fondo busca mantener vivo es Fenomenología del espíritu de Hegel —que también en los años sesenta tradujeron el propio Roces y Ricardo Guerra—. Gustavo Leyva está a cargo de esta nueva edición, para la que no solo revisará el texto en español sino que agregará notas y apéndices, en parte provenientes de la edición alemana publicada bajo el sello de Felix Meiner. Una vez cubierta su vocación de traer al país, y a la lengua española, el conocimiento universal con libros de economía, ciencias sociales y humanidades, publicando traducciones de la cultura occidental en colecciones como Tierra Firme y Biblioteca Americana, buscando un diálogo con Hispanoamérica, el Fondo ha contribuido también a conformar el canon de la literatura mexicana publicando libros emblemáticos desde la segunda mitad del siglo XX. Ahí vieron la luz Libertad bajo palabra (1949) de Octavio Paz; Confabulario (1952) de
La sede en Picacho-Ajusco
Los dos primeros libros, publicados en 1935: El dolar plata de William P. Shea (traducción de Salvador Novo) y Karl Marx de Harold Joseph Laski (traducción de Antonio Castro Leal). Juan José Arreola; Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo; La región más transparente (1958) y La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, y La experiencia literaria (1962) de Alfonso Reyes, por mencionar solo algunas de las obras que han enriquecido el catálogo de la editorial. En la historia del Fondo no podemos pasar por alto a personajes entrañables como Alí Chumacero, para quien esta editorial fue su casa por más de 50 años; Arnaldo Orfila, Joaquín Díez-Canedo, José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Salvador Elizondo, Martí Soler, Carlos Pellicer, Ramón Xirau, José Gorostiza, Efraín Huerta, Sergio Pitol o Adolfo Sánchez Vázquez, una larga lista, incompleta e injusta, que no vería fin en estas páginas.
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de portada DIRAC. INGENIEROS CONSULTORES
BATALLAS CULTURALES Gerardo Ochoa Sandy HERMANOS MAYO
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En el trayecto de sus 80 años, esta editorial también ha tenido muchas casas que vale la pena recordar. Fue a principios de los años cuarenta cuando el Fondo inició la comercialización directa del libro producido, al instaurar un pequeño mostrador en sus oficinas de la calle de Pánuco, como se asienta en el libro Historia de la casa. Fondo de Cultura Económica (1934-1994), de Víctor Díaz Arciniega. En 1954 se inauguró la que sería su sede en Avenida Universidad y Parroquia, cuando inició operaciones su primera librería propia, llamada precisamente Daniel Cosío Villegas, y que funciona hasta la fecha. Su espacio actual es una obra del arquitecto Teodoro González de León, inaugurada en 1992, en la carretera Picacho-Ajusco, en medio de El Colegio de México y la Universidad Pedagógica Nacional. El Fondo no solo ha crecido en número de colecciones —más de 20, algunas señeras como Letras Mexicanas, Tierra Firme, Tezontle, La Ciencia para Todos, A la Orilla del Viento y Breviarios— sino en redes de distribución. En 1945 nació su primera filial en Buenos Aires, Argentina. Seguirían otras en Chile, Colombia —cuya sede se transformó en el Centro Cultural Gabriel García Márquez en 2008—, Venezuela, Perú, Estados Unidos, Brasil, Guatemala y, próximamente, Ecuador. En esta trascendencia destaca la llegada del Fondo a España, en 1963, bajo la dirección de Javier Pradera, quien murió en 2011. En aquellos tiempos del franquismo, en los que no había relaciones diplomáticas con México, la presencia del Fondo supuso un empuje intelectual de gran importancia en una España que sufría los estragos y las secuelas de la Guerra Civil y la censura. Se beneficiaron entonces generaciones de estudiantes y profesores, quienes pudieron leer a los grandes economistas. Mención aparte merece la colección Breviarios, con la que el Fondo tuvo gran éxito, pues fue la primera editorial en impulsar el libro de bolsillo. El Fondo de Cultura Económica ha sido un enlace intelectual entre México e Hispanoamérica. Se ha convertido en una editorial veterana y joven a la vez. Dado que su presencia es cada vez más importante en el campo editorial nacional e internacional, se ha modernizado, pero sin dejar de ser esa trinchera cultural que ha apostado, como dijo Julio Ortega hace ya un lustro, por un lector a la medida de su propuesta. Esta editorial celebra su cumpleaños 80 con un reto que le han impuesto sus autores y lectores: recobrar el liderazgo latinoamericano en la tarea de lograr, con sus librerías y filiales, que sus libros y escritores circulen en toda América Latina. L Sandra Licona es periodista. Tiene a su cargo el área de prensa del FCE.
as batallas culturales del Fondo circulan por ocho décadas de la historia de México. En ellas está el registro de la apuesta por el libro, el impulso a la educación universitaria, la construcción de una vida pública, la defensa de la libertad de expresión, el latinoamericanismo y el laicisimo cultural. A principios de los años treinta, Daniel Cosío Villegas identifica, junto con otros intelectuales, que México requiere economistas, sablea a diestra y siniestra en pos de recursos, nadie cobra un centavo en el arranque, los libros se hacen sobre las rodillas. En tal precariedad, la decana institución cultural del siglo XX en México se asienta en las bases de dos predecesores ilustres: el Ateneo de la Juventud y la cruzada educativa de José Vasconcelos, que incluye la publicación de 17 obras de la cultura universal con un tiro de 25 mil ejemplares: los clásicos verdes, en alusión al color de sus portadas. México olía a pólvora, el censo de 1921 documentó que la población había disminuido de 15 millones 200 mil habitantes a 14 millones 300 mil. De ese total el 62% era menor de 15 años, el 70% habitaba en zonas rurales y el 75% era analfabeto. La apuesta de Cosío Villegas era una desmesura pero el azar de la historia pone de su parte: el Fondo recibe al exilio español y la editorial alcanza proporciones inauditas. El Fondo gana la primera batalla. Arnaldo Orfila Reynal asume la dirección en 1948, cuya primera sede en el exterior había fundado en Buenos Aires, y le otorga al Fondo proporciones latinoamericanas. La cruzada, hacia el mar abierto de los lectores, cristaliza en dos colecciones icónicas, Breviarios y Colección Popular. La impecable faena del argentino orilla a la Junta de Gobierno del sello a ratificarlo. De manera natural, la irrupción del socialismo latinoamericano y de las gestas revolucionarias en el mundo encuentra cobijo en el FCE. En 1961 el Fondo publica Escucha, yanqui, de Charles Wright Mills. El panfleto, loa a la revolución en Cuba, confronta a Estados Unidos desde la dimensión simbólica. México también es tema de reflexión para Orfila Reynal, que en 1964 lanza Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, retrato de las condiciones de pobreza en la Ciudad de México. La Sociedad de Geografía y Estadística, instrumento de Gustavo Díaz Ordaz, denuncia al Fondo con el argumento idiota de que el libro denigra a México. La polémica es quizá la más importante en la historia cultural del siglo XX mexicano y es tal el repudio que el fallo de la PGR confronta al autoritarismo presidencial: “La opinión pública no ha generalizado un juicio condenatorio sobre el libro de Lewis y sería difícil, en tales condiciones, hablar de que se ha ultrajado a la moral, si hombres llenos de cualidades intelectuales y de valía social se han pronunciado en defensa del libro y contra la pretensión de que al autor y a los editores se les sancione penalmente”. Díaz Ordaz, sin más, ordena el cese de Orfila. La respuesta es inmediata: nace Siglo XXI Editores. El Fondo perdía una batalla, la perdía México, pero luego de la penosa gestión de Salvador Azuela vuelve a sus bases. En su breve periodo, Antonio Carrillo Flores reconstruye el vínculo con la comunidad intelectual y nombra a Jaime García Terrés director de La Gaceta. Francisco Javier Alejo López y Guillermo Ramírez Hernández retoman el paso durante el echeverriato y blindan al sello con los nombramientos de Alí Chumacero como gerente de producción y de García Terrés como gerente editorial. La designación en 1978 de José Luis Martínez como nuevo titular es el retorno a los orígenes. Lo sustituye en 1982 García Terrés y el Fondo se orienta hacia la línea literaria e intelectual de Octavio Paz, por cuestiones de afinidad. En el salinato, Enrique González Pedrero es director durante un año, realiza un diagnóstico que revela las flaquezas. Lo sucede Miguel de la Madrid, quien concreta la evaluación: la desmesura en el programa de contrataciones es tal que se requerirían seis años para concluirlo, el inventario de libros en bodega alcanza los 13 millones de ejemplares, las prestigiosas filiales vegetan en crónicos números rojos. El Fondo enfrentaba una nueva batalla: la de la eficiencia.
Daniel Cosío Villegas, 1940
En 2000, Vicente Fox tira al PRI y designa a Gonzalo Celorio director del FCE pero luego de un año es sustituido por Consuelo Sáizar, editora con una amplia red de contactos en la comunidad cultural y vinculada a la líder del SNTE, Elba Esther Gordillo. A pesar del desastre financiero de las filiales, Sáizar apuesta por los centros culturales, lo que implica cuantiosos gastos de inversión. Le parece también que el Fondo debe competir con el Instituto Cervantes y busca que se ocupe de la enseñanza del español, se convierta en una distribuidora internacional y paladín de la diplomacia cultural. A Sáizar, nombrada presidenta del Conaculta, la sucede Joaquín Díez-Canedo, quien concreta la transición digital de la editorial. En 2012 el PRI regresa a Los Pinos y José Carreño Carlón es nombrado el nuevo titular del FCE. El Fondo cumple 80 años. El ideario original sigue vigente y los retos son, básicamente, de instrumentación, en el contexto del imparable cambio tecnológico. La manía de los centros culturales es un dispendio pues no contribuyen a lo esencial: la venta de los libros, más viable a través de Internet. Es verosímil, realizada esta faena, que el Fondo se consolide como distribuidora de otras editoriales, para lo cual basta una sobria red de oficinas. Si el Fondo aspira a darle a su latinoamericanismo un empujón más, debe hacerlo junto con la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, puntales en la difusión de la cultura de México en el exterior. Solo así se justificaría que se abriesen o consolidasen centros culturales en donde se requiera y no solo por la pompa de la imagen. Lo confirma el centro cultural del FCE en Guatemala, el más modesto y el más relevante, pues es el recinto de tal índole más importante de ese país, con quien compartimos frontera y problemáticas como la migración. Hay un aspecto crucial que la consulta organizada por el Fondo en esta conmemoración no registra, según se infiere de la información en medios, y que le corresponde por naturaleza y a resultas de su evolución: la discusión de los grandes problemas de México y América Latina. Cosío Villegas asentó que los latinoamericanos no nos conocemos, y seguimos sin hacerlo. El Fondo tiene, por su jerarquía intelectual y ética y por una llana cuestión de congruencia con su origen, que contribuir a la reconstrucción del diálogo público, derivación natural de la vida pública que Cosío Villegas fundó. El cómo debería ser parte de tal conversación. Esa es la nueva batalla del Fondo; esa es su tierra firme. Ojalá la inicie. L Gerardo Ochoa Sandy es autor de 80 años: las batallas culturales del Fondo, e-book publicado por el naciente sello editorial Nieve de chamoy.
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El FCE visto por sus directores En estas páginas concurren cinco de los últimos seis directores de la que sin duda es la más sólida institución cultural de México. Fueron entrevistados pero, excepto con José Carreño Carlón, hemos optado por ofrecer versiones a manera de testimonios para hacer oír mejor sus voces individuales ARTURO BERMÚDEZ
¿Cómo? Entre otras cosas, con nuevas filiales no solo en los países sino en las regiones de habla hispana, porque el mundo del libro en español ya trasciende las fronteras tradicionales. En Estados Unidos hay alrededor de 12 millones de mexicanos —si fuera un estado de la República sería el segundo más grande, después del Estado de México—. Entonces tenemos que impulsar una mayor presencia del Fondo en el mundo de habla hispana, manteniendo o recuperando el liderazgo de los tiempos fundacionales. En este sentido, este mismo año tendremos la filial de Ecuador, con lo cual cubriremos toda la costa del Pacífico de América del Sur —tenemos ya filiales en Bogotá, Lima y Santiago de Chile—. También estamos presentes en la costa del Atlántico, en Venezuela, Brasil y Argentina, donde se creó la primera filial del Fondo. En Centroamérica estamos en Guatemala y estamos también en España y Estados Unidos. ¿Qué otras cosas quedan por hacer en el Fondo, nuevas plataformas, reediciones? Quienes han participado en la consulta (el Fondo planteó a sus lectores la pregunta “¿Qué esperar del FCE al inicio de sus 90 años?”) nos han dicho que hay que trabajar mucho en redes de bibliotecas. Debemos digitalizar la oferta de todo nuestro catálogo, tanto en la plataforma impresa como en la digital —este año se van a completar los primeros mil títulos en la plataforma digital, con lo que estaríamos llegando a la quinta parte del objetivo, porque el catálogo vivo del Fondo en el mercado tiene poco más de 5 mil—. También tenemos que poner en esta plataforma los libros que están fuera de circulación, algunos clásicos del catálogo histórico que resultan difíciles de consultar en las bibliotecas porque hay muy pocos ejemplares o están en condiciones de conservación que dificultan su manejo. Ese es un reto que nos hemos propuesto vencer en los próximos años.
El actual director del Fondo asumió su cargo en 2013
José Carreño Carlón
EL RETO DE GENERAR NUEVOS LECTORES
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ara José Carreño Carlón, dirigir el Fondo de Cultura Económica es una continuación de su trayectoria profesional en los medios de comunicación impresa y, sobre todo, un constante desafío con una serie de retos, de los que habla en la siguiente charla. ¿Qué representa el Fondo de Cultura Económica en la historia de México? Desde que nace, en 1934, el Fondo empieza a conectarse con las fuentes de producción del conocimiento de todo el mundo, ya sea traduciendo y poniendo a circular en español las obras fundamentales del pensamiento o bien las obras que se producían en las entonces nuevas disciplinas como la Economía, que es su vocación inicial. El Fondo conecta a México con todos los países de habla hispana en la difusión del conocimiento universal. Durante el franquismo y las dictaduras militares en América del Sur, el Fondo representa la presencia del México más libre en el pensamiento, en la expresión y la difusión del conocimiento y la cultura, porque sus libros llegan a muchos de esos países —comenzando por la España de Franco— de contrabando, para vencer la censura. El Fondo significa entonces la presencia de México en todas las universidades de habla hispana. Era la editorial que les aportaba obras de las disciplinas más importantes, pero también textos de vanguardia que con frecuencia eran proscritos por las dictaduras. Por eso, casi no hay lugar en América Latina y en España al que uno llegue sin que profesionales que han sido presidentes, miembros de gabinete, que son académicos o escritores le digan: “Sin los libros del Fondo no podría haberme formado”.
¿Qué significa para usted dirigir el FCE? Es un reto muy importante tratar de estar a la altura de la historia del Fondo. Es un reto también enlazar su tradición de excelencia en el campo editorial con las nuevas formas de distribución del conocimiento. Hemos hecho grandes esfuerzos para aprovechar las nuevas plataformas digitales para relacionarnos con los lectores más jóvenes, incluyendo, por supuesto, a los niños y a los adolescentes. Los jóvenes son parte esencial en nuestra preocupación de utilizar todas las herramientas para generar nuevos lectores. ¿Qué otros desafíos encuentra en estos momentos? El principal es terminar la tarea que iniciaron el grupo de visionarios fundadores encabezados por Daniel Cosío Villegas: hacer que los libros de América Latina circulen en América Latina. Esto lo planteó él, describiendo la condición insular de nuestros países, resultado de la prolongación de la cultura colonial o poscolonial, como también se dice. Te pongo un ejemplo: para leer el libro de un autor publicado por una editorial chilena, hay que comprarlo en Chile porque a las trasnacionales no les interesan los autores que solo son conocidos o que solo circulan en sus países; no los llevan al resto del continente. Contra esto, en una época en que las comunicaciones eran escasas, luchó don Daniel. Ahora, con la posibilidad de transmitir textos e imágenes por la vía digital, tenemos la oportunidad de vencer las grandes distancias y hacer posible la circulación del pensamiento latinoamericano, de los libros latinoamericanos de una manera horizontal, sin esas taras de las herencias coloniales y poscoloniales. Ese reto, creo, estamos a punto de cumplirlo.
¿Cómo se inserta el FCE en una época en la que los grandes consorcios editoriales acaparan el mercado del libro en español? Ahí hay una historia que vale la pena resumir. El Fondo de Cultura Económica fue líder en la producción de libros en el mundo hispano, por las buenas razones de que era una iniciativa muy visionaria de México y por las malas razones, como decía hace un momento, de las dictaduras. El Fondo mantuvo su liderazgo por décadas, mientras la censura afectaba a las industrias editoriales de España y Argentina. Cuando termina el franquismo y resurge la democracia en España, resurge también la producción editorial. Pero con el tiempo ha perdido las virtudes que la distinguieron —los grandes editores, el cuidado de las traducciones, etcétera—. Las antiguas editoriales españolas pasan a manos de trasnacionales alemanas e inglesas y se impone el factor comercial. Estas trasnacionales, a partir de los años ochenta, comienzan a desplazar a la competencia, compran sellos locales y absorben los derechos de sus autores, pero no necesariamente para bien de la circulación de los libros y la difusión de sus autores, porque —salvo quizá Anagrama— la política de esos consorcios ha sido comprar las editoriales nacionales, secarlas, sacar a los autores con más ventas y hacerlos circular solo en sus países y acaso en la metrópoli española, sea Barcelona o Madrid. Esta situación es otro de los retos a vencer por todas las editoriales nacionales de habla hispana, muchas de las cuales han acudido al Fondo para que tracemos una estrategia común, quizás a través de coediciones, para asegurar su permanencia, para blindarse frente a los grandes consorcios trasnacionales. Por lo demás, creo que hay nuevas condiciones tecnológicas y de comunicación, para que todos, incluidas las trasnacionales, podamos concurrir de una manera más creativa y más productiva en beneficio del interés común de tener más lectores y, en nuestro caso, lectores más exigentes. L Entrevista realizada por José Luis Martínez S.
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de portada JAVIER GARCÍA
UNA AVENTURA VISIONARIA Joaquín Díez-Canedo
L
a creación del Fondo de Cultura Económica fue una aventura visionaria, hecha en el momento justo, con gente de enorme talento. Su historia está muy ligada a la historia del país, se funda en una época en que surgen otras instituciones importantes como Pemex, el Seguro Social y el Banco de México. Al principio, el Estado no tenía conciencia de que el FCE era algo suyo; la tuvo después, cuando corren a Arnaldo Orfila. Luego fue comprendiendo que el Fondo debe tener mucho campo de acción, mucha autonomía, que es una gran institución que en todo el mundo se reconoce como algo de México. Para un editor, dirigir el Fondo de Cultura Económica es la máxima aspiración, una distinción que yo agradecí muchísimo —Consuelo Sáizar abogó para que yo la sucediera en el cargo, lo cual le reconozco en todo lo que vale—. Es una responsabilidad muy grande, pero la asumí con gusto porque es la cima de una trayectoria editorial en México. Como director del Fondo, para mí —que soy un técnico— lo importante fue afinar algunas cosas que ya había empezado Consuelo, hacer que se consolidaran, que fueran avanzando gradualmente. Me preocupaba que las filiales en conjunto funcionaran bien, que fuera creciendo su facturación —de 6 pasamos a facturar 15 millones de dólares—. ¿Por qué sucedió esto? Porque había gente profesional al frente de ellas, porque había claridad en reimpresiones, en el envío de libros, en todo. Me tocó madurar el tema del libro electrónico, que ya había comenzado a desarrollarse con Consuelo. Dejé el Fondo con casi 500 libros electrónicos y una tienda en línea muy bien estructurada. En México, el Fondo fue el primero que comenzó a hacer libros electrónicos, el que capacitó gente para hacerlo; ese know how ya está resuelto. El Fondo no está amenazado. Si ese llega a ser un asunto importante, ya sabe cómo obtener los derechos para los libros electrónicos, cómo producirlos, cómo comercializarlos. Eso que a nadie le importaba —las filiales de las trasnacionales estaban esperando que sus matrices les dijeran qué hacer—, el Fondo lo hizo para darles otra plataforma a sus autores y satisfacer la demanda de la gente que busca libros electrónicos.
Joaquín Díez-Canedo (2009-2013)
Me parece fundamental la presencia del Fondo en el mercado editorial. Ha estado ahí desde hace ochenta años y ahí tiene que quedarse. Tiene sus lectores, tiene sus autores, tiene sus librerías. El Fondo es un activo que no es de los que trabajamos en el Fondo, sino un patrimonio del Estado mexicano. Su función es normativa y compensatoria, arreglar las cosas que están mal. Por ejemplo, quiero mencionar la colección La ciencia desde México. Todo el mundo publica a Stephen Hawking o a los grandes divulgadores norteamericanos, pero quién publica autores nacionales. Nada más el Fondo, y la UNAM, de pronto. Después de 80 años, el Fondo todavía tiene mucho qué hacer. Es una institución que ha sido
y es importante, porque se ocupa de cosas que a otros no les interesan. Cuando nadie traduce a un autor, el Fondo lo hace y luego se descubre que es un autor básico. Cuando de repente sale un Nobel desconocido, resulta que el Fondo tiene una traducción de él desde hace veinte años. Esto se debe a los profesionales de la edición, al consejo editorial que funciona en el Fondo de Cultura Económica. El Fondo le impone a la gente que trabaja en él su filosofía, su tradición. Esto es bueno y por eso creo que el Fondo cumplirá muchos años más. L Versión a partir de una entrevista realizada por JLMS.
HÉCTOR TÉLLEZ
Consuelo Sáizar (2002-2009)
UNIVERSIDAD DE LA EDICIÓN Consuelo Sáizar
E
l Fondo llega a los 80 años convertido en la gran institución del Estado mexicano, única a nivel internacional porque es una editorial, es una distribuidora, es una cadena de librerías, es una trasnacional, es una embajadora de México, es una universidad de la edición, es el lugar de donde se han nutrido generaciones enteras, es un catálogo canónico y es un catálogo atrevido —que ahora está en las plataformas electrónicas—, es una fábrica de ideas y es una fábrica de reflexión. El Fondo es todo esto. Si se sacara la genealogía de muchísimas de las editoriales, no solo en México sino también a nivel internacional, se encontraría
que el Fondo tiene que ver con prácticamente todos los catálogos. Del Fondo salieron, por ejemplo, Siglo XXI y Joaquín Mortiz en México, y Alianza Editorial en España, porque Javier Pradera fue director del Fondo en ese país. El Fondo es la editorial más importante de habla hispana, lo ha sido siempre. Fue concebida por los fundadores con un pensamiento de grandeza y nunca terminaremos de agradecerle todas las lecturas que ha puesto a nuestro alcance. Fue un proyecto tan generoso como amplio e incluyente. Todos los editores deseamos dirigir el Fondo y yo no era la excepción; lo excepcional es que
pude hacerlo. Llegar a la dirección del Fondo fue lo más grande en mi vida. En el Fondo, recuerdo con enorme satisfacción tratar de completar un catálogo que se propuso canónico desde la etapa de Arnaldo Orfila, pero también el deseo, aprovechando el talento de mucha gente que me acompañó, de tener espacios de distribución y librerías que se convirtieron en emblemas: en México, el Centro Cultural Bella Época, y en Bogotá el Centro Cultural Gabriel García Márquez. Otra cosa que me llenó de satisfacción fue haber diseñado la fuente editorial Fondo, eso me parece fantástico. El Fondo es una asociación de talentos, de proyectos, de propósitos, la posibilidad de continuar con lo que los antecesores iniciaron. Miguel de la Madrid le dio al Fondo una nueva solidez cuando se mudaron al Ajusco, y le dio también una gran proyección internacional. Nosotros, como dicen los ingleses, nos montamos en los hombros de los gigantes para seguir viendo el horizonte a la distancia. La parte electrónica también fue muy interesante: la venta electrónica, las librerías electrónicas, la edición electrónica. Asimismo, fue importante establecer una distribuidora panamericana, empezar a distribuir a pequeños editores en el extranjero, atender a los libreros trayéndoles editoriales de Sudamérica y España que no estaban suficientemente distribuidas en nuestro país. Me parecía que había que poner la enorme fortaleza y solidez que tiene la institución a la disposición de todos. El Fondo siempre ha estado a la vanguardia. A veces no nos percatamos de la importancia que le conceden en el extranjero. Es una de las pocas editoriales de Estado que perviven con una enorme libertad de edición, de publicación, y que además está siempre muy atenta a las cosas que suceden. Al revisar el programa para el 80 aniversario uno puede darse cuenta de la capacidad de convocatoria que tiene —y si se revisa el del 75 y el del 70 y todos los congresos que ha tenido el Fondo para reflexionar sobre el futuro del libro, sobre la propiedad intelectual, sobre las posibilidades electrónicas, puede advertirse su gran capacidad de convocatoria. A lo largo de estas ocho décadas, grandísimos editores han pasado por el Fondo. El cuidado y respeto a la edición es admirable, es una labor de resistencia y defensa de la patria de la ñ. El Fondo es el gran promotor del idioma, el gran espejo de la realidad latinoamericana, es la gran plaza pública donde se debaten y donde se publican las ideas. El Fondo tiene un catálogo muy cuidado, muy bien armado. Si se ve y estudia con cuidado, si se ven las colecciones y lo que se ha desarrollado a lo largo del tiempo, se observa que tiene una enorme congruencia y que es un reflejo de su tiempo. L Versión a partir de una entrevista realizada por JLMS.
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MILENIO
de portada ANA KAREN REYES VALDEZ
UNA INSTITUCIÓN CULTURAL
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Gonzalo Celorio
stuve a cargo del Fondo de Cultura Económica de 2000 a 2002, un periodo breve pero en el que surgió la colección Noema de ensayo, que publicó una buena cantidad de títulos. El Fondo cumple una función determinante en el ámbito de la lengua española. Su catálogo nutre, en gran medida, los planes de educación superior en ciencias sociales y humanidades de Latinoamérica y España. Nació en 1934 como un fondo de libros de la rama económica, que Daniel Cosío Villegas creía importante para los estudiantes de la Escuela Nacional de Economía. En 1939 amplió su espectro temático y de publicaciones. Editó literatura, sociología e historia, hasta convertirse en una especie de “fondo de cultura ecuménica”, como algunos solían llamarle, que rebasó fronteras y adquirió un papel relevante en la educación latinoamericana a través de sus filiales en el extranjero. Así, cuando la censura franquista limitó la edición, para España el Fondo fue una especie de ventana abierta al mundo y lo mismo ocurrió en Argentina. No pasó lo mismo en Chile porque Pinochet cerró sus puertas. En la época de Miguel de la Madrid se creó la colección La ciencia desde México, que poco después cambiaría su nombre por el de La ciencia para todos, en la que los científicos mexicanos elaboraron materiales de divulgación. También se abrió la colección de literatura infantil, con títulos de enorme calidad. Los momentos críticos también son parte de la historia del Fondo. Arnaldo Orfila fue expulsado de la dirección por publicar Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, y yo pasé por un asunto semejante, suscitado por la incomprensión gubernamental acerca del papel que el Fondo debía ostentar. Las presiones vinieron de la cabeza de sector: la Secretaría de Educación Pública. Para el régimen de Vicente Fox, el Fondo no debía subsidiar filiales en el extranjero. Su gobierno podía entender que se manejara con recursos fiscales y que no fuera rentable pero no que una institución mexicana mantuviera nuevas filiales en Argentina, Brasil, Perú, España, Estados Unidos, Venezuela o Colombia. Se pensaba que era una erogación gratuita cuando realmente le otorgaba a México un
Gonzalo Celorio (2000-2002)
liderazgo educativo; jamás entendió la rentabilidad cultural y política que aportaba al país. Me presionaron mucho para que las filiales fueran autosuficientes. Trabajé empeñosamente en eso y más o menos lo conseguí pero hay que tener en cuenta que una editorial de Estado no puede ser rentable (como no es rentable publicar a Sor Juana Inés de la Cruz o a Kierkegaard pero hay que hacerlo). Equivaldría a privatizarla. Hay que buscar un equilibrio, y eso no es tan sencillo, y como yo no tenía ningún vínculo político con el partido en el poder, carecí del apoyo necesario para cumplir cabalmente mi labor. Hoy el Fondo enfrenta un reto editorial: los nuevos soportes electrónicos. Tiene que ver de qué manera
cumple la función ulterior de cualquier publicación, que es la de establecer una relación estrecha entre el autor y el lector. Debe estar a la vanguardia de los nuevos mecanismos de publicación electrónica que, en algunos casos, sustituirán al papel pues, por naturaleza, el Fondo no es solamente una editorial de ventanilla que recibe originales para ponerlos en las librerías. Tiene la responsabilidad de buscar lo que es necesario publicar, debe estar atenta y sensible a lo que ocurre en el mundo. Antes de ser una editorial es una institución cultural. L Versión a partir de una entrevista realizada por Héctor González. HÉCTOR GONZÁLEZ
LAS IDEAS NUNCA SE ESTANCAN Enrique González Pedrero
L
legué al Fondo de Cultura Económica en 1955, cuando regresé de estudiar en Francia. Horacio Labastida me presentó con Joaquín Díez-Canedo porque estaba vacante la secretaría de El Trimestre Económico, que era entonces la mejor revista en su género. Después extendí mis actividades: fui traductor de títulos de economía, sociología y ciencia política. Preparé la introducción a La democracia en América de Tocqueville. Pude combinar mis actividades en el Fondo con mi ingreso a la cátedra. Aunque me separé de la editorial, siempre mantuve la relación a pesar de que me dediqué a la cátedra y a la política. Acompañé a Arnaldo Orfila en la creación de Siglo XXI, de modo que cuando fui invitado a la dirección del Fondo en 1988 no era ningún improvisado. Siempre he estado cercano al sello, he tenido ahí muy buenos amigos y hasta la fecha es la casa de mis libros. Me invitan a partir de mi carrera política. Después de trabajar en la campaña de Carlos Salinas de Gortari me ofrecieron varios trabajos pero preferí el del Fondo de Cultura Económica porque tenía ganas de regresar a mi carrera intelectual, quería volver a los libros y a mi biblioteca. Aparte, me daba la oportunidad de continuar la obra de Daniel Cosío Villegas y Arnaldo Orfila, y de relacionar a la editorial con América Latina. Realicé un intenso viaje por Sudamérica, establecimos vínculos con Brasil. Desgraciadamente, estuve poco más de un año pero ese lapso sirvió para reconectarme con el mundo intelectual. El presidente Salinas tenía la presencia de Miguel de la Madrid. Un día me comentó: “¿Qué te parecería el ex presidente De la Madrid en el Fondo?” Por supuesto, lo vi bien porque lo consideraba un hombre de ideas. A cambio, el presidente Salinas me ofreció algunas embajadas y me quedé con la de España bajo la condición de que fuera por poco tiempo. Siempre ha existido una relación inteligente entre el gobierno y el Fondo de Cultura Económica. Cada uno está en su tarea. Solo recuerdo el problema con Arnaldo Orfila, ocasionado por la publicación de Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis. En aquella época México tenía muchos problemas, eran los años sesenta. No era difícil que hubiera distintas opiniones sobre una obra que publicara el Fondo de Cultura Económica. Una discrepancia con el gobierno de Díaz Ordaz detonó la salida de Arnaldo Orfila. El Fondo siempre ha sido dirigido por intelectuales y gente de libros. Llega a los 80 años muy fortalecido, con mucho prestigio en Europa. A mí me tocó recibir, en su nombre, el Premio Príncipe de Asturias. El Fondo de Cultura Económica se enriqueció con la presencia del exilio español, gente que encontró aquí los canales
Filiales del FCE CENTRO CULTURAL GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Bogotá Buenos Aires Caracas Guatemala Lima Madrid San Diego, California Santiago de Chile Sao Paulo
Enrique González Pedrero (1988-1990)
para publicar, cosa que era imposible en la era franquista. La generación del medio siglo de la Facultad de Derecho de la UNAM, entre quienes estábamos Carlos Fuentes, Mario Moya Palencia y yo, tuvimos un gran maestro, Manuel Pedrozo, un hombre excepcional. Todas las etapas del Fondo tienen lo suyo. Daniel Cosío Villegas fue el fundador pero Arnaldo Orfila duró mucho tiempo y pudo continuar con el trabajo de manera adecuada. Cada director ha cumplido con su función, en parte porque el Fondo es una institución atenta a lo que pasa en el mundo entero. Dudo mucho que alguna otra empresa pueda estar más al tanto de lo que ocurre en el mundo que nuestra gran editorial. Es una institución de ideas y las ideas nunca se estancan. L Versión a partir de una entrevista realizada por HG.
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LABERINTO
en librerías
Arde la calle
Una reina en el estrado
Fabrizio Mejía Madrid SUMA México, 2014 206 pp.
A
lgunos lectores recordarán aquel informe presidencial en el que López Portillo llamó a los mexicanos a prepararse para administrar la riqueza. Recordarán también la caída del Muro de Berlín. Arde la calle se mueve entre estos dos márgenes, como un caudal que pasa por la década de 1980. Es una novela con vocación sociológica, no tanto porque pretenda “reflejar” una época sino porque sus personajes se arriesgan a definirla bajo cualquier circunstancia: ante la irrupción del punk, el uso obligatorio del condón, el terremoto de 1985, la derrota electoral de Cuauhtémoc Cárdenas.
Sobre el acantilado y otros relatos
Hilary Mantel Destino México, 2014 493 pp.
L
a Inglaterra de los Tudor es el escenario de esta novela basada en los últimos días de Ana Bolena. La fábula de intrigas hilvana el telar político de Thomas Cromwell como ministro de Enrique VIII y las pasiones del rey que rompió con Roma y creó su propia Iglesia. El conflicto, por supuesto, es la incapacidad de Ana para engendrar al heredero pero, también, los enredos amorosos de Enrique VIII con Jane Seymour y los “arreglos” de Cromwell para garantizar la seguridad de la nación. Esta novela se hizo acreedora al Premio Booker en 2012.
C
Adivina, o te devoro
e acuerdo con el filósofo alemán Ernst Cassirer, el hombre no debe definirse como “un animal racional” sino como “un animal simbólico”. Siguiendo esta idea, Pablo Soler Frost explora en este volumen “algo de la historia y del significado de los símbolos” o de su enigma, como reza el subtítulo. En su exposición, además de Cassirer, el autor se apoya en Baudelaire, Durkheim, Dante, León Bloy y Mircea Eliade, entre otros autores. Los colores, la svástica, las águilas de Roma y los símbolos de Cristo son algunos de los motivos que le permiten emprender su estudio.
Acción Nacional. Ayer y hoy
o es la pretensión histórica la que mueve a este libro; es la necesidad de definir al “panismo”. De modo que podemos esperar un poco de historia y un buen número de revelaciones personales pero, sobre todo, muchas reflexiones “sobre el impacto de la acción de los panistas en su partido y en la vida nacional”. Bravo Mena parece movido por el temor a que el PAN se convierta en un partido sin su ethos primordial. Las últimas páginas, “Momento actual y futuro”, miran hacia las elecciones de 2015 y 2018.
Hombre escribiendo en su estudio
N
ueve cuentos en los que sus personajes recurren sistemáticamente a la violencia para atraer o poseer lo que desean, historias en que la agresión es cotidiana, algo normal para esas vidas que también deben de lidiar con sus propias desgarraduras. Niñas coquetas, de una astucia sorprendente para dar una insólita vuelta de tuerca a sus circunstancias; hombres demasiado ansiosos como para esperar que las cosas lleguen o rudos padres de familia que inculcan buenos modales, son algunos de los seres que habitan este libro de la también autora de Malagato.
Los señores de la costa Carlos Tello Díaz Grijalbo México, 2014 179 pp.
E
l 2 de julio de 1968, Luis de Rivera y Gian Franco Brignone volaban una Cesna 172 al norte del río Cuixmala, en Jalisco. A lo lejos, tras las montañas, 14 kilómetros de costa se abrían virginalmente junto a selvas, manglares y acantilados. Era Careyes, la nueva niña bonita del Pacífico mexicano. El libro de Tello Díaz arranca con este hecho inaugural y, echando mano de testimonios, archivos y documentos, llega hasta nuestros días para ofrecernos una historia de éxitos y fracasos en la que el desarrollo turístico convive en paz con la protección de la naturaleza.
La comisión para la inmortalización
Luis Felipe Bravo Mena Grijalbo México, 2014 518 pp.
N
GUSTAVE CAILLEBOTTE
Josefina Estrada Cal y arena México, 2014 113 pp.
Pablo Soler Frost Fondo de Cultura Económica México, 2013 192 pp.
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AMBOS MUNDOS
Piel bandida
Gregor von Rezzori Sexto piso Madrid, 2014 181 pp. onocemos a Von Rezzori por su talento para concentrar la vida de sus personajes en un instante único. Ese talento es el mismo que apreciamos en estos tres relatos publicados en los últimos años del siglo XX. El primero es una estampa que anuncia el tránsito de un tiempo bello a uno en el que domina la vulgaridad. El segundo tiene el aspecto de un enigma policiaco pero es en realidad un apunte sobre la obra de arte llevada hasta el horror. El tercero ocurre en la Italia de las brigadas rojas y la guerrilla urbana, y puede leerse como una farsa política de malentendidos.
Escribir, ¿para qué?
John Gray Sexto piso España, 2014 248 pp.
A
finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con el triunfo del positivismo y de la revolución bolchevique el hombre se instalaba como el supremo creador, en tanto que Dios había muerto o simplemente nunca había existido. En el subtítulo de este curioso libro, La ciencia y la extraña cruzada para burlar a la muerte, se anuncia su aspiración. Los ingleses victorianos, por un lado, se acercaron al espiritismo. Los soviéticos, como el doctor Frankenstein, aspiraban a “recrear un organismo muerto”, nada más y nada menos que al mismísimo Lenin.
Santiago Gamboa Facebook: Santiago Gamboa-círculo de lectores
E
s una pregunta ritual para quienes vivimos de este oficio, algo que regresa cada tanto, como un siniestro búmerang. Hablo en plural porque supongo que a otros colegas les pasa lo mismo, esto de que la pregunta-búmerang vuelve y los golpea en la nuca o la frente, pero la verdad no estoy seguro. Me he pasado la vida diciendo que ser escritor consiste, sobre todo, en encontrar un modo original y nuevo de ser escritor, y ahora me sorprendo creyendo que hay problemas comunes a todos. Es contradictorio. Podría creer que solo a mí me vuelve esa pregunta y me golpea en la nariz, una y otra vez, si no fuera por las excelentes respuestas que he leído de otros escritores cuando les preguntan por qué escriben. Aunque no es lo mismo. Una cosa es cuando la pregunta emerge de tus tripas y te hace doler el estómago por un rato, y otra que alguien, micrófono en mano, te la haga. Yo creo, pero no puedo asegurarlo, que los escritores contestan frases ingeniosas para esconder sus verdaderos motivos. Porque un escritor oculta su verdad igual que un animal esconde sus heridas, con dolor y algo de vergüenza. Son tiempos difíciles para la mayoría y si uno sigue golpeando la tecla a diario es porque tiene buenos y secretos motivos. Más vale que así sea. A juzgar por su correspondencia, Faulkner escribía para hacerle añadidos a su casa y construir un cobertizo y ampliar los terrenos de su granja. Proust, supongo, quería dar testimonio del mundo frívolo
en que vivió y que tal vez nunca llegó a comprenderlo. A lo mejor escribió para vengarse de algo o de alguien, o incluso por amor. Hay una galería tan grande de seres adorables y ridículos en su obra que es difícil saber. No recuerdo qué escritor fue el que dijo “Sería mucho peor si no lo hiciera”, una frase tremebunda, que expresa muy bien el destino un poco triste de quienes escribimos. ¿Por qué escribía Hemingway? Para ser Hemingway, pues a pesar de que sus libros están algo olvidados su figura sigue siendo grande. Hemingway, con todo y disparo en la boca, es hoy más importante que sus libros. Lo contrario de André Gide, que escribía para conseguir muchachos, o incluso de Dostoievski, que escribía para jugar y pagar deudas de juego. Hay todavía gente que los lee, y que lee a Kafka y a Malraux, pero son pocos y pronto morirán. Sus nombres se recuerdan pero sus libros se olvidan. Por eso a veces, cuando el búmerang-pregunta regresa y me golpea fuerte y quedo tendido un rato en la lona, con la nariz sangrando, me digo que mi generación será la última que leyó a Céline y a Chejov, la última que estuvo en Santa María o en Malgudi y que bebió con Bukowski. Esto me entristece y me hace sentir solo e inútil, como un invitado a una cena al que nadie dirige la palabra. Me vienen incluso ganas de llorar, pero escondo las lágrimas, y cuando la sangre de la nariz se seca me levanto y, sin saber aún por qué, releo lo escrito e incluso encuentro fuerzas para agregar un par de frases. L
10 b sábado 30 de agosto de 2014
MILENIO
teatro JOSÉ JORGE CARREÓN
Tensión sin moraleja Escrita y dirigida por David Gaytán, Romeos explora la complejidad humana a través de la violencia, la sospecha y la incertidumbre detonadas por un secuestro CRÍTICA Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com
U
n estrecho pasillo de hotel vomita a dos de sus huéspedes en la vorágine de un nuevo episodio entre ex víctima y victimaria luego de un secuestro. Las puertas cerradas de habitaciones mudas testifican el deslave interno de dos jóvenes mujeres sobre el delgado hilo de una existencia en tensión y en descenso. El autor y director de Romeos, David Gaytán, ubica al espectador frente a la oportunidad de acechar lo que ocurre a sus dos personajes en una situación de amor nuevo apuntalado por la violencia, persecución, dudas, sospechas y adrenalina. Un escenario de menos de metro y medio de ancho, con espejo al fondo, delimitado por el tapiz desgastado de un hotel de medio pelo y cuatro puertas rojizas con mirilla, abre también espacio a dos personajes más cuya presencia, cual aparición de una imagen doble, contrasta con la vehemencia explícita de las dos mujeres en constante urgencia, paradójicamente asidas a un corredor de alfombra encarnada hecho únicamente para el paso fugaz. Como autor, Gaytán estructura los diálogos de sus personajes de modo que el espectador se entere paulatinamente de los antecedentes, hasta que los distintos clímax que la situación exige, ponen al descubierto los acontecimientos previos y añaden otros nuevos. Sin mayor artificio —fuera de un parlamento extenso e innecesario en voz del personaje de Diana Sedano—, el texto dramático expresa con efectividad, mediante diálogos cortos y cotidianos, la situación de emergencia por la que pasan los dos personajes femeninos, procedentes de entornos opuestos. Decididas a ser pareja, la secuestradora habituada al sobresalto y la joven de familia al inicio de una nueva etapa en su vida se enfrentan a códigos de comunicación, virtudes y suposiciones distintas a las que estaban acostumbradas en su propio mundo. La circunstancia en la que se encuentran, al margen de un previo código común, las conduce a un límite marcado por la desprotección en que las deja la falta de dinero y una frágil tabla de valores que se modifica con el paso de los segundos, los hechos contundentes y las decisiones tomadas a la orilla de la supervivencia. Autor de más de quince obras de teatro, entre las que se encuentran La pura idea excita, Escurrimiento y anticoagulantes y Simulacro
Funciones: lunes, 19.00 y 20:15 hrs. Teatro La Capilla, Madrid 13, Coyoacán
de idilio, Gaytán elige esta ocasión para plantear una relación poco común en circunstancias extremas que pasan a un segundo plano, y llevar a cabo un acercamiento al interior de sus personajes femeninos que gracias a su dirección y a la buena interpretación de ambas actrices arriba al estado de presión que la obra exige con tersura, sin tropiezos ni cuarteaduras. David Gaytán consigue introducir a dos personajes masculinos a cargo del mismo actor (Hazam Díaz) y a dos femeninos más que interpreta Ana Beatriz Martínez. En ambos casos, vemos personajes a ratos cotidianos como un botones y la hermana de la joven liberada, y por momentos presencias que parecen emergidas de pesadillas kitsch que aportan, ya sea con su silencio, con notas cantadas o súplicas, un sesgo mayor de realidad y otro onírico en instantes de angustia e incertidumbre.
Con diseño de escenografía y vestuario de Mario Marín del Río, iluminación de Sergio López Vigueras, asistencia de dirección de Hasam Díaz y producción ejecutiva de Rebeca Trejo, Teatro La Capilla y Teatro Legeste proponen, junto con los actores y el director-autor, la visión de un espacio recóndito y a la vez expuesto donde la consecuencia de los hechos ocurre fuera de las puertas cerradas. Romeos es una obra actual que mantiene la tensión exigida por el texto y por la escena. Es una propuesta coherente con una estética definida y una preocupación franca por plantear una relación humana distinta en una circunstancia poco común, sin moralejas ni moralinas gastadas. Se trata de un trabajo artístico hecho por generaciones jóvenes ocupadas en arribar a un claro objetivo escénico, lejos del escándalo y la superficialidad, cerca de la complejidad humana y su pugna interna. L
LA PUERTA ESTRECHA ESPECIAL
Teatro argentino contemporáneo Alicia Quiñones lapuertaestrecha1@gmail.com
S
e dice que el teatro argentino está a la vanguardia en América Latina. En los temas, en su tratamiento, en las propuestas escénicas. En México suenan los nombres de algunos dramaturgos: Daniel Veronese (1955), Rafael Spregelburd (1970) y Javier Daulte (1963). Bonaerenses, han creado a través del teatro aquello que como espectador uno busca en una pieza: una revelación, una sensación, una historia que nos haga parecernos o identificarnos con otro ser humano. Para el crítico español José Sanchís Sinisterra, el teatro argentino tiene dos características: es amante de la forma y reflexiona de manera radical sobre el hecho escénico. “Busca la poética y la estética de los otros”. Javier Daulte es uno de esos creadores. La comedia negra La escala humana, estrenada en 2001 y escrita en colaboración con Rafael Spregelburd, fue la obra con la que Daulte saltó a los escenarios internacionales. La historia presenta a una mujer que a sangre fría mata a una vecina en el puesto de verduras de un mercado del barrio. A este homicidio le sigue otro. Ella parece convertirse en una asesina serial, y mientras sus hijos intentan salvarla de ser enjuiciada, el policía se enamora de la criminal. Lo evidente, el móvil interno del crimen, escapa a la mirada de los espectadores. Lo intrascendente tiende a ocupar el centro de la escena; este doble discurso, donde los deseos ocupan
un lugar central, es la principal característica de las creaciones de Daulte. En México es, sin duda, uno de los argentinos más montados. Por ejemplo, en 2012, Alberto Estrella puso Vestuario para hombres, una comedia sobre el nacionalismo y el efecto enloquecedor de un equipo de futbol en la final de un campeonato internacional. Un dios salvaje, dirigida por Daulte en México, en 2011, cuenta la historia de dos parejas cuyos hijos se han roto los dientes. Las parejas deciden reunirse para resolver de la forma más pacífica posible este problema. Sin embargo, la velada que inicia siendo una reunión políticamente correcta se transforma en un ring de boxeo, donde cada uno saca ese dios salvaje que todos llevamos dentro. Es una gran noticia que la próxima semana en el Centro Cultural Helénico se estrene ¿Estás ahí?, escrita y dirigida por Daulte. En esta pieza se cuenta la vida de una pareja motivada por la adrenalina y la destrucción. Fran y Ana acaban de mudarse a un pequeño departamento, también habitado por un hombre al parecer solo visible para ellos. El hombre (a quien no le gusta la idea de compartir su espacio) es el verdadero móvil de la relación; se convierte en la metáfora del rechazo y la invisibilidad. Daniel Veronese, director de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, protagonizada por Blanca Guerra y Álvaro Guerrero en el Foro Cultural Chapultepec, y Javier Daulte, son los dos argentinos más representados en México. Dos autores que apuestan por burlarse de la miseria. La puerta estrecha se ha cerrado.L
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LABERINTO
cine ESPECIAL
Luis Ospina
“Hay que desconfiar de las imágenes” El documentalista colombiano charla sobre la evolución tecnológica, el acceso a un filme a través de Internet y la interpretación creativa de la realidad ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com
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uis Ospina se autodefine como un sobreviviente y no le falta razón. Formó parte del Grupo Cali, un colectivo al que también pertenecieron Carlos Mayolo y Andrés Caicedo. Pese a las bajas, siguió trabajando. Más adelante, el cáncer amenazó con ponerlo en la lona. Una vez más se sobrepuso. Ha realizado más de treinta filmes, y la Cineteca Nacional le dedica una retrospectiva. Usted formó parte del llamado Grupo Cali. Sí, éramos un grupo de cinéfilos que se mantuvo entre 1971 y 1991. Filmábamos mucho y entre todos nos ayudamos. Era un momento de mucha celebración, fiesta y drogas. Veníamos del Mayo del 68; de hecho, ahora estoy preparando una película sobre el movimiento. ¿En qué terminó el colectivo? Les tocó una época difícil en Colombia. Los años ochenta fue la época más convulsionada de mi país, pero también fueron días de celebración. A nosotros nos afectó la desaparición del ente gubernamental dedicado al cine. No teníamos alternativas de trabajo y la mayoría migró a Bogotá para hacer televisión. Otros murieron por drogas o se suicidaron. Yo me considero un sobreviviente; por eso me interesa contar esa historia. Después de poco más de cuarenta años filmando, ¿sus obsesiones cambian o se mantienen? Las obsesiones cada vez se ponen peor. Como Truffaut, creo que el cine debe ser una obsesión delante o detrás de la cámara. Los cineastas somos personas empecinadas. Ahora, con 65 años, creo que algunas cosas han progresado, mis películas son más personales y complejas. La técnica cambia muy rápido, el cine hollywoodense va en franca decadencia; se dirige más a niños y jóvenes que a personas adultas. El cine ha perdido su sacralidad, tiende a dejar de ser una experiencia comunitaria. Hoy puedes verlo desde tu celular.
En estos días, la Cineteca Nacional proyectará una retrospectiva del ex miembro del Grupo Cali
¿Cuándo habla de esta manera, qué tanto le gana la nostalgia? La nostalgia no siempre es buena, y es verdad que siento una nostalgia por lo que era el espectáculo cinematográfico antes de las salas multiplex. Aunque ahora es más fácil ver películas de otras latitudes. Gracias a la piratería, uno puede ver casi cualquier película. Hay una mejor oferta en el mercado ilegal que en el legal. En este sentido, yo soy un defensor de la piratería. En mi sitio de Internet puedes ver varios de mis filmes de manera gratuita. Le ha dedicado documentales a escritores como Fernando Vallejo y Andrés Caicedo. ¿El personaje determina la forma de una película? El tema condiciona la forma. La película de Vallejo está concebida como un libro; se divide en capítulos y le da mucha importancia a la palabra escrita. Por otro lado, también creo que uno siempre acaba haciendo la misma película. Un autor se hace gracias a una constancia en la visión. Se dice que el documental vive una especie de auge. Sin duda, y su influencia ya permea las películas de ficción. Los cambios tecnológicos han fortalecido
y hecho más dúctil al género, que puede ser un diario, un ensayo, un cuento corto. ¿Hay un hambre de realidad? Sí. La realidad se ha vuelto muy inmediata. Cualquiera tiene acceso a una cámara y todo es filmable. Mis dos últimas películas son unipersonales: hice de director, editor y sonidista. ¿Esto es bueno o malo? Un poco de los dos porque hay demasiadas imágenes en el mundo, demasiadas cámaras. Las imágenes son el telón de fondo de nuestro devenir. Le doy la razón a Herzog cuando sostiene que prefiere filmar en lugares apartados donde casi no han llegado las cámaras. El fenómeno de los realities ha pervertido lo audiovisual porque es una especie de realidad pervertida para la cámara. ¿Pero el documental no lo hace también? Desde luego. Me gusta referirme a la primera definición del documental, de John Grierson, en 1926: es la interpretación creativa de la realidad. La manipulación se suscribe desde la definición fundacional del cine. El mismo Flaherty, padre del documental, intervino escenas. Hay que desconfiar de las imágenes. Los dispositivos para decir la verdad son los mismos que para mentir. L
HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL
El misterio de Job Fernando Zamora @fernandovzamora
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l cine es arte porque es misterioso. No hablo solo de los temas. Aun la forma de armar una película como El círculo roto resulta misteriosa: una pareja recibe una mala noticia, no sabemos qué pasa. Curiosidad. El corte directo que da al cine la ubicuidad de los sueños nos lleva al pasado. Hubo un tiempo en que fueron felices. ¿Qué sucedió? Misterio. Evidentemente, el misterio juega también en niveles más altos. ¿Acaso puede una película como The Broken Circle Breakdown dar cuenta del grito desesperado de un hombre que se niega a creer en Dios? No, pero eso no implica que el misterio no debiera pensarse. No es posible agotar los temas que más inquietan a la existencia justamente porque son inagotables. The Broken Circle Breakdown está construida con base en un magnífico guión en el que conviven personajes entrañables. Él, un punk que ha decidido cambiar de vida y tocar el banjo en un grupo de country estadunidense… pero en Bélgica. Ella, tatuadora profesional. Los encuentros, el amor sexual, fraternal y solidario que se teje en torno a estas dos vidas se nos ofrecen en un ir y venir de secuencias que dan nuevos sentidos al tiempo. No estoy hablando solo de recursos como el flashback, no. El montaje es más como un sueño en que la historia de este
hombre, esta mujer y la extensión de sus amores (una adorable niña que pareciese personificar todo aquello que une a sus padres) cobra sentido en un objeto, esta película, que solo vive (y durante un instante) en el cerebro (¿el alma?, ¿la psique?) de un espectador que queda, otra vez, misteriosamente consternado, con la sensación de haber vivido una vida ajena desde el privilegiado punto de vista de un sueño que no padece de tiempo. Cuando ella se desdobla hacia el final de la película entendemos lo que piensan los creadores. Esto es cine de aspiraciones teológicas. Hace mucho que no veía algo que, con respecto a la existencia —o no— de Dios me inquiete tanto. Los belgas saben hacer este cine. La estructura, las actuaciones, la fotografía y el montaje dan pistas para asumir que aquí nada es casual. El virtuoso del banjo toca country porque (quien haya vivido en Estados Unidos lo sabe) este tipo de música está basado en historias de amor desesperado. Hay algo de melodrama en el asunto. El círculo roto podría ser, incluso, una comedia musical por más que, efectivamente, como anuncia el protagonista, llegado el momento del dolor los humanos somos “changos llenos de miedo; tanto miedo que solo podemos gritar”. Lo interesante del grito del protagonista es su sonido agridulce: hay un violín, un bajo, el banjo. La música es grito.
The Broken Circle Breakdown (El círculo roto). Dirección: Felix van Groeningen. Guión: Johan Heldenbergh. Música: Bjorn Eriksson. Fotografía: Ruben Impens. Con Johan Heldenbergh, Veerle Baetens y Nell Cattrysse. Bélgica, Holanda, 2012 El círculo roto es cine que se une a la tradición de los hermanos Dardenne. Lejos de la inocencia de quien piensa que la muerte de Dios libera al hombre, el cine de Bélgica da cuenta del horror de hallarse arrojados en una existencia en la que no hay ya ni fe ni mito ni Dios que premie a Job por su fidelidad. Sin Dios la vida golpea con el sinsentido de esa felicidad que no vuelve jamás L
12 b sábado 30 de agosto de 2014
MILENIO
varia VICENTE ROJO CAMA Y VANESSA GARCÍA LEMBO
ESPECIAL
Ecos y reflejos
La crackificación
El otro Calakmul
ARCHIVO HACHE
GUÍA VISUAL
Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
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ntre los narradores mexicanos nacidos a partir de los años setenta se busca lo post–norteño. La literatura del norte es aquello con lo que se desea “romper”, ya que cambió temáticas, estilísticas, formas y sujetos que terminaron siendo indeseables por poner en riesgo la identidad del escritor mexicano tradicional. Los nuevos narradores mexicanos desean romper con la literatura del norte. ¿Y qué se desea continuar? El Crack. El Crack no tuvo obras maestras —libros que exploran un aspecto desconocido de la forma o el hombre— pero sí éxitos: En busca de Klingsor de Volpi y una larga lista de obras menores (en el buen sentido de la expresión y, a veces, en el intento fallido de alcanzar más lectores). Pero su mayor legado no son sus libros sino su forma de concebir la literatura: lo post–boómico profesional sin tensión con el mercado o la forma canónica mexicana (la literatura revolucionaria… institucional). El Crack más bien se caracterizó por facturar obras literarias que dicen romper con lo nacional pero curiosamente terminan representándolo. De nuevo, Volpi es la mejor encarnación de esta paradoja. Si revisamos su trayectoria, el Crack ha mantenido una política literaria conservadora, sin entrar en conflicto con el campo literario o el gobierno en turno. Se anunciaron como una ruptura pero en lo literario más bien fueron un aeropuerto internacional entre una literatura mexicana y otra literatura mexicana.
En el paso de un siglo a otro, Carlos Fuentes se convirtió en el escritor que cumplió los manifiestos del Crack; y el Crack manifestó querer convertirse en Carlos Fuentes. ¿Entonces fue ruptura con qué? Quizá con la Onda o Fadanelli —que fueron mayor ruptura— pero no con el canon. Fuentes y el Crack deben verse como dos variantes de un mismo tipo de literato mexicano tradicional, que no es ni virtud ni defecto sino, simplemente, lo “respetable” y, en este estado de cosas, lo “prudente”. Si miramos sus resultados, el Crack fue exitoso. Son referencia internacional; tienen un buen número de títulos entre sus miembros y dejaron una forma de pensar la prosa y un estatus intelectual y presencia que los escritores mexicanos posteriores desean. Externamente, la clave del Crack fue ser una novedad sin ser una ruptura con los valores del mercado (real y posible); internamente, su clave fue proveer de estabilidad al sistema. Entre los narradores nacidos en los años setenta u ochenta, entonces, nadie habla hoy de querer ser post–Crack; al contrario, su secreto es querer repetir el perfil del Crack, con una innovación: tener a Krauze más de su lado. Algunos nombres se han propuesto para escritores setenteros y ochenteros (a quienes, por cierto, ya les llegó su hora o, mejor dicho, parece que ya se les pasó). Pero propondré otro: Los crackificados. L
Magali Tercero mtercero2000@yahoo.com.mx
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icente Rojo Cama y Vanessa García Lembo son dos artistas con intereses distintos. Rojo Cama (1960) es músico y artista multidisciplinario del video, la instalación y el performance, mientras García Lembo (1969) es pintora hiperrealista y abstracta que acude al dibujo y la fotografía como soportes centrales en una obra “reducida en color y formas”. Juntos han logrado crear una exposición de rara belleza, Proyecto Calakmul y otros, inaugurada en el Espacio MRF Mario Rangel Faz, el pasado 9 de agosto. SONIDOS DE LA SELVA Lo de hoy, lo vemos cada vez con más frecuencia, es la disolución de fronteras entre géneros y el trabajo interdisciplinario. En entrevista con Laberinto, los artistas explican que las fotografías de la zona arqueológica de Calakmul, intervenidas por García Lembo con materia orgánica de la zona y pintura, y el paisaje sonoro de Rojo Cama grabado a cuatro canales, nació en 2010 cuando la arquitectura y el ambiente selvático de Calakmul “tuvieron un impacto tan profundo que decidimos plasmar las sensaciones causadas por este lugar mágico”. La documentación fotográfica y la grabación del entorno sonoro fueron la primera tarea, realizada “en distintos horarios y lugares para obtener todos los sonidos posibles de la selva”. Rojo Cama y García Lembo trabajaron cerca de dos años, y aún no hay un punto final porque Calakmul es un proyecto en continuo desarrollo. En el Espacio MRF, se incluyó, por ejemplo, una obra en gran formato de la pirámide más grande de Calakmul, de García Lembo, presentada tal como fue encontrada en este yacimiento arqueológico descubierto en 1931, explorado en 1982 por Sylvanus Morley, destacado mayista, y designado en 2002 como Patrimonio Cultural de la Humanidad. PAISAJE COMPLEJO En el Festival de Artes Visuales de Campeche (FAVCA), en Ciudad del Carmen, se presentó en 2011 una primera selección fotográfica y sonora. El Proyecto seguía depurándose y en 2012 ambos artistas fueron invitados por el colectivo SONOM a realizar una instalación sonora. “Propusimos a SONOM una muestra de fotografías intervenidas acompañadas por la composición realizada en cuatro canales con sonidos de la selva”. El
proyecto tenía cada vez más concisión formal y el resultado del siguiente viaje es justamente la exposición presentada, por primera vez en la Ciudad de México, en el Espacio MRF. TERCER LENGUAJE Este espacio o galería fue creado en la casaestudio del fallecido pintor Mario Rangel Faz (1956-2009). Ahí no solo se halla una gran parte de su obra, que ya fue presentada, también se realizan periódicamente exposiciones como las del Grupo SUMA, Elena Somonte y Silvia González de León, ésta última a inaugurarse el 25 de septiembre próximo. “¿Cómo sienten que han dialogado ambas obras?”, pregunta esta cronista a los autores. El verdadero trabajo conjunto comenzó al revisar las fotografías y escuchar los sonidos para complementar las ideas e intercambiar conceptos y significados. “Juntos y separados fuimos trabajando con un objetivo preciso, a sabiendas de que las pinturas y el sonido tenían que funcionar para que, al sumar dos lenguajes, pudiera construirse un tercer lenguaje para generar otros significados, lecturas y sensaciones en el espectador”. PIRÁMIDE ORIGINAL Quien escribe cree que en esta exposición comulgan, por decirlo así, viaje, imagen y sonido. Los artistas conocieron la pirámide ya restaurada y consideraron importante mostrar la pirámide en su estado original. De ahí la inclusión, en el Espacio MRF, de una obra en gran formato de Vanessa García Lembo. El proyecto irá creciendo con el fin de incorporar también a Palenque, Bonampak, Yaxchilán, Chichén Itzá y otras ciudades precolombinas. De este trabajo al alimón surgieron ideas como China utopía, muestra de febrero pasado. Antes de terminar, es importante informar que en esta ocasión se agregaron diez fotografías realizadas en otras zonas mayas con una cámara Holga de baja fidelidad. “También presentamos 17 fotografías de la instalación Ecos y reflejos realizada por Rojo Cama este 2014 en el patio 3 del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO)”, concluyen. Otra pieza sonora, realizada ex profeso a cuatro canales y con las voces de Rojo Cama y García Lembo, forma parte de este último grupo de imágenes. La cita es en la colonia Mixcoac, en La Castañeda 44 bis. L