Laberinto No.684 (23/07/16)

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Laberinto

MAMOTRETOS PÚBLICOS

magali tercero p. 03

SOBRE FRANCISCO SOSA armando alanís p. 05

ENTREVISTA A HÉCTOR PEREA

marcos daniel aguilar p. 04 y 05

MILENIO

NÚM. 684

sábado 23 de julio de 2016 FOTO: JAVIER OLIAGA

UNA CONVERSACIÓN CON TZVETAN TODOROV

melina balcázar moreno p. 06 a 08


ANTESALA

sábado 23 de julio de 2016

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LABERINTO

ESPECIAL

Los mil libros ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar

ESCOLIOS

E

n esa época pueril y desaforada de un alma, en la que se juntan la fantasía y el anhelo de conocimiento, yo veía las obras de referencia como una panacea. Con ingenuidad y avidez hurgaba en enciclopedias, diccionarios, antologías, historias de la poesía, la filosofía o el pensamiento político en busca de panoramas generales, citas indispensables, palabras prestigiosas, letras que cambiaran la vida. La primera obra de referencia que conocí fue Los mil libros de Luis Nueda y Antonio Espina, que alguien me regaló en un temprano cumpleaños. Se trata de resúmenes de un millar de libros de humanidades y literatura que los autores consideran esenciales. Los resúmenes se apegan fundamentalmente a la anécdota o argumentos de la obra comentada y se aderezan con los pareceres morales de los reseñistas. Me costó trabajo cambiar de los diálogos con ilustraciones de las historietas a la austera y cerrada letra de imprenta de Los mil libros; sin embargo, pronto me pareció atractivo el compendio de saber que ofrecía y la posibilidad de conocer, en pocos párrafos, la esencia de la emoción y el saber humanos. Las decenas de resúmenes que leí me volvieron más pedante e impopular en la escuela y

ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero

orientaron algunas de mis más tempranas y permanentes filiaciones literarias. Por ejemplo, la descripción de Madame Bovary, “una estupenda novela de corte realista, aunque nada recomendable desde el punto de vista moral”, me hizo buscar de inmediato la obra de Flaubert con la falsa expectativa de una sobreabundancia de escenas escabrosas e iniciáticas. Admirable trabajo de curiosidad y devoción hacia la lectura, esta obra se ha remozado a medida que sus autores se ensombrecen. Encuentro, en las escasas referencias sobre Luis Nueda (1883-1952), que era el dueño de una empresa de pompas fúnebres madrileña, aficionado a las artes y autor de libros arrumbados en los que da testimonio de su melomanía o de su espíritu polémico. Antonio Espina (1874-1972), por su parte, era un poeta que vivió en el exilio hasta 1953, y quien comentó algunos libros más actuales y de autores hispanoamericanos. El proyecto de Los mil libros tiene su origen durante la Guerra Civil española, cuando como señala en uno de sus prólogos, Nueda, abrumado por el conflicto bélico (pese a que presumiblemente impulsaba su negocio de sepelios), decidió aislarse y escribir, en los momentos en que la civilización pasaba por sus horas

El adjetivo es como el betún del pastel: con frecuencia empalaga.

Implosión LOS PAISAJES INVISIBLES

N

más bajas, este elogio (¿o elegía?) de esa misma civilización, sintetizando algunos de sus libros más recordables. La primera edición se publicó en 1940 y hubo otras cuatro solo con los resúmenes de Nueda hasta 1969, cuando se decidió incorporar a Espina. Si se lee ahora, su catálogo se ve avejentado, la selección adolece de un sesgo provinciano y su tono revela las virtudes y defectos de la espontaneidad crítica. Con todo, su marchita pretensión de señalar obras que resisten el paso del tiempo provoca una irremediable simpatía y nostalgia. L

IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGascon

i hablar. Donald Trump ya es candidato del Partido Republicano. Supongamos que gana la presidencia de Estados Unidos y contrario a todo cálculo político o escepticismo racional, al mudarse a Washington el magnate cumple sus más fieras amenazas: levanta un muro en la frontera sur financiado por un embargo comercial o por las remesas de los migrantes, a través de una rudísima imposición fiscal en las transferencias monetarias (materializando así, aunque en metáfora, la advertencia de que México iba a pagar por esa barda). Acto seguido emprende una caza de brujas en contra de los chivos expiatorios de sus delirios supremacistas, en la que no solo están los indocumentados sino los afroamericanos pobres, los extranjeros, la comunidad LGBTTTI, los antipatriotas por sospecha (Remember Joseph McCarthy?) y los “delincuentes de conciencia” cultural o religiosa, y desata una ola de repatriaciones, una severa vigilancia y espionaje (¡ups!, creo que eso ya se aplica), la inquisición política, los encarcelamientos y la tolerancia policiaca menos cero. Aquel Trump presidente, ya encarrerado en el poder, tal vez restablezca el bloqueo a Cuba y ahorque a Venezuela

(no descartar la invasión completa en ambos casos), impulse la creación de más prisiones extraterritoriales tipo Guantánamo o Abu Gharib y reactive con más saña la lucha contra el terrorismo que, en la práctica, solo ha sido una cruzada de exterminio bombardeando aquí y allá donde se considera que las células del Estado Islámico hacen su nido y, para cerrar la pinza, su administración se ostente lista para declarar la guerra a cualquier nación por quítame estas pajas. ¿Cómo serán los Estados Unidos, el continente americano y el orden internacional con un régimen de esa calaña?... Quizá no es descabellado (o necesario) vislumbrar atmósfera más hostil, porque resulta paradójico que el ambiente actual en el país vecino no dista mucho de tremebundo panorama, ahí están las catástrofes domésticas por el libre acceso a las armas (la generación Columbine y sus réplicas salvajes), las matanzas por homofobia (Orlando), la tensión racial (Dallas, Baton Rouge), el discurso xenófobo y la doctrina de odio hacia los adversarios políticos (“Hillary for Prison!”, decía una pancarta esgrimida con orgullo en la Convención Nacional Republicana en Cleveland, y no solo eso: el New York Times reporta la proliferación de souvenirs para presumir el respaldo a Trump con eslóganes misóginos y el llamado para que la señora Clinton sea ejecutada por traición. Su falta: los

republicanos la hacen responsable de la muerte de sus compatriotas en el asalto al consulado estadunidense de Bengasi, Libia, el 11 de septiembre de 2012, e incluso hay quienes afirman que tiene un pacto con Satanás. ¿Así o más tenebroso?). La historia nos recuerda que cualquier proyecto político, noble o ruin, es realizable. También nos ha mostrado que el ejercicio (y el exceso) del poder, es la antítesis de la camisa de fuerza. En cuestión de votos, Donald Trump confía en el apoyo de los segmentos radicales. Los Minuteman, los Watchmen. El inmenso porcentaje de sajones con baja escolaridad o sin educación. Los que creen con fervor en el Destino Manifiesto o los que le temen al otro, al diferente, hasta la enajenación. Los que siguen pensando que tienen una deuda mística que cobrar. Los que creen en los ovnis. Los que no sobreviven sin televisión. Los enviados de Dios. Los nostálgicos de la esclavitud y el KKK. Los homofóbicos, los intolerantes, los fanáticos nacionalistas, los puritanos. Los redneck , los hillbillies. Los psychos potenciales que cada vez que miran su colección de pistolas y fusiles sienten que les hormiguean las manos. Si Donald Trump llega a presidente, ese electorado le demandará cumplir sus promesas aunque no las firme ante notario. Explosión habrá, pero implosión también. Y eso no es poca cosa para un planeta que apenas anda en el siglo XXI. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


MILENIO

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ANTESALA

sábado 23 de julio de 2016

FERNANDO ANDRIACCI (DETALLE)

× M I G U E L

Á N G E L

Z A PATA ×

Uno se cansa de estar solo Este poema proviene de Hoy día es otro mundo (Valparaíso ediciones, España, 2015), una selección que atrapa momentos iluminados entre 1997 y 2015

U

no se cansa de estar solo delirando con su ventana en medio de la calle, entre la nieve que arrastra su blancor por los callejones olvidados. Uno se cansa de salir a buscar la misma mujer con el cabello largo hasta los pies. Tal vez en eso consista el arte de la soledad: escribir repetidas veces la isla con su cielo lila y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre nuestro cabello alborotado. Tal vez sea solo eso: una brújula sin memoria Para el tiempo que vendrá.

×EKO×EX LIBRIS×LADY ANNA Y RICARDO III×

Mamotretos públicos GUÍA VISUAL

MAGALI TERCERO @magalitercero

E

n los últimos años ha habido protestas enérgicas contra toda clase de obras monumentales que nos son impuestas, sin ningún sentido estético. En la Ciudad de México, en Oaxaca, en Veracruz, en Chihuahua, en donde sea, la plaga de trabajos, mediocremente artesanales, se extiende. Esta cronista escribió ya dos textos contra la presencia multiplicada de “obras” como el Guerrero chimalli de Sebastián, develado en 2014 en Chimalhuacán (http://m.milenio.com/cultura/Guerrero_ chimalli-milenio_laberinto-Enrique_Carbajal-escultura_ Chimalhuacan_0_438556294.html ); así como otro texto más para expresar su indignación ante los productos de un tal Rivelino, quien no solo llenó el Centro Histórico del ex D.F. con una especie de intestino humano, sino llevó sus hechuras a la londinense Trafalgar Square. Ahora toca preguntar de qué privilegios goza Fernando Andriacci, nacido en Cuicatlán, Oaxaca, en 1972. Hasta hace poco estuvo obstruyendo el camellón de la avenida Nuevo León de la colonia Condesa, con esculturas que parecen una ensalada “creativa” al estilo “folclorito venceremos”. Andriacci copia muy mal a los mejores de Oaxaca: los insectos de Toledo, la figuración fantástica de Rodolfo Morales, la narrativa llena de color de Rodolfo Nieto o el mundo casi barroco de Sergio Hernández. Uno o dos años antes que él, otro “artista”, de nombre José Sacal, nos fue impuesto en la misma avenida Nuevo León con sus esculturas comerciales. ¡Se quedaron poco más de un año! Por entonces la decisión la tomó un funcionario de la delegación Cuauhtémoc. No se sabe quién convirtió este año la zona en la galería personal de Andriacci, pero no cabe duda de que en ambos casos ha habido presuntamente buen dinero detrás. Andriacci ya había sido cuestionado por Francisco Toledo porque colocó dos adefesios suyos frente al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). Toledo vendió el IAGO al Instituto Nacional de Bellas Artes por un simbólico peso, de modo que su entonces titular, María Teresa Franco, le respondió aceptando la necesidad de una normativa. Fue el propio artista quien pidió que se retiraran las esculturas y se buscara que la obra pública estuviera en armonía con una ciudad que es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. “En lugar de ir a pintarrajear en contra del gobierno con la leyenda de que ‘Gabino es un error’ hubieras […] plantado diez árboles”, escribió a Toledo el propio Andriacci, quien prefiere señalar lo “positivo” de Oaxaca y eliminar todo rastro de crítica. Y este 2016 los artistas e investigadores Luis Hampshire, Alelí Hernández y Mó Iturribarría mandaron dos cartas, vía la popular plataforma change.org, al ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca, para pedir el retiro de las esculturas de Andriacci, además de la conformación de “un consejo ciudadano de cultura y arte que reflexione y proponga el uso cultural en los espacios públicos de Oaxaca”. Alcanzaron más de 1600 firmas pero terminaron desistiendo este pasado 7 de julio, tras una reunión con el titular del ayuntamiento, Javier Villacaña Jiménez, para comprobar que les estaban dando largas. Mucho dinero, quizá un poderoso padrino, debe de haber detrás de la presencia de este señor incluso en la capital mexicana. L

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LABERINTO

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Héctor Perea

“Las crisis permiten la divergencia” NORMA PATIÑO

A propósito de La música delgada, su nuevo libro publicado por la UNAM, el periodista e investigador mexicano reflexiona sobre el exilio español y revisa el legado de Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes y Ramón Gómez de la Serna, como figuras clave de la intelectualidad y la política del siglo XX ENTREVISTA MARCOS DANIEL AGUILAR

H

éctor Perea Enríquez es uno de los escritores que con mayor pasión ha retratado episodios culturales de la vida nacional, de la Revolución al asilo de los republicanos españoles en México, de las vanguardias hispanoamericanas del siglo XX al arte en la era de Internet. La UNAM publicó su nuevo libro, La música delgada, en el que plasma nuevos datos y nuevas visiones en torno a la estética, la historia sociocultural y la revolución digital. En La música delgada revisitas a autores y temas que trataste en libros pasados como La rueda del tiempo o La vía digital, pero desde una óptica diferente.

El libro es una síntesis aproximada de mis gustos e intereses de los últimos años. Es un libro de edad madura que me devuelve a las inquietudes de mi juventud. Aparecen el cine, la pintura, la literatura, la historia, intereses de mi desarrollo profesional y personal. Sigo hablando sobre los nuevos medios, las nuevas plataformas, sobre la música, el cine, el arte visual. Quizá trato a los autores y a los temas de una forma distinta. ¿Lees el exilio en general, y el republicano en México en particular, de una manera menos complaciente?

Por primera vez en mi vida he tocado ciertas fibras personales, incluso familiares, que de una manera u otra afectaron mi vida. He escrito sobre el exilio republicano español, pero siempre contrastado con la aventura mexicana en España, que no se limita a la época de la Guerra Mundial, sino que es anterior. Lo curioso es que no tengo antecedentes de exilio republicano, pero sí de exilio. Mi abuelo fue un exiliado mexicano de la Revolución y como tal tuvo que enfrentar cosas similares a las del exilio español de la Segunda República. ¿Eras consciente de esta historia de exilio en tu familia?

Estaba consciente de lo que había ocurrido con mi abuelo, Guillermo Enríquez Simoní. Mi abuelo tenía algunos libros

escritos y ensayos en los que hablaba sobre el exilio. Después pude ver los efectos directos que ese exilio había provocado, por ejemplo en mi madre. El ensayo que pude escribir trata justo sobre mi abuelo, un periodista combativo desde joven, metido en prisión por Victoriano Huerta, a punto de ser fusilado y que pudo salir por influencias familiares. Después de ser liberado se reincorporó al periódico pero ya no tuvo condiciones de seguridad y tuvo que exiliarse. Fue periodista de El Universal, corresponsal en Nueva York, pero durante el cardenismo, como periodista independiente, no estuvo de acuerdo con la política de Lázaro Cárdenas y tuvo que exiliarse otra vez. Y vivió con esa velada condición de que alguien lo corrió del país, que le llamaron por teléfono para amenazarlo hasta que tomó la decisión de salir del país. Tienes un capítulo sobre ese otro exilio español, no republicano sino franquista, algo no tan estudiado en México.

Hace muchos años trabajé el exilio mexicano en España, el antecedente del exilio español en México, en un tiempo en que no se hablaba de eso. Pasé mucho tiempo en España, en bibliotecas y hemerotecas.

En ese entonces no era un tema serio. Hoy en día hay grupos de investigación al respecto. Pero aún hay una pregunta sobre este periodo: ¿se rompieron realmente las relaciones entre México y España? La parte comercial siguió existiendo de manera velada. La parte artística siguió de la misma forma e incluso continuaron las relaciones políticas entre México y España. Yo tuve que esperar para atar cabos. Parte del material que uso para el artículo “Ruptura oficial, contactos oficiosos” es de mi profesora Marta Portal. En 1985 dio unas conferencias en México, en las cuales planteó esta “no ruptura”. Revisitas la figura de Martín Luis Guzmán, quien participó en el gobierno de Manuel Azaña. Eres de los primeros en darlo a conocer.

Hay un libro interesante de Tanya Huntington sobre la figura de Guzmán, relacionado con un gran libro, El águila y la serpiente, un texto difícil de asir, porque tiene características que a la crítica le ha costado trabajo identificar con precisión. El libro de Tanya, así como las investigaciones de Susana Quintanilla, son esenciales a este respecto. Sobre el desempeño de Martín Luis Guzmán en España, y su cercanía con el gobierno de Azaña, se sabía algo de manera genérica, pero sin detalle.

En mis investigaciones hemerográficas descubrí por dónde había ido Guzmán en su labor periodística y política en España. En algunos libros olvidados había claras referencias a su cercanía con Manuel Azaña y su círculo. Cuando trabajamos Javier Guzmán y yo con la iconografía de Martín Luis, en los archivos que aún no estaban integrados a la UNAM, pudimos descubrir documentos, sobre todo una entrevista que le hizo un investigador, ya después de 1968, en donde refería su intervención en el gobierno de la Segunda República y los momentos previos a ésta. En la misma entrevista Guzmán habla de su salida de México, cuando se plantea la escritura de El águila y la serpiente, que después escribiría en Madrid. Y completando con algunos libros que me encontré en España pude establecer ciertas relaciones entre Guzmán y Azaña, de Guzmán con las decisiones que se tomaban en torno al gobierno republicano y su relación con los rebeldes portugueses. Pero en este libro recupero nuevos documentos como los diarios de Azaña. Ahí encontré el interés de Martín Luis Guzmán por hacer una segunda edición periodística de La sombra del caudillo, que no se pudo realizar. ¿Tienes una nueva forma de observar a Alfonso Reyes?

Aún se maneja la idea de que Alfonso Reyes estuvo bloqueado a la política por el trauma familiar y el asesinato del padre,


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idea que ha sido caballo de batalla a pesar de los documentos publicados, pero creo que eso es absolutamente falso, porque Reyes intervino en tres movimientos de política mundial para salvar gente de carne y hueso. Durante la Primera Guerra Mundial, ya estando en París y sin el respaldo del gobierno mexicano, él y otros trabajadores del gobierno carrancista consiguieron que algunos hispanoamericanos pudieran salir. El segundo momento fue en Argentina, cuando estalló la Guerra Civil española. Invitó a personajes muy concretos a que fueran a vivir a México para que se salvaran de la debacle española. Un caso interesante fue el de Ramón Gómez de la Serna, tertuliano del Pombo, quien lo pensó y decidió irse a Buenos Aires. En Brasil se dio su tercera manifestación de talento político. Como diplomático, ayudó a brasileños perseguidos por el gobierno de Getulio Vargas. Abrió la puerta de la embajada a los brasileños cuyas vidas corrían peligro. Algunos eran artistas que se acercaron a él para ver la posibilidad de radicarse en México. Reyes fue un intelectual que enfrentó tiempos violentos. ¿Cómo ves hoy a los intelectuales mexicanos y cómo enfrentan la crisis?

No hablaría del intelectual ante la crisis. Me gustan algunos autores que están enfocando de manera adecuada la forma en que debe enfrentarse la crisis, pero sin verlos en el papel del intelectual–Dios que da recetas para resolverlas. Me gusta pensar en el intelectual y el periodista como quienes viven en carne propia lo que es esa crisis. En la Segunda Guerra Mundial hubo intelectuales que fueron colaboracionistas y hoy se rescata su obra porque hay algo importante en ella. También hubo otros muy combativos cuya obra se perdió en el curso del tiempo, aunque enfrentaron esas crisis de manera adecuada; sin embargo, su obra no tuvo la fuerza suficiente para tener vigencia ante el lector contemporáneo. Sería injusto considerar que hay una sola visión ante la crisis. Lo que creo es que la crisis permite la divergencia, el enfrentamiento de ideas, y por momentos se llega a ciertas conclusiones que vienen de la escritura y del choque ideológico y después esas conclusiones se pierden en el tiempo. ¿Cómo entiendes el arte en esta era de la multiplataforma, de lo digital, de la intertextualidad?

Hay ciertas cosas que están en el aire como ideas antes de que exista la infraestructura para crearlas. Ramón Gómez de la Serna fue el primer tuitero. En un ensayo sobre la edición facsimilar del periódico Monterrey, José Emilio Pacheco dijo que Alfonso Reyes fue el primer bloguero. Reyes perteneció a la generación de Gómez de la Serna y de Giménez Caballero, ambos comprometidos con las vanguardias: los dos comenzaron a plantear la idea de la figura del artista multimedia. En su torre en Salamanca, Gómez de la Serna tenía un escritorio al que le había sacado los cajones. Puso tablas y en cada tabla tenía puesta una hoja. Estas tablas se acomodaban en hilera y a lo largo del día Gómez de la Serna hacía lo que uno hace con las nuevas plataformas: abría su página de Facebook, Twitter, el Word para escribir el nuevo artículo de la semana; en otra tabla abría su nueva novela, abría el periódico, y en otra pantalla escribía un cuento, un poema. Se sentaba todas las mañanas a trabajar en esta multiplataforma. L

sábado 23 de julio de 2016

LITERATURA

ELUCUBRACIONES DE UN SOLTERÓN RESEÑA ARMANDO ALANÍS

F

rancisco Sosa es mucho más que el nombre de una calle. Nacido en 1848 en Campeche, cuando esta entidad pertenecía a Yucatán, tuvo una vida muy activa en la capital del país. Fue diputado y senador; presidente del Ayuntamiento de Coyoacán; mecenas de escritores; miembro de la Delegación Mexicana de la Lengua, la Real Academia de Historia, el Ateneo de Lima y la Academia de Ciencias y Bellas Artes de El Salvador; periodista, biógrafo, traductor. Autor de un surtido de libros de los que ya casi nadie se acuerda, publicó hacia 1910, en víspera del movimiento revolucionario, la primera edición de estas Breves notas tomadas en la escuela de la vida (Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán/ Secretaría de Cultura, México, 2016), volumen de brevedades reflexivas que lo acreditan, de acuerdo con Javier Perucho, quien se ha encargado de rescatarlo para los lectores del siglo XXI, como “el iniciador del aforismo mexicano”. Los aforismos pletóricos de mordacidad de ese solterón empedernido que fue Sosa cumplen a cabalidad con los requisitos que apunta Perucho en su liminar: son definitivos (es decir, categóricos, concluyentes), sorpresivos (reveladores, no excluyen la bilis), filosóficos, plenos y de innegable calidad literaria. Surgen de la tan dilatada como honda experiencia de vida del autor, que ha sabido verter su sabiduría en comprimidos destinados a moverle el tapete al lector, a sacarlo de balance, a desconcertarlo y hacerlo meditar sobre temas como el amor y sus múltiples rostros, la muerte, la soledad, la ambición, el elogio gratuito, la calumnia, los vericuetos de la convivencia en sociedad, la escritura y los libros, entre otros. Estos cuchillos verbales dan en el blanco, hieren, levantan ámpula. Es sabiduría en comprimidos y, a veces, hiel en cápsulas. Se puede, quizá, etiquetar al autor de misántropo, misógino y desencantado, pero nunca de falso ni de superficial. Este hombre, cuya casa se conserva en el barrio de Coyoacán, vio apagadas hacia el final de su vida las luces de la fortuna y murió en la miseria. Su vasta experiencia, tanto pública como privada, las largas horas dedicadas al escudriñamiento de las virtudes y los vicios —sobre todo de estos últimos— que caracterizan a los seres humanos, supo verterlos en agudos aforismos. Meditabundo, no pocas veces ingenioso, dotado de la necesaria dosis de sentido del humor, pesimista pero sin perder, a pesar de todo, la esperanza de que la humanidad al fin se redima. Sosa nos proporciona en su libro las lecciones, con frecuencia amargas, que ha recibido, como él mismo dice, “en la escuela de la vida”. Estos “disparos al aire” (José Antonio Ramos Sucre), estos granizos de sabiduría que se precipitan desde un cielo encapotado, pueden fracturar cráneos y reventar corazones. Sosa habla de la ambición, pero no la condena siempre y cuando no sea desmedida: “Cabe la nobleza en la ambición, mas si degrada en codicia, es capaz de toda indignidad y de toda bajeza”, apunta, sutil. En otro aforismo, advierte a los presuntuosos, a los envanecidos, sobre su postrera y contundente desaparición: “La muerte no ve consumada su victoria sobre nosotros cuando hace que cese de latir nuestro corazón, sino cuando se extingue nuestro recuerdo en la memoria de los que amamos al vivir”. No es casualidad que este autor prefiera el aforismo para expresar su pensamiento, derivado de sus vivencias, pues se pronuncia en contra del “hablar mucho”, que no siempre se corresponde con “hablar bien”. El vulgo prefiere a los charlatanes, a los locuaces que hablan mucho pero no dicen nada, en vez de atender a los que verdaderamente tienen algo que decir, aunque hablen poco. Hablar bien no consiste en emplear muchas palabras. Quien habla en demasía suele ser un timador que engaña a fuerza de palabras como el merolico de la plaza. Pero hay que guardarse, asimismo, de los que al escribir destilan frases venenosas y definitivas, de los que al escribir juzgan y acribillan al prójimo como si cada una de sus palabras fuera una pedrada: “Los que presumen de no escribir sino frases lapidarias, acaban por lapidarnos con ellas”.

¿Qué es el amor para este solitario? El amor es un dandi caprichoso que tiene en su guardarropa muchos vestidos, se nos ocurre al leer estas páginas. No solo se puede amar a otro ser sino que también se puede amar, por ejemplo, el poder, un libro, un confortable sillón o un coche. “El amor, como Proteo, reviste formas tan múltiples, que nada hay más absurdo que llamar amor únicamente a la atracción de dos seres”. Se puede orientar este sentimiento al mismo tiempo hacia varias personas, porque el amor, contra lo que pudiera pensarse, no es excluyente ni tiene límites. En cuanto al mundo de los libros, Sosa nos previene contra esos volúmenes que nos abruman a fuerza de páginas y más páginas. Otra vez descubrimos aquí su predilección por la brevedad. “Ciertos libros son como las alcachofas: tienen muchas hojas y muy poca sustancia aprovechable”. Quien escala en la sociedad o en la política mediante el fraude, la mentira o la difamación podrá alcanzar, en apariencia, la anhelada cima, pero no podrá engañar al ojo que sabe juzgarlo y reducirlo a su justa e insignificante medida: “Cometer bajezas para ascender a las cimas sociales o políticas, es demostrar que se es indigno de llegar a ellas”. Somos esclavos de la sociedad a la cual pertenecemos. La dificultosa convivencia con los otros nos pide más y más, lo cual no quiere decir que obtendremos una justa compensación por nuestros esfuerzos y sacrificios: “La sociedad es el amo que mayores y más constantes servicios exige, y el que peor los recompensa”. Un aforismo de indudable actualidad en el México que nos ha tocado vivir señala que debemos enderezar nuestros afanes a la preservación de la paz que tanto nos ha costado. En estos tiempos turbulentos, amenazada la paz social, conviene tener en cuenta la advertencia del yucateco contra aquellos que se sienten tentados a lograr sus fines por medios violentos: “Se pierde fácilmente hasta lo que con dificultad se alcanzó. Por lo tanto, la nación que ha conquistado los beneficios de la paz, debe, a toda costa, evitar su pérdida”. En este mundo abundan los listillos: esos tipos que mediante ardides no del todo lícitos pretenden aventajar a los demás y obtener beneficios que no les corresponden. De engañabobos está lleno el mundo, parece decir el siguiente aforismo: “Desconfiad de los que todo el mundo califica de listos. Recordad que es muy frecuente en ellos el pasarse de listos”. Somos vanidosos e intransigentes. En una simple charla queremos hacer valer a toda costa nuestro punto de vista incluso cuando nos demuestren que estamos equivocados. Es común que en una discusión de café, los adversarios terminen cada uno convencido más que nunca de la fuerza y veracidad de sus argumentos. Pero aun si conseguimos rebatir los argumentos del otro, raro será que se dé por vencido: “Podréis lograr convencer con vuestros razonamientos al que con vosotros discute; de lo que rara vez podréis gloriaos es de que lo confiese”. No siempre escapa Sosa a la camisa de fuerza de la moral prevaleciente en su época, pero también en esos casos consigue hallar una filosa arista. Como en el siguiente disparo, no exento, por cierto, de cierta pátina misógina: “Los que se convierten en adalides de la mujer que cayó, lo hacen, no por noble generosidad, sino porque esperan alcanzar también sus favores”. ¿Y qué decir de los que usan peluca para ocultar su calvicie? ¿O de los que se tiñen el pelo para negar sus canas? Al leer el siguiente proyectil, conviene recordar que a principios del siglo pasado los tintes para el cabello no eran tan eficientes y naturales como los de ahora (¿los de ahora sí lo son?, cabe preguntarse). El aforista levanta su fusil, apunta y dispara: “Usar peluca suele ser una positiva necesidad; teñirse el cabello es siempre ponerse en ridículo voluntariamente”. Más que recomendable es la lectura de este precursor del aforismo en México, ahora que esta modalidad literaria está tan en boga, como lo demuestran algunos libros de reciente aparición. Baste citar el volumen Lapidario. Antología del aforismo mexicano (FOEM, Toluca, 2015), de Hiram Barrios. Provecho y deleite, horas de meditación sobre los temas más diversos y no pocas sonrisas será lo que obtendremos una vez que nos animemos a probar el “jugo amargo” de estas elucubraciones de un solterón. L


LABERINTO

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Tzvetan Todorov

“Nada es más creador qu EFE

El pensador de origen búlgaro ha publicado un nuevo libro (Insumisos, Galaxia Gutemberg, España), una galería de retratos que exponen los vínculos entre la política y el amor, entre la autonomía individual y el bien colectivo. En esta charla en exclusiva para Laberinto reafirma su vocación humanista y su rechazo a seguir la lógica de las represalias, la venganza y el resentimiento MELINA BALCÁZAR MORENO/ PARÍS

E

n su más reciente libro, Insumisos (Galaxia Gutemberg, España, 2016), el ensayista e historiador Tzvetan Todorov (Sofía, 1939) aborda, a partir de una serie de retratos, varios de los temas que han marcado su pensamiento: la relación con el otro, la vida moral de quienes se enfrentan a situaciones extremas, la construcción de un vivir juntos. Retrata así la vida —marcada por decisiones morales— de personalidades tan diversas como la resistente francesa Germaine Tillion, los escritores rusos Boris Pasternak y Aleksandr Solzhenitsyn, las figuras políticas Nelson Mandela y Malcom X, o a un personaje contemporáneo como Edward Snowden. Las historias de vida que relata muestran que la empatía y el amor —que nos acercan a los otros— pueden tener una eficacia política. A lo largo de esta entrevista realizada en su casa en París, Tzvetan Todorov reflexiona acerca de la necesidad de vincular nuevamente la acción política a la acción moral, mediante una apertura hacia los demás que nos lleve a superar los maniqueísmos que nos oponen y separan. Insumisos parece ocupar un lugar particular en su obra, como si de cierta manera trazara su trayectoria personal. ¿Podría decirnos qué lo llevó a escribir este libro?

Uno nunca conoce las razones que lo llevan a escribir un libro. Algo que ciertamente influyó en este último es que he dejado de escribir acerca de cuestiones que solo interesan a mis colegas, es decir, cuestiones que se han vuelto específicas de una disciplina. Me parecía que si uno ha adquirido realmente ciertos conocimientos, dominado ciertos elementos de análisis, tiene que ponerlos a prueba al interesarse en problemas existenciales, políticos o morales que le parecen básicos y aquí tal es el caso. De hecho, Insumisos surgió de una interrogación que me habita desde hace largo tiempo sobre la relación entre política y moral. Hoy en día observamos que ya no coinciden: se le puede pedir al hombre político cualidades que no son de orden moral; nadie le exige cualidades de orden moral, su vida privada no nos interesa,

CRISTINA CALDERER

sino únicamente lo que hace, las consecuencias de sus actos, mas no sus intenciones, y terminamos separando los dos ámbitos pero, al mismo tiempo, no podemos hacerlo de manera radical y nos damos cuenta de que hay un momento en el que es necesario que coincidan. Otra evolución en mi modo de trabajar consiste en que me parece más interesante proceder mediante el ejemplo que mediante la abstracción. En lugar de escribir una teoría abstracta de la insumisión, de la resistencia o de los recursos para sobrevivir en condiciones extremas, he preferido tomar los ejemplos de personas que me son más o menos familiares, de personas reales. No quería hablar, por ejemplo, del trabajo de los escritores, sino más bien de cómo la vida influyó en ellos, los acontecimientos que atravesaron. Las personas del libro son como personajes de una novela, solo que el autor es la vida misma. La mayoría de las personas que abordo son ampliamente conocidas e intenté examinarlas a la luz de esta pregunta: ¿en qué medida su acción política se fundó en características morales, es decir, en una especie de contrato moral que establecieron con el mundo? En la definición que propone de la insumisión al inicio del libro, concebida como ese rechazo a someterse dócilmente a las imposiciones, destaca también otro de sus rasgos: su carácter positivo e incluso creativo. ¿Podría hablarnos más al respecto?

La insumisión, en su sentido más general, está por todas partes. Los niños, por ejemplo, pueden ser unos verdaderos insumisos, o los criminales. Pero no empleo la palabra en un sentido tan amplio. Aunque no dé una defi nición muy estricta, es el contexto de utilización del término lo que ante todo permite circunscribirlo mejor. La insumisión podría parecer una actividad destructora pues la palabra misma aparece como una negación de la sumisión, que es lo que nos recuerda el

prefijo “in”. Sin embargo, habría que entenderla en su sentido positivo, como lo indica el epígrafe del libro que retoma las palabras de Germaine Tillion, que participó en la resistencia francesa. Para ella, no solamente se trataba de negar algo, de combatirlo, sino de afi rmar positivamente lo contrario contra lo que se luchaba: “Para mí, la resistencia consiste en decir no. Pero decir no es en sí una afi rmación. Encontramos algo muy positivo cuando decimos no al asesinato, al crimen. No existe nada que sea más creador que decir no a la crueldad, a la pena de muerte”. Por otra parte, quería distinguir a los insumisos de los que hacen las revoluciones, de los que construyen utopías, imperios o grandes proyectos y que no tienen en su vida más que una sola obsesión, a la que consagran toda su existencia hasta realizarla. Porque en el caso de mis insumisos —si puedo llamarlos así— siempre hay una acción anterior que agravó la situación común, ya fuera la ocupación nazi, la imposición de las leyes del Apartheid o la vigilancia de toda la población que se ha disparado o bien la negación del derecho a la igualdad a una parte de la población. A lo largo de su ensayo, podemos observar la importancia que tiene Etty Hillesum en su pensamiento, en particular su manera de recurrir a la empatía aun en las situaciones más extremas. De hecho, la empatía parece ocupar un lugar determinante en su reflexión acerca de los insumisos.

Es verdad que siento una gran empatía por mis personajes pero, a mi parecer, sin esta empatía el trabajo de estudio crítico, de interpretación, sería fastidioso y existiría el riesgo de que no produzca resultados interesantes. Es indispensable que exista una empatía, de lo contrario uno no hará más que repetir lo que otros ya han dicho o lo que el autor ha expresado. Para que se produzca una plusvalía en la interpretación, debemos buscar los recursos en nosotros mismos. Etty Hillesum es un caso límite en varios aspectos. El libro comienza con ella porque es la


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ue decir no a la crueldad” experiencia más antigua de todas las que relato. Ya había escrito acerca de ella en Frente al límite (1994), pero su ejemplo sigue fascinándome porque toca un punto extremo, ya que optó por situarse del lado moral y no político. No le interesaba saber de qué manera influir en los acontecimientos en curso, no buscaba entrar tampoco en la resistencia, incluso toda idea de guerra le era ajena. Su vida estuvo marcada por esa aceptación radical del mundo en que vivía. Para ella, el mundo es bello por su existencia misma, lo cual hizo que ni los campos de concentración o la deportación destruyeran esta percepción tan suya del mundo. Se trata entonces de un ejemplo muy extremo pero que me parece conmovedor y ante todo interesante, ya que ilustra uno de los límites de ese tipo de actitudes. Ningún otro de mis personajes estuvo tan cerca, como ella, de una forma de santidad, de una visión extra–mundana. Y todo esto desemboca en su condena del odio, que le permite no odiar al oficial de la Gestapo que la interrogó o al que la deportó, pues juzgaba que dejarse contaminar por el odio que el enemigo siente hacia uno representa una victoria para él. Y es algo a lo que resiste de manera absoluta. No podría recomendar esto a todo el mundo pero creo que su ejemplo permite reflexionar sobre una situación excesiva que ningún otro ejemplo ofrece. Otra característica de la insumisión que encontramos en Etty Hillesum es su relación con la alegría, incluso con un estado de felicidad que logra alcanzar, a pesar de las terribles condiciones de vida que padeció. Cita usted esta sorprendente frase, que aparece en su diario: “Dejamos el campo cantando”. Y en el ejemplo de Germaine Tillion, apunta la necesidad de conservar esta alegría, cultivando el humor al mismo tiempo. Parece una combinación imposible en el clima político y social actual.

Por eso mismo prefiero contar historias ejemplares en lugar de hacer una teoría que no sea más que un inventario de características. Las historias muestran precisamente cómo cada personaje enriquece el esquema general. En efecto, no es fácil combinar el compromiso, la implicación en la resistencia y el humor; sin embargo, el caso de Tillion lo prueba porque es algo que siempre practicó en sus escritos. Le parecía indispensable oponer al énfasis lloroso de la lucha la alegría y el humor, que consideraba intelectualmente más estimulantes. En el caso de Boris Pasternak, resulta difícil entender su insumisión, sobre todo porque, así como usted lo expone, cedió a las presiones de las autoridades soviéticas para renunciar al Premio Nobel que le fue otorgado en 1958. ¿En qué consistiría entonces su resistencia al régimen totalitario?

Su momento de insumisión abarca esencialmente los años de 1945 a 1956, cuando escribía Doctor Zhivago, que realizó sin tomar en cuenta las exigencias de la sociedad en la que vivía. Así que la escribió en toda libertad, sabiendo que existía la posibilidad de que nunca fuera publicada. Aunque cuando la oportunidad se presentó, hizo todo lo posible para que la publicaran en el extranjero. Después vino el Premio Nobel, que fue una auténtica sorpresa para él. Cuando lo

amenazaron con expulsarlo del país si no renegaba de lo que había hecho, prefi rió someterse, volver a una posición que podríamos ver como más convencional y que, por cierto, le reprochará Solzhenitsyn, así como otros disidentes soviéticos que consideraban que no se había comportado a la altura, como un héroe. Pero no creo que su intención haya sido en ningún momento actuar de manera heroica, pues estaba muy apegado a las personas que lo rodeaban, más que a un ideal abstracto. PoSolzhenitsyn es un dríamos incluso decir gran ejemplo ya que que se puso al servicio encarna esa insumisión de aquellos con quienes que da un buen golpe al tenía relaciones muy régimen totalitario, pero estrechas, sus mujeres, tampoco es un superhéroe sus hijos, sus amigos más allegados, a los que ayudaba económicamente. Además, le parecía que los lectores del mundo entero, mediante el acto de publicación de su novela, habían entendido su mensaje y entenderían también que lo habían obligado a hacer ciertas declaraciones para que pudiera evitar la prisión. Por ello, Pasternak representa un ejemplo valioso para mí, porque es quien se acerca más a nuestras dudas, a nuestras vacilaciones e incertidumbres. A Pasternak, como a la mayoría de nosotros, le costaba sacrificarlo todo por esa tarea que sentía era la suya. Como él, todos quisiéramos conciliar ambos aspectos de nuestras vidas. Es un gran ejemplo ya que encarna esa insumisión que da un buen golpe al régimen totalitario, pero al mismo tiempo no es un superhéroe, es un hombre ordinario que intenta conservar el amor de las personas que quiere y eso lo acerca aún más a nosotros.

La cuestión del individuo aparece ligada estrechamente a su reflexión acerca de la libertad. Para ser libre, ¿le parecería que el individuo debería oponerse a toda forma de colectivismo o de asociación?

Esta insumisión de la que hablo y que es una forma de insumisión interna contra las convenciones, los hábitos, las tradiciones, las soluciones fáciles, implica estar listo a hacerlo, listo a poner algo más por encima de la pertenencia al grupo, y no tanto a disociarse de la comunidad a la que se pertenece. Rousseau apunta en uno de sus escritos biográficos que “todo hombre de partido es un enemigo de la realidad”. Adherirse a un partido implica una lealtad y una defensa absolutas aunque se sepa que no es justo lo que el partido expone. Así, el hombre o la mujer de los ejemplos que doy en el libro no son personas solitarias, opositores heréticos que rechacen toda semejanza con su prójimo. Un gran ejemplo de esto es Nelson Mandela, que permaneció siempre al lado de sus compañeros de lucha en el seno del CNA (Consejo Nacional Africano) para combatir el Apartheid y avanzar, aunque estaba dispuesto a renunciar a sus hábitos de pensamiento. Por ejemplo, era capaz de no despreciar la cultura afrikáner, a pesar de que sus compañeros lo hicieran pues consideraba que reconocer la humanidad del enemigo era un medio para hacer que éste reconociera su propia humanidad. Su apego a lo que creía que era la verdad fue más poderoso, así que lo vimos adoptar actitudes que los demás jamás habrían aceptado. Se trata de individuos que son conscientes de que el individuo no existe fuera de un medio interhumano, fuera de su relación con los otros. No hay autarquía, ni autonomía en sentido fuerte.


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ASSOCIATION GERMAINE TILLON

Germaine Tillon En Insumisos habla con frecuencia de lo que tenemos todos en común y lo que nos permitiría distinguir lo que es verdadero y justo. ¿Cree que esto en común entre los seres humanos es algo que nos precede o es más bien algo que debemos construir?

Se trata de una afirmación tan general que no puede probarse, forma parte de los postulados en los que me baso. Siempre he pensado que tenemos algo más en común que el simple hecho de poder reproducirnos entre nosotros y que afirmaría nuestra pertenencia a la misma especie. Pero esto que es casi una fe en la existencia de valores, de reacciones comunes, hemos podido observarlo a lo largo de todas las épocas y culturas (cada una, desde luego, con su especificidad temporal y cultural) y que han dado cabida siempre a esta capacidad de empatía que tenemos, la posibilidad de comprender las reacciones de los otros, aun cuando exista una gran diferencia entre nosotros. Tal y como lo muestra Montaigne en su ensayo sobre los caníbales, que escribió precisamente para mostrar lo que tenía en común con ellos. Podríamos decir que se trata, al mismo tiempo, de algo que ya existe y de algo por construir. Pero es algo que se construye a partir de elementos observables, no es una pura construcción. Esta manera de ir hacia el otro me parece una característica humana. Dedica un capítulo al activista israelí David Shulman, quien participa en un grupo de voluntarios palestinos e israelíes, Ta’ayush, que lucha por la paz, con el fin de terminar con la ocupación y busca la igualdad de derechos cívicos en el seno mismo de Israel. Cita de él una frase: “Nada amenaza tanto la ocupación como un hombre bueno y no violento”. ¿Por qué decidió hablar de alguien tan poco mediático?

En efecto, no es alguien muy conocido. Aunque debo decir que nunca me he encontrado con él, solo conozco sus escritos y los relatos de su activismo. Es cierto que se trata de una frase sorprendente que encuentra un eco en la posición de Etty Hillesum. Ese rechazo de entrar en la lógica de las represalias, de la venganza y el resentimiento, y que puede resultar más eficaz que lo contrario. En su caso, se trata solo de testimoniar, de estar presente para que de cierta manera, mediante el ejemplo, se intente prevenir la discriminación de una parte de la población a la que se le controla en exceso. Es un combate desesperado ya que hay un contexto geopolítico tal que, en general, la población del país aprueba una actitud aún más represiva. No obstante, me parece que al comportarse así, Shulman permite que la población llegue a tomar conciencia en un momento dado. Las

LABERINTO

ESPECIAL

Etty Hillesum

semillas que siembra producirán sus frutos, no sé cuándo, pero con certeza lo será algún día. Debemos pensar que el hecho de haber identificado que una causa es justa, aunque parezca perdida, es una afirmación, un acto creativo que añade algo al mundo, algo que no desparecerá y que, eventualmente, más tarde producirá resultados. Tenemos que resistir porque habrá ocasiones en las que durante largo tiempo no ocurrirá nada. Su libro ofrece una perspectiva que podría resultar muy benéfica para ver de manera diferente a los terroristas que cometieron los recientes atentados en Francia y Bélgica.

En casos como esos no tendríamos que dejarnos invadir automáticamente por la ira, aunque es necesario que exista, pero también debemos intentar entender cómo se llegó a tal situación y no excluir de entrada a los terroristas del círculo de la humanidad, ni pensar que pertenecen a otra especie de hombre, tratarlos como si fueran subhombres. Son como nosotros pero otras circunstancias y situaciones han hecho que adopten ese tipo de comportamiento radical. Debemos tener en cuenta la humanidad del enemigo y no ceExiste siempre der a esta inquietud un conflicto cuando los actual con respecto valores no se encarnan en a los extranjeros en decisiones políticas, en el general y a los extranderecho, en la forma de jeros musulmanes las instituciones en particular, a los que se les relaciona con el peligro terrorista. De cierta manera, Insumisos aborda ya estas cuestiones. En el conflicto que nos opone a los terroristas islámicos, la pregunta sería cómo encontrar una actitud equivalente a la que, por ejemplo, tuvo Mandela con respecto a sus enemigos políticos —los dirigentes afrikáners— y que logró su cometido al reconocerles su lado humano. Este temor ante el otro está muy presente en Europa y es una de las explicaciones del reciente voto inglés por la salida de la Unión Europea. Aunque el hecho de que la Gran Bretaña se retire de Europa no me parece preocupante, pues el continente europeo podrá salir adelante sin ella, lo grave es que un gran país democrático se haya dejado llevar por un populismo nacionalista que puede manifestarse en otras partes. ¿Cuál sería su opinión de la Europa actual?

Existe siempre un conflicto, un peligro, cuando los valores no se encarnan en decisiones políticas, en el derecho, en la forma de las instituciones y, en este sentido, es importante no quedarse en el discurso moral, en su acepción común de una formulación de reglas de buena

ESPECIAL

David Shulman

conducta. Sabemos que eso no convence a los individuos cuando están confrontados al peligro, al miedo, ya que reaccionan en función de otros criterios. Tenemos que analizar los logros que consideramos valiosos, por ejemplo, el hecho de que la tradición europea trate de establecer un equilibrio entre la búsqueda de la libertad y la búsqueda de la igualdad, entre el problema del bien común, del interés general y la libertad del individuo que representa también un logro, pero que puede transformarse en lo contrario y volverse una libertad ilimitada que se acompañe de enormes disparidades en el poder. Las dificultades de la construcción de la Unión Europea son, de cualquier forma, una lección, porque provienen del hecho de que nada se impone por la fuerza, sino que se busca el consenso y el acuerdo tanto de unos como de otros: el compromiso. Y por tanto, todo avanza muy lentamente. ¿Consideraría a escritores laicos musulmanes como los argelinos Boualem Sansal y Kamel Daoud o el poeta sirio Adonis como insumisos? Al igual que las personas que describe, se han rebelado contra la opinión de su propia comunidad y han denunciado —poniéndose incluso en riesgo— la violencia islamista.

Mi reacción al respecto es un tanto complicada pues, por una parte, tiene usted razón al decir que se trata de gente que se rebela, que rehúsa someterse al consenso tácito o expreso de su comunidad, y que se atreven a criticar desde el interior. Así que desde ese punto de vista podemos decir que tienen su lugar entre los insumisos tal como los describo en el libro. No obstante, no podemos ignorar el contexto más amplio en el que se expresan y los ejemplos que usted retoma son de escritores que se dirigen a la opinión pública occidental, que es muy diferente a la de sus países. Aquí hay una tendencia a acusar al Islam de todos los males y así cuando uno de esos escritores publica sus críticas, por ejemplo en Francia o en Alemania, refuerza los lugares comunes que se tiene sobre esos países. Lo que hace las cosas difíciles es que según el contexto en el que se aborden estas cuestiones, la actitud cambia. Mientras actúen en el marco de su cultura, podemos decir que se conducen como insumisos pues desempeñan un papel esencial en la promoción de un ideal, si no laico a la francesa, por lo menos de tolerancia, de separación entre lo teológico y lo político. Sin embargo, cuando se dirigen a la comunidad occidental ocupan el lugar que los enemigos de esas poblaciones adoptan con facilidad, para encontrar la justificación de su política de exclusión. L


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× A

VERDEVER MARIO GONZÁLEZ SUÁREZ Era México, 2016 125 pp. El bosque o la ciudad, la ciudad o el bosque. ¿Qué fue primero? ¿Cómo pensamos, concebimos los paisajes? Estas son, tan solo, metáforas de la novela cuyos ejes giran en torno del deseo y los encuentros sexuales, las cópulas de dioses y héroes en lechos mitológicos, esos tálamos donde los personajes se entregan con delirio a la agonía orgásmica pero, también, el sitio en el que se van acumulando las aventuras, los monstruos, las pesadillas. Rico, el protagonista de Verdever, transita un mundo que es real pero mágico a la vez, encantador y apocalíptico también. LA INCONCEBIBLE AVENTURA DEL HOMBRE QUE FUE OTRO MANOU FUENTES Malpaso España, 2015 283 pp. Poseedor de un apellido que durante la infancia le hizo ser blanco de las burlas de sus compañeros, Édouard Pojuleb fue superando este hecho y se creó una vida ordenada en la que los cuidados familiares tuvieron algo que ver. Su aceptada soledad, sin embargo, estaba lejos del sacrificio, y sabía hacer uso de las comodidades modernas. Un día su rutina fue rota por un hombre que lo abordó en la calle y que terminó en el hospital. Tenía el mismo apellido e iba a volverlo sospechoso de un crimen. Esta novela mezcla el misterio, lo kafkiano y el humor. NARRATIVA COMPLETA JUAN JOSÉ ARREOLA Debolsillo México, 2016 488 pp. El escritor jalisciense acaso sea dueño de la prosa más perfecta de la literatura nacional. Pero esto ya lo dilucidarán los especialistas cuando se festeje su centenario en un par de años, que en realidad no está tan lejano. Maestro de varias generaciones de escritores, su obra ofrece no pocas enseñanzas (por algo, Felipe Garrido, autor del prólogo, lo considera un escritor lleno de malicia). Este volumen es un pretexto para conocerlo o revisitarlo. El lector podrá así hacerse de un punto de vista propio que lo hará invitado al festejo que se avecina.

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F U EG O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

EN UN CLARO DE BOSQUE, UNA CASA

Vanesa Garnica ERA México, 2016

Una familia es una casa ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

V

anesa Garnica no se pasea por Londres luego de asistir a un coloquio transfigurado en un intercambio de elogios y tarjetas de presentación, no pasa temporadas en Madrid o Barcelona para concluir su próximo libro ni goza de algo así como la bendición de un clan influyente. Y, sin embargo, ha escrito una novela que logra transformar las verdades más ásperas en delicadas verdades literarias. No es poca cosa después de que uno se asoma a las mesas de novedades y solo encuentra súcubos emulando a una conejita de Playboy o a policías nadando en whisky. En la novela de Vanesa Garnica valen tanto las presencias humanas y fantasmales como los ambientes. La casa abandonada que sobrevive en las afueras de Pátzcuaro guarda los ecos de un pasado idílico y a ella vuelven dos hermanos y un grupo de amigos tras 25 años de ausencia. No tienen otro afán que adecentarla y ponerla en venta, y quizá ufanarse de las malas decisiones que han marcado sus vidas emborrachándose desde el amanecer. ¿Cinco cuarentones jugando a la adolescencia sin ambiciones y expectativas? Claro que no. Si así fuera, En un claro de bosque, una casa no pasaría de ser un libro de información práctica sobre el tránsito a la edad adulta. A medida que la casa recupera su dignidad, va emergiendo una historia en cuya versión autorizada solo hay cabida para el duelo y el

abandono. ¿Existe acaso familia que se respete cuyo álbum de recuerdos no reproduzca unos cuantos golpes del destino? Son justamente esos golpes los que la narradora asesta a dosis magras, de modo que cinco días de trabajo y jaleo se extienden hasta la infancia y desde ahí hasta la pena innombrable. Entre el padre que abandona el paraíso y la madre convertida en un despojo se halla el hijo menor, consumido a los siete años por un tumor espinal. Leemos y mientras tanto la vieja casa cruje y se vuelve contra sus antiguos inquilinos resistiéndose a develar sus secretos sin antes ver cómo se consuma el sacrificio. Vanesa Garnica sabe ofrecerle palabras al dolor, sabe invocarlo y dosificarlo. Puede escribir, por ejemplo, “Eso es lo que nadie advierte sobre crecer: uno no encuentra ni se adueña de nada, más bien al contrario, va perdiendo piezas: un mecano incompleto, una cabecita chimuela”, y de inmediato hacer escarnio de una vecina incómoda; o arriesgar una definición tras acostumbrarse al zumbido de la hierba: “así como la literatura es la vida, esa casa de mi infancia es el campo magnético del todo, el centro del movimiento, de la experiencia biológica entera”. No se contenta con nombrar una sensibilidad o una congoja; debe someterla a un ritmo verbal que sorprende porque llega hasta nosotros con naturalidad a pesar de que nace del artificio. Por eso, porque no se contenta con mimar al lector, hay que leer su novela de nuevo y esperar sin disimulo su siguiente paso. L


CINE

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LABERINTO

ESPECIAL

Jorge Eduardo Ramírez

“El terror exige ciertos riesgos” La niña de la mina alienta nuestros miedos y se aleja por completo de cualquier influencia fílmica ENTREVISTA

HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com

E

n Guanajuato, después de que una chica desaparece dentro de una mina, dos expertos en seguridad viajan desde Estados Unidos para realizar una inspección sin sospechar que una oscura leyenda es la responsable de los crímenes cometidos dentro de sus túneles. Inspirado en una leyenda de mediados del siglo XX, el realizador Jorge Eduardo Ramírez presenta la cinta de terror La niña de la mina.

La película parte de una leyenda guanajuatense. ¿Por qué tomar esta historia y no otras?

Guanajuato es un estado muy rico en este tipo de historias. Desde el principio, a mí y al escritor Ricardo Zárate nos pareció muy interesante filmar en las minas. No se trata de una leyenda conocida y por otro lado retomar la historia de una menor escondida en mundos subterráneos y de gente desaparecida plantea diferentes lecturas. Además, la mezcla de distintas épocas nos parecía un reto. ¿Qué tipo de dificultades planteó la mezcla de tiempos?

Trabajé el diseño estético con el fotógrafo. Las propias condiciones del género de misterio o terror permitían jugar con la oscuridad y la penumbra. La mina es un escenario perfecto en sí mismo. El resto fue encargarnos de cuidar los grises y ocres. Las carencias de locaciones no fueron tan importantes como sí lo fue la iluminación. ¿Para hacer un filme de género, qué es más importante, la historia, la estructura o los resortes del miedo?

Se suele hablar de muchas reglas a respetar. No es fácil apegarse a un esquema. En mi caso, he aprendido que hay que aferrarse al diseño original. En una película de terror importan la música, los efectos visuales, la corrección de

color; solo con la mezcla de todo ello se genera el ambiente. Sin embargo, si no tienes una buena historia, estás perdido. En el cine de terror como en el policiaco, el público siempre va a anticiparse y a descubrir el truco o misterio. ¿Cuáles son las reglas a las que se apegó con más rigor?

No soy una persona de referencias. Suena a cliché pero traté de ser original. Algo que creo que es muy importante es alejar al protagonista del ruido. ¿Por qué el cine de terror en México no despunta en cantidad y calidad?

Creo que ahí viene una oleada de películas de género. En México abundan este tipo de leyendas pero no sé por qué no se explotan. Aquí hay un público cautivo que gusta de este tipo de filmes. Entiendo que el terror exige ciertos riesgos porque es más complicado de hacer que una comedia romántica, incluso una mala película de miedo puede acabar en una buena comedia. Es verdad que hay público, pero los asistentes a las salas no necesariamente buscan

HOMBRE DE CELULOIDE

el terror mexicano. El parámetro suele ser estadunidense o japonés.

Es verdad, pero hay excepciones; el ejemplo más claro es KM. 31. Si al público le das un buen producto lo toma; el problema, en todo caso, es que lo hemos subestimado. Con KM. 31 se habló de un renacimiento del género pero no pasó a más.

Hace poco platicaba con Billy Rovzar, productor de KM. 31, y recordamos que cuando se estrenó la película se pensó que por fin vendría una generación interesante pero no llegó por el temor de los productores a invertir. En nuestro caso, concretar el proyecto no fue nada fácil porque no tuvimos acceso a fondos públicos, todo fue con recursos privados. ¿Hay particularidades del miedo mexicano en relación al europeo o estadunidense?

Los españoles y los estadunidenses tienen cierta forma de transmitir el miedo a partir del cine. En México nos falta oficio para identificar estas características. Solemos tomar los ejemplos o las fórmulas de películas extranjeras. Esto cambiará el día en que tengamos una tradición importante de filmografía de suspenso o terror. L FERNANDO ZAMORA

ESPECIAL

Un pez busca el tiempo perdido

E

l guión de Buscando a Nemo es un clásico. La historia es redonda por donde se le vea. Justo por eso parecía tan riesgosa una secuela. Buscando a Dory sorprende antes que nada porque es divertida sin ser traidora a la película original. No sucede, sin embargo, como con Toy Story 3, que incluso mejora a sus antecesoras. Buscando a Nemo sigue siendo superior a esta secuela, pero la historia del pequeño pez azul que sufre de amnesia a corto plazo es cine que cautiva porque vuelve a trascender la definición de lo que es “cine para niños” y se mueve hacia el terreno del arte audiovisual. Buscando a Nemo era encantadora por una razón aparentemente discordante: todos sus personajes están enfermos. Pero los estudios Pixar consiguieron con esta película la mejor publicidad en favor de un mundo incluyente. Nemo con su aleta corta, la familia formada por un padre y un niño, el tiburón que se niega a ser asesino y funda una suerte de Carniceros Anónimos y el pez cicatrizado que no cede

en su deseo de escapar de una pecera demasiado pequeña para su pasado, son solo algunos de los personajes más extravagantes de esta historia de Andrew Stanton quien no debería sorprendernos mucho con Buscando a Dory. Después de todo, es el genio detrás de Toy Story 3 y de Buscando a Nemo y aunque ésta es quizá la más floja de sus obras también es cierto que no ha permitido que caiga el nivel de sus series como lo han hecho los creadores de La era del hielo. El secreto de Stanton está en que sus guiones se basan en un trayecto heroico. Sus personajes siguen el camino de la perfección interior y exterior. Stanton es autor de modernas aventuras caballerescas y aquí sigue el mismo diseño para hacer crecer al más disfuncional de sus personajes. El más triste también, pero Andrew Stanton sabe imprimir en sus guiones un tono agridulce sin llegar al drama francamente sádico de películas como Dumbo o Bambi. Al contrario, Buscando a Dory tiene una alegría melancólica porque a nuestra

@fernandovzamora

Buscando a Dory (Finding Dory). dirección: Andrew Stanton, Angus MacLane. guión: Andrew Stanton, Victoria Strouse, Bob Peterson. con las voces en español de Patricia Palestino, Herman López, Darhey Fernández, Gabriel Pingarrón. Estados Unidos, 2016.

heroína solo la salva su buena voluntad. Es gracias a ella que un personaje con semejante enfermedad puede convencer al temeroso padre de Nemo de que puede ser de ayuda para cruzar el océano. Trece años han pasado desde Buscando a Nemo. En la obra de Stanton, sin embargo, solo ha transcurrido un año. Probablemente a Dory le ha hecho bien sentirse aceptada porque comienza a convalecer. Un día tiene una iluminación. Evoca su infancia con la aprehensión de quien trata de recordar un sueño que es

doloroso pero importante. Y lo dicho: solo gracias al guión de Stanton la historia de este pez que trata de recordar algo que se le va de las manos es que una historia como ésta puede ser hilarante. Y mucho. En una escena, Dory se abisma mirando la inmensidad. El océano es metáfora de su mente perdida, una psique que busca encontrarse a sí misma. Andrew Stanton es uno de los mejores guionistas del cine de animación y, aunque ésta no es su mejor película, sin duda vale la pena verla. L


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ESCENARIOS

ESPECIAL

El espejo de cada día La versión a la mexicana de Medida por medida repone el viejo conflicto shakespeareano entre la justicia y la clemencia TEATRO

E

n la actual versión de Medida por medida, Viena es el nombre de un cabaret regenteado por doña Queta Muycogida, donde coinciden, al centro de un largo pasillo entre música y luz roja, los habitantes de una ciudad en la que el Duque intenta, mediante su delegado, desempolvar leyes que se han ignorado durante años. La obra de William Shakespeare, estrenada, según algunas fuentes, en 1604 ante el rey Jacobo I y la corte de Inglaterra, plantea el debate entre justicia y clemencia en un contexto de juicios, ejecuciones, peste y ecos de guerra que, con sus leves diferencias, reproduce buena parte de los males que hoy nos abruman desde una mirada mexicana, relajada y juguetona, permeada por la corrupción enganchada a las tentaciones. De un extremo a otro del escenario, la pista de baile se llena de hombres y mujeres que se acercan y se repelen en una especie de danza erótica y violenta. Gemidos cortos se mezclan con quejidos y arrebatos que se disuelven en el paso siguiente. Mesas y sillas blancas de plástico ocupan el espacio que será liberado y vuelto a llenar con este mobiliario que, mediante gráciles coreografías, será manipulado por el elenco para que el espectador viaje del antro a todos los espacios necesarios, bien resueltos por Mario Marín del Río e iluminados por Ingrid Sac. Mauricio García Lozano adapta y dirige este montaje en el que los personajes se comunican en un lenguaje que el espectador domina, pleno de doble sentido, cinismo, humor y esperanza por lograr la flexibilidad de leyes que se aplican bajo criterios discutibles, hasta que se recorren vías intrincadas rumbo a un precario equilibrio de final feliz. El montaje es divertido y ligero hasta donde la acción y la ruta de algunos personajes lo permiten, como en el caso de Lucio, interpretado por Carlos Aragón, quien con su cadena dorada al cuello y su actitud intrigante y protectora lleva al público por un sendero

ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com

de humor que no decae y que recompensa a sus detractores. El director supo amalgamar en la participación de algunos personajes los parlamentos de otros que eliminó con buen tino, sin menoscabo de la historia ni de la acción. Logró la convivencia de personajes trágicos y cómicos al apostar por un elenco sólido en su mayoría, con actrices y actores experimentados y de amplio registro como Leonardo Ortizgris, Harif Ovalle y Haydeé Boetto, quien interpreta a Herculano Magno, el padrote y ayudante de doña Queta Muycogida, a quien Shakespeare bautizó como Pompeyo y cuyas intervenciones cómicas amplían la posibilidad de transitar entre los complejos géneros de la obra. Música, baile, máscaras de cartón, desfiguros y diálogos dichos al micrófono, así como personajes que nos remiten súbitamente a algunos creados por comediantes como Luis de Alba, Héctor Suárez o el mismo Antonio Espino Clavillazo, aportan la aceptación y cercanía de la audiencia que, de seguro, buscó también en el siglo XVII el dramaturgo inglés, quien dejó patente su necesidad de agradar al rey filósofo que quiso practicar los principios del humanismo cristiano. García Lozano ubica a actores y actrices con vendas negras sobre sus ojos, como personajes silenciosos y ciegos a los sucesos que se desatan a sus pies, cual espejo que multiplica a una sociedad indiferente, mientras en un buen contraste incrusta la dolorosa imagen de un Claudio sentenciado, unida a la fragilidad patente de su novia embarazada, y convoca el rostro limpio y el ruego diáfano de la novicia Isabela, interpretada por Ilse Salas, frente a la metálica presencia del delegado Ángel, a cargo de Constantino Morán, que hallará una mayor controversia interna, más allá de las palabras, frente a la tentación irresistible. El microuniverso de una sociedad que quisiera salvarse de aquello que provoca, es parte de este espejo de feria a cuyas relucientes esquinas nos aferramos. L ESPECIAL

La obra dirigida por Mauricio García Lozano se presenta en el Teatro Julio Castillo

Roberto Blandón y Mario Iván Martínez en La jaula de las locas

Somos lo que somos MERDE!

U

BRAULIO PERALTA juanamoza@gmail.com

n musical sin producción es como un helado sin dulce. Difícil encontrar un productor que apueste por la calidad de eso que llaman inversión. Hemos visto éxitos que por el nombre del musical funcionan en taquilla pero no tienen la calidad que se requiere profesionalmente. Tragamos lo que nos dan. Por eso es loable el oficio de Juan Torres, que no escatimó dinero para el vestuario, iluminación, escenografía, coreografía y música, y un reparto de actores expertos en el género para que La jaula de las locas continúe en cartelera con la misma frescura de un estreno impecable. Reticente, el crítico de teatro no suele ver musicales porque su experiencia ha sido atroz en lo visual, en lo actoral, y en producciones que apuestan por espectadores poco rigurosos. Sobre todo por el cliché con el que llevan a cabo esos montajes de Cabaret, A Chorus Line y Evita. Apenas Ocesa Teatro ha impuesto un criterio de calidad, en parte obligado por las puestas mundiales que vienen de Nueva York. Juan Torres decidió hacer un trabajo de calidad con La jaula de las locas. Lo logró. La historia es más que conocida porque este musical, de origen francés, triunfó primero en el teatro, se hizo el filme en francés (1978) y en inglés (1996); se convirtió en un clásico contra la homofobia, tanto, que se representa en muchos países. (Se olvida que La Cage aux Folles se estrenó en París en 1973, escrita por el dramaturgo Jean Poiret, con las actuaciones de Michel Serrault y el propio autor.) Un tema que no ha sido rebasado por el implacable tiempo: la diversidad sexual y los permisos sociales para imponerse con sus gustos y costumbres. Familia conservadora contra familia homosexual. Que Mario Iván Martínez es un actor de primera línea no es sorprendente. Sorpresa fue que el día de la función lo sustituyera—por motivos de salud— Rogelio Suárez en el papel de Zazá: es simplemente espectacular en voz, actuación, baile y gracia. No solo él: todo el elenco es fino, hermoso, grácil, justo los ingredientes que un buen musical requiere para su éxito total. Lo logran con creces. Importa mucho saber que la traducción del inglés —según libreto de Harvey Fierstein— es de José Luis Ibáñez, perito del estilo, por ejemplo, con Silvia Pinal en Mame. Se goza el español en un juego de dobles sentidos. El público disfruta como niño la visualización de un mundo “extraño”, ese donde dos hombres juegan el rol de un matrimonio convencional —incluido un hijo que se casará—, lo que provoca el descubrimiento de los prejuicios engendrados por desconocimiento de almas que saben mirar solo su ombligo. El desenlace es jocoso, de enseñanza, hilarante, con final feliz. Es en el teatro donde esta obra adquiere la fuerza de las palabras —por las actuaciones, vivas, frente al público—, no en el cine, a pesar de su enorme popularidad. El sueño del cine no puede con la realidad teatral. Y todos cantamos con ellos: “Somos lo que somos”. L


VARIA

sábado 23 de julio de 2016

p. 12

LABERINTO

ESPECIAL

Prestuplenie i nakazanie TOSCANADAS

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

C

uando Raskólnikov le confiesa su crimen a Sonia, ella lo considera el hombre más desgraciado del mundo, y busca alguna justificante en la conciencia de ese desgraciado, pues le parece monstruoso que el alma cargue con tan grande peso. “¿Por qué?”, le pregunta, esperanzada en recibir una respuesta noble, pero Raskólnikov responde con la más vulgar de las respuestas: “Para robar”. Sonia no se pone a maquinar justificantes ni modos de mantener el crimen en secreto; no adopta una pose de falsa dignidad ni regaña a nadie. Después de jurar a Raskólnikov que nunca lo abandonará, que lo seguirá al presidio, sabe que es hora del verdadero arrepentimiento, no de vanas solicitudes de perdón. “Ve inmediatamente a la próxima esquina, arrodíllate y besa la tierra que has mancillado. Después inclínate a derecha e izquierda, ante cada persona que pase”. Raskólnikov no llega a arrepentirse, pues desde sus supremas ambiciones no alcanza a percibir la magnitud de su crimen, pero lleva por dentro una fuerza tan poderosa como poco común: la ética. Entonces escribe: “Me someto a la ética, pero no comprendo en modo alguno por qué es más glorioso bombardear una ciudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos. El respeto a la ética es el primer signo de impotencia. Jamás he estado tan convencido de ello como ahora. No puedo comprender, y cada vez lo comprendo menos, cuál es mi crimen”. A la sencilla mente de Sonia le había parecido pecaminoso el asesinato “para robar”, pero al menos podía comprenderlo; en cambio se declara incompetente para entender cuando Raskólnikov se extiende, y explica para qué quería ese dinero.

“¿Qué habría ocurrido si Napoleón se hubiese encontrado en mi lugar y no hubiera tenido, para tomar impulso en el principio de su carrera, ni Tolón, ni Egipto, ni el paso de los Alpes por el Mont Blanc, sino que, en vez de todas estas brillantes hazañas, solo hubiera dispuesto de una detestable y vieja usurera, a la que tendría que matar para robarle el dinero, en provecho de su carrera? ¿Se habría decidido a matarla no teniendo otra alternativa? ¿No se habría detenido al considerar lo poco que este acto tenía de heroico y lo mucho que ofrecía de criminal?” Quizá Sonia lo hubiese entendido mejor si viviera en estos días. Sabría que jueces y gente se solidarizan con el criminal bajo que vuela alto; y en cambio juzga más duramente al criminal alto que vuela bajo. Muchas

LO QUE CONTEMPLAS

yardas ganadas o una medalla de oro pueden justificar el asesinato de una mujer, tal como los goles borran otros crímenes; pues en este mundo sin hombres grandes se ve grandeza en tan pequeños lucimientos. Pero cuando hay escasez de yardas, goles y medallas, cuando no avanzan las reformas, se debe pedir perdón, arrodillarse y besar la tierra que se ha mancillado. La distinta vara con que se mide al malhechor la esclarece el propio Raskólnikov desde Siberia: “Lo que ocurre es que estos hombres consiguieron llevar a cabo sus proyectos; llegaron hasta el fin de su camino y su éxito justificó sus actos. En cambio, yo no supe llevar a buen término mi plan... y, en verdad, esto demuestra que no tenía derecho a intentar ponerlo en práctica”. L

ADRIANA DÍAZ ENCISO

adrianadiazenciso@gmail.com ESPECIAL

¿Qué mirar? E s el día más caliente en lo que va del año. Las golondrinas no dejan de dar vueltas en la hondura de un reino que no es sino luz. Sus sombras crecen en la tapia de ladrillos del jardín. Hay destellos de plata bajo sus alas. En este cielo, los aviones son translúcidos. Esto, pienso, es la realidad. ¿Se puede evitar hablar de política en los días que corren? No hace ni una semana que estrenamos primera ministra: aunque tory, parece tener más principios que sus correligionarios. Es tentador pensar que no tiene por qué parecerse a Thatcher y confiar en el cambio que puede implicar una mujer al mando. Pero justo acaba de emitirse un voto mayoritario en la Cámara de los Comunes para renovar el sistema de armamento nuclear Trident, y Theresa May ha dicho sin pestañear que estaría más que dispuesta a apretar el botón rojo, si se ofreciera. ¡Ah, y Corbyn es culpable de nuevo!; el cargo del día es el de irresponsable adolescente tardío, que insiste en oponerse al gasto de 31 billones de libras en armas nucleares. Mientras Boris Johnson, uno de los instigadores de brexit,

ya recuperado de la reciente hecatombe intra partido, se arrellana cómodamente en su nuevo puesto de ministro de Relaciones Exteriores. Todo esto es deprimente, pero apenas podemos reaccionar, aturdidos por el escenario del mundo en que sucede: un adolescente ataca a los pasajeros con un hacha en Alemania. El horror de Niza, los cuerpos, el dolor, el absurdo de otro hombre joven cegado por un infierno propio del que nada, en realidad, sabemos, destruyendo en un instante incontables vidas. Se duerme en el espanto para despertar a las noticias del fallido golpe de Estado en Turquía y una impotencia oscura en el fulgor del verano ya no sabe cómo articular la compasión por tantos muertos, deudos, heridos; más lo que viene. Esto, en una semana. ¿Pero es esto política? Creo —será ingenuidad— que el discurso de Obama tras el ataque a Niza habla de algo que, siendo política, es más amplio también. Si un presidente de Estados Unidos puede apelar a nuestra común humanidad más que a la guerra,

La primera ministra Theresa May

y eso le da esperanza, yo también siento aunque sea tantita de oírlo hablar como humano y así diluir el discurso beligerante de Hollande. Hay algo hipnótico y terrible en la forma en que leemos las noticias del horror; todos esos videos de civiles vueltos reporteros y testigos, que defendemos porque representan el acceso y producción democráticos de la información. Y sin embargo... son también sombrío espectáculo, digerido en la soledad insondable de nuestra conciencia digital. Un

hombre filma un video selfie de sí mismo, huyendo aterrado de la masacre. ¿A qué ilusión de certeza nos llevan estas ventanas? ¿A qué precio? Hoy, entonces, hablo de política, inevitablemente. Pero hablo también del vuelo en espiral de las golondrinas en el cielo azul, porque esto también es realidad, y de pronto me parece que voltear allá arriba es un acto urgente, imperioso, de resistencia. L


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