Laberinto No. 595 (8/11/14)

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Laberinto

David Toscana Su pacto y nuestro pacto página 2 Ernesto Lumbreras Adonis: la compañía solar página 4 Lorel Manzano El otoño transfigurado de Georg Trakl página 8 Heriberto Yépez Rulfo y el “otro” Rulfo página 12

N.o 595

sábado 8 de noviembre de 2014

Cada uno: Ayotzinapa

María Baranda Página 3

MARQUIS DE SADE – THE SADIST/ ALEXIA SINCLAIR

MILENIO

A 200 años de su muerte

El retorno del Divino Marqués José Abdón Flores Página 6


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MILENIO

antesala DE CULTO

ESPECIAL

Su pacto y nuestro pacto TOSCANADAS ESPECIAL

David Toscana dtoscana@gmail.com

T

rato de pensar en cosas librescas para escribir mi columna de hoy, pero me asaltan ideas y dudas bastante más terrenales. En primer lugar está el pacto para combatir la corrupción y cerrar el paso a la impunidad que Peña Nieto pretende cuajar para evitar otro caso como el de Iguala. ¿De qué diablos estamos hablando? ¿Si los partidos no se toman de la mano habrá otra masacre de estudiantes? ¿Para respetar la ley hace falta un pacto? ¿Entonces de qué sirve la propia ley? ¿Al fin van a pagar su rapiña los priistas corruptos o solo la desleal Elba Esther? Nadie como el PRI ha dominado el arte de la impunidad, así es que olvidemos nuevos pactos estatales porque el pacto social se estableció hace ya mucho tiempo: un Estado pone orden y seguridad, y los ciudadanos pagamos impuestos y mantenemos a los políticos en sus oficinas. Y hablando de pago de impuestos… Hacienda está publicando listas de contribuyentes incumplidos. Muy bien. ¿Quién nos publica ahora una lista de gobernadores desfalcadores, funcionarios rateros, alcaldes corruptos, jueces parciales, diputados comisionistas? Seguro la lista sería más larga que la de los malos contribuyentes; y siendo así, un contribuyente incumplido no es sino un ciudadano que no se presta a pagar el salario, las prestaciones y las vacaciones de quien no se los ha ganado. México tiene treintaidós gobernadores y alrededor de 2 mil 500 alcaldes. Sumen diputados federales y locales, regidores, tesoreros y demás

puestos corruptibles, tal como tesoreros, secretarios de cualquier cosa, jefes de policía... Agreguen que los mexicanos no confiamos en nuestros funcionarios y respondamos ¿dónde habrá más incumplimiento? ¿Entre los políticos o entre los contribuyentes? Los estudiantes que saben de páginas web y tienen infinita energía podrían formar una lista alterna a la presentada por Hacienda. Ojalá Luis Videgaray recuerde que el diez por ciento del PIB se va en corrupción. ¿Qué tal si la reforma fiscal hubiese incluido un impuesto del 30% a los ingresos non sanctos, al moche directo, a la sustracción de las arcas públicas, desvío de fondos, escamoteo de cuotas sindicales, pagos desproporcionados a asesores que no hacen nada, a constructoras que levantan castillos en el aire? No sé en qué quede el pacto de los partidos políticos. Pero el pacto que haremos nosotros, los ciudadanos, será no quedarnos callados, no dejar de presionar, no dejar de criticar. Un pacto para usar la palabra, pero también la acción. Todos los estudiantes de Derecho sabrán que marchar en las calles, alzar la voz es una forma digna de participar, pero también sabrán que hay formas más potentes de moldear un nuevo México. Ahí está la ley. Ustedes la conocen. Utilícenla. Presenten propuestas de leyes, denuncias en la PGR; convoquen a organismos y cortes internacionales. Diseñen mecanismos contra la impunidad. El pacto que hagan los políticos será mero disimulo. El que hagamos nosotros puede funcionar. L

Rodrigo Flores Herrasti b floresherrasti@yahoo.com.mx

Fray Luis de Granada

La gramática de la fe

A

l pensar en poesía religiosa los reflejos se cruzan con dos figuras: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Por ello, cuando el venerable Ramón Menéndez Pidal apunta que, tras la eclosión de Trento, tan célebre dupla caminó la escondida senda abierta por el fraile dominico Luis de Granada (“Maestro de todos”, como lo llamaría Don Ramón), cabría voltear hacia una de las mejores facturas escriturales generadas en el hispanismo áureo. Luis de Granada empató a cabalidad sus preocupaciones con aquellas que, a decir de Michel de Certeau, perfilaron los movimientos místicos del siglo XVI: “la producción de un cuerpo” a la par que su respectivo ofrecimiento al espíritu para encarnar un discurso. Tan enrevesado vínculo entre palabra, cuerpo divino y desaparición sirvió a nuestro Fray Luis para moldear una carrera homilética por demás apasionada. Consecuente con sus inquietudes, en 1576 publicó seis libros que componen la Retórica eclesiástica, un esfuerzo por diseñar guías que condujeran la vocación paroxística del predicador. De Granada cree que el morador del púlpito, casi por genética, “exclama, arguye, conjura, increpa, aterroriza, se queda estupefacto, se admira, y se transforma en todas las emociones y figuras retóricas: levanta a los muertos, les habla a los ausentes, implora el auxilio de Dios, remezcla cielo, tierras y mares, y como aguijoneado por una especie de locura profética grita: ¡Tierra, tierra, tierra, oye la palabra de Dios!”. Dentro y fuera de la esfera episcopal, la Retórica eclesiástica cosechó un sólido y continuado éxito gracias al pormenorizado desglose de los ardides léxicos y gestuales útiles al sermón para “afectar” a los feligreses. Justo allí reside buena parte de su vigencia: en implicar que tanto sentimiento como sensación se cimientan sobre invenciones elocutivas. Para Luis de Granada, ni el éxtasis ni su metabolismo revulsivo difieren del diagnóstico, es decir, de la existencia verbal. La devoción, junto con la fisiología respectiva, demandan sendas gramáticas cuyos

EX LIBRIS

signos —en sintonía contrarreformista— guarden conformidad con el polo moral de la doctrina apostólica. Por ello, en su Guía de pecadores, vaticina los infiernos de la sensibilidad penitente: “Allí, pues, los ojos deshonestos y carnales serán atormentados con la visión horrible de los demonios; los oídos con la confusión de voces y gemidos que allí sonarán; las narices con el hedor intolerable de aquel sucio lugar; el gusto con rabiosísima hambre y sed; el tacto y todos los miembros del cuerpo con frío y fuego incomportable”. Mas en su Introducción del símbolo de la fe, lo somático se tempera bajo tonos muy distintos: “Pues ¿qué otro fin pudo aquí pretender [Dios] sino recrear nuestra vista con la hermosura de la flor, y el sentido del olor con la suavidad de su olor? […] Y allende desto, ¡cuántas otras cosas hizo para recrear los sentidos! ¡Cuántas músicas de aves para el sentido del oír! ¡Cuántas especies aromáticas para el oler! ¡Cuánta infinidad de sabores para el de gustar!” Allende la mera comunicación o el ornato excusable, el orbe de lo lingüístico concernió profundamente a Fray Luis de Granada para quien no melló distancia entre artificio, apercepción y misterio demiúrgico. Con la prosodia cual irrefutable labor de fe, Luis de Granada se ufanó por que ni la incredulidad tomasiana se resistiera al ejercicio de la letra. L Georg Trakl bEKO

MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Coedición: Roberto Pliego, Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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LABERINTO

antesala

Cada uno: Ayotzinapa

Gloria Trevi: la fama y la infamia

Tienen rostro, familia, biografía. Son 43 destinos individuales POESÍA

A SALTO DE LÍNEA PRODUCCIÓN

María Baranda 1. Abel: por tu cara de sol y gallo y tu noche de sueño frío. 2. Abelardo: por tus ojos de harina de tiempo y tu silencio. 3. Adán: por tu baile de asombro y tu risa de cobre fulminante. 4. Alexander: por tu palabra de búho y tu ilusión de techo abierto. 5. Antonio: por tus venas de agujeta de río y tu paso de jaguar de monte. 6. Benjamín: por tus días de canto y bruma como orejas de gato. 7. Bernardo: por tu sueño de leche tibia y tu vigilia de tortuga. 8. Carlos Iván: por tu voz de corneta y tu seca dulzura de llano. 9. Carlos Lorenzo: por tus dedos extendidos como amplias nubes de tarde. 10. César Manuel: por tus largas piernas de pájaro de medianoche. 11. Christian Alfonso: por tu sonido de fruta precisa que se abre. 12. Christian Tomás: por tu grito quieto como los tamarindos agrios. 13. Cutberto: por tu brinco azul fosforescente entre las piedras del cerro. 14. Dorian: por tu voz de cazador de bosque que espanta a las culebras. 15. Emiliano Alen: por tu espalda de espejo y de águila imaginada. 16. Everardo: por tu risa de medialuna que parte la corteza del árbol. 17. Felipe: por tu suelta carcajada de caballo bajo las ramas del aire. 18. Giovanni: por tus rodillas de flores quietas en las noches desesperadas. 19. Israel: por tus uñas de tierra marina y tu estatura de amanecer. 20. Israel Jacinto: por tus tibios brazos curvos que procuran la brisa. 21. Jesús Jovany: por tus preguntas rápidas como semillas de pluma. 22. Jonás: por el sonido que guarda tu nombre despierto en la lluvia. 23. Jorge: por tu sombra de pan y agua y tu figura de hoja que baila. 24. Jorge Aníbal: por tu imaginación de elefante que nos levanta del polvo. 25. Jorge Antonio: por la historia de sal y de conejo que corre por tu cuerpo. 26. Jorge Luis: por tu escritura de sueño en los rayos últimos de la mañana. 27. José Ángel: por tus manos de remo en mesas de valles iluminados y de agua. 28. José Ángel: por tus ojos de pez de lumbre y tus letras en la raya del horizonte. 29. José Eduardo: por tu razón en el vértigo del topo y el ábaco del coyote. 30. José Luis: por tu respiración de tigre adivino, tigre que silba en la noche. 31. Jhosivani: por tu canto de estanque y relámpago en la boca de la barranca. 32. Julio César: por tu danza de caracol de pasto en la frontera del viento. 33. Leonel: por ese eco tuyo, tuyo, tuyo, con el brillo de las luciérnagas. 34. Luis Ángel: por tu palabra de aire que alumbra el llanto del huizache. 35. Luis Ángel: por tu presagio de pájaro definitivo en la orilla del alba. 36. Magdaleno Rubén: por tu fatiga de campo erguido y fresco en la hierba. 37. Marcial: por tu boca marina de brújula cierta para el náufrago y su marea. 38. Marco Antonio: por tu voz de carnero bajo la luna de piedra blanca. 39. Martín Getsemany: por tus cinco dedos en el húmedo muro de la infancia. 40. Mauricio: por ese reloj sin números que guardas en el corazón del tiempo. 41. Miguel Ángel: por tus alas existentes como llamas vivas en la montaña. 42. Miguel Ángel: por tus altas cejas de centella y entendimiento. 43. Saúl: por tu ojo de remolino en la noche única, invisible y perpetua. Y por todo el mar en el cielo y la tierra y su lento ruido de entraña partida que nos hacen a todos y a tantos vivos y siempre en cada uno, cada uno, de nosotros.

Escena de la película con guión de Sabina Berman

Braulio Peralta juanamoza@gmail.com

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abina Berman es poeta, guionista de cine, dramaturga, novelista y periodista. Encasillada en nuestro país como gente de cine y teatro, en el resto del mundo la conocen ya por dos novelas con buena crítica: La mujer que buceó dentro del corazón del océano y El dios de Darwin. Un trabajo que se defiende solo, aunque en el caso de Gloria Trevi tuvo que escribir un libro, Gloria, para responder a los dimes y diretes públicos entre la escritora y la cantante de “Dr. Psiquiatra”, a propósito de la filmación del guión de Berman, dirigido por Barrie Osborne, aún sin estrenarse. Un libro de indispensable lectura, con nuevas pistas para entender algunas claves de aquel escándalo por el cual la Trevi fue llevada a la cárcel en Chihuahua por poco más de cuatro años, acusada de corrupción, rapto y violación en 1999: iniciaba la persecución. Un libro único por su concepción, a manera de “en defensa propia”, por si Gloria Trevi lleva a los tribunales a Sabina Berman, por el resultado de su película. Los periodistas de espectáculos no salen bien librados. Escribe Berman: “Pocos verifican nada. Casi nadie busca más fuentes que una sola. Aun la propia imaginación se vuelve una fuente autorizada… Se publican de Gloria noticias ciertas, inciertas e imposibles, entre ellas un satanismo en el clan Trevi– Andrade… A nadie le parece relevante fijar la verdad. Alguna verdad. Así sea un centímetro de verdad”. Dos escritores, Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska,

igual salen raspados: el primero “extirpa de la siguiente edición de Los rituales del caos el reportaje sobre Gloria y cambia la portada del libro, donde también la desaparece”. Berman le pregunta si “su conducta no fue una versión personal de la censura estalinista”. Él, “molesto”, responde: “No trato con quien me miente… Para mí fue como si hubiese escrito sobre un fantasma. Un ser inexistente”. Y de “la Periodista Más Famosa de México”, escribe: “Sencillamente sufre amnesia en relación a la cantante: no vuelve a mencionarla”. Trevi, el centro del libro. Cómo no serlo. Berman no duda de su talento. Tampoco de la credibilidad de sus palabras, que va contrastando con las leyes. Una protagonista del mundo del espectáculo, Paty Chapoy, le declara que fueron ella y Laura Suárez las que le dieron vuelo a la leyenda. Gloria Trevi dice: “A mí no me acusan de complicidad, me acusaban de yo haber corrompido, de yo personalmente haber violado, de yo haber personalmente raptado… Evidentemente yo no tengo ningún miembro viril”. Concluye Berman: “Y la justicia no se declaró sobre la complicidad o el encubrimiento posibles, porque no eran la materia del juicio de Gloria”. Un libro esclarecedor. Léalo y descubrirá nuevos atisbos. Gloria Trevi tendría que agradecer al menos que alguien destape la posibilidad de conocer otra forma de encontrar la verdad de aquel escándalo, con periodismo de investigación. Mis respetos por el libro, raro en su literatura. Ahora, esperemos sentados para ver la película: Gloria. L

MILENIO bLABERINTO b http://www.milenio.com/suplementos/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter: SCLaberinto


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lecturas ESPECIAL

La compañía solar En 2012 el poeta sirio–libanés Adonis visitó México. Ahora vuelve en el marco del Encuentro Internacional de Poesía de la Ciudad de México que se llevará a cabo del 14 al 16 de noviembre en Coyoacán, y vuelve con un libro que nació de aquella visita: Zócalo, publicado por la editorial Vaso Roto y que próximamente comenzará a circular en librerías. Ofrecemos el prólogo a cargo de uno de sus mejores lectores: otro poeta ENSAYO Ernesto Lumbreras

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La luz, que tiene rostro, no tiene entrañas. Lo oscuro tiene entrañas pero no rostro. Adonis

esde la publicación en España de Canciones de Mihyar el de Damasco, en 1968, la obra del poeta sirio–libanés Alí Ahmed Said Esber, mundialmente conocido como Adonis —personaje de origen fenicio asimilado a los mitos griegos—, ha circulado con cierta fortuna y continuidad en la lengua de Góngora y Sor Juana. Figura central de la modernidad de las letras árabes, su labor poética, editorial y crítica ha dado lugar, desde la década de 1950 en Beirut, a una serie de revisiones de tópicos de su tradición cultural y literaria, algunos de ellos considerados intocables e inamovibles para ciertas élites ortodoxas del Islam. Nacido en 1930 en el pueblo de Al Quassabin, será testigo en la línea de fuego de los cambios políticos y geográficos de Medio Oriente tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial y la inclusión del Estado de Israel en la zona. En esa encrucijada de la Historia comenzarán a surgir sus primeros poemas y, también, sus primeras grandes preguntas respecto de su oficio. ¿Qué tanta información de la actualidad puede contener un poema? ¿Cómo se integran las circunstancias del presente al presente poético? ¿La milenaria tradición poética, construida antes y después de El Corán, debe mantenerse inalterable en relación a la tradición occidental removida hasta sus cimientos por las múltiples vanguardias del siglo XX? Estas y otras interrogantes se propone despejar paulatinamente el joven Adonis, con pocas complicidades en su radio de acción,

en un medio hostil y reacio a los cambios, en especial, si provienen de la decadente Europa o de los frívolos y materialistas Estados Unidos. La doble militancia, la política y la de la modernidad, lo llevarán a prisión y a un disimulado ostracismo local. Afortunadamente, su obra comienza a circular y a reconocerse en los círculos parisinos desde comienzos de la década de 1960. Mérito del establecimiento de esas coordenadas iniciales en su credo estético —que apuntalan lo poético sobre lo ideológico—, décadas más tarde publicará El libro del asedio (1985), pieza crítica e incómoda para todas las partes involucradas en el conflicto en el que la voz del poeta confluye en el decurso de las preguntas, territorio por excelencia del arte de la poesía. Entre los viajes de Beirut a París, en algún momento se encontrará y trabará amistad con Octavio Paz. Ambos rondaban los “campos magnéticos” del surrealismo en los últimos años de vida de André Breton; las conversaciones y la cercanía con Henri Michaux o con Yves Bonnefoy —presencias fraternas y cómplices de los dos escritores—, también tendieron puentes entre estos poetas nacidos en la “periferia” de Occidente. Lejos de toda militancia e incondicionalidad, cada uno se acercó al movimiento vanguardista con afanes y en circunstancias diversas; para el poeta árabe, el surrealismo se presentaba, en ese justo momento, como un espíritu artístico y moral con el que era posible actualizar, desde la crítica, su riquísima y, a un mismo tiempo, anquilosada tradición. Para el poeta mexicano, próximo a comenzar una nueva etapa en la India, la impronta surrealista había tenido, en su pasado reciente, una proyección libertaria y fértil reconocible en las tramas visuales y conceptuales de libros como ¿Águila o sol? (1951), La estación violenta (1958) o

Salamandra (1962). En ese cruce de caminos, Adonis daba inicio a su gran cruzada reformista y, de cierta forma, Paz concluía una de sus “edades poéticas” y se aventuraba, en su siguiente estación, por tierras incógnitas del lenguaje y de sus representaciones en el espacio de la hoja en blanco. Con estos antecedentes, los poemas y los ensayos de Adonis publicados con constancia en la revista Vuelta, fundada y dirigida por Octavio Paz desde mediados de la década de 1970, reanudarían aquellas conversaciones y discusiones. No obstante esa familiaridad con su obra, los lectores mexicanos tardarían varios lustros en escucharlo, de viva voz, durante un encuentro de escritores celebrado en Tampico, en 2004. Aquellas primeras impresiones forasteras sobre México tuvieron que sumarse, y también contrastarse y definirse, con las que registrarían su mente y sus sentidos durante su segundo periplo mexicano en 2012. El resultado de esas operaciones de la memoria, y de la conciencia poética, produjo un artefacto verbal que Adonis tituló Zócalo, palabra que llega al castellano del italiano “zòccolo” y que, a su vez, proviene del latín “socculus”. Aunque es un tema para filólogos, la etimología del vocablo —de uso frecuente en la arquitectura— refiere al basamento de un edificio o un monumento; sin embargo, como acepción exclusiva de México, la palabra designa, según María Moliner, “a la plaza principal de una ciudad”. Y por supuesto, la plaza de plazas es el Zócalo de la capital del país, el ombligo de la luna y el kilómetro cero de la historia y de los mitos de México. ¿Encontraría Adonis resonancias de la palabra “zoco”, venida del árabe “assúq” para designar plaza y mercado, con la singular acepción mexicana de “zócalo”? ¿En esa posible confluencia semántica y sonora el poeta estableció


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lecturas ALFAGUARA

el epicentro del devenir de su canto? Llevado por el ritornelo o mantra, “El sol ama los caminos de los mayas”, el largo poema se asume como una road movie proyectada en el espacio y en el tiempo. Lejos de pasar revista a los estereotipos de lo mexicano o de capturar postales líricas, el ojo y el pensamiento que rigen el discurso lírico son los de la memoria del poeta y de la tribu. Adonis necesita “vagabundear en profundidad” para ordenar su inventario del mundo. Las calles de la Ciudad de México, las ruinas mayas, el Museo de Antropología o la Casa de León Trotsky se resuelven en el heideggeriano claro de bosque donde todos los tiempos convergen, propiciando un fértil juego de correspondencias o de recapitulaciones donde la historia o la arqueología han cedido su puesto al orbe de la poesía. Con la certeza de que “Lo real es también una metáfora”, la edad dorada de la civilización maya se torna, en la mirada restitutiva del poeta árabe, en rituales y mitos colocados en el “mundanal ruido” de nuestro presente histórico. La lectura de Zócalo de Adonis remite, como un probable antecedente, a Air Mexicain–Aire mexicano (1952) de Benjamin Péret. En ambos, la revisión del paisaje religioso de los antiguos mexicanos en sintonía con la majestuosa arquitectura y su concepto de civilización se resuelve —sin necesidad de un instrumental de medición europeo— en experiencia de otredad. Sin ánimo de teorizar ontologías de los tiempos mexicanos, de sus sincretismos raciales y culturales, a la manera del superhombre de D.H. Lawrence o de Aldous Huxley, los poetas descienden y se elevan por los infiernos y por los paraísos de un México intemporal, deslumbrados y perturbados por sus contundentes y contradictorios planos de realidad. Con una intuición central, en el caso de Adonis, el sentimiento de compasión se asume no como la tabla de salvación de la conciencia amenazada. Solo así la emoción de la vida contemplativa desemboca en memoria, la fascinación sensorial trasciende por obra de la palabra en el tiempo poético. Bitácora de los sentidos, el poema da origen, en su mismo impulso, al viaje y al viajero. En su aliento versicular, cada uno de los cantos funciona a modo de viático hacia una travesía para la cual es menester despojarse de ciertas certezas y sentimentalismos: “Abandonando mis suspiros a sus niñerías, he pensado en/ añadir una cuerda al laúd de los sentidos”. Para acompañar los tiempos del sol en el Valle de Anáhuac o en la península de Yucatán, o sus lluvias o las migraciones de aves, el poeta además de vidente se mueve por los pueblos del mundo con algo de chamán y alquimista. En varios momentos de Zócalo se da noticia de esos oficios y de esos saberes, por ejemplo, en esta revelación sobre dos elementos cardinales de la materia que, por su ímpetu discursivo, resulta a la postre una invocación: “Esta noche sabré cómo el agua y el fuego comparten la misma almohada”. O estos versos que escancian un conocimiento elaborado por varias centurias y que se expresa, con precisión y transparencia, gracias a un giro de humor e inocencia propios de un loco o de un niño: “Hace algún tiempo que las nubes no me prestan atención./ El sol es una rosa que no tiene el mismo tiempo que el hombre./ Sol, sol, sol”. O esta visión arcádica que concede a los hombres una nueva oportunidad para refundar su existencia en armonía con la naturaleza, tomando en cuenta una lección anotada en el principio de la creación: “solo la lluvia sabe cómo anudar una alta amistad entre el espacio y la tierra”. Con esa confianza y esa fe que recuerdan a Carlos Pellicer. El agnosticismo del poeta levantino no es obstáculo para la celebración y la comunión; por eso, en la euforia de los grandes encuentros exclama: “¡bebiendo agua de Sumeria en las jarras de los mayas!”. Los cantos que tienen como tema y variación la figura y el legado de León Trotsky responden, entre otros asuntos, a un homenaje y también a un exorcismo. En su juventud, Adonis participó en el Partido Social Nacionalista Sirio, militancia que lo llevaría a una temporada en prisión y, más tarde, a su exilio en Líbano. De esa experiencia sacaría en claro que la política y la poesía, cuando son auténticas y las guía la libertad, pueden cambiar al mundo y al hombre, ampliar sus horizontes, intensificar su paso por la Tierra. Caminar por la casa donde el intelectual ruso pasó sus últimos años criando conejos o recorrer las habitaciones donde combatía el insomnio, cavilando una idea fáustica o tarareando un acorde de Tchaikovsky o Prokofiev, provocó en Adonis reminiscencias de sus andanzas y de sus discusiones políticas de aquellos años juveniles en Siria. En ese lugar de símbolos y sangre, resultó inevitable conversar con los fantasmas de la revolución y del socialismo que pronto salieron al paso. ¿De qué claudicaciones y terrores hablar? ¿Del piolet de Ramón Mercader? ¿De la pesadilla profética de Trotsky? Frente a esas disquisiciones del dolor humano, el poeta árabe prefiere preguntarle a su viejo amigo, Octavio Paz, con quien nunca coincidió en México, asuntos más mundanos cargados de símbolos: “Octavio, ¿qué es esa luz que mendiga en la puerta del estudio de Frida? ¿Era para recordar los lobos de la revolución por lo que Trotsky crió conejos los últimos años de su vida?”. Los poemas de Zócalo de Adonis, en la delicada y precisa versión de la poeta Clara Janés, circulan exentos de cualquier extrañeza o exotismo. El encuentro con la tradición libanesa en México permitió, de cierta forma, derribar lugares comunes sustituyéndolos por secretas correspondencias. Entre el cedro y el ahuehuete, el trigo y el maíz, el dátil y la tuna, el espíritu religador del poeta árabe no tomó atajo alguno. Prefirió, en todo momento, el camino largo y sinuoso, de innumerables bifurcaciones, conectado con otras épocas, dispuesto siempre al extravío, guiado por la única certeza de su canto celebratorio y crítico: “El sol ama el camino de los mayas”. L

El último suspiro de Saramago RESEÑA Víctor Núñez Jaime

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oco después de haber publicado su novela Caín en 2009, José Saramago se propuso escribir un libro en cuyas páginas desarrollara una de sus viejas preocupaciones: “¿por qué nunca se ha producido una huelga en una fábrica de armas?” Así lo dejó establecido en sus germinales notas de trabajo. Tenía muy claro, además, el arranque de la historia: una bomba lanzada contra las tropas del Frente Popular en Extremadura durante la Guerra Civil española que no explotó. Y el final con lo que, según él mismo, sería “un remate ejemplar”: “el libro terminará con un sonoro vete a la mierda”. Había escrito el primer capítulo cuando la enfermedad comenzó a minarlo y con esfuerzo lograría concluir dos más. A unos días de terminar aquel año, en sus notas de trabajo señaló: “dos meses sin escribir. A este paso, tal vez haya libro en 2020”. Es ahora, sin embargo, en el otoño de 2014, cuando Pilar del Río, su viuda, y la editorial Alfaguara han decidido publicar las 22 primeras páginas de Alabardas que el Nobel portugués logró escribir y corregir hasta poco antes de su muerte, hace ya cuatro años, para compartir con el público el último suspiro narrativo de un hombre que, si hubiera dependido de él, jamás habría querido irse de este mundo. El título completo de la novela inconclusa, Alabardas, albardas, espingardas, espingardas, está tomado de una tragicomedia del dramaturgo lusitano Gil Vicente llamada Extraçao da Guerra y plantea el conflicto moral de Artur Paz Semedo, trabajador de una fábrica de armas y ex marido de la pacifista Felicia que, intrigado por la bomba fallida de la Guerra Civil española, comienza una investigación que le despierta un debate íntimo entre el miedo y el compromiso. Por desgracia, ya no sabremos qué es lo que ocurre en el ínterin de esa aventura hasta llegar al “vete a la mierda” pero el hecho de haberla publicado significa un llamado contra la barbarie y la violencia. El embrión de Alabardas está ilustrado con dibujos tétricos del Nobel alemán Günter Grass y acompañado por textos del escritor y periodista italiano Roberto Saviano, con ejemplos de personas

asesinadas por criminales a los que les molestaba el trabajo que hacían por el bien común desde sus distintas trincheras, y el poeta y ensayista español Fernando Gómez Aguilera, quien valora el material del escritor que vivía en Lanzarote: “Las cartas preliminares estaban sobre la mesa: los personajes mayores abocetados, al igual que el motivo del argumento, el tono de intriga y ciertos vínculos entre los autores… La música de la prosa había adoptado su modulación, en tanto que se traslucían ya los atributos propios del paisaje narrativo que empezaba a levantarse: una expresión depurada de barroquismo, austera, directa y serena; diálogos ágiles, arraigados en la lengua cotidiana; su conocido narrador todopoderoso, sabio, reflexivo y totalizador; una mecánica de tensado cartesiano; la figura insinuada, al final de sus días, de otra mujer vigorosa y pertinaz, Felicia, una nueva Blimunda de la paz, espejo de coherencia moral y esperanza de humanización frente a un Artur Paz Semedo burócrata, débil, adulador y gris; atisbos de su ironía escéptica; el escenario de un gran conflicto moral; la estructura detectivesca que articula el suspense; su capacidad para enmarcar ambientes cerrados”. Al margen de los tres capítulos de la novela se encuentran, en rojo, las notas de corrección que hizo el propio Saramago al revisar lo que había escrito (“es increíble cómo lo que parecía bien lo ha dejado de ser”, apuntó en su cuaderno de trabajo), como para acentuar sus reflexiones sobre el poder y la destrucción, sobre la manera en que las armas son parte intrínseca del fracaso de la humanidad que no deja de hacer guerras, sobre la búsqueda de la paz y sobre cómo la violencia puede evitarse razonando. Quién sabe si el autor de Ensayo sobre la ceguera habría estado de acuerdo en publicar un texto inconcluso pero a muchos de sus seguidores les interesará saber cuáles fueron sus últimas preocupaciones y en qué consistió el trabajo de los últimos días de su vida. Y quién sabe si esta sea la mejor forma de poner punto final a la obra del único Premio Nobel de Literatura portugués porque, como especificó Pilar del Río en una entrevista, “ya no hay obra de Saramago y la publicación de Alabardas es una especie de despedida”. L


LABERINTO

El retorno del Divino Marqués Donatien Alphonse François de Sade, quien murió el 2 de diciembre de 1814, ataca de nuevo y París le sirve una vez más de escenario: en Saint Germain Des-Pres se exhibe el manuscrito de Los 120 días de Sodoma o la escuela del libertinaje, que escribió en la prisión de la Bastilla en 1785 y que tras un largo y accidentado periplo vuelve a su patria de origen José Abdón Flores LA EDAD DEL LIBERTINAJE

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l siglo XVIII en Francia vio florecer no solo las ciencias y las humanidades; incubó también una sublimación del espíritu y de las costumbres que encontraron en el libertinaje su expresión más sensual. La Enciclopedia definía a este comportamiento como el hábito de ceder al instinto que nos lleva a los placeres de los sentidos. A medio camino entre la voluptuosidad y el exceso, el libertinaje floreció bajo los reinados de Luis XV y de Luis XVI, convirtiendo a París en la capital mundial del desenfreno. Luis XV detentaba un harem. A los “sodomitas reputados”, pese a ser personas conocidas, su alta cuna les evitaba ser encarcelados. Violaciones, pedofilia y el derecho de pernada eran asuntos habituales y una de las tantas razones por las que el pueblo detestaba a la aristocracia libertina. París y su periferia eran un conglomerado de grandes y pequeñas maisons consagradas a todo tipo de placeres. También las damas de la corte y los clérigos se entregaban al ritmo de las fiestas galantes. Fue en este contexto en el que Sade concibió los escritos que le dieron fama de provocador, transgresor y blasfemo. Esto último marcó su ruina puesto que al negar a Dios negaba también a la monarquía por derecho divino. Las órdenes reales de aprehensión lo persiguieron la mayor parte de su vida. La primera lettre de cachet, u orden reservada, que recibió Sade fue en 1763 por decreto de Luis XV, y le valió un año de prisión. En 1777 recibió una segunda, esta vez de Luis XVI, ordenando once años de encarcelamiento. Para 1789 la Revolución acabó no solo con la monarquía sino con el disoluto ambiente parisino. Los revolu-

cionarios necesitaban orden para poder gobernar pero sobre todo necesitaban un orden moral. Sin duda, los escritos de Sade y su condición de aristócrata no fueron bien vistos por la Revolución. Sade jugó al revolucionario por oportunismo, pero no tardó en renegar del Ser Supremo, ente emblemático del Terror. Maximilien Robespierre sellaría el futuro de Sade en los siguientes términos: “Aldonze (sic.) Sade, ex–noble y conde, hombre de letras y oficial de caballería, señalado por conspiración contra la República”. El 27 de julio de 1794 escapó de milagro a la guillotina. Las cosas no mejoraron para Sade bajo el Imperio napoleónico. En 1798 osó enviar Julieta o la prosperidad del vicio al emperador, quien no vaciló en decir que las obras del marqués eran “lo que el fuego necesita”. En 1800 apareció un panfleto contra Josephine de Beauharnais titulado Zoloé et ses deux acolytes que Bonaparte no dudó en atribuir al “marqués de la sombra”. A mediados de 1801 Sade fue encarcelado en la prisión de Sainte–Pélagie y dos años después en el hospicio de Charenton. Tres regímenes distintos vieron en el marqués de Sade y en sus escritos un cáncer social que se propusieron exterminar de raíz. Los encarcelamientos no buscaban tanto castigarlo como aislarlo de la sociedad para evitar que ésta se contaminara. Durante la reclusión, la autoridad trató por todos los medios de evitar que Sade publicara sus obras esforzándose para encontrarlas y destruirlas. Algunas desaparecieron para siempre; otras, como el rollo de la Bastilla, lograron ver la luz.

EL ROLLO DE LA BASTILLA La historia del manuscrito es carcelaria, rocambolesca y jurídica. Sade estuvo por primera vez en prisión a los 23 años; de hecho, entre 1763 y 1814, año de su muerte, pasó cerca de 28 años cautivo bajo tres regímenes distintos. Paradójicamente, el encarcelamiento fue el motor de la escritura pues la mayoría de sus escritos nacieron tras las rejas. Para que los carceleros no dieran con el manuscrito de Los 120 días de Sodoma o la escuela del libertinaje, Sade decidió escribirlo en un formato fácil de esconder: un rollo de papel. Cada noche, durante 35 días, entre las 19:00 y las 22:00 horas, del 22 de octubre al 28 de noviembre de 1785, transcribió sus borradores a 35 pliegos de papel de 11 centímetros de ancho que su esposa introdujo en prisión. Sade había unido los pliegos hasta conformar un rollo de 12 metros de longitud. Valiéndose de una escritura fina, difícil de leer y utilizando ambas caras del rollo, concluyó la que es tal vez su obra más polémica. Guardado en un estuche de cuero y oculto entre dos piedras de la celda, el manuscrito fue recuperado durante la toma de la Bastilla por el revolucionario Arnoux de


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de portada MAINS LIBRES, 1936/ MAN RAY

EL DERECHO AL HEDONISMO

El tesoro nacional de Francia, permanecerá en exhibición hasta el 18 de enero de 2105

Saint–Maximin que no bien tuvo la oportunidad lo vendió a la familia Villeneuve–Trans. Pasaron tres generaciones antes de que cambiara de manos: a principios del siglo XX, el sexólogo berlinés Iwan Bloch adquirió el rollo por motivos científicos en vista del tratamiento que Sade hace sobre la naturaleza y la variedad de las perversiones sexuales. Bajo el seudónimo de Eugen Dühren, Bloch transcribió y publicó por vez primera el manuscrito en 1904,

agregando el siguiente comentario: “Este manuscrito debe ser considerado como la obra principal del marqués de Sade, en el cual ha reunido todas sus observaciones y sus ideas sobre la vida sexual del hombre, así como sobre la naturaleza y la variedad de las perversiones sexuales. Está dispuesto según un plan sistemático, en un agrupamiento científico de los ejemplos citados. […] Es aquí donde veo la gran importancia científica de la obra para médicos, juristas, antropólogos, y para todos aquellos que puedan ocuparse de este asunto desde un punto de vista científico”. La transcripción de Bloch, sin embargo, estaba plagada de errores. Tras su muerte, el vizconde y mecenas Charles de Noailles compró y repatrió el manuscrito a Francia. Tenía más de una razón para hacerlo pues su esposa, Marie–Laure Bischoffheim, era descendiente de Sade. El nuevo propietario comisionó al escritor y editor Maurice Heine para que realizara una edición más fiel al texto original, que apareció entre 1931 y 1935. Pero el periplo del rollo de la Bastilla no paró ahí. A la muerte de la pareja De Noailles, su hija Nathalie heredó el documento. Sin la experiencia del padre en asuntos de incunables, Nathalie de Noailles prestó el documento al editor Jean Grouet con el propósito de que éste lo estudiara. El 17 de diciembre de 1982, la noticia de su venta al coleccionista suizo Gérard Nordmann causó revuelo en el medio literario y frustración en su dueña, quien recibió solo el estuche de cuero vacío. Así dio inicio una batalla jurídica. El 11 de junio de 1990 el Tribunal de casación francés rechazó la apelación de Jean Grouet y la Corte de París confirmó su condena por robo y exportación sin autorización de una obra de arte. Para Francia, el manuscrito debía ser devuelto a sus propietarios originales, la familia Noailles. Aunque del otro lado de la frontera, la justicia veía el caso de modo distinto. Para el tribunal federal, Gérard Nordmann había adquirido el manuscrito de buena fe, por intermedio de un librero parisino de reputación intachable. En mayo de 1998, el tribunal falló en su favor. La última etapa de este periplo iniciado en 1789 con la caída de la Bastilla comenzó a principios de la década actual, cuando los sucesores de Gérard

Roland Barthes en El placer del texto: “Vieja, muy vieja tradición: el hedonismo ha sido reprimido por casi todas las filosofías, solo entre los marginados se encuentra la reivindicación hedonista: Sade, Fourier, para Nietzsche mismo el hedonismo es un pesimismo. El placer es siempre decepcionado, reducido, desinflado en provecho de los valores fuertes, nobles: la Verdad, la Muerte, el Progreso, la Lucha, la Alegría, etc. Su rival victorioso es el deseo: se nos habla continuamente del Deseo pero nunca del Placer, el Deseo tendría una dignidad epistémica pero el Placer no. Se diría que la Sociedad (la nuestra) rechaza (y acaba por ignorar) de tal manera el goce que no puede sino producir epistemologías de la Ley (y de su impugnación), nunca de su ausencia, o mejor; de su nulidad. Es curiosa esta permanencia filosófica del Deseo (en tanto nunca es satisfecho). ¿Esta palabra no denotaría una ‘idea de clase’? (presunción de una prueba bastante grosera pero sin embargo bastante notoria: lo ‘popular’ no conoce el Deseo, solo placeres)”. Donatien Alphonse François de Sade reclamó el derecho al hedonismo. En el universo orgiástico de sus novelas y relatos siempre hay una voz que instruye, una lengua que cultiva el desenfreno y abomina la virtud, lenguaje que se escinde y cercena al signo de su esencia: Sade subvierte la escritura, la deforma, la corrompe y, así, depura su sentido. Justine, Juliette, La marquesa de Gange, La filosofía en el tocador, Los 120 días de Sodoma, en la obra de Sade hay una constante, obsesivo empeño en convencer, adoctrinar, pero no nos equivoquemos: Sade no esboza una disculpa a sus ideas, jamás se justifica. El libertino perfecto del marqués de Sade siempre es tutor de sus esclavos, persevera en mostrar al otro (al objeto del placer o al improbable lector de sus páginas viles) la crudeza del dominio, tácita ordenanza de la naturaleza: “La primera ley que encuentro escrita en el fondo de mi alma no es amar, mucho menos socorrer a los pretendidos hermanos, sino hacerlos servir a mis pasiones” (Juliette) porque “la virtud no es más que una quimera cuyo culto solo consiste en perpetuas inmolaciones, en incontables rebeliones contra las inspiraciones del temperamento” (La filosofía en el tocador). Philippe Sollers señaló una recurrencia. Las institutrices sadeanas tienen nombres con la letra D: Dorotheé, Delmonse, Delbène, Duvergier, Dubois, Durand. Los educadores masculinos pueden ser Bressac, Rodin, Gernande, Minski, Chabert, Télème, Saint–Fond (Sollers no resistió la tentación de relacionarlo con Saint–Just, partidario y colaborador de Robespierre, el enemigo número dos del divino marqués porque Marat era el primero, un monstruo más genuino que los que habitan los palacios licenciosos de Los 120 días de Sodoma, Blangis y su hermano el Obispo, Durcet y el presidente Curval). Perseguido por el delito de inmoral, por su ateísmo sincero y elocuente (“Dios es para el hombre lo que son los colores para el ciego de nacimiento: le es imposible imaginarlos” escribió en 1782), considerado un loco y aherrojado en las mazmorras clínicas de Charenton, Sade trastornó al mundo al reivindicar el principio de lo humano, el mal, sancionado hasta el extremo por las paradójicas leyes de los hombres: “La crueldad no es más que la energía del hombre no corrompida todavía por la civilización: por lo tanto es una virtud y no un vicio. Eliminad vuestras leyes, vuestros castigos, vuestras costumbres, y la crueldad ya no tendrá efectos peligrosos, puesto que nunca actuará sin ser repelida de inmediato por la misma vía; en el estado de civilización es donde resulta peligrosa, porque el ser lesionado carece casi siempre de la fuerza o de los medios para repeler la injuria; en el estado de incivilización, en cambio, si actúa sobre el fuerte será repelida por éste, y si actúa sobre el débil, puesto que solo ha de lesionar a un ser que cede ante el fuerte por las leyes de la naturaleza, no hay ningún inconveniente en que se ejerza”. Nordmann se mostraron dispuestos a vender el manuscrito en disputa. Luego de tres años de negociaciones llegaron a un acuerdo de venta: 7 millones de euros a repartir entre la familia Nordmann y Carlo Perrone, heredero de Natalie de Noailles. Gérard Lhéritier, presidente del grupo Aristophil y del Museo de Cartas y Manuscritos, fue el artífice de que el manuscrito regresara a Francia, a París, donde se exhibe por vez primera en el recinto de la rue Montalembert. El rollo de la Bastilla es la pieza central de la exposición que el Museo de Cartas y Manuscritos presenta en torno al libertinaje desde el siglo XVI hasta nuestros días. Para su agitada vida, el documento está razonablemente bien conservado. Sorprende su solvencia y belleza caligráfica. Habituado a escribir en condiciones desfavorables, el marqués de Sade cultivó una caligrafía precisa y poco vacilante (en su época, la escritura autógrafa era imprescindible para la creación literaria). El rollo marginado limitó a Sade a escribir en una longitud de línea de casi diez centímetros, tarea doblemente ardua si se toma en cuenta que durante noviembre en París oscurece a las cinco de la tarde. El tamaño de letra es tan exiguo que para poder leer el texto se requiere de una lupa. Esto da cuenta de la dificultad para su transcripción y eventual publicación sin la ayuda de su autor. L


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MILENIO

en librerías ESPECIAL

Georg y Margarethe, hermanos-amantes de trágica existencia

El otoño transfigurado de Trakl El 3 de noviembre de 1914, el poeta austriaco, amigo de Karl Kraus y Oskar Kokoschka, murió de una sobredosis de cocaína. La absoluta dimensión de la nada iluminó toda su obra ENSAYO Lorel Manzano

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ementia praecox, le diagnosticaron los médicos militares de Cracovia al enfermo Georg Trakl, en 1914. Había comenzado la Primera Guerra Mundial. Era otoño. Y el poeta farmacéutico de 27 años se desmoronaba en una realidad de muerte: “Al atardecer se colman los bosques otoñales/ del eco de armas mortales, las planicies doradas/ y los lagos azules; sobre ellos rueda el sol/ tenebrosamente; la noche envuelve/ agonizantes guerreros, el lamento salvaje/ de sus bocas destrozadas”, apuntó con la sensibilidad ya exacerbada de cloroformo y cocaína. Son los primeros versos de su famoso poema “Grodek”. El último grito que emitió cuando la muerte ya no era símbolo ni metáfora ni sombra. Era la realidad de la carne y de las armas. Se revelaba al fin en la experiencia de la guerra, y Salzburgo, ciudad de sal donde nació, había quedado tan lejos. ¿“Si una fiera azul recordara su sendero”, regresaría al paisaje de montañas donde tantas veces se extravió, a pesar de la infancia perdida, de las sombras de las ratas, del rasgo perturbador que subyace en la naturaleza, el cual trabajó tan obsesiva y tiernamente en su poesía? Solo a través del tejido poético se develarían las sombras de una naturaleza que “se aflige porque es muda”, señaló Walter Benjamin, y se encuentra a la espera de “la confirmación de su ser”. Trakl le otorgaría voz en el acto de renombrar el color de los sauces bajo el otoño, las montañas navegando en corrientes de neblina, la lluvia negra. Entre las sombras del bosque encontró los colores de su expresividad, pero también ese rasgo perturbado, tan peculiar en la literatura austriaca, que entonces crecía entre la variedad de culturas del Imperio austrohúngaro. Años más tarde, Kafka describiría parte de esa sensación: “absorbí vigorosamente el elemento negativo de mi época, una época que me es muy allegada, que nunca tengo derecho a combatir, pero que hasta cierto punto puedo representar”. Trakl representó a su época desde La Farmacia el Ángel Blanco, bajo la mirada de Die Festung, la fortaleza–panóptica que domina la ciudad desde la cima de la montaña. Creció en Salzburgo. Fue el quinto hijo del matrimonio protestante del señor y la señora Trakl: él, un hombre alegre; ella, opiómana. En 1892 nació la querida hermana Margarethe, cinco años menor que Georg. Grete, como la llamaba, fue su compañera de juegos, su amante y cóm-

plice en el consumo de drogas. Con la muerte del padre, en su poesía aparece por momentos como la huérfana, en hermandad con el huérfano de Europa, “el nonato” que se delinea en la “Canción de Kaspar Hauser”. La culpa atroz del incesto, de amar la propia sangre, ha sido quizás el aspecto más explorado de la vida del poeta. La sombra de la hermana lo acompañó a Grodek, cuando la naturaleza otoñal se corrompía con los muertos de la guerra: “pero silencioso se acumula sobre el prado,/ cual nube roja, donde habita un Dios furioso,/ la sangre derramada, frescor de luna;/ todos los caminos desembocan en la negra putrefacción./ Debajo del ramaje dorado de la noche y de las estrellas,/ tambalea la sombra de la hermana por la arboleda silenciosa/ para saludar a los espíritus de los héroes, las cabezas sangrantes”. De su vida que estaba a punto de terminar solo quedaba el rasgo de la perturbación y el espacio indispensable para vivir su poesía: Trakl no entendió su existencia sino en términos literarios. Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Dostoievski, Hölderlin le habían mostrado hasta dónde se podía vivir la propia obra. Pero quizá fue el derrumbamiento de Nietzsche uno de los sucesos que más lo impresionaron durante las tertulias del círculo literario Minerva: la demencia atribuía “una verdad oscura” a quien “había penetrado tan profundamente en el misterio del ser […]. Nietzsche había llamado ‘locos’ a los negadores de Dios, y ahora él mismo se había vuelto loco”, apunta Rüdiger Safranski en su libro Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán. También Helian fue “absorbido en el suave toque de arpa de su demencia”. ¿Habrá visto Trakl el destino sobre el cual se precipitaría? En el ambiente flotaba un dejo neorromántico. Los escritores alemanes del Jugendstil hacían sus aportaciones, y en Berlín surgía la sensibilidad expresionista en el Cabaret Neopatético. Por su parte, Trakl había encontrado el ardor de la creación artística en una poética íntima de los colores, en la naturaleza perturbada y en la habilidad para expresar la culpa del amor incestuoso. Sí: exacerbado de cloroformo y cocaína. Trakl empezó a consumir drogas durante sus años de estudiante. A los 18 años, hecho un “drogadicto empedernido”, abandonó la escuela para hacer una formación como farmacéutico. Más adelante se mudó a Viena con

el propósito de continuar sus estudios y en 1911 realizó de manera voluntaria su servicio militar. En esos años comenzó a publicar sus poemas en el periódico vienés Neuen Wiener Journal, así como en las revistas Die Fackel (La antorcha), dirigida por Karl Kraus, y Der Brenner (El Brennero), de orientación expresionista. Contaba con el apoyo incondicional de su amigo, el editor Ludwig von Ficker, y con la amistad de Kraus, del pintor Oskar Kokoschka, del poeta Peter Altenberg y del arquitecto Adolf Loos. En 1913 apareció su libro Poemas en la colección Der Jüngste Tag (El día del Juicio) de la editorial Kurt Wolff. Al siguiente año asesinaron al archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. La propaganda nacionalista susurraba en los oídos de los jóvenes: “hay que lavar esa afrenta, elevemos los estandartes, avancemos hacia Moscú, bombardeemos París”. Y los jóvenes se movilizaron. Salieron de las montañas y los valles y las ciudades y los pueblos camino a la misma catástrofe. Voluntariamente, Trakl se dirigió a Galizia, actual región ucraniana. En este punto, la historia se precipita: a un granero cercano a la plaza principal de Grodek llevaron a cerca de cien soldados heridos durante la batalla. Trakl debía atenderlos casi solo, sin medicamentos. Un herido, desesperado, se disparó en la cabeza. Trakl huyó al campo, donde se encontró con los cuerpos de los soldados ucranianos colgando de los árboles. Dementia praecox, le diagnosticaron los médicos militares al poeta farmacéutico. En el área de psiquiatría, recibió la visita del querido Von Ficker, quien intentó, sin éxito, trasladarlo a Austria. Trakl redactó un par de cartas, también el testamento donde heredaba a Grete el dinero que el filósofo Ludwig Wittgenstein había prometido regalarle. Ella se suicidaría pocos años después. Él, hundido en la oscuridad, observó la absoluta dimensión de la muerte que había estado en su poesía, y aquel rasgo perturbador que subyace en la naturaleza. Trakl escribió sus últimos versos: “y suenan suaves en los juncos las oscuras flautas del otoño./ ¡Ay orgulloso duelo!, oh, altares de hierro./ La llama ardiente del espíritu se nutre hoy de un inmenso dolor,/ los nietos no nacidos”. La noche del 3 de noviembre de 1914 se envenenó con una sobredosis de cocaína. Era otoño. L


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LABERINTO

en librerías Underground

Pensadores rusos Isaiah Berlin FCE México, 2014 524 pp.

Haruki Murakami Tusquets México, 2014 557 pp.

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n marzo de 1995, un grupo de seguidores de la secta Aum Shinrikyo dispersó gas sarín en el metro de Tokio, a la hora más populosa del día. Las cifras oficiales ocultaron la cantidad cierta de muertos y heridos. Murakami entrevista a casi 60 sobrevivientes y a una docena de miembros de la secta sin otro fin que el de intentar hallar respuestas a la barbarie surgida del delirio religioso. El resultado es un fresco de la sociedad japonesa, que parece sentirse muy cómoda al borrar todo hecho lamentable. Underground es una lección de periodismo a secas.

La idea de comunismo

A

tractiva resulta la manera en que Aileen Kelly, autora de la introducción, invita a leer el libro de Isaiah Berlin: los pensadores a los que hace referencia, señala, son los verdaderos “demonios” o “poseídos” de la novela dostoievskiana. El interés fundamental de Berlin es estudiar cómo estos miembros de la intelligentsia rusa del siglo XIX —Bakunin, Alexander Herzen, Tolstoi y Turgueniev, por mencionar a los más conspicuos— determinaron el ulterior desarrollo de la historia de su país. Monismo y pluralismo son temas fundamentales de acuerdo a Kelly.

ntre el 14 y el 16 de octubre de 2011, se celebró el tercer congreso de la serie “El comunismo: un nuevo comienzo”, en la Universidad Cooper Union de Nueva York. Este libro recoge las intervenciones, nueve en total, concebidas desde los terrenos de la filosofía y la ciencia política. Aspira, en pocas palabras, a refrescar la noción de comunismo, tan lamentablemente cercana a la violencia revolucionaria, la dictadura de Estado, la colectivización de los medios de producción y la lucha de clases. Nuevos agravios y nuevas formas de protesta dan pie a sospechar que el Fantasma sigue paseándose por el mundo.

Drones

Lina Meruane Tumbona Ediciones México, 2014 142 pp.

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o es un llamado al infanticidio ni una invitación a despoblar el planeta en tres o cuatro generaciones. Es, por supuesto, una diatriba, aunque atemperada por la palabra justa y el buen sentido del humor. Lina Meruane, que practica con igual soltura el cuento, la crónica y la novela, dirige sus armas contra esos tiranuelos que, sobre el regazo de juristas, médicos, trabajadores sociales y maestras han cambiado el amor por la censura, los mismos que ya operan como jueces o carceleros cuando respiramos aires de máxima libertad. Una abuela compasiva diría que más vale aplicar una buena nalgada a tiempo.

Dos naciones indivisibles Roberto Montoya Akal Madrid, 2014 126 pp.

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n casi seis años de gobierno, Barak Obama ha ordenado cerca de 400 ataques de aviones no tripulados en Afganistán, Irak, Paquistán, Yemen y Somalia. El saldo: entre 4 mil y 5 mil muertes. La guerra a control remoto es ya uno de sus estandartes. Muchos de esos ataques tienen como blanco a “civiles peligrosos” y no tanto a terroristas probados. Son, dice Montoya, un adelanto de lo que depara el futuro: una versión en tiempo real de aquellos escenarios que la película Terminator previó con tanto pavor. Las consolas Play Station se han vuelto una metáfora de la supremacía militar.

Teoría de juegos

Shannon K. O’Neil Debate México, 2014 294 pp.

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octora por la Universidad de Harvard y colaboradora de The Washington Post, O’Neil se muestra convencida de que “México es menos un problema y más una respuesta a los retos económicos, de seguridad y de diplomacia internacional que Estados Unidos enfrenta actualmente”. Llega a esta conclusión después de ver con ojo crítico la agenda bilateral y de medir la temperatura de los focos rojos que continúan encendiéndose en México: la verdadera naturaleza de la migración, los sueños incumplidos de la clase media, el fantasma de la inseguridad.

(SdL)

Pablo Amster y Juan Pablo Pinasco Fondo de Cultura Económica México, 2014 304 pp.

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l subtítulo aclara cuáles son las intenciones de los autores de origen argentino: Una introducción matemática a la toma de decisiones. No se va a negar la utilidad de la ciencia de los números en el tema que se apunta, pero aquí el asunto es que cuando se toman decisiones tiene que ser de forma inmediata y si uno primero va a hacer cuentas lo más probable es que la oportunidad se pierda. Como es habitual en estos libros, la abstracción se presenta de modo lúdico; una de sus notables aportaciones es que ayuda a plantear problemas.

AMBOS MUNDOS ESPECIAL

Contra los hijos

Slajov Zizek (editor) Akal Madrid, 2014 266 pp.

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Ámsterdam

Librosampleados México, 2014 40 pp.

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royecto encabezado por Pablo Brescia, Sandra Gasparini, Byron Quiñónez y Nahum Torres, los primeros como miembros del Consejo Consultivo y el último como editor, se presenta el primer número de la revista (SdL), iniciales de “Souvenir de lecturas”. Ensayo y narrativa son los géneros a los que le dará mayor impulso. El tema con el que arranca es el horror. De México colaboran Pepe Rojo y Norma Lazo, entre otros; y por los escritores extranjeros participan con textos inéditos Pablo Brescia y Byron Quiñónez. (SdL) será cuatrimestral.

Menú de un coffee shop del Red Light District

Santiago Gamboa Facebook: Santiago Gamboa–círculo de lectores

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lego a la ciudad de Baruch Spinoza, a un aeropuerto en el que uno quisiera vivir toda la vida, Schiphol. Son las siete de la mañana. Salgo a la plazoleta y respiro el aire matutino, con brisa de mar. ¡Es la ciudad de Spinoza!, me digo eufórico. Al frente están esas casas antiguas que parecen relojes cucú y me pregunto si en ellas, en su paisaje urbano, se podrá rastrear algo de esa ética spinoziana que tanto fascinó a Goethe y a los poetas románticos. Spinoza, Spinoza, ¿dónde estás?, me voy repitiendo en la mente, pero al primer habitante de la ciudad que encuentro, en una callejuela, es a un hombre de unos cuarenta años, negro afrodescendiente, probablemente antillano a juzgar por sus cachumbos. Cuando paso a su lado hace sonar un bricket, pega un chuponazo y lo que recibo en plena cara es… ¡Una intensa vaharada de marihuana! Ese olor, ese olor. De repente todo es diáfano y comprendo que mi viaje a Ámsterdam, en realidad, será un viaje al pasado, a mi adolescencia y años universitarios. Una época que yo daba por concluida pero que volví a encontrar en ese pegajoso y dulce olor a cannabis que impregnó el aire y que provenía del afroantillano. El Bulldog Hotel está frente a un bello canal, en pleno Red Light District, lo que quiere decir: en medio del más grande centro comercial del sexo de Europa occidental. Adoro los lugares decadentes. De inmediato fui al coffe shop y pedí un canuto de marihuana. Me entregaron un pequeño zepelín metido en

un estuche de plástico. Qué elegante, pensé, recordando que en la Bogotá de mis dieciocho años la vendían en cajas de fósforos. Ordené una cerveza, miré las luces psicodélicas del Bulldog Bar y a esos extraños drugos, tatuados y musculosos que pululan por ahí, y les dije en la mente, chao, ¡inmersión!, porque mi espíritu ya estaba muy lejos, en un salón del tercer piso de la salsoteca El Goce Pagano, en una Bogotá oscura y fría de inicios de los ochenta. Me vi bailando el “Jala Jala”, de Richie Ray, y “Agúzate” y “El ratón” de Cheo y toda esa música que yo ya relacionaba con la poesía y con mi propio destino, aunque fuera demasiado joven para darme cuenta de la gravedad de esas intuiciones. Ese jovencito soñaba con salir de ese lugar triste donde había nacido y tragarse el mundo, o dejarse tragar por él. Tal vez ir a Ámsterdam y buscar, sin ninguna esperanza, a Spinoza. Ese pequeño mundo era estrecho y lluvioso y por eso bailar era un gesto de pureza, de anhelada coherencia. Me conmovió ese joven, claro. Y ahí estaba ahora yo, con casi 50 años, en una Ámsterdam crepuscular, rodeado de drugos, sintiendo la misma desesperanza y las mismas ganas de encontrar algo de pureza, pero obsesionado con la idea del regreso. Porque ese joven, desde el pasado, parecía decirme: “Ya es hora de volver, debes venir a tu país”. Viviré en Colombia, me dije. Debo escuchar a ese joven que ya no soy y que me interroga. Es lo que haré. Luego salí a la calle a respirar el aire gnoseológico y taciturno de la ciudad. L


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MILENIO

teatro PRODUCCIÓN LOCOS ADDAMS MÉXICO

¿Muy normal? La versión musical de Los locos Addams llega a México encabezada por un Jesús Ochoa que despliega talento y entrega CRÍTICA Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com

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os locos Addams dejaron hábito en la generación de los años sesenta, que adquirió la costumbre vespertina de ver en blanco y negro al elegante Homero, a la gótica Morticia, a sus torturadores hijos Merlina y Pericles, a la abuela ocultista, al demencial Tío Lucas y al solícito mayordomo Largo. Tras solo 24 episodios, los personajes fueron adoptados por los niños que entonces se adherían al televisor y que hoy, con casi medio siglo de edad, se acercan con su costalito de nostalgia a la comedia musical que protagoniza esta familia “muy normal”. La presente versión escénica de Los locos Addams posee dos virtudes sobresalientes: la interpretación de Jesús Ochoa y la de Gerardo González. El actor nacido en Hermosillo, Sonora, elabora un Homero al estilo del bizarro galán otoñal, cuyo doble sentido apunta hacia esos actores de nuestra televisión setentera que arrasaban con las féminas en bikini. Por otra parte, la construcción del personaje del Tío Lucas que hace Gerardo González es la de un calvo que, por encima de su palidez y sus negras ojeras, destila vitalidad. Ochoa, a quien difícilmente hubiéramos imaginado como protagonista de una obra de este género, suple sus carencias como cantante con disciplina, talento y entrega. Su interpretación de Homero —Gomez, como se llama su personaje originalmente— aporta al montaje esa dosis de verdad actoral enganchada a la fantasía, de la que generalmente carecen estos montajes. Gerardo González, cien por ciento actor de comedia musical, poseedor de una potente y nítida voz, a quien hemos visto en El diluvio que viene y Violinista en el tejado, por mencionar dos montajes, crea a un extraordinario Tío Lucas, un hombre de actitud liviana con alma joven y alegre, más allá de un lunático disperso. Ochoa y González generan la ansiada interlocución con el espectador desde sus personajes plenamente humanos, dentro de una ficción de humor macabro, con lo que rompen el molde frívolo de algunas comedias. El mayordomo Largo, interpretado por José Roberto Pisano, sorprende con su voz casi al término de la obra, mientras que el resto del reparto —en el que se encuentra Susana Zabaleta como Morticia, incluido su espectacular escote y buen cuerpo, aunque con menos brillo vocal que el que ostentó en El hombre de La Mancha— tiene el nivel de desempeño esperado en una producción de esta naturaleza.

La obra dirigida por Jerry Zaks se presenta de jueves a domingo en el Teatro Insurgentes

Raquel Pankowsky, la abuela, incursiona con buen resultado en la comedia musical con un personaje ingenuo y obsesivo que resulta ser crítico con los nietos, mientras que la joven Gloria Aura, como Merlina, erige a una adolescente con buena voz y presencia escénica. Con libreto de Marshall Brickman y Rick Elice, música y letra de Andrew Lippa, basada en los personajes del historietista Charles Addams con adaptación para México de Jesús Guzmán, dirección de Jerry Zaks sobre la dirección original de Phelim McDermontt y Julian Crouch, y la dirección musical de Eduardo Soto Nava, estos locos Addams hacen pasar un buen rato. En esta obra, en la que Lucas es narrador, Cupido y pretendiente lunar, el conflicto proviene de la intención que tiene Merlina de casarse con un joven proveniente de una familia “normal”. El

padre de la chica oculta a su esposa esa verdad, y el joven Pericles intenta revocar los planes de su hermana, pero los ancestros de la familia actúan en complicidad con Lucas para abrir paso al amor. El retorno al orden de la tétrica familia que trata de escapar de lo común mediante una travesía de 18 números musicales, sin que Dedos se deje ver por ningún lado, llega a su fin en medio de una fuerte ovación y el telón cae sin la presencia posterior del elenco que, como en otros teatros al término de la función, da lectura al Pronunciamiento de la Asamblea de la Comunidad Artística que se manifiesta como un grupo de ciudadanos en protesta, resistencia y acción permanente para exigir el cumplimiento de cinco puntos encabezados por la presentación inmediata de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa. L

ENTREVISTA ESPECIAL

Alejandro Ricaño

“Nos encanta el drama” Vianey Fernández

C

on la inconciencia de sus 12 años y las historias de Samuel Beckett y Molière a cuestas, llegó y presentó en el taller de dramaturgia una obra desarrollada en Francia. Ese día no obtuvo el “clap, clap, clap” con el que mostraba su aprobación el maestro Emilio Carballido, pero comenzó a entender los principios con los que ahora, a los 31 años, ha llevado a escena más de once obras. “Qué le haces al cuento, tú ni conoces Francia. Uno tiene que escribir sobre lo que sabe y conoce de primera mano”, le dijo hace 20 años el autor de Rosalba y los llaveros. Cuando se le pregunta a Alejandro Ricaño (Jalapa, 1983) cómo ha logrado lo mismo ganar el Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido, o que sus obras sean seleccionadas para la Muestra Nacional de Teatro, que montar un monólogo con Diego Luna como protagonista (Cada vez nos despedimos mejor), rememora la máxima de su maestro. “Mis historias son muy honestas y sencillas. Trato de escribir sobre lo que conozco. A lo mejor si yo fuera un hombre muy culto escribiría obras que quizás entenderían menos personas, pero por fortuna soy una persona promedio que hace historias cercanas a la gente”, dice el autor de Un hombre ajeno, puesta

protagonizada por José María Yazpik, Adrián Vázquez y Osvaldo Benavides, que acaba de bajar el telón tras semanas de lleno total en la Sala Chopin. Después de ganar en 2008 el Nacional de Dramaturgia por Más pequeños que el Guggenheim —que lleva seis años en cartelera— y llegar a poner hasta seis de sus obras al mismo tiempo en el circuito teatral de la Ciudad de México, decidió explorar los terrenos de la cinematografía. No va solo. Prepara un proyecto con Rodrigo Prieto, el fotógrafo de cabecera de Alejandro González Iñárritu, quien además ha colaborado con cineastas como Spike Lee en Hora 25; Ang Lee en Secreto en la montaña”, y Martin Scorsese en la aclamada El lobo de Wall Street. Aunque el filme se centra en la historia de una joven de 19 años que ingresa a las filas de la guerrilla en México, Ricaño asegura que lo suyo con Prieto evitará regodearse y aprovecharse del clima de violencia que vive el país, elemento tan común en el trabajo de los cineastas mexicanos contemporáneos: “Como espectador estoy cansado de las películas sobre narcotráfico. No me interesa esto que llaman la poética de la violencia; artistas como Amat Escalante solo ven drama en escenas de sexo o violencia extrema. La relación entre los personajes, los diálogos, no les importa”.

—Has trabajo con Diego Luna, con José María Yazpik y ahora con Rodrigo Prieto. ¿No te parece que van a encasillarte con este círculo de actores apodados Los charolastras”? —le pregunto. —Hace poco me dijo el director de Teatro de la UNAM que me tenían contemplado para un proyecto, pero alguien argumentó que yo ya estaba en el circuito comercial. Lo que quiero es escribir, si hay un proyecto que me interesa lo haré. Por ejemplo, el próximo año también haré algo con el INBA. ¿Que si me da miedo que me encasillen? La verdad no conozco un teatrero que no hable mal de otro teatrero. Así somos, nos encanta el drama —responde con serenidad. L


sábado 8 de noviembre de 2014 b 11

LABERINTO

cine CORTESÍA PRODUCCIÓN

María del Carmen Lara

“El tema define la estética” Poeta, crítica de arte, editora, feminista, comunicadora y política, Alaíde Foppa modeló a la mujer del siglo XXI ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com

L

a vida de Alaíde Foppa tiene mucho de cinematográfica. Fue escritora, crítica de arte, precursora del feminismo e incursionó en la política en Guatemala, donde fue asesinada. Convencidos de la necesidad de recuperar su legado, María del Carmen Lara y Leopoldo Best filmaron Alaíde Foppa. La sin ventura. ¿La figura de Alaíde Foppa está olvidada? Pareciera que ésta es la premisa que detona la película. Cuando vio la película, su hijo Julio Solórzano descubrió fragmentos de su vida que no conocía. El documental intenta mostrar la versatilidad de una mujer que incursionó en la poesía; aborda su origen en una familia de clase alta para después involucrarse a fondo en la política guatemalteca. En México se ocupó de la crítica de arte —recordemos que le publicó su primer libro a José Luis Cuevas—. Estudió los nacionalismos y fue una pionera del feminismo: abrió la Cátedra de Estudios de la Mujer en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y fundó el Foro de la Mujer en Radio UNAM. La película enfatiza su faceta feminista. Es que fue una pionera. Su feminismo era incluyente. Su tesis sostiene que la inequidad proviene de la pobreza. No sabría decir si esa es la parte que más me interesaba destacar. Me fue muy grato descubrir sus orígenes. ¿Por qué está olvidada? México es un país de olvidos y Latinoamérica es similar. En Guatemala pude entenderlo porque su sola presencia cuestiona la desaparición de 45 mil guatemaltecos. Fue una mujer con una relación fuerte con el medio intelectual. Rómulo Gallegos, Octavio Paz y Juan Rulfo iban a su casa; así que imagínate el nivel de discusión sobre La-

tinoamérica. Creo que es conocida en un medio muy pequeño y traerla a la luz me permite rescatar a las pioneras de la equidad de género. En Alaíde Foppa convergen varios momentos de la historia latinoamericana. Hay migración y exilio. Finalmente, fue asesinada por cuestiones políticas. Es verdad. Gisela López, una de mis entrevistadas, dice: “la vida de Alaíde está tejida con la historia de Guatemala. Su desaparición forzada y la demanda de justicia son cosas que vimos y seguimos viendo”. Es interesante cómo se inserta en la vida cultural de México. Provenía de una familia de terratenientes. Siendo una mujer de letras, ingresó a la UNAM y ahí conoció a mucha gente. Recordemos que la educación feminista de Poniatowska o Martha Lamas viene de Alaíde. Cuando se casó con Solórzano y viajó a Francia para hacer trabajo diplomático, conoció a los grandes escritores de la época: Simon de Beauvoir, Cortázar, Sartre. Antes de la época global, supo enriquecer su cultura con elementos de todas partes. Ante un personaje con tantas aristas, ¿qué criterios tuvieron para delimitar los temas y equilibrar la historia? Ese fue trabajo de Leopoldo Best. En un documental, quien edita es prácticamente un codirector. Siempre tuvimos claro que debíamos mencionar el contexto político, y este elemento amarró la historia y delimitó los temas. Seguramente nos faltan voces pero no quisimos abrirnos a más entrevistas porque podíamos caer en la dispersión. La película intenta transmitir la atmósfera poética de Alaíde Foppa. ¿Cómo trabajó esta parte? Nos interesaba abrir con su poesía y buscamos una música que abonara a la atmósfera de nostalgia y

pérdida. Por otro lado, siempre hay regalos como la secuencia de los papalotes, que encontramos sin buscarla. Trabajar con poesía es complicado porque es texto. Las evocaciones consistieron en abrir boca y motivar a la gente a que leyera. En el documental, el tema define la estética. L

HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL

Lengua de perro Fernando Zamora @fernandovzamora

L

a Muestra Internacional de Cine cumple 57 años y los organizadores han dejado atrás la costumbre de inaugurar este espacio con películas viejas que cualquiera puede ver en Internet. La Muestra vuelve para ser el espacio en que cinéfilos de toda monta encuentran refugio lejos de la frivolidad hollywoodense. Resulta lógico, sin embargo, que esta nueva emisión se inaugure con un maestro que, no por antiguo, ha dejado de ser referente en el cine mundial. Godard nació en 1930 en París. A él se atribuye la invención del corte directo aunque diversos tratados demuestran que esta forma de usar el espacio y el tiempo para producir ideas nació antes de que Godard tuviese la edad de gritar “¡Corte!”. Adieu Au Langage, la primera película en esta emisión de la Muestra, puede molestar a todos aquellos que no están dispuestos a regalar a los cineastas una interpretación que, a decir verdad, el director no parece haber trabajado mucho. Se nos espetan montones de imágenes que recuerdan aquellos artilugios que ponen en su envoltorio “ármelo usted mismo”. Es cierto que algunas de las películas más interesantes en la historia del cine comparten con

Adieu Au Langage su condición de ente de producir interpretaciones. El creador deja al espectador que la obra diga lo que él está dispuesto a escuchar, pero todos aquellos que han dejado atrás el existencialismo pueden encontrar la idea poco sutil. Adieu Au Langage forma parte de una trilogía de desencantos generacionales. En Eloge de l’Amour, Godard ofrecía un mosaico en que la moraleja estaba limitada por completo a esta máxima: “tampoco el amor ofrece eternidad”. En Film Socialisme, Godard se mostraba desencantado con las ideas políticas que antaño defendió, de modo que ya sin amor y sin política solo le quedaba por decir adiós al lenguaje. Godard parece afirmar que el humano es esencialmente un ser arrojado en el mundo de tal modo que no hay lengua ni amor ni socialismo que lo pueda salvar. De cualquier manera, Adieu Au Langage sigue siendo cine experimental, y en esto la obra ofrece pocas sorpresas. Las imágenes no están siempre bien filmadas. El autor inserta sobre ellas frases en tercera dimensión que parecen arrancadas de un cuaderno de notas en que Godard se une a la tradición de escritores como Sartre o Camus. La literatura tampoco dice nada ni ofrece a la existencia un alivio, parece decir. El protagonista es un perro (el perro de Godard). Como es lógico, con este protagónico el director

Adieu Au Langage. Dirección: Jean–Luc Godard. Guión: Jean–Luc Godard. Fotografía: Fabrice Aragno. Con Héloise Godet, Kamel Abdeli, Richard Chevallier y Zoé Bruneau. Francia, 2014. no ofrece ni al público ni a sí mismo más asombro frente al mundo que el que sienten los seguidores de un existencialismo que en el fondo mira a la vida con desdén. Al margen de que los experimentos de Godard parezcan hoy avejentados, el director sigue siendo un punto de referencia en la discusión (que no por inútil deja de ser interesante) sobre lo que el arte es o debe ser. Ha vuelto la Muestra y vuelve con obras que se ofrecen al debate de un grupo amplio de cinéfilos que todavía encuentran que esta clase de cine se debe ver. L


12 b sábado 8 de noviembre de 2014

MILENIO

varia ELIZABETH ROSS

ESPECIAL

Reclaming the Ground

Rulfo y el “otro” Rulfo

Elizabeth Ross: mujeres que cruzan océanos

ARCHIVO HACHE

GUÍA VISUAL

Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

O

curre una reorganización de la historia de la literatura mexicana y una gran resistencia a esta reorganización. En esta lucha de archivos, han (re) aparecido documentos que fulminan un rumor contra el máximo escritor mexicano: Juan Rulfo. Pedro Páramo en 1954 fue editado por la UNAM, Fundación Juan Rulfo y RM y contiene facsímiles de siete fragmentos de la novela de Rulfo publicados en tres distintas revistas en 1954 —año previo a su impresión en libro— y secciones del mecanuscrito original. Los estudios están a cargo de Jorge Zepeda, Alberto Vital y Víctor Jiménez, y enfatizan que contrastar estos textos con la versión final muestra el dominio estético de Rulfo. Lo ejemplifican en el efecto producido por el cambio de nombres de personajes y la novela. El paso de “Tuxcacuexco” a “Comala”o de “Bonifacio Páramo” a “Abundio Martínez” son leídos como señales de culminación estética, toques finales que conducen la obra a una dimensión superior. Lo mismo ocurre en el tránsito de los distintos títulos de la novela antes de llegar a Pedro Páramo: “Los desiertos de la tierra”, “Una estrella junto a la luna” y “Los murmullos”. En el tercer estudio, Jiménez subraya que comparar estas versiones preliminares con la novela publicada, además, entierra para siempre el mito de que Alí Chumacero, Antonio Alatorre o Juan José Arreola ayudaron a Rulfo a convertir

unos “montones de cuartillas” en una obra maestra, como tanto se ha dicho. Pero, repensemos, estructuralmente ¿de dónde surgió el mito del supuesto coautor de Pedro Páramo? Jiménez desarrolla una explicación. Me atrevo a agregar otra. El mito del coautor de Pedro Páramo surgió porque la clase literaria mexicana había imaginado un perfil de cómo debía ser su máximo escritor. Y Rulfo no se parecía a esa expectativa. Esa es la causa de fondo de que la República de las Letras no pudiera aceptar que Rulfo fuera el genio detrás de esos dos libros perfectos. Surgieron, entonces, alegatos para decir que Rulfo no era ese genio o lo era gracias a otro. Un agente secreto que había logrado transformar el borrador bárbaro de Rulfo en una Forma Perfecta. Fantaseando a ese otro, la clase literaria pudo “cumplir” su fantasía, porque la imagen de ese supuesto otro (tipo Chumacero, Alatorre, Arreola) aplicando una medida correctiva a Rulfo ofrece una fórmula que se parece un poco más al Escritor Tradicional–Moderno fantaseado. (El mito del Posible Rulfo hace poco dio un giro, que ya no “explica” a Rulfo por el apoyo de otro escritor sino por el apoyo de la CIA, según fantaseó recientemente un académico norteamericano.) Rulfo no cumplía el perfil que la clase literaria había fantaseado para su máximo realizador. La fantasía es tan fuerte que sigue viva. Da patadas de ahogado. L

Magali Tercero @magalitercero

E

l hilo rojo llega a ser eje y línea, una línea líquida que a la vez ata y desata, libera y une. Y habla”, explica la artista mexicana Elizabeth Ross, quien recientemente desarrolló in situ, durante una residencia en España, el proyecto ¿Y dónde están las mujeres? Para ella, como bien dice en su blog (http://elizabethrossmx.wordpress. com), se trataba de imaginar el porqué y el cómo de hurgar en la manera de representar esperanzas y deseos con cuatro imágenes. La instalación, que ha tenido muy buena recepción, incluyó fotografías y videos, como “Todas y las mariposas”, “Voy y vengo”, y el tráiler “Atadura de años”. La artista vive entre México y España.

ZAPATOS VACÍOS La primera fotografía que vi me impactó especialmente porque retrata algo muy sencillo: unos zapatos femeninos, vacíos, en posición de caminar y avanzar. ¿Dónde anda su dueña? ¿Hacia dónde van esos zapatos? Duchamp, citado por Juan José Gurrola en los años noventa, aludía al significado sutil que puede haber detrás de unos guantes abandonados en una calle. Pero lo digo con mis propias palabras: de los objetos abandonados que algún día pertenecieron a alguien emana un algo importante, un algo que, si nos decidimos a “sentir” con atención, nos conducirá a las emociones probables de su antiguo dueño. La migración es un tema importante para Ross, quizá porque lleva una especie de existencia nómada. Nos lo hace saber en su pequeña autobiografía: “Nacida en la Ciudad de México, con sangre astur, mexicana y náhuatl, Elizabeth Ross es escultora, fotógrafa, documentalista, escritora, traductora, activista, gestora cultural, diseñadora social, tejedora de encuentros, curadora y curandera. Su obra ha tocado puerto y base en calles, bosques, plazas, volcanes, museos, universidades y centros culturales mexicanos. En espacios cerrados, públicos y silvestres de Latinoamérica, Norteamérica, Europa, Turquía, Azerbaiján, China, Japón y Australia. Ha obtenido becas y residencias que tanto alientan y alimentan su ser y su arte y sabe que está aquí para recuperar la memoria”.

MEMORIA Claro que la obra de Elizabeth Ross inquieta a esta cronista: la instalación efímera que comento ha querido “funcionar como concentración de deseos y esperanzas, visiones y certezas secretas”. Y no es poca cosa. Las citas elegidas para comentar, de alguna forma, este trabajo, son significativas. Por ejemplo, los versos de Maya Angelou: “Cómo encontrarle un hogar a mi alma,/ donde el agua no sea sed/ y el pan no sea piedra”. Por ejemplo, Gertrude Stein: “Es muy bueno tener raíces mientras puedas llevarlas contigo”. La propia Ross cuenta lo siguiente: “y las piedras de río arrastradas hasta la playa, lavadas por el mar, pulidas por las olas eternas del Mediterráneo me hablaron de pasado e historia, de peso y belleza, de aquí me quedo, libero y me voy”. La residencia se realizó como parte de una beca otorgada por Plataformas, un programa que ha resultado muy estimulante para artistas de diversos países. Entre 1990 y 2003, la artista presenta constantemente exposiciones individuales en museos y galerías, pero ese mismo 2003 decide llevar su trabajo a la calle. La idea es interactuar directamente con el público por medio de instalaciones, acciones rituales y obra multimedia, además de intervenciones, como detalla en su blog: “Da a luz a Amadís y a Alonso, pero también a i d e n t i d a d e s, OutSider, eyeseverywhere/ojosportodoslados y MMX: artistas mexicanas en el 2010, proyectos colectivizados online. Dirige 5célula arte y comunidad AC y 3Multiverse, Asociación Europea para las Artes y Comunidades, con el fin de relacionar al arte con las calles, la memoria, el medio ambiente, el feminismo y la política”. A partir de 2008 se concentró en el tema de las migraciones de las mujeres, tanto geográficas como emocionales, que es justamente de donde surge ¿Y dónde están las mujeres? En algún momento obtiene la beca del Sistema Nacional de Creadores Artísticos de México. Elizabeth Ross, ganadora de varios premios, escribe sobre “Voy y Vengo”, el trabajo sobre mujeres que migran, lo siguiente: “Interminable vaivén el de las mujeres. Cruzan océanos, lenguajes, códigos. Se hacen visibles ante los ojos ciegos”. Terminemos aquí para que ustedes puedan disfrutar su obra en la dirección electrónica arriba indicada. L


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