Laberinto No.761 (13/01/18)

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Laberinto

AFORISMOS

CARTAS DE AMOR

MERCEDES MONMANY

antonio rivero taravillo p. 03

argelia guerrero p. 08

aurelio major p. 04

MILENIO

NÚM. 761

sábado 13 de enero de 2018 FOTO: FOTOTECA MILENIO, 1967

CENTENARIO DE JOSÉ LUIS MARTÍNEZ ernesto lumbreras p. 06


ANTESALA

sábado 13 de enero de 2018

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LABERINTO

ESPECIAL

Artista y presidente AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com

CASTA DIVA

E

l racismo, la segregación, la violencia física y verbal, la abierta misoginia y la mentira sistemática son formas de arte. MAGA es una asociación de artistas VIP creada por el artista VIP suizo Christoph Büchel, lanzaron la iniciativa online para denominar arte conceptual a los ocho prototipos arquitectónicos del muro que Trump quiere construir para proteger su frontera, estas piezas se encuentran en San Diego. Büchel dice que los americanos al elegir a Trump como presidente lo convirtieron en artista, permitieron que sus obsesiones adquirieran forma de un statement artístico, y que esos prototipos son una obra de arte colectiva. Es un genio, hay que reconocer la inteligencia preclara de Büchel, tiene toda la razón, por supuesto que Trump es un artista conceptual VIP, y que cada uno de sus twitters tiene el nivel creativo de miles de poetas VIP que escriben en esa plataforma. Es momento de decir al mundo que el nuevo Duchamp ha reencarnado en el líder pelirrojo para salvar a los artistas VIP que se sienten

ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero

acosados e incomprendidos. Nótese que la petición es por la denominación de arte, no de testimonio histórico, que es muy diferente, un testimonio es una lección critica, llamarlo arte implica una comunión ideológica. Los muros, para Büchel, son un readymade y una expresión de Land Art al estilo de Donal Judd. El artista y presidente VIP opera exactamente como el arte VIP, sus “verdades y obras” son por decreto aunque los hechos sean completamente diferentes, no es necesario que “hagan”, basta que cumplan con sus dogmas. Los dos esgrimen ideas racistas, violentas, atropellan los valores éticos y se justifican con buenas intenciones, cualquier crítica es censura, persecución y ataque a su libertad de expresión. Décadas clamando que hasta el asesinato puede ser una forma de arte y por fin llega un presidente respaldado por la gente que exige su derecho a linchar latinos y negros. Los artistas y su presidente VIP defienden que sus obras y actos son muy inteligentes y se demuestran como elementalidades sobredimensionadas. Admiran estos

Prototipo de muro para la frontera entre México y Estados Unidos

prototipos de muro porque así están amurallados y blindados sus museos para que no los traspasen los verdaderos artistas, su búsqueda artística está cimentada en la segregación, han establecido un racismo creativo idéntico al de su líder. Los artistas VIP están muy orgullosos de que un colega suyo haya alcanzado la cima, un propagandista de los principios VIP que está transformando al mundo. La peligrosa zafiedad al poder. L

Al crecer, la I perdió la cabeza. ESPECIAL

Mojado intelectual ARTES VISUALES

E

l Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México exhibe Guillermo Gómez Peña: mexican (in)documentado, primera retrospectiva del trabajo de este artista de origen mexicano que no es ni de aquí ni de allá, sino de ese lugar donde los límites provocan la reinvención. El espectador aterrizará en el Planeta GGP (por las siglas de su nombre) y hurgará la exposición como un archivo. Una presentación que funciona tanto para quien lo conoce como para quien lo descubrirá. Ambos reflexionarán sobre cómo se construyó este artista, que ya desde la década de 1980 planteaba temas que hoy nos han rebasado. Contemplar su trabajo es también entender que el arte es necesario en la construcción de sociedades. Más allá de tener una intención política, Gómez Peña es un artista que ha experimentado diversos lenguajes y que ha hecho del performance una acción transdisciplinaria que no solo toca a los géneros de las bellas artes, sino que usa la palabra de manera visual.

MIRIAM MABEL MARTÍNEZ

Ahijado conceptual de Felipe Ehrenberg, como lo presume en una pieza al alimón con el artista César Martínez, su obra también muestra influencias de otros artistas a los que homenajea, como se ve en la pieza El figurín de mi adorado Melquiades Herrera. Para Gómez Peña, lo importante es el diálogo, la cooperación; de ahí que gran parte de su obra sea colaborativa. Si no qué es La Pocha Nostra, uno de sus proyectos más sólidos. Pero más allá de su hacer comunidad en el arte, está su capacidad para hacernos reflexionar sobre el desarraigo, la contradicción, la exclusión, sobre lo que ocultamos por prejuicio. Sus acciones revelan tabúes, y al espectador no le queda más que asumirse en el límite. Imposible no sentirse atraído en ese lugar casi siniestro, donde todo es posible. Como si esa frontera, donde crece intelectualmente y se exilia, fuera una dimensión desconocida. El visitante está invitado a protagonizar algún performance para entenderse en esa oscuridad que niega. Su trabajo es provocativo porque es crítico. Su

Guillermo Gómez Peña

visión puede incomodar a muchos, quienes solo aciertan a ver la superficie de su obra, sin hurgar en las entrañas de un discurso que ha generado una imaginería pocha, chicana, en spanglish, fundamental para generaciones posteriores de artistas (sin encasillarse en las artes visuales). Recorrer esta muestra, curada por Janice Alva, es entender algunas de las expresiones actuales que sin duda se deben a la mirada de un Border Brujo que en el único tratado en el que cree es en el de la libre cultura. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


MILENIO

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× A L EJA N D R O

S A N D OVA L

ANTESALA

sábado 13 de enero de 2018

ESPECIAL

ÁV I L A ×

Esplendente Este poema forma parte de un libro en preparación

A

quí va tu agradecimiento al mar. Por acá, dejas tus solubles joyas. Allá, la marea menor de zapatos trazo de estelas inimaginables. Tu sostén, desleído en esta orilla. Una bajamar de lunas congrega esta claridad de tu ser perfecto… Torrente cual cresta de marejada mi aliento sostenido entre tus senos. Desnudas al cenit horizontal. Desnudos, somos nocturno bestiario. La plenitud deviene con tu olor: ese resabio es la otra saliva y el jadeo, nuestra agridulce arena. Es un suave aliento al plexo solar. ¿Dónde están los límites de los cuerpos que se diferenciaban por caricias en temeridad y timidez pródigas? En algún arrecife de estas sábanas mi humanidad, zozobra demudada.

×EKO×EX LIBRIS×LE RÊVE×

Desconfía de ti mismo BICHOS Y PARIENTES

R

JULIO HUBARD

alph Waldo Emerson (1803–1882) fue un pensador de raigambre ilustrada, pero metido en un mundo por civilizar, agreste, donde la autonomía de la voluntad significaba todavía el nacimiento de la civilización. Su influencia no solo era una guía intelectual sino un entusiasmo moral, una vitalidad inusitada y una confianza bárbara en la acción del espíritu sobre la naturaleza. Fue un caudal de pensamiento autónomo, en el siglo de las independencias americanas. Es heredero de la validación lógica con que los gringos se emanciparon; forma que, de suyo, presentaba una pequeña paradoja: una nación era independiente cuando otra la reconocía. Ninguna corona europea hubiera reconocido autonomía en esos territorios bastardos del otro lado del Atlántico. Los estadunidenses, entonces, recurrieron a los axiomas: “Sostenemos que estas verdades son evidentes en sí mismas...”, dice su Declaración de Independencia. Desde la lógica, derrotaron la vieja escuela de los reconocimientos de terceros y les vino guango que las pelucas empolvadas dijeran misa. De ahí viene Emerson, y la inmensa influencia de su ensayo Self Reliance, que produjo una tradición admirable de pensamiento, literatura y ética social: Thoreau (La desobediencia civil ) y la caudalosa autoconfianza de Walt Whitman, pero también Sarmiento, Rodó, Martí y Rubén Darío. “Self Reliance” (confianza en sí mismo, validación por propia cuenta) es un principio ilustrado —“ten el valor de juzgar por propia cuenta”, decía Kant—, pero imbuido de una vitalidad más que romántica: la certeza de que la genialidad está ya dada en cada individuo: “nada tiene autoridad sobre uno mismo... la verdad es interior a cada alma”. Con volver ojos y orejas adentro de la propia caja de hueso, toda persona debe hallar no solo la verdad sino su propio genio. Kant en overol; la Ilustración sin pelucas. Pero si movemos la tuerca un poco, en vez de Emerson, o Thoreau, topamos con Donald Trump. Él alardea el genio que halla en sí mismo, se tiene confianza ciega y todos sus actos son acordes a su voluntad. Del cadáver de la Ilustración ha surgido un ser imbécil y ruin, lleno de Self Reliance. Desde luego, hay un millón de argumentos críticos, pero entenderlos significa volver al mundo antiguo, donde el reconocimiento no depende de uno solo y requiere el juicio del otro y una cierta heteronomía. Después de dos siglos de autoafirmación ilustrada, es hora de volver a los moralistas antiguos: dentro de ti vive un sujeto peligrosamente estúpido. Desconfía de ti mismo. L

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LABERINTO

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La escritura: fuga y ROBERTO VILLALÓN

Ya sabes que volveré, el nuevo libro de la crítica literaria Mercedes Monmany, recupera la memoria de Ester Hillesum, Gertrude Kolmar e Irène Némirovsky, escritoras que murieron en lo que hoy es ese campo–símbolo del odio al Otro: Auschwitz ENSAYO AURELIO MAJOR*

Y

a sabes que volveré (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017, 180 pp.), el estudio que Mercedes Monmany dedica a la obra de la joven diarista holandesa Ester Hillesum, la poeta alemana Gertrud Kolmar y la célebre novelista francesa Irène Némirovsky desde su destino ejecutado en el vórtice negro de la Shoá, no solo da continuidad al decurso de los testimonios que han ido ampliando entre nosotros la imposible imagen de la aniquilación inconcebible, sino que en el centro de ese vórtice destaca, como tenue luz que al cabo todo lo abraza, y a pesar de las diferencias de origen y sensibilidad literarias, la entereza moral y la compasión de estas escritoras, de su estar en presencia verdaderamente con los otros, de una suerte de “plenitud del hombre consciente”, en palabras de Edith Stein, la discípula de Husserl que, como es sabido, también fue víctima de la maquinaria burocrática del exterminio. Ya sabes que volveré es asimismo una reivindicación, un “homenaje a todas esas mujeres intelectuales” cuya obra ha sido ocultada por la celebridad de otros nombres, casi siempre de hombres, y que no ha merecido la atención debida a su talento. Tres escritoras que “fueron asesinadas, en diversos momentos, en lo que hoy es ese campo–símbolo, el más criminal de todos en número, el más fotografiado y el más visitado en nuestros días: Auschwitz”. Este breve libro se desprende del monumental atlas o compendio de la literatura del continente que Mercedes Monmany publicó en 2015, Por las fronteras de Europa, y es epítome de una de sus principales, si no la principal de su preocupaciones: buscar “en la literatura la desmitificación de la maldición de quienes afi rman su identidad mediante el rechazo y el odio hacia el Otro, situando el mal en el Otro en lugar de reconocerse y redescubrirse en el encuentro con él”, pues “la escritura es testimonio, fuga, memoria, herida, salvación”, según afi rma Claudio Magris en el prólogo a ese libro precedente.

La también autora de Por las fronteras de Europa

No puede dejar de señalarse al paso que Ya sabes que volveré es el más reciente de un conjunto de obras que dan continuidad a una cultura del compromiso moral que Galaxia Gutenberg ha venido publicando desde sus inicios con Seguir viviendo de Ruth Klüger, superviviente también de Auschwitz y aún entre nosotros, con los diarios de Victor Klemperer y, más recientemente, por citar solo algunos, con los monumentales estudios de Friedländer, la obra de Todorov al respecto o, en otro orden, el también reciente de Monika Zgustová, Vestidas para un baile en la nieve, testimonio de nueve mujeres que sobrevivieron a los campos del Gulag, y que bien se podría fi liar como primo de éste. La introducción, cuyo título “Esta vida es bella y está llena de sentido” es frase de Ester Hillesum y a la vez divisa que rige todo el libro de Monmany, se constituye en un destacado compendio de la literatura testimonial de la Shoá, sobre todo de la escrita por mujeres, algunas de una juventud desoladora, y de ese holocausto como cultura que asimismo perpetró “un genocidio literario europeo”. De Ilse Aichinger a Primo Levi, de Heda Margolius a Hélène Berr, de Kertész a Manea o Kiš, de Charlotte Delbo a Germaine Tillion, se interpela al lector porque, en palabras de Hannah Arendt, “sabemos que es posible, ha sucedido, puede volver a suceder”,

para conminarnos: “actúa de tal manera que Auschwitz no se vuelva a repetir”, justamente porque cualquiera de nosotros puede ser uno de los próximos perpetradores. Y sin embargo, como también señala Imre Kertész, aunque “Auschwitz no es en absoluto el asunto privado de los judíos esparcidos por el mundo, sino el acontecimiento traumático de la civilización occidental en su conjunto”, trágicamente desde entonces no ha ocurrido nada que podamos vivir para refutarlo, como bien sabemos por Bosnia o por Ruanda. En el centro de ese vórtice negro se sobrevive por azar, confiesa Germaine Tillion, por el designio iracundo de desvelar los crímenes y por “una coalición hecha por la amistad, ya que hubo momentos —nos dice— en que había perdido el deseo visceral de vivir. Estos hilos tendidos por la amistad estaban como sumergidos bajo la brutalidad desnuda de un arrasador egoísmo”. En la periferia centrípeta de ese vórtice, Mercedes Monmany analiza las cartas y el diario de 1941 a 1943 de la apenas conocida Ester Hillesum, descubiertos en los Países Bajos en los años ochenta, y revela la conmoción moral de la desinteresada entrega a los otros que su lectura nos produce: “Los instrumentos del sufrimiento poco importan, lo que al final cuenta es la manera de sobrellevar, de soportar, de asumir un sufrimiento consustancial a la vida, salvando intacto un pequeño pedazo del alma, más allá de las pruebas a las que somos sometidos”, escribe Hillesum a los 28 años, y unos meses más tarde, en 1942, cuando ya vaticina el secreto arrasamiento de la máquina del Estado nazi contra los suyos: “siempre llego a la misma


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salvación conclusión: la vida es hermosa. Y creo en Dios. Quiero estar en medio de todo aquello que la gente llama atrocidades y aun así decir luego: la vida es bella”. Monmany nos participa entonces de esa vida individual, única en sus detalles más singulares y que acaba para nosotros siendo universal (que no católica, como han pretendido los creyentes en español de esa religión al intentar apropiarse de su figura) en su compasión, una vida plena además de entusiasmo intelectual, y describe con mano segura las fuerzas que acabarán por arrojar a Hillesum al campo de transición de Westerbork y de ahí con el resto de su familia a Auschwitz en el vagón número 12. Para Monmany el “genocidio literario” segó para la posteridad lo mejor del arte y del pensamiento europeo en unos pocos años. Sirva de ejemplo Cetonia aurata: Es un mísero ser, es una cosa de las cosas, la esquirla, del anillo de sello de Dios, quitada por la broza. Lo llamáis estrella de junio, que da a días azules su fulgor, yo lo llamo animal mágico, engendrado en un espíritu de flor, que no nos vende curandero ni herborista, al que solo conoce y transmuta la suprema alquimia; pues esto de lo que se nutre, luz y sangre de la rosa, es, lo que para él en oro verde y pardo se transforma.

Estos versos de Gertrud Kolmar (en traducción de Héctor Piccoli), prima predilecta de Walter Benjamin, es una muestra de los tres poemarios que perduran como contundente prueba de su truncado talento asimismo narrativo. ¿Podría haberse atrevido siquiera a barruntar algunos lustros antes, por ejemplo, el antisemita Blaise Cendrars cuando escribió en su homenaje a la muerte de Apollinaire en la Primera Guerra Mundial Francesitos, mitad inglés, mitad negro, mitad ruso, un poco belga, italiano, anamita, checo Uno tiene acento canadiense, otro ojos indios Dientes cara huesos coyunturas perfil andar sonrisa Todos tienen algo de extranjero y sin embargo son muy nuestros

que bajo el totalitarismo nazi el destino de tantos poetas judíos, como el de Kolmar, sería su liquidación? “Solo me siento próxima al pasado; para mí lo irreal y lo lejano es lo que está pasando hoy. Si es verdad que no sueño, tampoco lo es que me haya llegado a despertar. Me paseo como por un mundo intermedio, que no forma parte de mí y del que yo tampoco formo parte”, escribe significativamente ella, que debió trabajar como mano de obra esclava en las fábricas alemanas, en una carta a su hermana en 1941, dos años antes de su desaparición inconmensurable a los 48 años de edad. Este libro nos da cuenta de esa “vida retirada y discreta, marcada por la abnegación y la renuncia, lejos de los círculos de intelectuales y artistas que aborrecía”, y cuya única

arma acaba siendo, como siempre, la poesía, en una obra ya plenamente situada en el corazón mismo de la tradición lírica en lengua alemana del siglo XX. Monmany destaca cómo, al igual que Hillesum, Kolmar acepta trágicamente de este modo su circunstancia: “Todo el sufrimiento que ha recaído en mí y que aún seguirá recayendo, quiero tomarlo como una penitencia y será lo justo... dentro de mi ser yo estaba hecha para él y que he crecido para soportarlo y, de algún modo, para triunfar”. Ya no cabe referirse aquí a Némirovsky, la cual cierra el volumen, pues goza de incontables lectores y además Monmany se ha ocupado muy ampliamente de su obra a lo largo de los años. Sin embargo, baste dirigir al lector a las reflexiones y preguntas que sobre la pérdida de humanidad Monmany formula al final de ese apartado, a propósito del debate producido por la obra de la novelista francesa entre la propia comunidad judía de su tiempo y de la pertinente comparación con la reacción hacia una parte de la obra de Hannah Arendt que causó en esa misma comunidad muchos años después desde Estados Unidos. ••• Un viejo judío viaja en el ferrocarril transiberiano de camino a Vladivostok. Lleva una maleta enorme y pesada. Entra en el primer vagón, camina por el pasillo central y toca a un viajero en el hombro: —Disculpe, camarada, ¿es usted antisemita? —¡Claro que no! —responde el pasajero—. ¡Los judíos me caen muy bien! El viejo le da las gracias, sigue por el pasillo y toca al siguiente viajero: —Disculpe, camarada, ¿es usted antisemita? —¡De ninguna manera! ¡Algunos de mis mejores amigos son judíos! El viejo judío le da las gracias y continúa a lo largo del convoy, de vagón en vagón, y recibe parecidas respuestas. Al cabo, al final del tren, llega al último pasajero: —Disculpe, camarada, ¿es usted antisemita? —¡Por supuesto! —responde—. ¡Detesto a esos desgraciados! —¡Por fin, un hombre honrado! —exclama el viejo judío—. ¿Le importaría vigilar mi maleta mientras voy al baño?

Sirva este revelador chiste tradicional para enmarcar los persistentes “contextos culturales”: España es el tercer país con más estereotipos judeófobos de Europa, en el que once millones de personas mantienen prejuicios antisemitas, y en el cual casi la mitad de la población sostiene que ya se ha hablado demasiado de la Shoá. Quemar los libros, acabar con el pueblo del libro. A los que estamos persuadidos de que el único país es un libro, y de que la lectura construye la ciudad interior, la conciencia, y con ella la identidad entendida como individuación, solo cabe oponernos a la barbarie que pretende subsumir el individuo en la masa. En contra del “muro de indiferencia” que denunciaba Primo Levi, del intento de acabar con cada uno, único, obras y libros como éste. L *Este texto fue leído durante la presentación de Ya sabes que volveré el 4 de diciembre, en la Librería Bernat de Barcelona.

sábado 13 de enero de 2018

LITERATURA

Ofrecemos unas perlas de la obra ganadora de la segunda edición del Premio de Aforismos Rafael Pérez Estrada, convocado por la Fundación Rafael Pérez Estrada (Málaga, España)

ESPECULACIONES CIEGAS Antonio Rivero Taravillo Aunque no sea un moroso y te devuelva la imagen a la velocidad de la luz, el espejo es mal pagador. ••• Pocos saben lo que es el azogue, pero lo ponen como un espejito en sus poemas para deslumbrar. ••• El narcisista piensa que es el espejo el que se asoma a él. ••• Ante el espejo se practica un sexo, si exhibicionista, algo pacato: jamás hay tríos. ••• Por señas, el espejo es nuestro ventrílocuo. ••• Todo espejo de pared es el fracaso de un muro. ••• Los escaparates de las tiendas, esos espejos aficionados. ••• Hay lunas en las que al ponernos nosotros siempre se pone el sol. ••• Animalillos amaestrados, cómo imitamos los gestos que nos enseña el espejo. ••• Reflejarse donde antes lo ha hecho un cuerpo hermoso, ¿no es una forma diferida de besarlo? ••• Sobre la cama, el espejo dicta el Kama sutra. ••• Experto en marketing, en el espejo siempre está vigente la oferta 2 x 1. ••• Hay espejos que nos aumentan de tamaño y, al resaltar nuestros defectos, nos empequeñecen. ••• Los espejos deformantes son siempre los más realistas. ••• Cuando se rompe un espejo, lo raro es que escapemos indemnes. ••• El espejo del sonido es el eco. Pero suele estar empañado. ••• El palíndromo es la sopa de letras del espejo.


LABERINTO

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PÉREZ ZAHUITA/ FOTOTECA MILENIO

José Luis Martínez, Wolf Ruvinskis, Arthur Miller y Salvador Novo, 1968

José Luis Martínez

La serenidad en la zozobra

Explorador generoso de las letras mexicanas, el crítico e historiador jalisciense dedicó cincuenta años, entre otras cosas, a ordenar la poesía, la prosa y los papeles personales de Ramón López Velarde, uno de los faros de nuestra modernidad. Este ensayo recrea los momentos emblemáticos de esa invaluable labor, al tiempo que celebra la paciencia y el rigor intelectual del autor de La expresión nacional ERNESTO LUMBRERAS

L

as empresas literarias llevadas, siempre a buen puerto, por José Luis Martínez (Atoyac, Jalisco, 19 de enero de 1918–Ciudad de México, 20 de marzo de 2007) son un legado en muchos sentidos de orden y refundación, fuente y basamento necesarios para nuevos trabajos y exploraciones, una avanzada que traza y edifica las primeras manzanas de una urbe. Los estudios de época, las biografías, las obras antológicas, las ediciones anotadas o las panorámicas de literatura mexicana realizados por el escritor jalisciense destacan no solo por el soporte bibliohemerográfico exhaustivo y siempre al día o por la exposición cenital y amena de sus argumentos, libre de la petulancia y la jerigonza académicas; resalta como uno de sus atributos mayores, el espíritu de generosidad, concordia y complicidad con el lector desconocido, propiciados por un prosa ensayística sin veleidades de artista pero con el apremio de la transparencia del preceptor. En sus libros, Martínez no pretende convencer ni polemizar; su propósito cardinal es ampliar y profundizar la conversación, traer a la mesa documentos, testimonios y enfoques meritorios que aporten sustento y coherencia a la discusión.

En su vasta obra, uno de los filones sustantivos que atrajeron su atención y curiosidad fue lo que él mismo denominaría como “la expresión nacional”, una suerte de fragmentos heterogéneos, disímbolos y dispersos que ciertas figuras pensantes de la época colonial y del siglo XIX observaron con incomodidad y fascinación, con desconcierto y sorpresa. Sus monumentales indagaciones en torno a la vida y a la obra de dos presencias —antagónicas y excluyentes en la historia de México según el dictum del momento— como Nezahualcóyotl y Hernán Cortés pusieron en jaque, una vez más, la hegemonía maniquea de separar dos de los afluentes esenciales de la cultura mexicana. Con amorosa delectación, José Luis Martínez se esmeró en reunir esa pedacería de pensamientos y sentimientos que todavía, entrado el siglo XX, no encontraban pleno acomodo en la convocatoria de la construcción nacional. En libros como La emancipación literaria de México (1955) o La expresión nacional (1955), propone una guía confiable y atractiva para recorrer y valorar las obras literarias de autores decimonónicos a los que habría que regresar —en la hora crítica de nuestro presente— al momento de reflexionar sobre las particularidades de la literatura mexicana. Estas preocupaciones, incluso, se ven reflejadas en el índice de El ensayo mexicano moderno (1958),

DE SUS CONTEMPORÁNEOS Tenemos una deuda de gratitud interminable con José Luis Martínez: él ha contribuido como pocos a establecer una tradición literaria nacional, a organizar la multitud de autores y de libros en un corpus reconocible como literatura mexicana. Lo ha hecho mediante una labor que ya dura medio siglo y equivale al esfuerzo conjunto de varias generaciones y muchos institutos de investigación. José Emilio Pacheco

Siempre te las arreglas para seguir leyendo y seguir al día, acrecentando y conociendo a fondo esa biblioteca que es mi total envidia (y no envidia blanca). Carlos Monsiváis

Era un hombre encantador, un hombre de mundo, con una biblioteca fabulosa y siempre me dio un gusto enorme entrevistarlo, porque además sabía muchísimo, era un gran conversador y además un hombre de una cultura muy grande. Elena Poniatowska

Era un escritor extraordinario, de una prosa transparente, eficaz. José de la Colina

La fortuna de José Luis Martínez es la rara y feliz del que atina con la pluma y con la pala, del que sabe coleccionar libros y revistas y luego, por añadidura providencial, tiene la posibilidad de editarlos, difundirlos y multiplicarlos. Adolfo Castañón

Mi hermano era muy guapo y apuesto, hasta Frida Kahlo lo pretendía. María Elena Martínez

donde figuran textos como “Origen y carácter de la literatura mexicana” de Luis G. Urbina, “La arquitectura colonial de México” de Jesús T. Acevedo, “Novedad de la Patria” de Ramón López Velarde, “Palinodia del polvo” de Alfonso Reyes, “Meditaciones sobre México” de Jesús


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sábado 13 de enero de 2018

DE PORTADA

FOTOTECA MILENIO

Silva Herzog, “México en busca de su expresión” de Julio Jiménez Rueda, “Psicoanálisis de México” de Samuel Ramos, “El silencio de Cuauhtémoc resuena aún” de Jaime Torres Bodet”, “El clasicismo mexicano” de Jorge Cuesta, “Cortés y Cuauhtémoc: hispanismo, indigenismo” de Andrés Iduarte, “Introducción a la historia de la poesía mexicana” de Octavio Paz, “El carácter del mexicano” de José Iturriaga, “Utopías mexicanas” de Gastón García Cantú, por citar las piezas ensayísticas donde bulle el sino de México y lo mexicano. Desde luego, el afán primero y el último de José Luis Martínez fue la historia de la literatura mexicana, y dejó a otros las disquisiciones sociológicas, antropológicas o filosóficas sobre las entelequias del ser nacional. Del pasado de nuestras letras patrias fue un viajero frecuente, conocedor de escuelas y generaciones, de manifiestos y aconteceres, de publicaciones y demás parafernalia. Sin embargo, frente a la literatura de sus contemporáneos, la valoración y la exégesis respectivas, Martínez vaciló y dio palos de ciego. La frontera de sus dominios estuvo marcada por dos cimas pretéritas, Ramón López Velarde y Alfonso Reyes, autores que frecuentó por décadas, estudió con rigor y método, transfiriendo su devoción analítica a volúmenes magistralmente anotados. Muy posiblemente, el ensayo de Xavier Villaurrutia sobre la poesía del autor de “La suave Patria” —publicado primero en Poemas escogidos (1935) y luego en El león y la virgen (1942)— llamó la atención del entonces joven escritor, mérito del bisturí y la audacia por desterrar convenciones del crítico de Nostalgia de la muerte en torno de una obra a la que sobraba leyenda y faltaba examen. En el atardecer de los treinta, Martínez había arribado a la Ciudad de México en compañía de Alí Chumacero y Jorge González Durán con la finalidad de estudiar y poner a prueba su pluma literaria. Los astros fueron propicios en su nueva y definitiva residencia pues, a dos años de su llegada, esta triada de novísimos dirigía una bella revista, Tierra Nueva, auspiciada por la UNAM y que se mantendría en circulación hasta diciembre de 1943, el mismo año en que el autor de Hernán Cortés (1990) comenzaba su exitosa carrera como funcionario público al aceptar la secretaría particular ofrecida por Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública. Por esos años, mientras definía y afinaba su vocación de crítico literario, José Luis Martínez se desengañaba de sus posibilidades como poeta tras la publicación de Elegía por Melibea y otros poemas (1940) —en el número 3 del suplemento de Tierra Nueva—, situación muy distinta a la de Chumacero tras la edición de Páramo de sueños (1940), en el número 6 de la misma revista. Quemadas las naves de la creación lírica, sumaría al atanor de afinidades y de influencia en el ámbito del ensayo, además de la de Villaurrutia, el modelo humanístico de Reyes y el diplomático de Torres Bodet, amén de una lista de autores que crecería sin angustia, a semejanza de su mítica biblioteca. En este mismo periodo, con toda seguridad, se adentraría en cuerpo y ánima a los misterios y a las realidades de la obra de López Velarde; por eso, con la autoridad de un iniciado, acepta la invitación de la revista El hijo pródigo que se propone recordar al poeta zacatecano, en su número 39 del mes de junio de 1946, a 25 años de su prematura despedida del mundo de los mortales. En esas páginas, Martínez escribirá el ensayo “Examen de López Velarde”, que abre la edición conmemorativa y que se convertirá en los años por venir en un palimpsesto o work in progress de sus asedios velardeanos, el cual habrá de coronar y concluir con la segunda edición de Obras de Ramón López Velarde (1990). En ese texto matriz, el ensayista novel muestra en potencia la perspectiva y la estrategia del abordaje, sello personal de sus futuras indagatorias críticas. Para empezar, rehúye ensalzar la “sencillez provinciana” del poeta a descargo de una línea de investigación que intente “explicar los secretos y la raíz de su magia”. Expone a continuación la trayectoria vital de López Velarde y hace un recuento de las recopilaciones y de los estudios realizados a la fecha, reconocimiento siempre ejemplar y caballeroso de José Luis Martínez al dar el crédito y el mérito al trabajo de otros estudiosos de la obra del jerezano. Más tarde, incorpora una serie de capítulos donde aborda “su obra y su tiempo”, su intrépida “evolución espiritual”, el “sentimiento de lo frustrado” como sino y divisa, el íntimo binomio del “amor y la muerte”, “la creación poética” como combustión ósea, las tutorías categóricas de “Baudelaire y Virgilio” para concluir con un balance en torno de su “legado” de contradictorio estrépito y sordina. Pasarán otros 25 años para que el jalisciense, comisionado

José Luis Martínez, José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, 1968

CELEBRACIONES La muestra fotográfica José Luis Martínez: rostros de la palabra rescata algunos encuentros del escritor jalisciense con personajes como Arthur Miller, Salvador Novo, Wolf Ruvinskis y Jaime Torres Bodet. Forma parte de la celebración por el centenario del nacimiento de José Luis Martínez, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura y la Secretaría de Cultura. Será inaugurada el martes 16 en el Centro de Creación Xavier Villaurrutia, con una tertulia sobre el legado del crítico, historiador y ensayista en la que participor los altos mandos de la cultura del gobierno de Luis Echeverría, preparara la primera edición de la obra del autor de La sangre devota para publicarse en la Biblioteca Americana del FCE en 1971; entonces, ordenará las notas de sus lecturas y relecturas lópezvelardeanas, actualizará la bibliografía a la que se han sumado los trabajos de Antonio Castro Leal, Elena Molina Ortega, Octavio Paz, Allen W. Phillips, Luis Noyola Vázquez y Emmanuel Carballo, pondrá al día la cronología del poeta al tiempo que revisará su ensayo de El hijo pródigo, al que hará los pertinentes añadidos y las mínimas correcciones para incluirlo a modo de presentación. Con dicho bagaje y un fichero que crecía y crecía, no hay duda de que José Luis Martínez era, en 1987, una de las tres autoridades especializadas en la materia, por lo que fue designado por Miguel de la Madrid —con beneplácito del gremio literario— para presidir la Comisión Conmemorativa del Centenario de Ramón López Velarde al año siguiente. Frente a tal acontecimiento en puerta y con múltiples hallazgos de poemas juveniles, crónicas, cartas, notas y declaraciones periodísticas, las Obras del zacatecano merecían un aumento de índice y de grosor de lomo. Por eso, de nueva cuenta, el llamado por Gabriel Zaid “curador de las letras mexicanas”, emprendió la misión de incorporar y anotar los rescates literarios, de actualizar la cronología bibliográfica, de realizar estudios comparativos entre borradores y obras concluidas, incluso, de enmendar juicios y erratas de la edición anterior. Tiempo después, en 1998, con la expectativa de

parán Rosa Beltrán, Liliana Weinberg y Leticia Chumacero. El jueves 18, en la Biblioteca México, la celebración continuará con la mesa José Luis Martínez, cien años, con la participación, entre otros, de Enrique Krauze, Eduardo Lizalde y Adolfo Castañón. Habrá otros encuentros, en la Capilla Alfonsina y en el Palacio de Bellas Artes, en torno al legado de quien fue también diplomático ejemplar y funcionario cultural, sobre el que la revista Biblioteca de México publicará un número especial. (LD) “internacionalizar” al poeta más leído y estudiado en México, José Luis Martínez es el encargado de la edición crítica de Obra poética publicada en la colección Archivos de la UNESCO, que replica con mínimas variantes el aparato crítico de las Obras del FCE y al que se incorpora una amplia sección de facsímiles manuscritos del poeta, además de casi un centenar de textos críticos de autores de diversas generaciones y nacionalidades. Ambos libros, de casi un millar de folios, son visita obligada para un lector interesado en conocer a cabalidad a uno de los máximos poetas de la lengua castellana, tan extraño y complejo como el mejor César Vallejo, tan poco estimado fuera de México no obstante el interés de Jorge Luis Borges y Pablo Neruda o la lectura crítica de estudiosos de la poesía hispanoamericana como Saúl Yurkievich y Guillermo Sucre. Más de medio siglo dedicó José Luis Martínez a ordenar la poesía, la prosa, los papeles personales, el anecdotario y los estudios literarios de uno de los fundadores de la poesía moderna de México, labor paciente y rigurosa, atenta a los mínimos detalles y a la previsión de un mejor contexto crítico donde la obra velardeana expusiera y expresara su máximo poder de seducción y asombro, de fantasía y misterio. En la víspera de la próxima conmemoración del centenario de la muerte de López Velarde, en junio del 2021, los discípulos del autor de Nezahualcóyotl (1972) emprenderán, ya sin la guía del maestro, la actualización de uno de sus legados literarios, el más inestable e insumiso a toda tentativa taxonómica o de institucionalización y, quizá por lo mismo, el más entrañable y felizmente inacabado. L


CIENCIA

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LABERINTO

ESPECIAL

¿Año nuevo? La irrealidad del tiempo La física moderna establece la noción de que el Universo está hecho de todos los instantes: pasado, presente y futuro DESMETÁFORA

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egún la idea de espacio tiempo que tenemos de la física moderna podría ser que el año no sea tan nuevo como pensamos. Hemos aprendido mucho de la naturaleza del tiempo y a partir de la física se han desarrollado corrientes filosóficas que podrían cuestionar la manera como lo vemos. Intuitivamente, pensamos que el tiempo fluye y que los procesos se desenvuelven en él como una secuencia que conserva la dirección siempre fija hacia al futuro. Sin embargo, las exitosas teorías modernas sobre el Universo dicen que el tiempo no fluye: está ahí con su pasado y su futuro. El récord de periodos cortos medidos con instrumentación pertenece a los físicos de Óptica y Láseres, quienes han podido controlar el tiempo hasta los 12 atto-segundos (un attosegundo es la trillonésima parte de un segundo). Si además de instrumentación hacemos uso de cálculos entonces son los físicos de partículas elementales los que han podido medir el instante más breve en la naturaleza. El bosón “Z0” es una partícula muy pesada que durante su instantánea vida viajando a una velocidad cercana a la de la luz no alcanza a recorrer el diámetro de un átomo. Esta partícula vive tan solo dos décimas de yocto–segundo, y un yocto-segundo es 0.000 000 000 000 000 000 000 001 segundos. Es decir, el llamado Zeta-Cero vive dos décimas partes de una cuatrillonésima de segundo. Este es el tiempo “medido” más corto que tenemos. También podemos medir tiempos muy largos. Hoy sabemos que nuestro sistema solar se for-

GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx

mó con los restos que dejó la explosión de una estrella hace 6 mil 600 millones de años. Esto lo hemos podido cronometrar comparando las abundancias de los distintos isotopos de Uranio. Más aún, al mirar a las galaxias que se alejan de nosotros hemos podido inferir que la edad del Universo es 13 mil 800 millones de años. La vida del Universo es muy breve para lo que podemos medir en grandes escalas de tiempo. Hemos podido determinar la vida media de elementos que decaen en cuatrillones de años. No tenemos más prefijos para nombrar la magnitud de los intervalos de tiempo gigantescos, como los que usamos al momento de poner el límite en el tiempo que vive un protón si pensamos que este decae. La ciencia moderna ha logrado conceptualizar intervalos de tiempo que van de los yocto-segundos a los miles de millones de quintillones, que se ubican mucho más allá de los yotta-. En la determinación de tiempos de gran escala hemos llegado tan lejos que su inimaginable magnitud tendrá más sentido en nuevas teorías de la física que vengan a describir lo que ahora es insospechado. Sin embargo, a pesar de la destreza que hemos logrado al medir el tiempo, su naturaleza sigue siendo un misterio. Acostumbramos mirar al tiempo como un ordenamiento de los eventos del pasado al futuro, pero la física moderna cuestiona esta manera cotidiana de imaginarlo. Para los físicos actuales el tiempo no es algo independiente de los eventos y pensar que estos ocurren en

secuencia, como si el tiempo fuera un recipiente que los contiene, no es más aceptado. En la actualidad pensamos que el espacio y el tiempo están íntimamente ligados y que ambos se pueden distorsionar como si fueran plastilina. Una idea muy antigua que reaparece cada vez que, por una u otra razón, nos percatamos de la fugacidad que hay en todo lo que nos rodea, es la que establece la frase: “El paso del tiempo es solo una ilusión”. Ya antes de Sócrates los filósofos se plantearon esto mismo. Parménides sugería que no existe el cambio. Aunque puede parecer chocante, es posible que esta visión de la naturaleza sea correcta. Hoy la antigua concepción del tiempo como espejismo ha sido incorporada a la física moderna en uno de sus aspectos más fundamentales, que también acaba por decirnos mucho de lo que somos. El Universo está hecho de todos los momentos: del pasado, del presente y del futuro. Ya todo está ahí. El Universo es todos los instantes y no solo el momento breve que se nos escapa con sigilo. El pasado no se ha ido porque es parte del tiempo y del espacio que forman la estructura del Universo. La historia y el porvenir son parte del “bloque de tiempo” aunque nosotros solo podemos percibir aquello a lo que llamamos presente. El Universo es pues todo el espacio y todo el tiempo. Esta manera de ver las cosas es conocida como “eternalismo” y se inspira en la teoría de relatividad donde se describe al Universo como dotado de cuatro dimensiones que incluyen al espacio y al tiempo. En la manera común de pensar la realidad solo hay tres dimensiones espaciales que están sujetas al paso del tiempo. El presente no es toda la realidad, el futuro y el pasado también la conforman. De acuerdo con la corriente eternalista uno podría ir al pasado o visitar el futuro de la misma manera como se camina por la calle. Trasladarse en el espacio es equivalente a viajar por el tiempo aunque no hemos aprendido los aspectos técnicos para hacer esto último. No sabemos de la existencia de una quinta dimensión pero en caso de que la tengamos uno podría pensar en salir por la vía extra dimensional sustrayéndose de las otras cuatro dimensiones. ¿Quizá desde ahí podríamos ver el pasado y el futuro como vemos desde lo alto de un edificio el horizonte formado por dos dimensiones que se extienden a nuestros pies? Como usted se imaginará, hay físicos que argumentan que el tiempo fluye y que es diferente del espacio. Hay muchas ideas aunque unas son más aceptadas que otras por el éxito que han alcanzado al ser incorporadas en algún marco conceptual. En el mundo del conocimiento científico nada es para siempre, las concepciones cambian aunque Parménides opine lo contario. Hay también estudiosos del cerebro que buscan entre las neuronas el origen de la conciencia con la esperanza de que al encontrarla se entenderá por fin la manera como concebimos el tiempo. Un año es el tiempo que le toma a nuestro planeta dar la vuelta al Sol. Este juego de los astros tiene una duración de 526 mil minutos. Todo lo que pasó durante la ejecución de esta danza celestial está en el recuerdo y en la trama de espacio y tiempo que conforma nuestra existencia. Lo que ocurrirá en el año que comienza también está ahí aunque nosotros tendremos siempre la impresión de estar eligiendo lo que determinará nuestras vidas. Pensaremos que hacemos camino al andar sin saber que el camino está hecho y que el porvenir está ya moldeando todo lo que somos. El 2018 está sobre la mesa pero quizá siempre lo estuvo. L


MILENIO

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× A

LOS NOVIOS ALESSANDRO MANZONI Akal España, 2017 622 pp. Publicada inicialmente en 1827, y con enmiendas y variaciones en 1842, esta novela es una de las cumbres del realismo italiano que intentaba captar las condiciones de vida de la gente sencilla. Los personajes principales, un tejedor y una campesina, deben salir indemnes de las ambiciones del señor feudal de la comarca, un noble despreciable que quiere los favores sexuales de la joven campesina. Lo más deslumbrante de Los novios es que fue concebido como un mecanismo que alberga a su vez otros mecanismos.

NUNCA MÁS SU NOMBRE JOEL FLORES Ediciones Era México, 2017 242 pp. La noticia sobre la muerte ya próxima de su padre altera la vida del protagonista y saca a la luz un pasado de abusos y violencia casera. Esa alteración implica un regreso al terruño, la ciudad de Zacatecas y sus costumbres decimonónicas, siempre a la caza del chisme y de la más mínima desviación a la moral religiosa. Sacando el mayor provecho narrativo de la culpa y el rechazo, Joel Flores erige un universo en el que la libertad de elección es una ponzoñosa quimera.

DEJAR HUELLA ANAMARI GOMÍS (COMP.) Cal y arena México, 2017 125 pp. Los editores citan a Sigmund Freud a propósito de esta antología sobre perros de papel, de la memoria, de la imaginación: “Los perros aman a sus amigos y muerden a sus enemigos, casi al contrario de las personas, que tienden a mezclar amor y odio”. Participan, con sus fábulas de chuchos y dueños que los acompañan, Sergio Pitol, Ángeles Mastretta, Naief Yehya, Alicia García Bergua, Mario Bellatin, María Luisa Mendoza, David Martín del Campo, Sandra Lorenzano, Rafael Pérez Gay, Orfa Alarcón, Eusebio Ruvalcaba y Eduardo Cerdán.

ESCRIBE CON ROSA MONTERO ROSA MONTERO Alfaguara México, 2017 176 pp. Con ilustraciones de Paula Bonet, éste es un cuaderno en el que la escritora española invita al lector a volverse escritor ofreciéndole consejos y proponiéndole ejercicios. He aquí algunos: “A escribir se aprende escribiendo, leyendo, pensando, rehaciendo”. “Ten siempre a mano un cuadernos de notas”. “Escribe un recuerdo real de tu vida. Algo importante para ti, que te emocione”. “Escribe historias que te sean necesarias. No me refiero a narrar cosas autobiográficas, sino a tratar aquellos sentimientos, aquellas emociones que te arden en el pecho”.

GINEBRA. EL MANUAL DAVE BROOM H. Blume España, 2017 225 pp. ¿Sabe usted cómo beber ginebra? ¿Se considera experto tanto en las mezclas clásicas como de nueva generación? ¿Sabe cómo disfrutarla, si con tónica y bitter lemon, en un Martini seco o tal vez preparando un Negroni? ¿Qué marcas conoce de esta bebida a base de enebro? Estas y otras preguntas las responde Broom, especialista en bebidas espirituosas que ha sido editor de la Whisky Magazine, muy leída en Reino Unido, Francia, España y Estados Unidos, y que también imparte cursos de evaluación sensorial.

F U EG O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

AMIGAS: LOS AÑOS NOVENTA FUERON MEJORES

Sergio González Rodríguez Almadía México, 2017

Estampas de un anti Don Juan ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

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uienes alguna vez disfrutamos de la compañía y la curiosidad intelectual de Sergio González Rodríguez no podemos sino celebrar este libro póstumo que mucho le debe a la ubicua disciplina del auto escarnio. Tomando el papel del que se observa a sí mismo, el autor-protagonista ejerce una suerte de narcisismo al revés, con un dejo de serenidad psicológica que sirve de estímulo al humor negro. No le tiembla el pulso a la hora de confi rmar su nula gracia física ni su mala estrella con las mujeres. Caminamos así por una galería de retratos femeninos. Está la que huye unos instantes después de un encuentro indeseado, la de la única y última cita (“estás tan feo que siempre tienes que andar con alguien que dé la cara por ti”), la bonita que de seguro trabaja para una agencia de espionaje, la pintora que ha perdido sus curvas, la amiga que declara su amor y a la vez rechaza su influencia, la indiscreta estudiante de doctorado, la barroca de Jalisco, la del cabello casi a rape y vestimenta negra, la teibolera, la sirena en la pista de baile… Y mientras las vemos desfi lar a nuestro lado, vemos también a Sergio González Rodríguez anhelando el trato con las mujeres para terminar, una vez más, solo en el cine o leyendo a Milan Kundera, Bram Dijkstra o Robert Wright. No hay que valorar Amigas como un álbum de estampas autobiográficas, aunque tenga la apariencia de un confesionario. Sus 54 momentos convocan al Sergio González Rodríguez periodista, narrador, erotólogo, es cierto, pero el anonimato de las mujeres que entran y salen de las páginas hace que juzguemos los duelos verbales o las deliciosas conversaciones —siempre en la frontera entre la misoginia y el lance caballeresco— a través de un velo de ilusión. De N., L., I., R. D., retorcidamente treintañeras o veinteañeras, conocemos tan solo sus palabras, nunca su figura o su rostro, pues eso son, seres parlantes en cuyas bocas duerme un aguijón. A pesar de que el narrador-protagonista rueda de fracaso en fracaso, no deja de festejar la belleza y la inteligencia femenina, siempre huidizas. Hay en esta postura una sabiduría que nada le debe a la resignación y sí mucho a la tentativa de observar como requisito para descifrar a ese astronómico misterio que son las mujeres. Si en la oscura noche, un dios burlón ha querido que el deseo amoroso y carnal se confi ne a los inmóviles rincones de un bar o una cafetería es porque encuentra una dicha malsana en la frase, que suena a las bodas entre una flauta dulce y un arma de fuego, “¿podríamos ser solo amigos?” L


CINE

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LABERINTO

ESPECIAL

Anaïs Huerta

“Una película es una búsqueda” David. El regreso a la tierra pregunta por los orígenes y por lo que significa la identidad ENTREVISTA

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n día cualquiera, David se siente como un negro más en Francia. Al cuestionar su identidad, emprende un viaje a sus raíces, que lo llevará a Haití. A partir de su historia, la cineasta Anaïs Huerta filma David. El regreso a la tierra, documental acerca de la adopción, el racismo y la búsqueda de identidad. David. El regreso a la tierra es una película sobre la identidad y el desarraigo.

Siento una empatía por estos temas. Mi papá es español, mi mamá francesa, yo nací en Canadá y vivo en México, de modo que hay un cuestionamiento sobre de dónde soy. Varios de los amigos con los que crecí en los suburbios de París nos preguntábamos acerca de nuestro origen. La migración y el origen son temas que se discuten en Europa.

En México lo vemos todo el tiempo con la migración indígena. Tememos a la mezcla y negamos la diversidad de nuestra sociedad. No obstante, no quería hacer del racismo un tema tan evidente porque habría politizado el documental.

HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com David es amigo suyo. ¿Qué tan complicado fue contar su historia partiendo de la confianza entre ambos?

Lo conozco desde la adolescencia y hemos hablado de estos temas, sobre los procesos de colonización y descolonización en Francia. Es verdad que hacer películas sobre personas cercanas es muy complicado, pero en perspectiva hay más ventajas que desventajas. Hace algún tiempo, David pensó escribir una novela sobre su experiencia como haitiano, pero lo dejó. Y hace doce años le propuse hacer una película y filmar su regreso a Haití. Pero en la película se percibe cierta protección hacia el personaje.

Uno tiende a proteger demasiado a sus seres queridos. Sin duda, falta objetividad y tal vez tendría que haber estado más desapegada del montaje. Intentaré hacerlo para mi próxima película. Es verdad que no quise ir demasiado lejos en cuestión de sus heridas. Además, mi próximo trabajo será sobre mi familia, así que imagínate. No obstante, creo que el saldo es positivo. La buena comunicación entre David y yo fa-

cilitó las cosas. La transparencia es necesaria para la confianza. Le gustan las historias cercanas.

Incluso muchas de las películas que más me han gustado últimamente son muy familiares; son proyectos complejos, pero pueden arrojar un resultado muy bonito y permiten hablar de la fragilidad humana. ¿Qué tanto descubre sobre sí misma en sus documentales?

Hago cine porque necesito indagar acerca de ciertos temas. Hacer una película es una búsqueda, como hacer un libro. Uno parte con muchos cuestionamientos que al final son más inconscientes que conscientes. El hecho de darle la vuelta a los mismos asuntos obedece a preguntas existenciales por resolver.

HOMBRE DE CELULOIDE

Usa recursos visuales más propios de la ficción que del documental. ¿Por qué?

Trabajé con el fotógrafo Raúl Cuesta, quien tiene una gran sensibilidad. En el documental la fotografía se adapta a la realidad, se buscan imágenes que plasmen los temas. Quisimos arriesgarnos y usar un lente anamórfico en todo momento, salvo en Haití; es un lente que estira la imagen. En realidad, lo hicimos así porque nos gustaba jugar con algunos prejuicios y consideramos que cambiar de lente conforme al país era una forma de ejemplificar que la realidad se ve diferente de acuerdo al lugar. Es algo que trabaja muy bien Reygadas: usa un lente acorde a la atmósfera que quiere crear. Me parece importante hacer una propuesta a nivel de imagen. L

FERNANDO ZAMORA

@fernandovzamora ESPECIAL

Ambigüedad y sutileza

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esde que en 1996 comenzó a volverse famoso con El vestido de verano, François Ozon ha seguido creando personajes que se rigen más por el deseo que por la razón. Frantz es una obra muy recomendable. No solo tiene una fotografía espectacular que salta del color al blanco y negro, no solo está bien actuada y bien dirigida; Ozon se permite, además, reinterpretar un clásico del cine pre–code, ese que se filmó antes de la era de la censura y que estaba lleno de las alusiones sexuales con las que Ozon trabaja tan bien. Con la imposición de los códigos de censura aparecieron los personajes acartonados que hoy pueblan el cine de Hollywood, pero Frantz es un buen ejemplo de cine que ha sido hecho no para que el espectador tenga certezas sino más bien para que se haga suposiciones. ¿Quién es este hombre que apareció en un pueblo de Alemania para honrar la tumba de un soldado que murió en la Primera Guerra

Mundial? Más aún: ¿quién es la mujer que lo ve llorando sobre esta tumba? Es la novia del soldado muerto, una hermosa muchachita de pueblo que, sin embargo, no se conoce a sí misma. Son sus deseos los que han de revelarle quién es. Frantz tiene la forma y el romance de la novela decimonónica, pero al mismo tiempo las alusiones eróticas y el misterio que recrea, recuerdan lo mejor del cine de Ozon: 8 mujeres, por ejemplo, o Swimming Pool. Ozon no es solo uno de los mejores directores de la Francia de este siglo; es además uno de los más prolíficos. El encanto de su cine estriba en la potencia de unos personajes que no pueden ser encasillados en una u otra orientación sexual. En Frantz la ambigüedad y sutileza de los personajes llegan al nivel de que la ficción está construida sobre lo que no se dice, algo que sucede solo en la gran narrativa. Además, Frantz es una suerte de bildungsroman en el que Anna despierta del estupor de su vida de

Frantz. dirección: François Ozon. guión: Françoiz Ozon basado en un filme de Ernst Lubitsch. fotografía: Pascal Marti. con Paula Beer, Pierre Niney, Johann von Bülow, Marie Gruber. Francia, Alemania, 2016.

pueblo y aprende a mentir. Después de todo, como dice un confesor, es innecesario herir con la verdad. En París, Anna descubre algunos secretos de su novio y la realidad del hombre que ha llorado sobre la tumba de Frantz. Las obras de Ozon suelen tener el encanto de la vida: están llenas de ambigüedad y sutileza. Frantz no es la excepción. L


MILENIO

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ESCENARIOS

ESPECIAL

Schubert: muerte, ópera y estereofonía A fines de enero de 1818, Franz Schubert terminó de escribir su Sexta Sinfonía, cuya importancia suele ser menospreciada HUGO ROCA JOGLAR hrjoglar@gmail.com

VIBRACIONES

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a música le debe a Franz Schubert la expresión estereofónica de la muerte. En el último movimiento de la Novena Sinfonía, “La Grande” (terminada en 1826, a sus 29 años), hay un motivo —el segundo— que, lento, obstinado, comienza a sonar desde distintos lugares. Es la misma melodía que se repite varias veces, pero en cada aparición suena desde una posición distinta. Antes sonó allá, a la derecha y atrás, fúnebre y marcial. Ahora suena recia, espléndida y muy cerca. Luego sonará vaga, distante e irreal, como si fueran voces que alguien soñara. El efecto es sombrío y desconcertante. A través del hermoso despliegue geográfico de sus colores, la canción de la muerte ha conquistado —gesto a gesto, parámetro a parámetro— el cuerpo entero de la música.

◆◆◆ Franz Schubert era incapaz de una ópera. El problema no radicaba en la parte vocal —fue un precocísimo genio del lied—, sino en el teatro. La representación escénica era un obstáculo insalvable para su pensamiento musical, que siempre sirvió a febriles iluminaciones: recibía una idea y se dedicaba a escribirla de principio a fin sin interrupciones, aunque eso significara no salir de su casa durante semanas. Si por algún motivo —amor, enfermedad o compromiso social— debía dejar esa idea a la mitad, nunca más regresaba a ella y la obra

en turno permanecía inconclusa. Pero aun esos fragmentos de algo inacabado —Octava Sinfonía, oratorio Lazarus o Movimiento de cuarteto— suenan completos en sí mismos, como si fueran algo creado. Ese flujo creativo imparable desaparecía de Franz Schubert cada que intentaba llevar la música a una representación escénica. La realidad física de la ópera le destruía las ideas, y, sin embargo, las óperas, sobre todo las de Rossini, le fascinaban. Así que Franz Schubert decidió hacer de su Sexta Sinfonía, “La Pequeña” (finalizada en 1818, a sus 21 años), una ópera invisible: sin historia, personajes, diálogos o escenografía. Una ópera abstracta llena de líricas canciones sin palabras. ◆◆◆ El motivo inicial en el cuarto movimiento de la Sexta Sinfonía de Franz Schubert es una melodía rápida, suave y ligera, de aire festivo y cantable, que tras revolotear —lúdica, curiosa— entre un lenguaje armónico de atmósfera transparente, da pie a un crescendo en donde, al ser interpretada por la orquesta en pleno, adquiere una apariencia galante y vigorosa, de triunfal coro bufo —épico y burbujeante—, pero luego disminuye a la suavidad y ligereza del inicio. Esta dinámica tan rossiniana —que de cierta manera dio forma a la ópera román-

DANZA

tica— en Franz Schubert no tiene una función teatral, sino mística: al crecer y disminuir el volumen de la masa orquestal descubre que también puede crecer y disminuir el espacio. Este hallazgo —que en la Sexta permanece increado, en estado de pasmo—, en la Novena, “La Grande”, es utilizado para dotar a la muerte de una presencia estereofónica. En el último movimiento los crescendos y diminuendos tienen la única función de ampliar el espacio, y, una vez que el espacio es inmenso, la muerte —identificada en una melodía cuyo comienzo son cuatro notas articuladas en staccato (signo que dicta justamente el espacio)— comienza a filtrarse —imponente, penetrante— en cada grieta hasta que, lentamente, sin explosiones ni acrobacias, cubre totalmente a la música con la trágica certeza de una destrucción inexorable. P. D: Franz Schubert murió a los 31 años a causa de una enfermedad venérea. L ARGELIA GUERRERO

makarova81@yahoo.com.mx DAVID FLORES RUBIO

Cartas de amor

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a danza es un arte eminentemente efímero. Es una sucesión de instantes que se entretejen desde múltiples dimensiones y cuyos matices configuran un discurso que se desarrolla en el tiempo y el espacio para no volver. Su trascendencia se circunscribe a las reconstrucciones que coreógrafos, bailarines y espectadores conservan en sus mentes. Todas distintas. Fotografiar danza puede plantear un desafío a la naturaleza fugaz que tiene este arte escénico. Aun con sus limitaciones, parece retar esta cualidad para fijar instantes. El trabajo del fotógrafo David Flores Rubio, además de fijar instantes, plantea un viaje por el universo de la danza y sus misterios. “Todos queremos guardar un recuerdo fotográfico de las cosas más bellas y fascinantes que conocemos”, afirma David, y aclara que cuando le preguntan

cuál es la más bella persona, animal o cosa que haya visto, la respuesta siempre será la misma: “un cuerpo que danza”. Con gusto, pasión y obsesión, David revela este universo con una profundidad que contagia el gusto del fotógrafo por el arte de la danza. Su lente captura instantes y los múltiples detalles que los constituyen: miradas, articulaciones, marcas en los cuerpos y expresiones. A modo de un Virgilio contemporáneo, nos conduce a través de su trabajo para compartir la admiración que le produce la danza y, sobre todo, los bailarines. Mostrar los cuerpos más allá de su dimensión estética y exponer los esfuerzos cotidianos de quienes los llevan al máximo de sus posibilidades son cualidades en el trabajo del fotógrafo. Revelar clases, ensayos, montajes y las minucias de los cuerpos no solo

Ximena Marván Palavicini

muestra la capacidad técnica del fotógrafo para capturar momentos precisos en la ejecución perfecta de un movimiento, sino la profundidad con la que mira y se funde con las obras y sus intérpretes. Con cada fotografía, David Flores Rubio invita a internarse en el universo de la danza, a mirar y respetar el trabajo de coreógrafos y bailari-

nes, a comprender lo que sucede en los escenarios como producto de cuerpos extraordinarios habitados por personas cotidianas y comunes. “Mis fotografías son cartas de amor a la danza, pero también son invitaciones y provocaciones. Busco deliberadamente interesar a la gente para que entre en este mundo que ya siento mío”. L


VARIA

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LABERINTO

ESPECIAL

Cuesta abajo TOSCANADAS

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l último Premio Nobel de Literatura se concedió porque el autor “en novelas de enorme fuerza emocional ha revelado el abismo bajo nuestra ilusoria sensación de estar conectados con el mundo”. Hay que pensar un poco para entender a qué se refieren los académicos, pero al final la frase se comprende aunque no se sea muy letrado, y ya depende de cada quién hasta dónde quiere cuestionar si esa conexión con el mundo es ilusoria o real. En cambio, el premio de física se otorgó por realizar “contribuciones decisivas al detector del Observatorio de Ondas Gravitatorias por Interferometría Láser y la detección de dichas ondas”. Por su parte, el de química fue “por desarrollar la microscopía crioelectrónica para la determinación de estructuras de alta resolución de biomoléculas en solución”. Aquí no todo mocoso sabe de qué se está hablando.

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

Cualquier hijo de vecino puede tomar alguna novela de Kazuo Ishiguro y asimilarlo en pocos días. Entre los libros de los laureados en física y química tenemos títulos como Agujeros negros y tiempo curvo: el escandaloso legado de Einstein o Tomografía electrónica: métodos para visualizar en tres dimensiones las estructuras celulares, y ni se diga ensayos como “Modelo de la estructura de la bacteriorodopsina basado en criomicroscopía electrónica de alta resolución”. Las artes y las ciencias marcan la cumbre de la humanidad, pero tal parece que ciertas cumbres se alcanzan más fácilmente que otras, al menos en apariencia. Será por eso que, cuando algún instituto cultural anuncia un taller de narrativa, suele llegar un montón de gente improvisada y mal leída. Imagino que no habría espontáneos si se invita a un taller de criomicroscopía o de detección de ondas gravitatorias.

Hay gente que se cree poeta porque escucha un disco de Enrique Rambal, pero ningún descaminado se cree criomicroscopista o perito en mecánica cuántica por mera inclinación del temperamento. A los concursos literarios llega cada mamarrachada que habla de la nula capacidad autocrítica de muchos participantes, ¿pero quién se presentaría a un programa de matemáticas cuando apenas sabe sumar? Los lectores interesados en ciencias pueden estar seguros de que solo autores con méritos demostrados llegan a publicar libros en sus especialidades, si

CAFÉ MADRID

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME

Réquiem por el periodismo desnudo

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s sabido que, desde hace unos años, la industria del periodismo impreso ha comenzado a desmantelarse (en todo el mundo, no solo en España). Poco a poco, y en el mejor de los casos, los diarios y revistas de papel no serán más que un “suplemento” (¿semanal?, ¿mensual?) de las páginas web de los medios que sobrevivan a la transformación. Hace unas semanas, El País dejó de utilizar sus rotativas y despidió a sus trabajadores. Subcontrató a otra empresa para que se encargue de imprimir el tiraje que todavía vende (incomparable con el de hace 30 años: medio millón de periódicos los domingos). Y esta semana se anunció el cierre de las revistas Tiempo e Interviú. Todo indica que no las volveremos a ver ni a leer en ningún soporte, pues sus dueños no tienen dinero para mantener, siquiera, una edición online. Duele de manera especial que se apague el “periodismo desnudo” de Interviú. No solo por sus portadas y reportajes eróticos (que también), sino porque hasta ahora ha sido el único semanario español que realizaba investigaciones sobre temas y personajes que otros maquillaban o, de plano, no tocaban. La empresa que la edita tiene intereses, como todas, pero el grado de libertad que le concedía a esa publicación ha sido muy significativo. La fundó el periodista Antonio

Asensio Pizarro en 1976 y se centró en el periodismo de investigación. Desde su primer número se convirtió en símbolo de la libertad de expresión al ser la primera en mostrar mujeres semidesnudas en su portada, en la línea marcada por Playboy o Lui. Franco había muerto seis meses antes y una nueva España trataba de configurarse para dejar atrás la dictadura. “A los españoles les faltaba sexo, les dimos sexo. Faltaba claridad, les dimos la libre expresión de los columnistas. Era un traje a la medida. Era un coctel. Pero no molotov”, dijo un día el propio Asensio. Su número 16 es uno de los iconos del “destape” y la “transición” (el paso a la democracia). En él apareció Marisol para dejar claro que había dejado de ser una niña y se había convertido en mujer. La actriz y cantante trataba de forjarse una imagen más adulta, mientras el país se adaptaba a un nuevo tiempo y se quitaba las telarañas. La tirada, que inicialmente rondaba los 100 mil ejemplares, ascendió entonces a 400 mil, y para diciembre de ese 1976 la revista alcanzó la cifra de un millón y medio de lectores, un récord histórico para publicaciones de la época. Sus reporteros han sido testigos, entre otras cosas, del linchamiento y la ejecución de dos cabos del ejército británico por seguidores del grupo terrorista IRA. Dieron a conocer en exclusiva las fotografías de los cadáveres

bien también es cierto que en ese mundo la fama ayuda. Pero a diferencia de la literatura, no se me ocurre que un director editorial esté ofreciendo contratos al último patán de la televisión para que escriba un libro sobre partículas subatómicas o genética molecular. Al final se ve que la ciencia va siempre avanzando, en cambio la literatura da tantos traspiés que va cuesta abajo. Un crimen organizado en el que participan editoriales, escritores, críticos, profesores y sí, también los lectores. Sobre todo los lectores que, siendo pocos, deberían ser mejores. L periodismovictor@yahoo.com.mx ESPECIAL

de Manuel de la Sierra y María Lourdes Urquijo, los marqueses de Urquijo, uno de los crímenes más sonados en los años ochenta. También destaparon algunos de los escándalos de corrupción del gobierno de Felipe González y, en 1994, publicaron las fotografías del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán, en plena orgía sexual pagada con el erario público. Por la revista han desfilado celebridades como Rocío Jurado, Sara Montiel, Lola Flores, Claudia Schiffer, Ana García Obregón, Sabrina, Anne Igartiburu, Emma Suárez, Alaska, ¡la duquesa de Alba!, Salma Hayek o Penélope Cruz. Ya no más. Pronto, en los puestos ya no estarán Playboy ni Interviú. Habrá que entonar un réquiem por el periodismo desnudo. L


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