Laberinto No.765 (10/02/18)

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Laberinto

GABRIEL ZAID julio hubard p. 03

EL MUNDO TRÁGICO DE ISMAÍL KADARÉ claudio magris p. 04

MILENIO

NÚM. 765

sábado 10 de febrero de 2018

ENTREVISTA CON BRIAN NISSEN

guadalupe alonso coratella p. 06

FOTO: OCTAVIO HOYOS


ANTESALA

sábado 10 de febrero de 2018

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LABERINTO

FELIX NUSSBAUM

La libertad del editor AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com

CASTA DIVA

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a Historia ha progresado a espaldas y por encima de los individuos, nos dice Marcuse y para Sade la corrupción y la disolución moral del pueblo son muy útiles porque permiten mantener en movimiento la maquinaria perpetuamente inmoral del Estado. La negación de Gallimard de publicar los escritos nazis de Céline es el argumento más valiente que puede esgrimir un editor: su libertad de publicar. La libertad de expresión casi siempre se refiere al que quiere opinar, no al editor responsable de publicar esas opiniones, sin embargo la libertad de un editor radica justamente en la capacidad de elección que define su posición ética personal y profesional. El argumento de que se deben publicar textos indignos porque los lectores tienen derecho a conocerlos y analizarlos es relativista e irresponsable, le permite al editor “pasar a espaldas y por encima de los individuos”. Céline exhibió su afiliación al nazismo con esos textos, no son “poemas” como han insistido en llamarlos, son insultos complacientes con un régimen asesino, es una de las acciones más serviles en la memoria de la literatura. La decisión

ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero

de Céline de unirse a la corrupción del nazismo, como dice Sade, fue su aportación para perpetuarlo. ¿Que puede haber en esos textos que merezcan otra vez el derecho a ser publicados? La intención de darles vigencia, la letra impresa es propagadora, en este caso de una ideología genocida, el lector hace su análisis desde la aprobación del editor al otorgar un espacio a esos escritos, entonces, el supuesto análisis es improbable, y lo que sí es una certeza es que esos textos dan movimiento a los engranajes corruptos del racismo. No hay valor en unirse a ese sistema, el valor está en volver a rechazarlo, eso lo describió muy bien Thomas Mann en Doctor Faustus, cómo el nazismo determinó las relaciones filiales y estar en contra era el crimen más grave que podía cometer un alemán. Gallimard es un editor en ejercicio de su libertad, demuestra que el rechazo a la censura es una coartada cuando no se quiere tomar una posición ética ante el sello editorial y los lectores, es un alarde de libertad que no existe, el debate suscitado se ubica en el maniqueísmo que estigmatiza esta decisión editorial como un acto

Esqueleto tocando el clarinete, 1944

represor. El hecho de que estos textos existan en internet no implica que deban aceptarlos todos los editores, al contrario, en este momento de indiscriminada publicación, de abuso en el espacio de divulgación, es cuando la “libertad del editor” es indispensable. L

Tiempo después del fin de la novela y la muerte del autor, Molly seguía con su monólogo. CORTESÍA ESTANCIA FEMSA Y CASA LUIS BARRAGÁN

Resistencia al vacío ARTES VISUALES

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el 3 de febrero al 15 de abril, la Casa Luis Barragán hospeda Parameters, la primera —aunque parezca inverosímil— exposición en la Ciudad de México del estadunidense Bruce Nauman (1941), uno de los artistas más influyentes del hoy tan sobado arte conceptual. La experiencia —previa cita— es una visita obligada para los más jóvenes, quienes descubrirán en los cinco videos proyectados en televisores de “antes” un ejemplo del conceptualismo inteligente. Nauman es un creador muy bien formado (estudió matemáticas y arte) que profundiza en el performance con disciplina, técnica y curiosidad. Le importa el proceso y el gesto, los explora con meticulosidad como se observa en estas piezas que, además de citar a la historia del arte, son producto de una investigación sobre la relación cuerpo-espacio.

MIRIAM MABEL MARTÍNEZ

Es un deleite observar y experimentar corporalmente el diálogo entre las obras de Nauman y Barragán. Un enfoque curatorial atinado, ya que el norteamericano considera que la arquitectura es una forma de la escultura; de esta manera, su trabajo se integra plácidamente a los espacios diseñados por el jalisciense con la misma expansividad que lucen, por ejemplo, los cuadros de Mathias Goeritz. En estos videos, en blanco y negro y de una hora, Nauman se asume una escultura sin rostro (las tomas siempre eluden la cara) y vive el espacio. Inspirado en un performance anterior, para WallFloor Positions (1968), se graba ocupando distintas posiciones entre el muro y el suelo, ciñendo su cuerpo al área. Si bien estas obras proponen un ejercicio corporal intimista, como se ve en Walk with

Una de las obras que incluye la exposición Parameters

Contrapposto (1968), para la cual él mismo construyó un corredor estrechísimo y largo donde grabó su caminar imitando poses típicas de la escultura renacentista, la experiencia del espectador se vive hacia fuera, tal como Barragán lo propone. El visitante transita de un pasillo angosto a una habitación que se expanden a la vista y a la vivencia en sí. Los lugares elegidos subrayan la intención de Nauman quien, por cierto, aprobó los puntos de

exhibición de los televisores, que vestidos de esculturas dan gravedad al contenido, como se siente en Slow Angle Walk (1968), inspirado en Samuel Beckett. Nauman repite ciertos movimientos y, al igual que en Pacing Upside Down (1969), inventa su propio Quad. La obra de este conceptualista dentro de la arquitectura de Barragán hace que, como solicitara Beckett, cruja el espacio. Lo que observamos es la “resistencia dentro de ese vacío”. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


MILENIO

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× D I EG O

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ANTESALA

J OS É ×

Bolero doméstico Este poema pertenece a La herida de Ulises (Editorial Elementum, México, 2017), que reúne poemas inéditos atesorados desde 2002

V

en,

arranca mi corazón con uñas decididas, si requieres ayuda, sírvete del mejor cuchillo de la cocina; que duela nada más lo necesario, y mientras lo mutilas con soltura doméstica, si puedes llorar, hazlo con la indiferente serenidad que te provocan las cebollas.

×EKO×EX LIBRIS×LA CENSURA DE HYLAS Y LAS NINFAS×

Conversación con el logonauta BICHOS Y PARIENTES

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JULIO HUBARD

il palabras, de Gabriel Zaid (Debate, 2018), comienza con el saludo de quien va a largar un discurso: “Señoras y señores...”. Pero es trampa porque no sigue un discurso sino 60 ensayos breves, que se pueden leer en cualquier orden aunque aparezcan alfabéticamente, y no es un tratado de erudición sino un juego de tientos, sorpresas y hallazgos. Una conversación sobre palabras que da para pasear por la historia, hacer fi lología, gozar las sonoridades y sorprenderse de la realidad, la imaginación, los símbolos. No es ocupación de temporada, ni súbita: Mil palabras reúne, revisados y reescritos, artículos desde 1969. Cincuenta años son un modo de habitar el mundo. Hablar de palabras puede convertirse en el truco del mal conversador, el filósofo necio, el mal científico, el coyote litigante o el sexismo y generismo actuales: el recurso más barato para evadir ideas y desdibujar el mundo es exigir al interlocutor que enuncie y defina sin ambigüedades cada palabra y su uso. La precisión que exige el tono equivale a la búsqueda de un sonido sin armónicos. Es una superstición que, sin embargo, se entiende: el conocimiento (que no el saber) ha de enunciarse con precisión unívoca. Un científico o un filósofo han de mostrar que el lenguaje es un recurso que poseen y dominan. Pero el poeta asume el lugar inverso: quien habla, conversa, lee o escribe pertenece a la lengua. No la posee: la habita. Pertenece al Logos. Y Zaid no es un lexicógrafo sino un logonauta: no solo él sino la realidad pertenecen a la lengua, sus sentidos y las innovaciones que “amplían los límites de lo que se puede decir”. Son exploraciones críticas de quien cree que la intervención y labor deben cultivarse, so pena de perder inteligencia, literatura y realidad: “Las grandes lenguas merecen grandes diccionarios. Los diccionarios de Johnson, Webster, Oxford, parecen dignos compañeros de Shakespeare; y lo mismo sucede en otras lenguas, pero no en español”. Es un libro de ensayos, no un diccionario, tesoro, enciclopedia, aunque hayan sido sus recursos más constantes y abundantes (al final, Zaid incluye una utilísima lista de más de 200 obras de consulta). Es el juego de un poeta que no deja de sorprenderse de que las palabras hacen al mundo que, a su vez, provoca palabras y sentidos. La realidad que se vuelve símbolos y los símbolos que vuelven real lo innominado, desde objetos mostrencos y tarántulas hasta el desbroce del concepto de cantidad o la idea de cultura (que, “si fuese medible, se mediría por la animación que despierta una obra en la conversación”). L

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LABERINTO

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AFP

Ismaíl Kadaré

El mundo trágico de un escritor

Junto con Giorgio Agamben, el novelista albanés es acreedor del Premio Nonino 2018, que reconoce el trabajo de las grandes personalidades de la cultura mundial. La siguiente es una lectura acuciosa de su obra, especie de carta de creador a creador ENSAYO CLAUDIO MAGRIS

L

os Balcanes —dice una famosa frase de Churchill— producen más Historia de la que pueden consumir”. Esta Historia se separa del circuito producción–consumo, como fragmentos caídos de las cadenas de montaje que trajinan mercancías, termina por desbordarse como un río crecido, arrastrando y anegando diques y fronteras, escombros y despojos de pertenencias que bloquean el paso. La Historia inconclusa a menudo representa la incubación del imperioso estallido de una guerra. Los Balcanes son un hervidero de guerras, incluso recientes, que no han sido sofocadas por completo. Como tantos nombres de realidades geopolíticas —según Metternich incluso Italia era solo una expresión geográfica—, también “Balcanes” es una palabra de la que no se sabe y a veces no se quiere saber qué realidad indica precisamente. Croacia, por ejemplo, estrictamente hablando, no creo que debería formar parte de los Balcanes, pero la Panonia del gran escritor croata Miroslav Krleža es un poderoso universo poético en el que pasan las nubes del sudeste de Europa. La Historia que no se consume o que no va a finalizar hacia un estable y ordenado sistema político–social y

NOBLEZA DE ESPÍRITU El 27 de enero, Ismaíl Kadaré, el escritor y poeta albanés, fue galardonado en Italia con el Premio Internacional Nonino 2018, cuyo jurado estuvo presidido por el escritor británico V. S. Naipaul. El Premio llega como un feliz regalo de cumpleaños para Kadaré, quien nació el 28 de enero de 1936 en Gjirokastra. Traducido a más de 40 lenguas, en sus libros resuenan los antiguos mitos helénicos transmitidos de generación en generación en las remotas aldeas albanesas para contar la historia contemporánea de un pueblo que ha padecido el totalitarismo. Kadaré publicó su primera novela en 1963, El general del ejército muerto, que de inmediato suscitó un éxito en Francia. Le seguirían El monstruo, Los tambores de la lluvia, Crónica de la ciudad de piedra,El puente de los tres arcos, Abril quebrado, El crepúsculo de los dioses de la estepa, El palacio de los sueños, El concierto, Tres cantos fúnebres por Kosovo, Frías flores de marzo, Noviembre de una capital, Frente al espejo de una mujer... MARÍA TERESA MENESES

a sus instituciones, es una fluctuación cambiante y tempestuosa de destinos individuales y colectivos, de existencias confiadas a la incertidumbre y al azar, de vidas que son como hojas en la tempestad. Acaso también por esto los Balcanes han creado y siguen creando una literatura muy vigorosa, obras maestras que han sido lanzadas indiscriminadamente en diversos países

y en diferentes lenguas, aunque no siempre son tan diferentes como dicen; mi Danubio, traducido hace 30 años al serbio–croata, cuenta hoy con una versión croata y una versión serbia, ambas excelentes. A veces, del caos nace una infausta política y una gran literatura —en los Balcanes, por solo dar un ejemplo, Crnjanski, Andric, Kiš, Krleža y otros que también tendrían el mismo derecho de ser nombrados—. ¿Por qué la literatura y el arte en general están destinados a crecer bien cuando las cosas no están bien? Uno de estos notabilísimos creadores es Ismaíl Kadaré. Su Albania es —lingüística, cultural e históricamente— una diversidad muy particular incluso al interior del caleidoscopio balcánico. El albanés es una lengua ilírica que no tiene nada que ver con las lenguas eslavas, que tienen influjo, pero solo en parte, en uno de sus dos grandes dialectos. El país, durante siglos, estuvo bajo el dominio del Imperio Otomano y la islamización, y, como lo ha subrayado el propio Kadaré, esta situación lo colocó, en el imaginario occidental, en una contraposición a veces negativa con el mundo eslavo y cristiano–ortodoxo. Al igual que muchos escritores de esos países, Kadaré, nacido en una familia islámica pero respetuosamente ajeno a toda religión específica, siente potentemente la fascinación de la presencia y de la cultura otomana, de su poderío a menudo cruel pero políticamente sensato, de su sentido de vanidad e inevitabilidad de todas las cosas, de su ímpetu y de su pesadumbre indolente. Kadaré sabe que a ese conflictivo mundo eslavo–otomano le debe, sobre todo, “la original visión global, las grandes historias, las épicas y los infortunios” de la literatura balcánica, como lo declaró él mismo, sin poder decir si esto era un bien o una desventura. Kadaré también impregnó a su narrativa con la indomable y plurisecular resistencia albanesa al dominio otomano, como en su novela Los tambores de la lluvia (1981), que retoma el antiguo y perenne tema épico del asedio y celebra las proezas y la victoria del héroe albanés Skanderbeg, vencedor de la lucha contra los turcos. No solo en tiempos remotos las guerras y la esclavitud oprimieron a Albania. El nazismo y el fascismo pusieron e impusieron, para nuestra desgracia, la corona de Albania en la cabeza de Vittorio Emannuele III. Sobre ese episodio Kadaré escribió un espléndida novela, El general del ejército muerto (1963), la confusa búsqueda de los cuerpos de los soldados italianos, historias de fantasmas, pero, más todavía, de hombres de ayer y de hoy. La fuerza poética de Kadaré reside en su escritura en blanco y negro más que en esa fantasía oriental, en su frialdad que hace resaltar todavía más la trágica vicisitud histórica y humana y los trágicos colores de la guerra. En la sangrienta guerra de liberación de los Balcanes, Kadaré vio y representó el terror nazi en su ciudad natal, Gjirokastra, la “ciudad de piedra” de su novela homónima, y fue testigo del terror rojo que instauraría en la Albania liberada del nazi–fascismo el más feroz, tiránico e inepto de los regímenes comunistas, la dictadura despiadada de Enver Halil Hoxha. El extremismo ideológico del régimen llevaría incluso a Albania a romper relaciones con la Unión Soviética de Kruschev, considerada demasiado moderada, e incluso con la China maoísta, en esos años también enemistada con la URSS, acusada de traicionar, a cualquier precio, a la revolución mundial porque no era suficientemente extremista para el régimen albanés. Albania es hoy un país libre, vivaz, abierto a las otras culturas y en particular a la italiana; con nuevos y significativos escritores y estudiosos —como por ejemplo Viola Adhami— de esa ciencia de la traducción que es apertura al mundo, jóvenes investigadores de italianística como Mimosa Hysa.


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JEFF J. MITCHELL/ REUTERS

sábado 10 de febrero de 2018

LITERATURA

CUMBRES HELADAS DE ISMAÍL KADARÉ De El palacio de los sueños: Porque en el continente nocturno del sueño se encuentran tanto la luz como las tinieblas de la humanidad, su miel y su veneno, su grandeza y su miseria. Todo lo que se muestra confuso y amenazante, o lo que pueda llegar a serlo al cabo de los siglos, manifiesta su señal mediante los sueños de los hombres. No existe pasión o pensamiento maléfico, adversidad o catástrofe, rebelión o crimen, que no proyecte su sombra en los sueños antes de materializarse en el mundo. De Crónica de la ciudad de piedra : Todo en ella era viejo y pétreo, desde las calles y las fuentes hasta los tejados de sus soberbias casas seculares, cubiertos de losas de piedra gris semejantes a escamas gigantescas. Resultaba difícil creer que bajo aquella formidable coraza subsistiera y se renovara la carne tierna de la vida.

El autor de Los tambores de la lluvia

Kadaré vivió en un país aislado, en una dictadura cruel e incapaz; en un sistema, escribió John Banville, estilo Alicia en el país de las maravillas (“yo seré el juez y el jurado, yo juzgaré toda la causa y te condenaré a muerte”, se dice en la grotesca fábula de Carroll). La experiencia, las dificultades, los lisonjas, las pesadillas, los desastres triunfales de la dictadura quizá fueron la experiencia fundamental e inevitablemente ambigua para Kadaré. Fue miembro del Parlamento albanés de 1970 a 1982, amenazado de muerte y también celebrado por el régimen, orgulloso, en su nacionalismo, de tener a un gran escritor coronado por el éxito mundial. Experiencias que aquellos que no han vivido en un régimen semejante no pueden ni siquiera imaginar realmente y mucho menos juzgar. Kadaré abandonó Albania en 1990, cuando la dictadura estaba agonizante o casi muerta y cuando, según se dice, la desilusión por la democracia nacida de las cenizas de ese totalitarismo parece haber sido para él no menos fuerte que el horror ora valientemente demostrado, ora necesariamente malogrado, por el totalitarismo. Totalitarismo que parece ser, durante el siglo XX, una terrible pero fecunda fuente de gran literatura. En el espléndido El palacio de los sueños (1981) de Kadaré, el totalitarismo incluso intenta adueñarse del inconsciente, de las fantasías y de las pesadillas de sus esclavos, transformados cada uno de ellos en un delator. La experiencia de la dictadura debió marcar de tal forma a Kadaré que, para él, el sentido de la vida era visto como ineluctable ambigüedad y traición. Acaso por esto, Kadaré rechaza la alternativa, en el papel de un escritor, entre disidencia y no disidencia, que quizá le parezca noblemente abstracta e ilusoria. A diferencia de muchos nobles y valientes disidentes, Kadaré parece haber vivido el totalitarismo desde el interior, como una enfermedad mortal (falsificación, mentira, represión) que contamina

de alguna manera incluso a quienes padecen ese mundo. Lo grotesco, el juego con lo falso, elemento clave de sus narraciones, son la verdad de todos, de los tiranos y de las víctimas, y de los propios escritores. El mal, en El ojo del tirano (1991), enceguece a sus víctimas; aquellos que magistralmente escriben sobre personalidades divididas no pueden no reconocer en sí mismos la duplicidad. Después de todo, cada escritor también es un espía, no de un régimen sino de la vida. El mundo retratado por Kadaré ha sido parangonado con el de 1984 de Orwell. La analogía es evidente, pero con una diferencia. Ese mundo, de alguna manera, permanece externo a Orwell, no forma parte de él, a pesar de sentir profundamente su presencia; mientras que en Kadaré se siente como si hubiese vivido un poco bajo la mirada del Gran Hermano. Prolífico autor de numerosísimas obras que no se pueden enumerar y poderoso poeta de lo grotesco y de lo fantástico, Kadaré alcanza quizá su más verdadera grandeza no solo evocando imperios y tiranías, sino narrando historias sencillas y profundas como la vida misma —por ejemplo en La provocación (2012), breve, brusca e inolvidable narración de guerra en la cual entre dos posiciones enemigas que se enfrentan con esporádicos disparos de cañón pasa y vuelve a pasar, de una a otra parte, la camilla de una mujer herida, en una desvaída sucesión de trincheras, iluminada por errabundos reflejos de cálida humanidad—. Lo insensato, lo inconcebible de la guerra, entre lo que tiene lugar, entre sucesos menores y en una modesta esencia kafkiana, la inconsciente madurez humana del sargento Fred Kosturi, uno de los grandes “corazones sencillos” de la literatura. L De Il Corriere della Sera , 23 de enero de 2018. Traducción de María Teresa Meneses.

De Los tambores de la lluvia: El tiempo nos ha situado en la encrucijada de los caminos; por un lado la vía fácil de la sumisión, por el otro, la ardua vía del combate. Hubiéramos podido optar por la primera si solo hubiésemos pensado en nosotros. Habríamos podido terminar nuestros días en paz, junto a nuestros arados y a la sombra de nuestros olivos; pero una paz semejante hubiera equivalido a la muerte. De La despedida: En cualquier lugar del mundo, la batahola de los acontecimientos que se producían en la superficie estaba en abierta contradicción con el silencio imperante en las profundidades, pero en ninguna parte ese contraste era tan patente como en los Balcanes. De El cerco: Se han cumplido dos meses desde que nos vimos sometidos al cerco. Estamos ya hartos de la visión de nuestros enemigos. Deambulan por millares allá abajo en la llanura, una multitud interminable que se agita y se agita sin descanso. ¿De dónde saldrán esas hordas innumerables, cómo lograrán entenderse y coordinar su avance, adónde van y por qué? Los que han visitado sus territorios dicen que ahí las mujeres son muy escasas y que prácticamente no se les ve. Entonces, ¿quién las engendró? ¿El desierto? De El nicho de la vergüenza: Era una gran planicie, en la parte norte de Albania, llamada Plana de Kosova. Precisamente el lugar donde, más de cuatrocientos años atrás, los ejércitos imperiales turcos habían derrotado a todos los de los Balcanes unidos. Ellos todavía hoy continúan llorando aquel descalabro, escribía su hermano. Es como una levadura que hace y hará fermentar sus amarguras y sufrimientos que son, a la par, miel y felicidad para nosotros. De La pirámide: Arena y rumores, ahí tienes lo que es Egipto, le había dicho su padre Snefru a las puertas de la muerte. Si consigues dominarlos, tú serás el señor de este país. Todo lo demás es literatura. L


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Brian Nissen

“Un artista debe cultivar la ambigüedad” A propósito de la publicación de Caleidoscopio (Lumen, 2017), suerte de biografía y meditación sobre su quehacer plástico, el artista inglés se explaya en esta conversación sobre el universo prehispánico, la década de 1960 que vivió con intensidad en México, sus amistades y los atributos lúdicos de la imaginación GUADALUPE ALONSO CORATELLA

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rian Nissen nació en Londres en 1939, justo antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. “No fue culpa mía”, dice con el humor que lo caracteriza, “pero nací tres meses antes. En el cuarenta, cuando la invasión de Alemania era inminente en Inglaterra, sacaron a todos los niños del sur del país y los alojaron con familias del norte. Mi padre y mi abuelo alquilaron una casa en el norte de Gales, y los primeros años de los que tengo conciencia fueron ahí. Después de la guerra volvimos a Londres pero, como es costumbre en Inglaterra, los niños van a internados y a mí me tocó en el norte de Escocia. Me fui a los siete años. Era un lugar hermoso y hacía un frío tremendo. Ahí me volví tropical”. Esta y otras historias están contenidas en su más reciente libro, Caleidoscopio (Lumen, México, 2017), memorias o flashbacks —como él los llama— en los que recrea lugares, gente y reflexiones en torno al arte. Nissen es un artista visual reconocido por su pintura y escultura, un artista original que recurre a diversas disciplinas. La música, la danza, la ciencia o el cine, van de la mano con su proyecto creativo, lo mismo que la escritura. “No me considero escritor, soy un escritor ocasional al que le gusta hacerlo, pero más que nada soy lector. Muy pronto leí a Dickens y desde chico lloraba con David Copperfield”. Se acercó, además, a Jane Austen, Julio Verne y Walter Scott, entre otros, además de a textos sobre biología e historia natural. “Los animales, los bichos, las formas siempre han influido en mi dibujo y escultura”. Brian Nissen se ha lanzado a escribir. No en su lengua materna, sino en la que aprendió en las cantinas mexicanas. “Como mucha gente, pensé que no tenía capacidad para hablar otro idioma, y para mi sorpresa aprendí más pronto jugando dominó. Es la mejor escuela. El vocabulario es mínimo, hay que saber contar y aprender una docena de palabras y frases que se usan en el juego, como ‘mula de seises’ o ‘¿por qué te doblaste, pendejo?’. Esto me dio confianza para soltarme y así fue aumentando mi vocabulario. Uso modismos, albures y dicharachos en español; en eso no tengo problema. Sé que en inglés el libro podría estar mejor escrito, más matizado, pero mi intención no es ser literato”.

La vida de Nissen ha sido un periplo: de Londres a París, a Venecia, a Nueva York y a México. Fue aquí donde se formó como artista: tenía 24 años. “Lo que me marcó fue mi encuentro con el mundo prehispánico. Recién llegado a la Ciudad de México, salí de mi hotel en la calle Bolívar, en el Centro, caminé hacia Reforma y vi venir una manifestación, pero era de júbilo, no de protesta. La multitud seguía a un enorme vehículo de doble remolque que transportaba a un gran monolito: el dios Tláloc. ¡Imagínate la impresión! Me metí entre ellos y los acompañé hasta el Museo de Antropología, que apenas estaba por terminarse. Este fue mi primer encuentro con el arte prehispánico. Después estudié mucho para tratar de entender qué había detrás. Fue el encuentro con un mundo ritual, un mundo mágico. Luego descubrí la escultura de la Coatlicue, uno de los más imponentes monumentos del mundo, y fue una gran lección. La piedra está perfectamente tallada con sus ideogramas y sus formas, pero lo curioso es que está tallada con el mismo detalle debajo de los pies, lo cual me sorprendió. Pensé: ‘Nadie los va a ver, ¿para qué lo hacen?’. Y me di cuenta de que ahí reside el sentido de una pieza mágico–ritual, que no importa si la gente lo ve o no lo ve. Entendí el sentido del arte como un objeto dotado de poderes más allá de sus virtudes estéticas. Esta idea de Sobre la importancia crear un objeto poderoso de observar en el arte, que comunica y opera Nissen se vale de las sobre otros me lo enseñó figuras de Sherlock el arte prehispánico”. Holmes y Harry Houdini La estancia en México fue mágica y productiva en varios sentidos. Fue aquí donde conoció a las hermanas Pecanins, a Ana y Tere, las gemelas, y a Montse, quien pronto se convertiría en su compañera de vida. Las tres hermanas habían montado una galería, un centro que congregaba a toda clase de artistas. La ciudad de aquella época, con sus cinco millones de habitantes, facilitaba las reuniones con gente del medio cultural, donde Nissen embonó de inmediato. Así la recuerda: “El transporte era muy fácil, y la gente y los amigos se visitaban mucho. La vida de la farándula estaba en la Zona Rosa, la Roma, la Condesa, San Ángel y Coyoacán. El entorno en el que nos movíamos no era solo de pintores; había bailarines, mú-

sicos, cineastas y hacíamos cosas juntos. Era muy provechoso para un artista nutrirse de otras miradas y otras disciplinas, algo que en Europa o en Estados Unidos es más difícil. Lo que se aprende en cada disciplina son asuntos de estructura, del proceso de creación. Te das cuenta de que en la música o la danza es lo mismo. El lenguaje es distinto, pero el viaje es similar. El proceso de escribir es muy similar al de hacer una pintura, cómo la concibes, cómo la estructuras, cómo cambia sobre la marcha. Ha sido muy enriquecedor ese cruce de un medio a otro”. Continuamos con los flashbacks que se reflejan en los espejos del caleidoscopio de Nissen. “Dos acontecimientos ocurridos en 1968 hicieron de este año un parteaguas para México: los Juegos Olímpicos y la matanza de Tlatelolco”, escribe en el libro. “Los juegos fueron muy bien organizados”, recuerda, “pero nublados por la masacre de Tlatelolco, la intimidación a los estudiantes y una reacción absurda del gobierno. México inventó la olimpiada cultural, eso fue muy importante. Curiosamente, me metí como diseñador de producción de una película que había financiado el gobierno sobre la paz. Era un proyecto del antropólogo Santiago Genovés, que había inventado no sé cuántas locuras con el gran mérito de que las realizaba. Trabajé más de un año en esto y aprendí mucho de cine. Entre mis grandes recuerdos se encuentra el haber colaborado con Gabriel Figueroa; trabajé diariamente con él durante ese tiempo. Finalmente, se terminó la película. La idea era estrenarla la noche anterior a la apertura de los Juegos, en el Estadio Olímpico, que fue tomado por el ejército, y se canceló la proyección. La película quedó enlatada”.


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sábado 10 de febrero de 2018

DE PORTADA

OMAR FRANCO

ARCHIVO BRIAN NISSEN

Limulus 15, 2001

Limulus 16, 2001

En otro momento de finales de los años sesenta, Nissen escribe: “Para coincidir con los Juegos Olímpicos, el Instituto Nacional de Bellas Artes propuso organizar una muestra magistral titulada Exposición solar. Muchos de los artistas invitados decidieron boicotearla como protesta por la violencia y la represión perpetradas por el gobierno. Acordaron hacer una exposición paralela, un Salón Independiente”. “Lo viví. Además, estaba muy involucrado porque hacía todos los catálogos, los carteles, toda la parte gráfica. En ese momento los artistas vieron la importancia que tenía armar un grupo, pero no estábamos conscientes, como hoy, del movimiento de la Ruptura—más bien

de Apertura, apunta Nissen—, del salón como un acontecimiento histórico. Estábamos muy enojados por las decisiones que se tomaban desde las instituciones de la cultura oficial, por el maltrato del mal gobierno. Ese fue el motivo por el cual no quisimos colaborar con ellos. Hicimos el Salón Independiente por nuestra cuenta, con nuestros propios recursos y con mucho espíritu. Fue una aventura muy enriquecedora”. El libro de Nissen, prologado por Juan Villoro, recoge, en capítulos cortos, las vivencias de un artista cuyo temperamento lo ha obligado a moverse entre distintas culturas. Londres, Nueva York, Barcelona y México conforman

el mapa de una vida en la que se privilegia el trabajo, las lecturas, la familia y la celebración de la amistad. “Para empezar, todos en la familia Pecanins son creadores: la Betsy, que cantaba; la Beba, que pintaba; la Yani, también artista; la Marisa, que hace cine. Tanto es así que cuando nació nuestro nieto dijimos: ‘A ver si en esta familia sale un banquero o un abogado porque nos urge alguien que tenga los pies en la tierra’. Pues no, resulta que hoy es un gran pianista. Somos una familia de creadores”. Historias como El negro Bañolas, un pequeño cuerpo disecado de un nativo de Botsuana exhibido en el museo de ese pueblo cercano a Barcelona; la vida en el excéntrico barrio neoyorkino de Saint Mark’s Place, donde en el sótano del número 77 León Trotsky trabajó en el consejo editorial del periódico ruso Novy Mir; escenas de Rufino y Olga Tamayo en Nueva York, donde se ganaban la vida él dando clases de pintura, y ella de piano; los azarosos encuentros con el escultor Henry Moore y con la princesa Margarita de Inglaterra, además de otras aventuras al lado de Nicanor Parra, Luis Buñuel, Octavio Paz o Salvador Dalí, integran un compendio de anécdotas y escenas de vida reveladoras y cargadas de humor. “Uno de los problemas mientras escribía fue ponerme en el lugar del lector que no me conoce a mí ni a la gente de la que hablo. Eso me obligó a seleccionar incidentes que resultaran interesantes por sí mismos, o que fueran divertidos. Tuve una gran amistad con Carlos Fuentes, por ejemplo, pero no encontré un momento específico que pudiera cautivar al lector. En ese sentido, fue difícil barajar la memoria. Ahora bien, todo es tal como lo recuerdo, ningún relato está adornado”. La segunda parte del libro, titulada “Mirar y ver”, aborda el territorio del arte, el entorno natural del autor. Aquí discurre sobre la ambigüedad que acompaña a todo acto de creación; la importancia de la observación, los vericuetos del erotismo en el arte. “El artista no solo debe convivir cómodamente con la ambigüedad; también debe cultivarla. Es el atributo especial de la percepción que permite el enlace inesperado de elementos dispares, lo cual puede generar ideas, efectos y prácticas nuevas y originales”. “Hacer el arte es meterte en el mundo de la ambigüedad”, afirma Nissen, “las cosas son y no son. Eso, por otro lado, me permitió entrar fácilmente en el espíritu de los mexicanos porque conviven con la ambigüedad en el día con día. ‘Ahorita vengo’, y nunca vuelven; ‘nos vemos mañana’, y pueden pasar meses. Así es la vida aquí: ambigua”. Sobre la importancia de observar en el arte, Nissen se vale de las figuras de Sherlock Holmes y Harry Houdini. El primero, un detective acucioso; el segundo, un gran mago que controlaba el ojo de su público. “Nos pasamos la vida viendo sin pensar en lo que hay detrás de las cosas. Cada objeto tiene una historia qué contar, como la gente, y el artista debe aprender a ser un gran observador. Sherlock Holmes es un ejemplo maravilloso, alguien que sabe ver el más mínimo detalle y deducir la historia que está detrás. Houdini, por otro lado, tuvo la facultad de hacer que la gente viera una cosa sin darse cuenta de lo que estaba viendo. Esa es otra parte interesantísima de la observación: saber dirigir la mirada hacia aquí o allá. El arte está muy relacionado con la mirada”. En “Ars amatoria: el ojo erótico”, un ensayo escrito en 2014 para el catálogo de la exposición con la que se conmemoró el centenario de Octavio Paz, Brian Nissen reflexiona sobre el arte como un juego: “Hacer arte es jugar. Uno aprende a mover las piezas, el color, las líneas, y todo esto lo pone en juego. El erotismo tiene que ver con la imaginación, la imaginación sensual que se alimenta del juego y el humor. A lo largo de los años he realizado mucha obra tomando en cuenta estos elementos. Creo que un buen cuadro contiene una dosis de erotismo, aunque no sea explícito”. Sin embargo, escribe Nissen en su texto, “a partir de los medios de comunicación contemporáneos, la pornografía en línea y los videojuegos, el sexo se ha vuelto un producto de consumo universal, y nuestra cultura está tan saturada de imágenes sexuales que el verdadero hechizo de lo erótico se ha ido apagando”. Al girar el tubo del Caleidoscopio que Brian Nissen ha construido, el ojo de quien observa habrá captado infinidad de colores, texturas, formas diversas. En el centro de este juego de cristales, alguien nos mira. “El gran premio es poder llevar una vida creativa”, concluye el que está del otro lado. L


CIENCIA

sábado 10 de febrero de 2018

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LABERINTO

ESPECIAL

La probabilidad del amor ¿Existe esa figura a la que hemos dado en llamar “alma gemela”? Si es así, ¿vivió en otros tiempos o guarda la esperanza de finalizar la espera? La estadística tiene la palabra DESMETÁFORA

D

e acuerdo con la socorrida Wikipedia, un alma gemela es la persona con la que se encuentra una afinidad natural y profunda. Alguna gente cree que existe en el mundo un alma gemela para cada quien. Los más extremistas consideran que hay una y solo una persona señalada por alguna instancia misteriosa para ser la pareja perfecta. De ser así, encontrar al alma gemela es poco probable y quizá por eso mismo existen recomendaciones para ayudar a reconocer al verdadero amor lo más pronto y con la mayor eficacia posible. Aunque éstas pueden variar, lo más común tiene que ver con la mirada. Si las personas se sienten conectadas desde el primer momento en que los ojos se encuentran, si no son necesarias las palabras porque la comunicación se puede dar con solo mirarse, probablemente está usted ante su alma gemela. En una entrevista, George Steiner decía: “Dante vio a Beatriz cuando ella tenía 9 años y eso fue todo… el universo entero… Y yo lo creo por completo. Tiene todo el sentido del mundo. La palabra griega es anagnórisis: el choque del reconocimiento, un cometa, un relámpago, la luz del sol en tu cuerpo. Esto pasa al dar la vuelta a la esquina…, uno entra en una tienda y ve la sombra de alguien en la pared. “¿Puede ocurrir dos veces? No lo sé. Platón, Dante, Proust, grandes maestros de la meditación sobre Eros, sugieren que acontece solo una vez y que las experiencias posteriores son solo un compromiso, una mímica, imitación, una tentativa de revivir la misma experiencia”.

GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx

Consideremos pues que existe una y solo un alma gemela perfecta que nos ha sido asignada de manera aleatoria y que no seremos felices con nadie más. ¿Qué pasa entonces en un mundo donde hay un alma gemela para cada quien? La pregunta se la plantea Randall Munroe en su libro ¿Qué si? (What If ?), donde asume que el alma gemela es asignada al momento de nacer y que uno no sabe quién es, solo se puede reconocer por el instante en que las miradas se cruzan. La primera inquietud que se viene a la cabeza es, por supuesto, si su media naranja aún vive. Pudo haber existido en el pasado pero no estar más entre la gente. En 1995, Carl Haub (“¿How Many People Have Ever Lived on Earth?, en Population Today, noviembre–diciembre, 2002) hizo una estimación de la cantidad de gente que ha existido a lo largo de la historia. El cálculo es muy difícil empezando porque no sabemos cuándo exactamente apareció el ser humano. En su estimación consideró que nuestra especie tiene 52 mil años de edad —y probablemente se quedó corto—. Pero muchos de los que nacieron no pasaron del primer año de vida, no contamos con censos confiables. Con estimaciones educadas de todos estos problemas y muchos más, Haub estimó que en el transcurso de todos los tiempos han vivido 106 mil millones de personas. Aquí van incluidas las personas que vivieron solo por un instante —que no son pocas porque en tiempos pasados la mortandad infantil

era grande—. Su alma gemela podría haber sido uno de los 99 mil millones que ya vivieron y no uno de los 7 mil millones que en este momento viven. Las cosas en realidad son más complicadas para su legítima aspiración a la felicidad porque también debemos considerar la posibilidad de que el hombre o la mujer de su vida aún no haya nacido, y mire usted que cada año nacen en el mundo alrededor de 80 millones de personas. Es muy probable que este número disminuya con el tiempo, pero si consideramos que permanecerá constante, después de un siglo habrán nacido 8 mil millones más. Muchas morirán, pero también entre ellas podría estar la persona designada para usted. Por todo esto mejor consideremos, como lo hace Randall Munroe en su libro, que su único y verdadero amor vive en el mismo tiempo que usted; más aún, pensemos que está en el intervalo de edad que le permitiría establecer una relación convencional. Ya con esto el número de candidatos se reduce a 500 millones de personas. Si además tomamos en cuenta la orientación sexual, la cultura, el idioma, entre otros, la cifra será menor aunque vemos que nos estamos alejando de la idea original de asignación aleatoria. Sea como sea, la probabilidad de que se encuentre al amor verdadero es muy pequeña. La cantidad de personas con las que uno cruza la mirada cada día no es muy grande. Seguramente hay muchos días en que uno no cruza mirada con nadie nuevo y aunque usted llegara a cruzar la mirada con decenas de personas nuevas al día, si consideramos que el 10 por ciento de ellas estaría en el intervalo convencional de edad, entonces estimamos que a lo sumo habrá experimentado con 50 mil personas de las 500 millones que son potencialmente el amor de su vida. Es una exageración deseosa que alguien llegue a conocer a tanta gente. ¿Qué pasa entonces en un mundo donde hay un alma gemela para cada quien? La respuesta a la pregunta es desoladora: en un mundo así no existiría el amor verdadero porque las personas no se llegan a encontrar nunca. Esto es lo que nos dicen los cálculos que han intentado favorecer el encuentro. Por más que ajustemos los números para que las miradas se crucen, éstas no lo van a hacer. Sin embargo, un hecho observacional es que en el mundo en que vivimos hay amor verdadero y, por tanto, esto del alma gemela no debe ser muy real. George Steiner seguía diciendo: “No puedo imaginar mi existencia sin haber estado enamorado... Yo asocio amor con el tiempo futuro. No hay nada místico en esto. No sabemos si los animales conocen el tiempo futuro: el mañana. Nosotros sí. Podemos hacer cosas increíbles. Los astrónomos hablan de los próximos mil millones de años y tienen predicciones exactas. Usted y yo podemos hablar sobre el lunes en la mañana después de nuestro funeral, cómo será ese día, cuál será el menú en el restaurante de costumbre… ‘El tiempo futuro’. Estar enamorado es tener ‘tiempo futuro’. Es pensar que las cosas tendrán sentido mañana”. Todos hemos sentido en algún momento “la mirada casual, origen de un cataclismo de amor que no termina nunca”. Todos llevamos en la memoria la imagen de unos ojos que nos miran. Pero muy pocos se encuentran con esa misma mirada cada mañana. Gabriel García Márquez, que sabía mucho de estas cosas, acostumbraba decir: “también el amor se aprende”. L


MILENIO

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sábado 10 de febrero de 2018

× A

EL LEGADO DE LOS ESPÍAS JOHN LE CARRÉ Planeta México, 2018 363 pp. “Lo que sigue es una relación verídica —la mejor que puedo ofrecer— de mi participación en la operación británica de desinformación, de nombre en clave Carambola, organizada a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta contra el servicio de inteligencia de Alemania Oriental (Stasi), y que tuvo como resultado la muerte del mejor agente secreto británico con el que he trabajado y de la mujer inocente por la que dio su vida”. Así comienzan las aviesas aventuras de Peter Guillam, colega y discípulo de George Smiley, el legendario espía del también legendario Le Carré.

LA ISLA ASA AVDIC Rocaeditorial México, 2017 278 pp. Estamos en el Protectorado de Suecia, en el año 2037, en una suerte de distopía en la que la vida humana se valora en razón del alto volumen de desconfianza que produce. En ese mundo, una agente de inteligencia debe fingir su muerte y observar las reacciones de seis candidatos a ocupar un alto cargo en los servicios de seguridad. El experimento psicológico rompe con toda previsión y termina por convocar a las más infames pasiones. Avdic no oculta su afición por el thriller policiaco y el cine futurista.

CUENTOS ISAAC BASHEVIS SINGER Lumen México, 2018 908 pp. Cerca de 150 relatos provienen de la imaginación del escritor nacido en Polonia, en 1904, quien en 1935 emigró a Estados Unidos huyendo de la rabia nazi. De entre ellos, el mismo Bashevis Singer eligió los 47 que conforman este volumen, fechados entre 1957 y 1981. En sus páginas encontramos el murmullo de la tradición oral de las comunidades judías del centro de Europa, la impronta de lo absurdo y la justa obligación de contar mera y sabiamente una historia.

CUBA EN LA ENCRUCIJADA LEILA GUERRIERO (ED.) Debate México, 2017 270 pp. 12 perspectivas sobre la continuidad y el cambio en La Habana y en todo el país es el subtítulo de esta obra colectiva que gira en torno de las preguntas ¿dónde queda Cuba?, ¿dónde después de ser la esencia más poderosa en la historia latinoamericana?, ¿dónde después de ser símbolo del siglo XX caribeño?, ¿dónde después de los pequeños cambios, pero al fin transformaciones, de los últimos años? Participan, entre otros, Jon Lee Anderson, Vladimir Cruz, Iván de la Nuez, Rubén Gallo, Francisco Goldman, Leonardo Padura, Patricia Engel y Wendy Guerra.

BIENES COMUNES VARIOS AUTORES UNAM México, 2017 460 pp. El subtítulo explica sus intenciones: 150 años de la Biblioteca Nacional de México en 150 objetos. Como lo cuenta el rector Enrique Graue en el prólogo, la iniciativa de fundarla data de 1833, pero fue Benito Juárez en 1867 quien concretó la idea. La Biblioteca Nacional fue alojada primero por el templo de San Agustín y actualmente se encuentra, junto con la Hemeroteca, en el Centro Cultural Universitario. Libros, revistas, periódicos y esculturas forman parte de algunos de los 150 objetos con que se le homenajea.

F U EG O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

LA ÚLTIMA OVEJA DEL ÁNGEL EXTERMINADOR

Alejandra Junco Libros del Marqués México, 2017

La feminidad vulnerable ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

E

n uno de los 25 relatos que se dan cita en La última oveja del Ángel Exterminador, ante nuestros ojos se extiende un largo boulevard flanqueado por gradas donde se han acomodado los ancianos y los niños, vigilado además por cámaras que sirven de ojos a un grupo de jueces calificadores. La atmósfera remite a un concurso de belleza o a una puesta en escena de los mecanismos de control social. Un grupo de mujeres avanza temeroso de violar la Ley de Convivencia Estética. La muerte por lapidación aguarda a las infractoras. De la cirugía reconstructiva, de recobrar la apariencia juvenil, de vestir a la moda o padecer la envidia de una madre empecinada en seguir despertando la pasión de los hombres, de talles perfectos y nalgas celulíticas, de los diuréticos nunca suficientes y la incapacidad para ir más allá de la piel tratan esos relatos y uno se siente avasallado por la ironía y la suficiencia con las que Alejandra Junco ha sabido imponerse a la frivolidad hasta desmontar algunos de sus mecanismos. El feminismo sin mácula, el feminismo que condena a Margaret Atwood, podría llamar a cuentas a La última oveja del Ángel Exterminador por elevar —o reducir— a la mujer al rango de especialista en afeites y vómitos provocados en baños públicos. Erraría el tiro, como casi siempre, pues antes que en una defi nición, o tal vez en una sátira costumbrista, Alejandra Junco piensa en la feminidad vulnerable a la conservación del atractivo físico como un elemento fundamental para proyectar un mundo en el que postergar o incluso vencer a la muerte no es la tarea humana más importante sino la única. Esa proyección tiene a veces la forma de la parodia del cuento infantil (“Tallas infantiles”, “Para comerte mejor”), la ciencia ficción (“Caballeros: uno siempre quiere más”, “Damas: la última oveja del Ángel Exterminador”), la utopía eugenésica (“Casa de retiro para damas”). Alejandra Junco no encuentra atractivo alguno en el dictamen sociológico o la militancia colérica. Quizá por eso sus relatos se mueven entre el absurdo y la realidad dislocada. Las mujeres que los habitan son frívolas porque son desgraciadas, no por obra y gracia de anatemas patriarcales. Vean, para mejores señas, a la protagonista de “Predicciones”, una madre que se asoma a su futuro con ansiedad. Luego de pagar los buenos oficios de una gitana, no tiene más respuesta para sus desgracias que las torpezas o los descuidos de sus hijos. Así, con aparente sencillez, y haciendo creer que la suya es una mirada superficial, Alejandra Junco ha podido concertar la unión de las ambiciones y las insatisfacciones femeninas. L


CINE

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LABERINTO

ESPECIAL

Amat Escalante

“Quiero explorar el origen del rencor” La región salvaje se sumerge en la atracción y el rechazo que provoca la sexualidad ENTREVISTA

A

mat Escalante sale de su lugar de confort. Dejó de lado el narcotráfico, la inseguridad y la migración, para centrarse en el origen de la violencia y su relación con la sexualidad. A partir de la historia de un matrimonio guanajuatense, el cineasta da un giro y con La región salvaje incursiona en el cine de género. El resultado es un filme provocador que ya le redituó el premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La región salvaje es un filme protagonizado por un matrimonio en problemas y con elementos de ciencia ficción, que se sale del esquema de sus trabajos anteriores.

Supongo que tienes razón, aunque la película nace de un par de notas periodísticas. La primera está vinculada al caso Lucero, ocurrido en Guanajuato: una chica aceptó la invitación de un compañero pero éste la llevó al monte para abusar de ella; después una juez culpó a la joven por aceptar irse con él. La segunda fue la portada de un diario amarillista

HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com

que se burlaba de la sexualidad de un hombre que apareció ahogado. De ahí viene su alusión directa al sexo y las pulsiones de la frustración sexual.

Supongo que, entre las razones del rencor o el rechazo a la mujer, la sexualidad tiene mucho que ver. En países como el nuestro, las normas morales y religiosas pesan demasiado. Aunque ahora se apoya en una banda sonora importante y una creatura fantástica. ¿Por qué incursionar en el cine de género?

Es la primera vez que uso música compuesta per se y creo que el trabajo de Guro Moe enriquece la película. Integrar la creatura y el score al diseño sonoro fue una exigencia natural de la historia. El cine de género siempre me ha fascinado. Si no lo había hecho antes es porque soy alguien que trabaja con lo que tiene alrededor. Aunque mis películas son realistas las filmo como si fueran de terror: provienen de una fuerte inspiración en Dario Argento y David Cronenberg. En

HOMBRE DE CELULOIDE

mi reciente película, Posesión, de Andrzej Zulawski, es una referencia importante. ¿Qué posibilidades de expresión encontró en un ser proveniente de la ciencia ficción?

Escribí el guión con Gibrán Portela y después de varios tratamientos no encontramos la razón para trabajar los conflictos de los personajes. Así fue como planteamos la posibilidad de mostrar una creatura que representara su conflicto de atracción y rechazo hacia su propia sexualidad, algo similar a lo que nos sucede en una relación de codependencia.

Después de trabajar con asuntos como el narcotráfico o la migración, ¿sentía la necesidad de indagar en otras atmósferas?

Entre cada película tardo cuatro años y termino agotado. Quería descansar un poco de la inseguridad y de la corrupción. Aunque la violencia como tema se mantiene.

Mi meta es la misma que en Heli: explorar el origen del rencor o la violencia, solo que ahora lo focalicé en la mujer y en los homosexuales. Me dejé llevar por una libertad más intuitiva y personal. L

FERNANDO ZAMORA

@fernandovzamora ESPECIAL

Amor sin transgresión

E

l amor es el gran transgresor. Por eso suponer que se puede contar una película de amor sin transgresiones es iluso. No discuto que la idea detrás de Llámame por tu nombre sea que la homosexualidad es natural. Tampoco que los personajes sean incapaces de preguntarse por qué sienten lo que sienten. En alguna parte habrá un muchacho de 17 años que se enamorará del alumno de su papá que le lleva 30 años. Y todos lo verán normal. El problema es que, si de verdad es tan natural el amor entre estos dos, Llámame por tu nombre es tan insulsa como ver llover nada más. Elio vive en un idílico pueblo italiano; compone variaciones sobre un tema de Clementi con todo el talento que le faltaba a Tadzio en Muerte en Venecia. Pero justamente Muerte en Venecia era interesante por lo transgresor de los deseos, mientras que Llámame por tu nombre es aburridísima. Hay las obligadas escenas de sexo, pero nada comparable con La vida de Adèle, que sí es buena. El único obstáculo que los amantes superan es la edad. Pero como si todos supieran que Humbert se está acostando con Lolita y aplaudieran conmovidos diciendo: eso es amor. Me preguntaba por qué en el ambiente hollywoodense y moralino esta película habría recibido cuatro nomina-

Llámame por tu nombre (Call Me by Your Name). dirección: Luca Guadagnino. guión: James Ivory, André Aciman. con Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar. Italia, Francia, Brasil, Estados Unidos, 2017.

ciones al Oscar. ¿Van a premiar la historia de la relación entre un menor y un cuarentón? ¿A dónde se fue la histeria? La respuesta está en el monólogo final. Papá dice al hijo que ser homosexual es muy normal. Tanto que él mismo se sintió atraído por otros hombres en su juventud. Llegados aquí el monólogo sabe a ideología porque la película no construyó ningún conflicto. James Ivory escribió Maurice hacia 1987. Hoy vuelve a tocar el tema y es una lástima

pues este extraordinario guionista quiso construir un drama en torno a una serie de prohibiciones, mentiras y misterios: todo aquello que nos mantiene al borde del asiento. Pero Luca Guadagnino, el director, confunde la ligereza con la estulticia. Con este guión François Ozon hubiera creado una obra maestra porque sin caer en moralismos hubiera hecho personajes más humanos: llenos de culpas, de miedo, de deseos de transgredirlo todo en un auténtico beso de amor. L


MILENIO

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sábado 10 de febrero de 2018

ESCENARIOS

ESPECIAL

El virtuosismo del misterio La pianista Sara Davis Buechner se presentó con la OFUNAM para interpretar el Segundo concierto para piano de Béla Bartók VIBRACIONES

HUGO ROCA JOGLAR @hugorocajoglar

¿

Qué detona en un corazón la poética osadía de destruir parte del cuerpo para nacer, a la mitad de la vida, en otro sexo? Imagino una curiosidad desbordante, ávida de novedad, sensaciones y riesgo, pero la pianista Sara Davis Buechner (1959), vestida con falda roja hasta los tobillos y delgado suéter café claro de lana, dice que para ella resultó algo mucho menos bello, más bien siniestro: “Sentía que dentro de mí había una criatura aprisionada que se agarraba con desesperación a mis costillas; las jalaba para partirlas y abrirse una salida”. En Barba Azul (1918), la única ópera que escribió Béla Bartók (1881–1945), el Castillo posee rasgos humanos: las paredes sin ventanas están húmedas de sudor, en los tenebrosos pasillos se escuchan suaves gemidos de dolor y —se rumorea en el pueblo— hay una mujer muerta con la cabeza cercenada detrás de cada una de sus puertas. Ese aterrador Castillo operístico se convirtió en la exacta representación de lo que Sara Davis Buechner sentía cuando era un hombre de nombre David: desolación, abandono, soledad y sufrimiento acumulado. En 1998, a los 38 años, encontró la única posible salida: convertirse en mujer, ser Sara. Béla Bartók es el compositor del encierro. Su música tiende inexorablemente hacia la noche. Nunca una noche abierta, de exteriores, lagos y estrellas. Su noche es soledad, agua estancada y tiniebla. Durante su Segundo concierto para piano (1933) sucede un acontecimiento inesperado: tras una construcción de frenético contra-

La pianista Sara Davis Buechner

punto —en donde el piano y un grupo de instrumentos de viento y metal entablan una exaltada conversación que por momentos adquiere un aspecto brutal—, surgen, al inicio del segundo movimiento, las cuerdas: débiles y quietas, de una delicadeza lóbrega y acuática, que, por primera vez en la obra, le abren al piano la posibilidad de habitar desde su individualidad el espacio sonoro. Ser mujer liberó su corazón y destruyó su carrera. Las grandes orquestas estadunidenses que, cuando era David, lo programaban cada año como solista, sintieron asco y miedo de Sara. Le cerraron las puertas. La encerraron. Y ahí, aprisionada por la intolerancia, vivió durante cinco años al borde la indigencia, hasta que, en el siglo XXI, los mundos de la música clásica sufrieron un relevo generacional y entonces, con otros directores, otros músicos, otros empresarios, otras ideas y otros públicos, poco a poco —en Canadá principalmente— comenzó la construcción de una carrera propia que destaca por su profundo acercamiento al húngaro Béla Bartók, ese siniestro y melancólico compositor nocturno.

DANZA

Sara Davis Buechner interpretó en México —2 y 3 de febrero con la OFUNAM— el Segundo concierto para piano de Béla Bartók, obra cuyos movimientos extremos (1 y 3) le plantean al pianista retos en torno a la fiereza y al vértigo. Es música de fuerza desmedida y angustiosa velocidad. En medio, en cambio, el tiempo se suspende. Deja de avanzar. Y en ese territorio incierto el virtuosismo requerido, ya no técnico sino expresivo: un virtuosismo del misterio. Sara Davis Buechner imagina el misterio desde la asfixia. Hace sonar increadas las notas sueltas y espaciadas de la primera melodía, como si dudaran de sí mismas, de la importancia de su canto. Entonces, dentro del piano, todo comienza a ascender desde la fragmentación y la desesperanza y cuando, hacia la mitad del movimiento, comienza la sucesión de complejos acordes —de hasta siete notas en cada mano— ejecutados en pianissimo, sobreviene —terrible, sensual, inesperada— esa absoluta sensación de gozosa anulación que representa la esencia de la poética bartokiana. L

ARGELIA GUERRERO

makarova81@yahoo.com.mx ESPECIAL

Jesús Romero: la deuda

E

n México acontecen cotidianamente eventos que revelan profundas contradicciones: por un lado una universidad pública reconoce con un nombramiento honoris causa a un hombre cuya labor es la guerra. No aludiré a los cuestionamientos éticos que existen sobre su desempeño, solo enfatizo que una institución pública consideró reconocer este “oficio”. Por otro lado, el 7 de enero el bailarín, maestro y coreógrafo Jesús Romero falleció en tristes condiciones, producto del olvido y la marginación que los profesionales de la danza viven cotidianamente y cuyas adversidades se acentúan con el paso del tiempo. Pocas condiciones tan trágicas como ser bailarín mayor en México. La danza es una profesión que poco se dimensiona y mucho menos se reconoce en este país. Varias colaboraciones he dedicado a reflexionar sobre el tema y es una pena que vidas ejemplares y dedicadas como la del maestro Romero no solo no sean reconocidas, sino que terminen olvidadas y marginadas a un grado tal que la

única opción sea acudir a la caridad y buena voluntad de quienes escuchan llamados para fondeos y funciones “a beneficio” en redes sociales. Supe de la condición del maestro Romero justo por un llamado de colegas, alumnos y amigos suyos en una red social que difundió a su vez la revista Fluir. Un nuevo caso a la lista de bailarines y coreógrafos cuya situación no les permite siquiera tener atención médica digna; un caso que revela que este estado de cosas es la constante para esta profesión y constata también que la capacidad organizativa del gremio alcanza apenas para la caridad emergente y no ha podido alcanzar una organización mínima que permita colocar la necesidad del tema en la agenda artística, cultural y laboral. La situación de los bailarines en México ha alcanzado una condición que considero alarmante. No es un hecho menor la muerte de un profesional por falta de acceso a la salud ni la reproducción sistemática de este patrón precario entre bailarines, incluidos los

El bailarín y coreógrafo Jesús Romero

que se encuentran en una situación de privilegio en las pocas compañías oficiales durante su periodo “activo”, pero que se ven cancelados después de los 40 años en promedio al salir de ellas. Dejar morir a sus artistas no es una buena ruta para un país que los necesita tanto. L


VARIA

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LABERINTO

ESPECIAL

Dear Prudence TOSCANADAS

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

E

stas líneas no tienen que ver con la canción de los Beatles, sino con la supuesta virtud de la prudencia, que más allá de su etimología o algún significado teológico, entendemos tal como la pinta la RAE: “Templanza, cautela, moderación”. O sea, que apenas representa una virtud para quienes poseen un corazón templado, cauteloso y moderado. Dígase de otro modo: mediocre, timorato y apocado. La semana pasada, a través de la prensa polaca, se pudieron seguir en tiempo real las heroicas acciones de un grupo de montañistas que intentaban rescatar en “la montaña asesina” de Nanga Parbat a dos colegas asaltados por el cansancio y el congelamiento en una atmósfera de oxígeno ralo y temperaturas de cuarenta bajo cero. Al final, alcanzaron a la escaladora francesa ya en la frontera entre la vida y la muerte, y tuvieron que renunciar a ir más arriba, donde el polaco Tomasz Mackiewicz hubo de entregarle el alma a la montaña. Los comentarios de los prudentes no se hicieron esperar. Podríamos resumirlos en: “No entiendo por qué alguien se juega la vida de ese modo”. Y llegaban a la mezquindad de: “¿Por qué mis impuestos se han de gastar en rescatar a un tipo que por gusto se metió en ese lío?”. Pensé entonces en Montaigne, quien escribió: “La prudencia, tan delicada y circunspecta, es enemiga mortal de las acciones elevadas”. Aristóteles le apuesta a un punto medio cuando habla de las virtudes y los defectos. Menciona que el valor es la virtud entre los extremos de temeridad y cobardía, si bien don Quijote agrega que en caso de salirse

La montaña Nanga Parbat en Paquistán

del centro, “menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde”. Pero los montañistas no son aristotélicos, sino nietzscheanos. Aristóteles buscaba lo universal, creía hablarle a todos; Nietzsche escribió para pocos. Y así habló Zaratustra: “Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida”. En el Sermón de la Montaña, Jesús proclama: “Bienaventurados los mansos”, mas eso lo dijo a gente de moral esclava que apenas trepó unos metros de la ladera de un monte. En la cumbre del Everest, hubiese tenido distinto público, y su discurso habría sido otro: “Bienaventurados los enérgicos, los insumisos, los osados”.

CAFÉ MADRID

Por su parte, Zofia Kwiatowska concluye su ensayo sobre las pasiones nocturnas y diurnas diciendo: “Hoy, con la luz eléctrica, el ser humano se ha transformado en un manojo de emociones descoloridas, por eso la mayor virtud contemporánea es la prudencia”. Y por eso hay pocas cosas tan aburridas como un padre dando buenos consejos a su hijo, al estilo de Cat Stevens en su empalagosa “Father and Son”. Que un hombre muera congelado en un pico de los Himalayas ha de entenderse y hasta celebrarse como esencia del espíritu humano, porque el hombre de verdad vino al mundo para escalar montañas reales y metafóricas. Brindemos, pues, por la imprudencia. L

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME

periodismovictor@yahoo.com.mx EMILIO NARANJO/ EFE

La fábrica de la muerte

C

reemos saber. Basados en algunas lecturas, fotografías y películas, suponemos el horror. Compadecemos a quienes lo vivieron y definimos lo ocurrido como un “infierno en la Tierra”. Pero nosotros —ilusos, mentecatos posmodernos— en realidad no tenemos ni puta idea. Y, en el fondo, rogamos porque así siga siendo. ¿A quién le gustaría ser encerrado, torturado y asesinado en un campo de concentración? Más de un millón de personas, sin embargo, pasaron por todo eso en Auschwitz. Y para que el mundo no lo olvide, una exposición ha comenzado a recorrerlo. Desde hace unas semanas, el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid exhibe más de 600 piezas rescatadas del mayor campo de exterminio de la Historia (casi todas provenientes del Museo Estatal de Auschwitz–Birkenau). La muestra se llama Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos y, después de esta primera parada en la capital de España, recorrerá catorce ciudades de Europa y Estados Unidos. En la entrada: un lúgubre vagón de los ferrocarriles del Tercer Reich en el que acarreaban a miles de personas rumbo a Auschwitz. Adentro: maletas destartaladas, literas, latas de pesticida con cianuro utilizadas para gasear a

los prisioneros, brochas y rastrillos para rasurarse, ceniceros, lentes rotos, máscaras de gas que usaban los guardias, fichas de datos, alambres, medicinas, juguetes rotos, uniformes de rayas, fotos de rostros zaheridos y zapatos, muchos zapatos. Luego está el perverso instrumental del doctor Josef Menguele, “el ángel de la muerte”, con el que realizaba sus experimentos con gemelos, sometiéndolos a cirugías sin anestesia, extracciones de órganos, inyecciones de químicos abrasivos, castraciones y amputaciones, a los que luego mataba con una inyección de cloroformo en el corazón para realizar enseguida una exhaustiva comparación de sus anatomías. Sobrecogen, también, los testimonios de los verdugos esparcidos por la sala. Cuando, al final de la Segunda Guerra Mundial, los soldados estadunidenses llegaron a Auschwitz e interrogaron a quienes controlaban a los grupos de víctimas (judíos, polacos, gitanos, homosexuales, prisioneros de guerra soviéticos, traídos aquí “por el bien de la raza aria”), escucharon alegatos como el del comandante Rudolf Hess: “matarlos era lo que menos tiempo exigía. En media hora podía acabarse con 2 mil de ellos. La incineración era lo que tardaba

Un aspecto de la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos

mucho más”, les dijo con frialdad al describir el funcionamiento de esta macabra fábrica de la muerte. “Observé varios fallecimientos protegido con una máscara de gas. La muerte se presentaba en las celdas atestadas en cuanto se introducía el gas. Un breve grito de ahogo y se acabó. En realidad, la primera ejecución con gas no me marcó demasiado”, agregó. Auschwitz sigue siendo el mayor cementerio del mundo. Y ahora que los últimos sobrevivientes y verdugos están desapareciendo, difundir su legado es más importante que nunca. Porque, como dijo Primo Levi, “ocurrió. En consecuencia, puede volver a ocurrir y puede ocurrir en cualquier lugar”. Mirar a los ojos al Holocausto implica, en fin, adentrarse en un viaje intelectual y profundamente emocional que produce, entre otras cosas, repulsión, miedo, tristeza y mucha indignación. Pero no nos engañemos, tener una visión piadosa no es suficiente. L


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