Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO LOS PAISAJES INVISIBLES
ENTREVISTA
IVÁN RÍOS GASCÓN
FANNY DEL RÍO
John Fante vs. Arturo Bandini
Virginia Aspe: la huella de Aristóteles en Sor Juana
Foto: Familia Fante
SÁBADO 30 DE JUNIO DE 2018 AÑO 15 - NÚMERO 785
Claudio Magris: la escritura y el viaje Guadalupe Alonso Coratella/ FOTOGRAFÍA: LEONARDO CENDAMO/ LEEMAGE
A
Ilustración: Alfredo San Juan
-02-
ANTESALA
30 DE JUNIO 2018
CASTA DIVA
Regresar a la contemplación AVELINA LÉ SPER www.avelinalesper.com FOTOGRAFÍA MUAC
E
l desfile de egolatría por fin ha terminado, la decepción es más grande que al inicio de este vómito de autoafirmaciones, la calle quedó sucia, el aire maloliente. Afirma Max Stirner que en el reino de la razón no hay lugar para el amor y sin embargo creo que hay lugar para el silencio. Ante los hechos espero que llegue el reino del silencio y que la razón actué al presentarse lo irreversible, que es así como siempre lo enfrentamos. En donde cabe el silencio no caben las indecisiones, la paz no les da espacio, es el lugar de la creación, que inicia con limitadas necedades y continúa con portentosas obsesiones, con rutas que la anagnórisis sugiere, con la razón de estar en el presente. Dejar el camino libre a los egos que cubren vergonzosos propósitos, dejar el reino del ruido a sus voces degradadas por la fetidez de sus palabras, y apartarse, ya habrá rémoras que devoren lo que ellos dejan y miles de corifeos que conviertan esas palabras en leyes y órdenes, que dedican su mezquina laboriosidad en satisfacer a unos, y vengarse de otros. Descansar, regresar a la contemplación, regresar de ese espacio del que hemos sido expulsados por el ruido. Efímeros ante el eterno silencio, efímeros es nuestra privilegiada condición, breve es el paso, partir sin pensarlo. Hay sitio en la creación, hay sitio en el silencio de la contemplación y en las páginas de la poesía. Despreciar el lugar de los gritos y refugiarse lejos, lejos, en donde solo llega el tiempo de mirar, en donde solo hay tiempo de unas líneas, ya habrá rémoras que devoren lo que ellos dejan.
Respuesta a la carta de Tania Bruguera
Sobre mi visita a la exposición de Tania Bruguera, hay hechos incontrovertibles: que cuando pregunté en el museo sobre la obra que consiste en un micrófono, me respondieran que era para mirarse, no para usarse, entonces la obra no estaba cumpliendo sus fines, en este tipo de obras el tema es el fin, porque no tiene más alcance que ese; y que las cámaras de video funcionan como monitores, no generan un testimonio de las acciones. Eso determinó mi experiencia. Es muy clarificadora la reacción de Bruguera tratándose de alguien “en contra de la censura” al negarme la libertad de escribir sobre mi experiencia, “invitándome” a que lo haga en su escenario; indicar qué escribir, cómo y en dónde es típico del autoritarismo. Me parece peligroso que la crítica deba estar bajo esta propuesta de estado policiaco. Bruguera le ofrece al público en el micrófono “un minuto para expresarse”, es lo único con lo que concuerdo, esta exposición y este tema no merecen más tiempo, y creo que ya he dado demasiado.
_
De la exposición Hablándole al poder
Jurassic World: El reino caído (Jurassic World: Fallen Kingdom). Dirección: Juan Antonio Bayona. EU, 2018
HOMBRE DE CELULOIDE
Cine en extinción
E
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA UNIVERSAL PICTURES
n algo tienen razón los amantes de refritos como Jurassic World: El reino caído: sus originales son clásicos. ¿Cómo no iba a ser un clásico Jurassic Park si hay en ella algo que recuerda a Julio Verne? Es Michael Chrichton, un médico metido a creador de bestsellers. Chrichton sabe de genética lo suficiente como para hacernos creer (en voz de Jeff Goldblum) que la vida “siempre encuentra su lugar” y que un tiranosaurio rex puede extinguir a la raza humana. Con la primera versión de Parque Jurásico llegó a su clímax el renacimiento del cine comercial que comenzó en 1977 con La guerra de las galaxias y se consolidó en 1982 con El extraterrestre. Lucas y Spielberg fueron los genios que consiguieron sacar al cine de la crisis en que lo había metido la televisión. Sus historias simples pero con espectaculares efectos visuales dieron origen a un espíritu fílmico que aún vivimos hoy y cuya decadencia es visible. Las creaturas de Lucas y Spielberg, igual que los dinosaurios del Parque Jurásico, han mutado; se han transformado en engendros que más que pertenecer a la tradición de Verne son una mezcla de todos los lugares comunes de nuestro tiempo.
En El reino caído uno no sabe si está viendo una película de ciencia ficción, un western o un filme de terror: después de todo, durante el clímax la sombra del dinosaurio mutante se refleja en la pared de la habitación de una niña que, metida bajo la cama, parece estar teniendo pesadillas. Pero más allá de que Jurassic World pertenezca a una especie de cine en extinción (el que más se ha visto afectado por la aparición de plataformas digitales como Netflix), la película parece salida de un mundo viejo. Los padres de hoy serán incapaces de transmitir a sus hijos lo que sintieron hace 30 años con este cine que en aquellos tiempos era atractivo e inteligente, pero evolucionó hasta crear engendros tan difíciles de digerir como las nuevas películas de Star Wars. A decir verdad, el cine de hoy está en el mismo lugar en que lo encontraron Lucas y Spielberg en las décadas de 1970 y 1980; el cine al que ellos revivieron sigue ahí, a la mano de cualquiera con una televisión inteligente y acceso
Obras como El reino caído marcan el fin de una época que ha sobrevivido más de lo normal
a Internet. La lucha por la supervivencia en el complejo mundo de los medios actuales de comunicación la están perdiendo estos filmes que, adivino, terminarán por ser devorados por las plataformas digitales. Se trata sin embargo de una buena noticia para los cinéfilos porque creo que sucederá lo mismo que en el siglo pasado, cuando la irrupción de la televisión relegó al cine a los circuitos de arte; entonces aparecieron en Hollywood algunas de sus mejores películas. Vaquero de media noche, de 1969, por ejemplo, no hubiese sido posible en la época de producciones como las de Cecil B. De Mille o Sam Zimbalist. Obras como El reino caído marcan la extinción de una época que, como la música ochentera, ha sobrevivido más de lo normal. Si esta película solo fuese la historia de cómo unos millonarios sin escrúpulos salvan dinosaurios para venderlos como material genético, si fuese solo la historia de una niña chípil que investiga la historia de su pasado para enterarse de que ella también es un engendro genético, la película sería muy mala. Es buena, sin embargo, como señal de que los tiempos están cambiando y obras como Jurassic World están a punto de extinguirse, pero el cine, claro, no morirá. Eso sí, se está transformando.
_
ANTESALA
30 DE JUNIO 2018
POESÍA
-03-
LA GUARIDA DEL VIENTO
Lo innumerable
¿Quién eres?
JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS
ALONSO CUETO
la mudanza se estaciona frente a la puerta dorada hombres apresurados diestros protegidos por fajas y espaldares de cuero empiezan a llevarse las no muchas pertenencias de la casa algo tienen de formidables termes algo de coordinado ejército de zapa en un par de horas las estancias se vacían y otra vez hay solo muros blancos un deshabitado espacio donde apenas perviven las ajaduras que dejaron cuarenta años de vida y un puñado de costumbres Presentamos un fragmento de este poema que forma parte del volumen homónimo publicado por Ediciones Era (México, 2018) . EX LIBRIS
The Rape of the Lock. Alexander Pope/ EKO
¿
Quién es la persona de al lado? Debajo de las costumbres compartidas, de los gestos previstos, de las rutinas, ¿se esconde alguien distinto, inesperado, extraño? No hay preguntas más aterradoras que esas. Podemos haber vivido con un cónyuge muchos años. Podemos tener amigos, parejas, hermanos o padres. Es posible que conozcamos su pasado, que nos haya hecho confesiones. Pero también es posible que de pronto surja de esa red de costumbres un monstruo ajeno a todo lo que habíamos supuesto. La última novela de Javier Marías, Berta Isla (Alfaguara), es una dramatización de estas antiguas preguntas. Berta está casada con Tom Nevinson que tiene largos periodos fuera de casa por su trabajo. Pronto descubrimos que es un miembro del servicio secreto británico. Tom, que también es Tomás, que es a la vez español y británico (una muestra más de la ambigüedad que le da Marías al personaje), regresa a casa por temporadas. En más de una ocasión le explica a Berta que no puede revelar detalles de su trabajo. Lo está haciendo por el bien de ella, de su hija. Berta le pregunta si su trabajo incluye tener otras parejas eventuales para lograr sus fines. Pronto sabemos que ella apenas conoce a su esposo y que a lo mejor no va a conocerlo nunca. La novela de Javier Marías es una de sus mejores obras. Es brillante, llena de digresiones, pausada, intensa en su definición de cada protagonista. Sus frases se deslizan, sembradas de comentarios ingeniosos, descripciones originales y precisas. Para ello hace paralelos con episodios de obras como Enrique V de Shakespeare y El coronel Chabert de Balzac, así como la famosa historia del impostor de Martin Guerre. La protagonista de la novela es sin duda Berta Isla, un personaje hecho a la soledad de su nombre. La vida de Berta es una larga espera pero su mente es incansable. Asistimos a sus especulaciones y conjeturas, a los gestos con los que busca librarse de su condición. Una de las escenas más notables sin duda es el de su casi reencuentro con Esteban, el banderillero de su juventud. Siempre he pensado que hay escritores del sonido y escritores del silencio. Al primer grupo pertenecen Faulkner, Celine. Sus personajes son excesivos, desbordados, producen sonidos a su alrededor. Javier Marías pertenece al grupo de escritores cuyos personajes se definen en el silencio. Como los de Henry James, sus protagonistas se muestran mientras están callados, gracias a la habilidad del autor por fundirse en su espacio secreto. El gran tema de la obra de Marías es la soledad. En sus mejores obras (Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, Los enamoramientos), la soledad es el punto de revelación de sus protagonistas. Allí, en ese refugio, entramos los lectores para asistir a esta gran contemplación de las palabras.
Marías pertenece al grupo de escritores cuyos personajes se definen en el silencio
_
-04-
PENSAMIENTO
30 DE JUNIO 2018
Virginia Aspe ha estudiado el legado de Aristóteles en Sor Juana y en buena parte de la tradición novohispana
“En filosofía, las respuestas no son en blanco y negro”
V
FANNY DEL RÍO FOTOGRAFÍA NELLY SALAS
irginia Aspe Armella es licenciada en Filosofía por la Universidad Panamericana (México) y doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra (España). Es miembro de la Junta de Gobierno de la UP, donde dirige el Seminario de Filosofía en México, y también es directora del Seminario Novohispano de la UP y la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que es tutora adscrita al área de Filosofía Política del Programa de Maestría y Doctorado. Ha dado clases en otras universidades de México y del exterior; ha sido profesora invitada en la Universidad de Columbia en Estados Unidos, la Universidad Nacional de Cuyo en Argentina y la Universidad de Navarra, entre otras. Es miembro de la Academia Mexicana de Doctores en Ciencias Humanas y Sociales, de la Asociación Filosófica Mexicana A. C. y del Consejo Superior de la Universidad
Panamericana. Se ha especializado en la influencia de Aristóteles en el pensamiento novohispano, lo que la ha llevado a identificar la existencia de criterios aristotélico–renacentistas en el modo de analizar la realidad indiana en autores como Alonso de la Vera Cruz, Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún y Sor Juana Inés de la Cruz. La doctora Aspe ha publicado innumerables artículos y libros, entre los que destacan Formación cívica y etica, Desarrollo humano. Horizontes de búsqueda. Un enfoque por competencias genéricas y disciplinares, Hidalgo: ante la espiritualidad y la ciencia, Contribuciones alfonsinas para acceder a una adecuada hermenéutica de La Poética de Aristóteles e Inteligencia emocional. Un hilo conductor del pensamiento mexicano, desde Flor y Canto y Sor Juan Inés de la Cruz hasta Vasconcelos. Su libro más reciente es una investigación en torno del concepto de libertad en Sor Juana Inés de la Cruz. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores.
¿Por qué interesarse por la Filosofía? En secundaria iba a un colegio de monjas del que me “invitaron” a salirme porque me portaba mal y fui a dar a otro lugar, donde tuve una profesora de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México —Patricia Cabo Romero— a quien nunca voy a olvidar. Me parecía fascinante oírla, pero estaba en secundaria y no entendía mucho de lo que decía. Al pasar a prepa me di cuenta de que lo que quería era eso de lo que ella hablaba. Además, siempre me preguntaba el porqué de todo; era rebelde, interpelaba. ¿Qué autores influyeron más en su desarrollo? Aristóteles es el eje de mi pensamiento: me dio la estructura mental y el método para acercarme a la realidad. Otros han sido Giambattista Vico, el español Leonardo Polo, Jorge Morán, comentador de Aristóteles con una influencia tomista, y Quentin Skinner, de la escuela de Cambridge, aunque no es filósofo sino historiador pero para mí fue un parteaguas. En México son referentes en mi vida Mauricio
Filosofía mexicana es la forma en que los mexicanos hacemos cualquier filosofía y punto
Beuchot, Carmen Rovira y Carlos Pereda. Son las gentes cuyos textos me han cimbrado. Y alguien a quien no puedo dejar de mencionar es a Ramón Xirau. No solo fue el primer filósofo con el que tuve contacto, sino que me motivó a publicar en el Fondo de Cultura Económica mi investigación sobre la filosofía de Aristóteles. Ramón era amigo de mis papás y cuando supo que entré a Filosofía me siguió de cerca y, aunque nunca participamos en las mismas cuestiones, su impronta fue importantísima. Eso sí, siempre me decía: “Ya deja a Aristóteles, ¿por qué sigues ahí?”. ¿Cómo fue el paso de Aristóteles a la órbita de la filosofía mexicana? Mi formación es clásica, muy de la filosofía antigua, pero un día, platicando con Rocío Mier y Terán, quien fue directora de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana, me dijo: “Tu pasión ha sido la historia de México. ¿Por qué no haces algo sobre eso?” Entonces me puse a rastrear la influencia de Aristóteles en el periodo novohispano. Fue una revelación, un momento de cambio en todos los sentidos. La
glo del surgimiento de la identidad filosófica mexicana, pues se da un periodo mimético y de inculturación. La Corona y el Papado dicen “que se aprenda el pensamiento escolástico”, pero los pensadores ya no son españoles sino criollos y se reconocen como distintos, con raigambre en estas tierras indígenas. Entonces se da un sincretismo muy particular y se hacen apropiaciones filosóficas muy interesantes. Esto impacta más tarde en el México independiente porque la nación intenta hacer tabla rasa de la Colonia y se pierden —como bien lo dice Guillermo Hurtado en El búho y la serpiente— tanto la impronta escolástica como el aristotelismo que se gestó en el XVII y en el XVIII con los jesuitas. Viene una época posterior de liberalismo y positivismo y de alguna manera empieza a surgir un élan vital espontáneo que se ve en autores como Ignacio Ramírez, luego en José María Vigil, en el Ateneo de la Juventud y en el Grupo Hiperión. Todos ellos son la eclosión de la vuelta a lo mexicano.
tradición dice que el pensamiento colonial es escolástico, pero yo descubrí que eso no es cierto, que en la Real y Pontificia, después del primer semestre, que sí era escolástico, lo único que se hacía era leer y comentar las obras de Aristóteles, y que así siguieron hasta el siglo XVIII. Creí que había encontrado un tesoro, que era un hallazgo. Con el tiempo, me di cuenta de que ya lo habían visto Mauricio Beuchot, José Manuel Gallegos Rocafull y otros. Pero seguir estudiando la influencia de Aristóteles en México me llevó de la filosofía antigua a colocarme en una red académica más amplia. En la UP la formación era una maravilla, mucho oficio y estudio, pero de pronto me catapulté hacia la UNAM y la Universidad Autónoma Metropolitana, con personas como Carmen Rovira, Gabriel Vargas y Luis Patiño, y eso me llevó a la Universidad Nacional de Cuyo, y más tarde a la Universidad de Columbia. ¿Cuál es la importancia de Aristóteles en el pensamiento novohispano? La Política de Aristóteles fue una obra definitiva. Si analizas la estruc-
tura colonial de México encuentras una sociedad de castas: en la cúspide están los peninsulares, luego vienen los criollos y así sigue la escalera hasta abajo. Resulta que fue Aristóteles quien hablaba de una organización estamental. Sabemos que le interesaba la igualdad, pero los iguales eran los ciudadanos. De esto hay un eco muy fuerte en la disputa que se dio en el siglo XVI entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas sobre si era justa la guerra contra los indios. Lo que se debatió teóricamente fue justo la interpretación de Aristóteles, pero uno lo hizo desde la visión medieval y el otro desde la humanista renacentista. La influencia de Aristóteles se ve también en Sor Juana, pues Primero sueño tiene una estructura aristotélica, de acuerdo al Órganon, en donde se habla de los pasos que sigue el conocimiento, y en la obra Libra Astronomica y Philosophica de Carlos de Sigüenza y Góngora, una respuesta y una refutación en base a las definiciones que Aristóteles tenía de los meteoros. Su huella es muy fuerte hasta el siglo XVII, que considero el si-
-05-
PENSAMIENTO
30 DE JUNIO 2018
Egresada de la Universidad Panamericana, Aspe es autora de Las aporías fundamentales del periodo novohispano
No tengo que preguntarle si considera que hay una filosofía mexicana. Filosofía mexicana es la forma en que los mexicanos hacemos cualquier filosofía y punto. Claro que hay temas específicos, quizá un poco menos en el XVIII y sobre todo en el XIX, que fue marcadamente liberal y en cierto sentido dejó de lado la historia, pero sí muy fuertemente en el XVII, cuando hay una primera apropiación de la identidad, y en el XX, en que esto se fortalece después de la Revolución, cuando volvemos a hacer conciencia de lo propio. En el siglo XX se tratan algunas cuestiones como el indigenismo, y por eso Luis Villoro —como también Miguel León Portilla— me parece un titán. Es clave también el tema de las minorías, así que Graciela Hierro es otro titán. El multiculturalismo, otro tema eje que se dio desde Sor Juana, vuelve con los jesuitas en el siglo XVIII y en el siglo XX es muy potente en todos los autores que menciono y, ya más recientemente, en gente que para mí es brillante, como León Olivé, cuyas aportaciones a la integración cultural son muy importantes. ¿Y qué pasa con nuestro siglo XXI? Una reflexión muy fuerte que se pone en la mesa y me preocupa especialmente por los estudiantes es la discusión entre filósofos sobre si el hombre es por naturaleza violento o pacífico. Creo que la respuesta, desde la filosofía, tiene que ser transversal, tomando también elementos de sociología y de psicología. Tendemos a presentar las cosas en blanco y negro —el ser humano o es o no es violento— y en filosofía la respuesta no es así. Es decir, no creo que debemos plantearlo desde la naturaleza, sino desde las capacidades. El ser humano tiene la capacidad de la virtud y aunque es algo que cuesta, la paz es una tarea propiamente humana, racional. Cuesta, pero es asequible al ser humano.
¿Existe una dicotomía entre fe y razón? No me parece que se opongan. Se opondrían si entendiéramos la fe como algo irracional, pero la fe es profundamente racional. Es sobrenatural, lo que es otra historia. Cuando entré a estudiar Filosofía, no sentí que tuviera que definirme por una cosa o la otra y aun cuando tengo un credo, nunca me pareció algo que podía excluir mi pensamiento racional. Funciono filosóficamente, así que tampoco he metido la fe en las argumentaciones. En mi caso, esto nunca me ha creado problemas. ¿Hay un pensamiento hecho por mujeres? Creo que hombres y mujeres hablamos de cosas diferentes, pero en temas coloquiales. En los temas de profundidad filosófica, hay un modo de abordarlos que puede ser diferente. Veo a Juliana González, a Graciela Hierro, a una serie de filósofas mexicanas que desde una formación clásica transitaron a problemas fundamentales. Veo el dominio de un oficio —que en este caso es la filosofía— muy arraigado en el humanismo clásico y que después se desplaza hacia la realidad que les preocupa. Me podrían decir “igual lo hicieron algunos hombres”, pero es una permanente que veo en las mujeres. También somos más temerarias, así que podemos ir más fácilmente hacia el mundo de la verdadera filosofía, que es formular problemas desde la realidad. El hombre tiende más hacia una cuestión de oficio y técnica, aunque vuelvo a León Olivé, que al final acabó transformándose para reflexionar sobre problemas de la sociedad mexicana, o a Guillermo Hurtado, que vira desde la filosofía analítica hacia temas como la Revolución mexicana. Hay casos así, pero en la mujer es más permanente. ¿Eso te distingue filosóficamente? En nada, pero es algo que se da. ¿Por cuál de sus textos le gustaría que la recordaran? Me gusta mucho el texto que me publicó Conaculta, Las aporías fundamentales del periodo novohispano, un abordaje filosófico muy puntal. Ese libro marcó una madurez y una reflexión propia sobre la filosofía mexicana. Aristóteles decía que la filosofía surge cuando te planteas un problema, una aporía, y estudiando los textos filosóficos mexicanos descubrí que fue así como surgió la identidad filosófica mexicana: estableciendo los problemas, los dilemas, las aporías de la realidad. El otro es un texto reciente sobre Sor Juana que acaba de publicar Alioventos Editores, en el que siento que encuentro su simpatía por Portugal y estudio las formas de aristotelismo que llegaron a la Nueva España. Creo que ahí también hay una pequeña novedad. El texto es todo un viaje, donde veo las aproximaciones al pensamiento de Sor Juana y la abordo desde su poesía, su filosofía y su teología, para entender cuál era su mensaje de fondo. Mi enfoque es fundamentalmente conceptual. El punto clave es su teoría de la libertad. Académica o filosóficamente, Sor Juana obtuvo esta idea por influencia de los jesuitas portugueses.
_
-06-
DE PORTADA
30 DE JUNIO 2018
El viaje y la escritura son los ejes de esta entrevista en la que también destaca la experiencia inevitable del duelo
Claudio Magris
“La literatura es paseante y a la vez contrabandista”
N
GUADALUPE ALONSO CORATELLA FOTOGRAFÍA LEONARDO CENDAMO/ LEEMAGE
acido en Trieste, de espíritu fronterizo, Magris es el viajero infinito, el que encontró la fuente del Danubio, el discípulo de Italo Svevo, el caminante, el que contempla el mar y se sienta, solitario, en el café San Marcos a “garabatear algunas páginas”. Hay libros que nos marcan y autores con los que firmamos un pacto. Claudio Magris ha sido uno de ellos. Me reúno con él, un mediodía de noviembre, para continuar una conversación que comenzó hace muchos años. Vivir, viajar, escribir. Acaso el triángulo que conforma su vida. Para usted el viaje tiene dos momentos: un modo de conocer la realidad y un motor de la escritura. Son dos componentes fundamentales. El viaje para descubrir el mundo, que es también el descubrimiento de uno mismo. Nuestra personalidad define el modo como vemos el mundo, la capacidad de convivir con los demás, de entrar a diversos mundos que pueden fascinarnos o nos desconciertan. El viaje es la odisea en la que se va en busca de uno mismo, pero no por amor narcisista, sino porque tenemos la capacidad de mirar a los otros. El viaje puede ir bien o mal, como la vida. A veces verificamos nuestra incapacidad de entender, pero hay ciertos lugares que nos
hablan porque conocemos lo que sucedió ahí. Otros permanecen mudos porque el diálogo, el límite del viajero y del encuentro mismo, no siempre permiten la cercanía. El viaje es también el motor de la escritura. La literatura es, a un tiempo, paseante y contrabandista, más paseante que contrabandista. Descoloca fronteras y construye otras; se abre, se cierra. El viaje mismo es, para mí, como el movimiento de la mano que escribe, es el pie que camina, porque el verdadero viaje se hace a pie, cuando se recorren las calles y se mira a la gente, cuando uno se maravilla o se intimida. Dos viajes literarios permean su obra: la Odisea, de Homero, y el Quijote. Son dos obras inmensas que contienen el mundo. Tienen algo en común y también son distintas en cuestiones de cultura, de historia, de los milenios que han pasado. Homero es más contemporáneo que Joyce, por ejemplo, porque el viaje en su Ulises es circular. Leopold Bloom regresa a casa y, al final, se confirma su identidad. Han pasado muchas cosas, el Cíclope lo ha maltratado, la mujer lo traicionó, pero el deseo de ver al hijo, su melancolía, la fractura del matrimonio mismo, que todavía tiene algo de sagrado, lo hacen quedarse en casa. Ulises, de Homero, regresa a Ítaca pero llega derrotado. Y después de recuperar su poder, hace el amor con su esposa veinte años después y, en este coloquio conyugal, en la cama, le dice: “Debo partir de nuevo”, y des-
aparece. En el Quijote, pareciera suceder lo opuesto. Él también sale, va a caballo, su ruta es más corta. Al final regresa, vuelve herido. Ha recobrado el juicio, ya no cree en los molinos de viento. Y es un final terrible, porque Sancho Panza, que siempre lo ha desmentido, se pregunta: “¿Y ahora qué hago sin la princesa Micomicoma, sin todo lo demás”. En este sentido, es otra odisea terriblemente abierta porque te deja con el deseo de otra salida que no existe, que no puede ser. Usted ha reflexionado sobre el europeísmo y la lucha contra las fronteras, y se refiere al viaje como reafirmación de la identidad. Estos temas han adquirido mayor relevancia en un mundo marcado por las migraciones. Las fronteras cambian, no solo a causa de las guerras y los acuerdos que las mueven; hay otras. Cuando era joven, la frontera que me marcó fue la Cortina de Hierro. De niño, iba por el Carso, una frontera muy cercana a mi casa, porque Trieste es una ciudad pequeña. La Cortina de Hierro era la frontera infranqueable por excelencia. Detrás comenzaba el mundo de Stalin, un imperio amenazador, oscuro, inquietante; sin embargo, eran países que yo conocía bien porque fueron parte de Italia hasta el fin de la guerra. Ese otro mundo que me causaba miedo me permitió entender que la frontera es muro pero también puente, que lo lejano está cerca. Pero hay otras
fronteras. Las de Trieste, por ejemplo, ya no son los límites con Eslovenia, son las fronteras invisibles que dividen a la población: los migrantes que llegan de quién sabe dónde, que no sabemos si viven libremente vendiendo sus cosas o son traficantes. Al atravesar fronteras es necesario abatirlas dentro de nosotros, pero también defenderlas. Cuando existen fronteras morales, el verdadero problema es entender, sentir cuándo debemos abrir nuestras fronteras. Así, también hay cosas inaceptables a las que tenemos que decir “No”. Hay usanzas, tradiciones, costumbres religiosas, sexuales, que debemos descubrir, pero otras que no podemos permitirnos. Todorov tiene una página excepcional. Dice: “El problema del mundo hoy es unir un máximo de relativismo ético que nos permita encontrar las diferencias más alejadas de nosotros con un mínimum, con un cuantum, no discutible de valores, poquísimos, pero no negociables, fronteras que debemos proteger y defender”. Este es el problema que ha crecido a raíz de la creativa y desconcertante mezcla de valores. En sus colaboraciones para el Corriere della Sera trata asuntos ético–políticos. ¿Considera que un escritor debe asumir cierta responsabilidad frente a la política? Creo que las responsabilidades políticas no les conciernen a los escritores. Les conciernen en cuanto hombres o mujeres, en cuanto ciudadanos. El
La literatura tiene la gran capacidad de tocar con la mano, hacer sentir los grandes problemas
DE PORTADA
30 DE JUNIO 2018
-07-
El autor de esos clásicos contemporáneos que son El Danubio y Microcosmos
escritor no es una especie de cura que se las sabe todas y tiene más deberes o más autoridad moral. Tampoco es cierto que sea más sensible. Hay grandes escritores que fueron fascistas, estalinistas, nazis, a veces demostrando no saber nada de la política, entendida como polis, porque en la vida de la ciudad, de la comunidad, la cualidad de mi vida no termina en los límites de mi cuerpo: forma parte del mundo que me rodea, y ahí está nuestra responsabilidad. Luego, cada uno la enfrenta con sus propios medios. Se puede hacer escribiendo, pero siempre con el sentido de la propia humildad. Czesław Milosz escribió: “Los
poetas a veces tienen el corazón frío. Cuando escriben un poema sobre el sufrimiento de un niño, son capaces de conmoverse más por las rimas de su poesía que por el dolor del niño”. Fue un gran poeta que puso en guardia al narcicismo poético. La literatura puede abrir las puertas hacia una mejor comprensión de la realidad. ¿Qué sentido tiene en momentos como los que vivimos en México, un país azotado por la violencia y el crimen? La literatura tiene la gran capacidad de tocar con la mano, hacer sentir vivamente los grandes problemas, las
tragedias, la injusticia que, de otro modo, permanece en lo abstracto. Por ejemplo, el estallido de estudiantes en México lo leí como cualquiera, en los diarios. No es que deje de reconocer la dimensión del hecho, pero de haberla visto me habría involucrado más. Debo decir que leyendo ciertos libros entendí, a través de los personajes y la historia, algunos de los grandes problemas de la condición humana. Es como hacer cuentas con la historia. Usted ha dicho que se escribe también para exorcizar un vacío, para buscarle un sentido a la vida, para luchar contra el olvido, con el de-
seo de salvar los rostros amados de la abrasión del tiempo, de la muerte. Vivió una experiencia dolorosa, la pérdida de su pareja, Marisa Madieri. ¿Podríamos hablar de un viaje en el ámbito personal y en el literario? Es muy difícil hablar de esto. Se puede escribir de manera indirecta, metafórica, para entenderlo. Después de sucedida, la muerte significó convivir con una ausencia que fue parte constitutiva de mi vida. No significa, sin embargo, la inexistencia, y esto vale también para personas no tan importantes en mi vida —aunque me importan— como ciertos amigos, las personas amadas que contribuyen a hacer de nosotros lo que somos. Luego está la falta de esa persona, a veces más fuerte que uno mismo, y la experiencia del trayecto hacia la pérdida, cuando aún no sucede, pero está por llegar. Y ahí depende mucho de la personalidad de quien está viviendo ese último viaje y cómo influye en quien la acompaña. Estuve muy herido, no solo en la parte afectiva, sino en la estructura de mi personalidad. Busqué expresar esto indirectamente en un texto teatral, La exposición. Hice este viaje, por llamarlo así, dos meses antes de que sucediera. Pasamos un verano maravilloso en una isla, tan felices como siempre; luego, tuve una recaída neurótica, fangosa, porque cuando se atraviesa la oscuridad todo se vuelve peor. Surgieron miedos que antes no tenía, era más fastidioso, más pedante, más temeroso, en fin, algo muy difícil. Marisa Madieri escribió un hermoso libro, Verde agua. ¿Aún lo acompaña? Sí, claro, y todos los demás libros que compartimos. Verde agua, en particular, no solo porque lo vi nacer, sino porque contiene mi vida más allá de lo que he escrito. Si tuviera que llevarme un libro que mostrara quién soy, sería éste, si bien la mía es una presencia secundaria. El libro es un homenaje a la vida, pero no sentimental, tampoco optimista. Así era Marisa, nunca se dejó intimidar por lo que estaba sucediendo, lo sabía muy bien, y decía: “No me quiero dejar engañar por la muerte, no quiero ser una mujer traicionada”. Escribió sus relatos sin prisa, sin el ansia de terminarlos antes de morir. Su fortaleza nos permitió a mí y a mis hijos vivir mucho mejor. Cuando se perfiló el inexorable final, dijo: “Esto no nos arruinará. La vida debe continuar porque no vinimos al mundo a hacer sacrificios, sino a divertirnos”.
_
Esta entrevista fue realizada en noviembre de 2014 en Guadalajara.
-08-
DIVERGENCIAS
30 DE JUNIO 2018
Tania Bruguera responde a los señalamientos sobre su obra publicados en Laberinto el pasado 16 de junio
Sobre El susurro de Tatlin #6 FOTOGRAFÍA OLIVER SANTANA
M
Estimada Sra. Avelina Lésper,
e han informado sobre su reseña de mi exposición en el MUAC curada por Lucía Sanromán y Susie Kantor y su subsecuente respuesta a las demandas de corrección por parte de la institución y la curadora. En el primer artículo que para mi asombro se titula “Censura en el MUAC” (http://www.milenio.com/ cultura/laberinto/censura-en-elmuac) usted dice y cito: “La obra que le dio visibilidad internacional, el micrófono abierto que puso en la Plaza de la Revolución en La Habana, aquí es escenografía, no está abierto al público, ¿tenían miedo de que alguien se subiera al pódium y dijera que esa exposición no es arte? ¿Por qué no invitaron al público a que se expresara?”. Una impresión, y más cuando está desinformada, no equivale al criterio de la verdad. Quisiera aclarar que la obra que se ha presentado en la exposición “Hablándole al Poder” titulada “#YoTambiénExijo” (#YTE) (2014–a la fecha), documenta una serie de obras y acciones que tienen su origen en el performance El susurro de Tatlin #6 (2009) que usted critica. Si usted hiciera una búsqueda superficial en Google o en mi página web (www.taniabruguera.com) vería que de hecho ese micrófono que usted dice estuvo en La Plaza de la Revolución nunca se pudo poner. El Gobierno Cubano lo impidió al censurar y encarcelar a más de 80 personas. Me sorprendió esa imprecisión ya que fue un acontecimiento cubierto ampliamente por la prensa y porque asumo que un artículo pasa por el proceso de comprobación de datos antes de ser publicado, más aún en estos tiempos de fake news. De hecho la primera versión de la obra presentada, El susurro de Tatlin #6, fue exhibida por primera vez en el 2009 dentro de un espacio expositivo (como lo es el MUAC) en La Habana. Su puesta reproducía la teatralidad que acompaña los eventos políticos de masa. En otras palabras, esa teatralidad está presente desde la concepción de la obra, y no es como sugiere su escrito un defecto curatorial. Sobre si esta obra está “abierta al público”; en eso coincidimos: una obra cuya intención es incitar a las personas a que hablen libremente debe mantenerse fiel a éstas, aun
Vista de instalación en la exposición Hablándole al poder, MUAC, 2018
cuando se vuelva a hacer de manera retrospectiva y en otras circunstancias. Me sorprende que diga que el micrófono no está abierto y que tenemos (la institución, la curadora y yo) “¿miedo de que alguien se subiera al pódium y dijera que esa exposición no es arte?”. Primeramente el micrófono, hasta donde yo sé, está conectado a los altavoces de la obra como estipulan sus especificidades técnicas de montaje. Segundo, personalmente me reuní con los guías/ guardas de sala para responder sus dudas, y les ratifiqué que toda persona del público que quisiera subirse al podio lo podría hacer y decir lo que quisiera por un minuto, más aún cuando estaban cerca las elecciones presidenciales. Mi obra no es para ser vista sino para ser usada. Esto es una característica en todas las obras en la exposición excepto una, Destierro. Lo que me dejó anonadada es que usted cree que a una artista a la que un gobierno persigue, haciéndole todo tipo de acusaciones falsas, y que alguien que es activista y que ha tratado de ir contra la corriente en el arte le vaya a “tener miedo” a la opinión de uno, diez o cien espectadores sobre su trabajo. A mí nunca me ha interesado ni como artista ni
Nunca me ha interesado como artista ni como activista la unanimidad de criterio
como activista ni como ser humano la unanimidad de criterio, eso es una enfermedad política con la que me ha tocado vivir en mi país y contra la cual siempre he luchado. Si usted hubiese leído o visto los videos con mis opiniones antes de escribir el artículo sabría que siempre he visto la obra de arte como un iniciador de diálogo, no como un magnificador de una sola opinión y eso incluye también una invitación a re–pensar qué es arte. En el segundo artículo donde se demandan correcciones por parte de la institución y la curadora (http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/censura-en-el-muac_2) usted pareciera resistir la rectificación pues insiste: “En el montaje del Paul Getty Museum además del micrófono había cámaras de video grabando las intervenciones del público. En mi visita al MUAC las cámaras están cerradas, funcionan como monitores que proyectan lo que grabaron en el Paul Getty Museum, tengo fotografías de esto”. Quisiera aclarar que esta obra nunca se ha exhibido en el Getty como tal, lo que sucede es que cuando yo estuve presa en Cuba muchas instituciones internacionales se solidarizaron y su manera de hacerlo fue poniendo en los museos, las calles, las casas, un micrófono y espontáneamente las personas hablaban de libertad de expresión, de solidaridad, de sus
desencantos, etc. Cuando la obra El susurro de Tatlin #6 se exhibe tiene un documento que se le entrega a la institución con los requerimientos del montaje y en éste se explica que las cámaras que se ponen en la instalación deben tener en su pantalla de visualización el video original del 2009, no lo que se dijo en el Getty o el video resultante (que no tengo en mi posesión ni nunca he visto, ni es de mi autoría). La referencia para esto es ver cuándo se ha expuesto esta obra, por ejemplo en el Espacio 1414 en Puerto Rico en el 2009, en el Neuberger Museum en el 2010, en el Guggenheim Museum en el 2014, en el Yerba Buena Center for the Arts en el 2017, en todas las presentaciones las cámaras pasan el mismo video: el de La Habana en el 2009. Si usted escuchara el audio de las imágenes que usted dice son testimonio del video del Getty notaría inmediatamente que está todo en español y con personas cubanas (excepto 5). Decir que el MUAC censura a una artista que lucha en contra de la censura es una ofensa hacia el trabajo de los curadores de esta exposición, de todo el equipo del MUAC y a mí como artista que permitiría tamaña salvajada. Cuando dice, “Mi trabajo como crítica es decir mi experiencia y manifestar mi opinión” diferimos: un periódico no es un blog personal, un crítico no escribe de su experiencia como la única experiencia sino que presenta un compendio de experiencias y las analiza. Un crítico no vagabundea por las exposiciones sino que toma con seriedad su rol de intermediario entre una obra y el gran público. Si el crítico se ha equivocado, en vez de buscar justificaciones para mantener su error, simplemente lo rectifica. El crítico se informa, educa, no hace catarsis personal… No sé, me parece de una pereza espiritual peligrosa la falta de rigor expuesta como una medalla y me sorprende en un país con la tradición de Octavio Paz o Raquel Tibol, por nombrar dos que han ejercido su mismo oficio. Yo la invito a que regrese a la exposición y se suba y diga todo lo que quiera decir ya sea en contra de mi obra, del arte contemporáneo, de la situación política de su país o de lo que quiera hablar ese día porque esta obra fue pensada para eso, para que le perteneciera a todos.
_
Tania Bruguera Junio 23, 2018
EN LIBRERÍAS
30 DE JUNIO 2018
NARRATIVA, ENSAYO Las Furias
En un día claro se ve la noche
-09-
POESÍA EN SEGUNDOS El hambre heroica
Giovanni Boccaccio Rimas
Gerardo de la Concha Ediciones B México, 2018 291 páginas
Andrés de Luna Unicornio México, 2018 198 páginas
Gabriel Rodríguez Liceaga (selección) Paraíso Perdido México, 2018 168 páginas
La mitología grecorromana imaginó a las Furias como personificaciones de la venganza y sembradoras del remordimiento. De esas figuras se vale Gerardo de la Concha para construir una novela que nos remite a los años de la Guerra Sucia en México y a los supervivientes que más tarde se convirtieron en verdugos del poder político. El protagonista actúa con fría eficacia hasta que el curso de sus errores vuelve del pasado para cobrarse una deuda que creía pagada.
Veinticinco relatos en los que Eros y Psique transitan los horizontes flamígeros que funden a la carne, el deseo y la imaginación, veinticinco cuentos en los que peregrinan las sombras de Arthur Rubinstein, Jayne Mansfield o Marilyn Monroe configuran esta noche de ficción erótica que el propio De Luna explica de esta manera: “La vida sexual tiene algo de cruzada en la cual la mayoría de las batallas (o todas) se libran con inteligencia y placer”.
En la literatura mexicana no escasean los grandes cuentistas. A los nombres canónicos —Juan Rulfo, Juan José Arreola, José de la Colina, por mencionar algunos—, en este volumen Rodríguez Liceaga propone escritores de las nuevas generaciones que pueden continuar la labor de los maestros. Los temas que podemos encontrar son la circunstancia femenina y la violencia que padecemos. Al lector le tocará señalar cuáles de los dieciséis convocados van por buen camino.
La polis literaria
El vino
Concurso Cuartoscuro 2018
Rafael Rojas Taurus México, 2018 277 páginas
Bianca Bosker Océano México, 2018 385 páginas
Cuartoscuro Número 150 México, junio-julio 2018 84 páginas
Sobre el Boom, la Revolución y otras polémicas de la Guerra Fría se ocupa este ensayo que mira algunos de los grandes hechos universales del siglo XX desde la perspectiva latinoamericana. Al centro se encuentra la idea de que la novela que impulsaron García Márquez, Cortázar, Fuentes, Roa Bastos, Donoso y Cabrera Infante, entre los más reconocidos, no fue ajena a las tensiones hemisféricas que provocó la Guerra Fría, un periodo de dimensiones ideológicas.
Antes que una guía para iniciados, este libro es un ameno reportaje sobre el universo de los sommeliers, enólogos y bebedores. Un año pasó la periodista estadunidense con “fanáticos del sabor, científicos sensoriales, grandes cazadores de botellas, mentes maestras del olor” hasta dar con el conocimiento necesario para disfrutar ese momento que transcurre de la copa a la garganta. Su lectura deja la certeza de que, como escribió Stevenson, el vino es “poesía embotellada”.
En su entrega más reciente, la revista especializada en fotografía ofrece los resultados del Concurso Cuartoscuro 2018, un grupo de imágenes que, en su mayoría, atestiguan los horrores provocados por el crimen organizado en México y los rostros del descontento. Ofrece también un ensayo sobre Jorge Camarillo a cargo de Carolina Romero y una entrevista a Rosario Vidal Bonifaz, autora de un libro que explora la filmografía de Fernando Pérez Gavilán y Mauricio Wallerstein.
En aguas de Rimas VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mx
E
n 2001 apareció un libro magnífico: Fiori di sonneti / Flores de sonetos en edición de Antonio Alatorre. El ensayo previo y la antología eran una invitación a la lectura placentera de esta forma histórica y, a la vez, transhistórica. Pero también era una revisión crítica de cómo una composición tan orgánica como móvil había saltado, gracias a las traducciones, desde el modo ejemplar de Petrarca —con Ariosto, Tasso y muchos más— hasta la estructura poliédrica de los sonetos de Góngora o la crispada hondura metafísica de Quevedo, pasando por la monstruosa vitalidad de Lope de Vega que sentenció “con el tiempo da el tiempo desengaños”, verso germen —podríamos intuir— del famoso soneto de Renato Leduc sobre el mismo tema. El libro de Alatorre nos regalaba una síntesis espléndida y una manera de entender, en la comparación, la influencia de los poetas italianos sobre los españoles. Así, también, nos empujaba de manera indirecta a ver este efecto en los mexicanos del siglo XVII y —¿por qué no?— en los del XX. Ahora, podemos completar Flores de sonetos con Rimas (Almadía, UNAM, 2018) de Giovanni Boccaccio, en selección, estudio y notas de Fernando Ibarra Chávez. Del mismo modo que el filólogo de Autlán, Ibarra busca antes que nada facilitar la lectura de la poesía italiana y, en particular, de Boccaccio. El pequeño volumen distingue claramente, en concordancia con Paolo Vechi Galli, la presencia del dolce stil novo y de Petrarca en las Rimas. No hay la pretensión de que el autor del Decamerón posea el rango poético de los grandes líricos toscanos, pero sí hay quizá el designio de encontrar una personalidad evidente en algunas de las composiciones. En los sonetos de Boccaccio vemos la conocida escena de las amigas reunidas en corro. Las muchachas platican en un jardín o caminan junto al mar. Destaca una pieza donde una joven, al plantar los pies en la resaca, eleva las enaguas. En ese instante, Boccaccio se aleja del viaje trascendental de Dante y de la hermosa sublimación petrarquista y se hunde en las efímeras certezas sensibles y en las percepciones fuertes del cuerpo que caracterizan al Decamerón: “Oh! ¡Si hubiese habido alguno do yo estaba/ habría mirado mis ojos deseosos/ de ver acaso un poco más arriba!” En tres versos, vemos la frescura del deseo de antes y de hoy, a pesar del embarazo de la hipócrita moral sexual contemporánea.
_
-10-
CINE
30 DE JUNIO 2018
LOS PAISAJES INVISIBLES
CINE ENTREVISTA
Fante vs. Bandini IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGascon
E
l 8 de mayo se cumplieron 35 años de la muerte de John Fante y como sus cuentos y novelas, la fecha luctuosa pasó desapercibida a pesar de la tetralogía de Arturo Bandini, de su trajinar en el oficio de guionista, de sus otros libros como La hermandad de la uva o Llenos de vida, a pesar de los elogios y el espaldarazo editorial y público que le dispensó Bukowski. Fante comenzó a escribir Camino de Los Ángeles, la primera entrega de la saga de Arturo Bandini, 50 años antes de morir. Todo mundo sabe que ese libro se gestó en 1933 en un ático de Long Beach, California, y que al culminarla, Fante le dijo en una carta a Carey McWilliams que “el contenido pondría de punta los pelos del culo de un lobo”, aunque jamás erizó los pelos de alguna región orgánica de un lobo ni tampoco petrificó la pilosidad de mamífero cualquiera, porque Camino de Los Ángeles se publicó después de fallecido, cuando su viuda halló el original en el desorden de su archivo. Sí. Fante estaba consciente del carácter subversivo de su novela, y tal vez por eso modificó tanto a su alter ego, porque ese primer Bandini de Camino de Los Ángeles es un tipo patibulario, soez, racista, macho, misógino, tacaño, holgazán y borrachín, un Bandini radicalmente distinto al Bandini ingenuo, soñador, enamoradizo, inseguro y picarón de Pregúntale al polvo, Espera a la primavera, Bandini y Sueños de Bunker Hill, las tres obras que sí vio editadas aunque se vendieron mal, se criticaron peor y se leyeron poco . Fante, en efecto, vivió en Bunker Hill, un distrito apuntalado en el centro de Los Ángeles, y que hoy solo recuerda al escritor con una placa que designa a la esquina de la calle 5ª y la Avenida Grand como la John Fante Square, un vértice entre la zona financiera y el barrio joyero: largas arterias con menos transeúntes que autos, vías más aburridas de lo que cualquiera pueda imaginar de la ciudad con ese cerro que ostenta el letrero de Hollywood y que él amó tanto como a una mujer, por ejemplo a esa Helen Brownell que de tanto ardor Arturo Bandini le dedica unos versos de Yeats, precisamente, en Sueños de Bunker Hill: “Cuando seas una vieja canosa y modorra,/ y cabecees junto al fuego, toma este libro,/ léelo despacio y sueña con la tierna expresión/ que hubo antaño en tus ojos, y con sus sombras profundas;/ muchos amaron tus momentos de gracia radiante,/ y amaron tu belleza con amor verdadero o falso,/ pero hubo uno que amó tu alma de peregrina/ y amó el dolor de tu rostro cambiante”. En fin. Que para los personajes novelescos, 35 años no son muchos. Fante no está, Bandini queda.
_
La idea de un lago nace de un libro de Guadalupe Gaona
Milagros Mumenthaler
“La película es memoria en el sentido político” HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com FOTOGRAFÍA CINETECA NACIONAL
M
ilagros Mumenthaler pertenece a la generación conocida como “hijos de la dictadura”. Sus padres fueron exiliados políticos y ella regresó a Argentina a los 18 años. Su interés por abordar el impacto de aquel periodo se nota en su película La idea de un lago, donde a partir de un libro de Guadalupe Gaona reflexiona acerca de nuestra relación con la memoria. ¿Qué conexión estableció con la obra de Guadalupe Gaona, Pozo de aire, para hacer su película? La película es una adaptación libre del poemario de Guadalupe Gaona. El libro tiene siete poemas y muchas fotografías familiares de archivo y otras sacadas por la autora, todas en la casa de familia de Villa La Angostura. Siento una conexión emocional muy fuerte con su obra por su idea del hogar y la fraternidad, y por el vínculo madre–hija que se entreveía a lo largo de sus páginas. Algo que me gustó del libro y me pareció que debía estar en la película es la manera de abordar la dictadura, no relatando los hechos sino lo que quedó después, cómo uno crece teniendo un padre desaparecido. La película refleja el funcionamiento fragmentario y no lineal de la memoria. Desde el inicio del proyecto me ima-
giné una película donde el hilo conductor iba a ser la mente de Inés, la protagonista. Ella hace un ejercicio de memoria haciendo un libro para homenajear a su padre y dejar asentado lo que sucedió. Y la película también funciona como memoria en el sentido más político de la palabra, pero en distintos tiempos. Partimos del presente para ir al pasado pero allí se introduce la imaginación y los deseos que son proyecciones hacia un futuro posible. ¿Por qué las diversas texturas en la película? Hay VHS, Súper 8, formato digital… Al ser una adaptación de un poemario autobiográfico y que cuenta la desaparición de una persona con nombre y apellido, Gustavo Gaona, era fundamental que la película tuviese algo documentado. Por eso retomo el prólogo del libro. Filmamos en la casa real de la familia de la autora. Las fotografías que aparecen en la película son reproducciones exactas de las del libro, y muchos de los actores no son profesionales: son gente ejerciendo lo que hace en sus vidas. Así que los cambios de formato eran
Todo partió de secuencias visuales que expresaban algún sentimiento íntimo
fundamentales para respetar la estética en las distintas épocas. Es una película muy lírica, no solo por su vínculo con un libro, sino por la búsqueda de una poética en la imagen. Todo partió de ahí, de secuencias visuales que expresaban algún sentimiento íntimo. El desafío consistía en hacer convivir secuencias muy sensoriales o poéticas (que reflejan lo íntimo) con algo del orden de lo documental y con una narración muy fragmentada, esencial si quería hablar de la memoria. Hay también una reflexión acerca de la muerte, la ausencia, y la maternidad, que se potencia con el embarazo de Inés. ¿Por qué le interesaban estos temas? Era importante que Inés estuviese embarazada, porque ese futuro hijo fue el motor para emprender otra vez la búsqueda, la necesidad de darle a su bebé las repuestas que ella no tuvo. También marca una diferencia generacional. La madre de Inés representa a muchas mujeres que lucharon por sus ideales, mujeres fuertes que tuvieron que educar a sus hijos y mantenerlos pero el patrón social era muy fuerte. Inés pertenece a una generación de chicas que, más allá de estar embarazadas, se permiten cuestionarse sobre las relaciones de pareja.
_
-11-
ESCENARIOS
30 DE JUNIO 2018
DANZA
VIBRACIONES
Diálogos
Miedo a tanta belleza
ARGELIA GUERRERO makarova81@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA TCUNAM
HUGO ROCA JOGLAR @hugorocajoglar FOTOGRAFÍA CORTESÍA KAMASI WASHINGTON
E
L
a Dirección de Danza de la UNAM anunció recientemente la creación de la Compañía Juvenil de Danza Contemporánea conformada por quince intérpretes con un rango de edad de entre 18 y 24 años que serán dirigidos por un coreógrafo mexicano cuya elección la realizará un comité conformado por expertos del gremio dancístico y autoridades universitarias. Con un mecanismo similar al del Centro de Producción Coreográfica, CEPRODAC, los bailarines de esta compañía permanecerán por un periodo de dos años como becarios de la institución universitaria y comenzarán a trabajar el próximo mes de agosto. La convocatoria para las audiciones de los intérpretes fue publicada en la Gaceta UNAM y se llevará a cabo los días 30 y 31 de julio en la sala Miguel Covarrubias. Para la elección del director artístico, una figura central no solo en la conducción artística del proyecto, sino en la relación y vinculación con la vida cultural universitaria y la gestión de los distintos espacios y recursos materiales con que cuenta la Universidad, se espera la convocatoria en días próximos. Un proyecto de estas características y dimensiones es de vital relevancia en un contexto de crisis general para la danza mexicana que permitirá a los bailarines en formación y recién egresados la posibilidad de desarrollarse dentro de un espacio propicio no solo
Bailarines del Taller Coreográfico de la UNAM.
en términos artísticos, sino que garantice cierta estabilidad económica que les permita, a su vez, trabajar de lleno en este proyecto y puedan así fortalecerlo y aportar, desde su quehacer cotidiano, distintas reflexiones y experimentaciones dancísticas. Es un camino muy estimulante para la profesionalización de los bailarines jóvenes y que refresca la vida artística universitaria cuyo único referente dancístico es el valioso Taller Coreográfico de la UNAM con el que la novel compañía tendrá un intercambio constante para generar un diálogo entre las voces nuevas y las experimentadas trayectorias de los bailarines del TCUNAM. Esta iniciativa refresca también la inquietud que varias personalidades del gremio han manifestado sobre la necesidad de crear una institución universitaria que forme bailarines, coreógrafos y profesores de danza. Impulsar la profesionalización y generar diálogo con su principal compañía es un primer paso. La creación coreográfica a través del intercambio con distintos coreógrafos invitados y artistas de otras disciplinas para la creación de obras también es una virtud de este nuevo proyecto que, a su vez,
Un proyecto con la tradición del TCUNAM posibilita una danza fundamentada
fortalece la idea de la necesidad de un semillero en el que este trabajo sea continuo y arropado por la institución universitaria, que lo lleve más allá de un periodo perentorio de dos años, como se plantea inicialmente esta joven compañía. Constituir un proyecto dancístico que se encuentre en relación constante con la tradición que lleva consigo el TCUNAM posibilita el desarrollo de una danza pensada, arraigada y bien fundamentada que coloque un referente artístico para la creación de danza en México. El legado de Gloria Contreras podría encontrar un abrevadero para renovarse y dialogar y, a su vez, un campo fértil para sembrar la semilla de una danza comprometida y pensante que florezca en los distintos espacios de creación con los que tenga contacto este proyecto. Por último, vislumbro la posibilidad de que la UNAM facilite el desarrollo integral de los jóvenes bailarines y los convierta en universitarios con posibilidades de desarrollarse profesionalmente en otros campos y ofrezca la oportunidad de tener retiros dignos al término de su carrera como intérpretes. Es un acierto de la UNAM apostar por la creación de proyectos artísticos nuevos frente a la realidad de un país convulsionado por la incertidumbre política y el abandono del renglón cultural de cualquiera de los “posibles” proyectos políticos en disputa.
_
l descontrol, parámetro fundamental del jazz, en el pensamiento de Kamasi Washington (Los Ángeles, 1981) es posterior a la atmósfera. Sucede después, cuando un panorama ha sido creado; actúa sobre construcciones existentes, aunque no necesariamente determinadas. Este planteamiento, en donde la improvisación carga con el ancla de un concepto, impregna el cuerpo musical de cierta sensación trágica. Los sonidos comparten una misma esencia de tristeza épica, e incluso en su faceta más jazzística, cuando Kamasi Washington se entrega desde la pasión a la voz de su saxofón tenor, el movimiento nunca termina por ser del todo libre ni del todo vertiginoso. Al explorar en Heaven and Earth (su nuevo álbum doble) las formas de esta presencia sombría, anterior a la libertad y anterior al vértigo, se descubre la intención narrativa de exponer dos maneras de explorar el mundo: está el mundo del que formo parte (Earth) y está el mundo que forma parte de mí (Heaven). La pieza “The Space Traveler’s Lullaby”, inicio del segundo álbum, representa el momento exacto en el que los mundos cambian: colores y horizontes del exterior se desvanecen y desde la intimidad surgen inciertos discursos de sonora abundancia: un coro cuyas voces han perdido las palabras emiten sostenidos murmullos suaves; la sección de cuerdas de una orquesta sinfónica insiste en construir una estructura armónico/ melódica tonal y clara, que guíe los acontecimientos hacia un destino concreto; la orquesta de jazz (dos contrabajos, dos baterías, trombón, teclado y piano) ensaya movimientos circulares que terminan por imponer una realidad espectral e increada sin principio ni fin, en donde todo vaga, el tiempo se ha colapsado y da la sensación de haberse desintegrado en una inabarcable energía onírica. Al final, en un regreso a la conciencia individual, el saxofón tenor queda a merced del silencio y extraído de lo divino declara, en un monólogo trágico, el miedo que lo incapacita para integrarse a tanta belleza.
_
El saxofonista Kamasi Washington
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO, IVÁN RÍOS GASCÓN ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ
LABERINTO
30 DE JUNIO 2018
http:// www.milenio.com/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLAberinto
TOSCANADAS
Poeta sin palabras DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
E
l 24 de mayo de 1919, Amado Nervo se hallaba en misión diplomática en Montevideo. Iba como presidente del Congreso Latino del Niño. Al salir de una de las sesiones dedicadas a los pinches huercos, le vino un fuerte malestar, y casi lo imagino declamándose a sí mismo sus propios versos: “Siento que algo solemne va a llegar a mi vida./ ¿Es acaso la muerte? ¿Por ventura el amor?/ Palidece mi rostro, mi alma está conmovida,/ y sacude mis miembros un sagrado temblor”. El presidente Carranza se dijo consternado, se decretó duelo nacional y los periódicos dedicaron mucho espacio al evento. Como en aquel entonces no solo existía el adjetivo “gran” para encomiar a un personaje, la prensa le llamó poeta “egregio”, “ilustre”, “exquisito”, así como “uno de los más preclaros intelectos latinoamericanos”, “gloria
LIRA POPULAR
La muerte del poeta Amado Nervo conmovió a toda la nación mexicana
de las letras castellanas”, “eminente artista y sabio” y, mi favorito, “eximio portalira”. Curioso es que con el paso de las décadas buena parte de esos adjetivos se fueron contaminando de ironía, de tal modo que ya no sirven para encomiar. Vaya uno a saber por qué, pero me parece que los insultos tienen larga vida y los elogios se desgastan. En un arranque de ira, don Quijote le dice a Sancho: “¡Oh bellaco villano, mal mirado, descompuesto, ignorante, infacundo, deslenguado, atrevido, murmurador y maldiciente!”, denuestos que poco se utilizan hoy, pero que mantienen su reciedumbre, pues si esa misma ristra se la ensarto a algún viandante, bien me ganaré que me partan el hocico. Pero algo de culpa tendrá el mismo eximio poeta cuando él hablaba en sus versos de “la eglantina de su boca”, “el ruego uncioso”, “el aljófar
del campo”, “la noche radiosa”, “la luz de un astro zahorí”, “la esencia arcana”, “el mal proficuo” ,“las linfas ignoradas”, “el pórtico del alcázar de ensueño de los gnomos”, “el turiferario santo”, “la púrpura augusta”, “los gérmenes ignotos”, y el famoso “trigo garzul”. Seis meses después, en no sé qué estado de conservación, arribaron a México los restos mortales del poeta. Hubo más discursos y muchos adjetivos, pero quizá la nota más elogiosa la reportó así la prensa: “En los momentos en que llegó a la estación el cadáver de Nervo, un cargador llamado Juan Cabrera, emocionado por el espectáculo, se ahorcó delante de toda la gente, para lo cual ató a unos pilares una cuerda, arrollándosela al cuello y pendiéndose de ella hasta que murió. Este hecho ha causado penosa impresión en toda la metrópoli”. Egregio poeta sin palabras.
_
CAFÉ MADRID
1 de julio
Ú
ltimamente hay mucha malignidad suelta por ahí. Lo sabe Dios y lo sabe el mundo entero, incluidos los organizadores de las “históricas” elecciones del próximo domingo en México, que desde hace mucho tenían que haber mandado mi “paquete electoral” a España y no lo hicieron o no sé qué pasó. Se los he reclamado varias veces, cómo no. Porque uno, en el fondo y en la distancia, conserva intacta su conciencia ciudadana. Pero ya me duelen las rodillas de tanto arrastrarme y, al final, solo ellos sabrán qué harán mañana con mi voto. Es la primera vez que como mexicano residente en el extranjero me he animado a participar en la contienda electoral. Me emocionaron las encuestas, con la izquierda en la delantera, y me dije a mí mismo: voy a poner mi granito de arena, a ver si Dios nos favorece y la Revolución nos hace justicia. Así que fui a la embajada a sacar mi credencial, que ahora se llama “del INE” y no “del IFE” como en mis tiempos, y ésta no tardó en llegarme en un sobre plastificado. Enseguida la di “de alta” en una página web, porque resulta que la democracia se ha modernizado y ya tampoco es como en mis tiempos. Después me registré en una lista de “mexicanos en el exterior” y, muy formales y espléndidos, quedaron en mandarme un paquete electoral para poder ejercer mi derecho al voto. Cuando me lo dijeron puse ojos como de chino sospechando, pero les di el beneficio de la duda. Pasaban los días y, sin embargo, el dichoso paquete no llegaba. Que verificara mi dirección, que llamara a tal teléfono, que entrara a tal página de
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA AUDITORIO NACIONAL
Internet, que ya merito, no se preocupe, y de excusas como esas no los saqué. Pues ya está aquí la fecha tan señalada y ahora mi caudillo tendrá que arreglárselas sin mí para ganar de manera contundente. Pero a pesar de tan lamentable embrollo burocrático (con cierto olor a chanchullo, todo hay que decirlo), este domingo tan importante habrá que arrimar el hombro por la Patria. Por eso ya tengo mi boleto para ir al
Hace mucho el INE tenía que haber mandado mi “paquete electoral” y no lo hizo o no sé qué pasó
concierto de Luis Miguel en el Palacio de los Deportes de Madrid. Que trae un nuevo disco con mariachis, dicen, como hecho para folclóricos incautos como yo. Pues habrá que ir, arriesgándose a que El Sol rechoncho y colorado no se presente o que a la tercera canción se baje del escenario, como también dicen que a veces hace. A ver qué pasa. El otro día, por cierto, me llegó un artículo sobre la serie que cuenta su vida. No trata sobre los actores que participan en ella o sobre los chismes de la madre del cantante y su desaparición. Es un análisis del trasfondo político–social del México que lo encumbró en el firmamento musical, de los políticos y empresarios que lo han rodeado y reflejan el entramado
Luis Miguel ofrecerá un concierto con mariachi el 1 de julio en el Palacio de los Deportes de Madrid
que realmente controla el sistema. Lo escribió Carlos Gutiérrez, director de Cinema Tropical, la organización que difunde el cine latinoamericano en Estados Unidos. “Nunca antes el mainstream mexicano se había abierto tanto a evidenciar las conexiones del poder político, la clase empresarial y el mundo del espectáculo de manera tan evidente”, dice el impulsor de varios festivales cinematográficos, quien también relaciona el contexto de la serie con el momento actual: “la narrativa dominante de la elección presidencial de este año en México ha sido la del cambio de modelo. En cierto sentido se ha convertido en un plebiscito de continuidad con el régimen neoliberal (representado por José Antonio Meade y Ricardo Anaya) o una ruptura como lo ha planteado Andrés Manuel López Obrador. La gran cantidad de críticas contra el candidato puntero de Morena es sobre el regreso al pasado, justo a ese mismo que cada domingo ha sido ilustrado en la serie como el México de los Durazo y López Portillo, un regreso al pasado preneoliberal, o preluismigueliano”. Pues miren: yo no podré votar pero, al final, resulta que estaré ante el cantante que con la versión televisiva de su vida está ayudando a la sociedad mexicana a pensar el rumbo que debe tomar. Con la falta que nos hace, claro. Porque, ante la difícil situación que nos embarga, lo único que tenemos claro es una serie de dudas. Entonces, este 1 de julio, durante el concierto, no solo tendré que estar atento a las canciones de Luis Miguel acompañado por una tropa de mariachis, sino también a la posibilidad de que suelte algún discurso evangelizador que haga historia y nos ayude a consolidar la democracia.
_