Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO SÁBADO 14 DE SEPTIEMBRE DE 2019 AÑO 16 - NÚMERO 848
Toledo
Eko, Víctor Manuel Mendiola, María Isabel Grañén Porrúa, Guillermo Santos, Araceli Mancilla
ARTURO RIVERA/ Obra realizada para Laberinto
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ANTESALA
14 DE SEPTIEMBRE 2019
ARTES VISUALES
La experiencia de lo oculto MIRIAM MABEL MARTÍNEZ FOTOGRAFÍA CORTESÍA ADRIANA VAREJÃO
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ontemplar la exposición Otros cuerpos detrás. Adriana Varejão impone un reto. Uno que confronta a la pintura con la contemporaneidad. Esta artista, sin dejar el ánimo conceptual del arte en el que se ha desarrollado, ha optado por hurgar en la pictoricidad y desde su práctica cuestionar el efectismo sensorial y ornamental en el que pareciera la pintura se ha acomodado. Ella, al contrario, batalla, lucha utilizando estrategias plásticas para construir su concepto. No le teme a lo figurativo y a la mímesis, sino que los deconstruye, logrando una obra sensorial, que jala al espectador, sin que esta conexión limite la reflexión, más bien generándola. Esta muestra explora las líneas de investigación que Varejão (Río de Janeiro, 1964), una de las mejores artistas contemporáneas brasileñas, ha venido desarrollando desde la década de 1990: su trabajo figurativo en lienzo, sus pinturas tridimensionales y sus rutas para entrar y salir de la pintura a través, por ejemplo, de la instalación. Para Adriana Varejão la pintura es un vehículo de la historia; de ahí que su obra constantemente esté haciendo guiños, notas al pie que conectan y plantean límites con las tradiciones brasileña y universal. Ella misma ha declarado que ocupa la pintura como un vehículo para transitar por la historia, ya sea en la carretera de la representación o en la de la parodia. También sabe, y le gusta, salirse de la ruta y marcar nuevos caminos. Eso es lo que observamos en esta muestra. En su primera época jugó con soportes tradicionales como el lienzo y la madera, de los cuales se fue saliendo hasta apropiarse del espacio de exposición; así sus obras parecen salir y entrar de sí mismas, mostrando significados ocultos que trastocan nuestra experiencia. Su mano pictórica jala al espectador, quien primero se siente seducido por la pintura en sí y luego empieza a involucrarse con el tema; así traspasa el artificio para penetrar a la crítica emplazada en la representación. Ya inmersos en la propuesta de Varejão, nos topamos con el comentario, porque sus piezas son pensamientos políticos que polemizan sobre, por ejemplo, las consecuencias actuales del colonialismo en Brasil o la imposición de imágenes que nos marcan social y económicamente. Esta exposición es una oportunidad para reconsiderar las posibilidades contemporáneas de la pintura y recuperar su ánima contestataria, esa que exhibe, sin temor, las problemáticas contextuales a las que debemos contemplar sin miedo.
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Figura de convite de Adriana Varejão.
Eso (Capítulo 2). Dirección: Andy Muschietti. Estados Unidos, 2019.
HOMBRE DE CELULOIDE
Entre el recuerdo y el olvido
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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA NEW LINE CINEMA
ace muchos años, Stephen King pasaba por una crisis de droga y alcohol cuando cruzó un puente. Recordó haber leído la leyenda nórdica de tres cabras que devoraba un trol. Trató de imaginar: ¿qué se sentirá ser devorado? Fue a su casa y escribió más de mil páginas de una novela que aún apasiona a los entusiastas del autor. Eso cuenta la historia de un niño que sale a jugar un día lluvioso y escucha voces en una alcantarilla. Cuando se aproxima, encuentra a un payaso que lo devora. Ahí están: el río, la sensación de ser devorado y el trol. En 2017 se filmó la primera parte del novelón. Y lo único que valía la pena era esta secuencia. Todo lo demás no era otra cosa que un montón de sinsentidos que aún hoy buscan descifrar escritores de a pie en sus páginas y blogs. La segunda parte, Eso (Capítulo 2), tiene otra escena que vale la pena: el protagonista se enfrenta con sus culpas y consigo mismo. Decide matar a su niño interior. Al igual que Guillermo del Toro, Stephen King ha encontrado qué son los fantasmas: hechos siniestros que se repiten una y otra vez. Cada uno de los personajes de Eso ha sufrido un abuso. Todos quieren negarlo y ¿qué sucede? A fuerza de querer olvidar, más recuerdan.
En lo que respecta a valores artísticos, Eso (Capítulo 2) es un merengue. Puro adorno azucarado que oculta la falta de estructura de un escritor que, sin embargo, trae dentro algo que necesita exorcizar: su propio pasado en un pueblo en el que parecía destinado al horror. Y es en este sentido (y solo en este) que King evidencia que es un artista. Porque escribe no para ser recordado sino para olvidarse de sí mismo. Es un poco lo que sucede con Guillermo del Toro, con Lovecraft y en última instancia con toda la literatura gótica. Por eso los amantes del género seguirán leyendo a Stephen King a pesar de lo confuso de sus ideas. El autor ha dicho que el auténtico horror no tiene explicación. La frase suena bien pero implica que uno no debe cuestionar la historia. No hay que preguntar quién es el payaso loco. ¿El alma de un asesino serial? ¿Una maldición venida del espacio? ¿Un conjuro de indígenas americanos? Puede que sea todo eso. King no pretende explicarlo ni explicar por qué sus historias son tan reiterativas.
Stephen King ha encontrado qué son los fantasmas: hechos siniestros que se repiten una y otra vez
Lo malo es que cuando uno ama el cine suele hacerse preguntas y, cuando no hay respuesta, uno encuentra que películas como Eso (Capítulo 2) resultan fastidiosas. No basta que a veces brille en las obras de Stephen King el espíritu del descontento, el odio a la infancia y a todo aquello que debiera gustarnos pero que nos resulta repugnante. En Eso (Capítulo 2) llega el momento en que incluso los amantes del terror nos damos cuenta de que estamos asistiendo a la repetitiva parodia de un autor que parece seguir padeciendo una crisis de drogas y alcoholismo. Aun así, algún escritor más talentoso debería darse el tiempo de estudiarlo en forma detallada. Como hizo Houellebecq con la obra de Lovecraft en el libro H. P. Lovecraft: contra el mundo, contra la vida. Lo cierto es que mientras esto no suceda, King corre el riesgo de ser olvidado en el aparatoso mundo del cine de terror, una suerte de desierto en el que a veces se encuentran tesoros. Pero hay que decir de una vez que Eso (Capítulo 2) no es uno de estos tesoros. Es una película aburrida que repite hasta el cansancio que no está mal ser diferente. Verdad de Perogrullo que sabemos sin necesidad de perder el tiempo mirando la caricatura que Stephen King ha hecho de sí mismo.
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ANTESALA
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ESCOLIOS
POESÍA
El gallo de Francisco Toledo VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
Un gallo sobre un lobo o al revés: un lobo o una loba sobre un gallo apretándose en el calor de mayo porque el sol de este mes subió los pies en la velocidad de mi caballo, caballito de mar igual que un pez; pasa volando sin número, pues aquí todo sucede como un rayo sobre mi caballo y nada puede deshacer la cita que nosotros hicimos en los ojos cuando levanto el dedo y muy gallo y muy lobo y no clásico te digo: “pajarita abre el blanco ‘mármol de tus hinojos’ ” que hoy he visto en un cuadro de Francisco Toledo. Este poema forma parte de un libro en preparación.
EX LIBRIS
Toledo dibujante/ EKO
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Nacionalismos ARMANDO GONZÁLEZ TORRES
L
@Sobreperdonar
as celebraciones de las fiestas septembrinas son embarazosas para quienes no gustan de los mariachis y el pozole, pues suelen ser acusados de traición a la patria. Concebimos el nacionalismo como un sentimiento de masividad a flor de piel que explota ante cualquier cielito lindo; sin embargo, el nacionalismo cultural mexicano es una larga mezcla y sedimentación de experiencias históricas, posturas intelectuales y realizaciones artísticas. La primera huella de esta sedimentación se encuentra antes de la Independencia, en el poderoso sentimiento de singularidad del criollismo novohispano (y sus invenciones del clasicismo indiano, el precristianismo americano y la virgen de Guadalupe); se fortalece con las luchas por la Independencia; se curte con las batallas contra las intervenciones extranjeras y experimenta su clímax después de la Revolución. En la primera mitad del siglo XX, el nacionalismo constituyó un movimiento cultural rico que, con razón, imantó la imaginación de su tiempo. Si el nacionalismo fue una política pública hábilmente encauzada por Vasconcelos y sus sucesores, también fue un clima de ideas vivas que atrajo a muchos creadores eminentes de la época y que, en sus mejores manifestaciones, incluyó espontaneidad y rigor artístico, experimentación y nostalgia, confluencia de lo local y lo universal. Sin embargo, el nacionalismo también sufrió delirios de grandeza; fue medio de instrumentalización y cooptación política y, al lado de sus cumbres estéticas, dejó sobreabundancia de mediocridad y cursilería. Por lo demás, el nacionalismo cultural, aunque no fue racista ni belicista, tuvo un ángulo faccioso que arremetió contra quienes no se plegaban a sus ortodoxias (los Contemporáneos, Alfonso Reyes, Octavio Paz). Los debates de la primera mitad del siglo pasado entre nacionalismo y cosmopolitismo, entre literatura pura y comprometida, entre cultura de élite y revolucionaria parecerían enterrados en nuestra más remota (y divertida) arqueología polémica; no obstante, actualmente desde instancias culturales oficiales se reviven estas discusiones en su carácter más anacrónico y enconado. Desde luego, repensar la dialéctica entre lo nacional y lo universal no es ocioso en un entorno en el que en muchos países emblemáticos de la modernidad se imponen ideologías nativistas y supremacistas y en el que los nuevos proteccionismos amenazan con frustrar las ilusiones de la globalización. Si bien este entorno amenazante requiere una manera inteligente de entender los intereses nacionales, lo que menos se necesita es un nacionalismo de sombrero y canana, sino una conciencia de las experiencias históricas, las coincidencias intelectuales y las afinidades culturales que, en una sociedad democrática y plural, identifican a los individuos como parte de un consenso nacional. Un ejercicio muy parecido, por cierto, al que practicaron hace décadas ovejas negras y nacionalistas vergonzantes, como Reyes o Paz.
El nacionalismo cultural, aunque no fue racista ni belicista, tuvo un ángulo faccioso
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LITERATURA
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En su novela El vendedor de silencio, Enriqu Carlos Denegri, quien hizo y deshizo reputacio
El anticristo del period
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JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. FOTOGRAFÍA HÉCTOR TÉLLLEZ
l vendedor de silencio, la más reciente novela de Enrique Serna (Ciudad de México, 1959), es la historia de Carlos Denegri, el periodista más poderoso del país entre 1940 y 1967. Reportero de Excélsior, era famoso por su talento y cultura —hablaba inglés, francés y alemán y en sus viajes por el mundo entrevistaba a grandes políticos, intelectuales y personalidades del espectáculo—. Era famoso además por su alcoholismo, su misoginia, su falta de escrúpulos para publicar información, con frecuencia falsa o arbitraria, que destruía carreras o vidas, aunque sabía guardar secretos si así le resultaba conveniente; todo tenía un precio. Serna cuenta la vida pública y privada de Denegri, y al hacerlo recrea una sociedad machista, con un sistema corrupto, en el que la prensa estaba por lo regular a las órdenes del poder, sobre todo del político aunque también del económico. Lo hace en casi 500 páginas en las que no hay respiro, quizá porque se asoma al abismo de la maldad. En la “Posdata” de la novela dices que, en 1997, Jacobo Zabludovsky te contó anécdotas que despertaron tu curiosidad por saber más de Carlos Denegri. Sí, Zabludovsky hablaba de Denegri con mucha admiración, lo consideraba un maestro de periodismo; ambos fueron a cubrir el viaje de Adolfo López Mateos a Washington, que fue su primer encuentro con John F. Kennedy —en esa ocasión Denegri le regaló su máquina de escribir, como pasándole la estafeta. También me contó anécdotas atroces de él, escándalos públicos como el que sucede al regreso de ese mismo viaje, en el que Denegri iba con Gloria Marín, y que aparece en la novela (en pleno vuelo, ya borracho, el enviado de Excélsior invitó a Jacobo a sentarse con ellos; cuando apenas comenzaban a platicar, le ordenó a Gloria: “Oye, puta, dile a la sobrecargo que nos traiga dos whiskys”).
Yo había leído anécdotas contadas por sus contemporáneos, que están dispersas en libros, en testimonios, que andaban de boca en boca… Me parece que cuando hay una leyenda popular, negra en ese caso, el trabajo del novelista consiste en juntar las piezas de esa leyenda y darles una columna vertebral en una trama verosímil que una la vida pública con la vida privada, porque lo que puede aportar la novela para el conocimiento de una época y para el conocimiento de la psicología del personaje es el campo de su intimidad. Por eso quise que estuviera narrada a través de la conciencia del protagonista. ¿Cómo indagas el mundo privado de Denegri? Los historiadores cuentan mejor que los novelistas la vida pública de un personaje. En cambio, para adentrarte en la intimidad y ver cómo fue el proceso de envilecimiento que convierte a un joven hasta cierto punto idealista en un chacal de la prensa y en un misógino patológico, hay que ir hilando más delgado para ver cuáles son las transformaciones de ese carácter y qué las provoca. Los genios del mal no existen en estado puro. Hay ciertas condiciones políticas y sociales que permiten que una personalidad prepotente y atrabiliaria se vaya desarrollando, y eso fue lo que pasó con Denegri. Su periodo de mayor apogeo fue el sexenio de Miguel Alemán. Como hijastro de un político prominente en tiempos de Obregón y Portes Gil, forma parte de ese grupo de juniors que regentearon México y se enriquecieron a costa del erario. Además, el machismo patológico del personaje está en una clara correspondencia con el carácter autoritario del régimen al que sirvió, porque hay muchos personajes de esa época cortados con la misma tijera. Denegri es una copia caricaturesca de Maximino Ávila Camacho o del magnate Jorge Pasquel, que estaban rodeados por escoltas militares y que cuando les gustaba una mujer, si no les hacía caso, aunque fuera casada, iban y la secuestraban. Esa prepotencia machista es algo de la época, no solo de Denegri como un individuo extraordinario. En la novela aparecen dos periodistas que se contraponen a Denegri: Jorge Piñó Sandoval y Julio Scherer. Con ellos quise mostrar la otra cara de la moneda. No quise dar la idea de
que todos los periodistas mexicanos tenían la catadura moral de Denegri. Hubo periodistas valientes y combativos que dieron batallas muy importantes por defender el derecho a la información. En el caso de Piñó, fue aplastado por el sistema; su revista (Presente, 1948) duró menos de un año: asaltaron los talleres donde la imprimían, golpearon a los trabajadores, le cortaron el suministro de papel. La revista tenía un tiraje de más de cien mil ejemplares, fue un gran éxito, totalmente insólito en esa época. Sus colaboradores, entre ellos Renato Leduc, Margarita Michelena, Jorge Ferretis, no cobraban un centavo. Fue un valioso intento por airear y concederle más libertad a los periodistas. Luego viene Scherer, quien tiene la peculiaridad y el enorme mérito de haberse impuesto al sistema político que trató de amordazarlo; fundó una revista (Proceso, 1976) y no pudieron aplastarlo. Denegri y Scherer son personajes arquetípicos, como digo en la “Posdata”: uno es el anticristo y otro el ángel exterminador del periodismo mexicano. Con la llegada de Julio Scherer a la dirección de Excélsior y el destape de Luis Echeverría a la Presidencia de la República comienza la decadencia de Denegri. En la novela cuentas que él y Echeverría se conocían desde jóvenes y no se caían bien. ¿Esto es real? Un personaje alcohólico, que protagonizaba tantos escándalos, no podría ser bien visto por un candidato abstemio, que solo bebía aguas frescas, que era workaholic y pretendía imponer una cierta moral dentro del gobierno. Denegri ya le resultaba incómodo a mucha gente de la clase política mexicana y fue el momento de darle una patada en el culo. Ahora, en cuanto a qué es real y qué no, no quisiera entrar en ese deslinde porque mi intención como novelista es que el lector suspenda su incredulidad de modo que todo le parezca real. Lo que sí te puedo decir, algo que está bien documentado, es que Echeverría y Denegri se conocieron en la tertulia de Porfirio Barba Jacob, en el cuarto que éste tenía en
Un personaje alcohólico no podría ser bien visto por un candidato abstemio
un hotelucho, el hotel Sevilla, y eso lo cuenta Fernando Vallejo en El mensajero, su biografía de Barba Jacob. Con todo lo que has investigado sobre él, ¿qué lleva a Denegri a ser lo que fue? Haber sido un poeta malogrado. De joven escribe una plaquette, que por cierto está en la Biblioteca Nacional: Claves. Haber fracasado en el campo de la poesía lo lleva a vaciar de significado y a envilecer el lenguaje; digamos que al no poder sacarle brillo a las palabras se convirtió en un mercenario de la pluma. Esto lo va llevando a la falta de escrúpulos y al proceso de autodestrucción. Pero también el machismo, que
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LITERATURA
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ue Serna reconstruye la vida de ones durante cuatro décadas
dismo mexicano
A FUEGO LENTO
El vendedor de silencio México, 2019
El monstruo de sí mismo ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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es la incapacidad de amar, de entregarse a la mujer, es algo que lo fue minando hasta hacerlo pedazos, porque pienso que un personaje igual de cínico y transgresor, realizado amorosamente, tal vez hubiera tenido una vejez plácida, pero Denegri era un personaje con una fuerte inclinación hacia la tragedia, y eso me atrajo mucho, que tuviera ese punto débil. Maximino o Pasquel eran peores que él: tenían un autocontrol férreo y ejercían el poder de manera ruin. Retratas a Denegri, pero también a una ciudad que ya no existe. ¿Cómo logras acercarte a la intimidad del personaje y vas reconstruyendo la atmósfera que lo rodea?
Tuve que recabar testimonios, hubo gente que se negó a hablar conmigo, amigos de Denegri que todavía viven, que sabían que esto no iba a ser un panegírico y no quisieron colaborar ni echarle más tierra a Denegri. Lo lamento porque tal vez eso me habría permitido llegar a un mejor conocimiento del personaje. Por fortuna, tuve testimonios como el de Pilar, la hija de Carlos Denegri, quien me reveló secretos de familia muy interesantes, y de otros personajes que estuvieron cerca de él o que se enteraron de anécdotas; así pude armar el rompecabezas. Lo demás fue una inmersión en la época, algo que yo había hecho en mis anteriores novelas históricas, El seductor de la patria y Ángeles del abismo.
Carlos Denegri muere el 31 de diciembre de 1969. Cincuenta años después, ¿cómo ves la relación entre la prensa y el poder? Ha cambiado mucho, para bien. A partir de 1997, cuando el PRI pierde el control de la Cámara de Diputados, se liberalizó muchísimo el periodismo en México, no solo en los periódicos sino en la televisión y en la radio, que era donde había una censura más férrea. Eso ha permitido que ahora los periodistas independientes y honestos sean también los mejores periodistas; ya no hay esto de que el mejor es el más vil, como pasaba en tiempos de Carlos Denegri.
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ubo un tiempo en el que la llamada “novela de personaje” era tan familiar como la transparencia del aire. Luego llegó el tiempo en que ese término parecía un asunto de profesores nostálgicos. Las mayores palpitaciones estaban en el thriller policiaco, las intrigas sentimentales para amas de casa, la autorreferencia. Hoy que la novela de personaje se mira como una antigualla, Enrique Serna reaparece para entregarnos a una de esas figuras extraordinarias a la cual seguimos desde la cuna hasta la sepultura. Esta, creo, es una de las sorpresas mayores que nos reserva El vendedor de silencio (Alfaguara): no un trance, no un fragmento, sino una vida entera, la del periodista Carlos Denegri. Luego está la recreación de la Ciudad de México entre finales de la década de 1930 y 1969. Como en El seductor de la patria, Serna concibe el destino individual como espejo y prolongación del destino nacional. Denegri es un monstruo con la misma falta de escrúpulos que el país donde ha prosperado a cambio de vender su pluma a los poderosos. Dije que Enrique Serna crea una figura extraordinaria y no por la naturaleza misma de Carlos Denegri como por el personaje en que Serna lo convirtió: un tipo brillante capaz de hundirse en la bajeza, una personalidad empeñada en malbaratar el éxito por el fracaso. Sugiero entonces que los lectores olviden al hombre de carne y hueso —el mercenario icónico de la prensa mexicana, el golpeador de mujeres, el delator, el patán y el arrogante— y piensen solo en el Carlos Denegri que habita en las páginas de El vendedor de silencio. De esta manera, podrán acercarse a una creatura nacida del estupor y la curiosidad literaria, y no únicamente de la pesquisa biográfica. Solo así estaremos a la altura de la colosal empresa que Enrique Serna se echó a cuestas. No me refiero, por supuesto, al mural donde expone los contubernios entre la prensa y los empresarios y políticos mexicanos. Me refiero a ese otro mural, con enormes zonas cargadas de sombras, donde el protagonista se yergue ante nosotros en su irrefutable dimensión trágica. Una vez que se ha impuesto el deber de modelar su vida según el credo de los excesos —de mujeres, dinero, cinismo, crueldad—, parece inevitable su propensión al abismo, sus empeños por lanzarse de cabeza hacia su ruina. De modo que a Enrique Serna le debemos, como le debemos a Nabokov, transformar la abominación en resplandor estético. ¿A qué otra cosa puede aspirar un escritor?
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DE PORTADA
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El creador juchiteco murió el 5 de septiembre a los 79 años.
Francisco Toledo MARÍA ISABEL GRAÑÉN PORRÚA FOTOGRAFÍA OCTAVIO HOYOS
Tres presencias oaxaqueñas descubren las facetas más deslumbrantes del artista y el hombre que vivió a la luz de una difícil regla
Esta carta fue escrita el día en que Francisco Toledo donó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y la colección José F. Gómez al INBA. Oaxaca de Juárez, Oaxaca, a 20 de enero de 2015
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Querido Francisco Toledo:
uando pienso en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) galopan en mi mente gratos recuerdos. Es ahí, en esa hermosa casa del callejón del Carmen y la calle Macedonio Alcalá donde tuve el privilegio de crecer. Me regaron con agua de puro cariño y eso me permitió sacar tantas flores como tu bugambilia que cobija a los usuarios del museo. Me veo a mis 27 años, cuando una llamada tuya cambió el rumbo de mi vida. Atraída por la curiosidad de los libros antiguos, me deslumbré ante
el pequeño gran mundo que habías creado en Oaxaca: decidiste servir a la sociedad a través del arte y la cultura. Y justamente, sin saberlo, yo también había nacido con la misma vocación social. Por eso he puesto tanta atención, he seguido tus pasos y hemos caminado juntos. A veces me parece que vivimos en un cuento, en el país del nunca jamás. Pero no, las historias son reales, como aquella que comienza: “Había una vez un señor que amaba tanto a su gente y a su ciudad que llenó su casa de libros y abrió sus puertas para que todos fueran a leer”. No es un relato tan fácil de creer, hoy en día es difícil encontrar algún habitante en este planeta que regale su casa convertida en biblioteca pública. Y además, ésta se volvió el punto de encuentro de poetas, músicos, impresores, diseñadores, arquitectos, pintores, escritores, cantantes,
El IAGO ha sido el motor de la vorágine cultural que vivimos hoy en día en Oaxaca
bailarines, fotógrafos, cineastas y hasta un Premio Nobel: Seamus Heaney. Estos personajes han venido a buscarte y tú los has impulsado, también los presentas al público a través de conferencias y charlas. La hermosa casa, con sus amplios patios, no solo es un sitio agradable, sino que siempre hay verdaderas sorpresas, ya que el público tiene el privilegio de estar frente a obras gráficas originales de artistas como Alberto Durero, Lucas van Leyden, Giambattista Piranesi, Francisco de Goya, James Ensor, José Guadalupe Posada, Marc Chagall, Pablo Picasso, Joan Miró, el grupo Cobra, la editorial Fata Morgana, el Taller Martín Pescador, Rufino Tamayo, Rodolfo Nieto, Jan Hendrix, James Brown, Sergio Hernández y nuestro muy querido Rodolfo Morales, por citar solo algunas obras que han sido mostradas en las paredes encaladas del IAGO. Con tu ojo exquisito has formado una de las colecciones gráficas más importantes de Latinoamérica y también la has compartido. Esta experiencia estética ha cambiado la vida a una generación ávida del mundo del arte y la literatura, nos llena de asombro, de belleza, de reflexión, de humanidad.
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El IAGO ha sido el motor de la vorágine cultural que vivimos hoy en día en Oaxaca. Fue el origen del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, abriga al Centro Fotográfico, el Taller de Papel, la Biblioteca de Invidentes Jorge Luis Borges, y sigue siendo el imán del Centro de las Artes de San Agustín Etla. Fue gracias a ti que logramos rescatar el fondo bibliográfico de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, hoy Biblioteca Francisco de Burgoa, y también el Jardín Etnobotánico del exconvento de Santo Domingo. Además, el IAGO fue el modelo inspirador del Museo de Filatelia de Oaxaca, la Biblioteca Henestrosa, la Biblioteca Infantil BS y la Biblioteca de la Casa de la Cacica, y tu generosidad fue clave para la creación del Museo Textil. Por supuesto, hoy en día, los miles de visitantes que llenan los eventos de San Pablo se deben sin duda a los 26 años del IAGO. Estoy segura de ello: es un público sensible. Sé que la tarea emprendida en el IAGO es un acto cotidiano de amor. Me consta cómo te involucras en cada exposición o en la selección de las piezas del mes; no has escatimado un centavo para adquirir los libros de arte y literatura más interesantes y bellos del mercado; te gusta platicar con los empleados, con los usuarios de la biblioteca o con algún estudiante que te pide una entrevista para su tarea. Constantemente te encuentro tomando un café o el chocolate de la receta de la Chatita en la cafetería y me consta cuando reclamas porque encontraste una falta de ortografía en una cédula. El IAGO no ha dejado de ser tu casa y, aunque ya no habites en ella, te encuentro y te encontraré en cada maceta, en cada vitrina, en cada silla, en las rejas y la sobriedad de las salas y las puertas de madera. Sé que has creado obras bellas que están colgadas en los museos y colecciones particulares y, sin duda, el IAGO es la más viva, la más apreciada que nos has heredado. El IAGO es una luz muy poderosa en Oaxaca, es también una enseñanza para vislumbrar el siglo XXI: compartir y servir a la sociedad. Ojalá los mexicanos aprendamos de esta experiencia y se replique en muchos rincones del país. Que cada uno, a nuestra manera, deberíamos seguir tu ejemplo. El día de hoy fui testigo de la donación del IAGO y la colección José F. Gómez al Instituto Nacional de Bellas Artes. Es un gesto de amor también por parte de tus hijos: Natalia, Laureana, Jerónimo, Sara y Benjamín. Con este acto además nos enseñas que es posible confiar en las instituciones de nuestro país. Gracias es una palabra muy corta para expresar el agradecimiento que siento. El IAGO seguirá iluminando a Oaxaca; estoy segura que de ahí germinarán muchas semillas que has sembrado en el corazón de tu gente. Me consta que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el INBA han apoyado al IAGO a través de los años. Estoy segura de que sabrán la dimensión de la herencia esperanzadora que hoy formalmente reciben.
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Te quiero mucho: María Isabel Grañén Porrúa
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La biblioteca virtuosa GUILLERMO SANTOS
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na persona se fija voluntariamente una difícil regla y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería él mismo ni para sí ni para los otros”. Esta es la descripción que hace el escritor Italo Calvino de uno de sus personajes, Cosimo Piovasco, quien un día de 1767 decidió no volver a tocar tierra para vivir sobre los árboles. Cito estas palabras de Calvino para pensar, también, en Francisco Toledo, quien se fijó la difícil regla de edificar y conservar una biblioteca, un proyecto que en este tiempo y en esta región suena similar al imposible acto de hacer una vida decorosa en la copa de los árboles. El Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca abrió, el 28 de noviembre de 1988 en Alcalá 507, un espacio dedicado al aprendizaje y la difusión del arte. Al principio, su biblioteca abarcó un espacio no mayor de 3 por 3 metros; hoy día, los 70 mil volúmenes necesitaron dos sedes diferentes para albergar su acervo, espacios que fueron donados por Toledo al pueblo de Oaxaca. Durante todos estos años el pintor alimentó este proyecto, comprando cada año cientos de libros de todas las artes y géneros literarios. Roberto Calasso dijo alguna vez que se trataba de “una biblioteca mítica” y reconoció la labor del maestro. Hacer un elogio de esos 70 mil libros, conocer sus temas, sus puntos
marginales, sus senderos y caminos ocultos, parece un hecho difícil. Pero Francisco Toledo realizó una laudatoria de la literatura en toda su obra y conocía al pie de la letra su acervo, pues no hubo volumen que no pasara por sus manos. Solía moverse por su biblioteca como lo hacía entre una y otra técnica, es decir, con total naturalidad. Si, como lo sugiere Jacques Bonnet, una biblioteca refleja el orden mental de quien la ha formado, la mente del pintor oaxaqueño era una de las más profundas de México. La cultura de Toledo solía ser proverbial y nunca dejaba de aconsejarle a sus bibliotecarios toda clase de temas para ayudarles con ciertas cuestiones que estuviesen trabajando, pues en su mayoría eran estudiantes, jóvenes artistas y escritores. Cualquier libro que el maestro Toledo pusiera en tus manos podía convertirse en un objeto capaz de cambiar tu perspectiva de las cosas. Trabajé primero como bibliotecario, luego fui editor de diversos proyectos editoriales del IAGO y, después, el maestro me dio
El maestro quería que toda la gente tuviera acceso a todos los libros posibles
el privilegio de acompañar con mis textos diversas exposiciones y catálogos. El rigor y la generosidad de Francisco Toledo fueron para mí un aprendizaje más radical que el obtenido en cualquier escuela. Gracias a su biblioteca pude encontrar una perspectiva de la vida que no conocía. Para mí, un joven que por su condición social no tenía acceso a la cultura literaria, el IAGO se convirtió en una patria, un lugar cuyas raíces podían extenderse miles de años atrás y hacia todas las culturas posibles. Como en sus pinturas, la biblioteca de Francisco Toledo posee varias capas de sentido: es una síntesis original, remite tanto a Duchamp o Durero como al arte zapoteca o a los indios del norte de México. El maestro quería que toda la gente tuviera acceso a todos los libros posibles, porque pensaba que si uno podía cultivarse entonces estaría mejor preparado para los tiempos difíciles. Pintaba todos los días para hacer mejor el mundo. Y lo logró para cientos de personas que se acercaban a sus libros y a sus proyectos. Francisco Toledo era nuestro barón rampante, un hombre que pudo crear un mundo fantástico y que se dedicó con ahínco al conocimiento; alguien que nunca traicionó sus ideales y que fue para sí mismo y para los otros un modelo de vida y de virtud.
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Del vértigo a la calma
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n el breve lapso de tiempo, unos pocos años, en que conviví con Francisco Toledo, obtuve enseñanzas imborrables. Estas se relacionan, sobre todo, con su manera de trabajar en los proyectos editoriales del IAGO y en su actitud frente a sus otros quehaceres. Luego de colaborar en las revistas Comején y El Espulguero, y en la edición de las Fábulas de Esopo en lenguas de Oaxaca, pude darme cuenta de su rapidez, profundidad y concentración al escoger los temas de los materiales impresos, y encargarse de que los textos tuvieran una dirección precisa. Se implicaba a fondo también en las ilustraciones. Los contenidos de los números de las revistas iban precedidos, sin falta, por sus lecturas e inquietudes del momento. Así se preparó, en 2016, un número especial de El Espulguero sobre educación, que da inicio con textos acerca de la enseñanza escogidos por él de entre los Cuadernos de
ARACELI MANCILLA ZAYAS
Paul Valéry. Los fragmentos compartidos muestran la postura de Toledo, de absoluta rebeldía, frente a la forma en que se educa: “La edad del porqué. Los niños preguntan: ¿Por qué? Entonces se les manda a la escuela, que los cura de ese instinto y vence a la curiosidad con el tedio”. Esa velocidad y capacidad de enfoque de que gozaba le permitía llevar a cabo proyectos en áreas múltiples, aparte de su tarea como artista, a lo cual se unía una disciplina de trabajo que empezaba, como la de Valéry, a primera hora de la mañana. Asombraba cómo podía llegar, con frescura, al IAGO a tratar los temas editoriales, totalmente alerta, inquisitivo, y de ahí pasar, con tranquilidad, sin estresarse, a una mesa de trabajo con activistas, creadores o gente de las comunidades, y luego a ordenar libros con los bibliotecarios o dar una entrevista, después de haber estado antes, varias horas, en su taller o en los talleres de sus colegas, volcado en
su otra obra: gráfica, cerámica, dibujo, pintura, intervención fotográfica, diseño. En el camino abrazaba, feliz de verlos ahí, a los niños que visitaban la biblioteca y corrían a saludarlo al verlo pasar. La fuerza de su carácter se expresaba en una ecuanimidad a prueba de batallas, y bien que las tuvo frente al poder. Todo lo hacía casi sin palabras, veloz pero lentamente, con absoluta atención en sus interlocutores y dejando aflorar su agudo sentido del humor, si era el caso, o sus ganas de jugar. Porque Toledo jugaba con seriedad, todo el tiempo, y ese juego era una de sus formas de comunicación, de cuestionamiento. Fuera lo que fuera que estuviese haciendo, había siempre en ello sentido, imbricado de verdad y belleza. Haber podido observar en acción una mente así, un espíritu labrado en ese ritmo feraz, de cara a un mundo convulsionado por la distracción y la indiferencia, es para no olvidarse.
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ENCUESTA
Modernidad de los orígenes Trece artistas visuales valoran el quehacer pictórico y social de ese migrante de formatos que fue Toledo MIRIAM MABEL MARTÍNEZ ILUSTRACIÓN BOLIGÁN LUSTRACIÓN LUSTRACIÓN BOLIGÁN
I
nconforme es quizá el adjetivo que mejor vestía Francisco Toledo, que nunca se conformó ni en el hacer plástico ni en el político, y nos enseñó a ver la modernidad desde otro enfoque, con otra paleta, un creador que nunca le tuvo miedo a experimentar. Migrante de formatos, de géneros, de soportes y técnicas, Toledo inspiró con su hacer imparable a muchas generaciones a las que legó —ya en vida— una forma lúdica y comprometida de experimentar el arte en la creación personal y en el compromiso social. Artistas de distintas generaciones hablan de esa enseñanza.
promiso social. Esto le dio la calidad moral para defender diversas causas… y lo hizo con energía. Hoy que los reflectores se los llevan quienes actúan como fuerzas destructoras, ejemplos como el de Toledo son invaluables.
(Ciudad de México, 1961).
(Ciudad de México, 1965).
Darío Meléndez
(Ciudad de México, 1985).
Tras la Ruptura y el influjo internacional, Francisco Toledo pudo mantener un regionalismo crítico que pocas veces se mira en estas latitudes. Asimismo, le admiro la perpetuación de una línea autógrafa, esa línea de trazo única que condensa toda la investigación plástica y existencial de un autor.
Mónica Castillo
Ulises Ponce de León
El legado más importante de Toledo es cómo relacionó su ser artista con su ser social. Regaló en su entorno como un artista regala ideas al mundo. De las diez instituciones que fundó y deja como herencia, ninguna lleva su nombre. Me pregunto quién no fue directa o indirectamente beneficiado por su obra, por sus instituciones fundadas, por sus diseños, por su arquitectura, por sus luchas sociales. Y no se diga como maestro: qué manera de enseñarnos a todos los caminos que podemos tomar.
Plásticamente, Toledo es un artista que hace todo un desarrollo a partir de la zoomorfia y la antropomorfia, lo que resulta excepcional en la plástica de autor (no de las culturas antiguas). Políticamente, admiro que trabajara con la comunidad y sus necesidades concretas y no desde una perspectiva ideológica, como ocurrió con los artistas de la Escuela Mexicana.
Jorge Ismael Rodríguez (Zacatecas, 1960).
Cuando conocí el universo fantástico de Toledo, la relación con lo mítico real y lo creado, las ironías soportadas por el uso virtuoso de sus insumos, se me abrieron muchísimas posibilidades.
Miguel Castro Leñero (Ciudad de México, 1956)/
Patricia Álvarez
(Aguascalientes, 1958).
Hablar de Francisco Toledo, de sus aportaciones y su dimensión social, nos sobrepasa en este momento. Necesitamos que el tiempo fluya para ponderarlo en toda su riqueza y profundidad; sin embargo, son muy claras dos cosas: que fue y es un artista de valores excepcionales y un ser humano extraordinario. Su tributo y su legado nos seguirán sorprendiendo a nosotros y a las generaciones venideras.
Demián Flores (Oaxaca, 1971).
Toledo me enseñó el gusto por la gráfica, por los libros; por él entendí el arte desde lo social. Su legado es múltiple: Toledo artista, Toledo promotor, Toledo solidario, Toledo humanista. Pienso en Leonardo da Vinci y su imagen de El hombre de Vitruvio, el dibujo que se ha convertido en un símbolo universal, en cuya perfección y armonía miro a Toledo como un hombre reconfigurado en un ser espiritual, centro sagrado del universo.
Cecilia Vázquez
Iván González de León
(Ciudad de México, 1967).
(Ciudad de México, 1961).
En 1980 visité una exposición de Francisco Toledo. Fue la primera vez que veía a un artista que representaba una parte invisible de México y que aún no era parte del conocimiento academizado. Hablaba y pintaba lo que veíamos, lo que sentíamos, lo que olfateábamos e intuíamos acerca de un universo sensorial.
Víctor Lerma (Tijuana, 1949).
Me pregunto si a Francisco Toledo, cuando era joven, le llegaban los medios a pedirle ese recuerdo de alguien o cuando era más adulto y más conocido hacían lo mismo, y si daba un recuerdo histórico, amistoso o cariñoso. Lo comento porque en el archivo de artista de Pinto mi Raya trato de juntar los momentos clave que se abordan en los periódicos y veo y leo el cariño que le tenían a Francisco Toledo y eso me resulta muy emotivo.
César Martínez Silva (Ciudad de México, 1962).
Francisco Toledo ha sido el gran artista cósmico juchiteco, guardián del universo. Es planeta y semilla, es el eco trascendental, es la certeza de que la imaginación es una estrategia política.
Mónica Mayer
(Ciudad de México, 1964).
Francisco Toledo fue una fuerza generadora ejemplar. Creó una obra espectacular y conformó importantes instituciones con generosidad y com-
En la plástica, su más grande logro fue llevar la imaginería indígena al lenguaje del arte moderno occidental. Hablando en términos formales, inventó la línea espinosa. Además de su activismo, que se relaciona con su visión plástica, se propuso volver al origen, visibilizar las raíces y restaurar su dignidad frente al mundo a través de todas sus luchas.
Boris Viskin
(Ciudad de México, 1960).
Toledo penetró las raíces de la estética indígena creando piezas modernas de vigencia brutal. No hablo de su imaginería (chapulines, conejos y caimanes que tantos quieren copiar), sino de algo más profundo: su paleta de barro, mimbre y cochinilla, y su trazo tan peculiar y que tanto brilla en su dibujo y su gráfica, semejando el enmarañado del petate o del tejido manual.
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EN LIBRERÍAS
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NARRATIVA, ENSAYO Feliz final
Solaris
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PERSONERÍO El Aleph
El cuento sucede JOSÉ DE LA COLINA
C Isaac Rosa Seix Barral México, 2019 344 páginas
Stanislaw Lem Edhasa Argentina, 2014 312 páginas
Jorge Luis Borges Debolsillo México, 2019 216 páginas
Una idea que ha expresado el escritor español es que aunque esta sea una novela de amor, lo político está presente en ella. Narrativamente, Rosa cuenta la historia de Antonio y Ángela, la pareja protagonista de la que se cuenta su separación, del final al principio. La pregunta que está como trasfondo es: ¿cuándo se perdió el amor? Rosa pretende contar una historia que se aleje de las idealizaciones que cierta ficción —literaria y cinematográfica— ha alimentado.
Publicada en 1961, cuando Lem alcanzaba su madurez como escritor, Solaris es no solo uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción sino de las letras del siglo XX. Estamos en un futuro lejano, cuando ya son posibles los viajes intergalácticos. Kris Kelvin recibe la orden de viajar a un extraño planeta para averiguar las razones por las que tres exploradores tienen graves desórdenes de conducta. Las cosas no son lo que parecen ser, tanto que no hay fronteras entre la vida y la muerte.
El libro emblemático del escritor argentino vuelve a ser puesto en circulación; su relectura no le empañará a ningún lector el asombro de su descubrimiento. El cuento que le da título queda como el más memorable (el lector mexicano debe tener presente la ciudad de nuestro país que se menciona en la enumeración). La opinión de Italo Calvino es la que mejor define la literatura de Borges: “Cada una de sus piezas contiene un modelo del universo o un atributo del universo”.
Ideas
En defensa de la democracia
Estética de la interacción visual
Peter Watson Crítica México, 2019 1420 páginas
José Woldenberg Cal y arena México, 2019 213 páginas
José Alberto Sánchez Martínez Gedisa/ UAM México, 2019 216 páginas
Una historia intelectual de la humanidad: no otra cosa es este proyecto totalizante en el que concurre el pensamiento de filósofos, juristas, científicos, creadores artísticos, viajeros… Inicia con el tiempo anterior al lenguaje y cierra con la física de partículas, pasando por el nacimiento de los dioses, los numerales indios, la difusión del saber en Occidente, la industrialización, la universidad moderna. Watson tiene el extraño don de saber comunicar con profundidad.
Publicados inicialmente entre 2014 y 2019, y ahora reunidos, los artículos de este volumen responden a una preocupación urgente: la pervivencia del régimen democrático en México, tan joven que puede tomar el camino de su extinción o su fortalecimiento. En muchos sentidos, responden a la actualidad política y se dejan iluminar por una perspectiva socialdemócrata que combata la desigualdad social, la exclusión y la discriminación. Se trata así de la libertad y la igualdad.
¿Qué representa la imagen para la ingente sociedad digital? O, en los términos del autor, ¿qué dice el avatar en el mundo interactivo que es internet? Al diseñar una cartografía que arranca en 1994, cuando las interacciones virtuales empezaban a tomar forma, Sánchez Martínez desmonta a la vez los procesos de colaboración entre el individuo y las redes hasta ofrecer un cuadro en el que confluyen la autoficción, el performance y el yo como forma suprema de representación.
on el propósito de salvar la vida, esa muchacha Shahrazad, o Sherezada, habla durante mil y una noches haciendo cabalgar sus cuentos de una a otra velada para (convirtiéndose en precursora de la técnica del folletín, la película de episodios, las películas de Hitchcock y la telenovela) posponer la ejecución de la sentencia con esa astucia de mantener en expectativa (suspense) la atención del sultán. Sherezada no inventó el arte de contar cuentos (o al menos no lo registró en la oficina de patentes), pero ha quedado en los siglos como la narradora arquetípica, quizá por la importante razón de que para ella contar cuentos era, en sentido estricto, asunto de vida o muerte. Es la cuentista menos gratuita que haya existido. Y de ahí que pueda afirmarse que el oficio o la afición de inventar, es decir, escribir cuentos, es el arte de Sherezada. A la gran cuentera debería honrársele con los títulos de madre de todos los narradores y musa emblemática de los cuentistas. De una manera u otra toda la literatura tiene algo de cuento: la Biblia cuenta el principio y el destino del mundo; Homero canta novelas (es decir, cuentos largos) de aventuras; Platón filosofa contándonos la fábula del hombre de la caverna oscura; Juan de la Cruz (nacido Juan de Yepes) cuenta, con no poca indiscreción y maravillosa música verbal, la historia de amor entre el alma y Dios; Pascal emprende (y no resuelve) el cuento de lo que habría pasado si Cleopatra hubiera sido chata. Hasta un libro tan poco literario como el directorio telefónico, con sus millones de personajes, implica millones de historias; y hasta una receta de cocina puede ser relato con el esquema clásico de exposición, nudo, desenlace. Jacques Sternberg, en el prólogo a sus Cuentos helados, dice que cualquiera escribe una novela de 270 páginas porque una novela esencialmente es solo un argumento más 27 días de escribir diez cuartillas diarias, y en cambio es más difícil y meritorio escribir cuentos cortos porque 270 cuentos implican 270 argumentos, y éstos no acaecen uno por día, rara vez se da uno por semana, y quizá ni siquiera uno por año. Sternberg exagera, pero no delira. Sucede que casi nunca pesca uno el argumento de un cuento, por más que se esfuerce en ello de día en día; y en cambio es el argumento de un cuento el que lo pesca a uno, si lo pesca, e independientemente de que uno quiera o no ser pescado. En la naturaleza del cuento está el ser caprichoso, imprevisible e impuntual. Art happens (El arte sucede), decía Whistler, refiriéndose, según Borges, al misterioso por qué, la inexplicabilidad de la obra de arte, pero quizá también a su condición impuntual e intempestiva, rara vez obediente al artista. Lo mismo ocurre con el arte de Sherezada. También the short story happens. El cuento nos sorprende visitándonos cuando le da la gana, no cuando nos da la nuestra, y preferiblemente si nos hallamos en las situaciones menos adecuadas para tratar con él. Tiende a la impostura, por ejemplo: presentarse como virginal, inédito, y al poco tiempo nos salta a los ojos desde ese programa de radio oído por casualidad, desde esa revista que íbamos a quemar en el bóiler, o desde un libro o diez libros de autores que no somos nosotros, anteriores a nosotros.
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CIENCIA
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DESMETÁFORA
El destino de nuestra galaxia Datos proporcionados por la misión Gaia anuncian una gran colisión con la gigantesca Andrómeda
H
ace tiempo que lo sabemos: un día, nuestra galaxia Vía Láctea se encontrará con la galaxia vecina llamada Andrómeda. Algunos estimaron que esto ocurriría dentro de 5860 millones de años, otros que en tan solo 3750 millones, mientras que las observaciones del telescopio Hubble permitieron calcular que será en 4500 millones de años. Ahora la misión Gaia nos dice con más certeza cuándo sucederá. La galaxia Andrómeda es del tipo espiral, como la nuestra. Se localiza a 2.5 millones de años luz, es igual o poco más grande que la Vía Láctea y se acerca a nosotros con una velocidad de 110 kilómetros por segundo; es decir, 400 mil kilómetros por hora. Un avión Boeing 787 vuela a mil kilómetros por hora, de manera que Andrómeda no se aproxima con lentitud; lo hace 400 veces más rápido. Sin embargo, y a pesar de la velocidad tan alta, faltan aún muchos años para que lleguemos a chocar. ¿Cómo será la colisión de las galaxias? ¿Es que la confluencia será de costado y solo una porción de ambas se encontrará con la otra? ¿O quizá será una aproximación central? Ahora lo sabemos. La sonda espacial Gaia, lanzada en 2013 por la Agencia Espacial Europea, construye un catálogo de miles de millones de estrellas con sus posiciones y movimientos exactos. Además, ha medido la velocidad de las galaxias en nuestro grupo local, compuesto por más de 54 aglomeraciones de estrellas como la nuestra, y ha determinado también la velocidad con que están girando. Ahora conocemos con detalle el movimiento de las dos más cercanas, que se encuentran en el curso de nuestra trayectoria: las galaxias Triángulo y Andrómeda. Las tres galaxias en cuestión son las más grandes del grupo local. Juntas dan cuenta de la mayor parte de la masa que forma al cúmulo de galaxias, de manera que el estudio de su movimiento describe también el destino de la congregación astral en que vivimos. En realidad, más que un choque será una “interacción de marea”, ya que no habrá estrellas ni planetas que colisionen. En el enfrentamiento se dispersarán los componentes de cada una por la acción de los campos gravitacionales. Será como un “soplo de miradas”, dicen los
GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx FOTOGRAFÍA YOUTUBE
La galaxia Andrómeda.
especialistas, y ocurrirá dentro de 4500 millones de años. Cuando llegue el momento no solo veremos en el cielo la franja asperjada de estrellas a la que nos hemos acostumbrado: ese camino blanco que nos muestra el canto de la estructura plana de nuestra Vía Láctea. Aparecerá además una estructura espiral que se acerca. El nuevo cielo se formará lentamente a lo largo de millones de años en un proceso que en la escala cósmica es apenas un breve instante. Los núcleos de ambas acabarán por fusionarse formando un agujero negro descomunal. El trabajo publicado en The Astrophysical Journal con la información del movimiento, la órbita y rotación de estos gigantes del espacio estelar, permite también entender mejor la manera en que las galaxias se forman y evolucionan. De tal suerte que el conocimiento
Gaia construye un catálogo de miles de millones de estrellas con sus posiciones y movimientos
exacto del momento en que nuestra galaxia se fundirá con otra es el resultado de un estudio muy amplio del firmamento con el que conoceremos mejor la historia y el destino de nuestro entorno cósmico. La interacción será frontal pero no hay mucho de qué preocuparse. Las estrellas que conforman ambas galaxias están muy alejadas entre sí, de forma que es improbable que algo choque con el Sol. No obstante, es muy probable que nuestro sistema solar sea lanzado lejos de la posición actual, expulsado por el espacio a regiones alejadas de las partes más densas de estrellas, materia interestelar, polvo cósmico y radiación. Después de mucho tiempo, encontrará de nuevo su acomodo en una nueva estructura. Los estudios demuestran que después del primer contacto gravitacional entre ambas los elementos que las componen se separarán de nuevo para que luego regresen en un ir y venir de las partes en el que ambas galaxias se desgarrarán por el efecto de los campos que las atraen. El proceso tomará dos mil millones
de años y cuando esto haya pasado tendremos solo una galaxia. Nuestra nueva galaxia no será más del tipo espiral sino elíptico. Cuando comience el inevitable encuentro, el Sol estará brillando con mayor intensidad, habrá crecido para dar inicio a la última fase de su vida. Esto no será la consecuencia del enfrentamiento galáctico sino de la evolución esperada de las estrellas. Para entonces nuestro planeta será inhabitable. En la parte final del proceso de fusión de galaxias nuestra estrella estará ya convirtiéndose en una enana blanca después de haber pasado por la fase de gigante roja que evaporará a los planetas más cercanos como el nuestro. Si acaso la humanidad sobrevive conquistando otros mundos, un nuevo cielo alumbrará sus noches. Constelaciones distintas serán registradas por los ojos curiosos y las miradas furtivas. El nuevo aglomerado de estrellas que resulte de la prodigiosa unión será conocida como Lactómeda, aunque quizá no estará más nadie para nombrarla.
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ESCENARIOS
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PERIPECIA
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DOBLE FILO
María Rojo: cine y son FERNANDO FIGUEROA
D La fundamentalista se presenta de miércoles a domingo en el Teatro Salvador Novo de la ENAT.
Dos verdades en pugna ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com FOTOGRAFÍA JUAN RODRIGO BECERRA ACOSTA
E
l texto de un autor finlandés sobre dos caras extremas de la fe, la actuación de Luis de Tavira y de Aurora Cano, y la dirección del español Ignacio García, conjugan una serie de elementos que atraen a espectadores de distintos ámbitos y objetivos, desde el interesado en ver en el papel de actor al reconocido director de escena hasta quien busca la exposición escénica del tema religioso y la polémica generada por las sectas, el que se guía por la curiosidad de ver en escena a la invencible directora del DramaFest, o quizá alguien que quiera conocer la propuesta del director de la más reciente edición del Festival de Almagro. La fundamentalista satisface a la mayoría que durante dos horas presenciará una confrontación de verdades. Director y elenco aceptan, desde la franqueza, el desafío de compartir con los espectadores una historia en la que los dos únicos personajes pugnan por extirpar de su convicción religiosa al contrario, a quien cada uno necesita de su lado para otorgarle protección, o prodigarle un amor congelado 20 años atrás, que resultó torpemente roto. La obra del dramaturgo Juha Jokela, nacido en 1970, guionista de diversas series televisivas, plantea un debate sobre la religión, la fe verdadera, el significado y la distinta interpretación de los pasajes bíblicos, vía por la que desteje hábilmente la intimidad de los personajes: un clérigo liberal y escritor, y una cristiana cegada por los dogmas de su guía espiritual. La discusión sobre lo que es Dios
para cada uno de los personajes y lo que su palabra y significado implican, desde la postura de cada quien, agiganta el desencuentro hasta el punto en que la amistad que los unió tiempo atrás abre una rendición breve en el ring de la pasión y las palabras. El pastor, Marcos, encarnado por Luis de Tavira, relata a los espectadores cómo y cuándo conoció a Heidi, así como episodios de su juventud, incluido uno de abuso, que revela, a partir del trabajo actoral de ambos, el triple filo en que se transforman el deseo y la inocencia, en un momento en que la confianza puede abrir el abismo. Sergio Villegas, autor de la escenografía, antepone un plano neutro a las ocho puertas grises del fondo, que al abrirse ostentan fragmentos de paisajes fílmicos, evocadores de lo cotidiano y de la fuga a la que invita un ventanal, o un espacio hacia el pasado. Imágenes quizá en la memoria de los personajes, que los revelan reales, convulsos frente a la atracción y el rechazo que se ensanchan hasta fundirse. Mientras De Tavira construye un personaje convencido, que esgrime argumentos sólidos sobre su postura liberal ante la cerrazón de la iglesia tradicional, Cano crea un personaje cerrado al diálogo que repite con
La obra del dramaturgo Juha Jokela plantea un debate sobre la religión y la fe
vehemencia frases hechas, envueltas en el brillo de una falsa salvación cristiana. Los dos esgrimen su verdad, su camino de salvación religiosa, desde donde se atacan, asidos a lo que da sentido a su existencia, con el supuesto ánimo de preservar al otro. El personaje de Aurora Cano permite aquilatar el trabajo y el crecimiento de la actriz que hace transitar a Heidi de la juventud a la madurez externamente férrea, hasta el despojo de la falsa armadura que refleja un rayo de amor vencido. Luis de Tavira se planta desde su raíz en un personaje que le habla al espectador y enseguida retoma al pastor convencido de su postura teológica, mientras va de lo ocurrido al presente, sacudido por el asombro ante lo que se convirtió su joven amiga y la intrusión de una sociedad que usa medios y redes sociales como el vertedero incendiario de su rabia. La actuación del también director, dramaturgo y pedagogo, abre la oportunidad al espectador de percibir la vulnerabilidad de un hombre convencido de sus hallazgos, avasallado por una pasión añeja inyectada de culpa adormecida, que alimenta un deseo interrumpido. La dirección de Ignacio García consigue la comunicación nítida del elenco y por esa vía la de los personajes. El montaje inserta a la audiencia, con una pizca de humor, en esa lucha sin tregua por trocar la convicción del otro en la propia y por poseer una verdad envuelta en un deseo mayor de posesión que los principios que esgrime.
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urante los jueves de septiembre y uno más de octubre, María Rojo engalana con su presencia la proyección, en la Cineteca Nacional, de cinco películas en las que actuó: Naufragio, La víspera, Los confines, María de mi corazón y Danzón. Sonriente, quien también ha sido diputada, senadora y delegada, juega ping pong con Laberinto. Tres películas por las que te gustaría ser recordada. Danzón, María de mi corazón y, aunque no lo creas, Las poquianchis, que es la mejor película mexicana de ficheras. Dos películas que te llevarías a una isla desierta. Gritos y susurros, de Bergman, y Tiburoneros, de Luis Alcoriza, que he visto un montón de veces. ¿El cine es mejor que la vida? No. ¿Qué es el cine? Una fiesta. Qué curioso: nombraron el 15 de agosto como Día del Cine Mexicano, cuando cumplo años. ¿Aceptarías el papel principal en una película que se llamara La estafa maestra? Ya me lo ofrecieron y lo rechacé. Tu actor mexicano favorito. Varios, empezando por Ernesto Gómez Cruz y Héctor Bonilla. La voz de Claudio Obregón me encantaba en el teatro. Una actriz mexicana. Ana Ofelia Murguía. ¿Y extranjera? Juliette Binoche. Define con tres palabras a Cachirulo. Padre, maestro, actor. ¿Cómo recuerdas a Rita Macedo? Con mucha tristeza. ¿Qué tal bailaba Gabo los danzones? Bien, pero lo suyo era el vallenato. ¿Cuántas veces fue a tu casa? Como cinco o seis, pero lo vi muchas veces más. Un momento con él que ahora te venga a la cabeza. En su carrazo, oyendo no a María Callas sino vallenatos. ¿Bailas reguetón en las fiestas? No. Lo que más me gusta bailar es son cubano. Una obra de teatro por la que te gustaría ser recordada. Tal vez El chofer y la señora Daisy. Tu dramaturgo mexicano favorito. Sergio Magaña. ¿Te gustó tu desnudo en El apando cuando lo viste en la pantalla? Nunca me he gustado en la pantalla. Un momento en tu vida en el que sentías que naufragabas. Todos los días. ¿Cuánto te daban al mes por ser exclusiva de Televisa? Cien mil pesos, pero se acabó. ¿Se salva artísticamente alguna telenovela en la que hayas participado? Me gustó mucho cómo le quedó Alborada a Carla Estrada, y la que hice con Katy Jurado: Te sigo amando. Un logro político que te enorgullezca. Promoví el artículo que le dio al cine el estímulo fiscal, pero de eso ya nadie se acuerda. ¿La política es drama, comedia o farsa? Las tres cosas.
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ
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TOSCANADAS
Prefiero elogiarlo que leerlo DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
E
n el año de 1971 se le ocurrió al Premio Nobel Miguel Ángel Asturias acusar a García Márquez de haber plagiado la novela de Balzac, La búsqueda del absoluto, para escribir Cien años de soledad. Por si fuese poco, Asturias dijo que la novela del colombiano era un éxito momentáneo sin consecuencias futuras. La acusación y la crítica fueron dos disparates de los que García Márquez ni siquiera tuvo que defenderse, pero Asturias se puso de pechito para que lo masacraran. Se especuló que los comentarios venían a raíz de un malestar del escritor guatemalteco porque el colombiano había anunciado que trabajaba en una novela sobre un dictador latinoamericano, y “estimaron que Asturias, cuya fama mundial reposa en El Señor Presidente, con igual temática, podría estar receloso de un nuevo éxito de García Márquez que le borrara el suyo”.
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
El autor de la novela El Señor Presidente.
Otros dijeron que Asturias podría considerarse el creador del realismo mágico y tendría “una especie de celos”. Julio Ramón Ribeyro conocía bien ambas novelas y dijo que “es difícil hallar auténticos puntos de referencia entre el libro de García Márquez y el de Balzac”. Carlos Fuentes no se anduvo por las ramas y declaró que Asturias “da profundas muestras de chochez”. El punzante Juan García Ponce agudizó estas palabras, para declarar: “No es que Asturias hable así porque está chocho; lo que pasa es que nació chocho”. Y agregó: “Las opiniones de Asturias, al igual que sus libros, no valen la pena”. El joven Gustavo Sainz fue más filosófico: “La originalidad de una novela reside en el lenguaje, no en la anécdota. El escándalo que quiere provocar Asturias, o que provocamos nosotros a través de Asturias, es el último grito de una cultura decadente: la cultura que cree que se escribe para el éxito, no para la expresión”. Luego hizo
un juicio sumario sobre los libros de Asturias, que “no soportan la prueba de una segunda lectura; además esas obras ya no nos impresionan como antes; hace quince años era lo mejor, pero ahora Latinoamérica tiene escritores maravillosos como Cortázar, Fuentes y otros que hacen ver mal a Asturias”. Quien lea las novelas de García Márquez y de Balzac se dará cuenta de que no hay plagio; quien vea el juicio de la historia sabrá que Cien años de soledad es un clásico, no una moda pasajera. Pero Asturias deja una lección a los escritores, y es que no tenemos credibilidad al hacer crítica de nuestros colegas. Por supuesto que la hacemos, pero en pequeño comité, con cerveza, vino o tequila, en una conversación sobre literatura, que no se desvía para denunciar envidias, chocheces, política, celos o recelos. Públicamente, si no nos gusta la obra de un escritor, seguimos la máxima de: “Prefiero elogiarlo que leerlo”.
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BICHOS Y PARIENTES
Robert Graves: el himno y la sátira
N
o se puede ser poeta y suponer que el lenguaje es un instrumento, una herramienta. Como siempre, uno lee a Graves y llega a la pronta conclusión de que está muy bien, pero muy loco: quién sabe con qué tenga que ver. Uno de sus ensayos más extraños es, de hecho, una denuncia de la baja calidad de los insultos, las blasfemias, las maldiciones: Lars Porsena, or the Future of Swearing. Ojalá algún editor tenga la inteligencia de hacerlo traducir. A casi cien años de su publicación, la locura de Graves muestra su método: desde 1927, se pregunta, aunque el misterio carezca de respuesta, sobre el vínculo entre lo sagrado y la lengua. No “el lenguaje”, en ese sentido filosófico o como campo de estudios, sino el habla, la escucha, la conversación; lo que es digno e indigno, la alabanza y el insulto, el temor, la risa, las modalidades de tono y significado con que una comunidad es capaz de comunicar su espíritu o perder toda su sustancia. Graves siempre asumió que su lugar de poeta era una función sagrada y que el misterio, o la Diosa, elige a sus recursos: profetas, poetas, sacerdotes; instrumentos, todos, que propician el paso de lo sagrado a la vida humana y el orden del mundo. Cumplen una función medianera: el sentido o el mensaje pasa a través de ellos, pero no es suyo. Hay dos modos de relacionarse con el misterio: el himno o la sátira; la consagración o la profanación; una escala que asciende y una que desciende. Ambas son necesarias. Al menos por lo que hace al lenguaje, creemos saber a dónde lleva la impostación de lo sagrado. La solemnidad fingida, la mentira repetida desde el púlpito o el podio rompen el puente
JULIO HUBARD FOTOGRAFÍA FUNDACIÓN ROBERT GRAVES
que comunica mundo y verdad; verdad y lenguaje; lenguaje y mundo. El discurso se descoyunta cuando un cura, un poetastro o el presidente pueden jurar en vano y actuar atrabiliariamente, sin consecuencias. Cuando al poderoso se le permite un habla sin vínculo con los hechos, necesariamente adviene un vacío, cruzado por angustias sin respuestas, ni en palabras ni en hechos. Quedan muecas y nadie puede llamarlas a cuentas.
Unos dicen que el vínculo es con la realidad o con la verdad; Graves dice que es con lo sagrado
La mentira manda. Ahí es donde el insulto, la vejación y la procacidad debieran aparecer, tanto para reparar la mentira como para humillar y avergonzar al mentiroso. Unos dicen que el vínculo es con la realidad o con la verdad; Graves dice que es con lo sagrado. Por eso no se le entendió. Pienso en la rara insistencia de quienes intentaron transmitir el horror cundido entre las palabras, a mediados del siglo pasado. Y ya no me refiero a Graves, sino a Ernst Cassirer (El mito del Estado, 1946), Victor Klemperer (El lenguaje del Tercer Reich, 1957), Elias Canetti (La conciencia de las palabras, 1974) o a dos novelas: la archiconocida 1984, de George Orwell, y una joyita de Leonardo Sciascia, Puertas abiertas, ambientada en 1937. De
El escritor británico, especialista en los mitos griegos.
un modo u otro, todos insisten en el vacío que se genera cuando palabras, verdad y mundo pierden lazos entre sí. Cassirer, por ejemplo, se asoma a una pequeña variante en unos cuantos vocablos, y en quién los enuncia, para que un concepto signifique cosas contrarias. Sciascia relata cómo la propaganda del fascismo llevaba a la gente a decir que se habían terminado la corrupción y el crimen, que podían dormir con las “puertas abiertas”, cuando en realidad vivían con miedo y dormían con doble cerrojo. Todos estos libros y autores señalan lo mismo: cuando las palabras no vinculan dichos y hechos, verdad y realidad, no queda sino pulpa para la esclavitud, gente deshabitada de sí, dispuesta a creer en “otros datos”, que por supuesto no existen, pero deben tomarse como más verdaderos que la verdad. Una sociedad que no teme el efecto de las palabras en el espíritu y en la mente, dice Graves, acaba criminalizando las ideas, la crítica y la creación. En cambio, un lenguaje creador y fuerte es aquel donde las palabras están vinculadas con el mundo, donde se pueden componer himnos y sentir reverencia, o blasfemar y producir espanto. Graves insiste en que, por “vínculo”, hay que comprender algo más que una liga y pensarlo en su sentido también jurídico (de iure, de donde viene “jurar”). Roto el vínculo quedan impostores y aclamaciones desde el vientre. Calumnia y vejación se vuelven recursos a la mano, útiles e irrefutables; del otro lado, a nadie le vale atestiguar la verdad. Quedan gobernantes que pueden decretar que pronto dormiremos con las puertas abiertas o que ya se acabó la corrupción.
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