Laberinto No.872 (29/02/2020)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO ENTREVISTA

ENTREVISTA

SILVIA HERRERA

VERÓNICA MAZA BUSTAMANTE

Santiago Gamboa frente a las iglesias evangélicas

Delia Owens: el lenguaje de la naturaleza

Foto: EFE

SÁBADO 29 DE FEBRERO DE 2020 AÑO 16 - NÚMERO 872

Elena Garro: otra víctima del machismo José Luis Martínez S./ FOTOGRAFÍA: CUARTOSCURO

Foto: V. M.


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ANTESALA

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ARTES VISUALES

Imaginación espontánea MIRIAM MABEL MARTÍNEZ FOTOGRAFÍA CORTESÍA MAM

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l recorrer Cobra. Serpiente de mil cabezas, que se exhibe en el Museo de Arte Moderno, experimentamos el situacionismo. Frente a cada cuadro construimos una situación, tal como el danés Asger Jorn —uno de los más de 30 integrantes de CoBrA (acrónimo de Copenhague, Bruselas y Ámsterdam)— ya creaba. En 1948, Jorn, los belgas Joseph Noiret y Christian Dotremont y los holandeses Karel Appel, Corneille y Constant publicaron, en París, el manifiesto de la Internacional de Artistas Experimentales, que daría inicio a la leyenda —como la denominó Dotremont— de un movimiento que sigue sorprendiendo. El grupo CoBrA inventó teorías para liberarse del yugo de la pasividad. Su propuesta: hacer un arte libre que le devolviera la espontaneidad —aniquilada por la Segunda Guerra Mundial— a la imaginación. Esa imaginación espontánea se desborda en cada una de las 126 obras que integran esta muestra curada por Hilde de Bruijn, contagiando al espectador del siglo XXI de la energía y la resiliencia de estos autoproclamados “artistas experimentales” que reinventaron la luz del Norte. Color, lucha, apuesta, locura, atrevimiento es lo que irradian estas piezas. Al observar la paleta, los materiales, las formas y los temas queda claro que los CoBrA rechazaban la academia con conocimiento de causa. Sabían qué estaban rompiendo, y por eso lo rompieron. Cada uno, desde su individualidad, colaboraba con el otro. En sus piezas no hay espacio para el prejuicio, solo para lo que les dio la gana; como el “surrealismo revolucionario” de Dotremont o el lenguaje experimental desarrollado por los daneses o el afán editorial explayado en publicaciones como Helhesten, CoBrA y Reflex, entre otras; o los juegos teóricos de Constant, quien urgía a romper las reglas de la élite para potenciar la creatividad de las masas. Para ellos la lucha era tan política como plástica. Se asumían un experimento artístico y, sin temor a fracasar ni a triunfar, cuestionaron y exploraron terrenos, límites, técnicas y soportes, como se observa en Saludos desde Nueva Babilonia de Constant, en los logogrammes de Dotremont; en las Suites de las bocas del Ródano de Alechinsky; en las Imágenes cotidianas de Corneille; en el Blanco amarillo de Carl-Henning Pedersen, o en las Figuras jugando de Jacques Doucet. Explosivos, luminosos e inspiradores, los CoBrA le rehuyeron al tedio concentrándose en recuperar lo espontáneo de la expresión artística, una búsqueda que hoy parece, otra vez, inalcanzable.

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Imágenes cotidianas de Corneille.

Cuestión de justicia. Dirección: Destin Daniel Cretton. Estados Unidos, 2019.

HOMBRE DE CELULOIDE

Sin buen cine no hay denuncia

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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA WARNER BROS

alter McMillan es Jamie Foxx en Cuestión de justicia. En esta película, un joven hombre negro se ve acusado por el asesinato de una mujer rubia. Estamos en el sur de Estados Unidos y ser negro es vivir bajo sospecha criminal. Aparece entonces Michael B. Jordan, un abogado novel y lleno de ideales. Jordan desea defender a la minoría negra en una región donde el color de la piel te vuelve culpable. El drama está servido. El buen estudiante de futuro prometedor se embarca en la aventura de mostrar que cuando menos hay un hombre inocente en este condado. Para ello pone en riesgo su vida. Pues ¿qué esperabas?, pregunta la activista que le sirve de secretaria. Estamos en el sur, la tierra del Klu Klux Klan. Cuestión de justicia tiene lugar en este sitio que es encantador siempre que uno tenga el cutis blanco. En Alabama el tiempo no ha pasado. El racismo está vivo y es palpable. Ser negro (o latino para el caso) implica llevar escrito en la frente “soy criminal”. El asesinato de la chica rubia es, para la mentalidad retorcida del protestante, ejemplo de la idiosincrasia que denunció Weber: Dios te ama, por eso te ha hecho rico. Para los blancos de estos pueblos miserables, todos los

otros, los pobres, son fracasados que Dios no ama y merecen morir. Cuestión de justicia fue dirigida por Destin Daniel Cretton, ganador de 33 premios en festivales de serie B. Uno tiene la impresión desde el principio de que la intención del autor era competir por un Oscar. No sucedió, entre otras cosas, porque a pesar de estar llena de buenas intenciones la película está muy mal actuada. Uno de los testigos clave en cierto juicio, por ejemplo, ha decidido que parece más malo hablando con la boca chueca (como Popeye). A todas luces ha producido una caricatura. Incluso los protagónicos pasan trabajos haciendo creíbles a estos personajes que les quedan muy grandes. Faltó estudio de mesa; la historia nunca aterriza en un hecho que se trata de pasada y que debió haber sido capital: ¿por qué son así en este pueblo? Cuestión de justicia tiene lugar en el sitio en que Harper Lee escribió hacia 1960 la novela Matar un ruiseñor y que contiene todos los temas que debió retomar Cuestión

Para los blancos de pueblos miserables, los pobres son fracasados que Dios no ama

de justicia, una obra de ideas flojas y que parece perdida en una indignación que no le permite al director avanzar. Uno entiende que los blancos detentan el poder y son incapaces de poner en duda el dicho de un policía racista, pero ¿qué es lo que ha llevado a este pueblo paradigmático del resto de Estados Unidos a ser como es? Nunca lo sabremos pues el director es maniqueo. No se trata, por supuesto, de dar razones al racismo. Como todo mal radical, hay algo banal en el odio a una persona por el color de su piel. Falta, sin embargo, una exploración de esta sociedad que se ha convencido de que el hombre negro, el latino y el asiático son esencialmente criminales. Cuestión de justicia parece haber creído que bastaba un tema importante para ser importante. Aquí están las escenas y las intenciones. Sin embargo, la obra resulta mal. Las interpretaciones son de cliché y aunque los reos en la línea de muerte dan todo de sí no han sido dirigidos con buen arte. Las secuencias se suceden una a otra, más cursis que profundas, sin tiempo para ahondar en el carácter de los protagonistas que son héroes, sí, pero héroes sin por qué; hombres atribulados con los que nadie consigue sentirse identificado porque son un cliché.

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ANTESALA

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ESCOLIOS

POESÍA

Mujer ALBERTO CERRITOS GONZÁLEZ

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La ciudad de las damas ARMANDO GONZÁLEZ TORRES

Soy cuño cicatrizado por el pasado en rasguños; soy el puño del lenguaje, peregrinaje de heridas, golondrinas en un vaivén pero también medicina. Soy la guadaña del viento, labro al tiempo en mis entrañas, soy la pestaña flotando de contrabando en la grima, por la sordina del llanto, pero imanto medicina. —Que suden llanto los hombres con ojos de una mujer. Este poema forma parte de Perspectiva, recientemente publicado por Ediciones del Lirio.

EX LIBRIS

Schubert. Sinfonía inconclusa/ EKO

C

@Sobreperdonar

ristina de Pizán (1364-1430) es la conocida precursora feminista de la Edad Media que logró la proeza de vivir profesionalmente de su trabajo literario y adelantarse a muchas de las más sentidas demandas de equidad de género de tiempos ulteriores. Cristina de Pizán nació en Venecia, pero vivió desde niña en París, pues su padre, el sabio italiano Tommaso da Pizzano, fungió como médico y astrólogo del rey Carlos V de Francia. Esmeradamente instruida por su padre, con acceso a la biblioteca real y casada muy joven con un miembro de la corte, de pronto su fortuna cambió: murió el rey, lo siguió el padre y después el esposo. La viuda, a cargo de tres hijos y su madre, debió aprovechar su ilustración para ganar su sustento como mujer de letras y lo hizo tan bien que forjó una obra prolífica y se volvió célebre en Europa por su poesía y su ingenio. La ciudad de las damas (Siruela, 2013) es una deliciosa y afable obra de erudición vindicativa que comienza con una escena insólita en la época: la propia Cristina, fatigada de la frecuentación de obras complejas de filosofía, busca una distracción y encuentra un libelo misógino, cuya lectura la perturba tanto que casi se lamenta de haber nacido mujer, pero tres damas, Razón, Derechura y Justicia, se aparecen en su habitación y la consuelan. Con estas tres interlocutoras, Cristina evoca una amplia lista de mujeres eminentes, algunas de ellas provenientes de la Biblia o la mitología grecolatina, otras con existencia histórica real, que representan dilemas, situaciones y virtudes humanas y que van formando un retrato de lo femenino muy distinto de los estereotipos. Pizán sigue la huella femenina en la historia y, con tono anecdótico y espíritu analítico, hace un elogio del carácter y del entendimiento femenino en la ciencia, el gobierno, las leyes y las letras. Se trata de una pesquisa de hazañas bélicas, actos de valor y desprendimiento o demostraciones de sabiduría, santidad, inventiva o sentido práctico realizadas por mujeres. Así, Semíramis, Pentesilea, Safo, Dido, Carmenta, Ceres, Lucrecia, Lavinia, Santa Catalina o Santa Lucía, entre muchas otras, conforman una animada galería de rasgos femeninos. Con este elenco de mujeres ejemplares, Cristina tiene la labor simbólica de construir una “ciudad de las damas”, fortificada por las virtudes y valores, eminentemente civilizadores, del género. Con apabullante razonamiento, Pizán rebate los prejuicios y aboga por una mayor igualdad de sexos. El libro tiene gracia, humor y poder de persuasión y deja ver a una escritora con un temperamento escéptico, una inclinación a lo concreto y gran garra polémica. De hecho, la utilización de la primera persona, la argumentación hipotética o la apelación al juicio personal prefiguran el moderno género ensayístico que, un par de siglos después, se patentará en Francia. Vale la pena, en estos días, recordar este discreto clásico de la escritura reflexiva y de la inteligencia feminista.

Cristina Pizán forjó una obra prolífica y se volvió célebre en Europa por su poesía y su ingenio

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LITERATURA

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En su más reciente novela, Será larga la noche, Santiago Gamboa explora la acción de las iglesias evangélicas en Colombia

“Votar engañado es igual que votar amenazado”

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SILVIA HERRERA FOTOGRAFÍA EFE

erá larga la noche (Alfagura, 2019), la novela más reciente del colombiano Santiago Gamboa, es un thriller en el que la investigación recae en dos mujeres: la periodista Julieta Lezama y su asistente Johana, exmiembro de las FARC. Ellas serán apoyadas en sus pesquisas por el fiscal Jutsiñamuy. La novela comienza con un enfrentamiento entre dos grupos no identi-

ficados en un lugar poco poblado de Colombia. En su investigación, Julieta descubrirá que ni los narcos ni los exguerrilleros, como era de esperar, participaron, sino otros sorpresivos grupos que están haciendo cambiar el juego político: las iglesias evangélicas. Las pasiones humanas se hallan en el origen de la violencia. Colombia es el escenario de varias de las novelas de Santiago Gamboa. En Volver al oscuro valle (2016), por ejemplo, enfrenta al lector con una joven que fue violada durante su infancia y vuelve a su lugar de origen para sellar su venganza. En Perder es cuestión de método (1997), Colombia no aparece a nuestros ojos

con la consabida imagen pétrea de la guerrilla y el narcotráfico sino de los estragos de la corrupción política. Con una escritura cada vez más controlada, en Será larga la noche Gamboa mantiene el interés del lector y hace un repaso de la circunstancia colombiana de hoy. La novela no solo hace destacar a las protagonistas, también dentro de los personajes secundarios resaltan las mujeres a las que hace hablar con desenfado y sabrosura.

“Las iglesias evangélicas están acabando con la democracia en toda América”

Y en la historia de uno de los líderes que estuvieron involucrados en el choque, se nota la madurez que ha alcanzado Gamboa. Presentamos la siguiente conversación realizada a través de correo electrónico. Truman Capote decía que escribía primero el final de una novela para saber hacia dónde se dirigía. ¿Cómo planeas las tuyas; es diferente el plan en cada caso? Creo que hay solo dos tipos de escritores: los que saben qué van a escribir y los que no lo saben. Yo formo parte del segundo grupo y esto quiere decir que la primera redacción de la novela es una búsqueda, una navegación en


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medio de la oscuridad, con brújula y sin mapas. Un submarino ciego. Busco la novela que quiero escribir. Una vez que la encuentro, debo volver al inicio y comenzar a pulirla, a separar todo aquello que “no es novela”, pero que me permitió afinar el tiro. Mi escritura es intuitiva, odio hacer abstracciones. Los esquemas me paralizan. Escribo mis novelas poniendo una palabra sobre otra, como un muro de piedra. A veces, cuando ya estoy muy avanzado, me viene un final. Entonces lo escribo y lo dejo a un lado. Y se vuelve un faro al que debo llegar. José Alfredo Jiménez y Palito Ortega son citados. ¿Cuál ha sido tu relación con la canción popular en todos los géneros? Enorme, es la poesía de la vida cotidiana. Me encanta sobre todo la salsa clásica: Richie Ray y Bobby Cruz. Sonido bestial es una obra maestra. La voz de Cheo Feliciano cantando “Dime” o la de Héctor Lavoe en “El día de mi suerte” me hacen llorar. También me gusta la música mexicana, muy escuchada en Colombia. Una vez Fernando Vallejo me dijo que si México fuera el centro del mundo hasta los japoneses oirían con veneración a José Alfredo Jiménez. También me gusta Maná y por supuesto los boleros. Oír “Convergencia” en la voz de Ibrahim Ferrer es lo más cercano a la poesía mística que tenemos en América Latina. En algún momento de la novela haces decir a Julieta: “¡Yo que alcancé a pensar que la guerra se había acabado en este país!” ¿Puedes hablar de ese periodo de cambio en Colombia a partir de que desaparecieron las FARC, de los ideales que se perdieron? Las FARC, que era la guerrilla más agresiva y la que contaba con más tropa, armas e influencia territorial, se transformó en un partido político y hoy están en el Congreso de la república. Esto es positivo. Es verdad que en las montañas quedó una disidencia FARC que trabaja aún para el Cártel de Sinaloa (es lo que dice la prensa colombiana) en el cultivo y producción de coca, pero ya no podemos llamarlos guerrilleros. Son narcotraficantes armados, nada más. A esto hay que sumar lo que se llama “bandas criminales”, las mismas viejas estructuras del paramilitarismo, las cuales se disputan los terrenos de cultivo de la hoja de coca o los espacios para la minería ilegal. Estas bandas asesinan a líderes de izquierda y amenazan de muerte a los políticos progresistas. Por lo demás, en la parte legal del Estado, hay una rivalidad sangrante entre la ultraderecha cristiana y los partidos progresistas, pues de la guerra quedó la herencia de hacer la política con odios y emociones. Todo esto, ¿es un estado de paz? Ciertamente no. Pero ya se sabía que la firma del Acuerdo era apenas el inicio de la larga y lenta construcción de la paz, que es en lo que está ahora una parte de la sociedad colombiana. ¿Visualizaste desde el principio que tu protagonista tenía que ser una mujer clasemediera, preparada e independiente? No sé có-

mo estén las cosas en Colombia, ¿no te preocupó que te pudieran cuestionar las feministas por algunas características que le das como el leve coqueteo con el lesbianismo? Siguiendo a Flaubert, ¿hasta qué punto Julieta eres tú? Decidí usar una mujer por intuición. Tal vez sentí que por estar entrando a un mundo más bien masculino, como es el de las iglesias evangélicas y sus pastores, lo que más convenía era hacerlo desde el punto de vista de una mujer. Creo en la libertad de género en temas literarios del mismo modo que en la vida, pues una es espejo de la otra. Marguerite Yourcenar habla desde un hombre en Memorias de Adriano, por ejemplo, y así también lo hacen muchos autores masculinos. Me disgusta, eso sí, la tendencia de algunos a que sus heroínas sean adúlteras, como en Madame Bovary, Ana Karenina o La regenta. Pero supongo que expresaban temores. Supongo que si Flaubert dijo “Madame Bovary soy yo” me corresponde asumir que mi modesto personaje principal, Julieta Lezama, también “soy yo”, y puede que sus coqueteos con el lesbianismo expresen alguna tendencia mía. Tendría que hablarlo con un especialista. En el caso de Johana, ¿puedes hablar del papel que jugaron las mujeres en las FARC? Johana vivió la vida difícil de millones de colombianos y sufrió una terrible tragedia, teñida de humillación. Su historia y su manera de encarar las cosas en el postconflicto es una demostración de cómo alguien valiente puede sobreponerse a la realidad más adversa, aun si esa realidad la sigue golpeando. Sé que muchos excombatientes de las FARC están rehaciendo sus vidas de un modo admirable. En lugar de culparlos y señalarlos, la sociedad debe protegerlos, pues son hijos de una trágica historia política y social que robó sus infancias, que los entregó a esa dolorosa orfandad que tanto define a nuestro país. Voy a calificar a Será larga la noche de thriller periodístico en el sentido de que el papel de investigador pasó del detective al periodista. Esto del periodista investigador tiene un origen muy claro: no creo en los detectives en el contexto de mi país, y no he visto nunca a uno. Por lo demás, si mi protagonista fuera un policía querría decir que al final, cuando descubre a los culpables, la ley tendría que triunfar, y es ahí cuando la credibilidad falla. No creo en el triunfo de la ley, pero sí en el de la verdad. Por eso utilizo a un periodista, un detective sin pistola que representa a la sociedad civil e investiga para ella. Se pone en peligro, baja a todos los ambientes, tiene soplones. He practicado diversas formas de periodismo desde hace más de 25 años y conozco bien a mis colegas.

Y algo más: la figura del periodista siempre me ha parecido romántica y solitaria, una especie de Quijote que lucha contra molinos de viento. Lo que le sucedió a Franklin, el niño que busca a su madre, no deja de ser un resabio de la violencia del pasado. ¿Son comunes casos así? ¿Franklin no es una especie de símbolo de la transición colombiana? Es el símbolo de la orfandad colombiana. Después de 50 años de guerra, Colombia es un país de huérfanos que anhelan la protección y el afecto de un padre; un país de gente desamparada que no sabe hacia dónde mirar, sola en medio de la noche, donde cualquier voz es un alivio, así sea una voz autoritaria. Por eso ha habido tantos caudillos y guerreros. Es a partir de esta comprensión que debemos buscar reconciliarnos y, poco a poco, crear una sociedad en la que todos se sientan protegidos. Con respecto a las iglesias cristianas como mafia, supongo que lo tomaste como motivo para desarrollar la historia. Aquí en México también han crecido y ha llegado el “Pare de sufrir” brasileño. Para mí, la decepción

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de la gente ante los políticos ha provocado este acercamiento. Más importante me parece que la gente se ha decepcionado de los políticos de izquierda para irse a la derecha. Ese me parece el aspecto más importante que está en la novela. Tengo una opinión muy negativa al respecto, pues, sencillamente, creo que estas iglesias están acabando con la democracia. No solo en Colombia, sino en toda América. Por eso se han vuelto un problema de seguridad nacional. Esto no tiene nada qué ver con la fe, que es algo muy respetable. No soy creyente, pero comparto la necesidad y sobre todo la libertad de ejercer una espiritualidad, que en mi caso obtengo del arte, la literatura, los viajes. Pero ver el modo en que estos pastores se aprovechan de la fragilidad y, en muchos casos, de la ignorancia de sus fieles, es algo que me repugna. Que personas con esas ideas tengan puestos de poder en la sociedad es la derrota de una nación. Y que los pastores vendan los votos de sus feligreses a políticos oportunistas es un delito electoral. Eso es fusilar la democracia. Votar engañado es igual que votar amenazado con un rifle o a cambio de dinero. Son los límites de la democracia. Ahí está Bolsonaro en Brasil, un nazi ignorante y monstruoso, elegido por las iglesias. ¡Y Trump, con el mismo apoyo en Washington! La sociedad debe reaccionar.

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DE PORTADA

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Entrevistas y textos misceláneos dan forma al libro en el que Patricia Rosas Lopátegui rastrea a la escritora imprescindible

“Elena Garro, excluida por preceptos machistas”

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JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. FOTOGRAFÍA SECRETARÍA DE CULTURA DE MORELOS

studiosa de la vida de Elena Garro, de la que ha escrito una extensa biografía y ha reunido su trabajo periodístico y su poesía inédita, Patricia Rosas Lopátegui es responsable de la edición, el estudio preliminar y las notas de Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos, obra publicada en dos volúmenes por Gedisa; es una investigación que recorre de manera puntual los pasos de la escritora en la prensa mexicana, en la que se escucha su voz pero también la de quienes, a favor o en contra, se han ocupado de ella. Es precisamente este libro el motivo de la siguiente conversación con la también la académica de la Universidad de Nuevo México. ¿Por qué tu interés en Elena Garro? Elena Garro es la escritora más importante del siglo XX en lengua española, una autora polifacética que destaca como dramaturga, novelista, cuentista, poeta, memorialista, periodista y activista política y social. Elena Garro renovó el teatro y la narrativa en los años cincuenta y sesenta al plasmar la diversidad de realidades que existen en el mundo cotidiano. En el teatro, en piezas como Un hogar sólido y Andarse por las ramas; en cuentos como “La culpa es de los tlaxcaltecas”, y en su novela Los recuerdos del porvenir, la realidad y el tiempo de los relojes conviven con otra dimensión: el universo de la imaginación y de la magia. Garro es una autora experimental en pleno boom hispanoamericano, pero que debido a los preceptos patriarcales quedó excluida, al igual que otras escritoras de la época. Elena Garro me interesa como creadora irreverente, que rompió con el canon de la literatura tradicional, y también como una mujer que luchó

por la libertad, la democracia y la justicia social. Pocos autores dejan de lado su trabajo literario para dedicarse a defender a los seres más desposeídos, como lo hizo ella. No hay que olvidar que Elena Garro vivió los últimos 30 años de su existencia en el ostracismo, en el hambre, en el descrédito. Como su personaje Juan Cariño, Elena Garro nunca volvió a ser la que fue después del 68. ¿Cuánto tiempo te llevó la investigación de Diálogos con Elena Garro? Es un proyecto de muchos años de búsqueda detectivesca. Puedo decir que empecé a armarlo desde que leí por primera vez a Elena Garro, en 1976, a través de Los recuerdos del porvenir. En esa época, Garro estaba vetada; no había noticias sobre ella. En 1980 cayó en mis manos una entrevista que le había hecho Joseph Sommers en 1965, y gracias a esa entrevista tuve una idea más clara de quién era la autora y el trasfondo de su novela; comprendí la importancia que tiene una entrevista para conocer a cualquier creador o a cualquier persona en general. A partir de ese momento inicié la compilación de las entrevistas que había dado Elena Garro a lo largo de su periplo existencial. Sin embargo, tuve que posponer ese trabajo por varias décadas, sin desprenderme de él, porque primero tenía que escribir su biografía, después rescatar su periodismo y su poesía. Hace dos años lo retomé de lleno para darle salida. Había llegado su tiempo. ¿Qué piensas de Elena Garro como personaje público después de revisar y compendiar su presencia en la prensa? Como figura pública, Elena Garro asustó no solo a sus coterráneos escritores e intelectuales, sino a los políticos, a los funcionarios, a los terratenientes, a la sociedad mexicana. Era una mujer culta y brillante, a veces más culta y genial que los escritores con los que convivía y que acumulaban premios y publicaciones.

Como Sor Juana, a Elena Garro también había que eliminarla porque incomodaba y ponía en tela de juicio a sus correligionarios machistas al servicio del erario. Adolfo López Mateos la exilió de México, de manera diplomática, después de haber ganado en un juicio, en enero de 1959, las tierras de Ahuatepec para sus amigos campesinos. Posteriormente, Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, le dieron el jaque mate con el complot que armaron en su contra para expulsarla de la vida cultural, de la política y de los movimientos sociales. Elena Garro fue un personaje que causó olas en una sociedad regida por varones, y bajo un gobierno autocrático que no permitía la libertad en ninguna de sus manifestaciones. Por lo tanto, México fue uno con la presencia aguerrida de Elena Garro, y otro muy distinto sin su valentía y su creatividad después de haber sido calumniada. ¿Cuáles serían, si los hay, tus hallazgos sobre la personalidad y obra de Elena Garro al realizar este trabajo? Reforcé una vez más mi percepción sobre su figura: es una autora multifacética, polémica, controversial, fascinante, inagotable y, sobre todo, un ser libre, que al haber vivido bajo el signo de la libertad, sin ataduras con capillas o sin aliarse con el poder, tuvo que pagar una alta factura. Creo que esto queda muy claro en estos dos volúmenes. ¿Elena Garro está suficientemente valorada o revalorada en México? Elena Garro aún no recibe el reconocimiento que se merece como una de las escritoras más trascendentales de la literatura universal. A raíz de su centenario en 2016, podemos decir que ha habido un interés por rescatarla del olvido. Se ha reeditado casi toda su produc-

“Me interesa como creadora irreverente, que rompió con el canon tradicional”

ción dramatúrgica y literaria, pero sigue cubierta por la leyenda negra del 68. Si comparamos, por ejemplo, el número de ejemplares que se producen de las obras de Juan Rulfo o de Octavio Paz con las de Elena Garro, veremos una gran diferencia, porque Garro no forma parte del canon, no es lectura obligatoria en las escuelas secundarias o preparatorias, ni a nivel universitario. ¿Qué piensas de su leyenda negra, a la que contribuye su salida de nuestro país? Su leyenda negra es una farsa y totalmente injusta. Fue un ardid que orquestaron Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y Fernando Gutiérrez Barrios, director de la tenebrosa Dirección Federal de Seguridad, para difamarla y eliminarla por su activismo al lado de Carlos A. Madrazo en contra del sistema anquilosado del PRI. Este tema se desarrolla ampliamente en el volumen 1. Por primera vez en un libro se compilan las acusaciones de Sócrates Campos Lemus en contra de Madrazo y Garro, así como lo que declaró Elena en su defensa. El asunto es escabroso y refleja la corrupción, el autoritarismo y los crímenes del Estado mexicano cometidos en Tlatelolco, y que siguen impunes. Elena Garro y Madrazo fueron los chivos expiatorios de un gobierno que no podía permitir la apertura democrática. ¿Octavio Paz contribuyó a opacar la obra de Garro? Sí. El ostracismo de Elena Garro comenzó cuando se casó con Octavio Paz. El poeta obstaculizó todos los proyectos artísticos y literarios de su esposa desde el momento en que se casaron. Garro tuvo que abandonar sus estudios universitarios, su trabajo como coreógrafa y actriz en el Teatro Universitario de la UNAM, olvidar su pasión como bailarina de ballet, etcétera. Durante 20 años quedó recluida en el rol convencional de madre, esposa y compañera-sombra de su marido. A finales de los años cincuenta, cuando la relación llegó a su fin,


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Elena Garro retratada por Juan Soriano (1948).

Garro pudo retomar sus proyectos literarios. Aunque Garro hizo hincapié en algunas entrevistas en el apoyo que recibió de Octavio Paz para que se publicara Los recuerdos del porvenir, entre otros comentarios favorables al poeta, lo cierto es que Paz dañó y obstruyó más de lo que supuestamente alentó la carrera creativa de su esposa. Y si Garro solía declarar que fue Paz quien la impulsó a escribir, lo hacía para “tener la fiesta en paz” y evitar las represalias de su marido. Paz y Garro estuvieron en el extremo opuesto de la arena: Paz en la vida oficial, diplomática, con una conciencia crítica moderada, y Garro en contra del statu quo, rompiendo reglas en la literatura y en la esfera política y social. ¿Por qué es importante estudiarla? Es nuestra máxima autora del siglo pasado, a la par de Sor Juana, cada una en su respectivo contexto, pero de igual talento e irreverencia; fueron mujeres muy adelantadas a su época y dispuestas a jugarse la vida por sus ideales. Las dos lucharon en contra del machismo y defendieron los derechos de la mujer y de los indígenas. Elena Garro nos mostró por primera vez nuestra identidad dual en la literatura. No creo que nadie lo haya hecho hasta ahora como ella. Garro contrapone y fusiona los dos pensamientos que nos caracterizan: el occidental y el prehispánico. Lo plasma en la manera en que maneja el tiempo y crea los mitos que nos definen como mexicanos. Basta leer Los recuerdos del porvenir, La dama boba, Benito Fernández, El rastro, “Perfecto Luna”, “El robo de Tiztla”, entre otras obras, pues Elena Garro recibió una educación dual: la de Occidente a través de la lectura de los clásicos griegos, latinos, alemanes, ingleses, españoles, y la de la cosmovisión indígena mediante su relación íntima con los campesinos que vivieron con ella desde su infancia. Es la autora que nos dice en sus obras cómo somos los mexicanos: indios y españoles, seres duales. Por eso no creía en el llamado “realismo mágico” como etiqueta mercantilista. Para Garro, el realismo mágico no era sino la cosmovisión de los indios que ha existido desde siempre y para ellos y para ella esa manera de ver y entender el mundo es tan real como la de los citadinos. Garro privilegió el mundo de la ilusión en contra de los seres anclados en el raciocinio y en el pragmatismo. En estos momentos en que la misoginia, los feminicidios, la violencia en contra de las mujeres en México muestran una realidad más que alarmante, la obra de Elena Garro cobra gran significado. Desde su reportaje sobre la cárcel de mujeres, “Mujeres perdidas”, de 1941, hasta sus obras de teatro y en su narrativa, Garro expuso la condición de la mujer violentada por los preceptos machistas. El rastro, escrita en 1957, es un espejo horroroso de la realidad vivida hoy en día. Por eso y mucho más hay que estudiarla.

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TERTULIA

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EN EL BANQUILLO

ENTREVISTA

Por la ficción

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TEDI LÓPEZ MILLS

n un ensayo reciente la escritora británica Zadie Smith declara: “lo que insulta a mi alma es la idea —popular ahora en la cultura y presentada con diversos grados de complejidad— de que podemos y debemos escribir solo sobre gente que es fundamentalmente como nosotros: en términos raciales, sexuales, genéticos, nacionales, políticos, personales”. Me parece significativo que, para protestar, Smith ponga sobre la mesa su alma, bastión inexpugnable por indefinible. No hay modo de fijarla o arrinconarla. Carece de rasgos o de contexto. Es camaleónica y representativa. Smith procede con cautela. Cita un verso de Whitman: “contengo multitudes”; decide que tal proclama ya no es válida: el verbo “contener” posee tintes colonialistas. La piedra fundacional para legitimar la vieja heterogeneidad literaria será en adelante la fascinación por los otros o, más sencillo aún, la empatía. Lo que haga el presente con las infracciones del pasado o de la tradición permanece en una zona borrosa. Smith señala que en sus novelas ella ha sido adulto, niño, niña, negro, morena, blanca, gay, heterosexual. Menciona el ejemplo canónico de Madame Bovary: una mujer imaginaria creada por un hombre. “Y yo, junto con generaciones de mujeres lectoras, me pregunto: ¿cómo pudo un hombre saber tanto de nosotras?” Y yo a mi vez, conmigo, me pregunto si el alma que Smith dispuso tan lúcidamente en su argumento fue apenas una muletilla desechable frente al sentimentalismo de esa incógnita: nosotras. ¿Quiénes? La cantidad hechizada. “Madame Bovary soy yo”, dijo famosamente Flaubert. Sin embargo, el 8 de febrero de 1852 le escribió a su amante, la poeta Louise Colet: “No quiero que en mi libro haya un solo movimiento, ni una sola reflexión del autor”. A lo mucho el autor escribirá la obra y su prosa exacta creará una superficie semejante a la de un espejo donde él se contemplará en ausencia. Qué delicia escribir, ya no ser uno mismo, le confesó Flaubert a Colet en otra carta. “Hoy, por ejemplo, hombre y mujer a la vez, amado y amada…, me paseé en caballo por un bosque, una tarde de otoño, abajo las hojas amarillas, y yo era los caballos, las hojas, el viento…”. La dedicatoria de la novela fue para el abogado defensor que lo libró de las acusaciones de inmoralidad y de la consiguiente censura. Ahora hay nuevas autoridades, miradas por encima del hombro. Advierto la vigilancia. Releo Madame Bovary. En mi edición Emma se descubre aburrida en la página 30: la calma en la que vive no es para nada la dicha que vislumbró. La conversación de su marido es insulsa y plana, como la banqueta de una calle. En la página 33 se lamenta: “Dios mío, ¿por qué me habré casado?” Ya es dueña de una perrita, Djali; la llama, acaricia su larga cabeza: “anda, dame un beso, tú que no tienes pesares”. En la página 34 se asoma el marqués. El doctor Bovary lo cura de un absceso en la boca. ¡Habrá una gran cena en el castillo! Ella por fin comenzará a no ser ella.

Parece significativo que, para protestar, Zadie Smith ponga sobre la mesa su alma

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La zoóloga estadunidense, autora de La chica salvaje, que ha vendido más de tres millones de copias.

Delia Owens

“No tienes que vivir en una ciénaga para estar sola”

S

VERÓNICA MAZA BUSTAMANTE FOTOGRAFÍA V. M.

u título original es Where the Crawdads Sings (Donde cantan los cangrejos), aunque decidieron llamarla La chica salvaje (editorial Ático de los libros) en la edición en español, título menos poético pero eficaz para definir a la protagonista: Kya, quien a los 10 años de edad se ve obligada a vivir absolutamente sola en una cabaña escondida entre los marismas de Barkley Cove, en Carolina del Norte. Ahí, abandonada a su suerte, se convierte en una joven que, a pesar del dolor de sus pérdidas y el miedo a lo desconocido, ha aprendido el lenguaje de la naturaleza, acompañante y cómplice de toda su vida, única confidente cuando se enamora del dulce Tate y después del apasionado Chase, con quienes conoce ambas caras del amor. Entrevistada durante el XV Festival Internacional de Escritores y Literatura en San Miguel de Allende, donde ofreció una conferencia magistral, Delia Owens explica desde su lado científico lo que ha aprendido de los vínculos afectivos luego de vivir años en la sabana africana estudiando a los animales: “No podemos medir ni contabilizar el amor, pero una vez estando en el Kilimanjaro tuve el honor de ver el reencuentro de dos leonas que no se habían visto durante diez meses porque el clima las separó. Se vieron a cinco metros de distancia, corrieron, se abalanzaron una contra la otra, enroscaron sus cuerpos, se tumbaron,

rodaron, se lamieron las caras, y yo pensé: si esto no es amor, entonces no sé qué lo sea. El amor es difícil de definir pero muy simple de ver. No puedo decir que es un instinto, pero sí una sensación de ansiedad que nos arrastra a hacer cosas maravillosas o cosas que quizá no deberíamos hacer”. Kya se pregunta cómo sobrevivir en un mundo donde la deshonestidad es constante. “Los humanos son como luciérnagas que tienen una hermosa luz que usan en su beneficio. Ella aprende cosas buenas y cosas malas porque no conoce la moral social, así que cada día tiene que encontrar el balance entre su genética animal y el deseo de ser agradable con los otros”. Para Delia, “durante millones de años hemos quitado del camino a otras especies para quedarnos con las últimas gotas de agua en la temporada de sequía. Vivimos a través de nuestros instintos pero también con un código de conducta. Tendríamos que vernos a nosotros mismos como parte de la naturaleza para cambiar la historia”. La infancia de Owens fue muy parecida a la de Kya. “Nací en Georgia del Sur y tuve la suerte de tener una madre que era una chica sureña pero también tenía un lado aventurero; siempre me impulsó a recorrer los bosques. Me decía: ve a donde cantan los cangrejos. Fue por ella que pasé la mayor parte de mi tiempo en la naturaleza. En África descubrí que el

comportamiento de los animales es muy parecido al de las personas; eso me inspiró para escribir este libro”. Delia vivió mucho tiempo en retraimiento y reconoce que “pocos se dan cuenta de cómo la soledad puede cambiar a una persona, pues nuestra genética nos lleva a vivir en grupos. Cuando perdemos este contacto, también nos abandona la confianza, pero muchas veces tenemos más de lo que creemos que poseemos. No tienes que vivir en una ciénaga para estar sola. Hay quienes viven en ciudades con millones de personas y se sienten abandonados”. Junto con su exesposo Mark, la zoóloga escribió tres libros sobre la vida silvestre en África. Ganó el premio John Burroughs para Escritura sobre la Naturaleza, el premio Golden Ark del Príncipe Bernhard de los Países Bajos y el Premio a la Excelencia de la Universidad de California. Hoy, a sus 71 años de edad, se siente emocionada por comenzar una nueva carrera como novelista. Su primer título será llevado al cine y Owens se encuentra escribiendo su segunda novela, que no será una secuela pero seguirá en la misma línea al explorar cómo podemos aprender de nosotros mismos contemplando la naturaleza. “Creo que todos, alguna vez en nuestra vida, nos hemos sentido en un lugar tenebroso e inhóspito y creemos que no podremos volver a salir a la luz, pero sí podemos”, finaliza.

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EN LIBRERÍAS

29 DE FEBRERO 2020

NARRATIVA, ENSAYO La primera calle de la soledad

El juicio de Adolf Hitler

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POESÍA EN SEGUNDOS Epigenética

Texto de piel fugaz: Coral Bracho VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mx

E Gerardo Horacio Porcayo Planeta México, 2020 211 páginas

David King Seix Barral México, 2020 639 páginas

Jöel de Rosnay Ariel México, 2020 192 páginas

Publicada originalmente en 1993, reaparece esta novela que se presenta como la piedra de toque del ciberpunk en Hispanoamérica. Monterrey tiene un aspecto futurista, aunque en decadencia, y hasta ahí llega un hacker con la encomienda de obtener información altamente clasificada. La parafernalia incluye máquinas capaces de leer los pensamientos, cyborgs, rayos láser, prótesis que en realidad son armas y una conjura que se extiende más allá de nuestro planeta.

Hitler tenía 34 años cuando irrumpió en una cervecería de Múnich, abrió fuego sin ánimo de herir a los parroquianos y llamó a la revuelta. Fue acusado de alta traición y llevado a juicio. Los pormenores de ese hecho que mantuvo en vilo a Alemania a principios de 1924 son magistralmente contados en este ensayo que se vale de transcripciones y archivos policiales para pintar un momento de la historia europea en la que, como hoy, prosperaban los mesías de derecha.

La epigenética se define como “el sistema de regulación que controla la expresión de los genes sin afectar a la composición de los genes en sí mismos”. El científico francés, autor del presente volumen, la explica empleando una metáfora musical: la genética son las notas de un pentagrama y la epigenética es la sinfonía que surge de las notas. Esta nueva perspectiva busca no solo cambiar la vida de las personas, sino también “el ADN de nuestras sociedades”.

El arte de la lógica (en un mundo ilógico)

Periferias

Invndación Castálida

Eugenia Cheng Grano de Sal México, 2019 280 páginas

Portal Ariosa, Zirión Pérez UAM/ Gedisa México, 2019 273 páginas

Claustro de Sor Juana Número 12 México, 2019 104 páginas

No solamente en nuestros días estamos viviendo “en un mundo ilógico”, de acuerdo con el título del presente volumen; puede decirse que eso ha ocurrido desde que el ser humano apareció en la Tierra. Si bien Cheng se refiere específicamente a la lógica matemática, sus argumentos también se relacionan con la lógica filosófica. Para ella, la lógica y las emociones están ligadas, y tiene razón. Todas las carreras, por reglamento, deberían incluirla en sus programas.

“Antropología en los límites de la ciudad y la cultura” es el subtítulo de este ensayo que explora la dinámica de crecimiento y desarrollo de los grandes centros urbanos. Esta dinámica, sostienen los autores, hace posible la existencia de las periferias, aquellos espacios que rodean al centro y son a la vez “construcciones socio-históricas, ámbitos desdc donde se conforman fronteras de pertenencia” y a partir de las cuales se crean umbrales de identidad.

Número doble dedicado, por un lado, a la India, invitado principal en la reciente FIL de Guadalajara; por otro, se le rinde homenaje a Rafael Tovar y de Teresa. No podían faltar, en el caso de la India, tres de sus grandes especialistas: Octavio Paz, Roberto Calasso y Elsa Cross; el poeta Alberto Blanco ofrece unas versiones del Bhagavad Gita y El Dhammapada. A Rafael Tovar y de Teresa lo recuerdan sus hijos Rafael y Leonora, y Federico Reyes Heroles, entre otros.

n medio de la aburrida y tantas veces incomprensible poesía neobarroca, los poemas fundamentales y juveniles de Coral Bracho han permanecido vivos y sorprendentes por más de cuatro décadas, como apreciamos ahora en Poesía reunida, 1977-2018 (Era, 2019). Cuando nos aproximamos a esta reunión y volvemos a leer “Peces de piel fugaz” o “Tus lindes: grietas que me develan” entramos en la sutil sensualidad inmediata, en la plenitud de la sensibilidad, en el goce de impresiones indefinibles e inciertas. En esos poemas de largas ilaciones y asintóticos, Bracho nos ofrece certezas agudas que van cambiando en otras más leves hasta dibujar la plenitud de un cuerpo en otro cuerpo. Todo en un crescendo intenso y femenino, en una ola que no deja de fluir y que casi borra por completo el instinto punzante para otorgarle el lugar principal a lo que se abre, no a lo que entra o penetra, al grado de que lo masculino trueca en una forma suave y hendida. Este saber inmediato de los sentidos nos muestra un espacio-tiempo en constante mutación. Nada dura en sí mismo y nada deja de escindirse. No creo que Bracho, como David Huerta nos anuncia de modo generoso en la cuarta de forros, nos revele “el milagro del ser”, el lugar de la ebriedad sobria o el viaje inmóvil o la conciencia del todo interior donde emergen religión, filosofía y el carácter abrupto pero concentrado de la realidad a la que hemos sido arrojados de manera azarosa. Lo sorprendente de la poesía de Bracho, por lo menos para mí, es que logra crear intuiciones a flor de piel —un mundo más abstracto que concreto, más veloz que iluminado, más roto que fundido en una experiencia íntegra—. Podemos colocar a Coral Bracho en esa enorme cauda de lo que conocemos como poesía del lenguaje, porque su rica visión de las certezas sensibles hace surgir una abundancia de matices verbales llenos de delicadeza, placer y hermosura. La experiencia del cuerpo que vive Bracho no es escatológica. Es, contradictoriamente —tratándose de una visión del cuerpo vivo—, una mirada cortés, fina y, muy bien podríamos decir, que hasta idealizada. Quizá en esto estriba, a veces, la duda que nos asalta en las primeras lecturas de sus poemas. Todo es demasiado bello y amable para trazar lo “rizomático”, lo que se colma de flujos y excrecencias, y para hablar de las bocas del cuerpo —la fuente del bien y del mal—. Sin embargo, me parece que el lector puede saltar por encima de esta duda al descubrir que dicho universo hecho de lindes, bordes, labios abiertos, representa la imagen legítima de la instantánea, precaria, belleza sensual. Como Bracho comprendió que no era posible permanecer en ese margen, evolucionó poco a poco hacia una poesía de descripciones más evidentes: el recuerdo de la muerte del padre, los cuartos de un hotel, la enfermedad del Alzheimer. Todos estos otros poemas quizá no tengan la singularidad de los primeros, pero sí nos revelan lealtad al amor y la hondura de un espíritu amable.

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ARTE

29 DE FEBRERO 2020

RESEÑA

Héctor Perea: obsesión por Piero della Francesca MARCO ANTONIO CAMPOS FOTOGRAFÍA WIKIPEDIA

L

a Universidad Autónoma de Nuevo León y el INBA publicaron hace unas semanas un ensayo que es a la vez un cuaderno de viaje, El más allá de la mirada, de Héctor Perea, merecidísimo ganador del Premio Internacional Alfonso Reyes 2019. Perea ha estudiado infatigablemente la obra de Alfonso Reyes y las relaciones literarias y culturales de México y España en el siglo XX. En los últimos años ha estado muy ligado a Italia. El texto es el relato del viaje que Perea hace con su esposa Carmen a los sitios donde se hallan las que son tal vez las más acreditadas pinturas de Piero della Francesca: La leyenda de la Santa Cruz, La flagelación y La resurrección, que, a la verdad, es difícil saber cuál descuella sobre la otra. Las ciudades o pueblos visitados son Arezzo, Borgo San Sepolcro y Urbino. Piero della Francesca, como cientos de pintores europeos, ha pintado o dibujado a Cristo como si hubiera vivido, aleccionado y muerto en las ciudades donde ellos vivieron; el pintor toscano, claro, no es excepción. Las tres obras tienen como escenario el paisaje y la arquitectura renacentistas italianos. No está de más decir que las ciudades y el paisaje de Urbino y de Borgo San Sepolcro, al pie o cerca de los Apeninos, son de una melodiosa belleza, como lo son en general las regiones de la Toscana y Las Marcas. Gracias a Perea hemos vuelto a mirar en reproducciones una y otra vez estas obras, las cuales quieren ser —son— la gran primavera pictórica del artista. Recuerdo que hacia 1972, en una conversación que sostuve con el pintor Juan Soriano en un café de Roma, me hablaba que uno de sus dioses mayores, no recuerdo si el mayor, era Piero della Francesca. “Lo mejor está en Arezzo, en la capilla Bacci, de la iglesia de San Francisco”. Dos de los puntos de vista de los que Perea parte en su ensayo son ideas de Carlos Fuentes en Viendo visiones y del inglés Aldous Huxley en su libro Along the Road (A lo largo del camino). El de Fuentes versa sobre los varios y variados frescos de Arezzo, La leyenda de la Santa Cruz, en los que interpreta las miradas de los protagonistas que ven hacia fuera de la escena pictórica. Las diferentes escenas que se hallan en los frescos de La leyenda de la Santa Cruz, algunas muy dañadas por el tiempo, crean un conjunto inolvidable. Perea se demora ante todo en las dos primeras, que le parecen esenciales, “La muerte de Adán” y “El sueño de Constantino”. Un añadido: en 1907,

La flagelación, de Piero della Francesca (1415-1492).

cuando Gabrielle D’Annunzio visitó la capilla, la llamó en un poema el jardín de Piero della Francesca. La segunda obra, la inquietante Resurrección, la cual le parece a Aldous Huxley “la mejor pintura del mundo”, se halla en Borgo San Sepolcro, el pueblo toscano donde Piero della Francesca nació en 1415 o 1416. Mide 2 x 2.25 metros. En el cuadro se halla Jesús, que sostiene una bandera blanca con una cruz roja, mira fijamente hacia el frente y nos ve a todos y a nadie. Sangra todavía del costado, a causa del lanzazo, y de las manos y del pie visible, a causa de los clavos. De los otros cuatro personajes, que están a sus pies, delante del sarcófago, dos duermen; uno parece que también lo hace (tiene la palma de la mano sobre los ojos) y el de la extrema derecha da la impresión de despertarse por virtud del milagro. O sea: los cuatro, o al menos tres de los soldados, no se han enterado aún de que Cristo resucitó. Por demás, el Cristo del

El más allá de la mirada es el relato del viaje que Perea hace con su esposa Carmen a Italia

cuadro es uno de los más emotivos e impresionantes de los miles que he visto. Es de una altísima belleza. Fuerte, triunfante, parece mirar a la posteridad y decir que está —que estará— allí. En el paisaje y en los personajes se complementan vida, sueño y muerte en un solo instante inolvidable. En Piero della Francesca lo sagrado se vuelve naturalmente humano y lo naturalmente humano se vuelve sacrosanto. Un añadido: no hay un retrato o un autorretrato de Piero della Francesca, o al menos no hay uno del todo convincente, salvo que sea, como es tradición o leyenda, el único soldado a quien se le ve el rostro completo. La tercera pintura, sobre la que Perea se detiene, difícil y enigmática, es La flagelación, que mide 59 x 82 centímetros, y está expuesta en el Palacio Ducal de Urbino, y en la cual, como en los casos de La leyenda de la Santa Cruz y La resurrección, nadie parece mirar a nadie en las obras, o miran hacia otra parte, o hacia fuera, a los espectadores que la ven. O como diría Perea: “son miradas lanzadas al exterior”. Un exterior que puede ser emblemáticamente el mundo. Los personajes de Piero della Francesca

en esta obra parecen estar en una actitud estática y extática. Una quietud perfectamente calculada por el pintor que lleva al espectador a la altura del ideal. Gran conocedor de las matemáticas y la geometría, el pintor toscano, en el breve cuadro, logra un prodigioso juego de perspectivas. Un detalle: si uno se detiene en la mirada del latigueado Jesucristo deja percibir un desconsuelo de quien sabe que ya todo es inútil. La flagelación podría tomarse, en un principio, como dos cuadros divididos por una columna. Lo extraño es que en el conjunto el cuadro principal sería el que se halla en el segundo plano, es decir, donde Jesús está sufriendo la flagelación sin que parezca eso turbar a nadie de los que aparecen en el cuadro. Es uno de los cuadros más enigmáticos del pintor de Borgo San Sepolcro en una obra que en general tiene mucho de enigmática. Escrito con una prosa leve, ágil, el brevísimo cuaderno de viaje de Héctor Perea, El más allá de la mirada, alegra al entendimiento, y al comparar lo escrito con las pinturas despierta a la imaginación y da juego a los sentidos.

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ESCENARIOS

29 DE FEBRERO 2020

PERIPECIA

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IMÁGENES

Debussy, el genio rebelde

E Somos el enemigo se presenta viernes, sábado y domingo en el Foro A Poco, Centro Histórico.

Una epidemia sin cura ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com FOTOGRAFÍA CORTESÍA COMPAÑÍA COCOCÓ TEATRO

C

on su vestido corto, color palo de rosa, moño en la cabeza y su enorme caja para bolear, Mary busca sin éxito entre el público a alguien que no use tenis para ofrecer sus servicios. Su sonrisa no desaparece. Somos el enemigo transita de la inocencia cómica al horror y al error trágico, permeado de humor corrosivo, por vía de una sola actriz. La anécdota plantea que la joven y su hermano, que vende mazapanes, viven en la calle, de donde el chico un día desaparece a manos de autoridades gubernamentales. En su búsqueda, Mary pide ayuda a su último cliente, un militar que le dio su tarjeta y en su afán de encontrar al hermano ingresa en las filas del Ejército de Paz. La dramaturgia de Froylán Tiscareño, quien dirige, de Raquel Navas y de la actriz Rosaura Pérez Sanz, que además del papel de Mary juega el rol de todos los personajes con los que el principal se topa, plantea los obstáculos que ella encuentra mediante un lenguaje de palabras y acción física. La imaginación de actriz y espectador transitan por las atrocidades que se yerguen en el camino. La transformación del personaje, desde su primera aparición hasta la última, es en gran medida lo que hace de éste un montaje excepcional. Rosaura Pérez Sanz modifica orgánicamente la dulzura esperanzadora e ingenua de Mary hasta construir el espíritu atroz de una mujer que se vuelve un ente de crueldad monstruosa. El trabajo corporal, gestual,

ampliamente expresivo de la actriz, que habita el espacio en cada uno de los rincones sin que haya más elementos que luz y humo, conduce al espectador por los vericuetos de la calle, las oficinas y los espacios clandestinos, hasta donde jamás pensó llegar la joven inocente. Esencialmente, hace que el espectador recorra azorado el camino del desfiladero, asido a los ojos expresivos de la actriz, a la fuerza de su delgado y trabajado cuerpo, a la crudeza de su interpretación cuando su personaje ha trascendido el límite de la calle, a la nitidez de la atrocidad, que proyecta mediante un trabajo actoral que revela lo que la clandestinidad ahoga. Somos el enemigo es una feroz crítica social que involucra un humor mordaz y abre heridas que perfilan la miseria humana, como si se tratara de una epidemia sin cura. Si bien sucede que en alguna escena como aquella en que la chica sube los pisos de un edificio en elevador hay un regodeo excesivo del director, que permite que el vehículo se expanda y el viaje se alargue, invadido por gags físicos quizá en busca de un rato más de diversión para el público antes de lo que se avecina, el montaje recupera el equilibrio.

La puesta en escena de Froylán Tiscareño propone un viaje similar al de un paseo en balsa

La puesta en escena de Froylán Tiscareño propone un viaje similar al de un accidentado paseo en balsa por un río rápido, durante el que Rosaura guiará, entre peñascos, árboles y precipicios, hasta el azoro del público, que se encontrará de golpe ante lo que el poder logra inocular en el ser humano. La contradicción, la paradoja, el descenso ético, moral y humano, agazapados en el interior de una mujer que se pierde de sí, son parte de lo que expone admirablemente Somos el enemigo. Los integrantes de la Compañía Cococó Teatro sacan lustre a las herramientas del teatro gestual y logran la amalgama artística en el reducido escenario mediante la pantomima, el ritmo, la voz y el arduo trabajo bufonesco para gestar metáforas envueltas en sombra y en luz que iluminan la atrocidad. Somos el enemigo es una experiencia agridulce que genera risa y rabia adolorida. Es un buen presente escénico, que devuelve la fe en el rigor del trabajo actoral, en las virtudes de modificar el espacio, realizar acercamientos y poner distancia mediante la expresión artística. Lo que queda luego del pasmo en que el montaje deja al público, al que Tiscareño rescata, por segundos, mediante un reinicio, como si se pudiera borrar lo vivido o, más bien, como si todo retornara para volver a empezar, es la imagen del personaje de mirada pura, como si nada la hubiera modificado.

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ANDREA SERDIO

l mundo de Debussy, de Roger Nichols, publicado por Adriana Hidalgo editora, recoge testimonios de colegas y amigos del autor de Preludio a la siesta de un fauno que lo retratan de cuerpo entero y siguen sus pasos a partir de su juventud y hasta su muerte, ocurrida el 25 de marzo de 1918, a los 55 años. Debussy nació el 22 de agosto de 1862 en la periferia de París; desde niño, su madre lo aficionó a la ópera y fomentó su vocación por la música. A los nueve años comenzó a estudiar piano, a los diez ingresó al Conservatorio de París y a los dieciocho se matriculó en la clase de composición, en la que muy pronto se rebeló contra las normas establecidas. Para los especialistas, Debussy cambió el rumbo de la música en el siglo XX. Como Ravel, fue figura clave de la música impresionista. Fue, también, el heterodoxo que en 1884 ganó el Premio Roma con la cantata El hijo pródigo, lo que le permitió viajar a la capital italiana para dedicarse a componer. En la Villa Médicis de Roma, Debussy pasó el tiempo leyendo. Se abismó en la poesía de Verlaine, Baudelaire, Rossetti y Mallarmé, cuyo salón literario frecuentaría años después y en donde, con Mallarmé y el pintor Odilon Redon, exploraría nuevas posibilidades en el universo del arte, en el que se mezclaban diferentes disciplinas. El mundo de Debussy es un libro lleno de anécdotas que perfilan al genio que descubrió un nuevo lenguaje musical, capaz de rechazar una cena organizada por Proust en su honor con artistas e intelectuales porque prefería reunirse con sus amigos en un café apacible para pasar el tiempo y conversar. El libro habla de los procedimientos en ocasiones poco aceptables de Debussy para lograr sus propósitos, pero también de su ilimitado amor por la música. En su época de mayor pobreza se negó a darle clases de piano a un niño rico, porque no tenía talento. Y para lograr que Maeterlinck le permitiera adaptar su poema Pelléas et Melisande, le prometió a la amante de éste el papel protagónico, consciente de que jamás cumpliría su palabra. El autor de Claro de luna, con su mal genio, fue un hombre querido, con amigos como Satie, Colette, Stravinsky, Mallarmé. Fue asimismo un hombre proclive a los amores. Tuvo varias amantes y se casó dos veces, la primera con Rosalie Texier y la segunda con Emma Bordac, con quien tuvo a su única hija. En 1965 Ken Russell filmó The Debussy Film, para la BBC de Londres, un homenaje que viaja a través del tiempo, que del siglo XIX se traslada a los años sesenta del siglo XX para presentarnos al genial compositor que, víctima del cáncer, murió en su mejor momento. El mundo de Debussy es una investigación rigurosa y entretenida sobre un artista aristocrático que no creía en Dios y despreciaba las convenciones burguesas. Un compositor cuya música, tan llena de matices, está presente en numerosas películas, entre ellas Fantasía, de Walt Disney, Ocean’s Eleven, de Steven Soderbergh, Toro salvaje, de Martin Scorsese, y Flashdance, de Adrian Lyne.

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ

29 DE FEBRERO 2020

http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto/Instagram: milenio_laberinto

TOSCANADAS

Totalmente divertido DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

A

lfaguara tiene la buena intención de vender la novela que recién me publicó: Duelo por Miguel Pruneda. Para tal cosa, envía a su medio millón de seguidores una publicidad lamentable, pues trata mi novela como una niñatería detectivesca, cosa que está muy lejos de ser; pero tal parece que la palabra “detective” vende bien. El texto alfaguárico dice: “¿Has jugado al detective en un cementerio donde los murmullos de los muertos apenas se distinguen de los de los vivos? Juega al gato y al ratón con David Toscana en Duelo por Miguel Pruneda”. Uta, qué vergüenza. Yo con nadie voy a jugar al gato y al ratón. ¿A qué se referirán con “murmullos de los muertos”? Y ya ni les cuento los dibujitos ridículos e infantiles que acompañan el cartel, los cuales incluyen una especie de fantasma diabólico. Rematan con una frase digna de un programa cómico de Televisa: “Absurdo en la superficie y totalmente divertido”.

DUELO POR MIGUEL PRUNEDA

La más reciente edición de la novela publicada por David Toscana en 2002.

Mejor no morder el anzuelo, pues sería inevitable la desilusión. Mi novela es una obra de arte. Hay que entenderlo. Eso son mis novelas, por eso son worstsellers, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Pero este texto no es un lamento personal. Me uso como chivo expiatorio para mirar algo más relevante. En un tiempo remoto hablar de libros era sobre todo hablar de cultura, de pensamiento, de bellas letras; mientras que la televisión era lo que sigue siendo: la caja idiota. Hoy, las grandes empresas editoriales se inclinan a jugar el mismo juego de la industria del entretenimiento. Hace unos días, recibí de Penguin Random House este mensaje: “Buenas tardes! Soy…, del departamento de Comunicación de Plan B, encantada de saludarte. Me pongo en contacto contigo para comunicarte que acabamos de publicar el último libro de Brioche, ‘EL ORÁCULO DE

BRIOCHE’. Se trata de un libro con predicciones, consejos y horóscopos divertidísimos inspirado en el oráculo que ha triunfado en sus redes sociales @brioenfurecida. El autor es todo un influencer satírico que cuenta con más de 333k seguidores en Instagram. Si quisieras recibir un ejemplar del libro para reseñar no dudes en ponerte en contacto conmigo. Un saludo y muchas gracias!” ¿De verdad tienen que importunar a un literato con estas peticiones? ¿Acaso quieren hacerme cómplice de idiotizar a la gente con semejante roña de libro? ¿Horóscopos divertidísimos? ¿Influencer satírico? ¿Para eso compraron Ediciones B? ¿No podrían escribir el signo de exclamación de apertura? Acepten sin tapujos que la cantidad de seguidores en Instagram es la única razón por la que publican este libro mercantil. Hoy, el proverbio dice: “Cría fama y te visitará un editor”.

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BICHOS Y PARIENTES

Lisístrata no se mueve

E

l plan: todas las mujeres de Grecia unidas para acabar con la violencia y la guerra entre Esparta y Atenas. Confiscan todos los dineros y los bienes que pudieran intercambiarse y los meten al templo de Atenea, en la Acrópolis. Sin dinero ni comercio, la guerra se vuelve imposible; pero esa no es la parte más eficaz del plan: la genialidad de Lisístrata consiste en convencer a las mujeres de que, hasta que no firmen la paz, ningún hombre ha de hallar a alguna dispuesta a tener relaciones sexuales… Y por supuesto, la guerra se acaba. El nombre de Lisístrata está compuesto de dos palabras: “lúô”, desatar, y “stratós”, ejército: “la que deshace el ejército”, y Aristófanes presentó su comedia en 414 a. C., cuando la guerra del Peloponeso llevaba ya casi 20 años. Por más que la obra es genial y necesaria tiene un problema básico: no se deja traducir. Es que “los saberes” en las comedias dependen casi siempre de otros recursos: o son falsos, o la revelación se da en sentidos divergentes, atados al uso de las palabras específicas. Dobles o múltiples sentidos, picardías, fintas y equívocos, dependen de la palabra en sí. Intraducibles. Los chistes, las bromas, las burlas, la imitación de acentos y formas del habla, casi nunca logran pasar la doble frontera del espacio y del tiempo. Aristófanes supo escribir de tal modo los parlamentos de cada personaje, que logra auténticas caricaturas del habla de sus contemporáneos, imposibles de reproducir en formas contemporáneas. Las comedias, y en particular las antiguas, apelan solamente a lectores de buena voluntad que logren, al mismo tiempo, entender

JULIO HUBARD FOTOGRAFÍA CEFERINO LÓPEZ

una trama y reconstruir imaginariamente los gatillos de la risa. Porque la risa desarma, irrumpe, rompe, trabuca y purga; es una irrupción desde el cuerpo, anterior a la capacidad de juicio, y la comedia pacifica. La trama de Lisístrata es pacifista pero está llena de agresividad verbal; el desarrollo y los versos son feroces, pero desde la sonrisa pícara hasta la brutal carcajada de la vulgaridad, sabemos que Aristófanes influyó en favor de la paz.

La violencia y su organización, la guerra, ha sido el eje más persistente de la historia humana

Pese a que las dificultades son incontables e insuperables, la obra es magnífica y se ha vuelto nuestra contemporánea de un modo peculiar: Aristófanes se mofa y desarma un orden antiguo del mundo: los hombres gobiernan, pero las mujeres, que gobiernan a los hombres, subvierten la estructura de la guerra y, sustrayéndose de la ciudad, del erotismo y del comercio, transforman a los orgullosos y prepotentes guerreros en seres lastimeros, pero sensatos. Hacia el final, Lisístrata llama a Dialagé (“cambio de enemistad a amistad”, “Concordia”) y la instruye a que traiga a los hombres, “si no de la mano, del palo”, a firmar la paz. Los pobres sujetos, a la vez itifálicos e impotentes, no pueden sino acatar las instrucciones de las mujeres.

Un momento de Lisístrata, de Eurípides, dirigida por Jérome Savary.

A lo largo de la historia, el público consideraba que la situación en que Aristófanes coloca a los hombres era un exceso y una mera comicidad. Hoy suponemos que aquel tópico de la comedia es mucho más descriptivo que satírico. No importa si es bueno, malo, real o ficticio. Importa mucho, en cambio, que un problema del que no sabemos dar cuenta provoque risa, perplejidad, extrañeza, y no solo rabia, venganzas, odios. La violencia y su organización, la guerra, ha sido el eje más persistente de la historia humana. Pero, ojalá, Émile Benveniste haya tenido razón: somos la primera generación sobre el mundo que considera la paz como el tiempo estable y no como un periodo “entre guerras”, donde la sociedad dedica su organización a la preparación de la violencia. Para forzar la paz, la estratagema de Lisístrata se da aparejada de la exhibición de falos, no como orgullo y prepotencia sino como punto débil, risible, ridículo. Los hombres prefieren renunciar a su objetivo vital —la guerra y el prestigio viril— que a su deseo. En una sociedad que acepta la guerra y la violencia como motores principales, hace perfecto sentido que las Sabinas defiendan a sus secuestradores y violadores. En el mundo de los guerreros, las mujeres son objetos. En una sociedad política, que concibe la paz como tiempo estable y la violencia como fracaso y quebradura, Lisístrata es la opción de la inteligencia: no se trata de incrementar poder de ninguna de las partes sino de domesticarlo, volverlo impotente, ponerlo fuera de las relaciones entre personas. En el poder y la violencia no existe el equilibrio: hay dominación, victoria y derrota. Pero la paz es la ausencia de poder.

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