Laberinto No.897 (21/08/2020)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE

ENTREVISTA

FERNANDO ZAMORA

JUAN MANUEL GÓMEZ

El encanto luminoso de Isabelle Huppert

García Abreu: 32 tertulias literarias

Foto: Beluga Tree

SÁBADO 22 DE AGOSTO DE 2020 AÑO 17 - NÚMERO 897

Adonis: el exilio como viaje hacia el interior Julio Villanueva/ FOTOGRAFÍA: AFP

Foto: © Lucas Augradi


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ANTESALA

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DOBLE FILO

Rafael Vargas revisited FERNANDO FIGUEROA

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utor de una decena de poemarios y fan de Jim Morrison, Rafael Vargas también es un reconocido traductor y ensayista. Ha sido agregado cultural en las embajadas mexicanas en Chile, Perú y Ecuador. En 2019 publicó De México para América entera. Pequeñas historias del Fondo de Cultura Económica y tradujo los ensayos de George Steiner incluidos en Necesidad de música, ambos volúmenes del sello Grano de Sal. Próximamente aparecerá un libro iconográfico sobre José Carlos Becerra compilado por Vargas, quien juega ping-pong con Laberinto. ¿La poesía apuesta contra la muerte? Por supuesto. ¿La originalidad hace a un poeta? No. La sabiduría. Tres poetas mexicanos. López Velarde, Gilberto Owen y José Carlos Becerra. Una línea de José Carlos Becerra. “El cuerpo está en el deseo de una manera más real que en sí mismo”. Tres poetas extranjeros. Lope de Vega, Shakespeare y Dante. “Los heraldos negros” o “Poema 20”. “Los heraldos negros”. ¿Qué descubriste en Sudamérica? Las maravillas de nuestro idioma con otras entonaciones. Salvador Allende en una frase. El político más coherente, lúcido, valiente y admirable que ha conocido América Latina. Un libro de Borges. Fervor de Buenos Aires. El poema que más le envidias. “El amenazado”. Una línea de Eduardo Lizalde. “Ven, cosa, yo te diré tu nombre”. José Emilio Pacheco en una frase. No me preguntes cómo pasa el tiempo. La mayor virtud de Monsiváis. Su prosa extraordinaria. Un libro de Walter Benjamin. Baudelaire. Dos novelas extranjeras. En busca del tiempo perdido y La montaña mágica. Dos novelas mexicanas. El Periquillo Sarniento y El tañido de una flauta. Una película de Buñuel. La Vía Láctea. ¿Qué aporta George Steiner? Un acicate para leer con profundidad. Una ópera. Don Giovanni. Un disco de The Doors. El primero que grabaron. The Beatles o The Rolling Stones. ¡The Beatles! Los pobres Rolling… ¿qué? Un disco de Dylan. Highway 61 Revisited. Bowie o Leonard Cohen. Leonard Cohen. Los tres grandes son dos: Orozco. Sí, pero casi diría que Rivera. ¿Y Tamayo? Se cuece aparte. ¿Dios existe? Como anhelo humano. Tu epitafio. “Perdonen que no me levante”.

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Frankie. Dirección: Ira Sachs. Francia, Portugal, 2019.

HOMBRE DE CELULOIDE

La estrella de Isabelle Huppert

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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA BELUGA TREE

sabelle Huppert es todo en Frankie, película de Ira Sachs. El director estadunidense es famoso por ser abiertamente gay y por haber participado en todos los festivales importantes del mundo. Justamente estrenó Frankie en el Festival de Cine de Cannes el año pasado. Huppert es todo no solo porque su actuación es, como se espera, espectacular; además, uno siente que la diva francesa ha dejado algo de sí misma en esta historia que va de una actriz que ha viajado a Sintra, en Portugal, con toda su familia y los que más ama para decir adiós. Porque Frankie está muriendo de cáncer. Huppert interpreta a una suerte de Greta Garbo que quiere morir con los ojos abiertos. El filme está basado en una obra india de 1962, Kanchenjungha. La familia burguesa del filme de Satyajit Ray se traslada en la versión de Sachs a los paisajes portugueses poblados de leyendas medievales. Así, las fuentes, el bosque y las villas, enmarcan la historia de los amores de Frankie; sus maridos en distintas épocas y los hijos que tuvo con distintos esposos orbitan en torno a esta estrella moribunda. Evidentemente, toda la apuesta del guionista gira en torno a poner en escena los sentimientos que habitan al ser humano. El amor, por

ejemplo, se manifiesta en sus muy distintas caras. El que siente Frankie por su hija, el que siente por su mejor amiga o por el exmarido homosexual; el que siente por el esposo en turno (un hombre rollizo pero atractivo) o el amor que nace en dos adolescentes que se besan junto al mar. Ira Sachs, no hay duda, tiene el talento y los recursos necesarios para construir un universo particular en torno a los sentimientos de Frankie y los suyos. Y si bien es cierto que a menudo la película parece demorarse, sobre todo cuando el fotógrafo se detiene en la belleza de una locación, también lo es que es la clase de cine que no debiera contarse. Es cine que hay que ver. Con ciertas previsiones. Pues si uno no es amante del cine de arte y, más específicamente, del cine francés, se va a aburrir. En cambio, los amantes de divas como Isabelle Huppert y ese cine que está basado en el único arte realmente imprescindible en el cine (esto es, la actuación) encontrarán la película fascinante. De

Ira Sachs tiene el talento y los recursos necesarios para construir un universo particular

igual modo, a Frankie deben evitarla todos aquellos que están convencidos de que el amor brilla en esas farsas infumables que la publicidad llama “comedia romántica”. Si a uno le gusta Ben Stiller no encontrará en Frankie sentido del humor ni situaciones hilarantes. Ira Sachs dirige a sus actores basado en “el método”. Cada escena, si uno se fija, está construida con base en una emoción que un personaje ofrece y otro recibe. O rechaza. Como cuando el muchachito portugués se aproxima a la chica inglesa para besarla o cuando el aprendiz de director de cine se aproxima a Frankie para ofrecerle un guion y ella, educadamente, le dice en forma gestual que no está interesada a pesar de que murmura: claro, hágame llegar su libreto. El toma y daca de emociones es el auténtico motor del guion. Ira Sachs ha construido una pieza que, es verdad, por momentos resulta hierática, incluso un poco fría. Como la Huppert que, sin embargo, siempre vale la pena. No podía ser de otro modo; esta película está hecha para ella, para que se luzca produciendo para el público emociones en modo similar al pintor que atrapa la luz. La luz de este fotogénico extremo de Europa que de pronto parece pintado por Sorolla. Y es Isabelle Huppert quien da luz a todo Sintra.

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POESÍA

Ars poetica

LOS PAISAJES INVISIBLES

Aritmética sepulcral

RAFAEL CADENAS

Que cada palabra lleve lo que dice. Que sea como el temblor que la sostiene. Que se mantenga como un latido. No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es. Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad. Seamos reales. Quiero exactitudes aterradoras. Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas. Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme. Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme. Este poema pertenece a Intemperie (Ediciones de la Universidad de los Andes, Colección El Ciervo Vulnerado, Mérida, 1977).

EX LIBRIS

El Príncipe/ EKO

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ANTESALA

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IVÁN RÍOS GASCÓN

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@IvanRiosGascon

aul Bellow afirma que “el camino de vuelta de una persona a su identidad primitiva es el regreso del exilio espiritual, porque a eso se reduce su historia individual, a un exilio”. Esta idea es el eje de su novela La verdadera (1997), la conmovedora pero áspera historia de amor y funerales,dondeeltráfagoexistencialdesuspersonajesconsiste en un modo de vida inane y tautológico (por su viciosa condiciónrepetitiva),unaenergíalastradaporelsinsentidoyelaburrimiento,lasvirtudessiemprepresentesen las creaturas emblemáticas de Bellow: sea Augie March (Las aventuras de Augie March), sea Moses E. Herzog (Herzog),oeldoctorTamkinyTommyWilhelm(Carpe Diem), lo más exuberante de su universo narrativo es el registro detallado del hastío en que habita el hombre del sigloXXyque,dealgúnmodo,determinaeldestino,pues como intuye Harry Trellman, el héroe de La verdadera, ladesganaesunespectáculoincoloronoporfrívolo,sino por su indecencia intelectual. Harry Trellman lo dice así, al observar a los hombres y mujeres que lo rodean, lugartenientes del sector judío multimillonario de Chicago, todos hechos una especie de milagro del american way of life: “Estaban faltos de motivaciones elevadas. Eran productos corrientes y malolientes de nuestra democracia de masas, sin ninguna aportación destacada que hacer a la historia de la especie, satisfechos con amontonar dinero y seducir mujeres, copular, pasarlo bien en la cama como los hijos degenerados de Eros, varones pero no varoniles, y viviendo, los hombres y mujeres por igual, de ideas trilladas, sin belleza, sin virtud, sin la menor independencia espiritual; privilegiados en cuanto a dinero y bienes de consumo, beneficiarios de la conquista de la naturaleza por el hombre, tal como lo previó la Ilustración, y de los éxitos de la tecnología de punta que han transformado el mundo material. Individual y personalmente, no estamos a la altura de esos logros colectivos”. “El camino de vuelta de una persona a su identidad primitiva es el regreso del exilio espiritual”: esa noción que emerge de la pluma de Saul Bellow al observar la estridente contradicción entre el ser y su apariencia (Harry Trellman menciona esto al instante en que no solo decide aceptar sino asumir, por un lado, su fisonomía oriental que en lo exterior le expolia su identidad judía, y, por el otro, la infame decadencia de un cuerpo que la vejez condena a la extinción), adquiere otro sentido conforme el relato de la La verdadera va avanzando. El exilio del que Bellow habla, y que se cristaliza en los detalles psicológicos que caracterizan a Amy (la heroína siempre amada), a Jay Wustrin (el fantasma que destruye la intimidad probable), a Bodo y Madge Heisinger (la patética pareja que oscila entre el amor y el odio mutuo), a los Adletsky (los vetustos millonarios que manejan los hilos del hipócrita círculo social en que transcurre La verdadera) y el propio Harry Trellman, es una metáfora precisa de la imposible convivencia entre el espíritu y la piel, o mejor, la disociación rotunda entre el alma y su transporte, porque sí, Bellow tiene razón al afirmar que “el camino de vuelta” comienza por escandir la realidad física que nos incumbe: somos nuestro cuerpo, somos el rostro, la estatura, la piel, el color, el sexo, el cabello y hasta la sombra que proyecta los atributos o defectos de la forma con que nos presentamos ante el mundo. Somos la combinación erótica que estalla o que se apaga en la carne, observaría Havelock Ellis, pero, también, somos sedimento orgánico sin redención porque a falta de un poco de talento o de inteligencia, el individuo pierde el derecho a ser olvido y, peor aún, en palabras de Harry Trellman, se condena a sí mismo a la insípida desgracia de la “aritmética sepulcral”.

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DE PORTADA

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De origen sirio y radicado en París, Adonis su relación con México, del pasado precolom cristianismo y el islam como instituciones que n

“El ser humano nació exiliado del mundo”

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JULIO VILLANUEVA ILUSTRACIÓN BOLIGÁN

a explosión en el puerto de Beirut del pasado 4 de agosto nos hizo voltear la vista hacia Líbano. La mayoría de los libaneses viven en el exilio. Uno de estos expatriados es el poeta Adonis, quien no nació en Líbano pero decidió que esa seria su patria cuando se vio obligado a huir de Siria en 1955. Vivió allí hasta que en 1980 la guerra civil lo obligó a exiliarse de nuevo, ahora a Francia. Adonis es considerado el poeta vivo más importante en lengua árabe y un fuerte candidato al Premio Nobel. En 2012, visitó México para el Primer Festival Internacional de Poesía y Prosa organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Durante varios días, Adonis paseó por las calles de la Ciudad de México. Fue al Museo de Antropología y a la casa de León Trotsky. A partir de esta experiencia, escribió el poemario Zócalo, publicado en 2014 por la editorial Vaso Roto. Más que de un movimiento geográfico, Adonis habla del viaje interior que tuvo mientras recorría las calles de la ciudad. Los elementos urbanos aparecen solo después de que él los experimentó. Para Adonis, el exilio tiene dos sentidos: el de la tierra y el de la lengua.

Sobre este tema, su amistad con Octavio Paz y el papel que la poesía tiene en la vida de las personas reflexiona con empatía y humor en la siguiente entrevista, para la cual resultó de gran ayuda la interpretación simultánea de Jaafar Al Aluni, sobrino del poeta y su traductor al español. Adonis reside en París, Jaafar en Madrid y yo en la Ciudad de México. Siria es un país que ha vivido la destrucción. Y Líbano, su país adoptivo, se encuentra en una grave crisis. Yo también estoy preocupado, pero por el vecino que tienen ustedes y quiero compartirlo contigo. Me preocupa la política de Donald Trump hacia México.

nente. En este sentido, los momentos que vivimos son permanencia constante dentro de lo momentáneo. La poesía es un momento fugaz eterno. Usted visitó México por primera vez en 2004, de nuevo en 2012 y por último en 2018. ¿Qué diferencias notó entre sus visitas? Notar el cambio en México exige más de tres visitas. Para descubrir qué ha cambiado de un país tan grande como México hay que visitar cada rincón. Lo importante de esas tres visitas fue que conocí mejor este gran país; además, visité lugares maravillosos y distintos, lo que me permitió también conocer a mucha gente en México. El hecho de visitar distintos lugares me ha hecho preguntar lo siguiente: ¿es México un país múltiple y variado? Para poder contestar a la pregunta tendría que volver una vez más. Usted fue amigo de Octavio Paz, quien lo publicó en la revista Vuelta. ¿Hablaba sobre México con usted? Octavio Paz era sobre todo mi amigo y siempre que nos veíamos hablábamos sobre lo que nos importaba a los dos: la poesía, los problemas del ser humano y lo que la poesía es capaz de hacer en este mundo. Zócalo habla de sus paseos por las calles de la Ciudad de México, pero sobre todo de su viaje interior; sobre

Percibí México como un horizonte abierto en el que intenté entenderme a mí mismo

¿Qué es para usted escribir desde el exilio? El ser humano ha nacido exiliado del mundo. El exilio más difícil es el que vive el poeta dentro de su lengua materna, porque el lugar geográfico no tiene importancia alguna, sobre todo si este espacio le ofrece todos los elementos para sobrevivir. En este sentido, no siento que escribo desde París o desde el exilio. Lo efímero y lo permanente son temas constantes en su obra. ¿La poesía existe solo un instante o dura para siempre? Para empezar, el ser humano es efímero y solo lo que vivimos es perma-

cómo lo influyó la cultura mexicana y cómo resonó dentro de usted. Percibí México como un horizonte abierto en el que intenté, en cada paseo que hacía por la ciudad, entenderme a mí mismo y a este mundo, sobre todo porque vengo de un país donde la religión ha destruido nuestra antigua cultura. Tenía en mente que el cristianismo (y no me refiero al cristianismo como todos los cristianos sino como religión) también destruyó México. En este sentido, siempre hacía la comparación entre cómo el islam acabó con nuestra antigua cultura y cómo el cristianismo hizo lo mismo en México. En cada paseo me preguntaba por qué esa destrucción, y siempre pensaba que el islam y el cristianismo coinciden en el hecho de anular al otro. En este sentido, ¿la poesía es un género propicio para descubrir al otro? El mensaje de la poesía es “anular al otro es anularse a uno mismo”. Tanto el islam como el cristianismo, al anular a los demás, se anulan a sí mismos y esto debe reflejarse en la poesía. En Zócalo, y en Epitafio para Nueva York, hay una tensión entre Occidente y Oriente. En alguna parte dice: “Desgarrad el hierro de Occidente con la seda de Oriente”. ¿Le parece que la poesía puede aligerar esta tensión o su papel es más bien retratarla? Esa es la cuestión de toda gran poesía. Antes quiero matizar una cues-


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habla de mbino y del niegan al otro

tión y decir que el yo no existe sino como una continuación del otro y viceversa. En Epitafio para Nueva York, mientras se criticaba a Estados Unidos como una institución política, yo celebraba y disfrutaba la intelectualidad de Walt Whitman. Zócalo es una metáfora de la convergencia de muchos caminos en un solo lugar. Los países hispánicos y los países árabes tenemos un punto literario en común: la lírica arábigo-andaluza. ¿Hay o puede haber otros puntos de encuentro entre estas literaturas? Encontrar puntos de encuentro debe ser nuestra gran preocupación. Debemos construir un mundo sobre la base de relaciones humanas más profundas. En este sentido, nuestras relaciones deben mejorar al mundo y hacerlo más libre. Como dice Rimbaud: “hacer la libertad misma más libre”. Porque, sobre todo en Occidente, hay libertades que no lo son del todo. En sus libros anteriores hay una personificación de los elementos; por ejemplo, “volví el rostro y el

monte era ventanas/ y las ventanas hijos y madres”. Esto también sucedía en la cultura precolombina. Los aztecas sacrificaban personas para alimentar al sol. ¿Cómo fue para usted encontrar esta coincidencia? ¿Cómo influyó en su escritura? Estos fenómenos deben estudiarse en su contexto. Sobre todo el sacrificio de personas. Entiendo las guerras y los desastres en este sentido, pero no suceden para alimentar al mundo o al sol, sino para destruirlos. Así entiendo la política de Estados Unidos, que sacrifica niños y pueblos enteros por intereses económicos y políticos. Quisiera volver a tu primera pregunta. Cuando el ser humano ve todos los aspectos artísticos en México se queda sorprendido y fascinado. Entonces me pregunto: ¿cómo ha podido crear el mismo ser humano estas obras mientras realiza sacrificios?

DE PORTADA

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En su poemario, la personificación no se limita solo al mundo indígena, también toca a la ciudad. En el fragmento 48 de Zócalo, por ejemplo, la llama “museo a cielo abierto”. ¿Qué hay de particular en la Ciudad de México que le dio esa impresión? ¿Le parece que parte de ese mundo indígena sigue presente en nuestra ciudad? Es algo que me pasó. Ese verso lo escribí cuando salí del Museo de Antropología, que está lleno de maravillas. Empecé a caminar por las calles cercanas y luego por el mercado. La ciudad me pareció una extensión de lo que había visto en el museo. Tuve además el deseo de que todas las ciudades del mundo fueran como la Ciudad de México y hubiera un hilo que uniese las capitales con el mundo anterior. Sobre todo teniendo en cuenta que las maravillas que están en el museo han sobrevivido a la destrucción que ejerció el cristianismo. En su juventud, tuvo una estrecha relación con el marxismo, incluso fue encarcelado por esto. ¿Qué significó encontrarse con la tumba de Trotsky en México? Es verdad que tuve una relación estrecha con el marxismo pero no como una institución sino como las ideas de Karl Marx. Marx sigue siendo un hombre vivo en sus ideas creativas. Ver la tumba de Trotsky me iluminó para entender la diferencia entre revolución e institución y cómo hoy en día la revolución existe para servir a los regímenes. ¿De qué manera ha cambiado su relación con las ideas marxistas desde su juventud en Siria a la etapa de madurez? La idea central del pensamiento de Karl Marx, “cambiar el mundo”, sigue viva en mí y me sigue iluminando. Pero esto me hace pensar: el ser humano no puede cambiar el exterior si no es capaz de cambiar su interior. ¿Sirve la poesía para cambiar nuestro interior? Tanto el amor como la poesía son capaces de cambiarnos por dentro. Después seremos capaces de cambiar las relaciones entre palabra y objeto, entre objeto y cosas, y, por ende, cambiaremos el mundo. En la traducción de Zócalo se usa la palabra indio. Esto me llamó la atención porque en español existe la distinción entre indio e indígena. ¿En árabe existe la distinción entre estos dos vocablos? Decir indígena en árabe suena muy mal en poesía. Yo me refería a los indígenas y esto se perdió en la traducción, pero la distinción existe en árabe. ¿Cuáles son las voces más importantes de la poesía en árabe escrita por mujeres? Existe una gran poesía en el mundo árabe escrita por mujeres y se me ocurren rápidamente tres nombres: Saniya Saleh, de Siria; Zulekha Abu Risha, de Jordania; y, aunque destaca más en la narrativa pero esta es una narrativa poética, Rayaá Alem, de Arabia Saudita.

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LITERATURA

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ENTREVISTA

“Procuro el arte de la conversación” Alejandro García Abreu reúne sus conversaciones con 32 escritores y pensadores

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lejandro García Abreu (1984) es ensayista, editor, periodista cultural y traductor. Escribió, diseñó y editó —con Enrique Vila-Matas y Dominique Gonzalez-Foerster— The Roger Smith Hotel, libro que forma parte del proyecto Los hoteles de la imaginación. Es coautor de Línea de sombra. Ensayos sobre Sergio Pitol, Géographies du vertige dans l’œuvre d’Enrique Vila-Matas e Inventar lo posible. Manifiestos mexicanos contemporáneos, entre otros volúmenes. Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2007-2009) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2012-2013). Recientemente publicó El origen eléctrico de todas las lluvias. Entrevistas con escritores, artistas y pensadores (Taurus), prologado por Claudio Magris. En la siguiente entrevista nos ofrece las claves que siguió para hacer de sus conversaciones literarias una de las “formas más perfectas del humanismo”. Si concibes la entrevista como una especie de seducción entre el entrevistador y el entrevistado, tiene que existir el juego de empatía-confrontación. ¿Cómo logras “hacer la pregunta correcta” para sacar de su zona de confort al entrevistado y conseguir que se explaye en aquello que sabes que le apasiona? Para “hacer la pregunta correcta” se necesita el profundo conocimiento de las obras de los autores. Por eso logré que se explayaran en aquello que les apasiona. Partí de mi admiración por el trabajo de los creadores para realizar las entrevistas en los 32 casos. La empatía surgió desde las primeras preguntas. Instantáneamente, se mostraron interesados en las conversaciones. Cultivé buenas relaciones con los autores. Depositaron su confianza en mis entrevistas. La confrontación se originó cuando los conversadores se enfrentaron a preguntas ante las cuales tuvieron que guardar silencio para reflexionar. De esa manera salieron de su zona de confort. Múltiples entrevistados ya leyeron El origen eléctrico de todas las lluvias y están satisfechos con el resultado. ¿Cómo logras mantener la tensión narrativa durante una entrevista

JUAN MANUEL GÓMEZ FOTOGRAFÍA ©LUCAS AUGRADI

El autor de El origen eléctrico de todas las lluvias (Taurus).

para que fluya ese “vaivén de ideas eléctrico”? Mantengo la tensión narrativa porque preparo cada entrevista como un estratega y posteriormente, durante la conversación, me dejo llevar por el intercambio natural de ideas. El origen eléctrico de todas las lluvias resulta un homenaje a los 32 autores incluidos, cuyas obras y personalidades han dejado marcas en mi vida de distintas maneras. Soy muy afortunado por haber mantenido las conversaciones incluidas en el libro. Hay entrevistados muy elocuentes, que tienen muy estructurado un discurso, como Roberto Calasso, por ejemplo, pero hay otros herméticos, para quienes una pregunta mal formulada sería una catástrofe de laconismo. ¿Cuál de todas las grandes figuras que integran este libro de entrevistas constituyó un reto mayor para ti? Todas implicaron un reto, por el nivel de preparación necesario para realizar una gran entrevista. Con las

preguntas adecuadas logré descifrar fragmentos de las identidades, obras y personalidades de los conversadores. Los autores herméticos fueron muy elocuentes. Todos los entrevistados se expresaron de manera magistral sobre partes esenciales de sus universos y se convirtieron en narradores y ensayistas orales. ¿En qué preciso momento, durante una entrevista, el arte de la palabra escrita se vuelve oral? Desde el comienzo. Por eso se debe “hacer la pregunta correcta”, tema sobre el que muy atinadamente preguntaste al inicio de esta entrevista. Al hacer las preguntas acertadas —por más difíciles que resulten para el entrevistado, como las que tratan el suicidio, inherente a las obras de algunos autores y perenne en el libro— la conversación fluye de manera natural. ¿Una entrevista es una manera coloquial de comprender la obra de un autor o es una forma de ejercer el arte de la conversación? Para mí siempre se trata de ejercer el arte de la conversación. Concibo la

entrevista como un género literario. Primero estudio las obras de los autores, un proceso que he disfrutado durante muchos años, que ha implicado un sinfín de lecturas, múltiples viajes, la contemplación incesante de piezas de artes plásticas y de fotografías. Después realizo las entrevistas. El libro es fruto de mi fascinación por el trabajo de los 32 autores, gestada tiempo atrás. La entrevista como género literario es una de las formas más perfectas del humanismo. ¿A quiénes de todos estos grandes autores te gustaría volver a entrevistar? Algunos de los entrevistados se han vuelto mis amigos, con los que mantengo una relación epistolar. Resulta invaluable. He sido afortunado al entrevistar a otros incluidos en el libro después de que entregué el manuscrito a mis editores en Penguin Random House. Y espero que algún día pueda entrevistar de nuevo a los demás. Pero lo irremediable de la muerte me obliga a responder algo imposible: quisiera charlar con Michel Butor y con Ricardo Piglia.

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EN LIBRERÍAS

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NARRATIVA, ENSAYO Fahrenheit 451

Crónicas marcianas

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A FUEGO LENTO El vino del estío

Querido don Benito México, 2020

Ray Bradbury Minotauro España, 2020 265 páginas

Ray Bradbury Minotauro España, 2020 384 páginas

Ray Bradbury Minotauro España, 2020 320 páginas

La novela que catapultó a uno de los maestros de la ciencia ficción, un recordatorio de lo que nos deparaba el futuro: una sociedad tecnológica sin lugar para el ocio y las aspiraciones más básicas. Su protagonista, Guy Montag, es un bombero dedicado no a matar el fuego sino a quemar libros, una amenaza para la felicidad impuesta por un gobierno deshumanizado. La agilidad y la rapidez que caracterizan a la trama fueron un estandarte del primer colonizador de Marte.

Edición especial para festejar el centenario del nacimiento del escritor estadunidense. Incluye un extenso y completo prólogo de Rodrigo Fresán en el que cuenta detalles poco conocidos, como la influencia asumida por Bradbury de John Steinbeck y su libro Las viñas de la ira; no faltan las vicisitudes que tuvo que pasar para llevar a buen término el proyecto. Se completa con el conocido prólogo de Borges y una introducción del autor que amplía otras influencias.

Al igual que Crónicas marcianas, a este libro también se le ha considerado una novela aunque ninguno de los dos lo sea en sentido estricto. Lo son en todo caso de un modo heterodoxo por la unidad que ambos poseen. Se trata del primer volumen sobre Green Town, un pueblo en el que Bradbury vuelca las vivencias de la tierra en la que creció. Novela de iniciación la llama Rodrigo Fresán, cuyo protagonista es el adolescente Douglas Spaulding; su huella se siente en Stephen King.

Akelarre

Escrito en la historia

La metamorfosis de las plantas

Mario Mendoza Planeta México, 2019 420 páginas

Simon Sebag Montefiore Crítica México, 2020 308 páginas

J. W. Goethe Atalanta España, 2020 168 páginas

Frank Molina, a quien el narrador describe como alcohólico, mariguano y loquillo, colabora con la policía después de que una prostituta ha sido asesinada en un barrio miserable de Bogotá. Todo apunta hacia un imitador de Jack el Destripador que se mueve con inteligencia y sigilo. Al tiempo que avanza la investigación, y mientras no hay sino callejones sin salida, Molina se reencuentra con su mentor, un sacerdote atormentado, y conoce a una aprendiz de hechicera.

Las cartas reunidas en este volumen resultan no solo entretenidas sino adecuadas para comprender los grandes cambios de la historia. Las hay de amor, referentes a la guerra, la locura, el poder, el destino y la creación artística, y convocan a más de cien figuras de todas las épocas y oficios, como Leonard Cohen, Franz Kafka, el Che Guevara, Jacqueline Kennedy, Adolf Hitler, Lucrecia Borgia, Lenin, Simón Bolívar… El cuadro general es en verdad iluminador.

Más que por sus obras literarias, el deseo del autor alemán era ser recordado por sus trabajos científicos. Además de esta obra, la primera que realizó en este campo, tiene un Tratado de los colores. Figuras como Alexander von Humboldt y Darwin reconocieron sus aportaciones como botánico; sin embargo, Goethe no deja de ser visto como un científico alternativo por pretender darle un sello poético y platónico a la ciencia. De cualquier modo, su labor sigue inspirando.

En verde, blanco y rojo ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

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a novela histórica parece cada vez más un oficio de propagandistas que de auténticos narradores. Encima de todo, obedece solo a una receta que cualquier aprendiz sabe poner en práctica. Es más correcta que una dama devota. Quien tenga alguna duda debería acercarse a Querido don Benito (Grijalbo). Ceñido al género epistolar, Pedro J. Fernández imagina a Margarita Maza en sus años de exilio en Nueva York y Washington, cargando con una prole numerosa y escribiéndole cartas a su esposo, el prócer oaxaqueño, quien vive a salto de mata y aun se las arregla para combatir a las fuerzas de Maximiliano. Son tres años de zozobra familiar y republicana. Ya que se trata de seguir la receta, las misivas de Margarita Maza ejercen un didactismo bien informado. Son, en realidad, una justificación para dar lecciones de historia nacional. Van de los recuerdos de su infancia a su noviazgo, de las penurias infantiles de Benito Juárez a sus primeros pasos en la política, de las asonadas de Santa Anna a la cobardía de Comonfort, de las vacilaciones de Maximiliano a la sangre derramada por los soldados mexicanos. Y, como si se dirigiera a un lector del año 2020, no hay página en la que no ensalce el valor, el coraje, el sacrificio de Benito Juárez. ¿Qué clase de novelista es aquel que echa mano de las letanías de los libros de texto? Querido don Benito incurre además en uno de los vicios mayores de la novela histórica: sus protagonistas tienen la consistencia de las estampas con las cuales se ilustran las homilías escolares: sin fisuras, sin descalabros, sin más debilidades que las que imponen los reveses políticos. Al final, queda la impresión de que nada puede ir bien cuando un autor hace de su libro un devocionario. Por lo demás, no pierdo la oportunidad para citar algunas frases destinadas a una posteridad cubierta de merengue: “Ser mexicano no es nacer en México, es latir en verde, blanco y rojo; es respetar la patria; es entender que somos un país mestizo”; “¿Por qué México debe construirse sobre la sangre de sus hijos?”; “Tengo la idea de que nuestro amor, sí, nuestro amor, puede derrotar al imperio impuesto en México a través de la sangre por Maximiliano y Carlota”.

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ

22 DE AGOSTO 2020

http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto/Instagram: milenio_laberinto

HUSOS Y COSTUMBRES

Liliput ANA GARCÍA BERGUA

E

l zumbido irritante de los mosquitos no la deja dormir, pero no solo eso: el tiempo que pasa buscándolos para matarlos, inútilmente. Los muy taimados se camuflan entre los libros, pareciera que duermen entre las sábanas de las páginas para salir en la noche a chupar sangre. Y ella, que es muy ciega, no los puede ver. No tienen, desde luego, la elegancia del conde Drácula, pero son irritantes e igualmente aterradores: cuánto tiempo pasaron los habitantes del puerto de Veracruz imaginando miasmas casi metafísicas a causa de la fiebre amarilla, hasta que se descubrió que el culpable era un mosco, pequeño pero palpable. Durante este tiempo ha estado pensando en lo pequeño, en su gran poder. Esta cosa, por ejemplo, el virus nos tiene amarrados como a Gulliver los habitantes de Liliput; o peor aún, manoteando entre seres invisibles y dándonos manotazos entre nosotros.

EL VIAJE FANTÁSTICO

Fotograma de la película dirigida por Richard Fleischer en 1966.

Como si papáramos moscas, papamos virus (feo verbo, papar, que en realidad significa comer). Qué angustia no saber dónde está, tener que limpiarlo todo y apartarnos de los otros para que no se nos pose adentro o afuera aquella máquina simplona y ciega que ni siquiera tiene la dignidad literaria de una bacteria, ya no digamos un insecto. Así lo pequeño es tanto más inalcanzable que lo enorme. Recuerda una película de los años sesenta que desarrollaba la fantasía de viajar a lo diminuto, El viaje fantástico, donde unos personajes navegaban en un submarino —el Proteus, que tiene el tamaño de una bacteria— por el torrente sanguíneo de un científico, el mismo que había descubierto el método de empequeñecimiento, para reparar su cerebro dañado. Como curiosidad, Isaac Asimov escribió una novelización del argumento llamada también Fantastic Voyage la cual acompañó al estreno. Quizá no era una gran película, pero

esta historia de aventuras intravenosa, que recorría el corazón, los pulmones y los oídos, presentaba una épica de lo pequeño, esa que se libra en los laboratorios sin que la podamos ver, más que en las fotografías y los recuentos que comparten los científicos. Una épica realmente sordina (o en sordina) sin gigantes, submarinos, ni tanques de guerra, pero con héroes y víctimas, muchas víctimas. Así, mientras unos científicos envían naves a Marte, otros exploran los cuerpos y ven donde el común no encuentra sino miasmas y espectros. Pero hablaba de moscas y mosquitos. Otra película, The Fly, esta de los años cincuenta, muestra a un científico que hace experimentos de teletransportación: al intentar lograrlo él mismo, una mosca entra en la cámara y sus átomos se mezclan. Así el hombre termina con cabeza de mosca. Quizá no es la misma historia, pero la moraleja es similar: hay que tener cuidado con lo pequeño.

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CAFÉ MADRID

La burbuja de Ramón

E

l inventor de las greguerías, esas piruetas verbales definidas como el resultado de la suma de humorismo y metáforas, pasaba buena parte del día en una guarida onírica. Solo ahí, entre un montón de imágenes y objetos variopintos traídos de mercadillos y anticuarios, Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) conseguía refugiarse en la soledad, necesaria para la creatividad, y organizar un mundo propio (textual y visual) que más tarde le permitiría ocupar un lugar destacado en la historia de la literatura. En esa burbuja personalísima, durante buena parte de su vida situada en la torre de un edificio señorial de la calle Velázquez, a unos pasos del Parque del Retiro, flotaban el erotismo, la muerte, lo cómico, lo trágico, lo cotidiano, lo vulgar, lo fantasmagórico, la antigüedad y la vanguardia. “El escritor”, decía el propio Ramón, “es como un presidiario que no sale de su celda y por eso la decora igual que el confinado en la cárcel. Es lo imprescindible para no tener asco al encierro”. Algunas fotos que le tomaron dentro de ese espacio corroboran su gusto por la acumulación de figurillas e imágenes pero, un siglo después, uno puede observarlo porque ese estudiotaller-laboratorio-despacho-cueva ha sido recreado en un rincón del Centro Cultural Conde Duque. Poco después de la muerte de Gómez de la Serna, ocurrida en Buenos Aires, donde se exilió al estallar la Guerra Civil, su viuda donó al Ayuntamiento de Madrid el mobiliario y los objetos que acompañaron a su marido durante sus largas jornadas laborales en las que lo mismo leía que hacía artículos,

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA AYUNTAMIENTO DE MADRID

ensayos, biografías y, por supuesto, sus famosas greguerías. Contemplar este despacho implica sumergirse en una creación artística. El gran cronista del circo no es, desde luego, el único que decidió hacer de su rincón de trabajo algo excesivamente singular (¿han visto imágenes de los estudios de Apollinaire, André Breton, André Malraux o Pablo Neruda?), pero este destaca por fusionar las distintas vanguardias artísticas de su época y

Gómez de la Serna no es el único que decidió hacer de su rincón de trabajo algo singular

por ejemplificar con suma claridad la asimilación del arte con la vida. Todo, eso sí, de manera muy recargada. O, incluso, cursi. “Lo cursi es la vida cotidiana endomingada”, escribió Francisco Umbral, quien solía visitar a Gómez de la Serna y no podía evitar quedarse anonadado en medio del particular universo confeccionado por su amigo. “Lo cursi es la mediocridad que se cree sublime. Y en los objetos que acumulamos se ve bien lo cursi que somos, que hemos sido siempre, porque unos objetos al perder función ganan poesía, pero otros al perder poesía quedan sencillamente cursis. Lo cursi quiere llenar huecos, siente horror del vacío y corrobora la vida con más vida para negar la muerte. Ramón ama lo cursi

Despacho del creador de greguerías en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid.

porque en los nidos de la cursilería se refugia la existencia, se almacena el tiempo, pero su amor por lo cursi es irónico y enternecido porque sabe que tanta porcelana y tanto tisú no sirven de nada a la hora de parar la muerte. Ramón ama lo cursi porque sabe que él es, precisamente, el que se ha salvado de la cursilería”. Aquí la vista se satura al instante. En pocos metros cuadrados (y cursis) cabe “lo transitorio, lo fugitivo y lo contingente” (Charles Baudelaire dixit), lo costumbrista y lo cosmopolita, lo casual y lo premeditado. Hay, entre otras cosas, tres biombos convertidos por el procedimiento del collage y el fotomontaje en “estamparios”, jarrones llenos de canicas, un zoológico kitsch (una tortuga disecada, un sapo gigante, un leopardo, dos gatos negros, un conejo, dos pájaros, dos patos, ocho mariposas, seis golondrinas de cerámica), una calavera tallada en hueso, dos ángeles de madera, el busto de una mujer que se utilizaba para exponer joyas, un retrato de su esposa con tres cabezas, tres espejos cubistas, un par de máscaras africanas, una colección de pipas, un escritorio repleto de pisapapeles, un estante con sus obras completas (y todas sus traducciones) protegido con el cartel de “Peligro de muerte” (“por si alguien quiere llevarse mis libros”)… y el techo azul convertido en un cielo artificial con varias bolas de cristal plateadas y doradas, como si fuesen estrellas o planetas lejanos, en las que se reflejan las cosas de manera distorsionada y burlesca. Aquí, no lo duden, todo es prolífico, excesivo, hondo, casi mágico. Solo falta que en cualquier momento aparezca Ramón.

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