Laberinto No.834 (08/06/19)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO ENSAYO

CIENCIA

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S.

GERARDO HERRERA CORRAL

La escena fotográfica de Antonio Caballero

Einstein, Piaget y la irrealidad del tiempo

Foto: Antonio Caballero

SÁBADO 8 DE JUNIO DE 2019 AÑO 15 - NÚMERO 834

Darío Galicia: el infra que faltaba Ana V. Clavel/ FOTOGRAFÍA: JAVIER NARVÁEZ

Foto: Universitam


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ANTESALA

8 DE JUNIO 2019

ARTES VISUALES

Viajero de ideas MIRIAM MABEL MARTÍNEZ FOTOGRAFÍA CORTESÍA MUAC

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an Hendrix (Maasbree, 1949) llegó a México en 1975. La mirada sobre ese otro y la evolución de ese otro en quien se convirtió es la huella de la retrospectiva Tierra firme, que se exhibe en el MUAC. El curador, Cuauhtémoc Medina, trazó un recorrido por el trabajo de este artista holandés ocupado en indagar las posibilidades del dibujo y su eco en la gráfica, su rastro en los materiales, su origen en la naturaleza, así como la creación a partir de preguntas que, desde una preocupación más conceptual, parece se resuelven en el terreno de lo estético. Quien transita por la trayectoria de Hendrix no puede eludir la belleza: no queda más que rendirse ante ella y empezar a cuestionarse sobre la experiencia estética y sus rutas. Puede resultar cómodo quedarse en un entendimiento que encapsule la obra de este creador en lo decorativo; también es tentador caer bajo el embrujo de estas piezas que se ajustan plácidamente al espacio, haciendo gala del sesgo ergonómico que caracteriza parte de su trabajo colaborativo con arquitectos. Y sí: esta muestra luce espectacular, tanto que casi opaca la investigación formal que ha realizado por casi 45 años en México y en el mundo. Es un reto no conformarse con la hechura perfecta. Uno quisiera llevarse todo y disfrutar de ese dibujo gentrificado (que perfectamente salta de la naturaleza a la gráfica, que se posa y ensaya en distintos soportes) en objetos que adornen nuestra cotidianidad, ya sea sobre un muro o en unas sábanas, un vestido o un mosaico. El diseño es una de las salidas del Hendrix del siglo XXI. Pero está el Jan entrañable, inteligente y curioso del XX que el visitante descubre: un artista que observa el mundo para dibujar la intimidad de la naturaleza en un ejercicio de deconstrucción —en el sendero de su paisano Mondrian— que integra la complejidad y el gozo de la contemplación. En ese Hendrix de antes no importa el qué ni el dónde ni el cuándo ni el para qué; su hacer es acerca del cómo y del por qué, generando una propuesta que transcurre en la línea liminal entre lo conceptual y lo estético. Es un hallazgo deambular por la obra de aquel Jan viajero de ideas y de continentes que, más que sorprenderse por el autodescubrimiento de sí en un paisaje extraño, se sorprende de sí mismo observando y hace de esa acción su búsqueda. Búsqueda que se diluye en el paisaje domado de su trabajo reciente, en el que la comodidad de la grandeza suple a aquella curiosidad creativa, desbordante, que al menos yo aún añoro.

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Aspecto de la exposición Tierra firme.

El Golem: la leyenda. Dirección: Doron Paz, Yoav Paz. Israel, 2018.

HOMBRE DE CELULOIDE

¿Pagar el mal con el mal?

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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA EPIC PICTURES

i (como afirma el griego en el Cratilo)/ el nombre es arquetipo de la cosa/ en las letras de ‘rosa’ está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’ ”. La idea de este poema de Borges (que es, según dice, la misma que de Platón) estriba en que las palabras contienen un poder místico que permite dominar a la materia. Si esto fuera cierto (lo dice Borges y lo confirma el director de cine Ariel Cohen), habría una palabra capaz de dar vida, de hacer del ser humano una grosera imagen de su Creador. Con esta palabra dadora de vida, Hanna, protagonista de la película israelí El Golem: la leyenda, da vida a un muchachito, a un sustituto del hijo que ha perecido asesinado. Estamos en un gueto de Lituania. En el siglo XVII los judíos viven rodeados por fanáticos cristianos que, como afirma la leyenda, atribuyen la aparición de la peste a las artes mágicas de un pueblo al que culpan por la muerte de Dios. Furioso, el más malvado de todos los lituanos pone al pueblo judío un ultimátum: deben salvar a su hija enferma o él va a asesinarlos a todos. Frente a tal amenaza, Hanna decide aprovechar los poderosos conocimientos de la Cábala (conocimientos que ha adquirido del sabio rabino escondida en la yeshivá) para crear al Golem, tal como afirma en La cábala y su

simbolismo el filólogo Gershom Gerhard Scholem. El Golem: la leyenda tiene el encanto de esos cuentos infantiles que pueden escucharse una y otra vez. Y a cualquier edad. La historia no es muy compleja ni pretende serlo. Hay en esta historia buenos y malos. Los primeros son los piadosos judíos que buscan resistir pacíficamente a las agresiones de sus vecinos mientras que los malos no son solo los fanáticos lituanos; son en realidad todos aquellos que apelan a la violencia, incluyendo, claro, quienes como Hanna y su marido han decidido pagar al mal con mal. Es en este punto donde la leyenda del Golem adquiere la dimensión de uno de esos cuentos que no se agotan porque, a pesar de su aparente simplicidad, tienen un sinfín de interpretaciones. Entre los logros más destacados de la película está el monstruo en sí mismo. Utilizando algo de otro místico judío (Sigmund Freud), el director ha decidido que el Golem sea un niño de aspecto ambiguo;

La hermosura infantil de este Golem puede ser la del diablo, un ser ambiguo y violento

un muchachito de cabello y ojos negros que tiene al mismo tiempo algo de malévolo y algo angelical. Hay en este personaje el espíritu de Freud pues, como dice en su ensayo Lo ominoso, la imagen del niño muerto encarna el miedo a lo siniestro, a lo que es común a todos y que sin embargo simboliza nuestras peores pesadillas. Y en efecto, la hermosura infantil de este Golem puede ser la del diablo, un ser ambiguo y violento que defiende a su pueblo de los vecinos malvados. El papel de este niño permite reflexionar incluso en torno al papel que en la mística judía debe tener el Mesías. Mientras que el rabino y sus hombres santos ponen en manos de Dios la solución a sus problemas, Hanna y su marido Benjamín han escogido el camino de la lucha. En la pugna entre ambos bandos termina por reabrirse aquella vieja discusión: ¿el Mesías vendrá para imponer justicia política o para imponer un místico estado de paz? Con todo y su profunda simplicidad, hay que decir que El Golem: la leyenda no es un cine para todos. Los fanáticos del terror la encontrarán demasiado simple, tal vez incluso obvia. Hay en ella, sin embargo, la profundidad de un cuento que reflexiona en torno a Dios y la libertad.

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ANTESALA

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ESCOLIOS

POESÍA

Conocimiento CLARA JANÉS

2 No hagas más cálculos: todos los astros están fuera de sitio debido a tus raíces y potencias, tus lúdicos vaivenes… pero si cae alguno, Galileo desde lo alto de las escaleras lo detendrá con la cifra exacta y las ninfeas encenderán su cárdeno color y ensancharán sobre el agua sus hojas dando la bienvenida a la renovada calma. Este poema forma parte del libro O el jardín de las delicias, que recoge el volumen Kamasutra para dormir a un espectro, publicado por Siruela.

EX LIBRIS

Ana de Austria y su sombra/ EKO

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La inteligencia de las flores ARMANDO GONZÁLEZ TORRES

@Sobreperdonar

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ientras la obra literaria, inmensamente célebre en su tiempo, del poeta, dramaturgo y ensayista belga Maurice Maeterlinck (1862-1949) tiende a desvanecerse de la voluble memoria contemporánea, sus trabajos de entomólogo y botánico aficionado parecen correr mejor suerte. En efecto, a diferencia del polvo que cubre sus obras, aun las más audaces e influyentes, sus libros sobre las abejas, hormigas y termes, así como su hermoso La inteligencia de las flores (Zopilote Rey, México, 2019), siguen publicándose. Sin embargo, no hay una división tajante entre su creación literaria y su labor de naturalista aficionado: en ambas, Maeterlinck busca superar el realismo, indagar en las profundas analogías entre la materia y el espíritu y ahondar misterios. En sus libros sobre insectos y flores, Maeterlinck observa en lo diminuto y transitorio la voluntad más genuina e ingeniosa de vivir y el rastro de una inteligencia universal. Maeterlinck apunta que la supervivencia de los organismos atados al suelo, como los vegetales, es mucho más compleja que la de los animales y da cuenta de las estrategias de adaptación de estos organismos. Los vegetales, desde las plantas que anidan en las rocas, los árboles llenos de años, los yerbajos que crecen en los muladares, las plantas acuáticas, las floraciones parásitas o las consentidas flores de jardín, reflejan innumerables mutaciones e interacciones y, a través de sus formas, gráciles, extravagantes o atormentadas, reflejan una prodigiosa casuística de la supervivencia. En particular, la flor, con sorprendentes inventos e improvisaciones, involucra al ecosistema circundante en sus romances, fecundaciones y reproducciones. Las invenciones y soluciones de las flores son una lección de astucia y emprendimiento y se diría que preceden, por siglos, muchos de los más reputados inventos de la mecánica y la ingeniería humana. Más allá de sus sofisticados diseños milenarios, Maeterlinck encuentra una suerte de coqueta malicia de las flores para, mediante las más sutiles seducciones e incitaciones, lograr que otros organismos, como los insectos, obedezcan los extravagantes caprichos que requiere su replicación. Así, la inteligencia de la flor y la esperanza de vida se ligan de maneras siempre inesperadas: la orquídea, especialmente, llama la atención del autor por la complejidad de sus procesos de fecundación y por la variada belleza de sus formas. Con estos libros, publicados en una época que ya atestigua el gigantismo del “yo”, Maeterlinck sugiere que el hombre no es la cima de la inteligencia, sino un modesto participante de una inteligencia esparcida por la naturaleza, y de la cual, por miopía, ignora muchos de sus secretos y encarnaciones. Por eso, mediante la descripción científica (naturalmente rebasada) y la epifanía literaria, Maeterlinck invita al afinamiento de los sentidos, al baño de humildad que implica concentrase en el mundo de lo pequeño y lo fugitivo.

La supervivencia de los organismos atados al suelo es más compleja que la de los animales

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FOTOGRAFÍA

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Una muestra en el MAM expone momentos de la cotidianidad en la Ciudad de México, el cine, el modelaje y las fotonovelas, de mundos que ya fueron

El mundo de Antonio Caballero

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JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. FOTOGRAFÍAS ANTONIO CABALLERO

a exposición Antonio Caballero. Fotografía 1953-1985, en el Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México, es una puerta abierta a la historia, la ciudad, la arquitectura, la moda; al espectáculo y sus estrellas, algunas olvidadas y otras perdurables como Elvira Quintana, Elsa Aguirre, Sasha Montenegro, Fanny Cano, muerta en un accidente de aviación el 7 de diciembre de 1983 en el aeropuerto de Barajas, España. La muestra es un reconocimiento al trabajo del pionero de las fotonovelas en México, género inventado en Italia en 1947, “bajo el influjo del neorrealismo, de la mano de revistas como Bolero o Il Mio Sogno”, como precisa Álex Vicente en un ensayo publicado en enero de 2018 en Babelia. Con miles de lectores en Italia, Francia y España, la fotonovela se impuso también en América Latina, sobre todo en Brasil, Argentina y México, con sus historias edulcoradas, sus personajes maniqueos, sus finales felices, distantes de la realidad de mujeres víctimas de las leyes y los prejuicios de la época. Sin embargo, dice Marie-Charlotte Calafat, maestra en Arte y Cultura por la Sorbona, citada por Álex Vicente, la fotonovela “puede parecer conservadora por su resolución, pero por el camino habla de divorcio, de las dificultades de la mujer para integrarse en el trabajo y emanciparse de la religión y del poder masculino. En cierta manera, se anticipa a los cambios que vendrán más tarde. La fotonovela funciona, en ese

sentido, como un sismógrafo social”. Antonio Caballero se convirtió en el primer director y productor de fotonovelas en México, en 1965, por invitación de Leon K. Wainer, director de las revistas Rutas de pasión y Nocturno, en Novedades Editores. Hasta ese momento, las fotonovelas se importaban de Italia, Brasil y Argentina, traduciéndolas en el caso de los dos primeros países. Hacerlas aquí fue un cambio notable, con la incorporación de actrices y actores nacionales, con escenarios que resultaban familiares o paradigmas de la modernidad del país, como las Torres de Satélite, Ciudad Universitaria o el Conjunto Habitacional Nonoalco Tlatelolco, inaugurado el 21 de noviembre de 1964. Encuentro con Héctor García La exhibición en el MAM recorre 32 años de la carrera de Caballero. Las primeras fotos son las de un aficionado que captura escenas y personajes de su barrio: una vecindad a punto de derrumbarse, un domador con un oso bailarín en un espectáculo callejero; son sus pasos inaugurales en una profesión a la que ha dedicado su vida. Antonio Caballero nació el 17 de enero de 1940 en Tetrazzini 26, en Peralvillo, uno de los barrios históricos de la Ciudad de México. Nació en un país de 22 millones 600 mil habitantes, en un hogar pobre, en una ciudad de marcados contrastes sociales, pero amable, de noches interminables y grandes estrellas; el cine mexicano estaba en su esplendor, en su Época de Oro, y el glamur era ineludible en el star system.

La exposición dedicada a Antonio Caballero estará abierta hasta el 8 de septiembre

Sasha Montenegro en Tijuana, década de 1970.


FOTOGRAFÍA

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De Peralvillo, la familia de Antonio se mudó a la colonia Guerrero, donde en la adolescencia conocería a Héctor García, quien lo hizo su ayudante y lo inició en los secretos de la fotografía profesional. Aprendió rápido y comenzó a cubrir algunas actividades a las que Héctor, por exceso de trabajo, no podía acudir. Fue conociendo gente, adquiriendo experiencia, fogueándose en todo tipo de fotografía —de política, espectáculos, deportes, moda—, y esto se advierte en la muestra del Museo de Arte Moderno, curada por Iñaki Herranz, en la que aparece el reflejo de una ciudad de altos contrastes, con sus barrios populares y el lujo de grandes avenidas, de residencias y hoteles como el Alameda, destruido por el terremoto de 1985. Con Héctor García, Antonio Caballero aprendió a ser independiente. Siguió su ejemplo y se separó de él para construir su propia historia como freelance, al principio utilizando laboratorios prestados para revelar sus fotos, asociándose con otros fotógrafos, cubriendo todo tipo de órdenes para periódicos y revistas. Colaboraba en Guerra y crimen, Nota Roja, Ráfaga, La Voz, El Vocero, Imagen, Siga, Jueves de Excélsior, El Fígaro y Cine Mundial, en donde publicó la foto que más fama le ha dado, producto de la audacia pero también de la suerte. El 22 de febrero de 1962, en el Salón Virreinal del Hotel Hilton Continental, toda la prensa mexicana se congregó para una conferencia de Marilyn Monroe, la estrella más grande de Hollywood. Antonio, de 22 años, quien ya había hecho fotos de actrices como Brigitte Bardot, Merle Oberon y Maureen O’Hara, tomó ese día una imagen que le daría la vuelta al mundo: Marilyn risueña, con una copa de champaña en la mano derecha, las piernas entreabiertas y sin ropa interior. Ni el propio Caballero supo lo que había tomado, hasta que reveló el rollo. El director de Cine Mundial, Octavio Alba, indeciso, tardó dos días en publicarla, con un sticker cubriendo el pubis de la actriz. En el catálogo de la exposición, Iñaki Herranz habla de la influencia de Héctor García en Caballero, de la que —dice— dan cuenta “sus vistas de la ciudad, la fotografía de calle, las sesiones de modelaje con la urbe de fondo, el registro de la vida nocturna y, sin duda, un cierto sentido del humor imperante en muchas de sus imágenes”. La influencia es evidente al comienzo de su carrera, después despliega un estilo propio, una manera personal —elegante, precisa y a la vez sugestiva— de emprender el registro fotográfico, ya sea a través del retrato, del fotorreportaje o de las escenas minuciosamente preparadas para las fotonovelas, en las que se nota su experiencia en el cine, del que fue un apasionado desde niño y en el que también participó como fotógrafo. La exposición de Antonio Caballero en el MAM, que incluye retratos suyos, uno de ellos atribuido a Héctor García, invita a reflexionar sobre el pasado reciente del país y la ciudad. Es una crónica sobre las promesas de la modernidad envuelta en la nostalgia, pero también, y sobre todo, es la historia de un mundo que cambia de manera inexorable.

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Elsa Aguirre en su casa, década de 1960.

Hotel Alameda, década de 1960.

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DE PORTADA

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Personaje de Roberto Bolaño, leyenda urbana, puntal del infrarrealismo, el poeta reaparece tras años de penurias

Darío Galicia vuelve a casa

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ANA V. CLAVEL FOTOGRAFÍA JAVIER NARVÁEZ

i las leyendas urbanas existen, también son parte del territorio de nuestra poesía. Rubén Darío Galicia Piñón (Ciudad de México, 24 de julio de 1953) fue un poeta cercano al infrarrealismo mexicano de los años setenta. Publicó dos libros de poemas: Historias cinematográficas (BUAP, 1987) y La ciencia de la tristeza (UNAM, 1994). Fue incluido en Asamblea de poetas jóvenes de México (1980) de Gabriel Zaid. Hasta el año 2000 aparecieron, intermitentemente, poemas, traducciones, ensayos y cuentos suyos en diversos suplementos y revistas como Punto de Partida, Plural, Diálogos, El Búho, Sábado, Tierra Adentro, Gay Sunshine, Hora de Poesía, Rimbaud Vuelve a Casa. En fecha próxima el poeta Bruno Montané sacará a la luz en Barcelona una nueva edición de La ciencia de la tristeza en la editorial independiente Ediciones Sin Fin. Desde hace años no se tenía noticia de Darío Galicia. Muchos de sus amigos y gente que lo conoció lo daban por desaparecido. El mismo Roberto Bolaño, que murió en 2003, partió con la idea de que el compañero de tantas aventuras y desplantes había sucumbido al peso de su destino. Por cierto, Darío inspira un personaje gay y transgresor en la novela Los detectives salvajes de Bolaño, no Piel Divina como algunos confunden, sino Ernesto San Epifanio. ¿Qué había pasado con Darío? Por diferentes caminos nos encontramos viejos amigos del

poeta y yo, al que apenas me lo crucé en los años ochenta, en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, con paso torpe y voz lenta, cargando a cuestas la leyenda negra de una lobotomía. Un poco como “detectives salvajes” nos dimos a la tarea de ir tras su rastro, entre recuerdos vagos de una visita a su casa en los años noventa y la aparición providencial de una ficha con una dirección en los archivos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Así, el sábado 6 de abril dimos con Darío Galicia. Lo encontramos en condiciones lamentables y “conversamos” con él: Luis Antonio Gómez, poeta y amigo muy cercano a Darío desde los años setenta, Mario Raúl Guzmán, editor de la revista La Zorra Vuelve al Gallinero, y yo que escribo un texto sobre este poeta marginal y legendario. En una segunda visita lo llevamos, trastabillante él, a darse un baño y cambiarse de ropas, a que le graduaran unos lentes en el Centro, a comer en un restaurante. Se nos unieron los poetas José Peguero y Juan José Oliver, también antiguos amigos infras. De ese encuentro, quedó la promesa de Oliver de conseguirle una máquina de escribir pues Darío constantemente repetía el deseo de hacerse de una. Para cuando aparezca esta nota, Oliver y Mario Raúl habrán ya comprado la Olivetti Lettera 32 usada que quiere Darío. También un ciento de hojas bond tamaño carta y se las habrán llevado a su casa. “Al poeta le saldrán nuevas alas si reemprende la escritura. Ojalá…”, me dice en un mensaje Mario Raúl. Ojalá… pues aún desconocemos si Darío nos percibe como algo más que personajes de un sueño brumoso, fraguado por

la soledad, la tristeza y el desamparo. En 1976 Darío Galicia fue sometido a una operación por aneurismas cerebrales. Un poema de Bolaño, “Visita al convaleciente”, da cuenta del hecho. ¿Cómo fue que esa intervención quirúrgica se convirtió en la práctica bárbara de una lobotomía por su condición homosexual? Es algo que, sin duda, estremece la dignidad y la imaginación. Y si bien pudo recuperarse y volver a escribir, paulatinamente con los años fue perdiendo destrezas físicas e intelectuales. Tras la nueva visita al convaleciente, puedo afirmar que aún conserva lucidez y memoria. Pero se encuentra muy deteriorado, viviendo en condiciones paupérrimas a sus casi 66 años, con problemas de salud, alimentación y manutención, apenas al cuidado de una tía de más de 80 años, que con dificultades puede cuidarse a sí misma, en un departamento ruinoso en la colonia San Andrés Tetepilco, Iztapalapa. A la leyenda de la lobotomía, se sumaba la de su desaparición. Como señalé antes, mucha gente lo daba por muerto, aunque los poetas Uriel Martínez Venegas y José Vicente Anaya, el librero Enrique Fuentes, el impresor Juan Pascoe dieron noticia de haberlo visto en situación de calle en diferentes momentos. La escritora Carmen Boullosa, que lo conoció cuando ambos eran jovencísimos y obtuvieron la beca Salvador Novo en 1975, escribió en un artículo publicado en Día Siete en abril de 2008, con rabia e ironía, sobre el estado de indefensión en que nuestro país podía

Darío inspira un personaje gay y transgresor en la novela Los detectives salvajes

abandonar a sus creadores caídos en desgracia. A raíz de ese artículo el fotógrafo Javier Narváez se dio a la tarea de buscarlo y registró su paso por las calles del Centro, mientras Darío se acercaba a un café al aire libre y tomaba restos de los vasos desechados. Encorvado, envejecido, indigente, fue un milagro que Javier descubriera en este personaje los rasgos del poeta más joven. Darío Galicia es una figura singular en la poesía mexicana y en particular homosexual, que le dijo a las cosas por su nombre y se asumió con honestidad y rebeldía desde los tempranos años setenta, cuando ni siquiera estaban en boga las palabras “homosexual” o “gay”. Así lo reconocen autores como Isabel Fraire, Braulio Peralta, Vera Larrosa, José


DE PORTADA

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Tres poemas DARÍO GALICIA

Autobiografía: mándeme a la silla eléctrica Oxido la tarde en el café Un duelo negro refleja mi sombra Recorro el cielo Mi eterno Meinkampf Ataúd negro sin estrellas Las estaciones son polvo negro No existe el color El negro es mi duelo Mis ojos tapados en una celda blanca No hay voluntad Los tranquilizantes son el péndulo de mi mente Aquí estoy encerrado En mi crujía Donde ninguna alma late ¿La salud mental?... Es su invención Psiquiatras asesinos Enfermeros carcelarios Enemigos de la invención y la Utopía A mi huelga de hambre Pinchan mis venas con comida artificial Cada gota que cae es un gusto por mi náusea Me es vetado el grito Un golpe Otro madrazo En un psiquiátrico Donde ronda mi cadáver No espero mi Hiroshima Soy un ciudadano desconocido Soy un expediente psiquiátrico Donde no tengo nombre Ni historia.

Arte poética

No me interesa ser un hombre fragmentario Ni eructar Marx Marx cada media hora No quiero ganar un concurso Ni tampoco becas Ni ser un poeta profesor Solo quiero Caer desnudo en el fondo de un poema

Fábula de amor

El autor de La ciencia de la tristeza fotografiado el 1 de mayo de 2008.

Falconi, entre otros escritores. Su poesía se inscribe en la tradición de los poetas salvajes que, en particular desde Rimbaud, han enfrentado con belleza despiadada y temeridad luciferina los convencionalismos y la estrechez de miras de una sociedad conservadora y represiva. Una brecha que marcaron un Pedro Lemebel en la tradición latinoamericana en años semejantes a los de Darío, y un Abigael Bohórquez en la tradición mexicana unas décadas antes. Para aquellos que desconocen la figura de Darío Galicia presentamos una breve muestra de su poesía. Y para aquellos que lo conocieron y deseen ayudar a este poeta a quien los hados literarios han tenido en el olvido y el abandono más ingentes, pueden escribir al correo de Mario

Raúl Guzmán: mrguzz@hotmail. com o al mío: anaclavel@yahoo.com. De manera urgente agradeceremos apoyo para que pueda ser asistido en alguna institución médica a fin de determinar sus condiciones reales de salud y darle el debido tratamiento, así como la colaboración para gestionar algún tipo de pensión que le permita vivir con decoro. Por supuesto, cualquier otro tipo de ayuda será bienvenida. Vaya ironía la del título de su segundo libro. Y es que, en “la ciencia de la tristeza”, el poeta Darío Galicia ha obtenido, al parecer, un cruel diploma de honor. Ojalá que mediante una justicia poética y más humana logremos rescatarlo, restituirlo, y asistamos a su resurrección. Sí… que Darío vuelva a casa.

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Nuestro amor es una fábula Una película que nadie quiere Filmar Dos muchachos Dos cuerpos desnudos en la hierba: Y aire haciendo vibrar Ondas de colores Nuestro amor es una historia Prohibida Y aun así tú y yo Nos besamos en reforma Y en la universidad Ocultos en las sombras Y también cuando No resistimos El brillo y la atracción De nuestros labios. La fuerza de cuatro piernas Y esta honda ternura Y la necesidad de Amarnos Frente a la luz del día. Simplemente como dos hombres que se aman.

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TERTULIA

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PERSONERÍO

ENTREVISTA

El juego de Cervantes

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JOSÉ DE LA COLINA

n Madrid, el martes 19 de abril de 1617, cuatro días antes de su muerte por él mismo prevista con solo un día o tal vez solo unas horas de diferencia (pues en una de las páginas más conmovedoras de las letras castellanas predice que “al paso de las efemérides de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida”, y se adelantó a morir el sábado 23), don Miguel de Cervantes dedicaba a su mecenas el conde de Lemos el libro en que habría estado trabajando con sus últimas fuerzas, y del cual apenas cuatro meses antes, en la dedicatoria del mismo benefactor, decía que sería “o el más malo o el mejor que en nuestra lengua se ha compuesto, quiero decir de los de entretenimiento, y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo porque según la opinión de mis amigos ha de llegar al estremo de bondad posible”. El libro se titulaba y titula Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia Setentrional, y que en el poema del mismo Cervantes Viaje del Parnaso menciona como “el gran Persiles”, no es en realidad ni el más malo ni el mejor de los de su género y de los de lengua castellana. Por lo pronto, no es desdeñable dentro de la vasta obra cervantina. Es verdad que ha quedado valuado por debajo no solo del Quijote, sino además de las Novelas ejemplares, los Entremeses, la tragedia Numancia, y acaso por debajo del nivel de la letárgica novela pastoril La Galatea o los laboriosos tercetos endecasílabos del viaje parnasiano. Un típico libro de divulgación sobre las letras españolas decía lo siguiente: “La densa acción apenas deja espacio a la humanidad de los protagonistas, que diríanse faltos de vida […]. En cuanto a su famoso humorismo, vemos solo pálidos y poco frecuentes rasgos […]. Faltan los elementos típicos de su vena creadora […]. Cervantes no era siempre buen crítico de sí mismo”. Pero… Si es verdad que el Persiles es una obra menor en relación con el Quijote, no resultaría nada despreciable bajo la firma de cualquier autor del siglo. Despojada de algo de su retórica, de sus evidentes morceaux de bravoure, se la podría aun hoy considerar una obra maestra como libro de los de entretenimiento, y digna de ocupar un estante al lado de autores hoy rescatados del menosprecio en que se tenía el género de aventuras. Como seguramente intuía el mismo autor, el argumento se habrá ido formando en una improvisación sobre la marcha. El plan enredado de la novela, sometido a constantes contingencias y coincidencias de la intriga y la acción, enriquecido con otros casos de amores contrariados y lanzados a la aventura, permite al autor obedecer a su fantasía como a una lírica y épica embriaguez, entregando todos sus personajes a la tornadiza Fortuna, a la influencia de un destino ciego que juega con la Naturaleza y los seres humanos. A final de cuentas, esa indecisión, por lo demás, no es demasiado extravagante, porque lo que de la novela nos importa no es la psicología de sus personajes, sino precisamente ese sugestivo esbozo de sombras impersonales y fugaces que se mueven en un mundo como soñado y en el que la acción seguiría el dictado de una voluntad más musical que argumental o dramática.

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La autora de Sinfonía del placer, publicado por Turner.

Verónica Maza Bustamante

“El sexo y la música pueden acercarte a lo divino”

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SILVIA HERRERA FOTOGRAFÍA JORGE MENENDEZ

ducadora sexual, la gente la conoce especialmente por su columna “El sexódromo” de Milenio Diario. En su reciente libro, Sinfonía del placer. Lo que nos enseña la música en el sexo y viceversa (Turner, 2019), Verónica Maza Bustamante conjuga dos de sus intereses más personales. Para ella, como apunta en la introducción, “La música y la sexualidad humana bien comprendidas tienen la capacidad de cambiar el mundo”. En la siguiente conversación, ahonda en algunos de los temas que trata el volumen. Hablas del libro como la culminación de una etapa. ¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo? Escribirlo me tomó cinco meses, pero es un trabajo que llevo haciendo desde hace 28, cuando comencé a escribir sobre música. Por mera asociación, nada más viendo el título, para mí la relación sexo y música me lleva al ritmo. No lo había pensado, pero sí. Cuando uno tiene un encuentro erótico está presente el ritmo. Creo que justo cuando el ser humano descubre la cuestión del ritmo en su vivencia erótica es cuando empieza a convivir con la música y el placer. Cuando haces el repaso del sexo en las culturas antiguas, hablas del papel fundamental de la mujer. Así es y pongo que muchos investigadores actuales dicen que no debería-

mos llamarnos homo sapiens sino gyna sapiens, porque las mujeres evolucionaron mucho más. En este y en mis otros libros he tratado de hacer un ejercicio feminista. La mujer no es el “sexo débil” e históricamente se ha demostrado que hemos estado a la par e incluso a veces hemos sido más cabronas que el hombre. Pasemos ahora a la cuestión terapéutica. Escribes que en algún momento la ciencia se te apareció en tu función como educadora. Con este libro mis conclusiones me llevaron a investigar una parte de la ciencia porque siempre decía: “obviamente la música y el sexo están ligados al placer”. Pero pensaba que debía haber una cosa fisiológica, una cosa hormonal similar cuando estamos viviendo algo erótico y cuando estamos escuchando música. Esa investigación se fue dando poco a poco, aunque ya desde mi columna, “El sexódromo”, lo tenía claro. En la tarea de educadora sexual en mis conferencias, y hasta en mis pláticas casuales para explicar la sexualidad, me he valido de la música como una herramienta explicativa. Sí, pero creo que también la música puede ser un auxiliar para tratar algunas disfunciones como la eyaculación precoz valiéndose, como decía antes, del ritmo. La música no solo como una cuestión de acompañamiento. La música siempre se agradece como un soundtrack, pero como he-

rramienta terapéutica te platico que acabo de estar en un congreso y ahí di unos talleres. Uno de ellos está basado en el libro y me fue súper bien. Cuando te clavas en la letra o en el ritmo o en lo que te recuerda una canción, todo eso se vuelve una buena herramienta para cualquier educador sexual. Me gustó que aclararas que podemos conceder que el sexo nos lleva al cielo, ya lo dicen los poetas, pero luego la gente se clava y quiere estar haciéndolo todo el tiempo para ver supuestamente a dios. Un aspecto más sencillo y cotidiano es ver al sexo y la música como elementos para paliar el estrés. Esa parte que mencionas es muy interesante y salió sobre la marcha porque en los últimos años he seguido el budismo y fue una herramienta más para trabajar los temas de la música, el sexo y el placer. El budismo te acerca a la idea de quién eres y a todas las posibilidades que tienes como ser humano viviendo hacia afuera y hacia adentro como un ser infinito. Cuando unes esas tres cosas en una práctica como el budismo llegas a un nivel espiritual muy padre porque eso se contrapone a la típica idea de que el sexo es pecaminoso o instintivo. Yo digo que no, que en realidad somos capaces de controlar como queramos lo que llamamos impulsos. Un camino espiritual como éste te ayuda a entender que el sexo, como la música, no te alejan de lo divino sino que te pueden acercar a ello.

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EN LIBRERÍAS

8 DE JUNIO 2019

NARRATIVA, POESÍA, ENSAYO La distorsión

Restauración

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A FUEGO LENTO

Música de ópera

Jaulas vacías México, 2019

Rafael Toriz Literatura Random House México, 2019 169 páginas

Ave Barrera Paraíso perdido México, 2019 248 páginas

Soledad Puértolas Anagrama España, 2019 274 páginas

Contar la vida personal lleva irremediablemente a los antepasados y quizá a la región donde nacieron, crecieron, procrearon. Pero también puede ser un ejercicio inútil pues el yo nunca permanece fiel a sí mismo y la memoria suele andar con pasos inseguros. Con estas certezas a cuestas, el protagonista de esta novela se empeña en escribir una suerte de autoficción que muy pronto se instala en los terrenos del ensayo. Toriz exhibe las dotes del consumado provocador.

Ganadora de la séptima edición del Premio Literario Lipp La Brasserie, en esta novela la autora establece un diálogo con Farabeuf de Salvador Elizondo. “Hay una intención de establecer algo así como una reescritura de Farabeuf, pero desde la perspectiva del personaje femenino”, ha señalado Barrera. Al intentar recuperar la casa que perteneció a la familia de su pareja, una vez que abre la puerta la protagonista alborota los recuerdos y las presencias que esconde.

En esta novela inspirada en personas de carne y hueso, la historia de tres generaciones de una familia de Zaragoza se entrevera con algunos episodios clave de la Historia con mayúsculas: la guerra civil en España, la revolución cubana, la Primavera de Praga. Tres mujeres imponen su presencia y a través de sus experiencias se va revelando una trama de intimidades que guardan celosamente un secreto. Puértolas sabe interpretar lo que hay de universal en los hechos cotidianos.

Calles de Berlín y de otras ciudades

La materia sensible

Laboratorio lector

Siegfried Kracauer errata naturae España, 2019 314 páginas

Claudia Masin Dirección de Literatura/ UNAM México, 2019 237 páginas

Daniel Cassany Anagrama España, 2019 216 páginas

Exiliado en Nueva York luego de abandonar Alemania tras el ascenso del nazismo, Kracauer es una figura emblemática de la cultura centroeuropea. Este volumen recoge algunos de sus textos escritos en las décadas de 1920 y 1930, textos marcados por el amor a las ciudades y a sus mayores emblemas, al estilo de los ensayos de Walter Benjamin. Son una ventana abierta a la Europa de entreguerras y a su brillo cotidiano, cegado de inmediato por la barbarie.

Geología, La vista, Abrigo, La plenitud, El verano, La siesta, La cura y Lo intacto son los poemarios publicados entre 2001 y 2018 que se incluyen en este libro de la autora argentina que obtuvo el Premio Casa de América de Poesía Americana 2002. En el prólogo, Mónica Nepote señala: Claudia Masin “esboza puntos de partida que trazan una ruta y establece una postura desde donde, imagino, aborda la siguiente duda de la crítica literaria Chantal Maillard: ‘¿qué esperar del poema?’ ”.

Explica el autor los propósitos de este laboratorio: “Haremos experimentos sobre la lectura: descubriremos los procesos y las actividades implicadas en la acción de comprender un escrito”. El campo de estudio lo conforman “la prosa que contiene este libro y tu cerebro y tu cuerpo de lector”. Seguir un texto a partir de las palabras significativas o aprender a realizar fijaciones para leer con rapidez se cuentan entre los experimentos “para entender la lectura”.

El pulso de lo fantástico ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

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asta hace unos pocos años, la noción de lo fantástico era una ausencia vergonzante en la narrativa mexicana. Los elefantes rosas, por ejemplo, existían solo en los delirios etílicos de algún infortunado. Quizá porque la realidad es más que un reporte policiaco impreso en papel de bajo gramaje —una propensión que, hay que decirlo, resulta cada vez menos literaria—, lo fantástico se mueve ahora con total naturalidad. De la familiaridad de lo fantástico da cuenta el más reciente libro de Bibiana Camacho, Jaulas vacías (Almadía), en el que concurren 17 relatos tan insólitos como extravagantes. Uno se encuentra siguiendo las preocupaciones de una joven insomne y de pronto, con la afabilidad de un viejo conocido, irrumpe un “paquidermo rosa del tamaño de un ratón”, que encima de todo responde al nombre de Simón. Es posible también que asistamos al sepelio de una vecina comedida y un día después miremos con espanto a un enorme murciélago, “de mirada hipnótica”, ocupando su departamento. Bibiana Camacho procede mediante imperceptibles desplazamientos. Ahí está sin variaciones el pulso cansino de la vida cotidiana, con sus monótonas ceremonias familiares, laborales, amorosas. Por otro lado, los personajes se muestran condenados a repetir los mismos gestos, las mismas rutinas. Los hechos parecen responder a la lógica de los rituales cotidianos pero de súbito, gracias a la intromisión de un objeto, un ser o un ingrediente ajeno, esos rituales son tocados por la extrañeza. Concibo la pieza “Todos los martes” como un modelo de tal estrategia. En su trama hay una inquilina recién llegada que padece el escándalo que se apodera de los pasillos del edificio una vez que se mete a la cama. No hay presencia alguna, solo ruidos festivos. Agotada, consumida por la incertidumbre, una noche decide sumarse a la extraña celebración abriendo la puerta y sentándose a su pequeña mesa, donde aguardan un buen pedazo de carne y una copa de vino. Los ruidos cesan; ha sido aceptada. En Jaulas vacías constatamos la existencia de un mundo que obedece a sus propias leyes, siempre en pugna con la naturaleza verificable de los hechos. Que exhiba una indiscutible autosuficiencia es prueba de que pertenece a la literatura.

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CIENCIA

8 DE JUNIO 2019

DESMETÁFORA

Einstein, Piaget y la irrealidad del tiempo Para el Universo, el antes y el después son tan indistinguibles como el arriba y el abajo

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ace 50 años que el epistemólogo Jean Piaget publicó su libro La percepción del tiempo en los niños. En el prólogo, Jean Piaget escribió que fue Albert Einstein —quien presidía la primera conferencia internacional de filosofía y psicología en Davos, Suiza— quien lo instó a iniciar sus estudios sobre el origen del concepto de tiempo en nosotros. En 1928 se habían reunido físicos, filósofos y científicos en los Alpes suizos para intercambiar ideas. Ahí participó el Mahatma Gandhi marcando con su espíritu la serie de conferencias que ha continuado hasta nuestros días. También estaban Sigmund Freud y Jean Piaget, joven fisiólogo suizo que a la sazón tenía 31 años. Piaget ya era conocido por sus estudios en los niños, en los que buscaba una mejor comprensión de la manera en que llegamos a entender el mundo. Cuando Piaget concluyó su ponencia, Albert Einstein se le acercó y le sugirió indagar si la idea que tenemos del tiempo es primitiva o derivada de la noción de velocidad. Einstein estaba interesado en saber si las dos maneras de concebir el tiempo surgen de manera solidaria desde el comienzo. Piaget diseñó entonces varios experimentos y concluyó que la noción de tiempo resulta de una elaboración de tres atributos del tiempo racional: homogeneidad, continuidad y uniformidad. Para Piaget, la idea que tenemos del tiempo es el resultado de una lenta construcción de relaciones. Han pasado 50 años desde que el epistemólogo publicara el libro en que se abordó por primera vez el concepto de tiempo desde el punto de vista fisiológico. Muchos pensamos que en la actualidad los problemas más importantes que enfrenta la ciencia al escudriñar los fundamentos del Universo tienen que ver con la manera de entender el tiempo. Todos los misterios de la física que van desde el origen del cosmos hasta los enigmas de la mecánica cuántica; las preguntas que nos planteamos sobre la unificación de las fuerzas y nuestras ideas de simplificación,

GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx FOTOGRAFÍA MUSEO SAN NICOLÁS

Para Piaget, la noción de tiempo es resultado del desarrollo cognitivo.

unicidad y simetría, están relacionados con la manera en que concebimos el tiempo. Piaget partió de la experiencia misma en la que el tiempo es real. Uno percibe el transcurrir de los eventos. Los días pasan, los relojes hacen tic tac y nosotros envejecemos. Sin embargo, para los físicos la posibilidad de que el tiempo sea solo una ilusión ha sido siempre la mejor opción. Para los físicos, el tiempo es solo un espejismo porque hemos visto que muchas leyes en la física son reversibles. La mecánica clásica, le teoría de la relatividad general y la mecánica cuántica son reversibles. Esto quiere decir que, en estas teorías, podemos invertir el tiempo y las ecuaciones siguen siendo válidas. Curiosamente, el modelo que tenemos para entender el mundo microscópico de las

El tiempo es solo un espejismo porque hemos visto que muchas leyes en la física son reversibles

partículas elementales no lo es. No obstante, en este modelo de partículas podemos invertir el tiempo y recuperar la historia si también hacemos dos transformaciones adicionales: reemplazamos a las partículas por sus antipartículas y cambiamos la izquierda por la derecha. Con esto ya tenemos reversibilidad también aquí. Esta reversibilidad generalizada nos ha hecho pensar que el tiempo no es real porque si las leyes de la naturaleza se pueden invertir cronológicamente entonces no hay diferencia entre el pasado y el futuro. En este sentido, las observaciones de Piaget que establecen el desarrollo humano en relación distinta con el pasado y el futuro no pueden ser una propiedad fundamental en el Universo. Las diferencias con las que aprendemos de niños a distinguir lo que ya pasó de lo que está por venir podrían ser solo una fantasía. “Para el Universo, las dos direcciones del tiempo son indistinguibles de la misma manera como son

indistinguibles el arriba y el abajo”, decía Ludwig Boltzmann. Es por eso que los físicos siempre hemos dudado de la existencia real del tiempo. Por supuesto, todo lo que sabemos en el terreno de la física está sujeto a discusión. La idea del tiempo como resultado de la fisiología humana que se sujeta a la evolución biológica parece indicarnos que es una quimera, una alucinación que emana de las estructuras cerebrales. No obstante, hay quien sostiene que no es así. Hay físicos que consideran que el tiempo es real e intentan recuperarlo asignándole un rol fundamental en los principios del Universo. Para algunos físicos, el tiempo no es una falacia sino una propiedad de la naturaleza para generar novedades. Sea como sea, realidad o ficción, la verdadera naturaleza del tiempo se nos irá revelando en la medida que avance nuestro conocimiento de los principios del Universo. Lo que realmente es el tiempo solo el tiempo lo dirá.

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ESCENARIOS

8 DE JUNIO 2019

PERIPECIA

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DOBLE FILO

El esmoquin de Rafael Sánchez Navarro FERNANDO FIGUEROA

D Beautiful Julia se presenta de jueves a domingo en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz.

La edad de la indefensión

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ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com FOTOGRAFÍA JESÚS MORALES GERMÁN

a intimidad adolescente, misterio envuelto en el miedo de sentir, de hablar, de ser descubierto por los demás, antes del autodescubrimiento, se vuelve el codiciado secreto de una joven comunidad que intenta sobrevivir en territorio minado: la etapa de secundaria. Beautiful Julia traslada al espectador a ese estado de indefensión, cercado por la violencia, del que muy pocos salen ilesos. El texto de Maribel Carrasco y la dirección de Boris Schoemann revelan la depuración del trabajo que ambos han realizado durante años para indagar, analizar y exponer escénicamente el caudal de sucesos que determinan la vida de las personas en crecimiento. En esta oportunidad, esa microsociedad escolar, que reproduce mecanismos de arbitrariedad y abuso, es puesta por la dramaturga y el director bajo la lente de aumento justo durante el intento por averiguar quiénes somos, cómo podemos mirarnos hacia dentro y cómo nos ven desde fuera, así como el modo en que requieren ser vistos los otros y el mecanismo para lograrlo, entre agresiones, persecución y batallas cotidianas. Beautiful Julia rompe, mediante un montaje claro, honesto, dinámico y abierto, la resistencia adulta a mirar la adolescencia propia y ajena. Cuatro personajes resumen generaciones enteras en la prepotencia de El Ganso, la tensa sumisión de Erick,

la fuerza, la sutileza y el asombro de Julia, la vulnerabilidad y el pánico de Daniel, agazapados todos bajo su propio escudo para avanzar en la batalla de cada día. Un piso y dos puertas corredizas que aluden al metal deteriorado de un colegio se transforman mediante un juego casi coreográfico de elementos en la oficina de la directora, la calle, el cine, el bosque y la casa de Daniel, a partir de una dinámica escénica en la cual los personajes reaccionan al momento de nombrar el suceso en que se encuentran, De manera intermitente, alguien más narra, acota, revela, destaca con su voz y su ímpetu lo que viven estos personajes que se encuentran en el proceso de saber más allá de lo que se les ha impuesto. Fernanda Echevarría, Baruch Valdés, Alfredo Veldañez y Ulises Galván conforman el elenco de este montaje —que alternará, en el caso de los primeros, con Rebeca Ros y Rodrigo Olguín— que entre sus virtudes integra el equilibrio entre intensidad y sutileza para abordar la sexualidad y la identidad de género. La capacidad actoral de estos jóvenes revela en cuerpo, rostro y mirada, esa transformación, propia de la

Los personajes se encuentran en el proceso de saber más allá de lo que se les ha impuesto

adolescencia, que va del ostracismo, el rechazo y la agresión al descubrimiento de sensaciones y emociones. El espectador es trasladado así a ese que fue o a aquel que es, en una batalla por un momento de libertad, siempre al acecho de quienes no se permiten esa posibilidad frente al pánico de perder seguridad, territorio y poder. La metáfora escénica de Beautiful Julia se despliega como una caja de sorpresas a través del diseño de escenografía e iluminación de Jesús Giles, que transforma cada ámbito mediante ligeros y veloces deslizamientos y cambios; el vestuario de Pilar Boliver, que otorga pistas fieles para intuir características de los personajes; el diseño de la música original de Fede Schmucler, que introduce al espectador en atmósferas que van de la zozobra oculta de los personajes al bombardeo social por el que atraviesan; mientras que la realización de video y diseño multimedia de Gerardo del Razo proyecta la pugna entre aparentes contrarios que libra el personaje principal en su afán de arribar al momento de la liberación. Beautiful Julia es una obra que excarcela a través de un viaje al pánico que vive el adolescente y que el adulto ha aprendido a enmascarar de distintas formas. Este montaje de una obra inscrita en la narraturgia retoma la intensidad, la valentía y el tipo de actuación que se exige para asirse a la palabra como a un paracaídas sin perder vuelo.

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e martes a domingo, en La Casa del Teatro (Coyoacán), Rafael Sánchez Navarro protagoniza Tragaluz (Skylight), de David Hare, al lado de Marina de Tavira. Minutos antes de una función, el actor juega ping-pong con Laberinto. ¿No es un paquetazo interpretar el mismo papel que hizo Bill Nighy para el National Theatre de Londres? En lo absoluto. Que los demás juzguen mi trabajo, pero mira nada más la gran actuación de Marina. Tenemos al mejor director de este país, Luis de Tavira, y escenografía de Alejandro Luna. Me hubiera gustado ver el montaje que mencionas y que ellos vieran el nuestro. ¿Tú también aplicas aquello de “Hágase lo que se deba, aunque se deba lo que se haga”? Sí. La frase se la escuché a mi padre (Manolo Fábregas), y decía que venía de mi bisabuela, doña Virginia. ¿Pesa más ser hijo del Señor Teatro o de Fela? No es un peso sino un compromiso. La mejor anécdota trabajando al lado de tu padre. En El hombre elefante. A la hora de los aplausos, con todo el público de pie en Mexicali, sentí que él me apretó muy fuerte la mano; lo miré y vi que estaba bañado en lágrimas. Entonces, me dijo: “¡Qué bonito puede ser esto!”. Me puse a llorar también. ¿Cuál era su mayor virtud? Ser un caballero. Y de Fela. El tesón. Tu dramaturgo favorito. Tom Stoppard. ¿Te molesta que en algunos medios te ubiquen como “el novio de Marina de Tavira”? No. Al principio me decían “el hijo de Manolo Fábregas”, “Rafael Fábregas”, “Manolo Sánchez Navarro”. Los que no andan despistados saben quién soy. ¿No te viste muy asaltacunas con Marina? No exageres. ¿Era rentado el esmoquin que usaste para ir a los Premios Óscar? ¡Nooo! ¡Qué pasó! Compré el más caro, el más chulo y el que mejor me quedó para acompañar a Marina. Tu mayor fracaso como productor. El teniente y lo que el gato se llevó, y mira con qué elenco: Héctor Bonilla, Bruno Bichir, Juan Manuel Bernal, Verónica Merchant y tu servidor. Y nos llevó la chingada. ¿Y el mayor éxito? Drácula. ¿Qué le aprendiste a Ernesto Alonso en Bodas de odio? La claridad de sus proyectos. Sabía exactamente qué quería hacer. ¿Y a Susana Alexander en Cómo ser una buena madre judía? Conseguir que un chiste sonara fresco cada día. ¿Te gusta hacerla de villano? Un día El Tigre Azcárraga me dijo: “En esta empresa necesitamos caras bonitas para los galanes y buenos actores para los villanos. Aquí te necesitamos”.

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ

8 DE JUNIO 2019

http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto

TOSCANADAS

Minucias DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

E

ntre los consejos que don Quijote da a Sancho, está éste: “Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo, que parezca que vas sobre el rucio; que el andar a caballo a unos hace caballeros, a otros caballerizos”. Tal indicación debería haberla tomado Agustín de Iturbide, pero a la inversa, pues algunas versiones cuentan que fue capturado en Tamaulipas porque, pese a haberse disfrazado, levantó sospechas por su modo tan elegante de montar. Si alguien tiene curiosidad, el Diccionario de Autoridades dice que un caballerizo es “oficio que hay en las casas de los Reyes, Príncipes y Grandes señores, el cual es de escalera arriba”, o sea, de cierta importancia. Es lo que en México llamamos caballerango, oficio que desempeñó el buen Emiliano

EMILIANO ZAPATA

Diestro como jinete, el Caudillo del Sur posa para una foto en 1914.

Zapata en la casona del yerno de don Porfirio Díaz, uno de los célebres cuarentaiuno, y donde cuentan prosistas e historiadores que el Caudillo del Sur también hubo de desempeñar otros oficios más carnales. Zapata tenía fama de buen jinete, no sé si equiparable con la elegancia de la alta escuela militar, pero al menos sí en habilidad, presteza y osadía. En esto debía ser heredero de una larga tradición, pues ya en 1615, Cervantes puso en boca de Sancho Panza: “Vive Roque, que es la señora nuestra ama más ligera que un alcotán y que puede enseñar a subir a la jineta al más diestro cordobés o mejicano”. Me resulta curioso que la RAE se haya tardado dos siglos en meter “mejicano” en su diccionario, y con suma nostalgia, todavía en la edición de 1843 le llamaba “reino”. No fue sino hasta 1852 que le llamó “país”. En el Quijote, Cervantes menciona nuestra patria solo otra ocasión, cuando se hace una gran reunión en la venta,

que el ingenioso hidalgo se imaginaba ser castillo, y a donde llega un hombre que “iba proveído por oidor a las Indias, en la Audiencia de Méjico”. Nótese que hay una correspondencia lógica en el hecho de que el encargado de la audiencia sea un oidor, aunque luego se prefirió la forma “auditor”, si bien los auditores ya no suelen escuchar. A la vez, el oidor va proveído, que no viene del verbo oír, sino ver, o mejor, veer, como se escribía en su forma antigua. De modo que dos cargos de escalera arriba eran el del oidor y el del veedor. Hoy sobreviven las formas antiguas y modernas. Así decimos “prever”, pero decimos “proveer”. Y para este último verbo usamos tanto el participio “provisto” como “proveído”, sin que por eso podamos decirle a una persona “No te había veído desde el año pasado”. Entreteniéndome en estas y otras minucias, se entenderá por qué no pude cumplir mi propósito de leer, que no de ler, Don Quijote en cinco días.

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BICHOS Y PARIENTES

Vasco de Quiroga y la libertad positiva

V

asco de Quiroga no era hombre de la iglesia jerárquica sino de la ciudad, los litigios jurídicos y la vida productiva; lo hicieron obispo sin que hubiera pasado por ninguna formación de clérigo. La influencia que recibe de la Utopía de Tomás Moro es innegable, no solo porque lo cita sino porque coincide, como punto de partida, en suponer la radical igualdad entre personas: no una igualación de bienes en el mundo, sino de la esencia humana. No se hace ilusiones respecto de la “natural bondad” de nadie, como Bartolomé de las Casas, que veía en todos los indios almas buenas e inocentes; ni es como los encomenderos, que los juzgaban como bestias de trabajo. El buenazo de Las Casas, tan admirable y noble, tan bravo en su defensa del bien y en la abominación del mal, deja como herencia un sueño, un icono y una entelequia jurídica llamada indio. Algo muy contrito y muy medievalote: hemos sido el mal y la crueldad sobre unos indios buenos que, si pecan, es por ignorancia, no por maldad, y es nuestra responsabilidad velar por ellos y conducirlos al bien. Para Quiroga, en cambio, no se puede concebir al indio como persona y tratarlo jurídicamente como algo distinto, ni menos, ni más, ni especial. Como Moro, no vacila en hallar ambas cosas, bien y mal, mezcladas todo el tiempo entre las potencias humanas: no es la constitución del alma sino las circunstancias en el mundo. El mal no solo no es evitable sino que resulta necesario para la existencia de la libertad y la posibilidad de salvación de los libres. Solo puede ser bueno quien elige y obra el bien, y eso no depende de raza, ni casta, ni nación. Quiroga parece comprender

JULIO HUBARD IMAGEN JUAN O’GORMAN

que hay formas del mal que operan como disparadores del bien y la libertad. Eso, en el siglo XVI, y en el ámbito de la colonización, resulta extrañísimo. Nada en la herencia hispánica lo anticipaba y todavía está sin elucidarse en qué modo la concepción de la naturaleza humana de Moro marcó el pensamiento moral y hasta teológico de Vasco de Quiroga. No hay manera de explicar su osadía teológica y jurídica excepto por

No vacila en hallar ambas cosas, bien y mal, mezcladas todo el tiempo entre las potencias humanas

aquella confianza radical en la igualdad de la naturaleza humana que generó espacios, territorios y tradiciones de pueblos libres y productivos. Echó a andar una medida que provoca enojo: los indios debían seguir en la servidumbre de las encomiendas, al menos durante dos generaciones, y cuando hubieran aprendido artes y oficios, se les liberaría. Salvando todas las diferencias históricas, quitó los pesos ideológicos y las restricciones, y los indios se volvieron empresarios, artesanos y comerciantes; construyeron una sociedad próspera, cuyos beneficios llegan hasta... ¿podemos decir “hoy”? Quizá ya no. Nos cayó encima, aplastándonos, aquel Estado que cree que debe imbuir el bien sin ver que solo nos sofoca.

Detalle del mural Historia de Michoacán, de Juan O’Gorman, en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra de Pátzcuaro.

La diferencia con Las Casas es de raíz. El dominico, como medieval, tomista y aprovechado discípulo de Vitoria, todavía piensa en jerarquías del bien y el mal; su imaginación ignora las distancias y la secuencia en el tiempo. Sacar al indio de su servidumbre por vía del derecho y las leyes pintó un retablo de salvación, pero no generó libertad porque no era posible la autosuficiencia: el libre albedrío, sin posibilidad de actuar en libertad, es una nueva forma de la servidumbre. Quiroga, en cambio, había entendido un punto ajeno por completo al universo hispánico. Cuando se piensa desde la pura teoría, la libertad se define, en su forma “negativa”, como libre de restricciones externas (“libre de…”). Pero en la práctica, la dinámica de la libertad se complica: ¿para qué querría ser libre una persona que no tiene instrucción, ni sabe oficio, ni logra participar en la sociedad? Por ejemplo, un par de siglos después, Booker T. Washington vio con horror cómo los esclavos que él mismo había liberado, durante la Guerra de Secesión estadunidense, se apresuraban a ponerse de nuevo como esclavos en otras fincas. Como libres, no tenían modo de sobrevivir porque no sabían leer ni hacer nada que los vinculara a la vida civil para ganarse su sustento. Libres de amo, pero esclavos de las condiciones reales. Isaiah Berlin define la libertad “positiva” como la facultad de llevar a cabo las decisiones y actividades libres (“libre para…”). Pero eso lo había inventado ya Quiroga: que antes de soltar una persona a su libre suerte, tenía que quedar en capacidad de sostenerse en la libertad civil. Las manutenciones, tutelas y protecciones no han hecho más que baldados y víctimas.

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