Laberinto No.913 (12/12/2020)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE

CIENCIA

FERNANDO ZAMORA

GERARDO HERRERA CORRAL

Para seguir festejando los 90 de Godard

Cinco momentos estelares de 2020 Foto: EFE

SÁBADO 12 DE DICIEMBRE DE 2020 AÑO 17 - NÚMERO 913

Cien años de Abel Quezada: el arte de fildear la vida Guadalupe Alonso Coratella/ El fielder del destino/ © HEREDEROS DE ABEL QUEZADA 2020

Foto: EFE


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ANTESALA

12 DE DICIEMBRE 2020

DOBLE FILO

De Beethoven a los tangos FERNANDO FIGUEROA

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e padre mexicano y madre peruana, Guadalupe Parrondo nació en Lima, estudió piano en París y desde hace casi medio siglo radica en México. Pertenece al grupo de Concertistas de Bellas Artes y tiene grabaciones memorables con música de Bach, Chopin, Ponce y Moncayo, entre otros compositores. Para conmemorar los 250 años del nacimiento de Beethoven tocó sus diez sonatas para piano y violín, acompañada de Adrián Justus (en cuatro sesiones disponibles en YouTube, cortesía del Patronato y Sociedad de Amigos de la Ofunam). En el día de su santo, doña Guadalupe juega pingpong con Laberinto. ¿Qué es el piano? Mi canal de expresión. ¿Qué es una partitura? El texto del sonido abstracto. Una imagen de su padre. Afinando órganos de iglesias y pianos. Un concierto inolvidable. El primero que di con orquesta, siendo niña, con Luis Herrera de la Fuente. Una experiencia amarga. La Sinfónica Nacional tenía un director extranjero a quien no menciono, tuvimos un ensayo desastroso y cancelé. Un recuerdo de París. El concurso Marguerite Long. Tener oído absoluto. Una fortuna y una lata porque no tolero las desafinadas. Dos sonatas para piano de Beethoven. La 101 y la 106. La aportación de Bach a la música. Todo un universo. ¿Qué es la técnica? Una herramienta fundamental. Algo que no se pueda enseñar. La emoción. ¿Qué es el silencio? Algo lleno de ruidos, diría Jalil Yibrán. Una pianista. Alicia de la Rocha. Rubinstein o Benedetti Michelangeli. Benedetti Michelangeli. ¿Qué no le gusta de la ópera? Que no encuentren el estilo mozartiano. Mozart en una palabra. Diáfano. Un gusto musical popular. Los tangos. Otro instrumento que quisiera tocar. Ninguno. ¿Y otra actividad artística? La escultura. ¿Qué se siente ser Patrimonio Cultural Vivo de la Ciudad de México? Nobleza obliga. Dos libros en una isla desierta. Cartas a un joven poeta, de Rilke, y Por el camino de Richter, de Yuri Borísov. Una pieza de Ponce. “Balada mexicana”. Un personaje histórico. Napoleón. ¿Cuántas horas ensaya al día? Entre diez y doce. Su definición de felicidad. El día que se vive. Su epitafio. “Traigan flores”.

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El libro de imágenes. Dirección: Jean-Luc Godard, Suiza, Francia, 2018. Puede verse en Netflix.

HOMBRE DE CELULOIDE

A propósito de los 90 años de Godard

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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA WILD BUNCH

a obra de Godard (3 de diciembre de 1930, París) trasciende toda vulgaridad. Por eso es difícil escribir de ella. Su cine es intraducible a paráfrasis y por tanto a reseñas. Godard hace ante todo poesía visual. Así queda de manifiesto en las últimas escenas de Sin aliento, una de las tres películas que pueden verse on-line (de las más de cien que ha dirigido). Camus murió en 1960. Ese año se estrenó Sin aliento, primer largometraje de Jean-Luc Godard. Ahora bien, en la novela de El extranjero Meursault coincide en espíritu con Michel en la película de Godard. Ambos viven sin saber bien cómo pueden perderlo todo por acostarse con una guapa mujer y, sobre todo, son testigos de lo absurdo que es vivir. Frente a las tres opciones que plantea la estupidez de la existencia (suicidio, religión o aceptación), los personajes de Camus y Godard escogen la aceptación. Más que una marca, el cine de Godard es una cicatriz. Como el ombligo. “Aquí comienza el cine moderno”, escribe Ebert en The Great Movies (II). Las otras dos obras fácilmente asequibles en línea son Adiós al lenguaje de 2017 y El libro de imágenes de 2018. Ambas son, en realidad, una misma película. Son, además,

el testamento visual del director y, para acercarnos a ellas, es necesario entender primero que Godard está lejos del cineasta-dios del cine narrativo. Es más bien un demiurgo que señala. Y, como la vida es absurda, ¿qué va a señalar? Por eso su cine parece absurdo, pero no lo es. Se trata en cambio de cine que no se deja atrapar por lo anecdótico y en el que más que un guion o línea narrativa hay “repertorios temáticos”. En su primera película Jean-Luc Godard demostró que podía contar una historia como nadie; en sus últimas dos, trasciende la noción de narrativa y sobre todo en la última dirige cine hecho para sentir lo que no está en el ámbito del significado. Los repertorios temáticos de El libro de imágenes resultan congruentes con un testamento poético. Giran en torno a todo aquello que siempre preocupó al director: la literatura, la política y, claro, la viabilidad (o no) del socialismo. El argumento más importante tal vez sea el de que los

Godard está lejos del cineasta-dios del cine narrativo. Es más bien un demiurgo que señala

nazis no se han ido. Están aquí. Y pueden volver al poder. En El libro de imágenes (que es justamente eso y nada más) el director se apropia de algunas películas que marcaron su estilo como creador. Son muy variadas las influencias, pero vale la pena reconocer una, la de Santiago Álvarez, el documentalista cubano cuyo cortometraje Now!, de 1965, puede verse en YouTube. Si Godard fuese un poeta no trabajaría con ideas sino con palabras; si fuera pintor no trabajaría con objetos, sino con colores. No se olvide que Godard fue maoísta. Y cree, por tanto, en el poder del trabajo manual. Por eso en el inicio de El libro de imágenes se presenta a sí mismo como un artesano: un hombre que crea con las manos. También por ello esta última película no está hecha con actores o guion. Es pura posproducción. Es cine que no aspira, como las películas narrativas, a conducirnos a un sitio al que no esperábamos llegar. Godard nos lleva de vuelta al sitio del que partimos. ¿Este ir y venir nos ha hecho conscientes? Eso depende de uno mismo. El cine de Godard reduce al espectador (¿de modo trágico?) a los fragmentos de su propia existencia que son, además, los fragmentos de su propio ser.

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ANTESALA

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POESÍA

Balada de los tres hermanos ARTHUR SCHNITZLER

Tres hermanos a través de su nación

Los Caídos —como ellos son llamados—

matan, queman y roban a su paso.

cadáver seguirán siendo nombrados.

El primero, ingenuo y sin razón,

fue ante los tribunales muy escaso

Mas segó la necesidad su arrojo

y en la soga pagó su mal fracaso.

y tuvieron al fin que serenarse.

De aquellos dos hermanos, blanco y rojo,

Los otros en su marcha astutamente

si es la muerte o victoria al coronarse,

su destino cambiaron a grandioso.

lo hará digno la historia de contarse.

Cada uno entre una muchedumbre ardiente

su bandera blandió muy pernicioso,

Y el primero hace tiempo justamente

en sus sangradas manos orgulloso.

que el infierno tragó con nula gloria,

pues sin grandes palabras a la gente,

Si ondeó roja aquí, blanca allá fuera,

él mató por iniciativa propia

y bajo símbolos tan blasonados

y ninguna bandera le hizo historia.

robar no era robar y matar no era…

Traducción del alemán: Paula Sánchez de Muniain. Versión lírica: Darío González Rodríguez. Este poema forma parte del libro, de próxima publicación, Fragmentos de guerra, compilación de Hugo R. Miranda, traducción de Paula Sánchez de Muniain, Matadero Editorial/ UAQ/ UAM-I/ BKA-A/ BMeiA-Mx.

EX LIBRIS

Relaciones peligrosas/ EKO

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LOS PAISAJES INVISIBLES

Toros, burdeles y museos IVÁN RÍOS GASCÓN

P

@IvanRiosGascon

ara Michel Leiris (1901–1990), la tauromaquia era “un arte trágico en el que el levantamiento de fuerzas dionisiacas tuerce y vuelve izquierda la armonía apolínea”, idea que también equiparaba con la escritura: en 1946, en el prólogo para la segunda edición de La edad de hombre, Leiris compara a la literatura con el toreo y al poeta con el matador, y confiesa que siete años atrás, al aventurarse en la redacción de su primera autobiografía, le consolaba saber que, contrario al riesgo de muerte que amenaza al torero, a él solo le acechaba una especie de peligro abstracto más allá de la tinta y el papel (como lo fue ser artista o escritor en Francia durante la ocupación alemana). Así, a la distancia comprendió que la faena de redactar esas memorias de la vida adulta solo implicaba un desafío, y ese era la destreza para exhibirse ante los otros. Miembro de una generación inspirada por la poesía y el jazz, Leiris entabló amistad con Georges Bataille, Jean Dubuffet y Robert Desnos, entre otros, aunque su ferviente admiración era para el pintor André Masson. En 1924 se unió al movimiento surrealista liderado por Breton porque, al igual que ellos, consideraba al sueño como elemento activo de la energía mental, un factor determinante en la creación al fusionar lo onírico y lo real. Es por eso que, influido por su obra predilecta, Aurelia o el sueño y la vida de Gérard de Nerval, Leiris cultivó la oniromancia con fines narrativos y se ocupó de registrar sus sueños: Noches sin noche y algunos días sin día albergan la totalidad de sus fantasías noctámbulas y de duermevela, aunque en La edad de hombre incluyó ciertas quimeras que, si bien no forman parte de aquel volumen, podrían integrar un círculo perfecto. He aquí algunos ejemplos: en La edad de hombre, a propósito de un sueño erótico cuyo centro es un juego de palabras, Leiris relaciona al burdel con un museo en cuanto a arqueología y antigüedad (“uno encuentra ahí el mismo aire sospechoso y el mismo aspecto petrificado”). En Noches sin noche…, la entrada del 22–23 de diciembre de 1923 refiere el sueño en que conoce a una mujer en un cine, tienen un escarceo y luego ella lo lleva a su chalet situado en una larga calle de burdeles. A punto de poseerla, Leiris repara en que la chica es una prostituta y que probablemente esté enferma, por lo que huye de un salto por la ventana y cae de pie en un pedestal de la verja de entrada, donde se disimulará como una estatua. El apunte del 4–5 de marzo de 1947 detalla el sueño en que frente al Museo del Hombre, Leiris se bate con un toro alado que, a punto de recibir la estocada del poeta, se vuelve una bovino de goma. Al despertar, el soñador afirma tener una certeza: “hacemos una montaña de muchas cosas que en realidad no son nada”. Toros, burdeles y museos. Muerte, erotismo y arte. Baudelaire consideraba a la desgracia como condición fundamental de la belleza, y Michel Leiris coincidía con él: “De la tauromaquia, que nos ofrecía el ejemplo de un arte trágico en que todo descansa sobre una izquierdización y sobre la posibilidad material de una herida, llegamos al erotismo, en que todo ocurre en el corazón mismo de una herida semejante, suponiendo que en ninguna parte como en el acto amoroso se manifieste con tanto brillo el papel capital de una cierta plenitud desgarradora”, observó en Espejo de la tauromaquia, y valdría la pena preguntarnos si el sueño no posee, también, los mismos atributos: totalidad vehemente o impulsiva, oscuramente racional, como esa primera impresión de incesante movimiento que experimentó la noche del 20 al 21 de noviembre de 1923. Leiris la describe así: “Corro campo a través, persiguiendo mi pensamiento”.

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DE PORTADA

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Celebramos 100 años del nacimiento del car costumbres políticas y sociales de los mexica

Los mundos posibles d GUADALUPE ALONSO CORATELLA FOTOGRAFÍA D.R. © HEREDEROS DE ABEL QUEZADA 2020

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A la familia Quezada Rueda. A Dayana y Juan Carlos

no es una cosa y quiere ser otra”, decía Abel Quezada, en una conversación con el escritor y cineasta Claudio Isaac. “Toda mi vida he sido dibujante, pero ha habido oficios que me llaman mucho la atención y que me hubiera gustado ser en caso de no haber sido dibujante. Algunos los llegué a practicar cuando era joven. Era cazador de conejos profesional, los vendía en la tarde después de cazarlos. Me hubiera gustado también ser cantinero, cocinero, saxofonista, navegante, agricultor, pintor y beisbolista, ser segunda base y gran bateador”. Quizá no logró agotar la lista, pero sin duda supo darle cauce a sus talentos y destacar, sobre todo, como uno de los periodistas más influyentes de su tiempo. Abel Quezada, quien cumpliría 100 años el 13 de diciembre, fue una figura excepcional del periodismo por más de medio siglo. Su capacidad de descifrar el espíritu del mexicano, retratarlo con humor y hacer, al mismo tiempo, una crítica implacable y reveladora de la sociedad y sus políticos, lo coloca como un caricaturista sin parangón en la escena periodística del México contemporáneo. “Empezó como historietista”, comenta el curador e investigador Alfonso Morales, “siguió como cronista de espectáculos y cine, fue editorialista político, pero combinaba esto de distintas maneras, acudiendo a diferentes soluciones icónico-literarias que lo hacen un personaje muy atípico, difícil de etiquetar. Quezada es uno de los enemigos más efectivos que ha tenido la solemnidad mexicana, la combatió a través de diferentes medios y con el uso de extraordinarios recursos creativos en el terreno de las letras y el dibujo”. “Se crio en una familia metodista del norte de México”, cuenta su hijo Abel. “Comenzó a dibujar muy joven. A los 14 años tuvo la iniciativa de mandar sus dibujos a la Ciudad

de México, donde se publicaban en algunos pasquines. Cuando les dijo a mis abuelos que quería ser dibujante, su padre le respondió: “—Pues mira, si no hay remedio está bien que seas dibujante, pero recuerda, nunca trabajes tanto que no te alcance el tiempo para ganarte la vida. “Creo que le hizo caso porque fue impresionante todo lo que llegó a hacer además de dibujante y pintor. Fue petrolero, constructor, editor, en fin, se metió en infinidad de cosas, no todas con éxito, pero tenía una capacidad de trabajo impresionante. Llegó a publicar dos o tres cartones diarios en diferentes publicaciones. A la capital llegó a los 16 años, fue entonces cuando conoció a Germán Butze, el creador de Los Supersabios, su primera inspiración y guía”. Claudio Isaac lo describe como “un pensador profundo y agudo que aun siendo parte de la intelectualidad —fue muy amigo del grupo “Los Divinos” (José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Alí Chumacero, entre otros), más tarde de Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis— era, en cierto sentido, antintelectual. Como se había criado en la religión protestante donde el dios es el trabajo, la productividad, tenía la sospecha de que los intelectuales eran unos haraganes. Creo que con toda razón, porque la vida de Abel fue todo lo contario. Hacía sus cartones o pintaba en ciertos horarios, pero antes ya había estado en un despliegue de actividades como empresario, petrolero, ganadero. Tuvo muchas facetas, todas productivas, no concebía el ocio”. “Trabaja, además, en la época de oro de la historieta mexicana, cuando se hacen grandes tirajes y hay producciones extraordinarias”, dice Rafael Barajas El Fisgón. “Él se inspira en el trabajo de un escritor y dibujante norteamericano del The New Yorker, James Thurber, que hacía unas historietas reflexivas fantásticas, un género a caballo entre la literatura y el dibujo. Retoma las enseñanzas de Thurber y hace un dibujo esquemático, sencillo pero muy expresivo, que comunica rápidamente con el lector,

Nunca pensó en la posteridad ni estuvo en su ánimo asumirse seriamente como artista

porque además resulta que es un narrador extraordinario. El gran chiste de Abel Quezada es que contaba historias magníficas”. “Muchos de sus personajes son una especie de entregas historietiles repartidas a lo largo del tiempo”, apunta Alfonso Morales. “Tenía un elenco de personajes estables que todavía están presentes en el imaginario colectivo: El Charro Matías, que era el priista que todos llevábamos dentro; Gastón Billetes, el multimillonario mexicano; la Dama Caritativa de las Lomas y muchos más, arquetipos que tenían que ver con una modalidad, una encarnación de nuestros estratos sociales o alguien que personificaba nuestros

defectos. Creó a estos personajes para dialogar con ellos a través del cartón y hacer una crítica de costumbres de la mexicanidad como una enfermedad perniciosa y mortal. Por ejemplo, el cinismo y el oportunismo del Charro Matías que hoy era echeverrista, pasado mañana lópezportillista y, actualmente, sería lópezobradorista”. Para Rafael Barajas, “Quezada marca nuevas tendencias en la caricatura mexicana. Además, adereza la parte literaria de su trabajo con dos cosas muy interesantes. La primera, un análisis de la política mexicana y, la segunda, que empieza a trabajar en un momento en que está en boga la filosofía mexicanista, Octavio Paz


DE PORTADA

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ricaturista y pintor. Su crítica de las anos alcanzó el rango de arte mayor

de Abel Quezada Un hombre verde Abel Quezada nació el 13 de diciembre de 1920, en Monterrey, y murió el 28 de febrero de 1991, en Cuernavaca. Caricaturista, historietista, escritor y pintor, dio sus primeros pasos en el periodismo en el diario Ovaciones pero no fue sino hasta su llegada a Excélsior, en 1956, cuando maduró su crítica a ciertos vicios y defectos de la mexicanidad con personajes como El Señor Pérez, El Charro Matías y El Tapado. Tras el golpe a Excélsior en 1976, inició un peregrinaje por las redacciones de México y en 1980 colaboró en la factura de las portadas del semanario The New Yorker. Se retiró del periodismo en 1989 para consagrarse a la pintura. En 1984, el Museo Tamayo organizó la exposición Abel Quesada: dibujante. Un año después, el Museo de Arte Moderno exhibió su obra pictórica. Nosotros los hombres verdes (FCE, 1980) ofrece una selección de 111 cartones realizada por el mismo Abel Quezada quien en ese libro escribió: “Los dibujantes son como los hombres verdes del circo que, para ganarse la vida, solo tienen que ser como son”.

con El laberinto de la soledad, Jorge Portilla con La fenomenología del relajo, y hace una serie de reflexiones sobre lo que es el mexicano haciendo política”. Quizá uno de los cartones más emblemáticos de Quezada fue el que realiza tras la matanza de Tlatelolco. El 3 de octubre de 1968, publica un lienzo negro titulado ¿Por qué? “La historia de ese cartón es muy interesante”, dice Alfonso Morales, “hubo otras versiones que no se atrevieron a publicar en Excélsior. Además de que es una pieza conceptual extraordinaria, fue el modo que encontró para tener una opinión de esa naturaleza y creo que fue una solución extraordinaria”.

Abel Quezada ejerció el periodismo con libertad, fue un crítico persistente en una época en que el gobierno tenía el control de los medios. “Se le trató de boicotear por muchos lados”, refiere Alfonso Morales. “Sufrió amenazas personales de políticos que, además, presionaban a la dirección de Excélsior”. Las presiones del gobierno derivaron en el golpe a Excélsior, el 8 de julio de 1976. Ese día, Abel Quezada se retiró, junto con la directiva del periódico, de la que fuera su casa por 20 años. “Padeció muchísimo el golpe a Excelsior”, comenta Morales, “siguió trabajando en otros medios, nunca bajó la guardia, pero ya no fue lo

mismo y él lo sabía, tanto que ya no le interesó hacer el cartón político, sino pintar, otra vertiente extraordinaria en la obra de Abel Quezada”. La pintura fue un espacio de intimidad, de gozo. Un modo de recuperar personajes y escenas de la vida cotidiana, de perpetuar en el lienzo los paisajes recorridos. “Muchas de esas imágenes son bitácoras, recuentos de los lugares donde estuvo, el rincón de un café parisino, la vista desde una ventana hacia Central Park, una tarde de lluvia, esos tiempos perdidos que solo a través de la pintura se pueden recuperar”, afirma Morales. Nueva York fue uno de sus destinos predilectos. De joven buscó abrirse

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paso sin fortuna. Luego volvió, en los años ochenta, invitado a colaborar en la revista The New Yorker. “Se publicaron doce portadas”, recuerda su hijo Abel, “pero lo fantástico es que encontramos una buena cantidad de acuarelas que había hecho como bocetos, más de 200, que también podrían haber sido portadas para The New Yorker”. “Hay un cruce evidente entre las distintas disciplinas y la temática que marcaron la obra de Quezada”, señala Morales. “Uno no puede dejar de ver al historietista en los cuadros. Recuerdo que Carlos Monsiváis se refería al mural Petróleos mexicanos —obra que pintó por encargo en 1988— diciendo que en el fondo estaban ahí, naufragando en el gran espacio del mural, creaciones de historieta. También son apuntes irónicos y caricaturescos los que se pueden reconocer en ciertos cuadros. Es el mismo autor haciendo uso de distintos recursos. A esto habría que agregar la escritura de cuentos y fábulas que de manera póstuma se recogieron en el libro Antes y después de Gardenia Davis, un compendio de relatos extraordinarios”. Abel Quezada nunca pensó en la posteridad ni estuvo en su ánimo asumirse seriamente como artista. Tampoco se ocupó de conservar sus cartones o sus apuntes para dejar un legado. Si hoy podemos acercarnos a su obra es gracias a la voluntad de la familia. Martha Yolanda, su hija, platica que su madre se dio cuenta de que toda la obra la dejaba en el periódico. “Se hablaban de usted y un día mi mamá le dijo: “—Pues tiene usted que recoger sus cartones. “Entonces, mandaba al asistente de mi papá a recogerlos. Así fue recolectando su trabajo. Hoy tenemos en el archivo 11 mil cartones, 547 registros de obra pictórica, entre óleos y acuarelas, y estamos empezando a organizar la fototeca”. “Aquí, en su casa de Cuernavaca, están guardados 50 años de historia de México desde la visión particular de Abel Quezada”, agrega su hija Josefina. Tenemos correspondencia con José Luis Cuevas, Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Juan Soriano. Hemos digitalizado toda la obra, incluida la acuarela. Quisiéramos que el archivo pasara a manos de una institución que lo proteja y se ocupe de difundirlo”. Alfonso Morales, quien durante muchos años ha trabajado en el archivo, refiere que “es una de las mejores crónicas, la más divertida, de la historia del siglo XX mexicano”. Y Rafael Barajas lo coloca como “uno de los grandes caricaturistas que hemos tenido en México. Un artista que inventó o perfeccionó un género y construyó muchos de los arquetipos más populares de mediados del siglo XX en nuestro país”. Abel Quezada murió en su casa de Cuernavaca, en febrero de 1991. “Quiero suponer que fue una vida tan plena, tan llena de experiencias, de vivencias y recuerdos, que al mirarse en el espejo de la pintura, en los últimos años, hubo una profunda satisfacción de lo vivido”, concluye Alfonso Morales. “A través de lo que pude investigar y leer, entendí que fue un hombre que gozó la vida, la disfrutó, la aprovechó. Creo que se retiró en paz, con una sonrisa, como lo merece alguien así”.

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CIENCIA

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DESMETÁFORA

Momentos estelares de 2020 De los aceleradores de electrones a las estrellas de neutrones GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx FOTOGRAFÍA EFE

Coronavirus: el comienzo del drama

E

l covid-19 es un ejemplo del exitoso empleo de la tecnología de cristalización de proteínas y su análisis con luz de sincrotrón. El 5 de febrero pasado, muy poco después de que el gobierno chino diera a conocer la existencia de este nuevo patógeno, un equipo de la Universidad de Shangai Tech publicó la estructura de la proteasa principal viral en el banco de datos abierto llamado PDB (Protein Data Bank). Para esto se utilizó el Sincrotrón de Shangai, un acelerador de electrones que opera en China desde 2009 y que genera luz brillante, intensa y penetrante que permite hacer imágenes microscópicas de extraordinaria calidad. Con la estructura tridimensional de la proteasa, que fue descifrada en tiempo récord, las farmacéuticas comenzaron a trabajar en el diseño de medicamentos. Sin duda, es uno de los grades resultados científicos de 2020. Aceleradores de muones Ese mismo 5 de febrero, físicos del experimento MICE, por sus siglas en inglés (Muon Ionization Cooling Experiment), en el laboratorio Rutherford Appleton de Inglaterra, reportaron en la revista Nature haber enfriado un haz de muones. Esto podría cambiar la manera de hacer experimentos con aceleradores de partículas. A través de repetidos choques de los muones con materiales y su posterior aceleración se consiguió generar un haz con la densidad de muones suficiente como para poder hacer colisiones. Los muones son partículas elementales parecidas al electrón y por lo mismo son particularmente interesantes para estudiar el mundo microscópico haciéndolos chocar a muy altas energías. La diferencia con los electrones es que tienen una masa grande, lo que reduce la cantidad de radiación que se emite en aceleradores circulares. Usar muones reduce las pérdidas de energía que los aceleradores de electrones presentan. La emisión de radiación de sincrotrón hace que los electrones sean inconvenientes para ser usados en aceleradores del futuro. Con este resultado se abre la posibilidad de que el acelerador del futuro sea uno que produzca choques de muones en lugar de choques de protones o electrones como los que tenemos actualmente.

Muestras de la vacuna contra el covid-19.

Superconductor caliente El material más buscado de los últimos cien años es una combinación de azufre, hidrógeno y carbono que, a tan solo 15 grados Celsius, conduce electricidad sin resistencia. Este material superconductor no se calienta como el cobre cuando está sujeto al paso de una corriente eléctrica, ni se opone al tránsito de los electrones. El sueño se hizo realidad y sería maravilloso si no fuera porque es necesario someterlo a presiones muy altas. Esa es la limitante para la aplicación inmediata y es también lo que previno que la noticia estuviera en la primera plana de los diarios del mundo. El material reportado en septiembre en la prestigiosa revista Nature debió ser sostenido entre dos diamantes a una presión mayor a dos millones y medio de atmósferas. El gran hallazgo promete una revolución tecnológica, solo falta resolver el problema de las altas presiones. Con los avances recientes podemos pensar que ya no falta mucho para que se encuentre

El material más buscado de los últimos cien años conduce electricidad sin resistencia

el camino. Luego veremos una cascada de ideas convirtiéndose en productos que podrían cambiar nuestra manera de vivir. El mundo será distinto cuando se consiga controlar los materiales para que la corriente eléctrica pase por ellos sin resistencia alguna. Vacuna contra el covid-19 La farmacéutica norteamericana Pfizer y su socio alemán BioNTech anunciaron el 9 de noviembre que la vacuna en que han trabajado desde hace meses tiene una eficiencia del 90 por ciento o mayor en prevenir infecciones de covid-19. Esto mantiene viva la esperanza de que más vacunas en desarrollo anuncien resultados similares. La pandemia que ha matado ya a más de un millón de personas de los más de 50 millones de infectados es la principal fuente de noticias científicas este año y aunque la noticia es fantástica aún quedan muchas preguntas abiertas: ¿será igual de efectiva en diferentes franjas de edad?, ¿por cuánto tiempo se conserva la protección?, etcétera. La tecnología que se emplea es innovadora. Se basa en fragmentos de ARN mensajero que se inyectan al organismo para llevar la instrucción precisa de fabricación de defensas en forma de compuestos químicos

que nos protegen de la enfermedad. Este material deberá ser conservado a menos 70 grados Celsius para evitar la descomposición de la molécula. El experimento Alice del Gran Colisionador de Hadrones estudia el interior de las estrellas de neutrones En unas semanas aparecerá en la revista Nature un trabajo del experimento Alice en que se reporta la manera en que los protones interaccionan con corpúsculos conocidos como hiperones. Estos son parecidos a los protones excepto por el hecho de que uno de los tres quarks que los forman es el quark “extraño”. El quark “extraño” es más pesado que los quarks “arriba” y “abajo” de los que están hechos los protones y neutrones. La interacción de los protones y neutrones con los hiperones es fundamental en la constitución interna de las estrellas de neutrones. Es muy probable que las capas más profundas de estos objetos masivos del Universo estén pobladas por hiperones y la manera como interacciona con los neutrones puede explicar por qué estos no colapsan convirtiéndose en agujeros negros. El experimento Alice ha mostrado que se puede estudiar el interior de las estrellas de neutrones desde el laboratorio en nuestro planeta.

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EN LIBRERÍAS

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NARRATIVA, BIOGRAFÍA, ENSAYO La noche en el espejo

El primer siglo después de Béatrice

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A FUEGO LENTO

Sontag. Vida y obra

Cartas de Nueva York México, 2020

Claudina Domingo Sexto Píso México, 2020 250 páginas

Amin Maalouf Alianza México, 2020 224 páginas

Benjamin Moser Anagrama España, 2020 000 páginas

De carácter contagiosamente onírico, esta novela puede leerse como una sucesión de imágenes en las que reconocemos las señas de la huida hacia ninguna parte o como el diario de un instante que se repite una y otra vez. Su protagonista, quien se las ingenia para vivir en la zozobra, acumula una larga serie de encuentros y desencuentros con la consistencia de los malos recuerdos. La vocación poética de Claudina Domingo está presente en cada decisión estilística.

En el antiguo Egipto, algunos sellos con forma de escarabajo llevaban inscrita la frase: “¡Que tu nombre perdure y que te nazca un hijo!”. Dicha frase es el motivo principal de esta novela ambientada hacia el año 2040, que cuenta la historia de un entomólogo que quiere tener una hija, la Béatrice del título, con su pareja, pero resulta que las tendencias natales de la nueva humanidad, controladas químicamente, privilegian el nacimiento de varones.

Se llamaba Sue Rosenblatt y a los 11 años adoptó el apellido de su padrastro. Fue, sin duda, la figura intelectual más propositiva de su generación, casi una marca registrada que exploró los mundos de la crítica literaria, la ficción y la cultura de masas. Sus primeros textos en la Chicago Review, su matrimonio, el nacimiento de su hijo David y la enfermedad son algunas de las estaciones de esta biografía que se lee también como un fresco de la segunda mitad del siglo XX.

Cleopatra

Las arpías de Hitler

Breve historia de la economía

Harold Bloom Vaso Roto Ediciones España, 2020 159 páginas

Wendy Lower Crítica México, 2020 376 páginas

Niall Kishtainy Biblioteca Nueva España, 2019 338 páginas

Segundo volumen que el crítico inglés dedicó a los personajes de Shakespeare. Antonio y Cleopatra, estrenada un año después de Macbeth, se inspiró en el relato de Plutarco, y es la historia de una obsesión sexual y un desastre militar. Cómo definir a esa mujer sublime, ingeniosa y de enorme agudeza política. Su “personalidad, más que desplegarse, se desarrolla. Cleopatra nos desconcierta porque es más astuta de lo que pueda imaginar un hombre”.

Los ejércitos nazis que ocuparon el Este de Europa llevaban entre sus filas a contingentes femeninos cuyas tareas no siempre se reducían al magisterio o la oficina. Algunas reclutas, como demuestra este estudio revelador, fueron celadoras, torturadoras y ejecutoras, y actuaron con tanta crueldad como sus pares masculinos. Los números absolutos, dice Wendy Lower, dan cuenta de la participación de oficiales alemanas en la eficiente maquinaria del genocidio.

Como lo reconoce el autor, tras las recientes crisis económicas el papel de los economistas ha sido cuestionado (en Inglaterra, la mísmisima reina les mostró su inconformidad). De cualquier modo, la economía sigue teniendo un papel determinante en el mundo; aunque no lo parezca, puede ayudar a solucionar el cambio climático. A través de ella “se trata de encontrar la manera de ayudar a la personas a sobrevivir, ser saludables y tener una educación”, anota Kishtainy.

Donde todo es grande ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

N

o es la ciudad obsesionada con el sexo y la muerte de Philip Roth ni la que Woody Allen ha imaginado como una comedia de costumbres ni la de los after hour aderezados con heroína de Anthony Bourdain sino la ciudad de un hijo adoptivo, como lo son muchos de sus habitantes. Diego Gómez Pickering mira con familiaridad y a la vez con extrañeza, registra con la curiosidad de un recién llegado y la malicia de un viejo parroquiano. Quizá por eso Cartas de Nueva York (Taurus) resulta de principio a fin tan atractivo: tiene un andar bipolar. El libro, del que solo echo de menos un mapa que sirva de guía al lector paseante, reúne 22 crónicas que en ocasiones adquieren la forma de un relato, una misiva, una evocación histórica o el diario de un viajero. En busca de una sensación de proximidad, abre con una estampa casera fechada en abril de 2020, con el marco de un paisaje fantasmal, y cierra con un exhorto a la vida eterna de Nueva York anclado en junio de 2016, cuando el presente solo era un monstruoso proyecto inmobiliario. No hay arquitectura o claustros del poder político y económico. No hay tampoco lugar para los palacetes de la fama deportiva o cinematográfica. Gómez Pickering gusta de las voces y sabe concertarlas. Procede a la manera del director de un coro. Escuchamos así a la rubia que anuncia las maravillas de un parque de atracciones en Coney Island, a la activista puertorriqueña, a los iluminados de Trump, a la clientela de aires rusos en un restaurante de Brooklyn, al solícito mesero ecuatoriano, al cliente iracundo de un establecimiento donde se habla español, al transexual que venera a Juan Gabriel. De esta manera, antes que en la torre de Babel, una imagen ya ojerosa y cansada, pensamos en una suerte de ecosistema cultural. Además de una visión que define un temperamento, una debilidad, un recuerdo, una cicatriz, una cifra, un destino, un sabor…, Cartas de Nueva York contiene un buen número de opiniones contundentes. Guardo una docena pero ofrezco esta como invitación a la lectura y al viaje sin salir de casa: “La Gran Manzana, en tanto epítome del país, y empezando por su propio apelativo, es la tierra de los superlativos, de los excesos, de los supremos, de los máximos, de los superiores, de los sumos. Es la tierra de la supremacía”.

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ

12 DE DICIEMBRE 2020

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HUSOS Y COSTUMBRES

Rumiando esperanzas ANA GARCÍA BERGUA

H

ay que tener esperanza. Sin aferrarse, dicen que esto va a ser lento, de aquí a que todos. ¿De aquí a que todos qué? Somos millones, millones de todos. Esperanza, no expectativas. ¿Cuántos meses hemos estado con expectativas? Las cosas llegan cuando tienen que llegar, dice la gente cuando no sabe qué decir. Bájate del sofá, no arañes la tela. ¿Era de Joyce aquel cuento de las hermanas? Había una cena, con unas hermanas. Desde marzo hay expectativas. Aquel que habla y habla siempre dice: vamos bien. Sí, Chucha. ¿Quién sería Chucha? Una mujer a la que nadie le creía. No te comas eso, te vas a enfermar. Era un cuento de Dublineses, hay dos con hermanas, pero es el del final. “Los muertos”, con razón te acuerdas. Unas hermanas dan una cena, entre los invitados llega este personaje, Gabriel, que es su sobrino. Y su esposa, hay una

JAMES JOYCE

El autor de Dublineses.

historia de la esposa. No hay esperanza ahí. Buscas esperanza y piensas en Joyce, raro. Es que es Navidad, “Los muertos” sucede cerca de Navidad. ¿O es el mero día? Esta Navidad va a ser triste; ¿renacerá la esperanza? Se supone que de eso se trata. No me rasguñes. Kate, una de las hermanas, es saludable como una manzana arrugada. Muy distinta de su hermana Julia: “los ojos lánguidos y los labios entreabiertos le daban la apariencia de una mujer que no sabía dónde estaba ni a dónde iba”. ¿Alguien sabe dónde estamos, qué seguirá de todo esto? Esperanza. Hay muchísimos personajes, las alumnas de las tías, un tipo que se apellida Brown y hace chistes malos. Ahora todos los chistes son crueles. Bájate de ahí o te encierro. Y en una parte la tía Julia canta y todos comentan que su voz ha mejorado con el tiempo. ¿Por qué piensa Gabriel que más pronto que tarde la tía morirá? Siente que una época se va, todo es fú-

til, el tiempo pasa. Su propio discurso después de aquella cena donde comen ganso. Comen ganso, no pavo. Curioso. Dice que en las generaciones de antaño hay una calidez, una humanidad. Hace mucho que ya no hay calidez. Y aquel antiguo enamorado de Gretta, la esposa, ese que por irla a ver antes de que se fuera al convento, murió. Estaba enfermo y se quedó afuera, en la nieve. En Estados Unidos dicen que hay que aguantar el invierno y luego todo mejorará. Aquí las ramas peladas de la jacaranda serán la promesa. Aguantar hasta marzo y habrá vacuna, medicina, jacarandas. Él me pregunta en el cuarto de al lado: ¿quedará piel después de tanto lavarse las manos? ¿Qué quedará después de contar a los que se nos fueron? “Su propia identidad se esfumaba a un mundo impalpable y gris: el sólido mundo en que estos muertos se criaron y vi­vieron se disolvía consumiéndose”. Esperanza, tengamos esperanza. Bájate de ahí.

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CAFÉ MADRID

El evangelio en los tapices

T

ras una infructuosa noche de pesca, Cristo le indica a Pedro y a sus compañeros de faena el punto exacto donde deben echar las redes para conseguir una captura abundante. Es un día luminoso y de aguas tranquilas y transparentes en el lago de Genesaret y, en efecto, las dos embarcaciones de este bendecido grupo de hombres no tardan en llenarse de peces. Por eso Pedro no duda en arrodillarse para darle las gracias al Señor, mientras en el horizonte confluyen la ciudad de Cafarnaún y sus riberas. Así lo contó Lucas en su Evangelio y así lo hizo plasmar Rafael Sanzio (14831520) en un monumental tapiz de sedas blancas y azules titulado, cómo no, La pesca milagrosa, que ahora se exhibe por primera vez al público como epílogo de la conmemoración internacional del quinto centenario luctuoso de uno de los pintores más importantes de la historia del arte. Esta estampa es la primera que uno se encuentra al llegar a la Galería del Palacio Real, en la Plaza de Oriente de Madrid, donde otras ocho piezas completan la exposición Rafael en Palacio. Los tapices de Felipe II, el mejor lugar para poder apreciar con altura, profundidad y distancia una de las colecciones más extraordinarias del Renacimiento. El origen de esta serie apostólica se remonta al encargo que Rafael recibió en 1514 por parte del papa León X para realizar, a escala natural, los cartones de diez tapices que, durante las ceremonias más solemnes, vestirían la parte baja de la Capilla Sixtina. El pontífice y su círculo de teólogos escogieron un programa iconográfico que subrayaba la

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA EUROPA PRESS

legitimidad del papa como sucesor de San Pedro y la misión de la Iglesia de predicar la palabra de Cristo. Rafael llevó a cabo una minuciosa labor de documentación e, incluso, ordenó la presencia permanente de un ayudante que le leyera en voz alta los textos canónicos. El resultado de su trabajo fue un compendio de composiciones de paisajes y arquitecturas elaboradas según los principios renacentistas

En 1514 Rafael recibió la orden del papa León X para realizar los cartones de diez tapices

de la perspectiva y la geometría y de figuras humanas a escala natural en las que se advierte un perfecto conocimiento de la anatomía, la escultura clásica y la expresión de estados de ánimo. Pero tal vez el esplendor de la colección no hubiese sido posible sin la técnica con la que los tapiceros de Bruselas trasladaron los cartones de Rafael al juego de trama y urdimbre en hilos de oro, plata, seda y lana. Rafael, sin embargo, se murió de forma repentina el 6 de abril de 1520, día de su 37 cumpleaños, y solo llegó a ver expuestos siete de esos tapices en la Capilla Sixtina. No obstante, el impacto de su trabajo fue tal que las Casas Reales europeas encargaron varias réplicas pero, con el paso del tiempo y el devenir

Sala de la exposición Rafael en Palacio. Los tapices de Felipe II.

de los acontecimientos históricos, la mayoría de ellas se perdió. La de Francisco I de Francia, por ejemplo, durante la Revolución francesa, y la de Enrique VIII de Inglaterra en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. La que adquirió el español Felipe II cuando se iba a casar con María Tudor es la que mejor se conserva y por eso ahora han decidido exponerla. Observar con detenimiento cada una de las escenas requiere tomar distancia e ir, de preferencia, por la mañana pues la luz natural que dejan entrar los enormes ventanales de la Galería favorece la visita. Son escenas bíblicas pero no importa si uno es cristiano o no, porque de lo que se trata es de ver formas, paisajes, expresividad en los rostros y el manejo de los colores. No son muchos pero son muy grandes y en ellos Pedro comparte protagonismo con Pablo. El primero pesca, apacienta ovejas, recibe las llaves del cielo, cura a un paralítico y reparte ganancias entre los necesitados, y el segundo presencia lapidaciones, pide el cese de la sangre, convierte a los que no creen e instaura la nueva doctrina (con el papa León X colándose en un tapiz porque, claro, él fue quien encargó todo, y quien paga… ya se sabe). En un día frío, la reina Letizia (bien abrigada y elegante hasta con tapabocas) inauguró la exposición (abierta al público hasta abril de 2021), puso mucha atención a las explicaciones de la curadora y la vi fulminar con la mirada a un graciosillo que le preguntó: “Majestad, ¿a que estas navidades o en Semana Santa estaría bien tener uno de estos tapices para decorar el salón de casa?”

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