Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO DOBLE FILO
ENTREVISTA
FERNANDO FIGUEROA
GUADALUPE ALONSO CORATELLA
Luisa Huertas es María Moliner
Judith Butler: machismo y autoritarismo
Foto: CNT. Sergio Carreón Ireta
SÁBADO 9 DE FEBRERO DE 2019 AÑO 15 - NÚMERO 817
Las pasiones artísticas de Marina de Tavira Alegría Martínez/ FOTOGRAFÍA: CORTESÍA NETFLIX. YALITZA APARICIO, MARCO GRAF Y MARINA DE TAVIRA EN ROMA
Foto: YouTube
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ANTESALA
9 DE FEBRERO 2019
CASTA DIVA
El Grand Tour, la gran culpa AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com FOTOGRAFÍA INAH
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n el año de 391 los cristianos incendiaron la Biblioteca de Alejandría siguiendo al enfebrecido obispo Teófilo y el fanatismo del emperador Teodosio. Pablo de Tarso clamó que la sabiduría, la ciencia y la filosofía impedían el acceso a Dios, la duda queda proscrita del pensamiento humano. Los cristianos impusieron su fe quemando bibliotecas, derribando templos, asesinando matemáticos, filósofos, poetas, acusando de herejía a todo pensamiento que no fuera su monoteísmo. En Antioquia las familias llorando quemaron sus bibliotecas, los libros se enterraban bajo lápidas, del índice de Diógenes Laercio con las obras del clasicismo solo queda el dos por ciento, Aristóteles, Platón, Teofrasto, Séneca, biología, astronomía, poesía, todo fue aniquilado para alcanzar el Paraíso, imponer la Ciudad de Dios, con fe y sin ciencia. En la Ilustración los aristócratas europeos viajaban a Roma buscando el ideal sacrificado, el Grand Tour, el sueño de salir del oscurantismo y recobrar la luz del conocimiento. En el Museo Nacional de Antropología e Historia, se expone Belleza y Virtud, más de 120 piezas que adquirieron coleccionistas ingleses en su Grand Tour del siglo XVIII, como sir William Hamilton, Henry Blundell y Henry Howard. El pensamiento grecolatino cultivó la sabiduría, el cristianismo hizo de la ignorancia su báculo y guía. La Ilustración buscó en la ciencia los orígenes de nuestra Naturaleza, y en la filosofía el nacimiento del individuo, el arte materializaba esa travesía y el coleccionismo de obras clásicas fue un vicio exquisito. San Juan culpó al cuerpo como enemigo de la mente, alcanzar la virtud era una lucha entre la carne y el espíritu, el clasicismo veneraba al cuerpo y fue tema fundamental del arte, las virtudes divinas habitaban en la armonía atlética, la belleza y el erotismo no eran la perdición, los artistas sacaron del mármol hombres y mujeres perfectos que se ofrendaban en los altares. Acaparar al ideal impulsó el tráfico de arte, las esculturas despedazadas por órdenes de San Agustín, porque invitaban a la lujuria y al paganismo, se rehicieron con los pedazos que los artesanos ensamblaban en obras “completas” que los ingleses ilustrados peleaban en el mercado. Cabezas desproporcionadas, pies de hombre en cuerpos de diosas, drapeados de mármol confeccionando vestidos imposibles, inventaban nuevos dioses en pastiches absurdos. La misión del Grand Tour de recobrar los pedazos de esa cultura destrozada se simboliza en esas esculturas hechas con fragmentos. El fanatismo, la ignorancia y la barbarie contemporánea continúan destruyendo al arte, nuestro Grand Tour está más lejos, y será más largo, la tiranía de la mediocridad es implacable.
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Sátiro y hermafrodita, siglo II.
La favorita. Dirección: Yorgos Lanthimos. Reino Unido, 2019.
HOMBRE DE CELULOIDE
Moda y tradición
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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA ELEMENT PICTURES
l gran angular se usa poco en el cine de Hollywood. Suele deformar los rostros, pero Yorgos Lanthimos lo utiliza en La favorita para engrandecer los pasillos y los jardines de Anna Estuardo. El gran angular persigue a la reina enloquecida que busca a una mujer a quien adora. Sarah es la única que puede decirle la verdad: “A veces estás tan fea que pareces tejón”. La favorita es una historia de amor homosexual en tiempos en que serlo significaba jugárselo todo. Aun siendo la reina. Pero, además, La favorita es la historia de la lucha entre liberales y conservadores en una Gran Bretaña que todavía estaba consolidando sus instituciones. Es la historia de una intriga en torno a la eterna guerra con Francia. Estamos en el siglo XVIII y en la corte en que Sarah se permite decir tejón a la reina aparece otra mujer. La favorita tiene todas las virtudes del cine inglés. O al menos eso es lo que uno pensaría, que el director Yorgos Lanthimos sabe retomar la obsesión británica con la monarquía y este oscuro sentido del humor. Con diez nominaciones al Oscar, La favorita es una de las principales oponentes de Roma en los premios de la Academia. Ambas compiten en casi todas las categorías. Por eso sorprende que La favorita esté nominada
en el rubro de montaje mientras que Roma no. ¿Hay aquí una señal? Vale la pena recordar que Eisenstein escribió que es justo el montaje lo que pone al cine en el Parnaso de la sublimación; junto a la poesía o la pintura mural. Aun así la señal es ambigua: o La favorita ha sido nominada en esta categoría para ser reconocida como una obra llena de poesía a pesar de que no va a ganar en el rubro de mejor película o al revés, porque los organizadores del Oscar están diciendo que ambas son grandes películas pero la inglesa contiene la esencia del cine. Volvemos al mismo lugar. No podemos saber si la obra de Cuarón va a fundar la tradición de un cine mexicano que está a la altura del cine de Europa porque cuando uno termina de ver La favorita, luego de haber escuchado los sueños de la reina y haber asistido a la competencia desleal de este triángulo amoroso en torno a una mujer enloquecida, se descubre que Yorgos Lanthimos, más que haber hecho una película inglesa, ha
La favorita es una de las principales oponentes de Roma en los premios de la Academia
desarrollado espléndidamente el cine griego. En esta película combina la sensualidad de Athina Rachel Tsangari con la poesía de Theo Angelopoulos. No es poco. Como en las historias de pugilistas, Roma ya compitió con La favorita. La venció en la Muestra de Venecia, un festival que desde el punto de vista del arte es más importante que el Oscar aunque, claro, no tiene en absoluto la visibilidad del más importante premio del cine comercial. Vale la pena notar que la historia de la reina Anna y la historia de la sirvienta Cleo tienen varias cosas en común. Ambas tejen fino en torno a mujeres que se odian y se aman; cuentan la historia de complejas relaciones familiares y un universo femenino en el que los hombres tienen el instinto del traidor. A decir verdad, el Oscar no tiene ni más ni menos importancia que los salones de pintura que se organizaban en París: un grupo de tipos poderosos se reúne a decidir qué obra les gusta más. Pero lo dicho: su opinión se vuelve moda y esta moda genera tradición. En fin, que nunca una película mexicana había estado a la altura de competir en el cine comercial con una obra tan pulida que puede relacionarse con Shakespeare, Esquilo y todo lo que contienen las frases “cine griego” y “cine inglés”.
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ANTESALA
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POESÍA
La dama oscura (soneto CXXVII)
LOS PAISAJES INVISIBLES
Un mal negro
WILLIAM SHAKESPEARE
Antes el color negro no era bello o no tenía el nombre de lo hermoso; Pero hoy el negro es noble mayorazgo, Y lo extraño denuesta la armonía: Desde que el mundo dio a las manos fuerza, El bien por mal del arte expió el defecto, La hermosura no tiene nombre y santo Y carece de gracia sin desgracia. El pelo de mi amante es negro cuervo En rima con los ojos; ellos lloran Como quien sin nobleza porta encanto, Bastarda creación con falsa estima: Lloran tanto que son ya su lamento Y el mundo dice: lo bello es lo negro. Versión de Víctor Manuel Mendiola Uno de los sonetos más famosos de William Shakespeare es el número CXXVII que habla sobre la dama oscura (dark lady). En este texto el poeta inglés, en oposición a las ideas de su época, revela que la piel oscura de una mujer también es hermosa. ¿Quién es la dama oscura? ¿Una señora con los ojos y el pelo muy negros? ¿Una morisca? ¿Una negra? ¿Una judía? No ha sido aclarado, pero en este soneto, como en tantos otros, Shakespeare cuestiona la estética y la moral puritanas que desconocen la complejidad de la vida. Esta traducción es solo un acercamiento, una diversión.
EX LIBRIS
La peste/ EKO
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IVÁN RÍOS GASCÓN
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@IvanRiosGascon
Am Not Your Negro, de Raoul Peck, fue una primera piedra para recuperar el legado sociopolítico y rebelde de James Baldwin. Estrenado en 2017 para conmemorar su 30 aniversario luctuoso (Baldwin nació el 2 de agosto de 1924 en Nueva York y murió el 1 de diciembre de 1987 en Saint–Paul–de Vence, Francia), I Am Not Your Negro deriva de su libro inconcluso Remember this House, en el que evoca a tres luchadores por los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos: Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King Jr., sus amigos y compañeros de batalla en contra de la malevolencia del país que se autoproclama la “tierra de la libertad”. Narrado por Samuel L. Jackson, el documental de Peck se concentra mayormente en los archivos del racismo sistémico y social y en los homicidios de los activistas (Evers en 1963; Malcolm X en 1965; Luther King Jr. en 1968) para contextualizar el perfil ideológico e intelectual del novelista, dramaturgo y crítico político que el tiempo sepultó en la indiferencia y el olvido (hoy Baldwin es poco leído dentro y fuera de Estados Unidos, a pesar de que su primera obra, Go Tell It to the Mountain, es considerada entre las 100 mejores novelas del siglo XX escritas en inglés). Basada en If Beale Street Could Talk, la película Si la colonia hablara (titulada así en la cartelera mexicana) de Barry Jenkins, es otra piedra para rescatar al Baldwin militante que aún en el exilio europeo buscó el modo de aliviar las cicatrices morales y emocionales que le dejaron el gueto de Harlem y las callejuelas del Bronx en las que vivió y creció, regiones escabrosas pero con ciertos resquicios desde los que se podía atisbar un porvenir menos amargo, aunque al final aquellas grietas terminaran revelando un espejismo. Si bien la película de Jenkins se queda corta con respecto de la novela, hay que reconocer el tono moderado con que narra la perversidad, la injusticia, el odio y la desgracia que ensombrecen el futuro de Tish Rivers y de Alonzo “Fonny” Hunt, dos jóvenes negros que fracasan en su lucha por sobrevivir como pareja en el Nueva York sajón y hostil, y le sirven para elaborar una parábola de la América contemporánea, la América de Trump, esa que delira de supremacía (blanca) y que desfallece por aniquilar al otro, al invasor y al diferente, como también sucede en Moonlight, su filme anterior. Y es que para Jenkins la cosa era sencilla: escrita en 1974, If Beale Street Could Talk, la penúltima novela de James Baldwin, no solo es de una vigencia indiscutible sino el epítome de su conciencia política, social, racial y cultural; la síntesis de su escepticismo rabioso e inconforme, mucho más de lo que proyecta en La habitación de Giovanni, novela con la que escandalizó por dos temas subversivos: homosexualidad y relaciones interraciales. En If Beale Street Could Talk la prosa de Baldwin es la voz de Tish, una heroína inquebrantable, orgullosa, para quien la vida se hace jirones sin remedio porque “la mente es como un objeto que acumula polvo. El objeto, al igual que la mente, no sabe por qué ese polvo se aferra a él. Pero una vez que lo hace, ya no desaparece” y, en efecto, nada desaparece, mucho menos en la nación en la que el esclavismo y la servidumbre son arraigos. “I Am Not Your Negro” era una frase recurrente de James Baldwin y la explica en la novela por medio de Tish: “Él no era el negro de nadie. Y eso es un crimen en este país de mierda que, según dicen, es libre. Aquí uno tiene que ser el negro de alguien. Y cuando no eres el negro de nadie, eres un mal negro”. Baldwin fue contestatario, homosexual, activista, crítico y bohemio. Era un mal negro.
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SOCIEDAD
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Judith Butler conversa sobre machismo, autoritarismo y violencia contra las mujeres
“Necesitamos una sociedad en la que el feminicidio deje de encubrirse”
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GUADALUPE ALONSO CORATELLA FOTOGRAFÍA GAYLES TV
na de las voces más sobresalientes en temas de género, feminismo y sexualidad, es sin duda la de Judith Butler. Filósofa estructuralista, de origen judío y nacida en Estados Unidos, ha publicado libros como El género en disputa, Feminismo y la subversión de la identidad y Cuerpos que importan, entre una obra vasta que se nutre de las teorías de Freud, Lacan y Foucault, así como de Simone de Beauvoir y los clásicos griegos. Butler ha cuestionado la formación de la identidad a partir de estructuras sociales de poder y la utilización de un lenguaje plagado de estereotipos y fórmulas que carecen de vigencia. Es el caso de conceptos como sexo, género y deseo, que obedecen a construcciones culturales que excluyen a quienes no responden a la norma establecida. La oportunidad de conversar con Judith Butler se dio durante su visita a México para impartir la Cátedra Julio Cortázar. Sobre el escritor argentino, dijo admirarlo, sobre todo, en su faceta de activista. “Leí muchas de sus novelas —Rayuela, desde luego—. Fue hace muchos años, aunque he vuelto a hacerlo. Pero esta vez leí más sobre su activismo, que fue muy impresionante. Me di cuenta de que fue parte del Segundo
Tribunal Russell y quiso exponer los crímenes contra la humanidad cometidos en dictaduras, en Argentina, pero también en otros países. También sé que tenía mucho interés en Cuba y hubiera querido ver realizados los grandes principios del socialismo en el mundo y creía que era posible. Así que su valentía, su imaginación, su optimismo, son muy importantes para mí”. Además de su labor académica, Judith Butler es también una activista que lucha en defensa de los derechos humanos, de las mujeres y las minorías. Cuando le pregunto qué fue lo que detonó su interés en temas como género, feminismo y sexualidad, se remite a su infancia: “Nací en un mundo donde la gente me miraba como a una niña y me trataba como a una niña. Alrededor de los cinco o seis años me debatía en una lucha por la manera como me abordaban. Comencé a hacer preguntas sobre qué clase de niña podría ser, porque no me conformaba con la idea que me habían impuesto. Entendí que se me encasillaba en un género, eres niño o niña, y en el fondo sentía que no deberían llamarme así, no sabía qué quería decir la gente. Así que los temas de género fueron un problema desde que tenía cinco años. Más tarde, cuando comencé a leer libros sobre feminismo, entendí al género como una categoría. Lo que me resultó importante fue descubrir que no importa el sexo con el que naces, siempre puedes surgir de distintas maneras, como mujer, hombre u otra
categoría, que no todo estaba fijo en cuanto al género. Y que la vida cultural que podías vivir en el cuerpo que tienes no está determinada por el sexo que se te asigna al nacer. Esa fue para mí una liberación y se convirtió en la base de mis reflexiones sobre lo que podríamos llamar las distinciones entre sexo y género”. En un entorno donde aún prevalece el racismo, ¿cómo has enfrentado el hecho de ser mujer, de origen judío y lesbiana? Me he sentido discriminada muchas veces. Por supuesto, entendí que me discriminaban como niña; no se me daban las mismas oportunidades que a mi hermano o a otros niños. Fui muy afortunada porque mis padres pensaban que yo podía tomar cualquier postura en la vida, así que me alentaron, especialmente en la universidad, y nunca me impusieron ningún límite. Me siento afortunada de que mi padre fuera un feminista avant la lettre, mucho antes de que se usara el término. En la comunidad judía, mi hermano tuvo su Bar Mitzvah, y yo no entendía por qué las mujeres no podían hacerlo. También me sentí discriminada por mi apariencia porque no me presentaba de un modo femenino convencional. Ahora bien, algunas mujeres son discriminadas porque se ven femeninas y otras por-
“No importa el sexo con el que naces, siempre puedes surgir de distintas maneras”
que no parecen femeninas. Hay cierta fobia por no cumplir con las normas convencionales de la sociedad. ¿Cómo han influido el autoritarismo y la represión en la construcción de una identidad sexual o de género? Es una pregunta muy importante, sobre todo en el contexto de Latinoamérica y otras áreas, que han vivido bajo dictaduras o regímenes autoritarios. Mi país está apenas entrando a esa historia. Tenemos un líder autoritario, quizá se convierta en un dictador, quizá no, pero pienso que bajo regímenes autoritarios la familia está más vigilada. Las mujeres deben cumplir con ciertos roles. Se espera que los hombres sean muy masculinos. Deben pelear por la nación, protegerla. Estos gobiernos se apoyan en la estructura de familias convencionales para poder reproducir la idea de nación y patriotismo que van de la mano con las formas del autoritarismo. La gente no está dispuesta a renunciar a sus libertades individuales a menos que considere que pertenecer a una nación es más importante, y pertenecer de una manera tan nacionalista supone renunciar a la libertad individual. Resulta paradójico que en sociedades donde se han ganado espacios de libertad la gente elije el regreso de líderes autoritarios y go-
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La filósofa, de origen judío y nacida en Estados Unidos, autora de Feminismo y la subversión de la identidad.
biernos represivos; por ejemplo, en el caso de Brasil. La propagación de la ideología anti género en Brasil ha sido muy importante para la popularidad de Bolsonaro y su elección. La ideología anti género sostiene que el concepto de género traerá caos. Aceptar la categoría de género, negar las diferencias entre sexos, atacar el matrimonio heterosexual o creer que las mujeres tienen la libertad de practicarse un aborto si así lo deciden, son formas de libertad o nuevas formas sociales que atacan no solo a la familia y a la heterosexualidad, sino a la Iglesia y su relación con el Estado. Pienso que los evangélicos de derecha tienen una idea fantasmagórica, una ilusión de lo que es la ideología género, y la propaganda genera un alto grado de miedo. Así, un autoritario llega al poder produciendo miedo en los ciudadanos, emerge un nacionalismo que tiende a resucitar la autoridad masculina, los privilegios del patriotismo, de la familia tradicional; niega la libertad sexual a las mujeres y la simple variación entre los seres humanos en las cuestiones de orientación sexual. Ser gay, bisexual o lesbiana, forma parte de nuestra historia de vida, y el autoritarismo trata de reprimir esta complejidad del ser humano que es inherente a nosotros. Ante estas condiciones de represión, solo nos queda convertimos en marginados. Por supuesto, las redes de
respaldo y solidaridad en Brasil se están fortaleciendo y enlazando con gente de todo el mundo que trata de defender sus libertades, su complejidad individual como seres sexuales cuyos deseos no siempre se alinean con lo que quiere el Estado. ¿Qué consideraciones harías en cuanto a los avances del feminismo en el mundo occidental a diferencia de otras culturas como la musulmana? Hay muchas diferencias. Cuando pienso en Estados Unidos y los avances del feminismo, veo que las mujeres han comenzado a cerrar la brecha salarial, hay protección legal contra la discriminación. El acoso y la violación ya se consideran crímenes, y el castigo en la mayoría de los casos es serio, aunque no siempre. También veo que hay una reacción contra el feminismo, cierto miedo de que borre las diferencias entre hombres y mujeres o ataque a la familia tradicional. Sin embargo, muchas mujeres, aun en familias heterosexuales tradicionales, exigen más libertad e igualdad y no necesariamente quieren alejarse de la tradición, aunque las tradiciones cambian con el tiempo. Hay cierto miedo de que no existan normas culturales que regulen nuestra sexualidad o nuestro género, pero creo que son miedos extremos que no están basados en la realidad. Cuando hablamos de las
mujeres y el Islam, o feminismo e Islam, hay un movimiento importante. Hay quienes dicen que no hay tal cosa como feminismo musulmán, porque si eres musulmana estás subordinada al hombre. Sin embargo, hay miles, y la batalla que están dando tiene que ver con un sentido de profunda pertenencia a su comunidad religiosa y el deseo de mayor libertad, más igualdad, más participación en la vida pública, más oportunidades en la esfera económica. Creo que es tiempo de que tengamos una mejor comprensión histórica de esta compleja religión y su relación con las mujeres, el feminismo y la homosexualidad, porque aunque pensemos en el Islam como homofóbico y mucha gente que practica el Islam se oponga a la homosexualidad, hay muchas historias de amor entre personas del mismo sexo en el Corán. Recientemente, hubo un uso político del Islam que lo hizo entrar en estos debates en una forma rígida. Tengo mucho interés en este problema y apenas he comenzado a estudiarlo, pero sé que es muy complejo. ¿Qué dirías sobre la situación de violencia y feminicidio que se vive actualmente en México? Creo que con “Ni una menos” y las grandes movilizaciones contra la violencia hacia las mujeres y personas trans hay una nueva pasión política y una nueva conciencia. Lo que me pre-
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ocupa es que, por lo general, esta violencia la ejercen personas cercanas a la víctima: el esposo, el novio, alguien dentro de casa o en la comunidad. En el caso de los trans, a menudo son violentados en público por sus familias y amigos. Pero si no hay modo de reportarlo, si la autoridad está encubriendo el crimen o se rehúsa a investigar; si la policía es cómplice de los criminales, si ellos mismos cometen el crimen, y el Estado los está protegiendo o hace alianzas y negocios con ellos, no hay responsabilidad. Me parece que esto es lo más importante: construir una sociedad en la que crímenes como éste no se encubran. Mientras más se encubren, más gente, más hombres, sentirán que son libres para matar. Se crean fraternidades terribles, con leyes no habladas entre los hombres, que saben que pueden matar y no serán perseguidos. Es una suerte de estructura social que debe ser desmantelada. Y mientras más hombres se sumen a la campaña contra la violencia, será mejor. Sobre todo los que están en la escena pública, porque esto permitirá romper con la solidaridad entre ellos y mostrarles, a quienes matan o ven la violencia como un derecho natural, que no tienen el apoyo de todos los hombres. Creo que sería un pronunciamiento muy importante; me gustaría ver más de eso. Otra de tus preocupaciones es la migración, la vida precaria de los migrantes y otros grupos marginados. Sobre la caravana de Honduras, ¿crees que estas movilizaciones podrían contribuir a replantear nuevas políticas e incrementar los movimientos de solidaridad en la región? Creo que Estados Unidos debe darles la bienvenida, abrir las fronteras, entrenarlos para trabajar, darles un techo y conectarlos con comunidades de habla hispana que puedan ayudarlos a construir una vida en este país. Pienso también que nuestros movimientos de solidaridad deben volverse más internacionales y me preocupa cuando aceptamos el modelo impuesto por la nación: estos son los derechos de los gay o estos los de migrantes. Los derechos de los migrantes son transversales, están definidos por el cruce de fronteras, y de alguna manera también por nuestra resistencia a la violencia en las fronteras. Así que necesitamos cruzar las fronteras en nuestra mente y en nuestras alianzas para lograr una solidaridad más efectiva en estos temas. Volviendo a Cortázar y el mundo que nos abrió, ¿dirías que la literatura puede contribuir a una mejor comprensión de nuestra realidad? Muchos vivimos en desesperación o somos pesimistas sobre las posibilidades de cambio, y lo que hace la literatura es abrir mundos posibles, nuevos caminos para la imaginación. Precisamente ahora, cuando no podemos imaginar que las cosas sean distintas, la literatura tiende a reorganizar el tiempo y el espacio para nosotros, nos permite considerar personajes, acciones y mundos que quizá nunca imaginamos. Así que abrirnos a otros mundos posibles es una de las cosas más esperanzadoras que puede hacer la literatura.
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DE PORTADA
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Con una destacada carrera en el teatro, Marin de cine. En esta entrevista, revela sus mayores
“El espectador debe sentir ALEGRÍA MARTÍNEZ FOTOGRAFÍA CORTESÍA JERRYML
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arina de Tavira, cuya mirada puede contener la infinita tristeza de un deslave interior, la furia de un volcán, la sensualidad sin límite, o la magia que trueca curiosidad en misterio y renacimiento, cumplió veinte años de interpretar para el teatro personajes plasmados por Eurípides, Bertolt Brecht, Botho Strauss, Gerhart Hauptmann, Harold Pinter, Sandor Márai, Sabina Berman o José Ramón Enríquez. Hace unos meses, su vida cambió inesperadamente con el estreno de Roma , la película de Alfonso Cuarón en la que interpreta a Sofía, una madre de familia de clase media en la Ciudad de México de los años setenta. El éxito de la película la ha vuelto una actriz cotizada en el mundo y por su trabajo en ella fue nominada como mejor actriz de reparto para los premios Oscar. El buen momento y la calidad de Marina hicieron que también fuera nominada por Esto no es Berlín, del también mexicano Hari Sama, en el Festival Internacional de Cine Independiente Sundance. Pero más allá de esto, la actriz dice que es en el teatro donde encontró su lugar. “Me visualicé como actriz y eso es lo que más he hecho. Yo digo incluso que estudié teatro, no actuación. Mi escuela se llama La Casa del Teatro y tuve una formación orientada hacia el trabajo actoral en esta disciplina artística, nunca en el trabajo para la cámara, aunque, al final, ambos tratan de la construcción de un personaje y de crear el mundo de la ficción. Disfruto enormemente el escenario, pero también he descubierto que la actuación para cine me ha hecho encontrar otros registros y un nuevo rango”. Luis Rosales, responsable de casting de Roma , le dijo a Marina que conocía su trabajo desde que, en los años noventa, la vio en Feliz nuevo siglo, Doktor Freud,
de Sabina Berman, dirigida por Sandra Félix, en la que interpretaba a Dora, un personaje frágil y férreo a la vez, que al paso del tiempo persiste en la memoria de muchos espectadores. “Luis me invitó a una audición. Al principio, ni siquiera sabía quién era el director. Creo que Alfonso no quería generar demasiadas expectativas por ser un director con reconocimiento internacional. Fueron tres audiciones, y hasta el final lo conocí. Sentí una emoción inmensa cuando supe que iba a trabajar con él en este proyecto; sentí que podía identificarme realmente con lo que el personaje iba a vivir; era algo de lo que yo también quería hablar. “Como sabemos, el teatro es efímero, sobrevive en la memoria de algunos que lo vieron, si es que en ellos algo quedó. De repente, el cine tiene la posibilidad de inmortalizar un momento, dejarlo por mucho tiempo ahí, y esto es lo que ha puesto luz sobre el camino del teatro andado en 20 años de carrera y lo agradezco muchísimo”. Dedicada a elaborar personajes como los que exige Pinter, que se expresan desde su contención, o como los que plasma Márai, en el vaivén de una destilada implosión, Marina de Tavira ha trabajado, como en un micro laboratorio interior, la creación de personajes para diversos escenarios, en los que el espectador ha tenido el privilegio de observar la transformación, el deterioro o el gradual crecimiento de cada uno. Entregada al teatro, nunca pensó ni buscó ser nominada a un Oscar. “Nunca busqué los reflectores o escogí una propuesta porque me fuera a dar mayor proyección. Siempre he elegido ser parte de aquello por lo que he sentido mayor inclinación artística y hacia donde me ha llevado la pasión. De pronto, este trabajo se ha vuelto el máximo reflector y solo puedo pensar que se debe a consecuencias extrañas de la vida, que también agradezco”. Si bien ha sido maravillosa la experiencia de trabajar con directores de cine como Ernesto
Contreras, Issa López, Marian Chenillo, Rodrigo Plá, Carlos Carrera, Busi Cortés, considera que la forma de dirigir de Cuarón fue distinta. “Alfonso tuvo la posibilidad de que la película fuera filmada en orden cronológico de manera total, para que pudiéramos dedicarnos durante dos días enteros a la misma escena. Tuvo esas herramientas, pudo hacerlo y eso fue increíble. Se dio la oportunidad de cuidar el proceso actoral con una gran meticulosidad, sin dejar que el actor conociera lo que iba a pasar al día siguiente. “Como dice Luis de Tavira, el personaje debe de olvidar lo que el actor ya sabe y esto es todo un reto en cuanto a lo que significa el trabajo actoral. En el cine, muchas veces tienes que hacer el final antes del principio, y en el teatro uno ya sabe cómo terminará la obra, pero debe hacer que el personaje lo ignore cuando entra a escena. Creo que esto fue lo que Alfonso experimentó en esta película: evitar este tipo de procesos para que el personaje estuviera realmente al día”. Formada en La Casa del Teatro, en el Núcleo de Estudios Teatrales y en San Cayetano, colegios en los que el proceso de preparación actoral requiere de un profundo análisis y un trabajo de investigación de largo aliento, el experimento del director de Roma condujo a la actriz a la creación de la situación en un presente absoluto. “Por supuesto que hubo cosas que después repetíamos, pero había situaciones en las que en el mismo momento de estar en el set me enteraba de qué era lo que me iba a decir el otro personaje y de lo que iba a hacer. Tomé una actitud de arrojo y abracé la situación sin pensar. Desde luego, el director se cuidó de escoger a las personas que harían esos personajes y procuró que tuvieran mucho de lo que el personaje necesitaba, por lo que el trabajo consistió también en confiar en que cada uno tenía lo necesario.
El personaje debe de olvidar lo que el actor ya sabe y esto es todo un reto para el trabajo actoral
La nominada al Oscar como mejor actriz de reparto.
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DE PORTADA
na de Tavira brilla hoy en las pantallas s inclinaciones y pasiones artísticas
r que la película trata de él” “Me acuerdo de una vez en que Alfonso se me quedó mirando a los ojos. Estábamos haciendo la escena en la que el personaje de Sofía se despide de su esposo. Ella sabe que él se va a ir y la habíamos ensayado muchísimas veces, así que nada más me dijo: ‘A ver, tú sabes de qué va esto. Yo sé que tú sabes’. Y le respondí: ‘Claro que sé. Lo sé en muchas dimensiones’. Se trató sobre todo de generar una confianza en cada uno de nosotros, incluso de no hacer un comentario actoral sobre lo que se estaba haciendo. Fue todo un trabajo de contención emocional”. Respecto a la dinámica en la que no sabía qué tanto improvisar, si debía cambiar el texto o decirlo tal como estaba escrito, Marina tuvo que asumir rápidamente lo que debía hacer. “Si te das cuenta, la cámara casi siempre estaba fija; entonces, lo más difícil fue ese primer momento tan cotidiano, como el de llegar a la mesa. Creo que ésa fue la escena que me costó más trabajo, porque estaba apenas entendiendo cómo era esa dinámica y el tono que se estaba buscando. “Fue un proceso muy particular, porque nos daban la escena ese día, había unos textos por decir, pero, al mismo tiempo, cierto espacio de improvisación, no mucho, pero existente y de todas maneras debías entregar la línea. Por otra parte, el director se llevaba a cada actor por separado y le pedía que hiciera cosas al momento, cosas que uno no esperaba. Te ponía esa especie de trampas justo para que apareciera la vida”. En cuanto al rotundo éxito de la cinta, ganadora de dos Globos de Oro y con diez nominaciones al Oscar, Marina lo atribuye al hecho de haber conseguido que lo personal se convirtiera en algo universal. “Siento, como dice Tarkovski en su libro
Esculpir en el tiempo, que el espectador que va al cine tendría que salir sintiendo que la película se trata de él. Este director de cine, actor y escritor soviético, dijo que le escribían cartas en las que le preguntaban ‘¿Cómo supo usted que mi vida había sido así?’ Eso mismo he oído que le preguntan a Alfonso o se lo escriben. Lo he estado escuchando una y otra vez y esto es lo que logra la película: plantear el universo en una aldea, en este caso en la Ciudad de México. A mí me ocurrió. Me identifiqué con esa historia como si fuera la mía”. Marina dice que nunca va a dejar el teatro, porque forma parte esencial de lo que es y tiene la sensación de que después de vivir esta etapa seguirá haciéndolo. “La vida te pone en una circunstancia en la que puede haber cambios, como la posibilidad de trabajar en otros países; te pone bajo la luz internacional. Si después de este reconocimiento surge la oportunidad de que un director que nunca haya pensado en mí se interese por mi trabajo, sería increíble y tendría que agradecérselo a Alfonso, a Roma y a la suerte de haber tenido las características necesarias para hacer el papel de Sofía. “No es que uno trabaje por el reconocimiento o para el éxito. Uno no puede hacer eso porque se equivocaría de camino, pero si en un momento llega algo así y se me da la oportunidad de ser parte de una historia con la que me identifico, que me dice cosas que yo necesitaba decir a un nivel muy profundo, cosas que también mi madre vivió y reflexiones que me sacuden el piso y que cuestionan cómo hemos establecido las relaciones de raza y clase social en este país, sería algo con lo que me sentiría enormemente agradecida”.
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TERTULIA
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PERSONERÍO
MEMORIA
¿El futuro de la novela?
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JOSÉ DE LA COLINA
a mejor novela que se ha escrito, para mí el Quijote, es la encarnación de un plural sueño cervantino. Igualmente, los fantasmas morales que asediaban a Dostoievski resultan personajizados en, por ejemplo, los cuatro hermanos Karamazov que giran en torno a una idea moral expresada por Iván Karamazov en una pregunta: ¿por qué llora el niño? Así, la novela nos atrae precisamente por sus planteamientos interrogativos que giran en torno al lector interrogándolo múltiplemente. Otro camino sigue Stendhal en una escritura que más que vehículo de su idea pone ante nosotros la interrogación constante: ¿y luego, y luego, y luego? En Hemingway, esa forma de escribir se vuelve narración pura, pero en su rival eterno William Faulkner se multiplica en mil interrogaciones más. De este modo, un novelista se lanza de cabeza al mar abierto de su empeño procurando la escritura surf: las palabras avanzan en oleaje y no se sabe cuántas olas irán hasta la playa, pero el novelista se mantiene recto sobre la tablita tratando de mantener un ilusorio aunque indispensable equilibrio. ¿Cuál será el destino de ese género en principio amorfo que es la fantasmagoría cuando se concreta en la novela? Que el teatro, luego el cine, y hasta las series de televisión (en las que a veces hay maravillas en un género por necesidad bastardo) traten de sustituir la lectura con la concreción en personajes de las personas, es decir los actores y actrices, o los dibujos mal que bien coloreados, es algo que no podemos predecir. Lo cierto es que lo novelesco que cada uno de esos géneros pretende, se formula en la creación de personajes y de hecho están allí en la pantalla o en la página para que creamos, aunque sea por un momento fugaz, en su existencia. Los fantasmas a veces se enfrentan entre ellos para ver quién es el más fuerte, es decir, el que adquiere la principal categoría, y así D’Artagnan vence a los mosqueteros en la preferencia del autor y luego del lector, o bien Huck Finn, personaje secundario en Las aventuras de Tom Sawyer, se convierte en el protagonista de un nuevo libro mejor que marcaría el sendero a los escritores puramente narrativos de la novelería norteamericana. No sabemos predecir cuál será el futuro de la novela. Algunos piensan que ésta no tiene futuro, de modo que diríamos que irá a ciegas o dando tumbos hacia quién sabe dónde. Pero la novela seguirá existiendo, o más bien, lo novelesco seguirá buscando caminos fantasmas. Hay quien ha imaginado que un día la novela se inyectará en las venas del “lector” de la misma manera que hay sustancias inyectables que causan delirios febriles pero manejables como por hilos que el autor tendría en las manos. No digamos que no es posible. Lo novelesco busca desde hace tiempo la ilusión concreta. ¿Quién nos propondría que personajes reales o creados los veríamos un día a través de una ventana puesta ante nosotros en una sala, como hace la televisión? La novela no morirá, aunque no sepamos a qué selva poblada o a qué desierto probable nos llevará en “alas de la imaginación” de quién sabe cuántos y cuáles autores. Pero se puede augurar que no morirá.
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El cineasta, poeta y animador cultural en una imagen de 2016.
Jonas Mekas (1922-2019)
Nueva York y el fin de las vanguardias
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SILVIA HERRERA FOTOGRAFÍA FILM SOCIETY OF LINCOLN CENTER
urgidas en Europa, las vanguardias artísticas de principios del siglo XX —cubismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, suprematismo— no tardaron en llegar a Estados Unidos. Con la International Exhibition of Modern Art, mejor conocida como Armory Show, abierta el 7 de febrero de 1913, y aunque no estuvieron representadas todas las escuelas, Nueva York ocupó un sitio privilegiado al lado de París, Roma, Zúrich, Berlín y Moscú. Luego del escándalo y rechazo que provocaron en el público los diversos ismos en esa etapa inicial, en el renacimiento que hubo en los años sesenta de su sino transgresor y renovador en el que nuevos movimientos como el pop, el op, el arte conceptual y el minimalismo escultórico y musical hicieron su aparición, Nueva York se convirtió en el omphalos del mundo del arte. El cineasta y animador cultural Jonas Mekas (Semeniškiai, Lituania, 23 de diciembre de 1922-Nueva York, 23 de enero de 2019) fue actor y testigo privilegiado de la explosión artística en la Urbe de Hierro. Como cineasta ha sido reconocido como maestro por directores de la fama de Martin Scorsese y George Lucas. En favor de la industria underground fundó la cooperativa The Film Makers (1962) y creó los Anthology Film Archives (1970). El libro Cuaderno de los sesenta. Escritos 1958-2010 (Caja Negra, 2017) (no hagamos caso a la incongruencia de
los años y centrémonos en la primera parte del título, que es la que nos sirve de guía) da cuenta de su papel en la revolución artística neoyorquina. Como nos han enseñado los historiadores, una época no comienza estrictamente en sus años nominales, sino que puede arrancar antes o después; para Mekas la década de 1960 empieza en 1958. Si bien esa especie de texto-manifiesto de Mekas que abre el libro —“En defensa de la perversión”— tiene como protagonistas a los escritores beatniks, al final traza una genealogía que se extiende al cine, el rock, el jazz, el teatro y la pintura con nombres contemporáneos y algunos ilustres antiguos; dos términos hermanan la revolución artística que se gestaba: negar y destruir. Para Mekas, y en general para los artistas de los sesenta, expandir la percepción del público era esencial para un despertar de la conciencia. Andy Warhol, además de sus pinturas pop, ocupa un sitio fundamental en la aparición del arte expansivo, como lo llamaba Mekas; con sus actos The Exploding Plastic Inevitable anticipó la multimedia. En ellos se combinaban música, baile y luces (el
Para Mekas, abrir la percepción era esencial para un despertar de la conciencia
grupo que participaba, recordemos, era The Velvet Underground, encabezado por Lou Reed y John Cale). Pero para Mekas el verdadero sentido del significado del espectáculo con toda su violencia y dinamismo implicó un ocaso: “no es el comienzo de una nueva era o una conciencia cósmica, sino que es la paz que viene con el ocaso de la Era de Piscis, de la edad cristiana”. En los sesenta, se habló mucho del fin de la Era de Piscis, tiempo de los valores caducos, y la entrada a la Era de Acuario, o de una nueva conciencia, esa que propugnaba Mekas y otros artistas como el Living Theatre de Judith Malinas y Julian Beck. Pero al final, si los sesenta son el último canto de las vanguardias, se debe a que esa nueva era nunca llegó y el arte terminó asimilado al sistema. Juan García Ponce ya lo veía en un ensayo de esos tiempos (“El arte y lo sagrado”, La aparición de lo invisible, 1968). Argumentaba que el no-arte (pop, op y otros experimentos), que malinterpretó a Marcel Duchamp, “sirve a la sociedad que condena y es asimilado por ella como un objeto más de consumo”. En su opinión, “el arte contemporáneo auténtico está fuera de la sociedad, de lo colectivo”; por ello, “nos pone en contacto con lo sagrado” y nos hace “encontrar el verdadero sentido de nuestra permanencia en el mundo”. En el paisaje desolador que predomina, sus palabras tienen que ser reivindicadas.
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EN LIBRERÍAS
9 DE FEBRERO 2019
NARRATIVA, POESÍA, ENSAYO Alguien bajo los párpados
A hombros de gigantes
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A FUEGO LENTO
Caminos cruzados
La honesta lujuria México, 2018
Cristina Sánchez-Andrade Anagrama España, 2018 329 páginas
Umberto Eco Siruela España, 2018 397 páginas
Hernán Lara Zavala UNAM México, 2018 80 páginas
En cierto tramo de esta novela, un par de ancianas que viajan sin rumbo por las carreteras de Galicia se detienen, bajan del coche y la emprenden a mazazos contra un desconocido. Este episodio sirve para que el lector se haga una idea de lo que le deparan las protagonistas quienes, a medida que avanza la historia, se mostrarán cada vez más propensas a dejar cadáveres regados a su paso. La hilaridad es el signo vital y el ritmo al estilo de una road movie es la divisa estilística.
Doce textos se dan cita en este libro que mantiene viva la memoria del magnífico escritor italiano. Fueron concebidos como conferencias magistrales para el festival La Milanesiana. El primero data de 2001 y el último de 2015. Digamos que son una vitrina de intereses y obsesiones. Se ocupan de la belleza y la fealdad, de lo absoluto y lo relativo, del arte de mentir y falsificar, de lo invisible y lo sagrado. No revelan solo a un temperamento erudito sino amenamente generoso.
Este libro fue escrito para conmemorar los 400 años de la muerte de Cervantes y Shakespeare. En él, Lara Zavala dibuja las simpatías y diferencias de estas proteicas figuras literarias. Ambos fueron atraídos por el teatro desde temprana edad, pero mientras el inglés encontró en él rápidamente su vocación, para el español solo fue un ensayo antes de descubrir su talento para la narración. Así los ve Lara Zavala: “uno como el fundador de la novela y el otro del teatro moderno”.
Salvador Díaz Mirón
Jorge Cuesta
Emilio Carballido
Manuel Sol (comp.) Instituto Veracruzano de la Cultura México, 2018 454 páginas
Víctor Peláez Cuesta (comp.) Instituto Veracruzano de la Cultura México, 2018 448 páginas
Socorro Merlín (comp.) Instituto Veracruzano de la Culura México, 2018 252 páginas
Una amplia muestra de la obra del poeta veracruzano (1853-1928) es la que ofrece Manuel Sol quien, además, se echa a hombros un prólogo de muy largo aliento. La poesía se lleva la mayor parte pero hay lugar para la tarea de traductor y ensayista. Son de celebrar los apartados dedicados a las versiones a otro idioma de algunos poemas (como los que preparó Samuel Beckett para la Anthology of Mexican Poetry) y a los testimonios que dejaron sus contemporáneos.
Luis Cardoza y Aragón dudó en calificar de “poeta maldito” a Jorge Cuesta, y tuvo razón en no hacerlo. Lo cierto es que Cuesta sí poseía “un espíritu de subversión”. Aún es nuestro crítico más impecable e implacable y en esta antología encontramos textos ejemplares como “La literatura y el nacionalismo”. Como poeta sigue generando polémicas; aparte de una selección de su obra en dicho campo, se incluyen sus traducciones. Hay testimonios de Owen y Paz, entre otros.
Tres rutas sobresalen en esta antología del escritor veracruzano nacido en 1925 y muerto en 2008: la del dramaturgo, la del narrador y la del guionista de cine. Los acercamientos corren a cargo de Jacqueline Bixier, Christopher Domínguez y Gustavo García, respectivamente. El lector hallará, por ejemplo, Te juro, Juana, que tengo ganas, un fragmento de la novela La ciudad secreta y otro del guion original para la película Macario. El volumen remata con una selección iconográfica.
Apología del macho ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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ada simpático me resulta el protagonista de esta novela que pasa por un breve divertimento: Amado de los Santos Dionisio Luna, un violinista mediocre, ya en los cuarenta, quien agobiado por la penuria económica decide prestar sus servicios como consultor erótico y sentimental en la hipnótica ciudad de Xalapa. No me resulta nada simpático porque el narrador de sus andanzas maneja un estilo tan pomposo y extemporáneo como los zapatos de charol. No hay sintonía ni llegamos a ninguna parte. La honesta lujuria (Nieve de Chamoy), de Marco Tulio Aguilera Garramuño, se resuelve en seis episodios, cada uno rubricado por una mujer a la cual Amado de los Santos se compromete a satisfacer sexualmente a cambio de dinero o solo por urgencia corporal. Ahí están la púber que quiere perder la virginidad con el auxilio de su madre, la mujer sudorosa de 200 kilos de peso, el hada inexpugnable, la esposa insatisfecha, la intelectual esnob, la todopoderosa. El consultor presta satisfactoriamente sus servicios o solo se entrega al juego incierto de la seducción y hasta ahí llega el asunto, siempre siguiendo la misma escala de flirteo y conquista o derrota. Es de suponer entonces que estamos frente a una novela erótica y eso significa que hay un amplio catálogo de acometidas, suspiros, gemidos, acrobacias, exposiciones, caminos hacia el orgasmo. Muy bien. O mejor dicho: qué resuelta invitación al bostezo. Y es que, como decía, el narrador siente un cariño natural por el lenguaje pomposo, una mezcla de academicismo, vanagloria y falsos arrebatos poéticos. Vamos a ver: “De modo que le buscó la tapadera, girar hacia la izquierda, pero ella, con un movimiento veloz, en lugar de dar la cara, lo que dio fue las galas de estribor y le entregó no su coñito chapoteante como el hocico de la peor bestia de Cthulhu, sino un apretadísimo anillo cuya doncellez parecía fuera de toda duda”. O por ejemplo: “Cualquier científico del amor sabe que una mujer normal es como una pierna de cerdo, que requiere por lo menos de doce horas de maceramiento”. De La honesta lujuria puede decirse que es una de esas novelas que solo produce una sociedad sin tapujos sexuales, y, sobre todo, que es una de esas novelas que terminan siendo un paso en falso: está bien escribirlas pero conducen a un callejón sin salida; es decir, nacen sin fuego en la sangre porque no aspiran a otra cosa que no sea al encumbramiento del macho quejumbroso.
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CIENCIA
9 DE FEBRERO 2019
DESMETÁFORA
Las metamorfosis de la escritura
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ace 100 años que se logró por primera vez la transmutación artificial cuando se convirtió al nitrógeno en oxigeno de manera controlada en un laboratorio. Se dice que al comprobar que habían convertido un elemento químico en otro, el estudiante se dirigió a Ernest Rutherford para decirle: “Profesor, ¡esto es transmutación!” A lo que Rutherford contestó: “Por Dios, Soddy, no lo llames transmutación, nos cortarán la cabeza por alquimistas”. Para los teólogos españoles del pasado era muy importante entender la “transmutación” que afanosamente buscaban los alquimistas. Pedro Rodríguez de Monteforte, capitán real y oficial de las juntas secretas de la Inquisición publicó un libro en 1687 al que tituló Sueños misteriosos de la escritura en discursos sagrados, políticos y morales. Además de su análisis sobre la escritura, en ese ensayo dice que hay cuatro tipos de transformación: “la falsa, que solo parece haber ocurrido sin que realmente suceda, la natural —como el nacimiento de los sátiros, esas criaturas perversas, híbridos de cabra y humano—, las sobrenaturales, como cuando los hombres se convierten en bestias, y la mutación verdadera, forjada por la divinidad sobre la sustancia y esencia de las cosas”. Reflexionando sobre la escritura me doy cuenta de que no es otra cosa que el resultado de una transmutación. Surge siempre como el producto final de un proceso en el que una cualidad se convierte en letras. Más aún, la escritura es lo único, en el paisaje de las construcciones humanas, que puede resultar en cualquiera de los cuatro tipos de mutación descritos por Rodríguez de Monteforte, es decir, puede ser falsa y solo parecer que ha ocurrido sin que el estado del alma se traduzca en escritura; tal es el caso de los plagios y falsificaciones. Puede ser natural y dar pie al nacimiento de un texto maldito como el ensayo de Richard Wagner sobre el judaísmo en la música. La mutación puede también ser sobrenatural, como es el caso de Los versos satánicos de Salman Rushdie, que desató las emociones del alma islámica y cobró víctimas cuando mostró a las bestias que representan el bien y el mal. De vez en cuando la mutación también puede ser forjada por la divinidad. La obra literaria donde se describen las angustias del Doctor Fausto,
GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx IMAGEN ANDREA VICENTINO
Batalla de Lepanto, 1580.
de Johann Wolfgang von Goethe, es un ejemplo. El relato esperanzador en que Fausto va al cielo aun habiendo perdido su apuesta con el diablo contiene en sus páginas todo el dolor, todas las tribulaciones y todos los tormentos. Desde que se escribió, muchos hemos vivido a costa de su propuesta y la promesa divina que un coro angelical nos garantiza: “a quien siempre se esfuerza con trabajo podemos rescatar y redimir”. La escritura es la transcripción de una condición espiritual, es transmutación. Paul Auster decía en una entrevista que cuando era niño admiraba de manera especial a Willie Mays, jugador de beisbol que en sus tiempos fue un gran bateador derecho. Cuando Paul tenía ocho años lo tuvo cerca y no dudó en pedirle un autógrafo. Entonces el beisbolista accedió pidiéndole un lapicero. Paul Auster se dio cuenta en ese momento de que no tenía uno y le pidió a su papá que se lo prestara, pero su papá tampoco tenía, ni su madre ni nadie de los que estaban por ahí. Paul Auster le tuvo que decir a su héroe del beisbol que no tenía un lapicero. Entonces, el famoso jugador se retiró
Me doy cuenta de que la escritura no es otra cosa que el resultado de una transmutación
lamentándose y sin dejar el anhelado autógrafo. Esta es la manera como el pequeño Paul perdió la oportunidad de su vida. Disgustado, irritado y llorando, ese día tomó la decisión de tener consigo, siempre, un lapicero en su bolsa. Paul Auster decía en la entrevista: “si llevas contigo un lapicero, un día acabarás usándolo”, y agregaba: “es una parábola de cómo llegue a ser escritor”. Fue así fue como el revés de un fracaso inopinado se convirtió en letras y más tarde en libros. En la batalla naval de Lepanto, Miguel de Cervantes salió herido de dos arcabuzazos: uno en el pecho y otro en la mano que acabaría por dejarlo tullido. Esta tragedia no le ocasionó amargura, desaliento o pesadumbre; al contrario, Cervantes sintió orgullo por haber peleado en la batalla de la que se expresaría siempre en los mejores términos: “la más alta ocasión que vieron los siglos”. Miguel de Cervantes habría de reincorporarse al ejército y continuaría muy activo por años antes de que fuera capturado y encarcelado por los turcos que pensaban cobrar buena recompensa por su rescate. En el prólogo de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Cervantes dice que escribió en la cárcel esta obra cumbre de la literatura, ahí, “donde toda incomodidad tiene
su asiento”. Es conocido que de esa prisión Cervantes intentó escapar varias veces, siendo él mismo organizador de las fallidas estratagemas. No parecen ser la frustración, el encierro ni el sufrimiento las fuentes de inspiración para el más grande de las letras hispánicas. Fue quizá una vida intensa y una reflexión profunda la que se transformó en una historia de locura que aún no terminamos de descifrar. En el siglo XVII de Cervantes, en el nuestro de Paul Auster, o el que viene con tantos y más autores, la escritura es metamorfosis. No siempre parte de la misma materia prima ni llega al mismo resultado. De manera que no son el desasosiego, la tristeza o la alegría sino a veces una y en ocasiones otra la que engendra una obra escrita. Aflicciones, enfermedades y desamparos, entusiasmo, orgullo y regocijo pueden estar en el origen de la transformación aparente, la perversión de un híbrido monstruoso, la bestia despiadada en un texto o una divina conversión. Es quizá en esta alquimia incomprensible que se encuentra la riqueza de la literatura. El misterio inescrutable en la manera como las palabras se van hilvanando para formar frases es una transformación a veces lenta y en ocasiones súbita. Estos son los sueños misteriosos de la escritura.
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ESCENARIOS
9 DE FEBRERO 2019
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DOBLE FILO
Luisa Huertas es María Moliner FERNANDO FIGUEROA
L Las bailarinas Tatiana Zugazagoitia y Carmen Correa interpretan Anna Pávlova e Isadora Duncan, diálogos.
DANZA
Pávlova y Duncan: romper paradigmas
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ARGELIA GUERRERO makarova81@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA DANZA UNAM
nna Pávlova e Isadora Duncan fueron bailarinas emblemáticas que desde sus distintas perspectivas de vivir la danza marcaron, por un lado, la ruptura con la tradición de la danza de su época, y, por el otro, delinearon nuevas rutas para este arte. Ambas se propusieron romper paradigmas. Tatiana Zugazagoitia y Carmen Correa, bailarinas y coreógrafas mexicanas, presentaron en días recientes un trabajo escénico en el que, desde la ficción, hacen coincidir a estas bailarinas en un espacio-tiempo posterior a su muerte y proyectan un diálogo. Anna Pávlova e Isadora Duncan, diálogos es una pieza en la que las dos bailarinas reflexionan sobra la naturaleza de su propia danza, ligada directamente a la personalidad e historia de vida de cada una, y se atreven a imaginar cómo sería la danza del futuro, la danza 100 años después, la danza de hoy. Debo reconocer que fui escéptica respecto de este trabajo y resulté muy estimulada por la historización que en la pieza se hace de las bailarinas y sorprendida por la revelación de los personajes que ilustra la pieza. Se muestran a la Duncan y a la Pávlova bastante más allá de los estereotipos que sobre ellas existe en el universo de la danza. Descubrimos en el escenario a dos mujeres comprometidas profunda y apasionadamente con la danza. Carmen Correa cuenta respecto de
su trabajo interpretando a la Pávlova la sorpresa que le causó romper el estereotipo de la bailarina etérea y frágil ligada a su emblemático rol de “Muerte del cisne” para encontrar a una artista arriesgada y empeñosa. Logró hacer de sus defectos físicos las virtudes que explotó de tal modo que coreógrafos como Petipa y Fokine crearon obras para ella, en las que la fragilidad y sutileza física, otrora defectos, pues el modelo de bailarina era de cuerpo atlético, mutaron en las cualidades del nuevo ballet ruso. Anna Pávlova jamás frenó sus inquietudes respecto al ballet y llegó a cuestionar el rol del ballet imperial al grado de participar en una huelga realizada en 1905 para exigir mejores condiciones de trabajo y autonomía artística. También fue dura crítica del peso que el coreógrafo Diáguilev daba a los roles masculinos sobre los femeninos; así que decidió fundar su propia compañía y con ella ser la primera en recorrer el mundo para difundir el ballet como “una actividad artística respetable”. En este empeño no desdeñó ningún espacio. “Estas son las personas que me necesitan, nunca antes han
Del diálogo nace una reflexión por momentos nostálgica, por momentos hilarante
visto a una compañía de ballet”, respondió a un empresario que señaló la precariedad de algunos foros ofrecidos a la compañía. Era una misionera de la danza. Tatiana Zugazagoitia presta cuerpo a Isadora Duncan y aparece en el escenario con la túnica griega y el famoso chal rojo que provocara su trágica muerte. De la Duncan conocemos su carácter rupturista con lo que ella llamó la artificialidad del arte; y en el diálogo con Anna Pávlova recuerda que esa voluntad de quiebre tuvo como orientación el retorno a la tradición clásica grecolatina. Ambas bailarinas se ven más cercanas de lo que ha parecido en la historia. Isadora Duncan solo reconoció como escuela de danza a la naturaleza misma. Hizo del mar la fuente de inspiración de su movimiento y concibió al arte como un cuerpo liberado. De ahí su gesto más famoso y trascendental en la historia de la danza: prescindir del uso de zapatillas para bailar y llevar sus pies al contacto directo con el piso. Rubén Darío inmortalizó el gesto y a la bailarina en el poema “La bailarina de los pies descalzos”. Del diálogo entre las bailarinas nace una reflexión por momentos nostálgica, por momentos hilarante sobre la danza hoy y la necesidad de conocer a fondo la historia de mujeres que, como Pávlova y Duncan, entregaron su vida y convicción al maravilloso arte de Terpsícore.
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uisa Huertas interpreta a María Moliner en la obra El diccionario, del granadino Manuel Calzada, que finaliza temporada el 4 de marzo en la sala Héctor Mendoza, en Coyoacán. La acompañan Óscar Narváez, Roberto Soto y Eduardo Candás. Dirige Enrique Singer. En el programa de mano se cita a Gabriel García Márquez: “María Moliner —para decirlo del modo más corto— hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi tres mil páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y —a mi juicio— más de dos veces mejor”. Luego de una función de El diccionario, Luisa Huertas responde de buena gana y de botepronto este cuestionario. ¿Palabra favorita? Libertad. ¿Grosería favorita? Jodido. ¿El insulto que más le duele? Tonta. ¿Qué le parece la palabra “güey”? Me da flojera. ¿Enmendarle la plana a la Real Academia Española es como venderle chiles a la Clemente Jaques? No. Lo que María Moliner hizo fue darle su valor a cada palabra, sin tendencias, como sucedía en las ediciones del franquismo. ¿La palabra dictador aplica para Ripstein? ¡Claro que no! ¿Su dramaturgo favorito? Chejov, Pinter… ¿Y mexicano? Víctor Hugo Rascón Banda. ¿Le gusta Taibo en el Fondo de Cultura Económica? No. ¿Yalitza se merece un Oscar? No he visto Roma, pero ojalá se lo den y que se involucre en esta carrera porque no siempre va a tener un buen director como Cuarón. ¿La voz de cuál actor le gusta? Me encantaba la de Miguel Córcega, mi marido. ¿Y de una mujer? La de Carmen Montejo. ¿Su función más difícil? La noche en que, luego de la segunda llamada, me dijeron que mi mamá había entrado al quirófano. Yo sabía que era falso y que, por tanto, acababa de morir. ¿Cuántas funciones lleva El diccionario? Alrededor de 60. ¿Le gusta actuarla en teatro chico o grande? Chico, pero en donde me pongan está bien. ¿El rap es arte o idiotez? Puede ser espléndido. Al oír “limpia, pule y da esplendor”, ¿piensa en la Real Academia Española o en algún jabón? En algún jabón. ¿Le gusta la palabra “tumbaburros”? A veces es adecuada. ¿Si María Moliner era diccionarista, usted es teatrera? Soy actriz.
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO, IVÁN RÍOS GASCÓN ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ
9 DE FEBRERO 2019
http:// www.milenio.com/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLAberinto
TOSCANADAS
Populacho DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
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n YouTube puede verse un video de un programa de los años setenta llamado Encuentro. Hay un episodio en el que participan Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Germán Bleiberg y Juan García Ponce. A este último le dan la palabra apenas durante un minuto, pero no le hizo falta más. A la pregunta de por qué ha dejado de ser popular la poesía, él responde: “La poesía ha dejado de ser popular porque lo popular ha dejado de ser poesía. La idea de pueblo… ha sido bajada de nivel hasta el grado de que el pueblo ya no es el pueblo del que el poeta es parte, y al que canta y funda, sino que el pueblo en los términos de esa degradación solo puede considerarse populacho…, una masa anónima que no tiene acceso a la poesía. Cuando la poesía vuelva a ser popular es que el pueblo habrá ganado el derecho de merecer el nombre de pueblo, y tendrá poetas”.
LA TELEVISIÓN
Enemiga número uno de la poesía.
Borges le da la razón: “Ha sido degradado el pueblo. Acostumbrado al dialecto de los periódicos, han envilecido su habla. La gente de las grandes ciudades habla con frases hechas. Usa un vocabulario absurdo. De todo esto tienen la culpa el periodismo y los políticos”. García Ponce dijo con optimismo “cuando la poesía vuelva a ser popular”, pero lo cierto es que se ha vuelto menos estimada en las casi cinco décadas transcurridas desde que enunció tales palabras. Las culpas que señala Borges se han agravado con peores políticos, peor periodismo y la implacable presencia de televisores en varias habitaciones de las casas. Mi vecino vive solo y tiene dos magnas pantallas, una en el salón, otra en la recámara. Las enciende desde el primer minuto en que llega a casa hasta que se queda dormido; por la pared escucho el tedioso despliegue de babosadas que se emiten en cadena
nacional. Corolario: mi vecino es un aburrido cabal, un chabacano, tiene opiniones que no son suyas, es populacho sin poesía. Mi vecino se quedará solo. Llegará el momento en que tenga que comprar un gato. Borges decía que la imprenta había sido un mal invento, que la literatura debería ser oral. Eso suena un tanto exagerado, huele a provocación, pero lo cierto es que uno de los enemigos de la lectura inteligente y sensible han sido los grandes grupos editoriales. Lo ha sido también la idea contemporánea de que “estar enterado” es algo valioso. Pero asimismo es verdad que debemos recuperar algo de la oralidad de la literatura, pues al día de hoy se le considera un aguafiestas a quien, en vez de contar un chiste banal, pronuncia un poema. Yo quiero más poemas y menos estribillos, y antes que conocer la última del huachicol, prefiero saber qué voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir.
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CAFÉ MADRID
Cine cutre
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n España se utiliza el término cutre para referirse a algo de mala calidad, de mal gusto, de aspecto descuidado, pobretón, cochambroso, roñoso. Cuando en México nos encontramos ante algo con esas características suele decirse que es “muy chafa”. Hay objetos y creaciones y acciones y actitudes humanas calificadas así, y en la historia del cine mundial también hay un montón de películas que caben en este concepto. Se trata de filmes que, sin pretenderlo, acaban siendo comedias involuntarias debido a su bajo presupuesto, guiones absurdos, exceso de vísceras, sangre, muertes violentas sin sentido y carencias técnicas e interpretativas. Hace casi dos décadas surgió un sitio virtual para ocuparse de la bazofia del séptimo arte (cinecutre.com) y en 2011 sus fundadores decidieron celebrar la popularidad de su hazaña reuniendo a sus fans. Como consecuencia del éxito de esa convocatoria, al año siguiente hubo que hacer un maratón de cinco días para ofrecer una digna sobredosis de bodrios audiovisuales y, desde entonces, es una cita obligada para los militantes del frikismo. “Defendemos y difundimos el cine cutre porque existen películas tan mal rodadas e interpretadas que, vistas en compañía y en el ambiente adecuado, pueden resultar divertidísimas”, me dijo Carlos Palencia, director de la CutreCon, al invitarme a ver sus sesiones de culto. Añadió que estaría muy contento de tener entre los asistentes a un mexicano como yo porque, cómo no, mi país ocupa un lugar destacado en la cutrería fílmica. No supe si debería sentirme halagado o soltarle un puñetazo a ese osado friki
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA CUTRECON
pero, conforme seguíamos hablando, su profundo conocimiento y la seriedad de sus palabras hicieron que me decantara por lo primero. “Ustedes tienen a Mario Almada o a Lola La Trailera y, sobre todo, a ese mito internacional que es el Santo. En el festival, uno de nuestros grandes hits ha sido Santo contra los asesinos de otros mundos, una película para troncharse de risa, donde unos alienígenas con forma de sábana mal cosida y con agujeros tratan de conquistar
A la exhibición de cine cutre de todos los tiempos se va predispuesto a pasársela bien
la Tierra. Quizá sea la peor de todas las protagonizadas por el enmascarado de plata y por eso merece que se le rinda un alto tributo”. A la exhibición de cine cutre de todos los tiempos se va predispuesto a pasársela bien, a disfrutar de un rato de catarsis. Porque aquí el silencio acostumbrado en las salas de cine es algo desconocido. Aquí se permite hacer comentarios, chistes, aplaudir y cantar. Aquí impera el desmadre con ayuda de los organizadores que, en la entrada, reparten objetos para lanzar a la pantalla como cucharas de plástico o aviones de papel. Pero no crean que a este evento acude gente ignorante en materia cinematográfica. “La mayoría son personas que han consumido tanto cine a lo largo de su vida que se han dado cuenta de
Cartel de Choque de las galaxias, la reinvención turca de Star Wars.
que este tipo de películas también tienen su punto y se puede aprender de ellas”, subraya en su defensa Carlos Palencia. Este año, en la CutreCon han podido verse desaguisados sin paliativos como Choque de las galaxias, una descarada reinvención turca de Star Wars, filmada en un terreno baldío cualquiera, aderezada con fotogramas originales de la saga creada por George Lucas y temas musicales de Indiana Jones. O la filipina Súper Mario contra Son Goku, proyectada con éxito en el país asiático y que no subestima al ridículo. O El retorno de Superman, una aberración con música “prestada” de otras películas, planetas recreados con bolas de Navidad y muñecos Ken tuneados, una muestra perfecta de la desvergüenza que alcanzó el cine otomano de los años setenta. O Birdemic, una “adaptación” de Los pájaros de Alfred Hitchcock, donde los pajarracos, hechos por aficionados de los efectos especiales en Galicia, se asemejan más a un gif. Pero la sesión estrella de este festival fue la que exhibió cuatro películas seguidas de ecos de King Kong y El planeta de los simios, como El gorila ataca o Queen Kong, la versión más feminista del famoso mono, con barra libre incluida, por si alguien necesitaba emborracharse para aguantar este tipo de abortos cinematográficos. “Una cosa es el cine que se hace con escasos medios y no se toma a sí mismo muy en serio, lo cual permite al director hacer locuras, y otra el cine malo: el que intenta hacer una maravilla y lo que le sale es una basura”, me explicó Palencia, mientras yo salía del cine con dolor de cabeza y el estómago revuelto.
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